Friday, August 22, 2025

EN BOLIVIA, LA DERECHA REGRESA AL PODER; LA IZQUIERDA HARTÓ AL PUEBLO

 

Después de 20 años, en Bolivia “la izquierda hartó al pueblo”. La frase la usó el sevillano Felipe González Márquez en 1996 cuando su partido Socialista Obrero Español (PSOE), perdió la presidencia del gobierno del reino de España frente al Partido Popular (PP) que postuló al madrileño José María Aznar López. En una entrevista que el suscrito le hizo a González Márquez, éste le contestó: “Hartamos a los españoles”. Así acaba de suceder en Bolivia, el domingo anterior, cuando los bolivianos, hartos de la izquierda dirigida por Evo Morales, decidieron sufragar por dos candidatos de la derecha: el senador del Partido Demócrata Cristiano (PDC), Rodrigo Paz Pereira, que por cierto nació en España cuando su padre, el ex presidente boliviano Jaime Paz Zamora estaba en el exilio durante la dictadura militar en 1968, y el ex presidente Jorge Tuto Quiroga Ramírez, de la coalición Alianza Libre. Como ninguno de los dos obtuvo el 50 por ciento de los votos, las elecciones presidenciales se definirán en una segunda vuelta el próximo 19 de octubre. El resultado del balotaje es incierto, pero lo seguro es que el próximo mandatario de Bolivia será de derecha. La izquierda se labró a pulso su derrota.
En Bolivia, como en muchos otros países las encuestas no son de fiar, porque suelen dejar de lado un voto que es clave en la nación andina: el rural. Otro factor a tomar en cuenta es la cantidad de indecisos, que suele llegar al 30 por ciento. En esta ocasión, el factor inflación y el temor a la inseguridad fueron decisivos. La inflación ronda en junio pasado entre el 24.9 por ciento y el 30 por ciento. En el primer semestre del año en curso, según datos del gobierno, la inflación acumulada fue de 15.53 por ciento, porcentaje que duplicó 7.5 por ciento proyectado por el presidente en turno Luis Arce, que antaño iba de la mano con el ahora defenestrado Evo Morales, el ex presidente preferido por el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador que en momentos peliagudos le envió un avión de la fuerza aérea mexicana para salvarlo de la cárcel.
Otra razón para que los bolivianos votaran por la derecha en esta ocasión, fue el aumento desmedido de los precios en los productos básicos: la carne de res subió 10.7 por ciento, la de pollo 12.9 por ciento, y la papa (alimento esencial en la dieta boliviana) 20.8 por ciento. Según datos oficiales, la pobreza extrema se sitúa en 11.9 por ciento, aunque, de acuerdo con la Fundación Jubileo, dedicada a la promoción de la transparencia y buena gobernanza, podría rondar en 17.5 por ciento si se considera la inflación acumulada. La propia Fundación Jubileo advierte: “Más Familias son pobres, pero no aparecen en las cifras oficiales. Al aplicar una actualización basada en la inflación acumulada, tanto la pobreza extrema como la pobreza moderada aumentan de forma significativa”.
En síntesis, los bolivianos están cansados y de tal suerte, pedían un cambio, como declaró el ingeniero, Freddy Millán, a la agencia France Press: “Nuestra situación está realmente por los suelos. Nuestra moneda (el boliviano) se ha devaluado, los sueldos no alcanzan, todo está carísimo. Una gran mayoría quiere el cambio porque está cansada de esta política del socialismo”. Es más, infinidad de bolivianos que votaban por la izquierda, ahora decidieron hacerlo por los de la derecha.
El resultado fue que dos personajes de la derecha —de un total de ocho candidatos— resultaron los idóneos para hacerse del poder y sustituir al Movimiento Al Socialismo (MÁS) que a lo largo de veinte años movió los hilos del poder en Bolivia, como hábil titiritero que maneja a su antojo a sus manipulables muñecos.
Casi ocho millones de votantes —en un país de 11.3 millones de habitantes—, fueron convocados para elegir al nuevo presidente, el vicepresidente, diputados y senadores. Acudieron a las urnas hartos de la lucha por el poder dentro de MÁS, y con la preocupación por la carestía de la vida, producto de la mala situación económica, por la falta de combustibles (que se comprueba por las largas filas de vehículos dentro y fuera de las gasolinerías), y, especialmente por el temor de ser víctimas de la violencia, que cada día es peor.
En contra de los pronósticos, y tras semanas de encuestas que daban ventaja a a otros aspirantes, Rodrigo Paz obtuvo más del 32 por ciento de los votos y quedó en primer lugar; y disputará la presidencia en segunda vuelta, con el expresidente de Bolivia, Jorge Tuto Quiroga, que recibió el 27 por ciento de las papeletas. Paz relegó al empresario Samuel Doris Medina, que había liderado las encuestas previas, a un humillante tercer lugar con el 20.2 por ciento. Mientras que Andrónico Rodríguez, representante de la izquierda dividida del MÁS, a duras penas logró un 8 por ciento. A su vez, Eduardo del Castillo, candidato oficialista, respaldado por el presidente Luis Arce, sufrió un duro revés al recibir un pobre 3.2 por ciento. Fin de la historia. Dos terceras partes de los electores votaron por una Opción diferente.
Durante cuatro lustros los políticos bolivianos tradicionales intentaron, sin éxito, echar por tierra la mayoría del MÁS. Ni siquiera un golpe de Estado sacó al Movimiento del poder. Y, ahora, arribó un outsider, una figura emergente que no es considerada —con o sin razón—, como parte de la vieja clase política e hizo la tarea, auspiciado por la combinación de circunstancias.
De tal forma, el gran derrotado de la jornada dominical fue Evo Morales y su partido, el Movimiento Al Socialismo (MÁS), que durante casi dos décadas señaló el rumbo de Bolivia, a la manera de una brújula. Tras la exclusión de Evo Morales, inhabilitado constitucionalmente para competir, la fuerza oficialista no logró proponer candidatos con posibilidades de triunfo y terminó fragmentada. El turbulento líder cocalero, de 65 años de edad, que durante su gestión pudo reducir la pobreza y triplicar el producto interno bruto (PIB) con su programa de nacionalizaciones, peleó con Luis Arce, lo que puso la puntilla al MAS. La soberbia los pierde.
De tal forma, desde el mes de octubre pasado Evo se resguarda en un poblado del centro de Bolivia donde sus leales simpatizantes lo cobijan para evitar que la policía lo detenga. Fuera del partido que él mismo fundó, Morales hizo campaña por el voto nulo, como cualquier político golpeador. El domingo 17, salió de su escondite para depositar su voto, y declaró a la prensa local: “Esta votación va a demostrar que es una elección sin legitimidad”, aseguró que “si no hay fraude”, el voto nulo saldrá “primero”. La amargura envenenó a Evo Morales. Desde el Chapare, donde se esconde, enfrenta una orden de detención, acusado de abuso sexual y cargos de terrorismo. Desde allí llamó a “rayar, tachar o pintar” la papeleta como una “rebelión democrática” contra Luis Arce, su rival, y contra Andrónico Rodríguez al que acusa de traidor. Así terminan muchos ex gobernantes cuando pierden el poder. Amargados.
En fin, la nueva figura boliviana es Rodrigo Paz Pereira, hijo del exilio, nació en España cuando sus padres bebían el amargo vino del destierro. Creció entre los vaivenes de la política nacional de la patria de sus mayores. Con estudios en economía, relaciones internacionales y una maestría en gestión política en Washington, inició su trayectoria política como diputado en 2002, fue alcalde de Tarija, capital del departamento del mismo nombre, al sur de Bolivia, en la frontera con Argentina, se le conoce como la ciudad de las flores y el vino; actualmente es senador en la cámara alta, junto con otros 35 parlamentarios.
Su campaña se estructuró en torno a la Agenda 50/50, un programa que busca redistribuir los recursos nacionales a partes iguales entre el gobierno central y las entidades regionales. La Agenda propone descentralizar un Estado que, según Rodrigo “asfixia” a las regiones al concentrar el 85 por ciento del Presupuesto.
Asimismo, hizo popular la consigna “Capitalismo para todos”, con la que promete créditos accesibles, reducción de aranceles y estímulos a la economía formal. Se aleja, no obstante, de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), y asegura que Bolivia puede financiar su propia recuperación económica.
Incluye también en su plataforma la lucha contra la corrupción —el grave problema de todos los países iberoamericanos—, y la reforma judicial a la que califica como indispensable para recuperar la confianza institucional. Y en su estrategia de comunicación, Paz busca proyectar una imagen de renovación generacional. “Hay quienes viven de la política y quienes hacemos servicio público”, dijo en uno de sus mítines. Y sus mensajes en las redes sociales refuerza una identidad ligada a Tarija, el futbol y la vida familiar.
Como compañero de fórmula, lleva a Edman Lara, en calidad de vicepresidente, un ex oficial de policía que denunció irregularidades en la corporación antes de ser dado de baja.
Por su parte, Tuto Quiroga, ex presidente de Bolivia entre 2001 y 2002, tras la renuncia de Hugo Banzer, considerado como un referente de la derecha latinoamericana, compitió, por quinta ocasión, con un programa que define como “radical”, al proponer la privatización de empresas estatales, medidas duras contra la crisis y la eliminación de subsidios.
Ingeniero industrial formado en Texas, EUA, con maestría en Administración en la Universidad de Austin, asegura tener la fórmula para “rescatar” a Bolivia de la crisis económica, caracterizada por la inflación de dos dígitos, escasez del billete verde estadounidense y la fractura política del gobernante Movimiento Al Socialismo (MÁS).
El candidato de la Alianza Libre celebró su pase a la segunda vuelta como un “día histórico” para Bolivia; prometió centrar su gobierno en tratar de resolver la crisis económica. “La situación será más difícil en los próximos meses, ese es el principal desafío que enfrentamos”, advirtió. Su propuesta se enfoca en un cambio de modelo, con recortes al gasto público y un reposicionamiento de Bolivia en el mercado internacional, en contraste con las críticas de Rodrigo Paz a la dependencia del FMI.
Quiroga busca capitalizar el descontento contra el MÁS y se presenta como la opción de experiencia frente al “salto al vacío” que, asegura, representa el programa de Rodrigo Paz. De hecho, su principal reto es atraer a los electores descontentos con la política tradicional y con fuerte rechazo a los ajustes económicos.
Respecto a lo que esta elección enseña a México, donde el partido en el poder pretende eternizarse en el poder, emulando al PRI, sería recomendable que los simpatizantes de la 4T no olviden que los electores suelen cambiar sus preferencias cuando los “gobiernos hartan a los pueblos”. Felipe González Márquez lo declaró con toda claridad: “Hartamos a los españoles”. VALE. Diario Siempre de México (https://n9.cl/wqqts)
 
 
 
 
 
LA BOLIVIA QUE ME DESGARRA EL ALMA. ¿POR QUÉ LA POBLACIÓN BOLIVIANA SIENTE QUE NADIE LA REPRESENTA?
 
Bolivia vive una crisis profunda que no estalla con bombas ni tanques, pero desangra al país día tras día. La economía se desploma, el conflicto político se encona, y la gente común —esa que un día creyó en la promesa del cambio— sobrevive entre la escasez, la decepción y la resignación
 
Canarias Semanal Org. de España (https://n9.cl/owknb)
 
Bolivia se deshace a la vista de todos. No hace falta guerra para sentir la derrota. El país se quiebra desde dentro, como una herida que nadie cierra. Cada día es más difícil vivir, más difícil creer, más difícil esperar algo de los que tanto prometieron.
La economía no respira. La inflación devora salarios. Lo que ayer alcanzaba, hoy no sirve. Los precios cambian cada semana. La gente mira las etiquetas en los supermercados con rabia, con miedo.
Medicinas que suben hasta un ciento treinta por ciento. Familias que deben elegir entre comer o curarse. El boliviano se hunde. En el mercado paralelo vale la mitad de lo que valía hace unos meses. Conseguir dólares es casi imposible. La gente guarda lo poco que tiene, esperando que no pierda todo su valor de la noche a la mañana.
En las estaciones de servicio, colas interminables. Camiones detenidos durante días, motores apagados, choferes durmiendo en la cabina. En las ciudades, filas de autos esperando gasolina bajo el sol. La escasez se convirtió en rutina. El gas, que una vez llenó las arcas del Estado, se acabó como salvación. La producción cayó, los contratos se rompieron, las reservas se evaporan. Lo que fue orgullo nacional hoy es un recuerdo amargo.
Pero la economía no es la única fractura. La política está herida. El Movimiento al Socialismo, el partido que levantó la voz de los pobres, se convirtió en un campo de ruinas.
Evo Morales, el hombre que gobernó más de una década, regresó del exilio con hambre de poder. Pero no encontró un pueblo unido. Encontró un partido roto. Se enfrentó con Luis Arce, su antiguo aliado, convertido en presidente. Se enfrentó con Andrónico Rodríguez, el joven que intenta abrirse paso con un discurso de industrialización soberana. El MAS ya no es uno. Es tres. Y cada corriente pelea contra la otra como si el enemigo estuviera dentro.
Hubo bloqueos. Hubo insultos. Hubo acusaciones. Militantes enfrentados entre sí. Carreteras cortadas no para desafiar a la derecha, sino para debilitar al compañero de ayer. El movimiento popular que fue ejemplo de unidad ahora se devora a sí mismo.
Luis Arce, agotado por la crisis económica, por las denuncias de corrupción y por sus propias debilidades derechizantes, renunció a buscar la reelección. Andrónico se quedó solo, con un partido fragmentado y con encuestas que apenas le daban un puñado de votos. Eduardo del Castillo, exministro de Gobierno, se sumó a la carrera presidencial, pero sin fuerza real. Evo Morales, en lugar de apoyar, llamó a votar nulo. Un gesto que desarma aún más a sus bases. Un gesto que hiere, que destroza.
En las calles, la decepción es palpable. Los jóvenes, casi la mitad del electorado, no creen en nadie. Crecieron bajo el poder del MAS. Conocieron los programas sociales, los años de bonanza, los discursos de soberanía. Pero también vieron peleas internas, corrupción, divisiones, promesas que se diluyeron. Hoy caminan con indiferencia mirando el resultado de las urnas. Muchos planeaban votar en blanco, o anular su voto. Un voto de rechazo. El resultado fue el voto que gritó: ¡ya no confiamos en ustedes!.
Mientras tanto, la derecha, agazapada, espera vigilante y atenta. Samuel Doria Medina y Jorge “Tuto” Quiroga lideran encuestas. Hablan de privatizaciones, de austeridad, de volver al FMI. Viejas recetas que hundieron al país décadas atrás. Pero esta vez la gente las escucha porque está cansada. No porque las crea, sino porque ya no soporta más el caos. El regreso del neoliberalismo se dibuja como una amenaza, pero también como un destino inevitable si la izquierda sigue despedazándose.
La sensación es amarga. Un país que derrotó un golpe militar en 2019 hoy se deshace sin necesidad de fusiles ni tanques. No hay enemigo externo que empuje la caída. El enemigo está dentro. Dentro del partido que alguna vez unió a campesinos, obreros, indígenas. Dentro de los líderes que alguna vez hablaron de dignidad y hoy se acusan de traidores. 
Lo que se ve en las calles es resignación. Gente que va a trabajar aunque el salario se le derrita en las manos. Gente que espera en fila horas por un litro de gasolina. Madres que vuelven del hospital sin medicinas porque no pueden pagar. Jóvenes que hablan de irse, de probar suerte fuera. Viejos que dicen que nada  va a cambiar.
Bolivia no se derrumba de golpe. Se rompe  a pedazos. Como una tela que se deshilacha por los bordes hasta quedar en jirones. Nadie la cose. Nadie la defiende. Los que gobernaron dos décadas se perdieron en peleas internas. La derecha sonríe al ver cómo la casa se cae solita.
Y lo más doloroso no es la crisis económica ni la política. Lo más doloroso es la sensación de abandono. La certeza de que nadie está pensando en el pueblo. La herida no viene solo de la escasez o de la inflación. Viene de la traición de quienes juraron defender a los de abajo y hoy se han consumido en una guerra interna.
Bolivia se desgarra frente a todos. Lo siente quien compra pan, quien espera gasolina, quien no encuentra medicina. Lo sienten los jóvenes que ya no creen, los ancianos que recuerdan tiempos pasados y los militantes que alguna vez marcharon juntos.
El país sigue en pie, pero ya está irremisiblemente roto.
 
