El
líder más influyente de Bolivia, excluido de los comicios y prófugo de la
justica, Evo Morales enfrenta el desafío de sobrevivir políticamente al muy
probable ascenso al poder de sus enconados adversarios de derecha. Sin opciones
de competir, sin candidatos que apadrinar y sin una bancada en el próximo
parlamento, Morales ahora ve cómo el proyecto que creó y acaudilló por dos
decádas está por derrumbarse.
Esta
vez "Evo", como los bolivianos llaman a su primer presidente
indígena, hace campaña por el voto nulo desde el Chapare, una región cocalera
donde tiene su bastión más fiel. Hoy está contra las cuerdas. Los candidatos
favoritos prometen arrestarlo. Él asegura que no "escapará" a Cuba u
a otro país aliado.
Bolivia
podría estar ante un cambio político fundamental. El 17 de agosto, el país
celebra elecciones presidenciales y parlamentarias en un clima que combina
crisis económica, polarización política y desconfianza en las instituciones.
Por primera vez en casi dos décadas, el Movimiento al Socialismo (MAS) enfrenta
la posibilidad real de perder el poder, abriendo un nuevo capítulo en la
historia política del país.
Crisis
y desconfianza
Para
José Luis Exeni, director de proyectos de la Fundación Friedrich Ebert (cercana
a la socialdemocracia alemana) en Bolivia, el contexto se define con
"cuatro palabras: crisis, desconfianza, polarización e incertidumbre”. La
inflación, la escasez de gasolina, dólares y productos básicos, junto con el
deterioro institucional, son parte de un escenario que ha generado malestar
ciudadano, opina el experto en entrevista con DW.
La
desconfianza, añade Exeni, alcanza a "todas las instituciones del Estado e
incluso también a organizaciones de la sociedad civil”. A ello se suma una
polarización que persiste desde la crisis de 2019, que ahora se ha vuelto aún
más compleja por la implosión interna del MAS, dividido en tres facciones,
según Exeni.
Evo
Morales, de líder histórico a opositor interno
Tras
su salida del poder en 2019, Moralesintentó volver a ser candidato, pero fue
inhabilitado por el Tribunal Constitucional. Según Exeni, primero "apostó
por malograr las elecciones” e incluso su entorno habló de boicot, pero
finalmente optó por promover el voto nulo.
El
expresidente se encuentra replegado en su bastión del Chapare, con causas
judiciales abiertas y sin posibilidad de competir. Para Moira Zuazo,
investigadora asociada de la Universidad Libre de Berlín, su permanencia como
figura central está ligada al "culto al liderazgo” que él mismo fomentó,
en detrimento de la pluralidad interna del MAS. Esto, afirma en entrevista con
DW, contribuyó a alejar al partido de sus raíces democráticas.
Aun
así, Exeni advierte que Morales podría seguir siendo un actor de peso si el
voto nulo supera el 20 por ciento. De lo contrario, "podremos empezar a
hablar de insignificancia” de la figura de Evo.
El
desgaste de un proyecto
Moira
Zuazo recuerda que el MAS nació como respuesta a dos grandes desafíos: "La
construcción de un Estado plurinacional y la inclusión ciudadana para acabar
con ciudadanos de primera y de segunda”. Sin embargo, advierte que el partido
"se alejó de sus raíces democráticas” y desarrolló un "culto al
liderazgo” que redujo el debate interno y la capacidad de renovación.
El
resultado es una profunda división que debilita a su candidato oficialista,
Eduardo del Castillo, y abre espacio a figuras de la oposición. Según Zuazo,
incluso para parte de la base del MAS, "la situación como esta no puede
continuar hacia adelante”.
Un
cambio de ciclo político
Exeni
considera que estamos ante "el agotamiento del ciclo del MAS como
instrumento político”. Tras el 17 de agosto, prevé un sistema más fragmentado,
sin partido predominante, y la necesidad de un gobierno de coalición. Las
encuestas sitúan al empresario Samuel Doria Medina y al exmandatario Jorge
"Tuto” Quiroga como favoritos para pasar a segunda vuelta.
Ambos
representan a la "vieja política” de los años noventa. Doria Medina
apuesta por mantener el Estado plurinacional y ofrecer una gestión enfocada en
resolver la crisis económica; Quiroga propone cambios constitucionales y un
giro más marcado hacia el mercado.
Desafíos
para el próximo Gobierno
Sea
cual sea el ganador, la tarea será monumental. La crisis económica exigirá
medidas rápidas y de alto costo político. "Todos asumimos que serán
necesarias medidas drásticas en la economía para empezar a superar la crisis”,
afirma Exeni. Esto podría implicar ajustes graduales o de choque, con el riesgo
de protestas y desgaste temprano de la legitimidad.
Zuazo
subraya que el reto no es solo económico: será clave "reconstituir
democráticamente” el espacio político, evitando repetir los errores del pasado
y restaurando la confianza ciudadana.
Repercusiones
regionales
Para
Exeni, un cambio de gobierno en Bolivia sería "un dato” relevante en el
mapa político latinoamericano: el último bastión del progresismo en la región
experimentaría una alternancia pacífica después de 20 años. Zuazo cree que
podría abrir "un viento fresco” en el debate sobre la izquierda en América
Latina, rompiendo la asociación automática entre proyecto progresista y
prácticas autoritarias. Yahoo Noticias de España (https://n9.cl/zzffui)
BOLIVIA:
FIN DE CICLO Y FUTURO INCIERTO
Este
domingo, casi ocho millones de bolivianos tendrán la posibilidad de votar. La
mayoría irá con la convicción de que su voto no servirá para mucho
Infobae
de Argentina (https://n9.cl/i21y61)
Cuando
falta una semana para votar, Bolivia guarda un silencio que dice más que
cualquier discurso: ocho de cada diez bolivianos creen que la economía está mal
y menos del 10% de ellos está hablando de política. En el altiplano, ese
silencio se estira como el frío. No hay banderas flameando en las esquinas ni
caravanas cortando la carretera que sube de La Paz a El Alto. Lo que se ve son
puestos de salteñas humeantes, minibuses repletos y filas interminables en las
estaciones de servicio, donde el diésel racionado marca el pulso de la
paciencia.
El
domingo 17, casi ocho millones de bolivianos tendrán la posibilidad de votar.
La mayoría irá con la convicción de que su voto no servirá para mucho. El ciclo
que empezó con Evo Morales en 2005 se rompe, pero no por una revolución
ciudadana que despierte esperanza, sino por un cansancio abrumador. Por la
certeza de que, después de probar todo, todo falló.
El
MAS, que alguna vez fue sinónimo de victoria inevitable, llega fracturado.
Andrónico Rodríguez y Eduardo del Castillo compiten desde trincheras distintas,
y ni siquiera juntos logran despertar una chispa de aquel fervor masivo de
otros tiempos. Entre ellos y el recuerdo de Morales —inhabilitado, prófugo y
todavía capaz de contaminar el aire político— se esparce un mismo síntoma: el
desgaste.
La
política como ruido de fondo
En
los últimos siete meses analizamos más de 18 millones de interacciones en
Facebook, Instagram, X y TikTok para medir no solo el volumen que la política
ocupa en la conversación, sino también las emociones que provoca. Un dato
atípico: a horas de votar, apenas el 8,3% de las interacciones se vinculan a la
política y menos de 365 mil directamente a las elecciones. En la mayoría de los
países de la región, en este punto de la campaña, el promedio ronda el 25%, con
picos —como el de Argentina en 2023— por encima del 45%.
En
la Bolivia de hoy, la política no es el centro de la conversación: lo son la
economía, la inseguridad, la corrupción y los problemas cotidianos. Ningún
candidato supera el 50% de imagen positiva y casi todos cargan más rechazo que
entusiasmo. Las figuras del MAS concentran más menciones, pero también más
repudio. Los opositores despiertan menos resistencia, sobre todo porque no
generan interés ni adhesión popular.
Un
país agotado
El
70% de los bolivianos cree que la política no resolverá los problemas del país,
y menos aún los suyos. El 80% dice que la economía está mal o muy mal. La
inflación, la escasez de combustibles, las restricciones cambiarias y la caída
del gas han erosionado tanto el bolsillo como la paciencia. El interés por la
elección no crece por adhesión a candidaturas, sino por la expectativa mínima
de que algo cambie. No hay épica: hay necesidad.
Cuando
se pregunta en Santa Cruz por las elecciones, un comerciante encoge los hombros
y sigue contando los billetes arrugados sobre el mostrador. En El Alto, una
mujer se inclina sobre un cajón de papas, se seca las manos en el delantal y,
sin levantar la vista, dice: “Voto porque hay que votar”. Son frases breves,
casi automáticas, que se repiten en geografías y niveles socioeconómicos
distintos.
Un
resultado abierto, pero no tanto
Por
primera vez desde que Bolivia tiene segunda vuelta (2008), el ballotage es
seguro. Samuel Doria Medina y Jorge “Tuto” Quiroga encabezan las encuestas con
márgenes estrechos. Existe una remota posibilidad de que Andrónico Rodríguez se
cuele en la definición, pero los números y el clima social la hacen poco
probable. La novedad no es solo la posible alternancia: es que el MAS podría ni
siquiera estar en la segunda vuelta.
El
próximo presidente asumirá el 8 de noviembre sin margen fiscal, sin acceso a
financiamiento internacional y con una ciudadanía empobrecida y escéptica.
Bajar la inflación, resolver la escasez de combustibles y desmontar subsidios
serán prioridades inmediatas, con costos sociales que nadie oculta. El riesgo
no será parlamentario: será social. En Bolivia, el voto ya no es un acto de
esperanza: es el gesto final para cerrar un capítulo. Y el verdadero desafío
comenzará al día siguiente, cuando haya que escribir el próximo, esta vez sin
margen para borradores.
BOLIVIA
ENFRENTA UNA ELECCIÓN HISTÓRICA: DERECHA FORTALECIDA BUSCA DESBANCAR A UNA
IZQUIERDA DEBILITADA
Este
domingo 17 de agosto, el país sudamericano elegirá nuevo presidente,
vicepresidente y renovará su Asamblea Legislativa. Los comicios marcan el fin
de una etapa política: por primera vez en 20 años, Evo Morales no estará en la
papeleta.
Radio
U de Chile (https://n9.cl/2mszmb)
Este
domingo 17 de agosto, Bolivia acudirá a las urnas en una elección presidencial
que promete ser histórica. Por primera vez en dos décadas, el país elegirá a su
nuevo mandatario sin Evo Morales en la papeleta.
Un
escenario que rompe con el patrón político boliviano de los últimos años y que
llega marcado por una crisis económica severa, una izquierda fracturada, una
derecha revitalizada y encuestas que ya adelantan un hecho inédito en la
democracia boliviana desde la instauración de la constitución del 2009: una
segunda vuelta presidencial.
