Los partidos tradicionales dominados por blancos están perdiendo cada vez más poder mientras que indígenas y mestizos avanzan sobre espacios que antes eran ocupados por aquéllos. En ningún otro país del continente es tan evidente el avance indígena. Los analistas no dudan de que este fenómeno seguirá expandiéndose en movimientos similares por América Latina.
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Una nueva elite de rostro cobrizo domina la vida pública tras la llegada de Evo Morales a la presidencia y está configurando un mestizaje en la política, último reducto dominado por la minoría blanca desde que Bolivia fue creada hace 180 años.
El fenómeno no comenzó en diciembre de 2005 con la elección del aymara Morales como presidente del país, que marcó el punto más alto de la ola, sino viene desde el retorno de la democracia en 1982.
Poco más del 60% de la población es indígena aunque gran parte de los bolivianos se reconocen como mestizos. Ese mestizaje ganó espacios en la economía, la cultura y en todos los espacios de la vida pública, pero en la política era decorativa.
En Bolivia la pobreza tiene rostro indígena. La incidencia de la extrema pobreza es de 47% entre los indígenas y 25% entre los que no son, según un estudio del gobierno.
"Estamos viviendo una remoción de elites y una ampliación de identidades en el ejercicio del poder", dijo el analista político Carlos Cordero. "Percibo que en la elite existe un proceso de mestizaje, sin que los distintos personajes pierdan sus identidades individuales", afirmó Kathryn Ledebur, de la Red de Información Andina.
Mientras los partidos tradicionales dominados por blancos están en retirada tras el arrollador triunfo de Morales al lograr la reelección el 6 de diciembre, indígenas y mestizos toman espacios que antes eran ocupados por aquéllos.
El único partido que ha quedado en pie tras la elección es el Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Morales, los demás fueron virtualmente borrados del mapa político.
Pero el mayor desafío no es haber arribado al gobierno sino cambiar la realidad de un país pobre gobernado por elites corruptas y el gobierno de Morales no a sido la excepción: en su interior estallaron casos de funcionarios corruptos en el ejercicio público.
En 1982 cuando Bolivia retornó a la democracia los políticos indígenas luchaban por abrirse paso. En años posteriores aymaras y quechuas, las etnias mayoritarias, ensancharon el camino. En 1997 una marcha de miles de kilómetros "por el territorio y la dignidad" marcó la hora de las etnias del oriente, entre ellas la de los guaraníes.Desde entonces andinos y orientales sumaron fuerzas. Fue una revolución no exenta de confrontación, pero al final pacífica.
La Constitución aprobada en referendo a principios de 2009 consagra un estado plurinacional que en los hechos significa que todos los poderes del Estado tendrán presencia de indígenas incluyendo la Corte Suprema, el Tribunal Constitucional y la Corte Electoral.
Por primera vez la Asamblea Legislativa Plurinacional surgida de las elecciones será mayoritariamente indígena. Pero todavía está por verse si ese triunfo se traduce en mayor participación en el gabinete de Morales dominado por blancos.
Con excepción del canciller David Choquehuanca, aymara como Morales, sólo dos ministerios considerados de menor peso están en manos de mujeres indígenas. El disidente oficialista Román Loayza comentó a la AP que Morales ha logrado evitar que otro indígena le haga sombra.
La defensa de la tierra, un fuerte nacionalismo y la reivindicación étnica son la bandera política de los originarios en Bolivia.
En ningún otro país del continente es tan evidente el avance indígena como en este y Evo Morales ha sido una figura influyente en movimientos similares de América Latina.
En Ecuador, recientes protestas fortalecieron al movimiento de los originarios que han recobrado protagonismo en la vida pública de ese país tras superar fracturas internas.
La Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE) tuvo un papel central en los derrocamientos de los presidentes Abdalá Bucaram (1997) y Jamil Mahuad (2000) y tuvo activa participación en 2003 en el gobierno de Lucio Gutiérrez. La caída de Gutiérrez golpeó sin embargo las estructuras de la organización indígena.También en Chile el tema cobró notoriedad pública con la demanda de los mapuches que buscan la restitución de tierras ancestrales y una "autonomía" para su pueblo.
En Perú el estallido de una protesta indígena en junio pasado obligó al gobierno de ese país a derogar decretos sobre la explotación de recursos naturales en la Amazonia.
Analistas coinciden en que en las dos últimas décadas los indígenas del continente sobre todo de la zona andina, cobraron mayor protagonismo político tras siglos de vivir relegados y aseguran que el movimiento está sólo comenzando. Observador Global (www.observadorglobal.com)
EL CAPITALISMO LLEGÓ A SU “CRISIS TERMINAL”: GONZÁLEZ CASANOVA
Insta a reconocer triunfos como la revolución cubana y la creación de los caracoles zapatistas. Luis Villoro llama a la “resistencia organizada” para abrir “el camino a un mundo diferente”
La Jornada de México (www.jornada.unam.mx)
La convicción de que un cambio social y político es inevitable en México y en el mundo fue sostenida por el doctor Pablo González Casanova, subrayando lo que fue el punto de mayor acuerdo entre los participantes del Seminario internacional de reflexión y análisis, celebrado durante cuatro días en el Cideci-Unitierra de esta ciudad, que concluyó hoy por la noche.
González Casanova profundizó en que, para conseguir la “organización pacífica” de este cambio, es necesario identificar “lo que no conocemos bien y que deberíamos reconocer mejor para alcanzar la victoria”. Sobre todo, convocó a reconocer lo que “ya son triunfos”, hechos de cambio profundos e irreversibles, entre los que destacó la Revolución cubana y la creación de los caracoles zapatistas.
Cuba “es la única nación victoriosa en la historia que tras una revolución socialista sentó las bases para impedir el retorno del capitalismo”; y las novedosas formas de gobierno de los indígenas chiapanecos poseen una “dimensión universal”, al ser las juntas de buen gobierno “una organización que permite lograr y preservar la libertad, la democracia, la justicia y la paz para todos, y preservar la vida en la Tierra”.
También anoche, el filósofo Luis Villoro enunció la necesidad de devolver la ética a la política desde el multiculturalismo y superar la visión “occidental” como única explicación del mundo.
Retorno de saberes indígenas
En sentido similar, la sicoanalista Sylvia Marcos destacó lo trascendental que ha sido “el retorno de los saberes de los pueblos indígenas” a la conciencia general en este momento de crisis, y el surgimiento de “la visión de un futuro que sea nuestro pasado también, gracias a conocimientos que se creían desaparecidos”.
El escritor John Berger envió al seminario un mensaje para presentar su ensayo Cómo resistir la prisión-mundo: “Es el principio de un nuevo año, el principio de una nueva década. ¿Qué historia estamos viviendo? ¿Qué le pasa al mundo? Lo más claramente que podamos responder estas preguntas, lo más activamente podremos actuar. No tengo respuestas, sólo algunas observaciones”. Ofreció “lo que veo cuando cierro los ojos para pensar en lo que he visto, y después con los ojos bien abiertos”, para “actuar y ser persistentes”.
González Casanova aseveró que el capitalismo mundial ha llegado a su “crisis terminal”, y tras describir sus rasgos más evidentes y destructivos, insistió en identificar los cambios que son victorias. “La cultura de la negociación sigue prevaleciendo, pues la inmensa mayoría de la población está pidiendo todavía cambios pacíficos”, admitió, y recordó que durante los diálogos de San Andrés Larráinzar entre el EZLN y el gobierno federal, en 1995-1996, los zapatistas determinaron el límite: “la dignidad no se negocia”.
Consideró necesario comprender la “historia emergente” de nuestros días (donde se juntan de manera inusual categorías como “Estado-pueblo y moral colectiva como fuerza colectiva”), así como “profundizar en una política revolucionaria que asegure el éxito de otros modos de producción y acumulación que se vinculen en una nueva relación con la naturaleza y la vida”.
Agregó que también es indispensable registrar “el inmenso enriquecimiento que significa la lucha por los pueblos oprimidos de la Tierra”, así como “la nueva presencia colectiva de las mujeres con su activismo revolucionario” y las luchas contra los prejuicios acerca de los homosexuales, que han establecido espacios para la tolerancia y la libertad.
Instó a fortalecer las “redes de redes” nacidas en años recientes, “apoyadas desde sus orígenes por el movimiento zapatista, por Cuba y por muchas otras fuerzas progresistas y revolucionarias”, pues la organización de los trabajadores y los pueblos en estas redes “es la clave de la transformación mundial”.
Villoro sostuvo que “frente al sistema capitalista mundial otra visión del mundo es posible”. No “bastan las buenas intenciones” para realizar cambios, invocando los derechos universales, como hasta ahora. “Contra los males del capitalismo mundial sólo cabría una resistencia organizada que abriera el camino a un mundo diferente, y aun contrario al capitalismo mundial”. Un “orden plural que respondiera a la multiplicidad de culturas, y no una pretendida cultura mundial (occidental)”, que impone “formas de vida no elegidas”, lo que ha llevado al individualismo y la destrucción de la naturaleza, a diferencia del comunitarismo indoamericano.
Sergio Rodríguez Lazcano, director de la revista Rebeldía, saludó a Villoro y González Casanova como “maestros-compañeros de su generación, la del 68”, y enseguida hizo eco a la opinión zapatista de que el colapso del capitalismo no necesariamente es inminente; resulta necesario juntarse para hacerlo caer. “No son posibles los parches al sistema, pero son posibles, y necesarios, los movimientos antisistémicos”, que de “abajo y a la izquierda” construyen “otra política”.
Durante su participación, el escritor y pensador social Walter Mignolo, prudentemente, señaló: “no sé si va a caer el capitalismo, pero sí perderá su carácter unicéntrico”. De la crisis ambiental “nadie escapa, ni siquiera los países centrales capitalistas”.
Estamos, dijo, en un “momento crucial que va a definir los próximos 30 ó 40 años”. Aquí destacan “los nuevos órdenes que se están construyendo en la actualidad, como el zapatismo”, al cual consideró “un ordenador de conocimientos y prácticas que parecían dispersos”.
El propio Mignolo sostiene en un ensayo que también presentó ahora Cideci-Unitierra: “La revolución teórica del zapatismo, con sus consecuencias éticas y políticas, indica que ha llegado el tiempo de mirar más allá de las herencias europeas”, para “imaginar y levantar futuros democráticos”, en un contexto de verdadera “descolonización”.
Catherine Walsh, procedente de Perú, propuso ir “más allá de lo antisistémico”, desde la “insurgencias” de Abya Yala (esa noción andina del mundo que también está lista para la transformación del planeta, con base en el “buen vivir” por el cual se lucha hoy en Bolivia, Ecuador y Perú).
La semana internacional
EL REGRESO DE LOS MUERTOS VIVOS
El Bicentenario no nos encuentra unidos ni dominados, sino peleados con el espejo
La Nación de Argentina (www.lanacion.com.ar)
El Pacífico no es tan pacífico como parece: da nombre a la guerra que, entre 1879 y 1883, libran Chile, Perú y Bolivia. Esa guerra deja tantos muertos como cicatrices. Cada tanto afloran los traumas. Bolivia, privada de mar, observa cómo Chile y Perú, privados de diálogo, aún mantienen un contencioso por la frontera marítima en la Corte Internacional de Justicia de La Haya. En el máximo tribunal de las Naciones Unidas, también dirimen sus entuertos la Argentina contra Uruguay; Nicaragua contra Colombia, y Ecuador contra Colombia. En 2007, Honduras y Nicaragua resuelven en ese ámbito sus disputas territoriales.
La hermandad latinoamericana, más creíble en la voz de Mercedes Sosa que en la coherencia de sus gobiernos, no suelda políticas comunes; amontona voluntades esporádicas. Evo Morales ve a Alan García "muy gordo y poco antiimperialista". García sospecha que Morales ha suscripto "un acuerdo bajo la mesa" con Michelle Bachelet para obtener la salida al mar. Bachelet, a punto de coronar su presidencia, lidia con García por un escándalo de espionaje atribuido a un suboficial de la fuerza aérea peruana, presunto colaborador a sueldo del servicio secreto chileno.
García, cuyo índice de adhesión popular dista mucho del alcanzado por Bachelet en su presidencia, deja que se le inflame la vena nacionalista: denuncia "actos repulsivos que no corresponden a un país democrático". Las secuelas de la discordante Guerra del Pacífico brotan, un siglo largo después, en improperios contra Chile, tachada de "republiqueta" que se siente "envidiosa". Es tan exagerada la reacción que se acerca más al arrebato de un marido despechado que a una proclama gubernamental.
Morales, a su vez, se recarga o se recicla a sí mismo hasta 2015 tras ser reelegido al amparo de la nueva Constitución de Bolivia, de corte indigenista, en un país cuya población es mayoritariamente indígena; la fórmula opositora está integrada por Manfred Reyes Villa, ex prefecto (gobernador) de Cochabamba, acusado de corrupción, y Leopoldo Fernández, ex prefecto de Pando, procesado por la matanza de 13 campesinos en 2007.
No sólo entre los países, sino dentro de algunos de ellos priman la crispación y la desconfianza. En vísperas del Bicentenario, América latina no está unida ni dominada, sino zurcida a garrotazos.
Entre Venezuela y Colombia, los chisporroteos son continuos. Detrás de todo, según Hugo Chávez, están los servicios de inteligencia de Colombia y, tras el permiso de Alvaro Uribe para el desembarco de soldados norteamericanos en sus bases, el gobierno de los Estados Unidos. La CIA, cuya única obsesión parece ser tumbarlo, monta "operaciones basura", según la fina expresión de Cristina Kirchner, para enlodarlo después de ser generoso con los bonos adquiridos a la Argentina con menos burocracia y más interés que el Fondo Monetario.
En la región ni los muertos descansan en paz. Uno ha vuelto de la tumba para complicarle la vida al presidente en Guatemala, Alvaro Colom; lo acusa el difunto abogado Rodrigo Rosenberg, en un video póstumo, de planear su asesinato. Cerca, en Honduras, el regreso de los muertos vivos ha ejecutado un golpe de Estado. Es la ocurrente fórmula de "sucesión constitucional" que supervisa el supuesto presidente, Roberto Micheletti, para evitar que Manuel Zelaya, refugiado en la embajada de Brasil en su propio país, convoque a un referéndum para validar en forma ilegal su reelección, alentada por Chávez. En el ínterin, con la crisis en ebullición, Porfirio Lobo pasa a ser el presidente electo, bendecido por los Estados Unidos, Costa Rica, Panamá, Perú, Colombia y México.
Con ellos discrepa, entre otros, Luiz Inacio Lula da Silva, el gran fenómeno de 2009. Lo han adoptado como modelo el presidente electo de Uruguay, José "Pepe" Mujica, y los candidatos chilenos sin distinción. Los actuales mandatarios, Tabaré Vázquez y Bachelet, gozan de una alta aceptación y no por ello, o quizá por ello, se rehúsan a dejarse tentar con reformas constitucionales para ser reelegidos. Ese recurso, probado en la década del noventa, requiere un presidente alienado, un oficialismo alineado y una oposición desaliñada. Con él coquetea por segunda vez Uribe sin reparar en la advertencia de Bolívar que Chávez también soslaya: "La continuación de un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos".
Dos siglos después de ese aviso, las repúblicas caudillistas sin cultura democrática que teme legar la mayoría de los próceres son, en ocasiones, democracias electorales sin cultura republicana, más concentradas en el rédito interno de sus disputas que en el beneficio externo de sus potencialidades. En ellas, desprovistas del espíritu de soberanía compartida que guía la Unión Europea, cada tanto afloran los traumas. Cada tanto, entre reforma y reforma, cobran subsidios y votan en las elecciones los muertos y hasta se atreven a enseñarles las uñas a los vivos. No está en discusión la democracia, sino su calidad. Entonces, el Pacífico no es tan pacífico como parece y el futuro amenaza con conjugarse en tiempo pretérito.