 
 
 
 
EN BOLIVIA DESAPARECE LA IZQUIERDA POPULISTA
 
LJM  DE México (https://n9.cl/pdy4u)
 
En Bolivia “se respira democracia luego de 20 años de autocracia”, me comenta el boliviano Carlos Toranzo ante el resultado electoral del pasado domingo 17 de agosto en su país, luego de la derrota total del partido Movimiento al Socialismo (MAS), creado por Evo Morales, que fue presidente de 2006 a 2019.
Toranzo, profesor de la UNAM en sus años del exilio en México, me dio dos semestres el seminario de El Capital de Carlos Marx, mientras estudiaba la maestría en Sociología, que también me dice que “la gente castigó a MAS, que ya no existe”, y que “la gente votó por la renovación, que eso ve en Rodrigo Paz”, quien en la primera vuelta obtuvo más votos.
El día de la elección el candidato del oficialismo, Eduardo del Castillo, no tenía más del 3% en la intención del voto, el empresario Samuel Doria, de la Alianza Unidad, de derecha, el 21%; Jorge Quiroga, que fue presidente (2001-2002), de Alianza Libre, de derecha, el 20 % y Paz, que fue por la Democracia Cristiana, dentro, el 8.3%.
En versión de Toranzo, “la gente consideró que la campaña millonaria de Samuel Doria, fue obscena, el dinero no lo puede todo”. Y me dice que el electorado en la zona de Santa Cruz, votó mayoritariamente por Quiroga, y en el occidente del país por Paz. La gente se manifestó en contra del gobierno de MAS, que encabeza el presidente Luis Arce ahora peleado con Evo Morales.
La gente culpa a MAS de la crisis económica, de la inflación que este año llega al 25%, del aumento a la extrema pobreza que ahora es del 17.8%, de la inestabilidad política y de la corrupción. Después de 20 años se cansó de las promesas incumplidas y de su discurso ideológico y optó por el cambio. Los sectores populares, sobre todo indígenas, dejaron de votar por MAS y apoyaron a Paz, de ahí su crecimiento en el último momento.
Eliana Gallardo, alumna boliviana, de la maestría en Planeación para el Desarrollo, que impartió la UAEM, en Santiago de Chile, conocedora de la política de su país, coincide con Toranzo y me dice “es real una derrota definitiva de MAS” y “un crecimiento inusitado de Rodrigo Paz, que captó los votos de los sectores populares decepcionados de MAS”. Y como Toranzo piensa que “Tarija y Santa Cruz se fueron con Quiroga, Tuto, que representa a la derecha, y occidente optó por Paz”.
Para ella otros factores que influyeron en la elección fue el candidato a la vicepresidencia que ve en la fórmula con Paz, Edman Lara, que se ha hecho famoso por denunciar la corrupción en la policía, y que Paz “viajó por todo el país durante un año por pueblos y ciudades hablando con la gente”, y también que “muchos votos de Samuel se fueron con Rodrigo”, y añade que “Bolivia siempre sorprende, todo el mundo decía que nos iba a pasar lo mismo que a Venezuela, pero mira”. La segunda vuelta por la presidencia entre Paz (32.08%) y Quiroga (26.94%) será el próximo 19 de octubre.
 
 
 
 
 
BOLIVIA, LA PRIMERA EN CAER
 
Pensaban en sus mentes enfermas que el comunismo en Latinoamérica sería eterno
 
Destino Panamá (https://n9.cl/f8tgt)
 
Recuerdo el sarcasmo y la chifletería burlesca de muchos peones y aliados fanáticos del marxismo cultural quienes, años atrás, se reían de los análisis de la derecha o de quienes ahora impulsan, «La Batalla Cultural» cuando en sus juicios planteaban la caída de Fidel Castro y su sistema sanguinario. Se reían de Carlos Alberto Montaner y de muchos otros grandes defensores de la libertad, qué dirán ahora que Fidel, Hugo Chávez y la Bolivia que ahora se desprende del narco terrorista socialismo del siglo XXI, también llamado Castro Chavismo, está muerto y su sistema por desaparecer.
¿Qué dirán?
Pensaban en sus mentes enfermas que el comunismo en Latinoamérica sería eterno. Elucubraban tesis de sistemas eternos bajo la regencia de sus regímenes totalitarios en una supuesta revolución hecha para los pobres, lo que jamás fue así. Ahora, del frutero podrido se desprendió ya una de las naciones que representaban la feroz continuidad de dicho eje: Bolivia, luego de que dos contendientes de pensamiento libre lograran obtener los más altos resultados  electorales, Rodrigo Paz y Tuto Quiroga.
Pero sin ir tan lejos y sin llenarse la mente de felicidad como si ya todo esté resuelto, este es apenas el inicio de una gran lucha por venir. En realidad, una cosa es ganar la Presidencia de la República, y otra el rejuego político, sobre todo en el Congreso, donde se deberán terciar con políticos de la izquierda aún fieles a sus orígenes totalitarios, a la herencia de Evo Morales y a las tretas de Arce Catacora.
En efecto, y como lo señala el intelectual y articulista boliviano Hugo Balderrama, no se debe en la misma línea descorchar el champagne antes de tiempo, pues muchos consideran que el partido Movimiento al Socialismo (MAS) llegó a su etapa terminal.
Sin embargo, –sostiene–, una cosa es que la sigla política se encuentre totalmente desgastada, «y otra es que el socialismo del siglo XXI se rinda. De hecho, ese mismo triunfalismo se vivió en los 90, pero la historia nos demostró todo lo contrario, ya que la dictadura cubana no solamente sobrevivió, sino que logró expandirse a Bolivia, Venezuela y Nicaragua. Además de secuestrar las instituciones internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA)», expresó Balderrama.
Aún con todo, el efecto grandioso de estos comicios es el hecho de que el pueblo boliviano marcó su territorio al rechazar un sistema despótico y optar por un cambio diametralmente opuesto. Cansados de tantas promesas, de emancipar un falso plurinacionalismo, de saber que el socialismo no benefició a los pobres ni a los indígenas, la ciudadanía abrumadoramente votó contrario al partido MAS, lo que evidentemente se replicará con votos y otras modalidades de lucha si los regímenes de estas izquierdas ortodoxas se niegan a propiciar comicios vigilados y transparentes, en sus quejumbrosas crisis por aferrarse a seguir en el poder.
Este desplome, que pone fin a dos decenios de gobiernos bajo la bota totalitaria marxista, demuestra también lo que a nivel regional es un grito abierto a todo pulmón: la necesidad de cambio de Gobierno, pero también de sistema. En otras palabras, en Latinoamérica la gente está harta de tanta hipocresía y estafa gerencial de los gobiernos de izquierda. ,
De hecho, no existe ningún régimen actualmente, de México a Chile, que goce de una democracia que tenga feliz a la gente. Ni Boric, ni Lula, ni Claudia, ni Xiomara; ni Petro, ni Arévalo. Ya no digamos el rebaño de dictadores tras los pasos del carnicero ruso de Putin: Díaz Canel, Ortega y Maduro.
Estados unidos ha dicho claramente que ellos no van a invadir ni a insistir agrestemente, en sacar a los dictadores referidos, y esta lección (más que lectura), demuestra fehacientemente que la sociedad actual en toda la región, no quiere saber ya nada de las izquierdas socialistas ni de partidos formados en el tutelaje de las guerrillas armadas financiadas por la extinta URSS e implementadas por Fidel Castro. Eso se acabó y Bolivia ahora mismo lo ha demostrado. El efecto dominó en esos regímenes está pateando duro la pelota. La libertad aflora.
Rodrigo Paz es un líder joven con linaje político amplio, es hijo del expresidente Jaime Paz Zamora (1989-1993) y actualmente senador opositor por Tarija, al sur de Bolivia. Ha mordido el polvo del exilio y resultó ser  la revelación política en esta primera vuelta electoral, la que desde ya lo catapulta a un privilegiado sitial en la historia.
Por su parte Tuto Quiroga, con quien tuve el privilegio de compartir un almuerzo junto con el expresidente Enrique Bolaños (q.e.p.d.), en Managua, en el año 2002, luego de dejar el cargo de Presidente de la República, tras la renuncia del mandatario Hugo Banzer, y  con quien luego nos reencontramos en asambleas de la Unión de Partidos Políticos Conservadores de América Latina (UPLA), competirá con Paz en el balotaje. Es un líder con trayectoria nacional e internacional.
 Cualquiera que gane garantizará un porvenir certero y prominente para Bolivia, de eso tratan los nuevos tiempos que se avecinan, alejándose del estercolero al que nos ha sometido el Socialismo o Castro Chavismo del Siglo XXI.
Bolivia, la niña mimada del Libertador Simón Bolívar, la primera del eje siniestro en caer.
 
 
 
 
 
¿POR QUÉ LOS BOLIVIANOS LE DIERON LA ESPALDA A CANDIDATOS DE IZQUIERDA EN LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES?
 
Carmen Beatriz Fernández, observadora electoral, y José Peralta, analista político, hablaron en el programa Ángulo de NTN24 sobre el futuro político en Bolivia.
 
NTN 24 de Argentina (https://n9.cl/n2gc7)
 
Bolivia vive un momento histórico tras casi dos décadas de dominio electoral del Movimiento al Socialismo (MAS).
El país se encamina a elegir un presidente no identificado con la izquierda tras los resultados de las elecciones presidenciales del pasado domingo.
Rodrigo Paz, del Partido Demócrata Cristiano, obtuvo el 32% de los votos, seguido muy de cerca por el expresidente Jorge Tuto Quiroga, de tendencia conservadora, con el 27%.
Este resultado marca un giro político significativo para Bolivia, que ha estado bajo el control del MAS desde 2006. La sorpresa fue la victoria de Paz, quien no figuraba entre los favoritos en las encuestas previas.
Al respecto Carmen Beatriz Fernández, observadora electoral, y José Peralta, analista político, hablaron en el programa Ángulo de NTN24.
Según Carmen Beatriz Fernández "la gran sorpresa fue que Rodrigo Paz, que aparentemente no salía en los sondeos, haya liderado la primera vuelta".
El analista político José Peralta señala que factores socioculturales y económicos influyeron en el resultado.
"Muchos sectores populares con arraigo nacional popular de izquierda optaron por darle el voto a un candidato con el que se identifican”, mencionó. Además, destacó el desgaste político del MAS y las pugnas internas como elementos que favorecieron a la oposición.
Un aspecto notable fue la alta tasa de votos nulos, cercana al millón, interpretada como respuesta al llamado de Evo Morales. Esto plantea interrogantes sobre la estabilidad política futura si el nuevo gobierno no logra resultados económicos rápidos.
"Si la narrativa no le da suficiente legitimidad para que la gente espere un cambio, al primer o segundo mes podrían colgarle facturas, llevando a inestabilidad política y social", advirtió Peralta.
 
 
 
 
 
¿POR QUÉ SE HUNDIÓ EL MAS EN BOLIVIA?
 
Al Navío de España (https://n9.cl/5zq5g)
 
Hace cuatro años y diez meses el Movimiento al Socialismo (MAS) regresó triunfalmente al poder en Bolivia de la mano de Luis Arce.  Luego del convulso año que siguió al derrocamiento de Evo Morales, su exministro de economía se impuso con comodidad en primera vuelta. Con 3.4 millones de votos (55%) superó los 2.8 millones (47%) que obtuvo Morales en la polémica elección de octubre de 2019.
Así, el MAS (ese conglomerado de movimientos sociales) parecía estar por encima de Evo Morales.
Es cierto que el impacto económico provocado por la pandemia de Covid en 2020 pudo haber sido el cisne negro detrás de ese resultado electoral. También las divisiones del electorado adverso al MAS facilitaron este escenario; así como las torpezas y ambiciones de la presidente interina Jeanine Áñez y del líder del Comité Cívico de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, que estuvieron más pendientes de minar las oportunidades electorales en esa ocasión del expresidente/candidato Carlos Mesa. La soberbia radical del “antievismo” fue uno de los mejores aliados del MAS en Bolivia.
Sin embargo, ese movimiento demostró seguir siendo el principal partido político del país, manteniendo su base indígena y campesina cohesionada.
Pero eso no era suficiente si no conseguía atraer nuevamente a una parte del voto de la clase media. Fue allí donde la escogencia de Arce como candidato presidencial resultó afortunada. Él era la cara amable del MAS; el funcionario bien visto por los empresarios y a quien se le atribuía la buena gestión de la economía boliviana de años pasados. Luego de haber sido ministro durante una década (2006-2017), no puede decirse que fuera un político sin experiencia. Tenía más que Rafael Correa cuando lo eligieron presidente de Ecuador.
Aunque la sombra de Evo Morales (no se sabía si Arce resultaría ser un Alberto Fernández o un Lenin Moreno), el ruinoso pero popular subsidio a los combustibles, así como la caída de la producción de gas, eran nubarrones en el horizonte, nadie podía imaginarse la debacle política y electoral de un lustro después.
El pasado domingo el candidato presidencial del MAS, Eduardo del Castillo, obtuvo apenas el 3 % de los votos en la primera vuelta, quedando relegado al sexto lugar. Con ese porcentaje apenas superó el mínimo legal para conservar la sigla del partido.
Luego de haber obtenido constantemente desde 2009 mayorías absolutas en las dos cámaras del parlamento boliviano, el masismo se quedó sin senadores y con apenas uno de 130 diputados de la Cámara baja.
Un derrumbe así no tiene precedentes en tiempos recientes en América Latina. No le ha pasado al correísmo que, luego de perder el poder por el mismo motivo, y ser derrotado en tres elecciones presidenciales sucesivas, sigue siendo la principal fuerza política del Ecuador. Tampoco al kirchnerismo, que, pese a haber dejado a Argentina al borde la hiperinflación, se mantiene como la primera coalición en votos de ese país.
La pelea
De modo que, profundamente fracturado, la pelea a muerte entre Morales y Arce ha sido catastrófica para el MAS.
Inhabilitado para postularse, el expresidente llamó a sus seguidores a votar nulo arrastrando en esa opción más de 1.3 millones de votos (19 %) que reivindica en su favor. Aplicó aquello de que, si no es para mí, no será para nadie.
Pero, además, el resultado fue aún más desalentador si sumamos los votos de Eduardo del Castillo (3 %) y los de Andrónico Rodríguez (8%), quien pretendió ser el heredero de Morales.
La división entre el “evismo” y el bloque de Arce generó dos candidaturas que se restaron votos mutuamente, debilitando drásticamente las opciones de la izquierda.
A lo anterior hay que sumar la profunda crisis económica que padece Bolivia. Inflación anualizada de (25 %), escasez generalizada de productos básicos, combustible y dólares. Detrás de este deterioro económico se encuentra la caída de la producción de gas. A la época de las vacas gordas que disfrutó bajo los gobiernos de Morales, le siguieron vacas flacas con Arce.
La combinación de disputas internas, natural desgaste acumulado en el gobierno y contexto económico adverso, ha sido la tormenta perfecta que sobrepasó al actual presidente. Aunque hubiera sido un buen gobernante (cosa que evidentemente no fue), Arce igual le hubiera tocado difícil.
¿Resultado?: Una nueva configuración política con dos candidatos del centro y la derecha en la pugna final, y un MAS reducido casi a la irrelevancia electoral.
¿Qué escenarios le esperan a Bolivia luego de la segunda vuelta presidencial prevista en dos meses?
En buena medida depende de lo que ocurra con Evo Morales.
Inhabilitado políticamente y fuera de las elecciones por decisión del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), está creando una nueva plataforma con la sigla “EVO Pueblo”. Si bien el Tribunal Supremo Electoral (TSE) rechazó sus postulaciones por falta de registro legal válido o incumplimientos de plazos para este año, dice que prepara su regreso para las elecciones regionales de 2026 y las generales de 2030.
Mantiene una nada desestimable influencia en su bastión del Chapare, y desde allí ha acosado con movilizaciones y bloqueos al actual gobierno, al que acusa de haber iniciado una “guerra judicial” en su contra, a fin de impedir su regreso político. Es previsible que nuevamente intente aprovechar las dificultades económicas y sociales del próximo gobierno para socavarlo. Lo mismo que hizo hace más de dos décadas con el ex presidente Gonzalo Sánchez de Losada, y lo mismo que le acaba de hacer a su ex compañero Arce.
Los procesos judiciales en su contra (incluido una orden de arresto) los presenta como parte de la misma lucha política, en la que su situación personal es la causa de Bolivia. “El pueblo soy yo”, Enrique Krauze dixit.
Su relevancia futura dependerá en gran medida de su capacidad para reorganizar las bases del MAS, reunir respaldo en sectores rurales, y mantenerse como referente del “evismo” frente a la actual fragmentación política del país.
 
