Tuesday, November 18, 2025

CORRUPCIÓN EN BOLIVIA: LO QUE HA ENCONTRADO RODRIGO PAZ CON APENAS UNA SEMANA EN EL PODER

El presidente de Bolivia, Rodrigo Paz, reveló que durante los 20 años de gobiernos del Movimiento al Socialismo (MAS) ocurrió un robo a las arcas del Estado que superaría los 15000 millones de dólares según estimaciones iniciales de su Administración. En sus más recientes declaraciones, aseveró que, si bien «hay que certificarlo», la situación ya no se trata «de un tema político», sino de lo que padecerá el país producto de la corrupción socialista. «Nos han robado parte del futuro de la patria, unos cuantos ladrones”, dijo el mandatario.
Basta comparar la cifra con los principales indicadores de la economía del país sudamericano. El monto es equivalente a cerca de un tercio del PIB nominal de Bolivia, que en 2024 fue de 49670 millones de dólares, según el Ministerio de Economía. Peor aún, los millones robados durante los 20 años de masismo casi quintuplican los 3226 millones de dólares en reservas internacionales netas calculadas en octubre de este año, de acuerdo con el Banco Central de Bolivia (BCB).
El Gobierno de Rodrigo Paz hace este hallazgo con apenas una semana en el poder. Días antes, había adelantado que en su gabinete encontraron «una cloaca» administrativa en ministerios e instituciones. Ahora, el monto mencionado producto de la corrupción del socialismo en Bolivia esclarece un poco más qué hay detrás de la profunda crisis económica que azota el país. Luego de los gobiernos de Evo Morales y Luis Arce los ciudadanos padecen una inflación que alcanzó 10 % a fines de 2024 (el nivel más alto en una década), sin mencionar la escasez de alimentos, de combustible y la depreciación de la moneda frente al dólar.
«Nos toca mirar adelante»
No hay mayores detalles sobre los más de 15000 millones de dólares que habrían sido robados producto de la corrupción en Bolivia. Sin embargo, no era difícil estimar un desfalco de tal magnitud teniendo en cuenta la situación del país. El actual ministro de Economía, José Gabriel Espinoza, también lo había adelantado. «El gobierno está recibiendo una economía devastada», dijo.
«Lo que nos han dejado en los últimos 20 años son problemas, desinstitucionalización, desabastecimiento, iliquidez y podría continuar, pero está claro que lo que nos toca a nosotros es mirar hacia adelante», señaló el ministro hace menos de cinco días.
Es la consecuencia del discurso populista de Evo Morales, prolongado por Luis Arce. Además, sus programas sociales para supuestamente proteger a la población de la pobreza solo elevaron el gasto público, mientras que el déficit se financió mediante emisión monetaria. Algunos de estos bonos tomaron forma bajo los programas conocidos como Juancito Pinto (para incrementar la asistencia escolar) o Juana Azurduy (dirigido a mujeres embarazadas y madres con hijos en etapa de lactancia). Ambos fueron pilares de la política social del masismo, pero solo dejaron profundos daños a la economía y una población que continúa siendo pobre.
Comienzan a llegar préstamos internacionales
En el sector de hidrocarburos, clave para la economía del país, también hubo hallazgos. «Se ha descubierto un hilo conductor de una mafia», dijo el mandatario para referirse a la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), relacionadas con el grave desabastecimiento de combustible.
Ante estas urgencias halladas por el nuevo Gobierno de Bolivia, una de las primera acciones de Rodrigo Paz fue viajar a Estados Unidos, donde se reunió con funcionarios de la Administración Trump, del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI). En las últimas horas, el Directorio de CAF, banco de desarrollo de América Latina y el Caribe, aprobó un préstamo de hasta 550 millones de dólares.
Mientras tanto, tal como menciona el ministro de la Presidencia, José Luis Lupo, se encargarán de «revisar hasta el último rincón del Estado boliviano para que la gente sepa lo que ha sucedido». Panam Post de Panamá (https://n9.cl/xv0qs)
 
 
 
 
 
BOLIVIA. EL UNIFORME Y LA PATRIA HERIDA
 
Insurgencia Magisterial (https://n9.cl/l00tv)
 
