Friday, November 07, 2025

¿QUÉ ESPERAR DE LA POLÍTICA EXTERIOR DE BOLIVIA BAJO RODRIGO PAZ? ENTRE EE.UU. Y EL SUR GLOBAL

Bolivia empieza una nueva etapa este 8 de noviembre bajo el nuevo Gobierno de Rodrigo Paz, quien busca transitar del “socialismo del siglo XXI” hacia un modelo de “capitalismo para todos”, reabriendo vínculos con Washington sin romper con los BRICS.


Zhuhai, China — La victoria de Rodrigo Paz en las elecciones presidenciales de Bolivia marca el tránsito del país del “socialismo del siglo XXI”, en cabeza de los gobiernos del Movimiento al Socialismo (MAS) —primero con Evo Morales y luego con Luis Arce—, hacia un proyecto de “capitalismo para todos”. El cambio refleja el agotamiento de un modelo económico sostenido por la renta energética y minera, hoy en declive.
Tras dos décadas de expansión con escasa diversificación productiva, la nación enfrenta márgenes de maniobra externos cada vez más limitados, y una necesidad urgente de reconectarse con los principales centros de decisión internacional.
Consciente de ello, Paz ha señalado su prioridad: “Yo quiero que Bolivia vuelva a ser un país que se pueda relacionar con el mundo financiero, que haya seguridad jurídica, que Bolivia pueda entablar relaciones con otros países”.
Pero, ¿hasta qué punto podrá Bolivia reinsertarse en el mundo sin quedar atrapada entre la influencia de Estados Unidos, las tensiones del mapa latinoamericano y las expectativas de las potencias emergentes del BRICS?
América del Sur como eje de la nueva política internacional de Bolivia
Para Bolivia, América del Sur constituye el entorno más decisivo para recuperar el dinamismo económico y fortalecer su inserción internacional. Sus principales vínculos comerciales se concentran en Brasil y Argentina —este último con una diáspora boliviana cercana al medio millón de personas—, que absorben alrededor del 30% de las exportaciones nacionales, mientras que los socios de la Comunidad Andina (Perú, Colombia y Ecuador) aportan cerca del 15%.
Bolivia avanza en su adhesión al Mercosur, iniciada en 2015 y ratificada en 2024, lo que abre un periodo de hasta cuatro años para armonizar su legislación con el bloque. Aunque Rodrigo Paz no ha fijado todavía una posición pública, hereda un proceso avanzado que podría emplear para atraer inversión y proyectar previsibilidad.
En ese sentido, su primer examen internacional será precisamente la cumbre del Mercosur en diciembre de 2025, donde se encontrará con dos visiones opuestas de integración regional: la de Luiz Inácio Lula da Silva y Yamandú Orsi, defensores de una integración más social y cooperativa, frente a la de Javier Milei y Santiago Peña, partidarios de una apertura liberal y desregulada.
No solo el Mercosur, sino el conjunto de América Latina atraviesa hoy profundas tensiones ideológicas que han vuelto inseparable la política exterior de los alineamientos y rivalidades entre sus líderes. El reciente Nobel de la Paz otorgado a María Corina Machado, principal figura opositora en Venezuela, evidenció esas fracturas: mientras Gustavo Petro, presidente de Colombia, lo cuestionó y Claudia Sheinbaum, mandataria de México, optó por el silencio; los jefes de Estado de Ecuador, Daniel Noboa, y de Argentina, Javier Milei, lo celebraron como símbolo de la libertad. Rodrigo Paz se sumó a esta última corriente, un gesto que, incluso antes de la segunda vuelta presidencial, anticipó el reacomodo diplomático que marcará su mandato.
Tras confirmarse la victoria de Rodrigo Paz el pasado 18 de octubre, varios gobiernos latinoamericanos celebraron el resultado de la elección. Argentina, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Panamá, Paraguay y Trinidad y Tobago emitieron una declaración conjunta en respaldo al presidente electo, destacando “la voluntad del pueblo boliviano de trazar un nuevo rumbo”.
La adhesión de Estados Unidos amplificó el alcance diplomático del pronunciamiento y desencadenó una reacción inmediata de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que anunció la suspensión de Bolivia de sus actividades, acusando al gobierno entrante de “conducta antibolivariana y proimperialista”.
Estados Unidos: ¿reapertura estratégica o nuevo alineamiento ideológico?
Desde que Evo Morales expulsó al embajador estadounidense en 2008 —acusándolo de conspirar contra su gobierno—, la relación bilateral quedó prácticamente congelada. Bajo las administraciones del MAS, los contactos se redujeron a gestiones técnicas y la cooperación de Washington disminuyó de forma sostenida: pasó de más de 184 millones de dólares en 2006 —cuando Bolivia ocupaba el quinto lugar entre los principales receptores de ayuda estadounidense en América Latina— a poco más de 2 millones en 2024, descendiendo al puesto número 27. El nuevo gobierno busca revertir esa tendencia y restablecer canales de diálogo político y económico con Estados Unidos.
En declaraciones recientes, Rodrigo Paz afirmó: “Bolivia quiere cambiar, quiere una nueva etapa, quiere estar en el mundo y que el mundo venga a Bolivia. Y uno de los condicionantes más importantes es esta nueva relación con los Estados Unidos y con el Gobierno del presidente (Donald) Trump”.
Su primer viaje internacional —incluso antes de asumir el mando— fue precisamente a Washington, donde Paz obtuvo avances significativos en su agenda económica y diplomática. Por un lado, gestionó con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo y otros organismos multilaterales líneas de crédito para aliviar la escasez de divisas y fortalecer la estabilidad financiera del país; por otro, se reunió con el secretario de Estado, Marco Rubio, y el subsecretario Christopher Landau, con quienes acordó una “alianza sólida basada en prosperidad mutua”. El encuentro marcó un hito al restablecer las relaciones diplomáticas con Estados Unidos tras 17 años de ruptura.
El presidente saliente, Luis Arce, no ha tardado en expresar su preocupación por “el alto compromiso” que, a su juicio, el nuevo gobierno estaría asumiendo con Estados Unidos, advirtiendo además sobre las posibles repercusiones para la política exterior de Bolivia dentro de los BRICS.
“Creo que el nuevo gobierno lo va a utilizar más como una plataforma para entrar a grandes mercados, pero sin un compromiso político e ideológico con la multipolaridad que plantean los BRICS”, señaló Arce. Efectivamente, el nuevo entendimiento con Washington deberá ir acompañado de una estrategia que preserve la diversificación diplomática y económica que ofrece la pertenencia de Bolivia al BRICS.
Sur Global y BRICS: diversificar sin confrontar
En el marco de su inserción internacional, Bolivia enfrenta el desafío de mantener su articulación con el Sur Global sin comprometer su reciente acercamiento a Washington. En la última década, China e India se han consolidado como importantes destinos de las exportaciones bolivianas.
Al inicio de los gobiernos del MAS, las ventas a ambos países no superaban el 2% del total, mientras que al cierre del mandato de Luis Arce superaban el 20% combinado. India compra principalmente oro, mientras que China adquiere zinc y subproductos, así como otros metales preciosos.
En términos políticos, la relación con China, consolidada durante los gobiernos del MAS mediante una Asociación Estratégica y la adhesión a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, sigue siendo el vínculo asiático más relevante para Bolivia, mientras que con India —donde no existe embajada residente— los lazos son más incipientes, aunque en 2025 Luis Arce sostuvo una reunión con el primer ministro Narendra Modi durante la cumbre del BRICS en Brasilia para explorar cooperación en sectores tecnológicos, energéticos y mineros.
Más allá del comercio actual, el interés asiático se centra en el potencial del litio boliviano: con 23 millones de toneladas, el país figura entre los mayores poseedores del mundo, aunque, según la CEPAL, aún no produce de forma industrial. El problema no es geológico, sino institucional: marcos contractuales débiles, escasa gobernanza subnacional y demoras en licencias ambientales.
Estas condiciones explican su admisión como socio del BRICS en la cumbre de Kazán de 2024. Rodrigo Paz, al referirse al bloque, señaló: “Los BRICS son buenos, es un buen grupo comercial”. Todo indica que mantendrá la adhesión como instrumento económico, evitando alineamientos excluyentes en un sistema internacional cada vez más multipolar.
Reencontrar el mundo, sin repetir los errores del pasado
Rodrigo Paz pone fin a casi dos décadas de gobiernos del MAS e inaugura una etapa orientada a reconciliar al Estado con la economía y al país con el mundo. Reconoce los avances sociales del ciclo anterior en la reducción de la pobreza, pero advierte que “no son logros si no son sostenibles”.
A su juicio, el país desaprovechó los años de bonanza para diversificar su matriz productiva y ampliar mercados: no se realizaron nuevas exploraciones gasíferas, no se impulsaron megaproyectos energéticos y el comercio exterior se estancó. “El gas se fue, el litio no llegó y los bolivianos hemos quedado solos”, resume.
Pero el pretendido reencuentro con el mundo al que aspira Paz para Bolivia deberá construirse a través de una prudencia activa: abrirse sin sobrerreaccionar, recomponer la relación con Estados Unidos sin romper con los BRICS y combinar pragmatismo económico con autonomía política. Solo una diplomacia equilibrada, orientada al desarrollo y no a la confrontación, podrá devolver al país un papel constructivo en el sistema internacional.
TRT de Rusia (https://n9.cl/8wkcw)
 
