El
exdirigente de la Central Obrera Boliviana (COB) Juan Carlos Huarachi fue
enviado por seis meses a la cárcel de San Pedro de La Paz con detención
preventiva, en el marco del proceso que se le sigue por delitos de
enriquecimiento ilícito, uso indebido de influencias y concusión. La imputación
contra el exdirigente se apoya en indicios relacionados con un presunto pago
irregular de Bs 40.000, que también involucraría a otras exautoridades.
La
Central Obrera Boliviana (COB) ha cerrado una fase histórica de más de 70 años
como motor de las luchas sociales en su país con la detención, el martes, de
quien fuera su máxima autoridad hasta 2025, Juan Carlos Huarachi, investigado
por enriquecimiento ilícito, uso indebido de influencias y concusión. El ahora
exsecretario ejecutivo de la organización estuvo rodeado de polémica desde su
nombramiento en 2018: era común verlo vestido con su casco de minero cerca de
los presidentes de turno, primero Evo Morales, luego Luis Arce y hasta con
Jeanine Áñez, con quien negoció una prórroga de su mandato. Las bases de la
COB, bandera de la lucha contra la dictadura militar, son conscientes de la
degradación que ha sufrido su imagen, proponiendo desde la nueva directiva
recuperar la “autonomía sindical”.
Huarachi
deberá cumplir seis meses de detención preventiva en la cárcel de San Pedro de
La Paz, después de que un juez determinara que existe “probabilidad suficiente”
de que abusó de su influencia política para recibir sobornos. La testigo clave
es una exfuncionaria del Ministerio de Medio Ambiente y Agua, quien asegura
haber entregado, entre 2022 y 2023, cerca de 6.000 dólares al máximo dirigente
de la central. Está representada por Abel Loma, abogado con una larga
trayectoria defendiendo denuncias de corrupción gubernamentales.
El
jurista asegura que existen inconsistencias en el movimiento financiero
bancario de Huarachi, quien percibe un salario de más de 4.000 dólares como
asistente de perforista de la empresa estatal minera Huanuni. “El exministro de
Medio Ambiente Juan Santos Cruz [detenido desde 2023] le enviaba dinero a
Huarachi para conseguir respaldo de la COB y seguir en el cargo. La COB
designaba y sugería nombres al presidente”. La trama de corrupción todavía está
siendo develada y salpica a otros dirigentes de la central, así como a
exfuncionarios públicos.
Todavía
se está midiendo el impacto sobre la organización sindical más grande de
Bolivia, que nació bajo la consigna de llevar las demandas de sus afiliados a
las calles. La COB se fundó el 17 de abril de 1952, días después de la
revolución armada que instauró el voto universal en Bolivia, la reforma agraria
y la nacionalización de las minas, entonces la principal fuente de ingresos del
país.
El
hecho histórico es indispensable para entender a la organización, explica el
autor de varios libros sobre la historia del movimiento obrero y docente
investigador del Instituto de Estudios Sociales y Económicos de la Universidad
Mayor de San Simón (UMSS), Lorgio Orellana: “Surgió como un órgano de poder,
cobijada por milicias de obreros que fungían como poder estatal real, frente al
Ejército oficial derrotado durante la insurrección. Después de la revolución,
la forma de sindicato obrero se universalizó y fue asimilada por campesinos,
estudiantes y maestros; al afiliarse a la COB, reconocían su autoridad moral y
su papel de dirección revolucionaria”.
A
ello se refiere el nuevo líder, Mario Arguello, electo en octubre pasado,
cuando habla de “devolver la central a sus esencias”. La relación estrecha
entre el Ejecutivo y la COB, sin embargo, no es exclusiva de los años
(2006-2025) del Movimiento Al Socialismo (MAS). El fundador y secretario
ejecutivo de la institución por 25 años, Juan Lechín, fue ministro de Minas y
después vicepresidente del gobierno que se instauró tras aquella revuelta de
1952. Los regímenes militares que llegaron después al país (1965-1982) tomaron
como principal enemigo a los mineros —hasta ahora el brazo de mayor fuerza de
la COB— y a Lechín, su máximo representante, lo que le costó un tiempo en la
cárcel y un exilio junto a su cúpula directiva.
El
retorno a la democracia en la década de 1980 trajo consigo los gobiernos
neoliberales (1985-2005) y políticas de privatización, a las que la COB hizo
frente organizando revueltas populares. “La descentralización de los procesos
de producción redujo el número de obreros concentrados y sindicalizados,
debilitando la capacidad de movilización de la COB. Pese a ello, mantuvo cierta
autoridad moral y jugó un papel dirigente en procesos insurreccionales como la
Guerra del Agua de 2002 y la Guerra del Gas de 2003”, detalla Orellana. Aquel
proceso de viraje político concluyó con la asunción al poder de Evo Morales y
su partido, el MAS.
Al
ser un factor decisivo del cambio, las organizaciones sociales, entre ellas la
COB, reclamaron su cuota de poder. Un ejercicio de poder y de desarrollo de
vínculos clientelares que, dice Orellana, no es reciente: “La corrupción,
subordinación y pasivización de las organizaciones populares ha caracterizado a
los gobiernos populistas; ha sido una forma de construcción de legitimidad”.
Así, por ejemplo, Pedro Montes, quien fue secretario ejecutivo de la central
obrera entre 2006 y 2012, fue luego senador por el MAS entre 2015 y 2020. Pero
el caso más controvertido llegaría con Huarachi.
Primero,
el dirigente obrero se congració con Morales, respaldando públicamente una
tercera reelección, ilegal según la Constitución. La decisión llevó a la crisis
social de 2019, y cuando Morales estaba presionado contra las cuerdas, Huarachi
se unió a las voces que pedían su renuncia. Después, en la gestión interina de
Áñez, negoció un reconocimiento del Ministerio de Trabajo para alargar su
mandato, que terminaba en 2020. Finalmente, con la asunción de Arce ese mismo
año, se puso de su bando cuando se desató la guerra fratricida contra Morales.
La
caída de la COB converge con el giro a la derecha que dio Bolivia hace unas
semanas con la nueva presidencia de Rodrigo Paz. Muchos de los altos cargos
están volviendo a ser asumidos por las mismas autoridades de la fase
neoliberal, el último periodo en el que la central tuvo carácter subversivo.
Una ocasión, según los mismos obreros, propicia para iniciar un nuevo ciclo de
movilizaciones que recupere la antigua capacidad de cohesionar fabriles,
transportistas, mineros y agricultores campesinos. El País de España
(https://n9.cl/q9p3l4)
EL
NUEVO EJE DEL SUR: ANTICOMUNISMO, SEGURIDAD Y APERTURA ECONÓMICA
El
balotaje del 14 de diciembre no decide solo el futuro interno de Chile. Decide
también si el país hace parte de la superación definitiva de populismo,
aislamiento y proteccionismo que tanto daño hicieron a Sudamérica
Panam
Post de Panamá (https://n9.cl/harxos)
Los
resultados de la primera vuelta presidencial en Chile del 16 de noviembre de
2025 han sacudido el tablero político regional. José Antonio Kast, con cerca de
24 % de los votos, se impuso como el candidato más votado de la derecha y
avanzó al balotaje del 14 de diciembre frente a la oficialista Jeannette Jara
(26,8 %). Este desenlace no es solo un rechazo masivo al gobierno de Gabriel
Boric, cuya aprobación apenas supera el 30 %, sino la señal de que Chile está
listo para abandonar el aislamiento ideológico y diplomático que marcó los
últimos cuatro años.
En
Sudamérica emerge un bloque mayoritariamente anticomunista y pragmático: Javier
Milei en Argentina, Santiago Peña en Paraguay, Daniel Noboa en Ecuador y el
reciente triunfo de Rodrigo Paz en Bolivia. Si Kast llega a La Moneda, Chile
completaría este eje ideológico que prioriza el orden público, la seguridad
ciudadana, la disciplina fiscal y la apertura comercial, dejando atrás las
taras del siglo XXI latinoamericano: populismo redistributivo fallido,
proteccionismo asfixiante, tolerancia al crimen organizado, la promoción del
narcotráfico y alineamientos internacionales basados en el socialismo más que
en intereses regionales comunes.
Bajo
el Gobierno de Boric, la política exterior chilena fue de una insignificancia
histórica: ausencias, distanciamiento con vecinos por su ideología, y énfasis
retórico en causas globales progresistas mientras el país perdía peso en foros
como la Alianza del Pacífico. Si algo puede aplaudirse del gobierno saliente es
su fuerte posición contra el régimen chavista en Venezuela.
La
gran oportunidad está en el Mercosur, hoy convertido en el símbolo perfecto de
esas taras que la región desea superar. Con un Arancel Externo Común promedio
de 12 – 14 %, cientos de excepciones, barreras no arancelarias permanentes y la
obligación de negociar acuerdos internacionales solo por consenso, el bloque se
ha estancado durante décadas. Brasil, bajo el Gobierno Lula defiende el modelo
proteccionista y estatista; Argentina y Paraguay, por el contrario, exigen
cambios estructurales.
Milei
ha sido explícito: bajar el AEC a niveles cercanos a 5 – 8 %, eliminar trabas internas, permitir
que cada país negocie acuerdos bilaterales sin veto colectivo (por ejemplo, un
TLC Argentina – EEUU o Paraguay-China) y transformar el Mercosur en un área de
libre comercio real en lugar de una unión aduanera imperfecta. Peña coincide y
amenaza con medidas unilaterales si no hay avance. ¿Pero estos países
impulsarían el ingreso de Chile y Bolivia para aprovechar el alineamiento e
impulsar reformas?
Un
Chile gobernado por Kast, crítico histórico de bloques ideologizados y defensor
de la Alianza del Pacífico, no creo que se sume al bloque. Sin embargo, podría
presionar desde afuera, coordinar posiciones y atraer inversión hacia un “eje
liberal-conservador” que incluya también a Ecuador y a Bolivia.
Esta
reforma no sería cosmética: significaría cientos de miles de empleos nuevos por
mayor exportación, atracción de cadenas globales de valor que hoy evitan la
región y, sobre todo, el fin del proteccionismo crónico que asfixió el
crecimiento sudamericano durante décadas.
A
esto se suma la cooperación en seguridad. El narcotráfico ya no respeta
fronteras: rutas bolivianas, puertos chilenos y argentinos, laboratorios
paraguayos. Gobiernos con la misma visión de “mano dura”, respeto al Estado de
derecho y rechazo a la impunidad ideológica pueden compartir inteligencia en
tiempo real, realizar operaciones conjuntas y agilizar extradiciones, algo
impensable en los gobiernos del Foro de São Paulo.
El
balotaje del 14 de diciembre no decide solo el futuro interno de Chile. Decide
también si el país hace parte de la superación definitiva de populismo,
aislamiento y proteccionismo que tanto daño hicieron a Sudamérica. Con José
Antonio Kast, Chile puede incorporarse en el renacer de una región próspera,
segura y conectada al mundo. La oportunidad es ahora.
GAS
A BRASIL: "ES URGENTE QUE LOS PAÍSES QUE TIENEN DUCTOS AMORTIZADOS BAJEN
SUS PRETENSIONES DE COSTOS DE TRANSPORTE"
El
directivo de la petrolera francesa también se refirió a la continuidad de la
desregulación del mercado local para poder asegurar la llegada de nuevas
inversiones.
Revista
Mejor Energía de Argentina (https://n9.cl/zq2ka7)
El
desafío inmediato para que la Argentina logre potenciar su capacidad
exportadora de gas natural hacia Brasil y la región se centra en la inversión
en infraestructura doméstica y la competitividad de la molécula en el punto de
destino. Así lo remarcó Sergio Mengoni, director general de Total Austral y
country chair de TotalEnergies en Argentina, la primera empresa que logró a
fines del primer cuatrimestre de 2025 exportar gas local a través de Bolivia.
Mengoni
fue enfático al señalar la necesidad de una acción "absolutamente clave y
de manera urgente" por parte de los países vecinos. El punto central es
lograr un esquema de precios que permita a la molécula argentina llegar a
Brasil con un costo final viable. “Es absolutamente clave y de manera urgente
que los países que tienen ductos ya amortizados bajen sus pretensiones de costo
de transporte, para tener un ganar-ganar en toda la cadena”, afirmó en un
reciente evento de Forbes.
El
ejecutivo apunta, en particular, a la necesidad de que los operadores de los
sistemas de ductos de Bolivia y de Brasil bajen los costos de transporte,
teniendo en cuenta que se trata de redes largamente amortizadas, y equipararlas
a lo que cobran las transportistas argentinas, que resultan hasta cuatro veces
menores en similares distancias.
Costos
e infraestructura
Para
Mengoni, al reducirse el costo operativo del transporte, se permitiría que la
tarifa pueda “asignarse a nueva inversión en infraestructura, manteniendo así
la competitividad del gas argentino”. La urgencia de esta medida se enmarca en
la necesidad de avanzar rápidamente de la actual "fase piloto" a un
proyecto que sea "sustentable en el mediano y largo plazo".
TotalEnergies,
a través de Total Austral, participa en la ampliación del flujo gasífero
regional —hasta hoy reducido a unos pocos meses del año y en volúmenes casi
testimoniales—, sobre lo cual Mengoni resaltó que la exportación de gas
argentino a Brasil vía Bolivia es una realidad técnica y operativa.
La
compañía se consolidó como pionera al trabajar en la viabilidad técnica y
regulatoria del proyecto en 2024 y al confirmar la posibilidad de flujo en
abril de 2025. El ejecutivo resaltó que, aun con cuestiones pendientes por
resolver entre los socios, ya se concretó un segundo paso fundamental:
"Hoy estamos transportando gas en firme vía Bolivia hacia Brasil".
Mengoni
manifestó su optimismo de cara al futuro de este corredor, al asegurar que, más
allá de consideraciones políticas, existe una "nueva oportunidad o una
oportunidad adicional" para seguir avanzando. Subrayó que “tanto la
Argentina, como Bolivia y Paraguay, tienen un interés común" en que el
proyecto se concrete, en un escenario de “competencia sana” regional.
Si
bien la exportación regional es una oportunidad clara por la cercanía
geográfica, el plan estratégico de la Argentina también apunta a la
competitividad en el mercado global, particularmente a través del Gas Natural
Licuado (GNL).
Mengoni
destacó un paso positivo reciente por parte de la Argentina en términos
fiscales al "bajar el precio que permite exportar a un valor más bajo”.
Sin embargo, enfatizó que es “clave que bajemos nuestros costos, bajemos
nuestra carga fiscal aquí, en Argentina, para llegar competitivos”.
Este
esfuerzo no solo es vital para el mercado regional, sino para el mundo, dada la
tendencia global de precios. El presidente de TotalEnergies advirtió:
"Vemos precios de la energía hacia la baja, mediano plazo, y un panorama
de nuevos proyectos al horizonte 2030 que se están desarrollando”. En este
contexto, la competitividad en la Argentina debe darse "en toda la
cadena" para asegurar la participación del país.
Mengoni
citó la experiencia global de TotalEnergies, que se encuentra entre los
"tres primeros comercializadores del mundo" y maneja el “diez por
ciento del GNL mundial”, participando actualmente en nueve proyectos de
construcción. Esta visión de mercado sustenta la necesidad de que la Argentina
acelere sus reformas de costos para no quedar rezagada ante la potencial
sobreoferta futura.
La
región y las exportaciones
En
cuanto a la estrategia de exportación, Mengoni consideró que los proyectos
regionales por gasoducto y los de GNL no son excluyentes. “Argentina tiene un
potencial que estamos estimando de 100 MMm3/d de exportación. Tenemos que
trabajar todos juntos para que estos proyectos sean complementarios y que no
haya competencia. Cada compañía podrá evaluar los riesgos o no. Nosotros sí
consideramos que el mercado regional es una oportunidad: tenemos un mercado al
lado nuestro, a nuestras puertas, que ya existe”.
La
prioridad fundamental será siempre el abastecimiento del mercado local, que
continuará creciendo, pero una vez cubierta la demanda interna, el potencial de
los 100 MMm3/d se distribuirá entre Chile, Brasil, los proyectos de GNL, y el
aprovechamiento de los líquidos de gas natural.
Por
otra parte, Mengoni hizo hincapié en el potencial de crecimiento de Total
Austral en la Argentina, destacando su experiencia y diversificación en dos
cuencas muy diferentes como son la Cuenca Austral, donde tiene operaciones
offshore frente a las costas de Tierra del Fuego, y la Cuenca Neuquina, que
aloja casi la totalidad de Vaca Muerta.
La
compañía, con casi cincuenta años de presencia, opera cerca de 38 MMm3/d de
producción, lo que representa aproximadamente "casi un tercio de lo que es
la producción de gas del país". En ese sentido, destacó que un punto
fuerte de Total Austral es la diversificación de su cartera, con una producción
dividida casi en mitades entre el gas convencional del sur del país y el no
convencional neuquino.
Tras
la finalización del Proyecto Fénix, la sexta plataforma en Tierra del Fuego en
46 años, Mengoni confirmó que "existe vida después de Fénix", con
prospectos y "opciones de desarrollo adicionales hacia el futuro".
Sin embargo, resaltó que la realización de proyectos futuros está directamente
ligada a las señales económicas y regulatorias que brinde el país a sus casas
matrices, en particular citó la normativa que permite a partir del año próximo
distribuir dividendos a las casas matrices del exterior sobre los resultados de
2025.
“Va
a ser muy importante cómo continúa el país hacia adelante -afirmó-. Uno de los
puntos claves para nosotros y para la industria va a ser cómo continúa
Argentina con la desregulación del mercado, con la posibilidad a partir del año
próximo de distribuir dividendos. El hecho de mandar el mensaje de que podemos
traer inversiones, pero también podemos sacar el dinero con total libertad va a
ser clave para poder seguir teniendo más Fénix en el futuro”, enfatizó.
En
el mismo sentido, Mengoni completó que “es importante continuar con esta
desregulación total para que la industria y las inversiones puedan seguir
viniendo. Hoy estamos en un momento muy favorable a nivel país, a nivel
contexto y con apoyo internacional”.
ENERGÍA,
EL ARMA ESTRATÉGICA DE CHINA PARA DOMINAR LA INVERSIÓN EN LATAM
Entre
2014 y 2024, la inversión china en infraestructura energética se concentró en
América del Sur, especialmente en Brasil, donde se ejecutaron 17 proyectos con
un valor total de 11 mil 28 millones de dólares.
Milenio
de México (https://n9.cl/bvg1s)
En
los últimos años, América Latina ha sido un terreno estratégico para las
multinacionales chinas, cuyo crecimiento en la región supera al de sus pares
occidentales.
A
diferencia de las empresas privadas o mixtas de Occidente, la mayoría de estas
son controladas por el Estado chino, que posee alrededor del 80 por ciento de
ellas.
“Esto
significa que los proyectos realizados por estas empresas no dependen
únicamente de la lógica de mercado, sino también de las políticas estratégicas
del Estado chino”, explica María Yira Figueroa Olvera, doctora en Ciencias
Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Destinos
a sectores estratégicos del mercado chino
Figueroa
detalló que este respaldo estatal permite a estas compañías ejecutar proyectos
de gran escala y con plazos ambiciosos, especialmente en sectores que Beijing
considera críticos, como lo son: energía, infraestructura, minería y
tecnología.
Según
la especialista, los principales destinos son Brasil, Chile, Argentina, Perú,
Colombia, Costa Rica, México y Bolivia, pues en ellos, las empresas chinas han
encontrado condiciones estratégicas para desarrollar proyectos orientados
principalmente a cuatro sectores:
Energías
renovables: solar, eólica, fotovoltaica e hidroeléctrica.
Infraestructura:
plantas de energía, redes de transmisión, parques industriales.
Minería
y tecnología.
Automotriz
y autopartes, con el fin de integrar cadenas de suministro hacia China.
Generación
de energía renovable
La
energía, sin embargo, se ha convertido en el centro de gravedad de su apuesta
global.
Entre
2014 y 2024, la inversión china en infraestructura energética se concentró en
América del Sur, especialmente en Brasil, donde se ejecutaron 17 proyectos con
un valor total de 11 mil 28 millones de dólares; entre ellos, destacan:
La
creación de redes de transmisión eléctrica
La
construcción de plantas solares en Río de Janeiro y Pará
En
México, aunque el monto es menor, la presencia también es significativa: siete
proyectos por más de mil 700 millones de dólares en Aguascalientes, Coahuila y
Yucatán.
Las
obras incluyen parques solares, eólicos e infraestructura para generación
renovable, todos orientados a reducir la dependencia de los combustibles
fósiles.
La
apuesta china por un futuro eléctrico
Uno
de los rasgos más relevantes de las multinacionales chinas, en la región, es su
preferencia por las energías renovables.
De
acuerdo con Mordor Intelligence, esta elección responde a su estrategia global,
toda vez que busca consolidarse como líder en tecnologías limpias, así como a
la necesidad urgente de modernización energética que presentan los países
latinoamericanos.
"China
posee hoy la mayor experiencia mundial en energía solar y eólica, además de ser
el mayor productor de paneles fotovoltaicos y turbinas", afirma la
especialista.
Esta
ventaja tecnológica le permite competir con costos más bajos y plazos más
rápidos que muchas empresas occidentales.
La
forma en que las empresas chinas ingresan a la región sigue patrones definidos,
pues trabajan mediante:
Asociaciones
público-privadas
Comparten
riesgos con los gobiernos
Participan
en concursos públicos para proyectos de factibilidad o explotación.
La
analista remarca que también suelen firmar memorandos de entendimiento que
establecen compromisos de largo plazo, pues este método de entrada les permite
alinearse con los planes nacionales de infraestructura y energía, integrándose
directamente en la agenda del país anfitrión.
Este
enfoque colaborativo genera beneficios estratégicos: facilita la aprobación y
operación de los proyectos al alinearlos con políticas nacionales, reduce los
riesgos de inversión gracias al apoyo institucional y fomenta redes de valor
que conectan empresas chinas con industrias locales.
Sin
embargo, las multinacionales chinas no operan sin competencia, ya que en
América Latina enfrentan a jugadores tradicionales como Iberdrola, ENEL, AES
Corporation y Hydro-Québec.
Estas
empresas occidentales, al ser privadas o mixtas, suelen depender más de la
rentabilidad inmediata que de estrategias geopolíticas o de largo plazo.
El
análisis de mercado muestra que la Inversión Extranjera Directa (IED) de China
en energía se concentra en seis países que representan el 79 por ciento del
total regional:
Brasil
México
Chile
Argentina
Colombia
Ecuador
En
estos destinos, las inversiones no sólo buscan generar electricidad, sino crear
redes de valor entre empresas locales y chinas.
De
acuerdo con el análisis de “Empresas multinacionales de China en América
Latina. Condiciones y perspectivas en la industria eléctrica de Brasil y
México” se espera que China mantenga y expanda su presencia en América Latina.
Brasil,
México y Chile seguirán encabezando el destino de capital, mientras países como
Perú, Colombia y Bolivia podrían atraer nuevas inversiones, especialmente en
energías limpias y tecnología de infraestructura avanzada.
EL
NUEVO ORO BLANCO: CÓMO SE CONSTRUYÓ LA IDEOLOGÍA DEL LITIO
Los
nombres del litio (oro blanco, petróleo del siglo XXI, mineral del futuro)
permiten captar una serie de narrativas contemporáneas. Así como el Ford T
representó toda una época que llevó el nombre de fordismo, el auto eléctrico
quizás se vuelva la imagen privilegiada de un mundo signado por el capitalismo
verde, la sociedad excluyente y la crisis múltiple.
De
Política de Argentina (https://n9.cl/gkek6)
Para
el espíritu del capitalismo actual, la magia del litio es simple pero esencial:
permite construir unas baterías livianas y a la vez potentes; mucha energía,
poca masa, poco volumen. Nada más, y nada menos. Así como internet facilita la
circulación infinita de palabras e imágenes, el litio brinda fluidez y
movilidad a las cosas. Si internet almacena datos, las baterías almacenan
energía. Gracias a su potencia y ligereza, las baterías lograron convertir
teléfonos celulares incómodos como un ladrillo en encantadores dispositivos de
bolsillo; que las múltiples tareas que permiten las laptops no estén ancladas a
una mesa, que podamos ver una película en un avión o bailar sin cables de por
medio, o que un dron nos muestre el mundo. Así, no solo reviven artefactos
antiguos, sino que crean nuevos. Además, debido a que las baterías optimizan
las variables potencia, masa y volumen, es posible fabricar motos, autos,
camiones y muchas otras movilidades que no emiten gases de efecto invernadero;
e incluso se fantasea con que, ante el agotamiento del combustible fósil, las
baterías guarden la escasa pero fundamental energía eléctrica generada por
fuentes renovables, como paneles solares o molinos eólicos. Aclaremos que, a
diferencia de los hidrocarburos –petróleo, gas o carbón, fáciles de almacenar–,
la electricidad debe consumirse o se disipa, por lo que será necesario
almacenarla en gran escala, por ejemplo, en baterías de litio masivas.
Los
acumuladores de litio alimentan la ilusión contemporánea de que el capitalismo
puede ser infinito. Sostienen el afán por mantener la aceleración, la levedad y
el goce del consumo, atendiendo a la evidencia de que el combustible fósil se
acabará más temprano que tarde y que constituye la principal causa de las
emisiones que desatan el calentamiento global. Si la fluidez definiera nuestra
época, las baterías de litio serían su garantía concreta, de ahí su esplendor y
centralidad ontológica. La tecnología del litio induce a imaginar que hay una
salida al ocaso del mundo fósil sin renunciar al sistema hiperconsumista que
origina nuestra múltiple crisis global. Por ello, el litio es mucho más que un
simple mineral, es también un artefacto ideológico, un modo de concebir el
mundo.
Plateado
sobre plateado
Los
salares altoandinos de la región atacameña de Argentina, Chile y Bolivia –el
renombrado «triángulo del litio»– sobresalen por sus yacimientos: representan
cerca de 65% del total de los recursos globales y concentran hoy 38% de la
oferta mundial. Al litio se lo extrae de la piedra con las nocivas técnicas de
la minería a cielo abierto; con este método, Australia es el primer exportador
mundial. Sin embargo, cuando se habla de litio, siempre reluce la imagen
prístina del salar. Como una decisión ineludible, cada editor elige la misma
foto: el salar blanco, el cielo celeste, las piletas de tonos turquesas. Un
rasgo de la ideología del litio procede del principal lugar de donde se extrae:
el litio surge «milagrosamente» de ese espejo lleno de sal.
Los
salares parecerían encarnar una especie de «naturaleza en estado puro». Dentro
del salar, se reparten diversas piletas colmadas de salmuera y, en el pasaje de
una a otra, gracias a la evaporación del agua, se concentran los minerales y el
litio gana pureza. La imagen de esas piletas de evaporación ofrece una
atrayente paleta de colores dispuesta para el «arte tecnológico» que lleva al
litio precipitado. Estas imágenes remiten y culminan en otra, la de su producto
final, ese litio que es como un polvillo blanco similar a la cocaína, aunque en
este caso, supuestamente inofensivo. El mundo fósil es negro, el litio es
blanco, y no debe haber colores más politizados y racializados que esos dos.
En
suma, todo delata tranquilidad, belleza, inocencia, suavidad, una fusión
armónica entre tecnología y naturaleza, proyectada al centro de la economía
contemporánea. Aunque parezca menor, este punto no lo es: casi de manera
natural, asociamos la palabra «litio» a la imagen del salar (así como «diablo»
y «rojo» son la misma cosa). Una suerte de ingeniería futurista que ha logrado
concentrar un elixir de la tierra para transformarlo en potentes baterías que
garantizan un modo de vida. Se trata de una imagen incluso barnizada con el
encanto de lo nuevo, ya que el litio no forma parte del conjunto de los
minerales históricamente preciosos –no es el oro ni la plata–, ni de los
«esenciales» –no es el cobre o el hierro–. En estas visiones, todo se mezcla
para que la tecnología y el capital se apropien de la naturaleza, la belleza y
el futuro. La imagen del salar hace deseable y agradable la transición
energética, la justifica. Lleva el litio al sitial sagrado de la geoingeniería,
esto es, la fantasía de que con más tecnología será posible reparar lo que la
misma tecnología capitalista destruyó hasta hoy.
La
región de Atacama es, en verdad, una unidad sociocultural con una historia en
común que preexiste a las divisiones jurídicas políticas de los novísimos
Estados-nación. Es un territorio –o ecorregión– conformado por cerros,
quebradas y montañas, que fluctúan entre los 2.300 y los 4.500 metros sobre el
nivel del mar y se expanden a cada lado de su arteria central, la cordillera de
los Andes. Hace más de 12.000 años que está habitada por comunidades
altoandinas, las que han inventado una imagen más precisa sobre el papel
biológico de los salares, protagonistas del larguísimo ciclo del surgimiento de
la vida. Desde su origen estelar, la leyenda de Tunupa –una deidad asociada a
los volcanes– cuenta que la extensión blanca interminable del salar de Uyuni,
en Bolivia, es leche vertida por esta deidad para alimentar a su hijo cuando
comenzaba su peregrinación. Esta imagen, a primera vista fantástica, es más
real que la apropiación corporativa de la foto técnica del salar y sus piletas.
Incluso, deja en claro el carácter generoso y nutriente de la tierra, mojón en
el camino de la trashumancia que garantizaba la supervivencia a partir de los
intercambios interecológicos de sal, alimentos y artesanías, desde tiempos
inmemoriales.
Un
nombre vale mil imágenes
En
Latinoamérica, el mundo litífero se anuncia con una grandilocuencia
pronunciada: Bolivia posee la mayor reserva; Chile, el mejor salar; Perú, el
salar más grande de Sudamérica en piedra; México, el depósito en arcilla más
extenso del mundo, mientras que Argentina se imagina el mayor exportador de
todos. Titulares que deben ser deconstruidos con paciencia, porque si bien esos
rankings alegan la existencia de una «riqueza natural», nada se dice con
indicar que un recurso se encuentra bajo el suelo de un supuesto país. Antes
bien, se asemejan a grandilocuentes triunfalismos y excitados anuncios típicos
de la tradicional subordinación de nuestros países en el concierto de las
naciones.
Recientemente,
la existencia de esta mercancía clave en la dinámica económica global aspiró a
ser el nombre de un paisaje entero. Fue durante 2011, cuando comenzó a
esparcirse en nuestra región la idea de que habría un «triángulo del litio»: un
nombre geométrico para esa geografía múltiple, que quisiera señalar que allí
solo hay litio y no comunidades andinas ni países ni ecología alguna. En su
versión celebratoria se habla de la «Arabia Saudita del litio», nombre creado
por el Pentágono en 2007, durante la guerra que Estados Unidos libró contra
Afganistán a comienzos de siglo. Tras la ocupación, los geólogos
estadounidenses exploraron el terreno y descubrieron –ciertamente, con la ayuda
de información recolectada por expertos soviéticos en minería durante la
ocupación de 1980– importantes reservas de litio en la provincia afgana de
Gazni. En 2008, la revista estadounidense Forbes aplicó esa denominación para
Chile y, tres años después, su filial argentina caratuló «Arabia Saudita del
litio» al sistema de salares de la puna, trasladando aquella imagen gestada
para Oriente Medio al centro de Sudamérica. No es un dato aislado que la
denominación primera de la abundancia litífera haya sido fruto de la ocupación
militar y remita de manera directa al colonialismo, la ocupación y la guerra
contemporánea.
Otros
nombres han venido a nutrir la narrativa sobre el litio, en general asociados a
una visión «eldoradista» de la naturaleza latinoamericana, que sobredimensiona
su precio y su valor y hace creer que la región, asentada sobre una mina de oro
interminable, se salvaría con solo poseerla. Pero es preciso prestar suma
atención, porque proyectar que la riqueza está constituida «en sí» por el litio
termina por reforzar el tradicional intercambio desigual de materias primas por
productos terminados, como si cada quien tuviera su «riqueza»: litio de un
lado, automóviles eléctricos del otro. Al litio también se lo llamó «oro
blanco», pero apenas constituye un componente de una batería que almacena
energía, no que la genera. El verdadero valor económico de los acumuladores
está en el dominio de la tecnología de punta y sus fronteras de innovación, en
sus redes de comercialización y en los productos finales, como los automóviles
eléctricos. Tampoco es el «petróleo del siglo xxi», puesto que no representa un
mercado de una profundidad comparable. Lo cierto es que el crudo es dúctil para
múltiples usos, puede transportarse fácilmente –a diferencia del gas o el
carbón–, está en la base de la industria energética que motoriza la economía
mundial, es la savia de nuestra civilización energívora. Hacia 2010, el precio
del litio rondaba los 7.000 dólares estadounidenses la tonelada, y llegó a
comercializarse a 90.000 dólares en 2022; sin embargo, a inicios de 2025 giraba
en torno de los 11.000 dólares. Comparemos: cuando tuvo su máximo precio
histórico, el mercado global del litio fue de 30.800 millones de dólares, pero
ese mismo año el mercado del petróleo fue 89 veces mayor: más de dos billones
de dólares.
Ni
siquiera podría decirse que es el «mineral del futuro», porque el nuevo
paradigma energético requiere de una amplia diversidad de minerales, algunos
especialmente escasos; en todo caso, forma parte de la cantera general que
demanda el porvenir energético. Con todo, la tecnología energética de
vanguardia requiere asegurar el aprovisionamiento de litio, esencial para la
industria más grande que existe –la automotriz–. A su vez, la disputa por la
colonización de los bienes comunes juega un papel medular en la geopolítica
ecoimperial contemporánea. Razones suficientes para que, de manera paulatina
pero con fuerza, haya crecido una suerte de «fiebre del litio».
Desierto
El
desierto y el petróleo sellaron su matrimonio divino e imaginario en el golfo
Pérsico. La saga continúa. El «triángulo del litio» se emplaza en un desierto
–el de Atacama–, y en México otro desierto contiene litio: Sonora. Al gran
salar de Uyuni lo llaman «el desierto de sal». Lejos de las ciudades capitales,
la región de Atacama no despierta la atención de Buenos Aires, La Paz o
Santiago. Sonora tampoco capta la atención de la Ciudad de México. En estos
territorios predomina un sol indomable: Atacama es la segunda región que recibe
mayor radiación solar –la Antártida es la primera–, con 2.177 megavatios por
metro cuadrado, similar a la radiación que recibe Venus, ubicado 61 millones de
kilómetros más cerca del Sol. Sonora, por su parte, ostenta el galardón de
haber registrado la mayor temperatura del planeta en 2023: 80 ºc, cifra que
pulverizaría a cualquier humano. El desierto de Atacama es también un
territorio siniestro, esconde los restos de los desaparecidos de la dictadura
pinochetista que las mujeres de Calama buscan desde hace años para darles
sepultura. Por su parte, eeuu deja morir a quienes encaran el desafío migrante
de atravesar el desierto de Sonora para llegar a la tierra prometida. El
desierto funciona allí como una dimensión de gobierno, que opera sobre los
flujos poblacionales en la frontera más transitada. El desierto, como límite de
la civilización, es un lugar a vencer. Puesto que allí no hay nada ni nadie,
está a disposición de quienes se aventuren en él sin culpa alguna por remover
su amenazante monotonía. Los tesoros están en el desierto, ocultos en los
lugares sin habitantes, en espacios perdidos, donde no hay agricultura ni agua,
en ese terreno yermo, hay minería bajo tierra. La imagen desértica del desierto
no muestra que en él hay biodiversidad, población, ecosistemas, saber, vida. En
Atacama, existe un fenómeno conocido como el «desierto florido», semillas que
esperan latentes la lluvia para florecer. Hay allí y en Sonora múltiples
comunidades indígenas que sí conocen el camino del agua y que un día se toparon
con algo llamado Chile y Bolivia, eeuu y México, disputando por fronteras
inexistentes.
Cada
sociedad tiene su propio desierto, un espacio que convoca imaginarios, miedos y
esperanzas semejantes. Para algunas, el desierto es el mar; para otras, el
bosque o la selva. Históricamente, el subcontinente sudamericano ha sido –y
sigue siendo– un collar de ciudades costeras dispuestas a conquistar el
interior selvático, boscoso, desértico o marítimo; espacios prestos para
recibir el «don civilizatorio». Una imagen nocturna de Sudamérica –al igual que
de todos los continentes del hemisferio sur– muestra que solo brillan las
costas. Tal vez, la figura del desierto sea aún más importante que la idea
«eldoradista» que alaba y ansía nuestras riquezas; cuando menos, se
complementan fluidamente. Postular que predomina una barbarie social arcaica
que habita un desierto yermo es legitimar la expoliación y bendecirla. Hasta
habría que agradecer que se emplace un pedazo de tecnología, la famosa
«inversión» e industriosa labor, aquí donde nada se puede esperar. Las
proyecciones de los ricos que alucinan con ir a Marte prefiguran un planeta
totalmente desértico, mientras ellos mismos son despreocupados gestores de ese
exterminio.
La
ideología del auto (eléctrico)
El
icónico Ford t simboliza toda una época del capitalismo contemporáneo. A lo
largo de la historia, representó el origen de la producción en masa dispuesta
para un mercado interno también gigante, asociado a un Estado de Bienestar que
favorecía el consumo y la inclusión por la vía del trabajo. Así, se aseguraba
la acumulación del capital, en la «edad de oro» del capitalismo. Ese mundo
tambaleó hasta casi desaparecer con la crisis de 1973, y el neoliberalismo fue
la receta utilizada para ampliar las fronteras de la explotación y restituir
los márgenes de ganancia. Hoy, quizás el «auto eléctrico» se vuelva la imagen
privilegiada de un mundo signado por el capitalismo verde, la sociedad
excluyente y la crisis múltiple.
André
Gorz fue pionero en señalar que del automóvil se desprendía una cosmovisión
social completa. En sus inicios, era el lujo de una elite que se desplazaba con
individual arrogancia, prevaleciendo a costa de los demás. Pronto, la ciudad –y
la movilidad en su conjunto– se diseñó para darle lugar al auto, y esto la
tornó «hedionda, ruidosa, asfixiante, polvorienta»1. La masificación del
automóvil fue también la del petróleo, y la urbanidad terminó por atascarse a
causa de la multitud de automóviles circulantes. La Agencia Internacional de
Energía (aie) proporciona un dato revelador: entre 2010 y 2018, los automóviles
suv de alto consumo (esas camionetas urbanas que imitaron a los vehículos de
asalto estadounidenses usados en la Guerra de Iraq) fueron la segunda mayor
contribución global a las emisiones de dióxido de carbono, solo superadas por
el consumo de energía en el sector industrial. No es casual que la
representación privilegiada de las emisiones de gases de efecto invernadero
sean los círculos negros que emanan de un caño de escape (de los que, en
cambio, carece la movilidad eléctrica). Es ya famosa la caracterización de Pier
Paolo Pasolini, para quien el Estado de Bienestar hacía estragos en la Italia
de posguerra, la sociedad de consumo como «el verdadero fascismo»: «Burgueses o
proletarios, todos son hijos del consumismo, frágiles y desencantados, crueles
e insensatos, se dirigen a la deriva, a la nada que los cerca y los cercará.
Por siempre»2. Se instalaba lentamente lo que Ulrich Brand y Markus Wissen
llamaron el «modo de vida imperial», consumo para todas y todos. Ahora, el auto
eléctrico viene a reinstalar la exclusividad originaria del automóvil3.
La
tradicional burguesía conservadora y vetusta se volvió intrépida, amante del
riesgo y de los excesos; aunque siempre parasitaria, inhibe la narrativa de la
transformación socioecológica y dice disfrutar y proteger la naturaleza, una
«ideología verde». En efecto, la elite global se tornó tecnologizada y
sustentable. El auto eléctrico es un objeto privilegiado por el gusto de esa
estirpe, pues expresa la certificación de sus privilegios, el borramiento de
que degrada la trama de la vida, y la ilusión de que el tiempo y el espacio no
son un límite para ella. En un estudio sobre por qué los consumidores optan por
el auto eléctrico, se advertía que así «rechazaban la inercia hegemónica»,
adoptaban «una visión de futuro», y las respuestas centrales eran: «Los
vehículos eléctricos me diferencian de los demás», «Me hacen parecer respetuoso
con el ambiente», «Demuestran que soy tecnológicamente avanzado» o «Demuestran
que soy una persona socialmente responsable»4.
Los
automóviles de la compañía estadounidense Tesla, y su propietario principal,
Elon Musk, representan la continuidad y la torsión de la burguesía digital. Sus
diseños ofrecen todas las prestaciones de un auto convencional: son veloces,
deportivos, tienen la suficiente fuerza como para cargar una pequeña casa
rodante y partir a disfrutar de los parques nacionales estadounidenses. A la
vez, exhiben líneas suaves, minimalistas y están repletos de pantallas
táctiles. El auto eléctrico no produce ruidos molestos ni se presta al
exhibicionismo de la aceleración petroadicta, flota en las calles con un
silbido continuo y gélido. El lema que se presenta en la página corporativa de
Tesla es «El futuro es sustentable». El planeta entero va a existir gracias a
ellos: «Estamos construyendo un mundo impulsado por energía solar, que funciona
con baterías y se transporta en vehículos eléctricos», en una suerte de
economía circular autosuficiente y de libertad total. Es el metabolismo cerrado
y excluyente de la ecología de los ricos y su entorno jovial y despreocupado,
un ambiente al que bien le cabría la descripción de «sociedad positiva».
¿Por
qué lo pulido resulta hoy hermoso? Más allá de su efecto estético, refleja un
imperativo social general: encarna la actual sociedad positiva. El mundo del
hedonismo y de la positividad, donde no hay herida o culpa. El imperativo
táctil, lo agradable, la pulidez del espejo, el verse a sí mismo. La
temporalidad de lo bello digital es el presente inmediato sin futuro ni
historia. Simplemente está adelante. Solo tolera diferencias consumibles y
aprovechables. Sociedad del like, del sí, del entusiasmo capitalista sin
vacíos. No daña ni ofrece ninguna resistencia. No hay ningún desgarro,
profundidad o muerte. Desaparece la alteridad de lo distinto y extraño5. Pero
Tesla no solo produce automóviles curvilíneos y atrayentes, también lanzó un
diseño diferente: el Cybertruck, camioneta futurista todo terreno inspirada en
el móvil policial de la película Blade Runner. El diseño es novedoso, compuesto
de placas lisas y amplias, hiperplanas, con líneas muy marcadas, como láminas
superpuestas, filosas. Totalmente despojada de ornamento y curvatura, es puro
funcionalismo brutalista, una Bauhaus del capital. Es una fortaleza rodante.
Mientras que el auto de calle de Tesla propone el confort interior, en este se
expresa la violenta arrogancia. Esa elite domina a la alteridad; antes que un
enfrentamiento, produce la expulsión indiferente y rápida de un residuo.
En
este punto, es un dato a considerar que la huelga de los mecánicos de Tesla en
Suecia –país emblema del capitalismo social– se haya convertido en la más larga
de la nación escandinava en 80 años. Los sindicatos pugnan por un convenio
colectivo de trabajo, pero se topan con el rechazo constante de la empresa,
totalmente a contramano del pacto «capital-trabajo» que fundó el modo de
acumulación fordista. Tampoco es casualidad que Tesla haya padecido el atentado
de una iniciática guerrilla climática –el Grupo Volcán–, la cual se atribuyó el
incendio que paralizó la producción de su planta en Berlín, alegando que «Tesla
se come la tierra, los recursos, las personas y la mano de obra, y escupe a
cambio todoterrenos, máquinas asesinas y camiones monstruo. Nuestro regalo para
el 8 de marzo es cerrar Tesla»6. Es que el supuesto «auto limpio» en realidad
es una mina con ruedas. SoS MinErals calcula que, para sustituir el parque
automovilístico del Reino Unido por vehículos eléctricos, se necesitarán más de
200.000 toneladas de cobalto, otro tanto de carbonato de litio y más de 2
millones de toneladas de cobre; esto es, el doble de la producción mundial de
cobalto, casi el total de la de neodimio, 75% de la de litio y 12% del cobre
producidos en 2018.
El
auto eléctrico, el Cybertruck, el hedonismo terrestre y el proyecto de
conquista del planeta Marte no son experiencias escindidas. Elon Musk asume sin
resquemor que la Tierra es el pasado. Lo único que tiene una continuidad
histórica es la geoingeniería como desafío de vida. Musk va a concurrir al
sepulcro de la Tierra, pero va a sobrevivir, se imagina el verdadero redentor,
un salvador cierto. Para Musk, prevalece ese modelo social que rechaza, a
cualquier costo, la degeneración y la excrecencia, porque el mundo occidental
se volvió temeroso y esquizofrénico. No sin razones, a juzgar por su
decadencia.
No
limits
Elon
Musk es un arquetipo del emprendedor de cúspide, visionario y creador de algo
donde no había nada y que, sin embargo, esperaba ser: la comercialización
estadounidense del auto eléctrico. Además de estar recurrentemente posicionado
como el humano más rico del planeta, de ser dueño de Tesla y de x, también es
dueño de Space Exploration Technologies Corp. (Spacex), una empresa que fabrica
y brinda servicios aeroespaciales. Spacex ha crecido mucho: en 2021 y 2022
lanzó al espacio la misma cantidad de artefactos que la suma de todas las
agencias y empresas restantes. De hecho, el número de lanzamientos espaciales
ha aumentado considerablemente: en 2001 fueron 121, mientras que en 2022
alcanzaron los 2.397. A diferencia de las agencias estatales estadounidenses o
rusas del siglo pasado, que pregonaban la exploración espacial para engrandecer
el interés nacional y humano, ahora las corporaciones privadas son las dueñas y
señoras del espacio exterior: «Si el espacio siempre fue capital intensivo,
ahora se pretende que sea intensamente capitalista»7.
¿En
qué consiste esa perspectiva? La Tierra y lo que suceda en ella no es un límite
para Musk. El magnate se muestra en público con una camiseta estampada con la
consigna «Occupy Mars»; imagina así un planeta colonizado por un millón de
humanos en 2122 y su confesada ambición es morir allí. Esta «utopía oscura»
reúne a una comunidad de visionarios ricos e hipertecnológicos que desembarcan
en el planeta rojo dispuestos a solucionar los complejos y aventurados
problemas que les depare la misión. La clarividencia superior que detentan les
permitiría organizarse allí en una «democracia directa» –en palabras de Musk–,
libre de la burocracia estatal y su intervencionismo obstaculizante. Una suerte
de exasperación individualista, optar por la salvación imposible, individual y
de su estirpe, resulta preferible a tornar habitable la Tierra: es un
salvoconducto minoritario contra el desastre terrestre, una anticipación
autoprotectora. En ese sentido, esa elite de iguales vale más que el planeta y
representa el retorno del mundo para pocos.
Para
Musk no hay «límites ecológicos». ¿Cómo habría de haberlos si el planeta mismo
no es un límite para él? El malogrado funcionario de Donald Trump piensa
directamente en el espacio; es más, busca los límites para ir más allá. ¿Cómo
no habría de esperar la catástrofe? Ya la vio, ya se prepara. Se trata de
inventar lo nuevo, y si es imposible, mejor. Su aspiración es «fundacional»:
una tecnoutopía-corporativa del trabajo, la producción y la innovación
tecnológica, donde los individuos –humanos o artificiales– trabajan en
contextos hipercomplejos sin generar o percibir resistencias, salvo las que
impone el entorno. Hay algo de brutal ignorancia y arrogancia en esta escena,
una mezcla explosiva. El saludo nazi de Musk en la ceremonia de asunción de
Trump a la Presidencia de eeuu no ha hecho más que sellar el destino
tecnofascista y final de esta elite. Hoy es nuestro propio planeta el que
requiere una modificación radical para tornarlo vivible, es decir, estamos
compelidos a considerarlo como si fuera uno del espacio exterior. Bien nos
parecemos a ese astronauta que, de un modo milagroso, sobrevive frágilmente
dentro de su traje lunar bajo conectores orgánicos e instrumentos
hipercomplejos. Más que ir a Marte, ya estamos allí.
Sótano
En
un museo contemporáneo se podía apreciar una gran foto de una comunidad
selvática ecuatoriana, llena de vida. A lo lejos, se veía a niñas y niños
jugando, una mujer lavando ropa plácidamente en el río, en medio de un verde
espléndido y tupido. Pero al acercarse al cuadro uno se preguntaba extrañado
por su nombre: Km 485. Al examinarlo de cerca, se divisaba un cartel muy
pequeño en medio de la selva con esa misma inscripción. Entonces, se caía en la
cuenta del sentido y la virtud final de la imagen: por debajo de esa naturaleza
floreciente corre un oleoducto, y lo cierto es que la rotura y el derrame de
las cañerías hidrocarburíferas han producido grandes desastres ecológicos en
Ecuador.
Con
el litio se podría crear una representación semejante. El litio se encuentra
bajo la costra salina, mezclado con otros minerales en ese líquido viscoso
llamado «salmuera». Unas bombas lo succionan constantemente del salar,
vaciándolo, al tiempo que succionan también toda el agua dulce del lugar y la
que fluye desde los alrededores. Un estudio constató que las pocas lagunas de
la Puna argentina se han ido achicando, como si se estuvieran absorbiendo a sí
mismas. En una zona extremadamente árida, las vegas, como ramificaciones
venosas, son hilos de agua que permiten la vida a su paso; a medida que se
agotan, el ecosistema de su entorno también se extingue. La imagen perfecta e
impoluta no permite observar que los proyectos litíferos succionan la salmuera
que circula bajo la costra salina y las pocas fuentes de agua dulce del lugar.
El salar, en realidad, está fragmentado por la infraestructura extractiva. Los
ecosistemas de salares y lagunas del Altiplano, de una riqueza inusual, son
extremadamente frágiles debido a la escasez de recursos hídricos superficiales.
De hecho, el Altiplano recibe la menor cantidad de precipitaciones del planeta,
a punto tal que permanecen superficies rocosas sin ser tocadas por el agua
durante cientos de años. La técnica evaporítica de extracción predominante
consume cantidades muy significativas de agua: 584.000 litros por cada tonelada
de litio, cifra que puede ascender, de acuerdo con otros estudios, a 900.000 o
2 millones, y esto desfonda el salar. Se produce así un ciclo rápido de
circulación del agua que en nada se relaciona con el ciclo lento de la armonía
ecosistémica del lugar. Hay otras técnicas que utilizan menos agua, como la de
extracción directa, pero no poseen la maduración, los costos o la escala de la
actual8. Asimismo, la técnica evaporítica produce residuos formados por las
sales de potasio o sodio, entre otros. Por ejemplo, una explotación de 20.000
toneladas por año genera, luego de una década, residuos que ocupan 11,5
kilómetros cuadrados por un metro de alto. En este sentido, los desequilibrios
que conlleva la faena extractiva ponen en riesgo el conjunto de la biósfera
local, la habitabilidad para la fauna, la flora, la población, y también para
aquellos microorganismos que fueron los primeros en existir en la Tierra y han
permitido la oxigenación del planeta.
La
desertificación ya es notoria en el norte de Chile, donde las empresas deben
desalinizar el agua de mar para continuar con sus explotaciones. En la región
de Atacama, Marina Weinberg decidió tomar la tangente y se dedicó a observar
los alrededores del salar, lo que llama «los off sites del litio»9. Se trata de
las «áreas fuera de lugar», que van desde las rutas de circulación por donde
pasan 400 camiones por día (transportando soda cáustica de Turquía o
dirigiéndose a eeuu para llevarse el litio), hasta los alrededores residuales y
los puertos; sociopaisajes diversos y muy transformados que enmarcan el camino
geofísico del litio. En esos patios traseros, «limbos» que han recibido poca
atención, mientras uno más se aleja de la imagen instagrameable, más sucio se
vuelve el panorama. Son espacios interminables donde se acumulan los residuos y
los restos de lo inutilizado: fracciones de mangueras, metal, contenedores,
letreros oxidados de «propiedad privada», postes de luz desinstalados, cables,
etc. A mayor distancia del salar, las mundialmente famosas piletas comienzan a
desvanecerse, reemplazadas por una secuencia de minería de gran tamaño:
establecimientos perdidos, viejas centrales eléctricas, instalaciones termales
y algunos campamentos empobrecidos que subsisten sobre la gran industria
minera. Atacama ve pasar 70 vuelos diarios con trabajadores que harán turnos de
siete días continuos, seguidos de siete días de descanso. La historia ya tuvo
su desenlace: en la región, perviven restos inertes de ciudades de la época del
salitre edificadas por los ingleses a fines del siglo xix. Se trata de una
historia de minería y extracción en lugares como Calama, Tocopilla, Mejillones
y Antofagasta, donde los trabajadores y sus familias están afectados por el
cáncer, la silicosis y otros problemas gastrointestinales y respiratorios;
también padecen de agotamiento físico, mientras que la alta toxicidad hace de
sus cuerpos «archivos químicos».
La
imagen-salar no muestra lo que hay debajo ni lo que hay alrededor. La mirada
impoluta del salar oculta la cuenca, el agua dulce, los ecosistemas, la región
socioeconómica a la que pertenece, la cultura en la que está inscrito, sus
alrededores destruidos y la historia que tiene detrás.
NARCOTRÁFICO
EN AMÉRICA LATINA: LOS MAPAS DEL RECORRIDO DE LA DROGA DESDE LA REGIÓN Y EL ROL
DE ESTADOS UNIDOS
En
cuanto al tráfico de drogas desde Sudamérica hacia el mercado estadounidense,
la principal preocupación es la cocaína, cuyo origen se concentra en Colombia,
Perú y Bolivia.
Canal
26 de Argentina (https://n9.cl/s2v1q)
El
Ejército de Estados Unidos asegura que hundió 15 embarcaciones y mató a 61
personas en aguas del Caribe y del Pacífico a raíz de doce ataques, en una
nueva etapa de su guerra contra las drogas. A partir de estos datos
escalofriantes, cabe repasar desde qué países de América Latina y a través de
qué rutas llega la droga a territorio estadounidense.
En
cuanto al tráfico de drogas desde Sudamérica hacia el mercado estadounidense,
la principal preocupación es la cocaína, cuyo origen se concentra en Colombia,
Perú y Bolivia. Venezuela, por su parte, no figura entre los grandes
productores.
Según
la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA), la gran mayoría
de la cocaína en dirección a Norteamérica pasa por el Pacífico, océano al que
no tiene acceso Venezuela. Por allí transitó aproximadamente el 74% de los
envíos dirigidos a Estados Unidos en 2019, mientras el 16% lo hizo por el
Caribe Occidental, donde se registraron la mayor parte de los ataques
estadounidenses a presuntas narcolanchas.
Además,
en 2019 –las cifras más recientes disponibles- menos del 1% de la cocaína
destinada a Estados Unidos se contrabandeó de forma directa, de acuerdo a una
base de datos del gobierno estadounidense que incluye incautaciones y
contrabando detectados.
Venezuela
comparte frontera con Colombia, el mayor productor de cocaína del mundo, y es
un punto de partida para estos vuelos. Como ocurre con otras modalidades, una
vez que la cocaína llega a México o Centroamérica por aire, en su mayoría es
transportada hacia el norte por tierra e ingresa a Estados Unidos a través de
la frontera, en muchos casos por puertos oficiales de entrada.
Estos
datos, que muestran que Venezuela no es el principal productor de cocaína ni
trafica droga en cantidades abundantes a Estados Unidos, aumentan los rumores
que indican que Donald Trump pretende un cambio de régimen en el país caribeño.
Los
12 ataques de Estados Unidos contra lanchas en el Caribe y el Pacífico
Bajo
el argumento de combatir el narcotráfico, la Administración de Donald Trump
escaló su ofensiva contra carteles latinoamericanos que considera terroristas y
a quienes declaró un “conflicto armado directo” que justifica sus acciones
militares en aguas internacionales.
El
aumento de tensiones empezó en agosto con el despliegue de buques del Ejército
estadounidense en el Caribe y con Venezuela en el punto de mira, pero ya se
extendió a aguas del Pacífico, involucrando a Colombia.
Tanto
el Gobierno de Nicolás Maduro como el de Gustavo Petro, ambos acusados por
Trump de narcotraficantes, denunciaron los ataques a las lanchas como
asesinatos y ejecuciones extrajudiciales. Decenas de ONG, como Amnistía
Internacional, también cuestionaron las acciones de Estados Unidos por
infringir el derecho internacional.
El
país de América Latina que reforzó su gasto militar un 40%
El
narcotráfico y tráfico de personas afectó seriamente a México, que tuvo que
incrementar a 16.700 millones el presupuesto para solucionar estas
problemáticas que dañan con violencia a dicha nación.
Según
la ‘BBC’, México es el principal motor del aumento del gasto militar en América
Latina y el Caribe. En 2019, el expresidente Andrés Manuel López Obrador creó
la Guardia Nacional, una institución de seguridad pública que lucha contra el
crimen organizado.
En
contexto, hay que tener en cuenta la presión ejercida por su vecino Estados
Unidos. Primero, con Joe Biden y ahora con Donald Trump, para solucionar
problemas de seguridad, como el narcotráfico y tráfico de personas, que causan
inseguridad en las fronteras.
En
2023, el gasto militar mundial superó los2,4 billones de dólares. Alrededor
del37,5%de este monto provino de Estados Unidos, por lo que este país se
consolida como elmayor inversor militara nivel global. Una parte de su
presupuesto fue destinada a la seguridad fronteriza.
RODRIGO
PAZ AFIRMA QUE HA COMENZADO EL “DESMONTAJE” DE LA CORRUPCIÓN DE LOS GOBIERNOS
DEL MAS EN BOLIVIA: “ESTAMOS PONIENDO LA CASA EN ORDEN”
La
Gaceta de España (https://n9.cl/qbtnq)
El
nuevo presidente de Bolivia, Rodrigo Paz Pereira, aseguró este miércoles que ha
comenzado el proceso de «desmontaje» de la corrupción sistémica heredada por
los gobiernos de Evo Morales y Luis Arce Catacora, en un contexto en el que
recientemente afirmó que las Administraciones del Movimiento al Socialismo
(MAS) le costaron al país unos 15.000 millones de dólares (cerca de 13.000
millones de euros).
De
acuerdo con el nuevo jefe del Estado boliviano las pesquisas hasta ahora dan
cuenta de «deudas no registradas, compras irregulares y desfalcos millonarios
en el Estado», en el marco de una «institucionalidad» corrupta» fomentada por
la izquierda masista durante cerca de dos décadas.
«No
es fácil desmantelar toda la institucionalidad corrupta que nos dejó el MAS
durante veinte años, pero lo estamos haciendo», aseveró además Paz Pereira.
De
acuerdo con el gobernate sudamericano su administración está trabajando en
recuperar un mínimo de mecanismos de control dentro del Estado, así como en la
recolección de pruebas concretas de estos hechos de corrupción, con miras a
proceder judicialmente contra los responsables de la misma.
LA
MARROQUINERÍA DE PRÜNE CRECE EN LATINOAMÉRICA CON APERTURAS EN GUATEMALA,
BOLIVIA Y CHILE
La
empresa argentina de marroquinería, bolsos y calzado espera cerrar el ejercicio
con un crecimiento superior al 30% gracias a las nuevas tiendas que ha abierto
en los últimos meses de la mano de su marca homónima y Mishka.
