Thursday, September 14, 2023

EL NARCOTRÁFICO SE VA ADUEÑANDO DE LATINOAMÉRICA. EL LUCRATIVO NEGOCIO DE LA DROGA AMENAZA LA REGIÓN

El lucrativo negocio de la cocaína está en franco crecimiento a nivel mundial, luego de una contracción por la pandemia de la Covid-19. Más allá de las interesantes posiciones de algunos de los países de la región, América Latina aún debe discutir seriamente su política de combate a las drogas y abandonar de una vez por todas las recetas prohibicionistas y militaristas de Estados Unidos, el principal consumidor.
Lo que hizo a este fenómeno tan grave en nuestro continente es la desigualdad social, que es escandalosa. Por ejemplo, las periferias están superpobladas por personas que no tienen la menor oportunidad de conseguir empleo en el mercado legal y que ven una salida en el tráfico. ¿Negocio? Gran negocio: Una tonelada de cocaína se obtiene a mil dólares estadounidenses en Bolivia y se vende a 35 mil en los puertos europeos.
Los problemas asociados a la producción, el tráfico y consumo de drogas en América Latina afectan la calidad de vida de la población, están ligados a formas de exclusión social y debilidad institucional, generan mayor inseguridad y violencia, y corroen la gobernabilidad en algunos países, señala un reciente informe de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) de Naciones Unidas.
En relación a la producción, América Latina concentra la totalidad de producción global de hoja de coca, pasta base de cocaína y clorhidrato de cocaína del mundo. Posee, además una producción de marihuana que se extiende hacia distintos países y zonas, destinada tanto al consumo interno como a la exportación. Y, crecientemente, produce amapola y elabora opio y heroína.
En relación con el tráfico, la zona del Caribe sigue siendo la ruta más frecuente para el tráfico de drogas hacia los Estados Unidos, pero la ruta del Pacífico, pasando por América Central, ha ganado importancia relativa. Recientemente ha cobrado importancia el transporte fluvial desde los países productores de coca-cocaína a través de Brasil.
El problema del consumo afecta principalmente a la población juvenil y a los varones más que a las mujeres. La marihuana, seguida de la pasta base de cocaína, el crack y el clorhidrato de cocaína son las drogas ilícitas de mayor consumo en la región, generando mayores problemas en jóvenes de alta vulnerabilidad social, añade Cepal.
El prohibicionismo arrancó hace más de 100 años como forma de controlar sustancias peligrosas, que muchas veces suele ser a través de la militarización, la Policía, la represión y las cárceles. Visto en grande, lo peligroso de las sustancias termina siendo la respuesta militarizada a ellas y no tanto ellas mismas.
Esta guerra bajo la visión estadounidense del problema no es la salida para la región, que lleva al menos cuatro décadas en esta guerra y no llegó a nada, pero se gasta (no se invierte) mucho dinero. Los que son beneficiarios de esas políticas son las industrias armamentistas y los «batallones» de obreros del narcotráfico que ven en él su forma de asegurar el sustento.
Hoy los criminales están mucho más articulados, transitan por la alta sociedad y, al mismo tiempo, atraen a las personas pobres para que hagan el trabajo sucio por su falta de perspectiva económica.
En América del Sur hay dos grandes rutas para el narcotráfico. Una, la del sur -Paraguay, centro-sur de Brasil, Argentina y Uruguay-, importante porque cuenta con centros urbanos mayores y una estructura aeroportuaria y portuaria mayor también, un desarrollo logístico que facilita transportar la droga, que incluye una red de carreteras bien estructurada, lo que facilita la exportación de cocaína a Europa, que es el gran negocio actualmente.
La segunda es la ruta amazónica, que sale de Perú y Colombia, va hacia el Pacífico, siguiendo caminos como el que iba de Ecuador a Costa Rica y de allí al Caribe. Es una vía orientada más bien hacia Estados Unidos.
Uruguay, que tiene algunas buenas leyes para combatir el tráfico y el lavado de activos, hace agua a la hora de aplicar controles. A los tradicionales servicios nacionales de blanqueo de capitales y tránsito de drogas, se ha sumado un crecimiento del mercado interno y el refugio que prófugos de otras latitudes han sabido encontrar en el país, muchas veces amparados por gobernantes corruptos.
Uruguay ha pasado a ocupar una posición cada vez más relevante en la distribución internacional del mercado de drogas. No es un país productor ni alberga una gran demanda (aunque es de los mejores en consumo por habitante: está enclavado en un lugar estratégico para colocar grandes cargamentos en Europa. Y existen grandes falencias en los sistemas de control y detección de cargamentos ilícitos.
En el consumo a gran escala de información sobre el mundo de las drogas muchas cosas se dan por sentadas: los grupos criminales combaten, corrompen o engañan desde la ilegalidad a Estados que siempre tienen la voluntad de enfrentarlos. Sin embargo, fuera de las grandes hegemonías discursivas, hasta el nombre con el que se conoce el fenómeno está en discusión.
El término narcotráfico deriva solamente de dos componentes de la actividad: los narcóticos (que son una familia de drogas, entre otras) y el tráfico o tránsito (un eslabón de una cadena productiva que incluye también producción, acopio, comercialización, etcétera). Aunque en términos de lenguaje allí no hay más que un ejemplo de metonimia en el que se toma la parte (en este caso, dos partes) por el todo, esa composición es sin...
Allan De Abreu, periodista brasileño de la revista Piauí, que lleva dos décadas investigando el crimen organizado. Señala que la ruta caipira empezó a ser transitada en los años setenta con contrabando de café. En esa época Brasil cobraba impuestos muy altos a la exportación de café y los de Paraguay eran insignificantes y por eso los caficultores lo contrabandeaban a Paraguay para exportarlo desde ahí.
Y en los años noventa, cuando este negocio deja de ser interesante porque cambia la tributación, la dirección del camino se invierte y por la misma ruta se lleva a Brasil, desde Paraguay, la cocaína, tráfico con eje en las ciudades de Punta Porá, del lado brasileño, y Pedro Juan Caballero, del paraguayo, prácticamente una sola ciudad. Por allí pasa hacia Brasil buena parte de la cocaína que Paraguay recibe de Bolivia y Perú.
Dominar esa región es dominar la ruta. Y el cártel brasileño Primer Comando Capital intentó controlarla, lo que llevó a un conflicto con Pedro Jorge Rafaat, que era el gran capo de esa frontera, historia que culminó con el asesinato de Rafaat en 2016. También está muy establecida y ha tenido muchos usos la ruta del río Paraguay, que baja por el Paraná y llega al Río de la Plata, involucrando a Uruguay. Sebastián Marset está operando por esa vía, que culmina en el puerto de Montevideo, desde donde la cocaína sale hacia Europa.
El Comando Vermelho –la organización criminal más antigua de Brasil– desplazó a las mafias locales de la triple frontera amazónica y ha tomado el control de la producción de cocaína en el lado peruano. La triple frontera amazónica se ha convertido en un territorio en disputa por varios grupos armados procedentes de Brasil, que se han impuesto con violencia sobre las mafias locales peruanas y colombianas.
Una investigación de Ojo Público revela cómo esta banda opera la ruta fluvial del Amazonas, en alianza con grupos criminales de Colombia, y el reclutamiento de ribereños e indígenas peruanos para la producción de droga. Esto se produjo en medio de una guerra con Los Crías, una facción local de Tabatinga, que se ha aliado con el poderoso Primer Comando Capital brasileño para disputar el control territorial.
Pero es el Comando Vermelho el que ha logrado dominar –así como lo ha hecho más al sur, en la frontera de Ucayali (Perú) con Acre (Brasil)– gran parte de las rutas en este territorio amazónico donde no solo predomina el tráfico de drogas, sino también la tala y la pesca ilegal.
Mientras, el sureña puerto de Montevideo, la capital uruguaya sobre el Río de la Plata ofrece al narcotráfico la ventaja de ser un punto de salida «contraintuitivo», por su mayor distancia de los puertos de llegada y por la falta de fiscalización, como ocurre en Paraguay, que no tiene ningún control sobre lo que pasa por el río.
Cambios en el negocio
En este narconegocio, ha habido cambios y el más notorio es que el jefe de la pandilla tiene que alejarse de la droga y que es necesaria la compartimentación. Los primeros narcotraficantes intervenían personalmente en el transporte y así siempre corrían el riesgo de ir presos. Con la compartimentación, los niveles inferiores de la banda desconocen para quién trabajan y eso protege a la cabeza del esquema.
Según los expertos, el tercer cambio (o lección aprendida a lo largo de los años) es advertir el riesgo de la verticalización. Como ejemplo, en el Cártel de Medellín todo dependía de Pablo Escobar y cuando éste cae todo se desarma.
El PCC brasileño aprendió estas lecciones de la historia y hoy goza de una estructura horizontalizada, organizada en sintonías: la sintonía de las corbatas (los abogados), la del transporte, la financiera, la sintonía comunicacional (encriptación de los mensajes, lo que deja en el pasado las escuchas). En el CCC la cabeza es una sintonía, no el «capo» Marcos Willians Herbas Camacho (más conocido por Marcola), pese a que nadie dude que es el gran jefe. Pero si él muere o cae preso, la estructura continua.
En Brasil, el PCC domina y regula el crimen en San Pablo y se abstiene de atraer la atención de los medios y de la policía, mientras que a Río se lo disputaban las milicias, el Comando Vermelho y el Terceiro Comando Puro. Lo cierto es que el PCC nació como una especie de sindicato de los presos, tras la masacre de la cárcel paulista de Carandiru, con un saldo de 111 presos muertos. Entonces, los presos percibieron que tenían que unirse contra un Estado corrupto y una Policía asesina.
El PCC nace en las cárceles y desde allí se extiende: es fruto del encarcelamiento masivo, el resultado de eso, de las prisiones abarrotadas de pequeños traficantes, de las condiciones de salud absolutamente inhumanas. ¿Tiene sentido detener a un microtraficante y encarcelarlo para que salga con un posgrado en el crimen?
Con el nuevo siglo el CCC se dirige al oeste para establecerse en las fronteras de Paraguay y Bolivia, buscando proveedores de cocaína para alimentar sus puntos de venta en San Pablo. Tras la muerte de Rafaat penetran en Paraguay y Bolivia, y hoy dominan toda la cadena, desde la producción en la selva boliviana, hasta la exportación.
Para convertirse en una mafia, solo les falta lograr una infiltración consistente en el Estado. Pero, a diferencia de Pablo Escobar, el CCC no tiene ambiciones políticas... al menos por ahora, aunque sí rituales tipo mafia italiana.
Lo que llama la atención es que los brasileños presos en las cárceles uruguayas que integran el PCC expanden allí su ideología, que es un conjunto estricto de reglas. Para entrar al PCC hay que ser bautizado y para eso hay que tener un padrino, es decir que un miembro del PCC tiene que proponer al candidato y hacerse responsable de sus actos. Permite que sus integrantes tengan negocios ilícitos propios, pero nunca pueden dejar de cumplir las misiones que les encomienda, ni desviar dinero o armamentos de la organización. Tienen tribunales del crimen.
Pero también hay un modelo diferente, empresarial, el de Cabeça Branca, gran mayorista de cocaína que estaba por encima de esas organizaciones. Construyó un esquema logístico importante en países de tránsito, como Brasil y Uruguay. El mayorista compra la cocaína y la traslada hacia su punto de salida: su poder será mayor de acuerdo a cuántas rutas para hacerlo tenga.
Cabeça Branca, que se mantuvo 30 años impune (la Policía Federal ni siquiera tenía una foto suya), tenía una flota de aviones, otra de camiones, funcionarios en casi todos los puertos brasileños, estancias en Mato Grosso que servían de depósito para la cocaína que llegaba en avión y de allí continuaba en camión hacia los grandes centros.
La operación que lo llevó a prisión se orientó hacia una política que no se enfocaba en las incautaciones de droga, sino investigar el lavado de dinero y luego secuestrar los bienes del criminal.
Ecuador se ha convertido en uno de los mayores exportadores de drogas. El asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio es una de las consecuencias previsibles del nuevo estado de cosas.
El país posee cuatro regiones geográficas: costa, sierra, Amazonía e islas Galápagos. La costa se encuentra bajo el dominio de las bandas criminales asociadas al narcotráfico. Estas bandas se han desplazado a la sierra y Amazonía, pero no han alcanzado todavía el control que ejercen en la franja costera. Transportan desde las fronteras la droga que llevan luego a alta mar o sacan del país en avionetas. Sus socios mexicanos y europeos reciben la droga en la mar, en pistas de Centro y Norteamérica o en los puertos de Europa. Es decir, Ecuador es un engranaje en la maquinaria de producción, transporte y venta de droga que se hace a escala mundial.
Antes de convertirse en uno de los eslabones del tráfico, Ecuador era ya un territorio en el que se lavaba el dinero del narcotráfico. El país usa dólares estadounidenses como moneda de circulación nacional, lo que hacía mucho más fácil la introducción de dólares en el sistema financiero y en todo tipo de inversiones. Ecuador lavaba dólares antes de convertirse en principal canal de salida de cocaína.
Durante estos últimos años la modernización del país ha sido vertiginosa. Incluso se ha llegado a dar el caso de que constructores privados financian ellos mismos las obras que se hacen para los gobiernos, como municipios y prefecturas. Había dinero, que circulaba discretamente, para financiar todo tipo de empresas, en condiciones incomprensibles si no fuera porque no se buscaba obtener un beneficio con el dinero, sino sencillamente hacerlo circular. Sin embargo, cuando una persona recibía dinero una vez, ya no podía negarse a recibir una segunda vez.
Ecuador es geográficamente pequeño, comparado con sus vecinos: tiene la cuarta parte del territorio de Perú o Colombia. Durante los últimos veinte años los gobiernos centrales y seccionales construyeron y mejoraron las autopistas, carreteras, aeropuertos y puertos, haciendo que el país sea mucho más transitable que antes. Toda esa infraestructura la han aprovechado las bandas criminales.
Los casos de narcotráfico no eran ajenos a la historia criminal de la República. Durante los años 90 del siglo pasado y a principios del milenio se detuvo y procesó a narcotraficantes locales que, sin embargo, eran todavía ejemplos pequeños de lo que significaba el narcotráfico. Aun así, el asesinato del diputado Jaime Hurtado, a fines de los años noventa, se vinculó con sus investigaciones en torno al lavado de dinero en el sistema financiero de aquellos años.
El actual sistema de cosas, el poder inaudito que han llegado a tener las bandas criminales, se estableció durante los últimos veinte años. Sin embargo, de la coexistencia pacífica con el gobierno revolucionario hemos pasado en los últimos tres años a una guerra total contra el narco. Antes de referirnos a esta guerra, cabe señalar cómo el gobierno revolucionario fue el que estableció el actual sistema de cosas.
El partido revolucionario fue acusado tempranamente de recibir financiamiento de las FARC para su primera campaña electoral. Poco después se desmontó la base norteamericana que existía en la costa del país, y que se había instalado allí para combatir a las FARC colombianas. Ahora se dice que esa base estaba allí para combatir el narcotráfico, lo que es parcialmente cierto, pues las FARC controlaban parte del negocio del narcotráfico.
Por otro lado, durante los años de la Revolución se hicieron cada vez más comunes las denuncias de complicidad entre políticos y narcotraficantes. Se instalaron pistas y muelles clandestinos, en colaboración con los políticos de la región litoral. Un incidente nos puede dar una idea de la penetración del narco en el aparato estatal: en el año 2013 se envió una valija diplomática llena de droga a Italia. El escándalo terminó por afectar a la cancillería y por mostrar qué clase de relaciones se habían establecido entre los narcos y los políticos.
La coexistencia pacífica entre el narco y la política se acabó con la llegada al poder de Lenin Moreno en 2017, cuando rompió totalmente con su pasado revolucionario y se dedicó a perseguir la corrupción de sus antiguos coidearios: Jorge Glas, su vicepresidente, fue investigado, juzgado y condenado por corrupción. Entre otras causas, Glas fue acusado de recibir coimas de la empresa brasileña Odebrecht. Ahora mismo, la justicia brasileña acaba de retirar las causas contra Glas.
Moreno, y su continuador, Guillermo Lasso rompieron las alianzas con Rusia y enfriaron su relación con China. Moreno entregó a Julian Assange y en muy poco tiempo Estados Unidos recobró a un antiguo aliado en la región. De tal suerte que el terreno estaba preparado para iniciar la guerra contra el narco, en donde los Estados Unidos son el principal aliado del país. La guerra contra el narco se inició con Moreno y ha continuado con Lasso. Esta guerra significa el ingreso de millones de dólares e ingentes cantidades de armas destinadas a la policía y al ejército.
Como todos saben, la guerra contra el narco con «tecnología» e «inteligencia» estadounidense no ha funcionado en Colombia ni en México. ¿Por qué iba a funcionar en Ecuador?
Hace pocos meses el embajador de Estados Unidos en Quito acusó a varios generales de la policía de colaborar con el narcotráfico. La embajada estadounidense retiró la visa a los generales, pero el gobierno de Guillermo Lasso no los separó, ni los investigó ni los juzgó. No hizo nada: ¿por qué nadie puede enfrentarse a la policía? Es una pregunta que se desdobla en otra: ¿por qué nadie puede enfrentarse a los narcos?
La acusación de que el Ecuador es gobernado por un narcoestado cobra total validez de cara al asesinato de Fernando Villavicencio. Resulta que quienes deben controlar el crimen en realidad colaboran con él. Las bandas criminales no sólo controlan ya totalmente ciudades como Daule, donde intentaron asesinar al alcalde, y otras como Manta, donde efectivamente lo mataron en julio último. Dos ciudades de la costa.
No existe todavía una razón evidente de cuál fue la causa del asesinato de Fernando Villavicencio. El periodista y político se empeñó en denunciar los casos de corrupción durante los años de la Revolución. Y durante las últimas semanas se enfrentó a las bandas criminales: incluso llegó a hacer un mitin político en una de las ciudades que son cuna de estas bandas. Familiares y conmilitones de Villavicencio señalan que la policía fue negligente respecto a la protección que debía brindarle.
La acusación de que el Ecuador es gobernado por un narcoestado cobra total validez de cara al asesinato de Fernando Villavicencio. En el momento en que fue asesinado era incierto que pudiera llegar a una segunda vuelta. Su asesinato ha sembrado el terror en la capital y ha profundizado el sentimiento de que no existe una forma de parar la violencia del narco contra el Estado y la sociedad.
Pablo Cuvi, editorialista del portal Primicias, habla ya abiertamente de legalizar algunas drogas. El problema de fondo es que las mafias no quieren pasar a la legalidad, porque tendrían que pagar por los crímenes conexos al narcotráfico y porque les resulta más rentable que el negocio siga siendo clandestino. Como decía Clausewitz, la guerra es una continuación de la política: es preferible, para muchos actores, mantener la guerra, así ganan un poder que no podrían conquistar con la política.
¿Quiénes son, entonces, los responsables y culpables del asesinato de Fernando Villavicencio? Cabe tener en cuenta que las bandas criminales tienen nexos con el correísmo e incluso con el actual gobierno: es reciente el descubrimiento de las relaciones entre narcotraficantes albaneses y altos funcionarios del gobierno encargados de las compras públicas. El asesinato de Rubén Chérrez, amigo y asesor del cuñado de Lasso, apunta en esa dirección.
Verónica Sarauz, viuda de Fernando Villavicencio, ha señalado al correísmo y al Gobierno como responsables, aunque carece de pruebas para hacer semejante señalamiento. Lasso salió prácticamente indemne de la investigación que hicieron contra él por ser uno de los protagonistas del feriado bancario, es decir, por la quiebra del sistema financiero que significó la pérdida de sus ahorros para cientos de miles de clientes de los bancos. La policía no custodió como debía a Villavicencio y murió en manos de la policía uno de los pistoleros a los que debía llevar al hospital: en lugar de eso, lo llevó a una dependencia policial. Es decir, políticos y asesinos actuaron a ojos vistas de las fuerzas del orden, que les dejaron actuar. Es como lo que sucede en la película Z, de Costa Gavras.
Finalmente, cabe preguntarse si Fernando Villavicencio era agente de la CIA, como decía el expresidente Rafael Correa, y como reveló Telesur. Si tal cosa llegara a demostrarse algún día, atrás de su asesinato no sólo estarían los políticos locales, sino los gobiernos de la región e incluso esa potencia que libra una guerra en Europa. Economía y Política de España (https://acortar.link/K2zkoH)
 
