TERMINÓ LA ERA EVO MORALES, DEJA DE SER EL LÍDER DEL MAS
Evo
Morales perdió el control del Movimiento Al Socialismo (MAS), el partido que
lideró por más de dos décadas y que lo llevó al poder entre 2006 y 2019. En
medio de la disputa con su antiguo delfín, el Presidente Luis Arce, la justicia
boliviana determinó validar un congreso paralelo en el que se eligió como jefe
del partido a un aliado de Arce, el dirigente Grover García. A través de una
resolución, el Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia puso fin a la
disputa sobre el liderazgo del partido y validó a García como nuevo presidente
del MAS.
Evo
Morales se ha quedado sin partido político. Una sala del Tribunal
Constitucional de Bolivia le ha quitado este jueves la jefatura del Movimiento
al Socialismo (MAS), la agrupación que fundó en los años noventa, y ha
reconocido como titular a Grover García, un dirigente que responde al
presidente, Luis Arce. Además, ha
concedido el control total del partido a los dirigentes de las
organizaciones arcistas, quienes en mayo realizaron un congreso
en la ciudad de El Alto no reconocido por los leales a Morales. Hace tiempo que
el expresidente denunciaba que la intención última de Arce, alguna
vez su delfín político y ahora su enemigo, era quedarse con el MAS.
El
Tribunal Constitucional boliviano está conformado por nueve jueces que se
dividen en varias salas. La sentencia de una sala no puede ser cuestionada por
las otras. La sala cuarta, llevada por los magistrados Iván Espada y Gonzalo
Hurtado, ha disparado la última andanada de golpes jurídicos contra Morales. El
9 de noviembre pasado, los dos jueces ratificaron
la inhabilitación de Morales como candidato presidencial.
El
líder cocalero enfrenta además un pedido de captura en una
investigación por presunto abuso sexual contra una menor de edad, un
caso reflotado por el Gobierno de Arce hace dos meses. Por ahora, resiste
refugiado en el Chapare, la zona cocalera del centro del país, rodeado
por sus seguidores. El 27 de octubre pasado, la
Policía intentó detenerlo en un operativo que terminó en un tiroteo que
pudo acabar con su vida. El ministro de Gobierno (Seguridad), Eduardo del
Castillo, negó parcialmente que este operativo se haya realizado.
Al
mismo tiempo, los jueces Espada y Hurtado aprobaron una tercera sentencia que
suspende las elecciones para el Constitucional en las jurisdicciones a las que
pertenecen. De este modo, ellos permanecerán en sus cargos sin fecha de
sustitución. Esta decisión fue condenada por el Tribunal Electoral, que, sin
embargo, ha tenido que acatarla para no ser objeto de procesos penales. También
la han rechazado todos los partidos políticos. En cambio, el Ejecutivo pidió
que se cumpla.
Varios
analistas han interpretado estos sucesos como un acuerdo entre el Gobierno y
los dos magistrados. Según esta teoría, estos obtuvieron una nueva prórroga (ya
se han quedado un año más de lo establecido por falta de elecciones judiciales)
a cambio de dos sentencias demoledoras contra Morales.
Poco
antes de que se conociera el fallo que concede la titularidad del MAS a
los arcistas, el presidente del Tribunal Electoral, Óscar
Hassenteufel, declaró a la prensa que la institución acataría la inhabilitación
de Morales como candidato a la presidencia. Además, el líder histórico de la
izquierda boliviana ahora ya no tiene un partido con el cual participar.
El
mismo día en que se conoció que Morales ya no podría hablar legalmente a nombre
del MAS, produjo la detención de los dos líderes campesinos evistas,
Humberto Claros y Ramiro Cucho, que dirigieron los bloqueos que aislaron
Cochabamba durante 24 días y acabaron el 9 de noviembre. Son acusados de
terrorismo y alzamiento armado porque, durante los bloqueos, los manifestantes
lanzaron dinamitas contra los policías que desbloqueaban las carreteras.
Además, se investiga si los bloqueos fueron financiados por el Gobierno de
Venezuela.
La
fiscalía también allanó la casa de uno de los halcones de Evo
Morales, el exministro de la Presidencia Juan Ramón de la Quintana, acusado de
los mismos supuestos delitos. No lo encontraron allí y se supone que ha pasado
a la clandestinidad. En 2020, De la Quintana y otros jerarcas del MAS, la
mayoría de los cuales están ahora con Arce, pasaron un año encerrados en la
residencia de la Embajada de México en Bolivia, porque el Gobierno de entonces,
conducido por Jeanine Añez, no les concedió salvoconductos para que pudieran
salir al exilio.
Según
Morales, el oficialismo quiere detener a unos 30 dirigentes de su facción, como
otro capítulo de la cruel lucha entre él y Arce por el MAS, que ahora el
presidente parece haber ganado, aunque aún no se sabe cuál será la reacción de
su antiguo mentor político. La hija de Morales, Eva Liz, aseguró a la prensa
que su padre “no va a salir del país, se va a quedar con su pueblo”. El País de
España (https://acortar.link/1huZeF)
TRIBUNAL
DE BOLIVIA DESCONOCE A EVO MORALES COMO LÍDER DEL PARTIDO DE GOBIERNO, SE
DIFICULTA CANDIDATURA
El Tribunal Constitucional
Plurinacional de Bolivia emitió una sentencia que valida el congreso del
oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) y desconoce el liderazgo de Evo
Morales en ese partido.
La Voz de América de EE.UU. (https://acortar.link/cmQH0O)
El Tribunal Constitucional (TC) de
Bolivia desconoció el jueves la dirigencia del expresidente Evo Morales al
frente del partido de gobierno, lo que supone un nuevo revés en su búsqueda de
ser candidato en las elecciones de 2025.
La resolución del alto tribunal llega
después de que en el partido oficialista Movimiento al Socialismo, con una
división interna entre los afines al presidente Luis Arce y los de Morales, se
convocaran el año pasado dos congresos nacionales paralelos para elegir a
nuevos líderes.
La de los seguidores del exmandatario
nombró a Morales como dirigente y candidato presidencial, mientras que la de
quienes respaldan a Arce designó a Grover García.
Ambas fueron anuladas en mayo por el
Tribunal Supremo Electoral al considerar que no se habían cumplido los
requisitos, precisamente porque cada sector excluyó al otro de la convocatoria.
Ambos bandos, entonces, llevaron la consulta al Tribunal Constitucional.
El
fallo del Tribunal Constitucional ahora reconoce el congreso nacional que
organizaron los afines a Arce y valida la designación de Grover García como
nuevo líder del MAS.
Conflicto
por el poder
Morales
y Arce, su sucesor como presidente boliviano, están enfrentados desde hace meses por las
disputas sobre quién será el próximo candidato del MAS en las elecciones de
2025. El exmandatario ya oficializó su intención de participar, mientras que
analistas han señalado que Arce está haciendo campaña, pese a no haber dado a
conocer oficialmente sus intenciones de postularse.
Evo
Morales, que estuvo al frente del partido oficialista por más de 18 años y casi
14 gobernó el país, no se refirió de inmediato al pronunciamiento del tribunal.
El fallo debe ser reconocido ahora por la autoridad electoral.
Sin
embargo, el exmandatario ha condenado en sus redes sociales la detención de dos
dirigentes que apoyaron un bloqueo de carreteras de 24 días, dejando pérdidas
en la ya debilitada economía boliviana.
Afuera
de la comisaría donde estaban los dos detenidos, hubo protestas el jueves entre
los dos bandos del oficialismo y la policía tuvo que separarlos.
Además
de las dos detenciones, la policía busca a otros dos dirigentes del sector afín
a Morales, entre ellos, al exministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana.
Grover
García agradeció el fallo y llamó a la unidad del MAS. “Vamos a hacer la
convocatoria a un congreso orgánico para mejorar el estatuto y reglamentos
acorde a nuestra realidad y militantes… Vamos a conducir a la unidad”, afirmó
en la Red de las Radios de los Pueblos Originarios.
La
Constitución de Bolivia permite sólo una reelección consecutiva, pero Morales
acudió al Tribunal Constitucional alegando que la reelección era un derecho
humano y participó de los fallidos comicios de 2019, que fueron denunciados por
fraudulentos y generaron una crisis social en la que fallecieron 37 personas.