En Bolivia el poder vuelve a jurar rodeado de símbolos que dividen más que unen. El vicepresidente Edmand Lara, ex capitán de la policía, ha decidido asumir su cargo vestido con uniforme de gala, y este no es un detalle menor.
En un país donde las heridas entre militares, pueblos originarios y movimientos sociales siguen abiertas, ese uniforme no representa solo una trayectoria personal sino un mensaje político. El gesto resume un clima que atraviesa buena parte del continente, donde las botas vuelven a sonar más fuerte que las palabras.
Lara sabe lo que hace.
Conoce el peso del símbolo y la historia de los uniformes en Bolivia. El país ha vivido golpes, dictaduras y masacres en nombre del orden. Por eso, aparecer con una chaqueta verde y condecoraciones no es una simple elección estética y sí es una declaración de fuerza en un tiempo donde la legitimidad política se mide más por la capacidad de control que por la confianza ciudadana.
El mensaje detrás del traje
Bolivia no está bien, pero las botas a través de su historia no han arreglado a Bolivia. Los índices de pobreza suben, la minería se estanca, las exportaciones de gas se reducen y el descontento social se expande desde El Alto hasta Santa Cruz. La economía informal sostiene a más del 70% de la población.
El racismo, la corrupción y el desencanto con la política son parte del paisaje diario. En ese contexto, un vicepresidente vestido de militar es un recordatorio de quién tiene realmente el poder y el mensaje es claro. El poder no está en el voto sino en la disciplina, no en la palabra sino en la orden.
Para los pueblos indígenas que protagonizaron la historia reciente del país, esa imagen es un retroceso. Evoca las décadas en que las comunidades eran tratadas como amenaza interna. El uniforme que hoy luce Lara se parece demasiado al que entraba a las minas, a las aldeas y a las universidades con balas y no con diálogo. El poder que no escucha vuelve a uniformarse.
Un país en disputa
Bolivia es un país fracturado. La tensión entre regiones, entre clases, entre visiones de país, ha regresado con fuerza. El nuevo gobierno intenta mostrarse como moderado y pragmático, pero el tono del vicepresidente indica otra dirección. El discurso del orden se impone sobre el de la inclusión. La democracia vuelve a tener miedo de sus propios ciudadanos. En este escenario, Estados Unidos observa…
Trump tiene una visión clara del hemisferio. En su mapa geopolítico, Bolivia no es un socio ni un aliado: es una ficha. Un territorio con litio, gas y reservas de agua. Un país pequeño en poder militar pero grande en recursos estratégicos.
La imagen de un vicepresidente uniformado no pasa inadvertida en Washington. Habla de control interno, de estabilidad autoritaria y de un posible alineamiento con la agenda de seguridad continental que posiblemente busca frenar la influencia de China y Rusia en América del Sur.
La guerra invisible
La nueva política de seguridad en Bolivia se disfraza de modernización institucional. Pero detrás de ese discurso asoma la vieja doctrina del enemigo interno. Lara jura su cargo con uniforme porque necesita representar poder, porque el país carece de rumbo económico y porque el gobierno necesita mostrar firmeza ante una población agotada. No hay política social sin autoridad, repite el discurso oficial, pero en Bolivia esa frase tiene historia de sangre.
El verdadero desafío del nuevo gobierno no será mantener el orden sino reconstruir la confianza. Las comunidades originarias, los sindicatos mineros y los jóvenes urbanos no quieren guerra, quieren oportunidades. El riesgo es que el gobierno confunda silencio con paz. Los uniformes imponen silencio, pero no generan justicia. Cada vez que la autoridad decide vestirse de guerra, el pueblo recuerda que la democracia también puede morir de uniformidad.
El poder de la forma
Un uniforme no se elige al azar. Es una piel política. Lara se viste de verde olivo para mostrar que el poder civil puede mimetizarse con el poder armado. Para muchos ciudadanos ese gesto significa orgullo y disciplina. Para otros es una advertencia. En sociedades heridas por la violencia, la forma es fondo.
Y cuando el fondo es la incertidumbre, los símbolos se vuelven más peligrosos que las palabras. El nuevo gobierno tiene la oportunidad de demostrar que su promesa de estabilidad no significa represión. Pero la señal inaugural no es alentadora. Bolivia necesita modernidad, transparencia, educación y soberanía tecnológica, no un desfile militar en el Palacio Quemado.
El país requiere un liderazgo civil capaz de unir a una nación cansada de ser laboratorio de poder ajeno. El uniforme de Lara no simboliza unidad, sino mando.
Entre el pasado y el futuro
Los pueblos que han sufrido represión no olvidan los colores de quien los oprimió. Por eso, un vicepresidente vestido de militar no representa renovación sino nostalgia autoritaria. Bolivia tiene derecho a reinventarse, pero no bajo el peso de las botas. Cada generación debe elegir qué imagen quiere dejarle a la siguiente.
Si la primera imagen de un nuevo gobierno es un uniforme, la democracia comienza coja. El mundo mira con atención. Trump y los halcones de Washington ven en ese uniforme una señal de orden. Los pueblos latinoamericanos lo miran como una advertencia. El continente sabe lo que viene cuando los civiles se disfrazan de soldados. Bolivia puede resistir otra crisis económica, pero no otra crisis moral. La democracia no necesita uniforme, necesita conciencia.
Y la verdadera patria no se viste de guerra, se viste de pueblo…
 
