BOLIVIA EN EL LABERINTO DEL 'SOCIALISMO DEL SIGLO XXI' ¿GOLPE DE ESTADO O AUTOGOLPE?
Los hechos
tienen lugar en medio de una guerra fratricida entre el presidente Arce y el
expresidente Morales por la candidatura presidencial para 2025
Bolivia ha
sido el último escenario del surrealismo hispanoamericano con un hecho todavía
difícil de encasillar en algún antecedente que conozcamos. Lo único claro hasta
ahora es que las rocambolescas imágenes vistas el miércoles se circunscriben a
un subproducto del Socialismo del siglo XXI.
El presidente
Luis Arce, fue electo democráticamente en 2020 designado por el Movimiento al
Socialismo (MAS) 'filial' del Foro de Sao Paulo y como heredero político de Evo
Morales, tras ver frustrado su deseo de perpetuarse en el poder mediante un
fraude electoral.
En 2022 Arce
designó como jefe del Ejército al general Juan José Zúñiga Macías y lo habría
destituido 24 horas antes del supuesto intento golpista del miércoles, según
confirmó el ministro de Defensa boliviano, Edmundo Novillo. Es decir, Zúñiga no
habría actuado como jefe militar, sin embargo, Arce, en su cara a cara con
Zúñiga en la casa presidencial le exigía dar la orden de replegar a los
soldados a los cuarteles.
Según
Novillo, la destitución de Zúñiga se debió a unas declaraciones en las que
amenazó con capturar a Evo Morales si este intentaba postularse como candidato
presidencial a las elecciones de 2025.
El ministro
de Defensa agregó que el militar intentó hablar con Arce antes de su
destitución, pero el mandatario estaba ocupado cumpliendo su agenda. De esto se
desprendería la hipótesis de que a Zúñiga se le ocurriera tomar una tanqueta y
romper la puerta de la sede del Ejecutivo para poder hablar con el mandatario.
Esta versión,
que descartaría un típico golpe de Estado, se refuerza con la discusión entre
Arce y el militar en un pasillo del palacio presidencial. El mandatario increpó
a Zúñiga y le exigió explicaciones por la presencia de los militares. El
general –se supone destituido el día anterior– le señala que está acompañado
por otros comandantes y le dice que están ahí para expresar la «molestia»
existente en las filas militares.
«Lleve a toda
la Policía Militar a sus cuarteles», le exige el presidente Arce, que recibe
como respuesta una negativa de Zúñiga: «No puede ser eso... tanto deprecio a
nuestra lealtad» a lo que el mandatario le replica «¿No me va a hacer caso?» a
lo que militar se reafirma «No».
El tono y
mensaje de Zúñiga es muy distinto al que usó antes de entrar a la sede del
Ejecutivo cuando dijo muy vehementemente: «Vamos a restablecer la democracia y
liberar a todos los presos políticos». Tampoco coincide con la versión o
confesión expresada cuando lo detuvieron: «El presidente me dijo que la
situación estaba jodida y necesitaba algo para levantar su popularidad»
apuntando a un autogolpe organizado por el propio presidente socialista.
La hipótesis
del autogolpe tendría sentido en el contexto de la guerra fratricida entre Arce
y el expresidente Morales por el control del MAS y la candidatura presidencial
para 2025. El propio Morales acusó el pasado 5 de mayo a Arce de tener un plan
para «prorrogarse» en el poder.
Un autogolpe
no sería descabellado, tomando en cuenta que es un recurso contemplado en el
libreto del Socialismo del siglo XXI para victimizarse creando un enemigo
ficticio, obligar a cerrar filas alrededor del líder, aplastar a todos los
adversarios que de otra manera no podrían e impulsar reformas legales que le
permitan atornillarse en el poder.
Ante los
confusos hechos, tanto la oposición boliviana como la propia Naciones Unidas ya
piden esclarecer lo vivido en la capital boliviana.
El
expresidente Jorge Tuto Quiroga señaló en entrevista con el medio Unitel, que
«es necesario que el presidente (Luis Arce) recupere la autoridad propia de la
investidura presidencial investigando, procesando, sancionando y castigando
esta clase de cosas para que no quede la duda de que esto fue un montaje o
pantomima que está haciendo (Arce) para salir a victimizarse y buscar cierto
respaldo».
Por su parte,
el expresidente y líder del partido opositor Comunidad Ciudadana, Carlos Mesa,
señaló al medio Telepaís que «uno queda abrumado por la sorpresa porque esto es
un sainete o es un mal chiste o es una conspiración o es una alianza entre el
Gobierno y las Fuerzas Armadas, pero por supuesto no soy yo (quien) para decir
si el señor Zúñiga miente o dice la verdad».
Incluso los
propios socialistas de la facción de Evo Morales dudan de la versión del golpe
de Estado y señalan con mayor claridad que la propia oposición que se trata de
una autogolpe. El senador del Movimiento Al Socialismo, William Torrez,
denunció que fue un hecho planificado y se ejecutó «a petición» del Gobierno
Arce y el diputado Héctor Arce agregó: «Casi caemos en este show montado por
Lucho Arce, en este autogolpe que planifica, organiza, diseña y ejecuta en
coordinación con el general Zúñiga».
La dudas de
lo sucedido en Bolivia trascienden las fronteras del país sudamericano. Desde
Ginebra, el alto comisionado de la Naciones Unidas para los derechos humanos,
Volker Türk, se mostró «profundamente preocupado» por la situación en Bolivia.
«Insto a las
autoridades a llevar a cabo una investigación exhaustiva e imparcial sobre las
denuncias de violencia y los informes de lesiones», señaló el jefe de derechos
humanos de la ONU.
«Los
responsables deben rendir cuentas, y las personas detenidas en relación con los
acontecimientos deben recibir juicios justos», agregó Türk.
Mientras
tanto, Zuñiga señaló el jueves al medio boliviano Unitel su voluntad de
declarar ante los fiscales y después hablar con la prensa. Junto al exjerarca
militar hay al menos una docena de militares detenidos que deberán ser
presentados al juez en las próximas horas en una antesala a un juicio que
seguramente dará mucho que hablar en el laberinto que el socialismo ha metido a
Bolivia. El Debate de España (https://acortar.link/qcaL4l)
GOLPE
FALLIDO, AUTOGOLPE, MONTAJE O QUÉ: LOS DATOS Y LAS DUDAS EN BOLIVIA AL DÍA
SIGUIENTE DEL LEVANTAMIENTO MILITAR
La Prensa
Austral de Chile (https://acortar.link/YcfNoW)
Un nuevo Alto
Mando Militar, dos ex comandantes de las Fuerzas Armadas encarcelados, el
anuncio de posibles detenciones de más militares y civiles, una gran confusión
ciudadana y la profundización de una larga crisis política y del feroz encono
entre Luis Arce Catacora, Evo Morales y dirigentes de las oposiciones, marcan
el día después de la zozobra por la toma del Palacio Quemado con tanquetas y
armas.
Por un lado,
la versión del gobierno asegura haber sofocado en menos de cuatro horas y con
éxito un intento de golpe militar. Por otro lado, el relato de los seguidores
de Evo Morales y de sectores opositores define lo ocurrido como “un autogolpe”,
“un show político”, “una aventura”, “una parodia”, “una pantomima” o “un
montaje” de Luis Arce Catacora, acordado con el general Juan José Zúñiga y sus
adeptos, para victimizar al Presidente y levantar su popularidad, en un momento
crítico por las protestas de diversos sectores sociales debido a la falta de
dólares en la economía y las filas en surtidores para conseguir combustibles.
Las primeras
horas posteriores a la crisis más complicada de los tres años y casi ocho meses
de la gestión de Arce Catacora han sido dominadas por una seguidilla de
intervenciones de diversos ministros en los medios televisivos para reforzar la
tesis del golpe de Estado, por un paro y bloqueos en la ciudad de El Alto para
“defender la democracia”, por vigilias en la Plaza Murillo a favor del gobierno
y por anuncios de movilizaciones de organizaciones sociales afines al
Presidente.
En el otro
lado, los seguidores del mayor opositor a Arce, que es el ex Presidente Evo
Morales, pasó del rechazo de la asonada militar a una fuerte ofensiva contra el
gobierno, que es acusado ahora de patrocinar “un autogolpe”. Parlamentarios de
la llamada “ala evista” del Mas y dirigentes de movimientos sociales afines a
Evo Morales aseguraron que el levantamiento militar de Zúñiga “fue un show
mediático armado” para desviar la atención de la mala gestión económica de
Arce, victimizar al Mandatario y afectar a Evo Morales.
El gobernador
encarcelado, Luis Fernando Camacho, también se ha referido a la hipótesis del
golpe como “un fraude”. Otros opositores como el ex Presidente Jorge Quiroga
definió como “una vergüenza de Bolivia a nivel internacional” lo ocurrido el
miércoles. El ex candidato presidencial Samuel Doria Medina se ha sumado al
planteamiento de parlamentarios opositores de una investigación para determinar
si hubo un “golpe” o un “autogolpe”.
La teoría del
“autogolpe” se vio impulsada por las explosivas declaraciones del general Juan
José Zúñiga en el momento de su rápida detención en presencia del viceministro
de Régimen Interior, el general de la Policía, Jhonny Aguilera. “El domingo me
reuní con el Presidente en el colegio La Salle y me pidió hacer algo para
levantar su popularidad. Me autorizó sacar tanquetas”, relató Zúñiga.
Golpista y
amigo de Arce
El polémico
general Juan José Zúñiga, que se expone a una sentencia de 20 años de cárcel
por los delitos de alzamiento armado y terrorismo, es señalado de ser un hombre
muy cercano y de confianza del Presidente Arce. “Era su amigo personal. Jugaban
básquetbol en el mismo equipo. Era uno de los peores alumnos, el 48 de su
promoción del Colegio Militar. Ha tenido muchos problemas como comandante y
cometió abusos como dar de baja a cinco generales. Tiene denuncias de
corrupción. No tuvo méritos para su ascenso y su puesto de comandante. Esto
explica lo ocurrido”, coincidieron el analista Omar Durán y el ex ministro
Javier Zabaleta.
Durante la
toma militar, el ex comandante del Ejército expuso discursos contradictorios,
ya que inicialmente se pronunció a favor de defender la democracia amenazada
por Evo Morales, luego anunció un cambio de gabinete de Arce y terminó con el
planteamiento de liberación del gobernador Luis Fernando Camacho y la ex
Presidenta Jeanine Añez, además del señalamiento a Arce Catacora como promotor
del movimiento de tropas.
Algunos
analistas han llamado la atención sobre ciertas circunstancias del alzamiento
como el cara a cara del Presidente con el militar sublevado, que se negó a
obedecer, y su rápido repliegue al simple llamado del nuevo Alto Mando Militar.
“Parece que todos los episodios se hicieron de manera programada, escenificada
y acordada”, cuestionó el analista Manfredo Bravo.
¿INTENTO DE
GOLPE O AUTOGOLPE?: LA NUEVA POLARIZACIÓN EN BOLIVIA
Después de
que el presidente de Bolivia, Luis Arce, aplacara la rebelión del general Juan
José Zúñiga, la nueva polarización política entre los bolivianos está centrada
entre quienes defienden que hubo un fallido intento de golpe de Estado y los
que señalan la supuesta orquestación de un autogolpe para favorecer al
mandatario en su búsqueda de respaldo cuando Bolivia vive una crisis económica.
France 24 de
Francia (https://acortar.link/VH2v3Y)
El Gobierno
de Bolivia presentó este jueves 27 de junio a 17 personas presuntamente
vinculadas con el "intento de golpe de Estado" denunciado por el
presidente Luis Arce y ejecutado bajo las órdenes del destituido jefe militar
Juan José Zúñiga.
Arce acusa a
Zúñiga de intentar derrocarlo el miércoles, cuando un grupo de soldados ocupó
la plaza Murillo, sede del Palacio de Gobierno y del Parlamento, y el jefe
militar habló airadamente de un nuevo gabinete, de liberar a “todos los presos
políticos” y luego con una tanqueta destrozó la puerta de la antigua casa
presidencial.
La imagen de
la tanqueta arremetiendo contra la sede del Ejecutivo parecía corresponder a la
época de los gobiernos militares de facto en las décadas 60, 70 y 80, cuando el
país pasó a ser considerado como el que más golpes sufrió en su historia.
La
sublevación de Zúñiga se saldó el miércoles con su detención y la del
vicealmirante Juan Arnez por los delitos de terrorismo y alzamiento armado, que
pueden costarles 20 años de prisión.
Líder de la
asonada asegura que seguía instrucciones del presidente
Las
detenciones llegan a 17 y buscan a más militares.
El ministro
de Gobierno, Eduardo del Castillo, ofreció este jueves más detalles de la
investigación con un organigrama y comunicó la detención de un total de 17
personas, entre militares de diversos grados y civiles, a los que acusó de ser
parte del plan que comenzó a gestarse en mayo pasado, según dijo.
Según el
ministro, se busca a al menos tres personas más, entre ellos al general
retirado Héctor Peña y Lillo Tellería.
Horas antes,
al ser consultado por las declaraciones de Zúñiga sobre su supuesto acuerdo con
Arce para movilizar tropas, Del Castillo dijo escuetamente que las palabras del
excomandante del Ejército “han perdido toda credibilidad”.
Zúñiga relató
haberse reunido con el presidente Luis Arce para movilizar vehículos blindados
ante el Palacio de Gobierno, justo cuando para esta semana se esperaban
protestas de camioneros, con bloqueos de carreteras, pero que finalmente se
suspendieron.
Sin embargo,
este jueves, el presidente aseguró que no es "un político que quiera ganar
popularidad con la sangre del pueblo" y reiteró que "él (Zuñiga)
actuó por cuenta propia".
"Nunca
estuvimos informados de lo que él pretendía" aseguró Arce.
"Si no
está acatando mis instrucciones está incumpliendo órdenes de su comandante
general (...) ¿cómo iba a ser la planificación de un autogolpe?",
manifestó el mandatario boliviano.
Posturas
contrarias
Zúñiga
también había concedido entrevistas polémicas en las que rechazó la postulación
de Evo Morales a los comicios del 2025 e incluso habló de la posibilidad de que
los militares lo detuvieran, una declaración que viola la prohibición
constitucional de deliberar para los miembros de las Fuerzas Armadas.
Morales
(2006-2019) y Arce, cuya gestión comenzó en 2020 y debe concluir en 2025, se
disputan la candidatura del izquierdista Movimiento al Socialismo (MAS) para
esos comicios, una pelea que ha fracturado a ese partido en todos sus niveles.
Arce
agradeció hoy en su cuenta X el respaldo de sus homólogos de Brasil, Luiz
Inácio Lula da Silva, y de Venezuela, Nicolás Maduro, que condenaron el “golpe
de Estado”, e internamente también consiguió la ratificación de apoyos de los
sindicatos afines.
En cambio,
desde la oposición, el expresidente Carlos Mesa (2003-2005) calificó lo
sucedido el miércoles con un “sainete” y el empresario Samuel Doria Medina
señaló que el Gobierno debería ser el más interesado en que se aclare cuál fue
su rol en la errática actuación de Zúñiga.
Entre los
seguidores de Evo Morales, el presidente del Senado, Andrónico Gutiérrez, dijo
en X que “de magistrados autoprorrogados a un supuesto golpe o autogolpe, el
pueblo se hunde en la incertidumbre”, y el exministro de Gobierno, Carlos
Romero, afirmó que “le han mentido a Bolivia y al mundo con un show político”.
“En un
síntoma de la situación crítica que vivimos”
Para el
analista Gonzalo Mendieta, lo sucedido es un síntoma de “la situación crítica
que vivimos y vive el Gobierno” y de la “fragilidad del presidente” porque hay
problemas estructurales como la escasez de combustibles y de dólares en la
economía, que han complicado su gestión gubernamental.
Consideró que
más que un intento de golpe se trató de un “motín” liderado por Zúñiga, que
pasó de ser un jefe militar “con una relación íntima” con Arce a terminar preso
con la posibilidad de ser condenado a 20 años por terrorismo y alzamiento
armado.
No obstante,
Mendieta no cree que se haya tratado de una confabulación entre Arce y Zúñiga
“para hacer crecer la popularidad del mandatario por un día” y atribuye lo
sucedido a la personalidad de Zúñiga, que se había declarado como un “general
de pueblo”, identificándose con figuras históricas militares de izquierda de
Bolivia, pero también con el exdictador Hugo Banzer.
La versión
del “autogolpe” no solo tiene seguidores entre la oposición tradicional al MAS,
sino también entre quienes están con el exmandatario Evo Morales.