Los
magistrados del Tribunal Constitucional están prorrogados en su cargo desde
enero y han sido cuestionados por tomar decisiones importantes fuera del tiempo
de sus funciones.
CRECIENTE
CRISIS ECONÓMICA EN BOLIVIA PODRÍA ABRIR LA PUERTA A UN CAMBIO ANTICIPADO DE
GOBIERNO
El
país ha colapsado y la administración de Luis Arce no ofrece salidas, señaló la
economista y exministra Ana Teresa Morales
El
Ciudadano de México (https://acortar.link/OrdWvD)
Bolivia
vive una situación económica crítica que amenaza con desestabilizar al país,
según la economista y exministra Ana Teresa Morales, militante del ala
evista del Movimiento al Socialismo (MAS). Morales, en una entrevista reciente,
describió un escenario alarmante de inflación, falta de dólares y una
parálisis económica que está afectando seriamente a los sectores
productivos y sociales.
Morales,
quien fue ministra de Desarrollo Productivo durante el segundo mandato de Evo
Morales, responsabiliza al gobierno de Luis Arce de la crisis. Según
sus declaraciones, el Banco Central ha sido vaciado por actos de corrupción, lo
que ha generado una escasez de divisas que impide la importación de
combustibles, medicamentos y otros productos esenciales. A esto se suma,
dice, la emisión de dinero sin respaldo, lo que está impulsando la inflación en
el país.
A
menos de un año de las elecciones presidenciales, Morales ve poco probable que
Arce pueda concluir su mandato, debido a las crecientes protestas y el
rechazo de los sectores sociales. «El país ha colapsado, el gobierno no
ofrece salidas y los compromisos incumplidos han provocado que los sectores ya
no asistan a las reuniones convocadas por el presidente», señala.
La
exministra considera que la situación es tan grave que un adelanto de
elecciones, aunque no deseable desde un punto de vista democrático, se
está volviendo una opción más viable. Morales advierte que las rebeliones
populares podrían forzar la renuncia de Arce, lo que abriría la puerta a un
cambio anticipado de gobierno.
En
cuanto a la situación interna del MAS, Morales también es crítica. La
fractura entre las facciones de Evo Morales y Luis Arce parece
irreparable. Mientras Arce enfrenta un rechazo del 75% según Morales,
el expresidente sigue siendo el candidato favorito de un amplio sector del
partido. Sin embargo, la posibilidad de que Evo sea inhabilitado como
candidato en las próximas elecciones no está descartada. «Si eso
ocurre, será muy difícil gobernar Bolivia sin el respaldo del partido más
grande de su historia», advierte Morales.
La
crisis económica y política de Bolivia está lejos de resolverse, y con las
elecciones en el horizonte, el futuro del país parece cada vez más
incierto.
BOLIVIA
EN SU LABERINTO
La
crisis económica y política en Bolivia es un síntoma de la decadencia moral del
partido Movimiento al Socialismo, que pone en cuestión sus otrora promesas y
horizontes revolucionarios.
NACLA
Org. (https://acortar.link/oyKAES)
Lejos
quedaron las jornadas del 2000, cuando el pueblo cochabambino se levantó contra
la privatización del agua; o las jornadas del 2003, cuando el pueblo alteño y
una multiplicidad de organizaciones en toda Bolivia lucharon por la
recuperación de los “recursos naturales” y pusieron en cuestión el modelo
neoliberal vigente hasta ese entonces. El abandono del “proceso de cambio”, es
decir, de la construcción efectiva del Estado Plurinacional y el horizonte
político establecido en su Constitución es, en buena medida, resultado de la
descomposición política y moral del partido más grande del país, el Movimiento
al Socialismo (MAS).
El
escenario político y social de Bolivia atraviesa un momento convulso que revela
de forma dramática las fracturas internas del MAS, así como las tensiones
económicas y sociales que han venido acumulándose en los últimos años. Por un
lado, el MAS sufrió una escisión insalvable en dos bloques: el bloque
"Evista" leal al expresidente Evo Morales Ayma y el bloque
"Arcista" leal al actual presidente Luis Arce Catacora. Por otro
lado, la grave crisis económica y la ineficacia en su gestión precariza todavía
más la vida cotidiana de la sociedad boliviana, en cuyo seno se viene
acumulando descontento y desesperación, sin visos de agendas comunes y
unificadoras desde las bases. Más bien, la dinámica del conflicto por el poder
se mueve a través de la crisis sin buscar resolverla.
Las otrora promesas transformadoras del MAS, que ha gobernado durante la mayor
parte de dos décadas, han quedado reducidas a un laberinto sin salidas.
Una
crisis anunciada
En
2023, la escasez de dólares se convirtió en el fantasma de la
crisis. La caída en el valor de las exportaciones de gas y la posterior caída
en la producción, junto con la finalización de exportaciones hacia Argentina en 2024,
hicieron imposible esconder más la crisis por las repercusiones directas en la
vida cotidiana de los bolivianos. Si bien la economía está más bolivianizada
que en el pasado, gracias a políticas proteccionistas implementadas por el MAS
en sus primeros años, la inaccesibilidad a dólares empezó a perjudicar a
pequeños y grandes comerciantes y empresarios, así como a deudores en esta
moneda. Poco a poco, la subida de los precios de la canasta familiar se
hizo realidad.
Mientras
tanto los intentos de industrialización y extracción de litio no se consolidan,
pero dan señales respecto a los impactos medioambientales que podrían tener. Ante
la falta de recursos que extraer, para sostener la economía primario
exportadora, el oro de los ríos de la Amazonía se ha convertido en el botín de
sindicatos mineros, quienes lo explotan de forma precaria, con muy pocos beneficios
para el Estado y grandes consecuencias sociales y medioambientales.
Uno
de los eventos más sui generis, relacionado a la crisis
económica latente hasta el momento, fue el supuesto intento
de golpe de Estado ocurrido el 25 de julio de este año. Aquella mañana
un destacamento militar junto con vehículos de guerra, encabezados por el
ex-general Juan José Zuñiga, trataron de ingresar al antiguo Palacio de
Gobierno. Allí fueron increpados a gritos por el Presidente Arce y sus
allegados de forma teatral y performática. Esta especie de puesta en escena
terminó con el ex-general rebelde apresado. El discurso del militar, quien
había sido destituido por realizar polémicas declaraciones sobre la posible candidatura
de Evo Morales, alegaba sobre la grave situación del país: "Nuestros niños
no tienen futuro, el pueblo no tiene futuro”, manifestó.
En declaraciones posteriores a su aprehensión, afirmó que el presidente Luis
Arce le habría pedido organizar un golpe falso para
subir su popularidad en medio de la crisis económica.
Las
grietas dentro del partido MAS surgieron por primera vez tras las fallidas
elecciones de 2019, cuando Morales fue derrocado y el gobierno de facto de
Jeanine Añez creó una fractura en el partido que no haría más que crecer.
Los “renovadores“ del MAS buscaron disputar espacios de poder al interior
del Estado que permanecían cerrados, dado el férreo control que tenía Morales sobre la repartición de candidaturas y otros
cargos de importancia. Los “renovadores” del MAS consolidaron un bloque que
empezó a afectar a las propias organizaciones sociales que conforman la base de
apoyo del partido. El “Arcismo”, nacido en la burocracia estatal, se convirtió
en el nuevo bloque de poder dentro del partido.
La
división en las bases se hizo evidente durante los congresos para la selección
de liderazgos al interior de las organizaciones que conforman el Pacto de
Unidad: La alianza campesino-indígena nacida para defender el “proceso de
cambio” durante y después de la Asamblea Constituyente, iniciada en 2007. Tanto
la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de
Bolivia-Bartolina Sisa , la Confederación Sindical de Comunidades
Interculturales Originarias de Bolivia y la Confederación Sindical Única
de Trabajadores Campesinos de Bolivia celebraron congresos de renovación
de dirigencias entre abril y agosto de 2023. Todas ellas terminaron en hechos
de violencia, caos y confusión, las motivaciones fueron las diferencias y pugnas
insalvables entre las facciones del partido y sus representantes.
