El
presidente de Bolivia, Evo Morales, invitó hoy a su homólogo de Chile,
Sebastián Piñera, a "cerrar las heridas abiertas hace más de cien
años" por la demanda boliviana de una salida al mar, a la vez que pidió
"serenidad" al pueblo chileno ante el fallo de la corte de La Haya
sobre esta solicitud.
"Al
hermano presidente de Chile, Sebastián Piñera, le invito a que juntos
encontremos fórmulas de entendimiento para cerrar las heridas abiertas hace más
cien años", aseveró Morales en una comparecencia ante los medios en La
Paz.
Este
entendimiento debe basarse en el cumplimiento del derecho internacional y en
los valores de "justicia, dignidad y buena fe", subrayó el mandatario
en su comparecencia en la sede del Gobierno boliviano.
"Respetuosamente,
invoco al pueblo y al Gobierno de Chile a compartir esta serenidad estos días
previos al fallo", añadió en referencia a la sentencia sobre esta demanda
que el próximo 1 de octubre tiene previsto emitir la Corte Internacional de
Justicia de Naciones Unidas con sede en La Haya (Países Bajos).
Asimismo,
pidió al pueblo boliviano, "por respeto" a la corte, "a no
especular sobre el contenido del fallo".
Morales
expresó su confianza en que la sentencia "será un nuevo día
histórico", porque el encuentro con el mar "no solo es posible, sino
que es inevitable".
Además,
expresó su deseo de que el fallo "ayude a resolver otras disputas
históricas que no tienen otro camino que el diálogo y la negociación".
Evo
Morales recordó que Bolivia presentó ante este tribunal un pedido en 2013 para
que obligue a Chile a negociar sobre un acceso soberano al océano Pacífico, al
entender que este país incumplió sus "compromisos y obligaciones"
internacionales en la materia.
Bolivia
perdió en 1879 en una guerra con su vecino unos 400 kilómetros de costa y cerca
de 120.000 kilómetros cuadrados de territorio.
Morales
recalcó que la demanda ante Chile es "una política de Estado" y
reiteró su confianza en que el fallo abra "una nueva era de paz,
integración y amistad entre Bolivia y Chile".
"Reparemos
esta herida abierta en el corazón de nuestra América", sentenció.
En
este contexto, aseguró que "naciones hermanas, líderes mundiales, premios
nobel y un sinfín de personalidades han apoyado" la causa boliviana,
incluso dentro de Chile.
La
semana pasada el presidente chileno defendió que los temas fronterizos con
Bolivia fueron resueltos "de forma clara y categórica" en el tratado
de 1904, firmado 25 años después de aquella guerra por ambos países de forma
"voluntaria y libremente, y que está plenamente vigente".
Chile
sostiene que los asuntos fronterizos con su vecino quedaron resueltos en el
tratado de paz y amistad de 1904, por lo que a su juicio la demanda boliviana
no tiene fundamento jurídico porque por parte chilena nunca se ha asumido una
obligación de negociar.
EXPERTOS
INSISTEN EN QUE CHILE DEBE SALIRSE DEL PACTO DE BOGOTÁ
Bolivia no
quedará conforme con el fallo porque “el gran desafío es una apetencia
territorial de dicho país en perjuicio de Chile, sostienen José Rodríguez,
Gabriel Gaspar, Eduardo Rodríguez y Óscar Izurieta.
Infogate de
Argentina (www.infogate.cl)
A
pocas semana de que la Corte
Internacional de Justicia de La Haya emita su fallo por la demanda
marítima boliviana, en la que busca que Chile se siente a negociar una salida
al mar para el vecino país, los ex
embajadores José Rodríguez Elizondo, Gabriel Gaspar Tapia, Eduardo Rodríguez
Guarachi y el ex comandante en jefe del Ejército Óscar Izurieta Ferrer, vuelven
a plantear la urgencia de que Chile se retire del cuestionado Pacto de Bogotá,
por cuya adhesión le han significado dos juicio a nuestro país, y -según ellos-
Bolivia no cesará en sus aspiraciones territoriales sea cual sea el resultado
del fallo del 1 de octubre: “En el caso
del conflicto con Bolivia, el verdadero problema no es el juicio en La Haya.
Este es un síntoma. El gran desafío es una apetencia territorial de dicho país
en perjuicio de Chile. Para alcanzarla utiliza todos los medios a su alcance,
entre ellos la demanda, y persistirá en su propósito, cualquiera sea el tenor
del fallo”, sostienen, en su misiva publicada este domingo.
“Por ser un tema de interés nacional indiscutido,
nos alegra que se esté produciendo un debate serio sobre el Pacto de Bogotá.
Ante conflictos concretos, reducirse a la sola lógica legalista es negarse a
asumir ideas diversas y soslayar factores tan principales de las relaciones
internacionales como la experiencia histórica, el análisis político, la
profesionalidad diplomática, la geoeconomía y la perspectiva estratégica. Es
bloquearse al estudio de la realidad.
Perseverar en esa actitud reduccionista nos aleja
cada vez más de las doctrinas de las escuelas diplomáticas desarrolladas, para las
cuales, eventualmente, la audacia puede ser la verdadera prudencia. La
diplomacia vaticana suele aplicar ese criterio: “La prudencia es una virtud del
gobierno; la audacia también”. Talleyrand, maestro del pragmatismo diplomático,
enseñaba que en materia de conflictos, “aun el derecho más legítimo puede ser
discutible”.
Dicho
reduccionismo ha sido denunciado por nuestros historiadores. Para Francisco A.