Para el
historiador y analista Robert Brockmann, lo sucedido el miércoles fue una
“acción limitadísima” comparada con los golpes que recuerda el país en las
décadas de los 60, 70 y 80.
Los últimos
golpes en Bolivia fueron sangrientos y ocurrieron en 1979 con el coronel
Alberto Natusch Busch, cuyo gobierno duró 16 días, y el del exdictador Luis
García Meza (1980-1981).
“Lo único que
parece tener sentido es que sea una jugada deliberada de parte del Gobierno”,
dijo Brockmann, en el contexto de la “precariedad económica” que afronta el
gobierno boliviano y con el propósito de conseguir apoyos para el presidente
Arce.
Brockmann y
Mendieta coincidieron en que el apoyo que ha cosechado el mandatario tras lo
ocurrido el miércoles no parece ser suficiente en medio los desafíos y
problemas del país.
“La crisis
económica es real mientras no haya dólares y combustibles. Eso no va a parar”,
advirtió Brockmann.
El Gobierno
de Arce ha negado la existencia de una crisis económica y ha acusado a Evo
Morales y a los partidos opositores de derecha de estar detrás de los problemas
que vive el país con el fin de buscar un acortamiento de su mandato.
Según una
encuesta realizada por la consultora Gallup en mayo pasado, la aprobación de la
gestión presidencial de Arce fue de 18%. En 2020, Arce ganó la Presidencia con
un respaldo en urnas del 55%.
Morales había
renunciado en 2019 tras una ola de protestas sociales y peticiones realizadas
por los militares, la Policía y los sindicatos, debido al fracaso de los
comicios de ese año y las acusaciones de supuesto fraude contra su Gobierno.
De esa época
está vigente la otra polarización narrativa sobre si lo sucedido con Morales
fue el resultado de las denuncias del fraude o de un golpe, que llevó
transitoriamente al poder a Jeanine Añez, actualmente en prisión.
EDITORIAL.
BOLIVIA, CUANDO LA POBREZA DERROTA AL ESTADO
Las reservas
internacionales de Bolivia han pasado de unos US$15.000 millones en 2014 a
menos de US$2.000 millones este año, un país que ve fracasar su modelo
económico socialista
La República
de Colombia (https://acortar.link/4j7SuC)
Haití y
Bolivia tienen en común que son los países más pobres del continente americano,
pero las causas de sus fallidos modelos económicos y sociales no tienen el
mismo origen. Del primer caso, no es el momento para hablar, pero su miseria se
centra en la corrupción de sus gobernantes; por el contrario, en Bolivia, las
razones de su caos tienen que ver con el fracaso del modelo socialista que han
tratado de implementar desde las épocas del Che Guevara, pasando por la
injerencia de Hugo Chávez, hasta llegar al sumo del populismo del indigenista
Evo Morales.
El actual
presidente, Luis Arce, no solo es títere de las ideas de Evo, sino de Correa,
Maduro, Ortega y avalado por Cristina Fernández, por supuesto apoyado por el
Presidente de Colombia, pues están en las mismas orillas ideológicas.
Bolivia
fracasa porque el modelo socialista nunca ha atacado a conciencia las bases de
su miseria, que no son distintas al analfabetismo generalizado, la pobreza, los
bajos niveles educativos, la falta de competitividad, la estatización de los
recursos y el indigenismo que los mantiene postrados en el desarrollo de cara
al siglo XXI; eso, sin tener en cuenta la inexistente red empresarial,
industrial o bancaria local.
Bolivia tiene
un PIB de unos US$45.500 millones y un PIB per cápita de US$3.700, y según las
cifras del Banco Central, las reservas internacionales en los últimos años
pasaron de un pico de US$15.000 millones en 2014 a menos de US$2.000 millones
en la actualidad; pese a que Bolivia experimentó una bonanza de las materias
primas, dinero que solo sirvió para regalarlo y aceitar a los socialistas al
frente del Gobierno.
Dice el Banco
Mundial que “una recuperación sostenible requiere afrontar algunos desafíos
estructurales. Bolivia podría beneficiarse de establecer una estrategia para
abordar los desequilibrios macroeconómicos, apuntalar un rol más activo del
sector privado -que incluya empresas, desde pequeñas hasta las más grandes, e
inversionistas extranjeros- y aumentar la resiliencia a cambios en el entorno
internacional o a eventos climáticos adversos.
Para alcanzar
estos objetivos, al mismo tiempo que se continúa mejorando la provisión de
servicios y protegiendo a la población más vulnerable, es fundamental mejorar
la eficiencia y progresividad de la política fiscal (...) Las limitadas
reservas de gas, los altos subsidios a los combustibles, un mercado regional de
gas cada vez más desafiante y esfuerzos globales por descarbonizar el sector
energético, hacen necesario buscar alternativas a la exportación de gas. En
este sentido, fomentar la inversión privada contribuiría a acelerar el
crecimiento, promover la calidad del empleo y diversificar la economía con
miras a un mundo que es cada vez menos dependiente de los combustibles
fósiles”.
A Arce y sus
ideólogos de cabecera no les interesa que la gente salga de la pobreza y que
Bolivia salga del sótano económico, lo único que buscan es que los pobres no
escaseen para que tengan electores resentidos, que vivan en la pobreza en medio
del permanente discurso de resentimiento social.
El socialismo
ha fracasado en todo el mundo, sin dejar nunca de hablar de los casos de Cuba
Nicaragua, Venezuela y ahora en Bolivia, países en donde se ha demostrado que
esas ideas utópicas y engaña bobos solo sirven para patrocinar a unos
gobernantes corruptos.
EDITORIAL.
GOLPE FALLIDO EN BOLIVIA
Todas las
fuerzas deben unirse para defender el orden constitucional, a pesar de la
profunda crisis política y económica
El País de
España (https://acortar.link/RlU8ie)
Bolivia vivió
el miércoles momentos de profunda tensión por un intento de golpe de Estado que
fracasó en apenas dos horas. Las imágenes del vehículo blindado que impactó en
la puerta del Palacio Quemado, sede del Gobierno en La Paz, y de la irrupción
por la fuerza de un grupo de militares colocaron al país al borde del escenario
más aciago. Pero la asonada quedó sofocada tras la detención de su líder, Juan
José Zúñiga, el jefe del Ejército destituido tan solo un día antes. El
presidente del país andino, el izquierdista Luis Arce, llamó a la población a
movilizarse en defensa de la democracia y nombró un nuevo mando de las Fuerzas
Armadas, que emplazó a los uniformados amotinados a replegarse y volver a los
cuarteles.
El episodio,
de extrema gravedad en un país con un largo historial de intentonas golpistas e
insurrecciones, muestra la precariedad de los equilibrios políticos bolivianos,
donde aún resuenan los ecos del derrocamiento del expresidente Evo Morales en
2019. Arce, al frente de un Ejecutivo debilitado, destituyó el martes al
general golpista después de que este advirtiera de que no permitiría un nuevo
gobierno de Morales, quien aspira a la reelección. En sus proclamas se refirió
a la exmandataria Jeanine Áñez, que tomó el poder sin pasar por las urnas tras
Morales y que hoy se encuentra detenida por la represión policial que dejó
decenas de muertos durante la convulsa sucesión. “Vamos a liberar a todos los
presos políticos”, remachó Zúñiga.
El
excomandante del Ejército trató además, en el momento de su arresto, de
involucrar a Arce en un supuesto autogolpe para “levantar su popularidad” y
habló de un presunto encuentro secreto con el jefe de Estado. El actual
presidente, antiguo ministro de Economía y aliado de Morales, hoy profundamente
enfrentado a él, recibió el apoyo de todo el espectro político de Bolivia y de
la comunidad internacional. Sin embargo, el cruce de ataques entre los dos
dirigentes del Movimiento al Socialismo (MAS) es parte del marco de la crisis
que vive el país. El propio Arce denunció hace un mes la existencia de un
“golpe blando” en marcha y pidió a las Fuerzas Armadas que defendieran la
legalidad. Y tras la tarde convulsa del miércoles, hubo dirigentes de los dos
bandos que se endosaron mutuamente la responsabilidad de lo sucedido. El
presidente de la Cámara de Senadores, Andrónico Rodríguez, partidario de
Morales, acusó al Gobierno de urdir un autogolpe. Y un diputado afín a Arce
situó en cambio a Morales detrás del intento de golpe de Estado, con el
supuesto propósito de encarcelar al mandatario y a su número dos, el
vicepresidente David Choquehuanca.
La actuación
de las unidades del Ejército que tomaron el palacio presidencial no es solo un
golpe a la democracia y debe ser investigada a fondo y juzgada, sino que es la
enésima muestra de los peligros que anidan en el estamento militar en los
momentos de inestabilidad. Bolivia sufre una crisis económica, agravada por
escasez de dólares y falta de combustibles; hay convocatorias de protestas
sociales que el Gobierno considera lideradas por partidarios de Morales; la
Asamblea Legislativa, que hoy es mayoritariamente opositora, está paralizada
por la intervención del Tribunal Constitucional. El choque entre los poderes
Legislativo y Judicial bloquea la tramitación de leyes desde el pasado febrero.
Los problemas van a seguir ahí. Pero lo más urgente ahora es que todas las
fuerzas democráticas permanezcan unidas para hacer frente a cualquier amenaza
contra el orden constitucional y unidas afronten los problemas del país.
EDITORIAL.
BOLIVIA EN LA ENCRUCIJADA DEL PROCESO DE CAMBIO
Las tanquetas
desplegadas frente al palacio de gobierno parecen haber dado la última voz de
alarma. Lo que es seguro es que la oligarquía boliviana, de acceder de nuevo al
poder del Estado, consumará una revancha histórica que no distinguirá entre
arcistas y evistas
Diario Red de
España (https://acortar.link/B4QXv0)
Por varios
motivos, el proceso de cambio iniciado en Bolivia en el año 2005 puede ser
considerado como el más radical de la historia contemporánea de América Latina
y el Caribe: el inédito protagonismo indígena y campesino en la conducción de
los destinos del país, la nacionalización de los hidrocarburos y otros bienes
comunes estratégicos, la construcción de un modelo económico exitosísimo que
tuvo mucho de planificación y poco de “milagro”, la reducción notable de la
pobreza, la desigualdad y la exclusión social, la sanción de una de las
constituciones más avanzadas del planeta en términos de derechos y garantías,
la novedosa redefinición plurinacional del Estado, así como la construcción del
MAS, un partido-movimiento único en su tipo, alcanzan para sostener esta tesis.
Sin embargo,
la asonada militar del día miércoles volvió a evidenciar la crisis de un modelo
que, salvo durante el interregno abierto por el golpe de Estado en 2019, moldeó
los destinos de la república a lo largo de las últimas dos décadas. Otra vez,
como sucedió hace poco menos de cinco años, una tentativa golpista reveló la
fragilidad de la «Revolución Democrática y Cultural» y demostró que sus
conquistas, como todos los avances sociales, pueden ser revertidos. Al fin y al
cabo, como supo decir Isabel Rauber, no fue hace tanto tiempo que los indígenas
que hoy ocupan las más altas responsabilidades al frente del Estado tenían
prohibido caminar por las mismas veredas que los blancos.
Lo curioso
del caso boliviano es que, pese al inevitable desgaste acumulado en cuatro
períodos de gobierno, y aún con una crisis económica en ciernes, la izquierda
sigue siendo imbatible. Imbatible en términos electorales, dado que se impuso
en todas las elecciones celebradas desde el año 2005 (con la salvedad del
referéndum constitucional de 2016) y conserva aún hoy los mayores índices de
aprobación social; e imbatible también en términos políticos y sociales, porque
conduce a las principales organizaciones del país y cuenta con una gran
capacidad de movilización callejera, lo que le permitió estrangular el golpe de
Estado de 2019 en apenas un año, y recuperar la democracia en tiempo récord.
Sólo la
división de las clases populares, sus liderazgos y sus organizaciones podría
permitir el retorno de las oligarquías al poder en las elecciones generales
previstas para el año 2025. Ni lenta ni perezosa, ésta ha sido exactamente la
apuesta de la derecha local y trasnacional, impotente en los últimos años
frente al abroquelamiento de las mayorías indígenas y campesinas del país.
Ahora, las élites tradicionales parecen haber hecho suya la máxima del
estratega militar chino Sun Tzu: “si tu enemigo está cometiendo un error, no lo
interrumpas”.
La interna a
cielo abierto desatada entre los dos sectores del MAS, hoy fracturado de hecho,
dividió al movimiento popular entre “arcistas”, seguidores del presidente Luis
Arce, y “evistas”, partidarios del liderazgo histórico de Evo Morales. Ambos,
Arce y Morales, antes estrechos aliados, buscan competir por la presidencia en
2025. Para colmo, el Tribunal Constitucional echó más leña al fuego al negar la
posibilidad de Morales de volver a postularse, haciendo una interpretación
amañada de la Carta Magna que ha sido muy discutida por los juristas. Desde
hace meses, la interna escaló hacia niveles inimaginables, incluyendo
acusaciones de proscripción y hasta de tentativas de asesinato. E incluye hoy,
en un nuevo capítulo, interpretaciones muy diferentes sobre el carácter, los
objetivos y los responsables del motín del miércoles.
Con estas
relaciones tan destempladas, no son pocos los analistas que como Álvaro García
Linera, ex vicepresidente de Bolivia y uno de los intelectuales más lúcidos del
país y la región, auguran una derrota política casi segura si la izquierda se
presentase dividida a las urnas.
Nada está
escrito, y aún queda tiempo para dar un viraje antes de llegar al dramático
punto de colisión. Las tanquetas desplegadas frente al palacio de gobierno
parecen haber dado la última voz de alarma. Lo que es seguro es que la
oligarquía boliviana, de acceder de nuevo al poder del Estado, consumará una
revancha histórica que no distinguirá entre arcistas y evistas.
OPINION.
OPERETA GOLPISTA EN LA PAZ
La Vanguardia
de España (https://acortar.link/B1vImd)
La plaza
Murillo de La Paz, epicentro del poder político de Bolivia, amaneció ayer
fuertemente custodiada por la policía después de haber sido, unas horas antes,
el escenario único de un fugaz intento de golpe de Estado con aires bananeros,
encabezado por el comandante en jefe del Ejército, el general Juan José Zúñiga,
que ya está detenido.
Al día
siguiente, la intentona –que generó el repudio unánime de la comunidad
internacional– desembocó en vodevil, dejando en evidencia los motivos de fondo
que llevaron a este levantamiento de pandereta: el enfrentamiento abierto entre
el presidente izquierdista Luis Arce y su predecesor y mentor, Evo Morales,
enfrascados en una lucha de poder por el control del gobernante Movimiento al
Socialismo (MAS) y por la candidatura presidencial del 2025. Todo, en un
contexto de crisis económica.
En el
trasfondo de la intentona está la disputa entre Arce y Evo Morales por el
control del partido de gobierno
La opereta
del miércoles duró unas horas: Zúñiga, junto a un reducido grupo de efectivos
–algunos encapuchados–, se plantó en la plaza, frente al palacio Quemado, sede
del Gobierno. El general, que había sido destituido el martes por amenazar a
Morales, exigía que se formase un “nuevo gabinete” poco antes de que una
tanqueta militar hiciera el amago de ingresar al edificio chocando contra una
de sus puertas. Zúñiga salió del vehículo blindado donde estaba parapetado
cuando Arce bajó al vestíbulo del palacio y se encaró con el líder golpista, a
quien ordenó deponer su actitud. El general se negó. Entonces, el presidente se
dirigió al país por televisión, acompañado de sus ministros, confirmó que
Bolivia enfrentaba “un intento de golpe de Estado” y pidió que la ciudadanía se
movilizara en defensa de la democracia. Poco después, Arce tomó juramento a una
nueva cúpula militar y el flamante comandante en jefe del Ejército, José Wilson
Sánchez Velázquez, ordenó a Zúñiga y sus tropas que se replegaran. Cumplieron
la orden.
Ya en la sede
del Estado Mayor, Zúñiga fue detenido mientras hablaba con periodistas y
acusaba a Arce de estar detrás de su acción, en un supuesto autogolpe, para
elevar la popularidad del mandatario. El militar aseguró que se había reunido
con el presidente el domingo y que este le había dado el visto bueno para sacar
los blindados a la calle. “La situación está muy jodida, esta semana va a ser
crítica, es necesario preparar algo para levantar mi popularidad”, indicó
Zúñiga que le dijo Arce.
La intentona
dejó doce heridos de bala, según las autoridades, supuestamente en
enfrentamientos alrededor de la plaza. Mientras estaban ante el palacio Quemado
y cuando se replegaron, los militares fueron increpados por partidarios del
Gobierno. Junto a Zúñiga, quedaron detenidos una docena de militares. En su
declaración ante la policía, el general golpista manifestó que no pudo
“consumar los objetivos del alzamiento” porque los refuerzos previstos
“tardaron en llegar”.