Por
su parte, Morales buscó consolidar su candidatura llevando a cabo el congreso
del MAS a inicios de octubre de 2023 en Lauca Ñ, provincia Chapare. Sin
embargo, la Sala Plena del Tribunal Supremo Electoral (TSE) decidió anularlo y ordenó un nuevo congreso. Tales
demostraciones de fuerza subieron de tono cuando Morales organizó una
movilización llamada "Marcha para salvar Bolivia” entre el 17 y el 23 de
septiembre. Sin obtener los resultados que esperaba, Morales dio por finalizada
su movilización y anunció un bloqueo de caminos para el 30 de septiembre, sin
embargo esta medida fue suspendida bajo el argumento de no empeorar la ya
frágil situación económica del pueblo boliviano.
Escalada, lawfare,
y represión
El
hecho que marcaría un giro definitivo llegó el 2 de octubre cuando, desde el
departamento de Tarija, se activó una orden de aprehensión para el ex presidente Morales
bajo el cargo de trata y tráfico de personas y estupro. Esta denuncia había
sido realizada en 2020 por el gobierno de facto de Jeannine Añez, pero fue archivada al poco tiempo. La reapertura del caso
encendió las alarmas del “bloque evista”, quienes interpretaron el hecho como
parte de la persecución política para anular a su candidato. Y así era, en
realidad no se trataba de la búsqueda de justicia, sino de la
instrumentalización de las mujeres en el conflicto por el poder, tal como
afirma María Galindo. Esta suerte de lawfare rayó
en la insólita declaración del ministro de gobierno Eduardo
del Castillo, quien afirmó en una rueda de prensa que: “El pueblo boliviano, el día de
hoy, ha dado una gran batalla en contra de la pedofilia’.
El
Pacto de Unidad “Evista” convocó a un bloqueo nacional de caminos para el día
12 de octubre. Los puntos de bloqueo iniciales se concentraron sobre todo en el
departamento de Cochabamba, concretamente, en la localidad de Parotani al oeste
y en varias zonas del Chapare, al este. Esta ”tenaza” cortó el paso entre el
oriente y el occidente, cumpliendo eficazmente el objetivo de detener al país.
Los bloqueos se sostuvieron durante casi 23 días. La estrategia del
gobierno fue iniciar una campaña de desprestigio de las medidas de protesta,
poniendo siempre en relieve que el mayor móvil de las mismas era la defensa de
un “acusado de estupro”. Sin embargo, las medidas represivas quedarían
reservadas hasta los últimos días del bloqueo, cuando el gobierno decidió
desbloquear las vías a través del uso indiscriminado de la fuerza pública.
La
decisión del uso de la violencia estatal también fue un vigoroso reclamo de
otros sectores afectados por el bloqueo y que no se identificaban con el mismo.
En la ciudad de Cochabamba, la más afectada por las medidas de presión, una
multiplicidad de organizaciones heterogéneas, desde sindicatos floristas pasando por trabajadores lecheros, gremialistas y comerciantes, incluso sindicatos obreros, salieron a las calles a mostrar su
desacuerdo y descontento por las medidas de presión en las carreteras del país.
A
las protestas populares se sumaron, como reviviendo de un pasado que se creía
superado, una versión renovada de las plataformas y movimientos ciudadanos que
se movilizaron contra el supuesto fraude electoral de 2019. Vecinos de clases
medias, estudiantes universitarios, profesionales, empresarios e incluso la
organización parapolicial Resistencia Juvenil Cochala (RJC) se dieron cita en
un cabildo convocado por el Comité Cívico de Cochabamba y la Cámara de
Comercio, Industrias y Servicios de Cochabamba (ICAM). En este evento pudo
verse cómo se articularon los descontentos populares junto con discursos de
odio contra los campesinos bloqueadores, emitidos por fuerzas opositoras a las
dos versiones del MAS.
La
opacidad como estrategia política
La
noción de “producción estratégica de opacidad”, teorizada por las
académicas Raquel Gutiérrez y Dawn Paley, se materializa en el caso
boliviano de manera preocupante. Este concepto se refiere a la imposibilidad de
comprender la realidad social fruto de la superposición de narrativas, la
desconexión y fragmentación de los hechos sociales y la polarización. Es decir,
no sólo enfrentamos un encubrimiento o falsificación de la realidad por fuerzas
políticas y económicas en abierta confrontación, sino más bien el
desdibujamiento de puntos de referencia en el campo político que impiden a las
organizaciones de base, a los activistas y a los observadores moverse dentro de
él con claridad, limitando la posibilidad de acción y haciendo de la crisis un
objeto ininteligible.
Esta
producción estratégica de opacidad se hace evidente en las acciones de las
facciones en pugna. Es sintomático que las disputas por la candidatura hayan
reabierto el caso de estupro contra Morales, y es más sintomático aún que ante
tal acusación, las organizaciones leales a su persona hayan iniciado un bloqueo
de caminos “contra la crisis“. Por otro lado, el descontento creciente por las
políticas ineficientes del gobierno actual, contra la falta de dólares o la
carencia de combustibles, quedó diluido y convertido en un capital explotable
para disputarse el poder, incluyendo a los sectores políticos de derecha. Esta
es la razón por la cual los cabildos ciudadanos de derecha tuvieron una gran
afluencia urbano popular, por la reorientación de las acusaciones de la crisis
tanto al gobierno de Arce como a los bloqueos “evistas”.
A
su vez, la legitimidad del movimiento campesino y sus medidas de presión, que
también contienen una demanda legítima contra la desatención del gobierno,
quedan encubiertas bajo el estigma racista que los cataloga como “ovejas
obedientes” y “serviles” a un caudillo totalmente desprestigiado. Estas
imágenes producidas desde los cabildos urbanos y el propio gobierno, sirvieron
para justificar acciones represivas y convertirlas en parte de la “lucha contra
la crisis” –y de forma más grotesca como la “lucha contra la pedofilia”. Todo
ello refleja la incapacidad de los gobernantes de dar respuestas constructivas
a una crisis que es tanto política como económica.
La
imagen de Morales, construida durante 14 años como un símbolo del Estado
Plurinacional, de las luchas indígenas y de la dignidad del pueblo está
cobrando una factura muy cara. Es evidente —si vemos en la historia boliviana—
que el movimiento campesino ha generado vínculos afectivos con los liderazgos
fuertes que supieron aliarse a él y es esta misma “economía afectiva”, como
diría la filósofa Laura Quintana, la que se activa desde la profundidad de la
historia y convoca a una lealtad férrea hacia el líder.
A
pesar de su desgaste, incluso a pesar de su acusación de estupro, el vínculo
afectivo y simbólico entre Morales y el campesinado, sobre todo de las zonas de
mayor conflicto, está vigente. Y este es uno de los mayores problemas, pues, la
ausencia o eliminación sistemática de liderazgos posibles dentro del partido
sitúan a este personaje una vez más en el centro de la política como el único
candidato representativo del campo popular. Tal dependencia de un
liderazgo personalista expone uno de los mayores retos del MAS: la falta de
renovación interna y la ausencia de alternativas que permitan proyectar un
futuro más allá del caudillismo.
Entretanto,
Luis Arce Catacora y su imagen como el economista del “milagro boliviano” ha desaparecido. Su gestión de
gobierno, frágil y cercada por los problemas económicos busca legitimarse a
través de la confrontación, la victimización, el simulacro y una
alarmante persecución política en pleno despliegue.
La
crisis económica y política son una señal de la crisis de las izquierdas y la
crisis de sentido de las organizaciones populares. La carestía de alimentos, la
subida de precios de la canasta familiar, la falta de gasolina y diésel, lejos
de motivar respuestas cohesivas, han sido un terreno fértil para el uso
político de la desesperación ciudadana, profundizando aún más las fracturas
sociales y diluyendo la posibilidad de construcción de horizontes políticos. En
realidad, las crisis son el acicate sobre el cual se dirimen las pugnas
internas de las facciones del MAS y el reordenamiento de las derechas
conservadoras.
La
sociedad Boliviana en sus laberintos, perdida en sus contradicciones
coloniales, arrastrando su historia como un problema irresuelto y doloroso, no
halla salidas. ¿Cuál será el candidato de izquierdas en las elecciones de 2025?
¿Se verá recompensado el próximo año el terreno ganado por la derecha gracias a
la división del MAS?
Y
tal vez más importante: ¿Cuál es el porvenir de los horizontes de
transformación social comunitaria-popular abiertos a inicios de siglo?
