Monday, September 01, 2025

QAMIRIS, LA ALTA BURGUESÍA AIMARA QUE AHORA DA LA ESPALDA A LA IZQUIERDA DE EVO MORALES



La contundente victoria electoral del Partido Demócrata Cristiano (PDC) en la zona andina boliviana se debe en gran medida a su estrategia para captar a los llamados “nuevos ricos aymaras” o qamiris. Cerca del 60% de los votos de la ciudad de El Alto, colindante con La Paz y donde se concentra la burguesía indígena, fue para Rodrigo Paz, quien peleará la presidencia en una segunda vuelta el 19 de octubre con Jorge Tuto Quiroga. Esta urbe de más de un millón de habitantes, casi inexistente hace solo 50 años, fue uno de los bastiones, durante dos décadas, del Movimiento Al Socialismo (MAS), fundado por Evo Morales, que fomentó el ascenso social de los campesinos que migraron allí. Con el paso del tiempo se consolidó una nueva clase social que ahora exige menos impuestos y mayores facilidades para amasar su fortuna.
En aimara, qamiri significa “rico o acaudalado”. El conferencista Edgar Morales, hoy jefe de campaña del PDC, acuñó el término qamirismo para convertirlo en una visión que pregona entre jóvenes, mediante charlas en aimara y en español en colegios y universidades. “El qamirismo es una economía propia de los aymaras que se caracteriza por el trabajo en familia. El padre, la madre, el hermano, la hija son quienes venden, importan, administran. La ventaja es que no se pagan beneficios sociales que no dejan prosperar a los pequeños empresarios”, asegura Morales. La entrevista con EL PAÍS ocurre a unas calles de la avenida 16 de julio de El Alto, epítome del qamirismo por los lujosos y coloridos edificios conocidos como cholets, que los comerciantes ornamentan con orgullo.
Los propietarios de estos inmuebles alquilan sus salones de fiesta por hasta 2.000 dólares, además de locales comerciales donde se suelen vender costosas joyas y ropa para las cholas paceñas. También en la avenida 16 de julio se instala, los jueves y domingos, una feria considerada el mercado popular más grande de Sudamérica. Más de 10.000 vendedores se extienden por las calles ofreciendo aparatos electrónicos, ropa, repuestos, vehículos, maquinaria ligera y artículos para el hogar en dos jornadas en las que, según datos del municipio, se mueven alrededor de dos millones de dólares.
La mayoría de los productos provienen de China, país que el MAS convirtió en aliado estratégico, transformándolo en el principal origen de las importaciones entre 2014 y 2018. La otra gran parte del comercio llega desde la frontera con Chile y Perú, marcada por el contrabando. “Para que todos paguen impuestos, tienen que ser más bajos. Un auto que en el exterior cuesta 11.000 dólares aquí llega a 18.000. Te cobran hasta cuando sales de Bolivia, la Aduana saca dinero de todos lados”, argumenta Morales.
Por ello, aunque los qamiris fueron una base electoral clave para el MAS —que aupado por el boom de las materias primas entre 2006 y 2014 redujo la pobreza a la mitad y aumentó el consumo urbano—, en los últimos años han presionado contra medidas tributarias que consideran lesivas. El PDC les ofrece una salida proponiendo aranceles que no superen el 10%. El “capitalismo para todos” que ha convertido en lema el candidato presidencial Paz, Morales lo transforma en “qamirismo para todos”: “Todos podemos ser qamiris y tener nuestro edificio en la 16 de julio”, dijo el conferencista en una de sus charlas con estudiantes.
Otras promesas que han seducido a la burguesía aimara son créditos con intereses al 3% (actualmente pueden llegar al 18 %) o un “perdonazo tributario”, con el que se condonarían multas, intereses y sanciones a contribuyentes a cambio de que paguen el capital de la deuda. Morales, quien en realidad quería candidatear con su partido Democracia Directa pero no tuvo sustento económico, sueña con otras políticas para el qamirismo, como institucionalizar la práctica andina del pasanaku.
El pasanaku es una forma de ahorro rotativo que se ha extendido hasta las grandes capitales y que Morales describe así: “Una persona se encarga de recoger un monto diario fijado de los participantes. El dinero recaudado se entrega a final de mes a los concursantes por turno, en un sorteo celebrado previamente. Generalmente, el beneficiario se va a China con ese dinero a traer mercadería”.
El investigador de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) Lorgio Orellana dice en un análisis reciente que la visión del qamirismo se encuentra en las “antípodas” de aquel movimiento de organizaciones sociales, campesinas y obreras que fue el MAS. “Si en las etapas iniciales del proceso de cambio el peso predominante lo tenían las clases trabajadoras aimaras y quechuas, hoy es principalmente el qamirismo la ideología dirigente”. Para Edgar Morales, sin embargo, el aimara siempre ha sido económicamente qamiri: “En nuestro idioma no hay una palabra que represente su oposición, como sucede en el castellano con rico-pobre”.
Prueba de ello, asegura, es la fama de arduos trabajadores que se han ganado los aimaras que migran a Brasil o Argentina. Existe una tendencia al mayor ahorro posible y a trabajar la mayor cantidad de horas posibles. “Solo derrochan en un momento y es en las fiestas. Gastan miles de dólares en salones, bebida y bandas internacionales. En un día disfrutan lo que han ganado en todo el año”, concluye entre risas. El País de España (https://n9.cl/u09f2)
 
 
 
 
 
LA NUEVA BOLIVIA TRAS EVO MORALES
 
El fiasco electoral del Movimiento Al Socialismo supone el final de la llamada “revolución indígena” que encabezó en 2006 el ahora caído líder cocalero
 
Noticias de Navarra, España (https://n9.cl/43gma9)
 
Bolivia elige cambio. Las recientes elecciones generales han marcado un giro histórico en el país andino, gobernado durante las últimas décadas por el Movimiento Al Socialismo, MAS, y su histórico líder, Evo Morales. Queda atrás la “revolución indígena” que lideró Evo en la Bolivia de 2006, una de las piezas clave en el giro a la izquierda del continente, a través de un populismo que enraizó profundamente en Argentina con Néstor Kirchner y su esposa y sucesora Cristina Fernández, en Ecuador con Rafael Correa, en Venezuela con Hugo Chávez y en Nicaragua con Daniel Ortega y Rosario Murillo. Sumidos en una crisis económica y social como no se ha visto en décadas, los bolivianos han votado cambio, y son dos candidatos al margen de la izquierda los que han pasado a la segunda vuelta electoral. ¿Murió la revolución del MAS? ¿Qué consecuencias traerá el cambio para el país? Y, lo que es más importante, ¿qué supondrá todo ello al continente americano?
Los años de bonanza económica quedaron atrás para los bolivianos, el período de desarrollo económico que se inició con la llegada al poder del líder cocalero Evo Morales. Su partido, el MAS, era una coalición de distintos sindicatos, asociaciones e intelectuales de izquierda, en el que el mayor peso recaía en los cocaleros y las agrupaciones de bolivianos originarios, especialmente los aimara, pero también otras múltiples etnias que pueblan el país.
Históricamente, las etnias originarias han sido marginadas del poder político en Bolivia, un país sacudido por interminables sucesiones de golpes de estado, marcado por unas élites criollas que no cedían el poder y por un enfrentamiento contra los cocaleros impulsado por Estados Unidos en su “lucha contra la droga” en América Latina. Morales, un líder sindicalista cocalero, consiguió convertirse en la cabeza visible del movimiento social que, a través de la bandera de la defensa de los pueblos originarios y los desposeídos, logró aunar las distintas fuerzas sociales que querían un cambio de rumbo político y social.
De esta manera surgió el fenómeno Evo Morales, un jefe de estado atípico y peculiar, rodeado de banderas wiphala, la enseña de siete colores de los pueblos andinos, que junto a su éxito electoral, sabría también manejar la economía, logrando en sus años de gobierno un enorme desarrollo económico del país que asombró a las agencias internacionales y convirtió a Bolivia en uno de los grandes ejemplos de éxito económico de los gobiernos de izquierda de la nueva ola populista que recorrió el continente.
La clave de este desarrollo radicaba en el gas natural, en la exportación de gas a su gran vecino, Brasil. Las ventas generaron grandes entradas de divisas que llenaron las arcas del estado, que, a su vez, permitió al gobierno de Morales implementar políticas redistributivas de la riqueza, subvencionar los carburantes e inversiones públicas que fueron logrando sacar de la pobreza a las clases más desfavorecidas, especialmente a los descendientes de los pueblos originarios, aimaras, quechuas y demás etnias.
EL NUEVO ORO
El gobierno del MAS no descubrió algo nuevo. Desde la fundación del país, justamente hace doscientos años, la economía de Bolivia se ha basado en el extractivismo. Primero fueron las minas de plata, más tarde las de estaño y, desde hace varias décadas, el gas natural, el nuevo oro. El gran consumo de gas por parte de Brasil permitió al estado boliviano invertir las ganancias en la sociedad, pero, siguiendo el patrón seguido durante los doscientos años de independencia, el ejecutivo de izquierda volvió a cometer el error histórico de las élites tradicionales, confiar y basar toda la economía del país en un solo recurso y en su extracción.
A partir de 2014 comenzaron los problemas. En primer lugar, Brasil comenzó a importar gas natural de otros mercados, más baratos. Esto sucedió cuando los yacimientos tradicionales bolivianos comenzaron a agotarse. A ello hubo que sumar que no se exploraron nuevos yacimientos debido a la huida de las empresas extractoras extranjeras, alegando un peso excesivo del estado, imprescindibles para aportar las grandes sumas de capital necesarias para descubrir nuevos yacimientos y para que estos sean operativos. Por otro lado, la extracción del litio, considerado el nuevo oro del país, adoleció del mismo problema de inversión extranjera, al tiempo que comenzó a conocerse la dificultad de tratamiento y elaboración del mineral raro boliviano.
Sin industria u otro tipo de sector económico que pudiese tomar el lugar del gas natural como motor de la economía, Bolivia comenzó a deslizarse hacia la inestabilidad política, principalmente por el propio Evo Morales. Morales, convertido en una especia de ídolo nacional, cayó en el pecado original de la mayoría de los líderes políticos americanos, en la incapacidad de abandonar el poder a tiempo. Sus intentos de continuar al frente del país culminaron en el fraude electoral de 2019, que lo haría abandonar el país por un tiempo y que significó la ruptura del MAS entre los defensores y oponentes de Morales. Uno de estos últimos, el antiguo escudero fiel de Evo, Luis Arce, lideró la facción contraria a Morales y se hizo con el poder en 2020. Con ello se inició una guerra fratricida en el MAS, que ha llevado al Movimiento Al Socialismo a perder la hegemonía política en el país andino.
Por si esto fuera poco, los cargos en contra de Morales por el tráfico de una menor han acabado con el poco crédito del antiguo líder cocalero y abierto una herida aún más profunda en el MAS. Para Evo, las acusaciones no son más que un intento de meterlo en la cárcel para acabar con su vida y con su carrera política. Para evitar la persecución legal, Evo se protege en la región de Chapare, su feudo cocalero, en una especie de fortaleza, rodeado de varios campamentos de sus leales, armados con palos y lanzas, dispuestos a defender a su líder. Por ahora Arce no se ha atrevido a enviar a la policía o al ejército a que lo detengan, pues el baño de sangre podría ser enorme. Mientras, el MAS se deshace, e incluso el delfín de Morales, Andrónico Rodríguez se ha presentado a la presidencia bajo unas siglas diferentes. El MAS se desangra y todo apunta a que se puede dar por finalizado su ciclo hegemónico.
El fracaso del MAS conlleva una oportunidad única para la oposición política, que todo indica que aprovechará la ocasión. Se preveía difícil que alguno de los candidatos presentados a los comicios pudiese supera el 50% de los votos en la primera vuelta, lo que evitaría una segunda vuelta. Y así ha sido. El más votado, con un 32% de los votos, ha resultado Rodrigo Paz Pereira, candidato que no entraba en las apuestas previas para pasar a la segunda vuelta, por lo que ha resultado la gran revelación de los comicios. Perteneciente al Partido Demócrata Cristiano, se le tiene más como un político de centro que de derechas, teniendo en cuenta, además, que es hijo de Jaime Paz, fundador del antiguo Movimiento de Izquierda Revolucionaria boliviano, el socialdemócrata MIR, y presidente del país a finales de los 80.
Paz parece haber sido capaz de señalarse como una opción fuera del MAS y de la izquierda, a la vez que no adscrito a una derecha que podría desembocar en un Nayib Bukele o un Javier Milei a la boliviana. Su mensaje ha sido claro, la reconciliación política y, sobre todo, la búsqueda de la estabilidad económica en el país. Algo que no ha sabido encarnar el que se pretendía como gran favorito de estas elecciones, Samuel Doria Medina. Doria representaba al tecnócrata que fuera a echar todas sus cartas a la apuesta económica, a la liberalización, la búsqueda de inversiones extranjeras y acercar la economía boliviana a los mercados internacionales, especialmente al norteamericano. A pesar de considerarse socialdemócrata, Doria ha sido incapaz de no generar el temor a convertirse en un nuevo Milei en Bolivia, y ha pasado de ser primero en todas las encuestas a quedarse en tercer lugar en las elecciones, quedándose de esta manera fuera de la segunda vuelta que se celebrará el 19 de octubre, donde se verán las caras Paz y el segundo en los comicios, José “Tuto” Quiroga.
“Tuto” Quiroga sí es un candidato propio de la derecha boliviana. Participó en el movimiento del coronel Hugo Banzer, un dictador golpista que también presidió la República tras ganar las elecciones en 1997. Quiroga fue vicepresidente con Banzer y presidente cuando el coronel tuvo que renunciar por motivos de salud. Quiroga encarna la tradicional política de las élites históricas del país y apuesta por la vuelta a las políticas neoliberales del pasado. Lo que parece alejarlo del voto popular, clave en la segunda vuelta, e incluso de las clases medias urbanas, ya que Doria ha optado por apoyar a Paz en la segunda vuelta. A priori, “Tuto” parece tenerlo difícil.
BASE FIEL A MORALES
¿Y la izquierda? La debacle del MAS y de Andrónico Rodríguez aún ha sido mayor del esperado, ya que ninguno ha superado el voto nulo solicitado por Evo Morales, que ha llegado casi al 20%. Morales con el elevado número de votos nulos cosechados, ha demostrado que aún tiene una base electoral fiel y que será difícil reconstruir la izquierda sin su figura. Lo que predice un futuro a corto plazo nada halagüeño para construir un nuevo frente de izquierdas.
Mientras tanto, el futuro de Bolivia se vislumbra lejos de la “ola rosa revolucionaria” que recorrió Latinoamérica a principios de 2000. Muchos de los líderes que dirigieron aquella ola han pasado a la historia. Solo los Ortega y Nicolás Maduro, con métodos autoritarios, y Luiz Inácio Lula Da Silva en Brasil, gracias a su carisma, parecen aguantar los vientos de cambio que proceden de Washington, buscando la expansión del trumpismo por el continente más allá de los Bukele, Milei y compañía. Se puede decir que América del Sur ha iniciado una nueva era, un nuevo ciclo que apuntaría más hacia Estados Unidos que hacia La Habana, Caracas o Pekín. Pronto veremos si Gustavo Petro es capaz de mantener el tipo en las elecciones colombianas de 2026. Antes de los comicios presidenciales colombianos, este noviembre, sabremos si Gabriel Boric entrega la banda presidencial a Jeanette Jara, la candidata del frente de izquierdas, o bien se la tiene que imponer al candidato derechista, reafirmando o dando por concluida la hegemonía de la izquierda en Chile.
Por tanto, América Latina inicia un cambio de ciclo. De las políticas neoliberales de los 90 la política suramericana pasó al nuevo socialismo de toque bolivariano de los inicios del 2000. Transcurrido un cuarto del siglo XXI, parece que el péndulo vuelve hacia la derecha. Se podría afirmar que los electores parecen elegir entre un centro derecha moderado y una extrema derecha que seguiría el modelo que marca el actual inquilino de la Casa Blanca. Como demuestra Bolivia, las políticas de identidad y los tradicionales discursos populistas pierden fuerza ante los candidatos que ofrecen estabilidad economía y tratan del bolsillo de la ciudadanía. En el continente suramericano, la motosierra de Milei atrae más que la bandera Wiphala. En todo caso, la gran victoria de Bolivia radica en la capacidad que ha demostrado la ciudadanía boliviana de cambiar de gobernantes y de época mediante unas elecciones limpias. En eso consiste la democracia. Algo que en Cuba, Venezuela y Nicaragua, por desgracia, no está permitid.
 
