Está
claro que ninguna elección funciona como una simple suma o resta de votos. Pero
en este caso, podemos suponer que, aunque no todo el voto nulo correspondía al
apoyo de la candidatura de Evo o a quien él recomendara, muchos más votos
perdieron los candidatos de izquierda por su vergonzosa incapacidad para unirse
y defender las conquistas sociales del pueblo boliviano de los últimos 20 años.
La desmotivación la generaron no solo los múltiples errores de los gobiernos
del MAS ni el desastroso manejo que las autoridades le dieron a la crisis económica
presente, sino la inexistencia de un proyecto revolucionario en el partido,
sobre todo después de tanto tiempo en el poder y con la confianza popular que
se le entregó en las elecciones de octubre del 2020, cuando Luis Arce ganó con
más del 55 % de los votos.
Cuanto
más hondo se analice esta crónica de muerte anunciada, menos argumentos quedan
para justificar el autogol (ya que a Evo le gusta tanto el fútbol) de la
izquierda boliviana. Temo que no será solo para un periodo hasta las elecciones
próximas, sino por mucho más tiempo, ya que la historia reciente nos demuestra
que cuando en América Latina la derecha recupera el poder, moverla después de
ese lugar resulta ser cada vez más difícil.
Evo
Morales y su partido socialista han recibido un golpe histórico en las más
recientes elecciones presidenciales en Bolivia.
Tras
casi 20 años de dominación política, corrupción y estatismo de la peor escuela,
el MAS terminó con un solo escaño en el legislativo.
Se
trata de un nocaut histórico, ya que, por primera vez desde hace décadas, la
segunda vuelta del 19 de octubre enfrentará no a izquierdistas, sino a Rodrigo
Paz Pereira, de la centroderecha, y el conservador Jorge Tuto Quiroga —ambos
independientes del MAS— en una competencia que deja al caudillismo socialista
fuera del ring.
De
autoproclamado salvador indígena a imitar el populismo bolivariano
Evo
Morales emergió en el 2006 como el salvador indígena (financiado por Hugo
Chávez y protegido por Fidel Castro), con promesas de justicia social y la
nacionalización de recursos.
Sin
embargo, imitaba los gestos populistas de Chávez —desde helicópteros hasta
estadios—, y mientras su pueblo malamente sobrevivía, él levantaba un palacio
presidencial de 34 millones de dólares, con jacuzzi y saunas.
Bolivia
terminó hundida en corrupción, gasto público descontrolado y empresas estatales
que no rindieron. En 2019, tras acusaciones de fraude electoral confirmadas por
la OEA, Morales huyó a México como un líder derrotado. Su intento de regreso
sembró caos con acusaciones corrupción, tráfico humano y violencia política.
El
mito socialista terminó con la usual redistribución de miseria, corrupción y
desesperanza
Una
vez más, el mito socialista terminó con la usual redistribución de miseria,
corrupción y desesperanza por todo el país.
Sin
embargo, ahora Bolivia tiene la oportunidad de sumarse a Argentina, El
Salvador, Ecuador y Paraguay —todos enfocados en la libre empresa, seguridad,
responsabilidad fiscal y reducción del tamaño del estado.
Milei
ha implementado una desregulación radical de la economía (El Economista en
español); Bukele logró una tasa de homicidios histórica de apenas 1.9 por cada
100,000 habitantes, la más baja del hemisferio (Infobae, Wikipedia); Noboa
avanzó con reformas que atraen inversión extranjera y Pena ha logrado
establecer una economía de libre mercado con bajas tasas impositivas para
atraer las inversiones a largo plazo.
Desmontando
el mito de la inevitabilidad socialista
El
efecto domino de las elecciones bolivianas también desmorona el mito de la
inevitabilidad socialista. Y cada derrota los socialistas en las urnas reduce
su atractivo y hace que otros regímenes autoritarios como Cuba Venezuela y
Colombia pongas sus barbas en remojo.
Imaginen
un corredor de economía de libre mercado y estabilidad para inversiones entre
Argentina, Paraguay y Bolivia, donde el Mercosur podría dejar de ser un club de
estatistas para convertirse en un foco facilitador del desarrollo económico
(Americas Quarterly) y de competencia para atraer inversores, turistas y
empresarios nómadas.
El
mensaje de las urnas en Bolivia resuena muy claro en los fallidos bastiones
comunistas que han destruido América Latina por décadas.
Ciudadanos
cansados de pobreza, economías desastrosas y represión
La
propaganda castrista y chavista está quedando hueca frente a ciudadanos
cansados de pobreza, economías desastrosas y represión.
¿Y
EEUU? Claro, mira con interés: una Bolivia libre puede revitalizar el comercio
regional y reducir la injerencia de China y Rusia. Pero el verdadero motor del
cambio es sudamericano, no estadounidense.
Es
cierto que Bolivia tiene desafíos enormes: reconstruir la economía, combatir
corrupción, revitalizar turismo, minería y agricultura. Las soluciones no serán
de la noche a la mañana, pero algo cambió: el debate ya no es entre estatismo y
libertad, sino entre versiones de libertades orientadas al mercado. Eso es
histórico.
Aviso
contundente a los caudillos de izquierda
Este
resultado boliviano no es solo la caída de Morales. Es un aviso contundente a
los caudillos de izquierda: el socialismo encontró su límite electoral. Y
representa una chispa de esperanza para millones de latinoamericanos que han
vivido bajo gobiernos que prometen igualdad y entregan miseria.
¿Consejo
sano para los dictadores comunistas en América Latina? Hagan sus maletas y
prepárense para decir “Adiós Lola, y saludos a las muchachitas”. (https://n9.cl/ub3bb8)
BOLIVIA,
¿FIN DE CICLO?
Pese
al evidente giro a la derecha, las últimas elecciones bolivianas no modificaron
la estructura de tercios electorales que viene de 2005. Pero el MAS, que
conserva su núcleo duro, sufrió una gran pérdida de credibilidad en el
histórico «tercio en disputa».
Revista
Jacobin Lat. (https://n9.cl/kjcuyx)
Lo
ocurrido el 17 de agosto en Bolivia no puede entenderse sin considerar la
profunda crisis del MAS, el principal partido del país, que compitió
fragmentado en tres vertientes y con su líder más influyente, Evo Morales,
excluido del proceso. Grosso modo, los resultados reflejan un giro a la derecha
y también que el voto nulo/blanco se ubicó en segundo lugar, representando una
forma de acción política colectiva, especialmente entre comunidades campesinas.
Lejos de ser una expresión amorfa, este voto nulo encarna una deliberación
orgánica que ha caracterizado al evismo durante dos décadas.
De
todos modos, los votos nulos y blancos son una opción política pero no generan
representación estatal, por eso la Asamblea Legislativa Plurinacional aparece
dominada por una abrumadora mayoría entre las viejas derechas y la emergente
derecha populista.
La
Bolivia de los tres tercios
La
división en tercios refleja una constante histórica del comportamiento
electoral boliviano desde 2005. El primer tercio corresponde al voto duro del
MAS, articulado en torno al bloque indígena-campesino y popular urbano. Su
antagonista es el segundo tercio representado por la derecha neoliberal
tradicional, sostenida por sectores de clase media acomodada y por el aparato
mediático empresarial. El tercer tercio —el «tercio en disputa»— ha sido
históricamente un segmento más flotante, compuesto por sectores populares
urbanos, trabajadores informales y jóvenes en ascenso social. Durante dos
décadas, la mayoría de este último se articuló con el MAS, permitiéndole
victorias en primera vuelta. Sin embargo, en 2025, esta franja ha sido
capitalizada en gran parte por una derecha populista emergente, encabezada por
el binomio Rodrigo Paz /Edman Lara, lo que marca tendencias a un giro
ideológico en una parte considerable de los votantes.
La
sorpresiva victoria del binomio Paz/Lara
Rodrigo
Paz forma parte desde hace tiempo de las camarillas de políticos profesionales
de derecha. Su carrera política es, en gran medida, una herencia de su padre,
el expresidente Jaime Paz Zamora, por lo demás, carece de atributos que lo
distingan por mérito propio. Sin respaldo empresarial, permaneció durante años
en segunda fila. Su mayor acierto hasta ahora ha sido elegir como compañero de
fórmula a Edman Lara, un ex capitán de policía que se volvió viral mucho antes
de las elecciones gracias a sus videos denunciando la corrupción dentro de su
institución. Lara es, en efecto, el verdadero vencedor de la primera vuelta.