 
 
 
 
NARCO: DE SUDAMÉRICA A MÉXICO: LAS CONEXIONES CRIMINALES
 
Apoyados por una amplia red de operadores, los cárteles mexicanos se afianzan en toda América Latina: han tomado los controles del trasiego y el transporte de drogas que, vía las rutas mexicanas, arriban a Estados Unidos, el voraz mercado de consumo.
 
Sin Embargo de México (https://acortar.link/tReRen)
 
*Al menos tres cárteles de la droga –Sinaloa, Jalisco Nueva Generación y Golfo –han establecido una red de operadores en países proveedores de droga como Colombia, Perú, Bolivia, entre otros. De esta forma agilizan el trasiego de droga hacia México, pero no sólo eso: es tan fuerte su presencia en esa región que ya desplazaron a los colombianos en el transporte de drogas. Ahora son los operadores mexicanos los que mueven los cargamentos por la ruta del Pacífico o bien por el Caribe, dos de las vías más socorridas por la mafia mexicana. La DEA le sigue los pasos a varios operadores, a quienes tiene bien identificados, pero hasta ahora no ha podido capturarlos, pues estos hombres suelen moverse con mucha habilidad y destreza por el agitado mundo del narcotráfico.
Apoyados por una amplia red de operadores, los cárteles mexicanos se afianzan en toda América Latina: han tomado los controles del trasiego y el transporte de drogas que, vía las rutas mexicanas, arriban a Estados Unidos, el voraz mercado de consumo.
A raíz de la guerra fallida del Presidente Felipe Calderón –2006-2012 –los cárteles mexicanos establecieron alianzas sólidas en Colombia, Perú, Bolivia, Venezuela y otros países con el objeto de asegurar el suministro de drogas.
En Colombia, por ejemplo, los cárteles mexicanos de Sinaloa, Golfo y Cártel de Jalisco Nueva Generación desplazaron a los colombianos, donde el narcotráfico se ha diversificado: actualmente son los cárteles mexicanos los que controlan el transporte de enervantes hacia México y Estados Unidos, mientras los colombianos sólo se han quedado con la producción de drogas, aunque con variados cambios: ya no existen los cárteles al viejo estilo, con capos ostentosos ejerciendo violencia. Ahora los cárteles operan divididos, pero con una muy bien organizada red de trabajo.
Para lograr sus objetivos, el Cártel de Sinaloa cuenta con operadores en Colombia. De acuerdo con la DEA, uno de los principales es Ray Domínguez Ortiz, conocido como “El Matón”, personaje de origen sinaloense que, según la DEA, trabaja para la organización criminal de “El Mayo” Zambada en ese país sudamericano.
En Perú, otro de los países proveedores de los cárteles mexicanos, Sinaloa tiene otra pieza clave: se trata de Omar Lemus Rivas, alias “La Changa, responsable de mover los cargamentos de drogas vía aérea, según establecen informes de la DEA.
Y en Bolivia, donde en su momento estuvo refugiado Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, el Cártel de Sinaloa cuenta con los servicios de Rolando Giraldo, un colombiano ampliamente conocido por las agencias estatadunidenses porque ha trabajado para varios cárteles de la droga.
Este personaje, de acuerdo con los informes de la DEA consultados, es un enlace con los operadores mexicanos: la droga que proviene de Sudamérica la introducen a México vía el Pacífico, aunque también el Caribe se ha vuelto una ruta bastante socorrida para los cárteles mexicanos.
Otro de los cárteles que cuenta con operadores en el continente es el de Jalisco Nueva Generación. Su principal representante en Colombia responde al nombre de Rigoberto Ramírez Ortiz, mejor conocido como “La Rana” o “El Sapo”: de acuerdo con su perfil, es muy violento y sanguinario, según lo describen los informes de la DEA.
Este grupo criminal, uno de los más violentos, cuenta con otro operador en Perú.  Se trata de Manuel Rodríguez, “La Piraña”, quien lo mismo se mueve en Venezuela que en Guatemala. Es el responsable de suministrar precursores químicos para el CJNG y elaborar drogas sintéticas que exportan a Estados Unidos.
Radiografía del crimen
Después de la guerra fallida contra el narcotráfico emprendida por el entonces Presidente Felipe Calderón — cuyo ahora está en entredicho porque los cárteles se fortalecieron y se internacionalizaron –ahora los grupos criminales encentran facilidades para establecer nuevas alianzas, lo que les permite fraccionarse en bloques, pues ninguna autoridad los persigue debido a que el Gobierno federal carece de una política criminal efectiva.
Viejos cárteles, que en otro momento fueron considerados descabezados, debilitados y a punto de la extinción ahora reviven y se posicionan en el territorio nacional con mayor fuerza. Es el caso del Cártel de Tijuana que, de verse casi al borde de la desaparición actualmente cobró un nuevo aire. Ahora se llama Cártel de Tijuana Nueva Generación. Su nuevo poderío se debe a la asociación que estableció con el Cártel de Jalisco, que encabeza Nemesio Oseguera.
Como antecedente importante cabe decir que, en 2006, cuando tomó posesión como Presidente Felipe Calderón, la guerra contra el narcotráfico –en ese tiempo los cárteles ya dominaban casi todo el territorio nacional, según el diagnóstico de entonces –se centró en no más de diez grupos criminales.
Entonces el mapa estaba conformado por los cárteles del Pacífico y/o Sinaloa, encabezado por Joaquín Guzmán Loera; la célula de los hermanos Beltrán Leyva, el Cártel de Juárez, Tijuana, Jalisco Nueva Generación, Golfo, Zetas, Los Cuinis, los hermanos Valencia Cornelio, La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios.
Después de la guerra, que resultó un desastre –México se convirtió en ese tiempo en exportador de violencia e inestabilidad en el continente debido a la internacionalización de los cárteles mexicanos –los grupos criminales entendieron muy bien la transición que enfrentaban: fue entonces cuando los grandes cárteles empezaron a dividirse en bloques, establecieron alianzas estratégicas con grupos incluso antagónicos y pactaron con gobernadores y alcaldes. Esto explica el control territorial que actualmente detentan y no sólo eso: con el paso de los años ya no les bastó con tener la protección oficial –política y policiaca –sino que los propios capos compitieron electoralmente para detentar el poder: ahora muchos personajes de la delincuencia organizada son alcaldes, diputados locales y federales y, en muchos casos, están operando en las propias gubernaturas de los estados y hasta en el Poder Judicial.
Este cambio de paradigma, lejos de frenar la violencia, la exacerbó: muchos estados del país como Sinaloa, Jalisco, Nuevo León, Tamaulipas, Veracruz, Coahuila, entre otros, enfrentan uno de los más altos niveles de criminalidad, con jornadas de sangre que han dejado más de cien muertos por día en algunos casos.
Y ante este derramamiento de sangre que se vive por todas partes, el llamado del Presidente a los cárteles para que “le bajen” ha resultado palabra vacía, pues los grupos criminales actúan en abierto desacato a la autoridad.
Y es que si bien la guerra contra el crimen que emprendió Felipe Calderón no frenó la violencia, la inacción del Gobierno de la Cuarta Transformación ha resultado igual de ineficaz e incluso peor: los cárteles operan abiertamente, pues ninguna autoridad los persigue; se dan tiempo para establecer alianzas, operan a lo largo y ancho del país, siembran amplios territorios con droga –mariguana y amapola –trafican con cocaína, heroína y drogas sintéticas como si sus actividades fueran legales
Las sociedades del crimen
De acuerdo con un informe de inteligencia de la Secretaría de Seguridad Pública del 2019 los grandes cárteles que operaban en el país han sufrido un cambio sustancial. Ahora operan fraccionados o en bloques, lo que ha derivado en que se hayan conformado células o escisiones que controlan grandes extensiones de territorio a base de sangre y fuego.
Según el informe, éstas células operan con un elevado nivel de violencia –matan, secuestran, descuartizan, desaparecen personas, cobran piso a los comercios con amenazas –y disponen de armamento de alto poder que, por mucho, supera al que disponen las policías municipales, cuyos mandos, además, están coludidos con los grupos criminales.
Con base en esta radiografía, ahora cárteles como Los Zetas –antiguo brazo armado del Cártel del Golfo y posteriormente transformado en cártel independiente –se han dividido en dos células: el Cártel del Noreste, que representa una estructura renombrada de los nuevos Zetas –y Los Zetas de la Vieja Escuela, un grupo disidente que tiene presencia en Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Veracruz, Zacatecas, Campeche, Tabasco y Quintana Roo.
En el caso de Nuevo Laredo, Tamaulipas, esta región –según el informe criminal –opera un brazo armado conocido como “La Tropa del Infierno”, a la que se atribuye la ola de violencia que azota a ese estado.
Pero eso no es todo: El Cártel del Golfo –uno de los más viejos que opera en México, fundado en los años sesenta por Juan Nepomuceno Guerra, tío de Juan García Ábrego –sufrió una fractura en su cimentación con la captura y muerte de sus principales líderes. El último capo emblemático que lo dirigió fue Osiel Cárdenas, capturado en 2003 y extraditado a Estados Unidos, donde compurga una pena.
Esta escisión derivó en el surgimiento de tres grupos criminales tan violentos como sanguinarios: “Grupo Bravo”, “Los Metros” y “Los Ciclones”.
Las autoridades federales cuentan con registros que dan cuenta de la existencia de otros pequeñas células delictivas no menos perniciosas: “Grupo Sombra”, “Grupo Pantera”, “Comando del Diablo”, “Los Sierras”, “Escorpiones”  “Grupo Operativo Z”, “Alcatraz de los R”, éste último, asociado con otro conocido en el mundo del hampa como “El Combate del Diablo”-
Estos grupos de sicarios o de exterminio ligado a los cárteles de Los Zetas, Noreste y Golfo surgieron recientemente y su consolidación se explica en buena medida al vacío de Estado que priva en el país.
Su zona de influencia se ubica en Tamaulipas, Quintana Roo y en una parte de San Luis Potosí. A pesar de las alianzas, esta organización que ha tejido en poco más de una década, está a punto de desaparecer del escenario criminal nacional, de no aliarse con otros grupos delictivos.
El reciclaje de cárteles
Las alianzas entre células o fracciones establecidas por los grandes cárteles de la droga han permitido, en los últimos tres años –del último tramo del Gobierno de Enrique Peña Nieto a la fecha –que algunas organizaciones criminales que estaban debilitadas o a punto de desaparecer ahora hayan comenzado un repunte con una nueva estructura que incluye apoyo financiero, base de sicariato y armamento de alto poder para enfrentar a los cárteles poderosos.
De esta manera, la guerra se centra en los municipios del norte y sur del país y la lucha es por el control territorial y el mercado de drogas, que ya es boyante en México.
Los casos ejemplificativos de este resurgimiento criminal lo representa el Cártel de Tijuana, fundado en los años ochenta por la familia Arellano Félix. Ahora de autonombran Cártel de Tijuana Nueva Generación (CTNG), ya que sellaron una alianza con el Cártel de Jalisco, representado por Nemesio Oseguera, el cual domina en 20 estados de la República mexicana.
El CTNG, de acuerdo con los informes oficiales, se fortaleció en estructura de sicarios, armamento y distribuyó muy bien el territorio que controla –Baja California, por ahora –y su principal cerebro, se afirma en círculos policiacos, es Enedina Arellano, quien desde los años noventa opera el lavado de activos.
Otro caso es el Cártel de Juárez, ahora llamado Nuevo Cártel de Juárez. Mantienen a su brazo armado –La Línea –y a su vez controlan a otros pandillas –Los Mexicles y Los Aztecas –y unidos como un ejército ahora han arremetido fuerte para reposicionarse en el trasiego de drogas hacia Estados Unidos.
En 2006, cuando Calderón declaró la guerra al narco, este cártel estuvo a punto de desaparecer. Vicente Carrillo, su jefe, fue detenido. El Gobierno federal golpeó su estructura en 2009 cuando rescató a Ciudad Juárez, considerada entonces la zona más violenta del mundo.
Pero diez años después, el Cártel de Juárez está de vuelta y, al igual que otros grupos criminales, ha encontrado facilidades para reorganizarse en el Gobierno de López Obrador, pues esta organización no ha sido molestada por ninguna autoridad.
Además de Ciudad Juárez, Chihuahua, este cártel controla Sonora, El Paso y San Antonio, Texas, en Estados Unidos.
A la lista de suma La Familia Michoacana, quienes hace menos de una década estuvieron a punto de la extinción. Se dividieron y de esa escisión surgieron Los Caballeros Templarios, activos hasta la fecha, pero disminuidos. Este grupo se dedica al tráfico de drogas, incluida las sintéticas; al secuestro, homicidio, lavado de dinero, trata de personas y cobro de piso a comercios.
Pero con nuevos refuerzos y mejor estructura en Michoacán resurgió lo que se conoce como La Nueva Familia Michoacana. Cuenta con un brazo armado –Los Troyanos –que operan en Michoacán, Estado de México, Guerrero, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Colima, Nuevo León, Baja California y Coahuila. Todo ello gracias a las alianzas que tejieron con otros cárteles.
Una de sus principales asociaciones la hicieron –según el informe de la Secretaría de Seguridad Pública –con Las Morcas, señalados por la DEA como un cártel desde el 2009, pues distribuyen droga, heroína y drogas sintéticas, en territorio estadunidense.
El Cártel Beltrán Leyva y/o Gente Nueva es un claro ejemplo de la fragmentación criminal dado que, con la detención y muertes de Arturo, Carlos, Alfredo, Mario, Esaúl y Héctor Beltrán Leyva, este cártel dio origen al nacimiento de ocho células criminales que han continuado con las actividades de trasiego de droga, trata de personas, ejecuciones, tráfico de armas, lavado de dinero, secuestro y cobro de piso a comerciantes grandes y pequeños.
Por su parte, el cártel de Los Rojos, con presencia en el centro y norte de Guerrero, así como en Morelos, es otro de los grupos transformados que ahora controlan una mayor extensión territorial, lo que han conquistado a base de efectuar verdaderos baños de sangre.
El bastión principal de Los Rojos se construyó en Chilapa, Guerrero; su fundador fue Jesús Nava Romero, “El Rojo”, quien fue lugarteniente de Arturo Beltrán Leyva. Además de este grupo en esa región operan Los Mazatlecos, brazo armado de Los Beltrán, ahora dedicados al tráfico de drogas.
También operan los Ruelas Torres, cuyo líder, José Luis Ruelas Torres, fue lugarteniente de Arturo Beltrán. En Guerrero está el semillero de nuevos grupos criminales, herencia de Los Beltrán, como es el caso de Los Granados, quienes operan en la Costa Grande.
También se incluyen a “Los Ardillos” –llevan 20 años en el crimen organizado dedicados al tráfico de amapola y heroína –, cobro de piso, piratería y secuestros. Ahora operan en lo que se conoce como la región de la montaña y el centro de Guerrero.
A estos grupos se suma, además, el Cártel Independiente de Acapulco, la cual es considerada una organización local. Opera en las colonias del puerto de Acapulco, Guerrero; se dedican al trasiego de drogas, secuestro, servicios de sicariato, ejecuciones y cobro de piso.
“El 2 mil” o “El Panchillo” es el jefe de otra banda criminal. Su verdadero nombre es Javier Hernández García. Su radio de acción ha crecido. Ahora se afirma que controla Coahuila, parte de Chihuahua, San Luis Potosí y Sonora.
En Guerrero una parte del territorio le corresponde a “Guerreros Unidos”, eslabón del grupo Beltrán Leyva y del Cártel del Pacífico.
En la zona del Bajío la lucha está fuerte entre los Cárteles de Jalisco y Santa Rosa de Lima, éste último encabezado por José Antonio Yépez, “El Marro”. Se disputan el control del huachicol en los municipios de Valle de Santiago, Joral del Progreso, Cortázar, Yuriria, Salamanca, Irapuato, Silao y León, el llamado Triángulo del Huachicol.
 