 
 
 
 
RODRIGO PAZ ASUME LA PRESIDENCIA DE BOLIVIA CON UN AMBICIOSO PLAN DE SEGURIDAD
 
El nuevo presidente se ha comprometido a reforzar la ciberdefensa y a crear redes vecinales para combatir la inseguridad en el país, entre otras medidas.
 
Escudo Digital de España (https://n9.cl/2yetly)
 
Este sábado, 8 de noviembre, Rodrigo Paz asumirá la presidencia de Bolivia, tras imponerse en la segunda vuelta electoral. Su llegada marca el fin de casi dos décadas de gobiernos de izquierda bajo el liderazgo del Movimiento al Socialismo (MAS), fundado por Evo Morales.
Hijo de Jaime Paz Zamora –presidente de Bolivia entre 1989 y 1993–, Rodrigo Paz nació en 1967 en Santiago de Compostela (España), donde su familia se encontraba exiliada por la dictadura militar en Bolivia. Formado académicamente en Estados Unidos, estudió Economía y Relaciones Internacionales, y culminó una maestría en Gestión Política en la Universidad Americana de EE.UU. Como líder del Partido Demócrata Cristiano (PDC), durante la campaña electoral presentó un programa en el que se compromete a modernizar las instituciones de defensa y seguridad del país mediante la incorporación de tecnologías digitales avanzadas, como inteligencia artificial (IA), drones y sistemas de videovigilancia.
Ciberdefensa y participación ciudadana
Pero su propuesta no se queda ahí, ya que también ha prometido elevar el nivel de profesionalismo de las Fuerzas Armadas bolivianas, con especial énfasis "en robustecer la ciberdefensa y la promoción de la participación ciudadana a través de programas de sensibilización y redes vecinales de seguridad".
El principal objetivo del nuevo gobierno es impulsar "una seguridad integral" con el protagonismo de la ciudadanía, apoyándose en la coordinación interinstitucional y en la cooperación internacional, tal como ha señalado el propio Paz.
En línea con esa estrategia, días después de su victoria electoral viajó a Estados Unidos, donde se reunió con el secretario de Estado, Marco Rubio. Tras el encuentro, el portavoz adjunto del Departamento de Estado emitió un comunicado en el que destacó "el compromiso de Estados Unidos por una alianza sólida con Bolivia basada en la prosperidad mutua".
Para el presidente electo, se trata del primer paso para confirmar que "Bolivia se abre al mundo". El acercamiento cobra aún más relevancia considerando que, durante la campaña electoral, Paz manifestó en varias ocasiones su voluntad de restablecer las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, interrumpidas desde 2008, cuando el entonces mandatario Evo Morales expulsó al embajador estadounidense Philip Goldberg. Además, Paz tiene previsto mantener próximamente reuniones con representantes del Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en Washington.
Advertencia sobre el crimen organizado
En el ámbito interno, el nuevo presidente recibió las felicitaciones de su predecesor, Luis Arce, a quien envió un mensaje en el que expresó su preocupación por la operación policial desplegada el pasado 28 de octubre en Río de Janeiro, que se convirtió en la más letal de la historia de la ciudad brasileña dejando 132 fallecidos. "En los días de gobierno que le quedan debe evitar el ingreso de organizaciones criminales a Bolivia", advirtió Paz a Arce tras el violento operativo.
Reformas institucionales, policiales y judiciales
El nuevo presidente llega al poder con un ambicioso plan en materia de seguridad que contempla reformas institucionales, fortalecimiento policial, transparencia y prevención del delito. Entre sus propuestas figura la creación de una carrera policial meritocrática, con evaluaciones periódicas de desempeño y sanciones claras, así como la descentralización operativa de la Policía para responder con mayor eficacia a la inseguridad en regiones alejadas. En el ámbito judicial, planea impulsar mecanismos de transparencia como el seguimiento público de casos, la transmisión de audiencias y la implementación de herramientas digitales que mejoren la eficiencia de los procesos.
Ante el incremento de la violencia contra mujeres, niñas y niños, y el avance del crimen organizado, Paz buscará, según expresó él mismo, "fortalecer los programas comunitarios en zonas vulnerables, así como colaborar con las autoridades locales, con la idea de reforzar la seguridad ciudadana".
Una economía en crisis
Por otra parte, el panorama económico que hereda es alarmante. Bolivia atraviesa una profunda recesión agravada por el colapso de la industria de los hidrocarburos, su principal fuente de ingresos. Paralelamente, la población enfrenta desde 2023 una escalada constante de precios, sumada a la escasez de combustibles y a la crisis cambiaria derivada de la falta de dólares en el mercado.
En ese contexto, el centenario periódico boliviano El Diario publicó un análisis firmado por Rolando Kempff Bacigalupo, presidente de la Federación de Empresarios Privados de La Paz (FEPLP), quien señala que "no podemos desconocer que el país está sufriendo actualmente una estanflación, porque al estancamiento económico debemos sumar una elevada inflación, que probablemente llegue este año a un 25%". Kempff subraya además que "la búsqueda de soluciones debe ser una tarea conjunta del Gobierno, empresarios y trabajadores. Solo de esa forma podremos sentar las bases para asegurar un crecimiento sostenido, que beneficie a todos los bolivianos".