Rápidamente,
los partidarios de Morales salieron a cargar contra Arce amplificando la teoría
del autogolpe. “Lamentablemente, como no tiene gobernabilidad, el presidente
Lucho, se ha dado un autogolpe”, dijo ayer el senador del MAS, Hilarión Mamani,
añadiendo que Arce “está culpando de todo al expresidente Evo”. Otro senador
evista del MAS, Leonardo Loza, también se abonó al autogolpe y definió la
intentona como “teatro gracioso y bien organizado” por parte de Arce. “Es
montado, actuado en base a un libreto”, agregó Loza.
Varios
miembros del Gobierno desmintieron la teoría conspirativa. “Todo se origina en
la decisión de cambiar a Zúñiga. El objetivo era dar un golpe al Gobierno”,
afirmó la ministra de la Presidencia, María Nela Prada.
Por otra
parte, hace tiempo que los partidarios de Arce acusan a Morales de
desestabilizar al Gobierno y ayer muchos de ellos apuntaban que el exmandatario
habría maniobrado de alguna manera para que los militares actuaran. En
cualquier caso, Zúñiga había dejado claro hace unos días que Morales no es
santo de su devoción, lo que precisamente provocó su destitución cuando, en una
entrevista, el general amenazó al líder cocalero asegurando que lo detendría si
era reelegido. “Ese señor no puede volver a ser más presidente de este país”,
dijo Zúñiga, recordando que “legalmente está inhabilitado”, algo que Morales
sigue cuestionando.
Arce encabeza
la intención de voto para las elecciones del año que viene
De todas
formas, a Arce no parece que le haga falta un autogolpe para ser legitimado.
Con el 19%, el presidente encabeza la intención de voto, mientras que Morales
apenas tiene un 9%.
El
enfrentamiento de Morales y su delfín, Arce, se inició poco después de que el
presidente asumiera el poder en el 2020 y dejara claro que no iba a permitir
que su mentor tuviera influencia en su Gobierno, lo que llevó a que ambos se
enzarzaran en una disputa por el control del partido que incluso ha llegado a
los tribunales.
Opereta,
sainete, vodevil…, el alzamiento el miércoles deja una Bolivia más inestable de
cara a las elecciones del año que viene.
OPINION.
BOLIVIA RESISTE: RESPUESTA DEMOCRÁTICA ANTE NUEVO INTENTO DE GOLPE DE ESTADO
Además de la
ausencia de apoyo popular e internacional, este movimiento liderado por Zúñiga
parecía contar con una participación minoritaria del sector militar y policial.
El Salto
Diario de Argentina (https://acortar.link/XJpcBY)
La fuerte
tradición caudillista que impera en América Latina desde los tiempos de Simón
Bolívar ha conducido a una permanente tensión entre el espacio civil y el
ámbito militar en la historia reciente latinoamericana. Es conocido que el
siglo XX fue especialmente virulento en ese sentido, con golpes de Estado
constantes que dieron paso a procesos dictatoriales impulsados por líderes
militares de diverso signo y procedencia.
El siglo XXI
ha visto, afortunadamente para la salud democrática de la región, cómo se ha
reducido notablemente la cantidad de intentos de toma del poder político por
vía armada. Sin embargo, tentativas fallidas como las sucedidas en Venezuela en
2002, Honduras en 2009, Ecuador en 2010 o Bolivia en 2019 nos invita a concluir
con que aún existen ciertos reductos dentro del estamento militar que confían
en esta fórmula de toma del poder político.
El último
intento de subvertir el orden constitucional por vía militar en la región se
produjo este miércoles 26 de junio en Bolivia, con “movilizaciones irregulares
de algunas unidades del Ejército”, en palabras del presidente Luis Arce en la
red X —anteriormente Twitter—. Estas unidades estaban dirigidas por el general
Juan José Zúñiga, comandante general del Ejército boliviano destituido tras una
confrontación directa con el expresidente Evo Morales, donde criticó la
injerencia del exmandatario boliviano y reivindicó el papel del ejército como
“el brazo armado del pueblo”.
Los sucesos
del miércoles 26 de junio generaron un clima de alta tensión, con el intento
por parte de los militares de acceder por la fuerza al Palacio Quemado, sede de
la presidencia boliviana, provocando una imagen que pasará a la historia
latinoamericana cuando el presidente Arce ordenó frente a frente al general
Zúñiga a que abandonaran sus intenciones y detuvieran su operación. La
impresión transmitida por los militares implicados fue de una organización sin
objetivos definidos y articulada de una forma improvisada y sin un respaldo de
los distintos poderes —político, empresarial o mediático— que configuran la
sociedad boliviana.
La
experiencia histórica muestra que para que un golpe de Estado triunfe, y más en
en el marco de las democracias latinoamericanas del siglo XXI, es necesario que
se cumplan una serie de condiciones previas que en ningún caso parecían estar
presentes en el movimiento del general Zúñiga. En primer lugar, esta facción
del ejército no contaba con apoyo popular de ningún tipo. Bolivia es un país
con una cultura democrática robusta, que cuenta con una base popular
heterogénea y una estructura política muy descentralizada. Estos factores
sociopolíticos, junto con otros, dificultan un potencial éxito de intentonas
golpistas en un país que lucha por dejar atrás su tradición militarista, muy
presente durante el siglo XX. En este caso, los propios dirigentes bolivianos
instigaron a la sociedad civil a movilizarse en defensa del orden
constitucional y la democracia, desembocando en tensiones entre manifestantes y
el ejército en algunos enclaves urbanos que se saldaron felizmente sin víctimas
mortales.
Por otro
lado, para que se materialice el éxito de un golpe de Estado militar resulta
clave contar con un cierto apoyo internacional. Durante el periodo de las
dictaduras de finales del siglo XX, países ya inmersos en procesos
dictatoriales apoyaban —con el beneplácito de Estados Unidos en el marco de su
Plan Cóndor— la instauración de regímenes militares en distintos países de la
región. Hoy, sin embargo, América Latina y el Caribe es una región que, si bien
está sufriendo un proceso de erosión democrática, cuenta con algunas de las
democracias más consolidadas del mundo. En suma, las propias instituciones
regionales como CELAC, UNASUR o la OEA establecen como principio rector la
defensa de la democracia. Esta creencia compartida implicó que, en pocas horas,
la gran mayoría de los presidentes y cancilleres de la región se manifestaran
en defensa de la democracia y del orden constitucional boliviano, condenando la
indefinida operación militar liderada por Zúñiga.
Especial
mención merece el comunicado de Luis Almagro, presidente de la OEA, involucrado
en el intento de derrocamiento del presidente Nicolás Maduro entre los años
2017 y 2019, y que también reconoció su participación en el intento de golpe de
Estado en Bolivia en 2019 contra Evo Morales. Más allá del doble rasero y la
incoherencia discursiva, es de celebrar el regreso de la OEA y de Luis Almagro
en particular a la senda de la defensa de la democracia y a la firme condena de
los intentos violentos de toma de poder político. Por otro lado, Jeanine Áñez,
beneficiaria del contubernio político ocurrido en 2019 alzándose con la
presidencia interina condenó, esta vez sí, el movimiento militar encabezado por
Zúñiga. De esta manera, el conjunto de la comunidad internacional y los
diferentes actores políticos bolivianos expresaron su firme disposición de
defender al presidente Arce y la democracia boliviana.
Además de la
ausencia de apoyo popular e internacional, este movimiento liderado por Zúñiga
parecía contar con una participación minoritaria del sector militar y policial.
En este caso, las investigaciones concluirán cuál era el grado de implicación
de los distintos estamentos militares, pero la sensación transmitida es que no
se trató de un movimiento orquestado ni mayoritario dentro del conjunto de las
Fuerzas Armadas.
En cualquier
caso, la región latinoamericana se encuentra en un proceso de progresiva
militarización de su vida pública —como respuesta a la demanda ciudadana en
materia de seguridad—, que implica que el ejército ocupe de forma paulatina
puestos de responsabilidad en los procesos de decisión política. De este modo,
la experiencia de este intento de golpe fallido en Bolivia debe servir como
advertencia de los riesgos vinculados a una creciente presencia militar en la
vida política de las sociedades latinoamericanas.
Bolivia es un
país que está sufriendo una desaceleración de su economía tras más de una
década de crecimiento continuado. Las diferencias campo-ciudad, la “emergencia
indígena” o las tensiones políticas internas en el movimiento MAS entre el
presidente Arce y el expresidente Morales aparecen como elementos
desestabilizadores que dificultan la gobernabilidad del país. En suma, Bolivia
se está convirtiendo en un enclave geopolítico estratégico por sus grandes
reservas de litio, material clave en la producción de dispositivos
tecnológicos, convirtiéndose en un componente altamente demandado en el mercado
internacional, lo que puede afectar de algún modo a la soberanía del país.
Algunos
analistas han vinculado el motivo del golpe a esta causa, mientras que el
propio general Zúñiga ha acusado al presidente Arce de haber articulado todo
este movimiento para aumentar su popularidad. En fin, las investigaciones
concluirán cuál es el origen y motivaciones del golpe, que en principio tuvo
como voluntad, en palabras de su instigador, de modificar el gabinete de
gobierno, para posteriormente señalar que se trataba de una muestra de
descontento por la situación política del país. El saldo que deja este suceso
invita a la preocupación por la escalada de tensión política que se viene
produciendo en la región, sin embargo, es de celebrar la contundente y unánime
respuesta democrática tanto del pueblo boliviano como del conjunto de la
comunidad internacional.
OPINION.
GOLPE CONTRA LA SOCIEDAD EN BOLIVIA
Qué difícil
es explicar que nos lo tomamos en serio porque tenemos un entrenamiento al
desastre y que, por muy absurdo que pareciera, teníamos derecho a reaccionar
con miedo.
El Salto
Diario de Argentina (https://acortar.link/ZZLe4w)
Me encuentro
en este momento participando de un festival de teatro en Austria, a miles de
kilómetros de distancia, pero el golpe me llegó como si hubiera estado en la
mera plaza Murillo haciendo alguna de mis radios documentales. Al mismo tiempo,
mucha gente me escribe preocupada por el país, por las Mujeres Creando y por mi
persona. Gracias a todes ell@s.
He respondido
rápidamente que esto no es lo que parece y que se queden tranquil@s y que yo no
estoy en el país y que el equipo de Mujeres Creando es un tejido de afectos y
sabidurías que reaccionó con la mayor claridad desde el primer segundo.
Qué difícil
es explicar algo tan perverso y tan turbio como lo que ha sucedido ayer en
Bolivia. Qué difícil es explicarle a la gente que fuimos victimas colectivas de
una gigante manipulación, qué difícil es explicar que, de todas maneras, no
pudimos dormir en paz. Qué difícil es explicar que nos lo tomamos en serio
porque tenemos un entrenamiento al desastre y que, por muy absurdo que
pareciera, teníamos derecho a reaccionar con miedo. Qué difícil es explicar que
vivimos en una suerte de continuo sabotaje.
Las víctimas
del golpe de ayer fuimos nosotr@s tod@s como sociedad. No hay en todo el
sistema político ni una persona con la credibilidad suficiente para explicar lo
sucedido empezando en Richter y terminando en el senador Loza o pasando por
Tuto Quiroga, que fue actor principal de la sedición en las Fuerzas Armadas el
2019.
No tengo
acceso a información sobre lo que supuestamente sucedió así que voy a desplegar
tres posibilidades sobre lo que ha sucedido.
1.- Fue un
acto del comandante de las Fuerzas Armadas arbitrario y aventurero sin gran
respaldo dentro las Fuerzas Armadas realizado frente a un gobierno sin
capacidad de nada. La utilidad y base política de ese acto fue reafirmar y
refrescar la memoria sobre la facultad histórica de los militares de asumir
desde el uso de la fuerza la toma de la administración del Estado cuando les da
la gana. Una especie de recordatorio, una especie de puesta en escena, un
ensayo sobre una posibilidad aún latente. Por eso, y no por imbéciles,
reaccionamos con miedo.
2.- Fue un
acto conversado con el Gobierno de Arce, ante su propio desgaste, para
supuestamente remitirnos al golpe de 2019 y corregir la reacción de huida del
Gobierno de Evo Morales, mostrando a un Arce capaz de enfrentar el problema. Si
esta segunda posibilidad fuera la cierta, habían ensayado muy mal sus papeles y
tanto Arce como el ministro de Gobierno Castillo y el viceministro de Régimen
interior que jugaron a ser los machitos en escena no lograron convencer con sus
actuaciones a nadie. Todes sabemos que eso en teatro como en cine es el fracaso
del guion.
3.- Fue un
golpe que sigue activo y aún no hemos visto el desenlace de la historia, por
eso Zuñiga está tan tranquilo porque únicamente nos han manipulado para que
cuando se perpetre no sepamos si se trata de un simulacro o de una realidad.
En las tres
hipótesis hay que decir urgentemente que el ánimo de jugar el papel de machitos
valientes de todos los personajes es el eje de su comportamiento, es la razón
de ser de sus vidas, es la pasión más importante que tienen. Cómo les fascina
sentirse, aunque sea por un segundo, dueños absolutos de la situación, aunque
el segundo siguiente hagan el más completo ridículo social como es en este
momento el caso del presidente, el vicepresidente, el ministro de gobierno, el
ex comandante de las Fuerzas Armadas y el viceministro de gobierno.
Y no me digan
que veo machismo en todo lado primero porque así es y segundo porque se trata
de un comportamiento central a la crisis en la que estamos.
En las tres
hipótesis hay que decir urgentemente que, mientras la alcaldesa de El Alto
reaccionó oportunamente, la rectora de la UMSA lo hizo rápidamente, el
Parlamento estaba fuera de juego. La supuesta institución central de la
democracia no hizo, ni dijo nada. Seguramente Andrónico estaba haciendo maletas
por si acaso y varios y varias otras también. Es por supuesto interesante ver
que la asamblea legislativa no garantiza nada y que ahí adentro no hay una sola
persona que asuma sus responsabilidades, menos aún como cuerpo, como bancada,
como actores supuestos y dueños además de una parte de la plaza Murillo.
Bolivia no tiene Parlamento, no tiene legisladores, y es urgente tomar nota de
eso. En 2019 no los tuvo tampoco, pues estuvieron igual de desmovilizados,
igual buscando dónde esconder sus colas de rata y salvarse el pellejo.
TRIBUNA.
BOLIVIA: UN GOLPE A LA CREDIBILIDAD
Cundió más la
extrañeza y la perplejidad, debido a las inevitables comparaciones que, con el
pasar de las horas, comenzaron a hacerse entre estos acontecimientos y
experiencias anteriores.
El Líbero de
Chile (https://acortar.link/nFJzyW)
Si hay algo
en que nuestros vecinos bolivianos tienen una exhaustiva experiencia,
(adquirida en el transcurso de casi toda su historia), es en golpes militares.
Los han tenido de todo tipo: Golpes de Estado propiamente tales, impulsados
desde derecha e izquierda, así como otros gestados exclusivamente por caudillos
al interior de los regimientos y sin participación de civiles.
Pero lo
ocurrido esta semana en la Plaza Murillo y el Palacio Quemado aún tiene
perplejos a casi todos los bolivianos; tanto, que aún no atinan a darle a los
eventos ocurridos una clara definición. No hay evidencia suficiente como para
llamarle un Golpe Militar, así, con todas sus letras, puesto que el principal
protagonista había sido destituido el día anterior. En rigor, ni siquiera tenía
mando al momento de la “asonada”.
Se complicó
más el asunto cuando el destituido general Zúñiga, (a quien se conocía como
leal y cercano colaborador del presidente Arce), declaraba a la prensa que su
intervención había sido convenida con el propio Jefe de Estado. Se incrementó
la confusión cuando se supo que Zúñiga había sido destituido, pero sin nombrar
a sucesor ninguno, algo extremadamente raro…
Todo esto,
ante la inmediata sospecha de los ciudadanos que observaban, incrédulos, que no
se daba ninguno de los componentes clásicos de los golpes militares. Ni tiros
al aire u otras manifestaciones de fuerza por parte de los “golpistas”, (algo
infaltable en “todo golpe que se precie de tal”, al decir de los paceños),
extrañados por la ausencia absoluta de contra manifestantes o miembros de
fuerzas políticas o sociales que se opusieran a la acción militar, como había
ocurrido en todos los golpes e intentonas conocidos hasta ahora. Ni los
“Ponchos Rojos”, ni los mineros de la Comibol, ni los numerosos cuadros de los
movimientos indígenas aparecieron por parte alguna, como si hubieran
desaparecido de la faz de la tierra. En ese mismo momento comenzaron a explotar
las redes sociales, con “memes” festinando en torno a la poca seriedad del
“golpe”.
