Pero desearía
verlo.
Me lo cuenta
mientras conduce su vieja furgoneta por unas pistas polvorientas e
improvisadas.
Adentro del
vehículo, el calor del altiplano boliviano agudiza el olor punzante a hoja de
coca mascada.
Afuera,
enmarcado por la ventanilla, desfila un panorama monótono, una inmensa planicie blanquecina salpicada por el verde
apagado de unos arbustos.
A ratos
aparecen unos prometedores destellos que evocan la presencia de un lago.
"¡Agua!".
Pero, a cada
metro recorrido, esa agua se vuelve más lejana, inalcanzable, hasta fundirse en
el horizonte con los cerros del altiplano andino.
Porque esa
agua no existe: es una ilusión óptica.
Todo lo que queda del lago Poopó, que llegó a
ser la segunda extensión de agua dulce de Bolivia, es ahora un espejismo.
Hasta hace
unos meses, sin embargo, no era así.
Y dentro de
otros pocos, cuando la estación de lluvias haya cumplido con su tarea, el lago
probablemente volverá a aparecer.
Ya ocurrió a
principios de 2017, cuando el ministro de Defensa boliviano, Reymi Ferreira,
publicó una foto acompañada de una frase elocuente: "Lago Poopó otra vez con agua".
Pero,
¿realmente el lago había reaparecido? ¿Cómo podía haber ocurrido?
¿Se mantendría o volvería a desaparecer?
Es finales
de noviembre de 2017 y Abdón aparca la furgoneta en un punto indefinido de esta
llanura seca.
Bajo a
comprobar la consistencia del mosaico de arcilla y salitre que conforma el
lecho de este lago quemado.
A cada paso,
entre las grietas de los terrones, brota la misma pregunta: ¿cómo se cuenta la historia de un lago que existe y no existe a la vez?
Decido que
la mejor manera de hacerlo es encarándolo desde todas partes: adentrándome en
sus entrañas, recorriendo sus terrenos y sobrevolándolo.
1. Desde el aire
Marcelo
Miralles es un hombre decidido.
El 12 de
diciembre de 2015 el diario del que es gerente, La Patria de Oruro, publicó la
noticia: "¡El lago Poopó
desapareció!".
Nadie le
creyó.
Así que unos
días después se subió a la avioneta con la que ahora estamos surcando el aire
frío y enrarecido de la mañana. Iba en busca de la prueba definitiva y la
encontró sacando una foto que salió al día siguiente en portada.
La noticia
se esparció rápidamente por el resto del mundo y causó revuelo expresado en
tonos apocalípticos.
¿Cómo es
posible que los 3.000 kilómetros cuadrados del lago Poopó se hayan esfumado?
¿Acaso son los efectos del cambio climático?
Durante
meses, distintos medios internacionales reportaron la muerte del Poopó. Hasta que el Poopó regresó.
Situado a
más de 3.600 metros de altitud, este lago ocupa una vasta depresión que recoge
las aguas del departamento de Oruro, una árida meseta andina encaramada en la
cordillera que separa a Bolivia de Perú.
El 90%
proviene del río Desaguadero,
que lo conecta con el Titicaca, y estos
dos lagos, junto con el Salar de Coipasa
y el Salar de Uyuni, forman un
sistema endorreico (es decir, sin salida al mar) llamado TDPS.
Cuando el
nivel del Titicaca cae por debajo de los 3.810 metros, el flujo que alimenta el
Desaguadero se interrumpe y el lago no puede compensar la pérdida masiva de
agua debido a la evaporación de la superficie.
Pero toda
esta complicada geografía, desde la altura de 500 metros a la que Marcelo
Miralles y yo estamos volando, sólo se puede intuir.
Hay sin
embargo dos elementos peculiares que llaman en seguida la atención. Miralles me
los indica mientras hace virar la avioneta hacia lo que era -y tal vez será- la
isla de Panza, y que ahora es sólo una verruga en la piel agrietada del lago.
El primero
es la paleta de colores del lecho del Poopó: las tonalidades de beige dejan
paso a unas más internas de color marrón claro que, a su vez, dan paso a otras
más oscuras.
Los
movimientos sinuosos que forman estos colores se alternan como si fueran la
resaca de una ola en la playa, con la diferencia de que aquí el blanco de la
espuma es una espesa costra de sal.
Del verde
que caracteriza el agua del Poopó o del rosa de los flamencos andinos, en
cambio, ni rastro.
El segundo
elemento, que Marcelo insiste en remarcar, es que el lago está completamente seco.
"Otra vez", recalca.
Efectivamente,
la desaparición de 2015 no fue la primera en la historia de este frágil cuerpo
de agua.