¿CUÁLES SON LOS DESAFÍOS PARA EL ANÁLISIS SOCIAL?
La situación sociopolítica del continente latinoamericano ha cambiado de manera notable desde el principio de este siglo. Tomar como parámetro del cambio político el año 2002, fecha de la elección de Lula, en Brasil, parece emblemático. Como escribe Theotonio dos Santos, se trata del paso de las resistencias a la ofensiva. Tal fenómeno tiene que ser analizado con las herramientas de las ciencias sociales, es decir, tiene que ser históricamente situado, dialécticamente interpretado y puesto en su contexto global.
Los Andes de Perú (www.losandes.com.pe)
¿POR QUÉ EN AMÉRICA LATINA?
Dentro del proceso global de la orientación neoliberal de la economía mundial, es muy interesante constatar la transformación del campo político en América Latina y lo que no ha ocurrido en los otros continentes de la periferia del capitalismo central. Varias hipótesis pueden ser elaboradas para entender esta diferencia. La principal es que en América Latina, la fase neoliberal del capitalismo contemporáneo ha sido percibida por la mayoría de los grupos sociales como una agresión, y de hecho lo ha sido. Mientras tanto, en los países asiáticos –tanto los “tigres”, como los países “socialistas” (China y Vietnam), y los del sureste asiático (la India, en particular)– la mayoría la perciben como una oportunidad. En África, por razones de una larga y difícil construcción de su identidad política nacional, la conciencia de esta lógica de dependencia recién empieza a desarrollarse. Para comprobar estas hipótesis es posible proponer varias razones.
En el plan económico, el fracaso rápido del modelo de desarrollismo propuesto por la CEPAL en los años sesenta, que corresponde con el modelo de Bandung (Nation Building), fue mucho más rápido en América Latina que en el contexto asiático.
Grandes países como China e India, a pesar de tener regímenes políticos muy diferentes, han podido realizar este concepto durante mucho más tiempo. En el continente latinoamericano, este fracaso significó la entrada masiva del capital exterior, acompañada por una ola de dictaduras (se puede pensar en el caso de Pinochet) que abría la economía subcontinental al neoliberalismo.
También se puede añadir que, al contrario del continente asiático, no hubo prácticamente reformas agrarias en América Latina. Las iniciativas asiáticas de diverso tipo –capitalista en Taiwán o Corea del Sur, socialista en China y Vietnam– tuvieron como resultado, o bien favorecer una transición a la industria, o bien aumentar el poder de compra de las masas agrarias, por lo menos al nivel de subsistencia. En América Latina hubo relativamente poco desarrollo industrial, con excepción de algunos polos. Al contrario, en Asia, la industrialización y después la extensión de una economía de servicios han tenido un impacto significativo.
Otra diferencia fue el desarrollo, en América Latina, de una burguesía compradora que ha tenido muchas ventajas con la implantación del modelo neoliberal, al mismo tiempo que las distancias socioeconómicas aumentaban. Según Claudio Katz, economista argentino, “la carencia de un segmento gerencial competitivo es un bache de larga data, que proviene del carácter vulnerable y discontinuo que presenta la acumulación en los países periféricos”2. En Asia, por lo menos en algunos países grandes, hubo un real desarrollo de una burguesía nacional, como en la India, Indonesia, Malasia y también últimamente en China y Vietnam. Estos dos países habían basado su desarrollo en un modelo de capitalismo de Estado que, con la apertura al mercado, permitió la constitución de nuevas élites provenientes de la burocracia del Estado o del partido.
Finalmente, como señala Claudio Katz, América Latina fue el lugar de las primeras crisis financieras (México, 1995; Brasil, 1999; Argentina, 2001), fruto del neoliberalismo, después de la explosión de la deuda ya en 1982. El mismo autor añade que estallidos lejanos como el desplome de la Unión Soviética, y la crisis asiática, tuvieron efectos aún más perdurables en la región que en sus propias zonas de origen3.
Desde el punto de vista político, se puede también plantear algunas razones de las diferencias. En los últimos 25 años, América Latina ha conocido un desmantelamiento del Estado, bajo orientaciones determinantes del FMI y del Banco Mundial. En la mayoría de los países asiáticos este no fue el caso. El desarrollo de países como Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Hong Kong, se debió a la existencia de un Estado fuerte y a la planificación a mediano y largo plazo. La centralización estatal de China y Vietnam fue evidentemente predominante. En la India, la nacionalización de las industrias de base consolidó un poder político bastante extenso. El Estado en América Latina fue generalmente inconsistente, con frecuentes cambios de personal administrativo y poco impacto económico.
Podemos añadir también el hecho de que la política de containment fue tan fuerte en Asia como en América Latina. Se trataba de parar la extensión del comunismo presente en grandes países como China y Vietnam, y construir al mismo tiempo una barrera contra el peligro (teoría de los dominós) y una ventana de desarrollo capitalista alrededor de este grupo de países. Dictaduras al servicio de nuevas élites locales y un régimen colonial (Hong Kong), impidieron el desarrollo de movimientos populares y de partidos de izquierda, y por otra parte hubo también un fuerte apoyo económico occidental: acceso preferencial a los mercados y financiamiento del Estado.
Así, el presupuesto de Corea del Sur fue apoyado en más del 50 % por los Estados Unidos durante más de 25 años. Por el contrario, en América Latina, si la “amenaza comunista” estaba presente, no se apoyaba en un gran Estado potente, sino en uno de los países más pequeños del continente (Cuba), o estaba alimentada por movimientos revolucionarios locales, relativamente fáciles de controlar –en América Central, por ejemplo, con guerras de baja intensidad; o en el Cono Sur, con regímenes militares.
En comparación con África, la descolonización en América Latina había sido más antigua. Por eso, el momento histórico de la postguerra mundial en el continente africano fue caracterizado por la recuperación de su identidad política. Las enormes dificultades de la transición post- colonial tuvieron como consecuencia centrar la atención más en el campo político que en el económico. Por otra parte, la integración continental es más fácil en América Latina, por la similitud de lenguas, mientras que África esta dividida en tres grupos lingüísticos principales: inglés, francés y árabe, sin hablar del gran número de lenguas locales.
El mundo árabe vive el neoliberalismo como una ofensiva occidental de destrucción cultural, más que como una dominación económica. Esta culturización del problema sirve a los intereses de las élites locales que reprimen todo movimiento social de izquierda y permite al fundamentalismo islámico canalizar las reacciones. Cuando el imperialismo se traduce en guerras para el control del petróleo, las resistencias toman caracteres muy violentos, como se ve en Iraq y en Afganistán, pero sin desembocar en un proyecto político postcapitalista.
Finalmente, la arrogancia de los Estados Unidos frente a los países latinoamericanos desempeñó un papel no despreciable. En una gran parte de estos países se habla de “la embajada”, lo que significa que solamente existe una y que ella constituye un verdadero actor político en la vida interior de los países. Eso ha sido un factor de aceleración de una toma de conciencia de la significación del imperialismo y la alianza entre lo político y lo económico. Sin embargo, la dificultad de reacción frente a la nueva situación política del continente está probablemente ligada al hecho de haberse enredado en el Medio Oriente.
Hay también razones sociales para la resistencia al neoliberalismo. Después de la ola de ensayos revolucionarios, que en la mayoría de los países no tuvieron éxito político, se desarrollaron movimientos sociales de nuevo tipo, sobre los cuales Hablaremos en detalle más adelante. Eso se manifestó de manera muy clara con el primer Foro Social Mundial de Porto Alegre en 2001. Tal vez por su origen en el continente, la influencia de los foros mundiales (cinco de siete), continentales (el Foro de las Américas), locales y temáticos (Amazonia), ayudó al desarrollo de una conciencia colectiva de resistencia al neoliberalismo más aguda en América Latina que en otros continentes.
Razones ideológicas y culturales permiten también entender la diferencia de reacciones contra el neoliberalismo. Varios factores han podido actuar en este sentido. Las ideas de la Revolución Francesa han influido en la cultura política latinoamericana mucho más que en otros continentes. Eso se nota no solamente en el pensamiento de los varios “liberta dores” del siglo XIX, sino también en el último período de ola neoliberal, donde a pesar de los “valores” contradictorios que se introdujeron, nunca este espíritu ha sido totalmente eliminado.
La corriente marxista humanista ha sido también una característica latinoamericana. Se puede hablar de un marxismo criollo, en el sentido de que dentro del pensamiento crítico del continente, el marxismo ha sido un elemento evidentemente central, pero siempre con aportes locales directos o indirectos. Podemos pensar en Mariátegui, en Martí, en el socialismo cubano y en muchos otros. Eso tal vez puede explicar el hecho de que la caída el Muro de Berlín no ha tenido el mismo impacto intelectual que, por ejemplo, en Europa, y se ha mantenido viva una referencia marxista a pesar de la ofensiva ideológica neoliberal.
Un factor geográficamente delimitado, pero de gran importancia, fue el renacimiento de los movimientos indígenas, que empezaron desde fin de los años noventa a ir más allá de la búsqueda identitaria y a luchar por su supervivencia económica. El nacimiento del Zapatismo en México o la combatividad de los movimientos indígenas en Bolivia y Ecuador son ejemplos ilustrativos importantes.
Finalmente, el desarrollo de la Teología de la Liberación, junto con las comunidades eclesiales de base, ha tenido un lugar cultural notable. Eso permitió el desarrollo de actitudes críticas y de compromisos políticos de los cristianos, con un apoyo intelectual y, durante un cierto tiempo, institucional, que ha tenido verdadero impacto en la cultura crítica del continente y en la constitución de movimientos sociales y políticos.Se puede así concluir que el continente latinoamericano ha sido más sensible al neoliberalismo que los continentes asiático y africano, por razones objetivas y subjetivas. Es evidente que en Asia las diferencias sociales fueron ampliamente acentuadas por las políticas neoliberales, pero la idea de que un día el conjunto del pueblo iba a poder acceder al nivel de consumo de los 20 % más ricos es todavía muy vigente. La única excepción es las Filipinas, muy similar, desde hace varios siglos, al modelo latinoamericano.
En América Latina la conciencia de lo que es el modelo neoliberal es más amplia que en el continente africano y en el mundo árabe por las razones ya explicadas. Estas son las hipótesis que pueden acercarnos a la respuesta a la interrogante: ¿por qué en América Latina?
II. EL CONTEXTO HISTÓRICO
Solamente añadiremos algunos aspectos de la historia contemporánea de América Latina que ayudan al análisis. Siempre es muy difícil caracterizar el continente como un conjunto. Lo único que se puede señalar, son las grandes corrientes que afectan, de una manera u otra, a todos los países del hemisferio. En este sentido se pueden recordar tres períodos principales.
El primero es el proyecto desarrollista cepalino. El principal pensador de esta orientación fue Raúl Prebisch, quien, después de la Segunda Guerra Mundial, propuso el modelo de sustitución de las importaciones por una producción local. El proyecto se apoyaba en pactos sociales entre sectores capitalistas y la parte organizada de los trabajadores. De hecho el mundo campesino estaba poco presente en estas perspectivas, aunque sí teóricamente se preveían reformas agrarias. Desde un punto de vista político, fue también el período de algunos regímenes de tipo “populista”, en particular en el Cono Sur. Muy rápidamente tal proyecto fracasó por el peso financiero de la transferencia de conocimientos y de tecnologías.
Un segundo período, con fechas muy diversas según los países, fue la integración progresiva a la economía mundial, con la penetración del capital extranjero; en particular, de multinacionales en los sectores de las materias primas y del agrobusiness. Regímenes dictatoriales acompañaron esta orientación económica, destruyeron los movimientos sociales y en particular lucharon contra los movimientos revolucionarios de tipo nacionalista, rural o urbano (doctrina de la seguridad nacional).El último período se caracteriza por el neoliberalismo. La apertura generalizada de los mercados promovida por lo que se ha llamado el Consenso de Washington fue apoyada por las organizaciones financieras internacionales, en particular el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Fondo Monetario Internacional.
Este modelo empezó a finales de los años setenta, para extenderse de manera general durante las décadas de los ochenta y de los noventa.
Desde el punto de vista económico, el neoliberalismo significó para el continente en general, con pocas excepciones, una reducción relativa del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), y una serie de crisis financieras. Hubo también una gran ola de privatizaciones, en ciertos países equivalentes a una verdadera piratería, en favor de intereses capitalistas, en gran parte extranjeros. Los salarios reales bajaron, muy a menudo en una escala más alta que en los países de fuerte industrialización. El desempleo aumentó en las zonas industriales y la urbanización salvaje se aceleró, especialmente hacia las grandes metrópolis, debido al subdesarrollo rural.
La consecuencia fue un aumento drástico de la pobreza. En el año 2000, había 224 millones de pobres (menos de dos dólares por día) y entre ellos 100 millones de personas viviendo, según los cálculos del Banco Mundial, en la extrema pobreza, es decir, con menos de un dólar por día. Hubo 30 millones de pobres adicionales, si se compara con 1990. Otro factor es el aumento de las migraciones, especialmente en ciertas regiones, de México, de América Central y del Caribe hacia los Estados Unidos; migraciones internas entre Nicaragua y Costa Rica; migraciones de ecuatorianos, colombianos y bolivianos hacia Europa, en particular hacia España, etc. En las regiones del narcotráfico, los campesinos que cultivan la coca para la producción de cocaína viven en regiones de depresión económica y generalmente de destrucción de sus cultivos tradicionales. En otras, como en Argentina, Brasil o Colombia, el monocultivo de soja, eucalipto, palma, etc. ha sido causa, no solamente de destrucción ecológica de las selvas originales, sino también de expulsión a veces violenta de poblaciones locales.
Entre un 15 y un 20 % de la población, según los países, gozan de un desarrollo económico espectacular y tienen un poder adquisitivo en aumento, que se dirige en gran parte hacia los bienes y servicios sofisticados producidos por el exterior.Desde un punto de vista político, las nuevas democracias que reemplazaron los regímenes militares o dictatoriales, se desarrollaron dentro de una impunidad jurídica de los actores políticos precedentes y con una crisis profunda de la democracia representativa. El conjunto de estos factores provocó un declive real de la credibilidad de las instituciones políticas tradicionales, aún las que fueron fruto de movimientos sociales, como en Brasil, Nicaragua y Uruguay.
III. LA RELACIÓN ENTRE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y LAS NUEVAS IZQUIERDAS POLÍTICASEs innegable que desde el principio del nuevo siglo, se construyó un proceso dialéctico nuevo en las relaciones entre los movimientos sociales y los partidos políticos. Evidentemente, el contexto histórico y la tradición política de cada país influyen sobre las formas de este proceso. Se trata de actores en interacciones y, por consiguiente, de ninguna manera de un proceso lineal. Es lo que vamos a tratar de describir antes de abordar algunas reflexiones a propósito de sus interpretaciones en las ciencias sociales.
Los movimientos socialesDurante el período neoliberal se produjo un cierto agotamiento de los movimientos sociales tradicionales. Esto no es únicamente típico del continente latinoamericano, sino un hecho generalizado en el resto del mundo. Los movimientos obreros fueron afectados por las políticas neoliberales, que implicaban una ofensiva contra el trabajo, a fin de reanimar la acumulación del capital. Se desarrollaron en muchos países del continente zonas francas, con grandes obstáculos para la existencia de sindicatos; el gran despliegue del sector informal, que constituyó una dificultad para la organización social, tanto como el aumento del desempleo y la represión contra líderes de los movimientos obreros, tuvo efectos muy negativos sobre su fuerza de contrapeso.
Lo mismo vale para los movimientos campesinos, que encontraron grandes oposiciones, y a veces represiones violentas, que impidieron el logro de las reformas agrarias proyectadas. Solamente en algunos países, como en Brasil, los campesinos poseen una cierta fuerza organizativa. Los movimientos estudiantiles, por su parte, perdieron también su impacto, pues este grupo social estaba fundamentalmente preocupado por su integración en el mercado neoliberal, sin hablar de su fragmentación ideológica. Se debe, sin embargo, señalar un hecho nuevo, la reacción de los estudiantes de escuelas segundarias en Chile contra las consecuencias de un neoliberalismo exacerbado.
