BOLIVIA ENTIERRA LA ERA MORALES Y SE LIBERA DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI
Bolivia
cerró este domingo, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, una
de las páginas más largas y determinantes de su historia reciente. Por primera
vez en dos décadas, la izquierda ha quedado fuera de la contienda por la
presidencia. El Movimiento al Socialismo (MAS), que bajo el liderazgo de Evo
Morales inauguró en 2006 un ciclo político marcado por la expansión del Estado,
la redistribución de la renta y un inédito protagonismo de los sectores
indígenas y campesinos, ha quedado relegado prácticamente a la irrelevancia
electoral. El resultado de las elecciones del 17 de agosto representa una
derrota que no es coyuntural, sino estructural: la izquierda boliviana se asoma
al abismo después de 20 años de hegemonía.
El
derrumbe no se explica sólo por el desgaste natural de un partido que ha
gobernado demasiado tiempo. El MAS pagó el precio de sus divisiones internas,
del enfrentamiento entre “evistas” y “arcistas”, de la obstinación de Morales
por tratar de regresar al poder y de la falta de renovación real en sus
cuadros. El voto nulo, alentado por el propio expresidente como protesta contra
su inhabilitación, alcanzó casi una quinta parte de las papeletas y debilitó
aún más al que se consideraba su delfín, Andrónico Rodríguez, quien apenas
logró un 8% de apoyo. Al final, el MAS quedó reducido a un actor secundario sin
representación significativa en diputados ni senadores.
El
vacío ha sido ocupado por dos viejos conocidos. Rodrigo Paz, hijo del
expresidente Jaime Paz Zamora, se situó en cabeza con un discurso centrista y
modernizador que capturó la frustración de amplias capas de la población,
incluso en bastiones tradicionalmente afines al MAS como El Alto. Lo acompañará
en la segunda vuelta el expresidente Jorge Tuto Quiroga, representante de la
derecha más extrema, que busca capitalizar el hartazgo con las fórmulas
estatistas. Ambos simbolizan, con sus diferencias, el fin de un ciclo y el
inicio de otro marcado por el giro hacia el centro y la derecha, o en el caso
de Quiroga la extrema derecha.
Ese
viraje no se entiende sin el telón de fondo económico. Bolivia vive hoy una
crisis severa, con inflación de dos dígitos, reservas internacionales en
mínimos históricos y escasez de divisas. Las recetas de subsidios y control
estatal, que durante años sirvieron para sostener la popularidad del MAS, se
han vuelto insostenibles. El descontento social no es político, es sobre todo
económico. Terreno fértil para candidaturas que prometen estabilidad, apertura
al capital privado y un cambio de rumbo en las relaciones con los organismos
internacionales.
El
caso boliviano encaja en una tendencia más amplia en la región. Tras la ola
progresista que marcó el inicio del siglo, varios países de América Latina
viven un retorno a liderazgos conservadores o liberales, con matices
nacionales. Argentina, Ecuador y ahora Bolivia se inscriben en esta secuencia
que, aunque no siempre responde a la misma lógica, comparte un denominador
común: el desgaste de proyectos progresistas que no lograron renovar su
legitimidad después de largos años de poder.
La
izquierda boliviana se enfrenta ahora a un dilema existencial. Para sobrevivir,
deberá recomponerse desde la oposición, redefinir su programa y aceptar que Evo
Morales se ha convertido en el principal obstáculo para su supervivencia. El
MAS fue durante años la herramienta que canalizó las demandas de amplias
mayorías históricamente excluidas del poder; hoy corre el riesgo de convertirse
en un recuerdo incapaz de articular una alternativa viable. El País de España
(https://n9.cl/a4uok)
EDITORIAL.
YA NO MAS
El
modelo político y económico instaurado por Evo Morales en Bolivia se desplomó.
El
Comercio de Perú (https://n9.cl/2fa7y)
Las
elecciones generales celebradas este domingo en Bolivia supusieron la
confirmación de una noticia que, considerada desde cierto punto de vista, es
más importante que la de la definición de los dos candidatos que disputarán la
segunda vuelta en octubre, Rodrigo Paz y Jorge Quiroga. Esa noticia es que,
tras 20 años de haber accedido al poder de la mano del dirigente cocalero Evo
Morales y permanecido en él casi ininterrumpidamente por medios no siempre
legítimos, el Movimiento al Socialismo (MAS) ha sido vapuleado por los votantes
de nuestro vecino del sur. Más allá de los devaneos de Morales acerca del voto
nulo, el rechazo a las consecuencias del modelo político y económico que él
instaló en el país dos décadas atrás ha sido abrumador. Mientras Paz (un
senador de centroderecha) cosechó más del 32% de los sufragios, y el
expresidente (de derecha también) Quiroga, el 27%, el postulante por el MAS,
Eduardo del Castillo, quedó sexto con el 3% de los votos. Ni siquiera el
promocionado “disidente” del oficialismo, Andrónico Rodríguez, consiguió un
resultado decoroso: llegó cuarto, con algo más del 8%.
Lo
ocurrido tiene entre sus causas ciertamente la guerra sin cuartel entre el
actual mandatario boliviano, Luis Arce, y su antiguo mentor, el propio Evo
Morales. Pero la más importante es sin duda la debacle económica en la que los
sucesivos gobiernos de esos dos personajes sumieron a la nación del altiplano.
Con su política de nacionalizaciones y subsidios, el MAS ha generado una
inflación interanual del 25%, ha agotado prácticamente las reservas en dólares
y se está quedando sin gas, otrora su producto de exportación más importante.
Desencantados y hartos del discurso populista, los bolivianos parecerían haber
dicho: ya no MAS… Y es claro que este gesto de hastío alcanza a todo el llamado
“socialismo del siglo XXI”, que ya había sido castigado en Ecuador, y que solo
se mantiene en el poder en Venezuela y Nicaragua por la vía del dolo electoral.
En esos dos países, como se sabe, lo que existe son dictaduras. "Diario El
Comercio. Todos los derechos reservados."
La
segunda vuelta determinará quién encabezará la costosa marcha atrás de las
políticas y timos constitucionales que empezaron con la llegada del dirigente
cocalero al Palacio Quemado, pero la partida de defunción del modelo fue
expedida este domingo. Esperemos que los epígonos locales de los ruidosos
aventureros que hoy enfrentan las consecuencias de su irresponsabilidad
populista estén tomando nota de lo sucedido.
EL
DRAMA BOLIVIANO, DE MAS A MENOS
La
Diaria de Uruguay (https://n9.cl/qlbo9)
El
domingo, los resultados de la elección boliviana pusieron fin al predominio del
Movimiento al Socialismo (MAS) durante la mayor parte de este siglo, desde la
victoria de Evo Morales en 2005. Fueron tres presidencias sucesivas de este y
una de Luis Arce, interrumpidas menos de un año por el gobierno de facto que
encabezó Jeanine Áñez. El 19 de octubre habrá una segunda vuelta entre el
centroderechista Rodrigo Paz y el derechista Jorge Quiroga.
El
gobierno de Áñez, instalado con violencia y revanchismo, terminó con una
victoria electoral del MAS en 2020, aunque antes del derrocamiento de Morales
había duros cuestionamientos a sus políticas y a su obstinación en postularse
para un nuevo mandato. Arce ganó en primera vuelta, con un fuerte respaldo
superior al 55% y mayoría parlamentaria propia. Sin embargo, cinco años
después, es uno de los presidentes con menor aprobación de América Latina y su
candidato, Eduardo del Castillo, apenas superó el 3% de los votos el domingo.
Esto
se debió en buena medida, sin duda, a la grave crisis económica que sufre
Bolivia, pero también al proceso de enfrentamientos internos y fragmentación,
en el período de gobierno que termina, del movimiento social y político que
había gestado y respaldado al MAS.
Luces
y sombras
Las
presidencias de Morales dejaron un saldo netamente positivo en términos de
crecimiento del producto, redistribución y democratización, con grandes avances
en infraestructura, educación, salud y derechos indígenas, pese a la enorme
fuga de capitales y al hostigamiento derechista desde la rica región de la
“media luna” oriental. Hubo un muy buen manejo de la macroeconomía, encabezado
por Arce desde 2006, pero también un cuantioso flujo de dinero proveniente de
prácticas extractivas, sobre todo en el sector del gas natural. Este fue
intervenido por la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, en
asociación con empresas privadas extranjeras que vieron reducida su
participación en los beneficios.
El
proceso fue paradójico. En el pueblo boliviano hay una profunda herida
histórica por la pérdida de sus riquezas desde la época colonial, y antes de
que el MAS llegara al gobierno nacional la retórica contra el “saqueo” se
convirtió por momentos en oposición a la idea de exportar recursos naturales.
Sin embargo, el “milagro económico” de Bolivia tuvo esa base no renovable, sin
que se consiguiera reconfigurar la matriz productiva, hasta que varios factores
se sumaron para que el auge se convirtiera en crisis.
Cayeron
los precios internacionales de las materias primas, los yacimientos argentinos
en Vaca Muerta eliminaron gradualmente la necesidad de importar (revirtiendo
incluso el flujo, con exportaciones de Argentina a Brasil que utilizan
gasoductos bolivianos) y, para peor, el volumen de reservas manejado por
especialistas parece haber sido muy exagerado.
En
los últimos años, la prospección de yacimientos no ha dado resultado, muchos
estiman ahora que no hay más y Bolivia se volvió importadora de combustibles.
Todo lo antedicho ha consumido divisas estatales, los dólares escasean, su
cotización sube junto con el riesgo país y es difícil el acceso al crédito. El
avance del agronegocio no contrapesa las dificultades y falta mucho para saber
si las esperanzas de una nueva bonanza extractivista con el litio tienen
fundamento.
Ama
sua, ama llulla, ama quilla
La
máxima indígena del subtítulo (“no robes, no mientas, no seas flojo”) se vio
incumplida en casos de corrupción, despilfarro e incompetencia que
contribuyeron a la crisis, pero esta se habría producido sin ellos. De todos
modos, un oficialismo unido podría haber ganado las elecciones del domingo o
por lo menos haber atenuado las consecuencias de la derrota.
Morales
va a cumplir 66 años en octubre y gobernó casi 14. Se ganó un lugar destacado
en la historia, pero quiso más. No son santos sus principales lugartenientes de
antaño a quienes hoy llama “traidores”, pero era suya la responsabilidad mayor,
como abanderado de un movimiento de cambio social que tiene viejas raíces y
sobrados motivos. Hace tiempo que inició una deriva hacia el clientelismo, la
tolerancia ante los ilícitos o la complicidad con ellos, la ambición desbocada
y la persecución autoritaria a opositores y disidentes.
El
expresidente promovió ahora el voto anulado, que fue la tercera opción, con más
de 19%, y en un país donde el sufragio es obligatorio resulta difícil evaluar
cómo se repartió ese alto porcentaje entre quienes siguen alineados con Morales
y quienes están meramente decepcionados. Él sigue recluido en su bastión del
Chapare, con una orden de captura incumplida por el gobierno de Arce para
evitar confrontaciones imprevisibles, pero parece poco probable que el ganador
de la segunda vuelta tenga la misma actitud.
De
cualquier forma, la cuestión principal no es qué hará Morales, y confundir su
futuro personal con el de las causas que lo han tenido como líder es,
precisamente, un error que cometió y que no debería repetirse.
BOLIVIA
SE LIBERA DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI; VENEZUELA, QUE TIENE A MADURO Y AL
CARTEL DE LOS SOLES, DEBE ESPERAR
Primicias
de Ecuador (https://n9.cl/ialj0)
La
decisión de los bolivianos de poner fin a 20 años de Socialismo del Siglo XXI,
al escoger a dos candidatos de la derecha para que disputen la Presidencia de
la República, en una segunda vuelta electoral, hizo estallar de alegría a ese
país empobrecido, que celebró entrar en una nueva etapa de su vida democrática.
El
desplome del Movimiento al Socialismo (MAS) refleja el rechazo masivo a quienes
estuvieron en el poder desde 2006, primero con Evo Morales, que cambió la
Constitución para reelegirse dos veces; y con Luis Arce que no se atrevió a
participar, nuevamente, por el enorme descontento social de un pueblo que sufre
la escasez de todo, incluso de dólares; la caída de las reservas
internacionales, la lucha política fratricida en las alturas, y la corrupción
de los ministros y familiares del propio presidente.
El
severo castigo de los bolivianos en las urnas ha hecho recordar que, un año
atrás, en julio de 2024, los venezolanos hicieron lo mismo con Nicolás Maduro,
a quien derrotaron en las urnas, de forma contundente, para deshacerse del
socialismo, y eligieron a Edmundo González Urrutia, con más del 80%, pero el
dictador se atornilló al poder, se burló de su propio pueblo y no entregó la
Presidencia al legitimo ganador.
El
mundo conoce, hoy, que Maduro no solo sojuzga a su pueblo, sino que estaría
envuelto en el crimen organizado, tal como aseguró, días atrás, la fiscal
general de Estados Unidos, Pam Bondi, al anunciar que su Gobierno se ha
incautado bienes de Nicolás Maduro por USD 700 millones, en mansiones en
República Dominicana y La Florida; una granja de caballos, aviones, nueve
vehículos de alta gama; millones en efectivo y joyas.
Bondi
dijo que lo de Maduro “no es diferente a la mafia”; y el secretario de Estado,
Marco Rubio, afirmó que “el de Maduro no es un gobierno, sino una organización
criminal”.
El
Departamento estadounidense antidroga se ha incautado, hasta el momento, de
treinta toneladas de cocaína vinculadas a Maduro y sus asociados, de las que
seis toneladas se relacionan al propio Maduro”, dijo la fiscal.