Encina, Chile produce un fenómeno exótico: “El traspaso de la mentalidad
jurídica propia a los pueblos extraños con que entra en relaciones”. Mario
Barros, en su obra “Historia Diplomática de Chile”, describe esto como una
“esclavitud jurídica”, base de una “espantosa falta de imaginación”.
En el caso del conflicto con Bolivia, el verdadero
problema no es el juicio en La Haya. Este es un síntoma. El gran desafío es una
apetencia territorial de dicho país en perjuicio de Chile. Para alcanzarla
utiliza todos los medios a su alcance, entre ellos la demanda, y persistirá en
su propósito, cualquiera sea el tenor del fallo.
Sobre
esa base, en todas nuestras publicaciones hemos enfatizado que se trata de un
conflicto de poder -es decir, básicamente político- por estar en juego la
soberanía. A mayor abundamiento, el gobierno boliviano lo ha politizado al
extremo. No considerarlo es soslayar: a) que se nos está aplicando en formato
judicial ese recuperacionismo territorial que algunos desestiman por sernos
“inoponible”; b) que el Presidente Evo Morales lo ha proclamado sin tapujos en
La Haya y uno de sus cancilleres incluso invocó la ordalía de la sangre, y c)
que los jueces de la Corte asumieron como legítima la demanda boliviana, en una
decisión que la doctrina comparada tipifica como “desviación del poder”.
Sería ingenuo, entonces, pensar que el gobierno
boliviano renunciará a su estrategia después del inminente fallo de la Corte.
Estamos ante un desafío para largo, que incluso pudiera llegar a involucrar a
otros países. La idea de anunciar, en el momento oportuno, el retiro del Pacto
de Bogotá, es adelantarse a posibles escenarios más complejos, recuperando la
plenitud de la facultad nacional para resguardar nuestra soberanía.
Cabe
agregar que a partir del rechazo de la Corte a nuestras excepciones
preliminares de competencia, la necesidad de desvincularnos del Pacto fue
asumida por la opinión pública ilustrada y su debate fue legitimado por la
Cancillería. Esto choca contra la posición del juridicismo a ultranza, para
cuyos defensores el retiro siempre será inoportuno.
En
definitiva, sin renunciar a las razones del Derecho, pretendemos que Chile pase
de los tiempos judiciales a los tiempos de la diplomacia profesional, asumiendo
la necesaria capacidad de viraje de nuestra política exterior, aumentando así
las opciones del Jefe de Estado. Renunciar a esta opción, bajo el pretexto de
la “oportunidad”, es ignorar la importancia de las señales en política
internacional y mutilar a priori las opciones defensivas de nuestro país.
Reiteramos,
por tanto, que el interés nacional se defiende con “todos los recursos
legítimos del poder” y con “total apego a la Carta de la ONU”. En esto no hay
amenaza alguna, no hay estridencia nacionalista ni menos una actitud temeraria.
El
problema real es que no hay peor sordo que el que no quiere oír, ni hay mayor
obstáculo para los intereses nacionales que los que no se atreven a innovar
cuando las circunstancias lo exigen”, remata nlos ex embajadores José Rodríguez
Elizondo, Gabriel Gaspar Tapia, Eduardo Rodríguez Guarachi y el ex comadante en
jefe del Ejército Óscar Izurieta Ferrer
POR LA
CRISIS, ALARMANTE CIERRE DE COMERCIOS EN LA FRONTERA CON BOLIVIA
Al menos 40
vendedores abandonaron sus puestos en Bermejo, donde el comercio generaba $100
millones de bolivianos al mes.
Diario
Panorama de Argentina (www.diariopanorama.com)
Según
datos de la Alcaldía de Bermejo, el comercio en ese punto fronterizo generaba
aproximadamente 100 millones de bolivianos al mes. Eso le convertía,
conjuntamente con la industria azucarera, en la columna vertebral de la
economía de la ciudad triángulo del sur, que en la actualidad se ve golpeada y
en declive.
"En
sólo cuatro cuadras, al menos 40 puestos de venta cerraron en la avenida
Petrolera de Bermejo, la cual está al frente del paso fronterizo, denominado
Las Chalanas, entre Bolivia y Argentina. Y es que la devaluación de la moneda
del vecino país incidió en ello. La crisis argentina también toca el bolsillo
de los bolivianos, ya que según los comerciantes, el efecto no solo será en esa
zona, sino también en las ciudades del eje de la nación, pues desde ahí se trae
la mercadería para venderla en esos dos puntos limítrofes", dice un
artículo periodístico del diario tarijeño El País.
La
nota refleja la crisis que afecta a los miles de comerciantes bolivianos que
durante casi dos décadas vieron proliferar su actividad teniendo como seguros
compradores a los argentinos que cruzaban la frontera hacia los pueblos de
Yacuiba, San José de Pocitos y Bermejo, en el departamento Orán.
Otro
períodico boliviano informó durante el transcurso de esta semana: "La
presidenta del directorio del mercado Central de Yacuiba, María Cruz, contó que
el sector gremial en general la está pasando muy mal porque sus ventas
dependían de la visita de ciudadanos argentinos. Prácticamente vivíamos de lo
que venía la gente argentina, ahora la mayor parte de los puestos del mercado
están cerrados porque las compañeras se van a vender a otros lugares".
En
la misma línea, el propietario de un supermercado, José Gómez, apuntó que
Yacuiba no tiene una economía propia, la población se acostumbró a vivir del
comercio, a que el argentino llegue a la población, compre y eso provocaba la
fluidez de dinero, de mercancías, pero que todo eso acabó y las ventas bajaron
visiblemente.