 
 
 
 
EDITORIAL. EL FIN DEL “MILAGRO” DE LA IZQUIERDA BOLIVIANA
 
La debacle no es más que el desgaste de un proyecto que se ha venido fracturando con las rencillas al interior del MAS entre Luis Arce y Evo Morales.
 
El Heraldo de Colombia (https://n9.cl/83t18)
 
Por primera vez en 20 años, Bolivia se desmarca de la izquierda. El senador Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano, y el expresidente conservador Jorge ‘Tuto’ Quiroga quedaron en primer y segundo lugar tras los comicios, ninguno con un porcentaje de votos suficiente para asegurar una victoria en primera vuelta, por lo que habrá balotaje el 19 de octubre.
Las sorpresas abundaron en los resultados, pues no solo candidatos como el empresario liberal Samuel Doria Medina, quien era el favorito de las encuestas de opinión, quedaron muy por debajo de las proyecciones, con apenas un 20,2 %, sino que el resultado de la izquierda, a la cabeza de Andrónico Rodríguez, fue devastador, con apenas el 8 % de los votos. Así mismo, el partido gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) padeció una debacle al posicionarse en el sexto lugar con el 3,14 % de los sufragios.
Así las cosas, tras 20 años del MAS en el poder, únicamente fraccionados por el corto gobierno de Jeanine Áñez –entre 2019 y 2020–, los bolivianos pusieron fin a la hegemonía de la izquierda en un país mayoritariamente indígena, que en su momento apostó por el proyecto de Evo Morales, quien refundó el movimiento en el año 1997, para hacerse a las presidenciales sin necesidad de una segunda vuelta y con más del 50 % de los votos en los años 2005, 2009, 2014 y 2020.
No obstante, la debacle no es más que el desgaste de un proyecto que desde el 2020, con la llegada de Luis Arce, se ha venido fracturando aún más debido a las rencillas que el actual mandatario ha venido sosteniendo con Evo Morales, y que pasaron por uno de sus puntos más álgidos en 2023, cuando el expresidente anunció que se presentaría como candidato para las presidenciales y Arce terminó arrebatándole la dirección legal del partido. Recientemente, tras varios intercambios de acusaciones, el que parecía iba a ser el eterno líder de la izquierda fue inhabilitado por el Tribunal Constitucional del país, al tiempo que Arce decidió retirar su candidatura en medio de su creciente impopularidad para darle el respaldo a Eduardo del Castillo, quien resultó con el peor desempeño del partido en 20 años.
En ese escenario, el MAS actualmente atraviesa su crisis más profunda y autoinfligida, dividido entre quienes apoyan a Arce, los que defienden a Evo Morales y quieren que regrese al poder y un sector que busca renovar el liderazgo del movimiento de la mano del senador Andrónico Rodríguez. En paralelo, lo que por años sostuvo al movimiento, y que se conoció como el “milagro económico de la izquierda en Bolivia”, que algunos expertos aseguran que no fue más que el auge de las exportaciones de gas natural y sus favorecedores precios en el mercado, ha venido cayendo y evidenciándose con la escasez de dólares y combustible, una inflación anual de casi el 25 % y la parvedad de materias primas.
Basta con volcarse a las calles y mirar las largas filas de ciudadanos que buscan lograr provisiones o tanquear un carro, para entender el hartazgo social del pueblo boliviano con un movimiento que ni siquiera logra mostrar unidad. Ante ello, candidatos como Rodrigo Paz Pereira calaron con promesas de “capitalismo para todos”, mientras que Jorge Tuto Quiroga logró capturar al electorado con su propuesta de cambiar “absolutamente todo” después de “20 años perdidos”. La misma encuestadora Panterra develó en marzo de este año que el 89 % de los bolivianos deseaba un cambio político, un sentir que quedó plasmado en las urnas y que terminó pasándole factura a la izquierda.
 
 
 
 
 
DERROTA DE LA IZQUIERDA EN BOLIVIA, LECCIÓN A GOBIERNOS PROGRESISTAS
 
Siempre de México (https://n9.cl/4w87m)
 
La derrota de la izquierda en Bolivia implicará un peligroso retroceso a los derechos conquistados a favor de los pueblos originarios de la nación sudamericana que durante los gobiernos de Evo Morales, lograron recuperar el dominio de sus aguas, la defensa de sus raíces y territorios, asumiendo la defensa energética de sus regiones y del valioso litio, cuya nacionalización, en no pocas ocasiones, orilló a poderosas trasnacionales como Tesla, a financiar movimientos de desestabilización en contra del ex presidente y gabinete, buscando apropiarse de las valiosas reservas.
Las lecturas que la dolorosa derrota de la fragmentada izquierda boliviana tuvo en los comicios del pasado 17 de agosto, conducen en una primera instancia al distanciamiento entre el Presidente Luis Arce –ministro de Economía en los dos periodos de Evo Morales–, y el rompimiento político con el ex presidente y líder del Movimiento al Socialismo (MAS).
La división fue tal que los dos aspirantes de la disminuida izquierda Andrónico Rodríguez y Eduardo del Castillo, surgidos del MAS, solo alcanzaron el 11 por ciento de los votos, en tanto los dos candidatos de la derecha, Rodrigo Paz Pereira, hijo del ex presidente Jaime Paz Zamora, del Partido Demócrata Cristiano; y Jorge “Tuto” Quiroga, de la Coalición Alianza Libre, alcanzaron junto el 60 de los votos, aunque no los suficientes de manera individual para declararse vencedores, por lo que acudirán a una segunda vuelta en las urnas, el próximo 19 de octubre.
Lo que instrumentados golpes contra el movimiento nacionalista y antiestadounidense que fue bandera de los grupos sociales e indígenas en el continente no consiguieron, lo lograron los propios masistas; como se recordará, en su momento la propia Organización de Estados Americanos (OEA), alentó un Golpe de Estado que fue abortado por la fuerza y apoyo social del MAS.
Pero ahora las divisiones entre sus dirigentes terminaron por abrir las puertas del electorado a la derecha, olvidando que fue el gobierno de Evo Morales el que consiguió sacar de la pobreza extrema a la población indígena y otros grupos sociales mayoritarios del país, pasar de un 36,7 a un 16,8 por ciento, además de haber logrado tasas de crecimiento del 5 por ciento anual del PIB.
Algunos analistas interpretan parte del desfondamiento de la izquierda a que las nuevas generaciones ignoran las condiciones de injusticia y extrema pobreza que enfrentaban hace dos décadas sus padres y abuelos.
Lo lamentable es que estos logros sociales y la defensa de sus recursos naturales y energéticos que logró el pueblo boliviano podrían esfumarse porque gane quien gane en octubre próximo, no dudará en retornar a las políticas neoliberales y para echarse a los brazos de Donald Trump. Algunos dueños de multinacionales como Elon Musk, ya han comenzado a afilar las garras por el codiciado Litio, también llamado Oro Blanco.
La lección debe servir para que en otras naciones como Colombia y Brasil, donde hay gobiernos progresistas de izquierda, sus dirigentes no cometan el error de fracturar su unidad, manteniéndose cercanos a los movimientos sociales, porque la derecha movida por los hilos de Washington, está atenta al menor descuido para aprovechar cualquier desinformación o desinterés del electorado, sobre todo de las nuevas generaciones, ejecutando no Golpes de Estado sino Golpes Electorales.
 
 
 
           
 
BOLIVIA: LA CRISIS DEL MAS Y UN GIRO AL CENTRO
 
El 17 de agosto se llevaron a cabo las elecciones presidenciales en Bolivia. Como anticipaban las encuestas de opinión, los resultados favorecieron a los partidos de centro y centro derecha, además de que se confirmó el desplome electoral del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS).
 
La Izquierda Web (https://n9.cl/vvqga)
 