La
población está padeciendo un país donde los precios de los productos básicos
suben cada semana, escasea el combustible y se acumulan denuncias de corrupción
involucrando al presidente Arce. La corrupción estatal junto a la especulación
y el contrabando de combustible por parte de empresas privadas, ha generado
escenas de camiones esperando con desesperación su turno en los surtidores. A
ello se suma una red de extorsión armada por la banca privada, con complicidad
de los «entes reguladores» estatales, que custodia los dólares como señores
feudales sus tierras y los venden a comerciantes medianos y pequeños a precios
arbitrarios. Todo esto ha ido preparando el terreno para la irrupción de
interpeladores contingentes, como Lara, un hombre que grita contra la
corrupción y promete «acabarla en 15 días», reuniendo audiencias dispuestas a
escucharlo, aplaudirlo y votarlo.
Las
generaciones jóvenes de comerciantes minoristas, choferes de minibús,
trabajadoras precarizadas y albañiles, difícilmente se reconocen como
destinatarios de una protección efectiva por parte de los servicios públicos.
En la práctica, el único derecho realmente universalizado por el Estado
Plurinacional ha sido la educación primaria. Otros derechos fundamentales, como
el acceso a la salud o a una vivienda digna, continúan siendo promesas lejanas
para amplios sectores populares.
Para
estos grupos, el Estado no representa una garantía de bienestar, sino apenas un
gestor del llamado «movimiento económico»: una dinámica de consumo popular que
permite la subsistencia de pequeños emprendimientos individuales y familiares.
Esta función, más que redistributiva, es tolerada como mecanismo de
supervivencia. En síntesis, el poder político aparece deslegitimado no sólo por
su incapacidad para enfrentar la crisis económica, sino por su disposición a
lucrar con ella a través de redes de corrupción que profundizan el malestar
social.
La
vieja y conocida derecha neoliberal ha querido aprovechar el momento
dosificando su estado de histeria. Imitando con gestos caricaturescos el
fenómeno Milei en Argentina, promete privatizarlo todo como revancha por los
veinte años de «socialismo» que, según su relato, llevaron a Bolivia al
colapso. Sin embargo, más allá de su base social tradicional, le cuesta ser
creíble. Sus candidatos arrastran largos historiales como benefactores de los
ricos, operadores de intereses estadounidenses y representantes de empresas
transnacionales. Por eso, su discurso no logra conectar con amplias franjas del
mundo popular, que reciben de la derecha clásica un tufo persistente de
elitismo y racismo apenas disimulado.
De
igual forma, todas las fracciones del ex MAS han perdido legitimidad en ese
mismo tercio flotante que antes le daba rotundas victorias en las urnas. Se
suele atribuir esta pérdida a dos causas principales: la crisis económica y las
profundas divisiones internas. Ambas están estrechamente entrelazadas,
configurando en el MAS un conservadurismo político que ha paralizado cualquier
intento de renovación.
El
único candidato de la izquierda que aparecía con alguna posibilidad, Andrónico
Rodríguez, condujo una campaña electoral conservadora en sentido estricto.
Habló de «cuidar» las conquistas del proceso, y por temor a provocar una
«guerra sucia» por parte de la derecha, evitó levantar consignas que plantearan
reformas creíbles. Su campaña, timorata por diseño —no por juventud ni falta de
recursos—, no logró despertar entusiasmo ni impedir que la maquinaria
comunicacional de la derecha lo atacara con virulencia.
Por
su parte, Evo Morales, marginado mediante maniobras turbias del gobierno de
Luis Arce y del poder judicial, optó por llamar al voto nulo. Con ello confirmó
que entre su objetivo de imponerse como «el único candidato del pueblo» y los
medios para lograrlo no existen puentes. Los números lo ratifican como el líder
popular más influyente y le permiten a su vez regodearse del fracaso de sus ex
compañeros «traidores». Sin embargo, ese capital simbólico no se ha traducido
en avances concretos respecto a una política, un programa o una estrategia
capaces de rearticular una voluntad mayoritaria con proyección estatal.
Una
de las lecciones clave de todo esto es que las manifestaciones del malestar
económico nunca son meramente «condiciones objetivas». El descontento frente a
la crisis es producido y moldeado por la lucha política. En esa disputa por el
sentido, la derecha ha logrado avanzar significativamente mediante un relato
que culpa al «modelo económico masista» y al «socialismo» de todos los males.
Ha instalado una narrativa que presenta la crisis como consecuencia directa de
la intervención estatal, ocultando las dinámicas estructurales —como la
dependencia externa y la concentración del excedente en manos privadas— que la
preceden y profundizan.
La
izquierda, en cambio, no ha conseguido articular un relato antagónico
coherente. Se ha limitado a advertir los peligros del retorno de la derecha
neoliberal al poder, lo que ha servido para desprestigiar a los políticos de la
vieja derecha, pero no para posicionarse como una alternativa creíble de
solución. Ese vacío político ha sido ocupado, al menos coyunturalmente, por el
fenómeno populista de derecha encarnado en el ex capitán Lara, cuya irrupción
expresa tanto el agotamiento del relato del MAS como las limitaciones de la
derecha señorial. La izquierda debe mostrar que la crisis actual es resultado
del retroceso del Estado en la apropiación del excedente social, y expresar esa
crítica en un programa renovado de reformas económicas. Un programa que no se
limite a paliar los síntomas del colapso, sino que apunte a transformar las
condiciones materiales de vida, haciendo efectivamente mejor la existencia
cotidiana de las mayorías.
No
es la «crisis del modelo económico», es la dependencia
Las
reformas neoliberales de los años ochenta profundizaron la primarización de la
economía boliviana, orientada hacia la exportación de materias primas, y
debilitaron su ya frágil industria nacional, que abastecía el mercado interno.
Como resultado, creció la importación de mercancías. El sector comercial, antes
monopolizado por élites de apellidos extranjeros, se diversificó
progresivamente, incorporando a sectores populares. Sin embargo, durante los
veinte años de neoliberalismo (1985–2005), el dogma de la contracción monetaria
limitó la expansión del mercado interno, restringiendo el crecimiento de ese
nuevo circuito popular ligado al comercio.
El
verdadero auge comercial llegó con la gestión del MAS, sobre todo en el período
2008 a 2015. La mayor captación del excedente generado por la exportación de
gas permitió una expansión inédita de la inversión pública, ensanchando la
economía boliviana como nunca antes. Pero esta expansión no estuvo acompañada
por un fortalecimiento de la producción interna capaz de abastecer el consumo
nacional. Por ello, gran parte del excedente volvió a salir del país mediante
la importación de mercancías, con todo lo que implica importar en un país
mediterráneo.
Como
señalan los clásicos de la Teoría Marxista de la Dependencia, el ciclo del
capital en países como Bolivia se caracteriza por la separación estructural
entre los procesos de producción y circulación de mercancías. Mientras la
producción se orienta a la exportación (gas, minerales, soya, ganado), la
circulación interna se basa en el intercambio de bienes importados. El llamado
«modelo económico del MAS» no rompió —ni siquiera de forma tendencial— con este
patrón dependiente; más bien lo reprodujo en escala ampliada.
A
ello se suma un agravante: ante la debacle de la producción de hidrocarburos,
el excedente exportado comenzó a ser capturado crecientemente por la empresa
privada, que lo consume de forma improductiva y cuya carga financiera recae
sobre el Estado. Esta variable —que teóricamente debió ser regulada por el
gobierno del MAS— fue dejada a la deriva. La ruina de la administración
económica que permitió a la derecha derrotar ideológicamente al MAS tiene sus
raíces en este proceso material de dependencia. Aquí se constituye además la
base del poder económico de las clases dominantes bolivianas —agroindustriales
y financieras, principalmente— profundamente antinacionales, las cuales
parasitan la renta nacional mientras fugan sus dólares a paraísos fiscales.
Qué
esperar de la segunda vuelta
El
análisis expuesto permite pensar en una alta probabilidad de la victoria en
segunda vuelta del binomio Paz/Lara. No obstante, la derecha mejor organizada
—cuyo candidato más votado, Tuto Quiroga, quedó en tercer lugar detrás de Paz y
del nulo/blanco— está articulando un esquema de poder que le permitirá
controlar el próximo gobierno, independientemente de quién gane el balotaje.
Los políticos profesionales operan con el respaldo del poder económico cruceño
y de la ultraderecha internacional, para consolidar un «gobierno de acuerdos y
consensos»: es decir, un gobierno firme en la aplicación del ajuste económico
contra la población, en la concesión de beneficios a la banca y agroindustria,
en la apertura a la inversión extranjera para la entrega de recursos naturales.
Rodrigo Paz, probable futuro presidente, no muestra el menor reparo en
transitar ese camino.
