CORRUPCIÓN EN BOLIVIA: LO QUE HA ENCONTRADO RODRIGO PAZ CON APENAS UNA SEMANA EN EL PODER
El
presidente de Bolivia, Rodrigo Paz, reveló que durante los 20 años de gobiernos
del Movimiento al Socialismo (MAS) ocurrió un robo a las arcas del Estado que
superaría los 15000 millones de dólares según estimaciones iniciales de su
Administración. En sus más recientes declaraciones, aseveró que, si bien «hay
que certificarlo», la situación ya no se trata «de un tema político», sino de
lo que padecerá el país producto de la corrupción socialista. «Nos han robado
parte del futuro de la patria, unos cuantos ladrones”, dijo el mandatario.
Basta
comparar la cifra con los principales indicadores de la economía del país
sudamericano. El monto es equivalente a cerca de un tercio del PIB nominal de
Bolivia, que en 2024 fue de 49670 millones de dólares, según el Ministerio de
Economía. Peor aún, los millones robados durante los 20 años de masismo casi
quintuplican los 3226 millones de dólares en reservas internacionales netas
calculadas en octubre de este año, de acuerdo con el Banco Central de Bolivia
(BCB).
El
Gobierno de Rodrigo Paz hace este hallazgo con apenas una semana en el poder.
Días antes, había adelantado que en su gabinete encontraron «una cloaca»
administrativa en ministerios e instituciones. Ahora, el monto mencionado
producto de la corrupción del socialismo en Bolivia esclarece un poco más qué
hay detrás de la profunda crisis económica que azota el país. Luego de los
gobiernos de Evo Morales y Luis Arce los ciudadanos padecen una inflación que
alcanzó 10 % a fines de 2024 (el nivel más alto en una década), sin mencionar
la escasez de alimentos, de combustible y la depreciación de la moneda frente
al dólar.
«Nos
toca mirar adelante»
No
hay mayores detalles sobre los más de 15000 millones de dólares que habrían
sido robados producto de la corrupción en Bolivia. Sin embargo, no era difícil
estimar un desfalco de tal magnitud teniendo en cuenta la situación del país.
El actual ministro de Economía, José Gabriel Espinoza, también lo había
adelantado. «El gobierno está recibiendo una economía devastada», dijo.
«Lo
que nos han dejado en los últimos 20 años son problemas,
desinstitucionalización, desabastecimiento, iliquidez y podría continuar, pero
está claro que lo que nos toca a nosotros es mirar hacia adelante», señaló el
ministro hace menos de cinco días.
Es
la consecuencia del discurso populista de Evo Morales, prolongado por Luis
Arce. Además, sus programas sociales para supuestamente proteger a la población
de la pobreza solo elevaron el gasto público, mientras que el déficit se
financió mediante emisión monetaria. Algunos de estos bonos tomaron forma bajo
los programas conocidos como Juancito Pinto (para incrementar la asistencia
escolar) o Juana Azurduy (dirigido a mujeres embarazadas y madres con hijos en
etapa de lactancia). Ambos fueron pilares de la política social del masismo,
pero solo dejaron profundos daños a la economía y una población que continúa
siendo pobre.
Comienzan
a llegar préstamos internacionales
En
el sector de hidrocarburos, clave para la economía del país, también hubo
hallazgos. «Se ha descubierto un hilo conductor de una mafia», dijo el
mandatario para referirse a la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos
Fiscales Bolivianos (YPFB) y la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH),
relacionadas con el grave desabastecimiento de combustible.
Ante
estas urgencias halladas por el nuevo Gobierno de Bolivia, una de las primera
acciones de Rodrigo Paz fue viajar a Estados Unidos, donde se reunió con
funcionarios de la Administración Trump, del Banco Mundial y del Fondo
Monetario Internacional (FMI). En las últimas horas, el Directorio de CAF,
banco de desarrollo de América Latina y el Caribe, aprobó un préstamo de hasta
550 millones de dólares.
Mientras
tanto, tal como menciona el ministro de la Presidencia, José Luis Lupo, se
encargarán de «revisar hasta el último rincón del Estado boliviano para que la
gente sepa lo que ha sucedido». Panam Post de Panamá (https://n9.cl/xv0qs)
BOLIVIA.