Lo anterior dio paso a una campaña frenética de la prensa burguesa sobre la supuesta derrota del “socialismo” en el país andino, así como de un retorno a los ideales capitalistas encarnados por los candidatos vencedores. La Nación de Argentina, por ejemplo, tituló la portada de la edición del lunes (18) de la siguiente forma: “Bolivia puso fin a 20 años de socialismo…”. En el caso de DW de Alemania y la cadena continental Euronews, calificaron el resultado como de un categórico giro a la derecha.
Discordamos de estos análisis unilaterales e interesados. En primer lugar, porque nunca hubo socialismo en Bolivia; se trató de una variante de reformismo que surgió como subproducto del ciclo de rebeliones populares que recorrió Latinoamérica a inicios del siglo. Asimismo, tampoco se produjo un giro abrupto a la derecha y, por el contrario, todo apunta hacia una transición al centro, a diferencia de lo que sucedió en otros países de la región (como Argentina con el triunfo de Milei en 2023).
Un giro al centro con fragmentación política
Antes de pasar al análisis cualitativo, veamos cuales fueron los resultados y las conclusiones objetivas que arrojó la primera vuelta de las elecciones. Aclaramos que elaboramos esta sección con resultados preliminares, por lo que el conteo final podría variar ligeramente. Asimismo, nos disculpamos de antemano por la cantidad de datos que presentaremos a continuación, pero tratándose de elecciones es necesario desmenuzarlos para hacer una lectura lo más objetiva posible.
El primer lugar fue para Rodrigo Paz Pereira (Partido Demócrata Cristiano), quien obtuvo el 32.15% de los votos emitidos, seguido por Jorge “Tuto” Quiroga (Alianza Libre) con el 26,64% y por Samuel Doria Medina (Alianza Unidad Nacional) con el 19.88%.
El cuarto lugar le correspondió al ex masista Andrónico Rodríguez (Alianza Popular), quien obtuvo un 8,45% de los sufragios. Seguidamente, se ubicó Manfred Reyes Villa (APB Súmate) con el 6,62%. En cuanto al candidato del MAS, Eduardo del Castillo, fue castigado por la impopularidad del gobierno de Luis Arce y, por tal motivo, apenas obtuvo un 3,19%.
Con base a estos resultados, el Senado y el Congreso tendrán una composición muy heterogénea, reflejo de la fragmentación política que atraviesa el país (ver cuadro). Por primera vez en veinte años, el MAS no contará con representación en el Senado y, en el caso del Congreso, quedó reducido a la mínima existencia.
Por otra parte, los votos nulos representaron el 19,50% de los sufragios emitidos, un aumento vertiginoso con relación al 4% de 2020. Esto se debió al llamado a votar nulo que realizó el ex presidente Evo Morales, una táctica para hacer valer su peso político luego de que fuera inhabilitado como candidato por la justicia electoral del país.
Visto lo anterior, podemos anotar cuatro conclusiones objetivas:
          El balotaje del 19 de octubre será disputado por Rodrigo Paz Pereira y “Tuto” Quiroga. El claro vencedor en la primera vuelta es un candidato de centro, lo cual tomamos como parámetro para concluir que la votación no expresó un giro a la derecha, como afirman algunos sectores de la prensa burguesa. Es una caracterización abierta, la cual podría variar en caso de que Quiroga sea el vencedor final, lo que hasta ahora parece ser el escenario menos probable. En todo caso, es un hecho que el desplome del MAS no vino acompañado del surgimiento de una figura al estilo de Milei o Bolsonaro.
          Las elecciones marcaron el fin de veinte años de hegemonía del MAS, partido que atraviesa una profunda crisis que lo dejó por fuera del balotaje por primera vez desde finales de los años noventa.
          El desplome del MAS no debe interpretarse mecánicamente como una crisis de los movimientos sociales que representaba. Por el contrario, hay indicios de que la base social del partido sigue compacta; esto es lo que explica que Evo Morales se transformara en protagonista de las elecciones con su campaña por el voto nulo.
          La composición del Senado y el Congreso denota una tendencia hacia la fragmentación política (algo lógico, pues se derrumbó el partido hegemónico). Este dato augura dificultades de gobernabilidad para el gobierno, particularmente en medio de una crisis económica aguda y la enorme tradición de lucha de los sectores explotados y oprimidos en Bolivia.
Paz y Quiroga: perfiles y programa
Ahora veamos quiénes son y qué proponen los dos candidatos que disputarán el balotaje.
Comencemos por analizar el caso de Rodrigo Paz (PDC), vencedor de la primera vuelta de las elecciones. Aunque cuenta con una larga trayectoria política como diputado, concejal y alcalde de la ciudad de Tarija, fue visto como una figura novedosa para liderar el recambio de gobierno, dado que nunca fue ministro ni presidente.
Su programa tiene como eje reformar el Estado, mediante lo que denomina la “agenda 50/50”, la cual consiste en redistribuir el poder, desconcentrar el Estado y cerrar empresas públicas deficitarias.
Por otra parte, cautivó a parte del electorado con su propuesta de “capitalismo popular” o “platita para todos”, formulaciones ingeniosas para referirse a medidas básicas como desarrollar un programa de créditos accesibles, instaurar facilidades tributarias para formalizar las actividades económicas y eliminar barreras a la importación de productos que no se produzcan en el país.
Asimismo, optó por no polarizar la campaña contra el legado histórico del MAS, con lo cual pudo acercarse a los movimientos sociales que apoyaron los gobiernos de Evo Morales. Una táctica inteligente, considerando que los pueblos originarios conquistaron representación política y acceso a los espacios públicos bajo las gestiones del MAS (por ejemplo, el Estado ahora es plurinacional), luego de siglos de opresión colonial y segregación étnica bajo la república.
De hecho, los analistas coinciden en señalar que gran parte de la base electoral de Evo se dividió entre quienes siguieron el llamado de su caudillo para votar nulo y quienes optaron por apoyar a Paz, al cual percibieron como una transición suave del MAS hacia el centro. Morales mismo corroboró esta versión, pues en una entrevista a La Nación aseguró que la fórmula Paz-Lara “nos quitó a nosotros un mínimo del 10% a la consigna de anular el voto”.
Esto último nos da paso para referirnos a la figura del “Capitán Lara”, el candidato a vicepresidente que acompaña a Paz Pereira. Este ex policía fue dado de baja luego de que denunciara varios casos de corrupción en la institución, una situación que lo obligó a vender ropa usada para sobrevivir, aunque poco después con sus denuncias de corrupción policial ganó notoriedad en las redes sociales.
Lo anterior le permitió conectar con sectores de la clase media y los sectores populares, que lo vieron como una persona humilde y emprendedora. Este apoyo fue explícito en un acto de campaña que realizaron hace pocos días en El Alto, otrora bastión de Morales, donde una masa de campesinos vitoreó al ex policía, la cual se refieren como el “hermano Lara”.
“Es muy importante resaltar que en las 20 provincias (de La Paz) ha sido ganador el hermano Lara, bajo esa manifestación, como departamentales, haciendo caso siempre a las bases, vamos a respetar y vamos a hacer que se respete a esos candidatos”, declaró Fidel García, un dirigente campesino de La Paz.
En el caso de “Tuto” Quiroga, maneja un perfil abiertamente neoliberal y de gestor público, el cual complementa con un posicionamiento más agresivo contra las gestiones de Morales y los gobiernos de “izquierda” latinoamericana. Su programa repite al dedillo las fórmulas de austeridad que son bien conocidas en la región, como eliminar el subsidio a los combustibles para “sincerar los precios” de la nafta, pedir un préstamo al FMI para acabar con el déficit fiscal, recortar el gasto público y cerrar empresas estatales. También, es un defensor del extractivismo y propone construir un “triángulo sudamericano” con Chile y Argentina, para explota el litio
Por si esto no bastara, comenzó su carrera política bajo el padrinazgo del ex dictador Hugo Banzer (1971-1978), a quien acompañó como vicepresidente cuando se postuló a la presidencia en su etapa “democrática”. Tras salir victoriosos de dicha elección, Quiroga se convirtió en presidente interino (2001-2002), luego de que Banzer renunciara a la presidencia un año antes de terminar su mandato debido a un cáncer.
Debido a este historial, es considerado un militante de la derecha dura y, de acuerdo a Pablo Stefanoni, tuvo un papel importante como estratega del golpe de Estado que derrocó a Morales en 2019.
Por otra parte, expresa algunas críticas al presidente Donald Trump, debido a sus medidas proteccionistas con los aranceles; además, se decanta por el multilateralismo y abogaría por firmar acuerdos comerciales con la Unión Europea y los países de Asia.
La derrota del MAS y sus implicaciones políticas
Como señalamos al inicio, el MAS fue el partido hegemónico en Bolivia durante las últimas dos décadas. Esta correlación de fuerzas fue un subproducto del ciclo de rebeliones populares que sacudió al país andino a inicios del siglo XXI.
A continuación, haremos un breve repaso por el proceso que generó el ascenso del MAS y, posteriormente, analizaremos las causas que mediaron en su debacle electoral.
Las rebeliones populares y el ascenso del MAS
En el bienio 1999-2000 se desarrolló la “guerra del agua”, la cual estalló luego de que el gobierno de Hugo Banzer (el ex dictador y luego presidente, del cual Quiroga fue vicepresidente) intentara privatizar el servicio del agua en Cochabamba. Debido a la concesión en favor de una transnacional estadounidense (Bechtel – Aguas del Tunari), la tarifa del líquido vital aumentó un 300% y, en una medida inaudita, se prohibió a la población la recolección de agua de lluvia.
Esto dio paso al estallido de una rebelión popular entre diciembre de 1999 y abril del 2000, donde la población enfrentó a las fuerzas represivas del Estado y, a pesar de una gran cantidad de muertos y heridos (el nombre de “guerra” no fue en balde), se saldó con una enorme victoria popular a partir de la unidad de los campesinos-indígenas, sindicatos, obreros y sectores populares en general.
Así, comenzó a configurarse una nueva correlación de fuerzas más favorable para los sectores explotados y oprimidos. Posteriormente, en 2003, estalló la “guerra del gas” y la rebelión de octubre. Se originó en la decisión del gobierno de Sánchez de Losada de exportar el gas a los Estados Unidos por medio de los puertos chilenos, una medida que no reportaba beneficios económicos para el país.
Las movilizaciones comenzaron desde setiembre, pero en octubre se transformaron en una enorme huelga general. Fueron jornadas de lucha de clases muy intensas, con cortes de rutas y fuertes enfrentamientos con la policía, los cuales provocaron la muerte de 60 personas y más de 400 heridos. A pesar de la brutal represión, la lucha logró una victoria categórica y forzó la renuncia del gobierno de Lozada.
El Octubre boliviano derrotó la avanzada neoliberal del Consenso de Washington. En contraposición, los sindicatos y organizaciones campesinas plasmaron sus reivindicaciones en la “Agenda de Octubre”.  Entre sus exigencias estaba la nacionalización de los hidrocarburos y la realización de una Asamblea Constituyente.
De este proceso de luchó surgió la figura de Evo Morales como referente del MAS, que, a su vez, era la representación política de los movimientos sociales del país. Esto es importante tenerlo presente, porque nos sirve para ilustrar algo que expusimos previamente, a saber, que el MAS no es (o fue, porque está en estado crítico) un partido en el sentido ordinario del término. En realidad, fue la representación parlamentaria de un movimiento con raíces sociales más profundas.
Por este motivo, insistimos, es un error confundir la crisis electoral del MAS con sus bases sociales, las cuales poseen otros espacios de organización y socialización política (por ejemplo, las comunidades de los pueblos originarios).
Volviendo con Evo, logró la victoria en las elecciones de 2005, en las cuales resultó electo como presidente del país con un 54% de los votos. Fue una victoria impactante, pues significó el ascenso al poder de un representante de los pueblos originarios, históricamente oprimidos por la sociedad burguesa y blanca boliviana.
En adelante, Morales lideró un gobierno “reformista con reformas” (diferente a la experiencia asistencialista de Lula en Brasil, por ejemplo), pero que nunca cuestionó el orden capitalista ni el papel subalterno de Bolivia como un exportador de materias primas.
Se enfocó en renegociar la “renta de los hidrocarburos” con el imperialismo, procurando obtener un porcentaje mayor para el Estado y redistribuirlo a través de reformas sociales. Progresivo con relación al neoliberalismo, pero distante de ser anticapitalista.
Para no dejar dudas al respecto, recordemos que Álvaro García Linera, el vicepresidente que acompañó a Morales en todos sus mandatos (2006-2019), fue el ideólogo del “capitalismo andino-amazónico”, con el cual dotó de un “armado” político-teórico al gobierno del MAS, aunque posteriormente fue considerado como una variante del “socialismo del siglo XXI”, término que popularizó el gobierno nacionalista burgués de Chávez en Venezuela.
La crisis del modelo y la debacle parlamentaria del MAS
El gran perdedor de la elección fue el MAS, que, a lo largo de las últimas dos décadas, dominó el poder ejecutivo y el legislativo. Ahora, por el contrario, pasó a ser una fuerza minoritaria y casi desaparece del parlamento. Los datos son contundentes. Mientras en 2020 eligió 96 representantes entre diputados y senadores, en esta ocasión tan solo consiguió un escaño en el Congreso.
Esta debacle electoral se explica por dos motivos principales. La primera es el pronunciado deterioro de la crisis económica (que recuerda los primeros años del siglo) y el consecuente desaparecimiento del llamado “milagro boliviano”. Así fue como se denominó al período de bonanza que experimentó el país andino durante las administraciones de Evo Morales (2006-2019), cuando la pobreza moderada bajó del 60% al 36%, mientras que la pobreza extrema pasó del 38% al 11%.
Estos avances sociales se financiaron con el aumento de los precios de los commodities, una tendencia que se revirtió a lo largo de la última década y, por ende, terminó desangrando las arcas estatales. Según el economista Julio Linares, entre 2006 y 2024, los ingresos del Estado crecieron 3,5 veces, pero lo egresos se incrementaron siete veces.
Esto desnudó la falta de viabilidad del “capitalismo andino-amazónico” de García Linera, cuya fórmula de “éxito” consistió en una política reformista de redistribución del ingreso durante el boom de las commodities, pero que no atacó las bases de la propiedad privada capitalista ni impulsó reformas estructurales radicales. Por ello, todavía Bolivia es una economía poco industrializada y altamente dependiente del modelo exportador de materias primas, por lo cual es muy voluble a los vaivenes del mercado mundial (ver Bolivia: declive económico y fractura política…).
Lo anterior dio paso a los graves problemas económicos que aquejan al país andino en la actualidad. Por ejemplo, desde 2023 cayeron abruptamente las reservas de dólares, las cuales pasaron del récord histórico de 15.122 millones registrado en 2014 hasta los 2.807 millones de dólares en el primer semestre de este año, según los datos brindados por el Banco Central de Bolivia (BCB).
Asimismo, a lo largo del último año se agudizó la escasez de combustibles, que, mayoritariamente, es importado y subsidiado por el Estado. Este esquema es imposible de sostener por la falta de divisas extranjeras. En 2024, por ejemplo, el Estado desembolsó 3.349 millones de dólares para comprar el 90% del diesel y el 56% de la nafta necesaria para cubrir la demanda nacional. Además, para este año, el gobierno pretendía invertir 56 millones de dólares por semana en este rubro.
Por último, pero no menos importante, la inflación provocó un aumento del precio de los alimentos, un rubro muy sensible para los sectores trabajadores de la población que, históricamente, fueron la base electoral del MAS. Entre enero y julio del presente, por ejemplo, la inflación acumulada fue del 16,92%, superando ampliamente la proyección anual del 7,5% que tenía prevista el gobierno.
En vista de estos, el mismísimo ex vicepresidente García Linera (que ahora es profundamente crítico de Morales y de la gestión de Luis Arce, al cual califica de un mediocre), declaró en una entrevista a Clarín en la semana previa a las elecciones que “se va a perder por la crisis económica. Aquí hay que hacer un día de fila para tener gasolina o en el mercado vas a ver caras molestas porque los productos básicos, arroz, azúcar, leche, carne de pollo, que es lo que consumimos aquí porque es más barata que la carne de res, se han duplicado en los últimos seis meses. El boliviano promedio gasta el 45% de su salario para alimentos básicos”
La segunda razón que explica la crisis del MAS, es la lucha fratricida al interior del partido. Stefanoni, en la nota que citamos previamente, se refiere a esta pelea como “un verdadero proceso de autodestrucción”
Para estas elecciones su base quedó divida por la prolongada y ácida pugna entre Evo Morales, su líder histórico, y Luis Arce, el actual e impopular presidente.
Ninguno de ellos concurrió a las elecciones. En el caso de Morales, fue inhabilitado de postularse como candidato por la justicia electoral y, además, fue declarado culpable por un supuesto caso de abuso sexual de menores.
En vista de esto, llamó al voto nulo en las elecciones, el cual pasó del 4% de 2020 al 19% en esta ocasión. Un resultado nada despreciable, pues le sirve a Morales para cuantificar el apoyo social que ostenta y demostrar que aún tiene músculo político, lo cual lo convierte en un actor político que no se puede ignorar.
Actualmente, se encuentra refugiado en la localidad cocalera de El Chapare, donde está protegido por su base social. El gobierno de Arce decidió no ordenar su detención ni enviar a la policía para evitar un posible estallido social. ¿Lo irá hacer el próximo gobierno?
Con relación a Arce, renunció a su candidatura a sabiendas del rechazo popular hacia su gobierno. Declaró su apoyo a Eduardo del Castillo que, pese a concurrir a las elecciones con la sigla del MAS, al final de cuentas obtuvo un magro resultado en comparación con el performance histórico de la sigla. Este resultado no sorprendió a nadie, pues Castillo es una figura poco carismática que no tiene ninguna relación con la base campesina que históricamente apoyó al MAS.
Aunado a esta pugna, se sumó la salida del partido de una de sus más jóvenes y prominentes figuras, Andrónico Rodríguez, un ex referente del MAS que fue electo senador en 2020 y, durante mucho tiempo, fue muy cercano a Morales, pero el líder histórico lo trató de “traidor” cuando decidió postularse a la presidencia contra su consentimiento.
En suma, la base electoral del MAS se fragmentó en tres sectores. El mayoritario, fue el voto nulo que convocó Morales (19%), seguido por el 8,2% de Rodríguez (Alianza Popular) y el 3,16% de Eduardo del Castillo (MAS).
Esta diáspora electoral desnuda la crisis del partido, la cual parece irreversible. Para García Linera se trata del fin de un ciclo político en Bolivia, mientras que Evo Morales sostiene que la “sigla del MAS está muerta” y advierte que ahora “lo que viene es el frente de movimiento político ´Evo Pueblo`”.
De nuestra parte, preferimos no confundir el destino del MAS con el del movimiento de masas boliviano. Las elecciones demostraron que la base social que impulsó este partido al poder aún existe y representa casi una tercera parte del electorado.
Un dato a tomar en cuenta en un país con una rica tradición de lucha de clases, donde los estallidos sociales son comunes. Para muestra un botón: la movilización del pueblo boliviano derrotó el golpe militar de 2019 y, mientras escribimos este artículo, la ex “presidenta” golpista Jeanine Añez purga una condena de diez años en la cárcel de Miraflores en La Paz (algunas historias tienen finales felices).
Por todo lo antes expuesto, reiteramos que la elección en Bolivia expresó una transición suave del MAS hacia el centro del espectro político.
Aún falta por definirse quien ocupará la presidencia en el balotaje, pero Jaime Paz parte como el gran favorito. Va ser un gobierno con muchas dificultades de gobernabilidad, debido a la fragmentación política, la crisis económica y la oposición que pueda tener en las calles en caso de que pretenda revertir algunas de las conquistas obtenidas por el pueblo boliviano en los años anteriores.
 