La
elección no solo definirá quién ocupará la presidencia y la vicepresidencia,
sino también la renovación completa de la Asamblea Legislativa Plurinacional,
con 130 diputados, 36 senadores y nueve representantes supranacionales. El
nuevo gobierno que asuma el 8 de noviembre tendrá por delante el reto de
gobernar en un clima de polarización política y fragilidad económica.
Este
proceso electoral se desarrolla en medio de una tormenta económica. Bolivia
enfrenta una grave escasez de dólares, lo que ha provocado la aparición de un
mercado negro de divisas y una devaluación de facto de la moneda nacional. La
situación impacta directamente en la capacidad de importar combustibles,
medicamentos y bienes esenciales.
Aunque
las cifras oficiales mantienen la inflación en niveles bajos, en la calle la
percepción es otra: los precios de los productos básicos no dejan de subir. El
modelo económico basado en la exportación de gas natural, que alguna vez fue el
motor del llamado “milagro boliviano”, muestra signos claros de agotamiento.
Las reservas gasíferas han disminuido, la inversión en el sector está estancada
y ningún gobierno ha logrado diversificar la matriz productiva de manera
efectiva.
El
riesgo de una estanflación —estancamiento con inflación— se siente en el
ambiente.
A
la contienda llegan ocho aspirantes, todos hombres, de entre 36 y 70 años.
Cuatro de ellos se postulan por primera vez, mientras que otros ya cuentan con
experiencia en cargos electos. Entre ellos hay un expresidente y dos figuras
que se presentan como la renovación de la izquierda que gobierna Bolivia desde
hace 20 años.
En
el espectro progresista, tras la retirada de Eva Copa, alcaldesa de El Alto,
quien acusó ser víctima de “acoso político”, solo quedan dos candidaturas:
Andrónico
Rodríguez, presidente del Senado, 36 años, exdirigente cocalero del Chapare y
antiguo protegido de Evo Morales, con quien rompió tras no llegar a un acuerdo
político. Es el rostro joven que intenta renovar la izquierda, aunque las
encuestas muestran una caída sostenida en su intención de voto.
Eduardo
del Castillo, exministro de Gobierno y candidato del oficialista Movimiento al
Socialismo luego de la renuncia del presidente Luis Arce a la reelección. Según
las encuestas, Castillo apenas alcanza el 7% quedando en quinta posición.
En
el bloque opositor, que reúne a la derecha y la centroderecha, la oferta es más
amplia:
Samuel
Doria Medina, empresario y político de centro-derecha liberal, con propuestas
de ajuste económico, cierre de empresas públicas deficitarias, eliminación de
subsidios y apertura a la inversión extranjera, especialmente en el litio.
Jorge
“Tuto” Quiroga, expresidente y referente de la derecha liberal conservadora,
que promete un “cambio sísmico” para romper con el ciclo del MAS, impulsar
tratados de libre comercio y distanciarse de regímenes como Venezuela, Cuba y
Nicaragua.
Manfred
Reyes Villa, alcalde de Cochabamba, de perfil conservador y regionalista, con
menor intención de voto pero presencia política sólida.
Los
últimos sondeos de Ipsos Ciesmori, Captura Consulting y Spie SRL muestran un
empate técnico en la cima: Doria Medina y Quiroga superan el 20% cada uno, con
Andrónico Rodríguez en torno al 12%.
Ninguno
de los candidatos roza el 40% necesario para ganar en primera vuelta con una
ventaja de 10 puntos, lo que hace que el escenario de un balotaje el 19 de
octubre sea prácticamente inevitable.
Sin
embargo, el dato que más llama la atención de las encuestas es el altísimo
porcentaje de votos nulos, blancos e indecisos, que en conjunto supera el 30% y
que, en gran parte, es el resultado de la estrategia de Evo Morales.
Inhabilitado
para competir por el Tribunal Constitucional, que ratificó el límite de
reelecciones, y sin partido tras la ruptura con Luis Arce, Morales enfrenta
además una orden de captura por un caso de trata y abuso de menores. Como
respuesta impulsó una campaña frontal para promover el voto nulo como forma de
protesta.
Desde
Cochabamba, su bastión político, Evo acusó a su exaliado y candidato de
izquierda, Andrónico Rodríguez, de traidor. Incluso, lanzó acusaciones
explosivas contra el presidente Arce, el vicepresidente David Choquehuanca y el
propio Andrónico Rodríguez, asegurando que planean fugarse a Venezuela tras
dejar el poder si no ganan.
Analistas
políticos como Ricardo Calla advierten que este llamado no deslegitimará el
proceso electoral, pero sí puede restar votos a la izquierda, allanando el
camino para que la segunda vuelta sea una disputa exclusivamente entre
candidatos de derecha.
Bolivia
se enfrenta a una encrucijada. Por un lado, una derecha que, aunque dividida en
varios partidos, llega fortalecida en las encuestas y con un discurso unificado
en lo económico: liberalización, ajuste fiscal y apertura al mercado global.
Por otro, una izquierda debilitada por sus divisiones internas, la ausencia de
su líder histórico en competencia y una gestión económica que ha perdido el
brillo de años anteriores.
El
voto nulo impulsado por Morales, lejos de convertirse en un bloque de presión,
podría sellar la derrota de sus antiguos aliados y consolidar el fin del ciclo
político que él inició hace casi 20 años.
Si
el 19 de octubre la segunda vuelta enfrenta a Doria Medina y Quiroga, el país
se vería obligado a escoger entre dos proyectos similares en lo económico, pero
distintos en estilo y alianzas internacionales. Ambos ya han dicho que buscarán
la detención de Morales, lo que añade un elemento explosivo a la transición de
poder.
Lo
que pase este domingo en Bolivia no será solo una elección más. Será el primer
capítulo de una nueva etapa política en un país que, durante dos décadas, giró
en torno a la figura de Evo Morales.
BOLIVIA
GIRARÍA A LA DERECHA
Mayoría
responsabiliza a gobierno de Arce de la debacle económica.
El
Peruano (https://n9.cl/r4yth)
Sumidos
en una profunda crisis económica, los bolivianos se aprestan a dar un giro
radical hacia la derecha en la elección presidencial de este domingo 17,
después de 20 años de dominio del Movimiento Al Socialismo (MAS) que lideró Evo
Morales.
Este
país de 11.3 millones de habitantes, con fuerte influencia indígena y rico en
litio, acude a las urnas hastiado por la falta de dólares, combustible y
alimentos.
La
inflación acumulada del último año ronda el 25%, la más alta al menos desde el
2008. La mayoría culpa de la debacle al impopular gobierno de Luis Arce.
“Nuestra situación está realmente [...] por los suelos. Nuestra moneda se ha
devaluado, los sueldos no alcanzan, todo está carísimo”, dice Freddy Millán, un
ingeniero de 53 años que vive en la ciudad de Santa Cruz.
Una
“gran mayoría quiere el cambio porque está cansada de esta política del
socialismo”, añade. El millonario Samuel Doria Medina, de 66 años, y el
expresidente Jorge Quiroga, de 65, encabezan la intención de voto entre los
ocho aspirantes y se verían en una segunda vuelta el 19 de octubre.
Los
dos opositores prometen el fin del modelo económico de corte estatal que impuso
el MAS.
Por
años, el crecimiento de Bolivia dependió de sus exportaciones de gas, su
principal fuente de divisas, pero desde el 2017 la producción sufre una caída
constante.
Nueva
etapa
La
izquierda se encamina hacia su peor fiasco en las urnas desde que ascendió a la
presidencia de la mano de Morales, quien gobernó del 2006 al 2019. Luego
impulsó el triunfo de Arce, su exministro y hoy adversario.
El
dirigente indígena fue inhabilitado por la justicia para buscar un cuarto
mandato en estos comicios. Desde octubre se refugia en un pequeño poblado del
centro de Bolivia para evadir una orden de captura por el caso de presunta
trata de menor cuando era presidente, acusación que él niega.
Bajo
el resguardo de sus seguidores, Morales promueve el voto nulo. Ante el probable
triunfo de sus opositores, aseguró que “no se va a escapar” y seguirá de vuelta
en la “batalla en las calles y en los caminos”.
La
pugna Morales-Arce durante los últimos meses dinamitó al MAS y profundizó la
crisis económica con violentas jornadas de bloqueos de carreteras. Esto melló
la popularidad de la izquierda.
El
candidato del oficialismo Eduardo del Castillo y el senador y dirigente
cocalero Andrónico Rodríguez, ambos de 36 años, marchan rezagados en las
encuestas.
La
crisis nos ha “afectado totalmente [...] Creo que todos estamos tratando de que
cambie este contexto”, dice Alejandra Ticona, una estudiante de derecho paceña
de 24 años.
Aunque
reconoce que antes la izquierda benefició a la gente campesina, como su propia
familia, hoy quiere que gane uno de los dos candidatos de derecha para que
resuelva los apuros económicos.
Doria
Medina y Quiroga prometen un plan de shock muy similar basado en un recorte
drástico del gasto público y el desmonte progresivo de los millonarios
subsidios.
“Se
va a iniciar una nueva etapa en la que lo más importante será recobrar la
estabilidad económica”, para salir del “estatismo y tener una economía
capitalista”, señaló Doria Medina en una reciente entrevista.
El
expresidente Quiroga promete un “cambio sísmico”. Casi ocho millones de
bolivianos están convocados a ejercer su voto obligatorio este domingo.
Cambio
Después
de 20 años del MAS en el poder, “el Gobierno simplemente no puede echarle la
culpa a nadie más” de la crisis, dice el internacionalista Pablo Calderón,
profesor de la Northeastern University de Londres.
Durante
el gobierno de Evo Morales, Bolivia triplicó su producción interna, redujo la
pobreza de 60% a 37% y empoderó a la población indígena.
La
mayoría de los gobiernos izquierdistas que antes dominaron la escena política
de la región perdieron su continuidad en la década pasada. Bolivia ha sido la
excepción hasta ahora.
Pero
si finalmente la derecha asume el poder, Calderón advierte que esta no debería
“dar giros extremos de 180 grados”, sobre todo en los programas sociales que
ayudaron a mucha gente a salir de la pobreza.
Por
lo pronto, los bolivianos están abiertos a los “cambios”: a liberar la economía
y reducir el papel del Estado, sostiene la analista del Crisis Group para
Bolivia, Ecuador y Perú, Glaeldys González.
“La
situación actualmente es la peor que ha vivido esta generación a nivel
económico, y yo creo que sí hay mucha más apertura a este tipo de políticas”,
enfatiza. (AFP)
Una
segunda vuelta
Las
últimas encuestas preelectorales difundidas el domingo pasado en Bolivia
vaticinan una posible segunda vuelta en los comicios generales del 17 de agosto
en Bolivia entre el empresario Samuel Doria Medina y el expresidente Jorge
“Tuto” Quiroga, aunque también los porcentajes de indecisos y votos nulos y
blancos son altos.