LA
CRISIS BOLIVIANA
Viento Sur Info (https://acortar.link/siET5G)
Bolivia enfrenta una crisis económica
y política marcada por un estancamiento en el crecimiento y un alto déficit
fiscal, agravados por la caída en los precios del gas, principal producto de
exportación. La inflación y el desempleo han aumentado, afectando la calidad de
vida, mientras la deuda externa sigue creciendo. A nivel político, las
tensiones se han intensificado, sobre todo al interior del MAS, con intentos de
eliminar política y físicamente a Evo Morales, todo esto en medio de un bloqueo
de caminos de sectores campesinos que ya lleva casi un mes de duración.
Las fisuras internas del MAS se fueron
abriendo paso a través del bullicio intrascendente. Las acusaciones cruzadas de
actos de corrupción e involucramiento con el narcotráfico eran reflejo de una
lucha sórdida entre aparatos políticos. La escenificación empezó con la
burocracia gubernamental, liderada por el presidente Luis Arce, afanándose por
arrebatar el control del instrumento político de las manos de Evo Morales y las
dirigencias del movimiento campesino.
Por la calidad de los intereses
expresados, se trata de una trifulca de muy baja calidad ajustada a las
pasiones mezquinas que acarrea el control de los cargos en el Estado.
Independientemente de la voluntad de los contendientes, la pugna fue
adquiriendo dimensiones sociales cada vez más amplias; primero, la crisis
partidaria devino en crisis de gobernabilidad. Viendo amenazada su candidatura
de 2025, Evo usó su bancada para sabotear al gobierno en la Asamblea
Legislativa y Arce usó a las camarillas judiciales para paralizar al
legislativo y tratar de proscribir electoralmente al exjefe.
Después,
con el malestar económico, el desmadre llegó a escalas mayores. Todos los
ingredientes de la implosión estaban a la espera de un detonante. La cosa
estalló cuando Arce sufrió un intento de golpe militar el pasado 26 de junio.
Si bien la asonada naufragó el mismo día, empujó a delinear un nuevo rumbo
político en el gobierno. Convencidos de su debilidad, de su carencia de una
base social de apoyo, Lucho y su cuadrilla fueron los últimos en enterarse de
que el eslogan de «estabilidad económica» que venían vendiendo estaba hecho
girones.
Apelando
a su cerebro reptiliano —esa parte de encéfalo que emana conductas ante
situaciones desesperadas—, decidieron apostar por canalizar el antievismo de la
sociedad boliviana y llevar la confrontación contra su exlíder a ámbitos
judiciales y violentos.
Límites
del proyecto histórico del MAS
El
2004, un año antes de asumir la presidencia Evo, la economía boliviana
registraba un PIB de 4 mil millones de dólares. En los diez primeros años del
gobierno evista, se ensanchó hasta llegar a 33 mil millones, resultando en un
inédito crecimiento de 723%. Semejante expansión permitió, entre otras cosas,
sacar a franjas significativas de la población de la pobreza extrema y
moderada, aunque encontró límites para cumplir nuevas tareas; entre ellas, la
de mejorar las tasas de empleo de calidad, aspecto que es imposible lograr sin
una sólida base industrial.
El
subempleo crónico en Bolivia nunca fue menos del 80% de la fuerza laboral
disponible. Pese a que el MAS insistió con la retórica del «cambio de la matriz
productiva» (pasar de ser un país exportador de materia prima a
industrializador de la misma), esta transformación no tuvo visos de hacerse
realidad. Y esto, fundamentalmente, debido a un impedimento estructural: las
desigualdades en el intercambio que padece la modestísima economía boliviana
respecto al mercado global capitalista. Este obstáculo para el desarrollo del
país no pudo ser afrontado por el proceso político boliviano vivido el último
cuarto de siglo, pues este cerró su etapa de reformas después de estatizar
parcialmente una sola fuente de ingresos sustanciales: el gas.
Obligada
a vender hidrocarburos sin mayor elaboración, Bolivia utiliza sus ingresos para
comprar bienes de capital y tecnología proveniente de los países centrales.
Además, gran parte del excedente económico se usa para fomentar procesos de
acumulación privada no reinvertidos completamente en el mercado interno. La
burguesía boliviana —minera, financiera pero principalmente agroindustrial—, ha
sido parasitaria de la renta hidrocarburífera; ni siquiera en los mejores años
del boom internacional fue capaz de tener una balanza
comercial positiva, siendo gran parte de sus importaciones costeadas por el
Estado.
En
el ámbito social y político, las escrupulosas reformas implementadas por el MAS
enfrentaron, desde un inicio, una oposición extremista y muchas veces violenta
de parte del bloque dominante conformado por la gran empresa privada, sus
medios de comunicación, las organizaciones políticas de derecha y las clases
medias acomodadas. Para enfrentar los embates más agresivos de esta oposición,
al MAS no le bastó el poder coercitivo del Estado, y fue la acción del
movimiento de masas la que jugó un rol indispensable.
A
diferencia del gobierno de Hugo Chávez en Venezuela, el MAS boliviano nunca
vislumbró con seriedad la posibilidad de un futuro poscapitalista. El «gobierno
de los movimientos sociales», como se autodenominó en sus mejores épocas, no
abordó cuestiones como el del poder obrero y popular, el poder comunal
indígena, ni siquiera las cooperativas sociales campesinas. Se aprobó una nueva
Constitución, pactada con la derecha, concebida más como una proclama: una
suerte de manifiesto retóricamente refundacional antes que una hoja de ruta o
diseño legal para producir cambios sociales emancipadores y concretos.
El
proyecto histórico del MAS, en términos estrictos, siempre se enmarcó en la
promoción de un desarrollismo capitalista con contenido social. Por su parte,
la derecha denunció continuamente el modesto proyecto como una amenaza
comunista y organizó asonadas de diferente intensidad (2008, 2019, 2024) con el
fin de cerrar abruptamente el proceso político.
La
mayor parte del tiempo, sobre todo en el período 2006-2010, la correlación de
fuerzas fue favorable al movimiento popular. Pero la dirección política del MAS
se negó a pasar a la ofensiva y utilizó su apabullante respaldo social para
obligar a la reacción a aceptar sus recatadas reformas. Así, se desaprovechó la
situación —como en 2008— de llevar adelante una verdadera modificación del uso,
tenencia y producción de tierras que ponga fin (o al menos límites reales) al
poder latifundista, uno de los sectores más reaccionarios de la burguesía. El
resultado práctico de esta orientación fue que la concentración y especulación
con el uso de suelos ha crecido exponencialmente durante el
proceso de cambio.
Las
derrotas sucesivas del proyecto maximalista de la derecha —echar al gobierno y
aplastar la movilización popular— fueron complementadas con la autolimitación
estratégica del Movimiento Al Socialismo. Recatarse de impulsar reformas más
profundas terminó consolidando un programa asentado en la administración del
excedente proveniente de una sola fuente: los hidrocarburos.
Aunque
suene extraño, se cayó en la ingenuidad de creer en la duración eterna de los
pozos de gas y de los buenos precios internacionales. Esta ilusión generó otra
fantasía análoga y ajustada al círculo de poder de Evo Morales: el mito del
caudillo eterno e insustituible. Ambas cosas abrieron el camino a la actual
crisis económica y política que atraviesan Bolivia y el MAS.
Mucho
se dice que el error fundamental de Evo Morales y su partido fue insistir
tercamente con la reelección indefinida desde el 2015 y que desconocer los
resultados del referéndum donde una mayoría lo inhabilitó para el propósito fue
el punto de inflexión hacia la caída y la decadencia actual. Pero muy poco se
habla de que este error político reflejaba mucho más que cinismo, ambiciones
personales y grupales: reflejaba el empequeñecimiento del conjunto del proceso
de cambio.
El
fracaso de Luis Arce
La
recesión pandémica, el desastre legado por el gobierno de facto, el agotamiento
del «ciclo del gas» y un proceso de cambio sin intención de hacer más cambios
fueron las condiciones con las que Luis Arce asumió el gobierno en 2020. Arce
calculó que su tarea consistía en enmendar administrativamente los «errores»
heredados. Su método, al menos durante los tres primeros años, fue levantar
empresas estatales medianas con el fin de dinamizar el mercado interno, pero el
impacto macroeconómico de esta medida fue insignificante.