Sin embargo, en los últimos 25 años han aparecido nuevos movimientos sociales que se han desarrollado entre indígenas, mujeres, ecologistas, descendientes de africanos. Su característica es precisamente su heterogeneidad, y su definición de nuevos objetivos como la dignidad, las exigencias democráticas y el bienestar.
Vale la pena mencionar a los movimientos indígenas. La celebración del 500 aniversario de la conquista fue una oportunidad para ampliar la conciencia indígena. A partir de este momento, que se corresponde con la aceleración neoliberal, asistimos a una salida de la clandestinidad o de la semiclandestinidad, de las culturas, las lenguas, las religiones indígenas. Eso se traduce también por contactos más generalizados entre indígenas de América en su conjunto. La primera Asamblea de los Pueblos tuvo lugar en 1998 en Santiago de Chile, seguida por la reunión de Quebec en el año 2002.
Los indígenas organizan movimientos de presión, no solamente para la defensa de su identidad, lo que fue una lucha de más de 500 años, sino también contra la pérdida de sus medios de supervivencia. Ya en 1997, hubo en Belo Horizonte, Brasil, una reunión de los pueblos indígenas contra el Consenso de Washington. Pero el hecho más significativo fue el inicio de la acción armada del movimiento zapatista, en Chiapas, el 1ro. de enero de 1994, coincidente con la inauguración de ALENA, el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y Canadá. Se trataba de la reivindicación de un crecimiento económico y cultural de las poblaciones indígenas empobrecidas en zonas con muchos recursos naturales, y también de un deseo de reconstruir por la base el sistema político.
Además, durante las décadas de 1990 y de 2000, hubo un gran número de alianzas y de acciones comunes entre varios movimientos sociales. Podemos señalar, por ejemplo, la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), que reúne a los movimientos campesinos del continente. En el año 2004, los movimientos indígenas de Centroamérica se encontraron para oponerse al plan Puebla-Panamá. En Quito, antes del Foro de las Américas, en 2005, tuvo lugar la Cumbre de los Pueblos Indígenas. En Centroamérica, se organizó en San Salvador el Foro Centroamericano. Recordemos también los cuatro millones de firmas que recogió la acción contra el ALCA en Brasil y las marchas en 2004 y 2005 en ocasión del Foro Social Mundial de Porto- Alegre, la última con más de 200 000 personas. Recordemos también lucha contra los movimientos sociales. La resistencia política al proyecto estadounidense se manifestó en Mar del Plata en 2006 cuando cinco países votaron en contra; entre ellos, Argentina, Brasil y Venezuela, apoyados en la ola de resistencia popular empujada por los movimientos sociales.
Finalmente, la organización de los Foros Sociales Mundiales continentales, nacionales y temáticos que tuvieron lugar en el continente latinoamericano, reforzaron la colaboración entre varios sectores de la población, como resistencia contra los efectos del neoliberalismo en el continente.Las resistencias culturalesSolamente queremos aludir al aspecto cultural de las resistencias, en particular en el mundo del arte y de la religión, aunque evidentemente no se puede identificar la cultura solamente con estas expresiones. En los medios populares existe un sinnúmero de reacciones culturales que afirman valores propios y formas de resistencia. Sin embargo, no se puede olvidar la producción cultural en tanto acción específica en el panorama de las resistencias a la destrucción social y ecológica de los pueblos del continente. América Latina ha sido un lugar de gran exuberancia cultural. En el plano literario, autores como Gabriel García Márquez, Eduardo Galeano, Julio Cortázar, Pablo Neruda, Ernesto Cardenal y muchos otros han desempeñado un gran papel. La obra del pintor Guayasamín, las canciones de Chico Buarte, de Silvio Rodríguez, de Pablo Milanés, de Carlos Mejía Godoy, y de centenares de otros cantores y músicos; y en el cine, las producciones de Bolivia, Argentina, México, Cuba y Brasil, fueron también canales importantes de concientización social.
En el plan religioso, como ya lo hemos señalado, el desarrollo de las Comunidades eclesiales de base y de la Teología de la Liberación es muy conocido y no necesita explicación adicional. A pesar de la represión eclesiástica y política, estas corrientes todavía existen y tienen sus expresiones y su impacto.
Testigos de la fuerza de la cultura en América Latina, un meeting por el Primero de Mayo puede ser acompañado de lecturas de poemas; una reunión política se celebra con canciones populares, y un movimiento social es capaz de empezar sus actos con una referencia religiosa.
Las “izquierdas” políticasEvidentemente es imposible hablar de manera general de las “izquierdas” del continente. Cada país tiene sus características específicas. Sin embargo, se puede observar, tanto algunas tendencias similares como diferencias significativas, que dan lugar a reflexiones interesantes en el ámbito de las ciencias sociales.
Varios regímenes políticos nuevos son el fruto de la convergencia de movimientos sociales. Es el caso del PT, en Brasil; del MAS, en Bolivia; y de la nueva coyuntura política del Ecuador. Está bien claro que existen diferencias frente a la conquista o frente a la gerencia de los poderes del Estado. En Brasil, Uruguay y Nicaragua, el proceso electoral clásico ha permitido el ejercicio del poder ejecutivo y legislativo según los mecanismos habituales de la democracia representativa. En otros países, como Ecuador y Bolivia, la reforma constitucional ha sido necesaria para cumplir con el proceso de transformación social y ha exigido medidas excepcionales.
En Venezuela, el proceso electoral permitió ganar las elecciones y organizar un gobierno, pero no hacer funcionar el Estado con la administración aún de manera significativa en manos de funcionarios adversos alproceso. Por eso se organizó un Estado paralelo, utilizando las varias “misiones” para la alfabetización, la enseñanza, la salud, la economía popular, la reforma agraria, la democracia participativa. Es la misma preocupación que presidió la propuesta de unir en un solo partido las fuerzas de izquierda (y no de crear un partido único, como lo pretende la oposición seguida por una gran parte de los medios de comunicación).
Como sabemos, el movimiento Zapatista tiene una posición bien diferente sobre el ejercicio del poder político. Se trata de reconstruirlo desde abajo y no de ganar a nivel nacional un poder que no será capaz de cumplir con las políticas necesarias. Por eso, el subcomandante Marcos propuso la abstención en las elecciones presidenciales de 2006 e inició su “otra campaña”.
En Cuba, la Revolución socialista que tiene más de cuatro décadas de existencia y ha podido sobrevivir, tanto al embargo de los Estados Unidos y al aislamiento político occidental, como a la caída del bloque socialista europeo, funciona con un partido único. Este tipo de gestión del Estado, que tiene un grado de flexibilidad interna mayor de lo que se dice generalmente, parece hoy más ligado al temor a la manipulación política por parte de los Estados Unidos (como en los casos de Nicaragua o del Salvador), que a una doctrina política. De todas maneras, la existencia de una Cuba revolucionaria durante casi medio siglo ha sido un factor clave en el despliegue de la transformación política del continente.
Las posiciones políticas frente al sistema económico son también muy diferentes. Lula, en Brasil, adoptó una política económica de continuidad con la orientación neoliberal de Fernando Enrique Cardoso (más a la derecha, según este último): pago del servicio de la deuda externa, independencia del banco central, proclive al agrobusiness, etc. Su característica propia es el desarrollo de programas de ayuda social elaborados y eficaces, pero sin cambio real del modelo económico.
Venezuela, Bolivia y Ecuador desarrollaron políticas de recuperación del control sobre sus recursos naturales. Sin embargo, por necesidades técnicas no están en capacidad de distanciarse de una cierta dependencia de las multinacionales del petróleo y del gas, ni de reorientar fundamentalmente los flujos de estos recursos hacia el exterior, en particular, hacia los Estados Unidos. Nicaragua no se encuentra en capacidad de denunciar el TLC que lo vincula con los Estados Unidos.En Bolivia, el vicepresidente García Linera habla de la construcción de un “capitalismo andino-amazónico” para calificar el proyecto actual del país.
Aun en Cuba, el fin del “período especial”, después de la caída de la Unión soviética, exigió el establecimiento de una doble moneda, la apertura al capital extranjero y el desarrollo del turismo internacional con fuertes inversiones europeas. El carácter positivo de los índices macroeconómicos desde 2005, en gran parte gracias a la cooperación con Venezuela, se traduce poco en la vida cotidiana de los ciudadanos (con excepción del fin de los apagones), porque el retraso de las inversiones públicas y las dificultades de la agricultura absorben el superávit.
En todo el continente, tanto las resistencias como las nuevas iniciativas están todavía acondicionadas por la agenda del proyecto neoliberal, pero se manifiestan también en verdaderos esfuerzos por una nueva integración.
Los proyectos de integraciónDesde hace más de tres décadas existen proyectos regionales de colaboración económica, como el Mercado Común Centroamericano, varias alianzas en el Caribe y entre los países andinos, y también acuerdos bi o trilaterales. Sin embargo, los nuevos proyectos tienen características propias. El Mercosur que ha salido de un cierto letargo incluye ahora a Venezuela y se presenta como una de las alternativas al ALCA. Venezuela ha dado nuevos pasos: Petrocaribe, que implica el abastecimiento de petróleo a precios ventajosos con facilidad de pago para 11 países; Petrosur, que une a Venezuela, Brasil y Argentina para la industria del petróleo y del gas; proyectos de oleoductos y gaseoductos, entre Venezuela y Panamá, y hacia el sur, etc. En 2007, tuvo lugar la segunda Cumbre Energética en la isla venezolana de Margarita.
Se firmó en 2007 un acuerdo para la constitución del Banco del Sur (Argentina, Brasil, Bolivia, Uruguay, Paraguay, Venezuela) con el fin de realizar una autonomía financiera, y finalmente el ALBA, por el momento un tratado entre Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y en el futuro Ecuador y probablemente Haití, que prevé varias formas de integración económica, social y cultural, y también una participación de los movimientos sociales. La realización de Telesur se inscribe en esta lógica, y la idea de Evo Morales de construir la Alianza Latinoamericana en las áreas del hábitat, la alimentación, el empleo y la salud corresponde a la misma preocupación. Acuerdos de cooperación cultural entre Cuba, Venezuela y Bolivia incluyen, entre otros, los programas de alfabetización. La Operación Milagro iniciada conjuntamente por Venezuela y Cuba permite curar centenares de miles de enfermos de la vista, demasiado pobres para ser atendidos en sus países respectivos.
Lo que caracteriza estas nuevas iniciativas es que se sitúan al margen de los circuitos tradicionales del sistema capitalista y en particular fuera del control de las instituciones internacionales del neoliberalismo, como el Banco Mundial y el FMI. También ellas tienen una orientación antimperialista muy clara.
Evidentemente existen obstáculos a este tipo de integración del continente. Varios países siguen otras vías. Se trata en particular de México y Colombia, donde los regímenes políticos son claramente neoliberales y aliados de los Estados Unidos. La represión de los movimientos populares y el uso de la democracia para cubrir la búsqueda de los intereses de las clases dominantes, impiden cualquier adhesión de tales países a las nuevas iniciativas.
Perú y Chile no manifiestan ningún entusiasmo hacia las nuevas orientaciones, por razones diferentes, aun cuando ambos están ligados por un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos (TLC). El primero, por desconfianza (tradicional) hacia el tipo de bolivarianismo que propone Hugo Chávez, líder de la nueva integración; y el segundo, por su modelo económico netamente neoliberal, acompañado por un sistema político que concede a la derecha un peso demasiado importante, caracterizado por una falta de reconocimiento de los derechos de su minoría indígena y por una fractura social profunda a pesar de un crecimiento económico espectacular.
Los Estados Unidos, por su parte, no pueden aceptar un fracaso de su política hegemónica y remplazan el ALCA por tratados bilaterales. Refuerzan sus vínculos con los países aliados y tratan de establecer contactos privilegiados con los elementos más débiles de las alianzas, lo que promueve una cierta desconexión (Brasil, Uruguay).
No se puede en un corto tiempo tener en cuenta todas las situaciones ni todos los desafíos. Podemos concluir que es muy claro que lo que pasa en el continente no significa una ruptura real con el neoliberalismo; es decir, con la fase actual del capitalismo. Sin embargo, la acción política va más allá de las resistencias para construir alternativas por lo menos parciales, lo que no se presenta en otras partes del mundo, y el tono es netamente antimperialista.
Se trata ahora de abordar un aspecto más teórico del tema, ligado a la interpretación de los fenómenos por las ciencias sociales. Nos limitaremos a tres tópicos: los movimientos sociales y sus vinculaciones políticas, el problema de las alternativas y la ética.
IV. ALGUNOS DESAFÍOS PARA LAS CIENCIAS SOCIALES MOVIMIENTOS SOCIALES Y ACCIÓN POLÍTICA
Entre los científicos sociales existe un acuerdo general sobre dos puntos. Por una parte, en América Latina, el nuevo panorama político ha sido influido por los movimientos sociales; y por otra, la historia de las resistencias ha sido caracterizada por convergencias, que, como lo dice Theotonio dos Santos, han creado un nuevo paradigma en la oposición al pensamiento único. Sin embargo, las interpretaciones de los hechos varían en cuanto a las causas, tanto como a propósito de los efectos, las estrategias y la conceptualización.
Michael Hardt y Antonio Negri han propuesto el término de multitud para expresar el estado actual de las resistencias contra el neoliberalismo. Se trata, pues, para ellos, de una multitud de agentes creativos y diferentes4, que no deben ser similares para cooperar5. Ellos forman un sujeto social activo a partir de lo que las singularidades tienen en común6, capaz de comunicar y de actuar como un todo, manteniendo sus diferencias internas7. El concepto de multitud difiere de la noción de pueblo, que es una síntesis que reduce las diferencias dentro de una identidad única8, y también de la de muchedumbre o masa, porque la multitud no está fragmentada, ni es anárquica o incoherente.
Estos dos autores insisten sobre la importancia de las redes y de la democracia para el funcionamiento de la multitud, hasta el punto de hacer de la organización un fin. Afirman que la multitud es un concepto postmoderno (la modernidad elimina las diferencias) y postfordista, porque se trata de una organización policéntrica fundada sobre la pluralidad continua de sus elementos y de sus líneas de comunicación. En un sentido ellos se acercan a la concepción de Bruno Latour, que escribe que no se trata de grupos, sino de agrupaciones9.
Además, para Hardt y Negri, la multitud es el conjunto de los que rechazan la dominación del capital10 porque son las víctimas del orden global definido por el imperio. Como se ve la referencia al concepto de imperio es central11. La definen como la expresión de la globalización, hecho impersonal, resultado de la lógica del capitalismo12. El imperio es el fruto de la transformación de las formas de producción y de reproducción económica y social13, que permiten establecer una nueva soberanía imperial14 y crear también nuevas subjetividades15. Eso constituye el vínculo entre imperio y multitud.
Se puede criticar esta concepción, no por su análisis de la diversidad de los actores, sino por el hecho de que la multitud aparece más como un concepto que como un sujeto de acción. No se ve cómo se puede establecer una vinculación con el campo político; la única indicación ofrecida por los autores es que se trata de un actor automático. James Petras se pregunta, en su lenguaje directo y radical, “¿quién va a organizar la lucha por el poder socialista del Estado?”16. Emir Sader añade: “¿Cómo construir una hegemonía alternativa que representa las mayorías?”17. Theotonio dos Santos, haciendo referencia a Gramsci, plantea el problema de la construcción del “nuevo bloque histórico”18. Edgardo Lander, refiriéndose a Venezuela, observa que aún en este país falta una estructura política a los proyectos alternativos19; y, sin embargo, según Hardt y Negri, este país es un verdadero laboratorio para la multitud.