Al consultar
diversas fuentes paceñas, constatamos que la sensación de temor en la
población, si la hubo, duró poco. Cundió más la extrañeza y la perplejidad,
debido a las inevitables comparaciones que, con el pasar de las horas,
comenzaron a hacerse entre estos acontecimientos y experiencias anteriores. En
este punto aparecen situaciones que llaman la atención.
El año 2019,
Evo Morales impuso su candidatura en contra la decisión manifestada por el
electorado en el referéndum de febrero de 2016, que ratificó que la
Constitución boliviana le prohibía postular a un tercer mandato. Y cuando se
pronunció nuevamente el electorado y Morales quiso desconocer el resultado de
la elección, un informe lapidario de los observadores enviados por la OEA
determinó la existencia de serias irregularidades en el conteo y transmisión de
los resultados. Eso llevó a tal indignación y presión popular, que tras tres
semanas de protestas Morales se vio obligado a renunciar y salir exiliado a
México. No hubo en esa ocasión ni movimiento de tanquetas ni amenazas
militares. Evo Morales renunció después que un alto jefe militar le recomendó hacerlo
para evitar la agravación de un conflicto ya desatado, amenazando convertirse
en una guerra civil.
Sin embargo,
a poco andar, el renunciado Evo Morales denunció que había sido víctima de un
“Golpe de Estado”, lo que fue replicado y acogido por sus amigos bolivarianos y
socios del Foro de Sao Paulo, quienes se encargaron de instalar la idea de que
a Evo se le sacó mediante “un golpe”, que nunca existió. Y a Janine Añez, quien
asumió la presidencia en concordancia con el procedimiento establecido por la
Constitución boliviana, terminó siendo apresada como conspiradora en el
inexistente “golpe”. Añez y el exgobernador
Camacho, de Santa Cruz, llevan años como auténticos presos políticos.
En resumen:
Evo Morales, quien violó repetidamente la Constitución, desconoció el resultado
de un referéndum, luego impuso su candidatura ilegal y finalmente intentó
alterar los resultados de la elección, aparece como “víctima de un golpe de
estado”. Y sus adversarios políticos, quienes se atuvieron a las disposiciones
constitucionales, son sometidos a prisión sin derecho a un juicio justo.
Todos estos
hechos innegables deben hacernos reflexionar sobre los acontecimientos
ocurridos en Bolivia y la cautela que debemos tener cuando se pide defender los
principios democráticos en ese país. Si ha habido un golpe, nuevamente ha sido
contra la credibilidad de las instituciones bolivianas.
OPINION. LO
QUE ESCONDE EL INTENTO DE GOLPE DE ESTADO EN BOLIVIA
El conflicto
tiene raíces profundas que combinan una crisis económica severa y una feroz
lucha de poder dentro del partido Movimiento al Socialismo
CTXT Contexto
y Acción de España (https://acortar.link/Q4dQ0W)
De repente,
sin preámbulo, soldados encapuchados se movilizan hacia la plaza Murillo en
horas de la tarde. Sin que nadie lo espere, los uniformados y sus fusiles
bloquean los accesos y las imágenes se viralizan instantáneamente: vuelan gases
lacrimógenos y unas tanquetas arremeten torpemente contra las puertas del
palacio de gobierno en La Paz. Adentro está la cúpula del Gobierno, entre ellos
el propio presidente Luis Arce y su vice, David Choquehuanca, quienes difunden
videos junto a sus ministros denunciando el intento de golpe de Estado. La
situación es confusa para todo el mundo, dentro y fuera de Bolivia. El
comandante general del Ejército, Juan José Zúñiga, promete ante los medios en
una caótica conferencia “recuperar la patria” y designar un nuevo gabinete.
Zúñiga titubea: está a las puertas del golpe, pero no termina de ejecutarlo.
Discute en un pasillo con el presidente y retrocede. Se refugia en una tanqueta
estacionada en la puerta del palacio mientras el presidente procede a designar
nuevas autoridades para las fuerzas armadas. Minutos después, los soldados se
retiran de la plaza dando por terminado el intento de putsch. El show duró
menos de tres horas y tuvo de todo menos claridad. ¿Qué pasó el 26 de junio en
Bolivia?
El conflicto
tiene raíces profundas que combinan una crisis económica severa y una feroz
lucha de poder dentro del Movimiento al Socialismo (MAS), probablemente el
partido más importante de la historia de Bolivia. El horizonte son las
elecciones presidenciales del año que viene. La disputa a cielo abierto es
entre el actual presidente Arce, quien pretende ir por su reelección y Evo
Morales, quien gobernó entre 2006 y 2019.
Comencemos
por lo más reciente: un general desangelado, desautorizado, salió a golpear con
vehemencia e imprudencia la puerta de su jefe, en este caso el presidente Arce,
y quedó fuera de juego. Todo comenzó con declaraciones incendiarias del general
Zúñiga en una entrevista en el programa No Mentirás el 24 de junio. Allí,
Zúñiga dijo que Evo Morales estaba inhabilitado legalmente para ser presidente
de nuevo, citando la Constitución Política del Estado que limita las gestiones
presidenciales a dos periodos. Literalmente, declaró: “El Ejército y las
Fuerzas Armadas tienen la misión de hacer respetar y cumplir la CPE, ese señor
no puede volver a ser presidente de este país”.
Estas
declaraciones provocaron una fuerte reacción de Morales y sus seguidores,
quienes empezaron a hablar de un posible “autogolpe”. Morales denunció en su
cuenta de X: “Las amenazas hechas por el comandante general del Ejército, Juan
José Zúñiga, nunca se dieron en democracia. Si no son desautorizadas por el
comandante en jefe de las Fuerzas Armadas (Luis Arce) se comprobará que lo que
en verdad están organizando es un autogolpe”.
La reacción
del gobierno fue citar a Zúñiga, quien había sido nombrado comandante del
Ejército a fines de 2022 por el propio Arce, para anunciarle su destitución.
Pero el militar llegó a la sede del poder acompañado de soldados, tanques y una
retórica inflamada: “Aquí están las fuerzas armadas con su pueblo”, dijo el
general, y añadió: “Estamos escuchando el clamor del pueblo. Porque desde hace
muchos años, una élite se ha hecho cargo del país. Dueños del Estado, vándalos
están en las diferentes estructuras del Estado, destrozando la patria. Las
Fuerzas Armadas pretenden reestructurar la democracia”. También aseguró que iba
a liberar a “los presos políticos” como la expresidenta Jeanine Áñez y el
exgobernador de Santa Cruz Fernando Camacho. Para el analista Pablo Stefanoni,
“el país asistió a un general actuando como ‘movimiento social’, lo que en los
hechos constituye un golpe de Estado, increpando cara a cara al presidente Arce
tras ingresar por la fuerza al Palacio Quemado, mientras los colaboradores del
presidente le gritaban golpista y le exigían a gritos que retirara a los
uniformados”.
Zúñiga se
quedó solo muy rápido. Se refugió en una tanqueta desde donde se enteró del
nombramiento, dentro del palacio, de nuevas autoridades. En paralelo, no
cosechaba apoyos ni dentro ni fuera del país. Expresidentes conservadores como
Jorge ‘Tuto’ Quiroga y Carlos Mesa se pronunciaron efusivamente en contra de la
intentona. Incluso la golpista Jeanine Áñez, desde la cárcel, se opuso. Las
organizaciones sociales y sindicales también reaccionaron con velocidad y
llamaron a una gran movilización rumbo a La Paz en un marco de huelga general y
bloqueo general de caminos.
El intento de
golpe refleja la falta de cohesión y el constante conflicto dentro del
liderazgo boliviano. Resultan difíciles de comprender las razones últimas y las
cuentas que pudo haber hecho Zúñiga, pero en cualquier caso resulta evidente
que interpretó que el desorden general de las cosas abría una puerta para la
intentona golpista.
Bolivia no
solo atraviesa una crisis política: la situación económica es también compleja.
Arce fue elegido justamente como candidato porque como ministro de Economía del
propio Evo Morales fue catalogado como el artífice del “milagro económico
boliviano”. Sin embargo, durante su gestión la situación no fue tan virtuosa.
Según el periodista y escritor Fernando Molina, “la suma de la crisis económica
que genera malestar en la gente, preocupación por la falta de dólares, por la
falta de combustibles [...] también genera conflictos sociales”.
Ciertamente
el país atraviesa una crisis económica provocada por la caída de la producción
de gas, que –luego del proceso de “nacionalización de los hidrocarburos” que
llevó adelante Morales– fue el principal sostén de la economía. Molina lo
explica así: “La crisis económica se debe a que lo que fue la fuente de la
bonanza de la que se benefició Morales durante todos sus gobiernos, que es la
industria del gas, la principal industria extractiva del país y la fuente de
recursos para el Estado ha entrado en una en una crisis también, ya que los
yacimientos se han agotado”.
Y añade:
“Estamos produciendo apenas 31 millones de metros cúbicos de gas por día,
cuando antes producíamos 60 millones de metros cúbicos. Entonces, el Estado no
cuenta con divisas suficientes y por eso desde 2023 los dólares escasean en el
país”. Esta escasez de divisas ha llevado a un “semicorralito”, en el cual los
ciudadanos solo pueden retirar una cantidad limitada de dólares diarios, lo
cual llevó a la generación de un mercado negro.
A esta
situación económica se suma la escasez de combustibles, ya que Bolivia debe
importar la mayor parte del diésel que consume. Esto ha causado largas filas en
las estaciones de servicio y un creciente descontento social. Es esperable que
el escenario de aquí en adelante sea de mayor confrontación dentro del MAS con
miras a las elecciones presidenciales del 2025. Lo que el intento de golpe
evidencia es que por fuera de dicha pelea interna también hay movimiento, y que
la profundización de la guerra fratricida puede generar efectos inesperados
para ambos sectores dentro del campo popular boliviano.
DOS HORAS QUE
CONMOVIERON A BOLIVIA
Una de las
principales tareas de la embajada de EEUU es explotar y exacerbar las
contradicciones entre Luis Arce y Evo Morales, así como la lucha intestina en
el oficialista MAS.
Revista
Tramas de Argentina (https://acortar.link/4d1Rzv)
El fallido
golpe de Estado militar del general Juan José Zúñiga en Bolivia encierra una
serie de interrogantes y rarezas, incluida la versión sobre un eventual
autogolpe del presidente constitucional Luis Arce, pero se encuadra dentro de
la guerra híbrida del Comando Sur del Pentágono y la embajada de EEUU en La
Paz. Tiene que ver, también, con la larga tradición putschista del generalato
boliviano, formado técnica e ideológicamente con base en la Doctrina de
Seguridad Nacional y la guerra de contrainsurgencia que se enseñan en las
academias militares de EEUU.
El 24 de
junio, la canciller boliviana, Celinda Sosa Lunda, convocó a la encargada de
negocios Debra Hevia, titular de la embajada de EEUU, y le planteó un reclamo
por una serie de pronunciamientos y acciones realizados por parte del personal
a su cargo, considerados como una intromisión en los asuntos internos del país.
El escueto comunicado de la cancillería no dio mayores detalles, pero dos días
después se produjo la intentona sediciosa del comandante de las fuerzas
armadas, general Zúñiga, ex jefe del Estado Mayor del ejército y experto en
inteligencia militar.
El 14 de
junio, Hevia, quien domina los códigos de la guerra no convencional asimétrica
y las operaciones sicológicas encubiertas –y que pasó por el Centro de
Operaciones del Departamento de Estado de EEUU, grupo de trabajo dedicado a las
tareas de inteligencia y las operaciones especiales–, había rechazado
rotundamente los señalamientos del ministro de Economía local, Marcelo
Montenegro, quien afirmó que su representación diplomática estaba involucrada
en un golpe blando, al fomentar protestas entre transportistas y comerciantes
por la falta de dólares y combustibles en el país.
Como
señalamos en El Comando Sur y la guerra híbrida en Bolivia (C. Fazio, La
Jornada, 29/4/24, https://lahaine.org/gH77), una de las principales tareas de
Hevia era explotar y exacerbar las contradicciones entre Luis Arce y el ex
presidente Evo Morales, así como la lucha intestina en el oficialista
Movimiento al Socialismo (MAS), como parte de una estrategia de
desestabilización tendente a una revolución de color, cuyo propósito es borrar
todo vestigio del proceso de cambio que comenzó en 2005. A lo que se suman las
acciones de la jefa del Comando Sur, generala Laura Richardson, ejecutora de la
diplomacia de guerra de la Casa Blanca y el Estado profundo (deep state), cuyo
objetivo es quedarse con el litio, las tierras raras y el agua dulce de
Bolivia. Ambas funcionarias han venido alentando a los sectores golpistas de
Santa Cruz y Cochabamba, que protagonizaron el putsch de 2019.
El lunes 24,
el general Zúñiga amenazó con detener a Evo Morales para impedir que sea
candidato a la presidencia en 2025; el martes 25 hubo rumores sobre la
destitución del comandante de las fuerzas armadas, cuya cúpula se mantuvo en
estado deliberativo al margen de la Constitución, y el miércoles 26, en el
marco de su aventura golpista, y tras invadir el Palacio Quemado, Zúñiga dio 20
minutos a Arce para liberar a Jeanine Áñez y Luis Fernando Camacho,
protagonistas del golpe de 2019.
La intentona
fracasó. Pero el Comando Sur no descansa: hay que recordar el paro de los
transportistas financiados por la CIA en Chile para hacer llorar la economía, y
el tacnazo, la fallida sublevación militar que anticipó el derrocamiento de
Salvador Allende dos meses antes del golpe de Augusto Pinochet, con apoyo del
movimiento neofascista Patria y Libertad.
OPINION.
CLAVES PARA ENTENDER QUÉ PASÓ EN BOLIVIA
El intento de
golpe institucional implica razones políticas, económicas y sociales que se
deben analizar en conjunto para comprender lo que pasó
Infobae de
Argentina (https://acortar.link/HQ9P6j)
Hace 33 años
el politólogo norteamericano Samuel Huntington acuñó el concepto de “tercera
ola de democratización” para describir la serie de transiciones a la democracia
que ocurrieron en varios países desde mediados de la década de 1970 hasta
principios de 1990. En esta ola, América Latina fue una de las grandes
protagonistas. Hoy, a casi 4 décadas de ese momento, las imágenes de tanques de
guerra que se desplazan hasta el palacio de gobierno y militares tomando la
calle parecen de otra época.
Sin embargo,
lo que sucedió el miércoles a la tarde en La Paz, Bolivia, nos recuerda que a
pesar de haber transcurrido muchos años, las democracias latinoamericanas aún
pueden ser más frágiles de lo que creemos. De acuerdo con un informe de la
consultora Latinobarómetro, desde 1990 la región nunca tuvo un retroceso
democrático como el que estamos presenciando hoy.
Esa recesión
institucional se manifiesta en el bajo apoyo que tiene la democracia, el
aumento de la indiferencia al tipo de régimen, la preferencia y actitudes a
favor del autoritarismo, el desplome del desempeño de los gobiernos y de la
imagen de los partidos políticos. Actualmente el 98% de los latinoamericanos
viven en regímenes defectuosos, híbridos o directamente bajo gobiernos
autoritarios. Al medir la calidad democrática en Bolivia, gran protagonista
político de esta semana, vemos que el país descendió al puesto 20 sobre un
total de 24 naciones latinoamericanas, dando cuenta de una muy preocupante
situación institucional. Así, observamos que en América Latina existe un
declive sostenido desde hace varios años con un deterioro continuo y
sistemático de la democracia.
Sin embargo,
las imágenes del miércoles en Bolivia no mostraban un desgaste progresivo de
las instituciones sino el intento violento y abrupto de tomar el poder. Y si
bien esta situación puede ser la consecuencia de la mala calidad institucional,
¿por qué es distinto? ¿Cómo explicar que repentinamente los militares quieran
ingresar en el palacio presidencial y amenazar con tomar el poder? ¿Esta
situación remite a una causa netamente política? No necesariamente.
Entonces,
¿cómo entender lo que sucedió en Bolivia? Para eso, es necesario abordarlo de
una manera multicausal.
Las causas
políticas detrás del intento de golpe
Haciendo un
recorte temporal, podríamos pensar que el intento de golpe por parte de Juan
José Zúñiga, ahora ex jefe del Ejército, se debe a que el día anterior el
presidente Luis Arce lo había removido de su cargo, después de que el General
declarara que no iba a permitir un nuevo gobierno de Evo Morales, ex aliado
político de Arce y ahora convertido en uno de sus más acérrimos rivales.