 
 
 
 
TAN FREAKS Y TAN POPULARES: LOS CHOLETS DE EL ALTO, BOLIVIA
 
Caserones y edificios con eleborados diseños que homenajean a futbolistas, personajes de películas y animés, e incluso a algunas referencias insólitas. Un estilo que se convirtió en símbolo de status y anhelo juvenil.
 
Página 12 de Argentina (https://n9.cl/2jkbs)
 
El que agarra algo de plata se la pone encima a su Optimus Prime, a su Batman o a su Iron Man. Lo mismo que haría cualquiera que agarre algo de plata, bah. Los cholets (contracción entre "cholo" y "chalet") están realmente de moda y se multiplican como un virus: acá y allá, allá y más acá, se divisan grandes construcciones basadas en referencias icónicas de la cultura pop. Con su toque andino, cada uno de esos edificios valen entre uno y dos millones de dólares y son, desde hace un tiempo, el objeto de anhelo de los habitantes de El Alto, en Bolivia.
Para la floreciente burguesía del pueblo aymara de El Alto, tener un cholet se convirtió en un elemento inequívoco de estatus. Los tienen los comerciantes, los transportistas, los mineros, los productores de cacao y piña, los cocaleros, los discretos dueños de fincas y, por supuesto, quienes andan coqueteando con la mala vida. "Pichicateros", les dicen informalmente a los vendedores de cocaína. Y, de hecho, son los "Pichicateros" quienes más suelen tomar la posta de esta arquitectura andina. En una de ésas, será una forma pop de decir: "Aquí mando yo".
Por ahí, el color rojo inunda la ciudad: las casas de ladrillos pagan menos impuestos. Entonces, se presume, ninguna debe pagar demasiados. De frente, unas construcciones que mezclan geometrías flasheras con colores expresivos y personajes de películas, animés o, incluso, referencias insólitas. ¿Vivirías "dentro" de Lionel Messi? Bueno, hay gente que sí: se ven cholets de Titanic y de la Estatua de la Libertad. Se advierten cholets de dientes y, obviamente, del número 10 de la Selección Argentina. Cuando hay ganas, no se discriminan los gustos. Y eso lo sabe bien el arquitecto Freddy Mamani, que viene haciendo cholets bajo todo tipo de demandas caprichosas y geniales.
El que tiene, se hace su edificio como le plazca y, mientras más freak, más celebrado termina siendo entre su comunidad. ¿Los más tops? En La Ceja, en el corazón de El Alto: allí hay de Bumblebee (de los personajes más queridos por los alteños), de la Selección Boliviana del '93, del Cristo Redentor. "Quisiera tener un cholet que sea una semilla de café", asoma Félix, un productor de la zona. Ojalá pueda juntar el dinero suficiente como para tener su propio cholet cafetero.
Y en la planta baja, salones de fiestas o comercios. Y arriba, efectivamente, las casas. "Los aymara 'le ganan' a cada metro", dice un vecino (aymara) de la zona, señalando cómo los hogares donde viven los nuevos ricos bolivianos también pueden ser monetizables. Aquí, la energía, el agua y el aseo público son baratos, por lo que El Alto se convierte en una buena ciudad para los tejes y manejes. "Los negocios pueden empezar sin permisos", continúa el vecino.
Así las cosas, entre los principales comercios de El Alto está el transporte. Hace unos años contrabandeaban tomates, vinos, paltas y aceites. Y ahora exportan fideos, huevos y cafés a Brasil, Argentina, Chile y Perú. Al mismo tiempo, gracias a su altura, unos 4600 metros sobre el nivel del mar, se les dan bien las plantas de beneficio, como el café y la quinoa, aunque también sacan buena madera.
El Alto es una ciudad que procesa pero no produce demasiado. Al costado, mientras un convoy de alteños se manduca un charqueano (carne de llama seca, una comida típica), los minibuses revientan hasta el techo de cholitas. Y, entre flamantes carteles de candidatos a presidente, las calles recuerdan las crudísimas imágenes de los pobladores en resistencia a la salida forzada de Evo Morales en 2019. "La gente de El Alto es muy fiel", suma otro vecino de la zona, que maneja un camión pintado de Sonic.
Y allí, entre los cholets de Saint Seiya y el rojo ladrillo que se expande, una terminal de helipuertos que se yergue como la más grande de Bolivia.
Asimismo, cada día, la ciudad recibe a unos 200 mil vecinos de La Paz, y una de las maneras más prácticas de llegar es vía las líneas Amarilla, Morada y Roja del teleférico. Mientras largas colas de autos y buses esperan por su dosis de diesel, El Alto se presenta en sociedad como la ciudad más joven de Bolivia (1985, unos 40 años) y, a su vez, como la más densamente poblada (unos 2,2 millones), incluso con estimaciones erráticas desde el último censo. Y a pesar de que los cholets también se ven por Cochabamba, La Paz y Caranavi, El Alto es la verdadera casa de esta arquitectura extravagante y lujosa.
En El Alto los jóvenes se entretienen con TikTok, se empilchan con ropa de segunda mano norteamericana (o de primera mano china) y van a bailar a… cholets. "Es un poco peligroso", arrima uno de los vecinos, mientras maneja con intrepidez una camioneta 4x4 con destino a La Paz. Y dentro de los cholets, una buena dosis de ostentación: vidrio, mármol y granito. En uno de esos boliches, una pantalla gigante explota con videoclips de La T y la M, Ke Personajes y Emanero & Big One. Se divisa una fuerte presencia musical criolla.
De pronto, una cholita queda presta para el baile. En la mesa del fondo, a oscuras, un muchacho arma prolijamente unos rollos de papel higiénico. Y, desde la barra, el bartender se infla la boca con coca y apura una cerveza Paceña para unos argentinos tiernitos que acaban de bajarse un blíster entero de Sorojchi Pill y todavía están tratando de decodificar los poderosos guiños de la opulencia amerindia. Estar cerca del sol no es para cualquiera.
 