A propósito del concepto de imperio, recordamos las palabras de Atilio Boron: se trata (en Hardt y Negri) de un imperio sin imperialismo. James Petras está de acuerdo en decir que el imperio neomercantilista, como él lo llama, no puede ser solamente atribuido a los Estados Unidos (solamente el 48 % de las multinacionales tiene sus sedes en los Estados Unidos, el 30 % está en Europa y el 10 % en Japón)20. Este hecho permite compartir el análisis de Hardt y Negri, que va más allá de la confrontación geopolítica, para subrayar el carácter global de la dominación del capital y la transformación profunda de las relaciones sociales de producción y de reproducción que eso significa. Sin embargo, si el imperio es global, debemos recordar que solo los Estados Unidos, como nación, son capaces de un liderazgo militar mundial, y que su peso económico es particularmente importante en el continente latinoamericano, que se enfrenta de manera directa con una hegemonía económica y política del Norte (doctrina Monroe).
Hardt y Negri aluden a los foros sociales mundiales. Es verdad que los foros reivindican la diversidad. Es lo que Chico Whitacker, de Brasil, uno de los actores principales de la corriente altermundialista, afirma con fuerza21. Los foros no son órganos de decisión ni de acción, sino lugares de encuentro y espacios de intercambio. Ellos desempeñan sin duda un papel significativo en la creación de una conciencia colectiva y también ayudan a la creación de redes de acción común. Hardt y Negri describen numerosas características de los foros, pero llegan a una conceptualización muy discutible, al aplicarle su concepto de multitud.
Otro es el enfoque de Boaventura de Souza, que evidentemente nota la novedad de la situación y del pensamiento. Él habla de “pluralidades despolarizadas”22, lo que sin duda significa una ruptura epistemológica con las antiguas teorías extremas de ciertos movimientos sociales o políticos de izquierda y marca la posibilidad de un nuevo concepto de unidad de acción. Pero, para Boaventura de Souza, no se trata de “multitud”, sino de nuevos actores colectivos. Es un proceso difícil, dice el autor, porque faltan procedimientos de traslación (comunicación entre actores diferentes). Sin embargo, el proceso de politización que se nota en América Latina, es decir, el impacto y los vínculos entre movimientos sociales y organizaciones políticas, se realiza por la vía de la despolarización entre los dos términos. La reunión organizada por el Centro Martin Luther King en La Habana en abril 2007, con cerca de 50 movimientos relacionados con el tema: “América Latina: Movimientos sociales, alternativas políticas y paradigmas emancipatorios”, comprobó la nueva dinámica en favor de acciones.Cierto, debemos reconocer que Hardt y Negri hablan de multitud de actores, pero el concepto queda demasiado vago y finalmente poco movilizador, y por eso parece necesario proponer otra perspectiva. Sin duda, también la convergencia de las resistencias es un hecho nuevo, y se puede citar una fecha: 1999, con la protesta contra el OMC, en Seattle, y El Otro Davos, primer encuentro de varios movimientos sociales con intelectuales y ONG progresistas. Este fenómeno corresponde a una nueva conciencia colectiva y se debe explicar por qué.
Nuestra propuesta es reconocer en primer lugar que la base general de la coyuntura actual es la globalización capitalista, es decir, no solamente la subsunción real del trabajo organizado (material o no material) al capital, sino la subsunción formal de todas las otras formas de subsistencia y de relaciones humanas a la ley del valor, por mecanismos financieros (la deuda, los paraísos fiscales) o jurídicos (normas del FMI, del OMC, del Banco mundial). Eso provoca lo que Aníbal Quijano llama “la igualdad de las desigualdades”23. Todas las clases sociales y los grupos en posición subalterna se ven afectados en su vida cotidiana por esta dinámica, que lejos de ser solamente económica, tiene sus dimensiones sociales, políticas y culturales.
Todos los grupos humanos sometidos sufren las consecuencias de la universalización de la sumisión al capital y a la lógica de la acumulación, y es lo que explica la convergencia de las resistencias. Todos afrontan el mismo enemigo, de una manera u otra. Lo nuevo no es la resistencia, sino la convergencia. El proceso no es fácil, porque las culturas de lucha son muy diferentes, lo que todos los autores de ciencias sociales reconocen.
Pero no se trata de una “multitud” –cualquiera que sea el sentido dado al concepto de Hardt y Negri, inspirado por Spinoza–, sino de una convergencia de actores reunidos para manifestaciones de protesta, para el intercambio de experiencias y, hoy en América Latina, para la construcción de alternativas, hasta en el campo político.De hecho, lo nuevo en América Latina es que más allá de los encuentros y de los intercambios, ya difíciles por las diferencias de “lenguaje”, la etapa de la “ofensiva”, como dice Theotonio dos Santos, se ha traducido en proyectos políticos. Es por eso que una tarea fundamental de las ciencias sociales es estudiar los procesos en sus diferencias y analizar los resultados.
Ya se puede concluir que de hecho la acción se realiza también en el plan político, sobre la base de objetivos comunes, sin pérdida de identidad, vía redes de actores. Así, en la lucha contra el ALCA, por ejemplo, muchos actores colectivos intervinieron juntos por este objetivo concreto, movilizador y con posibilidad de éxito, aún si las prioridades de cada uno quedaban diferentes para los campesinos, los indígenas, las mujeres, los jóvenes o los obreros. Se constituyeron redes, no solamente de protesta social, sino también de acción política, como en los casos del PT, en Brasil, o del MAS, en Bolivia. En un sentido se trata ya en América Latina del inicio de las redes de redes, que empiezan a construir el nuevo sujeto histórico, plural y diverso, portador de las aspiraciones altamente cualitativas de la humanidad contemporánea?
LA BEBIDA NO EXISTE TODAVIA, PERO EL GOBIERNO BOLIVIANO YA EMPEZO LA PROMOCION
AUMENTA EL CULTIVO POR LA COCA COLLA
El fenómeno no comenzó en diciembre de 2005 con la elección del aymara Morales como presidente del país, que marcó el punto más alto de la ola, sino viene desde el retorno de la democracia en 1982.
Poco más del 60% de la población es indígena aunque gran parte de los bolivianos se reconocen como mestizos. Ese mestizaje ganó espacios en la economía, la cultura y en todos los espacios de la vida pública, pero en la política era decorativa.
En Bolivia la pobreza tiene rostro indígena. La incidencia de la extrema pobreza es de 47% entre los indígenas y 25% entre los que no son, según un estudio del gobierno.
"Estamos viviendo una remoción de elites y una ampliación de identidades en el ejercicio del poder", dijo el analista político Carlos Cordero. "Percibo que en la elite existe un proceso de mestizaje, sin que los distintos personajes pierdan sus identidades individuales", afirmó Kathryn Ledebur, de la Red de Información Andina.
Mientras los partidos tradicionales dominados por blancos están en retirada tras el arrollador triunfo de Morales al lograr la reelección el 6 de diciembre, indígenas y mestizos toman espacios que antes eran ocupados por aquéllos.
El único partido que ha quedado en pie tras la elección es el Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Morales, los demás fueron virtualmente borrados del mapa político.
Pero el mayor desafío no es haber arribado al gobierno sino cambiar la realidad de un país pobre gobernado por elites corruptas y el gobierno de Morales no a sido la excepción: en su interior estallaron casos de funcionarios corruptos en el ejercicio público.
En 1982 cuando Bolivia retornó a la democracia los políticos indígenas luchaban por abrirse paso. En años posteriores aymaras y quechuas, las etnias mayoritarias, ensancharon el camino. En 1997 una marcha de miles de kilómetros "por el territorio y la dignidad" marcó la hora de las etnias del oriente, entre ellas la de los guaraníes.Desde entonces andinos y orientales sumaron fuerzas. Fue una revolución no exenta de confrontación, pero al final pacífica.
La Constitución aprobada en referendo a principios de 2009 consagra un estado plurinacional que en los hechos significa que todos los poderes del Estado tendrán presencia de indígenas incluyendo la Corte Suprema, el Tribunal Constitucional y la Corte Electoral.
Por primera vez la Asamblea Legislativa Plurinacional surgida de las elecciones será mayoritariamente indígena. Pero todavía está por verse si ese triunfo se traduce en mayor participación en el gabinete de Morales dominado por blancos.
Con excepción del canciller David Choquehuanca, aymara como Morales, sólo dos ministerios considerados de menor peso están en manos de mujeres indígenas. El disidente oficialista Román Loayza comentó a la AP que Morales ha logrado evitar que otro indígena le haga sombra.
La defensa de la tierra, un fuerte nacionalismo y la reivindicación étnica son la bandera política de los originarios en Bolivia.
En ningún otro país del continente es tan evidente el avance indígena como en este y Evo Morales ha sido una figura influyente en movimientos similares de América Latina.
En Ecuador, recientes protestas fortalecieron al movimiento de los originarios que han recobrado protagonismo en la vida pública de ese país tras superar fracturas internas.
La Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE) tuvo un papel central en los derrocamientos de los presidentes Abdalá Bucaram (1997) y Jamil Mahuad (2000) y tuvo activa participación en 2003 en el gobierno de Lucio Gutiérrez. La caída de Gutiérrez golpeó sin embargo las estructuras de la organización indígena.También en Chile el tema cobró notoriedad pública con la demanda de los mapuches que buscan la restitución de tierras ancestrales y una "autonomía" para su pueblo.
En Perú el estallido de una protesta indígena en junio pasado obligó al gobierno de ese país a derogar decretos sobre la explotación de recursos naturales en la Amazonia.
Analistas coinciden en que en las dos últimas décadas los indígenas del continente sobre todo de la zona andina, cobraron mayor protagonismo político tras siglos de vivir relegados y aseguran que el movimiento está sólo comenzando. Observador Global (www.observadorglobal.com)
EL CAPITALISMO LLEGÓ A SU “CRISIS TERMINAL”: GONZÁLEZ CASANOVA
Insta a reconocer triunfos como la revolución cubana y la creación de los caracoles zapatistas. Luis Villoro llama a la “resistencia organizada” para abrir “el camino a un mundo diferente”
La Jornada de México (www.jornada.unam.mx)
La convicción de que un cambio social y político es inevitable en México y en el mundo fue sostenida por el doctor Pablo González Casanova, subrayando lo que fue el punto de mayor acuerdo entre los participantes del Seminario internacional de reflexión y análisis, celebrado durante cuatro días en el Cideci-Unitierra de esta ciudad, que concluyó hoy por la noche.
González Casanova profundizó en que, para conseguir la “organización pacífica” de este cambio, es necesario identificar “lo que no conocemos bien y que deberíamos reconocer mejor para alcanzar la victoria”. Sobre todo, convocó a reconocer lo que “ya son triunfos”, hechos de cambio profundos e irreversibles, entre los que destacó la Revolución cubana y la creación de los caracoles zapatistas.
Cuba “es la única nación victoriosa en la historia que tras una revolución socialista sentó las bases para impedir el retorno del capitalismo”; y las novedosas formas de gobierno de los indígenas chiapanecos poseen una “dimensión universal”, al ser las juntas de buen gobierno “una organización que permite lograr y preservar la libertad, la democracia, la justicia y la paz para todos, y preservar la vida en la Tierra”.
También anoche, el filósofo Luis Villoro enunció la necesidad de devolver la ética a la política desde el multiculturalismo y superar la visión “occidental” como única explicación del mundo.
Retorno de saberes indígenas
En sentido similar, la sicoanalista Sylvia Marcos destacó lo trascendental que ha sido “el retorno de los saberes de los pueblos indígenas” a la conciencia general en este momento de crisis, y el surgimiento de “la visión de un futuro que sea nuestro pasado también, gracias a conocimientos que se creían desaparecidos”.
El escritor John Berger envió al seminario un mensaje para presentar su ensayo Cómo resistir la prisión-mundo: “Es el principio de un nuevo año, el principio de una nueva década. ¿Qué historia estamos viviendo? ¿Qué le pasa al mundo? Lo más claramente que podamos responder estas preguntas, lo más activamente podremos actuar. No tengo respuestas, sólo algunas observaciones”. Ofreció “lo que veo cuando cierro los ojos para pensar en lo que he visto, y después con los ojos bien abiertos”, para “actuar y ser persistentes”.
González Casanova aseveró que el capitalismo mundial ha llegado a su “crisis terminal”, y tras describir sus rasgos más evidentes y destructivos, insistió en identificar los cambios que son victorias. “La cultura de la negociación sigue prevaleciendo, pues la inmensa mayoría de la población está pidiendo todavía cambios pacíficos”, admitió, y recordó que durante los diálogos de San Andrés Larráinzar entre el EZLN y el gobierno federal, en 1995-1996, los zapatistas determinaron el límite: “la dignidad no se negocia”.
Consideró necesario comprender la “historia emergente” de nuestros días (donde se juntan de manera inusual categorías como “Estado-pueblo y moral colectiva como fuerza colectiva”), así como “profundizar en una política revolucionaria que asegure el éxito de otros modos de producción y acumulación que se vinculen en una nueva relación con la naturaleza y la vida”.
Agregó que también es indispensable registrar “el inmenso enriquecimiento que significa la lucha por los pueblos oprimidos de la Tierra”, así como “la nueva presencia colectiva de las mujeres con su activismo revolucionario” y las luchas contra los prejuicios acerca de los homosexuales, que han establecido espacios para la tolerancia y la libertad.
Instó a fortalecer las “redes de redes” nacidas en años recientes, “apoyadas desde sus orígenes por el movimiento zapatista, por Cuba y por muchas otras fuerzas progresistas y revolucionarias”, pues la organización de los trabajadores y los pueblos en estas redes “es la clave de la transformación mundial”.
Villoro sostuvo que “frente al sistema capitalista mundial otra visión del mundo es posible”. No “bastan las buenas intenciones” para realizar cambios, invocando los derechos universales, como hasta ahora. “Contra los males del capitalismo mundial sólo cabría una resistencia organizada que abriera el camino a un mundo diferente, y aun contrario al capitalismo mundial”. Un “orden plural que respondiera a la multiplicidad de culturas, y no una pretendida cultura mundial (occidental)”, que impone “formas de vida no elegidas”, lo que ha llevado al individualismo y la destrucción de la naturaleza, a diferencia del comunitarismo indoamericano.
Sergio Rodríguez Lazcano, director de la revista Rebeldía, saludó a Villoro y González Casanova como “maestros-compañeros de su generación, la del 68”, y enseguida hizo eco a la opinión zapatista de que el colapso del capitalismo no necesariamente es inminente; resulta necesario juntarse para hacerlo caer. “No son posibles los parches al sistema, pero son posibles, y necesarios, los movimientos antisistémicos”, que de “abajo y a la izquierda” construyen “otra política”.
Durante su participación, el escritor y pensador social Walter Mignolo, prudentemente, señaló: “no sé si va a caer el capitalismo, pero sí perderá su carácter unicéntrico”. De la crisis ambiental “nadie escapa, ni siquiera los países centrales capitalistas”.
Estamos, dijo, en un “momento crucial que va a definir los próximos 30 ó 40 años”. Aquí destacan “los nuevos órdenes que se están construyendo en la actualidad, como el zapatismo”, al cual consideró “un ordenador de conocimientos y prácticas que parecían dispersos”.
El propio Mignolo sostiene en un ensayo que también presentó ahora Cideci-Unitierra: “La revolución teórica del zapatismo, con sus consecuencias éticas y políticas, indica que ha llegado el tiempo de mirar más allá de las herencias europeas”, para “imaginar y levantar futuros democráticos”, en un contexto de verdadera “descolonización”.
Catherine Walsh, procedente de Perú, propuso ir “más allá de lo antisistémico”, desde la “insurgencias” de Abya Yala (esa noción andina del mundo que también está lista para la transformación del planeta, con base en el “buen vivir” por el cual se lucha hoy en Bolivia, Ecuador y Perú).