En
el último día permitido por el órgano electoral para la difusión de encuestas,
los canales privados Unitel, Red Uno y Cadena A difundieron en programas
nocturnos por separado estudios efectuados por las empresas Ipsos Ciesmori, en
el primer caso, y Captura Consulting, en los dos segundos. En la encuesta de
Ipsos Ciesmori, Doria Medina obtuvo 21.2% y Quiroga (2001-2002) un 20%. El
senador opositor Rodrigo Paz Pereira aparece tercero con 8.3%; el alcalde de la
ciudad central de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, le sigue con 7.7 %, y el
presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, va quinto con 5.5 %.
Los
candidatos restantes, incluido el oficialista Eduardo del Castillo, tienen
porcentajes entre el 2% y 0.2%, lo que supondría la pérdida de las
personalidades jurídicas de sus partidos.
Cifras
5.2%
de los electores votarán en blanco, según Ipsos.
13.3%
de los encuestados se encuentran indecisos por quién votar en las elecciones
bolivianas del domingo.
BOLIVIA:
DE LOCOMOTORA REGIONAL A ECONOMÍA EN CUIDADOS INTENSIVOS
France
24 (https://n9.cl/kbrv9)
El
que era conocido como el milagro económico de la región hace unos años, hoy
sufre problemas financieros en distintos frentes. La escasez de dólares, la
falta de combustibles, un PIB que no repunta y una inflación que pone presión
sobre el bolsillo de los ciudadanos es el panorama que recibirá el próximo
presidente del país suramericano. El litio, con reservas gigantes y usado como
comodín económico en campaña, no despega por fallas técnicas, trabas políticas
y tensiones sociales.
Con
un país que pasó del esplendor al desánimo en unos cuantos años, los bolivianos
esperan este domingo 17 de agosto elegir el encargado de revertir su realidad y
reanimar con urgencia una economía que sufre múltiples heridas.
De
aquel “milagro boliviano” que, bajo el expresidente Evo Morales (2006-2019),
redujo la pobreza moderada del 60% al 36% y la extrema del 38% al 11%, queda
muy poco.
Desde
2019 los precios de los bienes han saltado desde el 1,9% anual a casi el 25%
interanual y para la población es evidente que no basta solo con un aumento de
sueldo para poder acceder a los insumos básicos.
"Dormimos
aquí como perros, con una sola manta, esperando el diésel. Ya no vamos a
nuestras camas, a nuestra casa, a nuestro hogar, a ver a nuestros hijos, o al
menos a abrazar a nuestros hijos. Nada de eso. Vivimos aquí sentados hasta las
3:00 a.m. Este es nuestro hogar. No tenemos refrescos ni agua para beber",
dijo a la agencia Reuters Sagusatiano Copa Flores, conductor de transporte
público.
La
queja de Copa Flores muestra parte de la raíz del problema: Bolivia no cuenta
con las divisas suficientes para comprar petróleo extranjero, indispensable
para el transporte público, los camiones de carga que transportan los
alimentos, los vehículos particulares y para que, literalmente, se mueva la
economía de un país sin acceso al mar.
Con
esto, hoy, el panorama en las principales ciudades de Bolivia se define por
colas que se prolongan durante horas en estaciones de servicio, dificultad para
acceder a medicinas y a ciertos alimentos, un mercado paralelo del dólar que
duplica con holgura el tipo de cambio oficial y una inflación que ocupa el
tercer puesto en la región sólo detrás de Argentina (36,6%) y Venezuela con
corte a julio, pues en el séptimo mes de año, la tasa se trepó hasta el 24,8%
interanual, la más alta desde 1985. Cifras que reavivan fantasmas que parecían
superados.
El
motor económico de Sudamérica que se apagó
Hubo
un tiempo en que Bolivia no figuraba en los titulares por crisis, inflación o
escasez, sino por su capacidad de generar riqueza y sostener un crecimiento
sólido.
Desde
la época colonial, con el Cerro Rico de Potosí como epicentro de la economía
mundial, hasta las décadas recientes de bonanza gasífera, el país vivió
momentos en que su nombre era sinónimo de prosperidad, de avance y de un
sistema financiero sólido con confianza incluso de los grandes prestamistas
internacionales y calificadoras de riesgo crediticio.
Y
es que la geografía ha favorecido a la nación andina en varias oportunidades.
En el siglo XX, la explotación de estaño colocó a Bolivia entre los principales
productores mundiales, atrayendo inversión y generando un auge industrial que
marcó a toda una generación, y a pesar de las crisis políticas que van y
vienen, la riqueza minera continuó siendo un pilar inamovible de la economía
nacional.
Ya
en el siglo XXI, el país vivió un nuevo ciclo dorado, esta vez gracias a la
exportación de gas natural. Entre 2006 y 2014, Bolivia disfrutó de tasas de
crecimiento económico que la posicionaron entre las más altas de Sudamérica,
con un promedio superior al 4,5% anual.
La
combinación de precios internacionales favorables, políticas expansivas y un
fuerte control estatal sobre los recursos permitió acumular reservas
internacionales récord, superar déficits históricos y financiar ambiciosos
programas sociales e infraestructura.
Ciudades
como La Paz, Santa Cruz y Cochabamba experimentaron transformaciones visibles.
El consumo interno se disparó, el crédito bancario creció y obras icónicas,
como el sistema de teleféricos urbanos más grande del mundo, simbolizaban una
nueva era de confianza económica, que seducía a los inversores a considerar a
Bolivia como la locomotora de la región que prometía dividendos para sus
empresas.
En
aquellos años, Bolivia no solo redujo la pobreza extrema de manera
significativa, sino que logró ampliar su clase media, un logro que analistas
regionales señalaban como ejemplo de inclusión social y crecimiento sostenible.
La
estabilidad macroeconómica, entonces, se convirtió en carta de presentación.
Las reservas internacionales llegaron a representar más del 40% del Producto
Interno Bruto (PIB), un colchón financiero que le otorgaba una seguridad sin
precedentes y que le permitía la importación de los bienes necesarios para su
continuo crecimiento.
Ese
periodo también estuvo marcado por un renovado protagonismo regional. Bolivia
se sentaba en las mesas de negociación energética como proveedor clave para
Brasil y Argentina, y su política económica era observada con atención en foros
internacionales. Por un momento, parecía que el país había encontrado una
fórmula para transformar sus riquezas naturales en desarrollo sostenido.
En
ese entonces, para Bolivia ni siquiera se pronosticaban años difíciles, pero a
lo largo de más de una década se encadenaron decisiones que minaron la
credibilidad y los resultados de una economía en crecimiento.
De
la bonanza a la crisis
En
menos de una década, Bolivia pasó de ser uno de los países con mayor
crecimiento de Sudamérica a enfrentar un complejo cuadro económico.
Las
reservas internacionales, que en 2014 superaban los 15.000 millones de dólares,
han caído a mínimos históricos, reduciendo la capacidad del Banco Central para
intervenir en el mercado cambiario y estabilizar la moneda.
Un
escenario que, además, se empeoró por el precio artificial que el Gobierno ha
mantenido por mucho tiempo, que no ha servido de mucho, pues activó un mercado
ilegal que ha más que duplicado el valor del billete verde como ocurre en
Argentina.
Éste,
precisamente es uno de los síntomas más visibles de la crisis es la escasez de
dólares en el sistema financiero. El mercado paralelo, donde la divisa
estadounidense se vende a un precio muy superior al oficial, se ha consolidado
como referencia real para empresas y consumidores.
Importadores
denuncian demoras en el acceso a divisas, lo que ha provocado desabastecimiento
de insumos y encarecimiento de productos básicos.
Caída
de la producción y malestar social
A
la crisis fiscal y cambiaria se suma una merma en la producción nacional. El
sector de los hidrocarburos, principal generador de divisas, ha visto caer su
producción de gas natural, reduciendo exportaciones hacia Brasil y Argentina.
Por
mucho tiempo Bolivia confió en las ventas de este insumo como principal fuente
de ingreso de dólares, que a su vez usó para invertir en el gasto nacional, sin
una diversificación clara para atraer más divisas.
Hoy,
la minería enfrenta problemas de inversión y competitividad, mientras que la
agricultura sufre por la falta de insumos importados y por fenómenos climáticos
extremos.
En
este contexto, las tensiones entre sindicatos, transportistas y el Gobierno se
han intensificado, generando bloqueos y paralizaciones que agravan el problema.
La
presión sobre el modelo económico
El
modelo basado en el control estatal de sectores estratégicos y la repartición
de subsidios en diferentes campos para la población ahora parece que tambalea.
El
financiamiento de programas sociales y megaproyectos de infraestructura se ha
reducido, y el endeudamiento externo ha crecido. La falta de inversión
extranjera, sumada a una burocracia pesada y a la incertidumbre política,
dificulta la recuperación, y los nuevos opcionados para ocupar el cargo
presidencial buscan alternativas para revertir la crisis.
Organismos
internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial
(BM) advierten que, sin reformas estructurales, el país podría enfrentar un
panorama financiero incluso peor.
Entre
las recomendaciones figuran diversificar la economía, mejorar la productividad
y atraer inversión privada, pero su implementación choca con resistencias
políticas y sociales.
Oro
blanco: ¿la solución?
El
litio también juega un papel importante en toda la reconfiguración de Bolivia.
El país, junto con Argentina y Chile es privilegiado por tener amplias reservas
de este mineral indispensable para el sector tecnológico.
Sin
embargo, la ausencia de planes de remediación robustos, sumada a promesas
incumplidas y a beneficios locales difusos, alimenta el rechazo por invertir de
forma considerable en este sector y, sin licencia social de unas comunidades
que aprueben esta explotación, los plazos se estiran, los costos suben y los
conflictos se profundizan.
Y
mientras Bolivia discute su hoja de ruta para el oro blanco, Australia, Chile
y, más recientemente, Argentina, consolidan volúmenes crecientes y nuevos
proyectos para el litio.
La
ventana de oportunidad no es infinita pero es prometedora: la innovación en
baterías, la diversificación geográfica de la oferta y las exigencias de
descarbonización presionan a acelerar decisiones que llevan años en borrador,
para estos países la geografía ha sido una bendición que no poseen otras
naciones y, de aprovecharlo, analistas consideran que las ganancias son
sustanciales.
Con
todo este escenario, el litio regresa al centro de la agenda como promesa y
como reproche. La derecha tradicional, con candidatos como Jorge “Tuto” Quiroga
y Samuel Doria Medina en la primera línea, intentan protagonizar el discurso de
la industrialización del mineral, pero para José Carlos Solón, investigador de
la privada Fundación Solón, esta “solución”, también podría ser un problema.
“Los
candidatos están muy lejos de comprender el desafío detrás del litio y están
repitiendo esa intención generalizada de industrialización, pese a las
experiencias de los últimos años que muestran que esto es una tarea mucho más
compleja”, dijo Solón a la agencia EFE.