EL UNIFORME Y LA PATRIA HERIDA
Insurgencia
Magisterial (https://n9.cl/l00tv)
En
Bolivia el poder vuelve a jurar rodeado de símbolos que dividen más que unen.
El vicepresidente Edmand Lara, ex capitán de la policía, ha decidido asumir su
cargo vestido con uniforme de gala, y este no es un detalle menor.
En
un país donde las heridas entre militares, pueblos originarios y movimientos
sociales siguen abiertas, ese uniforme no representa solo una trayectoria
personal sino un mensaje político. El gesto resume un clima que atraviesa buena
parte del continente, donde las botas vuelven a sonar más fuerte que las
palabras.
Lara
sabe lo que hace.
Conoce
el peso del símbolo y la historia de los uniformes en Bolivia. El país ha
vivido golpes, dictaduras y masacres en nombre del orden. Por eso, aparecer con
una chaqueta verde y condecoraciones no es una simple elección estética y sí es
una declaración de fuerza en un tiempo donde la legitimidad política se mide
más por la capacidad de control que por la confianza ciudadana.
El
mensaje detrás del traje
Bolivia
no está bien, pero las botas a través de su historia no han arreglado a
Bolivia. Los índices de pobreza suben, la minería se estanca, las exportaciones
de gas se reducen y el descontento social se expande desde El Alto hasta Santa
Cruz. La economía informal sostiene a más del 70% de la población.
El
racismo, la corrupción y el desencanto con la política son parte del paisaje
diario. En ese contexto, un vicepresidente vestido de militar es un
recordatorio de quién tiene realmente el poder y el mensaje es claro. El poder
no está en el voto sino en la disciplina, no en la palabra sino en la orden.
Para
los pueblos indígenas que protagonizaron la historia reciente del país, esa
imagen es un retroceso. Evoca las décadas en que las comunidades eran tratadas
como amenaza interna. El uniforme que hoy luce Lara se parece demasiado al que
entraba a las minas, a las aldeas y a las universidades con balas y no con
diálogo. El poder que no escucha vuelve a uniformarse.
Un
país en disputa
Bolivia
es un país fracturado. La tensión entre regiones, entre clases, entre visiones
de país, ha regresado con fuerza. El nuevo gobierno intenta mostrarse como
moderado y pragmático, pero el tono del vicepresidente indica otra dirección.
El discurso del orden se impone sobre el de la inclusión. La democracia vuelve
a tener miedo de sus propios ciudadanos. En este escenario, Estados Unidos
observa…
Trump
tiene una visión clara del hemisferio. En su mapa geopolítico, Bolivia no es un
socio ni un aliado: es una ficha. Un territorio con litio, gas y reservas de
agua. Un país pequeño en poder militar pero grande en recursos estratégicos.
La
imagen de un vicepresidente uniformado no pasa inadvertida en Washington. Habla
de control interno, de estabilidad autoritaria y de un posible alineamiento con
la agenda de seguridad continental que posiblemente busca frenar la influencia
de China y Rusia en América del Sur.
La
guerra invisible
La
nueva política de seguridad en Bolivia se disfraza de modernización
institucional. Pero detrás de ese discurso asoma la vieja doctrina del enemigo
interno. Lara jura su cargo con uniforme porque necesita representar poder,
porque el país carece de rumbo económico y porque el gobierno necesita mostrar
firmeza ante una población agotada. No hay política social sin autoridad,
repite el discurso oficial, pero en Bolivia esa frase tiene historia de sangre.
El
verdadero desafío del nuevo gobierno no será mantener el orden sino reconstruir
la confianza. Las comunidades originarias, los sindicatos mineros y los jóvenes
urbanos no quieren guerra, quieren oportunidades. El riesgo es que el gobierno
confunda silencio con paz. Los uniformes imponen silencio, pero no generan
justicia. Cada vez que la autoridad decide vestirse de guerra, el pueblo
recuerda que la democracia también puede morir de uniformidad.
El
poder de la forma
Un
uniforme no se elige al azar. Es una piel política. Lara se viste de verde
olivo para mostrar que el poder civil puede mimetizarse con el poder armado.
Para muchos ciudadanos ese gesto significa orgullo y disciplina. Para otros es
una advertencia. En sociedades heridas por la violencia, la forma es fondo.