 
 
 
 
BOLIVIA: TRES CLAVES DEL RETROCESO ELECTORAL DE LA IZQUIERDA TRAS CASI 20 AÑOS
 
AP Noticias de Perú (https://n9.cl/qx2x0)
 
Bolivia se encamina a elegir a un presidente no izquierdista tras casi dos décadas de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS). Según resultados oficiales preliminares de la elección del 18 de agosto de 2025, el senador Rodrigo Paz Pereira (Partido Demócrata Cristiano) obtuvo 32% y el expresidente Jorge Quiroga (27%), por lo que habrá segunda vuelta el 19 de octubre. El empresario Samuel Doria Medina fue tercero con 20,2% y el principal candidato de la izquierda, Andrónico Rodríguez, alcanzó 8%. El MAS quedó sexto con 3,14%, suficiente para conservar su personería, pero confirmando una caída sin precedentes.
1) Una división interna que fracturó al MAS
La ruptura entre Evo Morales y el presidente Luis Arce reordenó al oficialismo desde 2023. Morales anunció su postulación y fue luego inhabilitado por el Tribunal Constitucional; en respuesta, llamó al voto nulo, que representó 18% del total emitido, según el recuento preliminar. Arce, con alta desaprobación (de acuerdo con CB Consultora),retiró su candidatura y respaldó a Eduardo del Castillo, quien compitió con la sigla MAS–IPSP y rondó el 3%.
Analistas como el periodista Fernando Molina (Nueva Sociedad) sostienen que la pugna “autodestruyó” al espacio: se conformaron tres corrientes —arceístas, andronicistas y evistas— sin un liderazgo unificador ni una estrategia común.
2) Desgaste político tras dos décadas en el poder
El MAS se consolidó con una plataforma de nacionalizaciones, alianzas con movimientos sociales y los buenos términos de intercambio de commodities durante los gobiernos de Morales (2006–2019). Aquella etapa fue asociada al “milagro económico boliviano” por el crecimiento sostenido, la reducción de pobreza extrema y mejora de reservas y deuda.
No obstante, el prolongado ejercicio del poder, los conflictos intraoficialistas y el deterioro de indicadores desde 2023 —cuando se agravó la escasez de dólares— mermaron el apoyo. La figura de Arce quedó fuertemente cuestionada y Morales, con procesos judiciales y fuera de la contienda, perdió centralidad política y capacidad de movilización.
3) Crisis económica y social como telón de fondo
El país enfrenta su peor coyuntura en décadas, con inflación anual cercana al 25%, falta de divisas y combustibles y episodios de desabastecimiento. La encuesta de Panterra (marzo) registró que 89% de los consultados desea un cambio político.
Las campañas capitalizaron ese descontento: Paz Pereira propuso “capitalismo para todos”, mientras Quiroga prometió cambiar “absolutamente todo” tras “20 años perdidos”. La preferencia por opciones de giro económico e ideológico apunta a que la economía —más que la identidad partidaria— fue el principal driver del voto.
 
 
 
 
 
BOLIVIA: LA IZQUIERDA ANTE SU MAYOR DERROTA Y EL DESAFÍO DE RECONSTRUIRSE
 
"La derecha y sus aliados externos ya trabajan en la restauración neoliberal"
 
Canarias Semanal Org. de España (https://n9.cl/odkce)
 
El derrumbe electoral de la izquierda en Bolivia era previsible, pero no por eso menos doloroso. La división abierta entre Evo Morales y Luis Arce Catacora, sumada a las pugnas internas, debilitó profundamente al campo popular y terminó entregando el triunfo a la derecha.
Quienes hemos acompañado este proceso —aun con críticas— reconocemos su importancia histórica. Durante más de una década, los sectores indígenas, históricamente relegados, recuperaron autoestima, dignidad y protagonismo político.
Se saldaron deudas sociales largamente postergadas, la pobreza y la desigualdad disminuyeron de manera significativa, y Bolivia vivió un ciclo de estabilidad con justicia redistributiva. Pero también debemos admitir que advertimos hace tiempo sobre la posibilidad de este desenlace y, sin embargo, fuimos incapaces de evitarlo. Esta derrota no solo interpela a los líderes, sino también a quienes, desde el campo popular, no supimos frenar una catástrofe largamente anunciada.
La fractura interna
Luis Arce y su candidato Eduardo del Castillo apostaron a apropiarse de la sigla del MAS a través de una maniobra judicial que inhabilitó a Evo Morales. Confiaron en que podían captar el voto indígena y popular, pero el resultado fue desastroso: apenas superaron el 3%.
Fue un castigo a quienes manipularon la legalidad y traicionaron a quienes los llevaron al poder, pero también a una gestión económica fracasada que dejó inflación, escasez y estancamiento, golpeando con más dureza a los sectores vulnerables.
 
 
Por su parte, Andrónico Rodríguez, llamado en algún momento a ser el heredero natural de Evo, se lanzó sin el respaldo del Pacto de Unidad y sin base orgánica sólida, gesto leído por los movimientos sociales como una deslealtad. Su campaña fue errática, desconectada de las bases, y más dirigida a convencer a la clase media de que era un candidato "tranquilo" y "moderado" que a hablarle a los barrios populares y a las comunidades indígenas. A esto se sumó una compañera de fórmula percibida como una "niña rica con ínfulas de izquierda", lo que reforzó la sensación de elitismo y desconexión con el pueblo.
Evo Morales, impedido de postular por una interpretación judicial alineada con el Ejecutivo, optó por llamar al voto nulo. La respuesta fue significativa: alrededor del 20% de las papeletas. Si se suma el voto blanco, se trata de la segunda opción electoral del país. Sin embargo, al ser inferior a la lista más votada, no alcanzó para impugnar la legitimidad del proceso, que era justamente el objetivo de Morales. En los hechos, su estrategia mostró tanto su vigencia como líder hegemónico de la izquierda como los límites de su convocatoria en la coyuntura actual.
El giro del electorado popular
Los resultados reflejan un mapa complejo. Evo Morales conserva una fuerza indiscutible en áreas rurales e indígenas —sobre todo quechuas y aymaras—, pero ha perdido peso en sectores urbanos, en el oriente y la Amazonía. El caso más simbólico es El Alto, bastión histórico de la resistencia antineoliberal, donde amplios sectores se inclinaron por una opción inesperada: Rodrigo Paz y Edman Lara.
El binomio Paz–Lara, y en particular Lara, ex policía famoso por su diatriba anticorrupción en Tik Tok, encarna un populismo de derecha con retórica religiosa y patriótica, inspirado en figuras como Nayib Bukele. Sus promesas son grandilocuentes y poco viables en la actual coyuntura económica: multiplicar por seis la Renta Dignidad para los adultos mayores sin jubilación o pagar un salario mensual a las mujeres dedicadas al cuidado.
Sin embargo, lograron conectar con un electorado urbano popular que decidió castigar la gestión del MAS y su interna fratricida, sin apostar al neoliberalismo más radical representado por Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina. Este último, pese a su millonaria campaña, volvió a cosechar otra derrota en su insistente intento por convertir poder económico en poder político.
Un nuevo mapa político
La segunda vuelta enfrentará a dos derechas: una populista, representada por Rodrigo Paz y Edman Lara, y otra neoliberal y ortodoxa, encarnada por Tuto Quiroga y respaldada abiertamente por la embajada estadounidense. Todo indica que Paz se impondrá, aunque en Bolivia nunca nada está asegurado.
Sea cual sea el resultado, la fragmentación parlamentaria y la crisis económica auguran un gobierno débil, obligado a aplicar ajustes que recaerán sobre los trabajadores y sectores populares. Como en el pasado, es previsible que las políticas económicas y sociales vuelvan a dictarse en el Departamento de Estado norteamericano, desandando parte de lo construido en los años del proceso de cambio.
En este escenario, la liberación de Marco Pumari y Luis Fernando Camacho —actores centrales en la crisis de 2019 y en las masacres de Sacaba y Senkata— confirma el giro institucional hacia la derecha y demuestra, una vez más, que la justicia boliviana es todo menos independiente.
El desafío de la izquierda
La izquierda boliviana tiene por delante una doble obligación: recomponer su unidad y redefinir su proyecto. Evo Morales sigue siendo el referente ineludible; sin él, nada es posible. Pero su desgaste muestra la necesidad de un relevo generacional, construido no desde la improvisación individual, sino desde los cauces deliberativos y orgánicos de las organizaciones sociales.
 
  Más que nombres, lo fundamental es el programa. El "proceso de cambio" permitió grandes avances sociales, pero agotó un modelo basado en la renta de los recursos naturales. Hoy se requiere un proyecto que coloque en el centro el desarrollo productivo, con soberanía estatal sobre sectores estratégicos, pero también con la creación de empresas comunitarias contempladas en la Constitución. Un modelo capaz de romper la hegemonía de las élites oligárquicas agroindustriales, diversificar la economía, fortalecer el consumo interno y ampliar las exportaciones.
El horizonte debe ser el de un socialismo comunitario, no solo redistributivo sino productivo, que permita superar la dependencia extractivista y sentar las bases de un desarrollo soberano y descolonizador.
La derecha y sus aliados externos ya trabajan en la restauración neoliberal. Para resistir, el movimiento popular necesita autocrítica, generosidad y unidad. Se perdió una batalla muy dura, pero la lucha histórica del pueblo boliviano no termina aquí.
La tarea inmediata es pasar de la disputa interna y la recriminación a la construcción colectiva, defendiendo lo conquistado y proyectando una Bolivia verdaderamente descolonizada, en manos de sus verdaderos dueños: las clases trabajadoras e indígenas-populares.
Esta ha sido una derrota dolorosa, pero la historia de Bolivia enseña que ninguna derrota es definitiva. La guerra de largo aliento por la dignidad y la soberanía continúa, y en las trincheras de lucha, volveremos a encontrarnos.
 
 
 
 
 
*ELECCIONES EN BOLIVIA: UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD PARA LA ELITE POLÍTICA TRADICIONAL*
 
De ser un país con récord de golpes de Estado a laboratorio del populismo andino, enfrenta un nuevo punto de inflexión. La segunda vuelta presidencial marca el ocaso de la hegemonía del MAS y abre un escenario incierto.
 