"El
litio se parece a una industria farmacéutica muy compleja, con muchos elementos
que en el fondo plantean desafíos tecnológicos muy grandes, desafíos de
inversión y de tiempos de implementación", añadió.
La
industrialización del litio en Bolivia ha estado marcada por un modelo de
explotación exclusivamente estatal que buscó garantizar “soberanía tecnológica”
pero terminó generando lentitud y altos costos.
Desde
2010 el país, rechazó socios extranjeros en la etapa inicial de los planes que
apostaban por el litio, lo que derivó en inversiones públicas millonarias sin
resultados acordes.
Recién
años después, el Estado aceptó abrir la puerta a capitales foráneos, pero los
proyectos se empantanaron en trámites y tensiones políticas. El Gobierno de
Arce impulsó la adopción de la tecnología más eficientes para salmueras como
las bolivianas, y anunció alianzas con corporaciones extranjeras para alcanzar
en 2025 una producción de 40.000 toneladas anuales, aunque la concreción
depende de un Congreso paralizado por la pugna interna del MAS.
Pero
la realidad ha sido otra, según datos entregados por el Ejecutivo, actualmente
Bolivia posee unas reservas de 23 millones de toneladas de litio, la mayoría en
el salar de Uyuni en la región andina de Potosí, donde en 2023 se inauguró un
complejo industrial estatal con una capacidad de producción de 15.000 toneladas
anuales de carbonato de litio que funciona con un sistema de piscinas de
evaporación; sin embargo, actualmente la producción es de 3.000 toneladas, por
debajo del 20% de su capacidad total.
BOLIVIA:
UN PAÍS A PUNTO DE ESTALLAR
Hoy
el país vive una suerte de fin de época, pero sin un horizonte de futuro claro.
La oposición, si bien se ha hecho con la mayor parte de la preferencia
electoral, no tiene una propuesta política capaz de cautivar a los sectores
populares o a quienes en el pasado votaron por el MAS.
El
Mostrador de Chile (https://n9.cl/wbtusd)
Bolivia
vive los últimos días de un proceso electoral largo, desordenado y turbulento.
Si nos preguntamos en qué momento los partidos empezaron sus campañas
electorales, seguramente nadie tendría una respuesta. Como nunca antes, el
Tribunal Constitucional Plurinacional y el propio Tribunal Supremo Electoral
(TSE) han (in)definido los tiempos políticos.
Desde
inicios de 2024 se plantearon varias controversias judiciales que anularon la
candidatura de Evo Morales y dejaron en el limbo la del Movimiento Tercer
Sistema; se anuló la personería jurídica de Pan-Bol y se bloqueó la postulación
de un outsider como Jaime Dunn por tener deudas pendientes con el Estado, pese
a que la documentación emitida por la Contraloría General del Estado decía lo
contrario.
Evo
Morales, cuya infinitud en el cargo de presidente tuvo que ser parada en seco
por una movilización ciudadana, hoy se halla refugiado en una zona del Chapare
a raíz de una orden de detención por un caso de trata de personas que lo
implica directamente. Empero, esto no ha impedido al líder cocalero gestar y
dirigir varios bloqueos de caminos para presionar y habilitarse como candidato.
Estas movilizaciones han logrado, hasta ahora, detener por más de 50 días el
flujo de transporte y un daño económico incalculable. Lo peor, es que nada
indica que esta lógica de lucha se vaya a detener. En definitiva, es el estilo
de Morales de hacer política.
Por
su parte, el TSE pasa por una profunda crisis institucional. Según los datos
brindados por las encuestas de opinión pública de LAPOP, este organismo tiene
apenas un 26,8% de confianza, es decir que tiene dañado el mayor de sus
capitales: su credibilidad. Sus vocales protagonizan peleas internas que no
parecen motivadas por la mejora del órgano electoral sino por decisiones que
tienen que ver con la habilitación o no de candidatos.
Muchas
veces no se han cuidado las formas de civilidad y respeto: en junio de 2025, el
vocal del TSE Tahuichi Tahuichi Quispe calificó de “burros y tan asnos” a los
que le iniciaron un juicio penal por su negativa a habilitar a los partidos
Pan-Bol y Frente para la Victoria para que participen en elecciones. En días
pasados, el máximo representante de este órgano, Oscar Hassenteufel,
aparentemente renunció a su cargo asediado y cansado de las presiones
políticas; luego de varias horas, se desmintió la noticia y se dijo que solo
había pedido su licencia por enfermedad (de la cual todavía no se repone).
Si
lo que dicen las encuestas tienen algún grado de certeza, la fragmentación hará
saltar por los aires la estabilidad política siempre tan precaria en el país.
Bolivia tiene una inflación acumulada del 39,4%, la empresa petrolera estatal
YPFB no puede abastecer el mercado interno de diésel y gasolina, y existe una
diferencia del 100% entre el precio del dólar oficial y el del mercado
paralelo.
Por
su parte, el Gobierno ha renunciado a cualquier iniciativa política y da la
impresión de que solo espera terminar su gestión. El 8 de noviembre de este
año, Luis Arce entregará el mando a un nuevo Gobierno que, con poco músculo
político (las encuestas dan al mejor posicionado un margen de votación del
21%), tratará de asumir políticas de shock que, si bien necesarias, generarán
una ola de descontento popular que pondrán en jaque su gobernabilidad.
Hoy
el país vive una suerte de fin de época, pero sin un horizonte de futuro claro.
La oposición, si bien se ha hecho con la mayor parte de la preferencia
electoral, no tiene una propuesta política capaz de cautivar a los sectores
populares o a quienes en el pasado votaron por el MAS. Por su parte, los
candidatos provenientes del tronco del MAS, Eduardo del Castillo y Andrónico
Rodríguez, no pueden separarse del lastre del mal gobierno de Arce y de las
influencias del evismo. Rodríguez ha bajado en su preferencia electoral al 6% y
Del Castillo no logra superar la barrera del 3%.
¿Qué
configura este panorama? Por una parte, unas elecciones administradas por un
TSE cuya baja credibilidad da lugar a todas las versiones de un posible fraude.
Un gobierno nacional que ha dejado de timonear su gestión estatal. Una
fragmentación política que hará que cada uno de los partidos tome una parte de
la torta del poder político, sin que ninguno de ellos pueda liderar una
política anticrisis por su bajo nivel de legitimidad política.
Todo
este panorama hace prever el estallido de un conjunto de tensiones que el
proceso electoral no podrá resolver.
APUNTES
HACIA LAS ELECCIONES EN BOLIVIA
La
Jornada de México (https://n9.cl/4oje1)
Evo
Morales llegó a México en 2019 luego de que en Bolivia se instaló un gobierno
de facto, producto de un golpe de Estado. Asilado, destituido y puesto en
cuestión a pesar de haber liderado la presidencia con mayores logros sociales
de la historia boliviana, Morales perdió la conducción de la cosa pública.
Antes de su salida de Bolivia ya se contaban los muertos, heridos, torturados y
vejados por el golpismo. Evo salió del país para salvar su vida y, buscando
que, con su renuncia, dejaran de perseguir a sus hermanos, como él declaró
públicamente en su última alocución presidencial.
Con
Evo salieron de Bolivia sus principales colaboradores del Ejecutivo y algunos
de sus operadores del Legislativo, entre los cuales me incluyo, amenazados de
muerte por el golpismo. La dirigencia social sin cartera de Estado decidió
quedarse en el país. Algunos miembros del denominado “Estado Mayor del Pueblo”,
instancia máxima de coordinación entre el movimiento obrero y el
indígena-campesino, capitularon muy temprano ante el gobierno de la golpista
Jeanine Áñez y acudieron a Palacio Quemado al llamado de “diálogo” de Áñez
cuando los cuerpos de las víctimas de las masacres de Sacaba y Senkata seguían
tibios.
En
México, Evo Morales ya no lograba que dirigentes ni ex autoridades le
contestaran el teléfono. Pero hubo alguien que sí: Andrónico Rodríguez, la
joven promesa del espacio sindical del que proviene Evo, su número dos en las
federaciones de campesinos del trópico de Cochabamba, y a quien el Movimiento
al Socialismo en pleno reconocía no sólo como el sucesor natural, si no como el
mejor posible, pues combinaba la formación sindical con su licenciatura en
ciencia política por la Universidad Pública.
Dato
no menor: An drónico era en ese entonces el primer profesional de su familia.
Eso
me lo dijo Evo antes de presentarme a Andrónico en 2017.
Pasaron
los años. Cuando visité a Andrónico en su despacho en la presidencia del
Senado, tras el retorno a la democracia en Bolivia, me comentó cómo vivió el
golpe de Estado. Recién había cumplido 30 años cuando le tocó encabezar la
resistencia de un país que sangraba.
“Se
empezaron a despedir de mí, muchos me decían que se iban a meter al monte para
que no los mataran; había lágrimas y miedo; veo a mi alrededor y casi no había
gente. A unos metros había unos compañeros con cámaras y micrófonos que me
miraban asombrados. ‘¿Qué me miran? No se queden ahí; vengan, entrevístenme.’
Empiezo a hablar y veo cómo poco a poco se van parando a mi lado los que se
estaban yendo, empiezan a volver, primero siempre las compañeras
valientes."
Esas
declaraciones de Andrónico fueron vitales para la resistencia contra el
golpismo. Ahí estaba él, con una gorra verde olivo que llevaba la imagen del
Che Guevara, desde la coordinadora de las seis federaciones del Trópico de
Cochabamba, su base sindical. Tras horas definitorias de silencio de las
dirigencias políticas, él levantó la voz. Desde ese momento no dejó de recorrer
los puntos de bloqueo, no perdió contacto con los territorios. Ni siquiera la
pandemia, que se mezcló en Bolivia con la persecución de Áñez, lo recluyó.
De
ahí que el ampliado del MAS en 2020 en Buenos Aires, con Morales a la cabeza,
por entonces exiliado en Argentina, que definió la candidatura de Luis Arce a
la presidencia, haya atravesado por un debate profundo en que muchas
organizaciones sociales proponían a Andrónico para esa candidatura. El ampliado
y su conductor, Evo, finalmente decantaron por Arce, pero Evo reconoció en el
mismo discurso que Andrónico había logrado mayor apoyo y pidió paciencia a la
juventud, por el bien mayor. La historia que sigue entre Morales y Arce ya es
conocida.
Aun
así, en medio del gobierno de facto y la pandemia, Andrónico recorrió el país
en una campaña histórica. Nadie puede rebatir que Andrónico atendió las
instrucciones del líder máximo del bloque popular, Evo, quien todavía estaba en
Argentina.
A
Evo el lawfare no le permite ser candidato para las elecciones de este 2025.