Y
cuando el fondo es la incertidumbre, los símbolos se vuelven más peligrosos que
las palabras. El nuevo gobierno tiene la oportunidad de demostrar que su
promesa de estabilidad no significa represión. Pero la señal inaugural no es
alentadora. Bolivia necesita modernidad, transparencia, educación y soberanía
tecnológica, no un desfile militar en el Palacio Quemado.
El
país requiere un liderazgo civil capaz de unir a una nación cansada de ser
laboratorio de poder ajeno. El uniforme de Lara no simboliza unidad, sino
mando.
Entre
el pasado y el futuro
Los
pueblos que han sufrido represión no olvidan los colores de quien los oprimió.
Por eso, un vicepresidente vestido de militar no representa renovación sino
nostalgia autoritaria. Bolivia tiene derecho a reinventarse, pero no bajo el
peso de las botas. Cada generación debe elegir qué imagen quiere dejarle a la
siguiente.
Si
la primera imagen de un nuevo gobierno es un uniforme, la democracia comienza
coja. El mundo mira con atención. Trump y los halcones de Washington ven en ese
uniforme una señal de orden. Los pueblos latinoamericanos lo miran como una
advertencia. El continente sabe lo que viene cuando los civiles se disfrazan de
soldados. Bolivia puede resistir otra crisis económica, pero no otra crisis
moral. La democracia no necesita uniforme, necesita conciencia.
Y
la verdadera patria no se viste de guerra, se viste de pueblo…
RODRIGO
PAZ BUSCA EL MODELO BUKELE PARA REFORMAR EL SISTEMA CARCELARIO
El
Diario de Argentina (https://n9.cl/0zksn)
El
presidente electo conversó con Nayib Bukele y adelantó cooperación para
modernizar cárceles y fortalecer la seguridad interna.
El
presidente electo de Bolivia, Rodrigo Paz, confirmó que mantuvo una
comunicación con el mandatario salvadoreño Nayib Bukele, a quien pidió
colaboración para una reforma profunda del sistema penitenciario boliviano. La
experiencia de El Salvador —donde el endurecimiento del régimen carcelario se
convirtió en emblema internacional— es vista por Paz como un modelo replicable.
Según
explicó, Bukele expresó su disposición a apoyar y su intención de asistir a la
transmisión de mando el próximo 8 de noviembre, o enviar una delegación de alto
nivel si su agenda no se lo permite.
Paz
aseguró que la prioridad será transformar cárceles en espacios seguros y
eficientes, evitando que continúen funcionando como centros donde se fortalecen
estructuras criminales. La cooperación internacional será parte de su
estrategia para modernizar el sistema penitenciario y combatir el crimen
organizado.
BOLIVIA
CONFIRMA REGRESO DE LA DEA DESPUÉS DE CASI 20 AÑOS Y COCALEROS FIELES A EVO
MORALES SE DESESPERAN
Expreso
de Perú (https://n9.cl/een0fo)
La
Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en
inglés) regresará a Bolivia después de ser expulsada en 2008 durante el régimen
de Evo Morales. La decisión, una de las primeras medidas del presidente Rodrigo
Paz, fue anunciada por el ministro de Gobierno, Marco Antonio Oviedo, quien
destacó que la lucha contra el narcotráfico “no es de una sola nación” y
requiere cooperación internacional.
Oviedo
centró la atención en el trópico de Cochabamba, conocido como el Chapare,
principal zona productora de coca del país y bastión político de Morales. Los
cocaleros de la región advirtieron que no permitirán la instalación de la
agencia estadounidense, reactivando tensiones históricas por el control de la
producción de la hoja.
El
anuncio se da en un contexto de creciente violencia vinculada al crimen
organizado y en el marco de la reactivación de las relaciones diplomáticas
entre Bolivia y Estados Unidos tras la llegada de Paz al poder. El viceministro
de Sustancias Controladas, Ernesto Justiniano, aseguró que la presencia de la
DEA se concretará “lo antes posible” y que su apoyo será principalmente
tecnológico, logístico y de capacitación.
La
DEA cooperó con Bolivia desde la década de 1970, intensificando su presencia en
los años ochenta y noventa en plena “guerra contra las drogas”. En aquel
periodo, la producción de coca en el Chapare aumentó significativamente. Oviedo
sostiene que toda la coca producida en esa región tiene fines ilícitos, a
diferencia de la cultivada en Los Yungas, considerada de “uso legal”.