El análisis aborda otros importantes detalles sobre el escenario de crisis y sostiene que la situación se ve agrava por "los crónicos déficit fiscal y déficit comercial arrastrados desde mediados de la década pasada, que a su vez provocaron la escasez de dólares y carburantes en el mercado nacional, la consecuente devaluación de facto, seguida de una alarmante subida de precios de muchos productos de la canasta familiar".
 
 
 
 
 
CRISIS ECONÓMICA Y VIRAJE EXTERIOR, LO URGENTE PARA RODRIGO PAZ EN BOLIVIA
 
Paz expresó su voluntad de “poner a Bolivia en el mundo y que el mundo venga a Bolivia”, comenzando por Estados Unidos.
 
En Segundos de Panamá (https://n9.cl/c2hh8a)
 
El presidente electo de Bolivia, Rodrigo Paz Pereira, jurará este sábado su cargo con la urgencia de hacer frente a la crisis económica que vive el país y algunos cambios ya anunciados en la administración del Estado y el manejo de la política exterior, como el acercamiento con Estados Unidos tras casi dos décadas, informó la agencia EFE.
Estas son algunas claves de las principales áreas donde se plantean estos retos y transformaciones:
Economía en crisis
Paz recibirá un país con una crisis económica que, según expertos, inició cuando comenzó a declinar la producción de gas natural, que fue el sustento de la economía boliviana hasta hace unos años, de un volumen histórico de 61 millones de metros cúbicos diarios (MMmcd) en el 2014 a un promedio de 29 MMmcd en lo que va de este año.
Por esto, el país dejó de percibir menos ingresos por la venta de hidrocarburos, con un valor histórico de $6,113 millones en exportaciones alcanzado en el 2013, frente a $788.5 millones registrados entre enero y agosto de este año.
Desde el 2023, esa crisis empezó a reflejarse en la falta de dólares y un desabastecimiento de diésel y gasolina que se volvió crónico en los últimos meses, lo que derivó en el encarecimiento de productos básicos, con una inflación de 18,33% acumulada en los primeros nueve meses del año que supera el 7,5% proyectado para todo el 2025
Para empezar a atender estos problemas, Paz se reunió recientemente con representantes de organismos multilaterales, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe-CAF, con el que consolidó un acuerdo financiero por $3,100 millones.
Viraje en exteriores
Tras vencer en la inédita segunda vuelta presidencial, Paz expresó su voluntad de “poner a Bolivia en el mundo y que el mundo venga a Bolivia”, comenzando por Estados Unidos del que el país andino se mantuvo distanciado en los últimos 20 años durante los gobiernos de Evo Morales y del mandatario saliente, Luis Arce.
En su reciente viaje a Washington, el presidente electo boliviano se reunió con el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, lo que fue destacado por la Oficina de Paz como el inicio de una “nueva etapa” en la relación bilateral entre ambos países.
Paz también ha asegurado que no buscará tener una relación con aquellos países “que no tienen democracia” y excluyó de su investidura a los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, lo que le valió ser suspendido del bloque bolivariano ALBA, del que Bolivia formó parte en los gobiernos de Morales y Arce.
Contra el crimen organizado
La seguridad y la lucha contra el crimen organizado también serán parte de los retos del gobernante electo, quien aseguró estar abierto a colaborar con cualquier entidad internacional que respalde a Bolivia en esta área.
Ante esto, los sectores de izquierda vinculados al hasta ahora gubernamental Movimiento al Socialismo (MAS) expresaron su preocupación ante un posible retorno a Bolivia de la agencia antidrogas estadounidense (DEA), entidad a la que Morales echó del país en 2008 acusándola de conspirar contra su gobierno.
Además, la presencia en Bolivia de algunos integrantes del grupo criminal brasileño Primer Comando de la Capital (PCC), o del presunto narcotraficante uruguayo Sebastián Marset, prófugo desde el 2023, mantuvieron en la mira a diversas entidades estatales por la facilidad con la que estas personas lograron establecerse en el país.
Gobernabilidad
Los cambios que proponga el próximo gobierno boliviano que requieran de aprobación en el Legislativo se tendrán que consensuar con los otros cuatro partidos con representación parlamentaria, incluida la alianza Libre del expresidente Jorge Tuto Quiroga, el contendiente de Paz en la segunda vuelta.
El Partido Demócrata Cristiano (PDC) de Paz ostenta la mayor representación en ambas cámaras, pero no alcanza a la mayoría absoluta, ni a los dos tercios, por lo que deberá alcanzar acuerdos con Libre, las alianzas APB-Súmate, Popular y Unidad.
Unidad, liderada por el excandidato y empresario Samuel Doria Medina, ya apoyó a Paz de cara a la segunda vuelta, mientras que Quiroga señaló que hará oposición “constructiva” y ofreció al mandatario electo la “gobernabilidad” necesaria en el Parlamento para que tenga en las presidencias del Senado y la Cámara de Diputados a gente de su confianza.
 