A
partir de 2023, agobiado por la carencia de dólares en el mercado, las
presiones inflacionarias, la falta de combustibles y las pugnas políticas en el
MAS, el «cajero» de la otrora bonanza económica ha nadado en el infortunio.
Luis Arce siempre fue dado a mostrarse como un tecnócrata, una suerte de gestor
ejemplar que maneja el Estado con aires de eficiencia. En sus mejores años,
como ministro de Economía, salía arropado de cifras y estadísticas, pavoneando
la «bonanza» del 2008 al 2014. Ahora, cada vez que trata de hacer lo mismo, en
lugar de brillo, las cifras lo vuelven más opaco.
El putsch militar
del 26 de junio marcó un punto de inflexión para su gestión. En aquella
jornada, un grupo de generales de las fuerzas armadas desplegaron en la Plaza
Murillo un operativo con francotiradores, algunas centenas de soldados y
tanquetas. Su intención era desplazar a Luis Arce y actuar severamente contra
Evo Morales, es decir, dirimir la crisis política a punta de balazos. Aunque la
operación fracasó en sus objetivos inmediatos, dio el cimbronazo para una
reorientación política del gobierno.
A
partir de ese momento, con la certeza de un escenario de inestabilidad donde no
se podía descartar otra intentona militar o policial, al Poder Ejecutivo se le
planteó un rotundo dilema: enfrentar nuevas asonadas apoyados en las bases
sociales del MAS, cuyo liderazgo recae en su adversario Evo Morales, o
aventurarse a buscar la representación de todas las corrientes que quieren
aplastar al núcleo fundamental del MAS. Con la evolución de los
acontecimientos, queda claro que Luis Arce y compañía optaron por la segunda
opción.
Evidenciando
el fracaso de su administración económica, el gobierno cifra sus esperanzas de
contener la debacle procurando dólares a través del endeudamiento externo,
mientras implora a los exportadores privados que no fuguen todo el dinero.
Hasta ahora no ha logrado ni lo uno ni lo otro. Primero, porque su exigua
representación parlamentaria, paralizada por el evismo y la oposición de
derecha, le impide acceder al oxígeno del crédito externo.
Segundo,
porque pese a haber dispuesto 2500 millones de pesos bolivianos para programas
de financiamiento a la patronal y quitar cepos de varios productos de
exportación, no ha logrado que los privados dejen de fugar divisas. El gobierno
les ha concedido incluso la posibilidad de producir biodiesel (una prebenda
gubernamental a las clases dominantes con hondas consecuencias, puesto que los
grandes ganaderos y agroindustriales son responsables del 90% del bosque
incendiado este 2024, donde alcanzaron a quemar a más de 10 millones de
hectáreas, afectando de forma crónica la situación ambiental y salud pública,
ennegreciendo durante dos meses prácticamente todo el cielo boliviano).
Este
collar de capitulaciones no ha sido suficiente para conceder un respiro
económico al país y ha llevado al gobierno a una orientación política suicida:
convertir el antievismo (con todas las connotaciones racistas y reaccionarias
que conlleva) en su principal bandera para llegar a las elecciones nacionales
del 2025. Paulatinamente, Luis Arce ha ido bajando el perfil, y personajes como
Eduardo del Castillo, ministro de Gobierno, han declarado abiertamente la
guerra a Evo Morales, reactivando procesos por estupro, iniciando otros por
causas similares y ensalzando la represión policial contra los bloqueos
campesinos. Este es el contexto en el que se puede analizar el significado del
atentado policial contra la vida de Evo Morales.
Evo
y las bases sociales del MAS
El
evismo retiene la fuerza social del MAS con la idea de que este movimiento
político representa los intereses subalternos, intereses que habrían sido
«traicionados» por Arce y sus ministros. Si alguien ayuda a confirmar la
validez de esta idea es el propio gobierno que, convencido de la reducción
social y electoral del «MAS histórico», está dispuesto a perder este segmento
social persiguiendo a Evo Morales y reprimiendo con saña los bloqueos de
caminos.
Pero
si hay algo que sostiene el bloqueo de caminos es la convicción sobre la
necesidad de evitar que la salida a la crisis económica signifique el retorno
paulatino o violento a las políticas antipopulares de libre mercado (como la
devaluación de la moneda, el levantamiento de la subvención estatal de
hidrocarburos y otras). Evidentemente, sus actores, que hace pocas semanas
realizaron también una marcha hacia la ciudad de La Paz, vinculan sus
aspiraciones al liderazgo de Evo Morales, pero ambos son elementos que un
sensato análisis debería saber distinguir.
Todo
alineamiento ideológico de los sectores populares responde a una interpretación
de la realidad material. Es evidente que el gobierno ha acoyuntado sus fracasos
económicos con una mayor hostilidad no solo contra Evo Morales sino contra el
«núcleo duro» del MAS. Es la construcción exacta para adquirir un perfil
antipopular. Así las cosas, los sectores campesinos que bloquean las rutas
tienen todo el derecho a declarar como enemigo al gobierno y como hostiles sus
políticas, más aún si saben que los personajes que los tratan de «terroristas»
y «grupos irregulares», les deben básicamente el cargo.
Si
todavía hay razones —pese a un notable desgaste— que dan vigencia al
caudillismo de Morales, se debe a que él encarna una construcción política
inédita en la historia de Bolivia. En un país cuyos trazos históricos parecen
repetirse hasta la desesperación, la novedad fulgurante de un movimiento como
el MAS, de composición abrumadoramente plebeya, es haber construido una
herramienta política que ocupó durante casi dos décadas el gobierno y sirvió
para mediar, con mayor efectividad práctica que el sindicato, la relación entre
las aspiraciones populares y su posibilidad de concreción real. El papel de Evo
en esta construcción sigue siendo (aunque en menor medida que ayer) relevante.
Poco
antes de que Arce y sus ministros concibieran la genial idea de salvar su
gestión desatando una cacería contra el evismo, algunas encuestas daban el
primer lugar en las intenciones de voto al caudillo indígena. La sorpresa se la
dejamos a los necios. Si la derecha boliviana, cada vez más tirada al extremo,
está excitada por el experimento de Milei en Argentina y habla de achicar el
Estado, si el gobierno mostró disposición de levantar la subvención estatal de
combustibles —es decir, disparar el proceso inflacionario—, a nadie debería
extrañarle que Evo, simplemente con refugiarse en las añoranzas de lo que fue
su pasada gestión de gobierno, sea todavía una alternativa legítima para evitar
el infierno neoliberal. Aunque Evo no tiene un programa y estrategias para
enfrentar el ajuste económico, su actual perfil, facilitado por la
derechización de todo el espectro político, le posibilita presentarse como si
los tuviera.
Lo
seguro es que, al contrario de lo que creen algunos, cualquiera que analice la
coyuntura boliviana en función de la lucha de clases sabe que el gobierno y la
extrema derecha no les alcanzará con eliminar física o políticamente a Evo
Morales para cerrar el ciclo político. Tendrán que pasar antes por la prueba de
fuego: derrotar a los sujetos sociales que definieron la historia de este
primer cuarto de siglo veintiuno en Bolivia.
¿QUÉ
ESTÁ PASANDO EN BOLIVIA?
Lo que está sucediendo en Bolivia se
puede denominar como la implosión y el agotamiento del Proceso de Cambio
después de casi 20 años en el poder. Implosión por las múltiples
contradicciones acumuladas que están expresando un límite y agotamiento porque la
mayoría de las demandas sociales que dieron nacimiento al gobierno del MAS-IPSP
ya fueron cumplidas.
Kaos en la Red (https://acortar.link/XQtLHL)
1. Implosión y contradicciones
1.1. Culto a la personalidad vs
democracia interna.
El año 2014, Evo Morales ganó las
elecciones con un abrumador 62%. En ese momento, antes de pensar en la sucesión
o en la renovación, Morales prefirió buscar formas de reelegirse tratando de
modificar la nueva constitución recién aprobada hace 4 años. Fracasó en su
intento el año 2016 y el año 2017 trató de habilitarse con un recurso jurídico
observado por la mayoría del pueblo boliviano bajo el pretexto de tener «el
derecho humano a la reelección». Morales fue a las elecciones el año 2019
perdiendo más de 15 puntos porcentuales y siendo derrocado días después por un
levantamiento social que terminó en un golpe de Estado y la llegada al poder de
Jeanine Añez.
