Tuesday, December 20, 2005

POR QUÉ HA TRIUNFADO EVO MORALES EN BOLIVIA

EDITORIALES Y OPINIONES


Editorial:

BOLIVIA POPULISTA

ABC de España (www.abc.es)

LA victoria de Evo Morales, además de un acontecimiento histórico que coloca por primera vez a un indígena al frente de Bolivia, sitúa al país ante un difícil dilema político: saber si las frágiles instituciones democráticas bolivianas serán capaces de sobrevivir al ímpetu populista que ha llevado al líder del Movimiento al Socialismo (MAS) a la presidencia de la república.
Lejos de sorprender, la noticia del triunfo de Morales confirma lo que muchos venían augurando a la vista de los sucesivos pulsos que ha planteado a la democracia boliviana. En este sentido, su capacidad de maniobra populista ha ido progresivamente en aumento. Sus huelgas y boicots indigenistas no sólo han sido capaces de provocar la erosión del crédito de los líderes de los partidos tradicionales, sino que han colapsado en varios ocasiones la legitimidad de las propias instituciones representativas, tal y como se vio al forzar las diversas dimisiones presidenciales que se han producido en los últimos tiempos. De esta manera, a pesar de la irreprochable victoria democrática cosechada el pasado domingo, lo cierto es que estamos más bien ante el desenlace que era previsible después del acoso y derribo populista al que Evo Morales ha venido sometiendo a la democracia boliviana desde en 1997 fuera elegido diputado con los votos de los cocaleros.
Con su elección presidencial, el populismo indigenista surgido en los últimos años en Iberoamérica añade un nuevo frente de preocupación e inquietud dentro del escenario político que padece la cada vez más inestable región. El clima de optimismo que brotó en la década de los 90 y la esperanza de una plena normalización democrática empiezan a verse de este modo definitivamente desmentidas. En este sentido, el triunfo de Evo Morales, lejos de ser una oportunidad democrática proyecta sobre el futuro de Bolivia y el conjunto de Iberoamérica un complejo haz de incertidumbres. Sus primeras declaraciones públicas parecen confirmarlo.
En su feudo electoral de Cochabamba ha esbozado delante de miles de seguidores un programa de gobierno en el que se condensan los argumentos programáticos y los guiños emocionales que han hecho posible la marejada política que lo ha aupado al poder. Después de invocar el comienzo de una nueva historia para Bolivia y de insistir en su habitual tono demagógico, ha defendido un cambio de las estructuras del país mediante una indigenización de sus raíces culturales con el fin último de erradicar -según él- los vestigios que aún perduran de la sociedad virreinal. En esta misma línea revisionista, ha propugnado también la derogación de las políticas económicas de corte liberal que fueron desarrolladas por los gobiernos de Sánchez de Losada y que han hecho posible que el país, a pesar de la inestabilidad mostrada desde 2003, exhiba dentro del conjunto iberoamericano una aceptable situación macroeconómica.De hecho, con una inflación ligeramente por encima del 3 por ciento, un tipo de cambio estable, una tasa de crecimiento del PIB cercana al 3,5 por ciento y un saldo neto en las exportaciones de 2.000 millones de dólares, Bolivia está en un buen momento para seguir profundizando en su apertura al exterior y hacer más sólido su modelo de crecimiento. Sin embargo, esta situación puede desbaratarse de golpe si prosperan las propuestas esbozadas por Morales en Cochabamba y que han venido acompañándole desde el comienzo de su campaña presidencial. En este sentido, ha vuelto a reiterar su defensa de una nacionalización de todos los recursos naturales de Bolivia, incluyendo el controvertido gas natural. Y aunque a renglón seguido ha querido matizar esta declaración admitiendo que su decisión estaría abierta a la participación de empresas extranjeras, lo cierto es que la caída de un 2,31 por ciento que experimentó ayer la cotización de Repsol en el Ibex de la Bolsa de Madrid evidencia que los inversores españoles no están muy confiados acerca del sentido último que encierran las palabras del futuro presidente de Bolivia.
Más inquietantes son aún las palabras que ha dirigido a su vecino chileno ya que ha vuelto a reivindicar una salida al Pacífico, reactivando así el viejo pleito que mantiene con Chile. Esta circunstancia, unida a los piropos dirigidos a Hugo Chávez, no parecen propiciar un clima de demasiada tranquilidad para un país que ocupa un lugar estratégicamente capital dentro del corazón del subcontinente iberoamericano. Sobre todo porque, tras escuchar las declaraciones de Evo Morales, más de uno ha entrevisto con bastante nitidez cómo la larga sombra del caudillo venezolano se recortaba detrás de la silueta del nuevo líder de Bolivia.



Editorial I

EL TRIUNFO DE MORALES EN BOLIVIA

La Nación de Argentina (www.lanacion.com.ar)

El amplio triunfo del líder cocalero Evo Morales en las elecciones presidenciales de Bolivia coronó el complejo proceso hacia la normalización institucional del vecino país, que sólo podrá salir del atraso y de la profunda crisis económica y social que arrastra con la participación de todos los sectores, sin exclusiones ni sectarismos.
La aceptación inmediata del nuevo escenario por parte de los candidatos y las agrupaciones derrotados cerró toda posibilidad de incidentes y violencia, que tanto daño le causaron a la nación andina en los últimos años, colocándola en el borde del abismo y la desintegración.
Los bolivianos otorgaron a Morales, un candidato izquierdista con fuertes lazos con el líder populista de Venezuela Hugo Chávez, más del 51 por ciento de los votos y una amplia mayoría en el Congreso, lo cual le facilitaría instrumentar sus planes de gobierno. El presidente electo, el primero de origen aymara puro, es partidario de la legalización del cultivo de coca que se utiliza para la producción de cocaína.
El triunfo y la nueva responsabilidad que deberá asumir el 22 de enero próximo en el Palacio Quemado parecen haber moderado el discurso radical y extremista del líder del Movimiento al Socialismo (MAS). En sus primeras declaraciones públicas como presidente electo, Morales tendió puentes con el sector empresarial al anunciar que no confiscará ni expropiará las concesiones a las compañías petroleras multinacionales, aunque sí prometió exigirles que se adecuen a la ley de hidrocarburos que elevó del 34 por ciento al 50 por ciento los impuestos y las regalías y recuperó, entre otras cuestiones, la propiedad del Estado en la etapa de producción.
Bolivia, el país más pobre de América del Sur, posee la segunda reserva de gas natural del subcontinente. El mandatario electo prometió respetar la propiedad privada aunque insistió en que confiscará las tierras improductivas para que el campesino tenga trabajo, y dijo que garantizará la gobernabilidad, ausente en los últimos años en el país andino.
La traumática experiencia reciente de Bolivia, que tuvo en Morales a uno de los protagonistas al haber encabezado las revueltas sociales que terminaron con los gobiernos de Gonzalo Sánchez de Lozada y su sucesor, Carlos Mesa, hacía temer por el proceso electoral. Sin embargo, las elecciones de anteayer transcurrieron en paz y normalidad.
Es hora de reconocer el gran mérito que en esto corresponde a la independiente gestión transitoria de Eduardo Rodríguez Veltzé, el actual presidente, que desde la titularidad de la Corte Suprema de Justicia debió hacerse cargo del Poder Ejecutivo para emprender la normalización institucional.
Los movimientos sociales indígenas, acompañados por buena parte de la clase media, parecen haber alcanzado una mayoría legislativa que les permitiría liderar un proceso de transformación política, económica y social que impulsan desde mucho tiempo atrás.
Morales representa a poco más de la mitad de quienes sufragaron en su país, por lo cual no deberá ignorar a la otra mitad, como si no existiera. La democracia no es sólo el gobierno de las mayorías, sino también el respeto por las minorías. En principio esto pareció haber sido aceptado por Morales que, al celebrar su victoria en Cochabamba, señaló que su gestión será "incluyente". Si esto no fuera así, el reclamo de autonomía de los habitantes de la región oriental del país pueden evolucionar hacia alternativas capaces de poner en peligro la integridad territorial boliviana.
El triunfo electoral de Morales entonará a los movimientos indígenas de la región y, por ello, tendrá repercusiones más allá de las fronteras de su país. Particularmente en el Perú, que va camino a elecciones presidenciales el año próximo y en Ecuador, que transita por una compleja etapa de transición. Para la Argentina y los demás países de la región es hora de acompañar, de cerca, la gestión de las futuras autoridades bolivianas y de apuntalarla en el marco de la prudencia. Tanto la Argentina, como Brasil y Chile tienen, cada uno, mucho que contribuir para que la transformación boliviana sea positiva, sin fricciones innecesarias, de modo de mejorar la calidad de vida y el progreso de sus habitantes. Para esto será central el mejor aprovechamiento posible de los importantes recursos bolivianos en materia de hidrocarburos, incluyendo sus posibilidades de exportación, porque allí es donde parece estar la clave del desarrollo más justo para todos.
Bolivia ha probado en el pasado recetas extremas que terminaron en el fracaso, potenciando la pobreza y condenando a cientos de miles de sus habitantes a vivir en la marginación y la indigencia. Hoy el país andino tiene una nueva oportunidad, al amparo de la esperanza que despierta Morales entre una amplia mayoría de bolivianos, que el nuevo líder no debería desaprovechar, abandonando cualquier receta sectaria y convocando a la unidad.



Editorial:

INDIO DE IZQUIERDAS

El Periódico de España (www.elperiodico.com)
Todas las expectativas sobre el resultado de las presidenciales de Bolivia han quedado cortas ante la contundencia de la victoria del candidato indio y de izquierdas, Evo Morales. La desproporción entre la mayoría indígena de la población y su práctica ausencia en la élite política y económica del país, uno de los más pobres e inestables de Latinoamérica, necesitaba reparación. Ahora llega con este hombre que, además, es ideológicamente progresista, aunque eso no suponga novedad en un continente que, sobre todo con la llegada de Lula, en Brasil, ya normalizó lo que significa la alternancia como prueba de estabilidad política.
El discurso de Evo Morales es llamativo. Apoya la nacionalización de los recursos naturales; eso afecta a las multinacionales, a las que ayer garantizó que no expropiará ni confiscará. Y se erige en defensor del campesinado, gran parte del cual depende del cultivo de coca, algo que Morales quiere legalizar pese a que la Administración de EEUU busca erradicarlo. Falta por ver cómo actuará. El primer presidente indio de Bolivia debe acreditar que sabe pasar de la protesta a la propuesta realista de Gobierno en un mundo tan complejo y tan atenazado por la globalización.



Editorial:

GIRO LATINOAMERICANO


Hace diez años, Bolivia era mostrada como un ejemplo por el FMI y el Banco Mundial que recomendaban la receta del Consenso de Washington. A diferencia del Ecuador, donde aquellas propuestas nunca cuajaron, los bolivianos sí transformaron radicalmente su economía para adaptarla al modelo neoliberal.

EL Universo de Ecuador (www.eluniverso.com)

El experimento funcionó... pero solo por un tiempo.
Regresemos ahora al presente. Una Bolivia desesperada, sin norte, dividida regionalmente, pero sobre todo harta de neoliberalismo, acaba de darle su apoyo en las urnas al candidato que con mayor énfasis se opuso a las recetas de los organismos multilaterales. Como ya ocurrió en otros países de América Latina (Venezuela, Brasil, Uruguay), el Consenso de Washington parece haber servido solo para abrirle a la izquierda un espacio que esta nunca soñó tener, llegando al poder por la vía inédita de obtener la mayoría absoluta de votos.
En el caso de Bolivia, lamentablemente, se trata de una propuesta confusa, desordenada, en la que coexisten ideas y conceptos absolutamente contradictorios. No sabemos cuál será el futuro inmediato de Bolivia. Deseamos para ella lo mejor. Pero su ejemplo nos corrobora que la región ha resuelto abandonar el esquema del libre mercado a ultranza, pero no sabe aún hacia qué nuevos puertos dirigirse y tantea a veces con propuestas cuyo valor todavía se desconoce.