Cocaleros
desesperados
Los
habitantes del Chapare, especialmente agricultores, recuerdan con recelo la
etapa de intervención directa de la DEA. El dirigente cocalero Aquilardo
Caricari reiteró el miércoles que no permitirán “ninguna base militar” y pidió
que, si la DEA vuelve, se ubique en la frontera. Morales respaldó esa postura y
recordó que la Constitución prohíbe que fuerzas extranjeras operen libremente
en el país.
El
retorno de la DEA también reavivó el conflicto político entre Morales y el
Gobierno. El expresidente acusó a Paz de incumplir promesas electorales y
criticó las tensiones internas entre el presidente y el vicepresidente Edman
Lara, quien durante la campaña había rechazado el regreso de la agencia
antidroga. Oviedo respondió que Morales “intenta desestabilizar desde el primer
día”, mientras que Jaime Paz, padre del presidente, declaró que el exmandatario
“está buscando que lo carneen”, comentario que Morales usó para movilizar a su
base de cara a las elecciones municipales.
En
paralelo, el Gobierno anunció que impulsará alternativas económicas para
reemplazar los cultivos de coca en el Chapare. Oviedo propuso desarrollar
actividades turísticas y programas productivos más rentables para los
campesinos. La idea recuerda los antiguos planes de erradicación compensada,
que fracasaron porque ninguna actividad igualó la rentabilidad de la coca,
cosechable hasta cuatro veces al año.
PANAMÁ-BOLIVIA:
UN MUNDO DE OPORTUNIDADES
El
Nacional de Venezuela (https://n9.cl/lnh92w)
No
es la primera vez que escribo de Panamá y su privilegiada situación en la nueva
historia económica latinoamericana, dadas sus cifras en comercio, banca,
transporte, etc.
Panamá
y América del Sur son, prácticamente, una unidad económica absolutamente
innegable. Más aún ahora que Panamá ingresa a Mercosur, el mercado suramericano
de más de 300 millones de personas.
En
ese contexto urge reconstruir relaciones entre Bolivia y Panamá, hasta la fecha
limitadas. Ambos países pueden ser nuevos socios de oportunidades para lograr
índices de crecimiento en diversas áreas. Más aún ahora que Bolivia se yergue
con nuevo liderazgo para volver a abrirse al mundo, luego de 19 años de
ostracismo/oscurantismo.
Panamá,
como hub financiero y logístico de América Latina con un PIB proyectado en
crecimiento del 4-5% anual hasta 2030 (proyecciones del Banco Mundial), ofrece
ventajas complementarias a Bolivia, cuya economía enfrenta recesión luego de 19
años de socialismo (-0,5% en 2025). Pero las oportunidades son excepcionales.
Para
2026-2030, las posibilidades radican en impulsar que los privados de ambos
países conformen iniciativas tipo joint ventures que, por ejemplo, se
involucren en nuevas perspectivas de la naciente industria del litio boliviano
y el Canal de Panamá como puente para Bolivia hacia Asia y Europa.
Resta
discutir posibilidades para 2026-2030: en comercio bilateral, reducción
arancelaria, valor agregado a la agroindustria y minerales y perspectivas para
negocios compartidos en su afamado Centro Bancario Internacional, resaltando
iniciativas fintech y bonos verdes, por ejemplo.
Una
robusta alianza entre empresarios inversionistas de Panamá y Bolivia en el
marco del Mercosur puede gatillar una estructuración de bonos verdes
bilaterales (me atrevo a decir que en un quinquenio entre 400/500 millones de
dólares podrían financiar 500 MW solares/eólicos). Son sólo ejemplos. Y me
quedo corto ante la inmensidad de proyectos conjuntos entre privados de ambos
países.
Antes
de asumir la Presidencia de Bolivia, el presidente electo Rodrigo Paz elogió el
modelo económico de Panamá, que será una “pieza importante” en la nueva buena
etapa de desarrollo que vivirá el país suramericano.
Vuelvo
a repetir hasta el cansancio la frase del exprimer ministro de Israel: “Cuando
no hay nada, puedes hacerlo todo”. Estamos, entonces, ad portas de hacer todo,
y todo bien.
DIOSDADO
CABELLO: NOSOTROS NO NOS METEMOS EN LOS ASUNTOS INTERNOS DE BOLIVIA
Fuser
News de Venezuela (https://n9.cl/3xm7j)
El
secretario general del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado
Cabello Rondón, reiteró una vez más que el Gobierno bolivariano no se mete en
los asuntos internos de otras naciones.