Sin embargo,
el alzamiento nos remite a algunos pasos previos y más precisamente, a la
interna política del partido Movimiento Al Socialismo, creado en 1997 por Evo
Morales y por quien, a su vez, Luis Arce llegó al poder. Después de un cisma
entre quienes responden al actual mandatario y los que permanecen leales a Evo
Morales, Luis Arce fue expulsado de la agrupación. Así, en vistas de las
elecciones presidenciales del año que viene, gran parte del intento de golpe
tiene que ver con tensiones entre los líderes del partido.
Pero, ¿cómo
se vincula esta situación con el intento de golpe? Después de que Juan José
Zúñiga declarara que no permitiría un nuevo mandato de Evo Morales, el ex
presidente no solo lo acusó de golpista sino que además dijo que si Luis Arce
no lo condenaba de manera ejemplar sería una muestra de complicidad con el jefe
del Ejército. Arce, obligado a defender la institucionalidad y la democracia y
al no poder permitir semejantes declaraciones, no tuvo más remedio que echar a
Zúñiga de su cargo, lo que nos remite a la tarde del miércoles y el intento de
golpe.
Las causas
económicas detrás del intento de golpe.
Los problemas
políticos e institucionales en Bolivia no surgieron esta semana con el
levantamiento militar, sino que se vienen desarrollando desde hace meses. Desde
el año pasado el presidente Arce viene sufriendo protestas y movilizaciones
sociales que incluyeron cortes de ruta por parte de comerciantes,
transportistas e importadores para exigirle al gobierno un mejor acceso a los
dólares y los combustibles que se encuentran limitados y racionados desde hace
meses. Esto se debe a que las reservas de dólares del Banco Central de Bolivia
cayeron a niveles mínimos en febrero de 2023 y hay limitaciones a los retiros
de dólares diarios de las cuentas bancarias, así como para el uso de tarjetas
de crédito y débito en el extranjero. En paralelo, la deuda del Banco Central
con los bancos comerciales es más alta que sus reservas totales. En paralelo, y
afectando a la vida cotidiana, también hay escasez de medicamentos.
Las causas
institucionales detrás del intento de golpe
Si bien Arce
es el político con mayor intención de voto, el actual mandatario está sufriendo
una pérdida de apoyo político en las encuestas, ya que a los problemas
económicos también se agregan los institucionales. Actualmente la Asamblea
Legislativa, que hoy es mayoritariamente opositora, está paralizada por
intervención del órgano judicial y desde hace 6 meses no hay sesiones plenas.
Incluso, hace 15 días se dio una de las mayores tensiones en el poder
legislativo cuando Arce se ausentó del país por un viaje y su vicepresidente
tuvo que asumir el poder de forma interina, dejando el Senado a un líder afín a
Evo Morales quien logró aprobar leyes que el gobierno de Arce quería mantener
sin efecto.
Las causas
históricas detrás del intento de golpe
Uno de los
grandes problemas de fondo del levantamiento militar es la inestabilidad
política que vive Bolivia desde 2019. En ese momento y tras semanas de
acusaciones por fraude electoral, Evo Morales terminó renunciando después de
denunciar un golpe de Estado en su contra. En ese momento, Jeanine Añez,
vicepresidenta segunda del Senado y firme opositora del ex presidente, asumió
el poder de forma interina hasta el año 2020 cuando ganó Arce. Las imágenes del
miércoles, con militares intentando tomar el poder, generaron una reminiscencia
de los momentos más oscuros de la historia, ya que Bolivia es el país que más
intentos o golpes de Estado tuvo en el mundo.
¿Qué puede
pasar de ahora en más? ¿Podrá Arce salir fortalecido de esta situación o, por
el contrario, terminará con un gobierno debilitado y un gabinete cuyos miembros
fueron una respuesta al alzamiento? ¿El hecho de que Bolivia se encuentre en el
triángulo del litio tendrá que ver con el alzamiento? ¿Generará este suceso una
nueva disputa estratégica entre China y Estados Unidos? Tendremos que esperar a
los próximos meses para saberlo.
FALLIDO GOLPE
DE ESTADO EN BOLIVIA: SUPUESTO AUTOGOLPE Y LAS SOMBRAS DE EVO MORALES Y JEANINE
ÁÑEZ
Una sociedad,
la boliviana, acostumbrada a los desafíos a su democracia y que desde la plaza
Murillo de La Paz vio pocas horas después del inicio de la acción militar como
Zuñiga salía esposado hacia dependencias judiciales; mientras aseguraba ser
parte de un plan de "autogolpe" del Gobierno.
Mendoza Today
de Argentina (https://acortar.link/cDK6bV)
En poco más
de tres horas el intento de golpe de Estado liderado por el comandante general
del Ejército boliviano, Juan José Zuñiga, había fracasado. “¡El pueblo lo va a
juzgar a usted! ¡No vuelva a la historia de las dictaduras militares!”, se
podía escuchar en medio de gritos cuando el militar golpista y el actual
presidente boliviano, Luis Arce, se enfrentaron en los pasillos de la sede del
Gobierno de Bolivia en la tarde de este miércoles. Las calles respondieron al
llamado de Arce y del expresidente Evo Morales, que pidieron a sus ciudadanos
frenar el golpe. Una sociedad, la boliviana, acostumbrada a los desafíos a su
democracia y que desde la plaza Murillo de La Paz vio pocas horas después del
inicio de la acción militar como Zuñiga salía esposado hacia dependencias
judiciales; mientras aseguraba ser parte de un plan de “autogolpe” del
Gobierno.
“Después de
haber tenido una reunión con el presidente, tenemos el control total y absoluto
de nuestras fuerzas armadas, a través del mando militar. Ya todo está bajo
control”, ha anunciado el ministro de Defensa boliviano, Edmundo Novillo, que
ha reconocido que Zuñiga había sido destituido un día antes del golpe. El
Gobierno ha remodelado a la cúpula militar en una ceremonia exprés en la Casa
Grande del Pueblo, donde Arce ha presidido el juramento a los nuevos
comandantes. Además, la Fiscalía General de Bolivia ya ha abierto una
investigación tanto contra Zúñiga como contra todos los militares partícipes de
la intentona.
La imagen de
los tanques y fusiles por las calles hacían recordar al siglo pasado. Sin
embargo, las causas y el contexto en el que se ha producido este golpe nada
tiene que ver con las múltiples intentonas del siglo XX. “Una crisis de
institucionalidad no justifica una insubordinación militar”, insiste a
20minutos María Lois, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad
Complutense de Madrid, que reconoce que durante las horas del golpe “la gente
se mostró muy tranquila”. Lo cierto es que el levantamiento se produjo
únicamente en la capital boliviana y participaron escasas unidades militares.
En las horas
posteriores al golpe se ha tratado de dar respuesta a las motivaciones detrás
del extraño golpe militar en un país en el que todos los expertos consultados
coinciden en que, pese a las anomalías institucionales y problemas económicos
que pueda tener, es un Estado democrático. Así lo considera Francisco Sánchez,
director del Instituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca: “Bolivia
tiene problemas estructurales constantes, como las tensiones entre las zonas de
la Tierra Baja, que es una zona bastante rica, y el Altiplano. Que derivó en el
golpe a Evo Morales en 2019. Y también otros factores de conflicto como la
pugna entre el actual presidente y Morales (miembros del mismo partido) por la
intención de este de presentarse a las elecciones de 2025“.
La sombra del
caso Jeanine Áñez y el papel del Ejército
La intentona
se ha producido en medio de un clima de tensión pública entre el expresidente
Evo Morales y Zúñiga, que durante una entrevista el pasado 24 de junio se había
mostrado en contra de que Morales se pudiera presentar a las elecciones de
2025, asegurando que, en base a las leyes de su país, no dudaría en detenerlo.
Hacía así referencia a la polémica tercera reelección de Morales en 2019 que le
impedía la Constitución boliviana y que acabó su huida del país tras ser
acusado de fraude electoral en las elecciones y la proclamación de la opositora
Jeanine Áñez como presidenta. En lo que Evo Morales calificó como golpe de
Estado.
Según Lois,
autora del libro sobre Bolivia Volvieron y son millones, una de las diferencias
respecto a 2019 es que ahora la oposición boliviana se ha posicionado desde el
principio frente al golpe militar, desarticulando cualquier tipo de relación
con ellos. Incluidos la propia Áñez y el gobernador de la región de Santa Cruz,
Luis Fernando Camacho, ambos en la cárcel. “Zúñiga los nombró ante la prensa (y
prometió su libertad) durante su golpe para darle un cariz político a su
insurrección”, reconoce la profesora de la UCM.
Para Sánchez,
un factor importante a tener en cuenta en este tipo de crisis es el papel de
los militares como jugadores relevantes en la sombra de todo el sistema
político latinoamericano. “Estamos hablando de un país en el que los militares
siguen siendo un actor de equilibrio. En el golpe de 2019, Evo perdió el poder
cuando comienzan a producirse las sublevaciones y el general Williams Kaliman
sale en público y dice que las Fuerzas Armadas no garantizan la seguridad del
presidente y le invita a que se vaya”.
La forma en
la que se ha llevado a cabo el golpe, con escasos efectivos y sin apoyo, ha
dado pie a muchas teorías. Una de ellas alimentada por el propio Zuñiga, que
tras ser detenido dijo ante la prensa que Arce estaba detrás del “autogolpe” y
que este se lo había pedido para elevar su popularidad. “Sorprende mucho que no
se produjeran levantamientos en ningún otro lugar del país y que estuviera muy
localizada. Hay otros lugares muy importantes del país donde se han movilizado
militares en otros casos. Empezando por Santa Cruz, tradicional feudo opositor
al Gobierno de La Paz”, dice al medio 20minutos Pilar García Jordán,
catedrática emérita de la Universidad de Barcelona.
Jordán
reconoce que en las calles de Bolivia esta visión del autogolpe se está
hablando mucho, pero que todavía es pronto para saber que hay detrás y que no
se puede descartar tampoco (por la forma en que se ha planificado el golpe) que
haya sido un arrebato de Zuñiga por haber sido destituido.
Tensión
interna en el MAS y acusaciones de autogolpe
Además de la
oposición, otro sector que también ha asumido la teoría del autogolpe es el de
los partidarios de Evo Morales, aunque no en su mayoría. Tanto Arce como
Morales integran el Movimiento al Socialismo (MAS), pero desde finales de 2021
sus diferencias se han hecho más patentes y se ha producido un sisma en el
partido, que se terminó de romper el año pasado durante el congreso nacional
del MAS, en ausencia de Arce, el expresidente Morales fue ratificado como líder
del partido y nombrado “candidato único” para las elecciones de 2025. Evo
Morales ha calificado a Arce “del peor presidente de la época democrática” y
este nombró a Morales su “principal opositor”.
Pese a que en
2019 Evo Morales sí tuvo que acudir a la Justicia para poder presentarse a la
reelección, en el caso de los próximos comicios no existe ningún impedimento.
Así lo reconoce María Lois, que señala como la tensión entre ambos ha terminado
con un fallo del Tribunal Constitucional de Bolivia en el que se impide la
candidatura de Morales a las elecciones de 2025. “Este mismo Tribunal apoyó la
tercera reelección de Evo Morales en 2019, apoyó la imposición de Áñez como
presidenta y, ahora, impide la participación en las elecciones del
expresidente. Dicen cosas y luego rectifican“, afirma.
La decisión
de este Tribunal, que se encuentra en una situación de autoprórroga de su
mandato, ha sido vista como una forma del actual Gobierno de bloquear la
candidatura de Evo. “El sistema de elección de los jueces en Bolivia es
nefasto, porque se produce por voto directo. Si tú te presentas a unas
elecciones, la gente no te va a votar porque seas listo, sino porque estás
adscrito a una ideología o partido”, apunta Francisco Sánchez. El profesor de
la Universidad de Salamanca señala este conflicto político dentro del MAS como
una de las grandes crisis internas de Bolivia, porque el actual presidente
pierde el apoyo de los ‘evistas’ en el Parlamento y necesita el control del
Poder Judicial.
Los analistas
consultados señalan que esta pugna interna podría incrementarse tras este golpe
de Estado fallido. Y apuntan como las teorías y acusaciones que se puedan
producirse en los próximos meses hasta la celebración de elecciones serán
determinantes para el futuro del país.
EL GOLPE DE
ESTADO FALLIDO EN BOLIVIA: ENTRE LOS "PROBLEMAS ESTRUCTURALES", LAS
ACUSACIONES DE AUTOGOLPE Y LA RIVALIDAD DE ARCE Y EVO MORALES
20 Minutos de
España (https://acortar.link/BxMmJ4)
En poco más
de tres horas el intento de golpe de Estado liderado por el comandante general
del Ejército boliviano, Juan José Zuñiga, había fracasado. "¡El pueblo lo
va a juzgar a usted! ¡No vuelva a la historia de las dictaduras
militares!", se podía escuchar en medio de gritos cuando el militar
golpista y el actual presidente boliviano, Luis Arce, se enfrentaron en los
pasillos de la sede del Gobierno de Bolivia en la tarde de este miércoles. Las
calles respondieron al llamado de Arce y del expresidente Evo Morales, que
pidieron a sus ciudadanos frenar el golpe. Una sociedad, la boliviana,
acostumbrada a los desafíos a su democracia y que desde la plaza Murillo de La
Paz vio pocas horas después del inicio de la acción militar como Zuñiga salía
esposado hacia dependencias judiciales; mientras aseguraba ser parte de un plan
de "autogolpe" del Gobierno.
"Después
de haber tenido una reunión con el presidente, tenemos el control total y
absoluto de nuestras fuerzas armadas, a través del mando militar. Ya todo está
bajo control", ha anunciado este jueves el ministro de Defensa boliviano,
Edmundo Novillo, que ha reconocido que Zuñiga había sido destituido un día
antes del golpe. El Gobierno ha remodelado a la cúpula militar en una ceremonia
exprés en la Casa Grande del Pueblo, donde Arce ha presidido el juramento a los
nuevos comandantes. Además, la Fiscalía General de Bolivia ya ha abierto una
investigación tanto contra Zúñiga como contra todos los militares partícipes de
la intentona.
La imagen de
los tanques y fusiles por las calles hacían recordar al siglo pasado. Sin
embargo, las causas y el contexto en el que se ha producido este golpe nada
tiene que ver con las múltiples intentonas del siglo XX. "Una crisis de
institucionalidad no justifica una insubordinación militar", insiste a
20minutos María Lois, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad
Complutense de Madrid, que reconoce que durante las horas del golpe "la
gente se mostró muy tranquila". Lo cierto es que el levantamiento se
produjo únicamente en la capital boliviana y participaron escasas unidades
militares.
En las horas
posteriores al golpe se ha tratado de dar respuesta a las motivaciones detrás
del extraño golpe militar en un país en el que todos los expertos consultados
coinciden en que, pese a las anomalías institucionales y problemas económicos
que pueda tener, es un Estado democrático. Así lo considera Francisco Sánchez,
director del Instituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca:
"Bolivia tiene problemas estructurales constantes, como las tensiones
entre las zonas de la Tierra Baja, que es una zona bastante rica, y el
Altiplano. Que derivó en el golpe a Evo Morales en 2019. Y también otros
factores de conflicto como la pugna entre el actual presidente y Morales
(miembros del mismo partido) por la intención de este de presentarse a las
elecciones de 2025".
La sombra del
caso Jeanine Áñez y el papel del Ejército
La intentona
se ha producido en medio de un clima de tensión pública entre el expresidente
Evo Morales y Zúñiga, que durante una entrevista el pasado 24 de junio se había
mostrado en contra de que Morales se pudiera presentar a las elecciones de
2025, asegurando que, en base a las leyes de su país, no dudaría en detenerlo.
Hacía así referencia a la polémica tercera reelección de Morales en 2019 que le
impedía la Constitución boliviana y que acabó su huida del país tras ser
acusado de fraude electoral en las elecciones y la proclamación de la opositora
Jeanine Áñez como presidenta. En lo que Evo Morales calificó como golpe de
Estado.
Según Lois,
autora del libro sobre Bolivia Volvieron y son millones, una de las diferencias
respecto a 2019 es que ahora la oposición boliviana se ha posicionado desde el
principio frente al golpe militar, desarticulando cualquier tipo de relación
con ellos. Incluidos la propia Áñez y el gobernador de la región de Santa Cruz,
Luis Fernando Camacho, ambos en la cárcel. "Zúñiga los nombró ante la
prensa (y prometió su libertad) durante su golpe para darle un cariz político a
su insurrección", reconoce la profesora de la UCM.