Y
hay más.
Estados
Unidos acusa a Maduro de colaborar con organizaciones delictivas como el Tren
de Aragua venezolano -al que en febrero catalogaron como organización
terrorista-, y al cartel mexicano de Sinaloa que introduce drogas a su país.
El
Departamento de Estado aseguró que, “durante más de una década, Maduro ha sido
un líder del Cartel de los Soles (organización declarada terrorista) que es
responsable del tráfico de drogas a Estados Unidos”.
Está
claro que la Casa Blanca ha puesto Maduro en la mira, por lo que la fiscal
Bondi aseguró que “no escapará a la justicia”. Y porque Estados Unidos subió a
USD 50 millones la recompensa por su detención.
Lo
que no se sabe ni se sospecha es cómo lo lograrán. Pero hay señales.
Días
atrás, el presidente Trump ordenó al Pentágono utilizar las fuerzas armadas
para combatir a los carteles de la droga en el extranjero. La orden, según The
New York Times, proporciona una base oficial para emprender operaciones
militares directas en territorio extranjero y sus aguas territoriales.
Casi
de inmediato, un barco de guerra equipado con misiles, un submarino nuclear y
aviones de reconocimiento P8 Poseidón; buques y apoyo aéreo y más de cuatro mil
infantes de marina fueron desplegados en aguas del Caribe, hecho que preocupó a
Venezuela y México.
La
presidenta de México, Claudia Sheinbaum, reaccionó y habló de colaboración para
detener el tráfico de drogas, pero subrayó que hay que respetar la
autodeterminación de los pueblos y rechazar el intervencionismo.
La
pregunta es ¿hasta dónde llegará Estados Unidos para frenar a Maduro? ¿Qué
harán los demás países? ¿Alguien sabe qué viene ahora?
La
semana pasada -y no debe ser solo coincidencia- el presidente Noboa declaró
como “grupo terrorista” al Cartel de los Soles, “por constituir una amenaza
para la población nacional, el orden constituido, la soberanía e integridad del
Estado”. Y ordenó al Centro Nacional de Inteligencia (CNI) analizar la
incidencia de este grupo terrorista en las organizaciones criminales
identificados a la fecha en Ecuador.
Casi
al mismo tiempo, en Cartagena de Indias, el senador republicano Bernie Moreno,
que visitaba Colombia, dijo que no tolerarán que inflija daño a Estados Unidos,
sino que lo tratarán como Estados Unidos siempre ha tratado a los terroristas.
Y
sobre Maduro pronosticó: “No lo veo en el cargo más allá de finales de año”.
El
objetivo parece claro. Estados Unidos quiere fuera del poder a Nicolás Maduro;
por eso, nadie entiende por qué la misma administración de Donald Trump
reactivó la polémica licencia que permite a Chevron operar en Venezuela, que da
oxigeno económico al régimen chavista.
Claro
que hubo una operación en la que diez ciudadanos estadounidenses fueron
liberados por Caracas, a cambio de la deportación de 252 venezolanos desde un
centro de detención en El Salvador. Pero igual despierta dudas.
La
victoria de la oposición en Bolivia que, por decisión del propio pueblo, ha
liberado al país del Socialismo del Siglo XXI, ha despertado entusiasmo en el
hemisferio, y al pueblo venezolano le habrá llenado de ilusión, pero también de
coraje porque ellos derrotaron a Maduro en las urnas, el año anterior y, aun
así, no han podido liberarse de su dictadura ni del cartel de los Soles.
¿Cuánto
más deberán esperar?
BOLIVIA
ROMPE LA HEGEMONÍA AUTORITARIA Y CLIENTELISTA
Castigando
a quienes abusaron del poder y dejaron la economía en ruinas
El
Montonero de Perú (https://n9.cl/o22y7j)
El
panorama en Bolivia dio un vuelco inesperado. La derrota electoral del
Movimiento al Socialismo (MAS), con 3,2% de los votos, marca el fin de dos
décadas de dominio y la pérdida de legitimidad de un proyecto sostenido con un
asistencialismo que arruinó al país. Rodrigo Paz Pereira, hijo del expresidente
Jaime Paz Zamora, se impuso en la primera vuelta con 31,6%, relegando a Jorge
“Tuto” Quiroga con 27,1% y Samuel Doria Medina con 19,5%. Aunque en octubre
enfrentarán una segunda vuelta, los resultados confirman que la democracia
boliviana optó por la alternancia, castigando a quienes abusaron del poder y
dejaron la economía en ruinas.
El
MAS vivió una primera etapa de bonanza gracias al gas natural, con un
crecimiento de 4 a 5% anual. Pero la falta de inversión en nuevas exploraciones
agotó el recurso con un deterioro progresivo. En 2024 el PIB creció apenas
0,7%, la inflación se disparó a 25%. La escasez de divisas y crisis cambiaria
agravaron la economía con el dólar oficial fijo en 6,96 bolivianos y el doble
en el mercado paralelo. La producción de gas cayó de 1.600 millones de metros
cúbicos a 900. Con reservas agotadas y déficit fiscal creciente, el modelo
basado en subsidios y renta gasífera se fue desmoronando.
El
MAS fue causa y símbolo del colapso. Evo Morales consolidó un populismo
expansivo comprando lealtades con subsidios financiados por los hidrocarburos.
La corrupción, vínculos con el narcotráfico y afán de perpetuarse en el poder
deterioraron su imagen. Luis Arce, delfín de Evo, prolongó las políticas de
gasto sin respaldo, profundizando la crisis. Morales, impedido de participar en
la contienda, enfrentó a Arce llamando a votar nulo, logrando19%, pero su
tiempo político ha terminado.
El
escenario electoral ofreció 7 alianzas políticas, representando la candidatura
de 41 partidos políticos y el MAS en solitario. En medio de la dispersión, las
fuerzas opositoras supieron articular alianzas. Esa madurez permitió que tres
líderes logren concentrar casi el 80 % de la representación legislativa en
ambas cámaras. Dos alianzas menores quedaron fuera al no superar la valla del
3%, y el MAS, otrora dominante, sobrevivió por décimas. El mapa político se
reconfiguró con coaliciones que entendieron que la unidad es indispensable para
enfrentar la crisis.
Los
tres líderes que dominarán el Congreso comparten un diagnóstico común:
estabilizar la economía, atraer inversión en hidrocarburos y litio, recuperando
la confianza en las instituciones. Rodrigo Paz se proyecta como centrista
renovador, anticorrupción y pragmático, abierto a acuerdos internacionales.
Quiroga defiende un giro liberal clásico: ajuste fiscal, apertura de mercados,
alineamiento con Estados Unidos y organismos multilaterales. Doria Medina,
empresario de larga trayectoria, propone un camino gradualista: diversificación
productiva, apoyo a la industria, renegociación del gas y el litio sin medidas
de shock. Estilos distintos, pero el consenso es disciplina y acuerdos amplios
para salir de la crisis.
La
lección es contundente. Bolivia mostró que la democracia puede renovarse
incluso tras dos décadas de hegemonía autoritaria y clientelista. El populismo,
sin renta para sostenerse, solo genera corrupción, pobreza y fragmentación. La
madurez política se expresó en partidos que dejaron de lado la dispersión para
formar alianzas viables y asegurar gobernabilidad. Para Perú, con cuarenta
candidaturas atomizando el escenario, el mensaje es claro: la democracia no se
sostiene en la dispersión, sino en la capacidad de construir consensos que
devuelvan estabilidad y dirección al Estado.
EL
FIN POLÍTICO DE EVO MORALES
El
Arsenal de México (https://n9.cl/33sdy)
El
populismo de izquierda duró dos décadas en Bolivia. O, al menos, se dio una
pausa, tras caer el domingo, en las urnas, el movimiento castrochavista de Evo
Morales. En Argentina, el populismo también tomó una pausa, tras 20 años de
kirchnerismo.
Sin
embargo, al igual que en Argentina, en Bolivia el populismo deja una manzana
envenenada: la población habituada a recibir subsidios, becas y programas
clientelares para vender el voto, con el atractivo rótulo de “programas
sociales”.
Los
candidatos opositores Rodrigo Paz y Jorge Quiroga disputarán la presidencia en
la segunda vuelta electoral (como Milei en Argentina) cambiarán el modelo
económico castrochavista que, en 20 años, se quedó sin dinero para seguir
comprado el voto.
Aunque
anda prófugo, acusado de abusos sexuales y corrupción, Morales advirtió que
sería candidato de nuevo: “No me vengan con que la ley es la ley”. Con el
cambio de régimen, tendrá que escapar de Bolivia. Puede instalarse en México,
donde tiene CURP.
Tras
ser perseguido en Bolivia por robarse las elecciones de 2019, Morales fue
rescatado por un avión militar que envió el entonces presidente López Obrador.
En México recibió asilo político y le fue concedido el CURP.
En
aquellas elecciones, Morales iba abajo al cierre de las casillas, pero tiró el
sistema de conteo y, al día siguiente, apareció delante y se declaró ganador.
El órgano electoral comprobó que el proceso había sido fraudulento.
Antes,
había impuesto con baños de sangre que la Constitución boliviana le permitiera
reelegirse una sola vez después de su primer periodo (2006-2010). Podía
postularse en 2009 y (de triunfar) gobernar solo hasta 2014.
Pero,
en febrero de 2016, perdió 51 por ciento contra 49, un referéndum que hizo para
poder reelegirse hasta 2025. Pese a perder, obligó a la Corte a desconocer el
resultado y, el 20 de octubre, realizó otra vez elecciones.
Para
la 4T es un aliado incómodo. López Obrador reservó su expediente como asilado
político, bajo los siguientes:
–Revela
nombres de personajes, organizaciones y acciones en el ámbito internacional
contenidos en estos documentos afectaría las relaciones bilaterales en materia
de cooperación, economía, seguridad que tiene México con diversos países.
–El
actual escenario global en el que se perciben conflictos internacionales entre
potencias con capacidad nuclear hace inminente un incremento de las tareas de
investigación y análisis de servicios extranjeros en todo el mundo, incluyendo
México.
Además,
el exministro boliviano Arturo Murillo está preso en EU por narcotráfico, con
información que vincula al largo gobierno de Morales con el puente aéreo entre
Bolivia y el cártel venezolano de Los Soles, al que EU liga con el dictador
Nicolás Maduro.
Hoy,
Morales es lumbre para la 4T. Dejó de ser “Evo, hermano ya eres mexicano”.
BOLIVIA:
EL CENTRO-DERECHA LIQUIDA DOS DÉCADAS DE ‘EVISMO’
Capital
Madrid de España (https://n9.cl/k4ndln)
Bolivia
abre un nuevo ca¬pí¬tulo en su his¬toria po¬lí¬tica con un triunfo de los
can¬di¬datos de la de¬recha en las pre¬si¬den¬ciales que marca el de¬rrumbe de
dos dé¬cadas de ‘revolución bo¬li-va¬riana’ en el país. En unos co¬mi¬cios
mar¬cados por la mayor crisis eco¬nó¬mica en 40 años, los opo¬si¬tores Rodrigo
Paz (Partido Demócrata Cristiano, cen¬tro-¬de¬re¬cha) y Jorge ‘Tuto’ Quiroga
(Alianza Libre, con¬ser¬va¬dor) se dispu¬tarán la pre¬si¬dencia en se¬gunda
vuelta en oc¬tubre
Ha
sido necesario noquear por completo al izquierdista MAS, que venía dominando la
vida política. de un paçís sumido en una crisis económica sin precedentes Los
comicios dejan, además, otra sorpresa: el líder de Unidad, el empresario Samuel
Doria Medina, que lideraba los sondeos desde el principio se ha visto rebasado
a última hora por el otro líder centrista.
Los
últimos datos provisionales de las presidenciales, celebradas el pasado
domingo, indican que Rodrigo Paz, hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, se
impuso a última hora a todos sus rivales (32,1% del voto), por delante del
expresidente derechista Quiroga (27%), con el que competirá por el sillón
presidencial, y dejó fuera de competición a Doria Medina (19,9% del voto), que
encabezó las encuestas durante toda la campaña electoral. Y lo ha hecho gracias
a su mayor captación de voto en La Paz y en numerosos núcleos fuertes del
izquierdista Movimiento al Socialismo (MAS).
Las
elecciones, tras la que Doria Medina se ha apresurado a expresar su apoyo a
Paz, se han visto marcadas, por la fragmentación tanto de la derecha como de la
izquierda, la inhabilitación del expresidente Morales y la retirada de un
noqueado presidente Luis Arce (MAS), heredero y más tarde rival del líder
indigenista Evo.
El
triunfo de la derecha y el giro previsto a políticas económicas liberales y
pro-mercado, además, hace prever un período de mayor respaldo y confianza por
parte de los inversores españoles e internacionales a la economía del país que
lleva inmerso varios años en un enorme malestar social, con niveles históricos
de inflación; depreciación de la moneda; desabastecimiento de alimentos y de
combustible y una grave crisis energética. Bolivia crecerá sólo el 1,8% este
año, según la Cepal, tasa que el Fondo Monetario Internacional rebaja al 1,1%,
y se situará en la cola regional. Bolivia es uno de los países de Latinoamérica
con menor presencia española, aunque España fue en 2023 tercer inversor.
Presencia
española, decisiva
Allí
están BBVA, Cobra, Elecnor, Acciona, Mapfre, Repsol, Amadeus, Sacyr, Técnicas
Reunidas, Monsanto, Clerph, Tubacero, Amadeus y Mazam. Bajo el mandato del MAS
algunas compañías españolas experimentaron choques y conflictos, como las
expropiaciones sufridas por Repsol, REE (hoy Redeia), Iberdrola y Aena-Abertis.