 
 
 
 
RODRIGO PAZ BUSCA EL MODELO BUKELE PARA REFORMAR EL SISTEMA CARCELARIO
 
El Diario de Argentina (https://n9.cl/0zksn)
 
El presidente electo conversó con Nayib Bukele y adelantó cooperación para modernizar cárceles y fortalecer la seguridad interna.
El presidente electo de Bolivia, Rodrigo Paz, confirmó que mantuvo una comunicación con el mandatario salvadoreño Nayib Bukele, a quien pidió colaboración para una reforma profunda del sistema penitenciario boliviano. La experiencia de El Salvador —donde el endurecimiento del régimen carcelario se convirtió en emblema internacional— es vista por Paz como un modelo replicable.
Según explicó, Bukele expresó su disposición a apoyar y su intención de asistir a la transmisión de mando el próximo 8 de noviembre, o enviar una delegación de alto nivel si su agenda no se lo permite.
Paz aseguró que la prioridad será transformar cárceles en espacios seguros y eficientes, evitando que continúen funcionando como centros donde se fortalecen estructuras criminales. La cooperación internacional será parte de su estrategia para modernizar el sistema penitenciario y combatir el crimen organizado.
 
 
 
 
 
BOLIVIA CONFIRMA REGRESO DE LA DEA DESPUÉS DE CASI 20 AÑOS Y COCALEROS FIELES A EVO MORALES SE DESESPERAN
 
Expreso de Perú (https://n9.cl/een0fo)
 
La Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) regresará a Bolivia después de ser expulsada en 2008 durante el régimen de Evo Morales. La decisión, una de las primeras medidas del presidente Rodrigo Paz, fue anunciada por el ministro de Gobierno, Marco Antonio Oviedo, quien destacó que la lucha contra el narcotráfico “no es de una sola nación” y requiere cooperación internacional.
Oviedo centró la atención en el trópico de Cochabamba, conocido como el Chapare, principal zona productora de coca del país y bastión político de Morales. Los cocaleros de la región advirtieron que no permitirán la instalación de la agencia estadounidense, reactivando tensiones históricas por el control de la producción de la hoja.
El anuncio se da en un contexto de creciente violencia vinculada al crimen organizado y en el marco de la reactivación de las relaciones diplomáticas entre Bolivia y Estados Unidos tras la llegada de Paz al poder. El viceministro de Sustancias Controladas, Ernesto Justiniano, aseguró que la presencia de la DEA se concretará “lo antes posible” y que su apoyo será principalmente tecnológico, logístico y de capacitación.
La DEA cooperó con Bolivia desde la década de 1970, intensificando su presencia en los años ochenta y noventa en plena “guerra contra las drogas”. En aquel periodo, la producción de coca en el Chapare aumentó significativamente. Oviedo sostiene que toda la coca producida en esa región tiene fines ilícitos, a diferencia de la cultivada en Los Yungas, considerada de “uso legal”.
Cocaleros desesperados
Los habitantes del Chapare, especialmente agricultores, recuerdan con recelo la etapa de intervención directa de la DEA. El dirigente cocalero Aquilardo Caricari reiteró el miércoles que no permitirán “ninguna base militar” y pidió que, si la DEA vuelve, se ubique en la frontera. Morales respaldó esa postura y recordó que la Constitución prohíbe que fuerzas extranjeras operen libremente en el país.
El retorno de la DEA también reavivó el conflicto político entre Morales y el Gobierno. El expresidente acusó a Paz de incumplir promesas electorales y criticó las tensiones internas entre el presidente y el vicepresidente Edman Lara, quien durante la campaña había rechazado el regreso de la agencia antidroga. Oviedo respondió que Morales “intenta desestabilizar desde el primer día”, mientras que Jaime Paz, padre del presidente, declaró que el exmandatario “está buscando que lo carneen”, comentario que Morales usó para movilizar a su base de cara a las elecciones municipales.
En paralelo, el Gobierno anunció que impulsará alternativas económicas para reemplazar los cultivos de coca en el Chapare. Oviedo propuso desarrollar actividades turísticas y programas productivos más rentables para los campesinos. La idea recuerda los antiguos planes de erradicación compensada, que fracasaron porque ninguna actividad igualó la rentabilidad de la coca, cosechable hasta cuatro veces al año.
 