Morales arrastró el culto a la
personalidad hasta enterrar su propio gobierno, en lugar de pensar en un cambio
de liderazgo (aunque sea momentáneo como Lula en Brasil o definitivo como
Mújica en Uruguay), prefirió forzar la situación hasta perder el gobierno.
1.2. Modelo económico vs reformas
económicas liberales
Los éxitos económicos en Bolivia
fueron notables desde el año 2005 hasta el año 2019. El PIB creció por 400%, la
pobreza disminuyó considerablemente, la clase media creció en más de 2 millones
de personas, etc.
No
obstante, desde el año 2016, se descuidó la nacionalización de los
hidrocarburos, como lo mencionó el presidente Luis Arce, y se cambió la
exploración en nuevos pozos hidrocarburíferos por la dávida y la
electoralización de la economía, lo que provocó una caída considerable de las
Reservas Internacionales y creó las condiciones para lo que se está viviendo
ahora con escasez de dólares en el país, aumento de precios (inflación
importada y local), dificultades en la distribución de hidrocarburos, etc.
El
culto a la personalidad y la electoralización hizo que Morales descuide la
economía y sea ahora su exministro de Economía y actual presidente, Luis Arce
quien se encuentra enfrentando estos problemas económicos.
Actualmente,
se presentó un debate en la sociedad boliviana sobre la necesidad de tomar
medidas que pueden considerarse (neo)liberales en la economía, como reducir el
Estado y liberar exportaciones o mantener el actual modelo económico. Esta
contradicción determinará la elección presidencial del año 2025. Por primera
vez en 20 años, en las elecciones se debatirá la vigencia o no de un modelo
económico.
1.3.
Evismo vs anti evismo
En
la política boliviana se creó un sentimiento anti-Evo Morales desde el inicio
de su gestión el año 2005, ese sentimiento se consolidó en círculos sociales de
clase medias conservadoras, élites neoliberales desplazadas e intelectuales de
derecha. El evismo, entendido como lo dijo García Linera, como «lo nacional
popular en acción», es una estrategia política de toma del poder basada en los
movimientos sociales, a lo cual se debería incrementar que también tiene como
característica el culto a Evo Morales como líder insustituible.
García
Linera, redujo el masismo o lo nacional popular al evismo, confundiendo
términos. Existió un momento en el que ser de izquierda, apoyar el Proceso de
Cambio, a Evo Morales y al MAS-IPSP en Bolivia era prácticamente lo mismo, no
obstante eso cambió, uno puede respaldar al Proceso de Cambio y no ser masista
o evista, puede ser del MAS-IPSP y no ser evista, e incluso puede ser masista
anti-evista, etc.
En
ese sentido, actualmente, el evismo redujo su influencia política únicamente a
ser defensor de Evo Morales, no ya a principios ideológicos masistas o
revolucionarios, sino simplemente defender al líder. Bajo este criterio, el
antievismo creció considerablemente en Bolivia hasta significar el 75% de la
población votante, incluyendo masistas que están en contra de Evo Morales, por
estar en contra del culto a la personalidad.
El
gobierno de Luis Arce, el cual nació siendo evista, ahora es claramente
anti-evista, pero sigue siendo masista. El masismo ha demostrado ser más grande
que Evo Morales.
1.4.
Maquinaria estatal vs movimientos sociales
El
Estado es por naturaleza desmovilizador, no importa si sea un Estado
nacionalista, socialista o con tendencias liberales, la naturaleza opresiva del
Estado no cambia, y el gobierno del MAS-IPSP, al ser un gobierno de movimientos
sociales, sufre de esta contradicción que en muchos momentos les resultó
compleja de afrontar.
Actualmente,
el presidente Arce, al no provenir directamente de un sector social o sindical,
tuvo la obligación de empoderar aún más a los sectores sociales para combatir
el antagonismo político con Evo Morales. Esto provocó la excesiva
burocratización de los sectores sociales (los cuales ya venían burocratizados
desde la última gestión de Evo Morales), y aceleró la poca movilización social
posible.
Al
contrario, Morales se alejó de la dirección del Estado y empezó a empoderar a
los sectores sociales y a sus dirigencias que fueron alejadas del gobierno
central por diversos motivos, sean personales, políticos, ideológicos o incluso
por haber cometido actos de corrupción. De esta manera, el expresidente,
Morales logró dividir algunos sectores sociales en oposición al gobierno
central.
1.5.
Renovación vs Conservadurismo
El
término de renovación en política suele usarse de manera eufemística para
justificar cualquier posición contraria a la oficial, y los portadores de la
renovación política no necesariamente pueden ser jóvenes, pueden ser personas
mayores, incluso de la tercera edad como AMLO en México, pero que no comulgan
con la línea oficial de la política en un país. Renovar no siempre significa
nuevas ideas, a veces significa viejas ideas, pero con nuevos personajes.
En
el caso boliviano, el término de renovación es emparejado tanto con la juventud
(puede ser en filas masistas o no masistas), como con la renovación de ideas.
Con esto se quiere decir que existe un interés de renovación en la sociedad
civil buscando nuevos personajes, sean masistas u opositores, pero que no
tengan la carga simbólica y política de sus líderes anteriores, sean Evo
Morales o Carlos Mesa, por ejemplo, en la izquierda y en la derecha. Por eso se
puede hablar de una renovación en el MAS-IPSP, en sus dos alas, evistas o no
evistas, y también en la derecha boliviana, sean mesistas o no, o de cualquier
tendencia.
1.6.
Fin de ciclo o continuidad
El
fin de ciclo es una de las frases más usadas para conceptualizar lo que está
pasando, no obstante, hay mucha confusión de lo que puede o no significar un
fin de ciclo, algunos analistas dicen que es un fin de ciclo masista, otros
evista, otros de todo el Estado Plurinacional, etc., y no hacen una disociación
de lo que significa el Estado Plurinacional o el MAS-IPSP o las corrientes
internas que pueden coexistir en el mismo MAS-IPSP.
El
año 2019, la caída de Morales fue bautizada por varios políticos y analistas
como el fin del MAS-IPSP, sin embargo, volvió al poder en solo un año, aunque
no con los mismos protagonistas, en este sentido, el año 2019 también el
gobierno de Añez trató de desmantelar el Estado Plurinacional y sus símbolos,
lo que terminó en un desgaste para su propio gobierno y sendos procesos penales
que ahora la tienen recluida en la cárcel.
Lo
que se podría hacer para entender si existe o no un fin de ciclo, sería exponer
qué terminó y qué continúa, por ejemplo, las viejas demandas sociales de
nacionalización o asamblea constituyente que abrieron la puerta al denominado
“Proceso de Cambio” ya fueron cumplidas, así que se podría hablar de un fin de
ciclo de ese proceso político y quizás de sus autores principales, Evo Morales,
Carlos Mesa, Jorge Quiroga, etc., pero no un fin de ciclo del MAS-IPSP que aún
tiene mucho potencial político interno, o incluso del Estado Plurinacional, el
cual continúa latente y con una gran cantidad de tareas política incompletas.
Hay
cosas que terminaron, otras no.
1.7.
Industrialización vs dependencia económica
Esta
contradicción va de la mano de mantener el modelo económico o reformarlo,
empero, tiene una particularidad importante que obliga a tratarla de manera
separada y es la naturaleza misma de lo que significa industrializar un país en
un mundo multipolar.
La
industrialización, al contrario de lo que los economistas ortodoxos creen, es
un fenómeno geoeconómico y geopolítico y no un tema estrictamente económico, y
más aún sabiendo que las riendas de un proceso industrializador no lo están
llevando a cabo únicamente empresas privadas, sino más bien el Estado en tanto
creador de empresas y protector de la demanda interna.
Por
este motivo, la industrialización dentro del Estado Plurinacional significa
romper con determinadas cadenas de producción regionales e internacionales, lo
que obviamente provoca molestia en competidores internacionales que buscarán
formas políticas de desmantelar el proceso industrializador o en su defecto
hacerlo fracasar, en especial si se habla del tema del litio.
1.8.
Sujeto indígena campesino vs nuevo sujeto histórico
Los
éxitos del Proceso de Cambio en estos últimos casi 20 años se pueden ver en un
proceso acelerado de modernización y urbanización, entre otros factores, lo que
obliga a repensar las condiciones sociales y políticas que dieron nacimiento a
este proceso e identificar los nuevos intereses de la sociedad, los cuales son
diferentes a los de hace 20 años.