Para Sánchez,
un factor importante a tener en cuenta en este tipo de crisis es el papel de
los militares como jugadores relevantes en la sombra de todo el sistema
político latinoamericano. "Estamos hablando de un país en el que los
militares siguen siendo un actor de equilibrio. En el golpe de 2019, Evo perdió
el poder cuando comienzan a producirse las sublevaciones y el general Williams
Kaliman sale en público y dice que las Fuerzas Armadas no garantizan la
seguridad del presidente y le invita a que se vaya".
La forma en
la que se ha llevado a cabo el golpe, con escasos efectivos y sin apoyo, ha
dado pie a muchas teorías. Una de ellas alimentada por el propio Zuñiga, que
tras ser detenido dijo ante la prensa que Arce estaba detrás del
"autogolpe" y que este se lo había pedido para elevar su popularidad.
"Sorprende mucho que no se produjeran levantamientos en ningún otro lugar
del país y que estuviera muy localizada. Hay otros lugares muy importantes del
país donde se han movilizado militares en otros casos. Empezando por Santa
Cruz, tradicional feudo opositor al Gobierno de La Paz", dice a este medio
Pilar García Jordán, catedrática emérita de la Universidad de Barcelona.
Jordán
reconoce que en las calles de Bolivia esta visión del autogolpe se está
hablando mucho, pero que todavía es pronto para saber que hay detrás y que no
se puede descartar tampoco (por la forma en que se ha planificado el golpe) que
haya sido un arrebato de Zuñiga por haber sido destituido.
Tensión
interna en el MAS y acusaciones de autogolpe
Además de la
oposición, otro sector que también ha asumido la teoría del autogolpe es el de
los partidarios de Evo Morales, aunque no en su mayoría. Tanto Arce como
Morales integran el Movimiento al Socialismo (MAS), pero desde finales de 2021
sus diferencias se han hecho más patentes y se ha producido un sisma en el
partido, que se terminó de romper el año pasado durante el congreso nacional
del MAS, en ausencia de Arce, el expresidente Morales fue ratificado como líder
del partido y nombrado "candidato único" para las elecciones de 2025.
Evo Morales ha calificado a Arce "del peor presidente de la época
democrática" y este nombró a Morales su "principal opositor".
Pese a que en
2019 Evo Morales sí tuvo que acudir a la Justicia para poder presentarse a la
reelección, en el caso de los próximos comicios no existe ningún impedimento.
Así lo reconoce María Lois, que señala como la tensión entre ambos ha terminado
con un fallo del Tribunal Constitucional de Bolivia en el que se impide la
candidatura de Morales a las elecciones de 2025. "Este mismo Tribunal
apoyó la tercera reelección de Evo Morales en 2019, apoyó la imposición de Áñez
como presidenta y, ahora, impide la participación en las elecciones del
expresidente. Dicen cosas y luego rectifican", afirma.
La decisión
de este Tribunal, que se encuentra en una situación de autoprórroga de su
mandato, ha sido vista como una forma del actual Gobierno de bloquear la
candidatura de Evo. "El sistema de elección de los jueces en Bolivia es
nefasto, porque se produce por voto directo. Si tú te presentas a unas
elecciones, la gente no te va a votar porque seas listo, sino porque estás
adscrito a una ideología o partido", apunta Francisco Sánchez. El profesor
de la Universidad de Salamanca señala este conflicto político dentro del MAS
como una de las grandes crisis internas de Bolivia, porque el actual presidente
pierde el apoyo de los 'evistas' en el Parlamento y necesita el control del
Poder Judicial.
Los analistas
consultados señalan que esta pugna interna podría incrementarse tras este golpe
de Estado fallido. Y apuntan como las teorías y acusaciones que se puedan
producirse en los próximos meses hasta la celebración de elecciones serán
determinantes para el futuro del país.
OPINION. ¿POR
QUÉ FRACASÓ EL 'INTENTO DE GOLPE DE ESTADO' QUE DENUNCIÓ EL PRESIDENTE DE
BOLIVIA Y CÓMO SE ENMARCA ESTO EN UNA DISPUTA POLÍTICA CON EVO MORALES?
El Tiempo de
Colombia (https://acortar.link/56L8PL)
La
incertidumbre se apoderó de Bolivia cuando un grupo de militares irrumpió este
miércoles en la plaza Murillo, en La Paz, la capital, sede de los poderes
Ejecutivo y Legislativo de ese país sudamericano, unas escenas que no se vivían
desde la crisis social de 2019 y que por algunas horas hizo rememorar a ese
país a hechos similares que marcaron su historia política contemporánea.
En la tarde
se reportó la llegada de los primeros uniformados del Ejército al centro
político de Bolivia. Y, en cuestión de minutos, los militares comenzaron a dar
órdenes para que la gente abandonara el lugar. La situación empeoró cuando el
presidente, Luis Arce, publicó un mensaje en sus redes sociales en el que
alertó sobre acciones no autorizadas del Ejército cerca de la sede del
Gobierno.
Lo que vino
después fue una tensión que se extendió alrededor de cuatro horas, pero que
terminó con los militares y los tanques replegados, así como con la captura del
líder del intento de golpe.
Arce encara
hoy su peor crisis tras este hecho, el cual eleva aún más la tensión en el
país, ya agobiado por la falta de dólares y combustible. ¿Qué fue lo que pasó,
por qué fracasó esta intentona de golpe y cómo se enmarca esto en una disputa
por las elecciones presidenciales de 2025? Acá le explicamos lo que debe saber.
¿Qué pasó en
Bolivia este miércoles?
En concreto,
un grupo de militares, encabezados por el hasta este miércoles comandante
general del Ejército de Bolivia Juan José Zuñiga, llegaron fuertemente armados
a la plaza en la que está la sede del Gobierno de Bolivia y con un tanque
tumbaron la puerta, una acción que el presidente Luis Arce calificó como un
"intento de golpe de Estado".
Zuñiga
amenazó con "cambiar el gabinete de Gobierno" después de que el
martes en la noche corrieran varios rumores sobre su destitución. Tras unas
cuatro horas de tensión, los militares y los tanques comandados por Zuñiga se
replegaron.
¿Quién es
Juan José Zuñiga y por qué su nombre es clave en Bolivia?
Juan José
Zúñiga Macías fue nombrado comandante general del Ejército boliviano en 2022 y
ratificado en enero de este año por el presidente Arce. Antes de eso, Zúñiga
ocupó el puesto de jefe del Estado Mayor. En su hoja de vida se encuentra una
amplia experiencia militar y es experto en labores de inteligencia.
El diario
boliviano El Deber lo definió, de hecho, como "el general del
pueblo", por su cercanía con sectores mineros y sindicales.
Sin embargo,
en el pasado enfrentó acusaciones por haber desviado 2,7 millones de pesos
bolivianos (unos 400.000 dólares) de fondos públicos cuando era jefe de un
Regimiento de Infantería. Un suboficial lo acusó en 2013 de haberle ordenado
desviar esos recursos, que iban dirigidos a financiar pensiones, bonos
escolares y viáticos para los militares. Por ese caso, fue sancionado con siete
días de arresto.
En 2022, el
general Zúñiga fue mencionado por el expresidente boliviano Evo Morales
(2006-2019) como el supuesto líder de un grupo dentro del Ejército que ejercía
una "persecución permanente" contra dirigentes políticos como él, de
izquierda. Ese grupo, en palabras de Morales, era "los Pachajchos".
"En cualquier momento este grupo va a montar pruebas, quiero adelantarles,
alertar al pueblo", afirmó Morales en ese entonces.
Pero, según
exmilitares y el propio Zúñiga, los llamados "Pachajchos" son un
grupo que se creó durante el último gobierno de Morales, entre 2014 y 2019, y
que se dedica a labores de inteligencia militar.
¿Qué hizo el
presidente de Bolivia para controlar la situación y evitar el intento de golpe
que denunció?
El intento de
golpe de Estado se controló en cuestión de horas. A las 3:51 p.m. hora local el
tanque embistió la puerta de la sede del Ejecutivo, y Zuñiga junto a un grupo
de soldados entró por siete minutos a la Casa Grande del Pueblo -el edificio de
Gobierno de Bolivia-, donde estaba el presidente Arce junto a su
vicepresidente, David Choquehuanca.
Después de
salir, Zuñiga le dijo a los medios que iba a "restablecer" la
democracia en Bolivia y que liberaría a "todos los presos políticos",
incluyendo a la expresidenta interina Jeanine Áñez y al gobernador opositor
Luis Fernando Camacho.
Arce,
entonces, confrontó a Zuñiga en la entrada de la sede del Ejecutivo y le ordenó
"replegar" los tanques y los militares.
Luego, en una
ceremonia exprés, el presidente relevó a toda la cúpula militar y juramentó a
los nuevos comandantes de las Fuerzas Armadas, mientras Zuñiga y su grupo
militar continuaba frente a la sede del Gobierno.
Zuñiga y sus
seguidores se replegaron tras el cambio de mandos militares y, momentos
después, el destituido jefe militar fue capturado en la sede del Estado Mayor.
La fiscalía le imputó cargos de terrorismo y alzamiento armado.
¿Por qué
fracasó el intento de golpe? Esta es la versión del militar que lideró la
intentona
La ministra
de la Presidencia de Bolivia, María Nela Prada, informó este jueves que el
destituido jefe militar Zuñiga confesó que no pudo "consumar los objetivos
del alzamiento" porque sus refuerzos "tardaron en llegar".
La ministra
leyó ante medios de comunicación la entrevista que la Policía le hizo a Zuñiga
tras su captura.
Según Prada,
al preguntarle a Zuñiga "el motivo por el cual no se llegó a consumar los
objetivos del alzamiento", este admitió que "las unidades de Viacha
(una ciudad de Bolivia) tardaron en llegar" y que "también el
personal de la Armada y de la Fuerza Aérea no pudieron llegar".
En la
transcripción de las declaraciones, que según la ministra estaba firmada por
Zuñiga, este agregó que "se decidió que se realizaría el levantamiento el
día miércoles 26 de junio a horas 11:00, ya que se encontraban todos los
comandantes de las fuerzas militares".
Zuñiga, Arce,
Morales... y el intento de golpe: ¿por qué se habla de una disputa política de
fondo?
Como telón de
fondo de estos hechos hay una disputa entre el presidente Luis Arce y el
expresidente Evo Morales por la candidatura para las próximas elecciones
generales de 2025, por un periodo presidencial de cinco años. Una disputa que
no es menor si se tiene en cuenta que Arce fue ministro de Economía de Morales
cuando este estaba al frente del Ejecutivo.
En la noche
del martes corrieron rumores sobre la posible destitución del general Zuñiga,
supuestamente por lo que dijo en una entrevista a un canal local el lunes, en
donde afirmó que "arrestaría" a Morales si intentaba postularse como
candidato presidencial, pues, en su opinión, no está habilitado para ser de
nuevo presidente.
De ahí la
sorpresa que causó el intento de golpe contra Arce.
Al momento de
su arresto, el general le dijo a la prensa que el presidente le había pedido el
domingo "preparar algo" para levantar su popularidad. Según Zúñiga,
Arce manifestó que "la situación está muy jodida" y que ameritaba una
acción que le favorezca.
El gobierno
rechazó esas declaraciones. "Es absolutamente falso y son cosas que me
resultan inconcebibles", dijo la ministra Prada.
Para algunos
analistas, como Jorge Santistevan, quien es exmilitar, Zúñiga y los llamados
"Pachajchos" -a quienes califica de "sindicato militar
insurrecto"- son "los militares privilegiados de Arce". Él, en
declaraciones a la prensa local, señaló que lo de este miércoles fue "una
operación táctica pobre" y no un intento de golpe. "Fue un grupo
minúsculo el que se sublevó".
Hay que decir
que Arce y Morales están distanciados desde finales de 2021 por el liderazgo
del partido oficialista Movimiento al Socialismo (MAS).
Sus
diferencias se profundizaron el año pasado por un congreso nacional del partido
en el que, en ausencia del actual mandatario y de sus sectores leales, el
expresidente fue ratificado como líder del partido y nombrado "candidato
único" para las elecciones de 2025. No obstante, la Corte Constitucional
inhabilitó a Morales a finales del año pasado para ser nuevamente candidato.
En los
últimos meses, Morales llamó a Arce "el peor presidente de la época
democrática", y también lo acusó de llevar la economía del país a sus
peores niveles históricos. Y, para Arce, Morales es su "principal
opositor" y varios de los funcionarios leales al presidente han calificado
al expresidente de "mitómano" y de querer "adueñarse del
país".
El ala
gubernamental del MAS proclamó a Arce como su candidato para 2025. El
presidente, sin embargo, no ha proclamado su candidatura para una reelección.
Mientras que otro sector sigue arropando la aspiración de Morales, quien no
renuncia a su aspiración pese al fallo de los jueces.
Pero el
Tribunal Supremo Electoral (TSE) le pidió a ambas facciones celebrar "un
congreso conjunto" para cumplir con los estatutos internos del partido. Al
no haber un consenso en ese sentido, esto ha dejado, hasta el momento, en
suspenso la candidatura del MAS de cara a las elecciones.
Cabe señalar
que, durante la acción militar de este miércoles, Morales fue de los primeros
en denunciar que se gestaba un "golpe de Estado" y llamó a una
"movilización nacional" para defender la democracia. Horas después,
suspendió su convocatoria tras, según dijo, retomarse "la calma" en
Bolivia
La crisis
económica en Bolivia que pone contra las cuerdas al gobierno de Arce
Este
incidente con los uniformados también se registra en medio de turbulencias en
la economía, por la escasez de dólares que provoca reclamos en el comercio
importador y de combustibles que enfada a sindicatos de transporte de carga.
El mismo Arce
dijo en redes sociales: "los bolivianos necesitamos trabajar para sacar
adelante al país" y no sublevaciones que "dañan la imagen de la
democracia boliviana a nivel internacional y generan incertidumbre
innecesaria".
Comerciantes
y transportistas han realizado bloqueos de vías durante las últimas semanas
demandando soluciones a la crisis económica del país, mientras que el Gobierno
asegura que esto se debe a la "especulación" y a "intereses
políticos" que buscan "acortar" el mandato de Arce.
La oposición
y expertos coinciden en que la falta de divisas y otros problemas se debe a que
el gas natural, que fue el sustento de la economía boliviana por décadas, se
acabó y que el Gobierno no ha podido sustituir los cerca de 4.000 millones de
dólares que el Estado ha dejado de percibir por la venta de este recurso al
extranjero.
Arce fue
criticado recientemente por decir que el gas en Bolivia "se agotó" y
culpó al Gobierno de Morales por no realizar las exploraciones necesarias para
encontrar más recursos.
La historia
de Bolivia con los golpes de Estado
El intento de
golpe de Estado de este miércoles hace retroceder a Bolivia a mediados del
pasado siglo, cuando en 1964 dio inicio a una serie de regímenes autoritarios
mediante la sucesión de más de una treintena de golpes militares.
Desde su
fundación como república en 1825, la historia de Bolivia ha sido un rosario de
dictaduras militares y civiles, triunviratos, juntas de gobierno, presidentes
que no terminaron sus mandatos y decenas de golpes de Estado, sin contar
alzamientos militares frustrados. En total, el país ha vivido casi un centenar
de años bajo gobiernos militares.
Aún así, el
expresidente Carlos Mesa (2003-2005), en su libro "Presidentes de Bolivia,
entre urnas y fusiles" (2003), asegura que esta nación no fue víctima de
tantos golpes de Estado como se cree en el exterior.
La cifra de
casi 200 golpes que se cita a veces es "absolutamente arbitraria",
dice Mesa, y precisa que el país ha tenido 37 gobiernos de facto, de los que en
rigor 23 se debieron a golpes de Estado "en su concepción
convencional", o sea, con el derrocamiento de un gobernante.
¿Por qué la
crisis de 2019, cuando Evo Morales renunció a la Presidencia, es un antecedente
importante?
La intentona
de este miércoles tiene también como antecedente la crisis política de 2019,
cuando el expresidente Morales se vio forzado a renunciar a la presidencia,
denunciando ser víctima de un "golpe de Estado", tras unas
cuestionadas elecciones que le daban como ganador para un cuarto mandato
consecutivo.
La oposición
acusó al Gobierno de haber orquestado un "autogolpe" tras el
"fraude electoral" porque no consiguieron los votos esperados para
ganar la presidencia en primera vuelta.
Morales
anunció su renuncia el 10 de noviembre de 2019 y dijo que fue forzado por las
Fuerzas Armadas, y al día siguiente salió del país. Tras dos días de vacío de
poder, el 12 de noviembre de 2019 la entonces senadora opositora Jeanine Áñez
asumió como presidenta interina de Bolivia, tras la renuncia de todos los
cargos en línea de sucesión.