 
 
 
 
LA ESTIGMATIZACIÓN DEL TRÓPICO DE COCHABAMBA
 
Rebelión de España (https://acortar.link/tQ1XkX)
 
En la mañana del lunes 28 de agosto, el ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo, llevó a cabo una conferencia de prensa que, a grandes rasgos, puede ser divida en dos partes: una para mostrar una serie de datos sobre los resultados exitosos de su gestión en términos de combate al narcotráfico, y la otra para -en sus propias palabras- mostrar información «inédita» de la lucha contra de este flagelo. Para ello, en esta segunda parte, se prometió a los periodistas que se mostraría una nueva herramienta para llevar la lucha contra el narcotráfico a «otro nivel»: un sistema de georeferencia de altísima tecnología, nombrado el «El Mapa del Narcotráfico en Bolivia».
Sobre la primera parte no nos extenderemos mucho. Solo apuntaremos que esta necesidad de presentar datos de éxitos de la gestión, records rotos y reconocimientos, no se dan en un momento aleatorio o como parte de la rutina administrativa. En realidad, se inscriben en un contexto político bastante claro: un momento de impopularidad y cuestionamiento al ministro, quien coronó -tras estar en el centro de varios escándalos- un severo deterioro de su imagen a raíz de la fuga del narcotraficante uruguayo Sebastián Marset, quien vivía y operaba con bastante holgura y comodidad en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Ante la crítica y la crisis, mostrar pomposidad y altisonancia, diríamos. O como el mismo ministro concluyó en su conferencia de prensa: en realidad, por nuestros grandes e importantes resultados es que nos atacan y cuestionan ciertas «organizaciones criminales», por nada más.
Dejamos a los especialistas demostrar -como ya lo vienen haciendo- si los datos del ministro realmente suponen un nuevo y brillante episodio en la lucha contra el narcotráfico en Bolivia, o si se trata de mantener viejas tendencias y/o un deterioro. Solamente expresaremos nuestras sospechas a la altisonancia de la conferencia de prensa, debido a que no es una novedad que el ministro sea tan hábil como para exponer un fracaso como si fuera una victoria. En realidad esta práctica y estilo ya tienen su recorrido. Un ejemplo. En diciembre del 2021, en otra conferencia de prensa, el ministro de Gobierno exhibió en pantallas led la cifra de 9.457 hectáreas de plantíos de coca erradicados, lo cual habría -en sus palabras- superado sus propias expectativas, colocadas a sí mismo en la meta de erradicar 9000. Sin embargo, nótese la sutiliza comunicativa, se habló de cuánto se erradicó, no del cuánto crecieron los plantíos ilegales.
De acuerdo a la Ley General de la Coca (2017) en Bolivia son permitidos legalmente 22.000 hectáreas de plantíos de coca -14.300 en los Yungas de La Paz y 7.700 en el trópico de Cochabamba-, en el entendido de que esta cantidad estaría destinada al consumo y uso tradicional en Bolivia y no a propósitos ilegales. De acuerdo con el informe del 2021 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC), en la gestión 2019 se tenían 25.500 hectáreas en Bolivia, quiere decir, 3.500 hectáreas excedentarias o ilegales (15.9%), en el 2020 -durante el régimen de Áñez- 29.400, siendo 7.400 de estas ilegales (33,6%). ¿Y durante la gestión de Del Castillo, aquella que superó sus propias expectativas? En el 2021, un total de 30.500 hectáreas, siendo 8.500 ilegales (38.6%), lo cual supone un aumento, en relación al régimen de Áñez, de coca presumiblemente destinada a actos ilícitos. Quiere decir ¡se celebró en pantalla led (victoria) que el aumento de las hectáreas ilegales de plantíos de coca no haya sido tan desastroso!
Dicho esto y expresadas nuestras sospechas de estos «datos y no relatos» -como al ministro le parece gustar repetir actualmente-, nos interesa más profundizar y responder desde la crítica en la segunda parte de la conferencia de prensa del 28 de agosto. Esto principalmente porque desde el 2019, a raíz de la Masacre de Huayllani de los cocaleros de Cochabamaba, estamos comprometidos, junto a otros compañeros, con la causa de combatir precisamente aquellas etigmatizaciones que permitieron que gran parte de la población boliviana se adhiera a los relatos del ex ministro de Gobierno Arturo Murillo, quien justificó ejecuciones sumarias hacia esta población alegando que serían terroristas, narcotraficantes, que estarían drogados y/o ebrios sin ningún respaldo científico.
No nos sorprendería, no obstante, que debido al ambiente político que atravesamos se busque reducir este ensayo a los afanes de la carrera electoral del 2025, lo cual ya empujará a algunos, que se han obligado a dejar de pensar, a que en nombre de la «unidad» electoral abandonemos nuestro criterio crítico y no pensemos en estos excesos y sus consecuencias sociales y políticas. Pero nosotros, al contrario, les respondemos que por precisamente los intereses puestos en la disputa interna electorera, el ministro de Gobierno «cruzó la raya» para inscribirse en una larga y lamentable tradición discursiva que, además de falsa, no golpea necesariamente al «evismo», sino que tuvo y tiene terribles consecuencias en contra de sectores campesinos y trabajadores. Lo cual en sí ya es un peligro más serio para la unidad de las organizaciones sociales, pero que además nos hace preguntarnos a si el modelo seguido por los gobierno del MAS-IPSP de lucha contra el narcotráfico, basado en la soberanía y la colaboración con el sector cocalero, sigue en vigencia o estamos entrando en un giro programático de diferente sepa política. ¿Todo a nombre de qué? Pues eso intentaremos responder.
Empecemos por la «inédita» información presentada, tan «novedosa» que incluso el ministro conminó a los periodistas presentes a que saquen su móvil personal para sacar fotografías. Remitámonos a sus palabras:
«Con todo esto, con antelación, queremos pasar a un dato muy importante que seguramente el pueblo boliviano ya tenía algunos elementos pero no teníamos a ciencia cierta de lo que pasaba el tema de narcotráfico en el territorio nacional: Dónde se produce la pasta base de cocaína, dónde se cristaliza la cocaína dentro del territorio nacional. Por tanto en esta parte que la hemos denominado “El mapa del narcotráfico en nuestro país” es algo inédito y que hasta hoy en ningún gobierno se atrevió a hacerlo. Para quienes tienen unidades móviles les recomiendo transmitir esta parte a todo el pueblo boliviano para que se tenga un panorama más amplio y cabal del narcotráfico en nuestro país.»
¿Y cual fue esta información inédita, que requirió tecnología de punta para saberse a ciencia cierta, que hasta ahora los bolivianos desconocíamos y que fue escondida por todos los gobiernos por cobardía (hasta este día)? Que en el Chapare se concentra la mayor parte de laboratorios de cristalización de cocaína destruidos por su ministerio. ¡Vaya novedad! ¿Será que alguien lo habría sospechado antes?
Me atrevo a decir que, en realidad, es uno de los mayores sentidos comunes propagados entre la población boliviana. Y uno de los problemas de los sentidos comunes tan sedimentados es que son difícil de ser cuestionados, y, por lo tanto, suelen rayar en el prejuicio. En este caso, ignorar deliberadamente la complejidad de la cadena de relaciones sociales y causas que supone el narcotráfico, para reducirlo al simplismo: «como en el Chapare hay laboratorios de narcotráfico, entonces la región y sus sectores sociales es y son de narcotraficantes».
Un buen ejemplo de cómo estos relatos -y no datos- pueden ser altamente engañosos por más «aceptados» y difundidos que estén en nuestra cultura, y que revela que no por ser caricaturezcos y grotescos dejan de tener consecuencias serias, es el caso ‘Lamborghini’.
El 2019 los medios de comunicación reportaron con revuelo que un automóvil de lujo, un Lamborghini blanco, llegó a Cochabamba. Ante el desconocimiento inicial del propietario, en redes sociales se supuso que el propietarios tendría que ser de un narcotraficante y, por lo tanto, necesariamente un cocalero del Chapare; en esta ocasión, el linchamiento cayó sobre el actual senador cocalero Leonardo Loza. Pero ¿este espectáculo se quedó en el alboroto de las redes sociales? Lamentablemente no, la cuestión escaló al punto de que un diputado nacional, Amilcar Barral, solicite al mismo Ministerio de Economía y Finanzas Públicas que revele quién seria el dueño de dicho vehículo debido a que se especulaba que provendría de recursos ilegales. Al final, por supuesto, la propiedad cocalera del automóvil fue desmentido y este, como era de esperarse, en realidad fue importando por las tradicionales élites de la ciudad de Cochabamba.
Pues bien, como se puede apreciar, más que suponer información que nadie se «atrevió a decir», lo del ministro es en realidad el repaso de un lugar bastante común, pero que es tan común y simplón que fácilmente cae en prejuicios y bochornos como el anteriormente señalado y que no necesariamente tienen que ver con la realidad. Por lo cual, quizás sería más adecuado que una autoridad sea más cuidadosa en transmitir información y conclusiones que puedan nutrir prejuicios de la población boliviana, en el entendido de que estos, por más aceptados que sean, no nos acercan a la realidad, sino al contrario, nos alejan de ella. La cosa, entonces, es entender bien los datos y los hechos.
En ese sentido, siendo justos con el ministro de Gobierno, por más de que haya nutrido acríticamente este relato al negarse presentar complejidad en su exposición sobre la realidad del trópico de Cochabamba, los datos que nos dio, hasta donde sé, no son falsos. En efecto, como mostró en «El Mapa del Narcotráfico de Bolivia», en la región del trópico de Cochabamba hay una muy importante cantidad de laboratorios de cristalización de cocaína. Pero, nuevamente, ¿estos datos son realmente nuevos? Y si no lo son, ¿qué se dijo antes al respecto sobre esta realidad? Quizás no hacía falta un despliegue de tanta tecnología y bastaba con remitirse a los libros.
Por ejemplo, en el texto Contexto nacional e internacional de la migración campesina, del libro Partir para quedarse: Superviviencia y cambio en las sociedades campesinas andinas de Bolivia, de Geneviève Cortes (2014), se ilustra en base a datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE) que para 1979 la población directamente relacionada a la producción de coca en el trópico de Cochabamba rondaba los 50.000 residentes (permanentes y flotantes). Con el llamado «boom de narcotráfico» en Bolivia en los 80, debido al aumento explosivo de la demanda de cocaína en Estados Unidos y en Europa, en 1986 dicha población era de aproximadamente 300.000, ya suponiendo cerca del 5% de toda la población boliviana de aquel entonces. Y acompañando este fenómeno migratorio, en 1963 la producción de hoja de coca era de 4,8 toneladas, en 1983 llegaba a las 38,3 toneladas y en 1988 las 136,8 toneladas. Con la caída de los precios de la cocaína a mediados de lo 90 la mayoría de esta población que era de tipo flotante abandonó el territorio, regresando prácticamente a los índices de población permanente que habitaba en el trópico antes del «boom del narcotráfico».
Estos datos, que pertenecen a uno de los muchos estudios de esta temática, nos hace cuestionarnos sobre la necesidad del ampuloso «Mapa», el cual a estas alturas parece haber tenido más intenciones comunicacionales, espectaculares, que científicas. Pero bien, ¿el hecho de que sepamos hace décadas que en el trópico de Cochabamba existía una concentración de la producción de cocaína deriva entonces en que los cocaleros son necesariamente narcotraficantes, como el ministro desliza? Absolutamente no y basta nuevamente con remitirse a los viejos libros o a un mínimo de conocimiento histórico del departamento de Cochabamba y de los movimientos sociales bolivianos.
Uno podría lógicamente pensar, «si los campesinos quechuas productores de coca son los narcotraficantes ¡entonces seguramente se ‘fajaron’ de dólares durante el boom del narcotráfico!». Sin embargo, quien piense así y vaya a darse un paseo al trópico de Cochabamba, se llevará la decepción de que no hay un Lamborghini en cada garaje cocalero. Y ante esta verificación «etnográfica», podrá recurrir a datos sobre los niveles de pobreza en la región.
En un trabajo titulado «Desarrollo Alternativo en Bolivia. Análisis preliminares de una experiencia inconclusa» del año 2000, el economista Roberto Laserna proveyó diversas fuentes para entender la situación económica en el trópico de Cochabamba después del ‘boom del narcotráfico’: Citando los estudios de Rolando Morales, se llevó a cabo una clasificación de las provincias de Bolivia por nivel de pobreza en 1976, ubicando a las provincias de Chapare, Carrasco y Arani en los lugares 34, 49 y 55 respectivamente, de un total de 99. Años después, en los 90, el mismo autor aplicó una metodología similar pero en esta ocasión descubrió que las provincias de con cultivos de coca en Cochabamba habían descendido (empeorado) su posición: Chapare al puesto 85, Carrasco el 55 y Arani el 66. Una de las razones, que la amplia migración de la población hacia el trópico en busca de mejores condiciones de vida -debido a intensa pobreza en el área rural boliviana- no fue acompañada del aumento de los ya casi inexistentes servicios básicos. Quiere decir, con el «boom» aumentó la precariedad de servicios en la región.
Por su parte, UDAPSO construyó en 1993 un mapa de la pobreza en Bolivia, en el cual se calculó la incidencia, magnitud e intensidad de la pobreza en las provincias del país, clasificándolas en cinco grupos de acuerdo a su intensidad. Dice Laserna en el texto citado, «Según ese análisis, la pobreza afecta al 93.4% de la población en el área rural, y al 48.6% en el área urbana del departamento de Cochabamba. De las tres provincias con mayor pobreza del país (Grupo I), dos están en Cochabamba: Arque y Tapacarí. Las provincias con producción de coca fueron ubicadas en los grupos II y III. Carrasco y Tiraque (escindida ahora de Arani) tendrían respectivamente al 95 y 96% de su población en situación de pobreza, y Chapare al 87.6%, lo cual pone en evidencia los deficientes niveles de vida en dichas zonas». Y en términos del Indice de Desarrollo Humano (IDH) de 1995, las provincias de cultivo de coca (0.5) de Cochabamba se encontraron por debajo del promedio departamental (0.6).
De estos datos queremos resaltar lo obvio: no es tan inmediato y gratuito asumir, como el ministro insinúa, que porque en esa región históricamente se haya concentrado la producción de clorhidrato de cocaína se puede aseverar que las más de 146.000 personas que viven en este territorio actualmente, que cubren una diversidad de rubros económicos desde la hotelería, el deporte, el transporte, la gastronomía, la ganadería, la educación, la pesca, y muchos otros etcéteras, son narcotraficantes o que se beneficien de ello. Podríamos hacer un parangón con el razonamiento de personas provenientes de las potencias económicas occidentales que reducen en sus capacidades, riquezas y características a países como Bolivia a reductos del narcotráfico. Pues la lógica del ministro de Gobierno es la misma, solo que replicada al interior de nuestras fronteras, hacia el trópico de Cochabamba.
También añadiríamos, apropósito de los cocaleros del Chapare, que este sector no solamente compartió la situación de pobreza y marginalidad de sus pares campesinos del resto del país, sino además que desde aquel entonces y hasta el presente también han contribuido a la producción agrícola de Bolivia, especialmente para las bocas de la ciudad de Cochabamba. Porque como diversos autores indican, entre ellos la antropóloga Alison Spedding (2005), es un error -añadiríamos ignorancia, el abono del prejuicio- pensar que el cocalero vive exclusivamente de la coca, en tanto que desde antes y después del «boom», la regla es la combinación de distintos tipos de productos dentro del mismo terreno y unidad familiar.
Y ya que estamos revisando este trabajo, compartimos la siguiente cita del 2005 de Spedding, que nos parece de lo más ilustrativa para nuestros propósitos en este texto:
«En los últimos veinte años, el Chapare ha sido un punto neurálgico de la política nacional y tópico constante de las noticias. Por esto mismo resulta sorprendente que haya tan poca investigación seria sobre la realidad contemporánea de la región. (…) Es notable que durante la última década no se haya realizado trabajo de campo o investigaciones en la zona (…) el conocimiento sobre el Chapare de hoy se restringe a estadísticas oficiales y reportajes periodísticos superficiales (por naturaleza)» (pp. 97 – 99)
Resaltamos, el conocimiento sobre el Chapare se restringe a estadísticas oficiales y reportajes periodísticos superficiales (por naturaleza). Quiere decir, ni en eso el fue ministro fue tan original, a saber, desde el 2005 las autoridades -con y sin mapas- ya promovían mediante estadísticas oficiales la ignorancia y desconocimiento de nuestro país.
Al parecer no bastará que hace décadas atrás sabemos que en el trópico de Cochabamba se produce una diversidad de productos, o que los sindicatos cocaleros hayan llevado una campaña de distribución del alimentos a sectores populares durante la pandemia del COVID-19, para que la población y el ministro entiendan que en el territorio del trópico no solo hay narcotraficantes y que cultivar hoja coca no es ser narcotraficante, y sí efectivamente producir hoja de coca, producto cultural y socialmente reconocido e incentivado en nuestro país. O como la astucia de los viejos cocaleros expresaba: quien planta trigo no está haciendo pan, o -añadiríamos- el minero que saca plomo de la mina no hizo la bala y, mucho menos, dispararla.
Pero queda una pregunta en el aire, ¿dónde entonces fueron a parar las ingentes cantidades de recursos económicos del narcotráfico? ¿Quiénes eran los verdaderos beneficiados si es que la gran mayoría de población productora de coca permaneció empobrecida? Hace no mucho tiempo el pensamiento crítico boliviano lo tenía claro. Unas cuantas pinceladas históricas para refrescar la memoria: El «boom» del narcotráfico tuvo sus inicios durante el gobierno militar de Banzer en los 70, gobierno en el cual el narcotráfico en el país creció más que en los 25 años anteriores (Cortez, 2004). ¿La disciplina militar pretoriana de su régimen sirvió para combatir este mal? No, en realidad mostró el vínculo temprano de las élites bolivianas con el narcotráfico en el país: su familia cercana se vió involucrada en un escándalo relacionado a la construcción de infraestructura necesaria para producir y exportar cocaína (Stippel y Serrano, 2018). Poco más adelante, entre los casos más sonados, el de Luis Arce Gómez, ministro de Interiores -ahora llamado de gobierno- de la dictadura de Luis García Mesa en 1980, que fue extraditado a los Estados Unidos por narcotráfico y que fue el primo hermano de Roberto Suárez Gómez, el mayor narcotraficante boliviano del siglo XX y quien se estimaba generaba más de 400 millones de dólares al año al ser el principal proveedor de Pablo Escobar. O casi terminando el periodo del «boom», el caso «narcovínculo» de inicios de los 90 que señaló la relación entre narcotraficantes como el «Oso» Chavarría y «Meco» Dominguez con el presidente Jaime Paz Zamora, sus familiares y su partido el MIR, provocando que incluso Paz Zamora renuncie -momentaneamente- a la política para siempre. Estos narcotraficantes habrían incluso sido capaces ($) de financiar la campaña del MIR.
Así uno podría seguir yendo a fondo con más ejemplos, incluidos los del MNR. Pero consideramos que queda claro el punto. Quizás esté demás pero también aclaramos que ninguno de estos narcotraficantes, con vínculos internacionales, y aquellos políticos que se beneficiaron política y familiarmente del narcotráfico, eran chapareños.
Quizás alguien suspicaz cuestione en este punto que estos datos ya son del pasado y que la realidad ha cambiado mucho. Por lo cual, en la línea del ministro de Gobierno, ahora es el sector cocalero, o apegándonos más a sus palabras, el territorio del trópico de Cochabamba, el responsable del narcotráfico. Porque como el mismo ministro ironizó en su conferencia de prensa, «de ahí sale» la droga, no de El Prado Paceño, la Plaza Murillo o de su barrio en Santa Cruz de la Sierra, por la Santos Dumont. ¡Datos, no relatos!
Pues bien, para responder a esta cuestión se tendrá que reconocer que los datos proveídos durante la conferencia del 28 de agosto por el ministro tienen alguna utilidad. Porque para defender su gestión frente cuestionamiento de que nunca se atraparían a los verdaderos narcotraficantes y solo se destrozarían laboratorios vacíos, Del Castillo mostró una serie de casos, grupos e individuos que pueden ser adecuadamente llamados de narcotraficantes. ¿Cuántos serán parte del «cartel del Chapare»? Veamos.
Clan Lima Lobo del Brasil; caso Galponier relacionado a narcotraficantes peruanos y que se incautó la cocaína en La Paz y Santa Cruz; caso «Salitre» con la destrucción de un «megalaboratorio» en la provincia Guarayos y Parque Nacional Noel Kempff de Santa Cruz; extradición de 31 personas, entiéndase extranjeros; dentro del caso Marset, los bolivianos Roberto Arana Suarez, Ronny Suárez y Nestor Alfonso Vergara, a quienes por alguna razón para el ministro no es importante mencionar su procedencia -como sí lo es con el trópico- pero que operaban en Santa Cruz. Y, por supuesto, el mismo Sebastián Marcet, uruguayo. Por lo cual le respondemos al ministro con la misma ironía: los laboratorios destruidos por su ministerio en efecto se encuentran el trópico de Cochabamba, pero el mismo Marcet, el narcotraficante, vivía en una mansión a tan solo 40 minutos de su barrio, la Santos Dumont en Santa Cruz de la Sierra, como mencionó. Bajo sus propios bigotes y no entre sindicatos de campesinos quechuas en el Chapare.
A nuestro criterio, por lo tanto, la historia expuesta más arriba no ha cambiado del todo y que aún puede ser sintetizada como hace casi dos décadas era sintetizada por el pensamiento crítico, la izquierda y el movimiento popular: históricamente han sido las élites bolivianas y potencias internacionales las responsables y beneficiarias del narcotráfico en Bolivia, sacando provecho de la pobreza de su población y de la colaboración de sus autoridades.
Y si alguien le queda aún dudas de lo estrafalario que es seguir atribuyendo la responsabilidad el narcotráfico a toda una región y a un sector social específico, mientras que tus propios «logros» te dicen los contrario, basta con recurrir nuevamente a las mismas palabras del ministro de Gobierno. Ya en la parte de preguntas de la conferencia de prensa del 28 de agosto, una periodista preguntó que si a raíz de la información dada por el ministro en su mapa y su razonamiento lógico podríamos decir que el 90% de la droga producida en el país se origina del Chapare, el ministro tuvo que aclarar: «la gran mayoría de droga que incautamos dentro de nuestro territorio nacional es droga que proviene de otros países. Por lo tanto, Bolivia es principalmente un país de transito de drogas». Quiere decir, si le creemos al ministro, ¡la mayor parte de la droga incautada en Bolivia ni siquiera proviene del trópico de Cochabamba! En tanto que gran parte de esa droga provine del Perú, punto a parte, cabría preguntarle al ministro cuál es su concepto de los peruanos.
Dicho lo anterior, entiéndase bien nuestra posición. El narcotráfico tiene que ser combatido en todo el territorio nacional y eso incluye al trópico de Cochabamba. Allí, cuando haya un individuo relacionado al ilícito, sea taxista, dirigente sindical, empresario, lo que fuere, debe ser procesado ante la Ley, como en cualquier otra región del país. Pero de allí a pasar a estigmatizar todo un territorio de nuestro país o a todo un sector social en conjunto, cuando llevan a cabo prácticas reconocidas tanto legal y legítimamente en nuestra sociedad, es un paso demasiado grande que no solamente se basa en criterios absolutamente erróneos desde el punto de vista de los hechos y la historia de nuestros país, sino que es un atropello a un territorio y sector social que incluye a miles de personas, jóvenes a adultos mayores, que son inocentes y que han tenido que recorrer un muy duro proceso, incluyendo el derramamiento de sangre, para que su territorio no sea criminalizado. Por lo cual, que un ministro de Gobierno incurra -nuevamente- en estas prácticas por sus propios afanes políticos, es absolutamente inaceptable y debe ser censurado.
Para concluir, una última consideración con respecto a la triste tradición a la cual el ministro parece querer inscribirse. En esta larga respuesta faltó un factor de peso: los Estados Unidos. Lo cierto es que el rol de los Estados Unidos es crucial para entender la oscura historia del narcotráfico en Bolivia; no solo porque el «boom» fue provocado y sostenido por la demanda de cocaína de aquel país, sino porque fue su gobierno el que dictaminó la estrategia que los gobiernos bolivianos, tutelados, tuvieron que seguir para administrar el narcotráfico en Bolivia. No nos extenderemos más en ello, solamente apuntaremos que dicha estrategia no estaba dirigida a ayudar a Bolivia a combatir sus profundos problemas estructurales, aquellos que habían expulsado a 5% de la población boliviana de sus orígenes en los distintos departamentos para buscar una salida a la miseria que se vivía; tampoco a desmantelar el esquema de las viejas burguesías y élites políticas bolivianas, las cuales paradójicamente hacían de encargados de la embajada norteamericana al tiempo que se veían envueltos una y otra vez en escándalos de narcotráfico.
A grandes rasgos, la estrategia redujo el problema al campesino cocalero. Por lo cual, la solución estuvo puesta en la «Guerra contra el narcotráfico», la cual supuso la presencia de personeros del ejército norteamericanos -160 en 1986, durante la operación Black Furnance- en el trópico de Cochabamba para dirigir a las fuerzas militares y policiales bolivianas para ‘combatir el narcotráfico’ vía represión del cocalero. El saldo, además de mutilaciones, detenciones arbitrarias y violaciones a mujeres cocaleras perpetradas por las fuerzas represivas, acorde a la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, entre 1987 y 2002 fueron asesinados por la policía boliviana 57 cocaleros. Y dato significativo, entre esos años, durante la Masacre de Villa Tunari, cuando fueron masacrados 12 campesinos, se los llamó en la prensa y entre los políticos de «narcotraficantes» y «terroristas».
Si esto resuena a la Masacre de Huayllani del 2019 no es por mera coincidencia. Sino que la guerra contra el cocalero estuvo acompañada de un relato que puede ser rastreado incluso en los manuales de las unidades militares creadas para su represión. Ejemplo de ello, la Fuerza de Tarea Conjunta, creada en 1998 por Banzer, definió a los cocaleros como narcotraficantes, organizaciones delicuenciales, terroristas y dictatoriales (Salazar, 2009). Elementos estos repetidos durante años por medios de comunicación y políticos. Como por ejemplo en el 2002 cuando era presidente Tuto Quiroga, quien afirmó que el ‘narcoterrorismo’ estaría operando en la región el trópico de Cochabamba, por lo cual sería necesario reforzar la presencia militar/policial allí (García Linera, 2010), o en la editorial del periódico La Prensa, se afirmó -sin ser comprobado- la existencia de supuestos francotiradores colombianos apoyando a lo cocaleros del Chapare que se enfrentaron a la policía en un intento del gobierno cerrar el mercado legal de Coca en Sacaba (Stefanoni, 2002). ¿Suena familiar?
Es por estas razones, acompañadas de escasos resultados de esta estrategia lucha contra el narcotráfico y un descontento social generalizado, que comenzando el 2004, inaugurándose el 2007, y fijándose en la CPE en el art. 384, que en Bolivia se da un giro en su paradigma de lucha contra el narcotráfico. Desde entonces, Bolivia ha logrado mantenerse como un país de tránsito del narcotráfico y no de producción, al tiempo que las comunes represiones y violaciones de derechos humanos se detuvieron. Cada uno puede en este punto ir a revisar la bibliografía para saber si los resultados fueron o no más exitosos. A nuestro criterio y coincidiendo con diversas entidades internacionales, se logró ampliar los beneficios sociales -combatir el narcotráfico- y derechos -respetar la vida y dignidad de la población del trópico-. Para quienes aún sospechan de que, en mirada retrospectiva, esta no fue la mejor decisión, recomendamos también hacer una revisión de los resultados de Colombia, país que optó por seguir muy de cerca con la colaboración norteamericana en esta materia.
Si bien hay actores políticos actuales que han denunciado un nuevo acercamiento del ministro Del Castillo con la embajada norteameriacana y la DEA, desde nuestro lugar no tenemos pruebas concretas para sostener que es efectivamente así. Sin embargo, no nos parece necesario esperar a que esto suceda si en la práctica el ministro está comenzando a inscribirse en la misma tradición y doctrina instaurada en nuestro país por la potencia norteamericana y replicada, con sendos fracasos, por los gobiernos neoliberales. Para el 2021 afirmaba con orgullo «El modelo que venimos aplicando como Movimiento Al Socialismo durante aproximadamente una década es el de la erradicación mediante el diálogo, la concertación y el respeto a los derechos humanos. En este sentido, este modelo ha sido ponderado por diversos organismos internacionales especializados en esta temática». Y sobre el cocalero, en defensa de un modelo «basado en el respeto con el control social de los mismos productores cocaleros”. Pero ahora, el 28 de agosto del 2023, afirma “Eso es lo que le molesta a ex autoridades, eso es lo que le molesta a organizaciones criminales, ese es el motivo principalmente por el cual van pidiendo nuestra renuncia del ministerio de Gobierno.” ¿Cuál es el verdadero Del Castillo en tan diametral diferencia? ¿Y su cambio drástico se debe a factores psicológicos, como un arrebato de rencor anti-popular porque ya no es levantado en hombros, o hay razones políticas más profundas como la provocación o el anuncio de una nueva cruzada policial contra el trópico de Cochabamba?
El desarrollo de los eventos se encargará de aclarar el panorama. Por el momento, concluimos cuestionando el silencio de tantos sectores frente a estos últimos incidentes. Cuando el ministro no satisfecho con la criminalización, durante su conferencia de prensa afirmó que, mediante el Proyecto de Ley ‘Noel Kempff Mercado’ presentado por su cartera a la Asamblea Legislativa, estaría buscando ampliar las prerrogativas de la policía boliviana, sumándole facultades judiciales con su propia «Procuraduría antinarcóticos» por fuera del ministerio público, capaz de hacer prevalecer detenciones. ¡La misma y exacta policía conocida por su desempeño durante el régimen de Áñez! Lo cual no podemos evitar que nos recuerde cuando en la Ley 1008 de Paz Estenssoro se otorgó facultad a la policía de que el testimonio del agente podría servir como prueba ante un jurado.
O cuando ahora el ministro se dispone a afirmar que el sector cocalero de los Yungas de La Paz liderados por Arnold Alanes serían narcotraficantes por producir coca ‘choqueta’, cuando este sector fue precisamente posicionado por el mismo ministro Del Castillo, inaugurando fuertes enfrentamientos entre su policía y los cocaleros de los Yungas que habían dado su apoyo a Luis Fernando Camacho el 2019, pero que ahora el ministro reconoce, entre bailes en la sede de gobierno, como sus legítimos aliados. ¿El cambio radical de discurso y aliados se debe a la sincera lucha contra el narcotráfico o alguien se vuelve ‘narcotraficante’ en base a sus lealtades políticas con el ministro?
Por lo cual, independientemente de las preferencias electorales vistas para el 2025 ¿se debe seguir manteniendo el silencio frente a cualquier abuso o retroceso? Porque ¿cómo se cataloga al político que impulsa un retroceso de conquistas sociales que supusieron una ampliación de beneficios y derechos para su pueblo?
 