EDITORIAL

EXPERIMENTO EN BOLIVIA

El País de España (www.elpais.es)

En unas elecciones notables por diferentes motivos, Bolivia ha catapultado a la presidencia al líder indio Evo Morales. Según proyecciones extraoficiales dadas por buenas, el jefe cocalero ha obtenido mayoría absoluta, con más del 51% de los sufragios, y superado en 20 puntos a su rival conservador, el ex presidente Quiroga. En más de dos décadas de elecciones democráticas en el infortunado país andino, nunca un aspirante había obtenido una victoria tan rotunda, conseguida además con una participación superior al 70%.
Presumiblemente, muchas cosas van a cambiar tras la elección de Morales, comprometido con las masas indígenas, opuesto a la política de Washington, partidario de las movilizaciones callejeras como expresión del poder popular y reiterado abogado de la nacionalización de los recursos energéticos del país más pobre de Suramérica. La victoria de Morales, que gusta de resaltar su amistad con Fidel Castro y Hugo Chávez, refuerza también inequívocamente el viraje indigenista e izquierdista de una parte del subcontinente.
Si el ejercicio del cargo, que asumirá dentro de un mes, no modifica sustancialmente sus postulados, el presidente electo y líder del Movimiento Al Socialismo (MAS, una confederación de sindicatos y grupos sociales articulada en torno a los productores de coca) pretende enterrar el estado neoliberal y refundar Bolivia. Para ello reescribirá la Constitución, dando voz a aimaras y quechuas, etnias mayoritarias e históricamente excluidas de los mecanismos de decisión política y económica. Pero Morales, cuyos planes son anatema para las ricas regiones orientales del país, asentadas sobre el gas y el petróleo y abiertamente centrífugas, con Santa Cruz a la cabeza, debe llevar adelante esta agenda explosiva asegurando a la vez la gobernabilidad de Bolivia, inexistente en los últimos tiempos, como lo prueba el hecho de que el líder cocalero vaya a ser el cuarto presidente en poco más de dos años.
Evo Morales va a tener enfrente a un Senado de mayoría opositora, controlado por los nuevos gobernadores provinciales, ajenos en su gran mayoría al MAS y elegidos por primera vez también en la jornada del domingo. Y a poderes tan fácticos como la iniciativa privada y Estados Unidos, cuya ayuda para eliminar las plantaciones de coca supone la décima parte del PIB boliviano. El camino que elija para plantear decisiones cruciales, desde qué hacer con los hidrocarburos hasta una Constitución que lidie con las aspiraciones autonomistas de las regiones ricas y a la vez consagre la redistribución de la tierra y los derechos de la sometida mayoría indígena, va a marcar el nuevo rumbo de uno de los países más inestables de Suramérica.



TRIBUNA: EDMUNDO PAZ SOLDÁN

POR QUÉ HA TRIUNFADO EVO MORALES EN BOLIVIA

El País de España (www.elpais.es)

En 1993, Bolivia eligió a su primer vicepresidente aymara, Víctor Hugo Cárdenas. Feliz por la cobertura positiva que se le había dado a Bolivia esos días, llegué de vacaciones a Cochabamba dispuesto a celebrar la buena nueva con mis compatriotas. Debíamos estar orgullosos de un líder indígena que hablaba seis idiomas y tenía un doctorado de una prestigiosa universidad francesa. Recuerdo, sin embargo, mi sorpresa al descubrir que para buena parte de la clase media a la que yo pertenecía, la elección de Cárdenas como acompañante de fórmula de Gonzalo Sánchez de Lozada -en su primer gobierno- era una mala noticia. Un domingo me enzarcé en una discusión con mi tío, quien me dijo: "¿Te imaginas si le pasa algo a Sánchez de Lozada? ¡Vamos a tener a un indio de presidente!". En su tono se condensaba todo el horror de una clase social muy poco dispuesta a aceptar los cambios estructurales que comenzaban a sacudir al país. Le dije a mi tío que no veía nada malo en el hecho de que un representante de la mayoría gobernara el país por primera vez. "Si eso ocurre, ahí te quiero ver", respondió. "Haré mis maletas, y seguro nos encontraremos en el aeropuerto".
Recuerdo estas cosas ahora, después de las históricas elecciones presidenciales del pasado domingo, en las que un candidato aymara, Evo Morales, ha triunfado de forma contundente. Hace poco desayuné con ese tío que más de diez años antes se había escandalizado ante la sola idea de que un indio fuera presidente, y le pregunté qué pensaba de Morales. Me dijo que no comulgaba con sus ideas, que Estados Unidos le iba a poner trabas por todas partes, pero que al menos los preceptos más fuertes del ideario indígena eran "no robar, no matar, no mentir", y que con Evo se acabaría el robo descarado al erario nacional que había caracterizado a los gobiernos democráticos de los últimos veinte años. Le recordé lo que me había dicho tiempo atrás sobre Cárdenas, y le pregunté qué era lo que había cambiado en el país. Me dijo que ahora teníamos experiencia acerca de lo que habían sido los gobiernos de los partidos tradicionales: corruptos, carentes de una visión nacional. Para él, el desgaste de esos partidos tradicionales justificaba plenamente el ascenso de Evo. Ese ascenso no era tanto una virtud de Evo, sino el resultado de la debacle económica a la que Sánchez de Lozada y otros presidentes neoliberales habían conducido al país.
En las palabras de mi tío encontraba un eco de lo que mi padre me había dicho en agosto de 2002, al ver por la televisión, admirado, al 30% de los representantes del nuevo Parlamento de extracción indígena: "Los indios son el 60% de la población; algún rato les tiene que tocar". Nuevamente, no se trataba tanto de los logros de Evo, sino de una suerte de predestinación histórica: Evo aparece en el momento adecuado, cuando el país se encuentra lo suficientemente maduro como para asumir la idea de un presidente indígena (el proceso histórico, en este caso, primero fue muy lento -más de un siglo y medio-, y luego se aceleró bruscamente: tan sólo hace diez años la posibilidad de un indio presidente era muy resistida en el mundo urbano, y prácticamente no existía en el mundo rural).
En ese "algún rato" de mi padre se expresaba el hecho de que un sector de la clase media tenía cierto sentido del momento histórico que vive Bolivia. Mi padre recordaba, en su infancia cochabambina en la década del cuarenta, a los pongos, esos indios condenados a la más humillante de las servidumbres. Las familias de la élite regalaban pongos a sus hijos, para que éstos se encargaran de todas las necesidades de esos chiquillos privilegiados. Los pongos debían dormir en el suelo, junto a la puerta de la habitación del señor al que servían, por si a ese señor se le ocurría despertarse a las tres de la mañana y pedir un vaso de agua. Eran los pongos quienes se encargaban de traer entre sus manos el excremento de llama tan necesario para crear un buen fuego en la cocina.
Un sector de la clase media y de la élite observa el proceso histórico boliviano de la misma manera en que lo hacían el Príncipe Fabrizio y su sobrino Tancredi en El Gatopardo. En esa gran novela de Lampedusa, ambientada en la Sicilia de 1860, estaba claro que la aristocracia debía ceder sus posiciones ante la inminente unificación de Italia; el triunfo de Garibaldi significaba también el triunfo de las clases populares. El príncipe miraba todo con escepticismo, aunque sabía que su clase había fracasado estrepitosamente; su sobrino, admirador de Garibaldi, trataba de sacar partido de la nueva situación bajo la égida de la frase "algunas cosas deben cambiar para que todo permanezca igual". Así, mi padre y mi tío representan a los que no votaron por Evo pero entienden por qué el líder aymara ha triunfado, y tengo amigos empresarios que, como Tancredi, proclaman su apoyo a Evo Morales. Mi cuñado, gerente de ventas de una empresa de alimentos, me dice que votó por Evo porque así se evitarán los bloqueos salvajes que paralizaron la economía del país e hicieron caer a dos presidentes en los últimos dos años. "Para que se acaben los bloqueos, hay que votar a los bloqueadores", me dijo con una sonrisa, orgulloso de su manera tan astuta de entender las cosas.
Si un sector de la clase media y de la élite se acomoda a la nueva realidad, y otro sector -los intelectuales de izquierda, los universitarios- cree genuinamente que sólo Evo puede garantizar el verdadero cambio en el país, otro sector mira todo ese proceso con miedo (a veces, en la misma persona, se pueden encontrar el acomodo, la admiración y el miedo al mismo tiempo). La campaña de Tuto Quiroga, el ex presidente y gran opositor de Evo, explotó al máximo ese temor; sus spots televisivos sugerían que con Evo en el poder se perderían fuentes de trabajo, se estatizaría la economía e incluso se cambiaría la bandera nacional por la wiphala (la bandera de los aymaras). Quiroga también señaló que la amistad de Evo con el presidente venezolano Hugo Chávez sólo le traería desgracias a Bolivia. No han faltado los editoriales acerca de la inevitable "chavezación" del país, y en los barrios residenciales se escuchan conversaciones de gente que está segura de que Evo ordenará la confiscación de la propiedad privada, expropiará las tierras de los grandes hacendados, y les cortará el cuello a los dueños de fábricas y a los gerentes de banco.
Por supuesto, el temor de buena parte de la clase media y la élite no se debe sólo a las razones coyunturales que explotó la campaña de Tuto. Las razones son de larga data y tienen que ver con traumas y culpas anidadas en lo más profundo del imaginario criollo. Se trata, por así decirlo, de la inevitable venganza del pongo. Los abusos a los que ha sido sometido el indio desde la colonia deben desembocar en una "guerra de las razas". El aymara Túpac Catari se sublevó hace más de dos siglos y sitió La Paz durante casi un año entero; Catari fue apresado y luego descuartizado por caballos que jalaron en direcciones opuestas. Dicen que, antes de morir, Catari dijo: "Volveré y seré millones". Para muchos, el retorno ha comenzado. Son millones; Evo es apenas la punta de lanza. Buena razón para no haber votado por Evo. O para haber votado por él.
Edmundo Paz Soldán es escritor boliviano.



Editorial:

BOLIVIA: VER AL FUTURO

El Universal de México (www.eluniversal.com.mx)

EVO Morales, socialista aymara de 46 años, ganó la presidencia de Bolivia en su segundo intento y será el primer gobernante indígena en dirigir a su país, a partir del próximo 22 de enero.
La victoria de Evo Morales fue rápidamente reconocida, pues obtuvo 50.5% de los votos, mayoría absoluta que evitó que el mandatario fuera elegido por el Congreso.
Su partido, Movimiento al Socialismo, MAS, ganó también la mayoría en el Senado y dos de las nueve prefecturas (gubernaturas) sometidas a elección por vez primera, lo que se considera un voto por la gobernabilidad, en un país agobiado por los bloqueos, las protestas y la parálisis del país. Evo Morales tiene ante sí el reto de solucionar estos conflictos por la vía del entendimiento social. Los bolivianos, por la vía del voto, le han dado la oportunidad de representar a una nación que, en el concierto mundial, necesita cobrar mayor importancia.
El virtual nuevo presidente de Bolivia ofreció convocar a una asamblea constituyente para reestructurar el sistema político y social de su país, desactivar los explosivos conflictos que amenazan la paz y tender puen-tes de entendimiento con Estados Unidos.
El próximo mandatario boliviano se opone al establecimiento de bases militares extranjeras en su país con el pretexto del combate al narcotráfico, y está determinado a industrializar los recursos naturales, sobre todo gas y otros hidrocarburos.
El tono del discurso de Evo Morales ha sido moderado después de las elecciones. Es socialista, pero deberá gobernar de acuerdo con la Constitución actual, que prometerá cumplir o con la nueva que se adopte con la voluntad de los bolivianos, 70% de los cuales son indígenas quechuas, aymaras, guaraníes y de otras etnias, tradicionalmente ajenos a los beneficios de una riqueza en manos de las clases privilegiadas y los extranjeros.
La responsabilidad del mandatario que los bolivianos eligieron el domingo 18 es inmensa. Tiene, en efecto, la oportunidad de modificar las formas de relación de su país para bien, alejado de la retórica desafiante, que suele enrarecer los climas de la negociación y el entendimiento, y a los desplantes populistas que pueden generar apoyos efímeros, pero a la larga causan frustración y desencanto.
La identidad de Bolivia es con América Latina, la patria grande de Bolívar, pero sus intereses pueden extenderse más allá de la región, en beneficio de la grandeza a que tiene derecho a aspirar todo país en el planeta, pero, en especial, aquellos en desarrollo.
Los bolivianos dieron un buen ejemplo de ejercicio democrático, civilizado, tranquilo, sin impugnaciones estériles, sino con aceptación rápida de los resultados.
Ahora deberán reconfigurar su país de la misma manera, sin exclusiones ni revanchismos, para que, juntos, "comencemos a cambiar la historia", como dijo Evo Morales en las oficinas del MAS en Cochabamba.
Gradualmente se ha conformado un bloque en Latinoamérica de gobiernos de izquierda. Los retos para salir avante en las tareas social y económica son vastos; esperemos que éstos encuentren solución para beneficio de los ciudadanos, pero, sobre todo, que en la región se extingan, ya, los grandes rezagos que por años ha sufrido la mayoría de los habitantes de nuestras naciones en América Latina.
Por su parte, México, de cara al mejoramiento e intensificación de sus relaciones con los países del sur del continente, debe prepararse para una nueva fase de su trato con Bolivia, en beneficio de los dos países y de la región en su conjunto.



Opinión:

CHILE Y BOLIVIA ANTE EL NUEVO GOBIERNO EN LA PAZ

Todo apunta a que habrá en La Paz un liderazgo con el piso suficiente para ser considerado un interlocutor creíble por Chile, uno con el que se puede pensar en llegar a acuerdos.

La Tercera de Chile (www.latercera.cl)

Puede ocurrir que el poder, entre otros varios efectos que se le conocen, funcione en política como elemento moderador de propuestas, ideas y estilos. Que se convierta en una inspiración para gobernar con mesura, sobre todo en aquellos ámbitos más sensibles, como la economía o las relaciones exteriores. En otras palabras, que ilumine a los lamados a ejercerlo con la ética de la responsabilidad, aun a costa de superar para eso varias convicciones. Quienes pueden dar esos pasos son los llamados a convertirse en auténticos hombres de Estado.
Son muchas las razones para desear que el anterior sea el caso de Evo Morales, el líder cocalero e indígena electo Presidente de Bolivia el domingo pasado. Por el futuro institucional, social y económico boliviano, ensombrecido hasta niveles insospechados durante los últimos años. Pero también por los beneficios derivados de esa forma de actuar en el ámbito exterior, terreno en el que Chile tiene importantes intereses sobre la mesa. En efecto, desde el punto de vista de los vínculos chileno-bolivianos, por su complejidad, importancia y larga data, lo esperable es que los principales temas se aborden como políticas de Estado y no con la atención puesta en variables internas de corto plazo.
Para que pueda darse esto último se requiere la existencia de un liderazgo fuerte, con amplia legitimidad social y respaldo político, tres factores que no han sido la norma en Bolivia, al menos, durante los últimos cinco años. Y esa ausencia, en gran medida, ha dificultado sobremanera el diálogo y la negociación entre La Moneda y Palacio Quemado.
La inestabilidad general en Bolivia no es una buena garantía para los cálculos de largo plazo. Pero de los resultados de las elecciones destacan algunos aspectos que permiten concluir que a partir de enero existirá allí, al menos en el papel, un liderazgo con el piso suficientemente sólido para ser considerado un interlocutor creíble. Un líder con el que esperar que eventuales compromisos con el próximo gobierno en La Moneda tengan viabilidad interna en ese país.
La primera de esas claves es la holgura de la victoria, que hizo innecesaria la participación del Congreso (como había sido la tónica desde que ese país recuperó la democracia, en 1982). La segunda, el respaldo que el Movimiento al Socialismo (MAS), la agrupación de Morales, obtiene en las dos cámaras del Poder Legislativo (65 representantes sobre un total de 157, con 27 senadores y 130 diputados), lo que le permitirá contar con una base importante de apoyo a sus iniciativas, aunque estará obligado a negociar para los grandes proyectos. La tercera, la transversalidad regional de su apoyo, que no se concentró sólo en las zonas andinas y, en general, en las más pobres del país, sino que se distribuyó en forma más heterogénea de lo previsto. Y la cuarta, el inmediato reconocimiento del triunfo por parte de los candidatos rivales, en especial por el que salió segundo, situación que junto con despejar el temor a eventuales revueltas, solidificó más la legitimidad de la victoria.
El Presidente electo de Bolivia, además de tratar de aliviar los graves problemas que afectan a su país (entre los que no está ausente el riesgo de la desintegración), tiene las cartas para realizar un gobierno responsable en materia de política exterior. Una gestión con tono de estadista para enfrentar los lazos, entre otros, con Chile, incluyendo la aspiración marítima.
Evo Morales tiene que demostrar ahora que está dispuesto a actuar de esa forma. Y para eso debería dar señales concretas y ojalá prontas de que su gobierno no estará teñido de un espíritu antichileno. Como gobernante, no habría nada peor que volviera a hacer gala de la misma disposición que mostró cuando encabezó las protestas para impedir que se concretara el negocio gasífero por un puerto del norte de Chile, a pesar de la riqueza que eso habría generado para la empobrecida población de Bolivia. La enorme cantidad de expectativas que su llegada al poder genera en sectores de la sociedad boliviana puede ser una gran presión para él, pero será entonces cuando precisamente se pondrá a prueba su condición gobernante.



Editorial:

CHILE Y BOLIVIA ANTE EL NUEVO GOBIERNO EN LA PAZ

Todo apunta a que habrá en La Paz un liderazgo con el piso suficiente para ser considerado un interlocutor creíble por Chile, uno con el que se puede pensar en llegar a acuerdos.

La Tercera de Chile (www.latercera.cl)

Puede ocurrir que el poder, entre otros varios efectos que se le conocen, funcione en política como elemento moderador de propuestas, ideas y estilos. Que se convierta en una inspiración para gobernar con mesura, sobre todo en aquellos ámbitos más sensibles, como la economía o las relaciones exteriores. En otras palabras, que ilumine a los lamados a ejercerlo con la ética de la responsabilidad, aun a costa de superar para eso varias convicciones. Quienes pueden dar esos pasos son los llamados a convertirse en auténticos hombres de Estado.
Son muchas las razones para desear que el anterior sea el caso de Evo Morales, el líder cocalero e indígena electo Presidente de Bolivia el domingo pasado. Por el futuro institucional, social y económico boliviano, ensombrecido hasta niveles insospechados durante los últimos años. Pero también por los beneficios derivados de esa forma de actuar en el ámbito exterior, terreno en el que Chile tiene importantes intereses sobre la mesa. En efecto, desde el punto de vista de los vínculos chileno-bolivianos, por su complejidad, importancia y larga data, lo esperable es que los principales temas se aborden como políticas de Estado y no con la atención puesta en variables internas de corto plazo.
Para que pueda darse esto último se requiere la existencia de un liderazgo fuerte, con amplia legitimidad social y respaldo político, tres factores que no han sido la norma en Bolivia, al menos, durante los últimos cinco años. Y esa ausencia, en gran medida, ha dificultado sobremanera el diálogo y la negociación entre La Moneda y Palacio Quemado.
La inestabilidad general en Bolivia no es una buena garantía para los cálculos de largo plazo. Pero de los resultados de las elecciones destacan algunos aspectos que permiten concluir que a partir de enero existirá allí, al menos en el papel, un liderazgo con el piso suficientemente sólido para ser considerado un interlocutor creíble. Un líder con el que esperar que eventuales compromisos con el próximo gobierno en La Moneda tengan viabilidad interna en ese país.
La primera de esas claves es la holgura de la victoria, que hizo innecesaria la participación del Congreso (como había sido la tónica desde que ese país recuperó la democracia, en 1982). La segunda, el respaldo que el Movimiento al Socialismo (MAS), la agrupación de Morales, obtiene en las dos cámaras del Poder Legislativo (65 representantes sobre un total de 157, con 27 senadores y 130 diputados), lo que le permitirá contar con una base importante de apoyo a sus iniciativas, aunque estará obligado a negociar para los grandes proyectos. La tercera, la transversalidad regional de su apoyo, que no se concentró sólo en las zonas andinas y, en general, en las más pobres del país, sino que se distribuyó en forma más heterogénea de lo previsto. Y la cuarta, el inmediato reconocimiento del triunfo por parte de los candidatos rivales, en especial por el que salió segundo, situación que junto con despejar el temor a eventuales revueltas, solidificó más la legitimidad de la victoria.
El Presidente electo de Bolivia, además de tratar de aliviar los graves problemas que afectan a su país (entre los que no está ausente el riesgo de la desintegración), tiene las cartas para realizar un gobierno responsable en materia de política exterior. Una gestión con tono de estadista para enfrentar los lazos, entre otros, con Chile, incluyendo la aspiración marítima.
Evo Morales tiene que demostrar ahora que está dispuesto a actuar de esa forma. Y para eso debería dar señales concretas y ojalá prontas de que su gobierno no estará teñido de un espíritu antichileno. Como gobernante, no habría nada peor que volviera a hacer gala de la misma disposición que mostró cuando encabezó las protestas para impedir que se concretara el negocio gasífero por un puerto del norte de Chile, a pesar de la riqueza que eso habría generado para la empobrecida población de Bolivia. La enorme cantidad de expectativas que su llegada al poder genera en sectores de la sociedad boliviana puede ser una gran presión para él, pero será entonces cuando precisamente se pondrá a prueba su condición gobernante.



Editorial:

EL TRIUNFO DE EVO MORALES

La República de Perú (www.larepublica.com.pe)

Hay varios hitos históricos alcanzados en Bolivia gracias al contundente triunfo de Evo Morales (46), candidato del MAS a la presidencia y actualmente ya presidente electo. Uno, será el primer boliviano de origen indio en alcanzar el más alto cargo por elección popular; dos, será también el primero en hacerlo por elección en primera vuelta en muchos años, tal como lo descubre ese macizo 51.3% que ha alcanzado, y que no logró vaticinar una sola de las encuestadoras actuantes en Bolivia.
Este resultado permitirá prescindir de la segunda vuelta en el Congreso, que solía elegir entre los tres candidatos más votados y –luego de una reforma constitucional– entre los dos primeros. Se ha registrado también un cambio en la composición del Congreso, que presenta una marcada evolución hacia un sistema bipartidista, con los senadores y diputados del MAS alcanzando la mitad de los escaños y la otra mitad en buena parte perteneciente al Movimiento Podemos, del ex presidente Jorge Quiroga.
Obsérvese también que estos comicios no han significado la desaparición de los partidos tradicionales, pues el Movimiento Podemos es en cierto modo heredero de Acción Nacionalista, el partido de Hugo Bánzer en cuyas filas llegó al poder Jorge Quiroga como vicepresidente y luego como reemplazante del propio Bánzer, quien tuvo que renunciar. Podemos ha obtenido la mitad del Senado y 58 diputados. El MNR logra nueve diputados y un senador y Unidad Nacional del empresario Doria 10 diputados.
En cuanto al poder regional, representado por los prefectos (gobernadores) de las nueve provincias que constituyen Bolivia –los cuales han sido elegidos por primera vez por sufragio popular–, el Movimiento Podemos cuenta con seis y el MAS con tres. Son resultados que descubren bien las dos opciones existentes en el país: una nacionalista y de izquierda encarnada por Morales y el MAS y otra cosmopolita, neoliberal y derechista que apostó por Quiroga.
Los votos indican claramente que la opción representada por el antiguo dirigente cocalero –que ha ofrecido negociar nuevos contratos de petróleo y gas y acabar con la interdicción de sembrar coca en el Chapare, entre otros puntos– es mayoritaria. Pero no lo es en tal proporción que pueda prescindir de la opción representada por Jorge Quiroga. En el logro de un equilibrio que sepa incluir a todos está el secreto de la gobernabilidad de Bolivia en los próximos cuatro años. Y todo indica que Morales ha entendido el mensaje.
En cuanto a la repercusión que la elección de Evo Morales pueda tener en el Perú –donde favorecería la candidatura de Ollanta Humala– ella nos parece muy relativa. No solo porque el propio Humala se ha encargado de decir que sus vínculos con Morales son nulos, sino por las diferencias evidentes de actuación política entre ambos. Como dirigente sindical y luego diputado, Evo Morales lleva más de un decenio dentro del sistema político, que sabe exactamente lo que piensa y lo que quiere hacer. Tal no es el caso de Humala, un recién llegado que es una incógnita por donde se lo mire.




Opinión:

BOLIVIA: TRES DESAFÍOS INTERNOS

La Tercera de Chile (www.latercera.cl)

Evo Morales, el nuevo Presidente electo de Bolivia, proclamó el advenimiento de una nueva etapa en la historia nacional. Algo similar se escuchó de los prefectos elegidos en la misma jornada. Todos tendrán que enfrentar tres desafíos internos.
El primero es el que se encuentra en el nuevo escenario institucional. Morales confía en inaugurar un proceso de cambios sociales que superen definitivamente la discriminación étnica y combatan la pobreza con las riquezas naturales que tiene el país. Los nuevos prefectos quieren profundizar la descentralización del Estado. No son propuestas incompatibles, pero exigirán diálogo y concertación.
La selección de prefectos da inicio efectivo al proceso autonómico que indudablemente limitará la discrecionalidad del gobierno. Hasta ahora, el Presidente designaba como tales a colaboradores de su confianza dado que ellos son, además, "Comandantes Departamentales" y sus representantes directos en las regiones.
Además de contar con legitimidad propia, por su votación independiente y directa, la mayor parte de los prefectos pertenece a partidos y agrupaciones distintas y opuestas al Movimiento al Socialismo y tienen una visión diferente de cómo superar la discriminación y la pobreza. En La Paz, por ejemplo, principal fuente de votos para la victoria de Evo Morales, el nuevo prefecto considera que el libre comercio es vital para la industrialización y el desarrollo de la región. El de Santa Cruz ha prometido defender la propiedad de la tierra e impulsar la modernización y apertura de la economía. Y en Tarija, área de las mayores reservas de gas, ganó la Prefectura un líder parlamentario del partido del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.
Las nuevas autoridades se enfrentarán pronto al hecho de que el gobierno ya no es el que era, pues comparte el poder y el presupuesto con nueve prefecturas y 124 municipalidades, sin contar con que el patrimonio de las otrora poderosas empresas estatales ya no está en sus manos, pues pertenece a la sociedad vía los fondos de pensiones.
El segundo desafío proviene de las expectativas sociales. Muchos observadores vaticinan que los mayores desafíos para el futuro gobierno provendrán de las organizaciones sociales. Para hacer esta predicción no solamente se basan en la experiencia reciente, sino en lo anunciado por sus dirigentes antes de las elecciones. Los más radicales ya anticiparon que dan al nuevo gobierno 90 días para nacionalizar el gas y derogar las normas liberales que rigen la economía nacional desde 1985. Y aunque algunos han ofrecido flexibilidad, dicen que dependerá de cuán cerca de ellos se coloque el gobierno. Más explícitos, otros dirigentes de sectores importantes, como campesinos y maestros, dicen que esperan ser consultados en la designación de autoridades.
Desde hace mucho tiempo que las expectativas de la población son muy altas y podrían haber aumentado con la victoria de Evo Morales. En parte por la reiteración de promesas de un mejoramiento inmediato con las que mantiene activas a sus bases. Su gobierno tendrá, sin duda, mayor tolerancia, pero nada parece indicar que pueda enfrentar con éxito el tercer desafío, que es el de liberarse de las presiones del rentismo corporativo. Este busca el aprovechamiento particular de los recursos provenientes de la exportación de gas, pero es difícil distinguirlo de los legítimos reclamos de los excluídos porque tiene una larga experiencia en el manejo del discurso estatista y nacionalista y se ha mimetizado en muchas de las organizaciones sociales que ya reclaman un lugar en el gobierno.
Pasados los festejos, merecidos por un triunfo sin precedentes, el nuevo gobierno seguramente podrá liberarse de la presión de sus propias aspiraciones y promesas de campaña, y aprenderá cuáles son las limitaciones del nuevo sistema político. Pero le será difícil eludir las presiones rentistas de personas y grupos que saben cómo esconder su particularismo en el ambiente populista que vive Bolivia desde hace ya varios años.



OPINION

NUEVAS MAYORÍAS EN AMÉRICA DEL SUR

Página 12 de Argentina (www.pagina12.com.ar)

Por primera vez en la historia de América del Sur habrá un presidente indígena, con Evo Morales en Bolivia, surgido de elecciones democráticas. Hace poco fue la primera vez que Lula en Brasil protagonizó la llegada de un obrero a la presidencia. Y si Michelle Bachelet gana en Chile, la segunda vuelta de las presidenciales el próximo 15 de enero, será la primera vez que una mujer llegue a ese cargo por la vía electoral.Aunque todos les ganaron a oponentes de la derecha, expresan movimientos políticos con singularidades, producto de la acumulación de que han sido capaces los pueblos en cada uno de sus países, según sus historias y procesos culturales. También en Uruguay y Argentina, los nuevos gobiernos tienen una identificación con las franjas políticas y generacionales más golpeadas por las dictaduras que abrieron el ciclo neoliberal en la región: el Frente Amplio y la generación de los ’70. En Venezuela, el país más rico del continente, aparece Hugo Chávez como expresión de los pobres históricamente marginados de la vida política y económica.
Todos, como lo demostró Evo, surgieron de elecciones democráticas en las que vencieron pese a sistemas preparados para favorecer a las mayorías tradicionales. Para ganar, tuvieron que generar mayorías inéditas, con mucho esfuerzo y expresando representaciones que hasta ahora eran marginales y poco valoradas. Estas nuevas mayorías tienen vasos comunicantes y muchas diferencias. Pero cada una está expresando el agotamiento de los sistemas de representación política en sus países tras el ciclo neoliberal y protagonizan el intento de superarlos en forma democrática.
Que Chávez exprese a los pobres marginados en el país más rico; que Bachelet –que es madre soltera– represente a las mujeres en una de las sociedades más conservadoras; que el presidente de la economía más grande e industrializada sea el obrero Lula, o que los gobiernos uruguayo y argentino reivindiquen a fuerzas políticas y a una generación devastada por dictaduras emblemáticas y luego estigmatizada por los partidos tradicionales tiene sintonía con que Evo Morales será el primer presidente indígena en el país que tiene más población indígena de la región, la que ha sido discriminada y empobrecida.
Identidades, denominaciones, orígenes y prácticas son diferentes, pero todas expresan profundas transformaciones culturales. Ahora que Evo Morales ganó, todo el mundo se pregunta cómo en 180 años de un país donde la gran mayoría de su población es indígena no haya habido ni un solo presidente de esa pertenencia cultural. Surge como una revelación acusadora e incontrastable.
Las denominaciones y tradiciones confunden. A veces, las que expresan una tradición de izquierda impulsan políticas más tibias que otras que tienen marcas más populistas o nacionalistas, pero todas son protagonistas de fenómenos de democratización e inclusión en sus sociedades. La gran deuda es que estos procesos se verifiquen con el mismo vigor en las economías. Aun así, los logros que representan generan lazos de solidaridad concretos intrarregionales de los que dependerá en mucho la suerte del nuevo gobierno boliviano. Porque es muy probable que Evo Morales afronte situaciones críticas y desestabilizadoras y la actitud que asuman los gobiernos de la región tendrá una incidencia fundamental para que las supere.



Opinión:

EVO MORALES: VIENE ETAPA DELICADA

La Jornada de México (www.jornada.unam.mx)

NINGUN DEFENSOR DE la democracia de los que recurrentemente aparecen en la tele se animaría a intentar una explicación medianamente creíble, pero el hecho es que Bolivia, un país mayoritariamente habitado por indígenas, nunca ha sido gobernado por uno de ellos.
En medio de la descarada depredación trasnacional de sus hidrocarburos, justificada como "un paso necesario para la modernización de Bolivia", Evo Morales encabezó las protestas que culminaron con la caída del Goni Sánchez de Losada (octubre de 2003) y la renuncia de Carlos Meza (marzo de 2005); ahora, este dirigente será el primer presidente indígena del país.
Su triunfo electoral ha sido contundente, pero viene la etapa delicada, porque Evo Morales recibe un país socialmente olvidado y económicamente saqueado. Con la ayuda del Banco Mundial, un paseo por la realidad boliviana:
LA POBLACION INDIGENA representa la mayoría de Bolivia, alcanza 62 por ciento del total. En las áreas rurales 72 por ciento de la población habla lenguas indígenas, contra 36 por ciento en las zonas urbanas.
ENTRE 1997 Y 2002, las tasas de pobreza "disminuyeron" levemente tanto para la población indígena como para la no indígena: de 75 a 74 por ciento y de 57 a 53, respectivamente. En 2002, las tasas de pobreza rural y urbana eran mucho más altas entre la población indígena que entre la no indígena (86 por ciento comparado con 74 por ciento en las zonas rurales y 59 contra 47 en las zonas urbanas). Si bien para los no indígenas las tasas de extrema pobreza disminuyeron entre 1997 y 2002 de 31 a 27 por ciento, éstas se mantuvieron constantes en 52 por ciento para la población indígena. En las áreas rurales, la extrema pobreza aumentó entre la población indígena (de 65 a 72 por ciento), pero "disminuyó" levemente entre los no indígenas (de 53 a 52).
DIEZ POR CIENTO de los bolivianos más ricos consume 22 veces más que el 10 por ciento más pobre. Casi dos tercios de la población indígena se encuentran entre el 50 por ciento más pobre. Si las ganancias fueran distribuidas equitativamente, la población indígena de Bolivia requeriría de un ingreso per cápita equivalente al doble del de la no indígena para poder escapar de la pobreza. En la última década este indicador "creció" 0.86 por ciento.
LA TASA DE participación laboral es de 81 por ciento para la población indígena y de 64 por ciento para la no indígena. Casi un tercio de los indígenas empleados no reciben remuneración por su trabajo, comparado con 13 por ciento de los no indígenas. La mayoría del trabajo sin pago es realizado por las mujeres. En 2002, cerca de 84 por ciento de la población indígena y 67 por ciento de la no indígena trabajaba en el sector informal.
LA POBLACION NO indígena empleada gana alrededor de 140 dólares (mil 127 bolivianos) por mes, mientras que la indígena empleada obtiene 45 por ciento de este monto (63.5 dólares o 513 bolivianos mensuales) La incidencia del trabajo infantil es cuatro veces más alta entre los niños indígenas que entre los no indígenas. En 2002, 31 por ciento de los estos niños entre 9 y 11 años trabajaban, comparado con 8 por ciento de los niños no indígenas. Los adolescentes indígenas entre 12 y 18 años entran a la fuerza laboral en mayor proporción y sobrepasan varias veces las tasas de entrada de los no indígenas.
EN 1989 Y 2002, la escolaridad tenía un efecto significativo y positivo en los ingresos. El retorno de un año de escolaridad para los no indígenas es de 9.4 por ciento, mientras que para los indígenas es de 6.4 por ciento. Esto significa que de nueve años de escolaridad, por ejemplo, los salarios de los no indígenas se incrementarán 85 por ciento, mientras que los de los indígenas se incrementarán sólo 58 por ciento.
LA POBLACION INDIGENA tiene 3.7 años menos de escolaridad (5.9) que la no indígena (9.6). El analfabetismo está particularmente concentrado entre la población indígena femenina y afecta a una de cada cuatro mujeres mayores de 35 años. En 2002, 18 por ciento de los no indígenas mayor de 14 años asistía a la escuela, contra 8 por ciento de los indígenas. La educación secundaria y terciaria también es baja entre éstos últimos. En 2001, casi 2 mil 400 escuelas (principalmente en las áreas rurales) proveían educación bilingüe, más del doble que en 1997. A pesar del progreso hecho en la última década, las tasas de deserción escolar son altas, especialmente entre los niños y niñas indígenas rurales.
CERCA DE 30 por ciento de las mujeres indígenas dan a luz en hospitales, contra 55 por ciento de las mujeres no indígenas, lo cual puede tener origen en las diferentes tradiciones culturales pero implica menos acceso a cuidados en caso de complicaciones. Las tasas de cobertura de salud son bajas en general, pero los indígenas en particular tienen menos acceso a la cobertura de salud pública que los no indígenas (10 por ciento comparado con 14 por ciento) así como menos acceso a la cobertura de salud privada (2 contra 5 por ciento) Hasta aquí el Banco Mundial.
EN LA ULTIMA década la economía boliviana ha crecido a una tasa anual promedio de 3.16 por ciento (medio punto porcentual menos que la mexicana), y los indicadores de pobreza van al alza, al igual que las fortunas de las familias más ricas del país y las utilidades de la gran empresa, especialmente la trasnacional, en una dinámica no distinta a la del resto de América Latina.
EN VIA DE mientras, la CEPAL estima que en 2005 la economía boliviana creció alrededor de 3.8 por ciento, un "incremento" de 0.2 puntos porcentuales con respecto a 2004. Para 2006 prevé un "avance" cercano a 3 por ciento. Sin embargo, la citada alza se dio en un contexto de altos precios internacionales de las materias primas, especialmente del gas, controlado, hasta ahora, por empresas trasnacionales como Repsol y Total, de tal suerte que los beneficios no fueron precisamente para los bolivianos.
Las rebanadas del pastel:
El muro de Berlín era ignominioso por atentar contra el "mundo libre", ¿verdad, George?



Opinión:

EVO MORALES, ELECCIONES Y CONSTITUYENTE

La República de Perú (www.larepublica.com.pe)

El triunfo por avalancha del MAS de Evo Morales confirma el giro de buena parte de los países de América Latina hacia gobiernos de tendencia de izquierda o centro-izquierda lo que, en el caso de Bolivia, tiene, además, un importante componente étnico.
La victoria de Morales se produce 20 años después de que, durante el gobierno de Víctor Paz Estenssoro, se adoptara la Nueva Política Económica, de claro corte neoliberal. Allí se determinó la apertura, liberalización y desregulación de la economía, junto con una masiva política de privatizaciones –en particular, se vendieron los campos petrolíferos y refinerías de la estatal petrolera YPFB, en 1997.
Inicialmente, esta política sacó a Bolivia de la hiperinflación del gobierno de Siles Zuazo, pero no se tradujo en crecimiento, sino en lo que se llamó la "estabilidad en el fondo del pozo". En efecto, según CEPAL, el crecimiento promedio del PBI por habitante fue 1,5% en el período 1991-1997, disminuyendo a la increíble cifra de solo 0,5% en el período 1998-2005.
El fracaso del modelo económico neoliberal agravó el desempleo, así como la pobreza y la desigualdad. En este contexto, el cultivo de la hoja de coca fue visto como un paliativo para mejorar en algo los paupérrimos ingresos de cientos de miles de pobladores de la zona del Chapare, cuna política de Evo Morales.
Esto entraba en contradicción directa con el enfoque de "erradicación de la oferta" de EEUU, basada fundamentalmente en la interdicción (combate a los "narcos"), así como en la erradicación de cultivos y el desarrollo alternativo. Durante varios años, el conflicto entre los cocaleros y el gobierno boliviano, financiado y asesorado por EEUU, fue de baja intensidad (ver el excelente artículo de Kathryn Ledebur en "Drogas y Democracia en América Latina", WOLA, Biblos, Buenos Aires, 2005).
Pero en 1998 se pone en marcha, con el General Bánzer, el Plan Dignidad, de erradicación forzosa de todos los cultivos ilegales de hoja de coca en un plazo de 5 años. Este plan "coca cero" fue implementado por fuerzas combinadas militares y policiales y tuvo un éxito pasajero: se erradicaron casi todos los cultivos. Pero el costo político fue grande: de 1997 al 2003 murieron 33 cocaleros y 567 fueron heridos, mientras que 27 policías y militares perdieron la vida y 135 fueron heridos.
Allí nació a la vida política nacional el movimiento cocalero de Evo Morales que, en el 2002, postuló a la Presidencia, llegando segundo y obteniendo el 21% de los votos. Paradójicamente, su votación aumentó después de que el embajador de EEUU, Manuel Rocha, declarara públicamente, antes de las elecciones, que la ayuda norteamericana sería suspendida si Morales salía elegido.
La ampliación de la influencia de Morales a la esfera nacional sucedió en el 2002-2003, cuando tomó la bandera de la recuperación de la renta del recurso natural más importante de Bolivia, el gas, ganando la simpatía de capas medias y profesionales. Morales, el MAS y otras fuerzas denunciaron la Ley 1689 de 1996 de Sánchez de Lozada, el "Goñi", que bajó las regalías de las petroleras de 50 a 18%), así como los planes de exportación del gas natural, planteando que se priorice el abastecimiento del mercado interno y la industrialización. Ultimo pero no menos importante, se opusieron a los planes del "Goñi" de exportar gas por un puerto chileno.
En el 2003, la revuelta popular contra Sánchez de Lozada fue reprimida violentamente, causando más de 70 muertos y provocando su caída. Lo demás es historia conocida: se promulgó una nueva Ley de Hidrocarburos que eleva la participación estatal al 50%, a la que las petroleras deben "migrar" de manera obligatoria, lo que es resistido por estas.
A pesar de la masiva votación obtenida, lo que se le viene a Morales en Bolivia es complicado. A los problemas con EEUU (hoja de coca) y la necesariamente conflictiva negociación con las petroleras, que van a tener que ser encarados en plazos cortos, se agrega la convocatoria a una Asamblea Constituyente para el mes de julio.
Para comenzar, todavía no hay acuerdo sobre la forma de votación (una persona, un voto), pues el MAS plantea representaciones por etnias (además del voto universal), lo que es resistido por otros partidos. Pero lo central es que la Constituyente va a discutir las Autonomías Departamentales, donde hay diferentes propuestas. Entre ellas, las de influyentes empresarios y terratenientes cruceños, que plantean la constitución de la "Media Luna" o "Nación Camba". Para muchos, estas solo encubren su voluntad separatista y desmembramiento, lo que pone juego la unidad de Bolivia.
Bolivia es el corazón de Sudamérica y los más importantes países de la Región tienen estrategias geopolíticas que la incluyen. Y, claro, los lazos entre nuestros países son ancestrales pues tenemos las mismas raíces. Por eso, la pregunta que más se hacen todos los peruanos en las últimas 24 horas es: ¿cuál será el impacto del triunfo de Evo en las elecciones peruanas de abril del 2006?




Entrevista al escritor y cientista boliviano, Edmundo Paz Soldán:

"EVO LOGRÓ ENCAUZAR EL DESCONTENTO CON EL MODELO ECONÓMICO"

El académico radicado en Nueva York viajó hace algunos días a La Paz para ver de cerca las elecciones generales en su país. En conversación con La Tercera, Paz Soldán dijo que con el poder político que logró el domingo, el líder cocalero "podría animarse a restablecer las relaciones diplomáticas con Chile".

La Tercera de Chile (www.latercera.cl)

Edmundo Paz Soldán (Cochabamba, 1967) llegó hace algunos días a Bolivia para pasar sus vacaciones. Sin embargo, también lo hizo para seguir de cerca las elecciones del domingo pasado. El escritor boliviano, autor de "El Delirio de Turing" y "Río Fugitivo", y profesor desde 1997 de literatura latinoamericana en la Universidad de Cornell, Nueva York, es una de las voces más escuchadas en su país. Además de poseer un master en ciencias políticas, Paz Soldán no se despega del acontecer político boliviano. Antes de conversar con La Tercera en un céntrico hotel paceño, intenta poner una foto de Evo Morales en su blog.
¿Cómo se explica la aplastante victoria de Evo Morales?
Una de las razones tiene que ver con el agotamiento definitivo de los partidos tradicionales. De alguna forma Jorge Quiroga se convirtió a su pesar en una especie de último bastión de los partidos tradicionales, por haber sido Vicepresidente de Hugo Banzer. Por otro lado, en los últimos 20 años Bolivia apostó por un modelo neoliberal que permitió estabilizar la economía. La gente fue muy paciente con el modelo, que finalmente no logró reactivar la economía. Evo es quien de manera más concreta logró encauzar ese descontento con ese modelo económico y político. Por último, la campaña de Morales es digna de estudio.
¿Por qué?
Antes Evo era sólo un representante del MAS, de las comunidades rurales. Sin embargo, en seis meses logró articular un mensaje de inclusión hacia la clase media que permitió esta contundente victoria.
¿Cómo imagina a Bolivia gobernada por Evo Morales?
Hay dos posibilidades. La primera es que realmente Evo logre concretar las promesas en cuanto a un discurso más conciliatorio, de acercamiento a grupos empresariales de Santa Cruz, por ejemplo. O la inclusión de grupos profesionales de clase media. Por otra parte, es cierto que hay un sector que encumbró a Morales, que son más radicales, que han manejado la bandera de la nacionalización de los hidrocarburos o el cambio de la economía. Y por ello aparecerán importantes pugnas en el MAS.
¿De qué forma Morales manejará las relaciones con Chile?
Evo, con el poder político que tiene, y si está dispuesto a usarlo bien, es uno de los pocos que podría animarse a restablecer las relaciones con Chile a nivel de embajadores. Lo ha dicho y me sorprende que cuando lo dijo nadie rasgó las vestiduras en Bolivia. Si eso lo hubiese dicho Quiroga le habrían pasado la factura.
¿Cómo ve la relación entre Morales y Hugo Chávez?
Creo que la victoria de Evo puede entenderse también como una victoria simbólica de Chávez en su contienda geopolítica con George W. Bush. Chávez tiene muchas posibilidades de ayudar económicamente al gobierno de Evo. Sin duda habrá una alianza estratégica entre ambos. Ahora, en cuanto al enfrentamiento con EE.UU., creo que es más difícil para Morales hacer lo que hace Chávez porque este último cuenta con el petróleo.
Pero Morales tiene el gas.
Sí, pero la economía boliviana es muy dependiente de la ayuda externa, de las relaciones con los vecinos, de Estados Unidos. Cuando un político boliviano asume la Presidencia se da cuenta que los márgenes de maniobra son limitados en el contexto internacional.
¿Cómo el triunfo de Morales confirma el cambio de eje político de Sudamérica hacia la izquierda?
Sí, lo confirma. Y eso se puede ver en el ascenso de Ollanta Humala en las encuestas en Perú. Evo ya es un símbolo del mundo indígena latinoamericano y eso tendrá repercusiones en países como Perú y Ecuador. Esto ayudará a Humala.
"Morales tendrá que hacer caso a la presión social"
¿Cómo debería manejar Morales a los distintos grupos sociales que le dieron el voto? ¿Podrían terminar desestabilizándolo?
Sin duda. Dos dirigentes de El Alto ya han comenzado hablar de darle a Morales 90 días para que cumpla lo que le prometió al pueblo, como la nacionalización de los hidrocarburos, la Asamblea Constituyente.
¿Podrá Morales bajar ese nivel de presión?
Creo que en ciertas cosas va a tener que hacer caso a esa presión, porque esto es lo que lo ha llevado al poder. El asunto es qué otros mensajes envía, para que su gobierno no sea radical.
¿Qué tan fuerte será la oposición liderada por Quiroga?
No sé si en el Congreso podrá articular una presencia muy fuerte, porque más que un partido, Podemos es una serie de agrupaciones. Si hay una oposición a Evo será de acuerdo al nuevo mapa de las prefecturas. Al menos seis gobernadores regionales no son del MAS.



ELECCIONES EN BOLIVIA: LA TENDENCIA EN LA REGION

AMÉRICA LATINA PARECE BUCEAR EN UN LEGADO ADORMECIDO DESDE HACE DÉCADAS

Entre las décadas del 50 y del 70 la región estuvo signada por ensayos propios.

El Clarín de Argentina (www.clarin.com)

Los científicos aún debaten si hay abiogénesis —generación espontánea— en la naturaleza, pero lo que está fuera de toda duda es que donde no existe es en la historia política de las sociedades. El triunfo de Evo Morales podrá ser asombroso por su amplitud —y hasta inesperado para algunos—, pero interpretarlo como lo que es: el producto, quizás inevitable, de un proceso histórico concreto, que ayuda también a entender sus primeras consecuencias, incluyendo los ruidos molestos que provienen de los Estados Unidos.
Hace poco más de tres décadas un general boliviano, Juan José Torres, encabezó una breve primavera de programa de gobierno de contenido nacional y popular tras derrocar a otro militar, el conservador Alfredo Ovando Candía, cuyo régimen se llenaba la boca propagandística con referencias a una indefinida "revolución" pero en los hechos gobernaba para los intereses de lo que entonces se llamaba la "rosca" de las elites tradicionales.
Torres puede ser un precedente interesante no sólo porque hay mucho que Morales parece querer recoger de aquel legado sino también porque el militar que tomó el poder en 1970 apoyado por una coalición militar y social entonces novedosa fue el primer presidente cuyo origen étnico indígena se correspondía con el 60% de la población boliviana. En sentido estricto Morales no será el "primer presidente indígena", aunque sí el primero que llegará como consecuencia del voto popular.
Torres tenía ideas claras —quizás un tanto extremas en algún caso— sobre el futuro de su país, en particular en una cuestión que aún es central: el futuro de sus recursos minerales y energéticos (petróleo y la segunda mayor reserva de gas natural del hemisferio). La energía es, junto con la deuda social (80% de pobreza), la temática que absorberá los mayores esfuerzos de la futura administración.
La línea "genética" que quizá tengamos que rastrear en el nuevo gobierno boliviano puede parecerse, simplificada, a ésta: una "revolución nacional" traicionada en Bolivia a fines de los 50 y comienzos de los 60; la primera reacción a este desarrollo con la experiencia de Torres (1970-1971) y ahora la presidencia de Evo Morales, lo que sería de coherencia imposible de negar.
El irredento Noam Chomski escribió hace poco en estas mismas páginas que "desde Venezuela hasta la Argentina, el hemisferio está yéndose fuera de control", mientras que "la política de Washington en América latina sólo logra incrementar el aislamiento de los Estados Unidos". Es una observación acertada, aunque no en el sentido estricto que los sectores más conservadores gustan invocar con alarma; el fantasma "izquierdista".
Aquel período 50-70 estuvo signado en América latina por el impulso de arrastre propio del proceso descolonizador mundial que siguió a la Segunda Guerra Mundial, por la influencia de la Revolución Cubana en buena parte de la política regional, por ensayos como el de los militares peruanos que lideró el general Velasco Alvarado en Perú y por el surgimiento de un pensamiento en las ciencias sociales que, como la Teoría de la Dependencia o la crítica del Capitalismo Periférico que concibieron los cuadros de la CEPAL, constituyó un ensayo original, con aciertos y errores.
La larga asfixia neoliberal de las décadas siguientes parece haber obligado a América latina a bucear en ese legado adormecido, aunque parte del mismo pueda resultar difícilmente practicable hoy.
Las enseñanzas necesarias y posibles son muchas. Entre ellas, conviene tener presente los peligros: Juan José Torres fue asesinado en su exilio argentino en 1976 por esbirros del dictador Hugo Banzer Suárez bajo la mirada deliberadamente distraída de la seguridad local.



El triunfo de Evo Morales en Bolivia

UNA BUENA NOTICIA PARA ROJOS NEPANTLA

Diario Rebelión (www.rebelion.org)

Francisco Fernández Buey Rebelión

Evo Morales ha ganado las elecciones presidenciales en Bolivia con más del cincuenta por ciento de los votos. Es la primera vez que un dirigente campesino, de origen pobre e indígena, gana con esa mayoría unas elecciones en el mundo. Y las ha ganado, además, en el país en que murió Ernesto Guevara, apoyado por el pueblo campesino que décadas atrás no pudo o no supo hacer realidad su utopía y tuvo que limitarse a la creación del mito, pintando anónimamente sobre un muro blanqueado de Vallegrande las viejas y conocidas palabras de esperanza:
Che, vivo, como nunca te quisieron
Evo Morales tiene ahora 46 años. Nació el 27 de octubre de 1959 en Isallavi, en el cantón de Orinoca, en el departamento de Oruro y en el seno de una familia numerosa aymara. La comunidad en la que nació carecía entonces de los servicios más elementales: no tenía luz, ni agua ni alcantarillado; los padres de Evo, Dionisio Morales Choque y Maria Ayma Mamani, vivían de la agricultura y alternaban eso con la crianza llamas. Cuatro de sus hermanos murieron, otros tres han sobrevivido. Se formó en el colegio Beltrán Ávila, de Oruro, hizo el servicio militar y después fue a vivir, junto con sus padres, en la región del Chapare, principal zona coralera de Bolivia. Allí trabajaron en el cultivo y producción de frutas.
Las duras condiciones de vida de su familia fueron llevando Evo Morales a tomar conciencia social de la situación de los indígenas, al haber sido él mismo víctima de la discriminación y de la represión, por ser cocalero. En una entrevista concedida hace unos meses recordaba lo pasado para explicar sus hábitos en el presente:
“Cada vez valoro más la enorme calidad humana de mi padre. Fue un hombre de una solidaridad impresionante. Y eso es algo que marca para siempre. A mí todavía se me hace extrañísima la posibilidad de tener una empleada de la limpieza. A veces, allí en el Chapare, me lavan la ropa, pero mis calzoncillos y mis calcetines me los lavo yo. Eso es sagrado. Explicaré una anécdota: en 1971, cuando yo tenía catorce años, en la región del Ayllu, donde crecí, hubo una sequía total y tan sólo teníamos un gangocho [saco] de maíz para toda la familia. Había algo de carne de llama y de oveja, pero eso era la única cosa de comer que nos quedaba. Mi padre decidió sacarme de la escuela y me fui con él, y con cincuenta llamas, a buscar más maíz a otro lado del país. Viajamos, siempre a pie, durante una semana desde nuestra tierra, Orinoca, hacia Oruro y de allá, caminando hacia la región del valle. Un día llegamos a la carretera que lleva de Oruro a Cochabamba y cuando lo estábamos cruzando pasó un bus desde el cual los pasajeros tiraban peladuras de naranja por la ventana. Nosotros las recogimos y nos las comimos:
¡Nos parecía un manjar exquisito! A nuestra región llegaba una naranja al año y los tres hermanos nos la disputábamos. Desde entonces, mi gran deseo fue poder viajar un día en aquellos autobuses, lanzando peladuras de naranja por la ventana...”.
En 1983 Evo Morales comenzó a participar en la actividad sindical. Fue primero secretario de deportes de su sindicato, en Puerto San Francisco. Cinco años más tarde se encargó de la secretaría ejecutiva de la Federación del Trópico, implicándose cada vez más en la actividad sindical. Ya entonces Evo Morales se distinguió por su defensa de los recursos naturales, de los derechos humanos y de la justicia social. A partir de 1990 participó en la Central Obrera Boliviana (COB) y en ella se manifestó a favor de la alianza entre obreros y campesinos. Y en ese ambiente se aproximó aún más a los dirigentes de los sindicatos cocaleros. Se planteó entonces, junto con otros militantes, la necesidad de crear una organización política y contribuyó a fundar lo que se llamó Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (IPSP). Al no conseguir registrar legalmente la organización, entró en el Movimiento al Socialismo (MAS), organización por la que fue elegido parlamentario en 1997. En el Parlamento boliviano se enfrentó abiertamente a los partidos tradicionales (MNR, MIR, ADN) que terminaron expulsándolo del Congreso.
En 2002, Evo Morales se presentó como candidato del MAS a la presidencia de Bolivia, siendo el primer líder indígena en postularse para ese cargo. Llegó al segundo turno, contra Sánchez de Losada, a quien el Congreso escogió como Presidente. Luego participó activamente en las grandes manifestaciones de 2003 y de 2005 que acabaron con el derrocamiento de Sánchez de Losada primero y de su sucesor, Carlos Meza, después. Mientras tanto, ha manifestado repetidas veces sus ideas anti-imperialistas, contrarias al neo-liberalismo. ¿Qué ideas son éstas? Básicamente tres: nacionalización de los principales recursos, defensa del cultivo de la coca y Asamblea Constituyente para un estado que reconozca jurídica y políticamente la diversidad cultural del país y de voz a los indígenas sin voz durante siglos.
El Movimiento al Socialismo, al que representa Eva Morales, propone la nacionalización de los hidrocarburos, en particular del gas, principal riqueza del país, así como de los recursos naturales para su industrialización. Considera inconstitucionales los contratos denominados de riesgo compartido y afirma en su programa que defenderá ante cualquier Corte Internacional la obligatoriedad de la revisión de estos contratos, por lo que no se aceptará ninguna posición de permanencia o prolongación del anterior régimen de concesiones. En consonancia con esta posición, el MAS proclama que “todo el gas y el petróleo que se extrae en Bolivia tiene que ser entregado en propiedad al Estado boliviano” y que ha de ser el Estado boliviano quien defina las condiciones soberanas de utilización de los hidrocarburos. Esto incluye total libertad para determinar o fijar los precios. Por otra parte, el programa del MAS establece que el Estado boliviano asumirá la industrialización del gas natural, con la consideración de que eso ha de permitir dar inicio a un proceso de superación de una larga historia que ha consistido en concentrar la actividad económica en la producción y exportación de recursos naturales como materias primas. Propone dar prioridad al aumento de la producción, a la industrialización del gas para obtener el diesel ecológico, a la fabricación de plásticos y proyectos de industrialización general en un periodo de 5 años. En esto su obstáculo principal será Repsol, pero también las constricciones que supone el actual Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA),
Luego está el asunto de la coca, que es clave para los campesinos del país. Evo Morales ha declarado en varias ocasiones que el Movimiento al Socialismo no defiende, sin más, el libre cultivo de la coca y que plantear la cosa así es un error. De lo que se trata es de que en Bolivia existe un mercado legal de coca, del que se derivan una serie de productos industrializados (no cocaína) beneficiosos para la gente. Propone, por tanto, la ampliación de ese mercado, lo cual, entre otras cosas, permitiría negociar en condiciones favorables otros países y multiplicar la venta de mate de coca para infusiones. En esto Evo Morales y el MAS chocan con la política de la actual administración norteamericana. Morales argumenta al respecto: ”Ellos quieren que haya coca cero (erradicación total de cultivos de coca), pero eso es totalmente absurdo. Hablar de coca cero es hablar de cero quechuas, cero aymaras y cero guaraníes, porque para estas culturas la hoja de coca es un producto sagrado”. En consecuencia, exige que se paralice la erradicación forzosa de los cultivos de coca y que se estudie a cuánto nos toca por familia. Es a partir de ahí desde donde se puede proponer un pacto internacional para luchar contra el narcotráfico.En el plano estrictamente político, el programa del MAS propugna la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, con el argumento de que, después de 180 años de historia republicana, por primera vez los pueblos autóctonos, los sectores sociales expoliados y las minorías han de tener la posibilidad de participar en una Asamblea que refleje de verdad la composición multinacional y pluricultural de todo el territorio de Bolivia. El MAS aspira a un Estado cuya identidad moral y ética estará basada en “la simbiosis, en la interculturalidad, en el equilibrio y en el respeto a la naturaleza, en el amor a la vida, a la libertad y a la sabiduría, para vivir bien”. El objetivo es fundar un nuevo Estado, compuesto por naciones milenarias y por la diversidad de culturas, recuperando la herencia tradicional y promoviendo la revitalización de las identidades, valores y saberes.
En http://www.masbolivia.org/mas/programa/principios.htm se puede leer el programa del MAS. No es un programa propiamente “socialista” en la acepción que esta palabra tuvo durante décadas en la Europa occidental. Tampoco tiene gran cosa que ver con las frases sobre el “socialismo” para el Gran Día de San Jamás que suelen adornar, de vez en cuando, las proclamas social-liberales a las que estamos acostumbrados por estos pagos. Es un programa para la soberanía (empezando por la soberanía alimentaria y siguiendo por la soberanía de los sin voz) en el que resuenan viejas palabras quechuas y aymaras que tienen directamente que ver con lo que nosotros llamamos dignidad, igualdad, solidaridad y fraternidad. Evo Morales suele resumir este programa recordando precisamente el código ético de los quechuas y los aymaras: ama asua, ama llula, ama quella, o sea: no ser ladrón, no ser mentiroso, no ser ocioso. Tal vez a algunos les suene a poco hoy para un programa socialista. Pero los socialistas nepantla de Occidente, de vuelta ya del mito aquel sobre los “pueblos sin historia” (al que tanto contribuyó el socialismo etnocéntrico europeo) saben, precisamente por lo que ha sido durante el último siglo la historia de los pueblos que supuestamente no tenían historia, que por ahí se empieza. Cuando se va en serio, quiero decir.