Por
ejemplo, un factor a considerar es el hecho de que la migración acelerada a los
centros urbanos a cambiado la composición de los mismos movimientos sociales
campesinos y sus generaciones, en este sentido, también se puede ver un
empoderamiento económico y político importante que creó nuevas clases sociales
adineradas aymaras o quechuas que tienen intereses de clase diferentes a los
que presentan los sectores empobrecidos de la sociedad, los cuales en su
mayoría también son indígenas por la sociedad racializada heredada por la
colonia.
A
esto se añade el crecimiento demográfico de la juventud en el país, siendo más
del 40% del electorado, aunque en clara desaceleración como lo demostró el
último censo.
El
nuevo sujeto ¿indígena urbano? ¿Obrero de ciudad? ¿burguesía nacional nativa?
Aún no se identifica con claridad, no obstante, se vuelve cada vez más
necesario ante la coyuntura histórica.
2.
El extravío de Evo Morales y el canto del cisne
Evo
Morales fue derrocado el año 2019 después de 14 años en el poder por un golpe
de Estado que inició con una movilización social en los principales centros
urbanos del país y desembocó en una ruptura constitucional con las fuerzas del
orden insubordinadas. No fue el primer golpe de Estado que se intentó contra
Morales, ya el 2008 intentaron otro en el país, incluso buscando la división de
Bolivia, en esa época ese golpe fracasó porque las condiciones objetivas y
subjetivas eran favorables al gobierno de Morales, el año 2019, las condiciones
no fueron favorable debido el desgaste crónico de su gobierno por lo acaecido
en año 2016 con el referéndum del 21F, por lo que Morales tuvo que abandonar el
país.
El
gobierno de Añez que se denominó de transición fue uno de los peores gobiernos
de la historia boliviana y se fue como inició, desordenadamente y destruido. El
MAS-IPSP, ahora a la cabeza de Luis Arce regresó al poder con el 55% de los
votos el año 2020.
Desde
ese momento las relaciones entre Arce y Morales se distanciaron, primero por el
interés de Morales de controlar el gabinete del presidente, después porque para
Morales, Arce era solo una transición hasta esperar el regreso del propio Evo
Morales, incluso, en algunos círculos evistas se pedía que Arce actúe como
Cámpora con Perón en Argentina y le devuelva el poder a Morales, sin embargo,
nada de eso pasó.
Por
ese motivo, la situación se fue crispando hasta llegar a una ruptura total
entre ambas alas masistas donde Evo Morales inició una estrategia para acortar
el mandato del presidente Arce desde el año 2023, como incluso sus voceros lo
expresaron en reiteradas ocasiones.
Se
buscó un revocatorio, el cual no fue realizado, después se realizaron varias
movilizaciones pidiendo la renuncia de Arce, hasta que finalmente, Morales
pidió que el tercer hombre del país, Andrónico Rodríguez, tomará las riendas
del Estado.
El
plan último del expresidente, inició en agosto de la gestión 2024, con varias
movilizaciones, tomas de instituciones, pedidos de renuncia, marchas, grandes
marchas, bloqueos de caminos y una huelga de hambre que hasta ahora no fue tal.
Todas las acciones de sectores evistas contra el gobierno fracasaron porque no
recibieron apoyo mayoritario de la población, no porque la sociedad boliviana
no esté presentando problemas económicos y sociales, sino porque la sociedad
considera en su mayoría que Arce debe terminar su mandato y que en última
instancia las movilizaciones de Evo Morales no son por causas genuinas sino por
impunidad ante sus denuncias de violación a menores y para habilitar su
candidatura de cara al año 2025.
Morales
y su séquito trataron de concretar una estrategia de desestabilización y crear
las condiciones para la renuncia del presidente, Arce, sin embargo, fallaron y
el desgaste fue mutuo.
Asimismo,
Morales y sus voceros aseveraron que Bolivia estaba viviendo un nuevo año 2003
o 2019, en referencia a los levantamientos indígenas del año 2003 que
desembocaron en la caída del expresidente, Gonzalo Sánchez de Lozada y el año
2019 con el intento restaurador del gobierno de Jeanine Añez que terminó con la
matanza de al menos 30 personas, empero, nada de eso ocurrió este año 2024
debido a que las condiciones son otras y porque, aunque Evo Morales lo niegue,
el gobierno de Arce sigue siendo un gobierno de movimientos sociales e
indígenas que se sienten representadas en el gobierno actual por lo que no se
unieron a las movilizaciones.
Si
a esto se incorpora que, quienes más se opusieron a los bloqueos y pidieron la
intervención de las fuerzas del orden no fueron las clases medias urbanas
tradicionales blancoides, sino los mismos sectores populares indígenas que
defienden el Estado Plurinacional e incluso el mismo MAS-IPSP, pero que no
están de acuerdo con las movilizaciones evistas en defensa de la impunidad.
Las
movilizaciones de Evo Morales que trataban de acortar el mandato del
presidente, Luis Arce, no fueron lo que esperaban y tuvieron que retornar
derrotadas buscando diálogo con el gobierno central. Morales buscó polarizar el
país entre indígenas y mestizos blancos, trató de invocar viejas mitologías
indígenas como que “quieren desmembrar a Tupac Katari” o también diciendo que
el gobierno de Arce es neoliberal y anti-indígena, pero la realidad chocó
contra Morales, y no se dio cuenta que este gobierno es igual de masista que
fue el suyo, y Evo Morales fue derrotado no por la derecha ni el
neoliberalismo, ni los racistas mestizos, sino por el mismo Estado
Plurinacional, el masismo y los propios indígenas.
Ese
fue el canto del cisne de Evo Morales…
Dos
prisioneros y un allanamiento
BOLIVIA: OPERATIVO CONTRA ALIADOS DE
EVO
El gobierno de Arce decidió hacer
efectivas una serie de órdenes judiciales contra los líderes de las protestas y
funcionarios del MAS disidente.
Página 12 de Argentina (https://acortar.link/1Py6C3)
La policía boliviana allanó en
la madrugada del jueves el domicilio del ex ministro de la Presidencia de
Evo Morales, Juan Ramón Quintana, a quien el actual Ministerio de
Gobierno acusa de "terrorismo y alzamiento armado" a raiz de sus
declaraciones en medios de comunicación. La acción forma parte de un
operativo por el que ya fueron detenidos dos líderes campesinos.
La propiedad, ubicada en el barrio
paceño de Sopocachi, había sido objeto de otro ingreso policial durante
el golpe de 2019, que la había dejado destruida por completo. Esta vez, sin
embargo, sólo se confiscaron una computadora y dos cajas con documentación.
Quintana, ex embajador boliviano en Cuba, no se encontraba en su vivienda al
momento del allanamiento.
La
versión oficial
Los
agentes de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) llegaron a
la vivienda pasada la medianoche, luego de que la Fiscalía dispusiera la
aprehensión de Quintana, al incluirlo en un proceso por presunto “terrorismo y
alzamientos armados contra la seguridad y soberanía del Estado”, según un
documento al que accedio la señal televisiva Unitel.
La
Procuraduría había pedido por su captura en el marco del caso de los
bloqueos de caminos por parte de los seguidores de Morales, concentrados en
Cochabamba, y prolongados por 24 días.
Durante
el cuarto día de las protestas, el ex funcionario había dicho que “los bloqueos
se alimentan con sangre” en una entrevista con Abya Yala. La
declaración causó revuelo al interior del Gobierno, pero sólo recientemente se
tradujo en consecuencias legales.
"Plan
de escarmiento a la lucha social"
Al
interior del Movimiento al Socialismo (MAS), las acciones fueron
consideradas como parte de una persecución política para neutralizar las
protestas contra el gobierno en medio de una crisis económica.
El
propio Evo Morales aludió a intentos de censura este jueves. “Existe
un plan de escarmiento a la lucha social al estilo de las dictaduras militares,
donde a través de la manipulación de la justicia se busca disciplinar a la
sociedad para que acepte callada y sumisa la actual situación económica”,
escribió el líder aymará en su cuenta de X.
Mas
tarde, el representante del MAS, Aldo Flores, denunció en el Senado lo que
considera una política de "terrorismo de Estado" implementada en
Bolivia, dados los allanamietnos a domicilios, persecuciones y detenciones de
partidarios del expresidente.