A lo largo
del siglo XX el Poopó estuvo completamente seco entre 1939 y 1944 y entre 1994
y 1997, mientras que entre 1969 y 1973 quedó reducido a unos cuantos charcos
salados.
Pero también
es verdad que el lago ha vuelto todas las veces: regresó en los 40, volvió en
los 70 y a principios de 2017.
"No hay duda de que el Poopó volverá a
existir en el futuro", me garantiza Milton Pérez,
profesor de ingeniería agrícola de la Universidad Técnica de Oruro, que desde
hace tiempo investiga los movimientos del lago.
Aunque eso
no significa que seguirá resucitando eternamente, Pérez está convencido de que
todavía habrá Poopó por muchos años más. Pero no para siempre.
Su
convicción se basa en varios estudios científicos que demuestran que el Poopó
deriva de otros lagos prehistóricos mucho más grandes y que acabaron secándose.
El último de
estos, el lago Minchín, ocupaba hasta hace 10.000 años las áreas del Poopó y de
los actuales salares de Uyuni y de Coipasa.
"Según
su comportamiento natural, el Poopó también está destinado
a convertirse en un salar", me explica Pérez.
"Por lo
tanto, la pregunta que hay que hacerse es: ¿en cuánto tiempo?", le dice a
BBC Mundo.
Los modelos
matemáticos de los expertos apuntan a que la desaparición natural del Poopó
acontecerá dentro de entre 1.500 y 2.000 años.
Aunque según
aseguran varios científicos, el cambio climático, los efectos de la Oscilación
Meridional de El Niño (ENSO) y la actividad humana están acortando su vida.
Entre 1995 y
2005 la temperatura en el altiplano andino subió un promedio de 0,9 °C, y la
temperatura mínima aumentó 2,06 °C en los últimos 56 años. Estos factores
influyen de manera decisiva en la evaporación de las aguas.
A eso hay
que añadir unos ciclos de sequía cada vez más frecuentes y largos. Antes, a un
año de lluvia escasa le seguían siete de lluvias abundantes, cosa que permitía
la recuperación del lago.
En las últimas dos décadas, en cambio, la
sequía se repitió cada tres años.
Finalmente, hay
que considerar los vientos que entre agosto y septiembre barren sin piedad la
superficie del lago y lo inundan con millones de toneladas de sedimentos del
desierto de Atacama.
¿Pero se puede decir que la desaparición del
Poopó se debe al cambio climático?
"Sí, pero solo en parte", responde
Pérez.
A los
efectos naturales se suman además el uso cada vez mayor del agua del
Desaguadero para producción agropecuaria y las consecuencias de siglos de
actividad minera en la zona.
"De no
cambiar estos factores", sentencia Pérez, "el Poopó está destinado a
existir como mucho otros 250 o 300 años".
¿Y hay solución?
"Podemos
hacer poco contra el cambio climático o el Niño", añade, "pero sí
podemos actuar sobre las otras causas".
2. Desde la superficie
A Pablo Flores ya no le queda ni siquiera su
sombra.
Se la borró
el sol del mediodía, el mismo que desde hace milenios tuesta las pieles de las
poblaciones del altiplano y que ahora corroe las tuercas del barco que me
señala con el brazo.
Lo señala
como si la oxidada embarcación fuera la culpable del desastre,
cuando ese amasijo de madera y chatarra no es más que otra víctima involuntaria
de esa ausencia llamada Poopó.
Durante casi
toda su vida Flores vivió de la caza y de la pesca en el lago, igual que casi todos los hombres de
Puñaca Tinta María, una de las tres aldeas habitadas por la comunidad indígena
Uru-Murato en la ribera oriental del lago.
Y desde hace
unos meses él es "mallkuqota", la autoridad tradicional del lago, un
cargo que le otorga dos derechos absolutos: el de velar por el Poopó y el de
hablar en nombre de los poco más de 700 urus que todavía viven en sus orillas.
"Desde que el Poopó se secó, los urus
somos huérfanos", me dice mientras caminamos hacia lo que
considera su última esperanza: un "atajado", un montículo de tierra
de menos de un metro de altura y de decenas de kilómetros de largo levantado
para cercar las aguas del lago.
Cuando las
aguas vuelvan, claro.
"El
lago nos daba la vida", dice con un tono de voz que oscila entre la
resignación y el candor optimista.
"Por
eso hemos pensado hacer un atajado, para que el viento no se lleve el agua. El
viento es quien trae la muerte al Poopó", le dice a BBC Mundo.
Desde hace
unas semanas todas las familias urus de la zona están ocupadas excavando en la
arcilla ese dique que, creen, les devolverá el lago.
"Perdimos
nuestros oficios y ahora estamos trabajando como jornaleros. Antes, entre marzo y octubre sacábamos unos seis quintales de pescado día
por medio. Ahora, nada".