 
 
 
 
PANAMÁ-BOLIVIA: UN MUNDO DE OPORTUNIDADES
 
El Nacional de Venezuela (https://n9.cl/lnh92w)
 
No es la primera vez que escribo de Panamá y su privilegiada situación en la nueva historia económica latinoamericana, dadas sus cifras en comercio, banca, transporte, etc.
Panamá y América del Sur son, prácticamente, una unidad económica absolutamente innegable. Más aún ahora que Panamá ingresa a Mercosur, el mercado suramericano de más de 300 millones de personas.
En ese contexto urge reconstruir relaciones entre Bolivia y Panamá, hasta la fecha limitadas. Ambos países pueden ser nuevos socios de oportunidades para lograr índices de crecimiento en diversas áreas. Más aún ahora que Bolivia se yergue con nuevo liderazgo para volver a abrirse al mundo, luego de 19 años de ostracismo/oscurantismo.
Panamá, como hub financiero y logístico de América Latina con un PIB proyectado en crecimiento del 4-5% anual hasta 2030 (proyecciones del Banco Mundial), ofrece ventajas complementarias a Bolivia, cuya economía enfrenta recesión luego de 19 años de socialismo (-0,5% en 2025). Pero las oportunidades son excepcionales.
Para 2026-2030, las posibilidades radican en impulsar que los privados de ambos países conformen iniciativas tipo joint ventures que, por ejemplo, se involucren en nuevas perspectivas de la naciente industria del litio boliviano y el Canal de Panamá como puente para Bolivia hacia Asia y Europa.
Resta discutir posibilidades para 2026-2030: en comercio bilateral, reducción arancelaria, valor agregado a la agroindustria y minerales y perspectivas para negocios compartidos en su afamado Centro Bancario Internacional, resaltando iniciativas fintech y bonos verdes, por ejemplo.
Una robusta alianza entre empresarios inversionistas de Panamá y Bolivia en el marco del Mercosur puede gatillar una estructuración de bonos verdes bilaterales (me atrevo a decir que en un quinquenio entre 400/500 millones de dólares podrían financiar 500 MW solares/eólicos). Son sólo ejemplos. Y me quedo corto ante la inmensidad de proyectos conjuntos entre privados de ambos países.
Antes de asumir la Presidencia de Bolivia, el presidente electo Rodrigo Paz elogió el modelo económico de Panamá, que será una “pieza importante” en la nueva buena etapa de desarrollo que vivirá el país suramericano.
Vuelvo a repetir hasta el cansancio la frase del exprimer ministro de Israel: “Cuando no hay nada, puedes hacerlo todo”. Estamos, entonces, ad portas de hacer todo, y todo bien.
 