Sin
embargo, esta operación del poder concentrado está enfrentando un escollo
inesperado: el «capitán» Lara. Su estilo histriónico, dirigido a audiencias
populares, ha comenzado a irritar a los comandantes del bloque derechista, que
han lanzado una campaña comunicacional para reprochar sus «malas formas» y
asociarlo al masismo —esa entidad demonizada que creían haber sepultado con el
resultado electoral. Lara, enamorado de su propia popularidad, se resiste a
abandonar el atrevimiento. Cada vez que toma un micrófono o aparece en TikTok,
reafirma que no se entregará a los «viejos políticos». Sus declaraciones
refuerzan su magnetismo popular, generando un bucle de legitimación que, sin
embargo, tiene límites objetivos.
Como
es evidente, llegará el momento en que Lara descubra que hacer política no
consiste únicamente en cosechar aplausos ni likes en redes sociales. Las
correlaciones de fuerza reales imponen límites a la bravuconería y a la venta
de ilusiones. Más allá de su viralidad digital, Lara carece de estructura
partidaria, de organizaciones de base que lo respalden, y —a decir verdad—
tampoco parece tener una idea clara de lo que implica ser vicepresidente del
Estado. Su interpelación a las masas, aunque ruidosa, no ha logrado articular
un conjunto mínimamente coherente de demandas económicas, políticas y sociales.
Es un discurso de contenido moralizador y hasta reaccionario, pero amorfo.
En
la espiral de sus alocuciones, ha prometido aumentos sustantivos a los
subsidios sociales para escolares y ancianos, mientras el bloque con el que
gobernará prepara políticas empobrecedoras. Ha jurado que será implacable con
la corrupción, incluso denunciando a su propio presidente si fuera necesario,
mientras la coalición gobernante se frota las manos ante las oportunidades de
latrocinio y desfalco estatal. Con el énfasis de un ilusionista, Lara ha
sentenciado: «Si los defraudo, cuélguenme», olvidando que en Bolivia defraudar
es fácil y ser colgado es una metáfora que roza lo literal.
¿Qué
se ha cerrado y qué sigue abierto?
Bolivia
ya no tiene partido hegemónico de izquierda y las elecciones han arrojado una
relación de fuerzas políticas donde la derecha controla los tres poderes del
Estado. Esta correlación, empero, no sólo no se corresponde con la que existe
entre las fuerzas sociales, sino que el candidato más votado, Rodrigo Paz, no
hizo campaña a favor del programa que quiere aplicar. Su voto viene de sectores
vulnerables, los más afectados si se aplican planes como los del FMI. En esa
medida, las elecciones no han resuelto nada, la crisis sigue su curso y su
desenlace sigue abierto. La izquierda tiene una oportunidad si entiende que no
basta con resistir los embates de la derecha y propone un horizonte creíble a
las masas. Para resolver este enigma, la izquierda tiene mucho que aprender de
los últimos 20 años y está urgida a evitar los errores todavía persistentes que
amenazan su existencia como fuerza con arraigo popular.
BOLIVIA:
EL SUICIDIO DEL MAS
Diario
Panorama de Argentina (https://n9.cl/2ecl6)
Para
la segunda vuelta del 19 de octubre quedaron los dos candidatos de la derecha:
Rodrigo Paz (con 32,06 % de votos), del Partido Demócrata Cristiano, del
"centro", lo que en Latinoamérica suele representar a la derecha; y
Jorge Quiroga (26,7 %), de la Alianza Libre, de la "derecha", que en
realidad representa a la ultraderecha. Es casi seguro que el próximo presidente
boliviano será Paz, porque el electorado de la izquierda que esta vez decidió
regalar el poder a la derecha, votará "por el mal menor".
La
izquierda, o más bien, los que se autodenominan así, en los últimos años
estuvieron divididos en dos bandos irreconciliables dentro del partido MAS
(Movimiento al Socialismo), representados por su líder histórico y expresidente
Evo Morales y el actual presidente de la nación, el economista Luis Arce.
En
vísperas de las elecciones, la izquierda boliviana, en vez de unirse, se
dividió en tres, generando así un resultado desastroso: el 8,59 % de votos para
Andrónico Rodríguez, el candidato de la Alianza Popular (que salió del MAS); el
3,17 % para Eduardo Castillo (del MAS); y como a Evo Morales se le impidió
legalmente la participación en los comicios, él llamó al voto nulo para
invalidar las elecciones y este voto llegó al 19,87 %. Con el simple ejercicio
matemático de sumar estos números nos da un resultado total del 31,63 %, lo que
garantizaba a la izquierda boliviana su participación en la segunda vuelta
electoral y una posibilidad de victoria.
Está
claro que ninguna elección funciona como una simple suma o resta de votos. Pero
en este caso, podemos suponer que, aunque no todo el voto nulo correspondía al
apoyo de la candidatura de Evo o a quien él recomendara, muchos más votos
perdieron los candidatos de izquierda por su vergonzosa incapacidad para unirse
y defender las conquistas sociales del pueblo boliviano de los últimos 20 años.
La desmotivación la generaron no solo los múltiples errores de los gobiernos
del MAS ni el desastroso manejo que las autoridades le dieron a la crisis económica
presente, sino la inexistencia de un proyecto revolucionario en el partido,
sobre todo después de tanto tiempo en el poder y con la confianza popular que
se le entregó en las elecciones de octubre del 2020, cuando Luis Arce ganó con
más del 55 % de los votos.
Cuanto
más hondo se analice esta crónica de muerte anunciada, menos argumentos quedan
para justificar el autogol (ya que a Evo le gusta tanto el fútbol) de la
izquierda boliviana. Temo que no será solo para un periodo hasta las elecciones
próximas, sino por mucho más tiempo, ya que la historia reciente nos demuestra
que cuando en América Latina la derecha recupera el poder, moverla después de
ese lugar resulta ser cada vez más difícil.
Casi
inmediatamente después de la publicación de los primeros resultados de estos
comicios, el exvicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera opinó en el
periódico mexicano La Jornada: "…
Por un lado, un mediocre economista que está por casualidad como
presidente y que creyó que podía desplazar al líder carismático indígena (Evo)
proscribiéndolo electoralmente. Por otro, el líder que, en su ocaso, ya no
puede ganar elecciones, pero sin cuyo apoyo tampoco se gana, y que se venga
ayudando a destruir la economía sin comprender que en esta hecatombe también se
está demoliendo su propia obra. El resultado final de este miserable
fratricidio es la derrota temporal de un proyecto histórico y, como siempre, el
sufrimiento de los humildes, que nunca fueron tomados en cuenta por los dos
hermanos embriagados de estrategias personales…".
Varios
medios occidentales presentaron el análisis del proceso electoral boliviano
alrededor de la lucha que existe por el control del litio en la región y sus
intereses, ya que se reconoce el ansia mundial por este recurso estratégico. Su
discurso es que hay un enfrentamiento para apoderarse de dicho mineral, entre
EE.UU. y China-Rusia. Propongo mirar esta situación desde otro ángulo, el del
pueblo boliviano y sus intereses.
Según
un informe del Servicio Geológico de EE.UU., Bolivia tiene más litio que
cualquier otro país del mundo, 23 millones de toneladas; unas dos toneladas de
litio por cada habitante. Creo que es evidente que esta enorme riqueza debería
servir para el desarrollo y la soberanía del país y, sobre todo, para mejorar
la calidad de vida de los ciudadanos bolivianos. Lamentablemente, en los
últimos 20 años de gobiernos del MAS, esto no sucedió. Hubo muchos discursos,
promesas y declaraciones. Hoy, ante el fracaso, solo tenemos más explicaciones
y excusas, del por qué este, un gobierno del pueblo, que realmente fue capaz de
hacer tan importantes e históricos cambios, no pudo aprovechar la principal
riqueza mineral de su país.
Alguien
dirá que ya no importa. Creo que en realidad importa cada vez más, porque en
esta dura lección no se trata solo de Bolivia. En el espejo de Bolivia podemos
ver las nuevas estrategias coloniales del mismo Occidente de siempre, que hace
más de tres siglos con los mismos fines vaciaba el Cerro Rico de Potosí,
llenando de plata al "mundo civilizado" y dejando a los mineros
indios morir de silicosis.