Como
"mallkuqota", Pablo se encarga de los rituales para que llueva y
vuelvan las aguas al Poopó.
Detalla la
"misa grande" que hicieron en septiembre, un ritual que, según me
cuenta, tuvo su recompensa y que fue celebrado como la llegada de un familiar a
quien no se ve desde hace tiempo.
"Nuestro
creador nos escuchó y tres días después llovió. Nuestra esperanza es que este
año, con la estación de lluvias, volveremos a comer pejerrey".
De momento
los urus se tienen que conformar con las bolsas de comida,
a veces escasa, que el gobierno departamental les entrega a cambio de cavar ese
dique de arcilla seca, más eficaz para contener la promesa del lago que sus
aguas.
"Los urus se han convertido en los
primeros refugiados climáticos de Bolivia", me suelta
a bocajarro Limbert Sánchez Choque, el coordinador general de la asociación
CEPA (Centro de Ecología y Pueblos Andinos).
Sánchez se
ocupa desde hace años de los problemas ambientales en el área de Oruro y está
convencido de que el atajado que los urus están construyendo no sirve.
"Es un chiste", le dice a
BBC Mundo.
"¿Volverá
entonces el lago?", le pregunto.
"Sí,
pero si se dan ciertas condiciones", es su respuesta.
Su lista
contiene una política de regulación hídrica del TDPS, obras de dragado del
lecho, el cierre de los canales de riego en época de lluvia y un mayor control
de la actividad minera.
Pero es cuando
habla de las consecuencias sociales que acarrea la condición del Poopó que
asoma entre sus palabras un tono fatalista.
"Un
pueblo sin tierra es un pueblo condenado a desaparecer. Y la tierra de los urus
es el lago. ¿Cómo se puede preservar su identidad cultural?", se pregunta.
"¿Qué perspectiva, qué horizonte económico se le va a dar a ese
pueblo?".
Según él, son las autoridades públicas quienes tienen la obligación de dar
respuesta a estas preguntas.
La máxima
autoridad política de la zona es Víctor Hugo Vázquez,
el gobernador del Departamento de Oruro.
"Lo que
hay dejar claro es que no son las leyes las que hacen la naturaleza, sino que
es la naturaleza la que hace la ley", es lo primero que me dice entre
resoplidos.
Una foto con
el presidente Evo Morales,
situada en una estantería de su enorme despacho, es testigo mudo de sus
palabras.
Además de la
repisa, ambos hombres compartieron gobierno -Vázquez fue ministro de Morales
entre 2009 y 2014- y lugar de nacimiento.
Los dos son
de Orinoca, una aldea a pocos kilómetros de la orilla occidental del Poopó.
Tal vez sea
por eso que, interpelado por la desaparición del Poopó en 2015, Evo Morales
escarbó entre sus recuerdos de infancia para afirmar que él, de joven, a menudo
viajaba en bicicleta hasta llegar a la ciudad de Oruro.
Fue solo dos
años después que Morales se rindió ante la evidencia, pero arguyó que "Bolivia es víctima del calentamiento global" y
que la culpa es de las naciones más
industrializadas.
"No son
las leyes las que hacen la naturaleza sino que es la naturaleza la que hace la
ley", me repite el gobernador Vázquez, en el cargo desde el 2015.
"Pensar que el agua no se va a usar para
la minería o pensar que no se va a usar para la agricultura y que después el
lago Poopó va a volver a estar lleno es falso", le dice a
BBC Mundo.
Y vuelve a
resoplar.
"Yo he
nacido, he vivido y vivo actualmente en las orillas del lago Poopó. Desde que
tengo uso de razón lo vi secarse tres veces. Para mí no es nada extraño, no
creo que hace falta alarmarse tanto", insiste.
"Claro,
en los 80 no había redes sociales y la BBC dónde estaría…", me interpela.
Le pregunto,
ahora que la BBC sí está, cuáles son para él las causas principales de este
problema. Y me indica tres, la misma tríada que recitan todos los expertos.
La primera
es la contaminación: "El
lago Poopó ha sido el dique de cola durante cientos de años de la minería en
Oruro, desde la colonia hasta la república. Y gracias a dios el dique de cola
que se está construyendo en Huanuni va a solucionar el problema. Ha habido
tardanza, sí. Pero se va a concluir el próximo año", empieza el
gobernador.
"Después
está el tema del sedimento", dice sobre los
residuos de la actividad minera que están colmatando el lago,
eliminando la pendiente y convirtiéndolo en una superficie plana.
Y como
tercera causa señala el sistema de los canales de
riego.
"Pero
ratifico mi posición: pensar que si se regulan o se cierran los canales el lago
va a estar bonito como antes es falso", insiste.
"¿Pero
el lago va a volver?", le pregunto.