El Gobierno
de Áñez estuvo marcado por una fuerte represión a las protestas de los
partidarios de Morales y la implementación de políticas que fueron vistas como
un intento de revertir las medidas de la administración anterior. También
enfrentó críticas tanto internas como internacionales por la violación de
derechos humanos y el uso excesivo de la fuerza. Los enfrentamientos entre
civiles y las Fuerzas Armadas que dejaron al menos 37 muertos y más de 800
heridos.
En 2020 se
celebraron nuevamente elecciones, en las que Luis Arce, candidato del MAS, ganó
con el 55,1 por ciento de los votos y asumió la Presidencia ese año. A inicios
de 2021, la justicia boliviana inició varios procesos por la crisis de 2019 y
Áñez y otros opositores, como el gobernador Luis Fernando Camacho, fueron
detenidos. Esos son los "presos políticos" que el general Zuñiga,
durante la intentona, dijo que liberaría.
Las esquirlas
de esa crisis hicieron lo suyo este miércoles con las acciones militares que se
vieron en el centro político de La Paz.
LAS
CONEXIONES DE VOX CON LA OPOSICIÓN BOLIVIANA IMPLICADA EN EL GOLPE CONTRA LUIS
ARCE
El Gobierno
de Bolivia expulsó al diputado de Vox Víctor González, impidiéndole la entrada
al país durante tres años, por “actos de injerencia” tras mostrar su apoyo a un
líder opositor
Diario Plus
de España (https://acortar.link/e2he59)
Ningún
movimiento ultraderechista que se produzca hoy en el mundo puede explicarse sin
la participación de la extrema derecha mundial. El trumpismo de Estados Unidos
está íntimamente relacionado con el lepenismo francés, al igual que con Giorgia
Meloni en Italia. Ayer se produjo un intento de golpe de Estado en Bolivia. Un
país al que Vox, la sucursal del trumpismo en España, tiene en el punto de mira
desde hace tiempo. El propio líder del partido español, Santiago Abascal, ha
cargado duramente contra Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, a los que ha
acusado de “defender el régimen narcocomunista” en Bolivia tras el intento de
golpe de Estado del Ejército contra el presidente Luis Arce.
El Gobierno
de Bolivia ha sofocado la intentona golpista encabezada por el general Juan
José Zúñiga, que había tomado la plaza de Murillo de La Paz, centro del poder
político del país. Tanto Sánchez como Feijóo han condenado los movimientos
militares y han pedido respeto a la democracia y el orden constitucional. Pero
para Abascal, el presidente del Gobierno y el líder de la oposición están
“desautorizados” para hablar de democracia y orden constitucional en España y
en Bolivia. “Están tan alejados de la realidad que dicen cualquier cosa sin
sonrojarse”, escribió en un mensaje publicado en su cuenta de la red social X
(antes Twitter).
En esta
línea, ha censurado que ambos hayan salido en defensa de un régimen que tiene a
la “oposición en la cárcel”. Abascal cree, asimismo, que las condenas de
Sánchez y Feijóo “dan crédito” a lo que ha tildado de “fantasmal autogolpe” del
Gobierno boliviano, al que insiste en llamar “régimen”, “por el que litigan el
presidente Luis Arce y el expresidente Evo Morales, ambos de la multinacional
narcocomunista del Foro de Sao Paulo y Grupo de Puebla”.
La injerencia
de Vox en la política interna del país latinoamericano viene de lejos. No es la
primera vez que la formación nacionalpatriótica española toma partido por la
oposición ultra y militarista boliviana. En enero de 2023, Libertad Digital
informaba de que un diputado de Vox, Víctor González, había viajado a aquel
país tras la detención del gobernador de Santa Cruz y opositor, Luis Fernando
Camacho. En aquella ocasión, Vox reclamó al propio Gobierno de España que
defendiera los derechos humanos en Bolivia mientras el MAS, “el partido amigo
de Podemos”, según el citado diario digital, abogaba por “la detención del
opositor y el trato degradante, ilegal e inhumano dado al político”.
“Ahora es el
propio Gobierno de Bolivia en pleno y el expresidente Evo Morales quienes han
reclamado la expulsión de Vox del país para tapar el escándalo del
encarcelamiento del principal opositor”, aseguraba el citado diario hace más de
un año.
En enero de
2023, Evo Morales aseguró en redes sociales que “condenamos la actitud del
diputado español Víctor González (cómplice de Arturo Murillo) y su colega
chileno @sanchezdiputado que actúan como en la Colonia. Después de justificar
masacres y robos del gobierno de facto, instigan atentados a instituciones
públicas y privadas. Bolivia es digna y soberana”.
La reacción
de Morales no fue casual. El Gobierno de Bolivia en pleno calificó como “un
acto de intromisión inaceptable” las gestiones de los diputados Víctor
González, de España [Vox], y Luis Fernando Sánchez, de Chile, sobre la
detención ilegal de Camacho en Santa Cruz. “Ambos diputados no representan a su
Gobierno”, aclaró el viceministro de Comercio Exterior, Benjamín Blanco.
Además, el Gobierno de Bolivia aseguró que las declaraciones del diputado de
Vox suponían “un claro acto de intromisión inaceptable en los asuntos internos
del país”.
Según publicó
Libertad Digital, “hay que recordar que ya el propio Evo Morales fue acusado
por el Gobierno anterior de 2020 y ante la Fiscalía por asesinatos y torturas.
El entonces ministro del Interior, Arturo Murillo, usó la expresión crímenes de
lesa humanidad al presentar la denuncia en la misma ciudad de Santa Cruz en
contra de Morales y varios de sus exministros”.
En aquel
momento Vox reclamó a Pedro Sánchez que defendiera “los derechos humanos en un
país gobernado en estos momentos por uno de los referentes de Podemos. Para
ello, el partido de Santiago Abascal ha registrado su exigencia en el Congreso
de los Diputados”, donde reclamó que la Cámara Baja, como representante de la
soberanía nacional, rechazara la “violencia y la persecución política que
sistemáticamente lleva a cabo el Gobierno de Bolivia contra sus adversarios
políticos” y que expresara “su solidaridad con el pueblo hermano y conmine al
Gobierno de este país a cumplir con los deberes de protección de sus nacionales
y respeto de las reglas democráticas, abandonando la utilización de los
mecanismos coactivos del Estado para cercenar injustificadamente los derechos
de los bolivianos”.
“Es más
–publicó Libertad Digital– Vox reclamó que el Gobierno de Pedro Sánchez asuma,
en consonancia con el papel histórico de España y con los especiales vínculos
que nos unen con las naciones hermanas de Hispanoamérica, la condición de
vanguardia en la defensa de los derechos de todos los bolivianos en el
concierto internacional. En particular, el presidente del Gobierno, a quien
corresponde constitucionalmente la dirección de la política exterior, debe
ejercer con toda decisión este liderazgo mundial de España en la protección de
los derechos de la oposición boliviana”.
Finalmente,
tras aquel incidente diplomático, el Gobierno de Bolivia expulsó al diputado de
Vox Víctor González, impidiéndole la entrada en el país durante tres años, por
“actos de injerencia” tras mostrar su apoyo a un líder opositor.
BOLIVIA:
FALLIDO GOLPE DE ESTADO DEJA AL DESCUBIERTO UN PAÍS DIVIDIDO EN MEDIO DE UNA
CRISIS POLÍTICA Y ECONÓMICA
La Voz de
América de EEUU (https://acortar.link/sV1tJH)
Analistas
exponen sus valoraciones acerca de lo que hay detrás del fallido golpe de
Estado en Bolivia, que convulcionó el miércoles por la tarde a la ciudad de La
Paz por unas horas y llevó al arresto de docenas de militares en la nación
andina.
Un intento de
golpe de Estado en Bolivia, en el que soldados tomaron la plaza central de La
Paz y embistieron el palacio presidencial con un camión blindado, fue reprimido
tan abruptamente como comenzó, pero ha dejado al descubierto una crisis
económica y política en ciernes en la dividida nación.
El miércoles,
unidades militares lideradas por el general Juan José Zúñiga lanzaron el ataque
contra el gobierno, pero se retractaron cuando rápidamente quedó claro que
tenían poco apoyo. El ex comandante de las fuerzas armadas fue arrestado
durante una transmisión en vivo de televisión.
Pero aunque
el gobierno del presidente izquierdista Luis Arce anunció su éxito en la
represión del intento de golpe, ha dejado al descubierto las tensas líneas
divisorias políticas en el país sudamericano y el creciente enojo con una
economía en decadencia.
"Tenemos
un presidente con baja popularidad, sin control legislativo, con problemas
económicos", dijo Raúl Peñaranda, analista político y periodista
boliviano. "Todo esto hace que el escenario sea muy difícil y
complicado".
El país de
unos 12 millones de habitantes se encamina a elecciones presidenciales el año
próximo. El partido socialista MAS de Arce está dividido entre el respaldo a él
y el de su máximo representante, Evo Morales, un exaliado de Arce que ahora
está tratando de derrocarlo.
Mientras
tanto, la economía se tambalea.
Las
exportaciones de gas que ayudaron a impulsar el "milagro económico"
del país en la década del 2000 se han agotado, lo que ha llevado a una
peligrosa disminución de las reservas extranjeras, que están cerca de cero. Las
protestas han ido en aumento, ya que muchas personas no pueden conseguir
dólares, y la presión sobre la moneda, que ha sido estable durante mucho
tiempo, está aumentando.
En medio del
fragor del golpe fallido, flanqueado por soldados, Zúñiga citó las crecientes
frustraciones y exigió al gobierno que "deje de destruir, deje de
empobrecer a nuestro país".
Sin embargo,
los bolivianos rechazaron el intento de golpe, que muchos vieron con humor
negro como una especie de farsa. El propio Zúñiga, sin dar pruebas, había
afirmado que Arce le había pedido que lo hiciera para ayudar a mejorar sus
bajos índices de aprobación.
"Nuestra
querida Bolivia está en crisis económica, está en crisis política, está en
crisis social", dijo a Reuters el residente de La Paz Juan Carlos Llanque
a las afueras del palacio presidencial en La Paz después del intento de golpe.
Sin embargo, todavía apoyaba a Arce.
"Todo
esto fue una comedia política".
Algunos
analistas dijeron que la imagen de Arce de enfrentarse al intento de golpe
podría incluso jugar a su favor antes de las elecciones de 2025, lo que
agregaría un toque más duro al ex ministro de Economía, que usa anteojos y
generalmente tiene un perfil bajo.
Yola Mamani,
de la cercana El Alto, había llegado a apoyar a Arce en la plaza central y dijo
que necesitaba que se le permitiera gobernar y que se le diera espacio incluso
por parte de Morales.
"Vemos
que ustedes apoyan a la gente humilde, a la gente vulnerable que está pasando
por momentos muy difíciles, así que pueden contar con nuestro apoyo", dijo
a Reuters, refiriéndose a Arce. "Daremos nuestras vidas por ustedes si es
necesario".
INTENTO DE
GOLPE EN BOLIVIA: LUIS ARCE SALE FORTALECIDO, PERO ES UNA GANANCIA EFÍMERA
El presidente
logró detener la rebelión, pero la economía se agravó junto al riesgo país y
además se agregan nuevas incertidumbres. Sobrevuelan versiones poco verosímiles
de conspiraciones y de autogolpe y la polémica por las alianzas
internacionales.
El Clarín de
Argentina (https://acortar.link/EHpLTU)
Mientras
Bolivia intenta reacomodarse después del cimbronazo que produjo la rebelión
militar de este miércoles, se viraliza una narrativa sobre que todo pudo
tratarse de un gran engaño. Un autogolpe pergeñado por el presidente Luis Arce
para fortalecerse en medio de una crisis grave para su gobernabilidad.
La versión la
multiplica calculadamente el campamento de Evo Morales, furibundo rival del
mandatario, y un sector de la oposición. Como toda idea conspirativa, es una
construcción atractiva aunque rudimentaria. No se entiende por qué jefes de las
FF.AA. se suicidarían profesionalmente, incluso con la cárcel, en aras de
lustrar la imagen del presidente.
Es cierto que
Arce sale fortalecido, pero es un efecto efímero: la rebelión escaló el riesgo
país y la economía se complicó. Bolivia avanza al crecimiento más lento en 25
años, de poco más de 1%, con un déficit fiscal en disparada, 13 tipos de
dólares diferentes y sin reservas. A ese escenario se agrega ahora una
inesperada incertidumbre institucional que complica aún más la gobernabilidad y
estimula la lucha política que retuerce al país.
En tono de
conspiraciones, hay otras que pueden aportarse. De la mano del motín militar se
multiplicó en las redes el recuerdo de una amenaza más bien arrogante que lanzó
hace unos pocos años el multimillonario Elon Musk sobre su supuesta capacidad
de dar golpes donde se le ocurra. Esa memoria se activó por la vinculación
entre los automóviles eléctricos que produce TESLA, la empresa insignia del
magnate, y el gigantesco reservorio de litio en Bolivia, clave para las
baterías que requieren esos vehículos.
Este juego de
conspiraciones añade datos que se alejan del terreno de las suposiciones. Arce
acaba de regresar de Rusia, donde se reunió con el autócrata Vladimir Putin en
el Foro Económico anual de San Petersburgo. Con su crisis económica y social a
cuestas, era claro que el líder boliviano buscó una asistencia que puede haber
incomodado a factores de poder que apuestan a una comercialización diferente de
esos recursos considerados de seguridad nacional por algunos sectores políticos
de EE.UU.
Por aquello
de que las brujas no existen, este mismo miércoles las acciones de TESLA
registraron el mayor valor en el trimestre y también crecieron las de
Albemarle, otra empresa de EE.UU. especializada en litio. Casualidades que
entretienen a los conspiradores. En cualquier caso, quienes movieron los hilos
que llevaron a rebelarse al jefe del ejército, Juan José Zúñiga, y sus colegas
de las otras fuerzas, apostaron a que la crisis social era garantía suficiente
de que se generalizaría la insurrección. No sucedió.
El tiempo de
los golpes parece haberse agotado. Pero, fuentes del gobierno brasileño, le
señalaron a este cronista que ese episodio, como el frustrado levantamiento de
enero de 2023 en Brasilia contra el recién asumido Luiz Inácio Lula da Silva,
deben ser traducidos como alertas.
“Estas
tensiones siguen amenazando y solo serán neutralizadas con el comportamiento
unificado de la región para una defensa sólida y coherente de las
instituciones”, dice el funcionario. Agrega que, con lo sucedido en Bolivia,
gana mayor intensidad la preocupación de Brasil sobre las decenas de
bolsonaristas que participaron en aquella intentona golpista, que fueron
juzgados por ese crimen y se refugiaron en Argentina.
“Son
criminales, son conspiradores como éstos de Bolivia y deben ser castigados. Son
esas las puertas que no deben quedar abiertas por lo que pueda suceder no hoy
sino hacia adelante”, advirtió.
EL PRESIDENTE
DE BOLIVIA SE ENFRENTA A UN INTENTO DE GOLPE DE ESTADO Y A SU ANTIGUO MENTOR
Después de
enfrentarse al general que intentó derrocarlo, el presidente Luis Arce lidiará
con Evo Morales, un expresidente que quiere recuperar el poder.
New York
Times de EEUU (https://acortar.link/17NkkF)
Al principio,
oyeron las sirenas. Luego, al asomarse a la principal plaza política del país,
los principales ministros de Bolivia vieron los vehículos blindados y los
soldados que salían por sus puertas. Un escalofrío recorrió la espalda de la
ministra de la Presidencia, según declaró más tarde.
Instantes
después, el presidente, Luis Arce, se dirigió a su círculo más íntimo
—“¡Estamos enfrentando un golpe de Estado!”— antes de dirigirse al palacio
presidencial para enfrentarse, cara a cara, al general que intentaba apartarle
del poder.
El intento de
golpe fracasó, duró apenas tres horas y terminó con la detención del general,
cuya motivación para el ataque parecía ser, al menos en parte, el enfado por
haber sido despedido por Arce el día anterior.
Pero no fue
el final del problema de Arce ni de los retos a los que se enfrenta Bolivia.
Arce, de 60
años y exministro de Economía, asumió el cargo en 2020 durante unas elecciones
democráticas que parecían simbolizar un nuevo capítulo, más esperanzador, en un
país que salía de un periodo de intensa agitación política.
Ahora, más
allá de una disputa con el exgeneral, Arce se enfrenta a una economía en
dificultades, crecientes protestas, críticas por el encarcelamiento de
opositores políticos y división dentro de su propio partido.