Tampoco
le permitió al ecuatoriano Rafael Correa en su momento, o al brasilero Luiz
Inácio Lula da Silva o la argentina Cristina Fernández. Pero, a diferencia de
estos tres que militaron las campañas de sus compañeros, hoy Evo prefiere
apostar al boicot de las elecciones en las que sí está corriendo Andrónico
Rodríguez. La mesa de Morales decidió hacer campaña por el voto nulo, el que
entre otras cosas puede devenir en mayor poder político para las derechas en el
Legislativo.
Las
cosas están así. Evo no corre en esta papeleta y Andrónico sí, siendo la opción
electoral única que tiene el bloque popular para este domingo. Andrónico
encabeza en estas elecciones una propuesta electoral intrépida, alejada del
gobierno de crisis de Luis Arce y va acompañado en la vicepresidencia por la
única mujer en la contienda electoral, Mariana Prado, ex ministra de
Planificación de Evo y joven caracterizada principalmente por su experiencia en
el ámbito económico. Su principal propuesta de gobierno es encarar la actual
crisis, desde la izquierda, cuidando a los de abajo y gobernando con memoria.
Sí,
lo lógico hubiera sido el apoyo contundente de Evo y de su irradiación a la
única candidatura con capacidad de frenar a las derechas.
Las
encuestas de los medios hegemónicos aún dicen que Andrónico no tiene chance.
Pero los analistas más serios, aun los liberales, aseguran que la sociología
del voto boliviano se les escapa a quienes decretan un triunfo magistral de la
derecha y, por el contrario, aseguran que el bloque popular puede llegar a
segunda vuelta, a pesar del flaco favor desde el evismo con la promoción del
voto nulo.
Mientras,
hablando bajito o en silencio, militantes del proceso de cambio de todos los
rincones de Bolivia apuestan a no rendirse. Aunque puede llegar a ser muy
pesado el dedo incriminador de un líder tan grande como Evo –que sin dificultad
acusa de traición–, la voluntad de no perder lo ganado, en términos de igualdad
social puede serlo aún más. Por si fuera poco, con la derecha gobernando
Bolivia ahora sí por la vía democrática, y no como en 2019, se puede asegurar
que estos caballeros medievales, patrones, cumplan con sus promesas de campaña:
privatizarlo todo, ajustar en la base de la pirámide a los que menos tienen,
entregar el litio boliviano y, cómo no, apresar a Evo.
Así,
Bolivia elegirá lo que prefiera este 17 de agosto.
ANDREA
BARRIENTOS SOBRE EL SOCIALISMO EN BOLIVIA: “NOS HA LLEVADO A UNA RUINA COMO
MADURO EN VENEZUELA”
VPI
Tv de Venezuela (https://n9.cl/qhj96v)
Andrea
Barrientos, candidata a legisladora en Bolivia por la coalición Alianza Unidad,
advirtió que el modelo impulsado por el Movimiento al Socialismo (MAS) “ha
llevado al país a una ruina sistemática como hizo Maduro en Venezuela y antes
Fidel y Díaz-Canel en Cuba”.
En
una entrevista para el programa Esto es América de VPItv, la aspirante señaló
que los bolivianos deben estar atentos para evitar que se repita en su país el
deterioro político y económico que, a su juicio, se ha vivido en Venezuela. “Lo
que me parece importante es marcar que no vaya a ser que nos pase lo que nos ha
pasado en Venezuela”, expresó.
Barrientos
dijo que su equipo trabaja para garantizar que las elecciones sean “lo más
transparentes posible” y que mantendrán un “agudo control del voto” para evitar
irregularidades. Sin embargo, manifestó preocupación por lo que considera una
actitud pasiva del MAS en la recta final de la campaña, situación que calificó
de “extraña” y que le genera “susceptibilidad”.
La
candidata enfatizó que, pese a las dudas, no se puede actuar en base a
especulaciones y que su prioridad es enfocarse en las necesidades de la gente.
“Hoy es nuestro último día de campaña electoral y estamos 100% enfocados en
resolver las solicitudes de la ciudadanía, en seguir escuchando”, afirmó.
Barrientos
también destacó el recorrido de Samuel Doria Medina, candidato presidencial de
su alianza, a lo largo de todo el país. Anunció que el cierre de campaña se
realizará en la ciudad de El Alto y reiteró que su movimiento apuesta por una
construcción política amplia e inclusiva.
Las
elecciones en Bolivia entran este jueves en la etapa de silencio electoral, y
Barrientos insistió en que el futuro del país depende de un voto informado y
vigilante. “Hemos hecho un buen trabajo y estamos agradecidos con Cochabamba y
con todo el país”, concluyó.
EVO
MORALES Y EL RETO DE SOBREVIVIR A LA DEBACLE DE LA IZQUIERDA EN BOLIVIA
Radio
Francia Internacional (https://n9.cl/pywa5)
El
líder más influyente de Bolivia, excluido de los comicios y prófugo de la
justica, Evo Morales enfrenta el desafío de sobrevivir políticamente al muy
probable ascenso al poder de sus enconados adversarios de derecha.
Referente
de la izquierda latinoamericana, el dirigente aimara de 65 años gobernó este
país de 11,3 millones de habitantes en tres ocasiones entre 2006 y 2019.
En
las elecciones generales de este domingo aspiraba a un cuarto mandato, pero un
fallo judicial le cerró el paso al prohibir más de una reelección.
Mientras
el país atraviesa una crisis económica, dos candidatos de derecha, el
millonario Samuel Doria y el expresidente Jorge Quiroga (2001-2002), se
perfilan en las encuestas para pasar a segunda vuelta.
Sin
opciones de competir, sin candidatos que apadrinar y sin una bancada en el
próximo parlamento, Morales ahora ve cómo el proyecto que creó y acaudilló por
dos decádas está por derrumbarse.
Esta
vez "Evo", como los bolivianos llaman a su primer presidente
indígena, hace campaña por el voto nulo desde el Chapare, una región cocalera
donde tiene su bastión más fiel.
"Nosotros
no vamos a dar legitimidad a esa elección amañada", dice en una entrevista
con la AFP. Atrincherado con una guardia campesina, se protege de una orden de
captura por un caso de trata de una menor, que él niega.
Hoy
está contra los cuerdas. Los candidatos favoritos prometen arrestarlo. Él
asegura que no "escapará" a Cuba u a otro país aliado.
"Está
enfermo de poder", critica Vania Salinas, una funcionaria municipal de La
Paz de 42 años. "Ya tuvo su tiempo, ya no tiene que estar acá",
agrega.
Su
guerra durante meses por el control del Movimiento al Socialismo (MAS) con el
presidente Luis Arce, cuya elección impulsó en 2020, le dejó más daños que
victorias.
En
febrero tuvo que renunciar al partido que lideró por 27 años.
"Un
culto peligroso"
Doria
Medina y Quiroga prometen cambios radicales al modelo económico de corte
estatista que impulsaron Morales y Arce, ante la aguda crisis económica por la
falta de dólares, que el gobierno agotó para sostener una onerosa política de
subsidios a los combustibles.
Morales
asegura que con sus partidarios dará la batalla "en las calles y en los
caminos".
Fue
su estrategia con Arce: bloqueos de carreteras que agudizaron la crisis
económica y avivaron el descontento popular.
Santiago
Siles, un trabajador parlamentario, reconoce que Morales logró equilibrar
"la balanza social". Y eso es "lo triste, porque al pasar los
años fue abusando de esa figura que tenía", añade.
Durante
su gestión, redujo la pobreza de 60% a 37% y triplicó la producción interna.
Aunque fue muy popular por sus logros, también cosechó rechazo al no respetar
un referendo en 2016 que le prohibía participar en las elecciones de 2019.
Las
ganó en medio de acusaciones de fraude y tuvo que exiliarse por un año en
México y Argentina ante el estallido de una crisis social.
Evo
Morales ostentó un liderazgo muy significativo, "pero lastimosamente no
tuvo la mirada estratégica del repliegue en el momento oportuno", dice el
sociólogo Juan Carlos Núñez, del centro de investigación Fundación Jubileo.
Y
aunque Morales "está manchando su legado por querer regresar siempre"
al poder, aún goza de una lealtad ciega en algunos sectores, explica el
internacionalista Pablo Calderón, profesor de la Northeastern University de
Londres.
"Es
una figura tan grande en Bolivia, en Latinoamérica (...), que siempre va a
tener sus seguidores, que le son fieles sin importar lo que pase. Y eso siempre
es peligroso, es un culto a la personalidad", dice.
“NOS
PROSCRIBIERON PARA ENTREGARLE BOLIVIA A LA DERECHA”
El
senador Leonardo Loza, referente del espacio de Evo Morales, analiza las
elecciones de este domingo, la “traición” de Andrónico Rodríguez y el futuro
del país ante un eventual triunfo de la derecha. “El MAS está enterrado por
culpa de este gobierno”, asegura.
Canal
Abierto de Argentina (https://n9.cl/mtgzv)
Senador
del Estado Plurinacional de Bolivia por Cochabamba, Leonardo Loza es uno de los
hombres de mayor confianza de Evo Morales y también secretario Ejecutivo de la
Federación de Comunidades Interculturales de Chimoré, una de las organizaciones
que conforman el Pacto de Unidad campesino-indígena-originario. Esta coalición
ha sido fundamental en la transformación del Estado boliviano al impulsar la
participación de las mayorías históricamente sojuzgadas y excluidas por la
República, los gobiernos oligárquicos y las dictaduras, avanzando hacia su
inclusión como sujetos plenos de derecho durante los gobiernos del Movimiento
Al Socialismo (MAS).
El
Pacto de Unidad está conformado por la Confederación Sindical Única de
Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), la Confederación Nacional de
Mujeres Indígenas Originarias Campesinas de Bolivia “Bartolina Sisa”, la
Confederación Sindical de Comunidades Interculturales de Bolivia (CSCIB), la
Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), y el Consejo Nacional de
Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ).
¿Cómo
califica la situación política en Bolivia hoy?
-Es
la peor. Considero que nunca antes se había vivido una situación así, ni
siquiera en tiempos de dictadura. No solo se está proscribiendo a personas,
sino que también se está proscribiendo al movimiento indígena. Hay
proscripciones abiertas contra organizaciones políticas con vigencia electoral
en Bolivia. Son formas de dominación que se aplican al mejor estilo colonial.
El
gobierno actual, por el simple hecho de querer proteger su mala gestión, su
corrupción, su injusticia, ha decidido aplicar políticas de proscripción contra
candidatos, organizaciones y partidos políticos. En ese marco, el gobierno
allana el camino para que la derecha –yo diría la ultraderecha– vuelva al poder
en Bolivia. Aquellos que fueron parte de dictaduras y de gobiernos neoliberales
que privatizaron nuestros recursos naturales hoy nuevamente son candidatos. El
gobierno tiene acuerdos con ellos, ha protagonizado y fabricado traiciones al
interior del movimiento indígena, solo para afectar al hermano Evo Morales.