Campesinos
y pueblos originarios
El
día anterior, en la ciudad de Quillacollo, a 13 kilómetros de Cochabamba, tres
hombres de civil secuestraron en plena calle a la diputada Gladys Chumacero,
quien fue liberada en la ruta, y al secretario general de la Confederación
Sindical Única de Trabajadores Campesinos (CSUTCB), Humberto Claros.
Luego
de su captura, Claros fue trasladado a los cuarteles de la FELCC, en La
Paz, junto al dirigente del Pacto de Unidad indígena, Ramiro Cucho,
detenido en Potosí horas antes.
EL
MAPA DE LAS INVERSIONES Y EL COMERCIO DE AMÉRICA LATINA TIENE UN DUEÑO CASI
EXCLUSIVO: CHINA
El jefe del régimen chino, Xi Jinping,
llega a Lima para participar del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico
(APEC). Sus principales intereses en la región y cómo desplazó a Estados Unidos
Infobae de Argentina (https://acortar.link/d5sKgC)
El jefe del régimen chino, Xi
Jinping, llega esta semana a América Latina, donde China ha
superado a Estados Unidos como el principal socio comercial de
casi todas las grandes economías de la región, con excepción de México y Colombia.
Durante su visita, el líder chino inaugurará un megaproyecto portuario en Perú para
agilizar el comercio con Asia.
Además, asistirá a la cumbre del Foro
de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Lima y
a la reunión del G-20 en Río de Janeiro, eventos
que algunos analistas interpretan como muestras de la creciente influencia
económica de Beijing sobre Washington en el
hemisferio sur.
El comercio chino en la región incluye
la compra de litio argentino, chileno y boliviano, petróleo venezolano
y mineral de hierro y soja de Brasil,
mientras que el valor de sus proyectos de infraestructura en América
Latina y el Caribe, estimado en 286,100 millones de
dólares por AidData, ya se aproxima al total de sus inversiones en África.
Estos proyectos abarcan desde líneas de metro en Bogotá y Ciudad
de México hasta represas en Ecuador, y demuestran una
inversión más diversificada y con menor resistencia que en otras regiones en
desarrollo, de acuerdo a un artículo publicado en The Wall Street
Journal.
Beijing ha captado la
atención de líderes latinoamericanos con una política que rompe con el orden
global liderado por Estados Unidos desde la Segunda
Guerra Mundial y apuesta por relaciones menos condicionadas, en
palabras de Álvaro Méndez del London School of
Economics, un símbolo importante para los países del Sur Global.
Además, China se ha establecido como alternativa en sectores
estratégicos, como la infraestructura y la tecnología, con exportaciones de
bienes de consumo y productos industriales, como los vehículos eléctricos
de BYD y equipos de telecomunicaciones de Huawei.
Aunque
el comercio y las inversiones de China han crecido
rápidamente, algunos países de la región han impuesto tarifas a productos
chinos debido a la competencia que afecta a industrias locales, como el acero
en Chile y la pesca en otras zonas. La construcción de una
hidroeléctrica en Ecuador y la actividad minera en Perú también
han generado críticas por su impacto ambiental y social, dañando en parte la
imagen de China.
Estados
Unidos,
en contraste, enfrenta desafíos en su intento de mantener influencia en América
Latina. John Feeley, exembajador de Estados Unidos en
Panamá, describió cómo Washington mostró indiferencia hacia
oportunidades en la región, como la construcción de un puente en el Canal
de Panamá en 2018, que finalmente fue adjudicado a un consorcio chino.
En
respuesta al avance de China, la General Laura Richardson,
jefa del Comando Sur de Estados Unidos, advirtió sobre la creciente
influencia de Beijing en la región. La Corporación
Financiera de Desarrollo Internacional de EE.UU. ha destinado $30
millones para un proyecto minero de cobalto y níquel en Brasil,
pero las naciones de ingresos medios en América Latina no
cumplen con los requisitos para la mayoría de sus fondos de apoyo.
La
política exterior estadounidense hacia la región sigue enfocada en temas como
la inmigración ilegal y los narcóticos, sin explotar plenamente la
estabilidad política y el crecimiento de la clase media que podrían
beneficiar sus intereses. Los países de la región, como Ecuador y Uruguay,
han buscado acuerdos comerciales con Beijing ante la falta de
interés de Estados Unidos, aunque el embajador ecuatoriano Cristian
Espinosa Cañizares reconoció que Ecuador sigue
priorizando acuerdos con Estados Unidos, pero busca estrategias
alternativas para acceder a su mercado.
A
nivel geopolítico, uno de los objetivos clave de Beijing es
aislar a Taiwán. Entre los once países que aún mantienen relaciones
diplomáticas con Taipéi, siete se encuentran en América
Latina. En años recientes, naciones como Honduras y Panamá han
cambiado su reconocimiento diplomático hacia China a cambio de promesas de
inversión.
La
influencia de China en América Latina también
responde a intereses estratégicos a largo plazo. Además de las adquisiciones de
recursos naturales, Beijing ha promovido acuerdos comerciales
en yuanes y control de operaciones portuarias en países como Perú,
con el objetivo de asegurar cadenas de suministro que resistan potenciales
sanciones occidentales en caso de conflictos militares. Un informe del Rhodium
Group y el Atlantic Council sugiere que, en un
escenario de tensiones entre China y Occidente, Beijing podría
ofrecer incentivos a naciones regionales, como Brasil, para evitar
una desvinculación económica similar a la que enfrenta Rusia tras
su invasión a Ucrania.
En Argentina,
por caso, una estación de “observación espacial” situada en Neuquén -Patagonia
argentina- es de uso restringido de militares chinos sin posibilidad de que
funcionarios locales accedan a ella. Washington cree que esa
base es utilizada por el régimen para espiar comunicaciones en todo el
hemisferio.
Sin
embargo, China enfrenta ciertos retrocesos en su expansión en
la región. Pese a los avances del programa Iniciativa de la Franja y la
Ruta, que ha sumado a 22 de los 26 países latinoamericanos y caribeños
elegibles, Brasil ha evitado formalmente unirse, un gesto que
refleja insatisfacción por el limitado acceso al mercado chino para productos
brasileños. Esta decisión representa un golpe para el proyecto insignia
de Beijing y pone de relieve un posible descontento con la
falta de reciprocidad económica, evidenciando tensiones latentes entre los
intereses de China y las expectativas de los gobiernos
latinoamericanos.
LA
VISITA DE XI JINPING A AMÉRICA LATINA REFUERZA EL ROL DE CHINA COMO POTENCIA
ECONÓMICA EN LA REGIÓN
El Men de Perú (https://acortar.link/MUnx3C)
Esta semana, Xi
Jinping, líder de China, llegará a América Latina en una
visita clave que resalta el creciente poder económico de Beijing en la
región. China ha superado a Estados Unidos como el principal socio
comercial de varias grandes economías latinoamericanas, excluyendo a
México y Colombia. Durante su gira, Jinping inaugurará un importante proyecto
portuario en Perú, diseñado para facilitar el comercio con Asia.
El presidente chino también asistirá a
dos eventos internacionales significativos: la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC)
en Lima y la reunión del G-20 en Río de
Janeiro. Expertos consideran estos encuentros como una manifestación del
creciente impacto económico de China, desplazando poco a poco la influencia de
Estados Unidos en el hemisferio sur.
Influencia comercial
China ya mantiene una sólida presencia
comercial en América Latina, con compras de recursos clave como litio
de Argentina, Chile y Bolivia, petróleo de Venezuela, y minerales y soja de
Brasil. Además,
el valor de los proyectos de infraestructura de China en la región, que superan
los 286,000 millones de dólares, está a la par de sus inversiones en África.
Estos proyectos abarcan desde líneas de metro en ciudades como Bogotá y
Ciudad de México, hasta represas en Ecuador, y han sido bien recibidos por
muchos países, a pesar de la resistencia de algunos sectores.
El
modelo de cooperación de China ha atraído a muchos líderes latinoamericanos,
que valoran relaciones menos condicionadas en comparación con las impuestas por
Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial. Como apunta Álvaro Méndez, de
la London School of Economics, China representa una alternativa atractiva en
sectores estratégicos, como infraestructura y tecnología.
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