BOLIVIA Y LA REVOLUCIÓN DEL VOTO EN AMÉRICA LATINA

Argen Press de Argentina (www.argenpress.info)

Por: Modesto Emilio Guerrero (especial para ARGENPRESS.info)

El triunfo de Evo Morales y el Movimiento al Socialismo en Bolivia ya es un hecho irremediable. Washington y la derecha latinoamericana están bravos. Con el 51% de los escrutinios en sus manos, sobre más del 87% de los votos contados al día lunes, y una ventaja histórica del 10% sobre su rival más cercano, la delantera más alta desde 1982, es un hecho tan imponente como el Potosí. Ni la gigantesca estafa de casi un millón de votos robados ('depurados') podrá cambiarlo.
Bolivia, centro geográfico y gasífero entre la Comunidad Andina y el MERCOSUR, pasa a ser desde ahora, centro político de atención de todas las miradas. Entre otras cosas buenas, la 'revolución bolivariana' estará menos sola o lo que es lo mismo, más acompañada.
Los gobernantes de EEUU, conocen bien la dialéctica según la cual, pequeños factores nacionales pueden generar grandes efectos regionales. Lo aprendieron en Vietnam para la inmensa subregión del sudeste asiático en los años 60 y 70, y en Nicaragua, durante los años 80 para Centroamérica. Tres década de revoluciones y aprendizajes de los peligrosos enemigos de las revoluciones de oprimidos.
Bolivia es mucho más que Bolivia. El actual contexto latinoamericano la potencia como un elemento dinamizador del ciclo de resistencia anti imperialista desatado en la última década, el quinto desde hace un siglo. La 'revolución bolivariana' es hoy su principal pivote. En el caso de Bolivia, no será menor el peso de su rica tradición insurreccionalista aparecida en los años 40, así los egregios mineros de antes hayan trocado en asalariados vulnerables de La Paz, El Alto o Santa Cruz.
Así la temible COB (Confederación Obrera de Bolivia) no sea tan temible como en los años 50, 60 y 70, y deba compartir el escenario con los nuevos y poderosos movimientos sociales, como los de El Alto, organizados en ejemplares formas democráticas, y con el MAS (Movimiento al Socialismo) nuevo protagonista nacional de indiscutible impostura, adentro y afuera. No por casualidad, Evo Morales registró ayer en una declaración que 'los movimientos sociales han construido surco a surco la nueva voluntad que hoy impone el cambio en Bolivia'.
Pero es que muchos protagonistas del pasado han dado paso a nuevos en América latina. El nacionalismo adeco en Venezuela murió para ser sustituido por el nuevo nacionalismo del 'bolivarianismo' o 'chavismo'. AD quedó reducida a menos del 3% el 4 de diciembre. El varguismo brasileño dio paso al petismo lulista, el ibañismo ecuatoriano desapareció a favor de la CONAIE y otros movimientos similares, el Frente Amplio sucedió al viejo nacionalismo uruguayo, el bathlista y le otro, en Perú el cadáver del aprismo podría ser reemplazado por el etnocacerismo de los hermanos Humala, la versión menos progresista de todo lo nuevo. En México, el cardenismo y el PRI ya no son lo que fueron, aunque no ha encontrado un sustituto nacional estable, excepto el proyecto zapatista, el primer aparecido en el actual ciclo de la centenaria resistencia antiimperialista.
En Bolivia, el poderoso nacionalismo del MNR (Movimiento Nacional Revolucionario) feneció y se consolidó el MAS junto con otros movimientos menores. El MNR no pasó del 7,1% catorce días después del hundimiento de AD en Venezuela.
Este fenómeno viene ocurriendo en buena parte de Latinoamérica durante la última década, excepto en Argentina. Pero esa es otra historia.
Lo de Bolivia no es una revolución, entre otras cosas, porque votar es el menos revolucionario de los actos humanos. Pero la votación masiva por el MAS y Evo Morales puede conducir a un proceso revolucionario inesperado, no buscado, como asume Alvaro García, el Vice de Evo Morales. El ejemplo más reciente es Venezuela, donde el triunfo electoral de Chávez en 1998 condujo al más poderoso proceso de transformaciones que haya vivido el país desde 1958.
Algo parecido podría generarse en Brasil o Uruguay, o Ecuador, inclusive en Argentina, si la realidad social sigue moviéndose en el mismo sentido. Es la 'revolución del voto' que cabalga sobre la desesperación y las luchas revolucionarias de los oprimidos en tiempos de globalización.
Estos desarrollos contradictorios no dependen de lo que haga o deje de hacer cada gobierno (solamente). La historia no funciona de manera tan simplona. Están determinados por las fuerzas desatadas adentro y afuera. Y en forma decisiva por lo que sea capaz de hacer el gobierno de los Estados Unidos, que no ahorrará recursos y experiencia para controlar, moderar, detener, maniatar, y si no, aplastar y borrar de la faz, gobiernos como los de Evo y Chávez.
Regímenes de este tipo no son compatibles con la existencia estable del sistema regional de poder, mientras gobiernos como estos mantengan sus políticas nacionalistas y la actual relación orgánica con los movimientos sociales.
En Venezuela avanza de múltiples maneras y expresiones novedosas bajo la denominación de 'Revolución Bolivariana'.
En Bolivia aún no tiene nombre popular como en Venezuela, pero sí dos consignas que le producen náuseas a Washington: 'Bolivia digna, soberana y productiva' y 'Asamblea Constituyente para Refundar la Nación'. Dos aspiraciones elementales que 50 o 100 años atrás sonarían a irreverencias de burgueses descarriados, hoy representan fantasmas revolucionarios. Para algunos gobernantes y empresarios muy nerviosos son fantasmas que huelen a los que aventaban Marx y Engles en 1848.
Es que el imperialismo aprendió lo que la izquierda descremada dejó atrás: que el resultado de la lucha sólo lo da la lucha: que el anti imperialismo y la democracia política pueden conducir al socialismo en países como los nuestros, incluso cuando no sean consignas de programas descremados. En Bolivia este dilema es más abierto, incluso que en Venezuela. Por un lado, debido a la tradición revolucionaria de sus movimientos sociales, por otro, porque el nombre del partido que entra al gobierno, el MAS, invoca ese ad-venir, esa presencia latente del socialismo debajo de cada movimiento social.
En un país tan sometido a las transnacionales como Bolivia, la soberanía y la asamblea constituyente para revolver el tablero nacional, abren perspectivas revolucionarias, por dos razones: las masas bolivianas las desean con la misma fuerza que el imperialismo las enfrentará.



LA PRUEBA DE EVO

Argen Press de Argentina (www.argenpress.info)

La izquierda y la derecha suelen pensar distinto respecto de la naturaleza del hombre. La izquierda piensa en forma más benigna que la derecha. Piensa que el hombre es bueno y quiere vivir en paz y colaborar con sus semejantes. No digo que sea lo que dice Marx con su concepto de “lucha de clases”, pero es lo que “flota en el aire” del pensamiento progresista (o de izquierda).
La derecha suele pensar que el hombre es un depredador nato y que se deben crear las condiciones para la supervivencia del más fuerte. Que el individuo es eso, un individuo en permanente lucha por prevalecer sobre su prójimo. De allí la idea de que lo que vale es la competencia y el mercado, para favorecer el consumo de los bienes siempre escasos.
La izquierda piensa que se le puede enseñar a la gente a compartir esos bienes escasos y la derecha, suele aceptar, que no es posible. Que siempre surge la ambición individual y que eso es el verdadero motor de los adelantos en el bienestar de las personas.
La izquierda piensa que ninguna persona debe someterse a otra y todos al Estado (si, casi igual a la democracia) y la derecha encuentra natural que los débiles se sometan a los más fuertes para que estos los dirijan y les “den las posibilidades que solos no podrían procurarse”.
La izquierda es el socialismo y la derecha el capitalismo, económicamente hablando.
La izquierda es estatizadora y la derecha privatizadora.
A la izquierda la votan los pobres y los intelectuales y a la derecha, los comerciantes y los aspirantes a enriquecerse como medio para sobrevivir a las fuerzas de la naturaleza.
La izquierda es conservacionista y ecologista y la derecha habla de “aprovechamiento sustentable”.
La izquierda cuida a los jubilados y la derecha ve a los aportes como oportunidad de negocios por el capital que representan.
La izquierda es humanista y la derecha es empresaria.
La izquierda es artista y la derecha es mercader de arte.
La izquierda no es racista y la derecha si.
La izquierda es Evo Morales en Bolivia.
Veremos si puede permanecer pobre, ecologista, estatizador, humanista, artista, cuidador de sus viejos y socialista.



TENGO MÁS DE 500 AÑOS ESPERANDO ESTE DÍA…

Argen Press de Argentina (www.argenpress.info)

Por: Morelis Gonzalo (BOLPRESS)

Oigo a Evo y no termino de asimilarlo. Veo los numeritos y me superan. Si bien las encuestas previas señalaban su éxito indiscutible, necesitaba ver eso en la realidad para terminar de creerlo, dado las experiencias vividas tanto afuera como adentro del país.
Al parecer las elecciones transcurrieron sin mayores problemas (otra sorpresa también) y allí sí, mi asombro no tiene límite, aun cuando las famosas “depuraciones” de los registros electorales dejaron a más de un millón de bolivianos sin poder ejercer su derecho al voto, pero, en líneas generales, no hubo violencia, no hubo manipulación descarada de los resultados ni de los actores sociales, ni de los medios de comunicación. ¡Así de contundente sería el triunfo!
Muchos hablaban de que era casi seguro que la decisión la tomaría el Congreso por cuanto Evo no conseguiría el 50 % más uno de los votos, pero he aquí otra sorpresa; esto también lo logró.
Digo que tengo (o tenemos) más de 500 años esperando por este momento. Es como un desquite histórico: por fin un indígena toma de nuevo las riendas de su país, por fin un descendiente de los habitantes originales de estas tierras asciende al gobierno. Espero que en el menor tiempo posible, también ascienda al poder. Comienza con buen pie; un gran apoyo popular y el compromiso de una Constituyente para renovar su Carta magna.
Evo Morales llega al gobierno en un buen contexto y en un buen momento latinoamericano. Tiene varios gobierno amigos a su alrededor, dispuesto seguramente a ayudarlo. Existe en la región un decreto no escrito de ir al encuentro de los cambios, no ya solo como retórica, sino como esfuerzo de construcción, expresado en las elecciones ocurridas en los últimos tiempos. Allí está Argentina, Brasil, Venezuela, Uruguay, posiblemente Chile, México y Nicaragua. Es que hace rato que nos cansamos de ser el patio trasero del Imperio….
Pienso en Guaicaipuro, en Mara, en Tupac Amaru, en Huascar, en tantos indígenas que murieron y mueren defendiendo estas tierras, sus tierras, en tantos “salvajes” como diría el poeta Gustavo Pereira. Pienso en ellos y digo que seguramente la Pachamama está de fiesta, porque al fin uno de los suyos estará al frente de Bolivia.
Son muchos los retos de Evo. Son muchos los compromisos. Seguramente le vendrán momentos difíciles, pero él sabe como la acaba de confirmar, que no está solo, que cuentas con miles de latinoamericanos dispuestos a apoyarlo. Desde aquí, hago mío este triunfo y como yo, miles de venezolanos y venezolanas. Como alguna vez me dijera Alfonso Gumucio, que Bolívar seguramente estaría muy orgulloso de los venezolanos, de ver los cambios en su país. Igual debe sentirse hoy con los bolivianos y el triunfo de Evo. ¡Salud Bolivia!



