¿QUÉ ESPERAR DE LA POLÍTICA EXTERIOR DE BOLIVIA BAJO RODRIGO PAZ? ENTRE EE.UU. Y EL SUR GLOBAL
Bolivia
empieza una nueva etapa este 8 de noviembre bajo el nuevo Gobierno de Rodrigo
Paz, quien busca transitar del “socialismo del siglo XXI” hacia un modelo de
“capitalismo para todos”, reabriendo vínculos con Washington sin romper con los
BRICS.
Zhuhai,
China — La victoria de Rodrigo Paz en las elecciones presidenciales de Bolivia
marca el tránsito del país del “socialismo del siglo XXI”, en cabeza de los
gobiernos del Movimiento al Socialismo (MAS) —primero con Evo Morales y luego
con Luis Arce—, hacia un proyecto de “capitalismo para todos”. El cambio
refleja el agotamiento de un modelo económico sostenido por la renta energética
y minera, hoy en declive.
Tras
dos décadas de expansión con escasa diversificación productiva, la nación
enfrenta márgenes de maniobra externos cada vez más limitados, y una necesidad
urgente de reconectarse con los principales centros de decisión internacional.
Consciente
de ello, Paz ha señalado su prioridad: “Yo quiero que Bolivia vuelva a ser un
país que se pueda relacionar con el mundo financiero, que haya seguridad
jurídica, que Bolivia pueda entablar relaciones con otros países”.
Pero,
¿hasta qué punto podrá Bolivia reinsertarse en el mundo sin quedar atrapada
entre la influencia de Estados Unidos, las tensiones del mapa latinoamericano y
las expectativas de las potencias emergentes del BRICS?
América
del Sur como eje de la nueva política internacional de Bolivia
Para
Bolivia, América del Sur constituye el entorno más decisivo para recuperar el
dinamismo económico y fortalecer su inserción internacional. Sus principales
vínculos comerciales se concentran en Brasil y Argentina —este último con una
diáspora boliviana cercana al medio millón de personas—, que absorben alrededor
del 30% de las exportaciones nacionales, mientras que los socios de la
Comunidad Andina (Perú, Colombia y Ecuador) aportan cerca del 15%.
Bolivia
avanza en su adhesión al Mercosur, iniciada en 2015 y ratificada en 2024, lo
que abre un periodo de hasta cuatro años para armonizar su legislación con el
bloque. Aunque Rodrigo Paz no ha fijado todavía una posición pública, hereda un
proceso avanzado que podría emplear para atraer inversión y proyectar
previsibilidad.
En
ese sentido, su primer examen internacional será precisamente la cumbre del
Mercosur en diciembre de 2025, donde se encontrará con dos visiones opuestas de
integración regional: la de Luiz Inácio Lula da Silva y Yamandú Orsi,
defensores de una integración más social y cooperativa, frente a la de Javier
Milei y Santiago Peña, partidarios de una apertura liberal y desregulada.
No
solo el Mercosur, sino el conjunto de América Latina atraviesa hoy profundas
tensiones ideológicas que han vuelto inseparable la política exterior de los
alineamientos y rivalidades entre sus líderes. El reciente Nobel de la Paz
otorgado a María Corina Machado, principal figura opositora en Venezuela,
evidenció esas fracturas: mientras Gustavo Petro, presidente de Colombia, lo
cuestionó y Claudia Sheinbaum, mandataria de México, optó por el silencio; los
jefes de Estado de Ecuador, Daniel Noboa, y de Argentina, Javier Milei, lo
celebraron como símbolo de la libertad. Rodrigo Paz se sumó a esta última
corriente, un gesto que, incluso antes de la segunda vuelta presidencial,
anticipó el reacomodo diplomático que marcará su mandato.
Tras
confirmarse la victoria de Rodrigo Paz el pasado 18 de octubre, varios
gobiernos latinoamericanos celebraron el resultado de la elección. Argentina,
Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Panamá, Paraguay y
Trinidad y Tobago emitieron una declaración conjunta en respaldo al presidente
electo, destacando “la voluntad del pueblo boliviano de trazar un nuevo rumbo”.
La
adhesión de Estados Unidos amplificó el alcance diplomático del pronunciamiento
y desencadenó una reacción inmediata de la Alianza Bolivariana para los Pueblos
de Nuestra América (ALBA), que anunció la suspensión de Bolivia de sus
actividades, acusando al gobierno entrante de “conducta antibolivariana y
proimperialista”.
Estados
Unidos: ¿reapertura estratégica o nuevo alineamiento ideológico?
Desde
que Evo Morales expulsó al embajador estadounidense en 2008 —acusándolo de
conspirar contra su gobierno—, la relación bilateral quedó prácticamente
congelada. Bajo las administraciones del MAS, los contactos se redujeron a
gestiones técnicas y la cooperación de Washington disminuyó de forma sostenida:
pasó de más de 184 millones de dólares en 2006 —cuando Bolivia ocupaba el
quinto lugar entre los principales receptores de ayuda estadounidense en
América Latina— a poco más de 2 millones en 2024, descendiendo al puesto número
27. El nuevo gobierno busca revertir esa tendencia y restablecer canales de
diálogo político y económico con Estados Unidos.
En
declaraciones recientes, Rodrigo Paz afirmó: “Bolivia quiere cambiar, quiere
una nueva etapa, quiere estar en el mundo y que el mundo venga a Bolivia. Y uno
de los condicionantes más importantes es esta nueva relación con los Estados
Unidos y con el Gobierno del presidente (Donald) Trump”.
Su
primer viaje internacional —incluso antes de asumir el mando— fue precisamente
a Washington, donde Paz obtuvo avances significativos en su agenda económica y
diplomática. Por un lado, gestionó con el Fondo Monetario Internacional, el
Banco Interamericano de Desarrollo y otros organismos multilaterales líneas de
crédito para aliviar la escasez de divisas y fortalecer la estabilidad
financiera del país; por otro, se reunió con el secretario de Estado, Marco
Rubio, y el subsecretario Christopher Landau, con quienes acordó una “alianza
sólida basada en prosperidad mutua”. El encuentro marcó un hito al restablecer
las relaciones diplomáticas con Estados Unidos tras 17 años de ruptura.
El
presidente saliente, Luis Arce, no ha tardado en expresar su preocupación por
“el alto compromiso” que, a su juicio, el nuevo gobierno estaría asumiendo con
Estados Unidos, advirtiendo además sobre las posibles repercusiones para la
política exterior de Bolivia dentro de los BRICS.