"Presiento
que esto va a durar un año o dos más y después el lago va a volver a
llenarse".
3. Desde las profundidades
Desde que un
conquistador andaluz, allá por el principio del siglo XVII, fundara la ciudad
de Oruro para abastecer a España de plata, la
economía de la zona ha cambiado muy poco.
En estos
cuatro siglos, miles de kilómetros de túneles, pozos y galerías agujerearon
incesantemente las sierras de este departamento -del que forma parte el Poopó-
para suministrar zinc, oro, plata, plomo y estaño.
Se trata de
los mismos cinco minerales que en 2016 representaron más del 45% de las
exportaciones bolivianas al exterior.
Y en esta
zona el sector minero se hace indispensable por al menos dos razones: sus regalías nutren las arcas públicas - Oruro es el
segundo departamento que más aporta al Estado boliviano- y generan mucho empleo: alrededor de 80 mil personas, entre
puestos directos e indirectos.
Además fue,
y en parte sigue siendo, un granero de votos para el MAS (Movimiento al
Socialismo), el partido del presidente Morales y del gobernador Vázquez.
"La
minería en esta zona se practica desde hace 500 años, mientras que la ley de
medioambiente sólo tiene 30", le dice a BBC Mundo Milton Ochoa, el asesor
técnico-ambiental de la Federación de Cooperativas Mineras (Fedecomin) de
Oruro.
"Y todas las operaciones mineras
descargan agua contaminada en el lago Poopó".
Esa
contaminación fue una de las causas principales de la muerte, en diciembre de 2014, de más de 3 millones de peces,
un acontecimiento que precedió unas semanas la desaparición del lago.
Además, en
los últimos tiempos algunos estudios sugieren que la incidencia de cáncer entre la población de esta zona es más alta
que en otras.
"Dados
esos factores", le pregunto, "y suponiendo que el lago vuelva, ¿podrá
volver la vida?"
"Querer
hablar de una 'remediación' ambiental en el lago Poopó es poco menos que
imposible", me contesta, escueto.
Las culpas
apuntan en tres direcciones: las minas de Kori Chaca y Kori
Kollo (de la empresa privada Inti Raymi, que ya no opera pero
sigue manteniendo sus enormes diques de cola), la empresa de propiedad públicaHuanuni, que da trabajo a
unas 4 mil personas, y las más de 80 pequeñas y medianas cooperativas
locales reunidas en la Fedecomin.
"Aquí
no vamos a defender lo que es indefendible", le afirma a BBC Mundo Vladimir
Rodríguez, presidente de la comisión de minería e hidrocarburos de la Asamblea
Departamental de Oruro y uno de los portavoces de la mina de Huanuni, que opera
desde hace 70 años sin tener un dique de cola para sus residuos.
"El río
Huanuni está contaminado abajo, en los sedimentos", añade. "Yo no soy
ingeniero, pero cualquiera sabe que una mina debe tener un dique de cola para
no contaminar."
La empresa
afirma que está ultimando la construcción de este muro de contención, que,
dice, estará listo en unos meses.
"¿Por qué, mientras, no cerraron la mina
para evitar problemas medioambientales?", le
pregunto.
"Porque si lo hiciéramos tendríamos un
conflicto social", contesta Rodríguez.
Pero la
minería no constituye el único problema del subsuelo.
A pesar
de su riqueza, más de un tercio de la
población del departamento de Oruro vive en condiciones de extrema pobreza,
y la esperanza de vida en esta zona es de diez años menos con respecto al resto
de Bolivia.
Por eso
en la última década el boom mundial de la
quinua representó una balsa salvavidas para la economía local.
Las
exportaciones de este cereal en 2016 alcanzaron más de 28.000 toneladas, casi
cinco veces más que las 6.600 toneladas registradas diez años atrás.
Y el 80%
de las exportaciones bolivianas de quinua tienen su origen en el departamento
de Oruro, en particular en la orilla occidental del Poopó.
Esto
quiere decir también un mayor uso de
recursos hídricos. ¿Cuáles? Los que resultan de la canalización del río
Desaguadero, con la consecuencia que éste disminuyó aún más su caudal hacia el
Poopó.
Los
"regantes" -que es como la población local llama a esta aristocracia
campesina dueña de los canales de riego de la zona- culpan a su vez a los
responsables peruanos de las compuertas del Titicaca, que cierran el flujo
aguas arriba.
De esta
forma, el ciclo del Poopó se cierra en el punto de partida, dejando irresuelta
la pregunta sobre su supervivencia.
El futuro de Abdón
Varios
días después, con la enorme estatua de la Virgen del Socavón que domina la
ciudad de Oruro ya a mis espaldas, regresa
el recuerdo de Abdón, del olor punzante a coca mascada y de su deseo de ver el
mar.