 
 
 
 
OTRA DEUDA DE LA PROHIBICIÓN: DESCLASIFICAR LA HOJA DE COCA
 
El Tiempo de Colombia (https://acortar.link/K3DqRB)
 
Si el Gobierno quiere una regulación de los usos alternativos de la hoja de coca, debería pensar en sacarla del régimen de fiscalización. La solución es un acto administrativo del Ministerio de Salud.
El pasado 28 de julio, el presidente Gustavo Petro manifestó su intención de generar un mercado de “biofertilizantes” a base de hoja de coca. No es la primera vez que proponen usos alternativos de esta planta. Se ha llegado a plantear la compra estatal de la producción en las regiones con fuerte dependencia de esa economía, y montar mercados parecidos a los que existen en Perú o Bolivia.
En otras palabras, el Gobierno hace lo posible por buscarle la comba al palo, de cómo competirle al mercado de la cocaína, buscando usos potenciales a la hoja de coca que al menos parcialmente mantengan los ingresos para las comunidades campesinas e indígenas. Dicho esto, quiero profundizar en los obstáculos y barreras que genera la prohibición y las vías que existen para formalizar esta planta. La idea es hacer posible un mercado que solucione las ambigüedades en materia sanitaria que hoy persisten. El potencial de la coca es versátil. De un lado está lo alimenticio. Una investigación liderada por el Sena (Regional Cauca) concluyó que la coca tiene contenidos de hierro, fósforo y calcio mucho más altos que otros alimentos, como las lentejas, fríjol, maíz o plátano. En 250 gramos de coca la concentración de proteína cruda llega a ser del 20 por ciento. Por otro lado, están los proyectos para elaborar fertilizantes, insumos para tinte de telas o productos medicinales, todos a base de coca. También se ha especulado con la producción de comida para ganado.
Tantas cosas pasan que la normatividad ya no alcanza, o al menos esa fue la sensación que tuve el pasado 30 de julio, en el Festival FuCo 2023, un espacio que reunió proyectos y emprendimientos relacionados con los usos alternativos de la hoja de coca y el rescate de sus beneficios. Todo este futuro promisorio no solo impulsa nuevas narrativas, sino que pone de frente una cuestión: el país necesita formalizar la hoja de coca.
El régimen internacional de prohibición de las drogas ha cometido muchos errores, el más infame fue clasificar la coca en la lista de la Convención Única de Estupefacientes de 1961. Esta lista agrupa las sustancias que tienen controles más estrictos pues se entiende que tienen un enorme potencial de dañar la salud pública, y no tienen mucha potencialidad de usos médicos o científicos. Decisión tomada a partir de un informe de dudoso valor científico que consideró la masticación de la hoja de coca como un hábito que produce daños a la salud. Al ratificar este instrumento internacional, el Estado colombiano se comprometió a reducir su fabricación, importación, cultivo y producción a sus usos medicinales y científicos, además de eliminar la práctica del mambeo o mascado de la hoja. Luego, con la Convención de 1988, se profundizó el uso del derecho penal para combatir el tráfico de drogas, y el Estado colombiano se comprometió a penalizar el cultivo y cualquier transformación de la hoja de coca que estuvieran por fuera de los usos medicinales y científicos. Así se estableció que solo esos usos daban lugar a los permisos de la autoridad competente (en nuestro caso, el Fondo Nacional de Estupefacientes). No obstante, Colombia declaró que la criminalización del cultivo debía armonizarse con los derechos de las comunidades indígenas, declaración a la que la Corte Constitucional otorgó carácter de reserva, pero que no generó una reglamentación particular.
Colombia ya se había subido a la ola punitiva dos años antes de la Convención de 1988, a través de la Ley 30 de 1986 (también conocida como el Estatuto Nacional de Estupefacientes). En la práctica, todo lo relacionado con la existencia de ciertos productos derivados de la hoja de coca quedó en un lugar ambiguo entre la protección constitucional a las comunidades indígenas (o la diversidad cultural) y la aplicación del Código Penal, pasando por las facultades que tienen las autoridades sanitarias para perseguir los productos, sus fabricantes y comercializadores (sobre todo a las tiendas naturistas). La ambigüedad se ha hecho más peligrosa luego de una sentencia de la Corte Constitucional en la que se decidió que el registro sanitario de los productos de Coca Nasa solo era válido para comercializarlos en el interior de los resguardos. En estricto sentido producir harina de coca por cualquier persona, sin autorización del FNE ni registro sanitario del Invima, podría ser interpretado como una conducta punible. Si el producto viene de una comunidad indígena, algunas personas podrían decir que solo puede ser vendido en los resguardos. Así es que la prohibición hace que hoy día tengamos que construir elaborados argumentos jurídicos para defender el uso que se le da a la hoja de coca como medicinal, científico o que está amparado en la protección a los derechos culturales de pueblos indígenas.
A lo anterior hay que agregar un nivel de complejidad: las competencias cruzadas entre el Invima y el FNE. El Invima es la entidad competente para emitir los registros sanitarios a nivel nacional, y el FNE es la entidad encargada de hacer cumplir las normas estrictas sobre las drogas fiscalizadas por los tratados en el país. Es decir que, si una comunidad indígena quisiera comercializar sus productos, tendría que hacer trámites separados. Obtener un permiso de cultivo del Consejo Nacional de Estupefacientes, inscribirse en el registro del FNE y solicitar el registro fitosanitario del Invima, lo que podría encarecer su participación en un mercado regulado.
A nivel interno, la hoja de coca se encuentra clasificada como un estupefaciente por medio de la Resolución 315 de 2020, emitida por el FNE. Aquí llegamos a la clave para salir de esta absurda prohibición. De acuerdo con esa resolución, el Ministerio de Salud puede incluir, excluir o cambiar de lista las sustancias estupefacientes de acuerdo con modificaciones que se hagan en las Naciones Unidas, en evaluaciones de riesgo que emita el Invima, o “con base en la información farmacológica y fisicoquímica de la sustancia, sus riesgos, la evidencia científica disponible y la información de referencia de otros países o de organismos multilaterales”. Información que debería estar construyendo el Gobierno colombiano para presentar el dosier en el proceso ante el secretario general de la ONU, la Organización Mundial de la Salud y la Comisión de Estupefacientes de reclasificación de la hoja de coca. Proceso que anunció la Embajadora en Viena en la pasada sesión de marzo.
Si el Presidente quiere avanzar en los usos alternativos, todo el Gobierno debe encaminarse a desarrollar un marco normativo con participación de las comunidades. Marco que debe iniciar con la exclusión por parte del Ministerio de Salud de la hoja de coca de las listas de estupefacientes. Lo anterior significa no solo corregir el error del régimen internacional de prohibición, terminar el estigma contra la planta, sino simplificar la vigilancia sanitaria. Lo que puede destrabar muchas discusiones técnicas que construyen barreras de acceso para la comercialización de productos de coca a gran escala.
 