Con sólo 247 millones en 2024, Bolivia está entre los países que menos IED
capta en Sudamérica, pese a poseer un gran potencial en los cada vez más
demandados minerales críticos.
Bolivia
necesita atraer más IED para diversificar la economía y mejorar la situación,
pero no está en el mejor momento. El interés de las empresas españolas se ha
enfriado en los últimos años. El último informe ‘Panorama de la inversión
española en Iberoamérica’ de IE University, ya indicó que Bolivia era uno de
los mercados donde las firmas españolas se limitarían a mantener inversión en
2025: crisis, inestabilidad política, roces Arce-Evo, fallida asonada militar
de 2024 contra Luis Arce; un modelo estatista e imposibilidad de asociaciones
público-privadas fiables forjan un panorama que dificulta, traba o desanima la
llegada de la inversión.
Una
dura derrota pero mereceida
Tanto
el MAS como el resto de candidatos de la izquierda han sufrido una penalización
de gran calibre en estas elecciones: el senador Andrónico Rodríguez, figura en
alza de la izquierda solo logró el 8,11% del voto, mientras que el aspirante
del MAS, Eduardo del Castillo, apenas obtuvo el 3,14%. Es además, la primera
ocasión en que la Presidencia se dirimirá en segunda vuelta, tras los las
incontestables mayorías de Evo Morales y luego de Luis Arce en el pasado. El
resultado entraña la salida de la izquierda del poder tras dos décadas de
gobiernos de Evo Morales (2006-2019) y de Luis Arce, quien entregará el mando
presidencial el próximo 8 de noviembre al ganador de la segunda vuelta.
Hijo
del expresidente Jaime Paz Zamora (1989-1993) y de madre española, Rodrigo Paz
nació en Santiago de Compostela en 1967 y vivió su niñez en varios países
debido a que sus padres fueron perseguidos durante los gobiernos militares.
Quiroga, por su parte, fue vicepresidente de Bolivia entre 1997 y 2001, año en
que asumió la Presidencia por sucesión constitucional tras la renuncia del
entonces mandatario Hugo Banzer.
Según
los expertos, los resultados sorpresa de Paz obedecen en buena medida a su
candidato a vicepresidente, Edmand Lara, un ‘outsider’ que ha logrado
representar el voto antisistema y captar voto popular entre los ex votantes de
MAS y los que tenían dudas sobre Andrónico Rodríguez. El binomio Paz-Lara ha
atraído, por otro lado, a votantes de Doria Medina y del otro candidato de la
derecha, Manfred Reyes, al lograr posicionarse en el centro y lejos de la
polarización a ojos de los ciudadanos.
BOLIVIA
ROMPE CON EL CICLO DE EVO MORALES Y REPLANTEA SU RUMBO POLÍTICO
Eje
21 de Colombia (https://n9.cl/ekf73)
Las
elecciones presidenciales celebradas el 17 de agosto en Bolivia marcaron un
logro histórico: por primera vez en dos décadas, el Movimiento al Socialismo
(MAS) quedó relegado a la irrelevancia electoral. Lo que comenzó en 2006 con
Evo Morales como un experimento de transformación política —con expansión del
Estado, redistribución de la riqueza y un inédito protagonismo indígena—
terminó en un desplome que revela más que un simple cambio coyuntural. Se trata
del cierre de un ciclo hegemónico y del inicio de una nueva etapa en la que la
derecha y el centro asumen la conducción del país.
La
caída del MAS no puede interpretarse solo como un desgaste natural tras 20 años
en el poder. El derrumbe obedece a una combinación de fracturas internas,
errores estratégicos y un liderazgo que se volvió tóxico. Morales, que buscó
volver a la presidencia pese a estar inhabilitado, alentó un voto nulo que
terminó devorando a su propio partido. La pugna entre “evistas” y “arcistas”
fracturó la estructura, mientras la ausencia de renovación generacional hizo
evidente que el MAS vivía anclado en un pasado glorioso que ya no conecta con
las nuevas demandas sociales. Andrónico Rodríguez, considerado heredero
político del expresidente, apenas logró un 8% de los votos, confirmando que el
partido ya no tiene figuras con arrastre nacional.
El
vacío de poder fue rápidamente ocupado por dos rostros conocidos: Rodrigo Paz y
Jorge “Tuto” Quiroga. Paz, con un discurso centrista, pragmático y
modernizador, logró conectar con un electorado urbano y desencantado, incluso
en plazas históricamente leales al MAS como El Alto. Quiroga, en cambio,
representa la derecha más conservadora, con un mensaje de ruptura radical con
el estatismo y una promesa de reinserción plena de Bolivia en los mercados
internacionales. El duelo de segunda vuelta entre ambos no solo simboliza el
fin del ciclo morenista, sino también la consolidación de un escenario político
donde el progresismo pierde peso y el centro-derecha redefine el proyecto
nacional.
El
telón de fondo económico es ineludible. Bolivia enfrenta hoy una tormenta
perfecta: inflación de dos dígitos, reservas internacionales en su nivel más
bajo en décadas y escasez de divisas que ha paralizado sectores productivos. El
modelo económico del MAS, basado en subsidios, control estatal y dependencia
del gas, se agotó. Durante años, esas políticas le garantizaron popularidad y
estabilidad social; hoy, en cambio, son percibidas como un obstáculo para
superar la crisis. La ciudadanía votó menos por ideología que por necesidad: el
mensaje es claro, se buscan soluciones pragmáticas a problemas urgentes.
El
viraje boliviano se inscribe en una tendencia regional más amplia. La ola
progresista que dominó América Latina a inicios del siglo XXI está en
retroceso. Argentina, Ecuador y ahora Bolivia evidencian un desplazamiento
hacia liderazgos conservadores o liberales, aunque con particularidades en cada
país. El denominador común es el mismo: proyectos progresistas que, tras años
de hegemonía, perdieron legitimidad, se desgastaron en luchas internas y se
desconectaron de las urgencias sociales. La caída del MAS no es una excepción,
sino una pieza más de un reacomodo político en el continente.
El
desafío para la izquierda boliviana es existencial. El MAS fue durante años el
vehículo político de las mayorías históricamente excluidas, especialmente
indígenas y campesinas. Pero su identidad quedó atrapada en el caudillismo de
Evo Morales, hoy convertido más en obstáculo que en referente. Para
reconstruirse, deberá pasar por una autocrítica profunda: aceptar que la
concentración de poder en Morales debilitó la pluralidad interna, redefinir un
proyecto programático y ofrecer liderazgos nuevos. De lo contrario, corre el
riesgo de convertirse en un recuerdo, incapaz de articular el malestar social
que todavía persiste en amplias franjas del país.
Bolivia
se enfrenta, entonces, a un nuevo ciclo político cargado de incertidumbres. El
giro hacia el centro y la derecha responde a un clamor por estabilidad y
soluciones económicas, pero está por verse si esas promesas podrán
materializarse en un contexto de fragilidad fiscal y presión social. Lo que
parece claro es que la era del MAS ha quedado atrás: dos décadas que
transformaron el país, pero que terminaron en fractura, desgaste y derrota. El
futuro inmediato ya no se escribirá en clave morenista, sino en el pulso entre
un centro que promete modernización y una derecha que ofrece ruptura. La
pregunta es si ese cambio representará un verdadero proyecto nacional o solo un
relevo de élites en un país que sigue buscando un horizonte estable.
EL
SOCIALISMO EN BOLIVIA ALCANZÓ EL 12% EN LAS URNAS, QUEDÓ SEPULTADO
KCH
Comunicación de Ecuador (https://n9.cl/88m0t)
Paúl
Coca analista político boliviano en diálogo con KCH FM Radio y KCH TV indicó
que las elecciones realizadas este domingo 17 de agosto en Bolivia fueron en
completa calma es decir con normalidad, cabe indicar que Bolivia está en una
crisis económica, social, jurídica, ambiental, moral, una crisis estructural
terrible, producto de 20 años de gobierno del movimiento al socialismo, donde
se hizo creer a la población que había una estabilidad sino más bien gastos,
despilfarros desmesurados de todos os recursos públicos, por ejemplo en la
época de Evo Morales se construye un estadio para capacidad de 60000 personas
en un pueblito donde vivían 1000 o 2000 personas en vez de hospitales o
escuelas.
Coca
mencionó que todo ese despilfarro pasó factura a la generación presente y este
2025 en Bolivia no hay trabajo, hay una crisis no existen los dólares y si se
encuentra un billete de cien dólares en Bolivia a lo mejor es un milagro y con
ese panorama y un gobierno socialista abusivo con la población que muestre
soberbia en todos los sentidos yante todo esto la población se cansó tanto es
así que los candidatos del oficialismo hasta ayer no le favorecieron en nada,
en Bolivia hay una razón evidente es decir que no se pueda decir lo contrario
todo está marcado por la crisis del socialismo que no conduce a nada positivo.
La victoria de Rodrigo Paz si fue sorpresiva, pero hay segunda vuelta, el
socialismo en Bolivia alcanzó el 12% en las urnas, cabe indicar que el
Movimiento al Socialismo MAS gastó tanto recurso del que tiene porque así es el
modelo, ahora bien el nuevo presidente tendrá que encarar muchas falencias
complejas en Bolivia y que no será fácil de inmediato los cambios. Todas las
medidas de ajustes en materia económica que vaya a realizar el nuevo gobernante
en segunda vuelta y primera vez que lo hay vamos a estar en esa situación
importante en todo sentido, Bolivia tiene 11 millones y medio de habitantes de
los cuales 7 millones son los electores habilitados para sufragar , cabe
indicar que los candidatos socialistas no alcanzaron ni el 10% quedaron
sepultados y el candidato favorito en las encuestas quedó tercero.
En
Bolivia según el analista político Paúl Coca la gente está en las calles
buscando trabajo y comida y el que tiene trabajo da gracias a Dios, a todos los
santos de acuerdo a su religión o a la divina providencia en ese nivel estamos
en Bolivia un país que tiene un déficit
fiscal enorme dinero que recauda de igual manera lo gasta es el país con menor
inversión extranjera con menor seguridad con mayor migración de bolivianos a
otros países, una de las propuestas de los candidatos es recortar el tamaño del
Estado suprimiendo ministerios, el candidato Tuto Quiroga ha dicho que se tiene
que poner orden en los ministerios si se tiene
que cerrar se los cierra, si se despide a funcionarios hay que hacerlos
porque en Bolivia hay empresas estatales hasta de papas fritas , mientras que
el candidato Rodrigo Paz que ha sido más conciliador, no ha propuesto cambios
radicales.
EL
MAS DE BOLIVIA Y SU CAÍDA, LECCIONES PARA MORENA
Para
Morena, si hoy posee una intención de voto superior a 50% (...), hacer las
cosas equivocadamente puede ser costoso
El
Universal de México (https://n9.cl/0tikm)
El
Movimiento al Socialismo (MAS) es el partido de izquierda que gobernó Bolivia
desde 2006 hasta la profunda crisis política de 2019, para luego otra vez de
2020 a la fecha.
En
las elecciones que participó durante dos décadas siempre fue el partido más
votado, con un porcentaje superior a 60% del total de los sufragios. Esto hasta
el pasado domingo, cuando se fue al sexto lugar en las votaciones, con apenas
3.15% de los votos. Siendo derrotada la izquierda —en un país extremadamente
pobre y con una importante población indígena— por dos candidatos de derecha,
entre quienes se disputará la presidencia. ¿Qué le pasó al MAS? ¿Qué lecciones
hay en esto para Morena?
Hay
varias razones para explicar el declive del MAS, entre ellas: i) la insistencia
de Evo Morales por mantenerse en el poder y extender sus mandatos por varias
vías de facto; ii) una seria crisis económica que provocó un déficit fiscal de
10%; iii) una inflación de 25% y reservas internacionales prácticamente
agotadas; iv) el uso de jueces a modo —electos por votación popular desde 2009—
para realizar persecuciones políticas y mantener al MAS artificialmente en el
poder y sin competencia política.
Pero
lo que más hundió al MAS fueron las fracturas internas en el partido. En
particular, el choque entre Luis Arce, el actual presidente, y Evo Morales, el
líder moral. Entre ellos se dividió el partido. Luego, el partido oficialista
del MAS y su candidato, Eduardo Castillo, se hundieron al último lugar. De
hecho, Evo Morales ayer reconoció el resultado de la primera vuelta electoral y
acusó que el resultado era “un voto de castigo a la traición [interna] a la
corrupción”.
¿Qué
aprendizaje hay para Morena? Lo primero es que el tener jueces electos por el
pueblo no es garantía de que se perciba una justicia honesta y cercana a la
gente. Los abusos de la clase política bolivariana, usando a los jueces electos
popularmente —por cierto, el primer país que lo hizo en América— acabó
afectando y dañando la legitimidad en sus instituciones.
Segundo,
programas de apoyo social sin una base económica firme se acaban desgastando y
afectando a la población más vulnerable. Tercero y más importante, el
hundimiento del MAS y de la izquierda boliviana no se debió a la oposición,
sino a los excesos y pleitos internos en el oficialismo.
Para
Morena, si hoy posee una intención de voto superior a 50% y la Presidenta de la
República tiene una aprobación de 70%, hacer las cosas equivocadamente puede
ser costoso en lo electoral. Sin importar la base social que tenga.
Desde
luego, el principal activo que tiene hoy Morena es la Presidenta, una mujer que
está dando resultados a pesar de las adversidades que heredó y de los
vendavales que llegan del extranjero. Pero, sobre todo, es un activo, pues no
se le conocen excesos en su vida, negocios empresariales y mucho menos nexos
con el crimen organizado.