"El
comercio en Bolivia ha decaído bastante", dijo el periodista de radio
Frontera, Ricardo Camacho. "El fenómeno de la caída del peso argentino
afectó a los vendedores que trabajaban con esta moneda, lo que ha hecho que
muchos de ellos decidieran cerrar sus negocios o simplemente ahora solo manejan
dinero boliviano", agregó Camacho.
La
crisis ha llegado a tal extremo que otro de los medios bolivianos, La Razón,
reflejó en sus páginas de Economía lo que sucede en el vecino país donde la
preocupación de los comerciantes es cómo reconvertir su actividad.
"Silencio, mucho silencio. Con estas palabras, Elsa Reynoso, presidenta de
la Federación de Juntas Vecinales (Fejuve) del municipio de Yacuiba (Tarija),
describe el panorama en esa región. Locales comerciales, restaurantes, hoteles,
casas de cambios, mercados, están abiertos, aunque casi nadie se acerca a
comprar sus productos o solicitar servicios. Ha bajado bastante el comercio en
Yacuiba, ya no entran los argentinos (principales compradores) como antes,
tenemos esperanza de que la situación mejore. Esto afectó también a los
transportistas y taxistas. Ya es un mes. Algunas tiendas están abiertas, pero
nadie les compra", contó a La Razón la dirigente vecinal.
El
peso vale 35% menos
Además
de Yacuiba, en Bermejo (Tarija) y Villazón (Potosí) (poblaciones fronterizas
con Argentina) gran parte de sus habitantes viven del comercio (vestimenta,
alimentos, productos para el hogar, entre otros), pero la depreciación de la
moneda argentina, que en el último mes alcanzó el 35%, llevó a que el boliviano
ahora sea más caro para ellos, por lo que optan por no adquirir estos
productos. A esto se suma que el peso argentino es rechazado en el país para
hacer transacciones.
Un
flujo de más de 5.000 argentinos por día llegaban meses atrás a Bermejo, hoy la
cantidad de compradores disminuyó a unos 500 por día, informó Delfor Burgos,
alcalde del municipio de Bermejo. Aseguró que todo lo que se comercializa es en
moneda nacional.
MINERÍA: LA
FIEBRE DEL LITIO, DE JUJUY A CATAMARCA
En la Puna el
litio brota de una laguna de la que solo hay otra similar en China.
Los Andes de
Argentina (www.losandes.com.ar)
A
juzgar por la pampa húmeda y Vaca
Muerta es fácil arriesgar que estamos bendecidos por la naturaleza.
Últimamente aparece otro hallazgo: el litio, que aquí brota de un lago de
salmuera. Sólo hay otro parecido en el mundo y es el lago de Zhabuye, en la lejana China.
La Puna se ha convertido así en sinónimo de
litio y ese mineral une, al menos en la Argentina,
un amplio territorio que va desde Jujuy
a Catamarca.
El
litio se extrae en otros lugares del mundo de una roca, pero en la Puna emerge de la laguna y la
distancia entre ambas procedencias se mide en miles dólares. Es mucho más
económico el que se encuentra en esta región y es lo que desató la fiebre del
litio que se vive también en los vecinos Chile y Bolivia.
Argentina cuenta con ventaja ya que el litio
es de alta concentración y con pocas
impurezas. Eso es provocado por el ingreso de manantiales hidrotermales
que agregan litio al salar y al reservorio de salmuera.
Este
mineral no sólo sirve para las baterías de los celulares y de los autos
eléctricos. Acaban de descubrir un nuevo uso: el de las baterías gigantescas
que sirven de resguardo para que ciudades como Santiago de Chile no se queden sin luz en tiempos de sequía
o de precios de petróleo por las nubes. Chile
lo está poniendo en práctica.
Claro
que no todas son rosas en esta producción. “El litio no es siempre un buen
litio y viene muchas veces muy mezclado con otras sales”, dice Mario De Pablos, director de Neo Lithium,
a cargo del proyecto Tres Quebradas en
Catamarca a 4.500 metros de altura para el que inversores canadienses
aportaron US$ 70 millones y ya
tienen listos otros US$ 500 millones
para el inicio de la explotación. De Pablos asegura que se trata del
sexto proyecto de mayor ley de litio a nivel mundial. La mina tiene recursos
para 20 años.
En
esa región de Catamarca, a 30 kilómetros de la frontera con Chile,
están instalando una planta piloto en el salar y un campamento que incluye
laboratorios. Trazaron caminos y generan su propia energía. Y desarrollaron
proveedores locales para el catering, transporte, el mantenimiento, la
construcción y la enfermería. Lo más importante: obtuvieron el permiso
ambiental. En parte, por la tecnología de evaporación solar del carbonato de
litio. Al mineral lo trasladan a
Fiambalá y de allí al puerto de
Rosario a 460 kilómetros, para la exportación.
En
la Argentina , además de los
inversores canadienses, hay otros jugadores en el negocio del litio como FMC de Estados Unidos, Sales de Jujuy y
Soquimich de Chile.
De
alguna manera, el litio llega como un salvavidas para una minería que ingresó
en la etapa de declinación porque los minerales se están agotando.
Hay
algunas minas que son una verdadera montaña mágica, como Minera Aguilar en Jujuy. Pero la Lumbrera en Catamarca, Cerro Vanguardia y
Guacamayo tienen los años contados. Otras se encuentran en plena
producción, como Veladero en San Juan.