 
 
 
 
BOLIVIA INICIA CAMPAÑA DE REFLEXIÓN SOBRE LA "EQUÍVOCA CONDENA" MUNDIAL A LA HOJA DE COCA
 
Yahoo Noticias de España (https://acortar.link/2uti2j)
 
El Gobierno de Bolivia inició este miércoles una campaña para promover la reflexión de la comunidad internacional en torno a la "equívoca condena" que supuso la inclusión de la hoja de coca en la lista de estupefacientes de Naciones Unidas y que busca que sea revisada.
El vicepresidente del país, David Choquehuanca, y el canciller Rogelio Mayta lideraron un acto en La Paz en el que informaron ampliamente ante embajadores y líderes indígenas y sindicales sobre las acciones para la "Revisión crítica de la clasificación de la hoja de coca en la Convención de Naciones Unidas sobre Estupefacientes de 1961".
"Lo que estamos haciendo es alegar la inocencia de nuestra hoja de coca porque ha sido condenada, se la ha señalado y se la ha condenado como estupefaciente en una lista negra, prohibida, como si fuera un veneno", sostuvo el canciller boliviano.
La planta fue "condenada sin procedimiento, sin derecho a la defensa, en medio del prejuicio, del racismo, de un pensamiento colonial", sostuvo.
Bolivia pide ahora una "revisión de ese juicio" y de esa "condena", ya que la planta "no solamente es inocente de todos los agravios que le achacan", sino que "puede dar salud, energía, esperanza a personas enfermas con deficiencias alimentarias", enfatizó el ministro.
Lo que no supone que el país renuncie a sus compromisos en la lucha contra el narcotráfico, agregó Mayta, quien también consideró que el uso legal y tradicional de la hoja de coca "puede ayudar a resolver ese otro gran problema" que debe enfrentar la comunidad internacional.
El canciller recordó que en junio pasado, Bolivia solicitó a las Naciones Unidas la "revisión crítica" de la hoja de coca para su desclasificación de la lista de estupefacientes.
La solicitud fue acompañada por un dosier con más de un centenar de textos, investigaciones científicas y "evidencias" sobre los beneficios medicinales de la hoja de coca realizados en las últimas décadas en Bolivia, Colombia, Perú y países de Asia y Europa, explicó por su parte el secretario general de la Vicepresidencia, Juan Carlos Alurralde.
Según Mayta, esos documentos están disponibles desde este miércoles en la página web de la Cancillería y las misiones diplomáticas bolivianas iniciarán una "campaña para transmitir (esta) información".
También anunció que llegará a las embajadas y organismos acreditados en Bolivia "esta voz del pueblo boliviano que les invita a reflexionar sobre la equívoca condena a la hoja de coca para que podamos reparar esa injusticia histórica".
El acto estuvo matizado por un ritual de limpieza practicado por "amautas" o sabios indígenas a las autoridades.
La hoja de coca está consagrada en la Constitución boliviana vigente desde 2009 por sus usos tradicionales y medicinales, pero una parte de la producción se desvía al narcotráfico para fabricar cocaína.
Bolivia denunció la Convención de 1961 en 2011 y se volvió a adherir dos años después con una reserva sobre el "acullico" o masticado de la hoja de coca dentro de su territorio.
En 2017, el país amplió la superficie de los cultivos legales de la planta de 12.000 a 22.000 hectáreas.
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) estableció en su informe anual presentado en noviembre del año pasado que los cultivos de hojas de coca se incrementaron en Bolivia en un 4 %, al pasar de 29.400 hectáreas en 2020 a 30.500 hectáreas en 2021.
El Gobierno de Luis Arce presentó sus propias cifras que indican que la superficie disminuyó un 0,7 %, alegando diferencias "metodológicas" con la Unodc.
 
 
 
 
 
BOLIVIA AVANZA EN CRUZADA INTERNACIONAL POR LA HOJA DE COCA
 
Prensa Latina de Cuba (https://acortar.link/YVuYU7)
 
Bolivia avanza hoy en su cruzada internacional para retirar la hoja de coca de la lista de estupefacientes como establece la Convención de 1961, tras una carta enviada al secretario general de Naciones Unidas, António Guterres.
Según el vicemandatario del Estado Plurinacional, David Choquehuanca, la petición expresada en esa misiva busca corregir el error histórico cometido en 1961, al incluir a la hoja de coca en la Lista Uno de la Convención Única de Estupefacientes de 1961, pues de esa forma se le equiparó con las drogas más nocivas para la humanidad.
Al presentar al cuerpo diplomático acreditado la estrategia nacional para la desclasificación, el secretario general de la Vicepresidencia, Juan Carlos Alurralde, brindó información sobre las gestiones emprendidas.
Explicó que, como establece el procedimiento, el 27 de junio de este año el presidente Luis Arce envió una carta oficial al secretario general de la ONU con la solicitud formal del examen crítico de esta problemática.
Según esa misiva, de “conformidad al artículo Tres de la Convención de 1961, solicitar activar el proceso de examen crítico de la actual clasificación de la hoja de coca”.
Junto a esa petición, ya notificada a todos los estados miembros de la ONU, Bolivia presentó un dossier con más de 100 documentos de investigaciones científicas para que sean revisados por un Comité de Expertos.
Esta comisión deberá reevaluar la posición inicial asumida en 1961 sobre la base de informes elaborados en 1947.
Los textos presentados por Bolivia incluyen el informe del proyecto Cocaína de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 1995, en el que concluye que el “uso de la hoja de coca debería ser investigado porque podría tener efectos benéficos terapéuticos y podrían ser trasladados a otros países”..
Tal punto de vista fue rebatido el 9 de mayo de 1995 por el Gobierno de Estados Unidos, que amenazó con suspender el apoyo financiero a la OMS si publicaba ese documento, y ese organismo internacional se plegó a la exigencia de uno de sus mayores contribuyentes, recordó Alurralde.
Según el protocolo, tras la solicitud formal, corresponde que la Secretaría General de la ONU la remita a la OMS y esta a través de un comité de expertos definirá si la hoja de coca produce dependencia, si estimula o deprime el sistema nervioso central.
También debe precisar si produce alucinaciones, trastornos del juicio y el comportamiento y si tiene efectos nocivos y letales.
Bolivia solicitó se le adhiera al Comité de Expertos, integrado en su mayoría por técnicos farmacológicos, un experto en medicina natural y uno en derechos de los pueblos indígenas.
 
 
 
 
 
ASISTENCIA MILITAR IRÁN - BOLIVIA
 
El Tribuno de Argentina (https://acortar.link/S2VZhB)
 
El presidente de Bolivia, Luis Arce, y el ministro de Defensa de Irán, Mohammad Reza Asthiani, celebraron un Memorándum de Entendimiento, ampliatorio de la cooperación bilateral preexistente en el campo de seguridad y defensa, según lo informara escuetamente la Agencia Estatal IRNA, y que fuera rubricado en Teherán los ministros de ambos países. Un acuerdo geopolítico que requiere el análisis y la prevención, así como la toma de conciencia de que se trata de un paso con proyección peligrosa y negativa para Argentina y la América del Sur.
El texto invoca "la importante ayuda a Bolivia en su lucha contra el narcotráfico y un refuerzo significativo de la vigilancia de sus fronteras", incluyendo la venta de material militar y entrenamiento de personal. Además, el Instituto de Estudios para la Guerra (ISW) de Irán, proveerá sus drones a las autoridades de La Paz, y tecnología avanzada, que agrega además cooperación en ciencia, defensa y seguridad.
La mencionada cooperación bilateral se viene estrechando desde el inicio del primer gobierno de Evo Morales y de Ahmud Ahmadinejad, entonces presidentes, inicialmente para la producción de alimentos y medicinas, incluyendo nexos culturales, científicos, y tecnológicos.
Ya en septiembre 2022, los actuales mandatarios de Bolivia e Irán Luis Arce y Ebrahim Raici, se encontraron en la 77ª Asamblea de la ONU, avanzando en dichas negociaciones.
La oposición política boliviana rechazó y se lamentó de la relación con países que violan abiertamente los derechos humanos como Rusia, Venezuela, Nicaragua, e Irán.
Esta síntesis informativa es por ahora la base conocida de dicho acuerdo bilateral, por lo que sería necesario lograr información mucho más completa sobre los reales contenidos y alcances de dicha cooperación bilateral, completamente opuesta a las Cartas de la ONU y de la OEA, sobre derechos humanos y democracia representativa, lo que debería obligar a la adopción de una posición sólida al gobierno argentino incluyendo la oposición política de nuestro país.
Este acuerdo de Bolivia con Irán, por otra parte implica la lisa y llana intromisión en la región de un régimen dictatorial extraño, ajeno y absoluto, como el vigente en esa nación, totalmente incompatible y opuesto con los contenidos de libertad, institucionalidad democrática, y respeto a los derechos humanos vigentes en la América del Sur por ahora, con excepción ciertamente de lo que ocurre en Cuba, Nicaragua, y Venezuela.
Ello obliga a rechazar de plano la pretendida injerencia iraní en nuestra región, y mantener rígida resistencia a la militarización y aplicación de inteligencia dictatorial y fundamentalista propia de esa cultura, en nuestro medio.
 
 
 
 
 
EXMINISTRO BOLIVIANO: ES "INDISPENSABLE LA COOPERACIÓN" EN LA LUCHA CONTRA AMENAZAS REGIONALES
 
Sputnik News de Rusia (https://acortar.link/Dr9QRX)
 
El Gobierno de Luis Arce dialoga con Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Perú para consolidar un control efectivo de sus límites territoriales. En diálogo con Sputnik, el exministro de Defensa Reymi Ferreira sostuvo que para lograr esta meta es necesario adquirir equipos y aprobar nuevas leyes.
El Gobierno de Bolivia coordina con sus cinco países vecinos el fortalecimiento de sus fronteras, vulnerables al narcotráfico, la trata de personas y el contrabando, un escenario que, según empresarios industriales, implicó pérdidas por 3.500 millones de dólares en 2022.
El ministro de Defensa, Edmundo Novillo, afirmó que "la lucha contra el contrabando ha sido permanente junto con las Fuerzas Armadas. Hay que cuidar el aparato productivo. En ese marco se están haciendo trabajos intensos en la frontera con Perú, Chile, Argentina, Brasil y Paraguay", de acuerdo con un reporte de la dependencia a su cargo.
El que fue ministro de Defensa durante el Gobierno de Evo Morales (2006-2019), Reymi Ferreira, consideró atinadas las medidas del Gobierno de Arce para proteger las fronteras bolivianas.
En el diálogo que se mantiene con los países vecinos, evaluó que "ahora hay un contexto más favorable. Hay buenas relaciones con casi todos los países. Eso es posible por una situación política donde prima el respeto", indicó el exmando militar a Sputnik.
"En el pasado había un vínculo muy tirante con Chile, por el diferendo marítimo en la Corte de La Haya y por el tema del Silala", precisó el también abogado boliviano.
En este sentido, Ferreira comentó que "una de las fronteras más conflictivas que tenemos es la que compartimos con Chile. Habiendo ya pasado de página en esa relación, ahora no tenemos una completa normalidad, pero al menos ya no prima la belicosidad y la animosidad".
Coordinación indispensable
El exministro consultado evaluó que el Gobierno boliviano "está abocado a consolidar una línea de cooperación indispensable. Hay temas que son los mismos desde hace tiempo: el narcotráfico, contrabando, trata de personas, inmigración ilegal, que usa a Bolivia de puente para irse a otros países. Es positivo que se esté coordinando sobre estos temas".
Según el exfuncionario, las Fuerzas Armadas del país plurinacional y otras instituciones del Estado "han hecho un trabajo álgido, pero son temas masivos los que enfrentan. Por ello, la coordinación que se plantea entre los países ayudará".
Para el político boliviano, para afrontar el narcotráfico "la cooperación se vuelve indispensable. Porque hay una red transnacional, hay varios carteles, donde originalmente Bolivia no era muy importante. Pero ahora han llegado a todos los países de la región, incluso a Ecuador", donde no se cultivan ni se producen drogas en una cantidad significativa.
Por ello, para Ferreira el narcotráfico "es una amenaza regional que debe ser parte de la agenda conjunta de todos nuestros Estados".
Derribo de aviones
Desde el Ministerio de Defensa boliviano se analiza la posibilidad de legalizar el derribo de naves que atraviesen sin permiso de las autoridades el espacio aéreo nacional.
"Hay que hacerlo, pero se necesitan equipos de intercepción. El ministro [Novillo] anunció que se tiene la capacidad de detectar los aviones con equipos de radar", pero faltan aeronaves militares o armamento adecuado para efectuar el eventual derribo, consideró Ferreira.
"Es un tema bien complicado, porque además se necesita una ley para poder derribar en última instancia los aviones. Eso va a requerir equipos aeronáuticos que sean aptos para combatir a las naves furtivas que atraviesan el espacio aéreo", comentó el exministro de Defensa.
También son necesarias "formas de detección terrestre. Tenemos una frontera amplísima, que no se puede cubrir sin medios electrónicos. Hay países amigos que pueden cooperar con la tecnología de muchas formas", sostuvo.
Asimismo, hace falta desarrollar la legislación "para controlar los drones, cuya importancia ya hemos visto. Se debe desarrollar una ley sobre ese tema. Porque los drones se van a convertir en medios de transporte de droga y otras cosas, dado que son de difícil detección en el espacio aéreo. Quizás se pueden aplicar a nuestro país lo que reglamentan otros países", reflexionó Ferreira.
En julio pasado, el ministro de Defensa, Edmundo Novillo, viajó a Irán, donde conoció experiencias en materia de defensa desarrolladas por el Gobierno de Ebrahim Raisi. A su regreso enfrentó una catarata de fake news, que llegaron a asegurar que Bolivia le compraría drones a ese país.
Estas noticias falsas levantaron críticas desde Argentina, donde acusan a ciudadanos iraníes por su presunta participación en los atentados a la embajada de Israel en Buenos Aires, en 1992, y a la Asociación Mutual Israelita de Argentina (AMIA), en 1994. No obstante, esta versión fue descartada por el Mossad, el servicio de inteligencia israelí.
En definitiva, no se concretó ninguna compra de equipos con Teherán ni con ningún otro país. De todos modos, se considera que hacen falta para controlar los límites de Bolivia.
Sobre la posibilidad de adquirir algunos de estos equipos a la nación persa, el exministro Ferreira evaluó que "es un tema muy complejo. Hay cierta susceptibilidad en varios países. Pero tampoco se puede dejar de tener relación con países que han mostrado la intención de cooperar".
Aunque Bolivia dispone de equipos, "se van a necesitar más, porque el espacio aéreo boliviano es muy alto (sobre todo en la región andina). Hay cazas, pero de muy alta velocidad, que consumen mucho combustible. En cambio, hay aviones más chicos que pueden servir para intercepción", opinó el exfuncionario.
Ferreira agregó que la legalización del derribo de naves no autorizadas "es parte del ejercicio de soberanía. No es algo que agrade a nadie, pero se debe contar con un mecanismo legal para que quienes operan en este tipo de acciones tengan respaldo legal".
 