Sin
embargo, muchos de los más relevantes miembros de Morena, incluyendo familiares
del expresidente, han estado involucrados en varios chismes-escándalos que
dañan la base fundacional del partido. Morena debería aprender de las lecciones
que dejó Bolivia el fin de semana: utilizar jueces electos popularmente para
ayudar a un partido político acaba afectando la credibilidad con el electorado.
Pero, sobre todo, el dividirse en la lucha por el poder es el camino más seguro
para perder elecciones. Aunque también, seguir unidos, siendo Morena una mezcla
tan amorfa de corrientes y personas, es un reto. Morena no la tiene fácil. En
Bolivia hay varias lecciones para ellos.
Cambiando
de tema: Según fuentes bien informadas, más instituciones financieras mexicanas
—todas pequeñas— estarían por ser investigadas y señaladas por el gobierno de
Estados Unidos. Tal y como fue el caso de Vector, CIBanco e Intercam. Esperemos
que, con los cambios de directivos en la Unidad de Inteligencia Financiera,
Estados Unidos deje el señalamiento unilateral para avanzar en la coordinación
binacional y cerrar el sistema financiero al uso de fuentes criminales y
terroristas.
PAZ
MILET TRAS ELECCIONES EN BOLIVIA: "EL MAS COMO PROYECTO, EN LA PRÁCTICA,
YA NO SEGUIRÍA SUPERVIVIENDO"
La
académica del IEI señaló que Evo Morales intentará capitalizar que obtuvo más
votación que el oficialismo a través de los nulos, y destacó que los candidatos
que pasaron a segunda vuelta consideran un "nuevo escenario de
acercamiento con Chile".
Radio
U de Chile (https://n9.cl/3iq6v)
Bolivia
vivió este domingo la primera vuelta de sus elecciones presidenciales. El
resultado de las urnas dio como ganadores al senador Rodrigo Paz Pereira y al
ex presidente Jorge “Tuto” Quiroga, ambos ligados a la centroderecha,
sepultando así las aspiraciones del oficialismo y la izquierda después de dos
décadas al mando del país.
En
conversación con la primera edición de Radioanálisis, la académica del
Instituto de Estudios Internacionales (IEI) de nuestra Casa de Estudios, Paz
Milet, indicó que dicha debacle para el oficialismo -representado actualmente
por el MAS- expresó “un descontento con la situación actual de crisis, muy
importante, que está viviendo Bolivia. Una crisis económica, pero también una
erosión del modelo que ha guiado durante los últimos 20 años Bolivia a través
del MAS”.
Profundizando
en esto último, Milet señaló que se trata de “un partido que ha tenido
decisiones importante en los últimos años, la pelea Arce-Morales, el
debilitamiento de un proyecto y eso se hizo evidente en esta elección donde
pasaron a segunda vuelta las opciones de centroderecha, más de derecha como
Tuto Quiroga y el bloque oficialista tuvo una votación muy mermada, y los
principales candidatos ligados con Arce o que en algún momento estuvieron
vinculados con Evo Morales obtuvieron una muy escasa votación”.
Sobre
el futuro de este bloque, la académica sostuvo que “el MAS como proyecto en la
práctica ya no seguiría superviviendo pero sí creo que hay que tener presente
en un escenario futuro, por ejemplo, figuras como Andrónico Rodríguez.
Andrónico, actual presidente del Senado, que se distanció de Morales, no fue
acompañado por el MAS, pero él puede ser una carta futura, o sea la izquierda
en estos momentos quedó lesionada con la elección de ayer, pero no se niega la
posibilidad de que a futuro pueda jugar un rol fundamental en Bolivia”.
Consultada
por la imprecisión de los sondeos, que semanas previas advertían que el
empresario Samuel Doria Medina pasaría al segundo balotaje, la analista apuntó
a dificultades de éste tipo de encuestas de recoger a los sectores más
apartados. “Sí se veía que iba incrementando la votación de Rodrigo Paz en las
últimas consultas, pero no hay que olvidar que se mostraba a Doria con un 20%,
primero Tuto Quiroga con más de 24%, pero había un porcentaje de indecisos muy
amplio y de voto nulo y blanco. Eso alcanzaba el 30%, entonces sin duda Rodrigo
Paz rescató más el voto de los sectores más apartados. No hay que olvidar que
él ha jugado un rol fundamental, por ejemplo, en una zona como Tarija y eso se
vio ayer en la votación: el no rescate de esa Bolivia profunda que fue la que
finalmente propició la victoria de Rodrigo Paz”, relevó.
Respecto
a Evo Morales y su estrategia, Milet indicó que, “en la práctica, ahora va a
capitalizar que a través del voto nulo sacó una mayor votación que el propio
MAS y que sus opositores de izquierda, y eso va a ser la fuerza política que él
va a manifestar para posicionarse internamente en Bolivia, pero no hay que
olvidar que enfrenta procesos judiciales en contra y que está, de alguna
manera, sitiado en el Chapare (trópico boliviano). No ha podido salir de ahí”.
“Creo
que va a buscar rearticularse en torno a este voto nulo, una estrategia que sin
duda tuvo resultados positivos para él. Porque no logró ser el candidato del
MAS ni gestionar una fuerza política que tuviera legitimidad para presentarse
en las elecciones, pero puede capitalizar que logró una mayor votación que el
propio oficialismo”, señaló.
En
relación a cómo un próximo mandato podría proyectar gobernabilidad, la
académica destacó varios puntos. “Primero, Samuel Doria ha dado su apoyo a
Rodrigo Paz, por lo que la única forma de gobernar va a ser a través de
alianzas. En este momento, la gestación de alianzas es garantía de una
gobernabilidad. Por otro lado, claramente el que tiene más proyección es Paz
porque no hay que olvidar que Tuto Quiroga ya se ha presentado en otras
oportunidades y tiene un techo, una votación que se plantea podría haber
alcanzado ya en una primera vuelta”.
“El
otro escenario es que, sin duda, han logrado una representación en el Congreso
que va a ser muy importante de manejar, evitar los tránsfugas. Generar un
bloque unido en el Congreso para la centroderecha es fundamental. El tercer
punto que se cuestiona mucho es que la segunda vuelta es el 19 de octubre, y
recién el presidente asumiría en noviembre. Dada la situación interna en
Bolivia, lo que se plantea es que el futuro mandatario debería acelerar ese
proceso de transición porque la situación, al ser crítica, podría generar
cuadros de inestabilidad. Entonces, como tercer punto, se plantea la necesidad
de presionar al gobierno actual para una transición más temprana”, detalló.
Por
último, relativo a la relación con nuestro país, la analista destacó que “hay
un elemento coincidente, que es el acercamiento con Chile. Tanto así, que
Rodrigo Paz, en El Alto, planteó la posibilidad de consolidar esa zona como un
puerto seco y propiciar el acercamiento con nuestro país a través del
restablecimiento de relaciones diplomáticas, así que eso es algo que vamos a
tener muy en cuenta: que ambos candidatos están considerando la posibilidad de
plantear un nuevo escenario de acercamiento con Chile”.
BOLIVIA:
TROPIEZO PREVISIBLE
Solo
la unidad permite resistir los embates de la derecha divisionista
Granma
de Cuba (https://n9.cl/hsmg7)
El
ascenso de la derecha boliviana en las elecciones del pasado fin de semana
estuvo marcado tanto por la situación económica y social del país como por los
tropiezos de una izquierda que, en los últimos tiempos, se ha desgastado en
disputas internas dentro de la más importante de las agrupaciones políticas, el
Movimiento al Socialismo (MAS), que había llegado a la cima desde el año 2006,
con un extraordinario apoyo popular.
Este
domingo, el centroderechista Rodrigo Paz, del Partido Demócrata Cristiano,
obtuvo el 32,8 % de los votos en la primera vuelta por la Presidencia de
Bolivia, y disputará una segunda vuelta contra el derechista liberal y
expresidente Jorge Quiroga, quien obtuvo el 26,4 %.
Esto
quiere decir que entre ambos contendientes se decidirá, el venidero 19 de
octubre, quién será el nuevo mandatario boliviano y qué peso tendrán las
agrupaciones que lo han nominado, en el presente y futuro del país.
A
la izquierda, mientras tanto, le queda la autocrítica, el replanteo de
estrategias, y la convicción de que todo lo que vaya contra la unidad de las
fuerzas progresistas solo conduce a la fractura de sus agrupaciones.
En
Bolivia, como ha ocurrido en otros países de Sudamérica, cuando la izquierda ha
estado en el poder, la falta de unidad y desacuerdos internos se han unido a
factores económicos y sociales, colapsando la continuidad. La inflación, la
baja de precios de las materias primas, son ejemplos de cómo ha disminuido la
capacidad productiva, impactada también por los prolongados años de pandemia y
la emigración de una importante cantidad de fuerza productiva, todo lo cual ha
mellado el desarrollo de proyectos sociales que han quedado inconclusos.
Y
es que la unidad no puede quedarse en el llamado o en la consigna, sino
reflejarse en principios que la sustenten y en valores que se defiendan a toda
costa.
Solo
la unidad permite resistir los embates de una derecha que, si algo sabe hacer,
es aprovechar las brechas divisionistas de sus adversarios, y a través de
promesas, que luego no se hacen realidad, convencer a una parte del electorado
que vive la incertidumbre de a quién favorecer con el voto.
La
izquierda debe hacer uso de la autocrítica como arma política para ser ejemplo
ante sus seguidores. Solo así pudieran tener explicaciones convincentes las más
notorias derrotas electorales de la izquierda en el continente.
Es
muy complicado poder explicar de otra forma cómo en Argentina llegó a la Casa
Rosada, con el voto de una buena parte de la población, un Javier Milei,
acompañado con una motosierra que, aseguró muchísimas veces, usaría para talar
al Estado y a sus instituciones sociales, y llevar al país al modelo neoliberal
ya practicado en los años de Mauricio Macri.
¿Qué
le ha faltado a esas izquierdas que ya han estado en el poder y construían
proyectos en beneficio de su pueblo y, a la hora del voto, no obtuvieron los
suficientes para dar continuidad a esa obra?
La
izquierda latinoamericana debe pasar a una ofensiva en la ética y en los
principios y valores que la sustentan, de manera que sus bases se vean
representadas, no como actores pasivos, sino como componentes básicos para
proyectar y consolidar conquistas.
BOLIVIA:
DEMOCRACIA VIVA
Bolivia
ingresa en una nueva etapa política tras dos décadas de gobiernos del MAS
Excélsior
de México (https://n9.cl/o7dyc4)
La
democracia verdadera es impredecible. La secrecía del voto garantiza que los
electores decidan de manera libre y, en muchas ocasiones, sorpresiva. El
resultado de la elección presidencial del domingo en Bolivia nos recuerda que,
a pesar de los nubarrones, la democracia sigue viva y funcionando. Habrá
alternancia política y, a pesar de sus enormes problemas, la nación
sudamericana logró procesar sus diferencias de manera pacífica.
De
manera inesperada, el candidato del Partido Demócrata Cristiano, Rodrigo Paz
Pereira, hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, ganó la primera vuelta con 32%
de los votos. Jorge Tuto Quiroga quedó segundo con 27%. El resultado dejó fuera
a Samuel Doria Medina, quien obtuvo 20%, a pesar de haber liderado las
encuestas durante la campaña. Andrónico Rodríguez, el candidato oficialista de
la izquierda, quedó en un lejano cuarto lugar con sólo 8% de los sufragios.
Con
este resultado, Bolivia ingresa en una nueva etapa política tras dos décadas de
gobiernos del Movimiento al Socialismo (MAS), encabezado por su fundador, Evo
Morales. El líder cocalero hizo una campaña intensa por el voto nulo. 19% del
electorado, casi 1.2 millones de sufragios, votó en esa dirección atizando el
conflicto entre Morales y Arce por el control de la izquierda. El MAS,
controlado por Arce, obtuvo 3.15% de los votos, justo en el mínimo necesario
para salvar su registro partidario.
El
presidente de Bolivia, Luis Arce, reconoció los resultados: “Como Gobierno
Nacional hemos extremado todos los esfuerzos para, a pesar de los permanentes
ataques internos y externos de sabotear el proceso electoral, garantizar un
proceso electoral pacífico y transparente. ¡Hemos cumplido!”.
En
medio de la debacle, el candidato de izquierda Andrónico Rodríguez cargó con
dureza contra su exmentor, Evo Morales. “Lamentablemente, para algunos
dirigentes y líderes del movimiento popular fueron prioritarios sus propios
caprichos, orgullos y falsas acusaciones”, escribió en X el aún presidente de
la Cámara de Senadores.
Fiel
a su retórica, Evo Morales acusó a la Organización de Estados Americanos (OEA)
y a la Unión Europea (UE) de ser cómplices de su exclusión en las elecciones
generales. Decenas de sus fans desplegaron un operativo de seguridad durante la
elección para protegerlo de que se ejecutara una orden de aprehensión, que se
mantiene vigente en su contra.
No
podemos olvidar que, desde su primer gobierno en 2006, Morales ha acumulado, al
menos, cinco acusaciones de abuso sexual a menores en su contra en Bolivia,
además de dos acusaciones similares por las que es investigado en Argentina,
donde permaneció 11 meses exiliado. Además, suma dos órdenes de aprehensión,
acusado por estupro, trata y tráfico de menores, y ninguna ha sido ejecutada.