 
 
 
 
EL NUEVO PRESIDENTE DE BOLIVIA SE ENFRENTA A UNA FALTA DE RESERVAS Y A UN CONGRESO FRACTURADO
 
La Nación de Argentina (https://n9.cl/n7jad)
 
El presidente electo de Bolivia, Rodrigo Paz, tomará posesión de su cargo el sábado, heredando una economía en crisis y enfrentándose a complicadas negociaciones en la legislatura para aprobar las reformas que, según los economistas, son necesarias para estabilizar las finanzas del país.
Paz, un exsenador centrista del Partido Demócrata Cristiano, ganó la segunda vuelta de las elecciones del 19 de octubre. Su victoria supuso un cambio histórico para Bolivia tras casi dos décadas de gobierno de izquierda bajo el Movimiento al Socialismo (MAS).
Aunque el partido de Paz es el más grande de la Asamblea Legislativa, no tiene mayoría en ninguna de las cámaras, por lo que tendrá que forjar alianzas. Sin embargo, la nueva legislatura, que estará en funciones hasta 2030, está dominada por partidos proempresariales y de derecha, lo que podría allanar el camino para políticas favorables al mercado, según los analistas.
El presidente libertario de Argentina, Javier Milei, y el mandatario izquierdista de Chile, Gabriel Boric, estarán entre los asistentes a la toma de posesión del 8 de noviembre en La Paz.
El reto inmediato de Paz es garantizar la financiación externa y aplicar políticas que pueden ser impopulares, como recortar los subsidios energéticos y avanzar hacia un sistema de tipo de cambio más flexible.
“Cuando Paz asuma el cargo, no tendrá reservas líquidas en el Banco Central para importar combustible”, afirmó el economista Juan Sola, de BancTrust & Co. “Pero los prestamistas multilaterales están dispuestos a apoyar a Bolivia en este nuevo proceso”.
Bolivia, un país sin salida al mar que produce gas natural y cereales, está atravesando su peor crisis económica en décadas. La nacionalización de industrias estratégicas ha disuadido la inversión extranjera, lo que ha afectado a la producción.
La inflación anual ha superado el 20%, mientras que la disminución de las reservas de divisas, erosionadas por el estancamiento de la producción y exportación de energía, ha provocado una grave escasez de combustible y dólares estadounidenses.
“En términos médicos, la economía está al borde de la muerte”, afirmó Gabriel Espinoza, asesor económico del nuevo Gobierno.
Paz ha afirmado que una de sus primeras prioridades será reducir los subsidios al diésel para la agricultura y otros sectores empresariales. Los subsidios a la gasolina para el transporte público se eliminarán de forma gradual con el fin de amortiguar el impacto en los ciudadanos de a pie, según ha declarado Paz.
El mes pasado, Paz viajó a Washington para reunirse con acreedores multilaterales.
Tanto el Fondo Monetario Internacional (FMI) como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) han expresado su disposición a apoyar al nuevo Gobierno. Todos los préstamos deben ser aprobados por la Asamblea Legislativa de Bolivia.
Paz, que se ha comprometido a mantener los programas sociales y a promover el crecimiento impulsado por el sector privado, se resistió inicialmente a solicitar el apoyo del FMI. Sin embargo, una fuente cercana al Gobierno afirmó que el equipo económico de Paz ya había presentado su programa a ese organismo con la esperanza de que este pudiera abrir nuevas líneas de crédito.
La capacidad de Paz para conseguir el apoyo público a sus medidas será clave para la estabilidad política, afirmó Sola.
“De esta manera, el Gobierno evita que se le perciba como si simplemente cumpliera con las exigencias del FMI”, afirmó Sola.
ALIANZAS EMERGENTES
Navegar por la fragmentada legislatura boliviana es uno de los retos más acuciantes de Paz.
Para reforzar su posición, Paz ha incorporado a figuras de la Alianza Unidad, favorable a los negocios, que obtuvo aproximadamente el 20% de los escaños en la cámara baja. Juntas, esta alianza y el Partido Demócrata Cristiano (PDC) de Paz cuentan ahora con una mayoría operativa en ambas cámaras.
El portavoz de la Alianza Unidad, Marco Fuentes, declaró a Reuters que el bloque apoyaría “todos aquellos proyectos e iniciativas que vayan en beneficio del país”, al tiempo que impulsaría sus propias prioridades.
Elena Pachacute, senadora de la conservadora Alianza Libre, afirmó en una entrevista que Paz había adoptado un plan de rescate económico similar al de su coalición.
Sin embargo, siguen existiendo dudas sobre la lealtad de algunos legisladores afiliados a Paz, en particular aquellos que han tenido vínculos en el pasado con el MAS y su fundador, el expresidente Evo Morales.
“Paz tiene vínculos con el MAS”, afirmó Sola. “(Pero) no sabemos si ellos (los legisladores afiliados al MAS) terminarán apoyándolo”.
 
 
 
 
 
“LA PREGUNTA ES: ¿TODOS LOS BOLIVIANOS QUIEREN SER CAPITALISTAS?”
 