“Creo
que el nuevo gobierno lo va a utilizar más como una plataforma para entrar a
grandes mercados, pero sin un compromiso político e ideológico con la
multipolaridad que plantean los BRICS”, señaló Arce. Efectivamente, el nuevo
entendimiento con Washington deberá ir acompañado de una estrategia que
preserve la diversificación diplomática y económica que ofrece la pertenencia
de Bolivia al BRICS.
Sur
Global y BRICS: diversificar sin confrontar
En
el marco de su inserción internacional, Bolivia enfrenta el desafío de mantener
su articulación con el Sur Global sin comprometer su reciente acercamiento a
Washington. En la última década, China e India se han consolidado como
importantes destinos de las exportaciones bolivianas.
Al
inicio de los gobiernos del MAS, las ventas a ambos países no superaban el 2%
del total, mientras que al cierre del mandato de Luis Arce superaban el 20%
combinado. India compra principalmente oro, mientras que China adquiere zinc y
subproductos, así como otros metales preciosos.
En
términos políticos, la relación con China, consolidada durante los gobiernos
del MAS mediante una Asociación Estratégica y la adhesión a la Iniciativa de la
Franja y la Ruta, sigue siendo el vínculo asiático más relevante para Bolivia,
mientras que con India —donde no existe embajada residente— los lazos son más
incipientes, aunque en 2025 Luis Arce sostuvo una reunión con el primer
ministro Narendra Modi durante la cumbre del BRICS en Brasilia para explorar
cooperación en sectores tecnológicos, energéticos y mineros.
Más
allá del comercio actual, el interés asiático se centra en el potencial del
litio boliviano: con 23 millones de toneladas, el país figura entre los mayores
poseedores del mundo, aunque, según la CEPAL, aún no produce de forma
industrial. El problema no es geológico, sino institucional: marcos
contractuales débiles, escasa gobernanza subnacional y demoras en licencias
ambientales.
Estas
condiciones explican su admisión como socio del BRICS en la cumbre de Kazán de
2024. Rodrigo Paz, al referirse al bloque, señaló: “Los BRICS son buenos, es un
buen grupo comercial”. Todo indica que mantendrá la adhesión como instrumento
económico, evitando alineamientos excluyentes en un sistema internacional cada
vez más multipolar.
Reencontrar
el mundo, sin repetir los errores del pasado
Rodrigo
Paz pone fin a casi dos décadas de gobiernos del MAS e inaugura una etapa
orientada a reconciliar al Estado con la economía y al país con el mundo.
Reconoce los avances sociales del ciclo anterior en la reducción de la pobreza,
pero advierte que “no son logros si no son sostenibles”.
A
su juicio, el país desaprovechó los años de bonanza para diversificar su matriz
productiva y ampliar mercados: no se realizaron nuevas exploraciones gasíferas,
no se impulsaron megaproyectos energéticos y el comercio exterior se estancó.
“El gas se fue, el litio no llegó y los bolivianos hemos quedado solos”,
resume.
Pero
el pretendido reencuentro con el mundo al que aspira Paz para Bolivia deberá
construirse a través de una prudencia activa: abrirse sin sobrerreaccionar,
recomponer la relación con Estados Unidos sin romper con los BRICS y combinar
pragmatismo económico con autonomía política. Solo una diplomacia equilibrada,
orientada al desarrollo y no a la confrontación, podrá devolver al país un
papel constructivo en el sistema internacional.
TRT
de Rusia (https://n9.cl/8wkcw)
RODRIGO
PAZ ASUME LA PRESIDENCIA DE BOLIVIA CON UN AMBICIOSO PLAN DE SEGURIDAD
El
nuevo presidente se ha comprometido a reforzar la ciberdefensa y a crear redes
vecinales para combatir la inseguridad en el país, entre otras medidas.
Escudo
Digital de España (https://n9.cl/2yetly)
Este
sábado, 8 de noviembre, Rodrigo Paz asumirá la presidencia de Bolivia, tras
imponerse en la segunda vuelta electoral. Su llegada marca el fin de casi dos
décadas de gobiernos de izquierda bajo el liderazgo del Movimiento al
Socialismo (MAS), fundado por Evo Morales.
Hijo
de Jaime Paz Zamora –presidente de Bolivia entre 1989 y 1993–, Rodrigo Paz
nació en 1967 en Santiago de Compostela (España), donde su familia se
encontraba exiliada por la dictadura militar en Bolivia. Formado académicamente
en Estados Unidos, estudió Economía y Relaciones Internacionales, y culminó una
maestría en Gestión Política en la Universidad Americana de EE.UU. Como líder
del Partido Demócrata Cristiano (PDC), durante la campaña electoral presentó un
programa en el que se compromete a modernizar las instituciones de defensa y
seguridad del país mediante la incorporación de tecnologías digitales
avanzadas, como inteligencia artificial (IA), drones y sistemas de
videovigilancia.
Ciberdefensa
y participación ciudadana
Pero
su propuesta no se queda ahí, ya que también ha prometido elevar el nivel de
profesionalismo de las Fuerzas Armadas bolivianas, con especial énfasis
"en robustecer la ciberdefensa y la promoción de la participación
ciudadana a través de programas de sensibilización y redes vecinales de
seguridad".
El
principal objetivo del nuevo gobierno es impulsar "una seguridad
integral" con el protagonismo de la ciudadanía, apoyándose en la
coordinación interinstitucional y en la cooperación internacional, tal como ha
señalado el propio Paz.
En
línea con esa estrategia, días después de su victoria electoral viajó a Estados
Unidos, donde se reunió con el secretario de Estado, Marco Rubio. Tras el
encuentro, el portavoz adjunto del Departamento de Estado emitió un comunicado
en el que destacó "el compromiso de Estados Unidos por una alianza sólida
con Bolivia basada en la prosperidad mutua".
Para
el presidente electo, se trata del primer paso para confirmar que "Bolivia
se abre al mundo". El acercamiento cobra aún más relevancia considerando
que, durante la campaña electoral, Paz manifestó en varias ocasiones su
voluntad de restablecer las relaciones diplomáticas con Estados Unidos,
interrumpidas desde 2008, cuando el entonces mandatario Evo Morales expulsó al
embajador estadounidense Philip Goldberg. Además, Paz tiene previsto mantener
próximamente reuniones con representantes del Banco Interamericano de
Desarrollo, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en Washington.