 
 
 
 
DIOSDADO CABELLO: NOSOTROS NO NOS METEMOS EN LOS ASUNTOS INTERNOS DE BOLIVIA
 
Fuser News de Venezuela (https://n9.cl/3xm7j)
 
El secretario general del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello Rondón, reiteró una vez más que el Gobierno bolivariano no se mete en los asuntos internos de otras naciones.
“Nosotros no nos metemos en los asuntos internos de Bolivia, quién ganó, cómo ganaron, eso es cosa de ellos”, expresó al ser consultado sobre la opinión que merece la posición del nuevo mandatario del país andino, Rodrigo Paz, quien declaró que “mantendrá relaciones abiertas con Venezuela pese algunas diferencias”.
Durante la rueda de prensa semanal de la tolda roja, Cabello recordó que tampoco el Estado venezolano opina sobre la consulta presentada por el Ejecutivo ecuatoriano sobre la instalación de bases militares estadounidense, propuesta que fue rechazada por con más del 60% de los votos.
“Lo aplaudimos, mientras menos imperialismo norteamericano estos pueblos serán más libres y más sanos, mucho más sanos, menos amenazas”, aseveró.
Enfatizó que Venezuela mantiene una diplomacia de paz como lo ha dicho el presidente Nicolás Maduro, que es quien dirige las relaciones internacionales del país. “Tenemos relaciones con algunos países que algunas veces no lanzan piedra, pero tienen sus embajadas aquí”.
Recordó que Venezuela está a la orden para ayudar ante cualquier situación difícil. “Nosotros no tenemos ningún tipo de complejo”, acotó.
 
 
 
 
 
DÍA 707: LATINOAMÉRICA Y EL RUMBO PERDIDO
 
Hace más de 50 años que la región no encuentra un rumbo, y al fracaso de la derecha le sucede el fracaso de la izquierda. Mientras, una porción cada vez más grande de la sociedad empieza a desafectarse de la política y cada vez le interesa menos participar.
 
Perfil Noticias de Argentina (https://n9.cl/vpzylb)
 