 
 
 
 
LA RESPONSABILIDAD DE EVO, EL INSENSATO
 
Revista Analítica de Venezuela (https://n9.cl/4xiu4)
 
Los resultados de la primera vuelta de la elección presidencial en Bolivia, marcan el final de la hegemonía del confuso proyecto populista encabezado por Evo Morales, primero, y Luis Arce, su antiguo delfín, después; y el inicio de un nuevo ciclo político en ese país andino.
El triunfo categórico de Rodrigo Paz Pereda, de centro democrático, y Jorge Tuto Quiroga, liberal; y la ubicación en el tercer puesto de otro líder del centro democrático, Samuel Doria Medina, así como la relegación a un remoto cuarto lugar de Andrónico Rodríguez, representante del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido que había gobernado durante dos décadas continuas, evidencian el hartazgo de los bolivianos frente a la ineficiencia y pugnacidad durante los años recientes de los dirigentes socialistas, incapaces de lograr acuerdos mínimos que permitieran resolver los graves problemas económicos y sociales surgidos después de que los precios del gas, principal commodity de esa nación, comenzaran a desplomarse de forma indetenible.
Evo Morales ha intentado minimizar la dimensión de su fracaso diciendo que Andrónico Rodríguez no lo representaba a él ni al verdadero MAS, cuyas siglas le fueron arrebatas a Morales y concedidas al grupo de Luis Arce, por una decisión del Tribunal Supremo Electoral (TSE). Recordó que su línea había sido llamar a la abstención y que esta había quedado en tercer lugar. Pobre argumentación. La verdad, lo que realmente cuenta para formar el nuevo gobierno, es el caudal de votos obtenido por los aspirantes que obtuvieron las dos mayores votaciones. Lo demás carece de significado. Contra la intransigencia y tozudez de Evo Morales, quien había gobernado entre 2006 y 2019, se produjo una revuelta ciudadana pacífica. La gente le dijo en las urnas, ¡Basta!: Usted no puede volver a aspirar a ser presidente. Usted intentó dar un golpe de Estado, desconociendo la voluntad popular en 2016, cuando, en un referendo popular, los ciudadanos se opusieron a la reelección indefinida.
Desde que perdió esa consulta popular, Evo se dedicó a tratar de imponer su voluntad. Se comportó como el cacique de una tribu que desconoce las reglas de la comunidad, en este caso, el Estado de derecho. Afortunadamente, el sistema institucional boliviano, superando su tradicional debilidad frente a los caudillos, se mantuvo firme ante este ‘hombre fuerte’. Para la elección del pasado domingo 17 de agosto, no cedió ante las movilizaciones ilegales, los bloqueos de vías y la violencia generalizada que fomentaba. El sistema democrático contuvo la arremetida.
La consulta comicial logró realizarse en un clima de tranquilidad, a pesar de las acciones previas de Morales y de la decisión de atrincherarse en el Trópico de Cochabamba, donde se encuentra protegido por un grupo de sus seguidores. Este comportamiento insensato e irresponsable tendrá consecuencias en el futuro. Evo Morales pudo haber pasado a la historia como el primer gobernante enraizado con los pueblos originarios. Representante de las etnias indígenas bolivianas, excluidas durante siglos por gobiernos que   las marginaron. Sin embargo, optó por convertirse en un gamonal, sin ningún otro interés que el de eternizarse en el poder, desconociendo la institucionalidad del país y, sobre todo, la soberanía popular.
A pesar de su actual debilidad y desprestigio, Evo Morales será un factor importante para la estabilidad del Gobierno de Rodrigo Paz o de Jorge Quiroga. Ese Gobierno se constituirá bajo el signo de la profunda crisis que afecta a Bolivia. Necesitará que todos los sectores importantes del país, entre ellos los sindicatos y organizaciones sociales que agrupan a los productores agrícolas y grupos indígenas en los cuales Evo tiene influencias, se unifiquen en torno de metas comunes.
La inflación acelerada, la severa escasez de divisas por la drástica disminución de las reservas internacionales, y la falta de gasolina, diésel y gasoil, entre otros graves problemas nacionales, dibujan un panorama turbulento para los próximos años. Este nudo, difícil de desatar, obliga a convocar a todos los sectores nacionales a que depongan actitudes sectarias y se sumen a un proyecto de reconstrucción nacional alrededor de nuevos ejes. El gas ya no podrá ser el centro de gravedad de la economía. La vocación exportadora del país habrá que desplegarla a partir de otros productos. Lo más seguro es que Bolivia necesite del apoyo del Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero, ya sabemos cómo la izquierda rancia se ha encargado de demonizar los acuerdos con ese organismo, concebido después de la Segunda Guerra Mundial para auxiliar las economías sumergidas en severos aprietos.  Los acuerdos con el FMI casi siempre implican neutralizar las resistencias de los socialistas o, en el mejor de los casos, lograr su respaldo, aunque sea tibio.
Cuando se forme el nuevo Gobierno, y comience la reconstrucción de Bolivia, el díscolo Evo Morales tendrá la oportunidad de reivindicarse frente a los amplios sectores populares que una vez lo vieron como un líder cercano y entrañable. Deberá mostrarse como un estadista y no como un agitador. Podrá lavar la imagen de insensato que lo define actualmente.
 
 
 
 
 
EVO MORALES: TRISTE FINAL
 
Al Momento Net (https://n9.cl/ydlfzy)
 
«La ambición es un deseo intenso o vehemente de lograr algo, especialmente poder, riquezas, honores o fama. Puede manifestarse como un motor para el crecimiento personal y el éxito…».
Esta es una de las definiciones más aceptables para destacar cuando una persona quiere obtener y lo busca de manera legítima, de tal forma que despierta incluso la admiración de los demás
Pero no solo la admiración, que puede ser sincera o no, sino que logra que se le incentive a alcanzar el objetivo.
Hasta ahí la parte positiva. Pero las definiciones también destacan la parte negativa de la ambición, sobre todo cuando no miden consecuencias éticas ni morales.
Bolivia
Es lo que acaba de suceder en Bolivia, donde un partido que durante más de dos décadas fue hegemónico por sus actos de gobierno y sus políticas en beneficio de la población, acabó en la ruina electoral por la ambición de un hombre.
Al expresidente Evo Morales se le atravesó en la mente la idea de que debía volver al poder contra todo, y lo que consiguió fue destruir el movimiento que había creado.
Es decir, que Evo construyó una maquinaria política que cambió la política en ese país, el cual durante tantos años estuvo acostumbrado a que lo más natural fuese un golpe de Estado ejecutado por unas fuerzas armadas altamente criminales y corruptos, alineadas con la política cavernaria de los poderes extranjeros.
El señor Morales tiene el indiscutible mérito de haber cambiado la vida a millones de sus compatriotas por vía de políticas públicas incluyendo que tomaron en cuenta a poblaciones nativas para las que no existía la civilización.
La distribución más o menos humana de la renta boliviana para que llegara a esas poblaciones por primera vez en la accidentada historia de ese país, fue obra de Morales.
Sin embargo, su ambición desmedida dividió al MAS de tal manera que, luego de ser el epicentro de la política boliviana, sufrió un descalabro de tal magnitud que apenas alcanzó un 3% para quedar en sexto o séptimo lugar, sin un solo senador y apenas con un diputado.
¡Triste final para un líder de gran calado en su país y la región!
 
 
 
 
 
LAS ELECCIONES EN BOLIVIA CONFIRMAN EL DECLIVE DE EVO MORALES
 
En la segunda vuelta lo más decisivo será ver como pesa el rechazo de uno y otro candidato, Paz o Quiroga, ante el electorado
 
El Periódico de España (https://n9.cl/fmgve4)
 
Las elecciones presidenciales y parlamentarias bolivianas celebradas el pasado domingo 17 de agosto han deparado una gran sorpresa a la vez que permiten constatar diversos hechos propios de la realidad nacional e incluso de la latinoamericana. En primer lugar, la sorpresa. Contra todo pronóstico demoscópico, el gran triunfador de la jornada fue el centrista Rodrigo Paz Pereira, quien aparecía muy rezagado en todas las encuestas. El triunfo del centro supone una gran ruptura en el contexto de los comicios regionales.
Sobre las continuidades. No solo se constata una nueva victoria opositora, sino también la emergencia de un Parlamento marcadamente fragmentado, que dificultará la gobernabilidad cualquiera sea el candidato que se imponga en la segunda vuelta. En la misma línea se observa que la campaña electoral fue afectada por la proliferación de noticias falsas y una guerra sucia de gran intensidad. Finalmente, al margen de las consideraciones anteriores y pese al 19% de votos nulos, siguiendo la consigna de Evo Morales, el liderazgo del expresidente no se consolida, sino que se perpetúa y acelera su declive.
La elección en Bolivia, pendientes del resultado de la segunda vuelta a celebrarse el próximo 19 de octubre, no confirma el giro a la derecha que según algunos está teniendo lugar en América Latina, con los triunfos de Javier Milei y Daniel Noboa entre otros. De consolidarse el triunfo del binomio Rodrigo Paz y Edman Lara, el centro saldría victorioso, dando un giro copernicano a las polarizadas elecciones latinoamericanas. De todos modos, el resultado de los comicios constata una nueva derrota oficialista, la del gobierno de Luis Arce, lastrado por una pésima gestión que condujo a un preocupante desabastecimiento de combustibles y divisas que le pasó factura. Aún así el Movimiento al Socialismo (MAS), alejado de Morales, superó la barrera del 3% de los votos y mantuvo sus siglas para contiendas futuras.
El domingo se elegía la totalidad de ambas Cámaras (36 senadores y 130 diputados) y si bien el escrutinio definitivo aún no se ha completado es posible constatar la fragmentación del parlamento. Esto augura una gobernabilidad complicada que forzará de forma más o menos obligada la búsqueda de acuerdos e incluso algunos políticos ya hablan de cerrar unos "Pactos de la Moncloa" a escala boliviana. En el Senado habrá al menos representantes de cuatro grupos parlamentarios del centro a la derecha más extrema, pero ninguno del hasta ahora hegemónico MAS. En Diputados se espera que solo haya un diputado oficialista. Si se piensa que en la legislatura que acaba había 96 parlamentarios masistas, entre diputados y senadores, se entiende la magnitud de la debacle.
Se ha argumentado que con el 19% de los votos nulos Morales fue uno de los ganadores de la jornada. En realidad, no ganó nada, solo ha demostrado que tiene un piso de respaldo fuerte, pero nada más. E incluso es incapaz de promover el relevo generacional dentro de su movimiento. Una cosa es que no se pueda dar por muerta a la izquierda boliviana, o incluso al MAS, y otra muy distinta es que el declive de Morales ya ha comenzado. En una reciente entrevista a Clarín, de Buenos Aires, volvió a demostrar su narcisismo y su talante autoritario, que le enajenaron el apoyo de muchos de sus seguidores iniciales, y su cada vez mayor alejamiento de la realidad. Así definió al presidente chileno Gabriel Boric como un político de derechas o afirmó que Cuba y Venezuela son democracias plenas.
Al haber optado por el voto nulo carece del más mínimo respaldo parlamentaria, lo que reduce considerablemente su presencia política y su capacidad de condicionar la agenda. Podría movilizar a sus bases detrás de reivindicaciones concretas, pero no hay que olvidar que buena parte de sus apoyos tradicionales le han dado la espalda o están desmovilizados y que su auto reclusión en su guarida cocalera del Chapare, huyendo de las causas pendientes por estupro y trata de personas que tiene con la justicia no lo ayudan en absoluto. Encima, sus grandes apoyos internacionales del pasado, como Cuba y Venezuela, o incluso Nicaragua, están en horas bajas.
El balotaje lo disputarán Rodrigo Paz y Jorge "Tuto" Quiroga, que según los resultados preliminares obtuvieron el 32,14% y el 26,81% de la votación respectivamente. Será una elección diferente y muy polarizada, donde se pondrán en juego las disparidades regionales y étnicas, las diferencias ideológicas, la distancia entre vieja y nueva política o la capacidad de ambos candidatos de articular consensos sociales.
Más allá de este resultado algo ajustado, todo hace pensar a priori que la posición más centrada de Paz y el atractivo popular de Lara, ex capitán de policía, sumamente conocido por sus denuncias de la corrupción policial, le permitirán atraer a los sectores medios empobrecidos o a aquellos votantes desencantados del masismo que no lo apoyaron en la primera vuelta o a quienes votaron nulo pero podrían inclinarse por frenar al candidato "neoliberal". Por el contrario, el gran atractivo de Quiroga es su profundo antimasismo, su vivo reclamo para los numerosos descontentos con las dos décadas de gestión de Morales y Arce. Una vez más la guerra sucia jugará un papel importante, aunque lo más decisivo será ver como pesa el rechazo de uno y otro candidato ante el electorado, un terreno donde Quiroga podría verse más afectado.
 
 
 
 
 
ERA POST-MORALES: TERMINA EL CICLO DE 20 AÑOS DEL MAS, COMIENZA EL GIRO A LA DERECHA
 
Ningún otro país en América Latina vive la política con la intensidad de Bolivia. El cierre oficial de un ciclo de veinte años, consumado el domingo pasado, pronto volverá a demostrarlo.
 
Resumen Latinoamericano Org. (https://n9.cl/pb24z)
 