La
actividad tuvo un gran impulso en los
90 y conserva por ley una estabilidad tributaria garantizada durante 30 años, al margen de que
puedan colocarle retenciones.
De
acuerdo con la consultora Abeceb, entre enero y mayo de este año las ventas
externas de las mineras aumentaron un 16,9%
y sumaron US$ 1.765 millones.
China está comprando más y es el principal cliente. En 2017 las exportaciones totalizaron US$ 4.200 millones.
La
novedad es que el litio empieza a pisar fuerte en los embarques. Su
participación en 2018 aumentó 2,1% y el
oro 0,9%, mientras se redujeron los concentrados de cobre y la plata. Se
prevé que este año las exportaciones alcancen US$ 4.400 millones. El sector ocupa a 82 mil personas.
LITIO, LOS
SECRETOS DEL ORO BLANCO
Su
explotación y exportación puede recortar en un 25% el déficit comercial de la
Argentina hacia 2021. En dos años Argentina producirá 165.000 toneladas anuales
y se convertirá en el principal proveedor mundial. Hoy el mercado internacional
paga u$s 15.700. Miguel Mitre, presidente de Cuper Mining SA, explica las
claves del negocio.
La Prensa de
Argentina (www.laprensa.com.ar)
Dadas
las circunstancias macroeconómicas, la única chance que tiene la Argentina de
generar dólares genuinos pasa hoy por la explotación y exportación de sus
productos primarios. A todo lo que aporta el sector agropecuario, con el
complejo sojero a la cabeza, se le suma el desarrollo del crudo no convencional
del yacimiento de Vaca Muerta y, en un puñado de años, el procesamiento del
litio en las provincias del norte.
Mucho
se habla del oro blanco, pero poco se conoce del negocio y el impacto positivo
que puede tener sobre la deficitaria balanza comercial. El empresario tucumano
Miguel Mitre se jacta de ser el único jugador argentino en el rubro. Presidente
de Cuper Mining S.A., firma que asociada con la canadiense Lithium S proyecta
producir 12.000 toneladas anuales de este mineral en el salar de Jama, Jujuy,
lleva en sus venas el ADN del emprendedor. Como él mismo dice, hizo camino al
andar y puede describir la trastienda de una actividad de potencial fructífero.
-¿Nos
salvamos con el litio? ¿Puede establecerse un parangón con el crudo no
convencional de Vaca Muerta?
-Si
bien es incipiente todo, se habla al mismo nivel que Vaca Muerta, pero yo creo
que ese yacimiento no convencional es inconmensurable. Nosotros en el litio
tenemos el triángulo conformado por el sur de Bolivia, norte de Argentina y
norte de Chile, donde aproximadamente está concentrado el 80% del litio mundial.
Propiamente Jujuy va a ser un jugador importante a nivel global.
-¿Cómo
es el proceso de producción?
-Hoy
el litio que se está extrayendo en China lo sacan de roca. Es como el fracking
con el crudo. Ese es un proceso carísimo y que es impracticable acá. Lo mismo
ocurre en Australia. Lo nuestro es a flor de tierra. Cuando uno lo extrae, una
vez que se hacen todos los estudios 3D, satelitales y las perforaciones, se
pasa un tubo al fondo del acuífero y se saca agua, donde viene la sal con todos
estos minerales. Ese agua va a esas pozas que usualmente vemos en las fotos.
Las pozas tienen una posición justa para que le de el sol porque el proceso se
hace por medio de evaporación. Después se va trasbasando, va decantando y a
través de un pequeño proceso químico se separan algunos componentes. Una vez
que se evapora queda como una mermelada, algo espeso, eso se saca y va a la
planta de procesamiento. Hay dos posibilidades: una es terminar de procesar la
sal y entregar el producto terminado, que en Argentina generalmente es
carbonato de litio equivalente. Eso significa que no se llega al grado batería,
porque eso que falta requiere de una tecnología mucho más cara. Se le deja
abierta en esa ventana del 20%, que es el costo que se paga por terminar esa
tonelada.
-¿La
explotación es ya un proceso en marcha?
-Argentina
hoy tiene aproximadamente 55 proyectos en marcha. Pero hubo algunos
inconvenientes. Hemos tenido muchas reuniones y llego a la conclusión de que no
me quiero juntar más con mineros de vieja data porque complican el perfil de lo
que tendría que ser una minería de litio en la Argentina para poner rápidamente
en producción. De estos proyectos, sólo dos están en producción y 5 están en
vistas de empezar a producir.
-¿Cuál
es la traba principal?
-Una
visión diferente del negocio. Nosotros llegamos a la conclusión con nuestra
gente, profesionales de Jujuy, que conoce el terreno y hay otra manera de
trabajar. Me comentan los técnicos: "Un ingeniero sentado en Montreal o
Toronto no me puede decir cómo hay que hacer las cosas". Los canadienses
se asociaron con australianos que venían a revolucionar la extracción del litio
por medio de una membrana. Yo también me entusiasmé. Hicieron las pruebas en
Australia y era fantástico. Sacaban agua salada de una pileta, la pasaban por
la membrana y en un día del otro lado salía litio. Fracasó cuando hicieron las
pruebas en altura. Así perdimos un año. El proceso tiene que ser muy artesanal
y, como en todas las cosas, empezar por el principio, ir poco a poco.
OPORTUNIDAD
-La
oportunidad se potencia a partir del desarrollo de los autos eléctricos.
¿Existe la posibilidad de que en el mediano plazo el litio sea sustituido por
algún producto sintético, algún equivalente?