Este domingo las elecciones de Chile dejaron un resultado esperado. Una primacía mínima, todavía menor a la esperada, de la izquierda progresista de Jeannette Jara con 27% por sobre la extrema derecha, representada por el candidato José Antonio Kast, con el 24%. En tercer lugar se ubicó el candidato Franco Parisi con 19,5%, un economista que se postula como el líder del Partido de la Gente, un espacio de centro pragmático y anti-ideológico que no se inclina a llamar a votar por ninguno de los dos candidatos en el balotaje. Los siguieron el ultraderechista Johannes Kaiser y la centroderechista Evelyn Matthei.
El resultado de las elecciones generales en el país vecino hace que la segunda vuelta sea un desafío casi imposible para la candidata progresista Jara, dirigente del Partido Comunista y bastante más sencilla para el representante de la derecha Kast. De confirmarse este escenario, Chile viviría un nuevo cambio de rumbo de su política tras el fin de una presidencia del progresismo. Este cambio de frente es una constante en la región, hace tiempo que Latinoamérica no encuentra un rumbo, proyectos antagónicos se suceden sin parar de impugnar las políticas que heredó del anterior gobierno.
Con una tendencia actual al giro hacia la derecha ya con Argentina, Ecuador y Paraguay, recientemente Bolivia, ahora Chile y pronto probablemente Perú. Se suma la posibilidad de que suceda alguna culminación violenta del régimen no democrático de Venezuela. Quedan Gustavo Petro en Colombia y Lula da Silva en Brasil, además de Yamandú Orsi en Uruguay, pero los dos primeros enfrentan elecciones en meses. El primero lo hará en poco más de un año, y el segundo tiene posibilidades de que la derecha también pueda salir triunfante allí. Pero como analizaremos, el problema no sería la alternancia, lo que es deseable y virtuoso en una democracia, sino el grado en que se produce y la imposibilidad de síntesis en cada giro cada vez más extremo a la derecha.
Al largo cuarto de siglo neoliberal que empezó a mediados de los setenta con los gobiernos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher en el centro del mundo y las dictaduras militares en Latinoamérica, le siguió un ciclo de gobiernos de centro izquierda populista en el comienzo del siglo XXI que duró poco más de una década y tuvo como máximos exponentes a Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Lula en Brasil y Pepe Mujica en Uruguay. Frente a estos hubo un breve interregno derechista con Mauricio Macri en nuestro país, Lacalle Pou en Uruguay, Jair Bolsonaro en Brasil, Sebastián Piñera en Chile y el golpe de Jeanine Áñez en Bolivia. Como un péndulo, la ola volvió hacia el progresismo con Lula salido de la cárcel y puesto nuevamente en la presidencia como uno de sus símbolos y las rebeliones populares de Chile y Colombia que decantaron en los gobiernos de Gabriel Boric y Petro respectivamente.
Hace más de 50 años que la región no encuentra un rumbo, y al fracaso de la derecha le sucede el fracaso de la izquierda. Una hegemonía imposible que requiere más de fanáticos para sostenerse cada bando que de ciudadanos críticos que puedan sopesar los aciertos y errores de cada bando para impulsar una alternativa superadora. No es que no haya intentos por fusionar lo mejor de cada enfoque, es que la sociedad no los elige y las identidades políticas siguen más o menos centradas en distintas caras de expresiones del progresismo y la derecha autoimpugnantes.
La figura del péndulo es interesante porque a la larga década progresista de principios del siglo XXI, la sobrevino una derecha más moderada con gobiernos como el macrismo en Argentina o el de Michel Temer en Brasil. Pero vamos tras la Cordillera. Luego de restaurado el progresismo, la respuesta por derecha fue más extrema y esas expresiones de ultraderecha generalmente se comen a los espacios de derecha republicana más tradicional.
Además, cada vez hay menos contacto entre los diferentes lados de la grieta. Para Bolsonaro había que "fusilar a toda la petralhada”, refiriéndose a la militancia del PT. Al mismo tiempo, Javier Milei asocia al kirchnerismo con una suerte de virus mental. Del otro lado también se ve con paternalismo y superioridad moral a los votantes de la extrema derecha. Ninguno de los bandos entiende las buenas razones que tiene el otro para apoyar al candidato que apoya. Los políticos y la mayoría de los medios de comunicación se adaptan a esta realidad y nadie busca hablarle al conjunto.
Entonces, se construyen narrativas paralelas que no se tocan en ningún punto y no buscan ninguna síntesis. Ante cada hecho de la realidad, se escuchan diferentes políticos y se ven diferentes canales de televisión que terminan narrando países distintos. Se separan amigos, se rompen familias y todo termina catectizado con uno u otro lado de la grieta. Sin embargo, una porción cada vez más grande de la sociedad empieza a desafectarse de la política y cada vez le interesa menos participar. De hecho, en las elecciones de Chile tuvieron que hacerlas obligatorias para mantener niveles aceptables de participación. En el fondo, las razones materiales de este corsi y recorsi de la política regional tiene que ver con la disputa geopolítica entre China y Estados Unidos, las transformaciones de un capitalismo cada vez más desigual al que no le aparecen alternativas sistémicas.