 
 
 
 
LUIS ARCE DE BOLIVIA FUE EL ÚNICO PRESIDENTE INVITADO A LOS 50 AÑOS QUE NO ADHIRIÓ AL "COMPROMISO DE SANTIAGO"
 
Lula da Silva, Gustavo Petro, Alberto Fernández son algunos de los Mandatarios que sí adhirieron a la iniciativa de Gabriel Boric.
 
El Mercurio de Chile (https://acortar.link/Y6KU7q)
 
En el marco de las actividades por la conmemoración de los 50 años del golpe cívico militar, el Presidente Gabriel Boric invitó a las autoridades internacionales que asistieron a adherir, si es que así lo deseaban, al "Compromiso de Santiago".
De todos, solo uno se restó. Y es que hasta ahora Luis Arce de Bolivia no ha adherido al documento que elaboró el Mandatario chileno.
Desde Cancillería aclararon que muchos jefes de Estado tienen restricciones constitucionales para firmar documentos multilaterales o bilaterales. Por eso es una práctica frecuente que tratados internacionales u otros sean suscritos por Cancilleres o ministros sectoriales.
Añaden que esto argumentaron algunos invitados, pero las razones por las que no han firmado o adherido deben entregarlas ellos. Pero insisten en que es un documento abierto, y que aún pueden haber más adherentes.
La iniciativa de Boric sí cuenta con la adhesión de los siguientes jefes de Estado o de Gobierno:
- Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva
- Presidente de Ecuador, Guillermo Lasso
- Presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez
- Presidente de Irlanda, Michael D. Higgins
- Presidente de República Dominicana, Luis Abinader
- Presidente del Consejo Federal de Alemania, Peter Tschentscher
- Presidente de Colombia, Gustavo Petro
- Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador
- Primer Ministro Portugal, António Costa - Presidente de Argentina, Alberto Fernández
- Presidente de Chile, Gabriel Boric
También se sumaron las ex autoridades:
- Expresidente del Consejo de Ministros de la República Italiana, Massimo D'Alema.
- Expresidente de la República de Uruguay, José Mujica.
- Expresidenta de la República de Finlandia, Tarja Halonen.
- Expresidente del Gobierno de España, Felipe González.
- Expresidenta de la República de Costa Rica, Laura Chinchilla.
- Expresidente de la República de Colombia, Juan Manuel Santos.
- Expresidente de la República de Colombia, Ernesto Samper.
 
 
 
 
 
INVESTIGADOR BOLIVIANO ADVIERTE ALTOS ÍNDICES DE CONTAMINACIÓN EN EL LAGO TITICACA
 
Gerardo Lanza, experto en medio ambiente, alerta sobre la grave contaminación del Lago Titicaca y la necesidad de medidas urgentes para proteger la biodiversidad y el entorno en ambos países
 
Radio Pachamama de Perú (https://acortar.link/Na2AjK)
 
El magíster en gestión ambiental y docente de la carrera de derecho ecológico y medio ambiente  de la Universidad Mayor de San Andrés de Bolivia, Gerardo Lanza, sostiene que han realizado investigaciones sobre la contaminación en el Lago Titicaca y los terribles efectos que enfrentaremos si no se interviene inmediatamente por las autoridades de ambos países.
El investigador manifestó que en el año 2020 se presentó un proyecto de ley de protección y descontaminación del lago Titicaca que ha sido archivado en la asamblea legislativa plurinacional, lo que denota la falta de interés por parte de las autoridades del vecino país, realidad que no es ajena en el Perú, pues aparentemente no existe normativa vigente que proteja la maravilla natural.
“Aquí la situación va creciendo, en cuanto a la contaminación del lago, aquí el gobierno pone parches y no están viendo la seriedad y gravedad de la contaminación que estamos atravesando, acá en Bolivia tenemos 20 provincias en el departamento de Paz, con 8 provincias afectadas como Los Andes. La ciudad e El Alto y Viacha, entre otras, son jurisdicciones que más contaminan el lago con aguas residuales, servidas, de industrias y manufacturas, además de la contaminación minera.
De acuerdo a los estudios realizados bajo su autoría en conjunto con un grupo de profesionales del país Boliviano, se ha concluido que alrededor del lago Titicaca viven cerca de 5 millones de personas, en ambos países; sin embargo, en ambos países solo se trabaja en favor de la protección del lago, no llega ni al 5 % de un 100%.
Además advirtió que si no se toman medidas efectivas e inmediatas en Perú y Bolivia, para resguardar y proteger el lago Titicaca; y a su vez combatir la contaminación ambiental; será inevitable la pérdida de flora, fauna y la disminución del lago, que ya se presencia actualmente en las orillas de la maravilla natural mundial.
Finalmente señaló que como ciudadanos debemos movilizarnos exigiendo la protección de lago Titicaca y que los organismos internacionales debieran pronunciarse, pues ésta categorizado como el lago navegable más alto del mundo.
 
 
 
 
 
EL PARQUE NACIONAL MADIDI, UN MISTERIO SIN RESOLVER DE BOLIVIA
 
El Parque Nacional Madidi ha sido escenario de avistamientos extraños y desapariciones misteriosas.
 
El Periódico de España (https://acortar.link/WZDBo3)
 
Bolivia, un país famoso por su rica cultura, biodiversidad y paisajes de ensueño, también alberga uno de los secretos mejor guardados de América del Sur: el Parque Nacional Madidi. A primera vista, este parque parece un paraíso natural, con su exuberante selva tropical, una fauna asombrosa y paisajes de montaña impresionantes. Sin embargo, detrás de su belleza indiscutible se esconde un misterio terrorífico que ha desconcertado a científicos, aventureros y locales durante generaciones. Y a su vez, es precisamente este misterio el que atrae a muchos visitantes.
El Enigma de Madidi: apariciones y desapariciones
El Parque Nacional Madidi se encuentra en el noroeste de Bolivia, abarcando una vasta extensión de 18.958 kilómetros cuadrados. Esta área protegida es considerada una de las más biodiversas del mundo, hogar de miles de especies de plantas, animales y aves. Pero lo que hace que Madidi sea tan especial es su enigma: numerosos informes de encuentros sobrenaturales y desapariciones inexplicables que han ocurrido a lo largo de los años.
Los relatos de encuentros con seres sobrenaturales en Madidi son innumerables. Los lugareños cuentan historias de espíritus malignos que acechan en la selva, susurros inquietantes en la noche y apariciones de criaturas fantasmales. Uno de los mitos más conocidos es el de 'El duende de Madidi', un pequeño ser travieso que se dice que hace trastadas en la selva y asusta a los viajeros nocturnos.
Los relatos de encuentros con seres sobrenaturales en Madidi son innumerables. Los lugareños cuentan historias de espíritus malignos que acechan en la selva, susurros inquietantes en la noche y apariciones de criaturas fantasmales. Uno de los mitos más conocidos es el de 'El duende de Madidi', un pequeño ser travieso que se dice que hace trastadas en la selva y asusta a los viajeros nocturnos.
Explicaciones científicas
Los científicos y expertos en el campo de la biología y la ecología han tratado de arrojar luz sobre estos fenómenos aparentemente sobrenaturales. Algunos sugieren que los encuentros con seres extraños podrían explicarse por la falta de comprensión de la selva y sus sonidos nocturnos. Aseguran que la mente humana a menudo crea imágenes fantasmagóricas para llenar los vacíos de lo desconocido. En cuanto a las desapariciones, se argumenta que la densa selva de Madidi es un terreno inhóspito y difícil de navegar. Los accidentes, la exposición a elementos y la falta de habilidades de supervivencia podrían ser factores clave en estas tragedias.
 
 
 
 
 
YACYRETÁ: PARAGUAY DEJARÁ DE VENDERLE ENERGÍA A LA ARGENTINA Y SE DESATA UN NUEVO CONFLICTO BILATERAL
 
Asunción confirmó que se quedará con el 50% de la generación eléctrica que le corresponde de la represa binacional. Otro capítulo de tensión diplomática tras el peaje argentino en la Hidrovía.
 
TN de Argentina (https://acortar.link/iuifEz)
 
Desde que Santiago Peña asumió como nuevo presidente de Paraguay hace menos de un mes la relación bilateral con la Argentina no hizo más que tensarse. Al cobro del peaje en un tramo de la Hidrovía y la retención de barcos con bandera guaraní por falta de pago, ahora se sumó un nuevo foco de tensión: el uso de la energía de la represa de Yacyretá.
El gobierno paraguayo anunció que se quedará con el 50% de la generación de energía que le corresponde de la Central Hidroeléctrica Yacyretá y no se lo venderá a la Argentina como hacía hasta ahora. El presidente de la Administración Nacional de Electricidad (ANDE), Félix Sosa, confirmó públicamente esta medida y agregó que, para amortiguar el uso energético a nivel nacional, redujeron el uso de la represa de Itaipú, que Paraguay comparte con Brasil.
En total, el costo de la energía que proviene de Itaipú es más bajo que el de Yacyretá. Por lo tanto, la medida anunciada por Asunción no responde de ninguna manera a una lógica económica, sino a una política. “Es una decisión política del presidente”, reconoció el titular de ANDE.
Desde ambos lados de la frontera saben que esta medida es una especie de represalia a la negativa del gobierno argentino por dar marcha atrás con el cobro de un peaje de 1,47 dólares por tonelada a los barcos de bandera extranjera que transitan en el tramo Confluencia-Santa Fe de la Hidrovía.
A pesar de que por el acuerdo entre ambos países Paraguay puede retirar hasta el 50% de la generación eléctrica de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), en promedio usaban cerca del 10%. Hubo momentos en que la demanda paraguaya aumentaba, pero habitualmente se mantenía en torno a los diez puntos. En la actualidad, Yacyretá tiene una producción total de 2.068 MW.
Con esta última medida, de los 1.035 MW que le corresponde, Paraguay empezó a hacer uso de 850 MW que antes se los vendía a la Argentina por 50 dólares por MW. Posiblemente ahora le venda ese excedente a Brasil, pero a un precio menor. Allí reside parte de la pérdida económica que tendrá Asunción para priorizar la decisión política.
Consultados por TN, en la Secretaria de Energía aseguraron que por el momento la Argentina no necesitará sustituir esa energía con un nuevo proveedor dadas las condiciones climáticas de esta época del año. Distinto será cuando llegue el verano y se enciendan los aires acondicionados de todo el país. “En estas semanas el sistema eléctrico está estable”, confiaron.
En el fugaz viaje que Sergio Massa realizó a Asunción el 24 de agosto para reunirse con el presidente Santiago Peña, el ministro de Economía y candidato presidencial anunció el acuerdo para el pago de una deuda que la Argentina tiene con Paraguay por poco más de 100 millones de dólares por el consumo y el flujo de energía proveniente de la represa de Yacyretá.
El peaje en la Hidrovía, el origen del conflicto
La hidrovía de los ríos Paraguay-Paraná se transformó en foco de la tensión diplomática en la región, primero, cuando el gobierno argentino a través de la Administración General de Puertos (AGP) aplicó un peaje de 1,47 dólares a barcos extranjeros y ese mismo monto, pero en pesos a los de bandera nacional que pasen por el tramo Confluencia-Santa Fe.
La hidrovía es una vía navegable de casi 3400 kilómetros de largo que conecta Bolivia, Paraguay, Brasil, Uruguay y la Argentina. Es por donde salen casi la totalidad de los productos que exporta la región, muchos de ellos vinculados al agro. En el caso argentino y paraguayo representa el canal de salida del 80% de las exportaciones.
Frente al cobro del peaje por parte de la Argentina y la retención de barcos que se negaron a pagar –algunos de los cuales transportaban combustible-, Paraguay logró el respaldo del resto de los países para reclamar ante la medida de la AGP. Es así que el fin de semana publicaron un comunicado en conjunto donde catalogaban de “preocupante” la situación.
Estos cuatro países consideran que la Argentina tomó esta decisión de forma unilateral e ilegal según estipula el acuerdo de Santa Cruz de la Sierra, el cual se ampara en el Tratado de Montevideo de 1980 donde se establece el marco normativo común para el transporte en la Hidrovía.
Paraguay, Bolivia, Uruguay y Brasil publicaron un comunicado para reclamar por el cobro del peaje en la Hidrovía.
El conflicto por la Vía Navegable Troncal, como se llama a los 1477 km que corresponden a la Argentina, ya se debatió hace algunas semanas en el Comité Intergubernamental Hidrovía (CIH). No hubo un acuerdo entre los representantes y el presidente paraguayo adelantó que acudirá al Tribunal Permanente de Revisión (TPR) del Mercado Común del Sur (Mercosur) para resolver la controversia.
Este lunes hubo una reunión en Asunción entre el canciller paraguayo, Rubén Ramírez, y una comitiva argentina integrada por Flavia Royón, secretaria de Energía, José Beni, titular de la AGP, Fernando de Vido, director ejecutivo del EBY, y Raúl Pérez, asesor del Ministerio de Economía.
El martes se dio otro encuentro en Buenos Aires entre el subsecretario de Asuntos de América Latina de Cancillería argentina, Gabriel Fuks, con el encargado de negocios de Paraguay en nuestro país, Juan Ramón Cano.
Más allá del “diálogo positivo” que reinó durante la conversación, según informaron a TN desde ambos lados de la frontera, la disputa parece no estar cerca de resolverse y las medidas adoptadas por Paraguay no hacen más que tensar la relación. Hay otra reunión técnica pautada para el 26 y 27 de septiembre.
 