-En
este momento no. Cuando el mundo industrializado opta por una matriz
determinada en cualquier tipo de rubro, se habla de mínimamente medio siglo o
un siglo de continuidad. Creo que esto se decidió en 2005, cuando se hablaba de
calentamiento global y el fin del petróleo hacia el 2050. Llegué a la
conclusión de que lo que querían era extender la vida útil de los pozos
petroleros, retrasar ese agotamiento con la posibilidad de desarrollar el auto
eléctrico. Mientras las naciones árabes se están reconvirtiendo al turismo.
Todo esto es un punto atractivo para la Argentina, pero pensando también en
agregarle valor y tecnología. No exportar sólo materia prima. Ya hay una
empresa que quiere instalar una fábrica en Jujuy o Salta de hidróxido de litio.
Hay otra que está decidida a fabricar baterías. Eso es lo que hay que hacer,
generar empleo.
-¿Cómo
puede impactar la exportación de litio en el comercio exterior argentino?
-Argentina
va a ser la primera exportadora mundial de litio hacia el 2021. Producirá
165.000 toneladas anuales, superando al líder regional, Chile, que genera
140.000 toneladas. Si se cuantifican los proyectos que están más cerca de
desarrollarse, la explotación de este recurso podría aportar hoy el 25% del
desbalance que tenemos en el área comercial. El litio puede aportar u$s 2.500
millones, y hay que agregarle un 10% con las nuevas retenciones. No es bueno
hablar de retenciones porque es ponerle trabas a los que producen, pero hoy hay
que poner el hombre. El Gobierno tuvo mala práxis o ingenuidad, no viene al
caso. Pero como esto es un commoditie y es tan importante su valor estratégico,
se pueden trasladar al precio estas retenciones. No va a afectar al productor.
-¿Cómo
se empieza en este negocio?
-Yo
arranqué en el 2007 queriendo fabricar las baterías. Cuando teníamos las cosas
bastante desarrolladas tuvimos que frenar porque mi abogado me avisó que todos
los productores de baterías están atados a un productor. Y era así. En ese
momento la batería costaba 18.000 dólares, uno de los insumos más caros del
Toyota PRIUS. Hoy la batería cuesta 33.000 dólares. Es carísimo. Mi idea era
fabricarlas en Argentina, en Tucumán. Aún tengo ese anhelo. Se puede exportar
por los puertos de Chile hacia Oriente. Frené el proyecto por un año y me
ofrecieron el salar de Jama. Cerré el trato a fines del 2011. Fue una tarea
dura.
-¿Qué
tipo de certificaciones tienen que realizar?
-Primero
hubo que hacer las certificaciones en Argentina y transformar la compañía en
una empresa minera y cumplir determinados parámetros. Los estudios nacionales
de geología son valederos, pero hay que certificar en Canadá al momento de
sentarse a conversar con cualquier inversor. Desde marzo de 2012 empecé a
cumplimentar los trámites de explotación. No eran cosas graves, pero llevaban
tiempo.
INVERSION
-¿La
inversión requerida para explotar litio es menor que para cualquier otro
emprendimiento minero metalífero?
-Exacto.
En el litio, una vez que se complenta los estudios -el último cuesta 1 millón
de dólares- se puede sentar a conversar y buscar financiamiento. Sin las
certificaciones no hay posibilidades. Luego el proceso es mucho más sencillo
que en la minería convencional de cobre, plata u oro. En el litio son minas a
cielo abierto donde se bombea agua de abajo hacia arriba, pero en la minería
metalífera hay que triturar piedra, usar mucha cantidad de agua y procesos
químicos contaminantes.
-¿El
financiamiento se consigue principalmente en el mercado bursátil internacional?
-Viene
por ese circuito, en la Bolsa de Toronto o Londres, pero nosotros estamos
explorando otros como alternativa. No pretendemos ser la primera productora
mundial, pero tenemos por delante una muy buena oportunidad de negocios. El
salar de Jama puede producir hoy 5.000, pero llegamos a los 12.000 toneladas
por año seguro. La tonelada está en torno a los u$s 15.700. Después de todo el
proceso y vendiendo carbonato de litio, nos pueden quedar u$s 9.000 por
tonelada. Nos quedarían alrededor de u$s 45 millones por año, y necesitamos una
inversión de u$s 30 millones. Con la primera cosecha, que se puede tener a los
30 meses, se recupera la inversión.
-¿A
qué mercados se puede exportar el litio?
-Nosotros
tenemos ya comprometida la venta con una compañía alemana, pero tenemos
explorado que dentro de la Argentina las dos productoras en proceso de
elaboración también nos comprarían. Tenemos las dos puntas del negocio, lo más
difícil de conseguir es el financiamiento. La idea es ver si podemos armar un
negocio plenamente argentino, con la última vuelta de tuerca que sería
construir la fábrica de baterías después de la primera cosecha.
El
sueño de la fábrica propia
Pese
a todo, Miguel Mitre tiene intacto el sueño de construir una fábrica de
baterías de litio en Tucumán, emulando a su padre, que en la década del
"50 fue el principal fabricante de baterías convencionales del norte
argentino. Estima que el emprendimiento emplearía a 70 personas en forma
directa y 120 de manera indirecta.
"Es
otro tipo de negocio, no tiene que ser precisamente el eslabón final de la
cadena de explotación del litio. Primero hay que fabricar el producto terminado
para el armado de baterías. Luego habría que cerrar un acuerdo y ver qué tipo
de baterías se demandan. Puede ser para celulares o juguetes", explica el
empresario minero.