A principios del siglo XXI, el crecimiento de China generó una alta demanda de materias primas, por lo que su precio internacional subió sideralmente. Esto hizo que países que enfrentaban reclamos de su poblaciones por sus pobres condiciones de vida causadas por años de atraso productivo, tuvieran divisas para resolver estas demandas con dádivas estatales. Estos gobiernos populistas simplemente subsidiaron sus economías sin industrializarlas. Claramente hay excepciones, como el Brasil de Lula con un planteo más desarrollista. No por nada, Brasil es socio fundador de los BRICS, los países emergentes alternativos a Estados Unidos que más se desarrollaron en el siglo XXI. Este distanciamiento de Estados Unidos, gracias al margen de maniobra que había generado el crecimiento de China y la compra de materias primas a los países de la región posibilitó la autoafirmación simbólica de los gobiernos de centro izquierda de la región.
El rechazo al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) ocurrió durante la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata, Argentina, en noviembre de 2005, y representó un punto de inflexión político en el continente. Aunque la cumbre se convocó para discutir la "creación de trabajo para enfrentar la pobreza", el tema central era la reactivación de las negociaciones del ALCA, un proyecto liderado por Estados Unidos desde 1994 que buscaba crear la zona de libre comercio más grande del mundo. El contexto era el del "giro a la izquierda" en América Latina, con líderes como Néstor Kirchner en Argentina, Lula en Brasil y Chávez en Venezuela, promoviendo modelos económicos y de integración regional alternativos al Consenso de Washington. Esto generó un fuerte bloque de países escépticos y opuestos al libre comercio sin condiciones.
Dentro de la cumbre, el debate se polarizó entre el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, que buscaba fijar una fecha para reanudar las negociaciones, y el bloque del "No" al ALCA, liderado por Argentina, Brasil y Venezuela. El anfitrión, Kirchner, adoptó una postura firme, argumentando que no era viable discutir el libre comercio sin abordar primero las profundas asimetrías económicas entre las naciones y sin ofrecer soluciones concretas a la pobreza y el desempleo.
Por su parte, Lula, aunque más pragmático, exigió un acceso real al mercado estadounidense y la eliminación de los subsidios agrícolas de EE. UU. que afectaban a los productores latinoamericanos. La voz más confrontacional fue la de Chávez, quien no solo rechazó el ALCA, sino que propuso activamente el modelo alternativo de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), enfocado en la cooperación y la solidaridad regional.
El enfrentamiento se resolvió en la madrugada del 5 de noviembre con la constatación de la falta total de consenso. Aunque 19 países estaban a favor de seguir negociando el ALCA, el bloque de países del Mercosur más Venezuela lo impidió. La cumbre concluyó sin un acuerdo para avanzar con el tratado, lo que significó su abandono político y su virtual sentencia de muerte.
De manera paralela a la cumbre oficial, Chávez, junto a figuras populares como Diego Maradona, lideró una "Cumbre de los Pueblos" o "Contracumbre" masiva en un estadio, donde simbólicamente declaró el "sepelio del ALCA", afirmando que el proyecto había sido enterrado en Mar del Plata por la voluntad popular. El documento final de la cumbre oficial reflejó el profundo disenso al dividir el texto en dos párrafos para mostrar las distintas posiciones sobre el ALCA. Mar del Plata 2005 se convirtió así en el símbolo del fracaso de la visión de integración de Estados Unidos en la región.
Volviendo al planteo general, cuando China empezó a crecer a tasas más módicas, los precios de las commodities bajaron y estos gobiernos solo se quedaron con relato progresista, pero sin poder subsidiar el consumo. Además, también fueron encontrados culpables de amplios hechos de corrupción que en combinación con los desastres económicos terminaron generando que la centro derecha los desaloje del poder con planteos más racionales y pragmáticos.
Sin embargo, estos gobiernos intentaron hacer reformas y se toparon con las resistencias de la población que aún tenían frescos los recuerdos del neoliberalismo que les había prometido que con las reformas laborales, previsionales y las privatizaciones iban a estar mejor y eso finalmente no ocurrió. Al fracaso estruendoso de la década progresista le sobrevino un rápido fiasco de la centro derecha.
El progresismo volvió, pero las condiciones económicas que lo vieron nacer a principios de siglo ya no estaban. Además, la población ya no estaba en las calles y el establishment no consideraba que fueran necesarios para contener la situación social. En ese sentido, sobrevino un populismo sin concesiones, sin caja y solo con discurso. Este defraudó rápidamente a la población y sobrevino candidatos de extrema derecha que se plantean una ruptura con todos los valores del progresismo y con una narrativa de éxito inmediato producto de medidas radicales lograron seducir a la sociedad.