Bolivia
está viviendo un momento muy particular. Tengo casi cuarenta años y nunca había
visto unas elecciones bajo condiciones tan arbitrarias, tan injustas, tan poco
transparentes. Todo ha sido preparado para volver a entregar Bolivia a quienes
siempre nos robaron, y seguramente ese saqueo se consolidará con la enajenación
de nuestros recursos naturales.
¿Y
cuál va a ser la estrategia electoral? Porque ante la proscripción se fundó un
nuevo instrumento político, pero el Tribunal Constitucional no aceptó esa
candidatura. ¿La idea es ir hacia el voto nulo? ¿Habrá representación del
“evismo” en la Asamblea Legislativa Plurinacional o la estrategia será también
el voto nulo para esa instancia?
-Primero,
nos robaron el MAS. Segundo, nos acercamos a varias organizaciones políticas
con vigencia electoral, pero, solo por acordar con nosotros y proponer al
hermano Evo como candidato, también fueron proscritas. Hasta hace pocos días
teníamos alguna esperanza de, por lo menos, tener representación parlamentaria,
pero, bajo chantajes, también bajaron esas candidaturas.
Entonces,
¿tampoco habrá representación de este movimiento político en el próximo periodo
2025-2030?
-Exactamente.
A todos con quienes llegábamos a acuerdos, incluso para candidaturas
uninominales, plurinominales, senadores o diputados, también los bajaron. Así
que nuestra participación será nula en estas elecciones. Quizás con mucha pena
decimos que no vamos a tener parlamentarios, pero sí vamos a tener la gran
mayoría del pueblo de nuestro lado: batallando, luchando, peleando en las
calles, en las plazas, donde sea. El pueblo lo tenemos. Somos mayoría. Si hoy
preguntas en Bolivia “¿por quién quieren votar?”, seis o siete de cada diez te
dirán: “Quiero votar por Evo Morales”. Esa gente va a seguir luchando. Como lo
hicieron nuestros abuelos, ahora nos toca a los hijos. No nos vamos a regalar
ni vender por un diputado o un senador.
Desde
que se inició el proceso de cambio con la victoria de Evo Morales en 2005, el
MAS tuvo o la mayoría o los dos tercios en la Asamblea Legislativa. Estamos
hablando de un nuevo periodo, que además comenzará en el bicentenario de
Bolivia, sin representación del movimiento campesino-indígena-originario. Es la
anulación de una identidad política en el país.
-Totalmente.
Es muy fuerte y muy grave lo que ha hecho el gobierno del señor Luis Arce.
Nosotros no fuimos parte de la refundación de Bolivia y ahora, en el
bicentenario, tampoco somos parte. Nos excluyeron a la fuerza, utilizando y
manipulando a jueces y fiscales con mucho dinero, para proscribir al movimiento
indígena. Eso ocurrió al mejor estilo colonial, neoliberal, extranjerizante:
pisotearon nuestros derechos fundamentales.
Pero
vamos a seguir en la batalla. El MAS está enterrado por culpa de este gobierno.
Y puede desaparecer, porque el sistema electoral boliviano establece que si una
sigla no alcanza el 3% de los votos, desaparece. El partido más importante del
siglo XXI en Bolivia, el único con presencia nacional, puede desaparecer. Y
todo por capricho del gobierno. Nosotros ya tenemos otro camino político. Hemos
creado nuestra propia organización. Evo va a dar esa batalla. Nosotros vamos a
dar esa batalla. El movimiento indígena-originario-campesino-popular no se va a
rendir ni va a decir “hasta aquí llegamos”. Nuestra lucha no es por curules.
Nuestra lucha es mucho más grande.
No
puedo dejar de preguntarle por Andrónico Rodríguez. Era vicepresidente de las
Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba y se lo señalaba como el sucesor de
Evo, como parte del proceso de cambio. Pero ahora va con una candidatura
propia. ¿Cómo se vive esto en esta cuna donde él se formó y fue hasta hace una
semana el segundo de Evo?
-No
solo se formó aquí: esta región lo formó y lo cuidó. Lamentablemente, él
traicionó. Decidió, como cualquier vulgar neoliberal, venderse a los patrones
de siempre, entregarse a los políticos tradicionales. Se fue. Pero nosotros no
lo necesitamos.
Él
intentó dividir al Trópico de Cochabamba, incluso a su federación –de la cual
era ejecutivo hasta hace poco–, pero no lo logró. Fue apartado, expulsado,
excluido. Para nosotros, Andrónico es solo otro político más, un vendido más,
como los que siempre hubo en la historia indígena de nuestro país. Desde que
llegaron los españoles, hubo indígenas que se fueron con los opresores. Y él
está en esa misma bolsa. Traicionó.
En
mi anterior visita titulé mi crónica “Fortaleza Trópico”, en referencia a este
bastión de defensa de Evo Morales. Han sido años difíciles, pero podrían venir
años aún más duros con la derecha en el poder. ¿Cuál es la estrategia para
seguir protegiendo este espacio y al expresidente?
-No
solo el Trópico de Cochabamba –del que también es parte nuestro hermano Evo–
está atento. Toda Bolivia está atenta a cómo cuidarlo, cómo protegerlo. Quizás
la geografía y las distancias impongan obstáculos, pero el pueblo boliviano
está pendiente de su vida, tanto personal como política.
Hace
veinte o treinta años, en esta región mataron a varios de nuestros hermanos por
defender la vida, el territorio y la hoja de coca. Durante los catorce años del
gobierno del hermano Evo, no hubo asesinatos; construimos hospitales, escuelas,
puentes, carreteras. Ampliamos la frontera productiva. Pero en estos últimos
cinco años hemos vivido una guerra judicial y mediática.
Sabemos
que cualquiera de nosotros puede ser asesinado, secuestrado o desaparecer en
cualquier momento. La vida del hermano Evo corre peligro. Pero estamos
organizados y preparados, no solo en el Trópico, sino en todo el país.
BOLIVIA:
DÉFICIT FISCAL SUPERA EL 10% Y RESERVAS INTERNACIONALES SE REDUJERON EN 85%
El
financiamiento del Banco Central de Bolivia al sector público llega al 33% del
PBI. La inflación de alimentos de Bolivia cerraría en alrededor del 30%,
afectando principalmente a los hogares más vulnerables. La deuda pública se
aproxima al tamaño del PBI y el déficit fiscal supera el 10%. Las reservas
internacionales en divisas se redujeron 85% desde 2015.
Revista
Economía de Colombia (https://n9.cl/3vjzb)
Bolivia
enfrenta una creciente crisis económica, en el marco de las próximas elecciones
generales del 17 de agosto. El país llega a esta cita electoral con inflación
récord, déficit fiscal de dos dígitos y una aguda escasez de divisas, tras
cerca de 20 años de políticas estatales intervencionistas y elevado gasto
público.
La
nacionalización del sector hidrocarburos en 2006 coincidió con un ciclo de
altos precios internacionales que permitió un crecimiento promedio de 5.0%
anual entre 2005 y 2014, acompañado de superávits fiscales. Sin embargo, desde
2015, la caída del precio del gas y la ausencia de inversión redujeron la
producción en un promedio de 6.0% anual, llevando al país a importar
hidrocarburos desde 2022. Como resultado, el crecimiento económico de la última
década se redujo a la mitad.
En
un clima de estatización poco favorable, la inversión privada ha mostrado una
tendencia descendente desde hace casi dos décadas, representando apenas 42% de
la inversión total entre 2007 y 2024, frente al 60% que registraba previamente.
La inversión pública, impulsada por las rentas del gas natural en años previos,
se viene ajustando a la baja desde 2017. Este escenario adverso ha llevado a
Bolivia a acumular altos niveles de deuda y a sostener un déficit fiscal
elevado.
Así,
el deterioro fiscal es notorio: Bolivia acumula diez años consecutivos de
déficit, que en 2024 alcanzó 10.3% del PBI. Además, la deuda pública se
aproxima a igualar su PBI al alcanzar el 95% de este en 2024. Por ello, en un
escenario de menores ingresos y mayores gastos, el Banco Central de Bolivia
viene financiando crecientemente las operaciones de sector público no
financiero, que al 2024 alcanzan el 33.8% del PBI boliviano.
En
el frente externo, la situación de reservas internacionales es crítica. Desde
2015, estas se redujeron en 85%, como consecuencia de la estrategia de sostener
un tipo de cambio fijo en un contexto de menores ingresos por hidrocarburos. Al
primer trimestre del 2025, 95% del saldo en reservas corresponde a oro, lo que
limita la capacidad de intervención cambiaria. Además, la escasez de divisas
derivó en la aparición de un mercado paralelo en 2023, donde la cotización del
dólar supera en más de 100% la tasa oficial.
Este
escenario de reservas agotadas, subsidios insostenibles y presión cambiaria ha
derivado en una inflación promedio de 17.5% en lo que va del 2025, con los
precios de los alimentos creciendo en alrededor de 30%. El impacto recae con
mayor fuerza sobre los hogares de menores ingresos, mientras el espacio fiscal
para medidas de alivio es cada vez más limitado.
Hacia
adelante, el FMI plantea que solo un programa integral de ajuste fiscal y
liberalización monetaria permitiría a Bolivia recuperar gradualmente el
crecimiento y moderar las presiones inflacionarias hacia 2030. Sin dichas
reformas, el país enfrentará un prolongado periodo de bajo dinamismo económico,
y vulnerabilidad macroeconómica y social.
Este
análisis fue presentado por el Instituto Peruano de Economía (IPE) en el
seminario virtual “Lecciones del modelo boliviano”, que contó con la
participación de Diego Macera, director del IPE, y Luis Carlos Jemio,
exministro de Hacienda de Bolivia. Durante su intervención, Jemio advirtió que
Bolivia enfrenta hoy un escenario marcado por la escasez, tras el fin del
periodo de bonanza de los hidrocarburos. La falta de divisas ha limitado la
capacidad de importar productos esenciales como combustibles y medicamentos, lo
que presiona al alza los precios y alimenta la preocupación por el costo de
vida. A este panorama se suma la persistente informalidad: más del 80% de los
trabajadores se desempeña en condiciones informales, en un contexto de continua
caída de la inversión privada. El gran reto, señaló, es generar más empleo
formal.
En
el plano electoral, Jemio destacó que las encuestas sitúan a las dos fuerzas
políticas con mayor intención de voto (Doria Medina y Quiroga) en una línea
favorable a la economía de mercado. Esto anticipa que las próximas autoridades
podrían impulsar un cambio profundo en la política económica, con un ajuste
inevitable para estabilizar el país en los próximos años y enrumbarlo a un
mayor desarrollo. No obstante, advirtió que, tras el ajuste, se requerirán
medidas compensatorias para mitigar su impacto social. Si bien alcanzar la
estabilidad económica es posible, el desafío de largo plazo seguirá siendo
recuperar un crecimiento alto y sostenido.
Jemio
concluyó su intervención indicando que el país de referencia para Bolivia
debiera ser el Perú en términos de un manejo macroeconómico impecable y una
apertura comercial importante. Además, recomendó al Perú a mantener ese modelo
de desarrollo y evitar creer que el modelo boliviano es una referencia porque
claramente no lo es.
CRISIS
ECONÓMICA EN BOLIVIA, CONTRABANDO DE COMBUSTIBLES Y ALIMENTOS AFECTA A PERUANOS
EN DESAGUADERO: “VIVIMOS CON MIEDO”
La
devaluación de la moneda boliviana facilita que combustibles y alimentos
subsidiados crucen ilegalmente la frontera hacia Perú
Infobae
de Argentina (https://n9.cl/qxcv1c)
La
profunda crisis económica de Bolivia está teniendo un impacto directo en la
ciudad fronteriza de Desaguadero, donde peruanos y bolivianos conviven a ambos
lados del puente internacional que separa a las dos localidades homónimas.
Según informó la BBC, la inflación interanual en Bolivia alcanzó el 25 %, un
alza que ha encarecido alimentos básicos como el aceite, el arroz, los huevos y
el pollo, y que ha derivado en escasez en supermercados y mercados.
En
el lado boliviano, los estantes vacíos y la sustitución de productos nacionales
por importados más costosos se han vuelto una imagen frecuente. En La Paz, por
ejemplo, hay supermercados donde los aceites europeos ocupan el espacio que
antes tenía el producto local. Consumidores denuncian que en apenas una semana
el precio de una botella de aceite pasó de 30 a 50 bolivianos. “Ya no se puede
comprar nada, los precios están por las nubes”, lamenta una las compradoras
para el citado medio.
Devaluación
de la moneda boliviana
La
falta de dólares es otro factor que agudiza la crisis. Según informó la BBC, en
Desaguadero, Bolivia, se necesitan 14 bolivianos para comprar un dólar en el
mercado paralelo, el doble del tipo de cambio oficial de 6,9 bolivianos fijado
por el Banco Central de Bolivia. Este diferencial ha creado un incentivo para
que muchos crucen hacia el lado peruano en busca de divisas, lo que alimenta un
intenso comercio cambiario informal.
Basta
con cruzar el puente internacional para encontrar en el lado peruano una fila
de casas de cambio que aceptan bolivianos, soles, dólares e incluso euros.
Frente a estos locales, cambistas ambulantes que atienden a clientes bajo el
sol del mediodía.
En
medio de la devaluación, esta actividad beneficia principalmente a
intermediarios. “En general favorece a los comercializadores que aprovechan el
diferencial de precios a través del arbitraje”, explicó a la BBC el economista
peruano Gonzalo Tamayo. “El consumidor peruano posiblemente no obtenga una
ventaja significativa”.
Escasez
y contrabando
El
combustible se ha convertido en otro foco de tensión. El precio de la gasolina
en Bolivia es fijado por el gobierno en 3.74 bolivianos por litro, US$0,54 al
tipo de cambio oficial, lo que equivale a apenas un cuarto de dólar al
paralelo. En Perú, en cambio, el litro supera los US$1,05, lo que crea un
fuerte incentivo para el contrabando a la inversa, como lo llama el presidente
boliviano Luis Arce: productos subsidiados que son vendidos en el exterior a
precios de mercado. El propio gobierno estima que casi el 30 % del combustible
termina fuera de Bolivia por esta vía.
La
escasez ha generado escenas de tensión, como la registrada en octubre pasado en
una estación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) en
Desaguadero. Olga Quispe, empleada del establecimiento, contó que, tras horas
de fila, decenas de personas enfurecieron cuando se anunció el cierre. “Empezó
a tirarme piedras… tuve que encerrarme en la oficina. Tuve miedo, mucho miedo a
que prendieran fuego todo”, relató.
Transporte
y comercio afectados
El
transporte transfronterizo también ha sido golpeado. Transportistas como
Policarpio Boya, que antes llevaban cargamentos de soya desde Santa Cruz hasta
Lima, han dejado de cruzar porque “trabajar desde Bolivia para el exterior ya
no es rentable”. Ahora limitan su ruta hasta la frontera, evitando pérdidas.
Por
su parte, empresarios bolivianos sufren retrasos y sobrecostos por la falta de
diésel y las trabas en el cruce. Esteban Eid, gerente de una empresa de
materiales de construcción, afirma que no puede transportar todos sus pedidos
desde Desaguadero debido a la escasez de combustible. “Si estuviera en mis
manos vender la empresa e irme del país, lo haría. Los costos suben, no tenemos
materia prima y cada vez son más las complicaciones en la frontera. Estamos,
como empresarios, totalmente huérfanos”, declaró para el citado medio.
A
la par, comerciantes peruanos aprovechan para vender en su territorio productos
bolivianos que son escasos o más caros al otro lado del puente, como aceite de
soya de Santa Cruz, que se ofrece en el sur de Perú al doble del precio que en
La Paz.
Control
militar y perspectivas
Para
frenar el contrabando, el presidente Arce ordenó el despliegue de militares en
Desaguadero. Sin embargo, la población local percibe que las medidas no han
logrado controlar la situación. “Vivimos con miedo. Los militares no controlan
la zona, la ciudad está dominada por los contrabandistas”, aseguró una
comerciante boliviana.
De
cara a las elecciones generales, economistas como Gonzalo Tamayo sostienen que
una salida a la crisis de combustibles pasa por “eliminar los subsidios y
liberalizar los precios”. Sin embargo, advierten que esta medida dependerá de
la capacidad política del próximo presidente para manejar el ajuste. Mientras
tanto, residentes como Quispe solo esperan que el panorama cambie: “Queremos
que todo se normalice de una vez”.
LUIS
ARCE ENTREGA EL LITIO BOLIVIANO A LOS RUSOS ANTES DE DEJAR EL PODER
El
proceso para dejar con luz verde el acuerdo de casi 1000 millones de dólares
con la empresa rusa Uranium One Group para la explotación del litio boliviano
avanza en la Cámara de Diputados
Panam
Post de Panamá (https://n9.cl/jwten)
Faltando
apenas una semana para las elecciones presidenciales en Bolivia que definirán
al sucesor de Luis Arce y tres meses para entregar oficialmente el cargo, el
mandatario izquierdista intenta no dejar cuentas pendientes con sus aliados
extranjeros. Antes de su salida, agiliza la aprobación del contrato que firmó
en octubre del año pasado con la empresa rusa Uranium One Group para la
explotación de litio durante al menos 22 años prorrogables.
El
proceso para dejar con luz verde el acuerdo ya comenzó. La Comisión de Economía
Plural de la Cámara de Diputados, compuesta por 15 parlamentarios afectos al
gobierno, aprobó el documento que le permitirá a la compañía adscrita a la
Corporación Estatal Rusa de Energía Atómica (Rosatom) producir 14000 toneladas
de carbonato de litio anuales en el salar de Uyuni, en el departamento de
Potosí, mediante la utilización de la tecnología EDL (Extracción Directa del
Litio).
El
acuerdo de Arce con la empresa rusa contempla una inversión de 970 millones de
dólares para la implementación de una planta cerca del complejo de Llipi, que
Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) tiene en la zona. Mientras, la compañía
recuperará su inversión con contratos adicionales de operación, mantenimiento y
comercialización.
¿Un
contrato «a puerta cerrada»?
Las
condiciones establecidas generan protestas. Las comunidades reclaman la
aprobación «a puerta cerrada» e incluso una presunta compra de votos. Para el
presidente del Comité Cívico Potosinista (Comcipo), Alberto Pérez, las
decisiones sobre la explotación del litio boliviano debe tomarlas el nuevo
parlamento.
Sin
embargo, el presidente de la comisión de Economía Plural, el oficialista Hernán
Hinojosa, ya anunció que el contrato que permitirá a la empresa rusa producir
carbonato de litio en Bolivia pasará al pleno para su análisis y si es aprobado
en esta instancia se remitirá luego al Senado.
Con
esta negociación, Luis Arce sostiene que Bolivia elevará las exportaciones de
litio a 5000 millones de dólares anuales, por encima de las ventas de gas, su
principal recurso caído en crisis tras el cese de las inversiones para
exploración de la industria. Con ese discurso matiza que Bolivia fue el país
que menos exportó en el triángulo del litio que conforman también Chile y
Argentina: solo 9,75 millones de dólares.
China
en el negocio
Para
ello, el mandatario boliviano también autorizó a YLB para firmar el pasado 26
de noviembre de 2024 un contrato con el consorcio chino Hong Kong CBC
Investment Limited para instalar en el salar de Uyuni dos plantas más. Una de
ellas será una salmuera residual, que en su primera fase producirá 10000
toneladas anuales con una tasa de recuperación mínima de 80 %. En la segunda
fase, la producción debería subir a 15000 toneladas anuales adicionales.
La
segunda planta será de EDL. En su primera fase deberá producir 25000 toneladas
anuales de carbonato de litio grado batería, con una tasa mínima de
recuperación de 80 %. Para la segunda fase, esta capacidad se mantiene. El
plazo de vigencia del contrato, de aplicarse solo la primera fase, es de 36
años. Si se abarca la segunda fase rondará los 42 años.
Sobre
la negociación hay cuestionamientos, considerando que en todos los escenarios
de precios del litio, Hong Kong CBC Investment Limited siempre tendrá un mayor
beneficio que YLB debido a que además de recuperar su inversión y sus costos de
operación y mantenimiento recibirá; primero, 12 % de interés por su inversión
inicial; segundo, 1700 dólares por tonelada de carbonato de litio; y tercero,
49 % de las utilidades, asegura un reporte reciente de Mongabay.
«Esta
es la crónica de una tragedia anunciada. Un relato de errores y concesiones que
parecen superar cualquier expectativa de entreguismo en la administración de
los recursos naturales del país», dijo José Carlos Solón, sociólogo y director
de la Fundación Solón, organización experta en derechos ambientales.
Con
la entrega del litio boliviano que gestiona Arce para favorecer a Rusia, que ya
benefició a China con la aprobación de su contrato en febrero en medio de
acusaciones de sobornos, el país camina a su sexto intento de industrialización
del «oro blanco». Ya lo intentó antes en cinco oportunidades desde 1975, pero
todos esos ensayos fallaron por diversos motivos.
En
esta oportunidad, los aliados escogidos generan preocupación. También está el
riesgo ambiental que implica el negocio para el acceso al agua de las
comunidades aledañas, un aspecto sobre el que aún no hay ningún estudio de
factibilidad.
Pese
a ello, el gobierno boliviano empezó con la perforación de 178 pozos de agua en
zonas cercanas al salar de Uyuni para que funcione la planta piloto de
producción de carbonato de litio en la comunidad de Llipi, pero dejó de operar
ante los reclamos.