Resumen Latinoamericano Org. (https://n9.cl/4x65rq)
 
Con platillos y bombos, el nuevo oficialismo alista sus acciones para asumir el gobierno. Se habla de nuevo ciclo políticos y de un nuevo futuro para el país. Ciertamente habrán cambios importantes en Bolivia una vez que asuma el nuevo gobierno pero muy pocos se animan a decir cual el norte de los cambios y lo que vendrá para los bolivianos y bolivianas.
El gobierno que asumirá, es un gobierno neoliberal republicano que busca llevar a Bolivia por los oscuros senderos del desarrollismo capitalista, haciendo creer a los bolivianos que todos tendrán la posibilidad de vivir mejor con la inversión privada.
Todo bajo la consigna de capitalismo para todos. La pregunta es, todos los bolivianos quieren ser capitalistas ? Y la respuesta es simple, No. Los bolivianos necesitan tener recursos para sobrevivir, si podrían sobrevivir sin dinero lo harían. El dinero es necesario porque vivimos bajo el sistema capitalista y en ese medio sobrevivimos. No queremos ser capitalistas porque sabemos que el capitalismo es sinónimo de dominación y explotación y que las mismas destruyen la naturaleza y al ser humano.
Lo que pasa en Bolivia es que los sectores clasemedieros que han crecido en los últimos 20 años quieren hoy cuidar y conservar los beneficios obtenidos y buscan imponer su estilo de vida y de hacer la economía como alternativa para todos los bolivianos. Quienes han crecido en su economía buscan lograr mejores condiciones para reproducir su estilo de vida y para ello se suman a los sectores de la burguesía boliviana en general y de la cruceña en particular.
A esta participación de los sectores clasemedieros se lo refleja como accionar popular y/o del pueblo, además de la lectura distorsionada hay que resaltar que estos sectores no actúan de manera unitaria sino de manera fragmentada. Así no hablamos de un apoyo popular y menos de una accionar de lo popular, sino simplemente hablamos del accionar de parte del populacho.
Así el binomio Paz Lara refleja lo nacional populachero, en el que hay una participación formal de alguno que otro “sector popular” de la clase media. Estos sectores dejan de lado a las organizaciones sociales de los sectores mayoritarios del país. Porque estos si actúan de manera unitaria, queriendo o sin querer o de manera consciente o inconsciente son un factor de poder.
La modernización que trae Paz será meramente formal y se limitará a la imitación de lo que pasa en otros países. Autoridades con muchos actos protocolares gozando de las vágatelas que deja el poder. Racionalización económica que significa reducción del déficit público, despidos, devaluación, incremento del costo de los combustibles, eliminación del subsidio a carburantes, incremento del precio de los productos de la canasta familiar y liberalización de procedimientos administrativos del estado en lo más posible.
Así el futuro será, meramente de cambios económicos. No habrá un proyecto social y menos cultural para el futuro del país. Es que Paz-Lara y la derecha boliviana no tiene un proyecto país. Todos los cambios dependerán de los resultados en la economía y estos influenciarán en lo social, lo político y cultural.
En el escenario planteado las mayorías sociales volverán a vivir en un escenario de pobreza aguda, de reducción de sus derechos económicos, sociales y políticos, de imposición de mecanismos de dominación y la ampliación de la explotación.
Por lo dicho la COB (Central Obrera Boliviana) no solo debe llamar a la resistencia frente a las medidas políticas, sino ante todos a la resistencia contra las medidas económicas. Así queda claro que el neoliberalismo en el fondo de todos es una propuesta política que busca la recomposición de las estructuras y relaciones de poder en una sociedad.
Este es el escenario de la lucha de clases impuesta y renovada por la derecha boliviana y los sectores clasemedieros. Este escenario requiere de una vanguardia obrera campesina que no solo cuestione la imposición y la resista, sino ante todo se requiere de un accionar que en la resistencia estructure el proyecto alternativo hacia el Socialismo Comunitario.
 
 
 
 
 
LA POSESIÓN DE RODRIGO PAZ Y EL DESFILE DE LOS GOBIERNOS AJUSTADORES QUE APOYAN EL GENOCIDIO EN PALESTINA
 
Con la liberación de Janine Áñez y varios golpistas encarcelados, la posesión de Paz busca abrir un nuevo capítulo de impunidad a los responsables políticos y materiales de las masacres del golpe del 2019. Llegan Milei, Bukele con su representante, Noboa y Christopher Landau de EE.UU. para reafirmar el bloque derechista. El nuevo gobierno de Rodrigo Paz llega con Biblia, crucifijo y el aval de los gobiernos que aplican ajustes y apoyan el genocidio en Gaza.
 
La Izquierda Diario de Argentina (https://n9.cl/vouro5)
 