BALANCE
Tal
y como lo mencionó el jefe de la Misión de Observación Electoral de la OEA, el
colombiano Juan Fernando Cristo, el pueblo boliviano de manera ejemplar actuó
cívicamente acudiendo masivamente a las urnas. Fiel a su tradición de
fortalecimiento de la democracia, la misión de la OEA se presentó nuevamente en
el país con 87 observadores. De igual manera, la Unión Europea garantizó con su
presencia un proceso ampliamente observado por la comunidad internacional.
Nada
es para siempre. El resultado es una muestra de que la alternancia es una
garantía contra el autoritarismo y el populismo. Para muestra un botón: en la
Cámara de Diputados, el MAS consiguió, hasta el momento, sólo un legislador de
130. En el Senado, de los 21 asientos que puso en juego, no renovó ninguno y
quedó sin representación. La baraja está abierta. Será hasta 19 de octubre
cuando sabremos quién gobernará Bolivia. En tanto, la democracia en esa nación
sigue viva. Ésa es una gran noticia.
NO
MAS
Tras
20 años de hegemonía, el Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales dejará
el poder tras una aplastante derrota electoral.
Gestión
de Perú (https://n9.cl/to82n)
Luego
de que Evo Morales ganara la elección del 2005 para convertirse por primera vez
en presidente de Bolivia, nuestro vecino altiplánico vivió otros tres procesos
electorales en los que el líder del Movimiento al Socialismo (MAS) fue
reelegido con resultados contundentes (más del 50%): en el 2009, 2014 y 2019. Y
si bien su postulación en el 2014 fue cuestionada por inconstitucional, y la
elección del 2019 recibió serias acusaciones de fraude –incluso la misión de la
OEA afirmó que hubo “manipulación y parcialidad”–, la victoria de Luis Arce
como representante alterno del MAS en la primera vuelta del 2020 parecía
sugerir que el partido lograría mantenerse en el poder tras el retiro (no
voluntario) de Morales.
En
las elecciones presidenciales del último domingo, sin embargo, el candidato
oficial del MAS, el exministro de Gobierno Eduardo del Castillo, logró apenas
un 3.1% de los votos. Mientras tanto, dos candidatos más cercanos a la derecha,
pasaron a lo que será la primera segunda vuelta en la historia de Bolivia. El
senador opositor Rodrigo Paz quedó primero con el 32% de los votos, seguido por
el expresidente Jorge ‘Tuto’ Quiroga con 26.8%. Cabe recordar, que Quiroga fue
vicepresidente de Hugo Banzer y, tras la renuncia de este último en el 2001,
asumió el Gobierno boliviano hasta agosto del 2002.
La
confirmación de que el MAS tendrá que dejar el poder democráticamente es, sin
duda, una buena noticia, pues implica una oportunidad para que Bolivia emprenda
reformas necesarias que habían sido postergadas. Entre ellas, el aspecto del
modelo económico que, tras cuatro lustros de Gobierno socialista, no solo no ha
dado los frutos esperados y prometidos, sino que ha dejado al país altiplánico
en una situación sumamente compleja: sin reservas internacionales, muy
dependiente de subsidios difíciles de costear y con una alta inflación; al
punto de que hoy muchos bolivianos ahorran en soles peruanos.
En
lo que respecta a las relaciones con el Perú, por otro lado, se trata también
de una oportunidad para mejorar el lado diplomático y, sobre todo, la
coordinación entre ambos países, que enfrentan retos comunes muy serios, como
la minería ilegal, el narcotráfico y el contrabando.
Dicho
esto, el futuro de nuestro vecino sigue siendo incierto. Si bien la salida del
MAS representa una oportunidad, si esta no se utiliza con prudencia y no se
logran resultados concretos y tangibles, podría volver a surgir un líder
populista que lleve nuevamente a Bolivia por un rumbo incierto. La victoria en
primera vuelta de Arce en el 2020, por ejemplo, se explica en parte por el alto
rechazo que generó el Gobierno transitorio de Jeanine Áñez, quien actualmente
cumple una condena de diez años de prisión y enfrenta varios procesos
adicionales. Solo queda esperar lo mejor.
LA
IZQUIERDA SE BATE EN RETIRADA EN BOLIVIA Y LATINOAMÉRICA PIERDE A UNO DE SUS
ÚLTIMOS REFERENTES EN PLENO AUGE ULTRA
Dos
candidatos "antimasistas" irán a segunda vuelta en octubre tras los
resultados de este domingo y contarán con mayoría absoluta en el cámara
legislativa para cambiar la Constitución.
Público
de España (https://n9.cl/12f8a)
Por
primera vez en más de dos décadas Bolivia no estará gobernada por el Movimiento
al Socialismo (MAS). El que fuera el partido hegemónico de Bolivia y un ejemplo
para las fuerzas progresistas de toda América Latina –aglutinando en su seno a
sindicatos, organizaciones indígenas y campesinas– ha quedado disuelto en una
maraña de disputas internas.
La
debacle electoral no solo supone la salida de la presidencia, sino que otorga a
las derechas bolivianas una supermayoría en Congreso y Senado con la que
podrían modificar la constitución. Además, Bolivia saldrá del eje de gobiernos
progresistas y abandonará las estrategias de integración regional que compartía
con Venezuela y Cuba.
Las
elecciones generales del pasado domingo 17 de agosto marcaron el fin de una era
en el país andino. Dos candidatos de la derecha boliviana, ambos declarados
"antimasistas", se enfrentarán en la segunda vuelta del próximo 16 de
octubre: Rodrigo Paz Pereira (32,14%), senador e hijo del expresidente Jaime
Paz Zamora, y Jorge “Tuto” Quiroga (26,81%), quien gobernó Bolivia entre 2001 y
2002.
La
tercera posición fue para el empresario multimillonario Samuel Doria Medina
(19,86%), durante semanas favorito en las encuestas, quien ya ha anunciado su
apoyo a Paz Pereira de cara a la segunda vuelta.
Debacle
de la izquierda boliviana
Las
disputas internas en el MAS han llevado a que la izquierda boliviana acudiese a
las urnas con tres posturas opuestas: dos candidaturas presidenciales
diferentes y un llamamiento al voto nulo.
El
expresidente Evo Morales (2006-2019) llevó hasta las últimas consecuencias su
pulso con Luis Arce, su sucesor en la presidencia y el que fuera su ministro de
Economía. El choque fracturó al MAS e hizo que Evo fundase su propio partido
con visos a presentarse estas elecciones generales. No obstante, la
inhabilitación electoral que pesa sobre el exmandatario impidió su candidatura.
Evo no respaldó a ningún otro aspirante y llamó al voto nulo. Una opción
escogida por el 19,38% de los bolivianos y que no supera el número de votos
obtenidos por Paz Pereira y "Tuto" Quiroga.
Por
su parte, el sector afín al presidente Luis Arce (2020-2025) impulsó la
candidatura del impopular ministro de Gobierno, Carlos del Castillo, quien,
lastrado por la crisis económica que sufre el país, ha obtenido un pírrico
3,16% del voto.
Finalmente,
Andrónico Rodríguez, presidente del Senado y exdiscípulo de Evo Morales lanzó
su propia candidatura esperando captar el voto masista. No fue así. Solo el
8,22% de los electores votaron por él.
La
suma de estos tres resultados apenas suma 1.800.000 votos. Una cifra alejada de
los 3.400.000 votos con los que se impuso Luis Arce en 2020, o los 2.900.000
cosechados por Evo Morales en 2019. Es sin duda el peor resultado de la
izquierda boliviana desde hace dos décadas
¿Dónde
se han ido ese más de un millón y medio de votos en cinco años? La abstención
se ha mantenido en un discreto 11%, en línea con los cuatro procesos
electorales, por lo que al menos un parte significativa del voto masista habría
migrado a otras candidaturas en un contexto de fragmentación y disputas
internas.
Evo
Morales afirmó a través de sus redes sociales que los bolivianos "votamos
pero no elegimos", y aseguró que "el pueblo dio un mensaje inequívoco
a quienes se corrompieron en el ejercicio político y traicionaron a los más
humildes".
En
un mensaje aséptico, el presidente Luis Arce se felicitó a "cada boliviana
y boliviano que hoy acudió a las urnas para ejercer su derecho" pero evitó
valorar los resultados de su candidatura o la salida de la izquierda del poder.
Segunda
vuelta en octubre
De
cara a la segunda vuelta electoral el senador Paz Pereira parte como claro
favorito. Su candidatura ganó peso en las últimas semanas de campaña electoral
con un discurso “regenerador”, pese a su dilatada trayectoria política, y una
proyección mediática muy cuidada.
Paz
Pereira, de 58 años, era candidato antimasista más joven en un país donde el
40% del censo electoral tiene entre 18 y 30 años. Su candidatura se reivindica
como "centrista" y "renovadora" pese a haber militado en
media docena de partidos y haber concurrido a las elecciones con el apoyo
instrumental el Partido Demócrata Cristiano (PDC), una formación opositora al
MAS e históricamente vinculada a la derecha.
El
también exalcalde de Tarija se mueve bien en redes sociales y ha explotado el
discurso de ser un padre de familia calmado, frente a la histriónica derecha
tradicional, y formado, pues cursó estudios superiores en Estados Unidos. Una
expresión modernizada y serena de la élite económica y política boliviana: su
padre y su tío-abuelo ya fueron presidentes del país.
Frente
a él, Jorge "Tuto" Quiroga, proveniente de una acaudalada familia de
Cochabamba, y un viejo conocido de la política boliviana. Fue la mano derecha
del militar y expresidente Hugo Banzer, a quien sucedió en el cargo durante un
año (2001-02) tras su renuncia. Quiroga lideró el partido conservador Acción
Democrática Nacionalista (ADN) y en su candidatura confluyen los sectores de la
derecha tradicional boliviana.
Ambos
candidatos se han mostrado críticos con las dos décadas de gobierno del MAS y
han apostado por recortes de gasto público para combatir la inflación y el
estancamiento económico. Difieren, eso sí, en las formas y la profundidad.
“Tuto” Quiroga se ha mostrado mucho más vehemente en su programa asegurando que
está dispuesto a usar "motosierra, machete, tijera y todo lo que
encuentre" frente a la “gastadera".
Trascendencia
dentro y fuera de Bolivia
La
derrota del MAS es la derrota de uno de los últimos proyectos políticos que
alumbró la ola de gobiernos progresistas a principios del s.XXI. La caída de
Bolivia es tremendamente simbólica para una región en convulsión que también
sufre el auge de la extrema derecha.
Pero
más allá del símbolo, Bolivia también verá una transformación profunda en su
política exterior. Es más que previsible que ambos candidatos salgan de la
ALBA-TCP (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, la
iniciativa de integración regional impulsada por Hugo Chávez), se acerquen a la
administración Trump y rompan o enfríen sus relaciones con Venezuela y Cuba.
Además,
la debacle de la izquierda otorga una supermayoría a las distintas expresiones
de la derecha boliviana en el Congreso y el Senado. E independientemente de la
elección presidencial, el país andino experimentará fuertes cambios
legislativos e incluso podría darse un nuevo proceso constitucional que acabe
con la Carta Magna que aprobó Evo Morales en 2009.
BOLIVIA
Y EL DESENCANTO QUE HIZO TRIUNFAR A UN "OUTSIDER"
La
derrota de la otrora hegemónica izquierda en Bolivia fue tan brutal como
anticipada. Pero la derecha tampoco tuvo un triunfo aplastante. Analistas
explican a DW lo que ocurrió y lo que le espera al país.
DW
de Alemania (https://n9.cl/sbfnz)
"Sorpresa”
fue la palabra más usada por los analistas consultados por DW al comentar los
resultados de las elecciones en Bolivia del domingo (17.08.2025). Un día
electoral relativamente pacífico, un conteo fluido y rápido, y un ganador
inesperado en primera vuelta: el candidato centrista Rodrigo Paz Pereira, del
Partido Demócrata Cristiano (PDC). Esas son las primeras impresiones que
destacan los expertos.
Juan
Carlos Núñez, sociólogo y director de la Fundación Jubileo, elogia el trabajo
de las autoridades electorales en entrevista con DW: "Hubo una
participación ciudadana que se caracterizó este último tiempo por una
desconfianza en el proceso y mucha incertidumbre por lo que iba acontecer. Pero
el adecuado manejo de la jornada electoral por parte del Tribunal Electoral
permitió superar esos temores.”
Algo
que también destaca Lily Peñaranda, politóloga de la Universidad Católica
Boliviana San Pablo. "En las anteriores elecciones, el conteo fue
interrumpido o tardó semanas. Esta vez lo tuvimos en horas y lo pudimos seguir
en vivo. Es un cambio grande y positivo”, destaca la experta.
Ambos
coinciden en que así se refuerza la confianza en el proceso democrático y se
alejan los peligros de conflictos postelectorales violentos como los de 2019.
Voto
castigo para la izquierda
Lo
que sobresale en estos resultados electorales, que abren la puerta a un
balotaje en Bolivia entre el centrista de filiación demócrata cristiana Rodrigo
Paz, del PDC, y el expresidente derechista Jorge "Tuto” Quiroga, de
Alianza Libre, es el voto castigo contra la izquierda, dice María Teresa
Zegada, socióloga e investigadora del Centro de Estudios de la Realidad
Económica y Social (CERES), en entrevista con DW.
Por
divisiones internas, el antes hegemónico Movimiento al Socialismo (MAS) se
derrumbó, y su popular pero controvertido expresidente Evo Morales no pudo
volver a competir.
"El
voto para la derecha supera el 60 por ciento, mientras que el MAS, en todas sus
facciones, no supera el 15 por ciento”, subraya la politóloga del Centro de
Estudios Superiores y Universitarios.
"El
masismo está en su peor momento de crisis, resquebrajado, con tendencias
irreconciliables en varios casos, que los ha llevado a este desgaste”,
considera Núñez.