No todo fueron errores en las diferentes experiencias. El progresismo incorporó a millones de personas a la educación formal, generó avances en materia de derechos civiles y generó importantes avances en materia de cobertura de salud en la población. La derecha visibilizó el problema del equilibrio fiscal y la estabilidad macroeconómica necesaria para el funcionamiento de un país. Sin embargo, ambos espacios son percibidos como una elección inconcebible para el bando contrario y en definitiva, un fracaso para la mayoría de la sociedad.
El filósofo italiano Giambattista Vico, en su obra "Principios de Ciencia Nueva", explicó la historia de las naciones a través de un ciclo continuo y eterno, no como un progreso lineal, sino como un movimiento de corsi (Ascenso) y ricorsi (Retroceso). El Corso representa el desarrollo y la evolución de una civilización a lo largo de tres edades sucesivas.
La primera es la Edad de los Dioses, una etapa primitiva regida por el temor a lo divino y la teocracia, donde las leyes se basan en la religión. Le sigue la Edad de los Héroes, caracterizada por la aparición de la aristocracia, que domina a la plebe con leyes basadas en la fuerza y el linaje. Finalmente, el Corso culmina en la Edad de los Hombres, el punto álgido de la civilización, donde prevalecen la razón, la conciencia y el derecho civil, dando lugar a la democracia o la monarquía constitucional. Sin embargo, Vico postuló que este estado de máxima racionalidad es inherentemente inestable. El ricorso es el ciclo inevitable de decadencia y retroceso que se produce cuando la civilización de la Edad de los Hombres se corrompe.
La razón excesiva y el individualismo llevan a la moralidad a la decadencia y al caos político. La nación o civilización se disuelve en luchas internas y tiranía, regresando eventualmente a una nueva barbarie similar a la etapa inicial, donde el ciclo debe comenzar de nuevo. Así, el ricorso es el mecanismo que garantiza la perpetuidad de la historia, haciendo que cada civilización reviva un ciclo similar de ascenso y caída.
¿Estaremos en América Latina en una suerte de larga agonía de la Edad de los Hombres? ¿Hasta dónde deberemos descender para empezar de nuevo nuestro corsi?
El libro "Cuentos Chinos: El engaño de Washington, la mentira populista y la esperanza de América Latina" de Andrés Oppenheimer (2005) aborda la pregunta clave de por qué América Latina se ha estancado en el desarrollo mientras países de Asia y Europa del Este avanzan rápidamente.
La tesis central de Oppenheimer es que el éxito o fracaso de un país no depende de si su gobierno es de derecha, centro o izquierda, sino de su capacidad para atraer capitales y generar riqueza a través del conocimiento y la certidumbre jurídica. La consigna es que no hay países de derecha o izquierda, sino países que atraen capitales y países que los ahuyentan.
El título hace referencia a las "mentiras" o excusas populistas que, según el autor, utilizan muchos líderes de la región para justificar el subdesarrollo, en lugar de implementar las reformas necesarias. Oppenheimer critica que América Latina sigue mirando al pasado, obsesionada con los viejos estereotipos del populismo, como el antinorteamericanismo o creer que la riqueza natural (petróleo, minerales) es suficiente para el progreso. Mientras tanto, naciones como China, Corea del Sur o Irlanda, invierten masivamente en educación, ciencia, tecnología e innovación, entendiendo que la riqueza del siglo XXI es el conocimiento.
En el contexto de los gobiernos de centro izquierda de Latinoamérica de la época (analizando casos como Kirchner en Argentina, Lula en Brasil o Chávez en Venezuela, aunque este último más a la izquierda), el libro argumenta que muchos de estos líderes caen en la trampa de los discursos populistas y la obsesión con la soberanía económica sin foco en la competitividad global o la productividad.
Oppenheimer concluye que la región está frenada por su falta de visión de futuro y su incapacidad para hacer de la educación de calidad y el desarrollo tecnológico las prioridades nacionales. La esperanza de América Latina reside en adoptar esta obsesión por el conocimiento y dejar atrás los "cuentos chinos" ideológicos que la mantienen rezagada.
Si el discurso religioso que trataba de resolver los problemas de las sociedades con sacrificios y ritos fue dejado atrás, el discurso ideológico que le asigna una explicación simplista a la realidad todavía sigue en su auge. No hay contrastación empírica ni dato que haga tambalear las verdades ideológicas. La política pragmática que se sirve de varias teorías para superar los problemas históricos de la región aún no ha encontrado su fortaleza en la región aunque sobrevive en algunas provincias y localidades.
Así como en la segunda mitad del siglo XX los vaivenes de Latinoamérica estuvieron signados por la guerra fría con la ex Unión Soviética, en el siglo XXI lo es la guerra comercial con China, tanto en las primeras décadas como gran comprador y generador de exportaciones a Latinoamérica como en esta última década con el regreso de Estados Unidos tratando de reducir su presencia.

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