Pero tal vez
su mayor desafío sea la batalla que mantiene con su antiguo mentor, el
expresidente Evo Morales, una figura titánica de la política boliviana que se
había retirado de los salones del poder y que ahora lucha con Arce por quién
será el candidato de su partido en las elecciones presidenciales del próximo
año.
Morales, de
64 años, fue el primer presidente indígena en un país con una gran población
indígena, un socialista elegido en 2006 y líder de la llamada marea rosa de
políticos de izquierda que gobernaron gran parte de Sudamérica en la década de
2000.
Hizo historia
al incorporar a amplios sectores de la sociedad boliviana a la política, pero
huyó del país en medio de unas disputadas elecciones en 2019 y eligió a Arce
para que fuera el candidato que representara a su partido en unas nuevas
elecciones celebradas en 2020.
En una
entrevista con The New York Times ese año, Arce caracterizó a Morales como una
“figura histórica” en su movimiento político, pero dijo que Morales no tendría
un papel formal en su gobierno.
En aquel
momento, parecía que la transición al poder había sido un éxito para Arce,
quien había formado parte del gobierno de Morales durante años de fuerte
crecimiento económico, impulsado por el auge de las materias primas y las
enormes reservas de gas natural del país.
Pero ahora,
después de un tiempo en el exilio, Morales “está realmente decidido a volver a
la presidencia”, dijo Gustavo Flores-Macías, profesor de gobierno en la
Universidad de Cornell, quien se centra en la política latinoamericana.
“Considera que fue destituido de forma ilegal y que tiene derecho a volver a
ser candidato. Y Arce lo ve de manera muy diferente”.
En Bolivia,
una nación sin salida al mar de 12 millones de habitantes, Morales, Arce y sus
partidarios han intentado durante mucho tiempo posicionar al país como un
contrapeso político de izquierda al poder de Estados Unidos.
El país
también podría desempeñar un papel de primer orden en la lucha contra el cambio
climático debido a sus vastas reservas de litio, crucial para el cambio mundial
hacia los coches eléctricos.
La intentona
golpista del miércoles estuvo encabezada por Juan José Zúñiga, quien hasta el
martes por la noche era comandante general del ejército. En una entrevista, la
ministra de la Presidencia, María Nela Prada, dijo que Arce había despedido a
Zúñiga después de que éste hiciera declaraciones políticas en una entrevista
televisiva, en la que había insistido en que Morales “no puede volver a ser más
presidente de este país” e insinuado que los militares harían cumplir esta
afirmación.
Antes de eso,
“Zúñiga era un hombre de mucha confianza del presidente Luis Arce, el hombre de
más confianza dentro de las Fuerzas Armadas”, dijo Reymi Ferreira, exministro
de Defensa. La destitución del general, sin embargo, pareció cambiar esa
situación.Al día siguiente, hacia las 3:00 p. m., Zúñiga apareció en la
principal plaza política del país —donde se encuentran el palacio presidencial
y un edificio clave del gobierno llamado Casa Grande del Pueblo— con los jefes
de la marina y la fuerza aérea, así como decenas de soldados.
Arce y sus
ministros se encontraban en la Casa Grande preparándose para iniciar una
reunión, dijo Prada, y observaron atónitos cómo el personal militar se
apoderaba de la plaza.
Arce, con una
chaqueta negra acolchada y gafas, marchó hacia el palacio presidencial, donde,
con Prada a su lado, se enfrentó al general, que llevaba su uniforme verde y un
chaleco de camuflaje resistente a las balas. Una multitud de policías militares
los rodeó.
”¡Éste es su
capitán!” gritó Prada, refiriéndose al presidente.
“No podemos
retroceder”, gritó un partidario de Zúñiga.
Arce le dijo
al general que se diera la vuelta.
“Es una
orden, general”, continuó. “¿No me va a hacer caso?”.
“No”,
respondió Zúñiga.
Entonces
llegó un momento clave, dijo Prada. El jefe de las fuerzas aéreas,
aparentemente pensándolo mejor, decidió rescindir su apoyo al golpe, explicó.
La policía declinó unirse. Y finalmente, el recién nombrado comandante general
del ejército ordenó a los tanques y soldados que se retiraran.
Al menos 12
personas resultaron heridas con armas de fuego durante la refriega, según
Prada. Diecisiete personas, entre ellas Zúñiga, están detenidas. Unos 200
militares participaron en el intento de golpe, dijo el jueves el embajador de
Bolivia ante la Organización de Estados Americanos.
Pero si bien
Arce, conocido en todo el país por su apodo, Lucho, logró evitar el golpe,
conseguir controlar a Morales podría resultar más difícil.
Morales,
antiguo líder de los cocaleros del país, aún conserva cierto apoyo entre los
votantes y los miembros de su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS). En
una encuesta reciente, el 19 por ciento de los encuestados apoyaba a Arce y el
9 por ciento a Morales.
Arce puede
presentarse legalmente a un segundo mandato en las elecciones del próximo año,
previstas para el segundo semestre de 2025. No está claro si Morales puede
hacerlo.
La ley
boliviana prohíbe presentarse a más de dos mandatos consecutivos. Morales fue
presidente durante tres mandatos y consiguió que los tribunales le permitieran
presentarse por tercera vez gracias a una laguna legal. Pero cuando intentó
presentarse por cuarta vez, las elecciones fueron impugnadas y se produjo la
agitación que lo derrocó.
En última
instancia, el Tribunal Constitucional de Bolivia tiene la potestad de decidir
si Morales puede volver a presentarse.
Los problemas
económicos del país incluyen la escasez de combustible, la alta inflación y la
falta de acceso a dólares. Estos problemas han provocado protestas encabezadas,
entre otros, por los camioneros, un colectivo que desempeña un papel importante
en el comercio del país.
En la
legislatura, un sector del partido de Arce se ha aliado con la oposición para
bloquear sus iniciativas. Sus críticos le han reprochado que persiga a sus
oponentes, entre ellos un destacado político, Luis Fernando Camacho, quien se
encuentra en detención preventiva desde diciembre de 2022, acusado de sedición
y terrorismo.
Carlos
Romero, un exministro de Gobierno durante la gestión de Morales, dijo que la
relación entre el expresidente y Arce era ahora pésima, y que sembrar dudas
sobre la legalidad de la candidatura de Morales “es parte de la estrategia
política del gobierno que insiste en inhabilitarlo”.
Romero dijo
que la planificación del intento de golpe del miércoles fue “tan torpe y tan
improvisada” que debe haber sido un “montaje acordado con el gobierno
nacional”, repitiendo una afirmación hecha por Zúñiga justo antes de su
detención de que el intento de golpe fue una maniobra planificada por Arce para
que pareciera un héroe.
El gobierno
de Arce ha dicho que no hay pruebas que respalden esta afirmación y la ha
negado.
Carlos Mesa,
expresidente y líder del principal partido de la oposición del país, dijo que
creía que Arce ya estaba intentando beneficiarse políticamente del intento de
golpe “victimizándose”.
El miércoles
por la noche, Arce apareció en un balcón con vista a la plaza política
principal, donde cientos de partidarios se habían reunido, y anunció que habían
derrotado a los “golpistas” del país.
“Gracias,
pueblo boliviano”, gritó.
Entonces, la
multitud estalló: “¡Lucho! ¡Lucho! Lucho!”
DESDE LA
SALIDA DE EVO MORALES HASTA EL INTENTO DE GOLPE: BOLIVIA EN LA ENCRUCIJADA
El intento de
golpe fue rápidamente condenado por la comunidad internacional, incluyendo a la
OEA y la ONU, que instaron al respeto por el orden constitucional.
Gestión de
Perú (https://acortar.link/6LMSf5)
Desde la
renuncia de Evo Morales en 2019, Bolivia ha vivido un periodo de intensa
inestabilidad política y social. La transición del Gobierno interino de Jeanine
Áñez, el retorno del MAS con Luis Arce y los recientes eventos protagonizados
por el general Juan José Zúñiga reflejan un país profundamente dividido.
A
continuación, se presenta un relato de estos acontecimientos hasta el reciente
“intento de golpe de Estado” liderado por el destituido comandante general Juan
José Zúñiga ayer, el 26 de junio.
Renuncia de
Evo Morales y Gobierno interino de Jeanine Áñez (2019-2020)
En noviembre
de 2019, Evo Morales renunció a la Presidencia de Bolivia tras semanas de
protestas y acusaciones de fraude electoral en los comicios de octubre de ese
año.
La
Organización de Estados Americanos (OEA) publicó un informe señalando
irregularidades en el proceso electoral, lo que exacerbó la crisis. La renuncia
de Morales fue seguida por su salida del país, primero a México y luego a
Argentina.
Jeanine Áñez
asumió la presidencia interina el 12 de noviembre de 2019, en medio de un vacío
de poder y enfrentamientos violentos en las calles.
Su Gobierno
estuvo marcado por una fuerte represión a las protestas de los partidarios de
Morales y la implementación de políticas que fueron vistas como un intento de
revertir las medidas de la administración anterior.
La gestión de
Áñez fue controvertida y enfrentó críticas tanto internas como internacionales
por la violación de derechos humanos y el uso excesivo de la fuerza.
Elecciones y
retorno del MAS (2020-2021)
En octubre de
2020, Bolivia celebró nuevas elecciones generales, en las que Luis Arce, del
Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Morales, obtuvo una contundente
victoria en la primera vuelta.
Arce asumió
la Presidencia el 8 de noviembre de 2020, prometiendo restaurar la estabilidad
económica y política del país. El retorno del MAS al poder no estuvo exento de
tensiones. Los partidarios de Áñez y otros grupos opositores manifestaron su
descontento, temiendo un regreso a las políticas de Morales.
Sin embargo,
Arce se esforzó por mantener un tono conciliador y centrarse en la recuperación
económica, especialmente ante los desafíos impuestos por la pandemia de la
covid-19.
Tensión
política y conflictos sociales (2021-2023)
El periodo
entre 2021 y 2023 estuvo caracterizado por continuas tensiones políticas y
conflictos sociales. El Gobierno de Arce enfrentó múltiples desafíos,
incluyendo acusaciones de persecución política contra miembros de la oposición
y conflictos con sectores como el indígena y el cocalero, que en ocasiones se
sintieron traicionados por el MAS.
Las protestas
y los bloqueos de carreteras fueron comunes, con demandas que iban desde
mejores condiciones laborales hasta la autonomía regional. La polarización
política se profundizó, con una oposición fragmentada pero persistente que
buscaba debilitar al gobierno.
Intento de
golpe de Estado del general Zúñiga (2024)
Ayer, 26 de
junio, Bolivia se vio sacudida por un intento de golpe de Estado liderado por
el comandante general Juan José Zúñiga.
Zúñiga, un
alto mando militar con un historial de críticas al Gobierno del MAS, intentó
derrocar a la Administración de Luis Arce, alegando corrupción y mala gestión.
Las primeras horas del golpe fueron caóticas, con enfrentamientos entre fuerzas
leales al Gobierno y los golpistas en la ciudad de La Paz.
El intento de
golpe fue rápidamente condenado por la comunidad internacional, incluyendo a la
OEA y la ONU, que instaron al respeto por el orden constitucional.
Las Fuerzas
Armadas y la Policía, en su mayoría, se mantuvieron leales a Arce, y el golpe
fue sofocado en menos de 24 horas. Zúñiga fue arrestado y enfrentará cargos por
“seducción de tropas” y “atentados contra el presidente y otros dignatarios de
Estado”.
BOLIVIA, EL
PAÍS QUE CUENTA LOS GOLPES DE ESTADO CASI POR DECENAS
El nuevo
levantamiento vuelve a poner la lupa sobre la inestabilidad del país, que ha
tenido una turbulenta historia de asonadas y golpes de estado en sus casi dos
siglos de existencia
El Debate de
España (https://acortar.link/syrO5q)
Este
miércoles, unidades del Ejército boliviano dirigidas por el comandante en jefe
de las Fuerzas Armadas, el general Juan José Zúñiga, echaron abajo la puerta de
la sede del gobierno amenazando con destituir al presidente Luis Arce. Tras un
aparentemente tenso cara a cara entre el presidente y el líder golpista, las
tropas se retiraron de forma incruenta y el general ha sido arrestado. La
situación exacta sigue envuelta en el misterio por el cruce de acusaciones
entre Arce, que se ha proclamado víctima de un golpe de estado, y Zúñiga, que
aseguró haber actuado siguiendo órdenes del mandatario en un «autogolpe».
El llamativo
incidente pone la lupa de nuevo sobre la inestabilidad de Bolivia, que ha
tenido una turbulenta historia de asonadas y golpes de estado en sus casi dos
siglos de existencia.
Antes de su
independencia en 1825, el territorio de la actual Bolivia se correspondía con
la llamada Audiencia de Charcas, un territorio dependiente de los virreinatos
españoles de Perú y Río de la Plata. La región, situada estratégicamente en el
corazón de Sudamérica conectando la ruta entre Lima y Buenos Aires era además
famosa por sus inmensas minas de plata del Potosí. Como nos cuenta Salvador de
Madariaga, ya bajo gobierno español el territorio no estuvo exento de violencia
y altercados por las rencillas entre facciones de criollos y españoles
peninsulares. Sin embargo, como en el resto de América, la Corona española
mantuvo en general la paz durante tres siglos.
El primer
intento de golpe de Estado antecede a la independencia y sería la llamada
Revolución de Chuquisaca de 1809, considerada generalmente la primera de las
revueltas independentistas de la América española. Varios criollos encabezados
por Bernardo Monteagudo se rebelaron para destituir al gobierno encabezado por
el presidente de la audiencia, Ramón García de León y Pizarro. La llegada de
tropas realistas desde Perú puso fin al golpe y restituyó a las autoridades
virreinales.
La
independencia definitiva de Bolivia no vendría hasta 1825, pero el nuevo país,
nombrado así en honor de Simón Bolívar, no tardó en caer en la anarquía
militar. El primer presidente, el general Sucre, fue depuesto por un golpe
militar en 1828, abriendo la puerta a una serie de alzamientos entre distintos
generales por hacerse con el control del país. Durante todo el siglo XIX, como
en otros países surgidos de la desmembración del Imperio español, el gobierno
de Bolivia estuvo monopolizado por caudillos militares que representaban
diferentes corrientes liberales o conservadoras dentro de las élites criollas.
En la Guerra
del Pacífico (1879-1884), Bolivia, aliada con Perú, se enfrentó a Chile en un
conflicto en el que perdió su litoral marítimo, quedando encerrado en la zona
andina sin salida al mar. La derrota tuvo un impacto significativo en su
economía y política, limitando su acceso al comercio marítimo y contribuyendo a
aumentar la inestabilidad interna.
El siglo XX
comenzó con una revolución militar de los liberales liderada por José Manuel
Pando para destituir al gobierno conservador. En las décadas siguientes, las
guerras con países vecinos como Brasil en la Guerra del Acre (1899-1903) o la
Guerra del Chaco (1932-1935) contra Paraguay no solo dejaron un saldo
devastador en términos de vidas perdidas, sino que también debilitaron a los
sucesivos gobiernos.
En 1952 la
Revolución Nacional, liderada por el Movimiento Nacionalista Revolucionario
(MNR) y su líder Víctor Paz Estenssoro, puso fin a una era de gobiernos
militares y estableció un régimen reformista que nacionalizó las minas y llevó
a cabo una reforma agraria significativa. En 1964, Víctor Paz fue derrocado por
su propio vicepresidente, el general René Barrientos, lo que abrió una nueva
sucesión de golpes militares: hasta 11 pronunciamientos entre 1964 y 1982, una
anomalía incluso para los inestable estándares de Sudamérica.
Durante la
década de los 80, el Ejército cedió el poder gradualmente a los gobiernos
civiles y alcanzó cierta calma, pese a la mala situación económica. La llegada
al poder de Evo Morales en las elecciones de 2003 supuso un aumento de las
tensiones de nuevo por la refundación del país, ahora denominado Estado
Plurinacional de Bolivia, y sus intentos de perpetuarse en el poder más allá de
los límites legales.
En 2019,
Morales renunció en medio de protestas y acusaciones de fraude electoral, dando
lugar a una crisis política, que algunos tildaron de golpe de estado, que le
forzó a abandonar el país y culminó en un gobierno interino liderado por
Jeanine Áñez. Al año siguiente, sin embargo, Luis Arce, antiguo colaborador de
Evo Morales, ganó las elecciones y encarceló a Áñez.
El último
episodio de esta semana viene a sumarse a la esta larga lista y parece señalar
que, por desgracia, Bolivia sigue lejos de escapar de la inestabilidad que la
ha perseguido desde la independencia.
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