Advertencia
sobre el crimen organizado
En
el ámbito interno, el nuevo presidente recibió las felicitaciones de su
predecesor, Luis Arce, a quien envió un mensaje en el que expresó su
preocupación por la operación policial desplegada el pasado 28 de octubre en
Río de Janeiro, que se convirtió en la más letal de la historia de la ciudad
brasileña dejando 132 fallecidos. "En los días de gobierno que le quedan
debe evitar el ingreso de organizaciones criminales a Bolivia", advirtió
Paz a Arce tras el violento operativo.
Reformas
institucionales, policiales y judiciales
El
nuevo presidente llega al poder con un ambicioso plan en materia de seguridad
que contempla reformas institucionales, fortalecimiento policial, transparencia
y prevención del delito. Entre sus propuestas figura la creación de una carrera
policial meritocrática, con evaluaciones periódicas de desempeño y sanciones
claras, así como la descentralización operativa de la Policía para responder
con mayor eficacia a la inseguridad en regiones alejadas. En el ámbito
judicial, planea impulsar mecanismos de transparencia como el seguimiento
público de casos, la transmisión de audiencias y la implementación de
herramientas digitales que mejoren la eficiencia de los procesos.
Ante
el incremento de la violencia contra mujeres, niñas y niños, y el avance del
crimen organizado, Paz buscará, según expresó él mismo, "fortalecer los
programas comunitarios en zonas vulnerables, así como colaborar con las
autoridades locales, con la idea de reforzar la seguridad ciudadana".
Una
economía en crisis
Por
otra parte, el panorama económico que hereda es alarmante. Bolivia atraviesa
una profunda recesión agravada por el colapso de la industria de los
hidrocarburos, su principal fuente de ingresos. Paralelamente, la población
enfrenta desde 2023 una escalada constante de precios, sumada a la escasez de
combustibles y a la crisis cambiaria derivada de la falta de dólares en el
mercado.
En
ese contexto, el centenario periódico boliviano El Diario publicó un análisis
firmado por Rolando Kempff Bacigalupo, presidente de la Federación de
Empresarios Privados de La Paz (FEPLP), quien señala que "no podemos
desconocer que el país está sufriendo actualmente una estanflación, porque al
estancamiento económico debemos sumar una elevada inflación, que probablemente
llegue este año a un 25%". Kempff subraya además que "la búsqueda de
soluciones debe ser una tarea conjunta del Gobierno, empresarios y
trabajadores. Solo de esa forma podremos sentar las bases para asegurar un
crecimiento sostenido, que beneficie a todos los bolivianos".
El
análisis aborda otros importantes detalles sobre el escenario de crisis y
sostiene que la situación se ve agrava por "los crónicos déficit fiscal y
déficit comercial arrastrados desde mediados de la década pasada, que a su vez
provocaron la escasez de dólares y carburantes en el mercado nacional, la
consecuente devaluación de facto, seguida de una alarmante subida de precios de
muchos productos de la canasta familiar".
CRISIS
ECONÓMICA Y VIRAJE EXTERIOR, LO URGENTE PARA RODRIGO PAZ EN BOLIVIA
Paz
expresó su voluntad de “poner a Bolivia en el mundo y que el mundo venga a
Bolivia”, comenzando por Estados Unidos.
En
Segundos de Panamá (https://n9.cl/c2hh8a)
El
presidente electo de Bolivia, Rodrigo Paz Pereira, jurará este sábado su cargo
con la urgencia de hacer frente a la crisis económica que vive el país y
algunos cambios ya anunciados en la administración del Estado y el manejo de la
política exterior, como el acercamiento con Estados Unidos tras casi dos
décadas, informó la agencia EFE.
Estas
son algunas claves de las principales áreas donde se plantean estos retos y
transformaciones:
Economía
en crisis
Paz
recibirá un país con una crisis económica que, según expertos, inició cuando
comenzó a declinar la producción de gas natural, que fue el sustento de la
economía boliviana hasta hace unos años, de un volumen histórico de 61 millones
de metros cúbicos diarios (MMmcd) en el 2014 a un promedio de 29 MMmcd en lo
que va de este año.
Por
esto, el país dejó de percibir menos ingresos por la venta de hidrocarburos,
con un valor histórico de $6,113 millones en exportaciones alcanzado en el
2013, frente a $788.5 millones registrados entre enero y agosto de este año.
Desde
el 2023, esa crisis empezó a reflejarse en la falta de dólares y un
desabastecimiento de diésel y gasolina que se volvió crónico en los últimos
meses, lo que derivó en el encarecimiento de productos básicos, con una
inflación de 18,33% acumulada en los primeros nueve meses del año que supera el
7,5% proyectado para todo el 2025
Para
empezar a atender estos problemas, Paz se reunió recientemente con
representantes de organismos multilaterales, como el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco de
Desarrollo de América Latina y el Caribe-CAF, con el que consolidó un acuerdo
financiero por $3,100 millones.
Viraje
en exteriores
Tras
vencer en la inédita segunda vuelta presidencial, Paz expresó su voluntad de
“poner a Bolivia en el mundo y que el mundo venga a Bolivia”, comenzando por
Estados Unidos del que el país andino se mantuvo distanciado en los últimos 20
años durante los gobiernos de Evo Morales y del mandatario saliente, Luis Arce.
En
su reciente viaje a Washington, el presidente electo boliviano se reunió con el
secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, lo que fue destacado por la
Oficina de Paz como el inicio de una “nueva etapa” en la relación bilateral
entre ambos países.
Paz
también ha asegurado que no buscará tener una relación con aquellos países “que
no tienen democracia” y excluyó de su investidura a los gobiernos de Cuba,
Nicaragua y Venezuela, lo que le valió ser suspendido del bloque bolivariano
ALBA, del que Bolivia formó parte en los gobiernos de Morales y Arce.
Contra
el crimen organizado
La
seguridad y la lucha contra el crimen organizado también serán parte de los
retos del gobernante electo, quien aseguró estar abierto a colaborar con
cualquier entidad internacional que respalde a Bolivia en esta área.
Ante
esto, los sectores de izquierda vinculados al hasta ahora gubernamental
Movimiento al Socialismo (MAS) expresaron su preocupación ante un posible
retorno a Bolivia de la agencia antidrogas estadounidense (DEA), entidad a la
que Morales echó del país en 2008 acusándola de conspirar contra su gobierno.