OTRAS NOTICIAS



REPSOL CAE UN 2,3% TRAS LAS ELECCIONES EN BOLIVIA

Las acciones de Repsol YPF protagonizaron ayer la mayor caída del selectivo bursátil Ibex 35, con un descenso del 2,31%, tras la victoria del líder del Movimiento al Socialismo (MAS), Evo Morales, en las elecciones generales de Bolivia.

Diario Cinco Días de España (www.cincodias.com)

Los títulos de la petrolera cerraron la sesión bursátil a 24,56 euros, con un volumen de negocio de 261,3 millones de euros, después de que Morales celebrara su triunfo como el inicio de 'la lucha por los recursos naturales para cambiar la Historia de Bolivia' y anunciara su intención de derogar el derecho de propiedad que tienen las compañías sobre el gas natural en boca de pozo.
El presidente de la petrolera hispano-argentina, Antonio Brufau, ha felicitado a Morales por su victoria y ha expresado su voluntad de seguir trabajando 'como hasta ahora' en beneficio de Bolivia y de Repsol YPF.
Desde la compañía explicaron que todavía es pronto para tomar una posición sobre el nuevo Gobierno. De hecho, la política oficial de Repsol YPF en los últimos meses respecto a Bolivia ha sido la de gestionar la crisis 'en tiempo real', es decir, en función de la situación de cada momento.
En todo caso, la empresa vincula los 850 millones de dólares (709,1 millones de euros) que tiene previsto invertir en Bolivia hasta 2009 al futuro de los contratos de explotación suscritos con el país, con una vigencia de 40 años.
En este punto, la estrategia inmediata de Repsol YPF pasa por retomar con el nuevo Gobierno de Morales el proceso de conversaciones 'amistosas' sobre el futuro de los contratos que se mantenía congelado a la espera del resultado electoral.
Las negociaciones se iniciaron después de que, en julio pasado, la empresa apelara al Tratado de protección recíproca de inversiones España-Bolivia tras la aprobación de la nueva Ley de Hidrocarburos boliviana. Esta norma obliga a las petroleras que operan en el país a adaptar los contratos de explotación vigentes desde 1997, dando mayor poder al Estado sobre los hidrocarburos, y supone un aumento importante de la presión fiscal. La empresa sólo aceptaría una carga impositiva máxima total del 50%.
Acuerdo a medio plazo
Si los contactos amistosos no prosperaran, el segundo paso que puede adoptar Repsol YPF es el de iniciar un proceso de arbitraje internacional. La compañía ya ha advertido de que si se mantiene el actual marco legislativo, sus proyectos de inversión en Bolivia son 'inviables'.
Los analistas sin embargo creen que, a medio plazo, el Ejecutivo de Morales y Repsol YPF serán capaces de llegar a un acuerdo, ya que el desencuentro perjudicaría a las dos partes.
Por un lado, porque los planes de Repsol YPF pasan por aumentar la producción de gas boliviano un 112% en los próximos cuatro años y aprovechar su potencial exportador hacia Argentina y Brasil.
El año pasado, Bolivia supuso el 1,4% del resultado operativo total de la compañía, que posee derechos mineros sobre 32 bloques en el país, con una producción neta total de 39,3 millones de barriles equivalentes de petróleo (bep) y unas reservas probadas de petróleo y gas que a finales de 2004 ascendían a 1.308,7 millones de bep.
Por otro lado, una hipotética salida de Repsol YPF del país también sería perjudicial para los intereses del Gobierno boliviano. Según los datos que maneja el máximo responsable de la empresa en Bolivia, Julio Gavito, la petrolera genera 3.300 empleos, lleva invertidos 1.008 millones de dólares (840,4 millones de euros) desde su llegada al país hace una década y ha entregado al Estado 700 millones de dólares (583,6 millones de euros) en impuestos.
Invitación a las multinacionales para ser 'socios, no propietarios'
La victoria electoral de Evo Morales se va a convertir en la más contundente de la historia de Bolivia, máxime si se confirman los sondeos encargados por los medios locales, que le otorgan la mayoría absoluta, con alrededor del 51% de los votos.
Al cierre de esta edición, los datos oficiales ofrecidos por la Corte Nacional Electoral (CNE) confirmaban la victoria del líder del Movimiento al Socialismo (MAS), que se alzaba con un 45% de los votos, con el 15,9% de los sufragios escrutados.
Su principal rival, el ex presidente conservador Jorge Quiroga reconoció ayer mismo su derrota y felicitó a Morales, quien aprovechó su primera intervención para anunciar que el inicio de 'la nueva historia de Bolivia' en busca 'de igualdad, justicia, equidad y paz con justicia social'.
El futuro presidente boliviano advirtió desde Cochabamba, uno de los feudos del MAS, que sus planes pasan por ejercer el derecho estatal sobre la propiedad del gas natural y por impulsar la lucha efectiva contra el narcotráfico.
En el primer caso, adelantó que su Gobierno revocará los derechos de propiedad que tienen las compañías sobre el gas desde el momento que sale del pozo y que buscará que las petroleras firmen contratos de servicio para la explotación del gas. 'Necesitamos socios, no propietarios', afirmó, y añadió que estas actuaciones no significan 'confiscar ni expropiar los bienes de las transnacionales', informa.
'Si aceptan las normas bolivianas, serán bienvenidos como socios. Pero no pueden ser ellos los que tengan el control de la propiedad', apostilló.
En cuanto a la guerra contra las drogas, el líder cocalero quiso dejar claro que ni el narcotráfico ni la cocaína 'son parte de la cultura boliviana' pero también apuntó que la política antidroga debe cambiar porque no puede basarse en un principio de 'cero coca, cero cocalero' ni servir de 'pretexto' para que Estados Unidos instale bases militares en el país.
Las elecciones generales del pasado domingo se desarrollaron sin incidentes y sin vehículos en las calles debido a una prohibición legal, que algunos observadores internacionales calificaron de toque de queda. Según la CNE, la participación en los comicios fue del 72%.



CRECEN INDICIOS DE YACIMIENTOS DE GAS Y PETRÓLEO EN EL CHACO

Ultima de Hora de Paraguay (www.ultimahora.com)

El ministro de Obras Públicas y Comunicaciones, José Alberto Alderete, aseguró que ya existen señales claras de la existencia de grandes reservas de gas en el bloque Gabino Mendoza, en la región chaqueña.
Precisamente la empresa que realiza la perforación en la zona, CDS Energy, comunicó ayer al secretario de Estado que ya alcanzaron los 1.650 metros de profundidad y que las señales son cada vez más claras en cuanto a la presencia de gas y petróleo en la región.
Los trabajos de perforación al alcanzar los 1.650 metros fueron suspendidos momentáneamente, ya que fueron extraídas muestras que están siendo analizadas actualmente.
Según Alderete, en unos 15 días ya estarían en condiciones de hablar en forma oficial sobre el descubrimiento, que según calificó marcará un antes y un después en nuestro país.
"Estamos muy optimistas y esperanzados; recibí una nota esta mañana de CDS Energy Paraguay SA, donde me dicen que ya llegaron a los 1.650 metros de profundidad y ya hay muy clara señal de la presencia de gran reserva de gas y no solo eso, sino también petróleo", acotó.
El ministro destacó que "esta es una noticia muy importante para el pueblo paraguayo; hoy estamos trabajando en el tema de gas, pero si por ahí existe petróleo, esto sí que será importante para el Paraguay, sabiendo de la crisis energética y fundamentalmente por el tema internacional del petróleo".
DATOS. Es importante recordar que CDS ha subcontratado a unas seis empresas particulares para realizar precisamente el trabajo de perforación de por lo menos tres pozos.
Alderete dijo que existe gas en la zona de Gabino Mendoza, inclusive resaltó que la empresa que lleva adelante los trabajos de exploración está siendo alimentada por la energía eléctrica producto del gas que existe en el lugar.
Según las estimaciones de técnicos que trabajan en el pozo, para dentro de 15 días se podrá tener la certificación o la confirmación de la presencia de yacimientos o reservas de gas en la zona. "Existen indicios, pero todavía no podemos certificarlo", subrayaron.
El acuerdo firmado entre el Gobierno Nacional y la firma CDS tiene como objetivo fundamental el desarrollo de un programa de exploración a fin de confirmar la presencia de hidrocarburos en cantidades comercialmente explotables en el Chaco.
La idea es realizar los trabajos con el fin de desarrollar y producir petróleo y gas natural en la cuenca del Chaco, con miras a satisfacer en primer lugar la demanda local del Paraguay y luego buscar la exportación a otros mercados.



SUMARÁN ESFUERZOS PARA EXTRADITAR A EX PRESIDENTE SÁNCHEZ DE LOZADA DE ESTADOS UNIDOS

Le espera en Bolivia un juicio de responsabilidades por delitos contra la Constitución Política del Estado, daños a la economía del Estado y la acusación de genocidio durante el conflicto suscitado en octubre del 2003 que provocó su renuncia.

Portal Observatorio Informativo (www.periodistasbolivia.com)

Por Adalid Cabrera Lemuz

El virtual nuevo Presidente de Bolivia, Evo Morales, manifestó hoy que su Gobierno será un franco defensor de los derechos humanos y hará todos los esfuerzos para procesar a aquellos ex gobernantes que violaron la Constitución Política del Estado.
Morales explicó que una vez que asuma el mando del país, el 22 de enero próximo si es que se confirmara oficialmente su abrumadora victoria en las elecciones de la víspera, instruirá a sus colaboradores que aceleren las gestiones destinadas a extraditar de Estados Unidos al ex Presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. Sánchez de Lozada, ganador de los comicios del 2002, se vio obligado a renunciar y salir en forma precipitada del país en octubre del 2003 ante la presión popular disconforme con sus decisiones económicas, como el proyecto de venta de gas natural a Chile.
El ex mandatario y sus colaboradores instruyeron en ese entonces a las Fuerzas Armadas a romper un bloqueo a La Paz que llevaban a cabo los movimientos populares de la ciudad de El Alto y que impedían el abastecimiento de combustibles.
A consecuencia de esos enfrentamientos murieron varios civiles y algunos militares. Los jefes militares de entonces dijeron que recibieron la orden de Sánchez de Lozada de disparar contra la multitud.
Sobre Sánchez de Lozada pesan otras acusaciones relacionadas con la violación de derechos humanos y de atentar contra la economía del país al privatizar las principales empresas estatales en los sectores de energía, transporte aéreo y ferroviario y telecomunicaciones a transnacionales de Estados Unidos, Brasil, Chile e Italia, respectivamente.
Morales, un líder indígena de 46 años, que nació como dirigente político desde los sindicatos de productores de hojas de coca, aseguró anoche que respetará los capitales extranjeros siempre y cuando beneficien también a los bolivianos.
Sánchez de Lozada, que era el indiscutible jefe del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), reside en Estados Unidos desde el 2003, al igual que algunos de sus ministros.
Se ha negado a contestar las diferentes conminatorias judiciales para que se presente a declarar en el juicio de responsabilidades iniciado en su contra y que se sustenta en la Fiscalía General de la República.Sánchez de Lozada se declaró en forma reiterada inocente de los cargos que se le imputan y, más bien, exigió que la investigación se amplíe a dirigentes de los movimientos que promovieron los bloqueos.Tras su salida del país, el MNR ha desencadenado un proceso de división interna debido a que varios de sus dirigentes renunciaron a sus filas y se plegaron a otros partidos.
En las elecciones de ayer domingo, el candidato Presidencial del MNR, Michiaki Nagatani, fue situado en un cuarto lugar con un porcentaje mínimo de votación, de acuerdo con los informes proporcionados por las cadenas informativas en base a los sondeos de opinión que realizaron con la población en boca de urna.