El 8 de noviembre, Rodrigo Paz Pereira asumirá la presidencia de Bolivia acompañado por una nutrida delegación de figuras de la derecha latinoamericana y mundial. Entre los 45 invitados confirmados se encuentran Javier Milei (Argentina), el subsecretario de Estado de EE. UU. Christopher Landau, y el representante del gobierno de Nayib Bukele (El Salvador). Una constelación de figuras que, en sus países, descargan ajustes sobre los trabajadores, criminalizan la protesta y alinean sus políticas exteriores con los intereses de Washington y Tel Aviv.
El viraje ideológico ya se expresa también dentro del país: a solicitud de los nuevos legisladores, el pleno de la Cámara de Diputados aprobó este martes -por más de dos tercios- la reposición del crucifijo y la Biblia para el juramento de las autoridades legislativas del periodo 2025-2030, igual que con el golpe de estado del 2019. Una decisión que, lejos de ser un mero gesto simbólico, expresa el avance del conservadurismo religioso y el intento de reinstalar valores clericales como parte del nuevo bloque de poder. El nuevo gobierno, que se autoproclama “de unidad y reconciliación”, se presenta de esta manera como restaurador del viejo orden oligárquico, revestido de moral cristiana, libre mercado y sumisión imperialista.
Milei, Bukele y Landau: distintas caras del ajuste, la represión y el sionismo
El presidente argentino Javier Milei llega a Bolivia como el rostro más extremo del neoliberalismo. En apenas un año, aplicó un brutal ajuste dictado por el FMI: despidos masivos en el Estado, tarifazos, recorte de subsidios y criminalización de la protesta. Su gobierno ha consolidado un régimen represivo al servicio del gran capital financiero y las corporaciones. En política internacional, Milei es uno de los principales defensores del Estado de Israel, al que prometió trasladar la embajada argentina a Jerusalén en una abierta provocación al pueblo palestino y cuyo accionar genocida en Gaza ha justificado abiertamente “en defensa de la libertad”.
Por su parte, el salvadoreño Nayib Bukele, “modelo a seguir” para el vicepresidente Edman Lara, gobierna con métodos autoritarios, sustentando su popularidad en la militarización del país y el encarcelamiento masivo de más de 80 mil personas, muchas sin debido proceso. Ha destruido derechos sindicales, perseguido organizaciones sociales y consolidado un régimen de vigilancia total. En política exterior, respalda al sionismo y se muestra como aliado estratégico de Washington.
De igual manera, la presencia de Christopher Landau -subsecretario de Estado y exembajador de Trump en México- en la posesión de Rodrigo Paz Pereira, representa el retorno del imperialismo norteamericano a la escena boliviana. Washington busca garantizar una Bolivia “confiable” para los negocios transnacionales, el control del litio y la contención de los procesos de lucha de clases. Landau simboliza esta estrategia: impulsar la apertura económica, fortalecer el papel de las corporaciones y reinstalar la tutela política de Estados Unidos sobre el país. Su llegada ocurre en un contexto en que el litio boliviano es clave en la disputa global entre EE.UU. y China, y donde el imperialismo norteamericano busca retomar el control de los recursos estratégicos bajo el discurso del “libre mercado”. En realidad, Bolivia ocupa un lugar estratégico para los intereses capitalistas debido a su condición de país poseedor de materias primas esenciales -como el litio, el gas y otros bienes comunes naturales-, que son objeto de una creciente competencia entre Estados Unidos, China y otras potencias. El propio golpe de 2019 fue una expresión concreta de esas tensiones geopolíticas, donde el control de los recursos y la orientación del Estado se definieron en función de los intereses del capital transnacional. Lo que cambia hoy no es la existencia de esa disputa, sino el alineamiento más explícito del nuevo gobierno con el bloque imperialista encabezado por Washington, bajo el discurso de la “apertura al mundo” y la “seguridad jurídica” para las inversiones extranjeras.
Finalmente, la reciente liberación de la expresidenta de facto Jeanine Áñez, ejecutora del golpe de Estado de 2019, es otro síntoma del nuevo clima político que se abre con el gobierno de Rodrigo Paz. Áñez fue responsable directa de la represión sangrienta en Senkata, Sacaba y Ovejuyo, donde decenas de trabajadores y campesinos fueron asesinados por las fuerzas militares y policiales. Su salida de prisión, en un contexto de “reconciliación nacional” promovido por el nuevo bloque de poder, representa una concesión a los sectores golpistas y a las fuerzas armadas, y forma parte del intento de cerrar el ciclo de impunidad del golpe. Más aún, su anunciada presencia en el acto de posesión de Rodrigo Paz simboliza la plena reintegración política de los responsables del régimen golpista al nuevo orden institucional. Que Áñez -quien encabezó un gobierno de facto impuesto bajo la tutela de la OEA y con el respaldo de EE. UU.- comparta la ceremonia con figuras como Javier Milei, el enviado estadounidense Christopher Landau y el representante de Bukele, no es una coincidencia: expresa la articulación continental de un bloque reaccionario que combina neoliberalismo, represión y subordinación imperialista. La presencia conjunta de estos actores, internos y externos configura la escena de una restauración conservadora que busca legitimar el proyecto neoliberal y proimperialista que aquel golpe intentó imponer. Detrás del discurso de “unidad” y “reconciliación” se esconde a los responsables de los crímenes contra el pueblo y se abre un escenario de impunidad bajo el barniz democrático.
Biblia y crucifijo: la moral reaccionaria del nuevo bloque político
La decisión parlamentaria de reponer la Biblia y el crucifijo en los actos de juramento de las autoridades legislativas refuerza el tono conservador del nuevo ciclo. Se trata de un gesto cargado de simbolismo político: la alianza entre neoliberalismo y fundamentalismo religioso, una fórmula clásica de los gobiernos reaccionarios de América Latina. Así como Milei invoca a “Dios y la libertad de mercado”, y Bukele utiliza la religión para legitimar la represión, la nueva mayoría parlamentaria en Bolivia busca revestir de moral y valores cristianos al gobierno de Paz-Lara, por lo que el discurso de la derecha se presenta abiertamente en oposición a los valores ancestrales que simbolizan la wiphala y la pachamama, expresiones de una cosmovisión comunitaria que reivindica la relación armónica entre los pueblos y la naturaleza. La exaltación de la “Biblia y el crucifijo” funciona, así, como una operación ideológica para desplazar del contexto la cosmovisión de los pueblos originarios y reinstaurar la hegemonía cultural del viejo orden oligárquico. Detrás del discurso de “moral y valores” se esconde una ofensiva ideológica contra los derechos de las mujeres, la educación laica y los sectores disidentes, preparando el terreno para un orden conservador y patriarcal al servicio de las clases dominantes.
Palestina, Bolivia y la lucha común contra el capital y la opresión colonial
Los gobiernos invitados a la posesión -Milei, Bukele, Landau- son los mismos que apoyan o justifican el genocidio israelí contra el pueblo palestino, y que aplican políticas de guerra contra los trabajadores y los pobres en sus propios países. Su presencia en Bolivia simboliza una unidad continental del capital contra los oprimidos, una ofensiva neoliberal, clerical y proimperialista. El gobierno de Paz busca imponer una “paz social” basada en el consenso con los empresarios y la desmovilización obrera y popular. Sin embargo, la historia boliviana enseña que ningún proyecto neoliberal puede sostenerse sin enfrentar la resistencia de los trabajadores y el pueblo.
El desafío central para las y los trabajadores, así como para los movimientos sociales, es reconstruir una alternativa política verdaderamente independiente, tanto del gobierno como de las direcciones burocráticas que buscan contener la movilización de la clase trabajadora. Esta tarea implica recuperar la iniciativa desde abajo, con una perspectiva de clase y de democracia obrera, para enfrentar las políticas de ajuste y represión que sostiene el orden capitalista. Frente a ello, es necesario levantar una respuesta internacionalista que vincule las luchas locales con las resistencias de los pueblos del mundo, en particular con la del pueblo palestino, víctima de un genocidio legitimado por las potencias imperialistas. La construcción de una alternativa de este tipo solo puede orientarse hacia la perspectiva de un gobierno de las y los trabajadores y el pueblo, basado en la autoorganización, la solidaridad internacional y la transformación socialista de la sociedad.
La posesión de Rodrigo Paz expresa la profundización del viejo orden: capitalista, patriarcal y subordinado al imperialismo. Pero la clase trabajadora y el pueblo empobrecido -forjado en las insurrecciones mineras, las guerras del agua y del gas- tiene memoria y fuerza para resistir. Hoy más que nunca, hace falta levantar una alternativa obrera, socialista y antiimperialista.
 