Además,
la presencia en Bolivia de algunos integrantes del grupo criminal brasileño
Primer Comando de la Capital (PCC), o del presunto narcotraficante uruguayo
Sebastián Marset, prófugo desde el 2023, mantuvieron en la mira a diversas
entidades estatales por la facilidad con la que estas personas lograron
establecerse en el país.
Gobernabilidad
Los
cambios que proponga el próximo gobierno boliviano que requieran de aprobación
en el Legislativo se tendrán que consensuar con los otros cuatro partidos con
representación parlamentaria, incluida la alianza Libre del expresidente Jorge
Tuto Quiroga, el contendiente de Paz en la segunda vuelta.
El
Partido Demócrata Cristiano (PDC) de Paz ostenta la mayor representación en
ambas cámaras, pero no alcanza a la mayoría absoluta, ni a los dos tercios, por
lo que deberá alcanzar acuerdos con Libre, las alianzas APB-Súmate, Popular y
Unidad.
Unidad,
liderada por el excandidato y empresario Samuel Doria Medina, ya apoyó a Paz de
cara a la segunda vuelta, mientras que Quiroga señaló que hará oposición
“constructiva” y ofreció al mandatario electo la “gobernabilidad” necesaria en
el Parlamento para que tenga en las presidencias del Senado y la Cámara de
Diputados a gente de su confianza.
EL
NUEVO PRESIDENTE DE BOLIVIA SE ENFRENTA A UNA FALTA DE RESERVAS Y A UN CONGRESO
FRACTURADO
La
Nación de Argentina (https://n9.cl/n7jad)
El
presidente electo de Bolivia, Rodrigo Paz, tomará posesión de su cargo el
sábado, heredando una economía en crisis y enfrentándose a complicadas
negociaciones en la legislatura para aprobar las reformas que, según los
economistas, son necesarias para estabilizar las finanzas del país.
Paz,
un exsenador centrista del Partido Demócrata Cristiano, ganó la segunda vuelta
de las elecciones del 19 de octubre. Su victoria supuso un cambio histórico
para Bolivia tras casi dos décadas de gobierno de izquierda bajo el Movimiento
al Socialismo (MAS).
Aunque
el partido de Paz es el más grande de la Asamblea Legislativa, no tiene mayoría
en ninguna de las cámaras, por lo que tendrá que forjar alianzas. Sin embargo,
la nueva legislatura, que estará en funciones hasta 2030, está dominada por
partidos proempresariales y de derecha, lo que podría allanar el camino para
políticas favorables al mercado, según los analistas.
El
presidente libertario de Argentina, Javier Milei, y el mandatario izquierdista
de Chile, Gabriel Boric, estarán entre los asistentes a la toma de posesión del
8 de noviembre en La Paz.
El
reto inmediato de Paz es garantizar la financiación externa y aplicar políticas
que pueden ser impopulares, como recortar los subsidios energéticos y avanzar
hacia un sistema de tipo de cambio más flexible.
“Cuando
Paz asuma el cargo, no tendrá reservas líquidas en el Banco Central para
importar combustible”, afirmó el economista Juan Sola, de BancTrust & Co.
“Pero los prestamistas multilaterales están dispuestos a apoyar a Bolivia en
este nuevo proceso”.
Bolivia,
un país sin salida al mar que produce gas natural y cereales, está atravesando
su peor crisis económica en décadas. La nacionalización de industrias
estratégicas ha disuadido la inversión extranjera, lo que ha afectado a la
producción.
La
inflación anual ha superado el 20%, mientras que la disminución de las reservas
de divisas, erosionadas por el estancamiento de la producción y exportación de
energía, ha provocado una grave escasez de combustible y dólares
estadounidenses.
“En
términos médicos, la economía está al borde de la muerte”, afirmó Gabriel
Espinoza, asesor económico del nuevo Gobierno.
Paz
ha afirmado que una de sus primeras prioridades será reducir los subsidios al
diésel para la agricultura y otros sectores empresariales. Los subsidios a la
gasolina para el transporte público se eliminarán de forma gradual con el fin
de amortiguar el impacto en los ciudadanos de a pie, según ha declarado Paz.
El
mes pasado, Paz viajó a Washington para reunirse con acreedores multilaterales.
Tanto
el Fondo Monetario Internacional (FMI) como el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) han expresado su disposición a apoyar al nuevo Gobierno. Todos
los préstamos deben ser aprobados por la Asamblea Legislativa de Bolivia.
Paz,
que se ha comprometido a mantener los programas sociales y a promover el
crecimiento impulsado por el sector privado, se resistió inicialmente a
solicitar el apoyo del FMI. Sin embargo, una fuente cercana al Gobierno afirmó
que el equipo económico de Paz ya había presentado su programa a ese organismo
con la esperanza de que este pudiera abrir nuevas líneas de crédito.
La
capacidad de Paz para conseguir el apoyo público a sus medidas será clave para
la estabilidad política, afirmó Sola.
“De
esta manera, el Gobierno evita que se le perciba como si simplemente cumpliera
con las exigencias del FMI”, afirmó Sola.
ALIANZAS
EMERGENTES
Navegar
por la fragmentada legislatura boliviana es uno de los retos más acuciantes de
Paz.
Para
reforzar su posición, Paz ha incorporado a figuras de la Alianza Unidad,
favorable a los negocios, que obtuvo aproximadamente el 20% de los escaños en
la cámara baja. Juntas, esta alianza y el Partido Demócrata Cristiano (PDC) de
Paz cuentan ahora con una mayoría operativa en ambas cámaras.
El
portavoz de la Alianza Unidad, Marco Fuentes, declaró a Reuters que el bloque
apoyaría “todos aquellos proyectos e iniciativas que vayan en beneficio del
país”, al tiempo que impulsaría sus propias prioridades.
Elena
Pachacute, senadora de la conservadora Alianza Libre, afirmó en una entrevista
que Paz había adoptado un plan de rescate económico similar al de su coalición.
Sin
embargo, siguen existiendo dudas sobre la lealtad de algunos legisladores
afiliados a Paz, en particular aquellos que han tenido vínculos en el pasado
con el MAS y su fundador, el expresidente Evo Morales.
“Paz
tiene vínculos con el MAS”, afirmó Sola. “(Pero) no sabemos si ellos (los
legisladores afiliados al MAS) terminarán apoyándolo”.
“LA
PREGUNTA ES: ¿TODOS LOS BOLIVIANOS QUIEREN SER CAPITALISTAS?”
Resumen
Latinoamericano Org. (https://n9.cl/4x65rq)
Con
platillos y bombos, el nuevo oficialismo alista sus acciones para asumir el
gobierno. Se habla de nuevo ciclo políticos y de un nuevo futuro para el país.
Ciertamente habrán cambios importantes en Bolivia una vez que asuma el nuevo
gobierno pero muy pocos se animan a decir cual el norte de los cambios y lo que
vendrá para los bolivianos y bolivianas.
El
gobierno que asumirá, es un gobierno neoliberal republicano que busca llevar a
Bolivia por los oscuros senderos del desarrollismo capitalista, haciendo creer
a los bolivianos que todos tendrán la posibilidad de vivir mejor con la
inversión privada.
Todo
bajo la consigna de capitalismo para todos. La pregunta es, todos los
bolivianos quieren ser capitalistas ? Y la respuesta es simple, No. Los
bolivianos necesitan tener recursos para sobrevivir, si podrían sobrevivir sin
dinero lo harían. El dinero es necesario porque vivimos bajo el sistema
capitalista y en ese medio sobrevivimos. No queremos ser capitalistas porque
sabemos que el capitalismo es sinónimo de dominación y explotación y que las
mismas destruyen la naturaleza y al ser humano.
Lo
que pasa en Bolivia es que los sectores clasemedieros que han crecido en los
últimos 20 años quieren hoy cuidar y conservar los beneficios obtenidos y
buscan imponer su estilo de vida y de hacer la economía como alternativa para
todos los bolivianos. Quienes han crecido en su economía buscan lograr mejores
condiciones para reproducir su estilo de vida y para ello se suman a los
sectores de la burguesía boliviana en general y de la cruceña en particular.
A
esta participación de los sectores clasemedieros se lo refleja como accionar
popular y/o del pueblo, además de la lectura distorsionada hay que resaltar que
estos sectores no actúan de manera unitaria sino de manera fragmentada. Así no
hablamos de un apoyo popular y menos de una accionar de lo popular, sino
simplemente hablamos del accionar de parte del populacho.
Así
el binomio Paz Lara refleja lo nacional populachero, en el que hay una
participación formal de alguno que otro “sector popular” de la clase media.
Estos sectores dejan de lado a las organizaciones sociales de los sectores
mayoritarios del país. Porque estos si actúan de manera unitaria, queriendo o
sin querer o de manera consciente o inconsciente son un factor de poder.
La
modernización que trae Paz será meramente formal y se limitará a la imitación
de lo que pasa en otros países. Autoridades con muchos actos protocolares
gozando de las vágatelas que deja el poder. Racionalización económica que
significa reducción del déficit público, despidos, devaluación, incremento del
costo de los combustibles, eliminación del subsidio a carburantes, incremento
del precio de los productos de la canasta familiar y liberalización de
procedimientos administrativos del estado en lo más posible.
Así
el futuro será, meramente de cambios económicos. No habrá un proyecto social y
menos cultural para el futuro del país. Es que Paz-Lara y la derecha boliviana
no tiene un proyecto país. Todos los cambios dependerán de los resultados en la
economía y estos influenciarán en lo social, lo político y cultural.
En
el escenario planteado las mayorías sociales volverán a vivir en un escenario
de pobreza aguda, de reducción de sus derechos económicos, sociales y
políticos, de imposición de mecanismos de dominación y la ampliación de la
explotación.
Por
lo dicho la COB (Central Obrera Boliviana) no solo debe llamar a la resistencia
frente a las medidas políticas, sino ante todos a la resistencia contra las
medidas económicas. Así queda claro que el neoliberalismo en el fondo de todos
es una propuesta política que busca la recomposición de las estructuras y
relaciones de poder en una sociedad.
Este
es el escenario de la lucha de clases impuesta y renovada por la derecha
boliviana y los sectores clasemedieros. Este escenario requiere de una
vanguardia obrera campesina que no solo cuestione la imposición y la resista,
sino ante todo se requiere de un accionar que en la resistencia estructure el
proyecto alternativo hacia el Socialismo Comunitario.
LA
POSESIÓN DE RODRIGO PAZ Y EL DESFILE DE LOS GOBIERNOS AJUSTADORES QUE APOYAN EL
GENOCIDIO EN PALESTINA
Con
la liberación de Janine Áñez y varios golpistas encarcelados, la posesión de
Paz busca abrir un nuevo capítulo de impunidad a los responsables políticos y
materiales de las masacres del golpe del 2019. Llegan Milei, Bukele con su
representante, Noboa y Christopher Landau de EE.UU. para reafirmar el bloque
derechista. El nuevo gobierno de Rodrigo Paz llega con Biblia, crucifijo y el
aval de los gobiernos que aplican ajustes y apoyan el genocidio en Gaza.
La
Izquierda Diario de Argentina (https://n9.cl/vouro5)
El
8 de noviembre, Rodrigo Paz Pereira asumirá la presidencia de Bolivia
acompañado por una nutrida delegación de figuras de la derecha latinoamericana
y mundial. Entre los 45 invitados confirmados se encuentran Javier Milei
(Argentina), el subsecretario de Estado de EE. UU. Christopher Landau, y el
representante del gobierno de Nayib Bukele (El Salvador). Una constelación de
figuras que, en sus países, descargan ajustes sobre los trabajadores,
criminalizan la protesta y alinean sus políticas exteriores con los intereses
de Washington y Tel Aviv.
El
viraje ideológico ya se expresa también dentro del país: a solicitud de los
nuevos legisladores, el pleno de la Cámara de Diputados aprobó este martes -por
más de dos tercios- la reposición del crucifijo y la Biblia para el juramento
de las autoridades legislativas del periodo 2025-2030, igual que con el golpe
de estado del 2019. Una decisión que, lejos de ser un mero gesto simbólico,
expresa el avance del conservadurismo religioso y el intento de reinstalar
valores clericales como parte del nuevo bloque de poder. El nuevo gobierno, que
se autoproclama “de unidad y reconciliación”, se presenta de esta manera como
restaurador del viejo orden oligárquico, revestido de moral cristiana, libre
mercado y sumisión imperialista.