-Algunos
especialistas afirman que instalar fábricas en Argentina no es viable, que el
agregado de valor está copado por Corea del Sur y China.
-Por
supuesto que ellos tienen la experiencia pero, ¿por qué nosotros no podemos
mejorarlo? Si en Argentina tenemos genios en distintos órdenes. No se necesita
una mano de obra especializada. El secreto de esto es que quien logre fabricar
una batería que almacene más y por mayor tiempo ganará la carrera. Hoy la
virtud de la batería de litio contra las anteriores es que se mantiene la carga
permanente. La batería de litio tiene una pérdida en 24 horas que no llega al
3%. La de níquel perdía el 30%, y la de plomo un 50% en un día, pero para mí
era más. La otra ventaja es la temperatura y la capacidad de carga. Hoy una
batería de níquel no soportaría la fotos, audios y videos que tienen los
celulares. La tercera virtud es su peso.
-¿Es
optimista con la posibilidad de tener su fábrica en Tucumán?
-No
es difícil darle una vuelta más de tuerca al asunto. Los chinos trabajan porque
el Gobierno dirige. No podemos competir con ellos por precio. Acá hay que darle
lugar al emprendedor local, por ahí va la cosa. Creo que este gobierno, lejos
de los avatares de la economía hoy en día, si tiene un segundo mandato
acentuará esta tendencia en favor de la empresa.
-Los
expertos del sector aseguran que el marco legal es bueno.
-Es
bueno. Lo primero que hizo Macri fue quitarle las retenciones a la minería.
Esta es una actividad de mucho riesgo y que no genera una ganancia inmediata.
Yo soy el típico caso del emprendedor argentino. Compré el yacimiento en el
2012, con mucho en contra. Hoy ya estamos sobre el final del camino y
produciremos dentro de dos años. Hacemos camino al andar.
UN GENERAL
CUENTA CÓMO FUERON LOS PREPARATIVOS SECRETOS PARA IR A LA GUERRA POR EL CANAL
DE BEAGLE E INVADIR CHILE EN 1978
Por aquel entonces,
Hugo Domingo Bruera tenía 23 años y era teniente de Infantería. Según los
planes, su regimiento iba a ser uno de los primeros en cruzar la frontera
durante la invasión.
Infobae de
Argentina (www.infobae.com)
Iba
a ser una guerra cruenta. La dictadura
de Jorge Videla desconocía el resultado del laudo sobre el Canal de Beagle.
Muchos años antes, en 1971, cuando gobernaba Salvador Allende en Chile y el
dictador Alejandro Lanusse en Argentina, habían decidido que fuera la Corte
Internacional de La Haya la que mediara en el conflicto.
El
fallo se dio a conocer a mediados de 1977 y a principios de 1978 la dictadura
argentina dijo que, olímpicamente, desconocía esa decisión. Tras cartón, las
tres fuerzas armadas comenzaron preparativos. Todo iba a empezar con la ocupación de las islas Picton, Nueva y Lennox,
que habían quedado para Chile. Desde aire, mar y tierra, la dictadura
argentina quería una suerte de blitzkrieg con la expectativa de que luego la
comunidad internacional diera la espalda a La Haya.
Los
preparativos eran secretos pero todo el mundo sabía que decenas de miles de
soldados de ambos lados iban a chocar. El cruce de la cordillera, esta vez
no sería un San Martín que fuera en auxilio de O'Higgins sino un Videla que buscaría demoler a un Pinochet.
Las
tropas de tierra tenían como jefe del teatro de Operaciones a Luciano Benjamín Menéndez, alias
"El Cachorro", jefe del III Cuerpo de Ejército con asiento en
Córdoba. Allí Menéndez les mostraba a sus oficiales cómo se descerrajaba un
tiro en la cabeza de un prisionero. Y los que mataban quedaban hermanados, por
sumisión, convicción o por lo que fuere, pero era el estilo Menéndez.
Hugo Domingo Bruera tenía 23 años, era oriundo
de Granadero Baigorria, hincha de Central y le gustaba cantar tangos de Gardel.
Alto, fortachón y capaz de andar en mula o de cargar los morteros pesados de la
sección que tenía a su cargo. Era teniente de Infantería, su padre era abogado
laboralista y ferviente peronista, por eso lo llamaron Domingo.
Hugo estaba en el regimiento 21, en Las Lajas,
que dependía de la VI Brigada de Montaña de Neuquén, a cargo de otro Menéndez,
Mario Benjamín, el que unos años después se rendiría en Malvinas. El Cachorro
Menéndez fue varias veces a inspeccionar lo que eran ni más ni menos que los ejercicios para cruzar la cordillera
antes de la Navidad. En una oportunidad, ya empezado diciembre de 1978,
Menéndez llegó, recorrió a caballo las estribaciones de la cordillera y luego
se subió a un helicóptero para cruzar a territorio chileno.
El
comentario que les llegó a los oficiales, tras esa incursión, era que Menéndez
había meado desde el aire lo que para él era territorio enemigo. Luego, frente
a un centenar de oficiales, y en medio de una arenga para estimularlos,
Menéndez soltó una frase que, 40 años después, aún resuena en los oídos de
Bruera:
-¡Cuando estemos en Chile… nos vamos a violar a
las chilenas!
-¿Y
cómo reaccionaron los oficiales? –pregunta Infobae.
-Nadie
dijo nada. En esa época todos nos quedábamos callados frente a un general de
tan alto rango –dice Bruera, que había llegado a Las Lajas a principios de ese
1978.