Para
Peñaranda, la derrota es "resultado de la crisis económica, la inflación,
las colas para cargar gasolina, y de una política económica que no ha sido
ajustada en su momento.”
Campaña
"muy efectiva" de Rodrigo Paz
Mientras
que la derrota de la izquierda fue prevista por las encuestas, no fue así con
el sorpresivo ganador en primera vuelta, el centrista Rodrigo Paz.
El
economista, hijo del histórico líder político Jaime Paz Zamora, es considerado
uno de los protagonistas del proceso democrático en el país andino. Vivió
durante muchos años de su juventud en el exilio, e inició una carrera política
vinculada a estructuras de centro izquierda a nivel local en la provincia de
Tarija, en el sur boliviano.
"Se
caracterizó por emprender una campaña casa por casa, muy efectiva, en regiones
periféricas de las ciudades y también en el área rural” ha observado Zegada.
Los
tres analistas destacan el importante papel del candidato a vicepresidente de
Paz, el expolicía Edman Lara, que ha denunciado desde hace años la corrupción
en las filas del MAS y de las fuerzas de seguridad.
"Lara
fue el más popular de los candidatos a vicepresidente en las encuestas”,
subraya Peñaranda, graduada en relaciones internacionales de la London School
of Economics. "Paz es alcalde, pero su acompañante, el capitán Lara, es un
total advenedizo en la política, y se ha ganado la simpatía de la gente
diciendo que ellos son el pueblo, no se venden, no se callan. Esos son
discursos que han generado bastante adhesión ciudadana”, sostiene la docente
universitaria.
En
opinión de Peñaranda, la sorpresa de Paz se explica por su capacidad de sumar
los votos de los indecisos a último minuto: "Vienen de los que antes
apoyaban al MAS, de la clase popular del Altiplano y también de una clase media
desencantada de la' guerra sucia' [ataques verbales, acusaciones y
descalificaciones, N. de la R.] de la vieja clase política, con Jorge 'Tuto' Quiroga y Samuel Doria Medina”,
comenta.
Interrogantes
en el futuro próximo
El
tercero en el conteo, el empresario Samuel Doria Medina, ya anunció su apoyo a
Paz en la segunda vuelta, el 19 de octubre. Eso le daría una ventaja sustancial
a la formula centrista, pero aún queda mucho camino por delante, advierten los
expertos.
Y
ya se avizora, según expertos, una campaña de acusaciones contra Paz, basada en
rumores de un "pacto” entre Paz y el impopular MAS.
Sin
importar quien gane, advierte Peñaranda, quien resulte electo tendrá que asumir
medidas drásticamente impopulares, como despedir funcionarios públicos, y el
cierre o privatización de algunas empresas estatales.
Y
allí, justamente, subyace una rendija para la izquierda y su más popular
representante, Evo Morales, quien esta vez llamó a sus seguidores al voto nulo.
"El voto nulo llegó al 19 por ciento, cuando históricamente era
aproximadamente 13 por ciento”, dice Peñaranda. "Eso significa que Evo
tiene un seis por ciento, y sigue siendo un eslabón fuerte".
CRISIS
ECONÓMICA DE BOLIVIA INFLUYÓ EN LAS ELECCIONES DEL CONGRESO Y DE SU PRESIDENTE
La
República de Colombia (https://n9.cl/fr0z1w)
Los
bolivianos acudieron ayer a las urnas para elegir presidente y renovar el
Congreso en un clima marcado por disturbios, escasez de bienes y la inflación
más alta en más de tres décadas. Las crecientes frustraciones económicas
amenazan con poner fin a la hegemonía del partido socialista, que ha gobernado
casi de forma ininterrumpida desde 2006.
En
esta ocasión, los votantes han puesto el foco en la economía, que lleva más de
una década enfrentando serias dificultades. La caída sostenida en la producción
de gas natural, principal fuente de divisas para el país, y la disminución de
las reservas internacionales en dólares del Banco Central han mermado la
capacidad del Estado para sostener importaciones y subsidios clave. Esto se ha
traducido en escasez de productos básicos, largas colas en gasolineras y un
encarecimiento generalizado que ha llevado la inflación a su ritmo más rápido
desde 1991.
La
crisis ha derivado también en una ola de malestar social, con protestas y
bloqueos de carreteras que interrumpen el comercio interno y externo, generando
presiones adicionales sobre los precios. Es un giro drástico para una economía
que, hace apenas dos años, registraba una inflación más baja que la de países
desarrollados como Alemania o Japón.
El
nuevo presidente asumirá con un complejo tablero económico y geopolítico.
Además de estabilizar los precios y recuperar la confianza interna, tendrá que
lidiar con el impacto de una guerra comercial que afecta a la región y
redefinir la política exterior. Esto podría implicar un acercamiento con
Estados Unidos tras años de relaciones tensas. Bajo los gobiernos de Evo
Morales y Luis Arce, Bolivia fortaleció sus lazos con Venezuela, Nicaragua,
Rusia y China, mientras mantenía vínculos limitados con Washington.
A
UN DECLIVE SIN GLORIA CONDUJO EL EGO Y EL PROTAGONISMO DE EVO MORALES Y LUIS
ARCE EN BOLIVIA
Aporrea
de Venezuela (https://n9.cl/a7mfw)
Se
dieron los resultados de las elecciones de Bolivia a través del ente rector
Tribunal Superior Electoral; dos partidos de la ultraderecha capitalizaron la
votación. Rodrigo Páez alcanzó el 32%; mientras que Jorge Quiroga, expresidente
de Bolivia llego a 26,81% Un tercer candidato sacó el 19,86%. Los dos primeros
que lograron mayor cantidad de votos irán a una segunda vuelta el próximo 19 de
octubre. Tenemos que reconocer que esta fue una votación inusual; donde el
Movimiento al Socialismo (MAS), cuyo máximo dirigente era Evo Morales venia
capitalizando los procesos electorales desde hace 20 años. En los partidos
políticos no está lejos que salten a la palestra pública posiciones
encontradas, algunas son superadas, otras explosionan las organizaciones. En
este caso fue entre Luis Arce, que era el presidente de Bolivia y Evo Morales;
que fue de tanta contundencia que Evo opto por llamar a votar nulo en la
confrontación electoral del pasado domingo. Recordemos que Evo Morales arriba
al poder hace 20 años de la mano del partido MAS, alcanzando la presidencia con
la ayuda de la comunidad indígena y con la promesa de ayudar a los más
vulnerables, eran momentos que se estaban instalando, en este lado del
hemisferio fuerzas de izquierda: Chávez, Kirchner, Correa y Evo gana sobrado en
una primera vuelta. En el 2019 arriba al poder Luis Arce, luego de un escarceo
con Evo. Se inicia el gobierno, caracterizándose por una hiperinflación, un
colapso energético y una falta de divisas. Luego le declararía una guerra sin cuartel
a Evo y su gente; donde salieron a florecer hasta intentos de asesinato. Evo
sin mediar las consecuencias, se distrajo y dedico todo su esfuerzo en
enfrentar al gobierno de Arce; a sabiendas que detrás de ese boxeo de sombra,
estaban los Estados Unidos, las ONG y hasta la OEA con Almagro a la cabeza. Es
asi como estas dos fuerzas entran al ring de boxeo a pelear, que sin ser
antagónicas por la forma de pensar, cayeron en la red del imperialismo, con
tanta contundencia, que ahora dos partidos de la ultraderecha se van a disputar
las elecciones. Ahora el MAS, después de haber sido una fuerza respetable en el
escenario político de Bolivia, ha quedado íngrimo y solo, con un movimiento sin
representación en todas las instituciones, una exigua representación en las dos
Cámaras y un pueblo indígena que habían remontado la cuesta de la exclusión y
la marginalidad, ahora se volcaran de nuevo hacia el ostracismo.
Jorge
Quiroga, por ejemplo, no esconde para nada su aversión a los gobiernos de
Venezuela, Nicaragua y Cuba. Ha dicho que lo primero que va hacer es establecer
relaciones con el gobierno genocida de Israel. En verdad, que cualquiera de los
que salgan ganadores el futuro para Bolivia va a ser atroz, oscuro y de
impredecibles consecuencias. Un nuevo Milei se le dibuja en el horizonte de
Bolivia. El imperio le pondrá las manos al sus riquezas minerales, como el
litio, plata, estaño, el zinc y el plomo. Lo que hizo Evo Morales fue un
suicidio político. Los trapos sucios se lavan en casa. Diosdado ha dicho
"que da tristeza, que un grupo de compañeros que se enfrentan a un enemigo
histórico, no sean capaces de ponerse de acuerdo y garantizar la unidad para ese
pueblo, es muy triste". Tenemos que decir que ya Evo le había pasado su
tiempo. Esta confrontación pudo haberse evitado. Alvaro Garcia Linero, quien
fuera vicepresidente de Bolivia (2006 – 2019) tuvo un ojo clínico para
visualizar la tormenta, por alla en el año 2020 y 2021, concretamente en el
enfrentamiento de Evo y Luis Arce. No tiene desperdicio como aborda esta
controversia: "Un declive sin gloria es lo que paso en Bolivia; se abrió
una pelea en quien le hacía más daño el uno al otro. Los compañeros de un
bando, bloquean al otro en el parlamento para que el gobierno se arruine. Hay
compañeros en la cárcel, simplemente por haber participado en una marcha. Evo
está escondido en el trópico, si sale el gobierno lo mete preso. Mientras tanto
la ultraderecha, celebra, dice que los indígenas son uno inútiles, dicen que
hay que privatizar. Que hay que seguir los pasos de Milei"
EL
MAS IMPLOSIONA Y ENTREGA EN BANDEJA EL GOBIERNO TRAS 20 AÑOS
El
resultado de las últimas elecciones presidenciales y legislativas es
catastrófico para el campo popular, el progresismo y la izquierda boliviana, en
el poder desde hace dos décadas: un candidato de ultraderecha y otro de
centro-derecha pasan a la segunda vuelta por la Presidencia y obtienen mayoría
en ambas cámaras.
Revista
Resumen de Chile (https://n9.cl/nbobr)
La
oposición vuelve al poder en Bolivia y esta vez sin necesidad de un golpe de
Estado, masacres y violaciones a los derechos humanos; lo hace por la vía
electoral, luego del desgaste del ciclo progresista e indígena, encabezado
primero por Evo Morales Ayma y continuado por Luis Arce Catacora, el cual vivió
en sus últimos años de gestión una crisis de combustibles y escasez de dólares,
además del público ataque de expresidente Evo Morales y sus seguidores.
Tras
el golpe de Estado que impuso a Jeanine Áñez, en noviembre del 2019, el
gobierno de Evo Morales y Álvaro García Linera fue derrocado y ambos líderes
salieron al exilio gracias a la solidaridad del gobierno mexicano de Andrés
Manuel López Obrador.
Sin
embargo, el golpe dado por la derecha no tenía peso social, la credibilidad del
gobierno del MAS era altísima, el país había alcanzado cifras record de
crecimiento económico y disminución de la pobreza.
En
los 13 años de gobierno de Evo Morales, con Luis Arce como ministro de Economía
y Finanzas Públicas Bolivia redujo la extrema pobreza del 38% al 15%, dejando
de ser el país más pobre de Sudamérica.
Junto
con el crecimiento económico, las políticas redistributivas apuntaban a la
disminución de la desigualdad social, el coeficiente de Gini pasó de 0.60 a
0.47, siendo clasificada Bolivia en el Informe Mundial de Desarrollo Humano de
2018 como un país de "desarrollo alto".
En
esos años el PIB en Bolivia pasó de $9.549 (2006) a $40.288 (2018). Y el PIB
per capita aumentó de $1.011 a $3.548. Mientras que el desempleo bajó de 8,1% a
4,2% y el salario mínimo de 60 dólares a 310.
Si
bien Morales y García Linera huyeron, en el país quedo una resistencia contra
los golpistas liderada por un antiguo líder indigenista, no adscrito al MAS:
Felipe Quispe "el Malku" y otros dirigentes sociales, sindicales y
políticos, como el masista Luis Arce Catacora.
Derrotados
los golpistas, con Morales y García Linera en el exilio, Luis Arce en compañía
de David Choquehuanca (antiguo canciller del gobierno de Evo Morales) triunfan
en las elecciones presidenciales con más del 55% de los votos en primera
vuelta.
Sin
embargo Evo Morales, retornó del exilio y esperaba que Arce le entregara en
mando, nombrar y manejar el gabinete ministerial, lo que no ocurrió.
A
partir de ese momento comienza una disputa interna en el MAS entre Arce y
Morales, cuestión que se acentuaría tras el intento de golpe de Estado contra
el gobierno de Luis Arce de junio del 2024, donde Evo se hizo parte de un
discurso para deslegitimar al Gobierno y en respaldo a las Fuerzas Armadas.
A
fines de 2023 las encuestas daban al gobierno de Luis Arce índices de
aprobación superiores al 50%. Habían logrado en los primeros años de gestión
juzgar y encarcelar a Áñez, Luis Fernando Camacho, Marco Pumari y los golpistas
de 2019; detener el desastre provocado por la pandemia del Covid-19 durante
Áñez, consiguiendo vacunas y bajando las tasas de mortalidad que había superado
el 7% a menos del 1%.
Los
primeros años del gobierno de Luis Arce las cifras de crecimiento económico
fueron récord: 6,11% en 2021, 3,61% en 2022 y 3,08% el 2023. Aquel año Bolivia
tuvo tasas de desempleo del 4%, las más bajas de Sudamérica.
El
año 2024, los estragos de diversos hechos climáticos, la explotación de gas en
Argentina (Vaca Muerta) como un competidor duro, un contexto exterior
desfavorable, pero por sobre todo el boicot y sabotaje a la economía impulsado
por la derecha, a la cual también se sumaron los sectores de Evo Morales, con
continuos cortes de carreteras comenzaron a impactar la economía. Aun así ese
año el crecimiento igual positivo 1,31%.
No
obstante, el 2025, la alianza transversal de la derecha y los sectores de Evo
Morales por derrocar el gobierno se multiplicaron, los bloqueos de carreteras,
incluidas las internacionales que abastecen el país, comenzaron a generar un
serio problema de escasez de combustibles, se produjeron filas frente a las
estaciones de servicios, a la par que comenzaba a escasear el dólar, generando
todo un tema especulativo en la económica nacional que repercutían en la
inflación, el desabastecimiento y el surgimiento del mercado negro de
mercancías a sobreprecios.
El
actuar político de Evo Morales, resulta bastante particular, acusado por la
Justicia por estupro así como trata y tráfico de personas, escondido en la zona
cocalera del Chapare, tras no presentarse en tribunales, levanta tras el
quiebre del MAS un partido que lleva su propio nombre "Evo Pueblo"
cuyo programa se llama "Evo líder de los humildes", durante su
gobierno levantó estatuas suyas, intentando levantar un culto a su
personalidad. Desde esa trinchera levantó la guerra al gobierno de Arce, que
terminó con la destrucción del MAS y con el desgaste del gobierno.
Bolivia
estaba en el centro de la disputa geopolítica internacional, especialmente por
su riqueza en litio y otros minerales. Pero la inestabilidad política
alimentada desde Estados Unidos y sus gobiernos títeres en la región Perú,
Chile, Argentina y Paraguay la aislaron.
Fue
todo un logro que Luis Arce lograra terminar su mandato y superar las
intentonas golpistas. Hoy la derecha y el imperialismo contaron con un aliado
en Evo Morales, pero eso no garantiza para nada que el campo popular no pueda a
futuro recomponerse, sacudirse de viejos liderazgos personalistas y volver a
proponerse como alternativa de gobierno.
Hoy
la oposición ha arrasado en las elecciones, podrá hacer cambios políticos de
todo tipo, incluido las constituciones, pero aún existe un movimiento popular
que no está dispuesto a dejar perder sus conquistas, no todo son elecciones en
política y la historia de Bolivia así lo ha demostrado.
LA
CAMPAÑA DE RODRIGO PAZ EN BOLIVIA: DE PUEBLO EN PUEBLO Y UN EXPOLICÍA COMO VICE
El
candidato de centroderecha que peleará por la presidencia en una segunda vuelta
apenas usa redes sociales
El
País de España (https://n9.cl/sil138)
Desde
el enclave aimara de Achacachi en el altiplano hasta el popular mercado de La
Ramada en las llanuras de Santa Cruz de la Sierra. La sorpresiva victoria de
Rodrigo Paz, que ahora disputará la presidencia de Bolivia en una segunda
vuelta con el derechista radical Jorge Tuto Quiroga, no se puede explicar sin
la campaña a la vieja usanza que hizo en todo el país. Mientras sus rivales
acudían a foros con empresarios, participaban de encuentros en Harvard o
invertían millones de bolivianos en redes sociales, Paz “compraba pasajes en
bus, en avión comercial cuando se podía” para intentar ganarse, cara a cara, el
apoyo de los votantes en todos los rincones del país.
“Yo
conozco la Bolivia profunda; Samuel [Doria Medina, otro candidato] y Tuto, no”,
decía el candidato del Partido Demócrata Cristiano (PDC) en una entrevista
previa a los comicios del pasado domingo. “He recorrido más de 220 municipios,
230.000 kilómetros carreteros, he navegado ríos y he atravesado el territorio
en tres oportunidades”, sostuvo entonces. Paz pisó el territorio y gastó en
publicidad en redes sociales menos de 30 dólares.
Tampoco
el rostro impreso de Paz inundó las calles de las ciudades ni se repartía en
panfletos. Pero pasó el año nuevo andino junto con la milicia campesina de los
Ponchos Rojos, a orillas del lago Titicaca. No descuidó el otro lado del país,
el oriente, y lanzó su candidatura en el periférico y populoso barrio Plan
3.000 de Santa Cruz, cuando todavía intentaba postularse con su partido Primero
la Gente, antes de “alquilar” las siglas del PDC.
Las
primeras encuestas le otorgaban una intención de voto del 2%; escaló de a poco,
apoyado en la tardía decisión en mayo de escoger como compañero de fórmula al
expolicía Edman Lara, famoso por denunciar la corrupción dentro de esa
institución. En uno de los últimos sondeos de opinión ya aparecía en tercer
lugar y la estocada final llegó el domingo, cuando obtuvo el primer lugar con
el 32% de los votos, por delante de Tuto Quiroga y Doria Medina, los favoritos.
Paz
captó a líderes populares que no pertenecían a la clase política, ansiosos de
participar en la esfera pública pero huérfanos de partido. Así lo interpreta el
analista político alteño Guido Alejo, quien previó una irrupción del PDC antes
del día del sufragio. “La habilidad de Paz es generar una sigla aglutinadora
para varios actores que estaban fuera del espectro político boliviano, que
querían sus propios partidos pero no lo lograron, como Lara y Edgar Morales. Ha
sido un triunfo de los excluidos del sistema político”.
El
capitán Lara, como es popularmente conocido, se hizo popular con sus
transmisiones por TikTok, donde contaba su expulsión de la Policía tras
denunciar sobornos y extorsiones de sus comandantes. Morales, jefe de campaña
de Paz, es un conferencista que pregona el emprendedurismo aimara.
“Lara
no tiene un gran discurso, no es un gran estadista, pero tiene un vínculo
estrecho con el ámbito popular boliviano. Identifica parte de la disconformidad
de la gente común. De alguna forma, ser víctima de las instituciones forma
parte de lo cotidiano”, explica Alejo. El expolicía intentó lanzar su
candidatura con su partido Nuevas Ideas con Libertad, pero la burocracia
partidaria y los altos costos económicos se lo impidieron. Terminó entonces
aceptando la oferta de Paz, no sin antes recibir críticas de sus seguidores:
“Si Rodrigo Paz sigue el camino del mal, yo voy a ser el primero en
denunciarlo”, les respondió Lara.
Un
caso muy similar es el de Edgar Morales, actual jefe de campaña del PDC, quien
le abrió camino a Paz en El Alto. La segunda urbe más poblada de Bolivia,
lindante con la capital, es conocida como “la ciudad escalera” por su galopante
crecimiento demográfico y su politización. Fue uno de los bastiones del
Movimiento Al Socialismo (MAS) durante sus 20 años de hegemonía. Entre esos
vecinos se hizo famoso Morales, un exoficial aimara del Ejército que dicta
conferencias motivacionales —principalmente para jóvenes— en las que pregona el
qamirismo, como se llama a la nueva burguesía aimara con alto poder adquisitivo
nacida con el Movimiento al Socialismo (MAS).
Morales
aparecía en televisión quejándose de los obstáculos financieros y burocráticos
para formar su partido Democracia Directa. “Para ser candidato a vicepresidente
me han pedido un millón de dólares. Personas como yo no entramos a la política
porque no tenemos plata. La política es de millonarios y quiero cambiar eso”.
Al no encontrar un techo partidario, como Lara, aceptó unirse a las filas de
Paz. El discurso del PDC de activistas frustrados con la clase política
aumentó.
A
diferencia de sus aliados, Paz no puede alardear de ser ajeno al sistema
partidario: nació bajo ese signo. Es hijo del expresidente Jaime Paz Zamora y
hace más de 20 años inició su carrera política, sirviendo como diputado,
alcalde y senador por Tarija. Sin embargo, ha pululado de partido en partido,
es pragmático y no se ha identificado con ninguna ideología marcada, a
diferencia de su rival Quiroga, ligado a la línea conservadora de Acción
Democrática Nacionalista (ADN).
RODRIGO
PAZ: EL HEREDERO POLÍTICO DE PAZ ZAMORA QUE IRRUMPE EN LA PRIMERA VUELTA DE
BOLIVIA
El
senador centrista e hijo de un expresidente ha logrado lo que pocos analistas
preveían: escalar de posiciones marginales a convertirse en protagonista
central de la contienda rumbo al balotaje por la presidencia.
Mundiario
de España (https://n9.cl/2ekot)
La
política boliviana, siempre marcada por giros inesperados, acaba de vivir una
sorpresa mayúscula. Rodrigo Paz Pereira, hijo del expresidente Jaime Paz
Zamora, se ha convertido en la gran revelación de las elecciones al imponerse
en la primera vuelta presidencial. Con un discurso de renovación, una campaña
austera y una estrategia de cercanía con la gente, el candidato del Partido
Demócrata Cristiano (PDC) ha logrado lo que pocos analistas preveían: escalar
de posiciones marginales a convertirse en protagonista central de la contienda
rumbo al balotaje.
Rodrigo
Paz Pereira nació en Santiago de Compostela en 1966, en pleno exilio de sus
padres. Su vida estuvo atravesada por la persecución política, los exilios
forzados y episodios trágicos que marcaron a fuego a su familia. Su madre,
Carmen Pereira, sobrevivió a un extraño accidente automovilístico en Colombia,
mientras que su padre, Paz Zamora, fue el único sobreviviente de un atentado
aéreo perpetrado en 1980, en plena dictadura de Luis García Meza.
Estos
episodios no solo moldearon su carácter, sino que también cimentaron un fuerte
compromiso con la democracia y la justicia social.
Economista
de profesión, con estudios en relaciones internacionales y una maestría en
Gestión Política por la American University en EE UU, Paz Pereira acumuló
experiencia en distintos ámbitos antes de saltar a la arena nacional. Fue
diputado, concejal y alcalde de Tarija, donde gobernó entre 2015 y 2020.
Actualmente, ejerce como senador por la alianza opositora Comunidad Ciudadana,
liderada por Carlos Mesa.
Una
campaña modesta, pero efectiva
En
un escenario donde la crisis económica domina el debate público, Paz Pereira ha
planteado un modelo al que denomina “capitalismo popular”. Su propuesta busca
generar una economía más inclusiva a través de créditos para pequeños
emprendedores, incentivos tributarios para fortalecer la economía formal,
reducción de aranceles e impuestos a productos no fabricados en Bolivia y un
enfoque redistributivo que garantice que los beneficios del crecimiento lleguen
a la mayoría y no a unos pocos.
Si
algo diferencia a Paz Pereira de sus rivales, es la manera en que encaró su
campaña. Mientras figuras como el conservador Jorge Tuto Quiroga o el
socioliberal Samuel Doria Medina invirtieron miles de dólares en publicidad
digital, el tarijeño apenas gastó unos 30 dólares en redes sociales. Su
estrategia se basó en recorrer mercados, ferias y comunidades rurales a pie, en
contacto directo con los votantes.
El
rol de su compañero de fórmula, Edman Lara, un expolicía popular en redes
sociales por sus denuncias contra la corrupción, fue clave para acercar el
mensaje a sectores desencantados de la política tradicional.
Un
voto que condensa el desencanto
Si
bien hereda el peso simbólico de un apellido ligado a la recuperación
democrática, también arrastra críticas hacia la vieja política. Su reto en la
segunda vuelta será convencer al electorado de que encarna una renovación
auténtica y no una prolongación de prácticas del pasado.
Analistas
coinciden en que Paz Pereira logró captar dos grandes bolsas de electores: los
descontentos con el Movimiento Al Socialismo (MAS) y aquellos que no veían en
Quiroga ni en Doria Medina alternativas convincentes. Su victoria en la primera
vuelta lo posiciona como un candidato de renovación generacional, capaz de
tender puentes entre la tradición política y las demandas de un electorado
joven y desencantado.
Rodrigo
Paz Pereira llega al balotaje como la gran sorpresa de estas elecciones. Su
vida marcada por la adversidad, su experiencia política y su propuesta de
“capitalismo popular” lo colocan en el centro de la discusión nacional.
Sin
embargo, la segunda vuelta será la verdadera prueba de fuego: allí deberá
demostrar si es capaz de transformar la sorpresa en gobernabilidad efectiva y
si el legado familiar que lo acompaña puede convertirse en motor de cambio o
lastre político.
"CAPITÁN
LARA", EL EXPOLICÍA CONVERTIDO EN HÉROE POPULAR QUE BUSCA LA
VICEPRESIDENCIA DE BOLIVIA
Independent
en Español (https://n9.cl/rh1s8)
Siendo
un policía en la ciudad boliviana de Santa Cruz, Edman Lara saltó a la fama
publicando historias sobre la corrupción policial en sus cuentas de TikTok e
Instagram que se volvieron virales.
Las
revelaciones que hizo en 2023 le costaron el despido de la fuerza de seguridad
y terminó vendiendo ropa de segunda mano.
Ahora,
este boliviano de 39 años, nacido en Cochabamba, vuelve a estar en los
reflectores, pero por buscar la vicepresidencia de Bolivia de la mano de
Rodrigo Paz, el senador que dio la sorpresa al quedar primero en las elecciones
del domingo, aunque sin los votos suficientes para imponerse.
Paz
y Lara buscarán ahora convencer a los bolivianos que son la mejor opción en el
balotaje del 19 de octubre.
De
hecho, el mismo lunes Lara comenzó su carrera rumbo a la segunda vuelta. Acudió
a El Alto, vecina a La Paz y una ciudad que por años fue considerada un bastión
del expresidente Evo Morales, el primer presidente indígena del país
(2006-2019).