Milei,
Bukele y Landau: distintas caras del ajuste, la represión y el sionismo
El
presidente argentino Javier Milei llega a Bolivia como el rostro más extremo
del neoliberalismo. En apenas un año, aplicó un brutal ajuste dictado por el
FMI: despidos masivos en el Estado, tarifazos, recorte de subsidios y
criminalización de la protesta. Su gobierno ha consolidado un régimen represivo
al servicio del gran capital financiero y las corporaciones. En política
internacional, Milei es uno de los principales defensores del Estado de Israel,
al que prometió trasladar la embajada argentina a Jerusalén en una abierta
provocación al pueblo palestino y cuyo accionar genocida en Gaza ha justificado
abiertamente “en defensa de la libertad”.
Por
su parte, el salvadoreño Nayib Bukele, “modelo a seguir” para el vicepresidente
Edman Lara, gobierna con métodos autoritarios, sustentando su popularidad en la
militarización del país y el encarcelamiento masivo de más de 80 mil personas,
muchas sin debido proceso. Ha destruido derechos sindicales, perseguido
organizaciones sociales y consolidado un régimen de vigilancia total. En
política exterior, respalda al sionismo y se muestra como aliado estratégico de
Washington.
De
igual manera, la presencia de Christopher Landau -subsecretario de Estado y
exembajador de Trump en México- en la posesión de Rodrigo Paz Pereira,
representa el retorno del imperialismo norteamericano a la escena boliviana.
Washington busca garantizar una Bolivia “confiable” para los negocios
transnacionales, el control del litio y la contención de los procesos de lucha
de clases. Landau simboliza esta estrategia: impulsar la apertura económica,
fortalecer el papel de las corporaciones y reinstalar la tutela política de
Estados Unidos sobre el país. Su llegada ocurre en un contexto en que el litio
boliviano es clave en la disputa global entre EE.UU. y China, y donde el
imperialismo norteamericano busca retomar el control de los recursos
estratégicos bajo el discurso del “libre mercado”. En realidad, Bolivia ocupa
un lugar estratégico para los intereses capitalistas debido a su condición de
país poseedor de materias primas esenciales -como el litio, el gas y otros
bienes comunes naturales-, que son objeto de una creciente competencia entre
Estados Unidos, China y otras potencias. El propio golpe de 2019 fue una
expresión concreta de esas tensiones geopolíticas, donde el control de los
recursos y la orientación del Estado se definieron en función de los intereses
del capital transnacional. Lo que cambia hoy no es la existencia de esa
disputa, sino el alineamiento más explícito del nuevo gobierno con el bloque
imperialista encabezado por Washington, bajo el discurso de la “apertura al
mundo” y la “seguridad jurídica” para las inversiones extranjeras.
Finalmente,
la reciente liberación de la expresidenta de facto Jeanine Áñez, ejecutora del
golpe de Estado de 2019, es otro síntoma del nuevo clima político que se abre
con el gobierno de Rodrigo Paz. Áñez fue responsable directa de la represión
sangrienta en Senkata, Sacaba y Ovejuyo, donde decenas de trabajadores y
campesinos fueron asesinados por las fuerzas militares y policiales. Su salida
de prisión, en un contexto de “reconciliación nacional” promovido por el nuevo
bloque de poder, representa una concesión a los sectores golpistas y a las
fuerzas armadas, y forma parte del intento de cerrar el ciclo de impunidad del
golpe. Más aún, su anunciada presencia en el acto de posesión de Rodrigo Paz
simboliza la plena reintegración política de los responsables del régimen
golpista al nuevo orden institucional. Que Áñez -quien encabezó un gobierno de
facto impuesto bajo la tutela de la OEA y con el respaldo de EE. UU.- comparta
la ceremonia con figuras como Javier Milei, el enviado estadounidense
Christopher Landau y el representante de Bukele, no es una coincidencia:
expresa la articulación continental de un bloque reaccionario que combina
neoliberalismo, represión y subordinación imperialista. La presencia conjunta
de estos actores, internos y externos configura la escena de una restauración
conservadora que busca legitimar el proyecto neoliberal y proimperialista que
aquel golpe intentó imponer. Detrás del discurso de “unidad” y “reconciliación”
se esconde a los responsables de los crímenes contra el pueblo y se abre un
escenario de impunidad bajo el barniz democrático.
Biblia
y crucifijo: la moral reaccionaria del nuevo bloque político
La
decisión parlamentaria de reponer la Biblia y el crucifijo en los actos de
juramento de las autoridades legislativas refuerza el tono conservador del
nuevo ciclo. Se trata de un gesto cargado de simbolismo político: la alianza
entre neoliberalismo y fundamentalismo religioso, una fórmula clásica de los
gobiernos reaccionarios de América Latina. Así como Milei invoca a “Dios y la
libertad de mercado”, y Bukele utiliza la religión para legitimar la represión,
la nueva mayoría parlamentaria en Bolivia busca revestir de moral y valores
cristianos al gobierno de Paz-Lara, por lo que el discurso de la derecha se
presenta abiertamente en oposición a los valores ancestrales que simbolizan la
wiphala y la pachamama, expresiones de una cosmovisión comunitaria que
reivindica la relación armónica entre los pueblos y la naturaleza. La
exaltación de la “Biblia y el crucifijo” funciona, así, como una operación
ideológica para desplazar del contexto la cosmovisión de los pueblos
originarios y reinstaurar la hegemonía cultural del viejo orden oligárquico.
Detrás del discurso de “moral y valores” se esconde una ofensiva ideológica
contra los derechos de las mujeres, la educación laica y los sectores
disidentes, preparando el terreno para un orden conservador y patriarcal al
servicio de las clases dominantes.
Palestina,
Bolivia y la lucha común contra el capital y la opresión colonial
Los
gobiernos invitados a la posesión -Milei, Bukele, Landau- son los mismos que
apoyan o justifican el genocidio israelí contra el pueblo palestino, y que
aplican políticas de guerra contra los trabajadores y los pobres en sus propios
países. Su presencia en Bolivia simboliza una unidad continental del capital
contra los oprimidos, una ofensiva neoliberal, clerical y proimperialista. El
gobierno de Paz busca imponer una “paz social” basada en el consenso con los
empresarios y la desmovilización obrera y popular. Sin embargo, la historia
boliviana enseña que ningún proyecto neoliberal puede sostenerse sin enfrentar
la resistencia de los trabajadores y el pueblo.