Una
de las comunidades afectadas es Río Grande. Sus residentes están en contra del
proyecto de litio porque temen quedarse sin agua, lo que afectaría a las
actividades económicas de estas zonas, como la ganadería camélida, la
producción de quinua y el propio turismo.
“Quieren
llevar agua no solo a la planta de Llipi, sino también a las plantas que
piensan construir con estos nuevos contratos. Una sobreexplotación nos dejaría
prácticamente sin agua porque explotan las mismas que son para el consumo
humano de Río Grande», asegura Donny Alí, dirigente comunal.
EL
LITIO, LA PROMESA INCUMPLIDA QUE SE CONVIRTIÓ EN MONEDA DE CAMBIO ELECTORAL EN
BOLIVIA
Al
Navío de Venezuela (https://n9.cl/sqpqr)
El
litio se ha convertido en moneda de cambio en las campañas electorales hacia
los comicios generales en Bolivia, aunque es una industria que no logra
despegar y están en la mira los polémicos contratos con empresas de China y
Rusia por unos 2.000 millones de dólares que expertos advierten que no
benefician al país.
Como
en 2020, el litio boliviano estuvo nuevamente en el foco de las campañas para
los comicios del 17 de agosto, entre ofertas consideradas superficiales por
expertos y acusaciones de supuestos pactos con empresas extranjeras para
entregarles el recurso a cambio de apoyo electoral.
A
la par, en los últimos meses fueron constantes las peleas en el Legislativo por
la aprobación de dos contratos para la explotación de litio cuestionados por la
oposición y por el sector oficialista leal al expresidente Evo Morales
(2006-2019), quien está distanciado del Gobierno de Luis Arce.
Según
el Ejecutivo, Bolivia posee unas reservas de 23 millones de toneladas de litio,
la mayoría en el salar de Uyuni en la región andina de Potosí, donde en 2023 se
inauguró un complejo industrial estatal con una capacidad de producción de
15.000 toneladas anuales de carbonato de litio que funciona con un sistema de
piscinas de evaporación.
José
Carlos Solón, investigador de la privada Fundación Solón, explicó a EFE que el
problema principal de la factibilidad del litio en el país es que tanto sus
reservas como la técnica elegida inicialmente para su explotación «no son las
mejores».
Puso
como ejemplo el salar chileno de Atacama, donde extraer litio «es más sencillo»
por las condiciones climáticas, lo que no ocurre en Uyuni que, además, «tiene
una alta cantidad de magnesio» y separar ambos elementos supone «un desafío»
científico e «ingenieril».
«Mala
distribución»
A
esto se suman los «defectos de diseño» hallados en algunas piscinas de la
planta industrial, lo que impide su funcionamiento al 100 %.
El
experto indicó que, si bien es normal que una industria tenga un periodo de
adecuación para pasar «de cero a cien», en el caso boliviano la cifra para esta
estabilización «no es tan favorable» y actualmente la producción es de 3.000
toneladas, «por debajo del 20 %» de su capacidad total.
La
planta industrial fue un proyecto iniciado durante el Gobierno de Morales,
mientras que Arce optó por la extracción directa del litio (EDL) para agilizar
la anhelada industrialización.
Para
esto, firmó contratos con la compañía china CBC y la rusa Uranium One Group,
que hoy son motivo de discordia en el Legislativo y que, además, son rechazados
por comunidades indígenas de Potosí porque no se les consultó previamente sobre
estos proyectos, como mandan las normas.
Según
Solón, lo establecido en estos contratos supone que Bolivia deberá pagar a las
empresas «la inversión, los intereses», el costo operativo, la licencia de
servicio, pero además tienen una mala distribución de las utilidades y carecen
de estudios de impacto ambiental, entre otros.
Propuestas
y análisis
Los
candidatos que encabezan las encuestas, el empresario de centroderecha Samuel
Doria Medina y el expresidente Jorge Tuto Quiroga (2001-2002), de derecha,
coinciden en que primero deben conocer el estado real del proyecto de
industrialización impulsado por Morales y Arce, para luego atraer inversión
extranjera, una propuesta que se repite en otros programas de gobierno.
El
candidato de centroderecha Manfred Reyes Villa propone la «venta anticipada» de
la producción para conseguir 10.000 millones de dólares, y el de centro Rodrigo
Paz Pereira plantea reestructurar la estatal Yacimientos de Litio Bolivianos
(YLB) y el exoficialista Andrónico Rodríguez buscará alianzas con otros
productores como Argentina y Chile.
Solón
consideró que los candidatos «están muy lejos de comprender el desafío detrás
del litio» y están «repitiendo esa intención generalizada de
industrialización», pese a las experiencias de los últimos años «que muestran
que esto es una tarea mucho más compleja».
«El
litio se parece a una industria farmacéutica muy compleja, con muchos elementos
que en el fondo plantean desafíos tecnológicos muy grandes, desafíos de
inversión y de tiempos de implementación», indicó.
Dólares
gracias al litio
Ante
las ofertas de traer dólares al país gracias al litio, Solón mencionó que las
perspectivas más moderadas hacia 2030 hablan de un precio de 15.000 a 17.000
dólares por tonelada.
Si
se multiplica esa cifra por las 59.000 toneladas que sumarían la planta estatal
y lo comprometido por las firmas extranjeras no se llega «para nada a una cifra
similar a la del gas» natural, que hasta hace unos años fue el sustento de la
economía boliviana, pero que entró en declive, apuntó.
«Es
importante tener en perspectiva que el litio no es el gas, no nos va a salvar,
nos puede quizás permitir diversificar, pero hay otros elementos que hay que
observar para lograr pensar en qué es lo que se podría hacer si es que no
hacemos más extractivismo», agregó.
BOLIVIA:
EXPLOTACIÓN DE LITIO EN PAÍSES ALTOANDINOS TENDRÍA IMPACTOS DIRECTOS A LOS
RECURSOS HÍDRICOS DE LA ZONA, AFIRMAN ONGS
Business-Human Rights.org (https://n9.cl/hhrk2)
En
el lanzamiento del libro “Litio y derechos humanos en los salares altoandinos
de Argentina, Bolivia y Chile”, observan que la explotación tiene un impacto
fuertemente en el agua, lo que reduce la oferta, ya que la explotación de la
materia prima implica muchos volúmenes de agua. La presentación se realizó ayer
en Santiago de Chile, donde participaron representantes indígenas, así como
delegados de entidades internacionales.
Ayer
presentaron la publicación en Santiago de Chile, el Observatorio Ciudadano del
vecino país, Federación Internacional por los Derechos Humanos (FIDH), Ciencias
del Desarrollo (Cides) de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y el Centro
de Estudios Legales y Sociales (CELS).
El
representante del Observatorio Ciudadano, José Aylwin, en la presentación del
documento, dijo que fueron motivados por una preocupación creciente de los
impactos en los derechos humanos, la industria del litio en los salares de
Argentina, Bolivia y Chile.
En
cada país, una entidad desarrolló un trabajo, “en el caso del Celsi de Chile se
dedicó a estudiar la reforma constitucional para incentivar la explotación del
litio y el Cides de Bolivia sobre la gobernanza de la industria del litio”,
explicó.
Sostuvo
que hay clima creciente de inversiones público privadas en los salares
altoandinos, que concentran casi la mitad de los recursos del litio en el mundo
y un tercio de la producción.
Indicó
que la crisis climática, más el acelerado proceso de inversiones, pueden tener
un posible impacto en los derechos humanos y por ello hacen el seguimiento
correspondiente de diversas materias.
Como
es conocido, el litio es energía alternativa ante los fósiles. Expresó que hay
250 salares altoandinos en una región con una altura que oscila entre 2.000 a
4.000 metros sobre el nivel del mar, pero se debe tomar en cuenta la geografía
humana anterior al descubrimiento de esta materia prima, pues 200 pueblos
descendientes de culturas milenarias se acentaron.
Describió
que el desarrollo de la industria del litio en Chile empezó en la década del 80
en Atacama, más tarde las inversiones extranjeras ingresaron a la región del
Hombre Muerto en Jujuy, Argentina y más tarde se empezó en el Salar de Uyuni
(Potosí), Bolivia.
“Identificados
siete salares en producción y un centenar en exploración, así como capitales
nacionales e internacionales en el proceso de explotación, pero también la
intervención estatal en los países”, reflexionó…
PERCEPCIÓN
DEMOCRÁTICA EN JÓVENES
Este
insumo es una contribución que hacemos ambas instituciones, no sólo para
fomentar el debate respecto a esta temática tan importante, sino también
buscamos llamar la atención de diferentes sectores como partidos políticos u
organizaciones de la sociedad civil, al peso democrático que tiene la
generación joven boliviana.
Konrad-Adenauer-Stiftung e.V. (https://n9.cl/552e4)
Este
año será de una crucial importancia para los bolivianos, pues celebramos no
sólo el Bicentenario de la fundación de este país, pero también las elecciones
generales, donde se elegirá el nuevo presidente, vicepresidente y las y los
nuevos asambleístas plurinacionales que gobernaran el país por los futuros
cinco años.
En
estas elecciones, alrededor del 75% de los votantes tendrán entre 18 y 39 años.
Esto signifi ca que los votantes jóvenes tienen un peso significativo en el
proceso democrático. Teniendo esto en cuenta, como Fundación nos cuestionamos:
¿Cómo ven los jóvenes bolivianos su democracia? ¿Cuán políticos son? ¿Cuál es
su grado de compromiso con la democracia?
Sobre
los resultados que presenta este nuevo estudio, podemos observar que los
resultados globales son parecidos a la tendencia que obtuvimos el año pasado,
donde la encuesta se hizo sólo en dos municipios; sin embargo, encontramos
ciertas particularidades por cada ciudad encuestada lo que en muchos casos
hasta contradicciones con los resultados globales.
En
conjunto, los datos recogidos nos muestran una imagen ambivalente de la
generación joven y su visión de la democracia. La decepción generalizada se
mezcla con la esperanza y la confi anza en que los jóvenes pueden marcar la
diferencia mediante su participación en las elecciones. Es por esto que
entendemos el rol predominante de la juventud en Bolivia y su relación con las
distintas instituciones democráticas.
El
líder más influyente de Bolivia, excluido de los comicios y prófugo de la
justica, Evo Morales enfrenta el desafío de sobrevivir políticamente al muy
probable ascenso al poder de sus enconados adversarios de derecha. Sin opciones
de competir, sin candidatos que apadrinar y sin una bancada en el próximo
parlamento, Morales ahora ve cómo el proyecto que creó y acaudilló por dos
decádas está por derrumbarse.
Esta
vez "Evo", como los bolivianos llaman a su primer presidente
indígena, hace campaña por el voto nulo desde el Chapare, una región cocalera
donde tiene su bastión más fiel. Hoy está contra las cuerdas. Los candidatos
favoritos prometen arrestarlo. Él asegura que no "escapará" a Cuba u
a otro país aliado.
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