El proceso encabezado por el Movimiento al Socialismo (MAS) se remonta a mucho antes de sus dos décadas en el poder. Bajo el liderazgo del dirigente cocalero Evo Morales, puede considerarse la alianza político-social de base más exitosa de América Latina en el siglo XXI —al menos hasta ahora.
Ese reinado llegó a su fin el 17 de agosto. La alianza indígena–campesina–sindical que gobernó el Estado Plurinacional de Bolivia —nombre oficial adoptado en la Constitución de 2009 que reescribió el pacto social boliviano— alcanzó su fase terminal con una asombrosa derrota electoral.
Aunque dramática, la mezcla embriagante de penurias económicas y errores, luchas intestinas y parálisis política —golpeando de lleno a todo el proceso y a la formulación de políticas— ya había anunciado este desenlace.
Lo que dicen los números
Habrá que esperar hasta el 19 de octubre para saber si Jorge “Tuto” Quiroga o Rodrigo Paz Pereira será el nuevo presidente de Bolivia. En cualquier caso, marcará un viraje abrupto hacia la derecha tras 20 años —sin contar la dictadura de once meses surgida del golpe de noviembre de 2019.
Quiroga es un rostro clásico de la política latinoamericana de élite compradora y establishment. Ejecutivo de la empresa tecnológica multinacional estadounidense IBM y político formado en Estados Unidos, ha pasado por todos los asientos típicos del libreto: Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM), etc.
Hoy integra el grupo de expresidentes activistas que intervienen en todos los gobiernos latinoamericanos que no se alinean con Washington, particularmente a través del Club de Madrid —una especie de Davos regional de segunda mano para mandatarios en el ocaso.
Un grupo de presión hemisférico, barato, obediente a EE.UU., sin otro propósito.
Rodrigo Paz Pereira, en cambio, irrumpió inesperadamente como principal favorito. Proveniente de una familia política —hijo y sobrino de dos expresidentes— y senador demócrata cristiano, construyó su perfil a partir de su gestión como alcalde de Tarija antes de llegar al Senado, presentándose como un administrador eficiente.
Pese a su trasfondo familiar progresista, un populismo de clase media le permitió superar a Quiroga y al candidato favorito, Samuel Doria, otro viejo opositor del MAS.
Hoy Paz Pereira lidera con el 32,08 % de los votos, seguido por Quiroga con 26,94 % y Doria con 19,93 %.
Recién en cuarto lugar aparece el primer candidato de izquierda, Andrónico Rodríguez, con apenas 8,15 %. El candidato “oficial” del MAS y ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, salió aún peor parado: sexto con un exiguo 3,2 %, detrás de otro viejo rostro de la política boliviana.
Los votos nulos y blancos llegaron al 19,2 %, convirtiéndose de hecho en la tercera fuerza electoral, un elemento clave. En dos décadas de historia electoral, estos nunca superaron el 2 % o 3 %. El salto inédito se explica por el llamado de Evo Morales a anular el voto como forma de protesta.
Impedido de postularse, Morales demostró —a un costo significativo, aunque no enteramente atribuible a él— seguir siendo el líder más popular de la izquierda. Los votos anulados se concentraron sobre todo en zonas rurales e indígenas, especialmente en Cochabamba, su bastión histórico.
Este panorama, sin ningún candidato alcanzando el umbral del 50% para ganar en primera vuelta, refleja la fragmentación actual del espectro político, subrayada por el pobre desempeño y las hondas divisiones internas de la coalición del MAS —muestra de decisiones estructurales y voluntarias que resultaron profundamente autodestructivas.
La esencia trágica
Hasta 2019, Bolivia era la economía de mayor crecimiento en todo el hemisferio. El proceso resultaba asombroso.
Al renacionalizar activos estratégicos como los hidrocarburos, junto con otros minerales y productos agrícolas, Bolivia creció a un promedio de 4,9 % durante 13 años, con fuerte inversión pública en carreteras y electrificación, creando una red de bienestar integral y otorgando subsidios a la educación, el combustible y los adultos mayores.
Una política de redistribución de riqueza y tierras redujo la pobreza (del 60 % en 2005 al 35 % en 2019, y la extrema pobreza del 38 % al 15 %), aportando estabilidad social y económica (el período más largo de la historia nacional) y expandiendo la clase media hasta el 58 %.
Sin embargo, ninguno de estos hitos impidió el golpe de Estado de noviembre de 2019, pese a enfrentarse siempre a poderosos y violentos grupos opositores, ligados a EE.UU., Israel, al narcotráfico y a tradiciones neofascistas duras.
Lo demás es historia: denuncias de fraude tras unas elecciones que habrían dado a Morales la victoria en primera vuelta, un informe de la Organización de Estados Americanos (OEA), y el desenlace con militares, élites cruceñas, fundamentalistas cristianos y políticos oportunistas forzando el exilio de Morales y su vicepresidente.
El paralelismo con el golpe de 1980 es inevitable: militares formados en la Escuela de las Américas, terratenientes del oriente, un capo de la droga y la milicia neofascista organizada por el nazi fugitivo Klaus Barbie. En ambos casos, la violencia fue el acto final de los años del Plan Cóndor.
El gobierno de facto de Jeanine Añez nunca gozó de legitimidad sólida ni de capacidad de gestión. La economía colapsó rápidamente.
El regreso democrático del MAS en 2020, con Luis Arce como candidato y una victoria aplastante del 55 %, representó su última gran hazaña. Pero las grietas ya eran inocultables: la fractura entre Arce y Morales derivó en facciones irreconciliables, obstrucciones mutuas en el parlamento y una pugna sin cuartel por el control del partido y del Estado.
Arce maniobró para apartar a Evo de la política; Evo, por su parte, bloqueó alternativas dentro de su base y mantuvo un rol hegemónico que generó desgaste. La comparación con el quiebre Correa–Moreno en Ecuador resulta inevitable, aunque Arce aún no haya dado el salto definitivo hacia Washington.
La fragmentación del MAS se alimentó tanto de divisiones de clase como de rivalidades personales y del accionar de actores externos. El golpe de 2019 contó con apoyo de EE.UU., Israel y países europeos interesados en el litio boliviano.
¿Qué viene para Bolivia?
Sea Paz Pereira o Quiroga, hay certezas: los logros sociopolíticos consagrados en la Constitución probablemente sufrirán un retroceso —posiblemente violento—.
La política exterior boliviana dará un giro: del alineamiento con Palestina, el Sur Global, ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) y BRICS, al retorno al redil occidental, probablemente con un tono agresivo hacia países no alineados con EE.UU.
En el ámbito interno, tras dos décadas de liderazgo indígena y popular, Bolivia regresará a su configuración previa. Reformas neoliberales, criminalización de las bases “evistas” en el Trópico y los Andes, y revanchismo político y judicial parecen inevitables.
Pero Bolivia también tiene una larga tradición de resistencia. Ningún país en la región ha protagonizado tantas confrontaciones, derrocamientos y reemplazos de gobierno. La historia boliviana demuestra que, pese a la dureza, también sabe organizarse y responder con eficacia.
Bolivia, corazón geográfico y espiritual de Sudamérica —fundada por el Libertador en 1826 como un mosaico desigual que refleja a todo el continente—, quizá vuelva a probar que su resistencia puede ser tan intensa como su inestabilidad.
Muy pocas naciones han soportado lo que Bolivia ha atravesado y han vivido para contarlo.
Todo indica que lo volverá a demostrar, una vez más.
 
 
 
 
 
DEMOCRACIA BOLIVIANA A LA DERIVA
Más allá de la disputa por la segunda vuelta, en el camino ya se advierte la instalación de una “democradura”, un sistema autoritario y represivo, tal cual se vive actualmente en Ecuador, con la venia de las transnacionales y de Estados Unidos
 
Diario Red de Uruguay (https://n9.cl/0b8qdq)
 
Cuando las derechas celebran la derrota de las izquierdas no lo hacen precisamente porque con ello los pueblos se beneficien de las ofertas neoliberales o de propuestas para sacarles de la pobreza. Si celebran es porque asumen lo que creen es su patrimonio: el poder total, el control del gobierno para impedir la continuidad de un modelo de redistribución, no de acumulación en un solo sector.
En Bolivia, tras el resultado electoral del domingo pasado, está riesgo la soberanía, sus recursos naturales y todo lo alcanzado durante la gestión política de Evo Morales, que no fue poco: la constitución de un Estado Plurinacional, la mayor estabilidad política de toda su historia, un crecimiento económico por encima de sus vecinos en la región y políticas públicas para hacer realidad la justicia social, en toda la extensión de la palabra.
Después de 20 años de desarrollo exitoso del proyecto político del primer presidente indígena, interrumpido primero por un Golpe de Estado y después por la desastrosa administración de su sucesor, Luis Arce Catacora, la derecha asumió que eso no era democracia, que se había instalado un régimen excluyente (precisamente en un país con la marginación crónica desde hace 200 años) y con el Estado como el “propietario de la vida y la economía de la gente”, como dice ahora el ganador de la primera vuelta, Rodrigo Paz. De ahí que apelar a la supuesta reparación de la democracia, para los dos finalistas de los comicios del domingo 17 de agosto, solo es una de las tantas argucias de las derechas para la recuperación de sus privilegios, la instalación de sus fobias y racismos, así como la alineación con las directrices de la Casa Blanca. Todo ello sin descontar con la usurpación de los recursos naturales, como fue la larga historia de explotación minera de Bolivia antes de 2005.
La inhabilitación de Evo permitió a esas derechas sumar el 70 por ciento de los votos. Como seguramente se unirán en temas puntuales de común acuerdo, tendrán mayoría calificada en la Asamblea Nacional para revertir todas las transformaciones profundas del periodo gobernado por el MAS, en su versión más auténtica y popular. Y para ello no les importará el principio de la “no regresión de derechos”, la eliminación del Estado Plurinacional (como ya hicieron durante la dictadura de Jeanine Añez) y la proscripción del mismo Evo, además de la aniquilación de la institucionalidad creada a favor de los derechos de los indígenas y de los sectores populares en general.
Más allá de la disputa por la segunda vuelta, en el camino ya se advierte la instalación de una “democradura”, un sistema autoritario y represivo, tal cual se vive actualmente en Ecuador, con la venia de las transnacionales y de EE.UU. Ni Paz ni Jorge Quiroga serán tolerantes o respetuosos de los derechos y políticas públicas alcanzadas, porque las derechas bolivianas han demostrado, más de una vez, ser sanguinarias ante la mínima reacción del pueblo en caso de la aplicación de medidas ortodoxas bajo el supuesto de salir de la crisis económica, cuyo responsable no solo es Arce, sin dejar de sentar su enorme comprometimiento con las élites bolivianas.
Entonces, si la democracia boliviana, en su estricto sentido (el poder del pueblo), ahora se moviliza con la narrativa de las derechas y con el respaldo de militares proimperialistas, por delante tendremos la “actualización” de un régimen desconstituyente que no se pudo sostener durante la dictadura de Añez. Y ello, a la larga, también significará para Evo y sus seguidores un enorme reto para la reconstitución de una organización para resistir la arremetida y recuperar el instrumento de lucha en la búsqueda del poder bajo las normas que imponga la “democradura” derechista.
 
 
 
 
 
BOLIVIA: CRÓNICA DE UNA ELECCIÓN INÉDITA
 
Bolivia está en plena reconfiguración política que augura un tiempo de incertidumbre.
 
Diario Red de Uruguay (https://n9.cl/376ox3)
 
El domingo 19 de agosto, cuando a altas horas de la noche Rodrigo Paz tomó la palabra en un mitin improvisado en la avenida El Prado, se vivió una auténtica escena de júbilo. ¿Quién hubiera predicho que este candidato que hace tan solo dos meses, se encontraba a la cola de las encuestas, daría semejante sorpresa?. Paz, senador por la región de Tarija e hijo del expresidente Jaime Paz Zamora (1989-93), quedó primero en las elecciones presidenciales con el 32,2 % de los votos, superando al candidato de extrema derecha Jorge «Tuto» Quiroga, que sumó el 26,8 % del electorado y ambos pasaron a segunda vuelta. Los grandes perdedores de la noche fueron el magnate Samuel Doria Medina (19,9 %) quien hasta el desenlace electoral lideraba las encuestas. Y, por supuesto, el bloque popular que, con Evo Morales a la cabeza, inició el 2005 un proceso de transformación radical de Bolivia.
Desde arriba de las escaleras que bordean la avenida, Rodrigo Paz exclamó: «Bolivia no solo ha pedido un cambio de gobierno, sino un cambio del sistema político». A los militantes que gritaban «Evo a la cárcel» exigiendo venganza, los invitó a la reconciliación nacional: «Nuestro proyecto concierne a todos los bolivianos, sin odio, debemos incluir a las grandes mayorías». Cuando entre la multitud preguntamos a Ana Crispin, joven senadora indígena recién elegida, si los ganadores de hoy tienen intención de revisar la base común que constituye el Estado plurinacional, su respuesta fue tajante: «No se tocará».
El futuro dirá si se trata de promesas de campaña, pero hasta hoy Rodrigo Paz no muestra interés en confrontar radicalmente con los símbolos políticos. Paz no tenía partido político propio y fue respaldado por el Partido Demócrata Cristiano (PDC) para poder participar en estas elecciones sin por ello abrazar su ideología. Esta unión casi contra natura provocó una escisión en el PDC, ya que el discurso del candidato se alejó del libreto neoliberal para impactar más significativamente en las clases populares. Si bien recibió el apoyo de las iglesias evangélicas bolivianas, su lugar en la segunda vuelta se debe sobre todo a los votantes decepcionados con el proceso de transformación quienes, aunque han expresado su voluntad de cambio, no quieren hacer borrón y cuenta nueva. Los altos resultados obtenidos por Paz en lugares que fueron bastiones electorales del Movimiento al Socialismo (MAS)  sin duda le impedirán pasar la página radicalmente.
Dentro de dos meses, Rodrigo Paz se enfrentará al candidato de la extrema derecha colonial y neoliberal, Jorge «Tuto» Quiroga. Con el apoyo del candidato Samuel Doria ahora tiene una ventaja considerable en la carrera por la presidencia. Por primera vez en 20 años, los candidatos del proceso de transformación estarán ausentes. ¿Cómo se ha llegado a esta situación?
En las calles de El Alto, en las alturas de La Paz, la población expone posturas similares. El cansancio de la crisis económica se hace sentir: inflación, escasez de gasolina y de divisas. Una situación económica totalmente nueva para la mayoría de los jóvenes que solo han conocido los diferentes gobiernos dirigidos por el MAS desde 2005 (excluyendo el paréntesis golpista entre 2019 y 2020). Estéban y Daniel, ambos veinteañeros y estudiantes, son categóricos: «El próximo gobierno deberá aportar un cambio radical. Nos han prometido traer dólares a la economía y sacarnos de la crisis». Ambos votaron por Tuto Quiroga reconociendo su «experiencia» en el aparato del Estado. Es cierto que Tuto ocupó varias carteras en los años 90, así como el cargo de presidente interino entre 2000 y 2001 y es uno de los artífices del neoliberalismo boliviano. Pero para nuestros dos estudiantes, así como para gran parte de la juventud boliviana, que representa el 50 % del electorado, Tuto aporta soluciones «nuevas» que nunca antes habían conocido. Contar con «experiencia» para salir de la crisis era una de las demandas recurrentes de los ciudadanos, al igual que la demanda de renovación de los políticos y la lucha contra la corrupción.
Cuando a la gente no le alcanza el dinero, resulta indignante ver cómo autoridades ineficaces malgastan los recursos o se enriquecen unos pocos privilegiados. Por ello, una de las claves del éxito de Rodrigo Paz fue sin duda, su carismático candidato a la vicepresidencia el capitán Edman Lara, expulsado de las filas de la policía por denunciar casos de corrupción dentro de la institución. Lara se ha convertido en la opción preferida de muchos bolivianos, es un outsider que no proviene del círculo político y contrasta con el resto de candidatos. Su forma de ser, muy apreciada en los círculos populares, y su postura encarnan perfectamente las expectativas de los bolivianos. En las inmediaciones del mercado La Ceja, muchos nos dicen que han votado «por su capitán Lara», sin saber a veces el nombre del candidato a presidente al que han llevado a la segunda vuelta. 
De cara al ballotage de octubre, Rodrigo Paz tiene una ventaja pues el candidato Doria Medina llamó a votar por él. Sin lugar a duda, Tuto Quiroga intentará juzgar con las contradicciones internas del campo de su adversario para intentar recuperar los votos más radicales. Entre un partido prestado más derechista, y un vicepresidente más popular, el camino del senador de Tarija se anuncia complicado. Y si se convierte en presidente, deberá enfrentar un poder legislativo fragmentado sin opción de imponer una mayoria clara. 
¿Y cómo queda la izquierda en todo esto? El bloque popular que aseguró la hegemonía electoral del proceso de cambio, parece más dividido que nunca. Wilma Alanoca, quien habría sido candidata a la vicepresidencia si Evo Morales era candidato, nos recuerda que el voto nulo (alrededor del 20 %) superó con creces las candidaturas de Andrónico Rodríguez y del ministro de Luis Arce, Eduardo del Castillo: «El liderazgo no es una cuestión de edad, sino de constancia en la lucha. Debemos reinventar nuestro pensamiento de izquierda y, si todos estamos de acuerdo, saldremos fortalecidos». Esta invitación a un debate bajo el liderazgo de Evo Morales podría no convencer a los antiguos rivales.
Debe tenerse en cuenta además que una parte importante del campo popular optó por entregar su voto al candidato Rodrigo Paz. Incluso entre los partidarios de Evo se reconoce que el ganador de la primera vuelta, y más aún Edman Lara, lograron congregar parte de esta población. Bolivia está en plena reconfiguración política que augura un tiempo de incertidumbre. 
 