Ahora
todos los partidarios y defensores del gobierno de izquierda en Bolivia
hablarán de errores, falta de profesionalismo y mala gestión del recurso, que
impidió el desarrollo de la industria, que hubiera podido cambiar la historia
del país. Puede ser cierto, pero no lo es todo. No me cabe duda que, mientras
los dirigentes del MAS peleaban entre ellos por el poder y por su lugar en la
historia, miles de pequeños oportunistas de todo tipo ingresaban al partido
para no quedarse fuera del festín. Los enemigos externos e internos en las
comunidades indígenas del Altiplano, dentro del Congreso y en la empresa
estatal Yacimientos de Litio Bolivianas hacían su trabajo para impedir que el
proyecto prosperara. El litio debía mantenerse reservado para cuando volvieran
sus dueños norteamericanos.
Los
proyectos chinos y rusos no son de beneficencia, son negocios capitalistas,
pero a gran diferencia de los inversionistas occidentales, jamás condicionaron
sus inversiones a temas políticos o sociales, sino que se trataba de negocios
entre iguales, con la necesidad de un beneficio mutuo. Seguramente era bonito
escuchar los discursos irresponsables de muchos, de que el litio es boliviano y
en vez de materia prima Bolivia exportará solo productos altamente tecnológicos
de litio. La demagogia, multiplicada con ignorancia, logró el objetivo: un año
de producción de litio boliviano ahora equivale a unos tres o cuatro días de
producción chilena, teniendo Bolivia mucha más cantidad de recursos naturales.
Varios
especialistas bolivianos, desde hace tiempo, comentaban que la oposición a los
negocios con las empresas chinas y rusas en la región de Potosí, el centro
neurálgico de la industria de litio, despertaba sospechas. Entrevistado por el
canal de televisión latinoamericano teleSUR, el experto boliviano en estrategia
militar Samuel Montaño señaló: "Es extraño que sectores opositores y
cívicos de Potosí rechacen estos proyectos, pero no cuestionen a las
trasnacionales estadounidenses que ya operan en Chile y Argentina… En Chile se
promovió la participación europea en el litio para desplazar a China. Aquí se
repite el guion”.
Y
es que hablar tanto del litio en esta coyuntura me parece fundamental, porque
es un buen ejemplo de lo que pasó con el proyecto revolucionario del MAS, que
tantas esperanzas despertó y no solo en Bolivia. Una gran oportunidad histórica
carcomida por dentro por todas las pequeñeces humanas de los líderes que no
supieron hacerse cargo del gran proceso que iniciaron. No quiero que suene a un
réquiem, habrá otros análisis, miradas críticas y honestas y muchas luchas
nuevas. Lo más importante que podemos hacer con nuestra historia es aprender de
ella.
Incluso,
si hubiera resultado lo del proyecto con la producción de litio, incluso si el
partido MAS no se hubiera dividido, si no existiera la crisis económica de
ahora… igual, creo que al proceso revolucionario boliviano le faltó lo más
esencial e importante: la intención de construir al Hombre Nuevo, ese a quien
toda la vida buscó un guerrillero argentino, cubano, latinoamericano, mundial,
caído en Bolivia. Ese Hombre Nuevo sin el cual ninguna revolución es
revolución, porque sin él no tiene sentido ningún éxito económico o político.
BOLIVIA
Y EL TRIUNFO DEMOCRÁTICO
Diario
Los Andes de Argentina (https://n9.cl/lbvk2)
Bolivia
vivió el pasado 17 de agosto una jornada electoral que marcará un antes y un
después en su historia política. Tras casi dos décadas de hegemonía del
Movimiento al Socialismo (MAS), los resultados oficiales presentados por el
Tribunal Supremo Electoral (TSE) confirmaron un inédito escenario: una segunda
vuelta entre dos candidatos opositores, Rodrigo Paz Pereira, del Partido
Demócrata Cristiano (PDC), y Jorge “Tuto” Quiroga Ramírez, de la alianza Libre.
El país entra así en un nuevo ciclo político, cuyo mayor valor radica en la
demostración de que la democracia boliviana ha logrado preservar la
alternabilidad en el poder y un desarrollo pacífico del proceso, a pesar de las
tensiones que dominaron el ambiente en los últimos años.
El
resultado tiene múltiples lecturas. Por un lado, el MAS, que gobierna Bolivia
desde la llegada de Evo Morales en 2006, sufrió un retroceso sin precedentes:
apenas obtuvo dos diputados y quedó sin representación en el Senado. Su
candidato, Eduardo del Castillo, consiguió un escaso 3,17 % de los votos,
apenas lo suficiente para mantener la personalidad jurídica del partido. Se
trata de un golpe político que refleja no solo el desgaste natural tras años de
gobierno, sino también la fractura interna entre Morales y el presidente
saliente, Luis Arce, cuyo enfrentamiento debilitó a la izquierda oficialista
hasta el extremo.
Por
otro lado, el balotaje del 19 de octubre reunirá a dos líderes de centro y
centroderecha con visiones distintas, pero que comparten un compromiso común
con la democracia y con la necesidad de estabilizar un país que atraviesa una
de las crisis económicas más profundas de su historia reciente. Rodrigo Paz,
con 32,06 % de los votos, llega como el candidato mejor posicionado, mientras
que Quiroga, ex presidente entre 2001 y 2002, lo sigue con 26,70 %. Ninguno
tiene asegurada la victoria: el desenlace dependerá de las alianzas que logren
tejer con fuerzas como la de Samuel Doria Medina, que obtuvo un 19,69 %, o con
los bloques menores que alcanzaron representación legislativa.
Este
escenario de pluralidad, aunque desafiante, puede ser leído como un signo
saludable. Por primera vez en mucho tiempo, ningún partido controla la mayoría
absoluta en la Asamblea Legislativa. Ello obliga al diálogo, la construcción de
consensos y el ejercicio de una política más transparente, menos concentrada en
caudillos y más atenta a las necesidades de la ciudadanía. En una democracia
madura, la alternabilidad en el poder no es una amenaza, sino una garantía de
renovación.
El
proceso electoral también dejó enseñanzas sobre la participación ciudadana.
Aunque los votos nulos y blancos alcanzaron un inusual 22,37 %, la concurrencia
masiva a las urnas demuestra que los bolivianos siguen confiando en la vía
democrática para expresar su voluntad. El presidente del TSE, Óscar
Hassenteufel, agradeció la presencia de misiones internacionales de observación
electoral de la Unión Europea y la OEA, lo que otorgó legitimidad y
transparencia al proceso. Que el país haya llegado a esta instancia sin mayores
episodios de violencia, pese a la intensa polarización previa, es en sí mismo
un triunfo de la institucionalidad.
No
debe minimizarse el simbolismo de este momento. Bolivia es un país acostumbrado
a los sobresaltos políticos, los quiebres institucionales y los ciclos de
confrontación. Hoy, sin embargo, ha demostrado que puede conducir un cambio de
ciclo de manera pacífica. El encuentro entre Rodrigo Paz y el presidente Arce
para hablar de una transición ordenada, es una señal alentadora. Aunque Quiroga
decidió no asistir, su postura crítica también forma parte de un debate
democrático que enriquece la pluralidad de voces.
Queda
claro que los próximos meses no estarán exentos de dificultades. La crisis
económica, marcada por inflación, déficit fiscal y desempleo, será la prueba
más dura para el próximo presidente. Además, la fragmentación política obligará
a pactos legislativos que no siempre serán fáciles de alcanzar. Pero lo
esencial es que Bolivia tiene hoy la oportunidad de abrir paso a una etapa
donde la negociación y el respeto al adversario se conviertan en norma.
La
alternabilidad es una condición para que la sociedad boliviana pueda respirar
nuevos aires. Incluso en medio de la polarización, la democracia se sostiene
cuando los ciudadanos creen en ella.
Hoy
Bolivia escribe una nueva página de su historia. Quien resulte vencedor en el
balotaje tendrá la responsabilidad de gobernar no solo para sus electores, sino
para todo un país que anhela estabilidad, desarrollo y justicia.
Desde
aquí, deseamos lo mejor a Bolivia en esta nueva etapa. Que la madurez cívica
demostrada en las urnas sea el pilar de una democracia cada vez más sólida,
inclusiva y respetuosa.
BOLIVIA:
GATOPARDISMO ANDINO CARIBEÑO
El
régimen tiene capturada a Bolivia desde el 2003. El cuartel general de esta
organización criminal se encuentra en La Habana. Ergo, el país no es más que un
satélite en su franquicia delictiva. ¿Se percató que ninguno de los dictadores
del socialismo del siglo XXI manifestó preocupación por lo sucedido el 17 de
agosto? La respuesta es fácil, saben que no pasó nada.