El
pueblito, de unos 500 habitantes, está en un valle y el regimiento en una
meseta, a 60 kilómetros de la cordillera y a otro tanto de Zapala.
-Había
muchos oficiales castigados. El castigo era por protestas políticas,
silenciosas, y contra jefes que no hacían bien las cosas. Yo había tenido
problemas en mi destino anterior –dice.
Él mismo no estaba para nada de acuerdo de la
dictadura.
Y recuerda a otro teniente, Aldo
Carnaghi, que había sido el mejor promedio de su promoción en el Colegio
Militar y lo tenían ahí, lejos de todo.
Por
sus notas, se había ganado un lugar entre los guardiamarinas egresados de la
Escuela Naval. Carnaghi se fue de viaje en la Fragata Libertad. Corría 1973 y
ante el triunfo del peronismo en las elecciones no se guardó la alegría. Le
costó caro: lo bajaron en un puerto y lo eyectaron de regreso a la Argentina.
En
Las Lajas, ni siquiera los rebeldes estaban informados: no llegaba ninguna
radio ni mucho menos televisión, hasta las comunicaciones telefónicas eran
dificultosas.
-Era
un regimiento montado, teníamos gran cantidad de mulas. Yo era el jefe de la
sección Morteros Pesados. Tenía más
mulas que soldados. Teníamos un puesto de avanzada en Pino Hachado
–cuenta.
Se
trata de uno de los cruces cordilleranos más importantes del sur, a casi 2.000
metros de altura y un punto donde, en caso de estallar el conflicto, sería
escenario de combate.
-La
segunda mitad de 1978 fue de muchos ejercicios militares. Teníamos una mística
bastante fuerte porque ese lugar, tan solitario, hace que uno se sienta orgulloso de defender un paso
de frontera. La mística te sostiene. Aunque los conscriptos que llegaban
de Buenos Aires, Córdoba y Tucumán sufrían el frío –dice Bruera, que llegó a
general de Brigada y pasó a retiro hace unos años.
El
jefe del regimiento empezó a revistar las tropas con más frecuencia desde mitad
de 1978 y llegado diciembre los rumores
de malestar con Chile eran fuertes. Bruera estaba centrado en su misión:
con los morteros pesados debían pasar por encima de las avanzadas de infantería
para neutralizar la eventual defensa chilena. Dormían a la intemperie para
familiarizarse con lo que les esperaba.
-En
las marchas dormíamos al aire libre. Se ataban las mulas y los caballos.
Hacíamos la cama con el capote abajo, el pellón de la montura y la bolsa de
dormir arriba. De almohada el casco –dice.
Las
bromas estaban a tono con la locura de las guerras. Una noche, mientras dormía
en el cuartel, a Bruera le pusieron un grabador Geloso al lado de la oreja. Se
sobresaltó con una música que hoy recuerda como la de las proclamas de los
golpes de Estado. En ese momento, creyó que era el inicio de las operaciones.
-Salté
de la cama, me puse el casco y agarré el equipo. Salí corriendo hacia la mulera
para buscar a los soldados y a los animales –dice.
Apenas
se encontró con las carcajadas de los bromistas.
Perder el caballo
Bruera
había logrado tener un caballito de montaña para desplazarse.
-Le
puse Pajarito, por lo rápido que andaba. Me lo había dado un indio que era soldado en mi sección. Era de la
tribu de Namuncurá, hijo del cacique en ese momento. El animal estaba
acostumbrado a pasar a Chile con la veranada, llevando ovejas o chivos, algo
que habitualmente hacían los indios por su destreza en ese territorio. El
caballito se me escapó y se fue para Chile. Tuve que pedirle a Crisóstomo, un
baqueano de la sección, conocedor de la zona, que se vistiera de paisano y
pasara al otro lado de la frontera. La pista que podía seguir era el surco que
abría la soga que, al estar desatada, dejaba alguna huella en el camino.
Crisóstomo sabía dónde pastaba el ganado y me trajo a Pajarito de vuelta
–cuenta, y agrega que los baqueanos llevaban chupilca en la cantimplora: una
mezcla de vino con harina tostada y azúcar, muy bueno para levantar la
temperatura del cuerpo.
En
la montaña no estábamos quietos. La
preparación y los ejercicios seguían a diario. Hacíamos los cálculos para el
lanzamiento de los morteros. También teníamos que tratar de suplir la
falta de provisiones que no llegaban. Teníamos que llevar a pastorear las
mulas, montarlas, entrenándolas para desplazarse en la montaña.
Habíamos
cavado como para contar con unas cuevas donde se guardaban las municiones.
Tengo una foto con una flor silvestre que pusimos en una de esas cuevas. Si
había un rato libre, Bruera siempre tenía la guitarra presta para acompañar su
repertorio gardeliano.
Casamiento postergado
-Yo
tenía agendado mi casamiento para el 29 de diciembre y diez días antes me dijeron que suspendiera la ceremonia porque no sabían
qué iba a pasar. Yo tenía que avisarle a mi futura esposa, que vivía en
un pueblito de La Pampa que tenía la misma escasez de teléfonos que sufría Las
Lajas. Desde una cabina, como no se escuchaba nada, fue la operadora quien le
dijo a mi novia se suspendía el casamiento: "Suspende porque es militar y
no le puede decir más, pero quédese tranquila", fueron sus palabras.
Muy cerca de Navidad les llegó la orden de
operaciones.
Se desplazaron los sesenta kilómetros que los separaban de la cordillera.