Abdón se
apellida Choque y ha vivido la totalidad de sus 20 años en la comunidad
uru-murato de Puñaca Tinta María, a orillas del lago.
Acaba de
completar sus estudios secundarios y en breve se mudará a Cochabamba. Dejará su
rutina diaria en este pueblo sin electricidad ni agua corriente, estudiará
turismo y probablemente hará un viaje para conocer el mar.
Y mi
mente regresa a la pregunta que me hizo, mientras me ayudaba en mi
investigación, Ovidio Cayoja, uno de esos reporteros locales que aman su
territorio tanto como su oficio.
"¿Crees que el Poopó volverá?", me espetó una tarde.
Mi
respuesta dejó en el aire más dudas que certezas, más interrogantes que
convencimientos.
No sé si
volverá el lago, le contestaría ahora, pero sí sé que el futuro de Abdón
probablemente no está en sus orillas.
CUBA Y
BOLIVIA EN EL LUGAR CORRECTO DE LA HISTORIA
CUBA
DEBATE. En su oficina en La Habana, Juan Ramón
Quintana Taborga colecciona libros sobre Cuba y Bolivia, dos patrias
que lo apasionan tanto como la historia que en ellos lee. “Una mirada al pasado
no solo enseña, sino anuncia y advierte”, dice el político, sociólogo y
diplomático de Aiquile, Cochabamba.
El
Embajador del Estado Plurinacional revela así detalles de su filosofía de vida,
que es la de su pueblo: “La historia no solo cabalga en el pasado, tiene la
capacidad de andar sobre el porvenir. La lógica aymara plantea que el futuro
espera atrás y el pasado se ve adelante”.
Precisamente
para hablar sobre la raíz y el presente de la hermandad entre dos naciones, Cubadebate
lo invitó a conversar hoy, con motivo del aniversario 35 del restablecimiento
de las relaciones diplomáticas entre las repúblicas de Cuba y Bolivia, el 11 de
enero de 1983.
“Solemos
ver la relación Bolivia- Cuba bajo el lente de lo contemporáneo, de lo actual,
pero creo que es fundamental una mirada desde el pasado, un repaso de lo que
han significado nuestras relaciones a lo largo de la historia”, invita Quintana
Taborga.
¿Qué vínculos históricos entre Cuba y Bolivia
resaltaría previo a 1983, cuando se restablecen las relaciones diplomáticas
entre ambas naciones?
—Hay
cuatro grandes momentos en esta relación, uno que está por explorarse y que me
apasiona mucho, una duda que me sembró René González Barrios, presidente del
Instituto de Historia de Cuba. Según él, soldados cubanos fueron a liberar las
repúblicas sudamericanas, entre ellas Bolivia, y formaron parte de nuestro
Ejército. Si esto es así, será un gran hallazgo histórico: comprobar que los
cubanos atravesaron el Mar Caribe y optaron por la aventura fascinante de
contribuir a la liberación de los pueblos del Sur.
El
segundo, es muy interesante, y se relaciona con la Guerra de los Diez Años,
como ustedes le llaman, de 1868 a 1878. Mira qué paradoja, uno de los
presidentes bolivianos más maltratados por la historia oficial, Mariano
Melgarejo, decreta el 10 de junio de 1869, el reconocimiento al estado de
beligerancia de los mambises cubanos, y lo envía a Carlos Manuel de Céspedes.
Esto no es poca cosa, a casi 4 mil 500 millas de distancia un gobierno que se
suponía como dictatorial, tirano, antidemocrático celebrara el derecho del
pueblo cubano a rebelarse contra el opresor español.
A
fines del siglo XIX, con la estabilización política en Bolivia con el ciclo
conservador, después de la Guerra del Pacífico, de 1884 en adelante se
establece una relación formal con Cuba y se instala un Consulado en La Habana.
Un
tercer momento tiene que ver ya con la Revolución cubana en la década del ’50,
donde hay cierta comunión revolucionaria con Bolivia, que experimenta la
Revolución Nacional de 1952. Bolivia estaba muy preocupada por su propio
proceso, sin embargo, hay otros que estaban demasiado preocupados porque la
Revolución boliviana no fuera fiel a sus principios básicos.
Entonces
llega un momento de crisis, no por la voluntad del pueblo boliviano, sino por
imposición del Gobierno norteamericano que obliga a un gobierno revolucionario,
que se supone que tiene las banderas populares a romper relaciones con Cuba, el
8 de agosto de 1964, lo cual dice mucho de esa revolución que se rindió ante el
poder imperial, que ya había sido intervenida. Ese es un momento muy duro para
nosotros, porque es una claudicación cobarde de una seudorevolución nacional.
