Así lo declaró Mark Falcoff, asesor del vicepresidente Cheney
'BOLIVIA DEBE SER BORRADA DEL MAPA'
Argenpress de Argentina (www.argenpress.info)
Por: Enrique Oliva
La frase, una sentencia escalofriante, fue reproducida por el periodista mexicano José Steinsleger en el diario La Jornada del 30 de noviembre último. En términos similares lo expresa también el sitio de Internet Piel de Leopardo. Com. Esto es importante destacarlo cuando estamos a horas de que este próximo domingo 18 se realicen en Bolivia elecciones donde quien encabeza las encuestas es el indígena Evo Morales.Más curiosas aun resultan las opiniones vertidas por el periodista argentino residente en EEUU Andrés Oppenheimer en su nota publicada en La Nación de Buenos Aires el 6 de este mes. Allí comienza diciendo: “La peor pesadilla de Estados Unidos en América Latina pronto podría convertirse en realidad: La llegada al poder en Bolivia de un régimen izquierdista, apoyado por Cuba y Venezuela, que aboga por la nacionalización de empresas extranjeras y la legalización de la coca… Bolivia, que tiene un 65 % de población indígena, deberá tener tarde o temprano un gobierno de mayoría indígena. La gran pregunta es si esto se va a dar con apego a la ley, o a través de un ‘golpe de calle’”.
La preocupación del señor Bush y las multinacionales mineras es que Evo Morales ha adelantado la nacionalización de los recursos naturales, incluso advertido que revisará los contratos de venta de gas a Brasil y Argentina.
Los indígenas son mayoría en Suramérica
Eso de que Bolivia tiene el 65 % de Indígenas (según Oppenheimer) es una gruesa mentira de las estadísticas efectuadas por los tecnócratas dependientes. Ese país, incluyendo los mestizos, alcanza un porcentaje de casi el 90 %. Lo que ocurre es que la supremacía gubernamental blanca, y los vergonzantes, no dan las cifras verdaderas. Lo cierto es que Suramérica posee un 80 % de sus habitantes entre indios, mestizos y negros. Estos últimos dejaron de censarse en la Argentina a partir de la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, a pesar de tener él mismo sangre negra por parte de madre, herencia que delatan bien sus rasgos faciales. Hace unas pocas semanas, un trabajo de antropólogos de la Universidad Nacional de Buenos Aires demostró que “no somos un pueblo de mayoría europea de rubios de ojos celestes”, sino que el 56 % de los habitantes tienen ascendencia indígena o negra.
La única nación suramericana con mayoría blanca es Uruguay que acusa oficialmente llegar al 86 %, aunque se estima un poco exagerado el porcentaje.
De todos modos debe reconocerse que, dejando de lado a Sarmiento y el discutido Bernardino Rivadavia, la Argentina ha dado cinco presidentes con sangre indígena (Urquiza, Victorino de la Plaza, Yrigoyen, Perón y Rodríguez Saá). Lo mismo ocurre con el actual hombre más rico de nuestro país.
En fin, Oppenheimer tiene razón al afirmar que los indígenas del continente, tarde o temprano, llegarán al poder. Y será justo darle la razón a Jorge Abelardo “el Colorado” Ramos, quien insistía en hablar de Indoamérica. Bolivia en el filo de la navaja
Si bien la ley electoral boliviana dispone que debe ser proclamado presidente quien obtenga el 50 % de los sufragios, no prevé segunda vuelta y el Congreso puede elegir mandatario a cualquiera de los candidatos. De allí que el citado José Steinsleger afirme que, de obtener más votos el “indio” Evo Morales, sin llegar al 50 % pero bien distanciado de sus adversarios, y los legisladores designaran a otro, se produciría una “ingobernabilidad” porque sus partidarios volverían a las calles, como lo hicieron paralizando al país y obligando a renunciar a los dos ahora ex presidentes Gonzalo Sánchez de Losada y Carlos Mesa. Esto sería lo que Oppenheimer llama “golpes de calle” previendo el disgusto de Bush y la consecuente intervención “democrática” como ocurrió en Haití, cuando los marines secuestraron al presidente constitucional Aristide el año pasado, abandonándolo en Centro Africa.
Pero Steinsleger termina su análisis con una denuncia gravísima que no puede dejar de difundirse. Dice así: “Desencanto con la democracia’, ‘ingobernabilidad’, son eufemismos que los tecnócratas usan para desacreditar a pueblos indomables con larga tradición en cosas de lucha y rebeldía. Uno de ellos, José Miguel Insulza, ex canciller de Chile y actual secretario general de la OEA, promovió la invasión armada a Bolivia. El 24 de junio de 2004, Insulza invocó el artículo 20 de la Carta Democrática de la OEA. Para evitar equívocos el señor dijo: ‘No hablo de ‘intervención’, sino de ‘incursión’… Impulsado por Washington, el plan de invasión militar a Bolivia empezó a planificarse en noviembre de 2003. Semanas después una reunión de comandantes de Brasil, Argentina y Chile fue dando forma a la ‘fuerza internacional combinada’ para ejecutar el plan con el respaldo de la ONU. En principio, y sólo en principio, Brasil y Argentina rechazaron el plan”.
En consecuencia, estamos a horas de un hecho que hará historia en Latinoamérica: la elección presidencial en Bolivia. Es de esperar, por razones de justicia y solidaridad continental, justicia y solidaridad continental que tanto el MERCOSUR, como la Unión Suramericana jueguen un rol valiente en la emergencia. Si no lo hacen, nos preguntaremos: ¿para qué sirven?
MOON QUIERE EL GAS BOLIVIANO PARA SU 'GOBIERNO MUNDIAL'
El líder de la secta ultraderechista que apoyó a dictadores como Pinochet y García Meza, llegó a Santa Cruz para sentar sus reales. Quiere ser parte del negocio del gas y ya es socio de capitalistas chilenos en la construcción de naves de alto calado para transportar ese energético desde Mejillones.
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Por: Wilson García Mérida (DATOS & ANALISIS, especial para ARGENPRESS.info)
La reciente visita del reverendo Sun Myung Moon a Santa Cruz, donde fue recibido por empresarios deudores al fisco como Johnny Fernández, exportadores de soya y líderes de la fascista “Nación Camba”, me obligó a desempolvar viejas hemerografías y reabrir mi archivo sobre aquel oscuro personaje.
La pieza más preciada que conservo sobre tema es un ejemplar del matutino Los Tiempos, fechada el 4 de septiembre de 1981. Como varias otras de aquella época, la edición lucía enormes espacios en blanco que correspondían a crónicas y reportajes censurados por la dictadura. Publicar esos vacíos era la forma valiente y digna con que el periódico cochabambino había decidido protestar contra los censores.
Sin embargo, entre las notas no censuradas, Los Tiempos publicó ese 4 de septiembre una noticia que hoy nos sirve para entender qué es lo que vino a buscar el ilustre visitante. Decía la crónica: “La secta religioso-política del predicador Sun Myung Moon habría apoyado el golpe de Estado del general Luis García Meza con la considerable suma de 5 millones de dólares”.
García Meza dijo que gobernaría el país durante 20 años (es decir de 1980 al 2000) y convencida de que así sería, la secta Moon se empeñó en hacer saber cuánto apoyaba al régimen de los generales, pues no quería perder tiempo en cobrar la factura.
De hecho, el lugarteniente de Sun Myung Moon, un coronel surcoreano de la CIA llamado Bo Hi Park que había asesorado a Pinochet en el golpe contra Allende, fue el embajador de la secta ante el gobierno de La Paz y el primer representante extranjero en felicitar a García Meza pocos días después del golpe del 17 de julio. Bo Hi Park declaró al Washington Times (periódico financiado por la misma secta) que Bolivia había sido elegida por su líder para erigir “el reino de la paz universal desde las alturas andinas”. La caída de García Meza le dejó a Moon sin la altísima sede de su aún inconcluso gobierno mundial.
“El Nuevo Mesías”
Moon es una salsa que mezcla astucias y patologías. Dice que Cristo fracasó porque se obstinó en separar la religión de la política y ahora ese error, 2.000 años después, debe enmendarse en medio de una orgía de dólares que financian al megalómano asiático, quien se auto-proclama el “nuevo mesías”.
El reverendo Moon ha convencido a sus seguidores bolivianos como Johnny Fernández que la única manera de hacer posible el reino de Dios en la tierra es tomando el poder político, para lo cual es imprescindible amasar previamente un poder financiero y mediático de dimensiones cósmicas. Este pensamiento ha calado hondo en otra secta religiosa, aliada de Moon, que tiene mucho peso en Bolivia: Eklessia, la cual mantuvo en el poder a Carlos Mesa a plan de adulaciones y sobornos.
Pero... ¿qué es exactamente lo que Moon y Eklessia quieren de Bolivia, a parte de tomar el poder político? La respuesta es más que obvia: ser parte activa en el negocio del gas, fuente de toda energía en estos tiempos de Apocalipsis.
Y aquí viene la otra parte de mi rebusque en la base de datos:
El 27 de octubre del 2002, cuando trabajaba como asociado del semanario “El Juguete Rabioso”, publiqué un informe detallado sobre las inversiones que realiza la secta Moon en Chile, especialmente en las costas de Mejillones y Patillos, a donde Tuto Quiroga quiso llevar nuestro gas con el pretexto de exportarlo a California.
Moon y el Gas
En base a una investigación efectuada por el colega chileno Alvaro Medina, de La Tercera, establecimos que Moon tiene un interés directo para que el gas natural de Bolivia llegue a Chile a toda costa, pues una de sus empresas, el holding One Up, relacionada con las multinacionales Master Marine e Internacional Oceanic Enterprises donde intervienen capitales chilenos, se adjudicó el control del Mega Puerto de Mejillones para instalar una gigantesca maestranza naviera. Las empresas de Moon son fabricantes de los buques con mayor capacidad de calado en el mundo, los Post Panamax, que ya son construidos en un enorme astillero, Atenil, en el Uruguay. Los buques de Moon serían los encargados de transportar el gas boliviano a los mercados transmarítimos del mundo, una vez que este recurso sea trasvasado a puertos chilenos. Y esto, es apenas la punta del ovillo en la diabólica estrategia que Moon intenta desarrollar en estos lares del señor.
A partir del año 2000, esta secta que fijó su sede central en Santiago de Chile desde donde opera Sergio Moon, el hijo bastardo del reverendo, se ha puesto en marcha la “Operación Trópico de Capricornio” que consiste en controlar un corredor transoceánico mediante inversiones efectuadas desde las costas del Pacífico en Chile y Perú, pasando por la amazonía brasileña y el Chaco paraguayo, hasta llegar a las costas atlánticas de Argentina. No en vano dicen que Sun Myung Moon es el Anticristo.
DESAFÍOS PARA 'EL DÍA DESPUÉS'
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Por: Nelson Soza Montiel (especial para ARGENPRESS.info)
Los comicios de este domingo representarán para Bolivia su sexta elección desde la reinstauración de la democracia, en 1982, y como en las ocasiones anteriores (1985, 1989, 1993, 1997 y 2002), el país continúa sumido en una crisis acentuada por una clase política que hasta el último instante intentó detener las elecciones poniendo como obstáculo la redistribución de escaños parlamentarios -problema en definitiva resuelto por el Presidente Eduardo Rodríguez mediante el dictado de un decreto supremo.
Tras serle imposible hallar un consenso con representantes parlamentarios y del Comité Cívico del Departamento de Santa Cruz –la región más vehementemente autonomista-, Rodríguez optó por utilizar la vía del decreto para resolver la demanda de redistribución de escaños. Así, otorgó tres nuevos parlamentarios a Santa Cruz y uno a Cochabamba, a expensas de La Paz (que perdió dos) y de Oruro y Potosí, que cedieron un sillón cada una.
Asimismo, el Gobierno dio un fuerte impulso a los preparativos de la Asamblea Constituyente al designar a 23 personas de distintos sectores sociales, indígenas e intelectuales como miembros del Consejo Nacional. La misión de éste será definir los temas que debería tratar la Constituyente, impulsar la realización de la misma y del referendo autonómico, ordenar el debate público sobre los temas centrales de la agenda constituyente (abriendo espacios a la participación social y política en el mismo) y construir convergencias sobre los principios y fundamentos del nuevo Estado.
Los votantes se enfrentan al desafío de sentar las mínimas bases para superar pacífica y democráticamente la crisis estatal -quizá la más importante de su historia republicana- e iniciar el debate sobre el tipo de descentralización o autonomía que será definido por una Asamblea Constituyente -a elegir el primer domingo de julio de 2006.
La elección por primera vez de prefectos (gobernadores departamentales) pone fin a una etapa de agudo centralismo, pero su rol estará determinado por quien asuma la Presidencia en enero de 2006 y el rumbo que asuma la tendencia descentralizadora o autonómica. Los prefectos podrán desempeñar un papel facilitador u obstaculizador de la gestión del próximo gobierno. Si resulta electo el candidato del Movimiento al Socialismo (MAS) Evo Morales y si las preferencias electorales en materia de prefectos se mantienen, su administración no sólo enfrentará la adversidad del Congreso, sino que también la oposición de quienes asuman la conducción de los gobiernos departamentales: ocho de éstos podrían quedar en poder de representantes con un proyecto político contrario al programa del MAS.
Las elecciones ratificarían además la crisis estructural de los partidos políticos tradicionales. Para algunos, ellas significarán la muerte política y para otros el desafío de convertirse en nuevos protagonistas de la historia del país. Las tres colectividades más relevantes en la historia política moderna - el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), Acción Democrática Nacionalista (ADN) y Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)- han visto desplazarse buena parte de su militancia a nuevas fuerzas políticas como Unión Nacional (UN) y un frente de organizaciones ciudadanas aglutinado en el frente ciudadano Poder Democrático y Social (Podemos).
Las últimas elecciones municipales (diciembre de 2004) evidenciaron la caída de los tres partidos tradicionales de Bolivia y de Nueva Fuerza Republicana (NFR), debido a que precisamente aparecían como los paradigmas del descreimiento institucional subyacente en todas las movilizaciones sociales ocurridas desde febrero de 2003.
ADN sufrió una trasmutación con el nombramiento de Jorge Quiroga como candidato del Podemos, motivando el éxodo a esta nueva agrupación de la mayoría de sus militantes. En el caso del MIR, su crisis desde inicio de la década derivó en que no participase de estas elecciones, mientras que NFR arriesga perder su personería jurídica si no alcanza una buena votación.
Escenarios posibles pos-elecciones
Pese a las críticas de un manejo excesivamente sindical en las comunidades del Chapare y de su encasillamiento como ‘diputado cocalero’, el ascenso de Evo Morales ha experimentado un crecimiento lento pero sostenido tras ser electo diputado en 1997 con la mayor votación nacional.
Aunque encabeza las encuestas y sería el ganador de las elecciones, Morales podría perder la presidencia de Bolivia si sus dos más cercanos competidores -el ex Presidente Jorge Quiroga (abanderado del Podemos) y el empresario del cemento Samuel Doria Medina, candidato del centroderechista UN- unen sus fuerzas parlamentarias para convertir a uno de ambos en el próximo gobernante. Pero aun si no ocurre tal alianza, la composición actual de diputados, senadores y prefectos del MAS, la polarización existente; la presión ejercida por las empresas trasnacionales y la profunda desazón de los movimientos sociales harán de un gobierno encabezado por Morales un régimen de difícil estabilidad. Clima de polarización electoral
El favoritismo de Morales era ya evidente incluso antes de las recientes encuestas, por lo que el mismo Quiroga deshizo su promesa inicial de respetar la primera mayoría y hacer Presidente a quien gane en las urnas aunque sea por un voto; hoy sostiene que es el Congreso quien debe definir el nombre del futuro Jefe de Estado. Unidos en general por una defensa de la orientación económica vigente, la alianza de Quiroga y Doria aparece más viable para desarticular el compromiso de Morales con una suerte de capitalismo de Estado que incluye tasas mayores de impuestos para las transnacionales petroleras.
El discurso de Morales responde en líneas generales a la llamada ‘Agenda de Octubre’ de 2003 -cuando se produjo la renuncia del Presidente Gonzalo Sánchez de Lozada-, pero aparece como contradictorio con el de su candidato a la Vicepresidencia -quien según algunos analistas es el verdadero poder ideológico en el MAS y el controlador de su iniciativa política.
Aun cuando ha renegado del socialismo y postula un programa moderado de centro izquierda, sin nacionalizaciones ni expropiaciones y con una política respetuosa de la inversión extranjera y de la propiedad privada, en general, los grupos ligados a los poderes político y económico no quieren a Morales de Presidente -unos porque no olvidan su rol agitador y en cierto sentido desestabilizador bajo la presidencia de Carlos Mesa, (1) y otros porque recelan de su confiabilidad.
Algunos analistas estiman no improbable que la estrategia de polarización adoptada por el Podemos -en cuyos extremos se sitúan Quiroga y Morales, ignorando completamente la presencia del candidato de UN- podría serle contraproducente, si prima la visión de que aquélla podría extremar la posición de fuerza de un MAS ya poderoso en su capacidad de movilización y bloqueo, haciendo ingobernable a una administración encabezada por Quiroga. Así, el miedo a los movimientos sociales podría ser aprovechado en su favor por el MAS -expresión de esas mismas organizaciones campesinas y obreras.
En contra de este escenario obran en cambio el exceso de expectativas sociales y los límites que hallaría Morales en caso de acceder a la presidencia para satisfacerlas, lo cual podría desencadenar una espiral de demandas (eventualmente alentadas por los sindicatos de base del propio MAS) sobre un ‘gobierno popular’. A este cuadro (muy similar al alimentado en los meses inmediatamente previos y posteriores a la asunción del Presidente Salvador Allende en el Chile de 1970) se sumarían además unas presiones desestabilizadoras provenientes de organizaciones empresariales y sectores de altos ingresos.
Una tercera hipótesis hace beneficiario de esta polarización a UN, cuyo discurso más centrista se sitúa como una opción razonable frente a dos polos radicales en pugna. Una alternativa a ello sería una suerte de cogobierno o acuerdos de gobernabilidad entre una derecha moderada (Doria) y una izquierda representada por Morales.
En un mapa de percepciones cuyos ejes actuales son violencia/cambio versus estabilidad/retroceso y donde la principal demanda ciudadana parece ser el anhelo de cambios pero con estabilidad, el principal obstáculo para el Podemos es responder a la duda del electorado respecto de si Quiroga representa realmente el cambio y si puede garantizar estabilidad. Las percepciones predominantes apuntan a que su opción representa ‘más de lo mismo’ y de que quien tiene la llave de la estabilidad es Morales.El programa del MAS: Un Estado productivista
Recuperando la idea de que ‘para distribuir, primero hay que producir’, el programa del MAS propone construir una nueva matriz productiva, redefiniendo el rol del Estado como un ‘activo promotor y articulador del desarrollo productivo industrial en una perspectiva estratégica nacional’. Plantea una suerte de shock productivo: fortalecer las economías familiares como espacios de reproducción económica y estructuras de movilización social; articular la inversión extranjera y la inversión privada local, los sectores campesinos, comunitarios y microempresarios en torno del ‘control soberano’ de los excedentes del gas y de un programa de incremento de la productividad.
Se trataría de utilizar una parte del excedente del Estado para fomentar un proceso gradual de expansión y articulación vertical y horizontal a nivel de los procesos productivos modernos (industrial), familiar y comunal, mejorando sus vínculos con el mercado en condiciones de mayor bienestar. La complementariedad de diversas lógicas y tamaños industriales en torno a objetivos productivos claros permitiría convertir la heterogeneidad productiva en una potencialidad industrial.
A ello contribuiría además la creación del Ministerio de Desarrollo Económico de la Artesanía, la Micro y Pequeña Empresa, y de los bancos de Tecnología (para el desarrollo y la reestructuración productiva) y de Desarrollo Urbano Rural (para posibilitar la ‘democratización del acceso al crédito’); la negociación de convenios bilaterales con organismos multilaterales, para obtener líneas de crédito específicas a la pequeña industria, y la creación de economías de escala de las PYMEs mediante servicios comunes, compras conjuntas de materias primas, insumos, gestión tecnológica, compra y uso de maquinaria y equipo y una gestión comercial conjunta.
Dado que el sector de hidrocarburos es considerado estratégico -de él ‘dependen el desarrollo económico y social y la soberanía, la dignidad y la integridad del país’-, el MAS plantea la ‘nacionalización efectiva’ del recurso, cuya propiedad será asumida totalmente por el Estado Boliviano, quien determinará ‘a quién y a qué precio vender’. Un nuevo Régimen de Prestación de Servicios reemplazará al actual Régimen de Concesión. Entre los proyectos para la industrialización del gas se menciona: a) separación de la mezcla de gases: metano, propano, etano; b) industrialización del metano para obtener diesel ecológico y metanol; c) cambiar la matriz energética con la instalación de gas domiciliario, industrial y comercial; d) aprovechar la potencialidad de los mercados externos con la trasformación del metano en diesel ecológico; y e) producción de plásticos y otros derivados. También plantea la integración boliviana con proyectos regionales como Petroamérica o Petrosur.
Las empresas trasnacionales ‘tendrán espacio para realizar actividades productivas o de servicios en un cuadro de respeto y adecuación de sus operaciones a la estrategia nacional y regional de desarrollo productivo’, pero bajo un control y una dirección estatales.
Otras propuestas suyas incluyen la reducción del IVA al 10 por ciento, el control riguroso del dinero circulante, la mantención de un régimen de tipo de cambio flexible y el fin de la libre contratación de trabajadores.Descentralización versus autonomía
La elección de prefectos conforma una suerte de preámbulo a un proceso descentralizador –que muchos críticos asocian sin embargo a unos inquietantes procesos autonómicos o separatistas. Estas tendencias en Bolivia han sido de larga data, (2) pero su mas reciente manifestación ocurrió en enero pasado, cuando los grupos de presión de Santa Cruz lograron en un cabildo trasvasijar esa demanda a la mayoría ciudadana de esta zona –controladora de la principal riqueza de hidrocarburos y de abundantes recursos agropecuarios. Luego, quien sea electo prefecto en Santa Cruz liderará el proceso autonómico en ese departamento y –simbólicamente- en el resto del país.
Pero aunque el tema de las autonomías y de la federalización ya fue incorporado a la agenda pública, persisten grandes interrogantes respecto del modelo a adoptar. Las propuestas van desde la ‘autonomía asimétrica’ (el proceso lo emprenden sólo los departamentos que así lo determinen), pasando por la autonomía con base territorial y cultural (un ordenamiento político y administrativo que incluya la demanda de los pueblos originarios) y la ‘autonomía descentralizada’ (extender el proceso hasta el nivel local). Lo que está en juego en la tendencia descentralizadora es el carácter de las competencias y atribuciones. Los desafíos estructurales
La aguda desigualdad de la sociedad boliviana ha sido el detonante de los constantes conflictos del país y la principal causa de su inestabilidad política y social. (3) El agro boliviano está parcelado entre gigantescos latifundios (la mayor parte de ellos improductivos) y cientos de miles de pequeñas propiedades campesinas que generan ingresos de subsistencia. El contraste es incrementado por el hecho de que la economía campesina genera los alimentos requeridos por el mercado local, mientras que los latifundios priorizan la exportación de soya, arroz, azúcar, algodón y maderas preciosas.
La enorme desigualdad en la tenencia de la tierra y en la distribución del ingreso tiene su correlato en la esfera política: los ‘clanes familiares’ o sus representantes han ocupado en las últimas tres décadas las posiciones más importantes en las esferas del gobierno y del Estado. El grueso de la población percibe una férrea asociación de intereses entre el poder latifundista, las empresas petroleras y el proyecto autonomista. Esta convicción ha contribuido a exacerbar una posición –mayoritaria entre las organizaciones sociales- favorable a la nacionalización de los hidrocarburos y a una nueva reforma agraria. Aparecen así confrontadas dos visiones tanto en lo económico como en lo político. La demanda de autonomía liderada por el Departamento de Santa Cruz -para muchos la antesala de la secesión de Bolivia- sería la resultante de una sumatoria de estrategias: de las trasnacionales petroleras, para impedir la nacionalización de los hidrocarburos, y de los grandes latifundistas y empresas forestales nacionales y extranjeras, con el objetivo de frenar una nueva reforma agraria. Al otro lado, las consignas de nacionalización de los hidrocarburos y de una efectiva reforma agraria ya precipitaron la caída de los Presidentes Gonzalo Sánchez de Lozada y Carlos Mesa.
No será fácil lograr un clima político adecuado para el procesamiento ordenado de tales reformas. Una coyuntura dominada abrumadoramente por las amenazas y los desacuerdos en los aspectos más sustantivos ha instalado la incertidumbre y el riesgo como parte de los activos del proceso transicional boliviano. La desigual distribución del ingreso, el crecimiento desordenado de la población, el comportamiento de la clase política, la polarización de las regiones, los niveles de desconfianza mutua, la tentación de usar el poder de manera absolutista, la ausencia de una actitud de diálogo y la falta de una visión de largo plazo levantarán obstáculos no menores al anhelo de construir una nueva institucionalidad. . La actual distribución de facultades, poderes y atribuciones estatales se ha convertido en un obstáculo para la gobernabilidad democrática del país, y la Asamblea Constituyente es vista como la herramienta que debiera materializar un completo reordenamiento institucional (reforma del Estado), que rediseñe el papel de las instituciones y de los actores políticos.
Algunos intelectuales y políticos (en todo caso minoritarios) prevén que las reformas constitucionales de Bolivia deben orientarse a revisar el funcionamiento del sistema presidencial, reconfigurando las facultades del Ejecutivo -no para hacerlo más débil, sino que más eficaz y responsable, donde sus ministros y otos altos funcionarios sean responsables políticamente ante el Congreso Nacional. A crear un nuevo equilibrio de poderes, de pesos y contrapesos más cercano al parlamentarismo que al presidencialismo, otorgando a cada rama del Gobierno una injerencia parcial en los asuntos de las otras, que incentive la responsabilidad y la cooperación entre ellos y que impida razonablemente la ineficacia. A establecer una jefatura garante de la unidad del Estado, de la imparcialidad de las instituciones -incluyendo los poderes Legislativo y Judicial, el Ejército y la diplomacia.
Contra las enormes expectativas existentes entre la población respecto del cambio esperado de las nuevas autoridades políticas y de una nueva Constitución (o precisamente por el desencanto asociado a unos cambios que, de producirse, no serán perceptibles en el corto plazo), muchos analistas advierten que la Asamblea Constituyente no resolverá todos los problemas, sino que persistirán unos desequilibrios precarios que el nuevo gobierno deberá enfrentar.
En las actuales condiciones sociales y políticas, la próxima administración se enfrentará a las necesidades de resolver la estabilidad política; materializar exitosamente la Asamblea -así como las tareas derivadas de ésta- y actuar en el día a día como un equilibrista constitucional de alta eficiencia. A su turno, si los nuevos legisladores no incorporan unos conceptos de racionalidad en la ley de convocatoria de la Asamblea, el país arriesgará retornar a la situación de inseguridad jurídica y política precedente a la asunción del Presidente Rodríguez. Un colapso en el objetivo de asegurar estabilidad política y realizar la Asamblea provocará una profunda crisis social y económica, que podría terminar de hundir al país.
También el nuevo Presidente enfrentará una diversidad de factores que no contribuirán precisamente a la seguridad jurídica y estabilidad política. Uno de los temas irresueltos es la polarización extrema de visiones ciudadanas respecto del tratamiento a la inversión extranjera –en especial la orientada a la industria de hidrocarburos-, sin cuyo flujo el país enfrentará nuevas y agudas restricciones crediticias con las cuales financiar su endémico déficit presupuestario.
Notas:1) Quiroga, por ejemplo, ha pedido a la misión de la OEA elevar el número de sus observadores en el país para ‘impedir que el MAS imponga la dictadura sindical’.
2) A fines del siglo XIX una guerra civil enfrentó a liberales y conservadores culminó sin que los primeros lograran plasmar sus objetivos.
3) Según el Informe 2005 sobre Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), menos de 100 familias son propietarias de 25 millones de hectáreas, mientras que dos millones de familias campesinas-casi todas indígenas- subsisten en cinco millones de hectáreas. El ingreso del 10% más rico de la población es 90 veces superior al del decil más pobre.
* Nelson Soza Montiel es periodista y magíster en economía.
BOLIVIA: CITA CON EL DESTINO
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Por: Jorge Gómez Barata (especial para ARGENPRESS.info)
La historia no es una línea recta y ascendente, tampoco la espiral perfecta que imaginaba Hegel, sino un complejo de procesos que se entrecruzan, se solapan, colisionan, se juntan y se distancian o marchan paralelos.
A veces todo ocurre mediante una lenta y predecible evolución y otras por inesperados saltos. Existen períodos de avances colosales, o costosos retrocesos.
En todos los casos los protagonistas son las clases sociales, las elites y los partidos políticos, los líderes y los caudillos. Todos dicen actuar con el favor de Dios, en nombre del progreso y por mandato del pueblo. Casi siempre es mentira. Tal vez ningún ejemplo lo prueba mejor que el de Bolivia.
El país que nos legó la expresión que simboliza la riqueza: “Es un Potosí” es el más pobre de Hispanoamérica y la Nación a la que Bolívar dio su nombre es políticamente de las más atrasadas, paradigma de los extremos de embrutecimiento e inmovilismo a que pueden conducir el dominio de la oligarquía nativa. En 181 años de vida independiente, Bolivia ha tenido 64 presidentes, algunos de ellos lo han sido tres o cuatro veces, otros apenas unas semanas. La mayoría ha sido victima de alguno de los cerca de 200 golpes de estado, casi siempre protagonizados por el ejército en connivencia con algún sector de la oligarquía.
Históricamente Bolivia es probablemente el país con más conflictos territoriales de toda América, uno de los que más guerras ha librado y el que más veces ha sido derrotado. Pocos han perdido más, entre otras cosas la salida al mar e inmensos territorios.
Lo más característico del proceso político boliviano ha sido el desprecio de la oligarquía por las masas, que figuran entre las más excluidas y preteridas del mundo.
La pobreza de Bolivia no se debe a la infertilidad de su suelo, ni a la escasez de recursos naturales y tampoco a la dolorosa mediterraneidad ha que ha sido condenada. La pobreza boliviana, como la de todos los demás países, es un producto de la combinación del saqueo colonial, la voracidad del capital extranjero y la entrega de la oligarquía nativa, una odiosa triada compuesta por los terratenientes, el clero y el ejército, preocupada exclusivamente por la defensa de sus privilegios.
La inestabilidad política boliviana no es resultado de una predisposición genética al desorden, sino a la falta de cohesión en las elites de poder. Excepto en los procesos de la década del cincuenta, en ningún momento de la historia boliviana, ninguno de los sectores en pugna levantó una bandera realmente popular. Siempre se ha tratado de conflictos al interior de la oligarquía y la burguesía nativa.
Eso es precisamente lo nuevo del proceso político de los últimos tres años, que con las elecciones de mañana domingo se adentrará en una etapa cualitativamente diferente.
No se trata de que Evo Morales sea un indígena, sino de que por primera vez encabeza un movimiento genuinamente popular y lleva consigo al pueblo. Ese hecho y no sus ancestros son los que asustan a la oligarquía que ha hecho del miedo su bandera.
El pueblo boliviano, la indiada triste y preterida, los olvidados y los humillados de siempre van mañana a un encuentro crucial con su destino.
Ha pasado demasiado tiempo y ésta es la única oportunidad que han tenido los excluidos de siempre. Nunca estuvieron tan cerca del poder. Seguramente no les temblará el pulso.
EDUARDO RODRÍGUEZ: «SI EL PRÓXIMO PRESIDENTE CARGA EL ÁNIMO DE REVANCHA, NO LE VA A IR BIEN»
Durante siete meses, el ex presidente del Supremo ha llevado el peso de la presidencia. En vísperas de los comicios que dan paso a un nuevo Ejecutivo, dice: «Me voy muy tranquilo, sobre todo aliviado (...) De momento, no se me ha pasado por la cabeza dedicarme a la política»
Diario ABC de España (www.abc.es)
En el Palacio Quemado, donde se instaló tras la caída de Carlos Mesa, Eduardo Rodríguez asegura: «Las petroleras, como Repsol-Ypf, tuvieron buena voluntad y aceptaron postergan sus reclamos judiciales».
-Al principio de su gestión dijo que su única misión era convocar elecciones anticipadas, pero al final ha tenido que tomar decisiones de Estado. ¿Qué medidas destacaría?
-Cumplí con mi cometido. En el orden internacional, me gustaría destacar la reanudación de las conversaciones con Chile. En el nacional, las más difíciles están relacionadas con la ejecución del impuesto a los hidrocarburos (origen de la crisis que arrastró a Carlos Mesa) y la nueva distribución de los escaños que desencadenó recursos judiciales que pusieron en riesgo la celebración de las elecciones.
-¿Las petroleras entendieron el problema del impuesto?
-Tuvieron buena voluntad. La mayor parte de las empresas, como Repsol-Ypf, recurrieron a tribunales internacionales (el impuesto no respetaba los contratos). Les explicamos que el próximo Gobierno tendría que reglamentar la ley, porque nosotros no podíamos y les pedimos que postergaran sus recursos judiciales. Aceptaron.
-Román Loayza, del equipo de Evo Morales, amenazó con llegar al poder «por las buenas o por las malas». ¿Tiene previsto un escenario violento si el líder indígena no es proclamado presidente?
-Espero que haya tranquilidad, pero siempre hay riesgos porque las encuestas dicen que quien gane la eleccción no va a tener una equivalencia en el Congreso. Los sondeos ofrecen un porcentaje alto de indecisos que no permite anticipar un claro ganador. El escenario deseable es que el candidato que no sea favorecido acepte el resultado pacíficamente, con respeto y sentido democrático. Es decir, una victoria de un candidato no supone una victoria absoluta. En cuanto a lo que dice ese personaje, prefiero dejarlo ahí. Ya se está ocupando la Fiscalía.
-¿Cree que estas elecciones dan paso a un periodo de estabilidad o son el principio de una transición?
-La verdadera transición empezará cuando Bolivia adopte un nuevo modelo político, económico, cuya vocación la definirá la próxima fuerza política que llegue al Gobierno. Debe definirse en este nuevo escenario, con nuevas autoridades nacionales y regionales.
-¿Qué necesita el próximo presidente para que Bolivia tenga gobernabilidad?
-Sólo me atrevo a recomendarle que tenga un verdadero espíritu de concertación, porque si carga el ánimo de revancha o mantiene el espíritu de campaña, no le va a ir bien. No tiene que mirar atrás, tiene mirar hacia delante.
-¿Cree que los movimientos sociales soportarían a Jorge Quiroga?
-Todos deben soportar a todos. Si hay algo que yo quiero invocar es que no puede haber ese tipo de rechazo anticipado. Hay que nutrirse de las virtudes de la democracia. Aceptemos al que gane y convivamos con él, sea quien fuere. Hay que ser tolerantes y aceptar las reglas de la democracia... (Sonríe) No hay mal que dure cinco años.
-¿El trasfondo de los problemas es el racismo y el regionalismo?
-Existen, como en cualquier país del mundo. Hay problemas de orden racial, aunque muy atenuados comparados con otros tiempos y otras latitudes, y hay grandes regiones que están promoviendo, no tanto un secesionismo, sino una legítima aspiración a desconcentrar el poder. Hay problemas regionales, pero no están encarnados en ninguna de las fórmulas electorales. No hay una fórmula de los mestizos o blancoides contra los más morenitos...
-¿Cómo valora los comentarios sobre las elecciones de EE.UU., Venezuela y otros países de la región? Pareciera que hay una tentación de tutelar la democracia boliviana.
-Exactamente, pero no acepto tutelajes o custodios. Bolivia ha sabido reaccionar oportunamente con cualquier insinuación de país amigo o no amigo sobre nuestro escenario electoral.
-El jefe del Ejército fue criticado por decir que se respete la mayoría de las urnas. ¿Le llamó la atención?-Él dijo que se respete la voluntad popular. Acto seguido a su discurso, yo pronuncié otro en el que observaba que las FF.AA. y policiales no deliberan. No me he enfrentado a él porque no creo que haya alterado lo que señala la Constitución. Ha habido un exceso de celo. No se pueda poner en duda el desempeño imparcial de las FF.AA.
EL PRESIDENTE QUE AQUIETÓ LAS AGUAS
El Mercurio de Chile (www.emol.com)
Podría decirse que Eduardo Rodríguez Veltzé tropezó con la Presidencia. A diferencia de tantos políticos, él no buscó este desafío, pero se le presentó y lo tomó.
En junio de este año, el ex titular de la Corte Suprema de Bolivia se vio obligado a jurar como Mandatario ante la renuncia de Carlos Mesa y la negativa de los presidentes de las cámaras Alta y Baja de asumir por temor a aumentar la violencia social.
Su meta era una sola: dirigir la transición política del país hacia unas elecciones generales en que se renuevan todas las autoridades que puedan escogerse en las urnas, proceso que culmina hoy.
En su estilo sobrio y enemigo de la polémica, que lo ha caracterizado estos seis meses, Rodríguez se dirigió la mañana de ayer a la prensa internacional.
Palabras para Chile
Tuvo algunas palabras para Chile. "Tengo la esperanza de que lo avanzado entre Bolivia y Chile en términos de acuerdos de complementación económica, y sobre todo de una buena voluntad política, ayude a fortalecer las relaciones bilaterales como un mejor espacio, un mejor puente a solidificar esta buena vecindad y, por qué no, a examinar si hay solución a problemas anteriores", indicó.
El Presidente también les bajó el perfil a declaraciones del gobierno de EE.UU., que en la semana llamó a sus ciudadanos a evitar viajar a Bolivia por temor a revueltas sociales, además de comentar la política antidrogas que debería seguir el próximo gobierno.
Durante la noche, en mensaje televisado, Rodríguez reiteró su exhorto para que los candidatos a los comicios acepten "con madurez" y "responsabilidad" los resultados. "Estamos bajo los ojos del mundo, demos un ejemplo digno, en casa y hacia afuera, que nos haga sentir orgullosos de nuestra libre decisión", dijo a la nación.
En lo que coinciden analistas y opinión pública es en el beneficioso carácter ejecutivo, prudente y sin ambiciones de figurar que marcó a la administración de Rodríguez.
Más aún considerando a su antecesor, Carlos Mesa, amigo de las cámaras y dado a pelearse dentro como fuera de Bolivia.
Un ejemplo: la diferencia en las relaciones exteriores, específicamente con Chile, que durante el gobierno de Mesa estuvieron marcadas por la política de "gas por mar", pero que en la segunda mitad de este año navegaron por aguas más tranquilas.
"Rodríguez asumió la responsabilidad de ser el hombre de la transición, evitó tomar decisiones al margen de la transición y, desde todo punto de vista, rechazó cualquier posibilidad de prorrogar su mandato", indicó Baldwin Mintero, editor de política del diario "La Razón", medio que junto al canal ATB escogió esta semana a Rodríguez como el personaje del año.
Bajo este tono conciliador, resalta además la restauración de las vías de comunicación entre el poder Ejecutivo y el Congreso, muy deterioradas durante la gestión de Carlos Mesa.
BOLIVIA: LA POBREZA QUE SALIÓ A LAS URNAS
El Nuevo herald de Estados Unidos (www.miami.com/mld/elnuevo/news)
JUAN FORERO / NYT COCHABAMBA, Bolivia
Los pobladores de esta elevada ciudad andina quedaron en éxtasis cuando ganó la Guerra del Agua.
Tras varios días de protestas y ley marcial, Bechtel -- la multinacional estadounidense que había aumentado las tarifas cuando empezó a administrar los sistemas de agua -- fue expulsada. A medida que sus ejecutivos huían de la ciudad, los líderes de las protestas juraron mejorar el servicio y un movimiento de la izquierda política que estaba surgiendo en América Latina celebró la expulsión como una importante victoria, repetida en un país tras otro.
Hoy, cinco años más tarde, el agua es tan barata como siempre, y un grupo de líderes comunales administra la empresa de servicio público dedicada al agua, SEMAPA. Sin embargo, la mitad de los 600,000 habitantes de Cochabamba sigue sin agua, y quienes cuentan con el servicio la tienen sólo de manera intermitente; algunos, apenas dos horas al día, y los afortunados no más de 14 horas.
''Yo tendría que decir que nosotros no estábamos listos para construir nuevas alternativas'', dijo Oscar Olivera, quien encabezó el movimiento que obligó a la partida de Bechtel.
Bolivia está apenas a unos cuantos días de unas elecciones que podrían terminar poniendo al frente de la presidencia a uno de los dirigentes latinoamericanos que se opone con mayor estridencia a la globalización. La experiencia de la Guerra del Agua muestra que, si bien una potente izquierda ha ganado muchas batallas en América Latina en años recientes, todavía lucha por idear soluciones prácticas y realistas para abordar el profundo descontento.
Ese descontento pudiera haber encontrado su encarnación más dramática en Bolivia. Aquí, las protestas contra la introducción de fuerzas de mercado más fuertes han derrocado a dos presidentes desde el 2003. Y la inconformidad le ha dado al diputado Evo Morales, carismático indígena aymara, una ligera delantera en las encuestas previas a las elecciones de este domingo.
Frustrados por que la reestructuración económica prescrita por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional no lograra traducirse en crecimiento sostenido y menor pobreza, país tras país en América Latina ha descartado o está cuestionando buena parte de la sabiduría convencional con respecto a depender más de las fuerzas del mercado -- catalogado como el Consenso de Washington -- desde la privatización de empresas de servicio público, pasando por el abatimiento del gasto social, hasta el comercio sin restricciones.
La marcha atrás de Bolivia, debida más bien al producto de turbulentas protestas que a la política del gobierno, comenzó luego de que el país se convirtiera en uno de los primeros en América Latina que aplicó prescripciones de mercado sin reservas, a mediados de los años 80. El FMI posteriormente solicitó medidas de largo alcance a cambio de préstamos y otras ayudas, y prometió un crecimiento sostenido, de hasta 6 por ciento anual, que haría mella en la pobreza.
La economía boliviana, sin embargo, decreció a un paso abismal. El FMI y otras instituciones que ayudaron a guiar la economía de Bolivia culpan de ello a la desgastante corrupción, la pobre infraestructura y los elevados costos de las pensiones.
Al final, los cambios del mercado impulsados por el FMI, el Banco Mundial y economistas bolivianos educados en Estados Unidos alimentaron la ira que debilitó severamente a los gobiernos y dio origen a Morales.
Morales se hizo de un nombre encabezando a la poderosa federación de cocaleros de Bolivia. En los últimos cuatro años ha explotado su condición de forastero, su travesía casi sin ayuda desde orígenes muy pobres en el altiplano de Bolivia así como sus raíces indígenas, para criticar amargamente los cambios de mercado que, según él, favorecen a los extranjeros y no a los bolivianos.
Es por eso que Morales está pugnando por la nacionalización de la industria del gas que, si bien no dará paso a la expropiación, sí les aumentaría impuestos y el cobro de regalías a empresas extranjeras en el ramo de la energía; esos gravámenes combinados fueron elevados este año a un 50 por ciento. Asimismo, Morales quiere fortalecer las fronteras para mantener afuera los productos baratos y centrar la atención del gobierno en cooperativas, laxa mezcla indígena y socialista de prácticas de negocios.
''Nosotros vamos a tener una economía que se fundamente en la solidaridad y la reciprocidad'', dijo Morales en una entrevista. ``No descartamos la presencia de la inversión extranjera, pero deseamos que sean inversiones reales y frescas para la industrialización de nuestros hidrocarburos, todo bajo el control del Estado''.
Las propuestas, ciertamente, son vagas. Morales, quien no terminó la educación secundaria, es conducido en lo referente a temas económicos por Carlos Villegas, economista tendiente a la izquierda, y por su compañero de fórmula, Alvaro García, un intelectual socialista, catedrático de sociología y ex guerrillero que articula la posición del partido.
Buena parte del descontento que le ha dado impulso temporal a Morales comenzó aquí, en su ciudad natal, Cochabamba. La llegada de Bechtel motivó rápidamente las protestas cuando la empresa del agua aumentó sus tarifas, argumentando que necesitaba más dinero para financiar la inversión y expandir el servicio. En algunos casos, los pobres terminaron pagando el doble de sus costos anteriores. Además, quedó en claro que Bechtel no expandiría su servicio al depauperado sur, donde la empresa no tenía nada que ganar en términos de utilidades a partir de una costosa expansión.
La expulsión de dicha empresa significó el regreso de SEMAPA, pero esta vez con mayor control de la comunidad. La SEMAPA ha extendido el servicio para llegar hasta 303,000 personas, comparado con las 248,000 que solía cubrir. De igual modo, la empresa se las ingenió para reducir costos y, extrañamente para una firma paraestatal, reducir la fuerza de trabajo.
Sin embargo, la SEMAPA aún lucha contra pequeños pagos indebidos e ineficiencias, dijeron sus gerentes. El problema más serio es la falta de recursos económicos. La empresa no puede asegurar grandes préstamos internacionales, y no puede elevar las tarifas, debido a que muy poca gente aquí podría pagarlas. Para una expansión en gran escala que incluya una nueva presa y acueductos, se necesitan $300 millones, enorme suma para una empresa cuyo presupuesto capital es de apenas $5 millones.
''Yo no creo que usted encuentre personas en Cochabamba que digan que están conformes con el servicio'', afirmó Franz Taquichiri, uno de los directores de SEMAPA, elegidos por la comunidad, y veterano de la Guerra del Agua. ``Nadie estará conforme a menos que reciban el servicio las 24 horas del día''.
En un recorrido por las instalaciones de SEMAPA, Luis Camargo, gerente de operaciones, explicó que las instalaciones del sistema de filtración están divididas en una obsoleta serie de tanques de 80 años de antigüedad y una sección de 29 años que usa la gravedad para desplazar agua de la montaña desde un tanque al otro. Eso está bien para una ciudad más pequeña, dijo, pero lo que ahora se necesita es el desarrollo de represas a grandes altitudes, una empresa sumamente costosa.
''Estamos tratando de ser realistas, y estamos en busca de ayuda por parte de Canadá y otros países'', explicó Camargo, que ha trabajado en SEMAPA por 20 años.
Miles de personas ya renunciaron a la esperanza de recibir algún día el agua de SEMAPA. En la casa y pequeño restaurante de Rafael Rodríguez, una espita en el patio suministra tres horas de agua al día desde un pozo comunitario. Rodríguez no siente afecto por Bechtel, pero nota que las tuberías de SEMAPA están lejos de llegar al barrio.
''Yo tenía la esperanza de que el agua llegara aquí, pero eso no ha sucedido'', dijo Rodríguez, de 43 años.
Organizaciones comunitarias, cada una con un promedio de 200 familias, unen su dinero para perforar 65 metros en el suelo seco y suave, en busca de agua que es entregada a través de pequeñas tuberías conectadas a casas cerca de cada pozo.
De cualquier forma, hay muchas personas que ni siquiera pueden depender de los pozos. Edwin Villa, de 35 años, vive en un barrio que recibe el agua dos o tres veces por semana a través de intermediarios independientes.
Las entregas son esporádicas, dijo, y en algunas ocasiones el agua contiene diminutos gusanos.
''Nuestra esperanza es que la SEMAPA llegue hasta acá algún día'', dijo. ``Eso realmente sería magnífico''.
AMÉRICA LATINA ECHA A ANDAR POR LA IZQUIERDA
El Nuevo Herald de Estados Unidos (www.miami.com/mld/elnuevo)
JUAN FORERO / NYT MOROCHATA, Bolivia
Evo Morales, el líder indígena aymara convertido en legislador, llegó hace poco a esta ranchería en las montañas, se bajó de su auto a una milla de distancia y entró a zancadas como un héroe conquistador.
Los ancianos del pueblo lo honraron al estilo boliviano colocando alrededor de su cuello una pesada corona de papas, rosas y ejotes. Multitudes de campesinos se amontonaron para seguirle los pasos, mientras una escolta ceremonial de líderes indígenas lo conducía por las calles empedradas hasta un campo lleno de miles de personas.
Allí, Morales pronunció el tipo de discurso izquierdista que día por día va ganando sintonía con el desilusionado electorado de América Latina. Un discurso que clama contra las privatizaciones, la liberalización del comercio y otras recetas económicas apoyadas por Estados Unidos.
''Si ganamos, no sólo Evo será presidente, sino que también estarán en la presidencia los quechuas y aymaras'', dijo Morales refiriéndose a las comunidades indígenas más numerosas de Bolivia. ``Somos un peligro para los ricos que saquean nuestros recursos''.
Morales, un ex pastor de llamas de 46 años que ahora es el líder de los cultivadores de coca, tiene una ligera ventaja en las encuestas de opinión con vistas a los comicios del 18 de diciembre en Bolivia. Además, esgrime el discurso más radical de América Latina, para gran disgusto de la administración de George W. Bush.
Sin embargo, el sentimiento se extiende más allá de Bolivia. Comenzando por Chile, a partir del 11 de diciembre, el electorado de 11 países participará en una serie de elecciones presidenciales que en el término de un año podrían llevar a América Latina aún más a la izquierda de lo que ya está.
Desde que un grandilocuente coronel del ejército, Hugo Chávez, ganó el cargo en Venezuela en 1998, tres cuartas partes de América Latina se han movido a la izquierda, aunque la mayoría de los países son liderados por presidentes pragmáticos como Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil y Néstor Kirchner en Argentina.
Esa ola de drásticos cambios puede propagarse a Bolivia, Ecuador y, por primera vez en los últimos años, al norte del canal de Panamá. En Nicaragua, los sandinistas, liderados por Daniel Ortega, se están posicionando para volver a ganar la presidencia que perdieron en 1990. Más al norte, en México, las encuestas de opinión muestran que Andrés Manuel López Obrador, un incansable populista de izquierda, podría reemplazar al presidente Vicente Fox, que no puede aspirar a otro mandato.
Los políticos tradicionales, favorables al mercado, todavía podrían ganar en estos países. No obstante, las encuestas de opinión muestran un cambio general hacia la izquierda. Esto pudiera significar un alejamiento del llamado Consenso de Washington, un conjunto de remedios económicos estadounidenses, tales como el comercio sin restricciones y las privatizaciones.
''La izquierda está contendiendo por el poder político en una forma muy práctica'', dijo Jim Shultz, director ejecutivo del Centro para la Democracia, grupo de análisis político en Bolivia. ``Existe un hilo conductor que corre por Lula, Kirchner, Chávez y Evo, y hasta cierto grado en Chile, y ese hilo es el desafío popular hacia el fundamentalismo relativo al mercado del Consenso de Washington''.
El cambio no ha sido todo lo drástico que quisieran líderes como Chávez, cuyo antagonismo abierto contra Estados Unidos es excepcional. Presidentes como Da Silva y Tabaré Vázquez, de Uruguay, ejercen el tipo de restricciones fiscales aceptadas por Wall Street.
Las perspectivas de un viraje hacia la izquierda podrían indicar un distanciamiento amplio y popular con respecto a Washington, cuyos llamados al combate contra las drogas y a la defensa del libre comercio regional no han podido generar gran apoyo.
Puede que la administración de Bush esté complacida de que el presidente Alvaro Uribe, de Colombia, su aliado más confiable e importante, probablemente sea reelecto en mayo. Aunque, por otra parte, se espera que Chávez, su adversario más ferviente, salga también victorioso el año próximo.
Es posible que la izquierda tenga que remontar un fuerte reto en Perú. Ollanta Humala, un destituido oficial del ejército y apasionado nacionalista, que se compara a sí mismo con Chávez, ahora está en segundo lugar en las encuestas de opinión respecto a la candidata conservadora.
Pero nadie puede presumir de una historia comparable a la de Morales. El líder boliviano creció en medio de una extrema pobreza en las heladas tierras altas. Cuatro de sus seis hermanos murieron jóvenes. Cuando quebró la industria minera, la familia se mudó al centro del cultivo de coca, donde Morales dejó su impronta como adalid de los cultivadores.
Eso lo convirtió en un paria para Estados Unidos, que ha financiado las campañas del ejército para erradicar ese cultivo. Sin embargo, bajo la dirigencia de Morales, los cocaleros se han defendido, paralizando el país con bloqueos de carreteras y jugando un importante papel en levantamientos que han derrocado a dos presidentes en 20 meses.
Ahora, Morales viaja por los caminos montañosos llenos de baches de Bolivia en una campaña sin tregua, haciendo retumbar música andina. Una frase común en el país es : ``Se siente, se siente, Evo Presidente''.
''Algo de lo que pocas personas se dan cuenta, es de lo buen político que es este hombre'', dijo Eduardo Gamarra, catedrático de la Universidad Internacional de la Florida, en Miami. ``Evo tiene una tremenda estructura política que ha construido en los últimos 20 años''.
Morales se compromete a alejar a Bolivia del libre comercio y las privatizaciones que han marcado la economía del país por una generación, con lo cual explota el descontento del electorado, puesto que las reformas del mercado han hecho poco para mejorar sus vidas.
Michael Shifter, quien estudia el desarrollo de las campañas latinoamericanas para Diálogo Interamericano, con sede en Washington, dijo: ``Evo es la expresión de esa frustración, ese resentimiento, y la búsqueda de respuestas''.
En las entrevistas durante la campaña, Morales se ha quejado de que la apertura de las fronteras trajo papas baratas de Argentina. Y ofrece un espectro de soluciones, como préstamos a microempresas y la creación de más cooperativas. También dice que su gobierno exigirá una mayor parte del ingreso a las corporaciones extranjeras que explotan las enormes reservas de gas natural de Bolivia.
Al parecer, a Morales no le gusta hablar sobre Estados Unidos, y señala que las críticas de los funcionarios estadounidenses han aumentado su popularidad en un país cada vez más nacionalista. Morales, quien es cercano a Chávez y considera modélica la Cuba de Fidel Castro, dijo que rechazará los principios económicos impuestos por Estados Unidos, al igual que políticas como la de la erradicación de la coca.
''Las políticas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, bajo la dirección del gobierno de Estados Unidos, que concentran el capital en pocas manos, no son la solución'', dijo. ``El desarrollo occidental es el desarrollo de la muerte''.
Tales palabras resuenan entre personas como Herminio López, un líder de la ranchería Piusilla.
''Estamos seguros de que no nos va a defraudar ni a engañarnos como todos los demás'', dijo. ``Ochenta por ciento de nosotros es pobre, y a nosotros tener alguien como él nos hace sentir orgullosos''.
Morales sabe bien lo que le gusta a sus partidarios. Además de una transformación económica, promete propuestas simbólicas como cambiar la bandera boliviana para incluir elementos de la bandera indígena de los Andes. ''Este momento no sólo es para Evo Morales'', dijo a la multitud reunida aquí en Morochata. ``Es para todos nosotros''.
La semana internacional / El populismo mediático en América latina
YO SÓLO QUIERO PEGAR EN LA TELE
La Nación de Argentina (www.lanacion.com.ar)
Con éxito relativo, Umberto Eco intentó explicar a un grupo de intelectuales franceses por qué el primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, no anunciaba sus decisiones en el Congreso, sino en un programa de televisión. Sus amigos, los intelectuales franceses, no entendían esa extraña manía, como tampoco las actitudes de los italianos en general. Tampoco entendieron finalmente la relación directa que el jefe pretendía establecer con el pueblo en desmedro de sus representantes. En América latina se hubieran vuelto locos.
Berlusconi instauró en Italia algo que Eco llamó "populismo mediático" mientras hablaba con sus amigos, los intelectuales franceses. Un atajo para evitar el Congreso, y su "pero" frecuente, cada vez que pudiera o que no necesitara consenso para ejecutar tal o cual medida. En América latina, insisto, se hubieran vuelto locos.
También procuró aclararles Eco a sus amigos, los intelectuales franceses, que fascismo hubo uno solo en Italia. Que Berlusconi no pensaba uniformar con camisas negras a los niños ni tenía previsto conquistar Etiopía. El populismo mediático, sin embargo, era una afrenta contra la letra constitucional desde el momento en que soslayaba en forma descarada a uno de los poderes del Estado.
Días después, Berlusconi asistió a otro programa. Y cambió los términos de la decisión que había anunciado: retirar las tropas de Irak. En el ínterin había recibido reprimendas en estéreo de George W. Bush y de Tony Blair. ¿Cómo era posible que se contradijera tan pronto?, increparon a Eco sus amigos, los intelectuales franceses. Les respondió: si hubiera ido al Congreso, sus palabras habrían quedado labradas en actas; por televisión pudo ganar cierta popularidad en su primera aparición y, después, en la segunda, pudo serenar los ánimos de sus pares norteamericano y británico.
¿Perdió más de lo que ganó? No: aquel que sólo se informa por la televisión tiene la memoria más frágil que aquel que lee periódicos. Tan frágil, según Eco, que sólo habrá conservado la impresión de haber percibido un gesto simpático de Berlusconi, dueño de un emporio de medios de comunicación.
Aló, Presidente
Del populismo mediático, no inventado en Italia ni por Berlusconi, se apropió, en América latina, el presidente bolivariano Hugo Chávez, imitador de Fidel Castro en su disposición a hablar hasta por los codos frente a micrófonos y cámaras. Y continuaron esa tendencia otros mandatarios de ideologías diversas, más afectos a someterse a la exposición pública que a rendir cuentas frente a los legisladores.
Con Aló Presidente, Chávez tendió un puente directo hacia la gente con el cual logró el cometido de Berlusconi: soslayar a los otros poderes del Estado. En su caso, dentro de un mismo puño. El suyo. En el programa dominical, de nunca menos de tres horas de duración, habla, canta, habla, protesta, habla, ríe, habla, habla y habla. Prescinde, gracias a él, de situaciones incómodas en terrenos peligrosos en los cuales no se sentiría el dueño de la palabra y de la situación. En los breves intervalos, rodeado de su tropa de guardaespaldas, picotea su plato favorito, arepas con carne mechada y plátano maduro con queso, y bebe leche a granel.
El populismo mediático no es exclusivo de mandatarios intolerantes o con vocación democrática escasa. En la campaña para las elecciones presidenciales de Bolivia, Jorge Tuto Quiroga y Evo Morales, renuentes a debatir entre sí, se disputaron espacios en los canales de televisión en los cuales invirtieron la mayor porción de la torta presupuestaria destinada al proselitismo. La mayoría de los noticieros obró en consecuencia: tanto puso cada uno, tanto tiempo de aire tuvo. A la usanza de México durante la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI), hasta la difusión de los actos del gobierno de turno se transa de ese modo.
El populismo a secas, inspirado en movimientos latinoamericanos de cuños tan diversos como el peronismo, el aprismo, el cardenismo, el battlismo, el varguismo o el velasquismo, requiere imprecisión, pragmatismo, emoción (llantos y risas, por ejemplo) y, desde luego, un líder. De poncho, corbata o uniforme, siempre y cuando no repare en la oposición, usualmente representada en el Congreso.
La relación directa con el pueblo, facilitada por la posibilidad de abusar de los medios de comunicación estatales o de controlar otros por medio de la publicidad oficial, acalla toda protesta si el discurso provoca el aplauso fácil de la tribuna (repleta de ministros). En otras latitudes, decisiones gubernamentales trascendentes jamás serían anunciadas por televisión sin la debida aprobación del Congreso. Eco no tuvo eco
En América latina, los nuevos líderes cabalgan sobre el descrédito de los partidos tradicionales. Si Perón y Evita hubieran regalado bicicletas, sidra y pan dulce en vivo y en directo, quizás otro habría sido el desenlace. En el otro extremo, y en otro tiempo, si varios gobiernos hubieran sometido a juicio del Congreso las decisiones que anunciaron por televisión, quizá no habrían caído 14 presidentes en apenas dos décadas.
¿Fue culpa de ellos o impotencia de los legisladores, no advertidos del precedente que sentó el ex presidente peruano Alberto Fujimori con la disolución del Congreso, en 1991, y la convocatoria a elecciones para el Congreso Democrático Constituyente, en las cuales su partido obtuvo la mayoría absoluta? En 1999, Chávez siguió sus pasos con una plataforma nacionalista: convocó a un referéndum, pilar del populismo, dos meses después de asumir el cargo, y disolvió el Congreso; luego creó la Asamblea Nacional Constituyente, que redactó la nueva Constitución. Un populista fallido había sido entre ambos Abadalá Bucaram, ex presidente de Ecuador, con un estilo moralista, transgresor y alienado que terminó con él.
El populismo mediático apela al antagonismo. No de clases contra un grupo dominante, de modo de no perder la base cada vez más frecuente en América latina de indecisos, indignados, decepcionados y estafados, sino de reacción contra la democracia liberal, en crisis desde la Primera Guerra Mundial por la expansión del fascismo y del comunismo.
En tres países de la región andina doblegados por la desigualdad, Bolivia, Perú y Ecuador, el rechazo a las instituciones puso en aprietos la gobernabilidad. Sin el amparo del Estado, vastos sectores hallaron en las medidas de fuerza, como los bloqueos de rutas, su único canal de expresión en demanda de reivindicaciones étnicas, regionales o nacionalistas, y en contra de los Estados Unidos.
En defensores del cultivo de coca de origen indígena, como Morales en Bolivia y Ollanta Humala en Perú, encontraron eco. Eco que no tuvo eco entre sus amigos, los intelectuales franceses, en su vano afán de explicarles el populismo mediático, pasión de multitudes en Italia y, también, en la otra orilla del Atlántico, donde nada no hubieran entendido y locos se hubieran vuelto.
BOLIVIA: LND EN EL COMANDO DEL CANDIDATO FAVORITO
Y DIOS CREÓ A EVO
A horas de una elección tan disputada como decisiva, en unos cuartos destartalados, sin acreditaciones, ni antesalas, ni asesores Armani, el candidato puntero habla con todos. Tiene miedo al fraude, dice, porque la derecha está en peligro.
La Nación de Chile (www.lanacion.cl)
La campaña ha terminado. Sólo queda votar. Ayer, Cochabamba amaneció –como casi siempre– hermosa, en su permanente ebullición de primavera interminable. Incluso en 2003, cuando la ciudad se estremecía con las explosiones, las balas y el alzamiento que se conoció como la “guerra del gas” y que hizo huir a Miami al Presidente Gonzalo Sánchez de Lozada (“Goni”), Cochabamba tenía flores incluso entre el humo de las fogatas de los disturbios.
Aquí, el general Santiesteban Hurtado permite que cualquiera le pregunte en la plaza sobre los planes militares para estas elecciones. “Está todo tranquilo, hay alegría y todos nos damos cuenta que hay nuevas expectativas para nuestro país”, dice.
Realmente son nuevas. Después de la expulsión de “Goni”, las dimisiones de Carlos Mesa y del Presidente interino, Eduardo Rodríguez, Bolivia se prepara para elegir a un nuevo Presidente. Pero hay más. O, mejor dicho, MAS, el Movimiento Al Socialismo, que encabeza el líder campesino Evo Morales que, afirma, quiere saldar la deuda con los indígenas de América 500 años después del violento “encuentro de dos culturas” de 1492.
Nada es fácil en Bolivia, pero el ambiente preelectoral es tranquilo. A pesar de los observadores de la OEA, encabezados por Horacio Serpa, que lo ofende a los bolivianos porque lo consideran como una de las formas de transmitir al mundo que el país necesita de extranjeros para que no cunda el caos. Como también les ofende que la Embajada estadounidense esté alertando a sus ciudadanos que abandonen corriendo el país ante el temor de desmanes.
A unas pocas cuadras de la plaza de Cochabamba está la Federación de Cocaleros del Chapare, esa zona tropical que es la mayor productora de hojas de coca y que los aviones de la DEA sobrevuelan permanentemente para controlar, y ojalá destruir, las plantaciones que luego se transforman en el polvo que altera los cerebros.
Aquí se forjó el personaje del que todo el mundo habla: Evo Morales.
Nació en Oruro, en el altiplano, en una familia aymara. Eran siete hermanos, pero sólo sobrevivieron tres. Fue pastor de llamas y agricultor, cortó caña de azúcar, vendió helados por los caminos del norte de Argentina, fue ladrillero y panadero. Pero también aprendió a tocar la trompeta y viajó por todos los pueblos mineros con su banda. Y jugó al fútbol en todos los descampados que se iba encontrando por los áridos caminos del altiplano.
Una vida dura y casi miserable, la de Evo, que la terrible sequía de 1980 hizo insoportable. Y la familia Morales Aima partió al Chapare tropical.
Con un machete, una pelota y las cuatro normas aymaras –“ama sua” (no seas ladrón), “ama llulla” (no seas mentiroso), “ama k’ella” (no seas flojo) y “ama llunk’u” (no seas servil)– se hizo un nombre en la zona. Y ya en 1983, el Sindicato de Campesinos lo nombra secretario de deportes y es conocido entre los cultivadores de coca como el “joven pelotero”. Veintitantos años después podría convertirse en el primer Presidente indígena de América. Ante el entusiasmo de muchos y el espanto de otros tantos.
Llegar de la elección presidencial chilena a la boliviana es pasar de un extremo a otro. Aquí, el candidato favorito no es un ser inalcanzable y protegido por una corte de acartonados asesores exquisitos. Aquí, el que encabeza las encuestas es asequible para cualquiera en la humilde sede de la Federación de Cocaleros. Y su mínima oficina está repleta de cámaras y fotógrafos de todo el planeta. Y nadie pide credenciales. Periodistas alemanes, estadounidenses, japoneses, se hacen traducir las preguntas que interesan a la opinión pública de sus países.
–¿Es verdad que va a expropiarlo todo si gana?
–Cómo se le ocurre. Yo respeto la propiedad privada y hasta yo tengo una casita propia y los invito a conocerla.
–¿A quién se siente más afín: a Chávez o a Lagos?
–Hay que entender que cada país tiene su particularidad y no se puede copiar ningún modelo. Lo que sí le digo es que nosotros, con nuestras riquezas, viviríamos mejor que en Suiza, pero el saqueo del colonialismo nos mantiene en la miseria. Y esto es una cuestión de dignidad y de supervivencia.
–¿Es esto una revolución?
–Mire, no se trata de importar marxismo ni trotskismo, se trata de rescatar nuestra cultura comunitaria indígena, nuestras organizaciones, nuestros conocimientos. Porque somos un reservorio de conocimientos científicos que servirán para salvar a la humanidad del neoliberalismo.
–¿Y cómo va a ser la relación con EEUU si es usted elegido?
–Ellos no pueden seguir saqueando y deben dejar que salgamos de la pobreza, que no seamos más un Estado mendigo. Si quieren ser socios, muy bien, y que recuperen sus inversiones, pero que el negocio sea equilibrado. Y que la señora “Condolencia” Rice duerma tranquila, que yo no soy su pesadilla. Y yo tengo muy buenas relaciones con el pueblo norteamericano.
–¿Y qué va a pasar con el gas?
–Lo primero es recuperar los yacimientos y luego garantizar el abastecimiento interno y que los bolivianos tengan gas en sus casas de una vez por todas. Y el resto lo exportaremos. Y el precio será el que dicte el mercado.
–¿Lo apoyan la clase media y los empresarios?
–Más bien habría que hablar de la “clase a medias”, y ellos también me apoyan porque el MAS es democrático y busca el bien de todos. Y los empresarios me han explicado que están aburridos de ser extorsionados por los partidos políticos de la derecha, que les quitan la plata asustándolos con que si ganan los “rojos” se van a quedar sin nada. Y los que les roban son ellos. Nosotros explicamos la verdad, somos humildes y los empresarios se suman porque ellos quieren apoyar los temas sociales.
–¿Qué piensa de lo que acaba de hacer el Presidente Kirchner al pagar toda la deuda del FMI?
–No conozco muy bien el tema. Lo acabo de escuchar. Pero sí le digo que la deuda es inmoral y antiética. Y América Latina tiene que unirse y no permitir esas negociaciones del FMI, el BID, el BM o el ALCA, que más bien parece el ALGA (Acuerdo de Libre Ganancia). Y tenemos que fortalecer nuestras pequeñas y microempresas. Y dialogar y no someternos al chantaje y las amenazas y los impuestos de tiburón.
–¿No teme al fraude?
–Claro que sí. Cuando sólo hay candidatos de derecha, no hay fraude; pero ahora es distinto. Y tengo mucho miedo al fraude. Pero también es cierto que hemos crecido desde que ganamos las municipales en el 95 y donde las encuestas nos daban 6% y sacamos 20. Y ahora tenemos tantos candidatos. Y entre nuestro programa está la transparencia, por eso queremos eliminar los gastos reservados; que no existan manejos ocultos.
–¿Cómo piensa unir al país?
–Si sacamos el 50% más uno seremos un país unido.
Y unas mujeres con amplias polleras interrumpen la avidez de los periodistas. Hay que almorzar. Luego habrá otra rueda de prensa. Y Evo Morales tiene que atender a campesinos y campesinas que quieren plantearle problemas en privado. Van entrando uno a uno y cuando se abre la puerta se ve como el candidato comparte la comida que le llevan en canastos y envoltorios. Un poco de fruta, una papita, un empanada salteña mientras hablan en aymara. En los pasillos de la destartalada sede corretean los niños descalzos y sus perros por entre medio de los corresponsales extranjeros.
El mundo engolado y estricto queda fuera. Una periodista alemana se abraza a una india desdentada. Un anciano masca coca esperando saludar a Evo. Y el encargado de prensa anuncia a todos que en la tarde harán una “parrilladita” y jugarán un partido por si alguien quiere sumarse. Así, de esta manera tan sencilla, es difícil no sumarse. Porque aquí sí que no importa ser del diario más importante del mundo o de la cadena de televisión más grande o ser simplemente una persona cualquiera. Todos están invitados. Difícil de creer, pero parece cierto.
EL TUTO Y EL GAS
El principal contendor de Morales no podría ser más diferente. Jorge Quiroga, el “Tuto”, es un ingeniero de 45 años que ha pasado gran parte de su vida en Estados Unidos y es casado con una norteamericana. Fue vicepresidente en el Gobierno de Hugo Banzer y ejerció la primera magistratura cuando el anciano ex dictador enfermó de cáncer, en el 2000.
En el Ejecutivo entre 1997 y 2002, y particularmente durante su Presidencia, Quiroga participó activamente en las negociaciones para la construcción del ducto que llevaría el gas boliviano a Estados Unidos a través de puertos chilenos.
En su programa de Gobierno figura la reactivación del proyecto gasífero de cinco mil millones de dólares que derribó a dos gobiernos, y se propone también concluir una tratado de libre comercio con Estados Unidos. Precisamente los dos temas que sacan roncha.
Edmundo Pérez Yoma fue, como cónsul chileno, el arquitecto de las discretas negociaciones en que Quiroga parece haber favorecido la opción chilena frente a la del puerto de Ilo, en Perú.
En su libro “Una misión. Las trampas de la relación chileno-boliviana”, el ex ministro de Defensa chileno relata que las negociaciones secretas con Chile se realizaban en Argentina, que culminaron en un acuerdo en junio de 2002, que Quiroga habría mantenido en secreto para no perjudicar sus aspiraciones electorales.
En este acuerdo, aun secreto, “Chile y Bolivia convendrían las facilidades necesarias para que el petróleo, el gas, sus derivados y subproductos recibieran el tratamiento de exportaciones bolivianas en su integridad, para lo cual se aplicaría el régimen de libre tránsito”.
A cambio, dice el libro, “el Estado chileno entregaba en concesión al Estado boliviano, por 50 años prorrogables por iguales períodos, una superficie aproximada de 600 hectáreas, ampliables de común acuerdo en función de las necesidades del proyecto para el establecimiento de una zona franca”.
Pérez Yoma dice que el acuerdo se filtró a la prensa y desató “una campaña persistente y feroz –mejor dicho, un lobby incontrarrestable– contra las perspectivas de un acuerdo con Chile”.
SI EVO PIERDE... DIGO, ES UN DECIR...
La Jornada de México (www.jornada.unam.mx)
Por Guillermo Almeyra
Parafraseo a un gran poeta andino, quizás el mejor de la lengua castellana en los últimos dos siglos, ya que lo que está en juego en Bolivia trasciende en mucho el resultado inmediato de las elecciones. El jefe del ejército boliviano, por ejemplo, consciente de lo que podría resultar si un chanchullo parlamentario anulase la decisión de las mayorías populares en la primera vuelta de este domingo, no sólo aclara que el instituto armado acataría las órdenes de un presidente indio por los dos costados (paterno y materno) sino que también exhorta a los políticos a refrendar el resultado del primer turno, sin agravar ulteriormente el enfrentamiento entre izquierda y derecha, es decir entre los blancos y mestizos, por una parte y, por otra, la tan temida y odiada (por éstos) "indiada" que votará por Evo Morales. Como antes de la guerra civil española, la lucha feroz se da en las urnas.
¿Qué votarán los que sufraguen por Evo? No el agua chirle teórica que les ofrece el candidato a vicepresidente por el MAS, que antes fuera teórico despistado de una aventura guerrillera milenarista y ahora lo es de una utopía de reforma (¡en Bolivia!) del capitalismo. No los discursos políticos moderados del mismo dirigente cocalero, que no habla ya de los pueblos indios ni menciona el anticapitalismo sino que se limita a agitar un nacionalismo antineoliberal (no contra el sistema) que los otros candidatos incluso pueden imitarle sin mayores problemas, ya que efectivamente Bolivia casi le regala el gas a Argentina (que lo vende a Chile más caro). Tampoco el vacío de propuestas en sus posiciones sobre qué será y cómo se organizará la Constituyente, ni sobre las medidas que encara destinar a los más pobres y oprimidos para que compensen, con una discriminación positiva, la extrema pobreza de éstos y combatan el racismo de que son víctimas.
Entonces, ¿por qué podría ganar Evo Morales en la primera vuelta? Porque aunque muchos indios y pobres pensarán que, en su calidad de indio y de pobre, no está capacitado para gobernar, muchos más tendrán el orgullo de poder imponer un presidente como ellos y, en buena medida, quizás de ellos. O sea, podría ganar por dirigente social y por indio. También porque su nacionalismo es plebeyo, no burgués, y va en el sentido de las movilizaciones populares que se sucedieron desde octubre de 2003 e incluso antes. Es decir, porque reclama la estatización del agua (en la línea de la guerra del agua cochabambina), la estatización del gas y del petróleo (en la línea de los movimientos que derribaron al presidente Goni Sánchez de Lozada), en la línea antiparlamentaria y de acción directa, que es una constante de los movimientos de trabajadores y pobres en Bolivia. Igualmente porque no tiene un partido, sino un instrumento político ad hoc, que en realidad es un pool de sindicatos y organizaciones de masa, en el que los caudillos sin duda abundan pero responden a una relación estable con sus mandantes. Por último, en orden de exposición, pero no de importancia, porque la embajada estadunidense y la derecha lo odian, odian también al zambo Hugo Chávez, exhalan racismo por todos los poros en un país donde los indígenas, los de poncho y las de polleras, son mayoría, pero son parias y quieren dejar de serlo. Por todo eso Evo podría obtener la primera mayoría este domingo, sin conseguir, sin embargo, más de 50 por ciento de los sufragios, lo cual lo consagraría automáticamente presidente.
En el caso muy probable de que gane la primera vuelta y deba ir de todos modos a una segunda, hay varios escenarios posibles. Como sucedió con Salvador Allende, en el Parlamento un sector que le es adverso, pero que no sigue a Quiroga y al embajador yanqui, podría darle sus votos, democráticamente (aunque después comenzase a sabotearlo). En tal caso tendría el gobierno pero no el poder, que debería conquistar en las calles en vista de la Constituyente. Si los anti Evo, en cambio, se uniesen en el Parlamento (como sucedió en la elección general presidencial última en la que, pese a triunfar Evo, eligieron a Sánchez de Lozada, con las consecuencias conocidas), habría un conflicto de poder entre las cámaras y los políticos que están muy desprestigiados y el poder popular, que derribó primero a Goni y después a Meza de la presidencia. También en ese caso, o las instituciones salen del paso (cosa difícil, ya que el ejército, por ahora teme reprimir, porque podría romperse) y se abre un gran periodo de inestabilidad social que podría desembocar en un estallido, o la voluntad popular se impone sobre las instituciones y se espera la prueba de fuerza final en la Constituyente y en la elección de prefectos (o sea, en la formación de los poderes estatales locales).
Para estos enfrentamientos Evo Morales no tiene partido sino un frente, una organización laxa. Además, los infantiles de todo tipo se niegan a apoyarlo y a votar como hará el pueblo diciendo que es un nuevo Lula, aunque la derecha demuestre con su odio y su temor que es algo más que eso, porque el problema no es el cocalero sino quienes votarán por él. Es de esperar, sin embargo, que al cuarto para las doce maduren y pongan el interés general de los trabajadores y oprimidos de Bolivia y de América Latina por sobre sus intereses mezquinos y sus odios y rencores.
EN EL CAMPO, ES CON EVO MORALES
Página 12 de Argentina (www.pagina12.com.ar)
En el mercado de las brujas de La Paz se puede comprar un talismán para que gane Evo Morales y otro para Tuto Quiroga. “La gente lo pide más de lo que se piensa, sobre todo el del Evo”, dice la vendedora con una sonrisa cómplice. El kiosco ofrece las más inimaginables variedades de amuletos: hay para todos los males, para todos los enamoramientos, las impotencias pasajeras y las pasiones relámpagos. “El Evito no va a devolver lo que toda esa gente nos viene robando desde hace 500 años”, dice otra vendedora del mercado. “Acá la gente se acuerda del día en que Evo Morales fue a pedirle permiso a la Pachamama para ser candidato. Es nuestro”, comenta otra de las vendedoras. Una parte de La Paz suena con la certeza de una victoria. “Un cambio, queremos un cambio y pase lo que pase el cambio va a venir, con o sin Evo”, comenta un empresario de lujosa corbata.
A 60 kilómetros de La Paz, en Chirapaka, la ruta es recta, el aire puro, el viento seco y cortante. Son los Andes profundos, el mundo del altiplano por encima de los 4000 metros. Aquí también se vota. A un costado de la ruta, un grupo de gente está reunida. El espectáculo desafía todo juicio. Los vecinos de Chirapaka celebran una nueva jornada del campeonato de fútbol que aquí se llama de “las cholitas”, es decir, las mujeres bolivianas tradicionales que juegan con polleras. “8 por cada equipo, dos tiempos de 30 minutos cada uno”, explica Pedro Durán Alvarez, el secretario general de la comunidad de Chirapaka. El hombre tiene la piel curtida por el trabajo, los vientos y los soles altos. Sólo un signo lo distingue de los demás pobladores: lleva atravesado en el pecho el chicote, un látigo de trenzas hecho de cuero de oveja que representa la máxima autoridad, el poder que los demás depositan en él y que lo convierten en el “Mallku”, el jefe, el cóndor jefe de los cóndores. El contacto es áspero al principio. Los campesinos desconfían. Hay que presentar credenciales, tarjetas de visita, hablar en un micrófono y presentarse con nombre y apellido, saludar a las jugadoras y a la asistencia contar quién es uno y qué hace allí en el altiplano. Al fin, la confianza emerge y las lenguas se sueltan.
El Mallku dice que irá este domingo a las elecciones porque “en Bolivia sufrimos mucho. Ojalá que votar sea una salida para nosotros que vivimos con tanta pobreza. Hasta ahora hemos votado y votado pero nada ha cambiado. Somos siempre pobres. De pronto este año las cosas cambian”.
Para los campesinos, ese cambio tiene un nombre, Evo Morales, “el compañero”. El partido empieza. Las mujeres, con sus enormes pollerones, se desplazan por la cancha con ágiles regateos.
Juan, otro miembro de la comunidad, es menos parco en palabras. El hombre, marcado por la rudeza del trabajo, expone una cultura política y una convicción sin fallas. Para él, el voto de este domingo es como el certificado de defunción de los partidos tradicionales en Bolivia. “Aquí en el campo siempre fuimos sometidos, desde la fundación de Bolivia. El campesinado sufrió engaño. Nos decían: les vamos a dar esta cosa, el decreto va a ser a favor de ustedes. Y, sin embargo, nunca hubo nada. Ni siquiera la Constitución política del Estado está a favor nuestro.”
Para Juan como para la gran mayoría de los campesinos, todo depende del domingo. “Vamos a ver si podemos elegir a nuestro líder, que es del campo, El sabe pastear unas llamas u ovejas, también ha vivido como nosotros, sembrando chacras, criando animales. Esa es la esperanza que nosotros tenemos, Evo Morales. El piensa cambiar la vida del campo.” Juan tiene sentimientos compartidos. Apuesta por su líder pero asegura que los partidos tradicionales van a unirse “para seguir dándonos por el trasero. Pero tenemos que ayudar a Evo. Estoy seguro de que no lo van a dejar, las transnacionales van a bloquear. Pero estamos preparándonos para ese caso.Somos una familia. Las transnacionales tienen que devolvernos los hidrocarburos. Tenemos que movilizarnos.
Debe prevalecer lo que diga el voto. No vamos a dejar que nos roben. Ellos nos llamaban bestias, sólo útiles para trabajar en el campo. Pero ahora estamos preparados y movilizados. Estamos preparados para la lucha, para gobernar como dueños de esta tierra”.
A los campesinos de Chirapaka les parece una barbaridad el miedo a una “venganza indígena” que acuna un sector de la burguesía boliviana. “Nosotros no vamos a hacer eso. Ellos siempre nos discriminan de alguna manera, por más que seamos profesionales nos discriminan por la cara morena que tenemos. Pero nosotros no tenemos intención de hacerles daño a ellos. Queremos unirnos. Nosotros no podemos discriminar.”
EVO: ¿AMIGO O ENEMIGO DE HUMALA?
La Primera de Peru (www.ednoperu.com)
Quiéralo o no, lo que eventualmente le suceda a Evo Morales en Bolivia si gana las elecciones, como todo lo hace prever, incidirá directa e indirectamente en la campaña electoral de Ollanta Humala, quien no ha negado simpatías ni afinidades con el líder campesino boliviano.
Más allá de la pretendida moderación del candidato de UPP, lo cierto es que buena parte de su electorado cree o apuesta a que su llegada al poder va a representar una inmediata –léase bien– puesta en realidad de sus seculares esperanzas y frustraciones. Igual que con Evo Morales.
Y el problema para Humala es que Morales asume el poder en enero, dos meses antes de las elecciones presidenciales en el Perú y tiempo suficiente para darse cuenta de si el discurso del maldecido indigenista boliviano es verdad o es pura fufulla (dadas las cosas, no se sabe qué es peor).
Es, en el fondo, el gran dilema de Humala en el Perú. En gran medida –aunque no determinante si nos guiamos por las encuestas–, su discurso prende por la ilusión popular de que muchas cosas van a cambiar, y radicalmente, con su eventual llegada al poder.
Faltan cuatro meses aún para las elecciones en nuestro país y existe margen, en consecuencia, para que el líder nacionalista marque claras diferencias respecto del discurso radical de su clan familiar y su trayectoria personal y, de paso, de sus acusados clones Hugo Chávez y Evo Morales, pero es innegable que el imaginario popular lo identifica con ambos.
Si Evo Morales conduce al descalabro social, geopolítico y económico de Bolivia, ello le rebotará inevitablemente a Humala. Y ese escenario no requiere de mayor plazo. Bastan 30 días para que la estabilidad de un país se vaya al tacho si quien lo gobierna toma las decisiones equivocadas.
Salvo que Humala, con la presentación esta semana de su plancha presidencial y su lista al Congreso, defina con absoluta claridad una distancia radical de la vertiente socialista, indigenista y autoritaria que su matriz parece marcarle, lo que pase en Bolivia lo va a afectar.
Y puede ser su Waterloo si, como todo lo permite suponer, nuestro vecino altiplánico se conduce al caos bajo la conducción pasadista y casi alucinógena del señor Evo Morales.
BOLIVIA: LA MISMA VIEJA REVOLUCIÓN
El Nuevo Herald de Estados Unidos (www.miami.com/mld/elnuevo)
Por ROBERTO LASERNA
Bolivia está en un momento decisivo de su historia. Hace poco halló una nueva fuente de riqueza, el gas natural, pero puede convertirse en una víctima de la llamada ''maldición de los recursos naturales''. En su afán de adoptar políticas de desarrollo probadamente fallidas, los candidatos a la elección presidencial de hoy 18 de diciembre parecen no advertir este peligro. Y es un peligro considerable.
Hay amplia evidencia de que ningún país ha podido desarrollar una economía fuerte y equilibrada sobre las exportaciones de minerales o petróleo. Basar una economía en los recursos naturales reduce el crecimiento económico y aumenta la pobreza y la desigualdad.
No es necesario hablar de países africanos o del Oriente Medio para entender el problema. Bolivia tiene suficiente experiencia propia. Los cerros de plata en Potosí y de estaño en Oruro se acabaron sin dejar huellas de progreso o bienestar. Culpar a los conquistadores españoles o a los imperios económicos del siglo XX no oculta el hecho de que enormes cantidades de dinero financiaron gobiernos corruptos, burocracias ineficientes, grandes e inútiles proyectos de ''desarrollo'' como plantas industriales, o una amplia variedad de subsidios para satisfacer poderosos intereses de grupo.
Más de 50 trillones de metros cúbicos de gas natural y expectativas desmedidas están a punto de recrear este modelo de subdesarrollo en Bolivia. Las exportaciones no han comenzado, pero la amenaza de la ''maldición'' ya está presente.
El Movimiento al Socialismo (MAS), encabezado por el líder campesino Evo Morales, está proponiendo una industrialización dirigida por el Estado y basada en los ingresos del gas, parte de los cuales irían a pequeños agricultores, comerciantes y artesanos. En el centro de este proyecto estaría el gobierno, concentrando los ingresos, otorgando los subsidios y ''estimulando'' la economía.
Concebido, tal vez, con las mejores intenciones, el modelo de Morales ofrece una esperanza a los más pobres de Bolivia, pero sólo abrirá el camino a una frustración, algo que no es nuevo en el país. Treinta años después de ''la revolución nacional'' de 1952, el ingreso per cápita boliviano seguía siendo el mismo, con la pobreza extendida a más de la mitad de la población.
Un modelo de desarrollo dirigido por el Estado está condenado a fracasar porque requeriría instituciones fuertes, ciudadanía universal e imperio de la ley, nada de lo cual se puede encontrar hoy en Bolivia. Significa que el dinero concentrado en el Estado sería redistribuido por medios clientelistas, absorbido por la corrupción y sujeto a presiones sociales de toda índole. Lo que quedara para inversión pública sería malgastado, pues cuando el dinero es proporcionado generosamente por la madre naturaleza, los proyectos tienden a pasar los análisis de costo-beneficio.
Pero no sólo el movimiento de Morales está atrapado por la ilusión del dirigismo. Aquélla es compartida por los seguidores del ex presidente Jorge Quiroga y de Samuel Doria Medina. En sus programas está la misma idea de permitir al Estado la distribución de los ingresos del gas, aunque con diferentes propósitos. Es paradójico que todos los candidatos prometan cambios económicos y sociales cuando están mirando al pasado para inspirarse y se extasían ante el mismo modelo de desarrollo. En un sentido profundo, todos son conservadores.
Recrear una economía estatista basada en el gas promoverá una forma letárgica de corporativismo. La promesa de ayudar a los pobres será tan vacía como toda la retórica de justicia social que los bolivianos han escuchado en su larga y triste historia.
El mayor reto para el próximo gobierno boliviano es reconocer la ''maldición de los recursos naturales'' y evitarla. El principal enemigo está en las mentalidades, rutinas y hábitos anacrónicos. Estos deben ser cambiados para que todos en Bolivia tengan oportunidad de ser ciudadanos dignos, trabajadores respetados y consumidores satisfechos.
Profesor de ciencias sociales de la Universidad Mayor de San Simón, Cochabamba, Bolivia.
CERCA DE 3,7 MILLONES DE ELECTORES VOTARAN ADEMAS LEGISLADORES Y GOBERNADORES
BOLIVIA, A LAS PUERTAS DE UN GIRO HISTÓRICO, ELIGE HOY PRESIDENTE
El favorito es el líder cocalero Evo Morales, un crítico de EE.UU. y del neoliberalismo. En segundo lugar marcha el ex presidente derechista Jorge "Tuto" Quiroga de excelentes relaciones con Washington.
El Clarín de Argentina (www.clarin.com)
Hay ansiedad y expectativas en esta ciudad por lo que sucederá hoy. Bolivia va a las urnas para elegir presidente, legisladores y prefectos (gobernadores), Lo que está en juego no es sólo un conjunto de nombres, sino un proyecto de país, una mirada sobre lo que debe ser el futuro de la nación más pobre de Sudamérica, siempre atada a un destino de explotación demencial de sus recursos naturales.
Unos 3,7 millones de bolivianos están habilitados para elegir entre 8 presidenciables. Sólo hay dos con chance de ganar, pero hay un tercero que también cuenta. Los sondeos señalan que el indígena líder de los cocaleros Evo Morales, a la cabeza del MAS (Movimiento al Socialismo), lleva la delantera en la intención de voto con entre 33% y 36%, mientras que el conservador ex presidente Jorge "Tuto" Quiroga y su Podemos (Poder Democrático Social) oscilan entre 28% y 29%.
Tercero, bastante atrás, el empresario cementero Samuel Doria Medina arrima un 9% que podría tener un gran significado si ninguno de los candidatos obtiene esta noche la mayoría necesaria para convertirse en presidente (el 50% más 1) y es entonces el Congreso el que decidirá quién va al sillón del Palacio Quemado. En este caso, los legisladores que pueda acercar Doria Medina serán capitales en las rondas decisivas del Parlamento.
Los 2 millones de bolivianos en el exterior, la mitad de ellos en Argentina, no podrán votar.
Junto con el presidente, los bolivianos deberán elegir a 130 diputados, 27 senadores y 9 prefectos. Esta es la primera vez que la ciudadanía elige sus gobernadores, ya que hasta ahora elegirlos era una prerrogativa del presidente. En un clima de tanta incertidumbre, y cuando muy pocos creen en las encuestas (en 2002 Manfred Reyes Villa, del NFR, tenía un 50% de intención de voto y ni siquiera quedó entre los dos más votados) esta es hora de cálculos. Los mismos sondeos indican que Quiroga podría tener la mayoría en el Senado, lo que da la pauta de que un gobierno de Morales se vería entrampado a la hora de dictar leyes. Si gana Quiroga, deberá vérsela con las multitudes insatisfechas en las calles que, desde que en octubre de 2003 lograron correr del sillón al entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, han hecho de la protesta a viva voz un esquema de vida que también terminó con el gobierno de Carlos Mesa, quien renunció en junio. Esto fue en medio de una crisis descomunal que aún no ha terminado y que también arrastró el mínimo de prestigio que podía quedar todavía en los partidos políticos tradicionales.
"Los bolivianos estamos poniendo a prueba el sistema democrático, y seguiremos haciéndolo aún después de las eleccio nes", dijo ayer a la prensa internacional el presidente interino Eduardo Rodríguez Veltzé, quien era presidente de la Corte Suprema en junio, cuando el poder quedó vacante y una secuencia nerviosa de renuncias delegó en él la sucesión presidencial.
El mapa de este país no es la promesa de un jardín de delicias. Con un 60% de pobres, más de la mitad en la indigencia, y con una enorme deuda en la inclusión de los indígenas, Bolivia pelea contra la discriminación anclada en gran parte de los sectores sociales más favorecidos. En este país, el 10% de la población es dueño del 45% del ingreso, y mientras 2 millones trabajan 5 millones de hectáreas de tierra, sólo 100 familias son dueñas de 25 millones de hectáreas.
La división entre estados poderosos y estados necesitados también es clave. El oriente pujante, con Santa Cruz a la cabeza (seguido por Beni y Pando, y Tarija al sur) representa los departamentos llamados de la Media Luna, que lanzaron la flecha de la autonomía y presionaron para conseguir un referendum que, si los plazos no se modifican, tendrá lugar en julio de 2006.
El estado de sismo político en este país es un hábito, y nada parece indicar que vaya a terminar con los resultados de esta noche, que dicho sea de paso, serán precarios y tal vez poco precisos.
El futuro del cultivo de la hoja de coca, la nacionalización de los hidrocarburos, el llamado a una asamblea constituyente y la resolución de un pendiente Tratado de Libre Comercio con EE.UU. colman una agenda caliente, que deberá concretarse bajo amenazas de diferentes sectores. Hay que ver qué pasará por la cabeza de quien termine siendo presidente el 22 de enero, cuando se ponga la banda tricolor y comience a caminar hacia un futuro tan incierto como abrumador.
Hoy es la trascendental jornada electoral:
BOLIVIA A PUNTO DE DAR UN GIRO A LA IZQUIERDA
El Mercurio de Chile (www.emol.com)
Cruciales. Así podrían definirse las elecciones generales y de prefecto (gobernador) que vive hoy Bolivia, en las que debe escogerse nada menos que al gobierno que concrete la anhelada modernización y que cumpla las dilatadas demandas sociales que tanto sufrimiento han costado al país.
Los sondeos de los últimos meses son claros: Evo Morales, el cocalero, el combativo, candidato del Movimiento Al Socialismo (MAS), triunfaría por un margen de cinco puntos sobre Jorge "Tuto" Quiroga, el derechista, ex Presidente, abanderado de Podemos (Poder Democrático y Social).
Si los vaticinios son correctos, Bolivia tendría el primer gobierno indígena de Latinoamérica, lo que, temen algunos, podría significar encontrones con Estados Unidos, principalmente por la política antidrogas.
Además, quien gane tendrá tareas duras, como resolver el destino de los hidrocarburos, definir la integración al comercio internacional y tratar de concretar una salida marítima a través de Chile, entre otras.Conquistador"Antes que todo, quien gane, sea Evo o Quiroga, tendrá que conquistar la confianza de la ciudadanía que no le es favorable", explica el analista Roger Cortés. "Será fundamental para tener un piso de estabilidad", añade.
Escenario mucho más desfavorable para "Tuto", "ya que es mayor el núcleo de resistencia hacia su figura", estima. Se refiere a las agrupaciones sindicales, campesinas y mineras, entre otras, que podrían volver a las calles si no les parece el resultado de las urnas, o del Congreso, si es que nadie supera el 50% (escenario más probable), y este organismo sea el que deba escoger, a mano alzada, al ganador.
La incertidumbre crece al recordar la sombra aún fresca del país paralizado por movilizaciones que exigían la nacionalización de los hidrocarburos y que acabaron con el gobierno de Carlos Mesa hace sólo seis meses.
Pero antes de encender alarmas, Cortés cree que la pelea la resolverá el Congreso de un modo particular. La ley indica que si tras dos votaciones no se logra una mayoría absoluta sobre quién debe ser el Presidente, se nombrará a quien llegó primero en las urnas. En este caso, y según los sondeos, Evo Morales. Mientras, casi ajena a esta decisiva lucha, La Paz continúa con su ritmo de ciudad prenavideña.
La céntrica plaza San Francisco, esa que de vez en cuando recibe a los manifestantes furiosos, ahora alberga un mercado en el que bajo toldos rojos y azules se vende de todo. Rojo y azul, como los colores del MAS y Podemos, como un anticipo de la lucha de fuerzas de hoy.
En tanto, el Palacio Quemado (la sede de gobierno) recibía a los observadores internacionales que llegaron a entrevistarse con el Presidente Eduardo Rodríguez. Destacaba Carlos "Chacho" Álvarez, ex Vicepresidente argentino y representante del Mercosur, quien señaló a "El Mercurio" que el organismo hará lo posible porque Bolivia lleve a buen término los comicios.
Sobre qué espera del próximo gobierno, responde que ojalá haya mayor apertura comercial y Bolivia se integre al Mercosur.
¿Evo o "Tuto"? ¿Quién está más capacitado para esta tarea? "Nooo, no puedo opinar de eso, si hemos venido sólo a observar", contesta evasivo.
Las horas pasan, acercando el minuto en que se constituya la primera mesa electoral y suene la campana de esta gran pelea de varios luchadores, pero en la que sólo dos pegan fuerte.
"Pareciera que la gente no se da cuenta, pero todavía estamos al borde del abismo, estamos a un paso. Si caemos o no, sólo depende de estas elecciones", confidencia una fuente diplomática.
Ahora sólo resta sentarse a esperar, a ver si se da ese paso fatal o se encuentra la senda al desarrollo pacífico e integrado que el país y la región necesitan.
"Históricamente Bolivia ha optado por salidas pacíficas en momentos cruciales. No hay que alarmarse tanto", dice Cortés.
RUMBO AL PALACIO QUEMADO
EVO MORALES
El candidato del Movimiento Al Socialismo (MAS) es el líder indiscutido de los indígenas y cocaleros y el favorito de las encuestas para ser Presidente, con un 35% de apoyo. El popular aymara se crió en la extrema pobreza y apenas acabó el colegio.
Uno de sus principales propósitos es nacionalizar el petróleo en un "nuevo país" gobernado por "mayorías".
JORGE QUIROGA
El candidato derechista del partido Podemos es un tecnócrata de 45 años que le tocó asumir la Presidencia entre 2001 y 2002, ya que era el Vicepresidente de Hugo Bánzer. Quiroga, a quien las encuestas le dan un 29% de apoyo, promete dar estabilidad al sistema político y mayores garantías para las inversiones extranjeras, como claves para multiplicar los empleos.
SAMUEL DORIA MEDINA
El candidato de Unidad Nacional (UN) es un próspero empresario del cemento y la comida rápida. Posee un discurso nacionalista y propone una nacionalización paulatina de los hidrocarburos. Tercero en los sondeos (tiene cerca de 12% de apoyo), su influencia será decisiva si nadie obtiene mayoría absoluta y le toca al Congreso designar al Presidente.
Hoy, elecciones presidenciales: el gobierno de Bush, ante los comicios en Bolivia
EE.UU. RESPONDERÁ SI HAY UN GIRO DRÁSTICO
Será cauteloso ante un triunfo de Morales, pero contempla sanciones si el candidato indígena "toma el camino equivocado"
La Nación de Argentina (http://www.la/nacion.com.ar)
El gobierno de los Estados Unidos guardará silencio hasta conocer los resultados de las elecciones bolivianas y, según los porcentajes de cada candidato, del Congreso. Pero si Evo Morales es elegido presidente y avanza por lo que aquí califican de "camino equivocado", iniciará una escalada que incluirá sanciones económicas y un cerrojo diplomático.
La preocupación en esta capital sólo se concentra en Morales y el MAS, que es visto en todas las ramas de la administración republicana como el eventual tercer eje antagónico de la Casa Blanca en América latina, junto a Fidel Castro y a Hugo Chávez. "Veremos qué políticas persigue el ganador. Y, sobre esa base, haremos una evaluación de qué tipo de relación vamos a tener con ese Estado", explicó el vocero del Departamento de Estado Sean McCormack.
El jefe de la diplomacia estadounidense para la región, Tom Shannon, calló incluso cuando Morales avivó el fuego al prometer que se convertirá en "una pesadilla para los Estados Unidos" y revertir la campaña financiada con fondos norteamericanos para erradicar los cultivos de coca. La premisa es, dijeron a LA NACION fuentes oficiales, evitar los "errores" cometidos por el subsecretario de Defensa para América latina, Roger Pardo Maurer, quien dijo que Morales lidera "una revolución marxista" en el Altiplano, y por Roger Noriega, el ex subsecretario de Estado para la región, que insistía en que Castro y Chávez financian al MAS.
Ahora, en contraste, si Morales gana, el Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional (NSC) esperarán sus primeras medidas para no aumentar la tensión bilateral. "Estados Unidos analizará cómo quedará armado el espectro político interno, dado que por primera vez se elegirán los prefectos regionales en Bolivia, que puede servir de contrapoder real a Morales, y cómo reaccionan los otros países de la región, cómo se acomodan", explicó un embajador sudamericano.
El ex funcionario de la Casa Blanca y del Departamento de Estado Philip Hughes coincidió sólo en una parte del diagnóstico. "Queda claro que ni Morales o Quiroga obtendrán el poder absoluto, pero quienquiera que ganara, el caos es lo que cabe esperar", estimó. Shannon confía, sin embargo, en que el gobierno brasileño y, en menor grado, la Casa Rosada, influyan en la situación boliviana para resguardar sus propios intereses económicos y de seguridad, los que coinciden hasta cierto grado con los estadounidenses. "Bush dejó muy claro ante Kirchner en su reunión bilateral durante la Cumbre de las Américas que su mayor interés en común es la situación en Bolivia", detalló una fuente oficial, lo que fue confirmado por dos altos diplomáticos argentinos.
La situación en Bolivia también ocupó el diálogo entre Shannon y el flamante vicecanciller argentino, Roberto García Moritán, este lunes, mientras una versión comenzaba a circular por Washington: que la Casa Rosada es la que financia las encuestas y los avisos publicitarios del MAS. Aun así, otros dos ejes concentran las miradas en Washington: si Morales legaliza el cultivo de la coca y cuál será su política sobre el gas. Morales anticipó que desea "revisar los precios" porque los considera "muy bajos" y que pedir la "devolución" no significa "confiscar ni nacionalizar". El primer escenario de conflicto con los EE.UU. son los cultivos de coca, tras 24 años de apoyo militar y financiero para erradicarlos. "La Casa Blanca no puede aceptar que Morales acabe con los programas de erradicación por la implicación que tendría en otros países donde Estados Unidos está financiando programas similares", como Perú y Colombia, explicó el presidente del centro de estudios Interamerican Dialogue, Peter Hakim.
"Espero que no haya cambios, porque el país que si se producen cambios para peor, el país que va a sufrir es Bolivia", dijo el embajador David Greenlee, en El Alto. Las agencias estadounidenses consideran que un alto porcentaje de la producción de coca de la región de Chapare se destina a la elaboración de cocaína, mientras que los productores dicen que sólo proveen al mercado legal (para mascar, infusiones o ceremonias religiosas). Estados Unidos ya dio el alerta oficial, dos semanas atrás. Las sanciones podrían llegar a la "descertificación" de Bolivia, lo que conllevaría la suspensión de los créditos de los organismos multilaterales de créditos y el apoyo financiero bilateral de los Estados Unidos, que incluyó al país entre los beneficiarios del programa Desafío del Milenio.
Las pérdidas financieras y en inversiones para Bolivia podrían ascender a casi US$ 500 millones al año, que se combinan con cerca de US$ 800 millones en créditos que aún están pendientes de ser transferidos al Estado boliviano en los próximos cinco años, según dijeron diplomáticos bolivianos a LA NACION.
El líder cocalero y el ex Presidente boliviano tienen la misma edad, pero provienen de mundos opuestos
10 CLAVES PARA ENTENDER A MORALES Y QUIROGA
En comicios definidos como "los más vigilados de la historia" del país, con 200 observadores y 50 mil uniformados en las calles, los bolivianos vivirán hoy unas elecciones cruciales. Según las encuestas, Morales es el favorito para triunfar. Sin embargo, será el Congreso el que definirá en enero, y sobre la base de alianzas, el nombre del futuro mandatario.
La Tercera de Chile (www.latercera.cl)
Hijo de agricultores aimaras, Juan Evo Morales Ayma nació hace 46 años en una casa de barro y paja en Isallavi, una pequeña comunidad de la región de Oruro. Creció siendo pastor de llamas y recogiendo cáscaras de naranja para sobrevivir. También fue heladero y panadero. A los 16 años abandonó el colegio y se trasladó a Oruro junto a su familia. El servicio militar le permitió aprender a tocar la trompeta en la banda castrense.
Nació el 5 de mayo de 1960 en Cochabamba y se crió en la provincia de Santa Cruz. Desde niño fue apodado "Tuto" y se caracterizó por sus constantes resfríos. Durante su juventud su pasatiempo favorito era el básquetbol -participó en la selección cruceña- y posteriormente comenzó a hacer montañismo, su principal hobby.
2. Educación
No terminó la secundaria y no realizó estudios universitarios. Cuando vivía en el cantón de Orinoca hacía las tareas escolares sobre una pila de adobes y alumbrándose con una vela. El mismo ha dicho que ha ido aprendiendo economía y finanzas sobre la marcha.
Desde niño destacó por su facilidad para las matemáticas. Sus estudios superiores los realizó en Estados Unidos. A los 21 años se graduó de ingeniero en la Universidad de Texas A&M -logrando el segundo mejor promedio de su promoción- y luego realizó una maestría en administración de empresas en la Universidad de St. Edwards. Más tarde trabajó en la IBM en Texas y en el sector privado estadounidense.
3. Trayectoria política
A comienzos de los 80, Morales dividía su tiempo entre el fútbol y el trabajo sindical cocalero en la zona del Chapare. En los 90 ingresó a la arena política y en 1994 se convirtió en el máximo líder de la confederación única de productores de coca del Chapare. Al año siguiente fue parte de la fundación del MAS y en 1997 fue elegido diputado. En 2002 postuló a la Presidencia y logró el segundo lugar con un 22,5%. En 2003 jugó un rol clave en la "guerra del gas" que generó la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada. Como líder opositor, también encabezó las protestas contra el gobierno de Carlos Mesa, quien renunció en junio pasado.
Fue viceministro de Inversiones durante el gobierno de Jaime Paz Zamora y a los 30 años se convirtió en ministro de Hacienda de dicha administración. Luego fue consultor del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial en Honduras, Kenia y Uganda. En 1988 puso fin a su paso por EE.UU. y regresó a Bolivia, donde se integró al sector privado. De la mano del partido Acción Democrática Nacionalista (ADN), liderado por Hugo Banzer, ocupó la Vicrepresidencia entre 1997 y 2001. Tras la muerte de Banzer completó el período presidencial hasta 2002. Durante su breve gobierno, avanzó en el diseño de un plan para la exportación de gas a Estados Unidos. Entre 2002 y 2005 trabajó como académico en el Woodrow Wilson Center de Washington.
4. Familia
Es soltero y padre de dos hijos de distintas madres. Tuvo seis hermanos. Sin embargo, sólo sobrevivieron él y sus hermanos Esther y Hugo. Ambos viven en Oruro, pero no los ve regularmente. Sus padres, Dionisio Morales y María Ayma, ya fallecieron y desde hace algún tiempo está emparejado. Sólo en caso de que gane la Presidencia ha dicho que presentará a su mujer.
Está casado con la profesora estadounidense Virginia "Ginger" Gillum, a quien conoció en Estados Unidos. Ambos tienen 4 hijos (3 mujeres y un hombre). Es muy cercano a su familia.
5. Inspiradores políticos
"El Che Guevara es su principal inspirador, aunque también admira al lider indígena Tupac Katari", cuenta a La Tercera Isabel Chirinos, asistente personal de Morales. Incluso, el jefe del MAS siempre lleva consigo un retrato del "Che".También, el líder cocalero siente una profunda admiración por Fidel Castro, Hugo Chávez y Luiz Inácio Lula da Silva.
Según sus colaboradores, sus mayores inspiradores políticos son Víctor Paz Estenssoro y Hugo Banzer. "Internacionalmente no tiene mayores modelos", aseguró a La Tercera un estrecho colaborador de "Tuto".
6. Mejor y peor momento
En los comicios de 2002 se vio beneficiado por las declaraciones en su contra del entonces embajador de EE.UU en La Paz, Manuel Rocha. En 2003 sus movilizaciones derrocaron al gobierno de Sánchez de Lozada. Sus peores momentos han sido las detenciones por cargos no probados de narcotráfico o por incitación a la violencia.
Su mejor momento fue cuando, siendo Vicepresidente, asumió la Presidencia en reemplazo de Hugo Banzer. El momento más difícil de su vida fue la muerte de su hermano menor en un accidente en 1997.
7. Estilo
Impulsivo y de mirada fuerte. No tiene pelos en la lengua para decir lo que piensa. "Como dirigente sindical cocalero ha sido osado y ha sido consecuente en la defensa de la hoja de coca", afirmó a La Tercera Filemón Escóbar, el mentor de Morales. No usa corbata y se siente más cómodo con jeans y zapatillas.
Su estilo es directo y en sus discursos suele promover sus planteamientos con tono explicativo. Ha intentado promover una imagen jovial y moderna. Ha sido asociado a los grupos empresariales bolivianos y a EE.UU.
8. Discurso de campaña
Se presentó como el candidato de los postergados. Su lema de campaña fue "ahora es cuando". Su eslogan es "Somos pueblo, somos MAS". Ha dicho que se convertirá en "una pesadilla para el gobierno de EE.UU.". Ha expresado su rechazo al sistema neoliberal y ha sostenido que "somos antiimperialistas hasta en las venas". Hace algún tiempo, en Cuba habló por primera vez de atizar "muchos Vietnams en Latinoamérica".
Ha dicho que representa los intereses de la clase media y ha insistido en su independencia política frente a EE.UU. El lema de su partido, Podemos, es "Progreso y paz". Durante su campaña promovió la creación de nuevos puestos de trabajo y mejorar la educación.
9. Respaldo y plan de gobierno
Es apoyado por sindicatos obreros e indígenas, por cocaleros, mineros y algunos profesionales y empresarios. Sus partidarios sostienen que Evo fundará una nueva Bolivia sobre la base de la nacionalización de la economía, mientras que sus críticos creen que Morales dividirá e incendiará al país. Quiere despenalizar el cultivo de la hoja de coca y nacionalizar los recursos naturales.
Sus partidarios sostienen que él es el mejor preparado para asumir la Presidencia. Sus detractores creen que por su entorno privilegiado tiene poco en común con el pueblo boliviano. Quiroga ha hablado de una "nacionalización de los beneficios del gas". Quiere vender el mineral a precios más caros a sus vecinos y no a precio "solidario".
10. Postura sobre Chile
Durante la campaña moderó su discurso "antichileno" e incluso propuso retomar las relaciones diplomáticas con Chile, con el objetivo de resolver el tema del mar, aunque luego dijo que no lo haría.
Ha propuesto un diálogo bilateral, pero que incluya el tema de la problemática boliviana de la salida al Pacífico. Retomar las relaciones con Chile sería el fin de un "diálogo sin exclusiones".
Rodríguez habla de Chile
El Presidente de Bolivia, Eduardo Rodríguez, se refirió ayer a la relación de su país con Chile. Consultado por La Tercera sobre cómo debería enfrentar el futuro Presidente el tema chileno, el jefe de Estado se mostró confiado en que los nuevos gobiernos de ambos países profundicen lo avanzado "en términos de acuerdos de complementación, de orden migratorio". Además, Rodríguez dijo que "hay una buena voluntad política para fortalecer las relaciones bilaterales como el mejor puente para solidificar esta buena vecindad y encontrar soluciones a problemas anteriores". El viernes, el candidato Evo Morales dijo que espera una solución a la demanda marítima de su país. "Esa deuda histórica tiene que saldarse y la gran ventaja que tiene Bolivia es que no sólo tenemos apoyo internacional, sino que también tenemos apoyo en el pueblo chileno. Habrá diplomacia para Chile si hay mar para Bolivia", añadió.
Los efectos para Bolivia y América Latina de las elecciones en Bolivia y un eventual triunfo del líder del MAS
LA HORA DE EVO MORALES
No hay país latinoamericano donde las opciones en juego estén tan contrastadas. De un lado, Evo Morales: indígena, partidario de nacionalizar los hidrocarburos, enamorado de Castro y Chávez, y enemigo del mercado. Del otro lado, "Tuto" Quiroga: blanco, partidario de la inversión extranjera, amigo de EEUU, interesado en eslabonar a su país con la cadena global. No hay, ni ha habido, un caso de rivalidad ideológica y cultural tan nítida y total en América Latina entre dos contendores con posibilidades semejantes.
La Tercera de Chile (www.latercera.com)
Ni siquiera Estados Unidos, que en 2002 fue el factor decisivo para que el Congreso eligiera Presidente a "Goni" Sánchez de Lozada en lugar de Evo Morales, cree que la nueva figura del nacional populismo latinoamericano puede ser detenido. Todo -la tendencia política y social del país, la capacidad de movilización de Morales en las calles, el hecho de que el bastión de "Tuto" Quiroga sea la región oriental, alejada de La Paz- apunta a que en el escenario del Congreso, donde se decide la segunda vuelta electoral en Bolivia, el ex líder cocalero alcance la Presidencia. Sólo si Jorge Quiroga, su encarnizado rival, obtiene la primera mayoría con cierta claridad, algo que ninguna encuesta ha vaticinado, podrá el rival de Evo Morales detener la bola de nieve.
No hay país latinoamericano donde las opciones en juego estén tan claramente contrastadas. De un lado, Evo Morales: indígena, partidario de nacionalizar los hidrocarburos -Bolivia tiene 52 billones de metros cúbicos de gas natural en potencia-, enamorado de Fidel Castro y Hugo Chávez, y enemigo del mercado "porque mata al hombre y no al hambre". Del otro lado, "Tuto" Quiroga: blanco, partidario de la inversión extranjera, amigo de las buenas relaciones con Estados Unidos y casado con una gringa, interesado en eslabonar a su país con la cadena global. No hay, ni ha habido, un caso de rivalidad ideológica y cultural tan nítida y total en América Latina entre dos contendores presidenciales con posibilidades semejantes.
Por eso mismo, y por el contexto en que este duelo se dirime, Bolivia ha crecido en importancia gracias a estas elecciones. ¿Cuándo fue la última vez que en los pasillos del Departamento de Estado, en las cancillerías latinoamericanas y hasta en las ultramarinas Europas se discutieron con ansiedad asuntos bolivianos? Mucha agua ha corrido bajo el puente desde que la Reina Victoria borró a Bolivia del mapa de un plumazo. Bolivia no ha logrado romper el "cerco" de su condición mediterránea, pero ha hecho los mares, por las malas razones, en todos los otros sentidos.
Desafío en Palacio Quemado
¿Qué significará el triunfo de Morales? Esencialmente, dos cosas: la inviabilidad de Bolivia como país del siglo XXI y, desde una perspectiva regional, el avance de las fuerzas nacional populistas que tienen en Venezuela su gran dínamo ideológico y financiero, y en Bolivia tendrán un efecto multiplicador, si no suficiente, para atrapar en las redes a grandes países como Brasil y Argentina, al menos capaz de agitar las muchas fronteras de esta nación.
Con respecto a la inviabilidad de Bolivia como nación del siglo XXI, los datos son obvios. La apuesta por la autarquia -matizada con subvenciones venezolanas- es un suicidio económico para un país en el que la tercera parte de la población ya es extremadamente pobre y bastante más de la mitad es pobre, porque se produce poco y mal. Y luego está la fragmentación social, política y cultural, que el resultado de estas elecciones agravará. Morales tendrá el efecto de galvanizar el separatismo de Santa Cruz y Tarija, regiones que se inclinan por el tipo de opción "moderna" que representa la candidatura de Quiroga, en oposición a la inclinación a la "utopía arcaica" del candidato del Movimiento al Socialismo. Pero ese no sera el único factor de fragmentación. Si resulta cierto, como se vaticina, que varios de los nueve gobernadores (llamados allí prefectos) que también serán elegidos en los comicios de hoy, estarán en las antípodas del probable ganador de la justa presidencial, las tendencias centrífugas crecerán exponencialmente en todo el país.
¿A cuál elemento integrador apelará entonces Morales? Hay que recordar que no tiene en ninguna encuesta más de 36% de los votos, lo que no le augura gran capacidad de preservar la unidad desde Palacio Quemado. A no ser que consiga involucrar en su proyecto, desde el poder, a unas Fuerzas Armadas purgadas de adversarios.
Con respecto a la significación internacional de un probable triunfo de Morales, hay que anotar que se trata de un poderoso efecto simbólico, pero no determinante en la práctica. Después de todo, Bolivia, que no tiene gran peso político y económico en la región, ya es considerada, desde el atribulado segundo gobierno de Sánchez de Lozada, una "causa perdida" por los países, todavía los más importantes y sin duda una mayoría, que no han sucumbido a la insensatez. A eso hay que sumar que Morales tendrá sus manos bastante ocupadas al interior de un país donde, a menos que produzca resultados inmediatos, probablemente tendrá que soportar mucha oposición interna no sólo desde Santa Cruz, sino desde las propias filas de la izquierda y el nacional populismo. Morales no es el más radical entre los radicales, en el infinito protoplasma que representan los grupos (y grupetes) de agitación pública.
Silencio en los cuarteles
Pero no debe desdeñarse la dimensión simbólica del liderazgo del ex cocalero, en un momento en que se juega, en toda América Latina, una definición. Si bien países como Chile ya han orientado el rumbo con claridad, otros, como Perú, enfrentan su propia disyuntiva ideológica, con un nacional populista, Ollanta Humala, convertido en el adversario a derrotar de cara a los comicios de 2006. Por lo demás, aun si una presidencia de Morales no se traduce en un "contagio" regional, no hay duda de que Chávez podrá usar Bolivia para alimentar a grupos y movimientos afines en la zona andina, complicando las cosas a los gobiernos del vecindario.
Sólo de una cosa, en este panorama inquietante, hay que felicitarse: el silencio de los cuarteles. Desde 1982 Bolivia vive una democracia. Una democracia con sobresaltos, asonadas callejeras y, sobre todo, enormes carencias institucionales. Pero en el país con más golpes de Estado de América Latina, es un milagro que los militares no hayan intervenido. En parte, ello se debe al contexto internacional y a que Estados Unidos no respaldaría una quiebra del sistema. Pero se debe, también, a que los mandatarios que han ejercido el cargo en todos estos años jugaron casi siempre dentro de las reglas del sistema democrático, aun si cometieron, por acción u omisión, todos los desatinos del mundo.
Esto, precisamente, es lo que habrá que recordarle machaconamente a Morales si llega, como parece inevitable, al poder. Su primera obligación será respetar la democracia que lo colocó en la cúspide, en lugar de iniciar, como ocurrió tras la victoria de Chávez en Venezuela, un proceso de debilitamiento y eliminación de todos los contrapesos institucionales para concentrar el poder y perpetuarse.
ANALISIS: DESPERTAR AYMARA
La Vanguardia de España (www.lavanguardia.es)
Amí sólo me mataréis, pero mañana volveré y seré millones", dijo en 1781 el caudillo indígena Túpac Katari; un grito casi profético, que sobrevivió al tiempo y que dos siglos más tarde inspiró a miles de descendientes que participan en las protestas andinas. En abril del 2000, Cochabamba - la tercera ciudad de Bolivia- se rebeló y logró la salida de la multinacional estadounidense Bechtel por la fuerte subida del servicio de agua potable. Tras una semana de choques con la policía y paralización total de la provincia, la insurrección popular salió triunfante. "El movimiento social de uno de los países más pobres del continente ha infringido la primera gran derrota a la globalización mundial", dijo el líder vecinal Óscar Olivera. Bolivia despertaban así a un nuevo ciclo de luchas. El espacio político empezaba a sentir la emergencia de una izquierda indígena y campesina, ajena al socialismo real que se derrumbó junto al muro de Berlín, sustentada en la memoria histórica de las rebeliones indígenas, con su propio repertorio de acción colectiva: huelgas de hambre, bloqueos, tomas de ciudades y revueltas.
La tradición de conflictividad social de Bolivia se vio acendrada por la marginación a que fue sometida la población indígena en el país más politizado y organizado del continente americano. El proceso de democratización dio voz y existencia legal a nuevas experiencias organizativas.
Mejillas oscurecidas, rostros marcados por el viento frío y el sol muestran cómo el indígena aymara vive en el altiplano, en medio de cerros nevados y planicies áridas. Son silenciosos, parcos, insumisos, de rasgos angulosos, baja estatura y cuerpos robustos, acostumbrados al trabajo como un patrón cultural que les armoniza con la naturaleza.
Los aymaras son la segunda de las etnias de Bolivia y la más antigua de América; políticamente son hegemónicos entre los herederos del Kollasuyo, como se llamó al más austral de los cuatro pueblos que conformaban el imperio incaico, el Tawantisuyo; su ciudad fundacional, Tiwanacu, ya existía en el año 1200 antes de Cristo; es el pueblo americano que mejor ha logrado preservar su cultura, organización y sentido de la pertenencia.
La leyenda dice que la hoja de coca es el oráculo andino que lee el futuro desde la atalaya del presente. Hace siglos vaticinó el sometimiento de los pueblos indígenas del altiplano por barbudos invasores; pronosticó la muerte de muchos hijos de la Pachamama (madre tierra) en los socavones de las minas de plata, y por designio propio se convirtió en su sustento alimenticio y en factor propiciador de sus sueños de libertad.
Forzado por las circunstancias del tiempo electoral, recién comienzan a volar algunas hojas de coca para leer la suerte de Evo Morales. El líder de los cultivadores de hoja de coca, que está en el umbral del palacio presidencial, nació en la humilde aldea aymara de Orinoca, en el gélido altiplano de Oruro, hijo de una familia de mineros que se vio obligada a emigrar a las tierras bajas de la Amazonía. Aunque sólo tiene el Bachillerato como formación, le sobra intuición y tenacidad para resistir los golpes, físicos y políticos. En el Chapare, sector tropical de Cochabamba,
Morales se convirtió en cultivador de hoja de coca, en uno de los colonizadores que luchan contra la imposición del denominado desarrollo alternativo.
Al asumir la dirección del movimiento sindical cocalero, uno de los más consistentes, adquirió notoriedad, que mantuvo a pesar de los bruscos cambios sociales y políticos. No tardó en fundar el Movimiento al Socialismo (MAS), un partido en el que sus militantes están de acuerdo en oponerse al sistema neoliberal y al sistema de partidos. El MAS tiene identidad negativa, no es un movimiento consistente ni posee estructura para gobernar.
Evo se convirtió en figura nacional en las elecciones presidenciales del 2002, al presentarse como emblema de la acción contestataria. Dejó de ser líder cocalero para transformarse en dirigente de sectores no campesinos que desde hacía años buscaban un símbolo que identificara su oposición al estatus establecido. En él encontraron un sindicalista que asumía la dirección de las protestas contra el imperialismo y las políticas neoliberales. Su antinorteamericanismo y la defensa del cultivo de la coca, resistiendo las presiones de EE. UU., gustó a sectores radicales que se habían quedado sin líderes, sin partido, sin programa y sin estructuras de articulación, como la combativa Central Obrera Boliviana (COB). Morales pasó a expresar no sólo el sentimiento contestatario, sino también cierta idea de país que se opone al modelo neoliberal, a la democracia formal.
La vieja izquierda empezó a reconocerse en Evo como representación de un pasado que añoraba tras el hundimiento de toda la estructura sindical.
Otros factores adicionales le ayudaron a convertirse en principal figura de la oposición. El primero fue la torpeza de Manuel Rocha, embajador de EE. UU. durante los comicios de 2002, al afirmar que Washington cortaría la ayuda a Bolivia si ganaba Evo. Para sorpresa del propio Morales, el MAS fue la segunda fuerza más votada del país y perdió por escaso margen frente a Sánchez de Lozada (20% y 22%); y ganó en cuatro departamentos del Occidente empobrecido. Tal fue la dimensión y efectos del voto de protesta, urbano y rural.
El antinorteamericanismo radical de Evo facilitó su entusiasta inscripción en el circuito de las nuevas izquierdas,dirigido desde La Habana y orientado en un discurso común contra la globalización, EE. UU., los partidos tradicionales, el FMI y el modelo neoliberal. Como miembro destacado de ese club de alternativos,el MAS, apuntalado desde su interior por veteranos izquierdistas, tiene acceso a asesoría política, proyección internacional y financiación generosa de Hugo Chávez.
El sindicalismo cocalero se transformó en un partido político que ha pasado de las demandas sectoriales - producción legal de hoja de coca- a defender temas como nacionalización de hidrocarburos, exportación de gas, Asamblea Constituyente..., lo que le permitió ampliar su influencia política. El MAS aglutina a viejos militantes de la izquierda derrotada en los 60, 70 y 80, a federaciones campesinas, a sindicatos agrarios de las tierras amazónicas y a parte de los indígenas que emigraron a Santa Cruz. Su discurso yuxtapone elementos indigenistas, guevaristas, estalinistas, trotskistas y prédicas de la teología de la liberación.
BOLIVIA ACUDE A UNAS ELECCIONES PRESIDENCIALES QUE
DECIDIRÁN EL FUTURO DE SUS RESERVAS DE GAS NATURAL
El Mundo de España www.elmundo.es)
Los bolivianos afrontan unos comicios presidenciales rodeados de una atención internacional inédita por la compleja coyuntura social y política que atraviesa el país. Evo Morales, favorito según las encuestas, anunció que, de ser elegido, anulará los contratos de las petroleras.
Evo Morales y Jorge Quiroga, los dos principales candidatos, se mantendrán durante la jornada tan distanciados como lo estuvieron durante toda la campaña: uno votará al borde de la selva, y el otro en una exclusiva zona residencial de la capital.
El indígena Evo Morales, favorito según las encuestas, depositará su voto en una rústica escuela del pueblo de Villa 14 de Septiembre, en el corazón de la región cocalera del Chapare, a unos 600 kilómetros al este de La Paz.
El ex presidente Jorge Quiroga votará en una escuela —mucho mejor equipada— del barrio de La Florida, donde viven algunas de las familias más ricas de la capital boliviana.
La diferencia de escenario es una muestra de la disyuntiva electoral a la que se enfrenta la mayoría de los bolivianos, entre el líder cocalero "anti imperialista" que quiere "cambiar la historia" y el tecnócrata que pretende consolidar el modelo neoliberal.
El período de 48 horas de reflexión comenzó la madrugada del jueves con el despliegue de 26.000 militares y 24.000 policías para resguardar la seguridad. Además, el código electoral impone la ley seca, la prohibición de manifestarse, de organizar huelgas y de portar armas punzantes o de fuego.
3,6 millones de votantes
La expectación de la ciudadanía y de la opinión pública internacional ante los comicios comenzará a resolverse a las 08.00 horas locales (13.00, hora española), cuando el presidente Rodríguez inaugure la trascendente jornada electoral.
Más de 3,6 millones de bolivianos están convocados a las urnas para elegir al presidente, vicepresidente, 130 diputados, 27 senadores y, por primera vez, a los nueve prefectos o gobernadores regionales.
Alrededor de 200 observadores de organismos internacionales y países amigos verificarán que la labor en las 121.119 mesas electorales dispuestas para la votación sea transparente.
EL PUEBLO BOLIVIANO ELIGE HOY MUCHO MÁS QUE UN PRESIDENTE
Los comicios ponen en juego la integridad territorial, la paz social y las frágiles relaciones con EE.UU. Morales representa al Altiplano y Quiroga al oriente, que a este año estuvo el borde de la secesión.
El Tribuno de Salta, Argentina (www.eltribunosalta.com.ar)
René Barrientos, uno de los tantos efímeros presidentes militares boliviano, pasó a la historia como el autor de una frase célebre: "estábamos al borde del abismo y dimos un paso al frente". Aquel inolvidable "blooper" amaga convertirse en profecía. Evo Morales, el líder cocalero que encabeza el Movimiento al Socialismo, aventaja en las encuestas al ex presidente Hugo Quiroga, candidato del centro derecha, en las elecciones bolivianas.
Pero la compulsa electoral, más que facilitar la normalización de la situación política del vecino país, parece constituir el prólogo de una profundización de la crisis, que es la debacle institucional más profunda experimentada por un país sudamericano en los últimos 150 años. Tanto es así que, por primera vez desde el nacimiento del Uruguay, ocurrido en 1828, aparece en la región el fantasma de una fragmentación territorial que puede tener más similitud con las características sangrientas que acompañaron a la desintegración de la antigua Yugoslavia que con la tónica pacífica del divorcio por mutuo consentimiento que permitió la disolución de Checoslovaquia.
La dimisión del presidente Carlos Mesa, que estuvo precedida por el derrocamiento del mandatario constitucional Gonzalo Sánchez de Lozada ("Goni") en octubre de 2003, cuyo detonante había sido el frustrado proyecto de exportación de gas a Estados Unidos a través de un puerto chileno, constituyó otro eslabón de una larga cadena de degradación institucional, que no parece haber cesado con la asunción de Eduardo Rodríguez, una designación que también implicó un hecho inédito: aunque se trate de una prescripción establecida en la mayoría de los textos constitucionales, fue la primera vez en la historia universal que el presidente de la Corte Suprema de Justicia asume la vacancia del Poder Ejecutivo.Lo cierto es que el acto electoral de hoy tampoco garantiza ni por asomo la estabilidad política. La constitución boliviana establece que, para ser elegido presidente, es necesario obtener el 50% de los votos, algo que no ha ocurrido desde el restablecimiento de la democracia en 1982. Tampoco sucederá esta vez. Por lo tanto, el primer mandatario será elegido por el Congreso, que en el pasado no siempre ungió al candidato más votado. Los partidarios de Morales ya anunciaron que no acatarán una decisión del Congreso que no implique la convalidación del candidato ganador. Hasta ahora, el tercer candidato que aparece en las encuestas, el empresario Samuel Doria Medina, ha dicho que, si la diferencia entre el primero y el segundo es de más de cinco puntos, sus legisladores habrán de convalidar esa decisión.
Serán las elecciones más vigiladas de su historia
Terminaron las campañas electorales en Bolivia y ya rige la veda electoral. Hoy, cuando los bolivianos vayan a las urnas para elegir presidente, vice, senadores, diputados y prefectos (gobernadores), miles de observadores nacionales e internacionales llegaron para garantizar la transparencia de estos comicios que serán los más vigilados en toda la historia del país.
Para velar porque no se produzcan fraudes, 200 observadores internacionales llegaron a Bolivia para acompañar a los más de 2.500 colegas locales que vigilarán el proceso democrático.
La gran cantidad de veedores tiene una explicación: estos comicios han despertado un gran interés en la comunidad internacional, según destaca hoy la prensa boliviana.
Según los analistas locales, la incertidumbre sobre quién gobernará Bolivia en los próximos 5 años es la principal causa de tanta atención. El país podría quedar en manos de Evo Morales -el líder sindical que representa a los cocaleros y que plantea una gran reforma para incorporar a los indígenas al poder- o del ex presidente Jorge "Tuto" Quiroga -el chico acomodado que se recibió de ingeniero en una universidad norteamericana- y los modelos que ambos representan.
Aunque los sondeos dan por sentado que Evo Morales se alzará con la victoria, si no obtiene el 50 por ciento más uno de los votos, será el Congreso electo el mismo domingo quien designe al futuro mandatario. Y allí surge la gran incógnita. ¿Seguirán los legisladores los designios del pueblo y elegirán al candidato más votado o se tejerán alianzas para llevar al poder a otro político?
BOLIVIANOS VAN A LAS URNAS EN MEDIO DE INCERTIDUMBRE
El Comercio de Perú (www.elcomercioperu.com.pe)
Atreverse a dar un pronóstico sobre lo que ocurrirá en Bolivia en las próximas horas es poco menos que avezado. Las encuestas dicen que Evo Morales ganaría la elección por un estrecho margen, pero no le dan la posibilidad de vencer en una primera vuelta.
Ahí es donde los analistas empiezan a especular sobre qué podría suceder, sobre todo porque el voto oculto e indeciso suele ser un factor determinante.
En este aspecto, las encuestadoras están desprestigiadas ante la opinión pública, sobre todo porque en el 2002 los resultados a boca de urna dieron como ganador a Manfred Reyes, un capitán retirado que terminó tercero en los resultados oficiales.
Incluso fue entrevistado por un canal de televisión quien lo felicitó por el triunfo, donde además empezó a esbozar sus próximas medidas de Gobierno.
Dos horas más tarde, la realidad era otra. Gonzalo Sánchez de Lozada, 'Goni', terminó ganando la elección.
Sobre el tema conversó con El Comercio, Jorge Gumucio, ex embajador de Bolivia en el Perú: "Es difícil pronosticar. Hay un voto oculto que puede favorecer a los dos candidatos principales, ya sea Evo Morales o Jorge Quiroga. Tampoco sabremos si habrá un impacto efectivo de Samuel Doria Medina (el tercer candidato) quien ha caído mucho en las encuestas en solo mes y medio. De 16% pasó a 8,5%".
"Bolivia se ha decepcionado mucho de los partidos tradicionales, sobre todo tras 'Goni' (Gonzalo Sánchez de Lozada), por las componendas de los partidos políticos. Hay un hastío de la política tradicional y la gente prefiere a las agrupaciones ciudadanas", señala el diplomático.
A raíz de este descontento, la figura de Evo Morales se ha visto fortalecida por su discurso en contra de la política tradicional y de ser eco de algunas medidas exigidas por cierta parte de la población: la nacionalización de los hidrocarburos y la formación de una Asamblea Constituyente que permite refundar el Estado.
Para poder sostenerse ante la clase media, Morales se rodeó de intelectuales, como Álvaro García Linera, quien lo acompaña como vicepresidente. "La campaña de Evo también le permitió subir en las encuestas porque no cayó en la guerra sucia de algunos medios de comunicación", refiere Gomucio.
Hoy también se elegirán a los prefectos o gobernadores de los nueve departamentos en que está dividido el país: La Paz, Santa Cruz, Oruro, Potosí, Beni, Pando, Chuquisaca, Cochabamba y Tarija.
Según las encuestas, el partido de Jorge 'Tuto' Quiroga ganaría en seis departamentos, lo que supondría un ejercicio complicado de gobernabilidad si es que Evo Morales sale elegido finalmente como presidente.
Lo mismo podría ocurrir en el Congreso, si es que Morales no llega a tener la mayoría que requiere para poder gobernar. O viceversa, si es Quiroga quien finalmente termina por ponerse la banda presidencial.
"Todas las posibilidades están abiertas en Bolivia. En el caso de Evo, si Estados Unidos lo presiona mucho sobre el tema de la despenalización de la coca, propuesto en su programa de gobierno, podría cambiar su actitud. Pero si hace eso, todos los cocaleros se volcarían contra él y habría un movimiento para derrocarlo", señala por su parte Humberto Vacaflor, analista político.
La situación no se presenta sencilla. Habrá que esperar las elecciones de hoy y los primeros resultados oficiales para poder esbozar un panorama más claro. Entre tanto, los pronósticos no dejan de inquietar.
BOLIVIA SE JUEGA LA DEMOCRACIA
En Bolivia lo importante no es lo que suceda este domingo en las elecciones generales, sino el día después.
BBC de Londres (www.news.bbc.co.uk/hi/spanish/latin_america)
Y es que, más allá de quién consiga el triunfo en las urnas -el líder cocalero Evo Morales o el conservador Jorge Quiroga, para hablar sólo de los dos con más opción- la pregunta que hay que hacerse es cómo podrá gobernar el eventual ganador.
El país está polarizado ante dos propuestas disímiles. Por el momento las encuestas dan como ganador a Morales, de 46 años. Su discurso es nacionalista, antiimperialista y anticapitalista. Propone nacionalizar los hidrocarburos, legalizar el cultivo de la hoja de coca y la creación de una Asamblea Nacional Constituyente que cambie el orden político del país.
En el otro lado de la orilla está Jorge Quiroga, más conocido como "Tuto" y quien a sus 45 años se ha convertido en la esperanza de los sectores conservadores que aplaudieron su desempeño en la presidencia, cuando tomó las riendas del país por sucesión constitucional entre 2001 y 2002 tras la renuncia por enfermedad de Hugo Bánzer.
Quiroga defiende la economía de mercado y ofrece conseguir la condonación de la deuda externa gracias a sus buenas relaciones con la comunidad internacional.
Apuesta por la integración de Bolivia en los mercados mundiales y también habla de la nacionalización de los hidrocarburos, aunque hace la diferencia al referirse "a la nacionalización de los beneficios de los hidrocarburos".
En lo único que coincide con su oponente, es en la creación de una Asamblea Nacional Constituyente.
Las propuestas están sobre la mesa y de lo que no parece haber duda es que ninguno de los dos obtendrá este domingo la mayoría, por lo que será el Congreso quien decida en enero próximo quién será el nuevo presidente, como lo establece la constitución boliviana y como ha sucedido en las últimas cuatro elecciones presidenciales en este país.
El de más votos, gana
Pero la decisión que tome el Congreso no será el problema, pues muchos acá toman por descontado que en esta ocasión el cuerpo legislativo no decidirá, como en el pasado, con base en las alianzas políticas que puedan surgir después de los comicios.
Según le dijo a BBC Mundo el analista político Carlos Toranzo, coordinador de proyectos de la fundación Friedrich Ebert en Bolivia, esta vez el país vive una realidad política que no hace viable este sistema.
"Hoy tengo la impresión de que la ley es la misma pero la sociología y la ciencia política nos dicen otra cosa. Si Evo Morales gana la elección, el Congreso no podrá decidir en contra de él. Si Quiroga gana, tendrá mayoría parlamentaria suficiente como para coronarlo presidente", explica Toranzo.
"El problema no es elegir, ni a quién se elige, sino cómo va a poder a poder gobernar el próximo presidente en condiciones de gobernabilidad", agrega Toranzo.
Y es que hay que tener en cuenta que este domingo no sólo se elige al presidente sino también al cuerpo legislativo y a las prefecturas (gobernaciones), que se eligen por primera vez por sufragio universal.
Y ¿quién podrá gobernar?
En este sentido, si las encuestas no se equivocan, Evo Morales ganará pero no obtendrá la mayoría parlamentaria y las prefecturas quedarán en manos de los conservadores.
Esto implica que habrá un ejecutivo enfrentado al legislativo y a las regiones, para no hablar de los sectores empresariales que desde ya han manifestado su intención de conspirar contra un posible futuro gobierno de Morales.
Por otro lado, si gana Quiroga, tendrá la mayoría parlamentaría y las prefecturas nacionales, pero se verá enfrentado a los sectores sociales que han prometido sacar la gente a la calle para obstaculizar su gobierno.
Para ponerlo en palabras del analista Toranzo, "detrás de Evo Morales están los sindicatos autoritarios, casi de corte estalinista. Y detrás de Quiroga están sectores empresariales y terratenientes tan conservadores y autoritarios como los otros".
Esto para no hablar de los eventuales problemas que podría llegar a tener Evo Morales con los sectores más radicales de la izquierda boliviana, pues como bien apunta Toranzo, no hay que olvidar que "las izquierdas matan a las izquierdas, como ya sucedió en los gobiernos de Juan José Torres de 1971, de Hernán Siles Zuazo de 1982-1985 y recientemente con Carlos Mesa".
Un panorama desolador
"Acá lo que está en juego es mantener la democracia porque hay mucho antojo de evitar el gobierno del otro por vías no democráticas", agrega Toranzo.
"Lo que pasa es que acá no se ha logrado entender que en democracia quien llega al poder debe tener el derecho de gobernar y la oposición el derecho de fiscalizar. Pero no tener el derecho de conspirar y sacar al gobierno que ha sido electo", concluye.
El análisis describe un panorama desolador para el país después de estas elecciones generales.
Sin embargo, muchos acá creen en lo que alguna vez dijo una representante de las Naciones Unidas en Bolivia, la inglesa Margaret Anstee, "Bolivia es un país especialista en correr hacia el abismo, pero rara vez da el último paso."
EL CANDIDATO DEL MAS EVO MORALES, A LAS PUERTAS DEL PODER EN BOLIVIA
La Jornada de México (www.jornada.unam.mx)
Mañana, 3.6 millones de bolivianos serán vistos por todo el mundo mientras votan. Cientos de observadores, 200 de la Organización de Estados Americanos (OEA), y cerca de 300 enviados de prensa internacionales se han desplegado por todo el país. Evo Morales Ayma, cocalero quechua que solía tocar la trompeta y jugar futbol en sus ratos libres, podría, a sus 46 años de edad, resultar ganador en la elección más vigilada de la historia de Bolivia.
Mientras, el presidente Eduardo Rodríguez Veltzé, en conferencia de prensa matutina, convocó a los bolivianos a sufragar en paz. El mandatario resaltó el valor de la democracia, y señaló sobre los candidatos en lucha que "todos los bolivianos merecemos que quienes han recibido nuestra confianza correspondan con darnos mejores días, sobre todo de convivencia y paz, un proyecto de país más productivo que supere las desigualdades".
De todos modos, el gobierno de Rodríguez ya destinó 10 millones de bolivianos (aproximadamente 1 millón 205 mil dólares) para el proceso de transmisión del mando. Tradicionalmente esos gastos eran ejecutados en el rubro oscuro de "gastos reservados", pero de acuerdo con el actual ministro de Hacienda, Waldo Gutiérrez, esos fondos fueron aprobados por el consejo de ministros la noche del viernes como parte del gasto corriente.
Gutiérrez también indicó que no es sólo para la transmisión, sino para todo el proceso, ya "que están llegando obserbadores internacionales y hay que darles cobertura, pagar pasajes, viáticos y otros gastos". Un claro ejemplo sería la misión de la OEA, que tiene su cuartel general en el hotel más caro de La Paz.
La coca y la lucha contra el neoliberalismo
Y mientras el segundo en las encuestas, el ex presidente Jorge Quiroga, llegaba a la cumbre de un nevado andino, en pleno corazón de la región cocalera del Chapare, en Villa Tunari, Evo Morales ofreció un almuerzo de truchas a los 198 periodistas internacionales que se desplazaron hasta el lugar para registrar su voto. Ahí, acompañado por decenas de dirigentes cocaleros, Morales contó a los comunicadores parte de su historia personal, hasta llegar a tener "el sueño de luchar contra el imperialismo y el neoliberalismo".
Entre otras cosas, Morales recibió un particular aliciente de los parlamentarios de Europa. La mañana del sábado, luego de una reunión entre representantes del Parlamento Europeo y el candidato del Movimiento Al Socialismo en la ciudad de Cochabamba, el eurodiputado español Luis Yáñez anunció que la Unión Europea iniciará en enero próximo un estudio sobre el consumo tradicional de hoja de coca en Bolivia, así como sus usos medicinales y alimenticios.
Yáñez aseveró: "Hay que ver cuánto (de coca) se consume anualmente, y de acuerdo con las conclusiones se determinará si Bolivia necesita reducir o ampliar sus cultivos". Esta declaración se contrapone a las recientes afirmaciones del vocero del Departamento de Estado, Sena McCormack, quien condicionó la ayuda estadunidense a este país a cambio de que el nuevo gobierno siga con las políticas antidrogas dictadas por Washington, que incluyen la erradicación de cultivos de coca.
De hecho, un comunicado de prensa emitido por el Departamento de Estado el jueves 15 afirmaba sin sustento alguno que "la mayor parte de la hoja de coca cultivada en Bolivia termina siendo procesada en cocaína para su exportación ilegal". En contraste, Evo Morales reafirmó que en su sueño por "cambiar el destino de Bolivia" sigue presente la despenalización del cultivo y desafió al gobierno de Estados Unidos a comprometerse seriamente en el combate contra el narcotráfico.
"Distancia crítica" de los movimientos sociales
En entrevista con La Jornada, Oscar Olivera, dirigente fabril y portavoz de la Coordinadora del Agua de Cochabamba, recordó que no todos los movimientos sociales bolivianos están alineados con Evo Morales, y mantuvo una postura de "distancia crítica" respecto del proyecto político de su amigo y compañero de lucha.
"Confieso que en un primer momento estuve a punto de entrar y aceptar una candidatura", comentó Olivera, "sin embargo, luego de escuchar en Brasil palabras de Frei Betto cambié de opinión. El mencionó que dejó el gobierno de Lula porque éste había dejado de escuchar lo que la gente quería".
-¿Qué podemos esperar de un gobierno de Evo Morales?
-Ese proceso tendría que culminar con la convocatoria a la Asamblea Constituyente y la nacionalización de los hidrocarburos, dos demandas fundamentales del pueblo boliviano. Además, no deberá seguir poniendo parches al aparato estatal, a una institucionalidad que no funciona. Entonces, un gobierno de Evo Morales debería cambiar el modelo económico mediante la nacionalización de los bienes comunes, como los hidrocarburos, y buscar el fortalecimiento de las nuevas formas de representación que han surgido desde abajo en este país desde la Guerra del Agua en 2000.
-¿Los movimientos sociales darían a un gobierno de Morales un plazo para ello?
-No hablaría de plazos, el gobierno de Evo deberá mostrar desde su primer día esa voluntad de cambio, que muestre que obedece lo que la gente ha estado demandando durante tanto tiempo.
-¿Qué pasaría si la agenda de los movimientos sociales no se cumple con un gobierno del MAS?
-Creo que se requerirá una fuerte presión social, esté quien esté en el gobierno, para que esas demandas se cumplan. Y si Evo no cumple, no hablaría de traición, sino diría que como gobernante dejaría de escuchar a la gente en función de un objetivo partidario, personal. En esa perspectiva, pienso que él puede tratar de que su gobierno dure los cinco años, ¿no? Temo que el MAS no ha captado las verdaderas aspiraciones de la gente y que le va a apostar a la gobernabilidad descalificando a los movimientos sociales que sean críticos con ello, y no sería la primera vez.
-Y usted, ¿por qué no aceptó finalmente ser parte de las alianzas si tiene una larga relación con Evo Morales?
-Dije definitivamente que no, porque era algo inconsecuente ser parte de un gobierno basado en un Estado neocolonial que solamente sirve para engordar las cuentas bancarias y a las trasnacionales petroleras. Aunque eso no quiere decir que, por ejemplo, nosotros no apoyemos a gente que desde un gobierno de Evo trabaje en la reapropiación de los bienes comunes. Si encontramos ahí gente buena, dispuesta a pelear a fondo, pues la vamos a apoyar.
-¿Estará pendiente de las acciones de Morales si es presidente?
-Por supuesto, desde los movimientos sociales vamos a fiscalizar desde el primer día al nuevo gobierno de Evo Morales. Queremos impedir que pueda seguir vendiéndose al capital extranjero, que sea un gobierno neoliberal. Y si es así y no llegamos a realizar una Asamblea Constituyente de verdad, estaremos hablando de un gobierno de menor duración que los últimos dos.
BOLIVIA DEFINE SU FUTURO
En los comicios que se llevarán a cabo hoy, se enfrentan dos modelos contrapuestos. Temen que la victoria del cocalero Evo Morales ponga en jaque las reformas de mercado que permitieron poner un freno a la inflación. Del camino que emprenda el futuro gobierno dependerá la misma subistencia de la vecina nación
Diario Infobae de Argentina (www.infobae.com)
Las elecciones de este domingo implican un desafío crucial en el proceso democrático boliviano, pues ante ellas emergieron dos visiones contrapuestas que, más que económicas, obedecen a criterios ideológicos, regionales y hasta raciales.
Del camino que emprenda el gobierno que asuma el 22 de enero para resolver esos antagonismos, en el marco de la concertación o de la enervación, dependerá, incluso, la subsistencia del estado boliviano, según reconocen los propios candidatos.
Podría pensarse que una victoria del líder indígena izquierdista Evo Morales pondrá en jaque los supuestos de un modelo de mercado que permitió frenar la inflación en los 80, pero no generar el crecimiento esperado para paliar la pobreza que castiga al 60% de los bolivianos.
Pero, en realidad, su propio candidato vicepresidencial Alvaro García Linera habla de un "capitalismo andino" e insiste en que en un eventual gobierno de Morales, la propiedad privada será rigurosamente respetada. Tampoco rechaza los acuerdos de integración en la medida en que estos reconozcan las debilidades de la economía boliviana.
Morales, quien emergió como dirigente de los cocaleros, tiene enfrente al ex presidente conservador Jorge Quiroga (2001-2002), segundo en las encuestas, que coincide en que el estado debe tener mayor intervención en la economía, pero difiere en "nacionalizar los hidrocarburos", ante la amenaza de juicios millonarios contra Bolivia.
Pero las diferencias en el plano económico no parecen en verdad ser radicales, pues la posibilidad de nacionalizar los hidrocarburos a través de la expropiación de las empresas transnacionales no es contemplada por el partido de Morales, el Movimiento al Socialismo (MAS).
El núcleo del antagonismo entre ambas fórmulas parece ser, más bien de carácter cultural, social y regional. La ideología de Morales está imbuida de valores culturales y religiosos de los indígenas de los Andes. Sostiene, por ejemplo, que la hoja de coca "es sagrada" y plantea una suerte de superioridad moral y de derechos históricos del pueblo "originario".
En ese marco promueve una pronta asamblea constituyente con una representación mayoritaria de indígenas, que constituyen alrededor del 50% de la población nacional.
Quiroga, en tanto, plantea la urgente puesta en marcha de planes para atender a la población indígena, pero sostiene que todos los bolivianos tienen los mismos derechos legales y políticos con vistas, por ejemplo, a la Constituyente.
De aspecto caucásico, Quiroga recibe el apoyo de sectores medios y altos a lo largo del país, pero en especial en el pujante oriente y sur bolivianos, las regiones más ricas en tierras y en hidrocarburos del país, y de menor población indígena.
El empresariado de Santa Cruz tiene marcadas distancias con Morales, a quien acusa de inspirar resentimientos raciales y de clase, y se muestra más inclinado hacia Quiroga, pues supuestamente responde al modelo de desarrollo económico y cultural de valores occidentales que ha hecho pujante a esa región. La ciudad de La Paz, donde Morales cuenta con cerca del 50% de apoyo electoral según las encuestas, marca un 66% de pobreza entre sus habitante. Y en Santa Cruz, donde Quiroga cuenta con
cerca del 40% de respaldo, el índice de pobreza es del 38%.
EN LAS URNAS SE PUEDE LLEGAR A DECIDIR LA VIABILIDAD DE BOLIVIA
Cerca de 3,6 millones de ciudadanos del vecino país podrán decidir su futuro político. Los comicios se polarizarán entre el líder cocalero y estandarte de los pobres, Evo Morales, y el poderoso empresario Jorge Quiroga. Se elegirán por primera vez los prefectos (gobernadores).
La Gaceta de Argentina (www.lagaceta.com.ar)
Las elecciones de hoy en Bolivia conllevan una trascendencia inusual para una nación social, política y económicamente conflictuada. El vecino país está fracturado socialmente entre la “nación coya” de los indígenas, la de los pueblos originarios y la “nación cambá”, como se autodefinen los santacruceños por su condición de blancos.
No es casual, entonces, que la elección se polarice entre Evo Morales, un candidato indígena del Movimiento al Socialismo (MAS) que admira a Fidel Castro y a Hugo Chávez, y Jorge Quiroga, un ex presidente inclinado a EEUU y candidato por la alianza de fuerzas de derecha Poder Democrático y Social (Podemos). Quiroga representa a los “cambá” y Morales a los “coyas”.
También se presentan el empresario Samuel Doria Medina, de Unidad Nacional, quien podría ser definitorio si el nuevo presidente es elegido por el Congreso; Michiaki Nagatani (Movimiento Nacionalista Revolucionario); el dirigente indígena Felipe Quispe; el militar retirado Gildo Angulo, el abogado Néstor García y el agrónomo Eliseo Rodríguez.
El Parlamento iniciará sus sesiones a mediados de enero, y la toma de posesión del nuevo presidente está fijada para el 22 de ese mes. Si ninguno de los candidatos obtiene el 50% más uno de los votos, el Congreso elegirá al gobernante entre las dos fórmulas más votadas.
Además de elegir presidente y vicepresidente, los bolivianos designarán a 27 senadores y 130 diputados. Y, por primera vez, elegirán en forma directa a nueve prefectos (gobernadores) que están ahora puestos a dedo por el mandatario de turno.
Esto constituye todo un desafío que se suma a otros interrogantes, ya que las encuestas indican que el MAS no obtendría ninguna de esas nueve prefecturas, Podemos se alzaría con cinco y tres recaerían en acérrimos enemigos de Evo, líderes de partidos que el dirigente cocalero empujó fuera del poder como Manfred Reyes Villa y Jaime Paz Zamora, por citar solo dos ejemplos. También aparece como condimento en esta especie de aquelarre el hecho de que los partidos políticos tradicionales fueron perdiendo credibilidad en los últimos años.
Podrán votar alrededor de 3,6 millones de ciudadanos, en 121.000 mesas distribuidas en un país de 1 millón de km2. Una fuerza de 50.000 militares y policías se encargará de la custodia del acto electoral. Un total de 200 observadores de 24 países vigilará la votación, que se iniciará a las 8 y finalizará a las 16.Bolivia presenta actualmente sus mejores indicadores macroeconómicos de los últimos años, aunque gran parte de su población sigue siendo una de las más empobrecidas del mundo.
A fin de año, el crecimiento de la economía será de 4%, la más alta desde 1999; el déficit fiscal habrá bajado de 8% del PBI de 2003 a 3,5% y las reservas internacionales están en U$S 2.124 millones. De todas maneras, los indicadores de desarrollo humano muestran niveles altísimos de pobreza. Bolivia está en el puesto 114, sobre 177 (la Argentina está en el puesto 34 y Chile en el 37).
El ingreso por habitante es de U$S 949, el más bajo de la región, agravado por el reparto desigual de ese ingreso: 10% de 9 millones de bolivianos reúne 45% y otro 10% de la población tiene sólo 1,46%.
Según muchos analistas, en este proceso electoral se halla en juego la viabilidad de Bolivia, convulsionada por las brechas entre pobres y ricos, entre indígenas y blancos, y entre los departamentos andinos y los del llano. En ese contexto se entremezcla el espíritu autonomista e inclusive separatista de algunos sectores minoritarios, liderados por Santa Cruz de la Sierra.
LA ELECCION PUEDE QUEBRAR LA PARIDAD POLITICA QUE PARALIZA EL PAIS
HOY SE SABE SI BOLIVIA SALE DEL EMPATE
Desde hace dos años que nadie tiene mayoría en el país y los partidos sólo tienen fuerza para vetarse mutuamente. Tres millones y medio de votantes verán hoy si Bolivia se define entre un candidato conservador y Evo Morales.
Página 12 de Argentina (www.pagina12.com.ar)
La calma que se respira en las calles de La Paz, a la que hoy se suma el “auto de buen gobierno” que prohíbe a los vehículos circular, encubre una constatación evidente: las elecciones generales de hoy son percibidas por la población como un momento refundacional del país, que deje atrás los sucesivos presentes de exclusión y discriminación de las grandes mayorías nacionales. También se espera que estas elecciones permitan superar el “empate catastrófico” entre progresistas y conservadores que rige desde 2003, impidiendo que alguien imponga su programa para salir de la crisis, pero permitiendo vetar al adversario. Quizá demasiado para una elección.
El país se enfrenta a la elección anticipada de presidente, parlamentarios y prefectos (gobernadores), dividido casi en dos por antagonismos políticos, étnicos y de clase. Por un lado, militan los simpatizantes de Evo Morales, líder campesino emergente del ciclo de protestas sociales abierto en 2000 con la “guerra del agua” en Cochabamba, que pregona posiciones nacionalistas de izquierda y no oculta su simpatía por el “eje” La Habana-Caracas. Fue pastor, trompetista, futbolista y cultivador de coca. Por otro lado, están los seguidores de Jorge Quiroga, ex vicepresidente de Hugo Banzer Suárez cuando el ex dictador dejó atrás las botas y volvió al Palacio por los votos, y presidente luego de la enfermedad terminal del general. “Tuto” –como aparece en las boletas– es la contracara de Evo. De familia criolla cochabambina, no invirtió su tiempo en aprender a labrar la tierra sino en estudiar ingeniería industrial y administración de empresas en EE.UU. (“aprendiendo a multiplicar más rápido que una calculadora”) lo que le permite sintonizar mejor no sólo con la embajada norteamericana, que lo considera “uno de nosotros”, sino con la burguesía y parte de los sectores medios y populares asustados por la llegada de un indígena “sin estudios” al poder.
Para que la ola nacionalista no se lo llevara por delante, Quiroga ensayó un discurso moderado con algunos matices “estatistas”: “En tiempos de crisis y guerra el Estado es más importante que el mercado. En Bolivia hay demasiada pobreza como para ser de derecha”, repitió a lo largo de la campaña como un antídoto contra su estigma de “tecnócrata” y neoliberal.
La edad de ambos contendientes, 46 y 45 años, muestra también una renovación generacional en un contexto de implosión de las estructuras que dominaron la vida política boliviana en las últimas décadas.Toda la campaña estuvo marcada por la “guerra sucia” contra el candidato cocalero. El último episodio fue un spot que decía: “Evo Morales quiere cambiar la bandera, no lo permitas” y llamaba a votar por Tuto. Morales disparó delante de militares de alto rango: “Los que no fueron al cuartel y eludieron el servicio militar no tienen ninguna autoridad para hablar de defender la bandera”, haciendo una referencia implícita a que en este país los “niños bien” evaden fácilmente la “colimba”.
Según las últimas encuestas, el Movimiento al Socialismo (MAS) aventaja a la derechista Podemos por entre cinco y ocho puntos. Y casi todos los pronósticos anticipan un complicado escenario de gobernabilidad después del 22 de enero. Previamente, si ninguno de los candidatos alcanza la mitad más uno de los votos, el Congreso deberá elegir presidente entre los dos más votados.
Si se cumplen los sondeos, Evo Morales triunfará hoy sin mayoría en el Senado y sin ninguno de los nueve gobiernos regionales, que, por primera vez, se elegirán mediante voto popular, en un contexto de emergencia autonomista con epicentro en la oriental Santa Cruz de la Sierra. Voceros del MAS ya anticiparon que si el Congreso adopta la estrategia del sabotaje, gobernarán .por decreto y mediante la movilización popular.
Y la gobernabilidad no es un tema menor en un país que asistió al derrocamiento de dos presidentes en menos de dos años: Gonzalo Sánchez de Lozada, elegido en junio de 2002 con el 22 por ciento de los votos fue corrido del Palacio el 17 de octubre de 2003 por un cruento levantamiento popular que rechazó su política hidrocarburífera, y su sucesor, el “centrista. Carlos Mesa, fue también víctima de la “maldición del gas” en junio de este año, sucedido por el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Rodríguez Veltzé. Pese a la debilidad institucional, el sistema democrático fue capaz de absorber las crisis y, casi al borde del precipicio, todos los sectores, incluidos los más radicales, aceptaron someterse a la institucionalidad vigente y las elecciones generales anticipadas (junto a una Asamblea Constituyente y referéndum autonómico en julio de 2006) aparecieron como el camino para renovar el cuestionado sistema político, que hasta 2003 funcionó en base a pactos políticos carentes de otros pilares que las ambiciones personales y la perpetuación en el poder de corruptas estructuras políticas. Para ello debieron superarse varios enconos, como la “guerra de los escaños” por la distribución regional de las bancas.Las autonomías departamentales constituyen uno de los temas espinosos, casi una bomba de tiempo: las élites de santa cruz de la Sierra y Tarija –dos zonas ricas en gas y petróleo– están embarcadas en una “guerra de posiciones” contra el centralismo, lo que puede redundar en un mayor control regional de las riquezas naturales y podría facilitar la recomposición de las élites desplazadas del poder nacional desde las estructuras de gobierno locales. Para el director del Centro de Estudios Jurídicos e Investigaciones Sociales (CEJIS) de Santa Cruz de la Sierra, Carlos Romero, “quien controle el poder político desde las regiones puede inviabilizar la gestión del gobierno central, especialmente si gana el MAS, implementando una suerte de cerco regionalista sobre el poder central”. Si la victoria recae en la derecha, los pronósticos no son más alentadores: los movimientos sociales, aceitados en cómo tirar presidentes, podrían hacer lo propio con un Jorge Quiroga que se resista a avanzar con la ola hacia políticas más nacionalistas o intente caminar por arenas movedizas, como las políticas de “coca cero” ensayadas durante su anterior administración. Consciente de las dificultades, el candidato vicepresidencial del MAS y potencial presidente del Congreso se mostró partidario de “una salida pactada en la redistribución del poder en el país, que incorpore gobernabilidad social y parlamentaria e incluya mecanismos de articulación para que los intereses de los derrotados sean, en parte, reconocidos por los victoriosos”.
Hoy, Evo intentará vender “dignidad”, Quiroga “mercados externos” y el tercero en discordia, el millonario cementero Samuel Doria Medina, “racionalidad”. Mientras esperan, el cocalero jugó al rácquetbol, Tuto ascendió el nevado Huayna Potosí y el dueño de Burguer King fue a misa.
ADVIERTEN QUE SI GANA EVO MORALES BOLIVIA "SE VA A INCENDIAR"
Estiman que el líder cocalero no recogerá los suficientes votos para consagrarse presidente y, de lograrlo, no tendrá "estabilidad para gobernar". El periodista Joaquín Ibarz consideró en Radio 10 que de una manera u otra, Bolivia se convertirá en un caos.
Diario Infobae de Argentina (www.infobae.com)
Con más de 200 observadores de todo el mundo, Bolivia tendrá hoy sus elecciones generales dividida entre el ex presidente Jorge Quiroga y el líder cocalero Evo Morales.
Joaquín Ibarz, corresponsal del diario español La Vanguardia se encuentra cubriendo los comicios y aseguró que en el país hay "mucha incertidumbre no tanto por el resultado de la votación de mañana, sino por el día después gane uno o el otro candidato".
"Los dos candidatos la tiene muy difícil y es dificultoso que alguno tengan gobernabilidad". Los dos tiene capacidad para desestabilizar a otro", indicó el periodista en declaraciones a Radio 10.
El proceso de reflexión de 48 horas que comenzó la madrugada del jueves continúa hoy en la convulsa nación boliviana, dominada por la ley seca y la prohibición de manifestarse y organizar huelgas, así como de portar armas punzantes o de fuego.
"Según las últimas encuestas, Morales sacaría sólo un 5 por ciento de ventaja y en tal caso sería el Congreso Nacional el que decidirá y recién en una tercera votación se proclamaría Morales como presidente", explicó Ibarz.
En este sentido, el periodista sostuvo que "ninguno se proclamará presidente mañana. Habrá que esperar hasta que el Consejo Electoral de los resultados finales".
"El 17 de enero se reunirá el Congreso y decidirá en cuanto a los escaños que sacó cada uno para senadores y diputados, pero si Morales obtienen una ventaja sustanciosa, no se atreverán los otros partidos a hacer una alianza, pero si gana por uno o dos puntos, quizás si elijan a Quiroga". Ibarz advirtió que " de uno forma u otra, igual Bolivia se va a incendiar". incendia en tres meses".
Además, Ibarz comentó que recibió muchas mails de gente sorprendida por el bajo nivel de conocimientos de Morales. "Tiene un desconocimiento absoluto de lo que pasa en el mundo", sostuvo y agregó que "está rodeado de gente de izquierda, pero de los años 60, nacionalista, estatista, y es muy difícil que logre salir de ese cerco. Tiene ideas muy primario de lo que pasa en Cuba, Venezuela y el mundo". Un total de 26.000 militares y 24.000 policías velan por la seguridad en este país, donde la campaña se ha desarrollado con mucha tensión, con algunos actos de violencia en algunas regiones.
Más de 3,6 millones de bolivianos están convocados a las urnas para elegir al presidente, vicepresidente, 130 diputados, 27 senadores y, por primera vez, a los nueve prefectos o gobernadores regionales.
Bolivia decide / Nueve departamentos están divididos en dos bandos
EL FANTASMA DE LA DIVISIÓN TERRITORIAL
Pero la característica central del conflicto político boliviano no es su fuerte contenido ideológico. Lo verdaderamente determinante es que esa confrontación ideológica se cruza con importantísimos factores étnicos y regionales que le otorgan una casi gigantesca profundidad.
El Tribuno de Salta, Argentina (www.eltribunosalta.com.ar)
Los nueve departamentos que configuran la geografía política de Bolivia están divididos en dos bandos. Cinco de ellos se agrupan de un lado y cuatro del otro. Por una parte, está la Bolivia del altiplano, conformada por los departamentos de La Paz, Chuquisaca, Oruro, Potosí y Cochabamba. Por la otra, está la Bolivia oriental, por su forma en el mapa denominada la "media luna", configurada por los departamentos de Santa Cruz de la Sierra, Tarija, Beni y Pando.
En todos estos cuatro departamentos del Oriente, las encuestas pronostican una victoria de Quiroga en la elección presidencial y de candidatos de centro y de derecha en los comicios para elegir prefectos departamentales, que por primera vez en la historia de Bolivia surgirán del voto popular.
Esto significa que, en el caso de asumir Morales la presidencia, es altamente probable que se encuentre en minoría en el Senado y con los departamentos económicamente más importantes del país en manos de la oposición, con prefectos empeñados en aumentar drásticamente el grado de autonomía departamental. En la tradición boliviana, esa distribución de fuerzas es la antesala de la ingobernabilidad.
El altiplano
En cambio, la Bolivia altiplánica, la de las "tierras altas", culturalmente indígena (hay 36 etnias aborígenes), es el fuerte de Morales, de Quispe y de los diferentes sectores de izquierda. Desde el avance cocalero en el Chapare, iniciado a fines de la década del 80, la región de Cochabamba, que históricamente actuaba como colchón amortiguador dentro de ese conflicto, quedó alineada con el altiplano. En rigor de verdad, el común denominador productivo de esa Bolivia indígena es actualmente el cultivo de la coca, cuya rápida extensión le otorgó, paradójicamente, cierta viabilidad económica a una región que hasta ahora había estado refugiada en una economía de subsistencia y absolutamente desconectada del sistema económico mundial.
La coalición del altiplano, monolíticamente opuesta a los planes de erradicación de los cultivos de coca, se mantiene, además, unida alrededor de otra consigna fundamental: la estatización de los hidrocarburos, cuyos principales yacimientos, localizados en Santa Cruz de la Sierra y Tarija, hoy explotados básicamente por dos compañías: la española Repsol y la brasileña Petrobras.
El país de las tierras bajas
La "otra Bolivia", la de las "tierras bajas", que es mucho más mestiza que blanca, tiene su asiento principal en Santa Cruz, limítrofe con Brasil y Paraguay. Es el departamento más poblado y próspero del país. Alberga al 25% de la población y tiene una pujante economía agroindustrial y ricos yacimientos de combustibles (petróleo y gas), que en su conjunto proporcionan un tercio del producto bruto interno boliviano. Junto a Santa Cruz, cada vez más vinculado económicamente con Brasil, forman filas los departamentos Beni y Pando, dos zonas en las que prospera una agricultura moderna, fuertemente beneficiadas por el "boom" de la soja, y al sur Tarija, limítrofe con la Argentina, que concentra alrededor del 80% de las reservas de gas. Tarija formó parte de la Argentina hasta un año después del nacimiento de Bolivia como estado independiente.
La reivindicación común de esa "otra Bolivia" es la autonomía política que le permita autogobernarse y administrar sus recursos naturales. Santa Cruz y sus aliados regionales rechazan el clásico centralismo político boliviano. Con un planteamiento muy similar al de la Liga del Norte italiana, consideran que el gobierno central de La Paz expropia los recursos fiscales de sus economías locales para desviarlos hacia la Bolivia andina.
En enero pasado, el Comité Cívico de Santa Cruz provocó la renuncia del prefecto designado por Mesa (en Bolivia, hasta hoy unitaria, los prefectos, equivalentes de los gobernadores, son nombrados por el presidente) y convocó a una gigantesca concentración popular, autodenominada "Cabildo Abierto", que impulsó la constitución de una "asamblea preautonómica" de aproximadamente doscientos miembros, integrada entre otros por la totalidad de los tres senadores y veintitrés diputados del departamento, los alcaldes municipales y representantes de las organizaciones empresarias y sociales. El fantasma de la secesión quedó sólidamente instalado.
Chávez: la seducción chauvinista
En este complejo tablero de conflictos políticos y regionales, juega con creciente vigor el "factor Chávez". El líder venezolano, empeñado en promover el surgimiento de una corriente "bolivariana" en el escenario regional, financia a Morales. Chávez trata también de hacer pie en la oficialidad joven del Ejército boliviano. Para ello, potencia la reivindicación marítima de Bolivia, a fin de azuzar el fuerte sentimiento nacionalista antichileno de los militares. Chávez llegó a declarar públicamente su aspiración a "bañarse en una playa boliviana". A su vez, Morales definió a Chile como el "Israel de América del Sur", caracterización referida al supuesto papel del país trasandino como "peón" de Estados Unidos en el Cono Sur americano.
La consigna de estatización de los hidrocarburos, que la Bolivia del altiplano ha colocado al tope de sus reivindicaciones, empalma con la estrategia de Chávez de impulsar, desde la empresa estatal Petróleos de Venezuela, la conformación de una gran compañía petrolera pública sudamericana, una iniciativa que no tuvo ningún éxito con Petrobras, pero que sí encontró acogida en el gobierno argentino, que busca otorgar algún sentido a la reciente creación de ENARSA, una empresa estatal que hasta ahora sólo existe en los papeles.
Algo está claro: ni Santa Cruz de la Sierra ni Tarija, que ya avanzan decididamente en la senda del autogobierno en el marco de una posible Bolivia federal, están dispuestas a admitir ninguna fórmula que suponga la estatización de los recursos de su subsuelo y su manejo desde La Paz, menos aún con Morales como presidente.
Ante semejante amenaza, hasta podrían sentirse obligadas a pasar del camino de la autonomía a la temida variante de la secesión, lo que en términos prácticos supone una guerra civil. Hasta ahora, en Bolivia rigió lo que algunos politólogos apodaron el "empate catastrófico". El peligro ahora es que más catastrófico aún resulte el desempate.
EL ETERNO CÍRCULO DEL DESENCUENTRO
El Mercurio de Chile (www.emol.com)
El próximo boliviano que se ciña la banda presidencial afrontará múltiples desafíos coyunturales, pero los problemas de hoy pueden verse como la última onda expansiva de un peso que cayó en los tiempos de la colonia y nadie ha podido sacar.
La gobernabilidad del próximo Mandatario arrastra el fantasma de los "golpes de la calle" que en 2003 y 2005 derribaron a los presidentes Gonzalo Sánchez de Lozada y Carlos Mesa, pero el expediente de no terminar el mandato es común en el país que ostenta el mayor número de golpes de Estado (entre 100 y 200). "En los sectores radicales tienen la idea de que llega la revolución y todo es posible. Entonces el problema de gobernabilidad viene de un lado por exigencias exageradas en las izquierdas que podrían pedir todo", dice Carlos Toranzo, analista político boliviano, quien recuerda que las últimas veces que movimientos de izquierda derrocaron a mandatarios fue en 1971 y 1985.
Como explicación de fondo, el economista boliviano Roberto Laserna comentó a este diario que el Estado vecino ha mantenido como costumbre relaciones clientelares con la población, por lo que existe la convicción de que todo debe pasar por su paternidad para satisfacer las necesidades colectivas.
De ganar Evo Morales, comentó Toranzo, sus posibilidades de gobernar se verán limitadas por la ausencia de una mayoría parlamentaria y de prefectos, lo que sumado al fraccionamiento y descrédito de los partidos tradicionales redundaría en que "la política se dirima entre las regiones".
Nada nuevo bajo el sol. De acuerdo al historiador José Luis Roca, gran parte de la inestabilidad política de la historia boliviana se debe a la relación entre las regiones, en la que ninguna zona ha consolidado el dominio. "Acá el poder siempre ha sido itinerante. Todo el siglo XIX se pasó en guerras civiles por las disputas entre La Paz y Sucre. Desde entonces no se ha definido un centro hegemónico para controlar a la nación-estado", dijo a "El Mercurio".
Precisamente hoy las disputas entre el departamento de Santa Cruz en el oriente y La Paz en el occidente, genera el mayor disenso en la política local. El primero es el más rico y próspero y quiere mayor autonomía administrativa y económica, lo que el segundo busca impedir.
Asimismo, aunque la discusión sobre el destino de los hidrocarburos enciende el debate entre los candidatos, ese tipo de riquezas naturales parecen haber sido un lastre para Bolivia.
Porque lo que podría considerarse una recompensa -vastas reservas de plata y estaño primero, petróleo y gas después-, para Laserna habría creado una mentalidad rentista en la población, convencida de que la riqueza material reside en la naturaleza y que para ser rico se deben controlar los recursos. Así se explicaría la demanda general por nacionalizar los hidrocarburos y la esperanza de que la calidad de vida puede súbitamente mejorar, como si se ganara un boleto de lotería colectivo.
El desafío indígena
Las reivindicaciones de los indios, que componen el 62% de la población y acaparan los índices de pobreza, tampoco fue introducida en las actuales campañas.
Al conversar con este diario antes de ser el candidato a la Vicepresidencia de Evo Morales, el sociólogo Álvaro García dijo que los bolivianos siempre han vivido en una sociedad multicultural pero organizada bajo la administración de un estado monocultural. "Este desencuentro es uno de los principales problemas de permanentes ciclos de rebelión indígena que atraviesa la historia boliviana desde antes de la república. Es un elemento que traba la posibilidad de un Estado eficiente y cohesionado", dijo.
"Somos una sociedad que aún no ha acabado de definir su carácter nacional, y no lo va a hacer hasta que exista una integración de los indígenas en una idea multicultural de la nación", agregó.
Por primera vez, hoy un indígena puede conquistar el poder. De lograrlo, la interrogante parece ser si Evo Morales podrá revertir alguna de las fallas que se arrastran o si sólo hará girar una vuelta más el círculo del malestar y desencuentro en Bolivia.
LA ACTUAL GEOPOLÍTICA DEL GAS
La Nación de Argentina (www.lanacion.com.ar)
Por Francisco Mezzadri Para LA NACION
La utilización de gas natural en la Argentina, en relación con otros combustibles, es mundialmente exorbitante: equivale al 49% de su matriz energética. Sin embargo, el congelamiento de precios en 2002 paralizó prácticamente las inversiones y las reservas disponibles cayeron a menos de diez años en 2005.
El precio actual controlado del gas no constituye estímulo suficiente de inversión según los riesgos de la geología conocida, como para esperar volúmenes de incremento significativos en la oferta. Nuevos niveles se han reconocido ya como necesarios.
Pero para mantener tan alta dependencia del gas, nuestro país deberá importar gas de Bolivia, importar gas natural licuado o limitar la exportación a Chile.
El gas venezolano tiene demasiadas incógnitas como para tornarse ya en eje de pensamiento. De los combustibles alternativos, sólo el carbón puede dar respuestas más rápidas.
El costo de la energía es el tema central. Para Chile, los precios esperados de gas licuado no serán inferiores a cinco dólares por millón BTU, 2, 130% más caro que su costo actual y el precio de sus contratos de energía eléctrica ya es 54 dólares por MWh, un 50% más caro.
En Brasil, el precio del gas boliviano es superior a 4,50 dólares por millón de BTU y su exportación no compensada de energía a la Argentina tiene un piso de 56 dólares por MWh.
Por su parte, el precio spot internacional del gas licuado es de alrededor de 12 dólares por millón de BTU. Hoy el precio del gas reconocido para la generación eléctrica es de 1,17 dólares por millón de BTU y los precios mayoristas de la electricidad fluctúan alrededor de 21 dólares por MWh. Claramente, en la Argentina el gas y la energía eléctrica cuestan entre un quinto y un tercio de lo que valen en Chile o Brasil. La Argentina pronto no será autosuficiente en hidrocarburos y los precios internacionales serán su referente obligado. No se debería llegar a esa situación límite para restaurar las condiciones de inversión propia de los mercados internacionales, que incentiven la exploración y descubran que la geología tiene aún depósitos relevantes de hidrocarburos. Si eso no ocurriera, los nuevos precios permitirían revelar a todos los usuarios de derivados del petróleo y gas, cuál es el valor de escasez de tales bienes y racionalizar su uso. Hoy el país no ofrece tales condiciones de inversión y se ha estimulado el uso ineficiente de recursos no renovables, cuyas reservas ya estaban en franca disminución.
En este contexto, las reservas de gas en Bolivia son de alto valor estratégico para la Argentina. Pero Bolivia, aunque sus reservas sean abundantes, por su natural interés económico, venderá gas a la Argentina al precio de competencia con el precio del gas natural licuado o con el de otros combustibles sustitutos que deba importar.
El Gobierno rechazó los precios solicitados por Bolivia para el largo plazo por su efecto sobre los precios internos de la energía, pero la Argentina no es el único pretendiente. Brasil es hoy el mayor importador de gas boliviano y Chile, por su parte, probablemente intente llegar a un acuerdo innovador de cesión territorial de derechos de acceso al Pacífico si surge un gobierno democrático en Bolivia y la importación de gas será negociada. Brasil y Chile están dispuestos a pagar precios de competencia a Bolivia. En tales circunstancias cabe preguntarse cuál será la estrategia de la Argentina para lograr un acceso suficiente y de largo plazo al gas de ese país.
Las disputas en el mundo por hidrocarburos revelan escenarios complejos de negociación. La apelación a la solidaridad regional no será causa de acuerdos largos y los precios de mercado determinarán los contratos. Venezuela, por ejemplo, no vende su fuel oil más barato a la Argentina y el ministro de Energía de Perú, por otra parte, ha dicho que el destino de sus depósitos de gas es el consumo interno y la exportación final a Estados Unidos, no la conexión terrestre con el Mercosur. La geopolítica de la energía influirá las relaciones internacionales de la región luego de que asuman los nuevos presidentes de Chile y Bolivia, a las que se agregarán las elecciones en Perú y Brasil en 2006 y las necesidades de la Argentina.
Quienes negocien el gas por la Argentina deberían exhibir institucionalidad creíble y fuerza competitiva de largo plazo con operadores que asuman tales riesgos. Ese mercado sólo será posible si operara en consonancia con los niveles y los precios relativos de la energía en la región. Ese mercado hoy no existe en la Argentina. El Gobierno sigue interviniendo el mercado del gas y se comprometió a normalizar el mercado eléctrico en 2009, pero no se conoce qué mercado de gas existirá ni qué precios servirán de referencia entonces, a más de desconocerse los criterios del próximo gobierno constitucional. Las exigencias de la realidad geopolítica del gas supone definir la política de largo plazo, hoy ausente, y acelerar decisiones que normalicen esos mercados y comiencen a aceptar los costos de la integración regional. El autor fue presidente de la Cámara Argentina de Inversores en el Sector Eléctrico (Caise)
LA CHOLITA, IDENTIDAD CULTURAL DE BOLIVIA
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*Al caminar por las calles de Sucre, capital de Bolivia, hace más de una
década, el fotógrafo Delphine explosiva cautivado por mujeres aymaras y
estilo de...
7 years ago
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