Revista
Moda de España (https://n9.cl/teierx)
Prüne
conquista más mercados. El grupo argentino de marroquinería, bolsos y calzado
femenino, dueño también de la marca Mishka, sigue ganando terreno en
Latinoamérica con más tiendas y la entrada en nuevos mercados, según ha
informado Lucas Farrell, director comercial de la compañía a Modaes.
Recientemente,
Prüne desembarcó en Guatemala con su primera tienda en el centro comercial
Oakland Place. La empresa también ha iniciado su operación en el país a través
del canal online
Sudamérica
es el otro punto de expansión principal de Prüne, principalmente Chile, donde
planea varias aperturas de cara al ejercicio 2026. Además, la empresa evalúa
sumar una tercera tienda en Paraguay.
El
crecimiento de la empresa argentina se ha centrado también en la remodelación
de sus tiendas, implementando una nueva imagen en sus locales de los centros
comerciales Alto Avellaneda y Nordelta Shopping de Buenos Aires o el de Ventura
Mall en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia.
El
grupo también ha dado impulso este año a Mishka, su segunda marca, orientada a
un segmento más premium. La firma abrió este año en el centro comercial Parque
Arauco, en Chile, sumando su segundo establecimiento en el país.
“Es
una de las aperturas más importantes del año y un gran logro poder estar con
nuestras dos marcas en el mall Parque Arauco”, apuntan desde la compañía. La
empresa ya está presente en el centro comercial con Prüne.
En
total, el grupo cuenta con una red de 25 tiendas entre las que están en
Argentina, Chile y Uruguay, pero la empresa también tiene presencia en Paraguay
o Colombia.
Recientemente,
Mishka también creció en su mercado local con la apertura de una nueva tienda
en la ciudad de Neuquén, ubicada en el centro comercial Alto Comahue. Con todo,
el grupo argentino prevé cerrar el ejercicio 2025 con un crecimiento por encima
del 30%, impulsado por las nuevas aperturas.
Fundada
en 1999, Prüne es una de las mayores empresas argentinas de bolsos y
accesorios. Con sede en Buenos Aires, la compañía está especializada en
carteras y complementos de cuero, que con el tiempo fue diversificando con
colecciones de calzado y prendas de piel. El grupo también es dueño de Mishka,
marca argentina especializada en calzado femenino.
PUNO
NIEGA QUE EL ‘PEPINO’ SEA EXCLUSIVO DE BOLIVIA: “LAMENTAMOS EL DISCURSO DE ODIO
DE OBDEFOLK”
Henry
Flores, vicepresidente del Comité de Salvaguardia, afirmó que las acusaciones
desde Bolivia parten de datos tergiversados y obedece a cálculos políticos de
Napoleón Gómez
Infobae
de Argentina (https://n9.cl/hs2z99)
En
medio de la creciente tensión cultural generada por la inclusión del personaje
‘Pepino’ en la programación de la Festividad Virgen de la Candelaria 2026 en
Lima, Henry Flores, vicepresidente del Comité de Salvaguardia, rechazó las
acusaciones de “apropiación” promovidas por agrupaciones bolivianas y por
polémicas declaraciones de figuras como Napoleón Gómez, de Organización
Boliviana de Defensa y Difusión del Folklore (Obdefolk).
Como
se recuerda, desde Obdefolk se inició una campaña de reclamos que incluyó el
traslado de la protesta a la Embajada de Perú en Bolivia. Exigieron que las
agrupaciones folclóricas peruanas no utilicen el personaje ‘Pepino’ como una
atribución propia, al señalar que esta figura, emblemática del Carnaval de La
Paz, fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de Bolivia por el Ministerio
de Culturas, Descolonización y Despatriarcalización.
Desde
la Federación de Folklore de Puno se emitió un primer pronunciamiento. Su
presidente, Alexander Quispe, aclaró que en Lima se presentaron los Kusillos de
Juli y no el Pepino del carnaval paceño. Instó al representante boliviano a
realizar una investigación y apreciación precisa y coherente sobre las
actividades de la Candelaria.
En
exclusiva para Infobae Perú, Henry Flores, representante de la comisión
encargada de proteger, organizar y garantizar la continuidad de la festividad
de Candelaria, sostuvo que este tipo de acusaciones—que no son nuevas—
continúan un mismo patrón de afirmaciones tergiversadas que buscan sembrar
enemistad entre pueblos hermanos. Estas acusasiones se reavivan en cada
promoción de la fiesta central de Puno.
Origen
del ‘Pepino’
Al
respecto, el funcionario peruano exhortó a los representantes de este
movimiento a profundizar en el conocimiento de la historia. Sobre el personaje
del ‘Pepino’, el vicepresidente del Comité de Salvaguardia de la Festividad de
Virgen de la Candelaria explicó que su origen se encuentra en la tradición del
carnaval europeo y, solo posteriormente, fue incorporado a las celebraciones
locales, donde adoptó adaptaciones y características particulares.
“El
carnaval, tal como lo conocemos en esta región, tiene un origen marcadamente
italiano, y de allí provienen personajes como Pierrot, Pulcinella, Colombina,
los bufones y otras figuras características. Durante la época virreinal, estos
personajes fueron introducidos en América y empezaron a adaptarse a los
contextos locales”, explicó el regidor municipal de Puno.
En
el Perú, por ejemplo, se encuentran personajes similares en carnavales de
Cajamarca, Arequipa o Cusco, donde aparecen figuras como el Arlequín o el mismo
Pierrot. Lo mismo ocurre en Bolivia. “En cada región estos personajes fueron
recibiendo nombres y estilos propios. Acá en Perú lo llamamos Chichip, Chuchico
y también Pepino, son variantes locales de ese mismo tronco europeo",
menciona y señala que sostener que el Pepino es exclusivo de una región o un
país no tiene sustento histórico.
“Lamentamos
que haya un discurso de odio por parte del señor Napoleón Gómez, que entendemos
está buscando protagonismo. Creo que quiere ser ministro de Cultura de Bolivia
y busca lograrlo mediante presión social, porque tampoco se trata de todos los
bolivianos, sino de pequeños grupos que están siendo incentivados para ejercer
presión sobre sus autoridades y así obtener cargos políticos”, sostuvo.
“Cuando
hablamos de cultura, deberíamos hablar de elevar la ética y la moral, pero con
este tipo de discursos lo único que se logra es dividirnos, cuando en realidad
compartimos un mismo pasado. Somos hermanos al 100% en la historia y no
deberíamos estar buscando confrontamientos”, añadió.
Sobre
la Festividad de la Candelaria 2026
El
vicepresidente del Comité de Salvaguardia de la Festividad de la Virgen de la
Candelaria, Henry Flores, informó a Infobae Perú que los preparativos para
Candelaria 2026 avanzan con normalidad. La Municipalidad Provincial de Puno
coordina los espacios públicos y la Federación Regional de Folklore y Cultura
organiza el concurso. En esta edición participarán alrededor de 220 conjuntos
de Puno, Juliaca y otras zonas andinas, distribuidos en varias fechas.
Flores
explicó que la festividad también se promociona durante todo el año en Lima,
donde las bases de los conjuntos realizan pasacalles y presentaciones, además
del lanzamiento oficial que se organiza anualmente en la capital.
Sobre
el impacto turístico, el representante indicó que la ciudad de Puno suele
experimentar un colapso en su infraestructura hotelera y gastronómica debido a
la masiva llegada de visitantes nacionales e internacionales, especialmente de
Chile, Bolivia, Argentina, Uruguay y países europeos. Otras autoridades locales
ya informaron que la ocupación hotelera ha alcanzado prácticamente el límite,
aunque faltan tres meses para la fecha central: hoteles, hostales, “hostels” y
alojamientos Airbnb están copados o al borde de su máxima capacidad, y las
cadenas de cuatro y cinco estrellas no serían la excepción. Incluso,
alternativas más económicas o informales han desaparecido ante la fuerte
demanda.
Respecto
al atractivo de la celebración, destacó que cada danza representa el orgullo
local, con relatos, creencias, mitos y símbolos expresados mediante el
movimiento y la vestimenta. En la fecha de danzas autóctonas participarán
alrededor de 120 grupos previamente seleccionados en sus provincias, mientras
que en la fecha de trajes de luces lo harán entre 80 y 90 comparsas,
mayoritariamente de Puno. La región posee más de 720 danzas, muchas de las
cuales se preservan gracias al trabajo del Comité de Salvaguardia.
Finalmente,
Flores señaló que participan agrupaciones de diversas regiones del país y, en
menor medida, del extranjero. Además, explicó que algunas comparsas contratan
bandas musicales bolivianas debido a la alta demanda, que no logra ser cubierta
por Puno, lo que, según afirmó, aporta un dinamismo cultural adicional a la
festividad.
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