En
ese contexto llega el Che a Bolivia, entonces hay que intentar comprender el
comportamiento canalla de los dirigentes políticos bolivianos durante 1967 en
un país bajo el asedio imperial. De ahí las relaciones continúan quebradas
hasta 1983, con la sucesión de gobiernos militares y dictatoriales que se
ponían de rodillas ante los Estados Unidos.
Entonces
llega el primer gobierno de conquista democrática, y con el presidente Hernán
Siles Zuazo se produce el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, el
11 de enero de 1983, pero de manera muy timorata, ejercidas bajo el imperio del
miedo hasta el 2005.
Evo
y Fidel
Llegó Evo Morales al gobierno y se firma el Acuerdo de Cooperación Cuba- Bolivia,
el 30 de diciembre de 2005, entre el líder indígena que sorprendería al mundo y
el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
—Cuando
Evo Morales asume la presidencia se inicia una colaboración estrecha con Cuba,
que cancela la deuda histórica que teníamos con esta nación y su pueblo.
Consecuente ideológica, política y culturalmente, Evo Morales, un indígena
oprimido y explotado, agredido y vilipendiado, impulsa esta relación por el
camino de la solidaridad, de la complementariedad.
Es
un momento épico en las relaciones entre Cuba y Bolivia, que fluye sobre el
reconocimiento a las experiencias comunes. Reconociéndonos como dos países
víctimas de la colonia, de la agresión imperial, de la voluntad de dividir la
Patria Grande, construimos el nuevo periodo de relaciones. Así Evo y Fidel
definen el gran proyecto de integración, por la vía de la salud, de la
educación, sobre la gran autopista de la solidaridad, de la complementariedad,
de la condición de naciones asediadas, izquierdistas.
Los médicos cubanos llegan a los Andes bolivianos…
—Las
grandes carreteras de la integración entre los pueblos de Cuba y Bolivia están
vinculadas por la gran
solidaridad cubana en materia salud.
Llegan
las brigadas cubanas para resolver la gran problemática de la inaccesibilidad
de los bolivianos a la salud pública. En muy poco tiempo, prácticamente en diez
años, se produce una cooperación en materia de salud que es única en el mundo.
En menos de una década los médicos cubanos lograron desarrollar 70 millones de
consultas en un pueblo que tiene 11 millones de habitantes. Los ciudadanos
bolivianos experimentaron un número de consultas médicas que jamás habían
imaginado.
Las
brigadas médicas cubanas se instalan en las áreas rurales, al lado de la gente
más pobre, los que nunca habían conocido a un médico. Se salvaron miles de
vidas, se entregaron medicinas, se auxiliaron oportunamente a las mujeres a la
hora del parto… Esa es una historia que está por contarse.
Más
de 5 mil estudiantes bolivianos vinieron a formarse académicamente en Cuba, en
la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), como relevo planificado de los
equipos médicos cubanos para atender al pueblo boliviano.
Otro
programa de gran impacto es el de atención a las personas con discapacidad, la
Operación “Moto Méndez”, que nos ha permitido hacer una estadística de la
población y de ofrecer servicios médicos especializados para ellas. Abrimos 30
consultorios médicos específicamente para este fin y estamos en proceso de
instalar otros 30 centros.
La
Operación Milagro ha tenido un impacto extraordinario en Bolivia y en los
países fronterizos, beneficiando a poblaciones del Paraguay, de Brasil, de
Argentina, de Chile. Gracias a la instalación de los centros oftalmológicos
hemos atendido a miles y miles de ciudadanos bolivianos y sudamericanos,
operados por los doctores cubanos. Se realizaron más de 600 mil operaciones
quirúrgicas gratuitas, en las mejores condiciones, con los mayores estándares
de calidad de los servicios médicos, que han tenido un impacto muy fuerte en la
sociedad.
Se produce otro milagro, el de la alfabetización.
—Lo
que Bolivia no resolvió en 180 años de vida, lo logramos hacer con la ayuda del
pueblo cubano, gracias a la voluntad política de Evo y Fidel, junto a los
profesores cubanos hicimos el gran milagro de la alfabetización.
Martí
decía: “Ser culto es el único modo de ser libre”, liberamos a
Bolivia del analfabetismo, nunca antes este beneficio de la
educación había penetrado a la gente más pobre, excluida y desprotegida. El
Programa “Yo sí puedo”, y luego el “Yo sí puedo seguir”, tuvieron un impacto
extraordinario que le dio una legitimidad muy fuerte al Gobierno.
Gracias
a estos proyectos del internacionalismo solidario, recuperamos el cariño, la
confianza y el amor del pueblo boliviano hacia el cubano, desterramos los
prejuicios que durante casi 50 años habían sembrado, como una maquinaria de
despojo, de criminalización de la Revolución Socialista Cubana, 50 años en los
que el imperio se encargó de enfrentar al pueblo boliviano contra el cubano,
diciéndole que el comunismo en Cuba era inviable y que era una amenaza para la
seguridad de los EE.UU. y la Humanidad.
Evo y Fidel
prácticamente lo desmontaron en menos de una década, y fue superado por la
voluntad de dos pueblos, dos grandes líderes que lograron una victoria cultural
que a los Estados Unidos les costó cinco décadas construir.
Además
se firmaron un conjunto de acuerdos, de convenios, en el campo del comercio, de
la cooperación científica, de la asistencia técnica en diversas áreas. Un
equipo técnico cubano asesoró la instalación de nuestra primera industria
azucarera, el complejo azucarero Azúcarbol, la instalación de plantas para el
procesamiento de leche, de frutas tropicales. Hicimos el programa de los focos
ahorradores, de la sustitución de bombillos altamente consumidores, que ayudó
muchísimo a la economía boliviana.
Desde
el 2006 al día de hoy, la relación Bolivia- Cuba ha marcado otro rumbo, es otra
historia, no se desprende del pasado, pero marca una realidad distinta. Tan
distinta, que hoy constituye una amenaza para el imperio, como todo proyecto de
integración lo es, que los pueblos se reconozcan a sí mismos y se unan atenta
contra sus planes.
Ante
la injerencia, integración
En el contexto regional, sin dudas, Bolivia y Cuba
son una amenaza a la tutela imperial en América Latina, ¿cómo sobrevivir cuando
las maniobras injerencistas se empeñan en asfixiar a los gobiernos
progresistas?
—Esta
etapa de las relaciones, que inició en 2005, se produce en un contexto de
restablecimiento de los proyectos de integración regional, en el marco de la
construcción del gran proyecto del ALBA-TCP, cuando se desarrolla la CELAC,
cuando la región comienza a reconfigurar sus propios proyectos como Unasur y
Mercosur, en nuevo ciclo emancipatorio de América Latina, y los impactos
positivos de nuestra relación se derraman hacia otros pueblos. Quebramos el
maleficio, la política ruin del imperio de dividirnos.
La
gran obra, genial, vigorosa, es la integración, y esta no puede existir si no
pasa por una economía complementaria, por la solidaridad, por el concepto de
Fidel cuando dijo que el pueblo cubano entrega lo que tiene, no lo que le
sobra. Evo lo repite constantemente.
Esa
solidaridad que nace de la propia pobreza de nuestros pueblos, de sus
precariedades, es una solidaridad de pobres, del tercer mundo, de los pueblos
del Sur, que se miran hermanos, compañeros, que se asumen bajo una perspectiva
de confraternidad. Y eso es lo que les molesta al imperio y por eso nos
convertimos cada vez más en una amenaza. Porque en la integración nuestros
pueblos se desarrollan en beneficio de sus propios pueblos, no en beneficio de
las grandes trasnacionales, del capital financiero internacional, de los
monopolios económico. Es la integración de los Estados, es la diplomacia de los
pueblos, de los pobres del mundo, los ningunéanos y maltratados.
¿Cuánto
de común tenemos entre Cuba y Bolivia? Esa comunión se ha traducido en un gran
proyecto de integración político-comercial, de solidaridad, de esa idea
poderosa de Martí de que Patria es Humanidad.
Hoy
estamos pensando en una Patria Grande, pero ojalá tengamos una universal. La
patria es el ser humano, la comunidad, redistribuir los bienes públicos entre
todos, al margen de la codicia, de la hiperconcentración. Otra concepción de
sociedad. Evo y Fidel le han dado la vuelta a la historia.
El
Che, Fidel y Cuba; en el lugar correcto de la Historia
¿El acercamiento entre nuestros pueblos ha
contribuido a una mejor percepción de la figura del Che Guevara en Bolivia?
—Hay
diferencias entre la narrativa cultural que se impuso sobre el pueblo boliviano
respecto a Cuba, con la narrativa soberana de esta Revolución. En Bolivia, la
capacidad imperial para confundir y deformar la posibilidad de entender la
Revolución cubana ha sido mucho más exitosa que la posibilidad de comprender
los objetivos y el legado del Che. Y ojo, que no es solo en el caso del Che, de
Fidel, de Cuba… En nuestra propia narrativa, hay un vaciamiento en la
concepción histórica del ser boliviano, por una razón muy simple, cuánto menos
orgullo sientas de ti mismo, de tu sociedad, de tu cultura y valores, más
posibilidad tienes de ser domesticado, de ser enajenado.