La semana internacional
EL REGRESO DE LOS MUERTOS VIVOS
El Bicentenario no nos encuentra unidos ni dominados, sino peleados con el espejo
La Nación de Argentina (www.lanacion.com.ar)
El Pacífico no es tan pacífico como parece: da nombre a la guerra que, entre 1879 y 1883, libran Chile, Perú y Bolivia. Esa guerra deja tantos muertos como cicatrices. Cada tanto afloran los traumas. Bolivia, privada de mar, observa cómo Chile y Perú, privados de diálogo, aún mantienen un contencioso por la frontera marítima en la Corte Internacional de Justicia de La Haya. En el máximo tribunal de las Naciones Unidas, también dirimen sus entuertos la Argentina contra Uruguay; Nicaragua contra Colombia, y Ecuador contra Colombia. En 2007, Honduras y Nicaragua resuelven en ese ámbito sus disputas territoriales.
La hermandad latinoamericana, más creíble en la voz de Mercedes Sosa que en la coherencia de sus gobiernos, no suelda políticas comunes; amontona voluntades esporádicas. Evo Morales ve a Alan García "muy gordo y poco antiimperialista". García sospecha que Morales ha suscripto "un acuerdo bajo la mesa" con Michelle Bachelet para obtener la salida al mar. Bachelet, a punto de coronar su presidencia, lidia con García por un escándalo de espionaje atribuido a un suboficial de la fuerza aérea peruana, presunto colaborador a sueldo del servicio secreto chileno.
García, cuyo índice de adhesión popular dista mucho del alcanzado por Bachelet en su presidencia, deja que se le inflame la vena nacionalista: denuncia "actos repulsivos que no corresponden a un país democrático". Las secuelas de la discordante Guerra del Pacífico brotan, un siglo largo después, en improperios contra Chile, tachada de "republiqueta" que se siente "envidiosa". Es tan exagerada la reacción que se acerca más al arrebato de un marido despechado que a una proclama gubernamental.
Morales, a su vez, se recarga o se recicla a sí mismo hasta 2015 tras ser reelegido al amparo de la nueva Constitución de Bolivia, de corte indigenista, en un país cuya población es mayoritariamente indígena; la fórmula opositora está integrada por Manfred Reyes Villa, ex prefecto (gobernador) de Cochabamba, acusado de corrupción, y Leopoldo Fernández, ex prefecto de Pando, procesado por la matanza de 13 campesinos en 2007.
No sólo entre los países, sino dentro de algunos de ellos priman la crispación y la desconfianza. En vísperas del Bicentenario, América latina no está unida ni dominada, sino zurcida a garrotazos.
Entre Venezuela y Colombia, los chisporroteos son continuos. Detrás de todo, según Hugo Chávez, están los servicios de inteligencia de Colombia y, tras el permiso de Alvaro Uribe para el desembarco de soldados norteamericanos en sus bases, el gobierno de los Estados Unidos. La CIA, cuya única obsesión parece ser tumbarlo, monta "operaciones basura", según la fina expresión de Cristina Kirchner, para enlodarlo después de ser generoso con los bonos adquiridos a la Argentina con menos burocracia y más interés que el Fondo Monetario.
En la región ni los muertos descansan en paz. Uno ha vuelto de la tumba para complicarle la vida al presidente en Guatemala, Alvaro Colom; lo acusa el difunto abogado Rodrigo Rosenberg, en un video póstumo, de planear su asesinato. Cerca, en Honduras, el regreso de los muertos vivos ha ejecutado un golpe de Estado. Es la ocurrente fórmula de "sucesión constitucional" que supervisa el supuesto presidente, Roberto Micheletti, para evitar que Manuel Zelaya, refugiado en la embajada de Brasil en su propio país, convoque a un referéndum para validar en forma ilegal su reelección, alentada por Chávez. En el ínterin, con la crisis en ebullición, Porfirio Lobo pasa a ser el presidente electo, bendecido por los Estados Unidos, Costa Rica, Panamá, Perú, Colombia y México.
Con ellos discrepa, entre otros, Luiz Inacio Lula da Silva, el gran fenómeno de 2009. Lo han adoptado como modelo el presidente electo de Uruguay, José "Pepe" Mujica, y los candidatos chilenos sin distinción. Los actuales mandatarios, Tabaré Vázquez y Bachelet, gozan de una alta aceptación y no por ello, o quizá por ello, se rehúsan a dejarse tentar con reformas constitucionales para ser reelegidos. Ese recurso, probado en la década del noventa, requiere un presidente alienado, un oficialismo alineado y una oposición desaliñada. Con él coquetea por segunda vez Uribe sin reparar en la advertencia de Bolívar que Chávez también soslaya: "La continuación de un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos".
Dos siglos después de ese aviso, las repúblicas caudillistas sin cultura democrática que teme legar la mayoría de los próceres son, en ocasiones, democracias electorales sin cultura republicana, más concentradas en el rédito interno de sus disputas que en el beneficio externo de sus potencialidades. En ellas, desprovistas del espíritu de soberanía compartida que guía la Unión Europea, cada tanto afloran los traumas. Cada tanto, entre reforma y reforma, cobran subsidios y votan en las elecciones los muertos y hasta se atreven a enseñarles las uñas a los vivos. No está en discusión la democracia, sino su calidad. Entonces, el Pacífico no es tan pacífico como parece y el futuro amenaza con conjugarse en tiempo pretérito.
¿CUÁLES SON LOS DESAFÍOS PARA EL ANÁLISIS SOCIAL?
La situación sociopolítica del continente latinoamericano ha cambiado de manera notable desde el principio de este siglo. Tomar como parámetro del cambio político el año 2002, fecha de la elección de Lula, en Brasil, parece emblemático. Como escribe Theotonio dos Santos, se trata del paso de las resistencias a la ofensiva. Tal fenómeno tiene que ser analizado con las herramientas de las ciencias sociales, es decir, tiene que ser históricamente situado, dialécticamente interpretado y puesto en su contexto global.
Los Andes de Perú (www.losandes.com.pe)
¿POR QUÉ EN AMÉRICA LATINA?
Dentro del proceso global de la orientación neoliberal de la economía mundial, es muy interesante constatar la transformación del campo político en América Latina y lo que no ha ocurrido en los otros continentes de la periferia del capitalismo central. Varias hipótesis pueden ser elaboradas para entender esta diferencia. La principal es que en América Latina, la fase neoliberal del capitalismo contemporáneo ha sido percibida por la mayoría de los grupos sociales como una agresión, y de hecho lo ha sido. Mientras tanto, en los países asiáticos –tanto los “tigres”, como los países “socialistas” (China y Vietnam), y los del sureste asiático (la India, en particular)– la mayoría la perciben como una oportunidad. En África, por razones de una larga y difícil construcción de su identidad política nacional, la conciencia de esta lógica de dependencia recién empieza a desarrollarse. Para comprobar estas hipótesis es posible proponer varias razones.
En el plan económico, el fracaso rápido del modelo de desarrollismo propuesto por la CEPAL en los años sesenta, que corresponde con el modelo de Bandung (Nation Building), fue mucho más rápido en América Latina que en el contexto asiático.
Grandes países como China e India, a pesar de tener regímenes políticos muy diferentes, han podido realizar este concepto durante mucho más tiempo. En el continente latinoamericano, este fracaso significó la entrada masiva del capital exterior, acompañada por una ola de dictaduras (se puede pensar en el caso de Pinochet) que abría la economía subcontinental al neoliberalismo.
También se puede añadir que, al contrario del continente asiático, no hubo prácticamente reformas agrarias en América Latina. Las iniciativas asiáticas de diverso tipo –capitalista en Taiwán o Corea del Sur, socialista en China y Vietnam– tuvieron como resultado, o bien favorecer una transición a la industria, o bien aumentar el poder de compra de las masas agrarias, por lo menos al nivel de subsistencia. En América Latina hubo relativamente poco desarrollo industrial, con excepción de algunos polos. Al contrario, en Asia, la industrialización y después la extensión de una economía de servicios han tenido un impacto significativo.
Otra diferencia fue el desarrollo, en América Latina, de una burguesía compradora que ha tenido muchas ventajas con la implantación del modelo neoliberal, al mismo tiempo que las distancias socioeconómicas aumentaban. Según Claudio Katz, economista argentino, “la carencia de un segmento gerencial competitivo es un bache de larga data, que proviene del carácter vulnerable y discontinuo que presenta la acumulación en los países periféricos”2. En Asia, por lo menos en algunos países grandes, hubo un real desarrollo de una burguesía nacional, como en la India, Indonesia, Malasia y también últimamente en China y Vietnam. Estos dos países habían basado su desarrollo en un modelo de capitalismo de Estado que, con la apertura al mercado, permitió la constitución de nuevas élites provenientes de la burocracia del Estado o del partido.
Finalmente, como señala Claudio Katz, América Latina fue el lugar de las primeras crisis financieras (México, 1995; Brasil, 1999; Argentina, 2001), fruto del neoliberalismo, después de la explosión de la deuda ya en 1982. El mismo autor añade que estallidos lejanos como el desplome de la Unión Soviética, y la crisis asiática, tuvieron efectos aún más perdurables en la región que en sus propias zonas de origen3.
Desde el punto de vista político, se puede también plantear algunas razones de las diferencias. En los últimos 25 años, América Latina ha conocido un desmantelamiento del Estado, bajo orientaciones determinantes del FMI y del Banco Mundial. En la mayoría de los países asiáticos este no fue el caso. El desarrollo de países como Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Hong Kong, se debió a la existencia de un Estado fuerte y a la planificación a mediano y largo plazo. La centralización estatal de China y Vietnam fue evidentemente predominante. En la India, la nacionalización de las industrias de base consolidó un poder político bastante extenso. El Estado en América Latina fue generalmente inconsistente, con frecuentes cambios de personal administrativo y poco impacto económico.
Podemos añadir también el hecho de que la política de containment fue tan fuerte en Asia como en América Latina. Se trataba de parar la extensión del comunismo presente en grandes países como China y Vietnam, y construir al mismo tiempo una barrera contra el peligro (teoría de los dominós) y una ventana de desarrollo capitalista alrededor de este grupo de países. Dictaduras al servicio de nuevas élites locales y un régimen colonial (Hong Kong), impidieron el desarrollo de movimientos populares y de partidos de izquierda, y por otra parte hubo también un fuerte apoyo económico occidental: acceso preferencial a los mercados y financiamiento del Estado.
Así, el presupuesto de Corea del Sur fue apoyado en más del 50 % por los Estados Unidos durante más de 25 años. Por el contrario, en América Latina, si la “amenaza comunista” estaba presente, no se apoyaba en un gran Estado potente, sino en uno de los países más pequeños del continente (Cuba), o estaba alimentada por movimientos revolucionarios locales, relativamente fáciles de controlar –en América Central, por ejemplo, con guerras de baja intensidad; o en el Cono Sur, con regímenes militares.
En comparación con África, la descolonización en América Latina había sido más antigua. Por eso, el momento histórico de la postguerra mundial en el continente africano fue caracterizado por la recuperación de su identidad política. Las enormes dificultades de la transición post- colonial tuvieron como consecuencia centrar la atención más en el campo político que en el económico. Por otra parte, la integración continental es más fácil en América Latina, por la similitud de lenguas, mientras que África esta dividida en tres grupos lingüísticos principales: inglés, francés y árabe, sin hablar del gran número de lenguas locales.
El mundo árabe vive el neoliberalismo como una ofensiva occidental de destrucción cultural, más que como una dominación económica. Esta culturización del problema sirve a los intereses de las élites locales que reprimen todo movimiento social de izquierda y permite al fundamentalismo islámico canalizar las reacciones. Cuando el imperialismo se traduce en guerras para el control del petróleo, las resistencias toman caracteres muy violentos, como se ve en Iraq y en Afganistán, pero sin desembocar en un proyecto político postcapitalista.
Finalmente, la arrogancia de los Estados Unidos frente a los países latinoamericanos desempeñó un papel no despreciable. En una gran parte de estos países se habla de “la embajada”, lo que significa que solamente existe una y que ella constituye un verdadero actor político en la vida interior de los países. Eso ha sido un factor de aceleración de una toma de conciencia de la significación del imperialismo y la alianza entre lo político y lo económico. Sin embargo, la dificultad de reacción frente a la nueva situación política del continente está probablemente ligada al hecho de haberse enredado en el Medio Oriente.
Hay también razones sociales para la resistencia al neoliberalismo. Después de la ola de ensayos revolucionarios, que en la mayoría de los países no tuvieron éxito político, se desarrollaron movimientos sociales de nuevo tipo, sobre los cuales Hablaremos en detalle más adelante. Eso se manifestó de manera muy clara con el primer Foro Social Mundial de Porto Alegre en 2001. Tal vez por su origen en el continente, la influencia de los foros mundiales (cinco de siete), continentales (el Foro de las Américas), locales y temáticos (Amazonia), ayudó al desarrollo de una conciencia colectiva de resistencia al neoliberalismo más aguda en América Latina que en otros continentes.
Razones ideológicas y culturales permiten también entender la diferencia de reacciones contra el neoliberalismo. Varios factores han podido actuar en este sentido. Las ideas de la Revolución Francesa han influido en la cultura política latinoamericana mucho más que en otros continentes. Eso se nota no solamente en el pensamiento de los varios “liberta dores” del siglo XIX, sino también en el último período de ola neoliberal, donde a pesar de los “valores” contradictorios que se introdujeron, nunca este espíritu ha sido totalmente eliminado.
La corriente marxista humanista ha sido también una característica latinoamericana. Se puede hablar de un marxismo criollo, en el sentido de que dentro del pensamiento crítico del continente, el marxismo ha sido un elemento evidentemente central, pero siempre con aportes locales directos o indirectos. Podemos pensar en Mariátegui, en Martí, en el socialismo cubano y en muchos otros. Eso tal vez puede explicar el hecho de que la caída el Muro de Berlín no ha tenido el mismo impacto intelectual que, por ejemplo, en Europa, y se ha mantenido viva una referencia marxista a pesar de la ofensiva ideológica neoliberal.
Un factor geográficamente delimitado, pero de gran importancia, fue el renacimiento de los movimientos indígenas, que empezaron desde fin de los años noventa a ir más allá de la búsqueda identitaria y a luchar por su supervivencia económica. El nacimiento del Zapatismo en México o la combatividad de los movimientos indígenas en Bolivia y Ecuador son ejemplos ilustrativos importantes.
Finalmente, el desarrollo de la Teología de la Liberación, junto con las comunidades eclesiales de base, ha tenido un lugar cultural notable. Eso permitió el desarrollo de actitudes críticas y de compromisos políticos de los cristianos, con un apoyo intelectual y, durante un cierto tiempo, institucional, que ha tenido verdadero impacto en la cultura crítica del continente y en la constitución de movimientos sociales y políticos.Se puede así concluir que el continente latinoamericano ha sido más sensible al neoliberalismo que los continentes asiático y africano, por razones objetivas y subjetivas. Es evidente que en Asia las diferencias sociales fueron ampliamente acentuadas por las políticas neoliberales, pero la idea de que un día el conjunto del pueblo iba a poder acceder al nivel de consumo de los 20 % más ricos es todavía muy vigente. La única excepción es las Filipinas, muy similar, desde hace varios siglos, al modelo latinoamericano.
En América Latina la conciencia de lo que es el modelo neoliberal es más amplia que en el continente africano y en el mundo árabe por las razones ya explicadas. Estas son las hipótesis que pueden acercarnos a la respuesta a la interrogante: ¿por qué en América Latina?
II. EL CONTEXTO HISTÓRICO
Solamente añadiremos algunos aspectos de la historia contemporánea de América Latina que ayudan al análisis. Siempre es muy difícil caracterizar el continente como un conjunto. Lo único que se puede señalar, son las grandes corrientes que afectan, de una manera u otra, a todos los países del hemisferio. En este sentido se pueden recordar tres períodos principales.