 
 
 
 
AMÉRICA LATINA SIGUE SIENDO LA REGIÓN MÁS PELIGROSA PARA LOS DEFENSORES AMBIENTALES
 
Un informe de Global Witness muestra que casi el 90% de todos los asesinatos relacionados con el ambiente en 2022 se produjeron en la región. Son personas corrientes que intentan proteger pacíficamente sus hogares, sus medios de vida y la salud del planeta en general frente a los efectos perjudiciales de industrias como las del petróleo, el gas, la minería, la agricultura y la deforestación.
 
El Diario de Argentina (https://acortar.link/0sZyGe)
 
Al menos 177 defensores de la tierra y el medioambiente fueron asesinados el año pasado por intentar proteger el planeta ―una persona cada dos días―, según un nuevo informe de la ONG británica Global Witness. La situación en América Latina sigue siendo especialmente preocupante, ya que el 88% de los asesinatos se produjeron en la región, un porcentaje cada vez mayor.
Las nuevas cifras elevan el número total de asesinatos de defensores a 1.910 entre 2012, año en que la ONG comenzó a elaborar sus informes, y 2022. Sin embargo, la cifra real puede ser mucho mayor, según los autores. Muchos casos no se denuncian porque ocurren en zonas de conflicto o en lugares donde hay restricciones y un monitoreo poco eficiente de los ataques.
“Se trata de personas corrientes que intentan proteger pacíficamente sus hogares, sus medios de vida y la salud del planeta en general frente a los efectos perjudiciales de industrias como las del petróleo, el gas, la minería, la agricultura y la deforestación”, declaró a Diálogo Chino Gabriella Bianchini, asesora e investigadora de Global Witness con sede en Brasil. “Trabajan para defender la vida de todos nosotros”.
Colombia resultó ser el país con más asesinatos del mundo, con 60 muertes en total el año pasado, más de un tercio del total global. Estas cifras, que casi duplican el número de homicidios registrados en el país en 2021, se producen a pesar de que Colombia ratificó en octubre de 2022 el Acuerdo de Escazú, un tratado regional jurídicamente vinculante para proteger a los defensores del medioambiente.
Al menos 382 defensores han sido asesinados en Colombia desde 2012, lo que lo convierte en el país con el mayor número de asesinatos denunciados en todo el mundo durante ese periodo. Sirley Muñoz, de la ONG Somos Defensores en Colombia, dijo a Diálogo Chino que esto está directamente relacionado con las disputas territoriales y el fortalecimiento de los grupos armados en el país.
“Colombia tiene una gran deuda con sus defensores del medioambiente”, dijo Muñoz. “La violencia ha marcado nuestra historia reciente, pero la situación empeoró en 2016 cuando las FARC [Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia] completaron su desmovilización. Otros grupos armados ilegales tomaron el relevo y los defensores ambientales quedaron atrapados en medio del fuego cruzado. El informe tiene que ser una llamada de atención”.
Otros países vulnerables de la región fueron Brasil, donde 34 defensores perdieron la vida, frente a 26 en 2021; y México, aunque los 31 homicidios registrados en el país el año pasado supusieron un descenso respecto a los 54 de 2021, cuando fue el país con el mayor número de asesinatos. Con 14 asesinatos relacionados con la tierra y el medioambiente registrados, Honduras fue el país con más asesinatos per cápita del mundo. México ha ratificado el Acuerdo de Escazú, mientras que Brasil aún no, ya que solo firmó el tratado en el momento de su creación en septiembre de 2018 y aún no lo ha ratificado. Por su parte, Honduras no ha firmado ni ratificado el acuerdo.
Jorge Santos, coordinador de la organización guatemalteca de defensa de los derechos humanos UDEFEGUA, declaró a Diálogo Chino que se está produciendo un “grave retroceso” en materia de derechos humanos en Centroamérica. “No es sólo el sector privado el que impulsa la violencia contra los defensores. En muchos países, estamos viendo cómo los gobiernos adoptan una postura más autoritaria”, afirmó.
Un año peligroso para los defensores ambientales en la Amazonía
Por primera vez, el informe de Global Witness de este año se centra en el papel de los defensores del medioambiente en la selva amazónica, que abarca partes de Bolivia, Brasil, Colombia, Perú, Ecuador, Surinam y Venezuela. En 2022, más de uno de cada cinco de los 177 asesinatos registrados en todo el mundo ―39 en total―se produjeron en la Amazonía, según los investigadores.
“Como guardianes de la selva, los defensores de la tierra y el ambiente están en la primera línea de la devastadora explotación de la Amazonía. Se enfrentan a empresas que actúan con impunidad, a las despiadadas fuerzas de seguridad del Estado y a asesinos a sueldo”, se lee en el informe. “Los defensores son sistemáticamente intimidados, criminalizados, atacados y asesinados”.
El caso más resonante del año pasado fue el del experto indígena brasileño Bruno Pereira y el periodista británico Dom Phillips, asesinados cuando regresaban de un viaje al remoto Valle del Javari, en Brasil. Sus asesinatos conmocionaron al mundo y atrajeron la atención mundial sobre las amenazas a las que se enfrentan los defensores del medioambiente.
A unos 1.000 kilómetros de donde se encontró a Pereira y Phillips, en otra zona de la Amazonía brasileña, la minería ilegal de oro casi ha acabado con la comunidad indígena Yanomani.
En otro lugar de la Amazonía brasileña, Maria Leusa Kaba, de la comunidad Munduruku, ha recibido repetidas amenazas de muerte en los últimos años debido a su oposición a la minería ilegal. “Es una realidad dolorosa y triste”, declaró a Diálogo Chino. “Quemaron nuestras casas para intentar expulsarnos de nuestras tierras. La Amazonía no necesita ninguno de los proyectos extractivos actuales, hay que protegerla”.
La situación es similar en Venezuela con la comunidad indígena Uwottüja, que vive en aislamiento voluntario a lo largo de los afluentes del río Orinoco. En 2022, Virgilio Trujillo Arana, uno de los líderes más destacados de la comunidad, fue asesinado por un sicario no identificado tras denunciar la minería ilegal y las violaciones que conlleva en la Amazonía venezolana.
En un vídeo grabado antes de su asesinato, Virgilio afirmó que la comunidad seguiría defendiendo su tierra porque sin ella desaparecerían: “Lo que tenga que pasar, pasará. Sin tierra, desaparecemos. Por eso defendemos nuestros territorios”. Desde 2014, 20 defensores ambientales venezolanos han sido asesinados, 17 específicamente en la Amazonía.
En Perú, Santiago Vega Chota, Yenes Ríos Bonsano y Herasmo García Grau, tres defensores del medioambiente de la región de Ucayali, fueron asesinados en los últimos dos años tras defender sus tierras y bosques. Perú se encuentra entre los diez países más peligrosos para los defensores del medioambiente, con 42 personas asesinadas desde 2014, la mitad de ellas en la Amazonía.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la organización Amnistía Internacional han pedido al gobierno peruano que cumpla las normas y reglas internacionales y proteja a los defensores y sus familias. El año pasado, el Congreso del país archivó oficialmente el proyecto de ley para la ratificación del Acuerdo de Escazú.
El camino a seguir
Aunque la situación es grave, Global Witness destacó algunos avances que se produjeron el año pasado. El Acuerdo de Escazú celebró su primera Conferencia de las Partes (COP) en Chile, un año después de su entrada en vigor, en la que se eligió a un grupo de representantes públicos para contribuir a la aplicación del tratado. Además, Naciones Unidas nombró al primer Relator Especial sobre Defensores del Medioambiente, el experto francés en derechos humanos Michael Forst.
En Perú, la Corte Suprema condenó a cinco madereros ilegales a más de 28 años de prisión cada uno por el asesinato de cuatro líderes indígenas ashéninkas. Sin embargo, la sentencia fue anulada este año. Mientras tanto, en México, un alto tribunal revocó los permisos concedidos por las autoridades federales para la construcción del puerto de Veracruz, cuestionado por su impacto ambiental.
En su informe, Global Witness pide a los gobiernos que creen un entorno seguro para que los defensores y la sociedad civil prosperen, haciendo cumplir las leyes que protegen a los defensores y creando otras nuevas. Los mecanismos pertinentes existentes, como el Acuerdo de Escazú, deberían utilizarse mejor, afirma la organización. En América Latina, 15 países han ratificado hasta ahora el tratado.
Los gobiernos también deben denunciar, investigar y exigir responsabilidades por las represalias contra los defensores, reforzando la aplicación de la ley y monitoreando mejor los ataques, afirma Global Witness. También debería exigirse a las empresas que ejerzan la diligencia debida sobre los riesgos para los derechos humanos y el medioambiente, ya que así serían más transparentes ante la violencia, dicen desde la organización.
“Cada vez son más los defensores que se unen y crean asociaciones para protegerse a sí mismos y al ambiente de amenazas y violaciones. Lo vemos en diferentes partes del mundo”, dijo Bianchini a Diálogo Chino. “El Acuerdo de Escazú podría servir de ejemplo en otras regiones que no cuentan con este tipo de instrumentos”.
 
 
 
 
 
¡SI EL CAPITALISMO DESTRUYE EL PLANETA, DESTRUYAMOS EL CAPITALISMO! HACIA LA HUELGA CLIMÁTICA DEL 15S
 
Tras otro verano de calor sofocante e incendios, la crisis climática es más evidente que nunca. Frente a ella, no nos vale ni la derecha negacionista amiga de los empresarios que la producen ni el bloque “progresista” que en cinco años no ha tomado una sola medida efectiva. ¡Salgamos a luchar por un salida revolucionaria y socialista!
 
La Izquierda Diario de España (https://acortar.link/8d1xMu)
 
Venimos de un verano donde la crisis climática se ha hecho notar más que nunca. Incendios en todo el hemisferio norte que tiñeron de rojo los cielos de Nueva York, alertas por calor que dejaron 45ºC en México, 52ºC en China y más de 53ºC en el Valle de la Muerte de California… unas temperaturas y desastres que rozan lo inhabitable y que amenazan la vida de millones de personas.
En el Estado español se han sufrido 4 olas de calor este verano: 20 días de temperaturas asfixiantes y el fallecimiento de más de 2.000 personas. Unas olas de calor que el año pasado dejaron un total de 61.000 muertos en todo Europa. Esta emergencia climática se suma a la guerra de Ucrania, con cuyos efectos los gobiernos de la Unión Europea han renunciado a sus modestos planes de reconversión ecológica: han aumentado el uso de combustibles fósiles y han pasado a considerar el gas y la nuclear como energías verdes e invierten millones en la industria armamentística (una de las más contaminantes) para llevarnos a nuevos escenarios de conflicto y guerras.
Además, los países europeos mantienen una dominación imperialista con aquellos donde se encuentran los recursos necesarios para la supuesta transición ecológica que quieren llevar a cabo. Solo un ejemplo: los lazos de explotación y extractivismo con países como Argentina, Bolivia y Chile, donde se encuentra la mayor parte del litio utilizado para hacer baterías de coches eléctricos. Oponernos a la crisis climática es hacerlo también a los supuestos planes de reconversión ecológica que empobrecen regiones enteras, desposeen a las comunidades originarias y dejan un desastre ambiental, como en el caso de las minas de litio.
Esta crisis ecológica se siente especialmente en la juventud, que somos quienes vamos a tener que lidiar con sus peores consecuencias. Una juventud a la que nos dicen que es más fácil el fin del mundo que el del capitalismo. Además, somos quienes sufrimos más precariedad laboral, problemas de salud mental, problemas económicos en nuestras familias que nos impiden estudiar lo que queremos, dificultad para independizarnos, persecución policial… y todo ello se suma a un sistema educativo que nos obliga a memorizar sin pensar y donde no se abordan los grandes problemas sociales como el machismo, el racismo, la LGTBifobia ni la crisis ecológica.
Lxs jóvenes estamos hartxs de ver cómo avanzan las ideas reaccionarias de la derecha en nuestras aulas y cómo se instala su discurso que nos persigue y que niega el cambio climático. Hartxs de discursos como el de Ayuso que dice que contra la crisis climática hay que poner plantas en los balcones o como el de Vox que dice que el cambio climático evitará muertes por frío. Pero también estamos cansadxs de que quienes dicen que van a parar a la derecha tampoco hagan nada. El gobierno “progresista” rescató con 1.350 millones de euros a las eléctricas, aumentó un 26% el gasto militar en 2023 y permitió infiltraciones policiales en grupos ecologistas. ¿Así se para a la derecha?
A la juventud se nos dijo que teníamos que votarles porque venía la derecha. Pero dos meses más tarde, los supuestos “progresistas” prefieren una España facha que rota. Prefieren poner por delante la sacrosanta unidad de España y avalar la represión al movimiento democrático catalán que aceptar la amnistía de los encausados por luchar en Catalunya para no repetir las elecciones. Prefieren declarar terroristas a los grupos ecologistas Extinction Rebellion y Futuro Vegetal antes que a las eléctricas que contaminan o a los bancos que desahucian.
En Catalunya, ERC aprobó los presupuestos de la mano de PSC y Comunes con megaproyectos a medida de la patronal catalana. Casinos y carreteras para continuar apostando por un modelo de turismo masivo, precario y contaminación mientras se busca una vía para la ampliación del aeropuerto.
Por eso, este 15 de septiembre, desde Contracorriente y Pan y Rosas salimos a la calle en una nueva Huelga Climática Global. Salimos para decir bien alto que frente a la extrema derecha negacionista, el bloque “progesista” no es una alternativa, que no estamos dispuestas a aceptar la represión estatal y que exigimos la amnistía de todos los represaliados por luchar: ecologistas, sindicales, del movimiento democrático catalán, trabajadores en huelgas y un largo etcétera. Salimos para pelear por el fin de este sistema asesino que nos deja sin futuro.
Porque hay una alternativa: la que va de la mano, no de las empresas, sino de los y las trabajadores, las mujeres, las migrantes, las personas LGTB y el resto de los sectores a los que este sistema asesino no tiene nada que ofrecer. Uno que con la fuerza de la clase trabajadora pueda poner en jaque este sistema y a sus gobiernos. Uno que siga el ejemplo de la lucha en Jujuy (Argentina) donde la clase trabajadora y el pueblo se levantaron para exigir el fin del saqueo del litio y la represión de la movilización. Para seguir el ejemplo de Francia, donde la clase trabajadora y los estudiantes salieron a pelear contra el aumento de la edad de jubilación de Macron. Para seguir el ejemplo de lxs grandes luchadores que han puesto en pie revoluciones como la Revolución rusa. Ese es nuestro ejemplo: hay una salida socialista y está en nuestras manos construirla.
¡Si el capitalismo destruye el planeta, destruyamos el capitalismo! Ni derecha negacionista, ni bloque “progresista”. ¡En lucha por una salida revolucionaria y socialista!

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