 
 
 
 
EVO MORALES CONSOLIDA SU PODER Y EL MAS ROMPE DEFINITIVAMENTE CON LUIS ARCE
 
Diario Neuquino de Argentina (https://n9.cl/uz3co)
 
El Movimiento al Socialismo (MAS-IPSP) anunció este jueves la expulsión del presidente saliente Luis Arce, a 48 horas de entregar el mando a Rodrigo Paz Pereira. La medida fue comunicada por el titular del partido, Grover García, quien sostuvo que el mandatario “traicionó los principios del instrumento político” y que su gestión “sumió al país en una crisis económica sin precedentes”.
Según la resolución interna, la expulsión se fundamenta en tres ejes: presuntos desvíos de fondos partidarios, una conducción errática que derivó en el colapso electoral del MAS y la falta de respuesta ante el deterioro económico. En las recientes elecciones, el oficialismo apenas obtuvo un 3,17 % de los votos, el peor resultado de su historia.
La cúpula masista advirtió además que solicitará al Ministerio Público abrir una investigación sobre los manejos financieros del entorno presidencial. Se apuntó directamente a ministros y funcionarios de confianza de Arce por su supuesta responsabilidad en la pérdida de reservas y el aumento del costo de vida.
El divorcio entre Arce y Evo Morales ya no tiene retorno
La ruptura entre Arce y Morales venía gestándose desde hace más de un año, en medio de acusaciones cruzadas y una disputa abierta por el control del partido. El expresidente, que nunca antes había perdido una elección nacional, logró retomar el mando simbólico del MAS y marginar definitivamente a su sucesor.
La expulsión se interpreta como un mensaje político de Morales: retomar el liderazgo total de la fuerza que lo llevó al poder y cerrar el ciclo de Arce, a quien considera responsable de la debacle electoral. En el nuevo escenario, el MAS se reordena en torno a los sectores más leales al exmandatario cocalero.
En contrapartida, el entorno de Arce asegura que la medida busca encubrir los errores históricos de Morales y que se trata de una “purga política” más que de una sanción partidaria. No obstante, el mandatario saliente no se pronunció públicamente tras conocer su expulsión.
Un país en transición y un oficialismo fragmentado
La salida de Arce se produce en un contexto de fuerte deterioro económico. La escasez de combustibles, la caída de reservas internacionales y la devaluación del boliviano acentuaron el malestar social. Las advertencias de sindicatos y productores rurales fueron ignoradas, según la conducción del MAS, que ahora busca distanciarse de la gestión saliente.
El próximo presidente, Rodrigo Paz Pereira, deberá gobernar un país polarizado y con un oficialismo fragmentado. La transición institucional se da en medio de protestas dispersas y un clima político enrarecido, con la figura de Morales otra vez al centro del escenario.
La crisis interna del MAS redefine el mapa político de Bolivia y anticipa un reacomodamiento de fuerzas hacia las elecciones regionales de 2026. Mientras tanto, la salida de Arce marca el cierre abrupto de un ciclo en el que el economista que prometía continuidad terminó aislado y sin partido.
 
 
 
 
 
ESTRATEGIA POLÍTICA DE KAISER: NACIONALISMO Y MIGRACIÓN EN EL DEBATE CON BOLIVIA
 
Publimicro de Chile (https://n9.cl/376yv)
 
En el contexto de la campaña presidencial chilena de 2025, Johannes Kaiser, candidato del Partido Nacional Libertario (PNL), ha intensificado sus críticas hacia Bolivia, centrándose en políticas migratorias y de seguridad. Este enfoque ha generado tensiones diplomáticas, especialmente tras intercambios públicos en redes sociales con el presidente boliviano Luis Arce, quien calificó las declaraciones de Kaiser como irresponsables.
Kaiser sostiene que Bolivia no coopera adecuadamente en la recepción de migrantes irregulares y en el control del contrabando, amenazando con sanciones comerciales si no hay cambios. Durante un debate organizado por la Asociación de Radiodifusores de Chile, Kaiser reiteró su postura, señalando que el gobierno chileno ocultó acuerdos de reconducción migratoria que limitan el retorno a solo 10 personas diarias, mientras ingresan cientos. Además, acusó a Bolivia de facilitar ferias de autos robados, exacerbando preocupaciones sobre seguridad fronteriza. Aunque el candidato descartó inicialmente negar el acceso a puertos bolivianos, advirtió sobre controles estrictos en pasos no autorizados.
Este escenario se enmarca en acuerdos bilaterales recientes, como el Protocolo de Cooperación Migratoria de febrero de 2025, que busca regular el retorno de migrantes irregulares.
 