Hemos
sufrido una guerra cultural en los últimos 60 años que ha favorecido la
incomprensión del legado, de la filosofía, de las ideas del Che por el pueblo
boliviano. Hay una mediación cultural perversa para con el pensamiento y la
lucha del propio Che. Han llegado a hacernos creer que los bolivianos mataron
al Che, cuando sabemos que quien lo mató fue la propia CIA, quien para
blanquearse necesita a los bolivianos y hacernos aparecer como los asesinos del
Che.
Hoy,
como nunca, en esta relación Bolivia- Cuba, el Che, Fidel y el pueblo cubano
están logrando colocarse en el lugar correcto de la Historia. Hoy día se
entiende al Che con una nitidez que antes era casi imposible, hoy el Che está
más claro que nunca, las razones de su lucha.
Por
eso es que nunca se había hecho en Bolivia un homenaje al Che como el que se
hizo el año pasado, el 8 y 9 de octubre. Era inimaginable que miles de
ciudadanos se concentraran en Valle Grande, y le dedicaran una semana a
rendirle homenaje al Che. Ese es uno de los grandes avances de la revolución
democrática y cultural de Bolivia.
Es
la expresión de su grado de conciencia política sobre el Che, eso 10 años atrás
era imposible, hoy hay romerías a La Higuera, el Che late en los pechos de los jóvenes,
está presente en los discursos de los dirigentes, su pensamiento circula en los
movimientos sociales, se recupera la memoria histórica del Che.
Diez años atrás cuando mencionabas la palabra
Bolivia en Cuba se asociaba al asesinato del Che, hoy cuando dices Bolivia se
habla de Evo.
Evo
es un ciudadano universal. Nunca antes Bolivia había sido conocida por la gran
mayoría de la sociedad universal.
¿Por
qué Evo es sinónimo de Bolivia y Bolivia sinónimo de Evo? ¿Por qué esa ecuación
indisoluble entre Evo y el nuevo Estado Plurinacional de Bolivia? Precisamente
por la extraordinaria capacidad de transformar una sociedad en democracia. Era
impensable tocar el patrimonio de la oligarquía boliviana en un régimen
democrático y Evo hizo eso, la proeza de limitar el poder a la oligarquía. Hizo
el milagro de la redistribución de las riquezas del pueblo boliviano.
Así
como el pueblo boliviano siente una gran admiración por Fidel, el pueblo cubano
lo siente por Evo. Se ha producido un cambio cultural en el pueblo cubano,
efectivamente, cuando mencionabas la palabra Bolivia en Cuba se asociaba al
asesinato del Che, hoy cuando dices Bolivia hablas de Evo. Se ha superado esa
relación perniciosa entre Bolivia y el asesinato del Che, esa es una
transformación que la Revolución boliviana produjo dentro de Cuba. Hay un
reconocimiento al liderazgo, al trabajo, a su carisma tan particular.
Evo
es el gran indígena que sin haber llegado a una universidad, a no ser la del
sindicato, la de una federación, su gremio, ha logrado trasformar una república
neocolonial en un Estado Plurinacional, sin muertos, sin violencia, sin guerra,
contra la resistencia de la oligarquía y la agresión del imperio.
Bajo los principios ancestrales que ha
universalizado: no ser ladrón (ama sua), no ser mentiroso (ama llulla) y no ser
ocioso (ama quella).
—No
se puede entender la transformación Bolivia si no entendemos el legado cultural
de los pueblos indígenas, ese es el soporte cultural de la revolución que tiene
que ver exactamente con esa trilogía quechua- aymara: “No seas ladrón,
no seas mentiroso, no seas flojo”.
Esa
ética Evo la cultiva con una disciplina inquebrantable, es el hombre que más
trabaja en Bolivia, es un hombre de una honestidad proverbial, que construyó un
tejido que hace posible la articulación, la unidad de la confederación de los
movimientos sociales, de los sindicatos, que son nuestro soporte político. Es
un reconocimiento a la diversidad, a la pluralidad dentro de la unidad que solo
lo podía haber hecho un sobreviviente de la pobreza, de la inaccesibilidad a
los servicios básicos.
Lleva siete meses en la Isla, ¿qué es lo que más le
atrae de ella?
—Su
Revolución cultural, la posibilidad de que un niño se convierta en un genio
pintor y una niña en una científica, que los obreros disfruten de derechos que
son privados en otras partes del mundo. Disfruto que la cultura es un bien
público, en un pequeño parque se puede disfrutar de un espacio de integración
generacional, étnico-cultural, política, cívica… Me encanta la historia viva, la
historia que te habla, interpela y revela todos los días la identidad cubana.
Me conmueve la Revolución cultural, que para mí es el soporte del Socialismo
cubano. http://www.cubadebate.cu/especiales/2018/01/11/cuba-y-bolivia-en-el-lugar-correcto-de-la-historia-video/#.WldLK3lG2Uk
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