“Nosotros
no nos metemos en los asuntos internos de Bolivia, quién ganó, cómo ganaron,
eso es cosa de ellos”, expresó al ser consultado sobre la opinión que merece la
posición del nuevo mandatario del país andino, Rodrigo Paz, quien declaró que
“mantendrá relaciones abiertas con Venezuela pese algunas diferencias”.
Durante
la rueda de prensa semanal de la tolda roja, Cabello recordó que tampoco el
Estado venezolano opina sobre la consulta presentada por el Ejecutivo
ecuatoriano sobre la instalación de bases militares estadounidense, propuesta
que fue rechazada por con más del 60% de los votos.
“Lo
aplaudimos, mientras menos imperialismo norteamericano estos pueblos serán más
libres y más sanos, mucho más sanos, menos amenazas”, aseveró.
Enfatizó
que Venezuela mantiene una diplomacia de paz como lo ha dicho el presidente
Nicolás Maduro, que es quien dirige las relaciones internacionales del país.
“Tenemos relaciones con algunos países que algunas veces no lanzan piedra, pero
tienen sus embajadas aquí”.
Recordó
que Venezuela está a la orden para ayudar ante cualquier situación difícil.
“Nosotros no tenemos ningún tipo de complejo”, acotó.
DÍA
707: LATINOAMÉRICA Y EL RUMBO PERDIDO
Hace
más de 50 años que la región no encuentra un rumbo, y al fracaso de la derecha
le sucede el fracaso de la izquierda. Mientras, una porción cada vez más grande
de la sociedad empieza a desafectarse de la política y cada vez le interesa
menos participar.
Perfil
Noticias de Argentina (https://n9.cl/vpzylb)
Este
domingo las elecciones de Chile dejaron un resultado esperado. Una primacía
mínima, todavía menor a la esperada, de la izquierda progresista de Jeannette
Jara con 27% por sobre la extrema derecha, representada por el candidato José
Antonio Kast, con el 24%. En tercer lugar se ubicó el candidato Franco Parisi
con 19,5%, un economista que se postula como el líder del Partido de la Gente,
un espacio de centro pragmático y anti-ideológico que no se inclina a llamar a
votar por ninguno de los dos candidatos en el balotaje. Los siguieron el
ultraderechista Johannes Kaiser y la centroderechista Evelyn Matthei.
El
resultado de las elecciones generales en el país vecino hace que la segunda
vuelta sea un desafío casi imposible para la candidata progresista Jara,
dirigente del Partido Comunista y bastante más sencilla para el representante
de la derecha Kast. De confirmarse este escenario, Chile viviría un nuevo
cambio de rumbo de su política tras el fin de una presidencia del progresismo.
Este cambio de frente es una constante en la región, hace tiempo que
Latinoamérica no encuentra un rumbo, proyectos antagónicos se suceden sin parar
de impugnar las políticas que heredó del anterior gobierno.
Con
una tendencia actual al giro hacia la derecha ya con Argentina, Ecuador y
Paraguay, recientemente Bolivia, ahora Chile y pronto probablemente Perú. Se
suma la posibilidad de que suceda alguna culminación violenta del régimen no
democrático de Venezuela. Quedan Gustavo Petro en Colombia y Lula da Silva en
Brasil, además de Yamandú Orsi en Uruguay, pero los dos primeros enfrentan
elecciones en meses. El primero lo hará en poco más de un año, y el segundo
tiene posibilidades de que la derecha también pueda salir triunfante allí. Pero
como analizaremos, el problema no sería la alternancia, lo que es deseable y
virtuoso en una democracia, sino el grado en que se produce y la imposibilidad
de síntesis en cada giro cada vez más extremo a la derecha.
Al
largo cuarto de siglo neoliberal que empezó a mediados de los setenta con los
gobiernos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher en el centro del mundo y las
dictaduras militares en Latinoamérica, le siguió un ciclo de gobiernos de
centro izquierda populista en el comienzo del siglo XXI que duró poco más de
una década y tuvo como máximos exponentes a Hugo Chávez en Venezuela, Evo
Morales en Bolivia, Lula en Brasil y Pepe Mujica en Uruguay. Frente a estos
hubo un breve interregno derechista con Mauricio Macri en nuestro país, Lacalle
Pou en Uruguay, Jair Bolsonaro en Brasil, Sebastián Piñera en Chile y el golpe
de Jeanine Áñez en Bolivia. Como un péndulo, la ola volvió hacia el progresismo
con Lula salido de la cárcel y puesto nuevamente en la presidencia como uno de
sus símbolos y las rebeliones populares de Chile y Colombia que decantaron en
los gobiernos de Gabriel Boric y Petro respectivamente.
Hace
más de 50 años que la región no encuentra un rumbo, y al fracaso de la derecha
le sucede el fracaso de la izquierda. Una hegemonía imposible que requiere más
de fanáticos para sostenerse cada bando que de ciudadanos críticos que puedan
sopesar los aciertos y errores de cada bando para impulsar una alternativa
superadora. No es que no haya intentos por fusionar lo mejor de cada enfoque,
es que la sociedad no los elige y las identidades políticas siguen más o menos
centradas en distintas caras de expresiones del progresismo y la derecha
autoimpugnantes.
La
figura del péndulo es interesante porque a la larga década progresista de
principios del siglo XXI, la sobrevino una derecha más moderada con gobiernos
como el macrismo en Argentina o el de Michel Temer en Brasil. Pero vamos tras
la Cordillera. Luego de restaurado el progresismo, la respuesta por derecha fue
más extrema y esas expresiones de ultraderecha generalmente se comen a los
espacios de derecha republicana más tradicional.
Además,
cada vez hay menos contacto entre los diferentes lados de la grieta. Para
Bolsonaro había que "fusilar a toda la petralhada”, refiriéndose a la
militancia del PT. Al mismo tiempo, Javier Milei asocia al kirchnerismo con una
suerte de virus mental. Del otro lado también se ve con paternalismo y
superioridad moral a los votantes de la extrema derecha. Ninguno de los bandos
entiende las buenas razones que tiene el otro para apoyar al candidato que
apoya. Los políticos y la mayoría de los medios de comunicación se adaptan a
esta realidad y nadie busca hablarle al conjunto.
Entonces,
se construyen narrativas paralelas que no se tocan en ningún punto y no buscan
ninguna síntesis. Ante cada hecho de la realidad, se escuchan diferentes
políticos y se ven diferentes canales de televisión que terminan narrando
países distintos. Se separan amigos, se rompen familias y todo termina
catectizado con uno u otro lado de la grieta. Sin embargo, una porción cada vez
más grande de la sociedad empieza a desafectarse de la política y cada vez le
interesa menos participar. De hecho, en las elecciones de Chile tuvieron que
hacerlas obligatorias para mantener niveles aceptables de participación. En el
fondo, las razones materiales de este corsi y recorsi de la política regional
tiene que ver con la disputa geopolítica entre China y Estados Unidos, las
transformaciones de un capitalismo cada vez más desigual al que no le aparecen
alternativas sistémicas.
A
principios del siglo XXI, el crecimiento de China generó una alta demanda de
materias primas, por lo que su precio internacional subió sideralmente. Esto
hizo que países que enfrentaban reclamos de su poblaciones por sus pobres
condiciones de vida causadas por años de atraso productivo, tuvieran divisas
para resolver estas demandas con dádivas estatales. Estos gobiernos populistas
simplemente subsidiaron sus economías sin industrializarlas. Claramente hay
excepciones, como el Brasil de Lula con un planteo más desarrollista. No por
nada, Brasil es socio fundador de los BRICS, los países emergentes alternativos
a Estados Unidos que más se desarrollaron en el siglo XXI. Este distanciamiento
de Estados Unidos, gracias al margen de maniobra que había generado el
crecimiento de China y la compra de materias primas a los países de la región
posibilitó la autoafirmación simbólica de los gobiernos de centro izquierda de
la región.
El
rechazo al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) ocurrió durante la IV
Cumbre de las Américas en Mar del Plata, Argentina, en noviembre de 2005, y
representó un punto de inflexión político en el continente. Aunque la cumbre se
convocó para discutir la "creación de trabajo para enfrentar la
pobreza", el tema central era la reactivación de las negociaciones del
ALCA, un proyecto liderado por Estados Unidos desde 1994 que buscaba crear la
zona de libre comercio más grande del mundo. El contexto era el del "giro
a la izquierda" en América Latina, con líderes como Néstor Kirchner en
Argentina, Lula en Brasil y Chávez en Venezuela, promoviendo modelos económicos
y de integración regional alternativos al Consenso de Washington. Esto generó
un fuerte bloque de países escépticos y opuestos al libre comercio sin
condiciones.
Dentro
de la cumbre, el debate se polarizó entre el presidente de Estados Unidos,
George W. Bush, que buscaba fijar una fecha para reanudar las negociaciones, y
el bloque del "No" al ALCA, liderado por Argentina, Brasil y
Venezuela. El anfitrión, Kirchner, adoptó una postura firme, argumentando que
no era viable discutir el libre comercio sin abordar primero las profundas
asimetrías económicas entre las naciones y sin ofrecer soluciones concretas a
la pobreza y el desempleo.
Por
su parte, Lula, aunque más pragmático, exigió un acceso real al mercado
estadounidense y la eliminación de los subsidios agrícolas de EE. UU. que
afectaban a los productores latinoamericanos. La voz más confrontacional fue la
de Chávez, quien no solo rechazó el ALCA, sino que propuso activamente el
modelo alternativo de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA),
enfocado en la cooperación y la solidaridad regional.
El
enfrentamiento se resolvió en la madrugada del 5 de noviembre con la
constatación de la falta total de consenso. Aunque 19 países estaban a favor de
seguir negociando el ALCA, el bloque de países del Mercosur más Venezuela lo
impidió. La cumbre concluyó sin un acuerdo para avanzar con el tratado, lo que
significó su abandono político y su virtual sentencia de muerte.
De
manera paralela a la cumbre oficial, Chávez, junto a figuras populares como
Diego Maradona, lideró una "Cumbre de los Pueblos" o
"Contracumbre" masiva en un estadio, donde simbólicamente declaró el
"sepelio del ALCA", afirmando que el proyecto había sido enterrado en
Mar del Plata por la voluntad popular. El documento final de la cumbre oficial
reflejó el profundo disenso al dividir el texto en dos párrafos para mostrar
las distintas posiciones sobre el ALCA. Mar del Plata 2005 se convirtió así en
el símbolo del fracaso de la visión de integración de Estados Unidos en la
región.
Volviendo
al planteo general, cuando China empezó a crecer a tasas más módicas, los
precios de las commodities bajaron y estos gobiernos solo se quedaron con
relato progresista, pero sin poder subsidiar el consumo. Además, también fueron
encontrados culpables de amplios hechos de corrupción que en combinación con
los desastres económicos terminaron generando que la centro derecha los
desaloje del poder con planteos más racionales y pragmáticos.
Sin
embargo, estos gobiernos intentaron hacer reformas y se toparon con las
resistencias de la población que aún tenían frescos los recuerdos del
neoliberalismo que les había prometido que con las reformas laborales,
previsionales y las privatizaciones iban a estar mejor y eso finalmente no
ocurrió. Al fracaso estruendoso de la década progresista le sobrevino un rápido
fiasco de la centro derecha.
El
progresismo volvió, pero las condiciones económicas que lo vieron nacer a
principios de siglo ya no estaban. Además, la población ya no estaba en las
calles y el establishment no consideraba que fueran necesarios para contener la
situación social. En ese sentido, sobrevino un populismo sin concesiones, sin
caja y solo con discurso. Este defraudó rápidamente a la población y sobrevino
candidatos de extrema derecha que se plantean una ruptura con todos los valores
del progresismo y con una narrativa de éxito inmediato producto de medidas
radicales lograron seducir a la sociedad.
No
todo fueron errores en las diferentes experiencias. El progresismo incorporó a
millones de personas a la educación formal, generó avances en materia de
derechos civiles y generó importantes avances en materia de cobertura de salud
en la población. La derecha visibilizó el problema del equilibrio fiscal y la
estabilidad macroeconómica necesaria para el funcionamiento de un país. Sin
embargo, ambos espacios son percibidos como una elección inconcebible para el
bando contrario y en definitiva, un fracaso para la mayoría de la sociedad.
El
filósofo italiano Giambattista Vico, en su obra "Principios de Ciencia
Nueva", explicó la historia de las naciones a través de un ciclo continuo
y eterno, no como un progreso lineal, sino como un movimiento de corsi
(Ascenso) y ricorsi (Retroceso). El Corso representa el desarrollo y la
evolución de una civilización a lo largo de tres edades sucesivas.
La
primera es la Edad de los Dioses, una etapa primitiva regida por el temor a lo
divino y la teocracia, donde las leyes se basan en la religión. Le sigue la
Edad de los Héroes, caracterizada por la aparición de la aristocracia, que
domina a la plebe con leyes basadas en la fuerza y el linaje. Finalmente, el
Corso culmina en la Edad de los Hombres, el punto álgido de la civilización,
donde prevalecen la razón, la conciencia y el derecho civil, dando lugar a la
democracia o la monarquía constitucional. Sin embargo, Vico postuló que este
estado de máxima racionalidad es inherentemente inestable. El ricorso es el
ciclo inevitable de decadencia y retroceso que se produce cuando la
civilización de la Edad de los Hombres se corrompe.
La
razón excesiva y el individualismo llevan a la moralidad a la decadencia y al
caos político. La nación o civilización se disuelve en luchas internas y
tiranía, regresando eventualmente a una nueva barbarie similar a la etapa
inicial, donde el ciclo debe comenzar de nuevo. Así, el ricorso es el mecanismo
que garantiza la perpetuidad de la historia, haciendo que cada civilización
reviva un ciclo similar de ascenso y caída.
¿Estaremos
en América Latina en una suerte de larga agonía de la Edad de los Hombres?
¿Hasta dónde deberemos descender para empezar de nuevo nuestro corsi?
El
libro "Cuentos Chinos: El engaño de Washington, la mentira populista y la
esperanza de América Latina" de Andrés Oppenheimer (2005) aborda la
pregunta clave de por qué América Latina se ha estancado en el desarrollo
mientras países de Asia y Europa del Este avanzan rápidamente.
La
tesis central de Oppenheimer es que el éxito o fracaso de un país no depende de
si su gobierno es de derecha, centro o izquierda, sino de su capacidad para
atraer capitales y generar riqueza a través del conocimiento y la certidumbre
jurídica. La consigna es que no hay países de derecha o izquierda, sino países
que atraen capitales y países que los ahuyentan.
El
título hace referencia a las "mentiras" o excusas populistas que,
según el autor, utilizan muchos líderes de la región para justificar el
subdesarrollo, en lugar de implementar las reformas necesarias. Oppenheimer
critica que América Latina sigue mirando al pasado, obsesionada con los viejos
estereotipos del populismo, como el antinorteamericanismo o creer que la
riqueza natural (petróleo, minerales) es suficiente para el progreso. Mientras
tanto, naciones como China, Corea del Sur o Irlanda, invierten masivamente en
educación, ciencia, tecnología e innovación, entendiendo que la riqueza del
siglo XXI es el conocimiento.
En
el contexto de los gobiernos de centro izquierda de Latinoamérica de la época
(analizando casos como Kirchner en Argentina, Lula en Brasil o Chávez en
Venezuela, aunque este último más a la izquierda), el libro argumenta que
muchos de estos líderes caen en la trampa de los discursos populistas y la
obsesión con la soberanía económica sin foco en la competitividad global o la
productividad.
Oppenheimer
concluye que la región está frenada por su falta de visión de futuro y su
incapacidad para hacer de la educación de calidad y el desarrollo tecnológico
las prioridades nacionales. La esperanza de América Latina reside en adoptar
esta obsesión por el conocimiento y dejar atrás los "cuentos chinos"
ideológicos que la mantienen rezagada.
Si
el discurso religioso que trataba de resolver los problemas de las sociedades
con sacrificios y ritos fue dejado atrás, el discurso ideológico que le asigna
una explicación simplista a la realidad todavía sigue en su auge. No hay
contrastación empírica ni dato que haga tambalear las verdades ideológicas. La
política pragmática que se sirve de varias teorías para superar los problemas
históricos de la región aún no ha encontrado su fortaleza en la región aunque
sobrevive en algunas provincias y localidades.
Así
como en la segunda mitad del siglo XX los vaivenes de Latinoamérica estuvieron
signados por la guerra fría con la ex Unión Soviética, en el siglo XXI lo es la
guerra comercial con China, tanto en las primeras décadas como gran comprador y
generador de exportaciones a Latinoamérica como en esta última década con el
regreso de Estados Unidos tratando de reducir su presencia.
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