 
 
 
AMÉRICA LATINA FRENTE AL NUEVO ALCA: EL DESAFÍO DE LA SOBERANÍA EN EL SIGLO XXI
 
Revista Nodal (https://n9.cl/8hot74)
 
Hace veinte años, en Mar del Plata, los pueblos latinoamericanos pronunciaron un “no” que aún resuena. El 5 de noviembre de 2005, organizaciones políticas, sociales, junto con los presidentes de Argentina, Brasil, Venezuela, Paraguay y Uruguay rechazaron el proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) impulsado por Estados Unidos. Aquella derrota diplomática del libre comercio significó un punto de inflexión: por primera vez, la región se negó a integrar un esquema económico que ampliaba la dependencia y debilitaba la soberanía. Hoy, dos décadas después, la pregunta vuelve a plantearse bajo nuevas formas: ¿cómo se configura el poder global y qué lugar ocupa América Latina en ese mundo?
El “no al ALCA” abrió un ciclo de integración regional. Nacieron y se fortalecieron la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA-TCP), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y el Banco del Sur. Con precios altos de materias primas, los gobiernos de la región financiaron políticas redistributivas y redujeron la pobreza. Sin embargo, la dependencia de los commodities, y la reacción conservadora fueron los primeros obstáculos a ese impulso. A 20 años, la nueva fase del capitalismo global encontró otras vías para imponer su lógica: el control tecnológico, financiero y digital de los recursos estratégicos de la región.
El siglo XXI ya no necesita grandes tratados comerciales para avanzar sobre los territorios. Hoy, el capital se organiza en torno a una estructura dominada por corporaciones tecnológicas y fondos financieros que controlan energía, agua, alimentos y datos. Este entramado, apoyado en la inteligencia artificial, la robótica y la hiperconectividad, redefine la dependencia latinoamericana. La disputa actual no se libra en una mesa de negociación de estados cómo el 2005 en Mar del Plata, sino en torno al acceso a litio, biodiversidad, minerales críticos y plataformas digitales.
Los números confirman la magnitud del interés global. El triángulo del litio —entre Bolivia, Argentina y Chile— concentra el sesenta por ciento de las reservas mundiales del mineral, clave para la transición energética. América Latina también alberga cerca del veinte por ciento del petróleo del planeta y la principal reserva de agua dulce del mundo en el Acuífero Guaraní. Sin embargo, más de cuarenta millones de personas carecen de acceso al agua potable y más del ochenta por ciento de las explotaciones agropecuarias son familiares o de pequeña escala. La desigualdad entre abundancia y carencia sintetiza el dilema central: la región produce riqueza, pero no controla su destino.
El nuevo ALCA no se firma, se instala. Llega de la mano de acuerdos tecnológicos, de cooperación energética o alimentaria, que muchas veces reproducen viejas dependencias bajo discursos de “transición verde” o “innovación digital”. La Aristocracia Financiera y Tecnológica define el rumbo de los recursos estratégicos, mientras los Estados nacionales enfrentan límites para ejercer soberanía.
En 2005, la resistencia al ALCA fue también una afirmación de dignidad colectiva. El “ALCA, ALCA, al carajo” del presidente venezolano Hugo Chávez sintetizó un sentimiento popular de defensa regional. Hoy, el desafío es traducir esa memoria en políticas concretas: fortalecer la cooperación energética entre países del Sur, impulsar cadenas de valor regionales en torno al litio, el agua y los alimentos, y proteger los bienes comunes de la especulación financiera y tecnológica. No hay sustentabilidad sin justicia social ni transición ecológica sin redistribución de la riqueza.
Veinte años después del NO AL ALCA, frente a un nuevo mapa de dominación, América Latina necesita avanzar en esquemas de integración que combinen soberanía política, autonomía tecnológica y justicia ambiental. En esa articulación entre pueblos, Estados y movimientos sociales está la verdadera herencia del “no al ALCA”: la decisión de decir nuevamente que no al avance del capital, y también la capacidad de construir un sí a un proyecto propio y soberano en la región.
 
 
 
 
 
EL LITIO NO ES UNA ENERGÍA LIMPIA, SEÑALAN ACADÉMICOS DE LA UAM; ADVIERTEN DAÑOS AMBIENTALES Y DEPENDENCIA TECNOLÓGICA
 
Los expertos hicieron un llamado a repensar el modelo energético en México
 
El Universal de México (https://n9.cl/1ptr1)
 
Aunque México apuesta al uso de litio como combustible para alcanzar la soberanía energética, académicos advierten que su explotación puede abrir una nueva etapa de conflictos ambientales, desastres ecológicos y dependencia tecnológica.
Investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) alertaron que el litio no es tan limpio como se anuncia pues su extracción requiere enormes cantidades de agua, contamina los acuíferos y altera ecosistemas frágiles.
Además, su mercado depende de una cadena dominada por potencias como China, que controla la refinación y la manufactura de baterías, hecho que deja a América Latina en el papel de proveedor de materia prima, sin control real sobre los beneficios económicos ni sobre los daños ambientales que deja la minería.
La doctora Aleida Azamar Alonso, investigadora de la UAM, cuestionó la narrativa que presenta al litio como “el nuevo petróleo” al asegurar que la idea de un mineral salvador para el planeta es más una campaña publicitaria que una solución real para enfrentar la crisis climática.
Durante el conversatorio Litio en América Latina: dinámicas territoriales y soberanía energética, informó que, de acuerdo con el Banco Mundial, el litio forma parte de un grupo de hasta 25 minerales críticos para el desarrollo de energías limpias.
Azamar agregó que el auge del uso del litio no ha significado un cambio estructural en el modelo energético global puesto que, aunque la producción mundial del mineral se ha triplicado, la demanda de autos eléctricos se desacelera en Estados Unidos, donde se eliminaron incentivos y resurgen políticas basadas en combustibles fósiles.
En cambio, China y algunos países europeos mantienen su apuesta por la electromovilidad y dominan las cadenas globales de extracción y manufactura. “América Latina concentra más del 60 por ciento de las reservas, pero no controla las etapas clave del negocio”, señaló.
En México, pese a que el gobierno creó la empresa estatal LitioMX y declaró al mineral como estratégico, todavía no se ha extraído ni un gramo. Los yacimientos se encuentran principalmente en arcillas, un tipo de formación más compleja y costosa que las salmueras de Chile, Argentina y Bolivia, aseveró.
Azamar explicó que la extracción implica un uso intensivo de agua, hasta 600 litros por minuto, lo que puede agotar acuíferos y desplazar comunidades, motivo por el que “no podemos hablar de transición energética si implica nuevas formas de despojo y degradación ambiental”.
Así, insistió en la necesidad de repensar el modelo energético y dar voz a las comunidades en la toma de decisiones. “Hoy se libra una disputa geopolítica entre China y Estados Unidos por el control de este recurso, mientras en medio quedan las personas, los ecosistemas y los territorios”, argumentó.

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