El
desafío central para las y los trabajadores, así como para los movimientos
sociales, es reconstruir una alternativa política verdaderamente independiente,
tanto del gobierno como de las direcciones burocráticas que buscan contener la
movilización de la clase trabajadora. Esta tarea implica recuperar la
iniciativa desde abajo, con una perspectiva de clase y de democracia obrera,
para enfrentar las políticas de ajuste y represión que sostiene el orden
capitalista. Frente a ello, es necesario levantar una respuesta
internacionalista que vincule las luchas locales con las resistencias de los
pueblos del mundo, en particular con la del pueblo palestino, víctima de un
genocidio legitimado por las potencias imperialistas. La construcción de una
alternativa de este tipo solo puede orientarse hacia la perspectiva de un
gobierno de las y los trabajadores y el pueblo, basado en la autoorganización,
la solidaridad internacional y la transformación socialista de la sociedad.
La
posesión de Rodrigo Paz expresa la profundización del viejo orden: capitalista,
patriarcal y subordinado al imperialismo. Pero la clase trabajadora y el pueblo
empobrecido -forjado en las insurrecciones mineras, las guerras del agua y del
gas- tiene memoria y fuerza para resistir. Hoy más que nunca, hace falta
levantar una alternativa obrera, socialista y antiimperialista.
EVO
MORALES CONSOLIDA SU PODER Y EL MAS ROMPE DEFINITIVAMENTE CON LUIS ARCE
Diario
Neuquino de Argentina (https://n9.cl/uz3co)
El
Movimiento al Socialismo (MAS-IPSP) anunció este jueves la expulsión del
presidente saliente Luis Arce, a 48 horas de entregar el mando a Rodrigo Paz
Pereira. La medida fue comunicada por el titular del partido, Grover García,
quien sostuvo que el mandatario “traicionó los principios del instrumento
político” y que su gestión “sumió al país en una crisis económica sin
precedentes”.
Según
la resolución interna, la expulsión se fundamenta en tres ejes: presuntos
desvíos de fondos partidarios, una conducción errática que derivó en el colapso
electoral del MAS y la falta de respuesta ante el deterioro económico. En las
recientes elecciones, el oficialismo apenas obtuvo un 3,17 % de los votos, el
peor resultado de su historia.
La
cúpula masista advirtió además que solicitará al Ministerio Público abrir una
investigación sobre los manejos financieros del entorno presidencial. Se apuntó
directamente a ministros y funcionarios de confianza de Arce por su supuesta
responsabilidad en la pérdida de reservas y el aumento del costo de vida.
El
divorcio entre Arce y Evo Morales ya no tiene retorno
La
ruptura entre Arce y Morales venía gestándose desde hace más de un año, en
medio de acusaciones cruzadas y una disputa abierta por el control del partido.
El expresidente, que nunca antes había perdido una elección nacional, logró
retomar el mando simbólico del MAS y marginar definitivamente a su sucesor.
La
expulsión se interpreta como un mensaje político de Morales: retomar el
liderazgo total de la fuerza que lo llevó al poder y cerrar el ciclo de Arce, a
quien considera responsable de la debacle electoral. En el nuevo escenario, el
MAS se reordena en torno a los sectores más leales al exmandatario cocalero.
En
contrapartida, el entorno de Arce asegura que la medida busca encubrir los
errores históricos de Morales y que se trata de una “purga política” más que de
una sanción partidaria. No obstante, el mandatario saliente no se pronunció
públicamente tras conocer su expulsión.
Un
país en transición y un oficialismo fragmentado
La
salida de Arce se produce en un contexto de fuerte deterioro económico. La
escasez de combustibles, la caída de reservas internacionales y la devaluación
del boliviano acentuaron el malestar social. Las advertencias de sindicatos y
productores rurales fueron ignoradas, según la conducción del MAS, que ahora
busca distanciarse de la gestión saliente.
El
próximo presidente, Rodrigo Paz Pereira, deberá gobernar un país polarizado y
con un oficialismo fragmentado. La transición institucional se da en medio de
protestas dispersas y un clima político enrarecido, con la figura de Morales
otra vez al centro del escenario.
La
crisis interna del MAS redefine el mapa político de Bolivia y anticipa un
reacomodamiento de fuerzas hacia las elecciones regionales de 2026. Mientras
tanto, la salida de Arce marca el cierre abrupto de un ciclo en el que el
economista que prometía continuidad terminó aislado y sin partido.
ESTRATEGIA
POLÍTICA DE KAISER: NACIONALISMO Y MIGRACIÓN EN EL DEBATE CON BOLIVIA
Publimicro
de Chile (https://n9.cl/376yv)
En
el contexto de la campaña presidencial chilena de 2025, Johannes Kaiser,
candidato del Partido Nacional Libertario (PNL), ha intensificado sus críticas
hacia Bolivia, centrándose en políticas migratorias y de seguridad. Este
enfoque ha generado tensiones diplomáticas, especialmente tras intercambios
públicos en redes sociales con el presidente boliviano Luis Arce, quien
calificó las declaraciones de Kaiser como irresponsables.
Kaiser
sostiene que Bolivia no coopera adecuadamente en la recepción de migrantes
irregulares y en el control del contrabando, amenazando con sanciones
comerciales si no hay cambios. Durante un debate organizado por la Asociación
de Radiodifusores de Chile, Kaiser reiteró su postura, señalando que el
gobierno chileno ocultó acuerdos de reconducción migratoria que limitan el
retorno a solo 10 personas diarias, mientras ingresan cientos. Además, acusó a
Bolivia de facilitar ferias de autos robados, exacerbando preocupaciones sobre
seguridad fronteriza. Aunque el candidato descartó inicialmente negar el acceso
a puertos bolivianos, advirtió sobre controles estrictos en pasos no
autorizados.
Este
escenario se enmarca en acuerdos bilaterales recientes, como el Protocolo de
Cooperación Migratoria de febrero de 2025, que busca regular el retorno de
migrantes irregulares.
AMÉRICA
LATINA FRENTE AL NUEVO ALCA: EL DESAFÍO DE LA SOBERANÍA EN EL SIGLO XXI
Revista
Nodal (https://n9.cl/8hot74)
Hace
veinte años, en Mar del Plata, los pueblos latinoamericanos pronunciaron un
“no” que aún resuena. El 5 de noviembre de 2005, organizaciones políticas,
sociales, junto con los presidentes de Argentina, Brasil, Venezuela, Paraguay y
Uruguay rechazaron el proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas
(ALCA) impulsado por Estados Unidos. Aquella derrota diplomática del libre
comercio significó un punto de inflexión: por primera vez, la región se negó a
integrar un esquema económico que ampliaba la dependencia y debilitaba la
soberanía. Hoy, dos décadas después, la pregunta vuelve a plantearse bajo
nuevas formas: ¿cómo se configura el poder global y qué lugar ocupa América
Latina en ese mundo?