-El
desplazamiento era difícil. Teníamos que ir a pie, de noche, llevando las mulas
del cabestro. Llovía, había viento, se puso frío. Cuando llegamos a un monte
pequeño paré la tropa para que durmiera y esperé a un soldado que se le había
roto el soporte del mortero. Yo salí a buscarlo y muy rápidamente di con él
-cuenta.
Los preparativos de invasión
Lo
que hasta acá parece una descripción dura pero bucólica debe cotejarse con los
propósitos de la Junta Militar, que había hecho contactos tanto con Perú como con Bolivia (donde también había dictaduras
militares) para instarlos a tomar parte en el ataque a Chile. De los
planes no quedó documentación escrita pero sí fueron reconstruidos los pasos a
seguir.
A
principios de diciembre había partido una nutrida flota naval. El día D era el
22 de diciembre a las ocho de la noche, donde la infantería de marina ocuparía
las cinco islas adjudicadas a Chile en el laudo. Unas horas después, en la
Patagonia comenzaba a actuar el Ejército y de inmediato los aviones de la
Aeronáutica atacarían la aviación chilena. El Cachorro Menéndez, con las tropas
aerotransportadas del III Cuerpo de Ejército, invadiría cercanías de Santiago
de Chile. También entrarían en combate unidades del II y el V Cuerpo. Para el
23 de diciembre, la supremacía argentina sería aplastante. El costo en vidas
humanas iba a ser inmenso.
Guerra postergada
Las
olas de 12 metros, los vientos huracanados y el frío de la noche del 21 de
diciembre frustraron el desembarco de los infantes de marina. Tampoco los
helicópteros podían despegar de las cubiertas de los barcos. Ni los buzos
podían ir en gomones hacia sus objetivos. La tormenta evitó el primer paso de la guerra. A su vez, los
militares chilenos, que tenían órdenes de responder la ocupación, no recibieron
instrucciones para atacar a los buques argentinos que estaban en su mar
territorial.
Pero,
como siempre, las guerras se ganan o se pierden en los escritorios. Ambas dictaduras habían aceptado que el
Vaticano intercediera en el conflicto. Y fue el ya veterano cardenal
Antonio Samoré quién hablaba por teléfono con Pinochet y Videla para frenar el
conflicto. Su llegada a Montevideo se produjo justo el día de Navidad de 1978 y
allí ambas dictaduras aceptaron firmar un acta que evitaba la guerra. Siempre
quedará para los admiradores de los escenarios contrafácticos pensar qué
hubiera pasado si el clima del 21 de diciembre en el Beagle hubiera sido
agradable.
Dos días de respiro
Dos días de respiro
Los
soldados y oficiales que estaban en operaciones no sabían nada más que las
instrucciones que recibían. Bruera apenas supo que Samoré había llegado a esta
lejana región del planeta.
-Antes
de fin de año nos dieron dos días para ir en camiones hasta el regimiento sin
desarmar las posiciones de la cordillera. Ahí podíamos bañarnos y cambiar la
ropa. Yo usé esos dos días para subirme a mi Fiat 600 y recorrer los 900
kilómetros que me separaban del pueblito donde vivía mi novia. Ahí pude decirle
personalmente lo que no había podido contarle por teléfono. Volví enseguida,
fui al puesto en la cordillera. Año nuevo los pasé con la tropa.
Guardamos la posición hasta fin de enero y luego nos
desmovilizaron y volvimos al regimiento.
-¿Y
el casamiento? –preguntan los cronistas.
-Fue
en Rosario, el 2 de febrero de 1979. Pero sin luna de miel. Me volví a ir en el
Fiat 600 y dos días después lo cargué para llevar todo a Las Lajas. Mi esposa
se venía a vivir allá –cuenta.
Cara a cara con un militar chileno
Treinta
años después Argentina y Chile conmemoraron la paz. El acto se hizo en Santa
Cruz, en el paso Monte Aymond, donde fueron las dos presidentas de entonces,
Cristina Kirchner y Michele Bachelet. Bruera fue con la comitiva oficial, ya no
como teniente de morteros sino como secretario general del Ejército.
-Del
Ejército chileno fueron varios jefes. Nosotros llevamos una sección de soldados
de Río Gallegos para que luego de la ceremonia oficial pasáramos del lado
chileno y hacer un desfile conjunto. Como sorpresa hubo una invitación a comer
en un restorán de Puerto Natale. Ahí celebramos no haber entrado en combate. Yo
canté algún tango y de repente estaba hablando con el general Hernán Mardones
de Chile, a quien no conocía. Pero nos contamos en qué lugar estaba cada uno.
Yo, en Pino Hachado y él cerca de Temuco, dos localidades que están a la misma
latitud, enfrentadas. Entonces los dos
dijimos "si se armaba la guerra nos matábamos".
Cuarenta años después
A
mediados de 2018, tras casi cuatro décadas de aquel momento infame para los
pueblos de Chile y Argentina, el regimiento de Las Lajas se juntó en Villa
María, Córdoba, para compartir anécdotas, asado y vino. Por supuesto, Bruera
sacó la guitarra y cantó Palermo, me tenés seco y enfermo…
-Bruera,
¿y de la dictadura de entonces? –preguntan los cronistas.
-Yo
tenía el concepto claro de que la dictadura era un flagelo.
A
principios de junio de 2010, Bruera fue desplazado de su cargo y enviado a
Perú. Una nota de Mariano Obarrio, cronista en Casa Rosada por La Nación,
señalaba: "Bruera es peronista y siempre jugó muy bien para inculcar los
derechos humanos en el Ejército".
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