El primero es el proyecto desarrollista cepalino. El principal pensador de esta orientación fue Raúl Prebisch, quien, después de la Segunda Guerra Mundial, propuso el modelo de sustitución de las importaciones por una producción local. El proyecto se apoyaba en pactos sociales entre sectores capitalistas y la parte organizada de los trabajadores. De hecho el mundo campesino estaba poco presente en estas perspectivas, aunque sí teóricamente se preveían reformas agrarias. Desde un punto de vista político, fue también el período de algunos regímenes de tipo “populista”, en particular en el Cono Sur. Muy rápidamente tal proyecto fracasó por el peso financiero de la transferencia de conocimientos y de tecnologías.
Un segundo período, con fechas muy diversas según los países, fue la integración progresiva a la economía mundial, con la penetración del capital extranjero; en particular, de multinacionales en los sectores de las materias primas y del agrobusiness. Regímenes dictatoriales acompañaron esta orientación económica, destruyeron los movimientos sociales y en particular lucharon contra los movimientos revolucionarios de tipo nacionalista, rural o urbano (doctrina de la seguridad nacional).El último período se caracteriza por el neoliberalismo. La apertura generalizada de los mercados promovida por lo que se ha llamado el Consenso de Washington fue apoyada por las organizaciones financieras internacionales, en particular el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Fondo Monetario Internacional.
Este modelo empezó a finales de los años setenta, para extenderse de manera general durante las décadas de los ochenta y de los noventa.
Desde el punto de vista económico, el neoliberalismo significó para el continente en general, con pocas excepciones, una reducción relativa del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), y una serie de crisis financieras. Hubo también una gran ola de privatizaciones, en ciertos países equivalentes a una verdadera piratería, en favor de intereses capitalistas, en gran parte extranjeros. Los salarios reales bajaron, muy a menudo en una escala más alta que en los países de fuerte industrialización. El desempleo aumentó en las zonas industriales y la urbanización salvaje se aceleró, especialmente hacia las grandes metrópolis, debido al subdesarrollo rural.
La consecuencia fue un aumento drástico de la pobreza. En el año 2000, había 224 millones de pobres (menos de dos dólares por día) y entre ellos 100 millones de personas viviendo, según los cálculos del Banco Mundial, en la extrema pobreza, es decir, con menos de un dólar por día. Hubo 30 millones de pobres adicionales, si se compara con 1990. Otro factor es el aumento de las migraciones, especialmente en ciertas regiones, de México, de América Central y del Caribe hacia los Estados Unidos; migraciones internas entre Nicaragua y Costa Rica; migraciones de ecuatorianos, colombianos y bolivianos hacia Europa, en particular hacia España, etc. En las regiones del narcotráfico, los campesinos que cultivan la coca para la producción de cocaína viven en regiones de depresión económica y generalmente de destrucción de sus cultivos tradicionales. En otras, como en Argentina, Brasil o Colombia, el monocultivo de soja, eucalipto, palma, etc. ha sido causa, no solamente de destrucción ecológica de las selvas originales, sino también de expulsión a veces violenta de poblaciones locales.
Entre un 15 y un 20 % de la población, según los países, gozan de un desarrollo económico espectacular y tienen un poder adquisitivo en aumento, que se dirige en gran parte hacia los bienes y servicios sofisticados producidos por el exterior.Desde un punto de vista político, las nuevas democracias que reemplazaron los regímenes militares o dictatoriales, se desarrollaron dentro de una impunidad jurídica de los actores políticos precedentes y con una crisis profunda de la democracia representativa. El conjunto de estos factores provocó un declive real de la credibilidad de las instituciones políticas tradicionales, aún las que fueron fruto de movimientos sociales, como en Brasil, Nicaragua y Uruguay.
III. LA RELACIÓN ENTRE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y LAS NUEVAS IZQUIERDAS POLÍTICASEs innegable que desde el principio del nuevo siglo, se construyó un proceso dialéctico nuevo en las relaciones entre los movimientos sociales y los partidos políticos. Evidentemente, el contexto histórico y la tradición política de cada país influyen sobre las formas de este proceso. Se trata de actores en interacciones y, por consiguiente, de ninguna manera de un proceso lineal. Es lo que vamos a tratar de describir antes de abordar algunas reflexiones a propósito de sus interpretaciones en las ciencias sociales.
Los movimientos socialesDurante el período neoliberal se produjo un cierto agotamiento de los movimientos sociales tradicionales. Esto no es únicamente típico del continente latinoamericano, sino un hecho generalizado en el resto del mundo. Los movimientos obreros fueron afectados por las políticas neoliberales, que implicaban una ofensiva contra el trabajo, a fin de reanimar la acumulación del capital. Se desarrollaron en muchos países del continente zonas francas, con grandes obstáculos para la existencia de sindicatos; el gran despliegue del sector informal, que constituyó una dificultad para la organización social, tanto como el aumento del desempleo y la represión contra líderes de los movimientos obreros, tuvo efectos muy negativos sobre su fuerza de contrapeso.
Lo mismo vale para los movimientos campesinos, que encontraron grandes oposiciones, y a veces represiones violentas, que impidieron el logro de las reformas agrarias proyectadas. Solamente en algunos países, como en Brasil, los campesinos poseen una cierta fuerza organizativa. Los movimientos estudiantiles, por su parte, perdieron también su impacto, pues este grupo social estaba fundamentalmente preocupado por su integración en el mercado neoliberal, sin hablar de su fragmentación ideológica. Se debe, sin embargo, señalar un hecho nuevo, la reacción de los estudiantes de escuelas segundarias en Chile contra las consecuencias de un neoliberalismo exacerbado.
Sin embargo, en los últimos 25 años han aparecido nuevos movimientos sociales que se han desarrollado entre indígenas, mujeres, ecologistas, descendientes de africanos. Su característica es precisamente su heterogeneidad, y su definición de nuevos objetivos como la dignidad, las exigencias democráticas y el bienestar.
Vale la pena mencionar a los movimientos indígenas. La celebración del 500 aniversario de la conquista fue una oportunidad para ampliar la conciencia indígena. A partir de este momento, que se corresponde con la aceleración neoliberal, asistimos a una salida de la clandestinidad o de la semiclandestinidad, de las culturas, las lenguas, las religiones indígenas. Eso se traduce también por contactos más generalizados entre indígenas de América en su conjunto. La primera Asamblea de los Pueblos tuvo lugar en 1998 en Santiago de Chile, seguida por la reunión de Quebec en el año 2002.
Los indígenas organizan movimientos de presión, no solamente para la defensa de su identidad, lo que fue una lucha de más de 500 años, sino también contra la pérdida de sus medios de supervivencia. Ya en 1997, hubo en Belo Horizonte, Brasil, una reunión de los pueblos indígenas contra el Consenso de Washington. Pero el hecho más significativo fue el inicio de la acción armada del movimiento zapatista, en Chiapas, el 1ro. de enero de 1994, coincidente con la inauguración de ALENA, el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y Canadá. Se trataba de la reivindicación de un crecimiento económico y cultural de las poblaciones indígenas empobrecidas en zonas con muchos recursos naturales, y también de un deseo de reconstruir por la base el sistema político.
Además, durante las décadas de 1990 y de 2000, hubo un gran número de alianzas y de acciones comunes entre varios movimientos sociales. Podemos señalar, por ejemplo, la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), que reúne a los movimientos campesinos del continente. En el año 2004, los movimientos indígenas de Centroamérica se encontraron para oponerse al plan Puebla-Panamá. En Quito, antes del Foro de las Américas, en 2005, tuvo lugar la Cumbre de los Pueblos Indígenas. En Centroamérica, se organizó en San Salvador el Foro Centroamericano. Recordemos también los cuatro millones de firmas que recogió la acción contra el ALCA en Brasil y las marchas en 2004 y 2005 en ocasión del Foro Social Mundial de Porto- Alegre, la última con más de 200 000 personas. Recordemos también lucha contra los movimientos sociales. La resistencia política al proyecto estadounidense se manifestó en Mar del Plata en 2006 cuando cinco países votaron en contra; entre ellos, Argentina, Brasil y Venezuela, apoyados en la ola de resistencia popular empujada por los movimientos sociales.
Finalmente, la organización de los Foros Sociales Mundiales continentales, nacionales y temáticos que tuvieron lugar en el continente latinoamericano, reforzaron la colaboración entre varios sectores de la población, como resistencia contra los efectos del neoliberalismo en el continente.Las resistencias culturalesSolamente queremos aludir al aspecto cultural de las resistencias, en particular en el mundo del arte y de la religión, aunque evidentemente no se puede identificar la cultura solamente con estas expresiones. En los medios populares existe un sinnúmero de reacciones culturales que afirman valores propios y formas de resistencia. Sin embargo, no se puede olvidar la producción cultural en tanto acción específica en el panorama de las resistencias a la destrucción social y ecológica de los pueblos del continente. América Latina ha sido un lugar de gran exuberancia cultural. En el plano literario, autores como Gabriel García Márquez, Eduardo Galeano, Julio Cortázar, Pablo Neruda, Ernesto Cardenal y muchos otros han desempeñado un gran papel. La obra del pintor Guayasamín, las canciones de Chico Buarte, de Silvio Rodríguez, de Pablo Milanés, de Carlos Mejía Godoy, y de centenares de otros cantores y músicos; y en el cine, las producciones de Bolivia, Argentina, México, Cuba y Brasil, fueron también canales importantes de concientización social.
En el plan religioso, como ya lo hemos señalado, el desarrollo de las Comunidades eclesiales de base y de la Teología de la Liberación es muy conocido y no necesita explicación adicional. A pesar de la represión eclesiástica y política, estas corrientes todavía existen y tienen sus expresiones y su impacto.
Testigos de la fuerza de la cultura en América Latina, un meeting por el Primero de Mayo puede ser acompañado de lecturas de poemas; una reunión política se celebra con canciones populares, y un movimiento social es capaz de empezar sus actos con una referencia religiosa.
Las “izquierdas” políticasEvidentemente es imposible hablar de manera general de las “izquierdas” del continente. Cada país tiene sus características específicas. Sin embargo, se puede observar, tanto algunas tendencias similares como diferencias significativas, que dan lugar a reflexiones interesantes en el ámbito de las ciencias sociales.
Varios regímenes políticos nuevos son el fruto de la convergencia de movimientos sociales. Es el caso del PT, en Brasil; del MAS, en Bolivia; y de la nueva coyuntura política del Ecuador. Está bien claro que existen diferencias frente a la conquista o frente a la gerencia de los poderes del Estado. En Brasil, Uruguay y Nicaragua, el proceso electoral clásico ha permitido el ejercicio del poder ejecutivo y legislativo según los mecanismos habituales de la democracia representativa. En otros países, como Ecuador y Bolivia, la reforma constitucional ha sido necesaria para cumplir con el proceso de transformación social y ha exigido medidas excepcionales.
En Venezuela, el proceso electoral permitió ganar las elecciones y organizar un gobierno, pero no hacer funcionar el Estado con la administración aún de manera significativa en manos de funcionarios adversos alproceso. Por eso se organizó un Estado paralelo, utilizando las varias “misiones” para la alfabetización, la enseñanza, la salud, la economía popular, la reforma agraria, la democracia participativa. Es la misma preocupación que presidió la propuesta de unir en un solo partido las fuerzas de izquierda (y no de crear un partido único, como lo pretende la oposición seguida por una gran parte de los medios de comunicación).
Como sabemos, el movimiento Zapatista tiene una posición bien diferente sobre el ejercicio del poder político. Se trata de reconstruirlo desde abajo y no de ganar a nivel nacional un poder que no será capaz de cumplir con las políticas necesarias. Por eso, el subcomandante Marcos propuso la abstención en las elecciones presidenciales de 2006 e inició su “otra campaña”.
En Cuba, la Revolución socialista que tiene más de cuatro décadas de existencia y ha podido sobrevivir, tanto al embargo de los Estados Unidos y al aislamiento político occidental, como a la caída del bloque socialista europeo, funciona con un partido único. Este tipo de gestión del Estado, que tiene un grado de flexibilidad interna mayor de lo que se dice generalmente, parece hoy más ligado al temor a la manipulación política por parte de los Estados Unidos (como en los casos de Nicaragua o del Salvador), que a una doctrina política. De todas maneras, la existencia de una Cuba revolucionaria durante casi medio siglo ha sido un factor clave en el despliegue de la transformación política del continente.
Las posiciones políticas frente al sistema económico son también muy diferentes. Lula, en Brasil, adoptó una política económica de continuidad con la orientación neoliberal de Fernando Enrique Cardoso (más a la derecha, según este último): pago del servicio de la deuda externa, independencia del banco central, proclive al agrobusiness, etc. Su característica propia es el desarrollo de programas de ayuda social elaborados y eficaces, pero sin cambio real del modelo económico.
Venezuela, Bolivia y Ecuador desarrollaron políticas de recuperación del control sobre sus recursos naturales. Sin embargo, por necesidades técnicas no están en capacidad de distanciarse de una cierta dependencia de las multinacionales del petróleo y del gas, ni de reorientar fundamentalmente los flujos de estos recursos hacia el exterior, en particular, hacia los Estados Unidos. Nicaragua no se encuentra en capacidad de denunciar el TLC que lo vincula con los Estados Unidos.En Bolivia, el vicepresidente García Linera habla de la construcción de un “capitalismo andino-amazónico” para calificar el proyecto actual del país.
Aun en Cuba, el fin del “período especial”, después de la caída de la Unión soviética, exigió el establecimiento de una doble moneda, la apertura al capital extranjero y el desarrollo del turismo internacional con fuertes inversiones europeas. El carácter positivo de los índices macroeconómicos desde 2005, en gran parte gracias a la cooperación con Venezuela, se traduce poco en la vida cotidiana de los ciudadanos (con excepción del fin de los apagones), porque el retraso de las inversiones públicas y las dificultades de la agricultura absorben el superávit.
En todo el continente, tanto las resistencias como las nuevas iniciativas están todavía acondicionadas por la agenda del proyecto neoliberal, pero se manifiestan también en verdaderos esfuerzos por una nueva integración.
Los proyectos de integraciónDesde hace más de tres décadas existen proyectos regionales de colaboración económica, como el Mercado Común Centroamericano, varias alianzas en el Caribe y entre los países andinos, y también acuerdos bi o trilaterales. Sin embargo, los nuevos proyectos tienen características propias. El Mercosur que ha salido de un cierto letargo incluye ahora a Venezuela y se presenta como una de las alternativas al ALCA. Venezuela ha dado nuevos pasos: Petrocaribe, que implica el abastecimiento de petróleo a precios ventajosos con facilidad de pago para 11 países; Petrosur, que une a Venezuela, Brasil y Argentina para la industria del petróleo y del gas; proyectos de oleoductos y gaseoductos, entre Venezuela y Panamá, y hacia el sur, etc. En 2007, tuvo lugar la segunda Cumbre Energética en la isla venezolana de Margarita.
Se firmó en 2007 un acuerdo para la constitución del Banco del Sur (Argentina, Brasil, Bolivia, Uruguay, Paraguay, Venezuela) con el fin de realizar una autonomía financiera, y finalmente el ALBA, por el momento un tratado entre Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y en el futuro Ecuador y probablemente Haití, que prevé varias formas de integración económica, social y cultural, y también una participación de los movimientos sociales. La realización de Telesur se inscribe en esta lógica, y la idea de Evo Morales de construir la Alianza Latinoamericana en las áreas del hábitat, la alimentación, el empleo y la salud corresponde a la misma preocupación. Acuerdos de cooperación cultural entre Cuba, Venezuela y Bolivia incluyen, entre otros, los programas de alfabetización. La Operación Milagro iniciada conjuntamente por Venezuela y Cuba permite curar centenares de miles de enfermos de la vista, demasiado pobres para ser atendidos en sus países respectivos.
Lo que caracteriza estas nuevas iniciativas es que se sitúan al margen de los circuitos tradicionales del sistema capitalista y en particular fuera del control de las instituciones internacionales del neoliberalismo, como el Banco Mundial y el FMI. También ellas tienen una orientación antimperialista muy clara.
Evidentemente existen obstáculos a este tipo de integración del continente. Varios países siguen otras vías. Se trata en particular de México y Colombia, donde los regímenes políticos son claramente neoliberales y aliados de los Estados Unidos. La represión de los movimientos populares y el uso de la democracia para cubrir la búsqueda de los intereses de las clases dominantes, impiden cualquier adhesión de tales países a las nuevas iniciativas.
Perú y Chile no manifiestan ningún entusiasmo hacia las nuevas orientaciones, por razones diferentes, aun cuando ambos están ligados por un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos (TLC). El primero, por desconfianza (tradicional) hacia el tipo de bolivarianismo que propone Hugo Chávez, líder de la nueva integración; y el segundo, por su modelo económico netamente neoliberal, acompañado por un sistema político que concede a la derecha un peso demasiado importante, caracterizado por una falta de reconocimiento de los derechos de su minoría indígena y por una fractura social profunda a pesar de un crecimiento económico espectacular.
Los Estados Unidos, por su parte, no pueden aceptar un fracaso de su política hegemónica y remplazan el ALCA por tratados bilaterales. Refuerzan sus vínculos con los países aliados y tratan de establecer contactos privilegiados con los elementos más débiles de las alianzas, lo que promueve una cierta desconexión (Brasil, Uruguay).
No se puede en un corto tiempo tener en cuenta todas las situaciones ni todos los desafíos. Podemos concluir que es muy claro que lo que pasa en el continente no significa una ruptura real con el neoliberalismo; es decir, con la fase actual del capitalismo. Sin embargo, la acción política va más allá de las resistencias para construir alternativas por lo menos parciales, lo que no se presenta en otras partes del mundo, y el tono es netamente antimperialista.
Se trata ahora de abordar un aspecto más teórico del tema, ligado a la interpretación de los fenómenos por las ciencias sociales. Nos limitaremos a tres tópicos: los movimientos sociales y sus vinculaciones políticas, el problema de las alternativas y la ética.
IV. ALGUNOS DESAFÍOS PARA LAS CIENCIAS SOCIALES MOVIMIENTOS SOCIALES Y ACCIÓN POLÍTICA
Entre los científicos sociales existe un acuerdo general sobre dos puntos. Por una parte, en América Latina, el nuevo panorama político ha sido influido por los movimientos sociales; y por otra, la historia de las resistencias ha sido caracterizada por convergencias, que, como lo dice Theotonio dos Santos, han creado un nuevo paradigma en la oposición al pensamiento único. Sin embargo, las interpretaciones de los hechos varían en cuanto a las causas, tanto como a propósito de los efectos, las estrategias y la conceptualización.
Michael Hardt y Antonio Negri han propuesto el término de multitud para expresar el estado actual de las resistencias contra el neoliberalismo. Se trata, pues, para ellos, de una multitud de agentes creativos y diferentes4, que no deben ser similares para cooperar5. Ellos forman un sujeto social activo a partir de lo que las singularidades tienen en común6, capaz de comunicar y de actuar como un todo, manteniendo sus diferencias internas7. El concepto de multitud difiere de la noción de pueblo, que es una síntesis que reduce las diferencias dentro de una identidad única8, y también de la de muchedumbre o masa, porque la multitud no está fragmentada, ni es anárquica o incoherente.
Estos dos autores insisten sobre la importancia de las redes y de la democracia para el funcionamiento de la multitud, hasta el punto de hacer de la organización un fin. Afirman que la multitud es un concepto postmoderno (la modernidad elimina las diferencias) y postfordista, porque se trata de una organización policéntrica fundada sobre la pluralidad continua de sus elementos y de sus líneas de comunicación. En un sentido ellos se acercan a la concepción de Bruno Latour, que escribe que no se trata de grupos, sino de agrupaciones9.
Además, para Hardt y Negri, la multitud es el conjunto de los que rechazan la dominación del capital10 porque son las víctimas del orden global definido por el imperio. Como se ve la referencia al concepto de imperio es central11. La definen como la expresión de la globalización, hecho impersonal, resultado de la lógica del capitalismo12. El imperio es el fruto de la transformación de las formas de producción y de reproducción económica y social13, que permiten establecer una nueva soberanía imperial14 y crear también nuevas subjetividades15. Eso constituye el vínculo entre imperio y multitud.
Se puede criticar esta concepción, no por su análisis de la diversidad de los actores, sino por el hecho de que la multitud aparece más como un concepto que como un sujeto de acción. No se ve cómo se puede establecer una vinculación con el campo político; la única indicación ofrecida por los autores es que se trata de un actor automático. James Petras se pregunta, en su lenguaje directo y radical, “¿quién va a organizar la lucha por el poder socialista del Estado?”16. Emir Sader añade: “¿Cómo construir una hegemonía alternativa que representa las mayorías?”17. Theotonio dos Santos, haciendo referencia a Gramsci, plantea el problema de la construcción del “nuevo bloque histórico”18. Edgardo Lander, refiriéndose a Venezuela, observa que aún en este país falta una estructura política a los proyectos alternativos19; y, sin embargo, según Hardt y Negri, este país es un verdadero laboratorio para la multitud.
A propósito del concepto de imperio, recordamos las palabras de Atilio Boron: se trata (en Hardt y Negri) de un imperio sin imperialismo. James Petras está de acuerdo en decir que el imperio neomercantilista, como él lo llama, no puede ser solamente atribuido a los Estados Unidos (solamente el 48 % de las multinacionales tiene sus sedes en los Estados Unidos, el 30 % está en Europa y el 10 % en Japón)20. Este hecho permite compartir el análisis de Hardt y Negri, que va más allá de la confrontación geopolítica, para subrayar el carácter global de la dominación del capital y la transformación profunda de las relaciones sociales de producción y de reproducción que eso significa. Sin embargo, si el imperio es global, debemos recordar que solo los Estados Unidos, como nación, son capaces de un liderazgo militar mundial, y que su peso económico es particularmente importante en el continente latinoamericano, que se enfrenta de manera directa con una hegemonía económica y política del Norte (doctrina Monroe).
Hardt y Negri aluden a los foros sociales mundiales. Es verdad que los foros reivindican la diversidad. Es lo que Chico Whitacker, de Brasil, uno de los actores principales de la corriente altermundialista, afirma con fuerza21. Los foros no son órganos de decisión ni de acción, sino lugares de encuentro y espacios de intercambio. Ellos desempeñan sin duda un papel significativo en la creación de una conciencia colectiva y también ayudan a la creación de redes de acción común. Hardt y Negri describen numerosas características de los foros, pero llegan a una conceptualización muy discutible, al aplicarle su concepto de multitud.
Otro es el enfoque de Boaventura de Souza, que evidentemente nota la novedad de la situación y del pensamiento. Él habla de “pluralidades despolarizadas”22, lo que sin duda significa una ruptura epistemológica con las antiguas teorías extremas de ciertos movimientos sociales o políticos de izquierda y marca la posibilidad de un nuevo concepto de unidad de acción. Pero, para Boaventura de Souza, no se trata de “multitud”, sino de nuevos actores colectivos. Es un proceso difícil, dice el autor, porque faltan procedimientos de traslación (comunicación entre actores diferentes). Sin embargo, el proceso de politización que se nota en América Latina, es decir, el impacto y los vínculos entre movimientos sociales y organizaciones políticas, se realiza por la vía de la despolarización entre los dos términos. La reunión organizada por el Centro Martin Luther King en La Habana en abril 2007, con cerca de 50 movimientos relacionados con el tema: “América Latina: Movimientos sociales, alternativas políticas y paradigmas emancipatorios”, comprobó la nueva dinámica en favor de acciones.Cierto, debemos reconocer que Hardt y Negri hablan de multitud de actores, pero el concepto queda demasiado vago y finalmente poco movilizador, y por eso parece necesario proponer otra perspectiva. Sin duda, también la convergencia de las resistencias es un hecho nuevo, y se puede citar una fecha: 1999, con la protesta contra el OMC, en Seattle, y El Otro Davos, primer encuentro de varios movimientos sociales con intelectuales y ONG progresistas. Este fenómeno corresponde a una nueva conciencia colectiva y se debe explicar por qué.
Nuestra propuesta es reconocer en primer lugar que la base general de la coyuntura actual es la globalización capitalista, es decir, no solamente la subsunción real del trabajo organizado (material o no material) al capital, sino la subsunción formal de todas las otras formas de subsistencia y de relaciones humanas a la ley del valor, por mecanismos financieros (la deuda, los paraísos fiscales) o jurídicos (normas del FMI, del OMC, del Banco mundial). Eso provoca lo que Aníbal Quijano llama “la igualdad de las desigualdades”23. Todas las clases sociales y los grupos en posición subalterna se ven afectados en su vida cotidiana por esta dinámica, que lejos de ser solamente económica, tiene sus dimensiones sociales, políticas y culturales.
Todos los grupos humanos sometidos sufren las consecuencias de la universalización de la sumisión al capital y a la lógica de la acumulación, y es lo que explica la convergencia de las resistencias. Todos afrontan el mismo enemigo, de una manera u otra. Lo nuevo no es la resistencia, sino la convergencia. El proceso no es fácil, porque las culturas de lucha son muy diferentes, lo que todos los autores de ciencias sociales reconocen.
Pero no se trata de una “multitud” –cualquiera que sea el sentido dado al concepto de Hardt y Negri, inspirado por Spinoza–, sino de una convergencia de actores reunidos para manifestaciones de protesta, para el intercambio de experiencias y, hoy en América Latina, para la construcción de alternativas, hasta en el campo político.De hecho, lo nuevo en América Latina es que más allá de los encuentros y de los intercambios, ya difíciles por las diferencias de “lenguaje”, la etapa de la “ofensiva”, como dice Theotonio dos Santos, se ha traducido en proyectos políticos. Es por eso que una tarea fundamental de las ciencias sociales es estudiar los procesos en sus diferencias y analizar los resultados.
Ya se puede concluir que de hecho la acción se realiza también en el plan político, sobre la base de objetivos comunes, sin pérdida de identidad, vía redes de actores. Así, en la lucha contra el ALCA, por ejemplo, muchos actores colectivos intervinieron juntos por este objetivo concreto, movilizador y con posibilidad de éxito, aún si las prioridades de cada uno quedaban diferentes para los campesinos, los indígenas, las mujeres, los jóvenes o los obreros. Se constituyeron redes, no solamente de protesta social, sino también de acción política, como en los casos del PT, en Brasil, o del MAS, en Bolivia. En un sentido se trata ya en América Latina del inicio de las redes de redes, que empiezan a construir el nuevo sujeto histórico, plural y diverso, portador de las aspiraciones altamente cualitativas de la humanidad contemporánea?
LA BEBIDA NO EXISTE TODAVIA, PERO EL GOBIERNO BOLIVIANO YA EMPEZO LA PROMOCION
AUMENTA EL CULTIVO POR LA COCA COLLA
Evo Morales quiere aumentar en ocho mil hectáreas el área de cultivos legales para industrializar la hoja de coca. El proyecto de la Coca Colla, una bebida energizante, se haría este año. También la exportación a otros países.
Página 12 de Argentina (www.pagina12.com.ar)
El gobierno de Evo Morales planteó legalizar ocho mil hectáreas de cultivos de coca, que se sumarían a las 12 mil actualmente permitidas por la ley. Quizás en 2010 la Asamblea Legislativa Plurinacional aumentará esta cifra más allá de las 20 mil hectáreas, porque el nuevo límite se establecerá de acuerdo con un informe sobre consumo de hoja de coca, en elaboración por el Instituto Nacional de Estadística (INE). De esta manera, Morales espera tener más control sobre la superficie sembrada de la planta. Desde el Palacio Quemado especulan que 16 mil hectáreas serían destinadas al “consumo tradicional” de la hoja. Con el excedente de cuatro mil hectáreas –que podrían desviarse a la producción de cocaína– el gobierno programa industrializar la hoja de coca. El proyecto de la “Coca Colla”, una bebida energizante, se concretaría este año. También la exportación de coca a otros países.
El gobierno comenzó la campaña publicitaria de la Coca Colla cuando no existe ni una gota de la bebida hecha con la “hoja sagrada” de varios pueblos indígenas andinos. Pero el anuncio venía al caso si se trataba de justificar la propuesta del gobierno para acrecentar la superficie de cultivos legales. “Es una iniciativa privada para producir un energizante de coca. Estamos viendo cómo impulsarla, porque al Estado le interesa la industrialización de la coca”, dijo en conferencia de prensa el viceministro de Desarrollo Rural, Víctor Hugo Vázquez.
El gobierno aún analiza si la empresa que produciría la bebida puede formar una sociedad mixta con el Estado. Tampoco se sabe si mantendrán el nombre, propuesto por productores de coca de El Chapare, en el trópico de Cochabamba, donde este año se legalizarán siete mil hectáreas de la hoja.
De esa región surgió Morales como dirigente campesino. De hecho, el presidente también encabeza la Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba, aunque tiene licencia.
Actualmente, las 12 mil hectáreas legales están en los Yungas, una región del departamento de La Paz donde el cultivo de la hoja está permitido porque siempre estuvo destinado al consumo “tradicional”, que pasa principalmente por su mascado, potenciado con una cucharada de bicarbonato de sodio.
En El Chapare, el gobierno de Carlos Mesa –que asumió cuando Gonzalo Sánchez de Lozada fugó a Estados Unidos, en 2003– permitió que cada familia del trópico cochabambino tuviera su “cato” de coca, una parcela de 40 por 40 metros. Aunque esta cantidad se toleraba, no era legal. “La opción de cultivar un cato de coca por familia existe desde antes de que llegáramos al gobierno. Ahora se trata de legalizarlo en los hechos, porque ya está legalizado de facto”, dijo el viceministro de Desarrollo Social, Felipe Cáceres, responsable de la lucha contra las drogas y también surgido de las Seis Federaciones de Cochabamba.
El límite de 12 mil hectáreas fue fijado de acuerdo con un estudio de los años ’70, calculado sobre una población de cinco millones de bolivianos. Ahora son 10 millones.
“Estoy seguro de que el estudio va a arrojar una demanda de consumo tradicional por encima de las 12.000 hectáreas, por ejemplo 16.000 hectáreas ¿Qué vamos a hacer con las cuatro mil hectáreas excedentes? No pueden ir al narcotráfico, por tanto en el gobierno nos planteamos la industrialización, así sea en abonos de coca”, agregó Cáceres. Indicó que las familias que se excedan del cato o que cultiven en zonas donde no está permitido serán castigadas, incluso con la reversión de sus tierras en beneficio del Estado.
El senador electo en Cochabamba por el Movimiento Al Socialismo (MAS) y secretario ejecutivo de las Seis Federaciones, Julio Salazar, dijo a Página/12 que “años atrás había más coca sembrada. Ahora sólo pedimos que se permita a cada familia tener un cato de coca. Somos 45.700 afiliados, entonces serían siete mil hectáreas. Con el gobierno analizaremos cómo modificar la Ley 1008 (sobre las drogas) para reglamentar la legalización. Además, debemos ver cómo se industrializa la hoja”. Las otras mil hectáreas que completarían las 20 mil están en Caranavi, La Paz.
Según Salazar, se podrá aumentar la superficie a sembrar porque los cocaleros evitan que sus cosechas se desvíen a la producción de cocaína. “Gracias a la conciencia de nuestros compañeros cocaleros tenemos moral para hablar de lucha contra el narcotráfico”, expresó.
Con hojas de coca, en Bolivia se producen infusiones, jarabes, pastas para limpiar los dientes, licores, caramelos, pasteles y hasta obras de arte, como el retrato de Ernesto “Che” Guevara que cuelga del despacho del presidente.
El gobierno reconoció que se contrabandea la hoja de coca a Argentina, Chile y Paraguay, aunque no pudo precisar cifras. “Ingresa a esos países la coca boliviana. Hay que admitirlo. Por eso, a nivel de las cancillerías se debe legalizar el ingreso de coca a países vecinos para que lo consuman de manera controlada y fiscalizada”, dijo Cáceres. Según el gobierno, la coca de contrabando se destina al mascado de la ciudadanía, pero no a la elaboración de cocaína.
Un estudio de Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, hecho sobre la base de fotos satelitales, indicó que hasta 2008 había 30.500 hectáreas cultivadas, mucho más que las 12 mil legales. Sin embargo, el gobierno sostiene que en su gestión erradicó 20 mil hectáreas ilegales.
Otro estudio de la ONU, de 1949 y coordinado por el banquero y presidente de la Sociedad Americana de Farmacéuticos, Howard Fonda, había determinado que “el uso de la coca es sin duda dañino y posiblemente causa la degeneración racial de los indios”. Este dictamen sirvió para que la hoja de coca fuera a la lista de narcóticos establecida en la Convención Unica de la ONU, de 1961 y aún vigente, ratificada por varios gobiernos de Bolivia que implementaron la política de “coca cero” hasta principios de 2000.
El gobierno de Barack Obama, como el de George W. Bush, considera que Bolivia no hace lo suficiente para erradicar las drogas. Por eso la dejó afuera de la Atpdea, una ley de EE.UU. para que los países considerados comprometidos en la lucha contra los narcóticos pudieran ingresar allí varios productos sin pagar impuestos.
“Un excluido negro puede excluir a un indio. Los llamados indios y negros hemos sido en toda la historia del mundo los más excluidos, los más marginados. Si él quiere excluir, que siga excluyéndonos, eso no interesa. Seguramente nos quiere amedrentar, intimidar, asustar”, dijo Morales la semana pasada sobre la decisión de Obama. Desde el gobierno sostuvieron que Bolivia no perdió por quedar afuera de la Atpdea, ya que sus productos habrían sido relocalizados en Venezuela, Brasil y Argentina.
MÁS CULTIVOS DE COCA ES LA META DE EVO PARA 2010
MIENTRAS A.L. COMBATE el narcotráfico erradicando cultivos ilegales, el presidente Evo Morales busca legalizar ocho mil hectáreas más de coca. La iniciativa la presentará ante el nuevo Parlamento, controlado por el oficialismo.
El Colombiano de Colombia (www.elcolombiano.com)
Desalineado de la estrategia regional de reducir los cultivos de droga para debilitar el narcotráfico, el presidente de Bolivia, Evo Morales, presentará ante la Asamblea Legislativa Plurinacional una propuesta para legalizar las parcelas de coca de la zona del Chapare, departamento de Cochabamba.
Con la aprobación de la iniciativa el gobierno boliviano busca modificar la ley 1008 del Régimen de la Coca y Sustancias Controladas, para aumentar el máximo legal de 12 mil hectáreas de esta planta a 20 mil. Según un informe de Naciones Unidas, a mediados del año pasado había en Bolivia 30.500 hectáreas de coca, pero las autoridades antinarcóticos afirmaron que en 2009 se erradicaron 6.272 de éstas.
Para José Antonio Aruquipa, ex miembro de la Asamblea Constituyente por el partido Podemos, esto solo demuestra que "los esfuerzos para reducir la coca excedente en Bolivia -de la que casi un 90 por ciento se utiliza para la producción de cocaína-, han sido insuficientes y esto es el efecto de la flexibilización inicialmente en el gobierno de Carlos Mesa y luego de una actitud de desconocimiento de la ley 1008".
Aruquipa añadió que con está propuesta Evo está cumpliendo "a cabalidad" con su rol de máximo dirigente de los cocaleros del Chapare, porque precisamente en esta zona está la base sindical que lo impulsó políticamente.
Una anuncio polémico
"Las leyes no reconocen el cato de coca, ya que fue respetado mediante la fuerza sindical y fuerza electoral. Ahora todos somos responsables para legalizar el cato de coca. Legalicemos ese cato de coca, que ese es el esfuerzo de ustedes", dijo Morales durante un encuentro con los sindicatos de cocaleros (ver recuadro).El cato es igual a una superficie de 1.600 metros cuadrados que tiene cada familia campesina en esa región para cultivar esa planta y que fue aprobado por los cocaleros y gobiernos anteriores, pero la ley antidrogas no los reconoce como legales y Estados Unidos le ha pedido en varias oportunidades a Bolivia que los erradique.
Tan solo el anuncio despertó críticas de la oposición y una preocupación de la opinión pública internacional porque se confirma la tendencia del gobierno de Evo de favorecer la economía de la coca e indirectamente ser tolerante con la producción y el tráfico de cocaína, afirmó Carlos Cordero Carraffa, analista político boliviano.
El analista considera que la tolerancia con el comercio de la coca podría tensionar la democracia y las relaciones de Bolivia con sus países vecinos, como con Perú, Chile y Brasil.
Sin embargo, para otros como José Antonio Sánchez, funcionario del directorio de la provincia Cercado del partido oficialista Movimiento al Socialismo (MAS), solo es una cuestión de supervivencia porque ésta es la única alternativa económica de muchos campesinos.
Sánchez relató que la coca ha tenido un uso milenario en Bolivia, en donde es sagrada y se utiliza en todos los rituales, además el 80 por ciento de los bolivianos hacen uso de ella para 'coquear' (masticarla), los mates y hacer medicina y, como en Perú, puede utilizarse para hacer vino de coca, algunos vinagres y hasta galletas.
Pero la idea cayó mal hasta en un grupo de cocaleros, el de los de la zona de Los Yungas en el trópico de La Paz, en donde se concentra la mayoría de cultivos lícitos.
Cordero Carrafa explicó que ellos temen que al hacer el mercado más competitivo se vea afectada su economía.Sin mayores obstáculos
En las elecciones presidenciales del pasado 6 de diciembre, no solo Evo Morales fue reelegido para gobernar hasta el 2015 sino que la futura Asamblea Legislativa Plurinacional, que será el nuevo Parlamento desde este miércoles, quedó controlada por el oficialista MAS en la Cámara de Diputados y en el Senado.
El tener una mayoría superior a los dos tercios en la Asamblea Legislativa Plurinacional le da la posibilidad al gobierno de aprobar esta ley y legalizar la cantidad de coca excedente en el Chapare, dijo Aruquipa.
El pasado lunes el diputado oficialista Jorge Silva afirmó que se estudiaba incluso exportar legalmente coca a Argentina, Brasil y Paraguay.
En declaraciones a la cadena de televisión Red Uno, Silva apuntó que la modificación de la legislación antidroga cambiará primero el mercado interno y segundo la industrialización de la coca.
"Un tercer elemento para nuestra propuesta es la posibilidad de exportar la hoja de coca a la Argentina, a Brasil y a Paraguay", dijo Silva.
Para Aruquipa esta propuesta busca aliviar el problema interno en Bolivia por el crecimiento de la coca excedente y puede que sea bien aceptada en Argentina donde hay muchos bolivianos, pero habrá que preguntarse cuál será la reacción de los otros países vecinos, especialmente Brasil, que ya mira con reparo su frontera con Bolivia.
"El narcotráfico es un crimen que opera sin fronteras y ya se han registrado señales de la presencia de carteles colombianos en Bolivia. Esto demuestra que la presencia de la materia prima para la producción de droga en Bolivia se ha constituido en un aliciente para la actividad transnacional delictiva, lo que sería prudente sería poner en marcha la denominada autorregulación de la producción de coca", concluyó Aruquipa.
Destacan los avances de la provincia en la gestión comercial
BOLIVIA CON INTERÉS EN LA INDUSTRIA METALÚRGICA
Empresarios entrerrianos del rubro metalmecánico, acompañados por un equipo técnico de la Secretaría de la Producción a una misión exploratoria en la región del Beni, Bolivia, a fin de ahondar vínculos establecidos con posibles compradores.
El Diario de Paraná de Argentina (www.eldiariodeparana.com.ar)
Autoridades de la Secretaría de la Producción, junto a los participantes de la misión y la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Entre Ríos (Adimer), se reunieron con distintas firmas metalúrgicas y metalmecánicas para informarles sobre las oportunidades y fortalezas del sector en el mercado boliviano. En la oportunidad, el asesor de Adimer, Ariel Neif, explicó que uno de los puntos analizados fue la falta de tecnología metalúrgica aplicada y que “nuestra provincia está más adelantada en cuanto a la manufacturación”, aseguró el profesional.
Como resultante de la reunión “se fijó el objetivo a mediano plazo de hacer un viaje a Cochabamba para participar de una ronda de negocios antes de la exposición, porque el stand argentino es uno de los más visitados y la idea es ir armando una carpeta de productos con representantes de Bolivia para que se agilice el mercado de nuestros productos e intentar que ese país tenga un servicio técnico de productos entrerrianos todo el año”, puntualizó.
CONTINUIDAD. En cuanto a la importancia del encuentro, el representante de Carmo SRL –empresa concordiense dedicada a la fabricación de maquinarias para el procesamiento de frutas cítricas y hortalizas–, Enrique Romero, manifestó: “Pienso que lo más importante que nos favorecería es que empecemos a hablar entre nosotros, porque de ahí vamos a sacar pequeñas y grandes conclusiones. Uno va a la misión con una expectativa, nadie piensa en vender ya ahora, pero si es importante el seguimiento que creo es fundamental en todas las misiones”, puntualizó.
Referente a las misiones que se realizan el representante de Carmo expresó “particularmente veo buena voluntad de parte del gobierno de Entre Ríos para llevar sus empresas a distintos países y la otra buena voluntad es concretar trámites con las entidades públicas; por ejemplo en Santa Cruz se acercó el Banco Nación a hablar de distintas posibilidades de financiamiento hacia el boliviano, lo cual es fantástico. Igualmente hasta ahora solo hemos obtenido intención de compra porque ellos todavía siguen en otro parámetro distinto al que nosotros tenemos, hoy en Entre Ríos o en Corrientes un productor está pensando en cambiar sus máquinas para el año que viene, ellos todavía no han pensando en su primer máquina”, sostuvo. “Nosotros no queremos vender una planta industrial lo más grande posible, siempre empezamos con las chiquitas que es el sello nuestro en Entre Ríos, Uruguay y Corrientes; cuando el productor se anima a trabajar sobre esas plantas a los tres años pide otra nueva o modificaciones como el largo o la volcada”, subrayó. En este sentido, agregó que la experiencia se basa en 140 plantas hechas en toda esta zona, “así que de eso podemos hablar bastante”, enfatizó el empresario.
DIVERSIFICACIÓN PRODUCTIVA. Por su parte el subsecretario de Relaciones Internacionales y Comercio, Pablo Zárate, expresó que “lo que se busca con estas misiones es aumentar el valor de las exportaciones, es decir llegar al mundo con productos con mayor valor agregado. Nuestra matriz productiva y de exportaciones tiene aún una fuerte concentración de los productos primarios, si pensamos en términos de volumen los productos primarios rondan del 57 o 60 %, pero si lo llevamos a valores FOB, a valores de exportación medio en dólares, ese volumen es el 46 %. Que quiere decir esto, que tenemos otros sector mucho mas valioso medido en términos de dólares que es el de productos agroindustriales, los cuales representan el 40 % de las exportaciones entrerrianas en dólares, siendo que en valores absolutos medido en toneladas en mucho menor”.
“Teniendo en cuanta esta matriz productiva, lo que se busca es lograr exportar productos del sector valor agregado que son los agroindustriales – manifestó el funcionario- y para eso nosotros desde la subsecretaría estamos haciendo permanentemente un relevo de las nuevas empresas o los nuevos productos que se encuentran en la provincia y tienen posibilidades de insertarse en el mundo”. También en este sentido destacó que se relacionaron con la fundación Exportar, para ir evaluando cuáles son las oportunidades comerciales que van surgiendo en distintas partes del mundo, verificamos si hacia el interior de la provincia existe oferta para ese tipo de productos para asociarlas o juntarlas para generar negocios.
VENTAJAS COMPARATIVAS. En lo referido al objetivo de la misión el secretario técnico de la subsecretaría de Relaciones Internacionales y Comercio, Gustavo Jullier –quién acompaño a los empresarios en la misma–, explicó que fueron a visitar el departamento del Beni, “que en Bolivia es como una provincia y tiene la mitad de su extensión constituida por lo que es el chaco boliviano, un chaco diferente al que conocemos, mucho más húmedo. El resto del departamento inicia la amazonía boliviana con todo una serie de riquezas forestales básicamente”.
“Nuestra provincia tiene en el departamento del Beni, una ventaja comparativa frente a otras provincias argentinas de la oferta que pueda tener en cuanto a maquinaria agrícola, herramientas e insumos para el agro, ya que por ser esta una zona arrocera toda la industria asiste a ese sector. También estamos bien en precio, pero lo que más rescatamos es la calidad frente a competencias de otras latitudes como Brasil y los servicios que es dónde somos mejor considerados”, manifestó Jullier.
En cuanto al departamento Santa Cruz hay 120 mil hectáreas sembradas o más, es el departamento arrocero por excelencia en Bolivia, frente al Beni que recién tiene 40 mil hectáreas, pero es un sembradío incipiente que llevará mas de cinco años.
La marca de la presencia industrial entrerriana
EN CONCRETO, “EN EL CASO DE LAS INDUSTRIAS ARROCERAS que proveen material agrícola, herramientas y maquinarias, tenemos pedidos de presupuesto por obras importantes, no son operaciones que vamos a cerrar de un día para otro como si fuese la venta de un producto alimenticio, y se está requiriendo además de los presupuestos un proyecto integral en dos lados. Además se ha dejado establecida una representación, porque justamente lo que se pretende es marcar una presencia de la industria entrerriana en general, no solamente para una sola empresa sino para toda la industria metalúrgica y metalmecánica”, remarcó el secretario técnico oficial, Gustavo Jullier.
Precisamente, “la charla que se ha organizado, dónde se ha invitado a todas las empresas metalúrgicas, es porque entendemos que los proyectos son tan amplios, abarcativos e importantes, que requerirá la participación de varias empresas o quizás, eventualmente, una integración para la atención de proyectos comunes. En cuanto a la financiación de este tipo de proyectos, hay capitales privados ya puestos en marcha en Bolivia, unos tienen apoyatura financiera, otros tienen capital propio y algunos tienen apoyatura gubernamental”, consideró.
Expectativas“El Beni era el lugar a visitar”. Así lo definió Ismael Emilio Scatena representante de Industrias Scatena –dedicados al estudio, mejoramiento e implementación de soluciones para diversos tipos de industrias en Concepción del Uruguay–, quién formó parte de la misión realizada a esa región junto a Industrias Scheppens y la subsecretaría de Relaciones Internacionales. “La experiencia es buena por el potencial con que se está desarrollando la zona respecto de la función primaria de la producción del cereal, la posibilidad para nuestra empresa puede estar dada con venta de secadoras puntualmente. A futuro probablemente serían molinos arroceros, pero eso va a llevar un tiempo más de ampliación o evolución dentro del mercado porque ellos ahora están interesados en desarrollar plenamente la producción primaria”, explicó Scatena.
Por su parte, Ismael Scatena, señaló que el servicio pos venta es una de las claves y, en el caso puntal esto se representa en regresar a Bolivia “luego de la cosecha para ver la implicancia económica que han tenido y concretar las operaciones que ya están en curso y probablemente se concentren en el tema de las secadoras. Otra cosa es seguir con una presencia directa o indirecta por intermedio de un representante o vendedor, lo cual ya está iniciado y se ha perfilado por tratativas de la subsecretaria, de que todos los industriales tengamos un representante en común”, advirtió.
“Esto nos agilizaría tremendamente y más que nada nos permitiría dar una buena imagen de las maquinarias con provisión de repuestos y sobre todo, servicios, mantenimiento o puntualmente una actualización de las producciones de cada máquina en cuestión”.
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