“¡Lara,
amigo, el pueblo está contigo!”, le gritaban decenas de sus partidarios que se
aglomeraban para verlo y escucharlo, muchos de ellos jóvenes de origen aymara.
Algunos decían que él y Paz son “el binomio del pueblo”, mientras Lara les
respondía que ellos era sus “guerreros de Dios”.
El
héroe popular
El
expolicía es conocido popularmente en Bolivia como el “Capitán Lara” o
simplemente “capitán”, un hombre dispuesto a luchar contra la corrupción en la
fuerza de seguridad y en otros sectores como el Poder Judicial, y a terminar
con los problemas que muchos bolivianos achacan a 20 años de gobierno del
izquierdista Movimiento al Socialismo (MAS).
Está
casado y tiene cuatro hijos. Su esposa, Diana Romero, es candidata a diputada.
Según
los analistas políticos, el carisma y la humildad de Lara han logrado una
conexión con muchos indecisos que en la primera vuelta electoral del domingo se
inclinaron por el Partido Demócrata Cristiano (PDC), la fuerza con la que
compite.
Entre
los simpatizantes de esa fuerza hay emprendedores, comerciantes y
transportistas. La apoyan bolivianos de clase media y más humildes que
anteriormente se inclinaban hacia Morales.
La
dupla obtuvo 32,14% de los votos el domingo. En segundo lugar, con 26,81%,
quedó la fórmula derechista encabezada por el expresidente Jorge Quiroga
(2001-2002) junto a Juan Pablo Velazco, que busca medidas de mayor ajuste para
enderezar la economía.
Son
resultados preliminares oficiales y el escrutinio definitivo se conocerá en
cuatro días.
A
Paz, algunos analistas también lo ven como uno de los candidatos más moderados
y alejado de discursos ideológicos. Lara hizo eco de eso mismo el lunes.
"El
19 de octubre vamos a dar una señal de que no queremos más la vieja casta
política de izquierda y de derecha”, dijo Lara en El Alto, mientras la gente
coreaba “¡El MAS nunca más!”
Expulsado
de la policía
Lara
es una cara nueva entre los políticos, pero no en las redes sociales, donde se
hizo muy popular.
En
2023 saltó a un primer plano después que el comandante de la región de Santa
Cruz, Eric Holguín, lo tomó por el cuello e intentó llevarlo hacia las oficinas
de la policía, ofuscado por las denuncias que realizaba el entonces agente
contra sus pares.
La
prensa captó el momento, ya que mientras Holguín daba una conferencia de
prensa, Lara denunciaba al mismo tiempo presuntos hechos de corrupción. Luego
fue dado de baja por supuestas “faltas graves”.
El
hoy expolicía ha denunciado desde cobros irregulares por hacer trámites por
parte de agentes en una unidad de tránsito hasta hechos de corrupción de jefes
de la fuerza.
Algunas
propuestas
Lara
aseguró que si llega al gobierno luchará contra todos aquellos que desde el
poder hayan hecho fortuna con recursos del Estado.
Junto
a Paz promueve créditos para los jóvenes y otorgar un bono de jubilación de
casi 300 dólares.
También
defienden un “capitalismo para todos”, que consiste en dar créditos accesibles
a jóvenes emprendedores, además de facilidades tributarias para impulsar la
economía formal.
“A
mi me gustó que el capitán se ha acordado de los jóvenes", dijo Dana
Gutiérrez de 21 años, estudiante de gastronomía. "Necesitamos apoyo de
créditos para emprender. Eso me ha gustado”.
En
el evento del lunes en El Alto insistió en que velará porque si los eligen se
cumplan las promesas que él y Paz han hecho en campaña.
“Yo
soy la garantía", dijo Lara. "Y si Rodrígo Paz no cumple, yo lo
enfrento. Yo no voy a engañar a la gente”.
JORGE
TUTO QUIROGA: EL EXPRESIDENTE QUE BUSCA REGRESAR AL PODER PARA TRANSFORMAR
BOLIVIA
El
exmandatario se presenta como el candidato de la experiencia con una propuesta
económica basada en la apertura al capital extranjero, con énfasis en recursos
energéticos y en la eliminación de barreras a la inversión
Mundiario
de España (https://n9.cl/sehfq)
Jorge
Tuto Quiroga, expresidente de Bolivia entre 2001 y 2002, ha vuelto al primer
plano político tras pasar a la segunda vuelta en las elecciones presidenciales.
Con un discurso centrado en la estabilidad económica y la modernización del
Estado, el candidato por la alianza Libre (Libertad y Democracia) afirma que,
si logra regresar al poder, tiene asegurado un plan inmediato para obtener
12.000 millones de dólares de organismos internacionales como el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. La promesa, que remite a su
experiencia en el pasado, constituye el eje central de su apuesta: poner en
valor su trayectoria política y técnica para estabilizar al país.
A
finales de los años ochenta ingresó como asesor en la Cancillería y en pocos
años escaló posiciones hasta llegar a ministro de Finanzas. Su rápido ascenso
en el partido Acción Democrática Nacionalista (ADN), liderado por Hugo Banzer,
lo llevó a convertirse en vicepresidente en 1997. Tras la renuncia del
exdictador por motivos de salud, Quiroga asumió la presidencia en 2001, con
apenas 40 años, convirtiéndose en uno de los mandatarios más jóvenes de la
historia de Bolivia.
Durante
su breve gestión, impulsó un plan para la exportación de gas hacia EE UU,
consolidó relaciones con organismos multilaterales y fortaleció su perfil como
interlocutor con el sector empresarial. Sin embargo, también fue en su mandato
cuando Evo Morales fue expulsado del Parlamento, un episodio que
paradójicamente sirvió de trampolín político para el líder del Movimiento Al
Socialismo (MAS).
Quiroga
se enfrentará en la segunda vuelta del 19 de octubre con el senador Rodrigo Paz
Pereira, de 57 años, hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, un candidato
centrista del Partido Demócrata Cristiano (PDC) que dio la sorpresa al haber
ganado la primera vuelta con más del 31 % de los votos, contra el 27 % del
exmandatario conservador. La diferencia de apenas cuatro puntos porcentuales
forzó el balotaje, que nunca antes se había celebrado en la historia reciente
del país del altiplano.
El
candidato de la experiencia frente a un país en crisis
Tras
dejar la presidencia, Quiroga rompió con el ADN y fundó su propio partido,
Poder Democrático y Social (Podemos). En 2005, se enfrentó por primera vez a
Morales en las urnas, quedando muy por detrás con un 28 % frente al 53 % del
MAS. Años después, en 2014, volvió a postularse como candidato del Partido
Demócrata Cristiano, sin éxito.
Su
papel volvió a cobrar relevancia durante la crisis política de 2019, cuando
actuó como negociador para facilitar la salida de Morales hacia México tras su
renuncia, en medio de denuncias de fraude electoral y protestas masivas.
Posteriormente, durante el Gobierno interino de Jeanine Áñez, fue designado
delegado internacional para denunciar violaciones de derechos humanos, aunque
renunció al cargo para concurrir en las elecciones de 2020. Ante la falta de
apoyo, se retiró de la contienda, lo que abrió nuevamente la puerta al regreso
del MAS con el presidente saliente Luis Arce.
Hoy,
con 65 años, Quiroga se presenta como el candidato de la experiencia y de la
gestión. Su propuesta económica gira en torno a la apertura al capital
extranjero, con énfasis en el litio y en la eliminación de barreras a la
inversión. Promete recortar drásticamente el gasto público, liberalizar la
importación de combustibles y atraer empresas internacionales para la
industrialización de recursos estratégicos.
El
desafío de volver a Palacio Quemado
Con
un estilo directo, ha comparado la situación boliviana con la de Argentina y ha
señalado que no solo se necesita una “motosierra” como propone Javier Milei,
sino también “machete, tijera y todo lo que encuentres” para ordenar el Estado.
En
esta segunda vuelta, la trayectoria de Jorge Tuto Quiroga será tanto un activo
como un reto. Su mensaje va de “recuperar en cinco años los 20 años perdidos”.
Pero la decisión final estará en manos de los votantes, que deberán elegir
entre un regreso al pasado con promesa de modernización o la búsqueda de nuevas
alternativas políticas.
Nacido
en Cochabamba en 1956, Quiroga estudió ingeniería industrial en la Universidad
de Texas A&M y obtuvo una maestría en administración en St. Edwards
University. Su carrera comenzó en la multinacional IBM, pero pronto decidió
regresar a Bolivia con la idea de aportar sus conocimientos al sector público.
AVANZA
PROYECTO DE PLANTA DE LITIO EN BOLIVIA: CONTEMPLA INVERSIÓN DE US$ 975 MILLONES
DE FIRMA RUSA Y SE UBICARÍA AL SUR DEL SALAR DE UYUNI
El
acuerdo entre Yacimientos de Litio Bolivianos y Uranium One contempla producir
14 mil toneladas anuales de carbonato de litio de alta pureza.
DF
Sud de Chile (https://n9.cl/dm3lik)
En
plenas elecciones presidenciales en Bolivia, la Comisión de Economía Plural de
la Cámara de Diputados del país sudamericano aprobó el contrato de asociación
suscrito entre la estatal Yacimiento de Litio Bolivianos (YLB) y la empresa
rusa Uranium One Group, que contempla el desarrollo, construcción y operación
de una planta de Extracción Directa de Litio (DLE) al sur del Salar de Uyuni.
La
alianza -que aún requiere del visto bueno del pleno de la Cámara-, implica una
inversión por parte de la firma rusa de US$ 975 millones y apunta a producir
hasta 14.000 toneladas anuales carbonato de litio grado batería por un periodo
de, al menos, 20 años.
Según
informó la estatal boliviana, como resultado del contrato conjunto, se
proyectan ingresos por sobre los US$ 4.000 millones por regalías, impuestos y
tasas, además de la creación de 1.500 empleos directos e indirectos.
La
alianza fue suscrita con la firma del gigante euroasiático en septiembre de
2024 y, una vez aprobado el contrato por las autoridades legislativas, se
efectuará el estudio de factibilidad del diseño final del proyecto. Concluida
dicha etapa, se realizará la consulta previa a las comunidades de la zona,
requisito obligatorio para la licencia ambiental.
La
iniciativa es el resultado de una convocatoria internacional lanzada en abril
de 2021 por el Gobierno boliviano, mediante YLB, para seleccionar a empresas
interesadas en invertir y desarrollar la cadena industrial del litio en el
país.
EL
PAÍS DE SUDAMÉRICA CATALOGADO “EL DUBÁI DEL ORO BLANCO”: POSEE UN CUARTO DEL
LITIO MUNDIAL, PERO SIGUE HUNDIDO EN UNA CRISIS ECONÓMICA
Este
país sudamericano posee un cuarto del litio conocido en la Tierra, pero sigue
sin aprovechar su potencial por una grave crisis económica.
La
República de Perú (https://n9.cl/fow2oc)
Aunque
es uno de los países con mayores reservas de litio en el mundo, con más de 23
millones de toneladas en el Salar de Uyuni, Bolivia vive una inflación
interanual del 25%, con reservas fiscales en niveles históricamente bajos y
largas filas de ciudadanos buscando combustible o productos básicos para sus
familias.
Desde
2008, el litio fue presentado como la gran oportunidad para convertir a Bolivia
en un centro industrial capaz de producir baterías y vehículos eléctricos. Sin
embargo, el proyecto ha quedado estancado en promesas incumplidas, contratos
paralizados y una fuerte resistencia social. Hoy, el sueño del "Dubái del
oro" parece más lejano que nunca, mientras el país enfrenta una profunda
inestabilidad política y económica.
¿Por
qué Bolivia, pese a tener enormes reservas de litio, sigue sumida en una
profunda crisis económica?
Los
analistas Juan Carlos Zuleta y Diego von Vacano, coinciden en que las causas
del estancamiento del litio en Bolivia son diversas. Entre ellas se destacan la
falta de tecnología avanzada, la escasez de personal calificado, errores
técnicos en la construcción de plantas industriales, la limitada transparencia
en las licitaciones y la polarización política, que ha obstaculizado la toma de
decisiones. Todo esto ha impedido que el litio pase de ser una promesa a
convertirse en un motor real de ingresos para el Estado.
A
estos problemas se añade el aislamiento geográfico del país, que no tiene
salida directa al mar para exportar sus productos, así como la persistente
desconfianza de las comunidades indígenas y organizaciones medioambientales.
Estos sectores alertan que los acuerdos con empresas extranjeras ponen en
peligro los ecosistemas y amenazan con repetir una historia en la que los
beneficios nunca alcanzan a la población local, como sucedió en el pasado con
el gas y otros recursos naturales.
¿Qué
papel jugaron Evo Morales y Luis Arce situación actual del litio en Bolivia?
En
2008, Evo Morales proclamó la "soberanía del litio" y apostó por un
modelo estatal para la explotación de este recurso. Su objetivo era no solo
producir carbonato de litio, sino también fabricar baterías y autos eléctricos
bolivianos. Sin embargo, después de 13 años de gobierno y millonarias
inversiones, solo se construyó una planta estatal cuya producción es tan
reducida que ni siquiera se registra a nivel internacional, lo que evidenció el
fracaso de este modelo.
Cuando Luis Arce asumió la presidencia, abrió
la puerta a la inversión extranjera, principalmente de empresas de China y
Rusia. Sin embargo, sus esfuerzos también enfrentaron fuertes críticas. La
oposición denunció la falta de transparencia en los contratos, las comunidades
locales reclamaron que los acuerdos firmados no eran beneficiosos para Bolivia.
Hoy, ambos líderes, que pasaron de ser aliados a rivales, se culpan mutuamente
por el fracaso de lo que fue la principal apuesta económica del país.
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