 
 
 
 
LAS LECCIONES DE BOLIVIA
 
Semanario La Voz de Colombia (https://n9.cl/4hrrbd)
 
El resultado electoral boliviano generó una andanada de informaciones, crónicas y comunicados, en las cuales la gran prensa internacional enfatiza que se trata del comienzo del fin del progresismo en ese país. Hay incluso quien dice que habrá un impacto casi automático en los futuros procesos electorales de la región.
Para el campo revolucionario latinoamericano es un momento de reflexión, que debería considerar, por lo menos, tres aspectos: primero, el grado objetivo de desarrollo de la conciencia de las clases y la capacidad de resistencia de los actores populares en las sociedades regionales; las contradicciones económicas de países cuyos gobiernos pugnan por encontrar fórmulas, en el marco de la crisis global, que combinen crecimiento económico con distribución de riqueza y control de precios, sin renunciar a salir de la dependencia neocolonial impuesta durante siglos. Y las dificultades para la unidad de los sectores comprometidos con la creación del instrumento político para profundizar la democracia y realizar una gestión pública ciudadana.
La derecha, a su vez, necesita sepultar la reciente historia boliviana por una razón casi elemental: nadie olvida que en Bolivia, desde el 2000, se gestó un proyecto de Estado plurinacional, con soporte en una administración comunitaria territorializada, con movilización de campesinos e indígenas que tuvieron la capacidad de generar un proyecto nacional electoral y le arrebataron el gobierno a las élites empresariales racistas que se apropiaron de la tierra, el combustible y el agua, experiencia y aprendizaje popular, que no se diluye sea cual sea el resultado final en segunda vuelta.
Repensar la táctica sugiere comprender no solo la fragmentación del Movimiento al Socialismo – MAS, sino el divorcio del gobierno, victorioso en el 2020 contra el golpe promovido por la derecha con apoyo gringo, y el pueblo que confió en la continuidad del proceso encabezado por Evo Morales desde el 2005.
Es verdad que Bolivia nunca desapareció del radar de los inversionistas y de las transnacionales del extractivismo depredador. El Servicio Geológico estadounidense – USGS que opera el satélite Landsat, mapeando el agua, el gas, el petróleo y todo tipo de minerales en el mundo, afirma, casi clamando por una invasión, que las reservas estimadas de litio en el país superan los 9 millones de toneladas métricas.
Pero este factor no alcanza para explicar la situación. Al final, no hay gobierno progresista que gobierne con tranquilidad. Tiene razón García Linera cuando en el periódico mexicano la Jornada advierte que las extremas derechas tienen condiciones de expandirse a partir de situaciones objetivas, como el deterioro de la vida de la población trabajadora y la frustración generada cuando no hay avances en la reconfiguración económica y social.
En Bolivia la potencia plebeya no ha dejado de existir y, por eso, la narrativa eufórica de la derecha tiene verdades por la mitad y olvida que hay una admirable dialéctica, universal y revolucionaria.
 
 
 
 
 
ESPEJOS BOLIVIANO Y ARGENTINO
 
La Razón de México (https://n9.cl/9lmmd)
 
Las recientes elecciones presidenciales en Bolivia desembocaron en una segunda vuelta entre candidatos de derecha y de centro, poniendo fin a dos décadas de dominio del Movimiento al Socialismo (MAS). Esta transición se puede atribuir a conflictos internos en el MAS, pero también a la crisis económica y al símbolo de Javier Milei, presidente del vecino país, que ha modificado la percepción del electorado boliviano hacia las políticas de derecha.
Bolivia enfrenta una crisis económica (comida cara, escasez de dólares y colas para conseguir combustible). Los candidatos presidenciales que pasaron a la segunda vuelta, Rodrigo Paz y Jorge Tuto Quiroga, se presentan como líderes capaces de traer “platita para todos”. Por ejemplo, el Salar de Uyuni es el mayor yacimiento de litio del mundo (alrededor de 21 millones de toneladas), pero su producción está por debajo de la de los países vecinos, Argentina y Chile. Los bolivianos ahora quieren menos nacionalismo y más capitalismo.
En Bolivia, el hecho de que ambos candidatos en la segunda vuelta no sean de izquierda indica que la gente, cansada de estancamiento y de crisis, se inclina hacia el estilo de Milei de más competencia y menos Estado.
¿Hay un milagro Milei en Argentina? En 2025, los argentinos son estadísticamente menos pobres en ingresos que al tomar posesión Milei, porque la inflación se ha controlado. Pero ello no significa mayor acceso a la atención médica o menor deserción escolar. Al contrario, con Milei, los ingresos se están recuperando, pero la protección social se redujo.
Para sus partidarios, Milei es el milagro (inflación a la baja, mercados en calma, pobreza de ingresos disminuyendo en el papel). Para sus críticos, es una pesadilla (niños que trabajan, comedores populares que cierran, la carne fuera del alcance de los más pobres).
Pero la política en América Latina no capta matices. A los votantes nos gustan los memes y los chismes, no distinguir la diferencia entre indicadores de pobreza por ingresos (que reduce Milei) y multidimensionales (que podría hacer aumentar). Como Milei parece haber “domesticado a la bestia”, otros países aceptan la fórmula, incluso si produce desigualdad y deserción escolar.
El resultado de Bolivia demuestra que el experimento argentino tiene un poder simbólico, no porque haya mejorado la calidad de vida en general, sino porque Milei restableció una sensación de control sobre el caos. Los votantes están dispuestos a aceptar sacrificios (incluso la normalización del trabajo infantil y la carestía de alimentos), si creen que la alternativa es un tobogán de izquierda hacia abajo.
Si los bolivianos, después de Evo Morales y Luis Arce, se inspiran de Argentina ¿qué pasará en México después de AMLO y de Sheinbaum? Algunos economistas creen que ya hemos llegado al tope de reducción posible de la pobreza, usando programas sociales y aumentos al salario mínimo. Cuando las cuentas públicas ya no se puedan estirar más, aumente el comercio informal y suponiendo que se confirmen escándalos de corrupción, es posible que el electorado también quiera más mercado y menos juniors morenistas enriquecidos.
 
 
 
 
 
RODRIGO PAZ PEREIRA: EL ESPAÑOL QUE PODRÍA CONVERTIRSE EN PRESIDENTE DE BOLIVIA
 
Tras las elecciones del 15 de agosto, el candidato presidencial del Partido Democrático Cristiano disputa el Poder Ejecutivo en Bolivia. Quién es y cuál es su trayectoria política.
 
DEF Online de Argentina (https://n9.cl/5uo6h2)
 
En las últimas elecciones presidenciales en Bolivia, dos candidatos de derecha borraron en las urnas al Movimiento al Socialismo (MAS), liderado por Evo Morales. Ahora, Rodrigo Paz Pereira y Jorge Quiroga Ramírez disputarán el poder en una segunda vuelta.
En ese panorama, el candidato del Partido Democrático Cristiano, hijo del sexagésimo presidente boliviano, Jaime Paz Zamora, podría convertirse en el próximo presidente de la República. Nacido en España y nacionalizado boliviano, Paz Pereira inició su carrera hace más de 20 años, además de presenciar  durante su niñez toda la vida política de su padre.
Rodrigo Paz Pereira: de senador a candidato a presidente
Desde el año 2020, Rodrigo Paz se desempeñó como senador por la alianza Comunidad Ciudadana. Actualmente, se presentó como candidato a presidente en fórmula con el abogado y expolicía Edmand Lara.
En su carrera como parlamentario por Tarija, se destacó por promover la descentralización, la transparencia, la democracia libre y una visión socioliberal dentro de la esfera política de centro-derecha.
Entre sus iniciativas más conocidas, planteó que el presupuesto nacional se reparta en partes iguales entre el Estado y las regiones, idea que luego transformó en su llamada “Agenda 50/50”.
También defendió a los sectores productivos y privados, se opuso a normas que consideraba “confiscatorias” y reclamó mayor transparencia en las leyes económicas. Además, promovió la modernización de la política boliviana mediante el uso de herramientas tecnológicas como la blockchain para combatir la corrupción.
A diferencia de otros políticos tradicionales, recorrió gran parte del país con una campaña austera y cercana. Gastó muy poco en publicidad, apostando más a escuchar a las comunidades rurales y urbanas. Esto le permitió construir una imagen de renovación y proximidad con la ciudadanía.
En su candidatura presidencial, logró imponerse en la primera vuelta con más del 30% de los votos. Parte de su éxito se explica por el desgaste del Movimiento al Socialismo (MAS), partido que gobernó Bolivia durante casi dos décadas, y por el atractivo de su propuesta de “capitalismo popular”. Con un discurso de cambio, descentralización y modernización, consiguió conectar tanto con votantes cansados del oficialismo como con quienes buscaban una alternativa distinta a los líderes opositores de siempre.
El pasado en España del candidato a presidente de Bolivia
Nacido en septiembre de 1967, Rodrigo Paz Pereira pasó sus primeros años de vida en el exilio, principalmente en Galicia, España. Esta situación se debió a la trayectoria política de su padre, el expresidente Jaime Paz Zamora, y a los gobiernos militares que marcaron Bolivia en aquella época. Durante su infancia conoció de cerca la persecución política, incluidas desapariciones y muerte de familiares.
Con la recuperación de la democracia en Bolivia, regresó al país y culminó sus estudios secundarios en el colegio San Ignacio de La Paz. Más tarde se graduó en Relaciones Internacionales y Economía, formación que le permitió desempeñarse de lleno en la política.
Los primeros pasos de su carrera política se remontan a 2002, cuando fue elegido diputado nacional por el departamento de Tarija, representando al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Se mantuvo en la Cámara de Diputados hasta 2010, período en el que comenzó a consolidar su presencia dentro de la política nacional.
Posteriormente, continuó su trayectoria a nivel local en Tarija, primero como presidente del Concejo Municipal (2010-2015) y luego como alcalde de la ciudad (2015-2020). Durante estos años promovió políticas de desarrollo urbano, descentralización y fortalecimiento institucional, consolidándose como una figura clave en el ámbito regional. En 2020 regresó al escenario nacional al ser elegido senador por Comunidad Ciudadana.
Hoy, como candidato a presidente de Bolivia, Rodrigo Paz Pereira intenta proyectarse más allá de su trayectoria parlamentaria y regional. De este modo, podría seguir el legajo su padre, intentando abrir un nuevo capítulo en la política boliviana tras años de hegemonía del partido socialista.
 
 
 
 
TUTO QUIROGA, EL LÍDER BOLIVIANO DECLARADO «PERSONA NO GRATA» POR MADURO, QUE BUSCA RECONSTRUIR BOLIVIA
 
El expresidente boliviano (2001-2002) lleva años denunciando las violaciones de derechos humanos en Cuba, Nicaragua y Venezuela y promete, de ganar las elecciones, romper relaciones con esas dictaduras
 
Debate de México (https://n9.cl/apt19)
 
El candidato y expresidente de Bolivia Jorge 'Tuto' Quiroga representa la ruptura total con el socialismo bolivariano que ha gobernado ese país los últimos 20 años. En el escenario internacional lleva años apoyando la cauda democrática de los pueblos cubano, nicaragüense, y venezolano.
En un histórica segunda vuelta, prevista para el próximo 19 de octubre, Quiroga se medirá con Rodrigo Paz Pereira del Partido Demócrata Cristiano, quien entre 2002 y 2006 militó en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
Quiroga ofrece un cambio radical de mano del liberalismo económico y la ruptura con el eje bolivariano a nivel internacional. Si gana el inédito balotaje de octubre, su prioridad será aplicar un programa de estabilización macroeconómica que comparó con una «terapia intensiva» para superar la actual crisis económica reflejada en la falta de dólares e inflación en el país.
En una entrevista con Efe en La Paz, Quiroga sostuvo que el país necesita «un programa de estabilización internacional de balanza de pagos» y «renegociar la deuda cara y corrupta» que deja el Gobierno saliente.
«Si no tienes este influjo de dólares, es como un paciente al que quieras recuperarlo sin suero, sin transfusión de sangre, sin oxígeno. Se necesita terapia intensiva para salvar al paciente económicamente hablando. Después toda la terapia para fortalecerlo, nuevas leyes sectoriales», explicó el líder de derecha.
El candidato de la Alianza Libre aseguró que «eso es lo que hay que hacer al principio», algo que, según dijo, hizo «en el pasado», cuando gobernó el país.
Quiroga, de 65 años, fue vicepresidente de Bolivia entre 1997 y 2001, año en que asumió la Presidencia por sucesión constitucional tras la renuncia del entonces mandatario Hugo Banzer, quien dejó el cargo por motivos de salud.
Si gana el balotaje, Quiroga propone aprobar nuevas leyes de hidrocarburos, agropecuaria, minería, recursos evaporíticos, y negociar nuevos tratados bilaterales de inversión «con todos los países», además de reincorporar a Bolivia a los mecanismos de arbitraje, entre otras medidas.
«Eso es lo que vamos a hacer al arranque del Gobierno, dando señales claras de reducir la gastadera y robadera (actuales)», señaló el expresidente y aseguró que el Estado boliviano «hoy cuesta once veces lo que costaba cuando empezaron» los Gobiernos del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) hace dos décadas.
Entre sus metas está bajar el déficit fiscal «de 10 a 5 % el primer año, a 3 % el segundo año con financiamiento externo» y dejar de usar al Banco Central de Bolivia (BCB) «como fuente de financiamiento» porque «es lo que genera inflación».
El socialismo sigue vivo
«El MAS ha salido del Congreso, no de Bolivia. Dependerá de qué hace el próximo presidente y quién es este presidente para determinar si logramos liberar a Bolivia de este régimen de 20 años que ha destruido, que ha saqueado, que nos ha sometido a una gastadera y robadera sin límite, que ha podrido y pulverizado todas las instituciones», advirtió en la entrevista con Efe.
En el contexto internacional, cabe recordar que durante estos años de gobiernos del MAS, liderado en gran parte por Evo Morales, el país se alineó con el eje de extrema izquierda conocido como Alternativa Bolivariana para las América (ALBA) y el Foro de Sao Paulo.
Al respecto, Quiroga señaló que tiene los «honores singulares» de haber sido declarado «persona no grata» tres veces en Venezuela durante los gobiernos del fallecido Hugo Chávez y de Nicolás Maduro, la más reciente en enero, por su apoyo al presidente electo de Venezuela Edmundo González Urrutia.
Quiroga afirmó que si gana la segunda vuelta, tendrá relaciones «con el pueblo de Venezuela» y con González Urrutia, a quien considera «presidente electo», pero enfatizó que «de ninguna manera» se relacionará «con el tirano que se robó la Presidencia», en alusión a Maduro.
«Venezuela, Cuba y Nicaragua, las tres tiranías trogloditas totalitarias, merecen tener lo que en Bolivia hemos vivido el 17 de agosto: respeto a la Carta Democrática, elecciones imperfectas, pero justas y libres, y alternabilidad en el poder», sostuvo Quiroga (2001-2002) en una entrevista con Efe.
Además, aseguró que buscará que Bolivia tenga relaciones «con todos los países amigos que quieren hacer inversión y comercio», lo que implica «reponer relaciones con Estados Unidos desde el primer día» y también con Israel, dos países de los que los Gobiernos del MAS se distanciaron.
«Vamos a tener relaciones amigables con todos los países que queremos que vengan a invertir a Bolivia y que compren productos bolivianos, sea Estados Unidos, Europa, Japón, Corea, China. Son socios comerciales importantes», destacó.
 