Panam
Post de Panamá (https://n9.cl/n5v1d)
El
proceso electoral boliviano, realizado el pasado 17 de agosto, sorprendió a más
de uno, pues a nivel internacional se vende como un triunfo contra el
Socialismo del Siglo XXI y el fin de la izquierda en el país. Lo siento, pero
no hay nada más alejado de la verdad. Veamos:
Primero,
el ganador de la primera vuelta, Rodrigo Paz, es el hijo del expresidente Jaime
Paz Zamora, que, entre otras cosas, fue parte del gobierno de la UDP en los 80,
los mismos que llevaron a Bolivia a una hiperinflación del 27000%, y en los 90
invitó a Bolivia al propio Fidel Castro. De hecho, Paz Zamora salió de su
jubilación para recobrar el protagonismo en la política boliviana. Además, la
gran cantidad de gente cercana a Morales que ahora aparece en las filas del
Partido Demócrata Cristiano (PDC) es otro elemento de sospecha.
Segundo,
la tranquilidad con la que Luis Arce Catacora y Evo Morales tomaron la victoria
del PDC. No sería de extrañar que exista una ayudita de parte del régimen para
montar en el poder a Rodrigo Paz, ¿razones? Impunidad y, la más peligrosa, usar
a Edman Lara, candidato a vicepresidente, como comodín para el retorno de Evo
al poder. De hecho, es muy llamativa la euforia mostrada por Evo Morales ante
la votación, «más que de Rodrigo, del capitán Lara», según sus propias
palabras. Hay un refrán que dice: «Lo que se ve no se pregunta», frase que
aplica perfectamente a las simpatías que sienten los sectores cocaleros por
Lara.
Tercero,
los discursos incendiarios llenos de populismo muy al estilo de Hugo Chávez o
Evo Morales. Obviamente, la gestión económica y la construcción de
institucionalidad no aparecen, ni siquiera ligeramente mencionadas, en medio de
las bravuconadas de Lara. Al respecto, Emilio Martínez, en su artículo: Un
presidente fusible y un vice evista, expresa: En el poder, este presidente
fusible no podrá manejar la crisis inflacionaria ni el estallido social
planificado. Será un nuevo Siles Zuazo. En la circunstancia indicada, asumiría
la primera magistratura el capitán Lara, la carta de Evo para retomar el poder.
Para
el socialismo del Siglo XXI lo importante es sostener el régimen. Entonces,
pueden crear partidos comadreja. Es decir, oposición por fuera, pero
oficialismo por dentro. Alegrarse porque el MAS no tendrá representación en el
congreso es mirar el árbol, pero olvidar el bosque. En todo análisis hay que
separar el régimen, los partidos y el gobierno.
El
régimen tiene capturada a Bolivia desde el 2003. El cuartel general de esta
organización criminal se encuentra en La Habana. Ergo, el país no es más que un
satélite en su franquicia delictiva. ¿Se percató que ninguno de los dictadores
del socialismo del siglo XXI manifestó preocupación por lo sucedido el 17 de
agosto? La respuesta es fácil, saben que no pasó nada.
Esto
nos lleva a la siguiente parte, el régimen ha decidido sacrificar el Movimiento
Al Socialismo para conservar el poder. Un gatopardismo con sabor andino –
caribeño de cambiar todo, para que, al final, todo siga igual.
Con
todo, en Bolivia la segunda vuelta se configura así: El PDC con unas propuestas
irresponsables, como esa de dar créditos subsidiados. Por su parte, ‘Tuto’
Quiroga con un plan típicamente keynesiano y un gradualismo muy peligroso. Bajo
esas opciones, las cosas están incluso peores que antes del 17 de agosto. Si me
preguntan, dentro de todo lo malo, la alternativa de Quiroga es, por lo menos,
predecible. Es decir, sabemos más o menos por donde meterá la pata.
NI
A LA PERUANA NI A LA BOLIVIANA
“Más
allá de si hacemos las cosas a la peruana o a la boliviana, lo importante es
que perdure una real democracia”.
El
Comercio de Perú (https://n9.cl/w62rn)
A
propósito del ascenso en las encuestas del virtual candidato presidencial
Rafael López Aliaga, sorprendentemente seguido ahora de Keiko Fujimori, abundan
comentarios, aunque prematuros, respecto de que en abril del 2026 podría
replicarse en el Perú el reciente resultado electoral de Bolivia: el pase a la
segunda vuelta del centrista Rodrigo Paz y del derechista Jorge ‘Tuto’ Quiroga,
con propuestas que han dejado fuera a la izquierda.
El
Perú ya conoció en el 2016 un fenómeno similar cuando Pedro Pablo Kuczynski y
Keiko Fujimori pasaron a la segunda vuelta, en una oportunidad histórica de
gobernabilidad para el país tirada por la borda a la hora de insistir, ambos
competidores, una vez confirmado el triunfo del primero, en una confrontación
radical que los llevaría a una batalla de autodestrucción acelerada. Tras la
renuncia de Kuczynski en el 2018, lo sucedería su vicepresidente Martín
Vizcarra, el mismo que un año después, en el 2019, disolvería el Congreso de
amplia mayoría fujimorista (73 escaños).
Así
terminó la expectativa del 2016 en el Perú del pase a la segunda vuelta de dos
fuerzas políticas de propuestas similares. Es más, fue el comienzo de una
crisis política profunda. Un año después de la disolución del Congreso de
mayoría fujimorista, Vizcarra fue vacado por el nuevo Congreso elegido
precisamente bajo sus fracasadas reglas de reforma política. A Vizcarra lo
sucedieron Manuel Merino y Francisco Sagasti, bajo cuya convocatoria a
elecciones, en el 2021, accedió al poder Pedro Castillo, pero solo hasta el 7
de diciembre del 2022, cuando fue detenido y, posteriormente, procesado por
atentar contra el orden constitucional en un fallido golpe de Estado.
"Diario El Comercio. Todos los derechos reservados."
No
sabemos si en el Perú podremos experimentar una segunda vuelta a la boliviana,
en una réplica de lo que ya vivimos en el 2016, como tampoco sabemos si la
disputa entre Paz y Quiroga puede ser el comienzo de una gobernabilidad de
reconstrucción de Bolivia, o el comienzo, si es que ambos competidores eligen
confrontar en lugar de conciliar, de una nueva etapa oscura en el país del
altiplano, como si no hubiesen aprendido la lección de 20 años de socialismo
autoritario con Evo Morales.
Ni
la experiencia electoral peruana ni la experiencia electoral boliviana sirven
de modelo para uno y otro país. El mejor modelo será siempre el que a cada cual
le dicte su Estado de derecho democrático. Bolivia ha hecho uso de ello a
través de su Órgano Electoral Plurinacional, presidido impecablemente por Óscar
Hassenteufel Salazar. El Jurado Nacional de Elecciones del Perú también tiene
en Roberto Burneo Bermejo a un impecable presidente, no dispuesto (esperamos
que así sea) a admitir ni reeditar las irregularidades que caracterizaron los
procesos del 2016 y 2021.
Más
allá de si hacemos las cosas a la peruana o a la boliviana, lo importante es
que aquí y allá perdure una real democracia, muy lejos de las polarizaciones y
confrontaciones destructivas, y más bien muy cerca de acuerdos, alianzas y
concertaciones, que es lo que no hemos aprendido a hacer bien hasta hoy.
"Diario El Comercio. Todos los derechos reservados."
CENTRISTA
RODRIGO PAZ: CON "PRAGMATISMO" Y "CAPITALISMO PARA TODOS"
AFRONTARÍA CRISIS EN BOLIVIA
Independent
en Español (https://n9.cl/pss82p)
El
senador centrista Rodrigo Paz, quien sorprendió en la primera ronda de las
elecciones en Bolivia, espera volver a contar con el voto diverso para
imponerse en el balotaje del 19 de octubre.
Y
de cara a esa crucial votación, afirma que con “pragmatismo" y moderación
se propone encarar los problemas del país andino, en caso de cantar victoria,
eliminando el subsidio a los combustibles —considerado una de las mayores
cargas — aunque sin retirar el apoyo a algunos sectores sociales.
En
una entrevista con The Associated Press el lunes, Paz —quien dio la sorpresa el
17 de agosto al sacar el mayor caudal de votos en las elecciones
presidenciales, seguido por el expresidente y candidato conservador Jorge
“Tuto” Quiroga — espera llevar a la práctica su lema de campaña de
"capitalismo para todos”.
Él
y su compañero de fórmula, el expolicía Edman Lara, ofrecieron una imagen
relativamente nueva en una contienda sin inspiración, dominada por la misma
dualidad de siempre entre el partido gobernante, el Movimiento al Socialismo
(MAS), y los partidos conservadores tradicionales controlados por la élite
adinerada de Bolivia.