La Voz de Argentina (https://n9.cl/48iky)
 
Los resultados electorales de Bolivia, más allá de las interpretaciones triunfalistas o fatalistas de cada lado del espectro ideológico, constituyen, primero, una señal de que las instituciones liberales del país andino aún cuentan con salud, y segundo, que la economía tiene un impacto tremendo en la configuración política boliviana.
En una especie de segunda oportunidad para la elite política tradicional, un expresidente (Jorge Quiroga) y el hijo de un expresidente (Rodrigo Paz) se disputan la segunda vuelta en Bolivia. Sin importar quién gane, lo que definirá el futuro político del país es cómo la élite política boliviana logre resolver los profundos problemas en el área económica y generar crecimiento e inclusión social.
Nada nuevo
Estos problemas no son nuevos. Bolivia ha sido considerada uno de los países más pobres y políticamente inestables de América Latina. Según los datos registrados por el Cline Center for Advanced Social Research de la Universidad de Illinois, Bolivia tiene el dudoso privilegio de ser el país con más golpes de Estado de la región, con más de 40 desde el año 1947 (sumando tanto los fracasados como los exitosos). Individualmente, supera a cualquier país africano en esta categoría.
Durante los años 80 y 90, tras la salida de un período convulso marcado por dictaduras militares tanto de derecha como de izquierda, y una crisis económica, con hiperinflación incluida, gestada en el gobierno de izquierda de la Unidad Democrática y Popular (UDP), el sistema político se articuló en torno a tres partidos: el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), Acción Democrática Nacionalista (ADN, de orientación conservadora) y el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR).
Durante ese período, ninguno logró alcanzar mayorías absolutas -oscilaron entre el 20% y el 30% de las preferencias electorales-, por lo que las alianzas parlamentarias eran indispensables para gobernar.
No obstante, los malos resultados de las políticas de privatización a finales de los 90 y principios de los 2000 erosionaron esos modestos avances en estabilidad política. Esto favoreció el ascenso de Evo Morales, líder sindical cocalero, quien supo canalizar el voto protesta y la frustración con la élite política tradicional con su partido político Movimiento al Socialismo (MAS).
La victoria de Morales, con más del 50% de los votos en 2005, fue sorpresiva y representó la más contundente de la historia política reciente del país. Además, su legitimidad le permitió impulsar la convocatoria de una Asamblea Constituyente en 2009 y transformar el Estado boliviano, que pasó a llamarse Plurinacional, en un contexto que era especialmente favorable debido al boom de commodities impulsado por la alta demanda china.
Hegemonía y caída de Morales
Las reformas ampliaron la representación indígena y extendieron el poder presidencial. El sistema judicial superior pasó a ser escogido por voto popular. Durante este período, la hegemonía de Morales fue total, y muchos politólogos han calificado su régimen como una forma de autocracia electoral o autoritarismo competitivo.
Sin embargo, el límite a la reelección indefinida resultó ser un escollo importante, que nos recuerda la importancia de las instituciones y su capacidad para moldear el comportamiento político. Morales intentó franquear esta barrera con un referéndum en 2016, en el que se rechazó su intento de habilitarse, pero luego el Tribunal Constitucional avaló su candidatura, lo que fue ampliamente cuestionado.
La crisis que puso a Morales fuera del poder se originó durante el conteo de los resultados en las elecciones de 2019. Después de una campaña complicada, cuando los primeros boletines señalaban una inédita segunda vuelta, se interrumpió intempestivamente la publicación del conteo preliminar. Al reanudarse, Morales apareció como ganador en primera vuelta, lo que generó acusaciones de fraude. Un informe de la Organización de los Estados Americanos indicó irregularidades significativas, lo que desató una crisis política que culminó en su renuncia apoyada por alto mandos militares.
El MAS pareció deslegitimado, pero la mala gestión de la presidenta transitoria, Jeanine Áñez, y la crisis económica de la pandemia le dieron nueva vida. Morales, impedido legalmente de competir, logró apadrinar la candidatura de su ministro de Economía, Luis Arce, quien resultó electo en 2020.
Sin embargo, la sombra de Morales se mantuvo. Su ambición de volver al centro político lo llevó a colisionar tanto con Arce como con el resto de su partido político, el MAS, al cual renunció finalmente en febrero de este año, después de incentivar protestas contra el gobierno e incluso soltar amenazas veladas de una posible guerra civil.
La fundación del nuevo partido, Evo es Pueblo, mostró la dimensión del carácter personalista y caudillesco de Morales, a pesar de que su exvicepresidente, Álvaro García Linera, siempre intentó venderlo como un representante de los movimientos sociales e indigenista que gobernaba bajo la premisa de “gobernar obedeciendo”.
Futuro incierto
Durante la administración de Luis Arce se agravó la crisis económica: inflación entre 20% y 25%, escasez de combustible y dólares, reservas internacionales casi agotadas, y déficit fiscal cercano al 11% del PIB. La producción de hidrocarburos cayó drásticamente y Bolivia, a pesar de ser un importante exportador de gas, comenzó a depender cada vez más de importaciones. En este contexto, en junio de 2024 se registró un intento de golpe fallido por parte del general Zúñiga.
Finalmente, la crisis económica y política ha destruido la hegemonía de 20 años del MAS. Su colapso ha sido monumental: su candidato obtuvo sólo alrededor del 3% y desapareció del Senado. Por otro lado, el voto nulo llegó alrededor del 18%, un récord impulsado por el llamado de Morales. Se convocó una segunda vuelta para octubre, algo inédito desde la instauración de la democracia en Bolivia.
El futuro político del país andino aún está por definirse en esas futuras elecciones, pero hay dos interrogantes decisivos. En primer lugar, si el nuevo gobierno será capaz de reordenar la economía y reactivar el crecimiento sin provocar tensiones sociales desestabilizadoras. En segundo lugar, cuál será el rol de Evo Morales, quien con su nuevo partido podría intentar recuperar protagonismo articulando, como en el pasado, la movilización social disruptiva con la participación electoral.
Que la elite política boliviana sea capaz de superar intereses de corto plazo para garantizar el futuro del país será crucial.
 
 
 
 
 
BOLIVIA: FIN DE UNA ERA Y BALOTAJE PRESIDENCIAL TRAS SORPRESIVOS RESULTADOS
 
MSN de España (https://n9.cl/4uw1dn)
 
La política boliviana vive un giro histórico: los resultados de la primera vuelta electoral confirman un balotaje presidencial entre Rodrigo Paz (PDC) y el expresidente Jorge "Tuto" Quiroga (Libre). Este desenlace marca el fin de veinte años de gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS).
Paz, quien no figuraba entre los favoritos en las encuestas, sorprendió al obtener el 32% de los votos, según el 95,4% del conteo rápido oficial. Su inesperado ascenso lo posiciona como principal contendiente.
En segundo lugar, el expresidente Jorge "Tuto" Quiroga alcanzó el 26,9% de los sufragios, asegurando su pase al balotaje. Ambos se medirán el 19 de octubre en el primer balotaje presidencial de la historia reciente del país.
El resultado es un duro golpe para el Movimiento al Socialismo, que, tras dos décadas en el poder, ve a su candidato, Eduardo Del Castillo, relegado al sexto lugar con apenas el 3,1%. El empresario Samuel Doria Medina, favorito en las encuestas, quedó tercero con el 20,3%, seguido por Andrónico Rodríguez (8%), el candidato más aventajado de la izquierda.
Según la Ley Electoral, para ganar en primera vuelta se requería más del 50% de los votos, o un mínimo del 40% con diez puntos de ventaja. Al no cumplirse, Bolivia se encamina a una segunda vuelta que, por primera vez en 20 años, elegirá a un presidente de un frente distinto al MAS, rompiendo su hegemonía.
Tras conocerse los resultados, Jorge Quiroga manifestó el fin de la "larga noche de dos décadas", augurando un "amanecer" para Bolivia. "Hemos sufrido muchas divisiones, nos han querido separar... y hoy día Bolivia le ha dicho no más división ni polarización al país. No MAS, Bolivia unida de ahora en adelante", declaró.
Por su parte, Rodrigo Paz atribuyó su bajo desempeño en encuestas a un "voto rural" que resultó "sorpresa", y convocó a "las grandes mayorías" a su proyecto. "Aquí no se ha ganado nada... habrá que pelear la segunda parte de forma honesta, lo importante es que este es un proyecto de todos y para todos los bolivianos", afirmó.
Los datos preliminares provienen del Sistema de Resultados Preliminares (Sirepre) del Tribunal Supremo Electoral (TSE), que no son vinculantes. La jornada electoral se desarrolló con normalidad, aunque se registraron incidentes aislados, como una agresión al candidato Andrónico Rodríguez en Cochabamba.
 
 
 
 
 
LA SEGUNDA VUELTA EN BOLIVIA SACUDE A LOS MERCADOS MIENTRAS RIVALES PRO-EMPRESARIALES BUSCAN EL MANDATO
 
Latinoamerican Post de EEUU (https://n9.cl/qqa5r0)
 
En una sorprendente sacudida de primera vuelta, dos rivales pro-mercado se enfrentan ahora para sacar a Bolivia de su crisis económica más profunda en una generación—dejando atrás un dominio socialista de veinte años y preparando el escenario para una segunda vuelta que podría redefinir alianzas en toda América.
Un guion de veinte años se da vuelta de la noche a la mañana
Para cuando el 95% de los votos había sido contabilizado, la aritmética que nadie esperaba ya se había impuesto. Rodrigo Paz, un senador de 57 años con respaldo del mundo empresarial, se había disparado al 32% de los votos. Justo detrás de él, el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga alcanzaba el 27%. Ambos habían hecho campaña sobre reforma fiscal e inversión extranjera. Y ambos lograron lo que ningún opositor había conseguido desde 2005: sacar al otrora poderoso partido socialista gobernante de la carrera presidencial.
Esto se suponía que sería la coronación de otro candidato. El empresario Samuel Doria Medina, quien lideraba las encuestas iniciales con el apoyo del multimillonario Marcelo Claure, era proyectado como el favorito. En cambio, terminó en un distante tercer lugar, se retiró y respaldó a Paz—junto con su mensaje: “Terminen lo que empezamos.”
La historia detrás de los votos estaba escrita en escasez, alzas de precios y años de fatiga por la austeridad. Durante meses, los bolivianos hicieron filas para comprar combustible y vieron desaparecer alimentos básicos. La inflación alcanzó su nivel más alto en más de 30 años. Las reservas en dólares se redujeron. Los subsidios y controles cambiarios que alguna vez estabilizaron al país ahora lo asfixiaban. El viejo pacto había caducado. Los votantes, cansados de esperar, se aferraron a lo único que aún abundaba: el cambio.
Dos caminos hacia la reforma, una sola calle inquieta
La segunda vuelta es ahora una competencia entre dos versiones de urgencia.
Paz busca unificar los tipos de cambio fragmentados de Bolivia—donde el precio oficial se ha desviado significativamente del del mercado negro—y controlar la inflación sin recortar protecciones sociales. Su retórica está calibrada: firme pero inclusiva. “Austeridad,” dice, “tiene que significar eficiencia, no crueldad.”
El programa de Quiroga apuesta más fuerte por la extracción y la velocidad. Expresidente durante una crisis anterior, confía en que el litio sea la salida de Bolivia. Su plan es directo: atraer capital global, reactivar campos de gas inactivos y convertir rápidamente las mayores reservas de litio del mundo en ingresos. Donde Paz habla de cerrar la herida, Quiroga habla de reavivar el motor.
Los inversionistas, al menos por ahora, gustan de ambos. Los precios de los bonos subieron al saberse de una segunda vuelta entre reformistas. Pero el verdadero desafío no es la confianza de los mercados—es la paciencia pública. Quien gane heredará un presupuesto lleno de números rojos, un déficit creciente y un electorado ya desgastado por la escasez. Si uno de estos hombres no entrega un alivio rápido y visible, la luna de miel durará exactamente una semana.
Una izquierda destrozada y un Legislativo reescrito
Esto no fue solo una elección presidencial—fue un referendo sobre una era.
Por primera vez en dos décadas, Bolivia celebró una elección nacional sin Evo Morales en la boleta ni entre bastidores. Su sucesor, el presidente Luis Arce, optó por no postularse. El Movimiento al Socialismo, otrora una maquinaria política que moldeó el continente, se fragmentó en facciones, votos nulos y candidatos de un solo dígito. Andrónico Rodríguez, joven senador visto como heredero ideológico de Morales, obtuvo poco más del 8%. El candidato oficial del MAS apenas superó el 3%.
Y las pérdidas no se detuvieron ahí. En el Congreso, los demócrata-cristianos de Paz y la coalición Libre de Quiroga ahora poseen los bloques más grandes. El MAS, antes dominante, corre el riesgo de perder la mayor parte—si no toda—su fuerza legislativa. Eso significa que el nuevo presidente no tendrá que rogar por votos para aprobar reformas. Pero también significa que no habrá excusas. Los días de culpar al estancamiento se acabaron.
El frágil centro que ahora gobierna Bolivia tendrá que mostrar unidad rápidamente. Los objetivos económicos compartidos no siempre se traducen en cronogramas compartidos, especialmente cuando comiencen los ajustes cambiarios, los recortes a subsidios y las negociaciones de deuda. En este nuevo Congreso, el margen de error es mínimo.
De un boom a un colapso y a un reinicio
Para entender lo que está en juego, hay que retroceder.
Evo Morales llegó al poder en 2006, impulsado por un auge del gas natural que financió programas sociales, redujo la pobreza y dio a Bolivia una década de crecimiento sólido. Pero cuando los precios del gas se desplomaron después de 2015, el sistema se tambaleó. Los subsidios se dispararon, las reservas extranjeras cayeron y la moneda se volvió más difícil de defender. La inflación regresó. Y las mismas políticas que alguna vez parecieron protectoras ahora parecían asfixiantes.
Bajo Morales y Arce, Bolivia se apoyó en aliados regionales como Venezuela y Nicaragua, profundizó lazos económicos con China y mantuvo a Washington a distancia. Ahora, tanto Paz como Quiroga sugieren que es hora de cambiar de marcha. Ninguno habla de ideología. Hablan de financiamiento.
Ambos quieren una mayor coordinación con Estados Unidos, no por nostalgia sino por necesidad: la reestructuración de deuda, el acceso a mercados y el desarrollo del litio pasan por esos canales. Esa recalibración puede resultar dolorosa. Los votantes indígenas y rurales que hicieron del MAS una potencia no van a desaparecer. Siguen esperando empleos, dignidad y voz. Paz apela a la unidad; Quiroga a sus credenciales. Las próximas semanas pondrán a prueba qué tono convence más a los votantes.
El 8 de noviembre, el ganador no tendrá tiempo de saborear el momento. La inflación, la energía y los alimentos dictarán el calendario político. Los hospitales necesitan suministros. Las gasolineras necesitan combustible. La gente necesita una respuesta honesta sobre cuándo termina su espera.
 
 
 
 
 
BOLIVIA: LA ESCISIÓN DE LA IZQUIERDA SIN PRINCIPIOS PROVOCA UNA DEBACLE ELECTORAL
 
Después de un período fratricida para la izquierda con Morales y Arce enfrentados, los candidatos derechistas y anti-MAS obtuvieron más del 85 por ciento de los votos emitidos en las últimas elecciones generales.
 
El Ciudadano de Chile (https://n9.cl/dor1h)
 
En las elecciones generales del 17 de agosto de 2025, la derecha boliviana obtuvo una victoria electoral y política mayor de lo esperado, poniendo fin a 20 años de gobierno del MAS-IPSP.
El candidato demócrata cristiano (PDC), Rodrigo Paz Pereira, ganó sorpresivamente la primera vuelta con un sólido 31,32 por ciento, seguido de cerca por el candidato de extrema derecha «Tuto» Quiroga con el 27,35 por ciento. Otro candidato de derecha, Samuel Doria (Unidad), quedó en tercer lugar con el 20,63 por ciento, con otro candidato de derecha, Manfred Reyes Villa (APB, Autonomía para Bolivia), en quinto lugar, con el 6,31 por ciento. Es decir, en general, los candidatos de derecha y anti-MAS obtuvieron más del 85 por ciento de los votos emitidos. Habrá una segunda vuelta entre Paz y Quiroga el 19 de octubre de 2025, y Doria ya ha expresado su apoyo a Rodrigo Paz.
El candidato de izquierda con más votos fue Andrónico Rodríguez (AP, Alianza Popular), quien se separó del propio grupo escindido de Evo Morales; obtuvo un mísero 7,76 por ciento. Le siguió Eduardo del Castillo, candidato del gobierno de Arce, que obtuvo un humillante 3,18 por ciento. Morales, a quien se le prohibió ser candidato, pidió a la gente que anulara sus boletas, que representaban el 19 por ciento.
A nivel parlamentario la izquierda no obtuvo escaños en el Senado (de 36) y seis en la Cámara de Diputados (de 130), es decir, en comparación con 2020 el MAS-IPSP perdió 21 y 69 escaños en el Senado y la Cámara, respectivamente. En 2025, los partidos de derecha combinados obtuvieron 36 escaños en el Senado y 123 en la Cámara de Diputados.
Para entender la crisis del MAS-IPSP que condujo a la escisión, es esencial la historia detrás del golpe de Estado de noviembre de 2019. Morales fue elegido presidente en 2005 (bajo la constitución de 1967), reelegido en 2009 y 2014 y, de manera controvertida, se presentó nuevamente como candidato presidencial en 2019. La controversia surgió porque el artículo 168 de la nueva constitución boliviana estipula que el presidente «puede ser reelegido una vez por un período continuo».
En febrero de 2016, Morales organizó un referéndum nacional para reformar el artículo 168 para poder «ser reelegido dos veces seguidas». La oposición se puso furiosa, ya que esperaban enfrentarse a un candidato del MAS menos formidable que Morales. Llevaron a cabo una desagradable y mendaz campaña mediática que se centró en que Morales había engendrado un hijo fuera del matrimonio (el niño no existía), pero que funcionó: Morales perdió el referéndum (51,30 por ciento a 48,70 por ciento).
Morales y los legisladores del MAS recurrieron a la Corte de Constitucionalidad, argumentando que los límites a la reelección violaban los derechos políticos constitucionales. Esto llevó a la corte a anular el referéndum de 2016, haciendo así irrelevante el plebiscito y permitiendo que Morales se postulara nuevamente en 2019. Estas maniobras no solo lo desacreditaron a él, uno de los líderes políticos revolucionarios más formidables de Bolivia y América Latina, sino que también envalentonaron a una oposición descontenta. Anunciaron protestas y lanzaron una campaña nacional de bloqueos de carreteras con el objetivo de interrumpir el comercio interno.
Ante la amenaza letal de violencia subversiva de la oligarquía, Morales buscó legitimar su candidatura y restaurar la calma invitando a la Organización de Estados Americanos (OEA) no solo a observar las elecciones sino a auditarlas, haciendo que su informe fuera legalmente vinculante. En una visita a Bolivia, el infame secretario general de la OEA, Luis Almagro, afirmó el derecho de Morales a postularse nuevamente, lo que provocó un alboroto entre los opositores al gobierno. Sin embargo, Almagro presentó una auditoría antes del conteo final de votos, alegando falsamente irregularidades que desencadenaron cargos de fraude electoral, que terminaron en el derrocamiento violento de Morales.
Después de un año de heroicas luchas -con represión, encarcelamiento, tortura, masacres y exilio- contra el gobierno de facto de Jeanine Áñez, el MAS postuló a Luis Arce como su candidato presidencial. Arce ganó las elecciones con un atractivo 55 por ciento (en 2019, Morales obtuvo el 47 por ciento). Para 2022, el presidente Arce había logrado recuperar la economía del país, que había quedado en un estado lamentable por la incompetencia y la corrupción de la dictadura de Áñez y los terribles efectos de la pandemia. Para 2023, Bolivia tenía una de las tasas de crecimiento económico más altas de la región, alcanzando un PIB histórico de $ 45 mil millones.
En octubre de 2023 Morales es proclamado «único candidato presidencial» para las elecciones de 2025 y líder del partido por un congreso nacional del MAS muy dudoso. El congreso se vio empañado por las expulsiones y la no participación de Arce y del vicepresidente de Bolivia, David Choquehuanca. Muchos individuos y organizaciones de masas afiliadas al MAS cuestionaron el congreso y la validez de sus decisiones, declarándolo ilegal. Morales respondió diciendo que debía liderar la recuperación «de la revolución y salvar a la nación nuevamente».
El Tribunal Supremo Electoral no reconoció el congreso, dictaminó que el MAS debía celebrar otro congreso para elegir a su comité nacional e inhabilitó a Morales para ser candidato. A partir de ahí, todo fue cuesta abajo.
La candidatura de Morales con dos años de anticipación condujo a una polarización increíblemente intensa dentro del partido, que alcanzó niveles de locura. Durante dos años, ambas facciones (Arce y Morales) intercambiaron insultos y acusaciones que iban desde la traición al imperialismo hasta el narcotráfico, en un crescendo de maniobra y contramaniobra cada vez más degenerado. Alcanzó su punto máximo con la facción de Morales organizando movilizaciones nacionales en 2024, bloqueando autopistas y con el objetivo de provocar el colapso económico del país. La facción de Arce desató la represión y un sinnúmero de esquemas legales y políticos contra Evo.
Para 2024, la economía de Bolivia estaba en problemas, había sufrido una drástica caída en las exportaciones de $ 2.175 millones en 2022 a $ 1.256 millones en 2024. Esto afectó particularmente los ingresos por exportación de energía, convirtiendo a Bolivia de un exportador neto en un importador neto de gasolina y diésel. Esto implicó además mantener los subsidios estatales para el petróleo y el diésel, que para 2025 costarán US$2 mil millones.
Para mantener un aparato estatal ampliado (que implicaba un gasto público sustancial en salud, educación, infraestructura, pensiones y muchos otros beneficios sociales), que producía una enorme brecha entre los ingresos y el gasto, el gobierno de Arce utilizó reservas internacionales. Estos disminuyeron de alrededor de $ 11 mil millones en 2017 a $ 1,98 mil millones catastróficos para 2024, con el banco central financiando el 80 por ciento del déficit.
A finales de 2024, la deuda pública era del 95% del PIB. La economía tuvo una aguda escasez de dólares, de diésel, gasolina y otros artículos de consumo diario, lo que provocó un aumento de la inflación. Debido a la especulación, el mercado negro y el contrabando, la inflación de los alimentos fue de alrededor del 25 por ciento.
Peor aún, los partidarios de Morales, siendo dominantes en el Senado, torpedearon todos los proyectos del gobierno para obtener créditos para aliviar la dura situación económica. Arce no tuvo más remedio que aplicar la austeridad mientras buscaba la estabilidad macroeconómica en una economía en crisis, lo que provocó un descontento masivo. La oposición de derecha echó toda la culpa al gobierno de Arce y trató de capitalizar el creciente descontento social, al igual que la facción de Morales.
Rodrigo Paz ha prometido liberalizar el sistema de Bolivia para superar el modelo «estatista» del gobierno del MAS. Quiroga, un político de extrema derecha que desempeñó un papel central en el golpe de Estado de 2019 contra Morales, propone un programa de estabilización y una reforma constitucional apoyados por el FMI.
Lo que ha provocado la división en el MAS es otorgar a la poderosa oligarquía boliviana un contexto propicio para desmantelar el Estado plurinacional, lo que le permite intentar revertir 20 años de conquistas sociales introducidas bajo el gobierno del MAS: tiene la presidencia, la Cámara de Diputados, el Senado, un MAS inmensamente debilitado y fragmentado, y es el menos preocupado por los votos nulos de Morales.
La característica más deprimente es la naturaleza autoinfligida de la derrota de la izquierda, ya que no hubo una base política o programática sustantiva para la división del MAS que la causó. Las dos facciones compartían un conjunto de creencias derivadas de los principios consagrados en la constitución. Ambos profesan una fuerte afirmación de la soberanía nacional y el derecho a la autodeterminación; la propiedad pública de los recursos naturales clave del país (gas, petróleo, minerales); el papel económico central del Estado para lograr la justicia social y una redistribución justa del ingreso nacional con el fin de reducir las desigualdades; y el reconocimiento de los derechos identitarios, culturales, lingüísticos, políticos y sociales de 36 naciones indígenas; y mucho más.
Todos los principios que ambas facciones sostienen y defienden genuinamente, principios mucho más importantes que cualquier ambición personal. Estas son las bases para la unidad y, sobre todo, para organizar la lucha por defender la constitución del Estado plurinacional de Bolivia.
Para colmo, la escisión sin principios infectó a todas las organizaciones de masas que habían hecho posible el estado plurinacional. El MAS-IPSP es una construcción a medio camino entre una federación de movimientos sociales y un partido político, en el que el rico universo social de organizaciones indígenas, campesinas, de mujeres, mineras, obreras, etc., pertenecen al partido de manera corporativista.
La división se extendió como un reguero de pólvora de arriba hacia abajo a través de todas las organizaciones sociales del MAS, fracturando su unidad. Por lo tanto, lograr la unidad en la izquierda boliviana será muy complejo porque no existe un organismo autorizado que pueda juzgar conflictos o diferencias.
Sin embargo, la unidad es la condición previa sine qua non para enfrentar lo que el próximo gobierno de derecha tiene reservado. El pueblo de Bolivia tiene una larga historia de resistencia y lucha; no será fácil para la oligarquía hacer retroceder al Estado plurinacional. Nosotros, en el campo internacional, debemos impulsarnos a organizar la solidaridad con las heroicas luchas que se avecinan del pueblo de Bolivia.
 
 
 
 
 
BOLIVIA: LA IZQUIERDA ANTE SU MAYOR DERROTA Y EL DESAFÍO DE RECONSTRUIRSE
 
Rebelión de España (https://n9.cl/e9eux)
 
El derrumbe electoral de la izquierda en Bolivia era previsible, pero no por eso menos doloroso. La división abierta entre Evo Morales y Luis Arce Catacora, sumada a las pugnas internas, debilitó profundamente al campo popular y terminó entregando el triunfo a la derecha.
Quienes hemos acompañado este proceso —aun con críticas— reconocemos su importancia histórica. Durante más de una década, los sectores indígenas, históricamente relegados, recuperaron autoestima, dignidad y protagonismo político. Se saldaron deudas sociales largamente postergadas, la pobreza y la desigualdad disminuyeron de manera significativa, y Bolivia vivió un ciclo de estabilidad con justicia redistributiva. Pero también debemos admitir que advertimos hace tiempo sobre la posibilidad de este desenlace y, sin embargo, fuimos incapaces de evitarlo. Esta derrota no solo interpela a los líderes, sino también a quienes, desde el campo popular, no supimos frenar una catástrofe largamente anunciada.
La fractura interna
Luis Arce y su candidato Eduardo del Castillo apostaron a apropiarse de la sigla del MAS a través de una maniobra judicial que inhabilitó a Evo Morales. Confiaron en que podían captar el voto indígena y popular, pero el resultado fue desastroso: apenas superaron el 3%. Fue un castigo a quienes manipularon la legalidad y traicionaron a quienes los llevaron al poder, pero también a una gestión económica fracasada que dejó inflación, escasez y estancamiento, golpeando con más dureza a los sectores vulnerables.
Por su parte, Andrónico Rodríguez, llamado en algún momento a ser el heredero natural de Evo, se lanzó sin el respaldo del Pacto de Unidad y sin base orgánica sólida, gesto leído por los movimientos sociales como una deslealtad. Su campaña fue errática, desconectada de las bases, y más dirigida a convencer a la clase media de que era un candidato “tranquilo” y “moderado” que a hablarle a los barrios populares y a las comunidades indígenas. A esto se sumó una compañera de fórmula percibida como una “niña rica con ínfulas de izquierda”, lo que reforzó la sensación de elitismo y desconexión con el pueblo.
Evo Morales, impedido de postular por una interpretación judicial alineada con el Ejecutivo, optó por llamar al voto nulo. La respuesta fue significativa: alrededor del 20% de las papeletas. Si se suma el voto blanco, se trata de la segunda opción electoral del país. Sin embargo, al ser inferior a la lista más votada, no alcanzó para impugnar la legitimidad del proceso, que era justamente el objetivo de Morales. En los hechos, su estrategia mostró tanto su vigencia como líder hegemónico de la izquierda como los límites de su convocatoria en la coyuntura actual.
El giro del electorado popular
Los resultados reflejan un mapa complejo. Evo Morales conserva una fuerza indiscutible en áreas rurales e indígenas —sobre todo quechuas y aymaras—, pero ha perdido peso en sectores urbanos, en el oriente y la Amazonía. El caso más simbólico es El Alto, bastión histórico de la resistencia antineoliberal, donde amplios sectores se inclinaron por una opción inesperada: Rodrigo Paz y Edman Lara.
El binomio Paz–Lara, y en particular Lara, expolicía famoso por su diatriba anticorrupción en Tik Tok, encarna un populismo de derecha con retórica religiosa y patriótica, inspirado en figuras como Nayib Bukele. Sus promesas son grandilocuentes y poco viables en la actual coyuntura económica: multiplicar por seis la Renta Dignidad para los adultos mayores sin jubilación o pagar un salario mensual a las mujeres dedicadas al cuidado. Sin embargo, lograron conectar con un electorado urbano popular que decidió castigar la gestión del MAS y su interna fratricida, sin apostar al neoliberalismo más radical representado por Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina. Este último, pese a su millonaria campaña, volvió a cosechar otra derrota en su insistente intento por convertir poder económico en poder político.
Un nuevo mapa político
La segunda vuelta enfrentará a dos derechas: una populista, representada por Rodrigo Paz y Edman Lara, y otra neoliberal y ortodoxa, encarnada por Tuto Quiroga y respaldada abiertamente por la embajada estadounidense. Todo indica que Paz se impondrá, aunque en Bolivia nunca nada está asegurado.
Sea cual sea el resultado, la fragmentación parlamentaria y la crisis económica auguran un gobierno débil, obligado a aplicar ajustes que recaerán sobre los trabajadores y sectores populares. Como en el pasado, es previsible que las políticas económicas y sociales vuelvan a dictarse en el Departamento de Estado norteamericano, desandando parte de lo construido en los años del proceso de cambio.
En este escenario, la liberación de Marco Pumari y Luis Fernando Camacho —actores centrales en la crisis de 2019 y en las masacres de Sacaba y Senkata— confirma el giro institucional hacia la derecha y demuestra, una vez más, que la justicia boliviana es todo menos independiente.
El desafío de la izquierda
La izquierda boliviana tiene por delante una doble obligación: recomponer su unidad y redefinir su proyecto. Evo Morales sigue siendo el referente ineludible; sin él, nada es posible. Pero su desgaste muestra la necesidad de un relevo generacional, construido no desde la improvisación individual, sino desde los cauces deliberativos y orgánicos de las organizaciones sociales.
Más que nombres, lo fundamental es el programa. El “proceso de cambio” permitió grandes avances sociales, pero agotó un modelo basado en la renta de los recursos naturales. Hoy se requiere un proyecto que coloque en el centro el desarrollo productivo, con soberanía estatal sobre sectores estratégicos, pero también con la creación de empresas comunitarias contempladas en la Constitución. Un modelo capaz de romper la hegemonía de las élites oligárquicas agroindustriales, diversificar la economía, fortalecer el consumo interno y ampliar las exportaciones.
El horizonte debe ser el de un socialismo comunitario, no solo redistributivo sino productivo, que permita superar la dependencia extractivista y sentar las bases de un desarrollo soberano y descolonizador.
La derecha y sus aliados externos ya trabajan en la restauración neoliberal. Para resistir, el movimiento popular necesita autocrítica, generosidad y unidad. Se perdió una batalla muy dura, pero la lucha histórica del pueblo boliviano no termina aquí.
La tarea inmediata es pasar de la disputa interna y la recriminación a la construcción colectiva, defendiendo lo conquistado y proyectando una Bolivia verdaderamente descolonizada, en manos de sus verdaderos dueños: las clases trabajadoras e indígenas-populares.
Esta ha sido una derrota dolorosa, pero la historia de Bolivia enseña que ninguna derrota es definitiva. La guerra de largo aliento por la dignidad y la soberanía continúa, y en las trincheras de lucha, volveremos a encontrarnos.
 
 
 
 
 
 
DURO ENFRENTAMIENTO ENTRE CANDIDATO A DIPUTADO POR ARICA Y CANDIDATO PRESIDENCIAL BOLIVIANO POR LA LEGALIZACIÓN DE AUTOS ROBADOS
 
Arica al Día de Chile (https://n9.cl/7to57)
 
El candidato a diputado por Arica y Parinacota, Sebastián Huerta (UDI), cuestionó duramente la propuesta del aspirante presidencial boliviano Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), quien anunció que en caso de llegar a la Presidencia legalizará los autos indocumentados —conocidos como “chutos”— que circulan en Bolivia.
Huerta advirtió que esta señal ya está teniendo efectos concretos en Chile. “El robo de autos ha aumentado en nuestra región en un 158%, según datos de Carabineros de Chile, y va a seguir aumentando, porque el candidato presidencial boliviano, Rodrigo Paz, anunció que va a legalizar todos los autos indocumentados que estén allá, incluyendo los que han sido robados en nuestra región de Arica y Parinacota”, expresó en un video que se viralizó en redes sociales y alcanzó fuerte repercusión en todos los medios de comunicación bolivianos.
El candidato a diputado sostuvo además que la propuesta de Paz constituye una amenaza directa a la seguridad del país. “Si Bolivia toma esa determinación, nuestro país debe quitarle el visado Mercosur. No podemos entregarle beneficios a un país que busca legalizar lo que ha sido robado acá en nuestra región”, enfatizó.
La polémica escaló luego de que el propio Rodrigo Paz defendiera su postura en una entrevista radial, asegurando: “Parece que fuera un pecado tener un auto chuto en Bolivia, cuando todo el mundo tiene un auto chuto”. En la misma línea, afirmó que “Si los chutos se convierten en legales, vamos a dar seguridad jurídica a la gente”, insistiendo en que negarlo “sería un error”.
En el mismo tono, Paz respondió directamente a Huerta: “Lo primero es que el candidato chileno debería preocuparse por qué roban en Chile. Debe informarse bien el porcentaje que da, han sido dos o tres vehículos robados los que ya han sido retornados. Pero él debería preocuparse de por qué ellos no pueden defender su frontera y qué pasa con Carabineros de Chile. ¿No serán los Carabineros los que están robando y poniendo esos productos en Bolivia? Y Huerta se debería informar más, porque por ejemplo en Iquique también hay autos chutos”.
Para finalizar, mantuvo su propuesta y remató “Le aconsejo al candidato que se preocupe por la policía de su país y por los ladrones de su país, porque son los chilenos los que roban allá y traen los vehículos acá”.
Ante los cuestionamientos de Paz sobre Carabineros de Chile, Huerta replicó que “Es inaceptable que un candidato presidencial boliviano acuse a nuestros Carabineros de ser parte de las bandas que roban autos en Chile y los pasan a Bolivia. Frente a este tipo de acusaciones, el silencio no cabe. El canciller Van Klaveren debe hacer una defensa ahora, que aclare si la Cancillería está dispuesta a tolerar que se insulte a nuestros Carabineros y que, además, se impulse una política que blanquea el delito y amenaza directamente la seguridad de las familias chilenas. Esto no es un simple tema policial, es un asunto diplomático importante y urgente. ¿Qué espera el gobierno del Presidente Boric para alzar la voz y defender los intereses de Chile?”.
Es importante, tener en contexto que el debate se produce en medio de una creciente presencia boliviana en Chile. Según datos del Servicio Nacional de Migraciones, en el primer semestre de 2025 se otorgaron 70.191 visas laborales Mercosur a ciudadanos de Bolivia, lo que representa un alza de 533% en un año y consolida a esa comunidad como el principal grupo de trabajadores extranjeros en el país.
 
 
 
 
 
LA EXTRAÑA HISTORIA DEL CAPO DE LA MAFIA DE LOS BALCANES QUE SE MOVÍA CON UN DNI ARGENTINO Y LO BUSCABAN VARIOS PAÍSES
 
Luka Starcevic fue detenido en la frontera entre Bolivia y Paraguay. En Europa lo dieron por muerto y reapareció en Brasil, donde por un error quedó en libertad. Está acusado de varios crímenes
 
La Nación de Argentina (https://n9.cl/rnqb9)
 
Algo no les cerró a los agentes de Migraciones de Paraguay el miércoles 20 de agosto, cuando en el remoto puesto fronterizo de Mayor Infante Rivarola, escucharon hablar con un extraño acento a un hombre que presentó un DNI argentino a nombre de Lisandro Emanuel Larre. Así, casi por azar, los agentes guaraníes dieron con quien era, en realidad, un capo narco serbio.
El falso Larre era, en verdad, Luka Starčević, quien según fuentes de la Justicia paraguaya pretendía entrar a Bolivia, donde se libra una “guerra” con la mafia de los Balcanes por el control del narcotráfico en esa región clave productora de cocaína.
La vida de Starčević acumula historias que podrían servir para varias temporadas de una serie de ficción. Está acusado de haber acribillado a Goran Radoman, un jefe de la mafia de los Balcanes cuyo crimen derivó en una guerra entre clanes narcos en esa parte del este de Europa. Pudo escapar y montó la fachada de su propia muerte en España, lo que le sirvió para poder huir a Brasil, donde está acusado de matar a tres personas, aunque logró quedar en libertad por un “error” administrativo en la Justicia de ese país.
El último capítulo de su ajetreada vida lo expuso en aquel remoto paso fronterizo entre Paraguay y Bolivia, donde se movía con DNI argentino.
En la Argentina, ni el Ministerio de Seguridad Nacional ni los órganos de investigación consultados por LA NACION no tenían información de que Luka Starčević hubiese estado en el país, ni que hubiera tenido algún tipo de actividad criminal.
Según pudo averiguar este diario, el DNI que portaba Starčević en el momento en que fue detenido en el límite entre Paraguay y Bolivia, a nombre de Lisandro Emanuel Larre, sería apócrifo. Según apuntaron fuentes de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), no hay registros con ese nombre en ningún otro ente fiscalizador, como ARCA o Anses. Ese DNI figura como expedido el 5 de junio de 2019.
Que este hombre nacido en Belgrado no figure en la Argentina señalado como miembro de alguna organización criminal no garantiza absolutamente nada: estos eslabones del crimen organizado transnacional se mueven en las sombras de manera permanente.
Algo similar ocurrió en la Argentina con Bozidar Ratkovic, conocido como “Bozo”, un narcotraficante de peso encargado de preparar la logística para enviar cargamentos de cocaína a Europa a través del puerto de Zárate.
Según publicó el periodista Agustín Ceruse en el sitio Encripdata, Ratkovic tenía vínculos con el colombiano Gabriel Jaime Londoño Rojas, que fue detenido en Abu Dhabi en 2022 y fue uno de los responsables de los grandes cargamentos de cocaína que salieron a través del puerto de Rosario, y de otro de 1650 kilogramos de esa misma droga que fue incautado por la Policía Federal en un galpón abandonado en el barrio de Empalme Graneros, en la zona noroeste de Rosario.
Otro capítulo de la llamada mafia de los Balcanes en la región quedó al descubierto en Uruguay como consecuencia de la “Operación Virtus”, que develó cómo un grupo criminal integrado por montenegrinos, argentinos, uruguayos y colombianos lograba introducir cocaína –proveniente de Buenos Aires– en buques de ultramar cuando se encontraban en aguas del océano Atlántico, cerca de las costas orientales, a la altura del departamento de Rocha.
Una calificada fuente del Ministerio de Seguridad Nacional consideró que probablemente Starčević podría haber estado involucrado en esta operación que terminó con 18 personas detenidas en Uruguay, entre ellas, un argentino y dos ciudadanos de la República de Montenegro.
Escándalo en el Cono Sur
Starčević es desconocido en la Argentina, pero no en la región. En Brasil estuvo detenido por un crimen, pero logró salir de la cárcel por una supuesta falla del sistema, una maniobra que generó un escándalo en ese país. En Belgrado, este serbio aparece relacionado con uno de los crímenes que conmocionaron a ese país en 2015, como fue el asesinato del capo mafioso Goran Radoman, crimen que desató una guerra entre los clanes Kavač y Škaljari. El conflicto entre estos dos grupos criminales fue sangriento.
El rol de Starčević en este caso es digno de una pieza de ficción. La policía montenegrina lo convirtió en uno de los principales sospechosos del homicidio a partir de una geolocalización con un GPS. El serbio había colocado un localizador satelital en el BMW de Radoman para seguirlo y asesinarlo con más de 20 disparos de un fusil AK47 en la cochera de un edificio. Días después, Starčević desapareció cuando un tribunal de Belgrado ordenó su captura ante los indicios que lo ligaban a aquel asesinato.
Los medios de Montenegro publicaron en su momento que Starcevic reapareció luego en España, pero a partir de una noticia que señalaba que había muerto. En el programa periodístico serbio Slučaj revelaron que este hombre, que fue detenido el miércoles 20 en Paraguay con un DNI argentino, había logrado huir a Brasil, y que en realidad la noticia de su muerte era una simulación para que se olvidaran de él.
El primer indicio de que Starčević estaba vivo surgió cuando fue detenido en julio de 2020 en una ruta cercana a San Pablo, donde a los policías les entregó documentación que indicaba que su nombre era Luka Maric, un ciudadano croata que tenía pedido de captura de Interpol. En el auto en el que se movía, un Nissan, llevaba una importante suma de dinero con la que intentó sobornar a los agentes.
El falso Maric, que no era otro que Starčević, había contratado a un chofer para que lo llevara a la ciudad de Santos, cuyo inmenso puerto es uno de los principales puntos de envío de cocaína hacia Europa. Logró salir al poco tiempo de la cárcel porque no había pedido de extradición ni tampoco causas en su contra en Brasil. No obstante, en 2021 lo acusaron de los asesinatos de un policía y de un portero de un edificio. También, del crimen de otro narco de origen serbio.
Un “error” favoreció inesperadamente a Starčević. A pesar de que el Supremo Tribunal Federal (STF) había ordenado su prisión preventiva, este serbio quedó en libertad debido a que el Departamento Penitenciario del estado de Paraná alegó que aquella orden no estaba registrada en el Banco Nacional de Medidas Penales y Penitenciarias (BNMP-CNJ), lo cual es un requisito legal para que pueda ejecutarse la orden de prisión preventiva. Como resultado, Starčević fue liberado por orden judicial y, además, fue absuelto en uno de los casos de homicidio y asociación ilícita en el estado de Paraná.
La última vez que en Brasil lo vieron a Starčević fue cuando salió de la cárcel de São José dos Pinhais, en la región metropolitana de Curitiba, el 23 de junio de 2023. En ese país aparecieron luego varios informes de inteligencia que ligaban a este serbio con el Primer Comando de la Capital (PCC) y con la ‘Ndrangheta, la mafia italiana con la que hacía negocios para enviar y distribuir drogas en Europa.
Starčević, que se había transformado en un fantasma para la Justicia y para las fuerzas de seguridad brasileñas tras el escándalo de su libertad, reapareció de forma inesperada en un remoto lugar del Chaco paraguayo: en el paso fronterizo Mayor Infante Rivarola.
Intentó cruzar ese punto limítrofe para ingresar a Bolivia. Cuando entregó su documentación para entrar en ese país, los funcionarios de Migraciones de Paraguay notaron algo raro. Porque su documento estaba a nombre de un ciudadano argentino, pero su acento ponía en duda que lo fuera.
Después de analizar la documentación que llevaba este hombre con acento raro, y tras una consulta internacional a través de la Red Atenas –un programa de cooperación internacional con Europol–, las autoridades migratorias paraguayas confirmaron que el hombre que intentaba cruzar hacia Bolivia con documentación argentina falsa era Luka Starčević, ciudadano serbio buscado por homicidios y crimen organizado en Brasil y en Europa. Fue retenido con apoyo de la Policía Nacional y, esa misma noche, expulsado por el Puente de la Amistad, en Ciudad del Este, donde fue entregado a la Policía Federal de Brasil.
Las sospechas de este último movimiento de Starčević podrían responder, según altas fuentes de la Justicia paraguaya, a una “guerra” entre bandas serbias y montenegrinas que se está librando en territorio boliviano por el control de terminales para el tráfico de drogas.
La tensión subió en Bolivia en torno a los carteles narcos luego de que el 13 de agosto pasado fueran encontrados tres cuerpos embalados en una vivienda de Santa Cruz de la Sierra. Las víctimas eran presuntos miembros de la mafia balcánica. Los cadáveres pertenecían a los serbios Miljan Gjekic, de 38 años, y Vanja Milosevic, de 41, y a Dejanco Lazarevski, de 43 años y oriundo de Macedonia del Norte. Se presume que sus cuerpos iban a ser arrojados a un río.
El ministro de Gobierno boliviano, Roberto Ríos, admitió públicamente que las mafias europeas intentan asentarse en Bolivia aprovechando el vacío dejado por la cinematográfica fuga del narco uruguayo Sebastián Marset, líder del Primer Comando Uruguayo y considerado una suerte de “manager” de la logística del tráfico de drogas hacia Europa a través de la hidrovía.
 
 
 
 
 
EMPRESARIO BOLIVIANO HABILITA PLANTA DE DIÉSEL
 
La Nación de Paraguay (https://n9.cl/erz33)
 
El empresario boli¬viano Xavier Itu¬rralde inauguró en el país una planta para pro¬ducción de combustible dié¬sel sintético a base de objetos reciclados como cubiertas, aceite y plásticos.
Afirmó que eligió a Paraguay por sobre su país para su proyecto por menores impuestos, reglas claras y poca burocracia. Villeta fue la ciudad en la que Iturralde decidió asentar su proyecto de una planta de diésel sintético, lejos de su La Paz natal.
Recientemente, el empresario explicó a medios de su país las razones por las que decidió desarrollar su capital en Paraguay y no en Bolivia. Iturralde acotó que en Bolivia no pudo concretar su emprendimiento por falta de respaldo normativo y múl¬tiples trabas jurídicas que no pudo sortear durante varios años.
Afirmó que la decisión de instalarse en Paraguay se cimentó en los bajos impues¬tos, marco jurídico claro y poca burocracia, a diferen¬cia de su país. Reconoció que la única ventaja que ofrecía Bolivia frente a Paraguay eran los costos logísticos pero que, en suma, la balanza de bene¬ficios se inclina hacia nuestro país.
“En Paraguay porque se paga menos impuestos, por¬que toda la parte jurídica es más clara. En todo sentido en Paraguay nos sale mejor. Lo único que nos salía mejor en Bolivia eran los costos logísti¬cos, pero aún así, complicán¬donos, lo hemos logrado”, dijo un medio televisivo boliviano.
Dijo que la puesta en marcha de la planta de diésel sintético en Paraguay abre la posibili-dad de expandir la produc¬ción. Su capacidad de produc¬ción ronda los 1,8 millones de litros anuales.
Desde el Ministerio de Industria y Comercio (MIC) señalaron en varias oca¬siones que uno de los incen¬tivos más atrayentes para los empresarios a la hora de inyectar su capi¬tal en el país son los impuestos bajos, que, sumado a una macro¬economía estable.
 
 
 
 
 
NARCOPILOTOS BOMBARDEARON DROGA Y LUEGO QUEMARON LA NAVE
 
Enorme operativo en Garza, sobre ruta 34. los pilotos extranjeros están prófugos.Buscan reconstruir la ruta del vuelo y calcular dónde arrojaron la droga.
 
El Tribuno de Argentina (https://n9.cl/t1ioex)
 
A pesar de un intenso y espectacular operativo, dos pilotos bolivianos supuestamente lograron eludir el cerco de las fuerzas federales y provinciales a solo 100 kilómetros de la ciudad capital de Santiago del Estero.
La frenética búsqueda se concentró sobre la ruta nacional 34 y los montes circundantes a la localidad de Garza.
En la noche del jueves, una avioneta aterrizó en un campo de esa zona. Testigos presenciales relataron que era demasiado tarde y oscuro para tratarse de un avión fumigador, y que tras el aterrizaje vieron a los dos pilotos descender de la aeronave, internarse en el monte, volver luego al avión y prenderle fuego. Se presume que se comunicaron con los dueños de la nave, quienes habrían ordenado incendiarla para no dejar rastros.
Tras este hecho, los testigos dieron aviso a la policía. Las fuerzas federales llegaron primero, pero los pilotos ya habían sido evacuados, aparentemente ilesos.
Garza se ubica dentro del departamento Sarmiento, a la vera de la ruta nacional 34, en el centro de la provincia de Santiago del Estero.
Pese al hermetismo, trascendió que el caso es investigado por el fiscal de turno de la Justicia ordinaria, Martín Silva, y también por el titular del Juzgado Federal, Sebastián Argibay.
Al lugar arribaron unidades de Gendarmería, Policía Federal y la división Drogas Peligrosas. En paralelo, y de forma preventiva, la comisaría 38 de Garza estableció un perímetro en el sector donde quedó la nave, cuyo contenido se mantenía en misterio hasta el amanecer.
Voceros señalaron que la avioneta aterrizó en un campo trabajado, semitrillado, poco después de las 20. Los pobladores aseguraron luego haber visto a dos hombres descender, tomar algunas pertenencias y ocultarse en el monte. Con esa versión, una hora después, fuerzas federales coparon la zona.
"Vimos a un avión sobrevolar y luego se cayó", relató un vecino. Mientras algunos hablaban de una caída accidental, otros sostuvieron que se trató de una maniobra intencional previa a la fuga.
Sin combustible
Para los expertos, los ocupantes se habrían quedado sin combustible tras realizar un presunto sembrado de droga. Buscaron un lugar para el aterrizaje forzoso y huyeron tras incendiar la aeronave.
Lo cierto es que, pasada las 21, la región estaba rodeada por efectivos de seguridad. Se dispuso un cierre en la ruta 34 y en otros accesos estratégicos.
Los policías trabajaron con tecnología de punta: celulares satelitales, cámaras de infrarrojo, y más tarde, drones y perros rastreadores. Sin embargo, durante 48 horas de rastrillajes en un radio de 20 kilómetros —que luego se amplió— no lograron dar con los fugitivos.
La incógnita creció aún más cuando se empezó a sospechar que los pilotos recibieron ayuda externa para escapar y fueron trasladados hacia el norte del país, posiblemente a la provincia de Salta. Se estima, además, que la aeronave habría sobrevolado previamente el Chaco salteño.
Número de motor ahora es la clave
La tecnología será vital para identificar propietario y origen de la nave. Se sabe que habría partido de algún lugar de Bolivia, atravesó el chaco salteño y llegó quizá al sur de la provincia de Santiago del Estero.  
Al mismo tiempo, gendarmes ya cuentan con la numeración del motor de la avioneta. Y en las últimas horas reconstruían  e indagaban en las condiciones legales del vuelo y a quién o a quiénes les habría sido otorgado el permiso de vuelo, si es que existe tal permiso. Se cree que todo es ilegal y profesional.
 
 
 
 
 
INGRESO POR PASO NO HABILITADO, DISPAROS Y DROGAS: LOS DETALLES DEL CASO QUE DEJÓ CINCO POLICÍAS BOLIVIANOS EN PRISIÓN PREVENTIVA
 
Revista Nostálgica de Chile (https://n9.cl/83jgs)
 
Hay un sexto detenido en esta trama, correspondiente a un civil de la misma nacionalidad. Se estableció un plazo de investigación de 150 días.
Durante la jornada del viernes se conoció que los seis ciudadanos bolivianos -cinco de ellos parte de la policía de Bolivia- que ingresaron a Chile por un paso no habilitado portando drogas y armas, quedaron en prisión preventiva.
Según se detalló en la audiencia de formalización, fue el 24 de agosto cuando los cinco uniformados extranjeros traspasaron el límite político internacional con Bolivia, a bordo de un vehículo Nissan sin distintivo institucional.
En concreto, ingresaron a territorio chileno por un paso no habilitado, internándose por casi dos kilómetros por el sector denominado “Hito Cajón” (a la altura del km 49 de la ruta CH-27). En dicho lugar también estaba un civil boliviano en una camioneta marca Toyota con patente nacional adulterada y que tenía encargo por robo en Chile.
Los policías imputados habrían efectuado un número indeterminado de disparos que habrían alcanzado la parte trasera de la camioneta. Tras ello, habrían reducido a uno de los ocupantes del móvil, esposándolo y manteniéndolo recostado y descalzo sobre la nieve.
Es en ese contexto en que personal de Carabineros perteneciente a la Segunda Comisaría de San Pedro de Atacama, los controló y capturó.
Según consignó El Mercurio de Calama, el general Cristian Montre, relató que los uniformados chilenos, “mientras patrullaban por la ruta CH-27, al llegar a la altura del kilómetro 50, logran divisar a un grupo de personas que, en un paso no habilitado, intentaban retirar dos vehículos, los que se encontraban varados (…). Frente a esa circunstancia, los carabineros deciden efectuar un control“.
De acuerdo con información compartida por Fiscalía, durante la revisión del vehículo Nissan se encontró una gran cantidad de armamento y municiones, como también 14 celulares y dos juegos de placas patentes bolivianas.
En la camioneta Toyota, en tanto, se descubrieron 499 kilos 850 gramos de marihuana y 73 kilos 750 gramos de pasta base de cocaína. Además, carabineros verificó que este último vehículo mantenía encargo vigente por robo en Chile. Así, se les aprehendió a los seis individuos.
Cabe mencionar que ante el tribunal, el Ministerio Público expuso archivos de audio y mensajería extraídos de uno de los 14 celulares incautados, los cuales sugerirían su vinculación con actividades ilícitas anteriores. Asimismo, se mencionó la incautación de dispositivos GPS, lo que a juicio de la Fiscalía, debilitaría la tesis de un ingreso accidental al país.
Delitos imputados
Los cinco ocupantes del vehículo Nissan, correspondientes a cuatro hombres y una mujer de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN), fueron formalizados por la Fiscalía de Calama por los delitos de tenencia ilegal de arma de fuego prohibida, tenencia ilegal de arma de fuego, tenencia ilegal de municiones, disparos injustificados, secuestro y tráfico de drogas.
A su vez, el civil fue formalizado por tráfico de drogas y receptación de vehículo motorizado.
La máxima medida cautelar fue aplicada para todos por ser un peligro para la seguridad de la sociedad y se dispuso un plazo de investigación de 150 días.
Con todo, el fiscal regional de Antofagasta, Juan Castro Bekios, destacó “que se trata de una investigación penal, que surge de un procedimiento policial flagrante realizado por personal de Carabineros de Chile, en sus labores de control de soberanía, cuyas primeras diligencias apuntan a la participación presunta de todos y cada uno de los imputados y detenidos en distintos delitos, todos cometidos en territorio nacional, y frente a los cuales el Ministerio Público está obligado a actuar sin importar en ningún caso la función o la nacionalidad de quién los comete. Todos ellos apegados estrictamente al principio de legalidad y de igualdad ante la ley“.
Medios bolivianos
Según expuso el medio del país vecino llamado “El Día”, hace unas jornadas el comandante general de la Policía Boliviana, Augusto Russo, afirmó que el ingreso de los agentes de la FELCN a territorio chileno había sido accidental y que se gestionaba su repatriación.
El Deber, en tanto, mencionó en una publicación este sábado que el viceministro de Sustancias Controladas, Jaime Mamani, planteó la devolución de los policías, propuesta que fue rechazada en Chile.
De acuerdo a lo que explicó Mamani, los policías formaban parte de una patrulla antidroga que realizaba labores de interdicción en la frontera entre Bolivia y Chile.
“En la persecución de nuestros efectivos a un vehículo que estaba transportando sustancias controladas hacia la República de Chile, el vehículo se detuvo por una nevada y se logró aprehender al conductor. Al interior se encontró marihuana y cocaína. En ese momento se acercaron Carabineros de Chile, quienes les manifestaron que estaban en territorio chileno y procedieron a detener a nuestros efectivos“, indicó.

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