El
“no al ALCA” abrió un ciclo de integración regional. Nacieron y se
fortalecieron la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América
(ALBA-TCP), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y el Banco del Sur. Con precios
altos de materias primas, los gobiernos de la región financiaron políticas
redistributivas y redujeron la pobreza. Sin embargo, la dependencia de los
commodities, y la reacción conservadora fueron los primeros obstáculos a ese
impulso. A 20 años, la nueva fase del capitalismo global encontró otras vías
para imponer su lógica: el control tecnológico, financiero y digital de los
recursos estratégicos de la región.
El
siglo XXI ya no necesita grandes tratados comerciales para avanzar sobre los
territorios. Hoy, el capital se organiza en torno a una estructura dominada por
corporaciones tecnológicas y fondos financieros que controlan energía, agua,
alimentos y datos. Este entramado, apoyado en la inteligencia artificial, la
robótica y la hiperconectividad, redefine la dependencia latinoamericana. La
disputa actual no se libra en una mesa de negociación de estados cómo el 2005
en Mar del Plata, sino en torno al acceso a litio, biodiversidad, minerales
críticos y plataformas digitales.
Los
números confirman la magnitud del interés global. El triángulo del litio —entre
Bolivia, Argentina y Chile— concentra el sesenta por ciento de las reservas
mundiales del mineral, clave para la transición energética. América Latina
también alberga cerca del veinte por ciento del petróleo del planeta y la
principal reserva de agua dulce del mundo en el Acuífero Guaraní. Sin embargo,
más de cuarenta millones de personas carecen de acceso al agua potable y más
del ochenta por ciento de las explotaciones agropecuarias son familiares o de
pequeña escala. La desigualdad entre abundancia y carencia sintetiza el dilema
central: la región produce riqueza, pero no controla su destino.
El
nuevo ALCA no se firma, se instala. Llega de la mano de acuerdos tecnológicos,
de cooperación energética o alimentaria, que muchas veces reproducen viejas
dependencias bajo discursos de “transición verde” o “innovación digital”. La
Aristocracia Financiera y Tecnológica define el rumbo de los recursos
estratégicos, mientras los Estados nacionales enfrentan límites para ejercer
soberanía.
En
2005, la resistencia al ALCA fue también una afirmación de dignidad colectiva.
El “ALCA, ALCA, al carajo” del presidente venezolano Hugo Chávez sintetizó un
sentimiento popular de defensa regional. Hoy, el desafío es traducir esa
memoria en políticas concretas: fortalecer la cooperación energética entre
países del Sur, impulsar cadenas de valor regionales en torno al litio, el agua
y los alimentos, y proteger los bienes comunes de la especulación financiera y
tecnológica. No hay sustentabilidad sin justicia social ni transición ecológica
sin redistribución de la riqueza.
Veinte
años después del NO AL ALCA, frente a un nuevo mapa de dominación, América
Latina necesita avanzar en esquemas de integración que combinen soberanía
política, autonomía tecnológica y justicia ambiental. En esa articulación entre
pueblos, Estados y movimientos sociales está la verdadera herencia del “no al
ALCA”: la decisión de decir nuevamente que no al avance del capital, y también
la capacidad de construir un sí a un proyecto propio y soberano en la región.
EL
LITIO NO ES UNA ENERGÍA LIMPIA, SEÑALAN ACADÉMICOS DE LA UAM; ADVIERTEN DAÑOS
AMBIENTALES Y DEPENDENCIA TECNOLÓGICA
Los
expertos hicieron un llamado a repensar el modelo energético en México
El
Universal de México (https://n9.cl/1ptr1)
Aunque
México apuesta al uso de litio como combustible para alcanzar la soberanía
energética, académicos advierten que su explotación puede abrir una nueva etapa
de conflictos ambientales, desastres ecológicos y dependencia tecnológica.
Investigadores
de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) alertaron que el litio no es tan
limpio como se anuncia pues su extracción requiere enormes cantidades de agua,
contamina los acuíferos y altera ecosistemas frágiles.
Además,
su mercado depende de una cadena dominada por potencias como China, que
controla la refinación y la manufactura de baterías, hecho que deja a América
Latina en el papel de proveedor de materia prima, sin control real sobre los
beneficios económicos ni sobre los daños ambientales que deja la minería.
La
doctora Aleida Azamar Alonso, investigadora de la UAM, cuestionó la narrativa
que presenta al litio como “el nuevo petróleo” al asegurar que la idea de un
mineral salvador para el planeta es más una campaña publicitaria que una
solución real para enfrentar la crisis climática.
Durante
el conversatorio Litio en América Latina: dinámicas territoriales y soberanía
energética, informó que, de acuerdo con el Banco Mundial, el litio forma parte
de un grupo de hasta 25 minerales críticos para el desarrollo de energías
limpias.
Azamar
agregó que el auge del uso del litio no ha significado un cambio estructural en
el modelo energético global puesto que, aunque la producción mundial del
mineral se ha triplicado, la demanda de autos eléctricos se desacelera en
Estados Unidos, donde se eliminaron incentivos y resurgen políticas basadas en
combustibles fósiles.
En
cambio, China y algunos países europeos mantienen su apuesta por la
electromovilidad y dominan las cadenas globales de extracción y manufactura.
“América Latina concentra más del 60 por ciento de las reservas, pero no
controla las etapas clave del negocio”, señaló.
En
México, pese a que el gobierno creó la empresa estatal LitioMX y declaró al
mineral como estratégico, todavía no se ha extraído ni un gramo. Los
yacimientos se encuentran principalmente en arcillas, un tipo de formación más
compleja y costosa que las salmueras de Chile, Argentina y Bolivia, aseveró.
Azamar
explicó que la extracción implica un uso intensivo de agua, hasta 600 litros
por minuto, lo que puede agotar acuíferos y desplazar comunidades, motivo por
el que “no podemos hablar de transición energética si implica nuevas formas de
despojo y degradación ambiental”.
Así,
insistió en la necesidad de repensar el modelo energético y dar voz a las
comunidades en la toma de decisiones. “Hoy se libra una disputa geopolítica
entre China y Estados Unidos por el control de este recurso, mientras en medio
quedan las personas, los ecosistemas y los territorios”, argumentó.
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