Lara
carece de experiencia política, pero alcanzó gran fama cuando fue expulsado de
la policía tras denunciar a altos oficiales por corrupción en videos virales de
TikTok.
Aunque
el padre de Paz —el expresidente Jaime Paz Zamora (1989-1993), radical de
izquierda convertido en neoliberal— representa a la élite política que Lara
ridiculiza públicamente, este congresista de base nacido en España durante el
exilio de sus padres tenía poco reconocimiento nacional antes de emerger como
candidato principal el mes pasado.
Paz
y Lara atrajeron a votantes de todo el espectro político con una plataforma que
combinaba la desregulación económica y la reducción de gastos para acabar con
la escasez de combustible y la inflación galopante, con programas sociales como
el aumento de las pensiones y la renta universal para las amas de casa.
El
lunes, Paz prometió que su gobierno eliminaría los costosos subsidios a los
combustibles en Bolivia, pero mantendría la asistencia para escolares y adultos
mayores.
“No
vamos a perjudicar la salud, la educación, la inseguridad ciudadana ni las
prestaciones sociales”, declaró a la AP, argumentando que la eliminación de la
corrupción y el despilfarro estatales restablecería el orden fiscal y
permitiría al gobierno brindar una red de seguridad a los bolivianos más
vulnerables.
Por
ejemplo, el candidato, de 57 años, mencionó que impulsaría un fondo para
respaldar a los estudiantes y adultos mayores en el pago de los servicios de
transporte, para lo cual les provería de una tarjeta bancaria.
Paz
no quiso, empero, profundizar o precisar montos sobre esa y otras propuestas.
Tampoco fue enfático sobre su iniciativa de campaña de aumentar el pago mensual
a los jubilados en más de cinco veces, hasta el equivalente a casi 300 dólares,
una promesa que los críticos dicen evoca el populismo del gobernante movimiento
de izquierda que dominó la política en las últimas dos décadas y al que achacan
la crisis.
“No
se puede llamar ‘gasto’ a la salud, ni a la educación. Eso es rentabilidad
social”, planteó Paz desde su apartamento, repleto de obras de arte, en un
barrio adinerado de La Paz.
Ante
las criticas de que sus medidas pueden sonar populistas, él negó que se trate
de un "populismo demagógico”.
“Es
(populismo) democrático. Eso es otra cosa y la gran mayoría quiere ese tipo de
decisiones”, acotó.
En
cuanto al futuro del expresidente Morales —otro desafío que espera al futuro
líder del país— Paz dijo que "como cualquier otro boliviano se le tiene
que aplicar la ley... Así que lo que va a acontecer está claro, que no se va a
escapar en un avión”.
Morales
sigue atrincherado en su feudo del Chapare, en el centro del país, donde ha
desafiado al poder y a la justicia.
Paz
aseguró, por otro lado, que la administración de justicia debe cambiar. “No es
el presidente el que manda a encarcelar, aunque durante 20 años era el
presidente quien mandaba y acusaba a los encarcelados por voluntad
presidencial”, criticó.
Paz
también está apelando estos días a los sentimientos nacionalistas en política
económica previo al balotaje.
El
lunes, declaró que como líder del país mantendría las empresas estatales
estratégicas en manos públicas, privatizando solo las empresas con pérdidas y
dándole prioridad a compradores bolivianos.
Descartó,
asimismo, un paquete de rescate del Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque
está de acuerdo en proponer una renegociación de la deuda externa.
“Creo
que en principio Bolivia no requiere préstamos”, aseguró Paz, aunque abrió la
posibilidad de que para el álgido tema de los hidrocarburos se va a “recurrir
evidentemente a todo lo que ayude a Bolivia”.
PRESIDENCIABLE
BOLIVIANO ESPECULA SOBRE CARABINEROS Y ROBO DE AUTOS: "¿NO SERÁN ELLOS LOS
LADRONES?"
El
democratacristiano Rodrigo Paz respondió con dureza a las críticas de un
candidato UDI a diputado por Arica. "Debería preocuparse de por qué no
pueden proteger su frontera y qué pasa con su policía", fustigó.
Radio
Cooperativa de Chile (https://n9.cl/ndawp)
El
abanderado a la presidencia de Bolivia Rodrigo Paz -favorito para ganar el
balotaje del 19 de octubre ante el exmandatario Jorge "Tuto" Quiroga-
lanzó una dura crítica a Carabineros de Chile.
La
controversia surgió a raíz de críticas del candidato a diputado por Arica
Sebastián Huerta (UDI), quien fustigó una propuesta del actual senador Paz
para, supuestamente, "legalizar los autos chutos" (sin papeles) que
circulan en Bolivia.
A
juicio del aspirante a la Cámara Baja, esta idea "busca legalizar lo que
ha sido robado" en Chile, por lo que constituye una amenaza a la seguridad
nacional.
"Si
Bolivia toma esa determinación, Chile debe quitarle el visado Mercosur. No
podemos entregarle beneficios a un país" que persiga esta medida, agregó.
No
podemos premiar a quien legaliza lo robado en nuestro país. Los robos de autos
seguirán aumentando. En Bolivia el candidato presidencial Rodrigo Paz propone
legalizar los autos indocumentados. Si eso ocurre, Chile debe quitarle de
inmediato la visa Mercosur a Bolivia, Arica, Arica y Parinacota, Chile.
En
respuesta, el presidenciable boliviano del centrista Partido Demócrata
Cristiano (PDC) dijo en la radio Marítima Digital que Huerta debería
preocuparse "por la policía y por los ladrones de su país, porque son los
chilenos los que roban allá y traen los vehículos acá".
"Que
se entere bien del porcentaje (de sustracciones): salvo algunos casos que han
sido de noticia internacional -dos o tres vehículos, que ya han sido retornados
(a Chile)-, debería él (Huerta) preocuparse de por qué no pueden proteger su
frontera y qué pasa con su policía, los Carabineros... ¿No serán ellos los
ladrones, que están robando y poniendo esos productos en Bolivia?", acusó
el otrora alcalde.
"Como
hay ignorancia en Bolivia en política, también hay ignorantes en Chile (...) Lo
que nosotros queremos hacer es bajar el arancel de importación por debajo del
10 por ciento, cosa que cuando quieras comprarte un auto chuto o quieras
comprarte un auto nuevo, el precio sea igual", sentenció Paz, que dio una
cifra de "más de 250 mil autos chutos en el país".
Debido
a los dichos del candidato boliviano, Huerta exhortó al canciller, Alberto van
Klaveren, a que "haga una defensa ahora y que aclare si la Cancillería
está dispuesta a tolerar que se insulte a Carabineros, que se impulse una
política que blanquea el delito y amenaza directamente la seguridad de las
familias chilenas", consignó La Segunda.
Hace
dos semanas, el senador Paz se impuso con el 32,2% de los votos en la primera
vuelta presidencial, mientras que su principal contendor, Jorge
"Tuto" Quiroga, de la alianza Libre obtuvo el 26,9%.
CRISIS
MIGRATORIA: MARCO ENRÍQUEZ-OMINAMI PROPONE NEGOCIAR CON BOLIVIA Y ASEGURA QUE
NO SERÍA "TAN DIFÍCIL"
El
candidato presidencial fue entrevistado en el matinal "Buenos días a
todos", donde abordó sus propuestas para llegar a La Moneda, en el
contexto de las elecciones de noviembre.
24
Horas de Chile (https://n9.cl/kyt5b)
El
candidato presidencial independiente Marco Enríquez-Ominami fue entrevistado en
el matinal "Buenos días a todos" de TVN sobre sus propuestas para
llegar a La Moneda, en el contexto de las próximas elecciones que se realizarán
en noviembre de este año 2025.
En
la instancia, el aspirante presidencial fue consultado sobre sus ideas en torno
a la crisis migratoria y a las medidas que implementaría en caso de ser elegido
como mandatario.
En
este sentido, ME-O respondió que "yo creo que hay que hacer un poco lo que
Trump hizo, entendió que el problema migratorio no era el muro, nunca más habló
del muro, porque no funcionó. Trump para salir electo la primera hizo lo mismo
que Kast, habló de una zanja y de un muro y le fue bien, pero en el segundo
gobierno, ¿por qué no habló más de muros? Se dio cuenta que no funcionaba,
porque estamos en un mundo en que se requiere relaciones de Estado guste o no
guste".
"A
mí me interesa que no entre más inmigración irregular y requiere de una
relación con Bolivia distinta", planteó el candidato.
Más
tarde, aseguró que su idea principal es mantener una adecuada comunicación con
el gobierno Boliviano. "Un presidente está para negociar, para acordar, no
renunciar y yo creo que negociar con Bolivia no es tan difícil", sostuvo.
A
su juicio, no sería complejo negociar con Bolivia, puesto que -según sus
palabras- este país tiene "una economía 10 veces más chica que la nuestra;
el 80% del puerto de Arica existe por Bolivia; una buena parte de las pymes de
Iquique dependen de Bolivia", fueron parte de sus argumentos.
IMPARABLE:
VACA MUERTA YA PRODUCE MÁS DEL TRIPLE DE GAS NATURAL QUE TODA BOLIVIA
Los
últimos registros de producción reflejaron que la formación shale aportó casi
91 millones de metros cúbicos por día. Un récord en sí mismo que marca el
brutal salto productivo en comparación con el declino boliviano.
Río
Negro de Argentina (https://n9.cl/jurog)
Durante
casi dos décadas Argentina importó los 365 días del año gas natural desde
Bolivia. Pero el acelerado desarrollo de Vaca Muerta llevó a que en estos
momentos la producción del shale gas que se extrae de Neuquén más que triplique
toda la producción que registran los yacimientos de Bolivia, un país en donde
ya se plantea una «vuelta de la tortilla» para pasar a importar en un par de
años gas argentino.
EnergíaOn
realizó una comparación sobre los rendimientos en términos de producción de gas
natural de Bolivia y de Vaca Muerta de los últimos años, con un resultado
sorprendente. Mientras hace una década atrás el aporte del shale gas era
incipiente, con apenas 600.000 metros cúbicos diarios, Bolivia tenía una
producción fuerte, de 60,3 millones de metros cúbicos.
Hace
tres años atrás, en 2022, el flujo de ambos puntos de comparación quedó cerca
del equilibrio. Mientras la producción de gas natural de Vaca Muerta trepó
hasta los 36,6 millones de metros cúbicos -tomando como dato los registros de
agosto- la producción de Bolivia ya había bajado hasta los 42,1 millones de
metros cúbicos diarios.
Un
año después la ecuación ya se invirtió y Vaca Muerta pasó a liderar la
comparación: 62,8 Mm3/d contra 39,5 Mm3/d de Bolivia.
Esa
senda divergente se ha ido intensificando, mostrando Bolivia un ritmo de
declino constante que cada año hace que pierda unos 4 millones de metros
cúbicos diarios, mientras el gas de Vaca Muerta sigue incrementándose.
Así,
el último registro disponible, correspondiente a julio, marca que Vaca Muerta
aportó 90,96 millones de metros cúbicos por día, mientras la producción de
Bolivia promedia los 24,33 millones de metros cúbicos diaros. Dicho esto más en
claro, hoy Vaca Muerta produce más del triple de gas natural que todos los
desarrollos bolivianos.
Para
el exministro de Hidrocarburos de Bolivia y socio director de Gas Energy Latam,
Álvaro Ríos Roca, la falta de exploración para combatir el declino en ese país
llevará a que hacia 2028 el país del Altiplano deba no solo dejar en el olvido
su rol de exportador de gas, sino que se convertirá en importador.
Bolivia:
de exportador a importador de gas natural
«La
exploración en Bolivia ha sido muy mínima, y los pocos esfuerzos han sido
realizados por YPFB (Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos) con, yo
diría, ningún éxito para reponer reservas», indicó a EnergíaON.
Y
marcó que ante ese panorama «este fin de año la producción boliviana va a
acabar con 26 millones de metros cúbicos día, es decir, el 50% de la demanda
que necesita Bolivia y quedarían alrededor de 13 millones de metros cúbicos día
para el mercado de exportación».
Ríos
Roca advirtió que «en el 2028 Bolivia va a comenzar a necesitar hacer nuevas
importaciones de gas porque se cruza con la oferta y vamos a tener que hacer
toda una gestión, de manera que incentivemos la provisión del mercado boliviano
porque la exploración tarda en el tiempo».
Pero
marcó que un tema no menor estará en los precios. «Si no hacemos competitivo el
transporte por Bolivia, pues no lograremos abastecimiento tampoco en el mercado
boliviano. Entonces hay que trabajar esas dos ecuaciones para que lleguemos
competitivamente con gas argentino al mercado brasileño y Bolivia tiene que
hacer atractivas las tarifas, tenemos que reducir la tarifa de transporte para
abastecer el mercado boliviano», enfatizó Ríos Roca.
El
gas de Vaca Muerta a Brasil y Bolivia
A
principios de este año se dieron las primeras exportaciones de gas argentino,
puntualmente de Vaca Muerta, que recorrió las redes de Bolivia para llegar a
clientes de Brasil, el gran mercado comprador de Sudamérica.
El
exministro de Hidrocarburos de Bolivia, destacó en este sentido «los esfuerzos
que está haciendo TGN –Transportadora Gas del Norte- para, contractualizar gas
en Argentina con las termoeléctricas, contractualizar gas en el norte de Chile,
contractualizar gas en Bolivia y contractualizar gas en el mercado brasileño».
Y
sostuvo que esos avances “permitirían ampliar la capacidad modularmente del TGN
-del Gasoducto Norte de Argentina- y tener a Bolivia abastecida y que se logre
el tránsito de gas en esa nueva realidad del mercado regional de gas, que antes
era de Bolivia, y que ahora -por las condiciones que se han dado en Bolivia,
principalmente en la exploración- es un mercado que está siendo, y tiene que
ser copado, por la producción argentina y por la nueva realidad de la
producción en Vaca Muerta”.
DICTAN
PRISIÓN PREVENTIVA CONTRA CINCO OFICIALES BOLIVIANOS CAPTURADOS EN CHILE POR
NARCOTRÁFICO
Demócrata
de Chile (https://n9.cl/uy6d1)
El
Ministerio Público de Chile ha formulado cargos este lunes contra cinco
policías bolivianos y un civil, también de Bolivia, arrestados la semana
anterior al entrar al país por un cruce fronterizo no autorizado, acusándolos
de portar armas de manera ilegal, realizar disparos sin justificación,
secuestro y narcotráfico, estableciendo para ellos prisión preventiva.
Según
un comunicado del organismo, la medida incluye al civil, aunque en su caso por
‘tráfico de drogas y receptación de vehículo motorizado’. Los cinco oficiales,
cuatro hombres y una mujer, junto con el civil, estarán detenidos por
constituir un ‘peligro para la seguridad de la sociedad’, declaró la Fiscalía,
que ha establecido un período de 150 días para la investigación de los sucesos.
‘Se
trata de una investigación penal, que surge de un procedimiento policial
flagrante y cuyas primeras diligencias apuntan a la presunta participación de
los sujetos detenidos en diversos delitos, cometidos en territorio nacional y
frente a los cuales nuestro Ministerio Público está obligado a actuar, sin
importar el cargo, función o nacionalidad de quien los comete’, explicó el
fiscal Juan Castro Bekios después de la audiencia.
La
decisión de la Fiscalía se tomó tras el hallazgo de ‘gran cantidad de armamento
y municiones’ en un vehículo Nissan utilizado por los policías bolivianos para
ingresar a Chile ‘por un paso no habilitado… por el sector denominado Hito
Cajón’, donde interceptaron una camioneta Toyota con más de ‘499 gramos de
marihuana y 73 kilos … de pasta base de cocaína’ tras disparar un número
indeterminado de veces y someter a uno de los ocupantes del vehículo, a quien
esposaron y dejaron recostado y descalzo sobre la nieve.
El
gobierno de Bolivia ha cuestionado la detención de los cinco oficiales en Chile
el pasado miércoles y ha confirmado esfuerzos diplomáticos para conseguir su
liberación, declarando que estos ‘solo cumplían con su deber’, según el
viceministro de Defensa Social y Sustancias Controladas, Jaime Mamami. ‘Lo
único que estaban haciendo era su trabajo. Estaban cumpliendo con su deber.
Esperamos que en los próximos días sean liberados’, indicó en declaraciones a
‘El Deber’, mencionando que los oficiales estaban en una misión antidrogas.
UN
SERBIO DETENIDO CON DNI ARGENTINO FALSO EXPONE LA GUERRA DE LAS MAFIAS
BALCÁNICAS POR EL CONTROL DEL NARCOTRÁFICO SUDAMERICANO
Luka
Starcevic buscaba reorganizar el tráfico de cocaína hacia Europa desde Bolivia.
El conflicto entre clanes ya se cobró 60 vidas en 12 países.
El
Observador de Uruguay (https://n9.cl/u7jcg)
Un
criminal serbio que comenzó su carrera delictiva desde adolescente y se
convirtió en el "embajador" de la mafia de los Balcanes en Sudamérica
fue detenido el miércoles 20 de agosto en la frontera entre Paraguay y Bolivia
mientras intentaba cruzar con un DNI argentino falso. La captura de Luka
Starcevic, de 35 años, reveló una operación destinada a reorganizar el tráfico
de cocaína tras el vacío de poder dejado por la fuga del narcotraficante
uruguayo Sebastián Marset.
Starcevic
se presentó ante los funcionarios de Migraciones paraguayos en el puesto
fronterizo de Mayor Infante Rivarola con documentación que lo identificaba como
Lisandro Emanuel Larre, ciudadano argentino. Sin embargo, su acento y las
inconsistencias detectadas motivaron una verificación internacional que
confirmó su verdadera identidad: se trataba de uno de los criminales más
buscados de Europa, responsable de estructurar una red logística que conecta
Bolivia, Brasil y Europa para el tráfico de cocaína.
El
DNI que portaba, supuestamente expedido el 5 de junio de 2019, resultó ser
completamente apócrifo. Fuentes de la Procuraduría de Narcocriminalidad
(Procunar) confirmaron al diario La Nación que no existe registro alguno de un
ciudadano con ese nombre en organismos como ARCA o Anses. Las autoridades
argentinas consultadas indicaron que no tenían información previa sobre
actividades criminales de Starcevic en territorio nacional.
Su
detención ocurrió apenas siete días después del triple asesinato registrado en
Santa Cruz de la Sierra, donde fueron encontrados embalados los cuerpos de tres
integrantes de la mafia balcánica. Los investigadores sospechan que Starcevic
pretendía cruzar hacia Bolivia para intervenir directamente en esa crisis
interna que amenaza con fragmentar su organización criminal.
El
arquitecto de una guerra continental
La
historia criminal de Starcevic está marcada por una ambición que desató una
guerra transnacional. En 2015, este serbio asesinó a Goran Radoman, entonces
líder del Clan de Kotor, no por una disputa territorial sino con el objetivo
específico de tomar su lugar como representante de la mafia balcánica en
Sudamérica.
El
crimen fue meticulosamente planificado: Starcevic colocó un localizador GPS en
el BMW de Radoman para seguir sus movimientos y ejecutarlo con más de 20
disparos de fusil AK47 en la cochera de un edificio de Belgrado. La operación
respondía a una disputa por 200 kilogramos de cocaína perdidos, pero el
objetivo real era eliminar a Radoman para asumir el control de sus operaciones
sudamericanas.
Este
asesinato desencadenó el conflicto más sangriento del crimen organizado
europeo: la guerra entre los clanes Kava y Škaljari, que hasta la fecha ha
dejado al menos 60 víctimas en una docena de países y se trasladó
definitivamente a territorio sudamericano con los recientes crímenes
bolivianos.
Tras
el homicidio, Starcevic desapareció cuando un tribunal de Belgrado ordenó su
captura. Su siguiente movimiento demostró una sofisticación criminal notable:
simuló su propia muerte en España para borrar sus rastros mientras establecía
operaciones en Brasil, según reveló el programa periodístico serbio Sluaj.
La
red que conecta tres continentes
En
Brasil, Starcevic no actuó como un fugitivo sino como un empresario criminal.
Estableció alianzas estratégicas con el Primer Comando de la Capital (PCC) y la
'Ndrangheta italiana para crear una red logística que conecta los centros de
producción de cocaína sudamericanos con los mercados europeos.
Su
método era preciso: utilizaba a operadores locales para adquirir cocaína en
Bolivia, la transportaba a Brasil y desde el puerto de Santos la enviaba hacia
Europa con la protección de sus socios italianos. Los tres hombres asesinados
el 13 de agosto en Santa Cruz —Miljan Gjeki, Vanja Miloševi y Dejanco
Lazarevski— cumplían exactamente esa función: eran los compradores de cocaína
que alimentaban esta cadena internacional.
El
sistema funcionó hasta que Starcevic fue detenido en julio de 2020 cerca de San
Pablo, portando documentación falsa que lo identificaba como Luka Maric, un
ciudadano croata. En el vehículo llevaba dinero en efectivo con el que intentó
sobornar a los agentes brasileños, pero esta vez las autoridades no se dejaron
convencer.
Acusado
de asesinar a un policía, un portero y otro narco serbio, Starcevic enfrentó
una orden de prisión preventiva del Supremo Tribunal Federal (STF) desde 2021.
Sin embargo, en junio de 2023 recuperó su libertad debido a un error
administrativo crítico: el Departamento Penitenciario del estado de Paraná
alegó que la orden del tribunal supremo no estaba registrada en el Banco
Nacional de Medidas Penales y Penitenciarias, requisito técnico indispensable
para ejecutar la detención.
El
vacío que dejó Marset
La
presencia de Starcevic en la frontera paraguayo-boliviana responde directamente
a los cambios en el mapa criminal sudamericano tras la fuga de Sebastián
Enrique Marset Cabrera. El narcotraficante uruguayo había funcionado como una
especie de coordinador general de las operaciones de tráfico hacia Europa, y su
ausencia creó un vacío que las mafias balcánicas intentan llenar.
Roberto
Ríos, ministro de Gobierno boliviano, admitió públicamente esta realidad el 22
de agosto: "Es importante reconocer lo que está aconteciendo en el
departamento de Santa Cruz como un intento de organizaciones criminales que
quieren ingresar a territorio boliviano, y es un tema que no lo vamos a
permitir".
El
funcionario precisó que "tras la huida de Marset, determinadas
organizaciones criminales han intentado apoderarse del territorio, entre ellas
no se descarta la presencia de grupos europeos que, a través de emisarios,
buscan relacionarse con la actividad del narcotráfico en nuestro país".
La
escalada de violencia en Santa Cruz confirma estas sospechas. Los tres cuerpos
encontrados embalados el 13 de agosto estaban listos para ser trasladados y
eliminados en una zona rural del departamento cruceño, según confirmó la
investigación policial boliviana. El método y la planificación del triple
crimen revelan la llegada definitiva de las técnicas de eliminación típicas de
la mafia balcánica a territorio sudamericano.
La
conexión argentina en el entramado regional
La
utilización de documentación argentina falsa por parte de Starcevic no es un
caso aislado en las operaciones de la mafia balcánica. Bozidar Ratkovic,
conocido como "Bozo", ya había establecido operaciones desde el
puerto de Zárate con vínculos al colombiano Gabriel Jaime Londoño Rojas,
responsable de cargamentos que incluían 1.650 kilogramos de cocaína incautados
en Rosario.
La
Operación Virtus, desarrollada en Uruguay, expuso cómo estas organizaciones
utilizan las costas del Río de la Plata como punto estratégico. Un grupo
integrado por montenegrinos, argentinos, uruguayos y colombianos introducía
cocaína proveniente de Buenos Aires en buques de ultramar cerca de las costas
de Rocha. Esta operación terminó con 18 personas detenidas, incluyendo un
argentino y dos ciudadanos de Montenegro.
El
alcance real de esta guerra criminal es descomunal. Actualmente hay más de 50
grandes células de traficantes balcánicos operando en toda América Latina, con
cientos de mafiosos diseminados por la región. Ecuador se ha convertido en el
epicentro del conflicto, concentrando el 36% de los asesinatos de narcos
balcánicos en Sudamérica. Entre 2012 y 2024, ingresaron 5.536 personas desde
los Balcanes a Ecuador, de las cuales el 80% fueron hombres de entre 20 y 40
años.
Los
siete grupos principales que operan en la región incluyen a los albaneses
Kompania Bello, Clan Farruku y Clan Lazaratit, además del Grupo Sari (Serbia),
el Clan Kotor (Montenegro) y el Clan Tito y Dino (Bosnia), según el Global
Initiative Against Transnational Organized Crime. Estas organizaciones han
establecido alianzas estratégicas sofisticadas: el PCC brasileño les
proporciona protección y logística local, mientras que la 'Ndrangheta italiana
facilita la distribución en los mercados europeos, creando una red criminal que
abarca tres continentes.
Starcevic
fue expulsado inmediatamente de Paraguay y entregado a la Policía Federal de
Brasil el 27 de agosto en el Puente Internacional de la Amistad. Los
investigadores sospechan que su objetivo era reorganizar su facción tras la
crisis interna evidenciada por el triple crimen de Santa Cruz, aprovechando el
vacío de poder en una región que se ha convertido en el nuevo epicentro de la
guerra criminal entre Europa y Sudamérica.
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