 
 
 
 
JORGE QUIROGA CREE QUE ARCE BUSCA PASAR “RESPONSABILIDADES” A CANDIDATOS SOBRE CRISIS EN BOLIVIA
 
A su juicio, el mandatario quiere “transferir responsabilidades de la debacle que ha dejado” en la economía boliviana y sostuvo que Arce “es presidente hasta el 8 de noviembre”.
 
El Comercio de Perú (https://n9.cl/fym3g)
 
El exmandatario de Bolivia Jorge ‘Tuto’ Quiroga declinó este jueves la invitación del presidente Luis Arce a una reunión sobre la situación del país a los candidatos presidenciales que se enfrentarán en un balotaje en octubre, al considerar que el gobernante busca “transferir” a los aspirantes sus “responsabilidades” en cuanto a la crisis económica.
En una rueda de prensa en la región oriental de Santa Cruz, Quiroga (2001-2002) sostuvo que por el momento no recibió “ninguna invitación” para reunirse con Arce, pero que su “inclinación inicial” es enfocarse en la campaña para la segunda vuelta, en la que su contrincante es el senador centrista Rodrigo Paz Pereira. "Diario El Comercio. Todos los derechos reservados."
A su juicio, el mandatario quiere “transferir responsabilidades de la debacle que ha dejado” en la economía boliviana y sostuvo que Arce “es presidente hasta el 8 de noviembre”.
“Yo no soy (presidente), quiero serlo y con la voluntad del pueblo boliviano podemos hacer el 19 de octubre, pero hay segunda vuelta, hay que respetar a los votantes y no empezar a asumir responsabilidades de forma temprana. Él (Arce) tiene la responsabilidad”, afirmó.
El derechista Quiroga sostuvo que la información de la “situación real” de los dólares y el suministro de combustibles no es algo “que requiera reserva o confidencialidad”, por lo que instó a Arce a difundirla públicamente.
También pidió al Gobierno parar toda adquisición y licitación importante y que anule el tratamiento de dos contratos para la explotación del litio boliviano firmados con empresas de Rusia y China que han sido cuestionados por la oposición y por organizaciones e indígenas de la región andina de Potosí, donde está el mayor yacimiento del país.
Horas antes, Arce invitó en una rueda de prensa a Quiroga y Paz Pereira a una reunión para que conozcan sobre la situación económica que atraviesa el país y también el problema de la escasez de combustible.
El cómputo oficial del Tribunal Supremo Electoral (TSE) confirmó que ambos opositores irán a una inédita segunda vuelta el próximo 19 de octubre, tras quedar Paz Pereira en primer lugar con el 32,06 % de la votación y Quiroga en segundo con 26,70 %.
Las elecciones del domingo se desarrollaron en un contexto de crisis económica reflejada en la falta de dólares y combustibles y una alta inflación.
Arce dijo que en la campaña preelectoral no escuchó a ningún candidato dar soluciones estructurales a la situación económica del país, pero ahora espera que tanto Paz como Quiroga “se vayan interiorizando para que cada una de las candidaturas vayan preparando una respuesta para el pueblo boliviano”.
El mandatario tiene la intención de presentar en la reunión algunas propuestas, especialmente sobre el abastecimiento de combustible, para que los dos candidatos las tengan en cuenta.
 
 
 
 
 
“LO QUE BOLÍVAR LES DEJÓ”: MADURO REITERA APOYO A LA DEMANDA DE BOLIVIA POR UNA SALIDA SOBERANA AL MAR
 
“La lucha por el derecho a recuperar lo que Bolívar les dejó, su mapa completico hacia el Pacífico… el derecho al mar del pueblo de Bolivia”, puntualizó.
 
Diario Chanarcillo de Chile (https://n9.cl/35l9fg)
 
El líder del régimen venezolano, Nicolás Maduro, reiteró su apoyo a la demanda Bolivia para recuperar una salida soberana al mar.
En un acto transmitido por el canal estatal Venezolana de Televisión (VTV), Maduro dijo que Bolivia recobrará su camino “con unión” más “temprano que tarde” luego de que el domingo la izquierda boliviana quedará fuera de la segunda vuelta presidencial tras dos décadas.
“Bolivia, ese pueblo hermoso que amamos, es desde Bolívar y para siempre un amor desenfrenado de libertad y recobrará su camino, con unión más temprano que tarde”, señaló el gobernante venezolano.
“El pueblo de Bolivia sabe que cuenta con el pueblo revolucionario de Venezuela para todos los caminos de resistencia y de emancipación futura”, agregó en su discurso.
Fue así como Maduro enfatizó que Caracas “apoyará permanentemente” al país altiplánico en sus demandas, incluyendo su reivindicación marítima.
“Siempre Venezuela estará al lado de Bolivia, del hombre y la mujer de pie, por siempre y para siempre. Por los derechos de Bolivia, al mar por ejemplo”, expresó.
“La lucha por el derecho a recuperar lo que Bolívar les dejó, su mapa completico hacia el Pacífico… el derecho al mar del pueblo de Bolivia”, puntualizó.
 
 
 
 
 
EL PAÍS DE AMÉRICA LATINA QUE SE CONVIRTIÓ EN EL "DUBÁI DEL ORO BLANCO" Y LIDERA EL MERCADO DE LITIO
 
Con un cuarto de las reservas mundiales, este país sudamericano se posiciona como potencia global en la extracción del metal, clave para la transición energética.
 
El Cronista de México (https://n9.cl/cvpiy)
 
América Latina no solo se distingue por sus culturas vibrantes, su gastronomía diversa y sus paisajes hermosos. También es una región con un suelo rico, que alberga recursos naturales estratégicos para el futuro energético del planeta.
Entre los países que integran esta región, hay uno que se ganó el apodo de "Dubái del oro blanco", por concentrar una cuarta parte de las reservas mundiales de litio, el metal clave para la fabricación de baterías y el desarrollo de la electromovilidad.
¿Cuál es el país con la mayor reserva de litio en el mundo?
Según el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS), Bolivia es hogar del desierto de sal más extenso del mundo, en donde se encuentra la reserva de litio más amplia. Este valioso recurso es un elemento para la fabricación de baterías recargables para vehículos eléctricos y dispositivos móviles.
La mayor reserva de litio en el mundo se encuentra en el Salar de Uyuni, con una superficie de unos 10.582 kilómetros cuadrados que alberga entre el 50% y el 70% de las reservas mundiales del metal.
A pesar de ser la reserva de litio más grande conocida, el país enfrenta desafíos tecnológicos, logísticos y de infraestructura, lo que limita su capacidad para comercializar este recurso a gran escala. Como resultado, se ve superado por países como Chile y Australia, que lideran la producción mundial.
¿Cuál es el país de América Latina con mayor producción de litio?
Ese país es Chile, que en 2023 produjo 271.000 toneladas de carbonato de litio equivalente (LCE) y proyecta alcanzar las 305.000 toneladas en 2025, consolidándose como el principal productor de litio en Sudamérica y el segundo a nivel mundial, solo detrás de Australia.
Posee el 34% de las reservas globales de litio, especialmente en el Salar de Atacama, uno de los depósitos más grandes y ricos del planeta. Su presupuesto de exploración alcanzó los u$s 25,7 millones en 2023, según datos de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco).
A su vez, Chile avanza con la Estrategia Nacional del Litio, que incluye asociaciones público-privadas como la de Codelco y SQM en el Salar de Atacama, y nuevos proyectos como Salares Alto Andinos (Enami) y Maricunga (Codelco).
El país abrió la inversión privada en 12 yacimientos priorizados, y lanzó llamados para asignar Contratos de Operación de Litio (CEOL) en zonas como Coipasa, Ollagüe, Ascotán, Piedra Parada, Agua Amarga y Laguna Verde, entre otras.
¿Por qué el litio es tan importante?
El litio es considerado un elemento crítico para la transición energética, ya que es esencial en la fabricación de baterías para vehículos eléctricos, almacenamiento de energía renovable y dispositivos electrónicos.
La demanda mundial de litio sigue en aumento. Se espera que en 2025 llegue a 1.404.000 toneladas, impulsada principalmente por el crecimiento de la electromovilidad. En 2023, el 84% del litio producido se destinó a baterías, y se estima que ese porcentaje suba al 89% en 2025.
Sin embargo, la caída en las ventas de autos eléctricos y el superávit global del metal, que se estima en 117.000 toneladas para 2024 y 191.000 toneladas para 2025, llevaron los precios a la baja. De hecho, la cotización del carbonato de litio descendió un 78% en 2023, situándose en torno a los u$s 12.000 por tonelada.
 
 
 
 
 
LAS URGENCIAS DE LA AMAZONIA QUE CONVOCAN A LULA, PETRO Y ARCE EN BOGOTÁ
 
Desde las organizaciones de la sociedad civil abundan ideas para evitar un punto de no retorno de la mayor selva del planeta y enfrentar la violencia y la falta de cooperación
 
El País de España (https://n9.cl/oivwwv)
 
Una semana de diálogos amazónicos en Bogotá, previos a la Cumbre de Presidentes de la región que se realizará este viernes con la visita de Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil y Luis Arce de Bolivia, deja como conclusión las preocupantes contradicciones de la región. La Amazonia es un territorio en disputa, degradado por conflictos entre grupos ilegales, que enfrenta el riesgo de alcanzar un punto de no retorno y con Gobiernos desarticulados entre sí. Pero también es el bioma que mantiene 277 millones de hectáreas intactas – según la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada –, la mayor carta de Latinoamérica en la acción climática y el lugar alrededor del que más se sintonizan las organizaciones de la sociedad civil. Mientras los Gobiernos de los países amazónicos siguen encontrando trabas en alinear sus decisiones, las redes de indígenas, científicos, parlamentarios y ciudadanos han puesto sobre el escenario cómo tener fronteras no impide la coordinación. Este es un dibujo de la Amazonia actual y de la que quieren, más allá de lo que lleguen a firmar este viernes los delegados de los ocho países que hacen parte de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA).
La alarma: seguridad
“La Amazonia está en disputa”: así lo reiteró un informe de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS) enfocado en la parte noroccidental de la región, que abarca 458,5 millones de hectáreas en Brasil, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. Allí operan al menos 17 grupos armados ilegales, con presencia en 69% de los municipios, de los cuales cinco tienen alcance transnacional: Comando Vermelho, Primeiro Comando da Capital (PCC), Comandos de Frontera, el Estado Mayor Central (EMC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), primeros dos de Brasil y el resto de Colombia. “A ellos se suma la Nueva Generación, una alianza en expansión integrada por Los Lobos, Chone Killers y disidencias de Los Tiguerones, con origen en Ecuador y creciente proyección regional”, afirma el documento.
Su presencia se ha traducido en violencia. El Putumayo colombiano ha sufrido 24 masacres desde 2020, y las vecinas provincias ecuatorianas de Sucumbíos y Orellanas registran tasas de 76 y 56 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, respectivamente. Todo ello está impulsado por la lucha por las rutas de narcotráfico. “En Perú las familias huyen para proteger a sus hijos del reclutamiento forzado” o son obligadas a trabajar en campamentos de minería ilegal y cultivos ilícitos, son otros de los datos que arroja otra investigación publicada también esta semana por Amazon Watch y Amazon Underworld.
Esa violencia se filtra en la degradación de los ecosistemas, con cifras que ya suenan reiterativas. La minería ilegal afecta al 19% del Amazonas, la contaminación por mercurio vertido en sus aguas es de 30 toneladas y, entre 2001 y 2023, se perdieron más de 14,7 millones de hectáreas de bosque, un área del tamaño de Honduras, solo en la Amazonia noroccidental.
Lo urgente: las sinergias
Aunque hay avances ambientales, cada país va por su lado. “Los Gobiernos tienen que empezar a hablarse entre ellos”, comenta Milagros Sandoval, experta peruana del Instituto Panamazónico (IPA), que hizo parte de un análisis comparativo para examinar las políticas adoptadas por los ocho países de la OTCA para proteger el bioma. “Sobre todo, porque no han estado históricamente muy cerca de su Amazonia, con la excepción de Guyana y Surinam”.
En el papel hay buenas señales: siete países - la excepción es Venezuela - tienen planes de adaptación al cambio climático; en todos menos en Surinam hay algún tipo de reconocimiento a los territorios indígenas, y a lo largo de la cuenca existen metas de restauración para 2030. Pero varían: mientras que Brasil, Perú y Bolivia se han comprometido a restaurar entre 12 millones y 3.2 millones de hectáreas, en Colombia es solo 1 millón y en Ecuador, la mitad.
“Además de fortalecer lo nacional, el siguiente paso debe ser crear una dinámica clara de intercambio de información para actuar de manera oportuna”, agrega Ana María Parra, también editora del documento. Por ejemplo, el Panel Científico por la Amazonia propone priorizar dos áreas que llaman el Arco de Restauración: uno, en el sur de la Amazonia brasileña, desde la costa atlántica hasta Bolivia, y otro a lo largo de los Andes, entre Perú, Ecuador y Colombia.
La Amazonia que se quiere
A mitad de semana, la OTCA recibió una de muchas cartas que coinciden en una petición: que la Amazonia sea territorio libre de combustibles fósiles. La Nacionalidad Waorani del Ecuador (NAWE), que representa a 87 comunidades de ese pueblo, recordó que hace dos años ganaron una consulta popular para frenar el bloque petrolero 43-ITT, algo que no se ha hecho efectivo pese a llegar a cortes internacionales. Por esto, piden a la OTCA “presentar una propuesta amazónica unificada en la Conferencia de Cambio Climático de Naciones Unidad (COP30) para establecer zonas de exclusión de combustibles fósiles”, principalmente en lugares donde están los pueblos indígenas en aislamiento.
Esa misma demanda la hizo un grupo de parlamentarios de varios países a inicios de semana. También la respaldó la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana (OPIAC), partiendo de un ejercicio de Earth Insight y el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD), que advierte que los bloques petrolíferos y de gas cubren más de una cuarta parte de la región amazónica del país. “La expansión extractivista está generando una grave crisis para los 64 pueblos indígenas que sufren contaminación de sus fuentes de agua y aire”, dijo Pablo Hernán Jamioy, asesor de la OPIAC. El reporte advierte que el Gobierno Petro, muy vocal en su exigencia de abandonar los combustibles fósiles, ha otorgado 30 licencias de exploración petrolera y 14 de producción en la zona. Y agrega las dificultades de ponerlos en marcha. “Casi dos tercios de los nuevos proyectos petroleros en la región son económicamente inviables bajo los compromisos climáticos actuales [Colombia planea reducir sus emisiones en un 51% a 2030]“.
La Amazonia que quieren los indígenas, los científicos y parte de la sociedad civil, es una que tenga estándares regionales de pagos por servicios ambientales, con corredores transfronterizos de áreas protegidas, que goce de un sello de certificación para productos amazónicos sostenibles y libres de deforestación, con un observatorio de líderes amenazados liderado por la OTCA y con datos sobre cuánta financiación haría falta para protegerla. Estas ideas, que se elevaron a lo largo de la semana, son las que piden que los presidentes aborden.

No comments: