Thursday, August 14, 2025

BOLIVIA, ANTE EL FIN DE UNA ERA POLÍTICA (CHAU EVO)

El líder más influyente de Bolivia, excluido de los comicios y prófugo de la justica, Evo Morales enfrenta el desafío de sobrevivir políticamente al muy probable ascenso al poder de sus enconados adversarios de derecha. Sin opciones de competir, sin candidatos que apadrinar y sin una bancada en el próximo parlamento, Morales ahora ve cómo el proyecto que creó y acaudilló por dos decádas está por derrumbarse.

Esta vez "Evo", como los bolivianos llaman a su primer presidente indígena, hace campaña por el voto nulo desde el Chapare, una región cocalera donde tiene su bastión más fiel. Hoy está contra las cuerdas. Los candidatos favoritos prometen arrestarlo. Él asegura que no "escapará" a Cuba u a otro país aliado.


Bolivia podría estar ante un cambio político fundamental. El 17 de agosto, el país celebra elecciones presidenciales y parlamentarias en un clima que combina crisis económica, polarización política y desconfianza en las instituciones. Por primera vez en casi dos décadas, el Movimiento al Socialismo (MAS) enfrenta la posibilidad real de perder el poder, abriendo un nuevo capítulo en la historia política del país.
Crisis y desconfianza
Para José Luis Exeni, director de proyectos de la Fundación Friedrich Ebert (cercana a la socialdemocracia alemana) en Bolivia, el contexto se define con "cuatro palabras: crisis, desconfianza, polarización e incertidumbre”. La inflación, la escasez de gasolina, dólares y productos básicos, junto con el deterioro institucional, son parte de un escenario que ha generado malestar ciudadano, opina el experto en entrevista con DW.
La desconfianza, añade Exeni, alcanza a "todas las instituciones del Estado e incluso también a organizaciones de la sociedad civil”. A ello se suma una polarización que persiste desde la crisis de 2019, que ahora se ha vuelto aún más compleja por la implosión interna del MAS, dividido en tres facciones, según Exeni.
Evo Morales, de líder histórico a opositor interno
Tras su salida del poder en 2019, Moralesintentó volver a ser candidato, pero fue inhabilitado por el Tribunal Constitucional. Según Exeni, primero "apostó por malograr las elecciones” e incluso su entorno habló de boicot, pero finalmente optó por promover el voto nulo.
El expresidente se encuentra replegado en su bastión del Chapare, con causas judiciales abiertas y sin posibilidad de competir. Para Moira Zuazo, investigadora asociada de la Universidad Libre de Berlín, su permanencia como figura central está ligada al "culto al liderazgo” que él mismo fomentó, en detrimento de la pluralidad interna del MAS. Esto, afirma en entrevista con DW, contribuyó a alejar al partido de sus raíces democráticas.
Aun así, Exeni advierte que Morales podría seguir siendo un actor de peso si el voto nulo supera el 20 por ciento. De lo contrario, "podremos empezar a hablar de insignificancia” de la figura de Evo.
El desgaste de un proyecto
Moira Zuazo recuerda que el MAS nació como respuesta a dos grandes desafíos: "La construcción de un Estado plurinacional y la inclusión ciudadana para acabar con ciudadanos de primera y de segunda”. Sin embargo, advierte que el partido "se alejó de sus raíces democráticas” y desarrolló un "culto al liderazgo” que redujo el debate interno y la capacidad de renovación.
El resultado es una profunda división que debilita a su candidato oficialista, Eduardo del Castillo, y abre espacio a figuras de la oposición. Según Zuazo, incluso para parte de la base del MAS, "la situación como esta no puede continuar hacia adelante”.
Un cambio de ciclo político
Exeni considera que estamos ante "el agotamiento del ciclo del MAS como instrumento político”. Tras el 17 de agosto, prevé un sistema más fragmentado, sin partido predominante, y la necesidad de un gobierno de coalición. Las encuestas sitúan al empresario Samuel Doria Medina y al exmandatario Jorge "Tuto” Quiroga como favoritos para pasar a segunda vuelta.
Ambos representan a la "vieja política” de los años noventa. Doria Medina apuesta por mantener el Estado plurinacional y ofrecer una gestión enfocada en resolver la crisis económica; Quiroga propone cambios constitucionales y un giro más marcado hacia el mercado.
Desafíos para el próximo Gobierno
Sea cual sea el ganador, la tarea será monumental. La crisis económica exigirá medidas rápidas y de alto costo político. "Todos asumimos que serán necesarias medidas drásticas en la economía para empezar a superar la crisis”, afirma Exeni. Esto podría implicar ajustes graduales o de choque, con el riesgo de protestas y desgaste temprano de la legitimidad.
Zuazo subraya que el reto no es solo económico: será clave "reconstituir democráticamente” el espacio político, evitando repetir los errores del pasado y restaurando la confianza ciudadana.
Repercusiones regionales
Para Exeni, un cambio de gobierno en Bolivia sería "un dato” relevante en el mapa político latinoamericano: el último bastión del progresismo en la región experimentaría una alternancia pacífica después de 20 años. Zuazo cree que podría abrir "un viento fresco” en el debate sobre la izquierda en América Latina, rompiendo la asociación automática entre proyecto progresista y prácticas autoritarias. Yahoo Noticias de España (https://n9.cl/zzffui)
 
 
 
 
 
BOLIVIA: FIN DE CICLO Y FUTURO INCIERTO
 
Este domingo, casi ocho millones de bolivianos tendrán la posibilidad de votar. La mayoría irá con la convicción de que su voto no servirá para mucho
 
Infobae de Argentina (https://n9.cl/i21y61)
 
Cuando falta una semana para votar, Bolivia guarda un silencio que dice más que cualquier discurso: ocho de cada diez bolivianos creen que la economía está mal y menos del 10% de ellos está hablando de política. En el altiplano, ese silencio se estira como el frío. No hay banderas flameando en las esquinas ni caravanas cortando la carretera que sube de La Paz a El Alto. Lo que se ve son puestos de salteñas humeantes, minibuses repletos y filas interminables en las estaciones de servicio, donde el diésel racionado marca el pulso de la paciencia.
El domingo 17, casi ocho millones de bolivianos tendrán la posibilidad de votar. La mayoría irá con la convicción de que su voto no servirá para mucho. El ciclo que empezó con Evo Morales en 2005 se rompe, pero no por una revolución ciudadana que despierte esperanza, sino por un cansancio abrumador. Por la certeza de que, después de probar todo, todo falló.
El MAS, que alguna vez fue sinónimo de victoria inevitable, llega fracturado. Andrónico Rodríguez y Eduardo del Castillo compiten desde trincheras distintas, y ni siquiera juntos logran despertar una chispa de aquel fervor masivo de otros tiempos. Entre ellos y el recuerdo de Morales —inhabilitado, prófugo y todavía capaz de contaminar el aire político— se esparce un mismo síntoma: el desgaste.
La política como ruido de fondo
En los últimos siete meses analizamos más de 18 millones de interacciones en Facebook, Instagram, X y TikTok para medir no solo el volumen que la política ocupa en la conversación, sino también las emociones que provoca. Un dato atípico: a horas de votar, apenas el 8,3% de las interacciones se vinculan a la política y menos de 365 mil directamente a las elecciones. En la mayoría de los países de la región, en este punto de la campaña, el promedio ronda el 25%, con picos —como el de Argentina en 2023— por encima del 45%.
En la Bolivia de hoy, la política no es el centro de la conversación: lo son la economía, la inseguridad, la corrupción y los problemas cotidianos. Ningún candidato supera el 50% de imagen positiva y casi todos cargan más rechazo que entusiasmo. Las figuras del MAS concentran más menciones, pero también más repudio. Los opositores despiertan menos resistencia, sobre todo porque no generan interés ni adhesión popular.
Un país agotado
El 70% de los bolivianos cree que la política no resolverá los problemas del país, y menos aún los suyos. El 80% dice que la economía está mal o muy mal. La inflación, la escasez de combustibles, las restricciones cambiarias y la caída del gas han erosionado tanto el bolsillo como la paciencia. El interés por la elección no crece por adhesión a candidaturas, sino por la expectativa mínima de que algo cambie. No hay épica: hay necesidad.
Cuando se pregunta en Santa Cruz por las elecciones, un comerciante encoge los hombros y sigue contando los billetes arrugados sobre el mostrador. En El Alto, una mujer se inclina sobre un cajón de papas, se seca las manos en el delantal y, sin levantar la vista, dice: “Voto porque hay que votar”. Son frases breves, casi automáticas, que se repiten en geografías y niveles socioeconómicos distintos.
Un resultado abierto, pero no tanto
Por primera vez desde que Bolivia tiene segunda vuelta (2008), el ballotage es seguro. Samuel Doria Medina y Jorge “Tuto” Quiroga encabezan las encuestas con márgenes estrechos. Existe una remota posibilidad de que Andrónico Rodríguez se cuele en la definición, pero los números y el clima social la hacen poco probable. La novedad no es solo la posible alternancia: es que el MAS podría ni siquiera estar en la segunda vuelta.
El próximo presidente asumirá el 8 de noviembre sin margen fiscal, sin acceso a financiamiento internacional y con una ciudadanía empobrecida y escéptica. Bajar la inflación, resolver la escasez de combustibles y desmontar subsidios serán prioridades inmediatas, con costos sociales que nadie oculta. El riesgo no será parlamentario: será social. En Bolivia, el voto ya no es un acto de esperanza: es el gesto final para cerrar un capítulo. Y el verdadero desafío comenzará al día siguiente, cuando haya que escribir el próximo, esta vez sin margen para borradores.
 
 
 
 
 
BOLIVIA ENFRENTA UNA ELECCIÓN HISTÓRICA: DERECHA FORTALECIDA BUSCA DESBANCAR A UNA IZQUIERDA DEBILITADA
 
Este domingo 17 de agosto, el país sudamericano elegirá nuevo presidente, vicepresidente y renovará su Asamblea Legislativa. Los comicios marcan el fin de una etapa política: por primera vez en 20 años, Evo Morales no estará en la papeleta.
 
Radio U de Chile (https://n9.cl/2mszmb)
 
Este domingo 17 de agosto, Bolivia acudirá a las urnas en una elección presidencial que promete ser histórica. Por primera vez en dos décadas, el país elegirá a su nuevo mandatario sin Evo Morales en la papeleta.
Un escenario que rompe con el patrón político boliviano de los últimos años y que llega marcado por una crisis económica severa, una izquierda fracturada, una derecha revitalizada y encuestas que ya adelantan un hecho inédito en la democracia boliviana desde la instauración de la constitución del 2009: una segunda vuelta presidencial.
La elección no solo definirá quién ocupará la presidencia y la vicepresidencia, sino también la renovación completa de la Asamblea Legislativa Plurinacional, con 130 diputados, 36 senadores y nueve representantes supranacionales. El nuevo gobierno que asuma el 8 de noviembre tendrá por delante el reto de gobernar en un clima de polarización política y fragilidad económica.
Este proceso electoral se desarrolla en medio de una tormenta económica. Bolivia enfrenta una grave escasez de dólares, lo que ha provocado la aparición de un mercado negro de divisas y una devaluación de facto de la moneda nacional. La situación impacta directamente en la capacidad de importar combustibles, medicamentos y bienes esenciales.
Aunque las cifras oficiales mantienen la inflación en niveles bajos, en la calle la percepción es otra: los precios de los productos básicos no dejan de subir. El modelo económico basado en la exportación de gas natural, que alguna vez fue el motor del llamado “milagro boliviano”, muestra signos claros de agotamiento. Las reservas gasíferas han disminuido, la inversión en el sector está estancada y ningún gobierno ha logrado diversificar la matriz productiva de manera efectiva.
El riesgo de una estanflación —estancamiento con inflación— se siente en el ambiente.
A la contienda llegan ocho aspirantes, todos hombres, de entre 36 y 70 años. Cuatro de ellos se postulan por primera vez, mientras que otros ya cuentan con experiencia en cargos electos. Entre ellos hay un expresidente y dos figuras que se presentan como la renovación de la izquierda que gobierna Bolivia desde hace 20 años.
En el espectro progresista, tras la retirada de Eva Copa, alcaldesa de El Alto, quien acusó ser víctima de “acoso político”, solo quedan dos candidaturas:
Andrónico Rodríguez, presidente del Senado, 36 años, exdirigente cocalero del Chapare y antiguo protegido de Evo Morales, con quien rompió tras no llegar a un acuerdo político. Es el rostro joven que intenta renovar la izquierda, aunque las encuestas muestran una caída sostenida en su intención de voto.
Eduardo del Castillo, exministro de Gobierno y candidato del oficialista Movimiento al Socialismo luego de la renuncia del presidente Luis Arce a la reelección. Según las encuestas, Castillo apenas alcanza el 7% quedando en quinta posición.
En el bloque opositor, que reúne a la derecha y la centroderecha, la oferta es más amplia:
Samuel Doria Medina, empresario y político de centro-derecha liberal, con propuestas de ajuste económico, cierre de empresas públicas deficitarias, eliminación de subsidios y apertura a la inversión extranjera, especialmente en el litio.
Jorge “Tuto” Quiroga, expresidente y referente de la derecha liberal conservadora, que promete un “cambio sísmico” para romper con el ciclo del MAS, impulsar tratados de libre comercio y distanciarse de regímenes como Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Manfred Reyes Villa, alcalde de Cochabamba, de perfil conservador y regionalista, con menor intención de voto pero presencia política sólida.
Los últimos sondeos de Ipsos Ciesmori, Captura Consulting y Spie SRL muestran un empate técnico en la cima: Doria Medina y Quiroga superan el 20% cada uno, con Andrónico Rodríguez en torno al 12%.
Ninguno de los candidatos roza el 40% necesario para ganar en primera vuelta con una ventaja de 10 puntos, lo que hace que el escenario de un balotaje el 19 de octubre sea prácticamente inevitable.
Sin embargo, el dato que más llama la atención de las encuestas es el altísimo porcentaje de votos nulos, blancos e indecisos, que en conjunto supera el 30% y que, en gran parte, es el resultado de la estrategia de Evo Morales.
Inhabilitado para competir por el Tribunal Constitucional, que ratificó el límite de reelecciones, y sin partido tras la ruptura con Luis Arce, Morales enfrenta además una orden de captura por un caso de trata y abuso de menores. Como respuesta impulsó una campaña frontal para promover el voto nulo como forma de protesta.
Desde Cochabamba, su bastión político, Evo acusó a su exaliado y candidato de izquierda, Andrónico Rodríguez, de traidor. Incluso, lanzó acusaciones explosivas contra el presidente Arce, el vicepresidente David Choquehuanca y el propio Andrónico Rodríguez, asegurando que planean fugarse a Venezuela tras dejar el poder si no ganan.
Analistas políticos como Ricardo Calla advierten que este llamado no deslegitimará el proceso electoral, pero sí puede restar votos a la izquierda, allanando el camino para que la segunda vuelta sea una disputa exclusivamente entre candidatos de derecha.
Bolivia se enfrenta a una encrucijada. Por un lado, una derecha que, aunque dividida en varios partidos, llega fortalecida en las encuestas y con un discurso unificado en lo económico: liberalización, ajuste fiscal y apertura al mercado global. Por otro, una izquierda debilitada por sus divisiones internas, la ausencia de su líder histórico en competencia y una gestión económica que ha perdido el brillo de años anteriores.
El voto nulo impulsado por Morales, lejos de convertirse en un bloque de presión, podría sellar la derrota de sus antiguos aliados y consolidar el fin del ciclo político que él inició hace casi 20 años.
Si el 19 de octubre la segunda vuelta enfrenta a Doria Medina y Quiroga, el país se vería obligado a escoger entre dos proyectos similares en lo económico, pero distintos en estilo y alianzas internacionales. Ambos ya han dicho que buscarán la detención de Morales, lo que añade un elemento explosivo a la transición de poder.
Lo que pase este domingo en Bolivia no será solo una elección más. Será el primer capítulo de una nueva etapa política en un país que, durante dos décadas, giró en torno a la figura de Evo Morales.
 
 
 
 
 
BOLIVIA GIRARÍA A LA DERECHA
 
Mayoría responsabiliza a gobierno de Arce de la debacle económica.
 
El Peruano (https://n9.cl/r4yth)
 
Sumidos en una profunda crisis económica, los bolivianos se aprestan a dar un giro radical hacia la derecha en la elección presidencial de este domingo 17, después de 20 años de dominio del Movimiento Al Socialismo (MAS) que lideró Evo Morales.
Este país de 11.3 millones de habitantes, con fuerte influencia indígena y rico en litio, acude a las urnas hastiado por la falta de dólares, combustible y alimentos.
La inflación acumulada del último año ronda el 25%, la más alta al menos desde el 2008. La mayoría culpa de la debacle al impopular gobierno de Luis Arce. “Nuestra situación está realmente [...] por los suelos. Nuestra moneda se ha devaluado, los sueldos no alcanzan, todo está carísimo”, dice Freddy Millán, un ingeniero de 53 años que vive en la ciudad de Santa Cruz.
Una “gran mayoría quiere el cambio porque está cansada de esta política del socialismo”, añade. El millonario Samuel Doria Medina, de 66 años, y el expresidente Jorge Quiroga, de 65, encabezan la intención de voto entre los ocho aspirantes y se verían en una segunda vuelta el 19 de octubre.
Los dos opositores prometen el fin del modelo económico de corte estatal que impuso el MAS.
Por años, el crecimiento de Bolivia dependió de sus exportaciones de gas, su principal fuente de divisas, pero desde el 2017 la producción sufre una caída constante.
Nueva etapa
La izquierda se encamina hacia su peor fiasco en las urnas desde que ascendió a la presidencia de la mano de Morales, quien gobernó del 2006 al 2019. Luego impulsó el triunfo de Arce, su exministro y hoy adversario.
El dirigente indígena fue inhabilitado por la justicia para buscar un cuarto mandato en estos comicios. Desde octubre se refugia en un pequeño poblado del centro de Bolivia para evadir una orden de captura por el caso de presunta trata de menor cuando era presidente, acusación que él niega.
Bajo el resguardo de sus seguidores, Morales promueve el voto nulo. Ante el probable triunfo de sus opositores, aseguró que “no se va a escapar” y seguirá de vuelta en la “batalla en las calles y en los caminos”.
La pugna Morales-Arce durante los últimos meses dinamitó al MAS y profundizó la crisis económica con violentas jornadas de bloqueos de carreteras. Esto melló la popularidad de la izquierda.
El candidato del oficialismo Eduardo del Castillo y el senador y dirigente cocalero Andrónico Rodríguez, ambos de 36 años, marchan rezagados en las encuestas.
La crisis nos ha “afectado totalmente [...] Creo que todos estamos tratando de que cambie este contexto”, dice Alejandra Ticona, una estudiante de derecho paceña de 24 años.
Aunque reconoce que antes la izquierda benefició a la gente campesina, como su propia familia, hoy quiere que gane uno de los dos candidatos de derecha para que resuelva los apuros económicos.
Doria Medina y Quiroga prometen un plan de shock muy similar basado en un recorte drástico del gasto público y el desmonte progresivo de los millonarios subsidios.
“Se va a iniciar una nueva etapa en la que lo más importante será recobrar la estabilidad económica”, para salir del “estatismo y tener una economía capitalista”, señaló Doria Medina en una reciente entrevista.
El expresidente Quiroga promete un “cambio sísmico”. Casi ocho millones de bolivianos están convocados a ejercer su voto obligatorio este domingo.
Cambio
Después de 20 años del MAS en el poder, “el Gobierno simplemente no puede echarle la culpa a nadie más” de la crisis, dice el internacionalista Pablo Calderón, profesor de la Northeastern University de Londres.
Durante el gobierno de Evo Morales, Bolivia triplicó su producción interna, redujo la pobreza de 60% a 37% y empoderó a la población indígena.
La mayoría de los gobiernos izquierdistas que antes dominaron la escena política de la región perdieron su continuidad en la década pasada. Bolivia ha sido la excepción hasta ahora.
Pero si finalmente la derecha asume el poder, Calderón advierte que esta no debería “dar giros extremos de 180 grados”, sobre todo en los programas sociales que ayudaron a mucha gente a salir de la pobreza.
Por lo pronto, los bolivianos están abiertos a los “cambios”: a liberar la economía y reducir el papel del Estado, sostiene la analista del Crisis Group para Bolivia, Ecuador y Perú, Glaeldys González.
“La situación actualmente es la peor que ha vivido esta generación a nivel económico, y yo creo que sí hay mucha más apertura a este tipo de políticas”, enfatiza. (AFP)
Una segunda vuelta
Las últimas encuestas preelectorales difundidas el domingo pasado en Bolivia vaticinan una posible segunda vuelta en los comicios generales del 17 de agosto en Bolivia entre el empresario Samuel Doria Medina y el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, aunque también los porcentajes de indecisos y votos nulos y blancos son altos.
En el último día permitido por el órgano electoral para la difusión de encuestas, los canales privados Unitel, Red Uno y Cadena A difundieron en programas nocturnos por separado estudios efectuados por las empresas Ipsos Ciesmori, en el primer caso, y Captura Consulting, en los dos segundos. En la encuesta de Ipsos Ciesmori, Doria Medina obtuvo 21.2% y Quiroga (2001-2002) un 20%. El senador opositor Rodrigo Paz Pereira aparece tercero con 8.3%; el alcalde de la ciudad central de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, le sigue con 7.7 %, y el presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, va quinto con 5.5 %.
Los candidatos restantes, incluido el oficialista Eduardo del Castillo, tienen porcentajes entre el 2% y 0.2%, lo que supondría la pérdida de las personalidades jurídicas de sus partidos.
Cifras
5.2% de los electores votarán en blanco, según Ipsos.
13.3% de los encuestados se encuentran indecisos por quién votar en las elecciones bolivianas del domingo.
 
 
 
 
 
BOLIVIA: DE LOCOMOTORA REGIONAL A ECONOMÍA EN CUIDADOS INTENSIVOS
 
France 24 (https://n9.cl/kbrv9)
 
El que era conocido como el milagro económico de la región hace unos años, hoy sufre problemas financieros en distintos frentes. La escasez de dólares, la falta de combustibles, un PIB que no repunta y una inflación que pone presión sobre el bolsillo de los ciudadanos es el panorama que recibirá el próximo presidente del país suramericano. El litio, con reservas gigantes y usado como comodín económico en campaña, no despega por fallas técnicas, trabas políticas y tensiones sociales.
Con un país que pasó del esplendor al desánimo en unos cuantos años, los bolivianos esperan este domingo 17 de agosto elegir el encargado de revertir su realidad y reanimar con urgencia una economía que sufre múltiples heridas.
De aquel “milagro boliviano” que, bajo el expresidente Evo Morales (2006-2019), redujo la pobreza moderada del 60% al 36% y la extrema del 38% al 11%, queda muy poco.
Desde 2019 los precios de los bienes han saltado desde el 1,9% anual a casi el 25% interanual y para la población es evidente que no basta solo con un aumento de sueldo para poder acceder a los insumos básicos.
"Dormimos aquí como perros, con una sola manta, esperando el diésel. Ya no vamos a nuestras camas, a nuestra casa, a nuestro hogar, a ver a nuestros hijos, o al menos a abrazar a nuestros hijos. Nada de eso. Vivimos aquí sentados hasta las 3:00 a.m. Este es nuestro hogar. No tenemos refrescos ni agua para beber", dijo a la agencia Reuters Sagusatiano Copa Flores, conductor de transporte público.
La queja de Copa Flores muestra parte de la raíz del problema: Bolivia no cuenta con las divisas suficientes para comprar petróleo extranjero, indispensable para el transporte público, los camiones de carga que transportan los alimentos, los vehículos particulares y para que, literalmente, se mueva la economía de un país sin acceso al mar.
Con esto, hoy, el panorama en las principales ciudades de Bolivia se define por colas que se prolongan durante horas en estaciones de servicio, dificultad para acceder a medicinas y a ciertos alimentos, un mercado paralelo del dólar que duplica con holgura el tipo de cambio oficial y una inflación que ocupa el tercer puesto en la región sólo detrás de Argentina (36,6%) y Venezuela con corte a julio, pues en el séptimo mes de año, la tasa se trepó hasta el 24,8% interanual, la más alta desde 1985. Cifras que reavivan fantasmas que parecían superados.
El motor económico de Sudamérica que se apagó
Hubo un tiempo en que Bolivia no figuraba en los titulares por crisis, inflación o escasez, sino por su capacidad de generar riqueza y sostener un crecimiento sólido.
Desde la época colonial, con el Cerro Rico de Potosí como epicentro de la economía mundial, hasta las décadas recientes de bonanza gasífera, el país vivió momentos en que su nombre era sinónimo de prosperidad, de avance y de un sistema financiero sólido con confianza incluso de los grandes prestamistas internacionales y calificadoras de riesgo crediticio.
Y es que la geografía ha favorecido a la nación andina en varias oportunidades. En el siglo XX, la explotación de estaño colocó a Bolivia entre los principales productores mundiales, atrayendo inversión y generando un auge industrial que marcó a toda una generación, y a pesar de las crisis políticas que van y vienen, la riqueza minera continuó siendo un pilar inamovible de la economía nacional.
Ya en el siglo XXI, el país vivió un nuevo ciclo dorado, esta vez gracias a la exportación de gas natural. Entre 2006 y 2014, Bolivia disfrutó de tasas de crecimiento económico que la posicionaron entre las más altas de Sudamérica, con un promedio superior al 4,5% anual.
La combinación de precios internacionales favorables, políticas expansivas y un fuerte control estatal sobre los recursos permitió acumular reservas internacionales récord, superar déficits históricos y financiar ambiciosos programas sociales e infraestructura.
Ciudades como La Paz, Santa Cruz y Cochabamba experimentaron transformaciones visibles. El consumo interno se disparó, el crédito bancario creció y obras icónicas, como el sistema de teleféricos urbanos más grande del mundo, simbolizaban una nueva era de confianza económica, que seducía a los inversores a considerar a Bolivia como la locomotora de la región que prometía dividendos para sus empresas.
En aquellos años, Bolivia no solo redujo la pobreza extrema de manera significativa, sino que logró ampliar su clase media, un logro que analistas regionales señalaban como ejemplo de inclusión social y crecimiento sostenible.
La estabilidad macroeconómica, entonces, se convirtió en carta de presentación. Las reservas internacionales llegaron a representar más del 40% del Producto Interno Bruto (PIB), un colchón financiero que le otorgaba una seguridad sin precedentes y que le permitía la importación de los bienes necesarios para su continuo crecimiento.
Ese periodo también estuvo marcado por un renovado protagonismo regional. Bolivia se sentaba en las mesas de negociación energética como proveedor clave para Brasil y Argentina, y su política económica era observada con atención en foros internacionales. Por un momento, parecía que el país había encontrado una fórmula para transformar sus riquezas naturales en desarrollo sostenido.
En ese entonces, para Bolivia ni siquiera se pronosticaban años difíciles, pero a lo largo de más de una década se encadenaron decisiones que minaron la credibilidad y los resultados de una economía en crecimiento.
De la bonanza a la crisis
En menos de una década, Bolivia pasó de ser uno de los países con mayor crecimiento de Sudamérica a enfrentar un complejo cuadro económico.
Las reservas internacionales, que en 2014 superaban los 15.000 millones de dólares, han caído a mínimos históricos, reduciendo la capacidad del Banco Central para intervenir en el mercado cambiario y estabilizar la moneda.
Un escenario que, además, se empeoró por el precio artificial que el Gobierno ha mantenido por mucho tiempo, que no ha servido de mucho, pues activó un mercado ilegal que ha más que duplicado el valor del billete verde como ocurre en Argentina.
Éste, precisamente es uno de los síntomas más visibles de la crisis es la escasez de dólares en el sistema financiero. El mercado paralelo, donde la divisa estadounidense se vende a un precio muy superior al oficial, se ha consolidado como referencia real para empresas y consumidores.
Importadores denuncian demoras en el acceso a divisas, lo que ha provocado desabastecimiento de insumos y encarecimiento de productos básicos.
Caída de la producción y malestar social
A la crisis fiscal y cambiaria se suma una merma en la producción nacional. El sector de los hidrocarburos, principal generador de divisas, ha visto caer su producción de gas natural, reduciendo exportaciones hacia Brasil y Argentina.
Por mucho tiempo Bolivia confió en las ventas de este insumo como principal fuente de ingreso de dólares, que a su vez usó para invertir en el gasto nacional, sin una diversificación clara para atraer más divisas.
Hoy, la minería enfrenta problemas de inversión y competitividad, mientras que la agricultura sufre por la falta de insumos importados y por fenómenos climáticos extremos.
En este contexto, las tensiones entre sindicatos, transportistas y el Gobierno se han intensificado, generando bloqueos y paralizaciones que agravan el problema.
La presión sobre el modelo económico
El modelo basado en el control estatal de sectores estratégicos y la repartición de subsidios en diferentes campos para la población ahora parece que tambalea.
El financiamiento de programas sociales y megaproyectos de infraestructura se ha reducido, y el endeudamiento externo ha crecido. La falta de inversión extranjera, sumada a una burocracia pesada y a la incertidumbre política, dificulta la recuperación, y los nuevos opcionados para ocupar el cargo presidencial buscan alternativas para revertir la crisis.
Organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) advierten que, sin reformas estructurales, el país podría enfrentar un panorama financiero incluso peor.
Entre las recomendaciones figuran diversificar la economía, mejorar la productividad y atraer inversión privada, pero su implementación choca con resistencias políticas y sociales.
Oro blanco: ¿la solución?
El litio también juega un papel importante en toda la reconfiguración de Bolivia. El país, junto con Argentina y Chile es privilegiado por tener amplias reservas de este mineral indispensable para el sector tecnológico.
Sin embargo, la ausencia de planes de remediación robustos, sumada a promesas incumplidas y a beneficios locales difusos, alimenta el rechazo por invertir de forma considerable en este sector y, sin licencia social de unas comunidades que aprueben esta explotación, los plazos se estiran, los costos suben y los conflictos se profundizan.
Y mientras Bolivia discute su hoja de ruta para el oro blanco, Australia, Chile y, más recientemente, Argentina, consolidan volúmenes crecientes y nuevos proyectos para el litio.
La ventana de oportunidad no es infinita pero es prometedora: la innovación en baterías, la diversificación geográfica de la oferta y las exigencias de descarbonización presionan a acelerar decisiones que llevan años en borrador, para estos países la geografía ha sido una bendición que no poseen otras naciones y, de aprovecharlo, analistas consideran que las ganancias son sustanciales.
Con todo este escenario, el litio regresa al centro de la agenda como promesa y como reproche. La derecha tradicional, con candidatos como Jorge “Tuto” Quiroga y Samuel Doria Medina en la primera línea, intentan protagonizar el discurso de la industrialización del mineral, pero para José Carlos Solón, investigador de la privada Fundación Solón, esta “solución”, también podría ser un problema.
“Los candidatos están muy lejos de comprender el desafío detrás del litio y están repitiendo esa intención generalizada de industrialización, pese a las experiencias de los últimos años que muestran que esto es una tarea mucho más compleja”, dijo Solón a la agencia EFE.
"El litio se parece a una industria farmacéutica muy compleja, con muchos elementos que en el fondo plantean desafíos tecnológicos muy grandes, desafíos de inversión y de tiempos de implementación", añadió.
La industrialización del litio en Bolivia ha estado marcada por un modelo de explotación exclusivamente estatal que buscó garantizar “soberanía tecnológica” pero terminó generando lentitud y altos costos.
Desde 2010 el país, rechazó socios extranjeros en la etapa inicial de los planes que apostaban por el litio, lo que derivó en inversiones públicas millonarias sin resultados acordes.
Recién años después, el Estado aceptó abrir la puerta a capitales foráneos, pero los proyectos se empantanaron en trámites y tensiones políticas. El Gobierno de Arce impulsó la adopción de la tecnología más eficientes para salmueras como las bolivianas, y anunció alianzas con corporaciones extranjeras para alcanzar en 2025 una producción de 40.000 toneladas anuales, aunque la concreción depende de un Congreso paralizado por la pugna interna del MAS.
Pero la realidad ha sido otra, según datos entregados por el Ejecutivo, actualmente Bolivia posee unas reservas de 23 millones de toneladas de litio, la mayoría en el salar de Uyuni en la región andina de Potosí, donde en 2023 se inauguró un complejo industrial estatal con una capacidad de producción de 15.000 toneladas anuales de carbonato de litio que funciona con un sistema de piscinas de evaporación; sin embargo, actualmente la producción es de 3.000 toneladas, por debajo del 20% de su capacidad total.
 
 
 
 
 
BOLIVIA: UN PAÍS A PUNTO DE ESTALLAR
 
Hoy el país vive una suerte de fin de época, pero sin un horizonte de futuro claro. La oposición, si bien se ha hecho con la mayor parte de la preferencia electoral, no tiene una propuesta política capaz de cautivar a los sectores populares o a quienes en el pasado votaron por el MAS.
 
El Mostrador de Chile (https://n9.cl/wbtusd)
 
Bolivia vive los últimos días de un proceso electoral largo, desordenado y turbulento. Si nos preguntamos en qué momento los partidos empezaron sus campañas electorales, seguramente nadie tendría una respuesta. Como nunca antes, el Tribunal Constitucional Plurinacional y el propio Tribunal Supremo Electoral (TSE) han (in)definido los tiempos políticos.
Desde inicios de 2024 se plantearon varias controversias judiciales que anularon la candidatura de Evo Morales y dejaron en el limbo la del Movimiento Tercer Sistema; se anuló la personería jurídica de Pan-Bol y se bloqueó la postulación de un outsider como Jaime Dunn por tener deudas pendientes con el Estado, pese a que la documentación emitida por la Contraloría General del Estado decía lo contrario.
Evo Morales, cuya infinitud en el cargo de presidente tuvo que ser parada en seco por una movilización ciudadana, hoy se halla refugiado en una zona del Chapare a raíz de una orden de detención por un caso de trata de personas que lo implica directamente. Empero, esto no ha impedido al líder cocalero gestar y dirigir varios bloqueos de caminos para presionar y habilitarse como candidato. Estas movilizaciones han logrado, hasta ahora, detener por más de 50 días el flujo de transporte y un daño económico incalculable. Lo peor, es que nada indica que esta lógica de lucha se vaya a detener. En definitiva, es el estilo de Morales de hacer política.
Por su parte, el TSE pasa por una profunda crisis institucional. Según los datos brindados por las encuestas de opinión pública de LAPOP, este organismo tiene apenas un 26,8% de confianza, es decir que tiene dañado el mayor de sus capitales: su credibilidad. Sus vocales protagonizan peleas internas que no parecen motivadas por la mejora del órgano electoral sino por decisiones que tienen que ver con la habilitación o no de candidatos.
Muchas veces no se han cuidado las formas de civilidad y respeto: en junio de 2025, el vocal del TSE Tahuichi Tahuichi Quispe calificó de “burros y tan asnos” a los que le iniciaron un juicio penal por su negativa a habilitar a los partidos Pan-Bol y Frente para la Victoria para que participen en elecciones. En días pasados, el máximo representante de este órgano, Oscar Hassenteufel, aparentemente renunció a su cargo asediado y cansado de las presiones políticas; luego de varias horas, se desmintió la noticia y se dijo que solo había pedido su licencia por enfermedad (de la cual todavía no se repone).
Si lo que dicen las encuestas tienen algún grado de certeza, la fragmentación hará saltar por los aires la estabilidad política siempre tan precaria en el país. Bolivia tiene una inflación acumulada del 39,4%, la empresa petrolera estatal YPFB no puede abastecer el mercado interno de diésel y gasolina, y existe una diferencia del 100% entre el precio del dólar oficial y el del mercado paralelo.
Por su parte, el Gobierno ha renunciado a cualquier iniciativa política y da la impresión de que solo espera terminar su gestión. El 8 de noviembre de este año, Luis Arce entregará el mando a un nuevo Gobierno que, con poco músculo político (las encuestas dan al mejor posicionado un margen de votación del 21%), tratará de asumir políticas de shock que, si bien necesarias, generarán una ola de descontento popular que pondrán en jaque su gobernabilidad.
Hoy el país vive una suerte de fin de época, pero sin un horizonte de futuro claro. La oposición, si bien se ha hecho con la mayor parte de la preferencia electoral, no tiene una propuesta política capaz de cautivar a los sectores populares o a quienes en el pasado votaron por el MAS. Por su parte, los candidatos provenientes del tronco del MAS, Eduardo del Castillo y Andrónico Rodríguez, no pueden separarse del lastre del mal gobierno de Arce y de las influencias del evismo. Rodríguez ha bajado en su preferencia electoral al 6% y Del Castillo no logra superar la barrera del 3%.
¿Qué configura este panorama? Por una parte, unas elecciones administradas por un TSE cuya baja credibilidad da lugar a todas las versiones de un posible fraude. Un gobierno nacional que ha dejado de timonear su gestión estatal. Una fragmentación política que hará que cada uno de los partidos tome una parte de la torta del poder político, sin que ninguno de ellos pueda liderar una política anticrisis por su bajo nivel de legitimidad política.
Todo este panorama hace prever el estallido de un conjunto de tensiones que el proceso electoral no podrá resolver.
 
 
 
 
 
APUNTES HACIA LAS ELECCIONES EN BOLIVIA
 
La Jornada de México (https://n9.cl/4oje1)
 
Evo Morales llegó a México en 2019 luego de que en Bolivia se instaló un gobierno de facto, producto de un golpe de Estado. Asilado, destituido y puesto en cuestión a pesar de haber liderado la presidencia con mayores logros sociales de la historia boliviana, Morales perdió la conducción de la cosa pública. Antes de su salida de Bolivia ya se contaban los muertos, heridos, torturados y vejados por el golpismo. Evo salió del país para salvar su vida y, buscando que, con su renuncia, dejaran de perseguir a sus hermanos, como él declaró públicamente en su última alocución presidencial.
Con Evo salieron de Bolivia sus principales colaboradores del Ejecutivo y algunos de sus operadores del Legislativo, entre los cuales me incluyo, amenazados de muerte por el golpismo. La dirigencia social sin cartera de Estado decidió quedarse en el país. Algunos miembros del denominado “Estado Mayor del Pueblo”, instancia máxima de coordinación entre el movimiento obrero y el indígena-campesino, capitularon muy temprano ante el gobierno de la golpista Jeanine Áñez y acudieron a Palacio Quemado al llamado de “diálogo” de Áñez cuando los cuerpos de las víctimas de las masacres de Sacaba y Senkata seguían tibios.
En México, Evo Morales ya no lograba que dirigentes ni ex autoridades le contestaran el teléfono. Pero hubo alguien que sí: Andrónico Rodríguez, la joven promesa del espacio sindical del que proviene Evo, su número dos en las federaciones de campesinos del trópico de Cochabamba, y a quien el Movimiento al Socialismo en pleno reconocía no sólo como el sucesor natural, si no como el mejor posible, pues combinaba la formación sindical con su licenciatura en ciencia política por la Universidad Pública.
Dato no menor: An drónico era en ese entonces el primer profesional de su familia.
Eso me lo dijo Evo antes de presentarme a Andrónico en 2017.
Pasaron los años. Cuando visité a Andrónico en su despacho en la presidencia del Senado, tras el retorno a la democracia en Bolivia, me comentó cómo vivió el golpe de Estado. Recién había cumplido 30 años cuando le tocó encabezar la resistencia de un país que sangraba.
“Se empezaron a despedir de mí, muchos me decían que se iban a meter al monte para que no los mataran; había lágrimas y miedo; veo a mi alrededor y casi no había gente. A unos metros había unos compañeros con cámaras y micrófonos que me miraban asombrados. ‘¿Qué me miran? No se queden ahí; vengan, entrevístenme.’ Empiezo a hablar y veo cómo poco a poco se van parando a mi lado los que se estaban yendo, empiezan a volver, primero siempre las compañeras valientes."
Esas declaraciones de Andrónico fueron vitales para la resistencia contra el golpismo. Ahí estaba él, con una gorra verde olivo que llevaba la imagen del Che Guevara, desde la coordinadora de las seis federaciones del Trópico de Cochabamba, su base sindical. Tras horas definitorias de silencio de las dirigencias políticas, él levantó la voz. Desde ese momento no dejó de recorrer los puntos de bloqueo, no perdió contacto con los territorios. Ni siquiera la pandemia, que se mezcló en Bolivia con la persecución de Áñez, lo recluyó.
De ahí que el ampliado del MAS en 2020 en Buenos Aires, con Morales a la cabeza, por entonces exiliado en Argentina, que definió la candidatura de Luis Arce a la presidencia, haya atravesado por un debate profundo en que muchas organizaciones sociales proponían a Andrónico para esa candidatura. El ampliado y su conductor, Evo, finalmente decantaron por Arce, pero Evo reconoció en el mismo discurso que Andrónico había logrado mayor apoyo y pidió paciencia a la juventud, por el bien mayor. La historia que sigue entre Morales y Arce ya es conocida.
Aun así, en medio del gobierno de facto y la pandemia, Andrónico recorrió el país en una campaña histórica. Nadie puede rebatir que Andrónico atendió las instrucciones del líder máximo del bloque popular, Evo, quien todavía estaba en Argentina.
A Evo el lawfare no le permite ser candidato para las elecciones de este 2025.
Tampoco le permitió al ecuatoriano Rafael Correa en su momento, o al brasilero Luiz Inácio Lula da Silva o la argentina Cristina Fernández. Pero, a diferencia de estos tres que militaron las campañas de sus compañeros, hoy Evo prefiere apostar al boicot de las elecciones en las que sí está corriendo Andrónico Rodríguez. La mesa de Morales decidió hacer campaña por el voto nulo, el que entre otras cosas puede devenir en mayor poder político para las derechas en el Legislativo.
Las cosas están así. Evo no corre en esta papeleta y Andrónico sí, siendo la opción electoral única que tiene el bloque popular para este domingo. Andrónico encabeza en estas elecciones una propuesta electoral intrépida, alejada del gobierno de crisis de Luis Arce y va acompañado en la vicepresidencia por la única mujer en la contienda electoral, Mariana Prado, ex ministra de Planificación de Evo y joven caracterizada principalmente por su experiencia en el ámbito económico. Su principal propuesta de gobierno es encarar la actual crisis, desde la izquierda, cuidando a los de abajo y gobernando con memoria.
Sí, lo lógico hubiera sido el apoyo contundente de Evo y de su irradiación a la única candidatura con capacidad de frenar a las derechas.
Las encuestas de los medios hegemónicos aún dicen que Andrónico no tiene chance. Pero los analistas más serios, aun los liberales, aseguran que la sociología del voto boliviano se les escapa a quienes decretan un triunfo magistral de la derecha y, por el contrario, aseguran que el bloque popular puede llegar a segunda vuelta, a pesar del flaco favor desde el evismo con la promoción del voto nulo.
Mientras, hablando bajito o en silencio, militantes del proceso de cambio de todos los rincones de Bolivia apuestan a no rendirse. Aunque puede llegar a ser muy pesado el dedo incriminador de un líder tan grande como Evo –que sin dificultad acusa de traición–, la voluntad de no perder lo ganado, en términos de igualdad social puede serlo aún más. Por si fuera poco, con la derecha gobernando Bolivia ahora sí por la vía democrática, y no como en 2019, se puede asegurar que estos caballeros medievales, patrones, cumplan con sus promesas de campaña: privatizarlo todo, ajustar en la base de la pirámide a los que menos tienen, entregar el litio boliviano y, cómo no, apresar a Evo.
Así, Bolivia elegirá lo que prefiera este 17 de agosto.
 
 
 
 
 
ANDREA BARRIENTOS SOBRE EL SOCIALISMO EN BOLIVIA: “NOS HA LLEVADO A UNA RUINA COMO MADURO EN VENEZUELA”
 
VPI Tv de Venezuela (https://n9.cl/qhj96v)
 
Andrea Barrientos, candidata a legisladora en Bolivia por la coalición Alianza Unidad, advirtió que el modelo impulsado por el Movimiento al Socialismo (MAS) “ha llevado al país a una ruina sistemática como hizo Maduro en Venezuela y antes Fidel y Díaz-Canel en Cuba”.
En una entrevista para el programa Esto es América de VPItv, la aspirante señaló que los bolivianos deben estar atentos para evitar que se repita en su país el deterioro político y económico que, a su juicio, se ha vivido en Venezuela. “Lo que me parece importante es marcar que no vaya a ser que nos pase lo que nos ha pasado en Venezuela”, expresó.
Barrientos dijo que su equipo trabaja para garantizar que las elecciones sean “lo más transparentes posible” y que mantendrán un “agudo control del voto” para evitar irregularidades. Sin embargo, manifestó preocupación por lo que considera una actitud pasiva del MAS en la recta final de la campaña, situación que calificó de “extraña” y que le genera “susceptibilidad”.
La candidata enfatizó que, pese a las dudas, no se puede actuar en base a especulaciones y que su prioridad es enfocarse en las necesidades de la gente. “Hoy es nuestro último día de campaña electoral y estamos 100% enfocados en resolver las solicitudes de la ciudadanía, en seguir escuchando”, afirmó.
Barrientos también destacó el recorrido de Samuel Doria Medina, candidato presidencial de su alianza, a lo largo de todo el país. Anunció que el cierre de campaña se realizará en la ciudad de El Alto y reiteró que su movimiento apuesta por una construcción política amplia e inclusiva.
Las elecciones en Bolivia entran este jueves en la etapa de silencio electoral, y Barrientos insistió en que el futuro del país depende de un voto informado y vigilante. “Hemos hecho un buen trabajo y estamos agradecidos con Cochabamba y con todo el país”, concluyó.
 
 
 
 
 
EVO MORALES Y EL RETO DE SOBREVIVIR A LA DEBACLE DE LA IZQUIERDA EN BOLIVIA
 
Radio Francia Internacional (https://n9.cl/pywa5)
 
El líder más influyente de Bolivia, excluido de los comicios y prófugo de la justica, Evo Morales enfrenta el desafío de sobrevivir políticamente al muy probable ascenso al poder de sus enconados adversarios de derecha.
Referente de la izquierda latinoamericana, el dirigente aimara de 65 años gobernó este país de 11,3 millones de habitantes en tres ocasiones entre 2006 y 2019.
En las elecciones generales de este domingo aspiraba a un cuarto mandato, pero un fallo judicial le cerró el paso al prohibir más de una reelección.
Mientras el país atraviesa una crisis económica, dos candidatos de derecha, el millonario Samuel Doria y el expresidente Jorge Quiroga (2001-2002), se perfilan en las encuestas para pasar a segunda vuelta.
Sin opciones de competir, sin candidatos que apadrinar y sin una bancada en el próximo parlamento, Morales ahora ve cómo el proyecto que creó y acaudilló por dos decádas está por derrumbarse.
Esta vez "Evo", como los bolivianos llaman a su primer presidente indígena, hace campaña por el voto nulo desde el Chapare, una región cocalera donde tiene su bastión más fiel.
"Nosotros no vamos a dar legitimidad a esa elección amañada", dice en una entrevista con la AFP. Atrincherado con una guardia campesina, se protege de una orden de captura por un caso de trata de una menor, que él niega.
Hoy está contra los cuerdas. Los candidatos favoritos prometen arrestarlo. Él asegura que no "escapará" a Cuba u a otro país aliado.
"Está enfermo de poder", critica Vania Salinas, una funcionaria municipal de La Paz de 42 años. "Ya tuvo su tiempo, ya no tiene que estar acá", agrega.
Su guerra durante meses por el control del Movimiento al Socialismo (MAS) con el presidente Luis Arce, cuya elección impulsó en 2020, le dejó más daños que victorias.
En febrero tuvo que renunciar al partido que lideró por 27 años.
"Un culto peligroso"
Doria Medina y Quiroga prometen cambios radicales al modelo económico de corte estatista que impulsaron Morales y Arce, ante la aguda crisis económica por la falta de dólares, que el gobierno agotó para sostener una onerosa política de subsidios a los combustibles.
Morales asegura que con sus partidarios dará la batalla "en las calles y en los caminos".
Fue su estrategia con Arce: bloqueos de carreteras que agudizaron la crisis económica y avivaron el descontento popular.
Santiago Siles, un trabajador parlamentario, reconoce que Morales logró equilibrar "la balanza social". Y eso es "lo triste, porque al pasar los años fue abusando de esa figura que tenía", añade.
Durante su gestión, redujo la pobreza de 60% a 37% y triplicó la producción interna. Aunque fue muy popular por sus logros, también cosechó rechazo al no respetar un referendo en 2016 que le prohibía participar en las elecciones de 2019.
Las ganó en medio de acusaciones de fraude y tuvo que exiliarse por un año en México y Argentina ante el estallido de una crisis social.
Evo Morales ostentó un liderazgo muy significativo, "pero lastimosamente no tuvo la mirada estratégica del repliegue en el momento oportuno", dice el sociólogo Juan Carlos Núñez, del centro de investigación Fundación Jubileo.
Y aunque Morales "está manchando su legado por querer regresar siempre" al poder, aún goza de una lealtad ciega en algunos sectores, explica el internacionalista Pablo Calderón, profesor de la Northeastern University de Londres.
"Es una figura tan grande en Bolivia, en Latinoamérica (...), que siempre va a tener sus seguidores, que le son fieles sin importar lo que pase. Y eso siempre es peligroso, es un culto a la personalidad", dice.
 
 
 
 
 
“NOS PROSCRIBIERON PARA ENTREGARLE BOLIVIA A LA DERECHA”
 
El senador Leonardo Loza, referente del espacio de Evo Morales, analiza las elecciones de este domingo, la “traición” de Andrónico Rodríguez y el futuro del país ante un eventual triunfo de la derecha. “El MAS está enterrado por culpa de este gobierno”, asegura.
 
Canal Abierto de Argentina (https://n9.cl/mtgzv)
 
Senador del Estado Plurinacional de Bolivia por Cochabamba, Leonardo Loza es uno de los hombres de mayor confianza de Evo Morales y también secretario Ejecutivo de la Federación de Comunidades Interculturales de Chimoré, una de las organizaciones que conforman el Pacto de Unidad campesino-indígena-originario. Esta coalición ha sido fundamental en la transformación del Estado boliviano al impulsar la participación de las mayorías históricamente sojuzgadas y excluidas por la República, los gobiernos oligárquicos y las dictaduras, avanzando hacia su inclusión como sujetos plenos de derecho durante los gobiernos del Movimiento Al Socialismo (MAS).
El Pacto de Unidad está conformado por la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), la Confederación Nacional de Mujeres Indígenas Originarias Campesinas de Bolivia “Bartolina Sisa”, la Confederación Sindical de Comunidades Interculturales de Bolivia (CSCIB), la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), y el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ).
¿Cómo califica la situación política en Bolivia hoy?
-Es la peor. Considero que nunca antes se había vivido una situación así, ni siquiera en tiempos de dictadura. No solo se está proscribiendo a personas, sino que también se está proscribiendo al movimiento indígena. Hay proscripciones abiertas contra organizaciones políticas con vigencia electoral en Bolivia. Son formas de dominación que se aplican al mejor estilo colonial.
El gobierno actual, por el simple hecho de querer proteger su mala gestión, su corrupción, su injusticia, ha decidido aplicar políticas de proscripción contra candidatos, organizaciones y partidos políticos. En ese marco, el gobierno allana el camino para que la derecha –yo diría la ultraderecha– vuelva al poder en Bolivia. Aquellos que fueron parte de dictaduras y de gobiernos neoliberales que privatizaron nuestros recursos naturales hoy nuevamente son candidatos. El gobierno tiene acuerdos con ellos, ha protagonizado y fabricado traiciones al interior del movimiento indígena, solo para afectar al hermano Evo Morales.
Bolivia está viviendo un momento muy particular. Tengo casi cuarenta años y nunca había visto unas elecciones bajo condiciones tan arbitrarias, tan injustas, tan poco transparentes. Todo ha sido preparado para volver a entregar Bolivia a quienes siempre nos robaron, y seguramente ese saqueo se consolidará con la enajenación de nuestros recursos naturales.
¿Y cuál va a ser la estrategia electoral? Porque ante la proscripción se fundó un nuevo instrumento político, pero el Tribunal Constitucional no aceptó esa candidatura. ¿La idea es ir hacia el voto nulo? ¿Habrá representación del “evismo” en la Asamblea Legislativa Plurinacional o la estrategia será también el voto nulo para esa instancia?
-Primero, nos robaron el MAS. Segundo, nos acercamos a varias organizaciones políticas con vigencia electoral, pero, solo por acordar con nosotros y proponer al hermano Evo como candidato, también fueron proscritas. Hasta hace pocos días teníamos alguna esperanza de, por lo menos, tener representación parlamentaria, pero, bajo chantajes, también bajaron esas candidaturas.
Entonces, ¿tampoco habrá representación de este movimiento político en el próximo periodo 2025-2030?
-Exactamente. A todos con quienes llegábamos a acuerdos, incluso para candidaturas uninominales, plurinominales, senadores o diputados, también los bajaron. Así que nuestra participación será nula en estas elecciones. Quizás con mucha pena decimos que no vamos a tener parlamentarios, pero sí vamos a tener la gran mayoría del pueblo de nuestro lado: batallando, luchando, peleando en las calles, en las plazas, donde sea. El pueblo lo tenemos. Somos mayoría. Si hoy preguntas en Bolivia “¿por quién quieren votar?”, seis o siete de cada diez te dirán: “Quiero votar por Evo Morales”. Esa gente va a seguir luchando. Como lo hicieron nuestros abuelos, ahora nos toca a los hijos. No nos vamos a regalar ni vender por un diputado o un senador.
Desde que se inició el proceso de cambio con la victoria de Evo Morales en 2005, el MAS tuvo o la mayoría o los dos tercios en la Asamblea Legislativa. Estamos hablando de un nuevo periodo, que además comenzará en el bicentenario de Bolivia, sin representación del movimiento campesino-indígena-originario. Es la anulación de una identidad política en el país.
-Totalmente. Es muy fuerte y muy grave lo que ha hecho el gobierno del señor Luis Arce. Nosotros no fuimos parte de la refundación de Bolivia y ahora, en el bicentenario, tampoco somos parte. Nos excluyeron a la fuerza, utilizando y manipulando a jueces y fiscales con mucho dinero, para proscribir al movimiento indígena. Eso ocurrió al mejor estilo colonial, neoliberal, extranjerizante: pisotearon nuestros derechos fundamentales.
Pero vamos a seguir en la batalla. El MAS está enterrado por culpa de este gobierno. Y puede desaparecer, porque el sistema electoral boliviano establece que si una sigla no alcanza el 3% de los votos, desaparece. El partido más importante del siglo XXI en Bolivia, el único con presencia nacional, puede desaparecer. Y todo por capricho del gobierno. Nosotros ya tenemos otro camino político. Hemos creado nuestra propia organización. Evo va a dar esa batalla. Nosotros vamos a dar esa batalla. El movimiento indígena-originario-campesino-popular no se va a rendir ni va a decir “hasta aquí llegamos”. Nuestra lucha no es por curules. Nuestra lucha es mucho más grande.
No puedo dejar de preguntarle por Andrónico Rodríguez. Era vicepresidente de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba y se lo señalaba como el sucesor de Evo, como parte del proceso de cambio. Pero ahora va con una candidatura propia. ¿Cómo se vive esto en esta cuna donde él se formó y fue hasta hace una semana el segundo de Evo?
-No solo se formó aquí: esta región lo formó y lo cuidó. Lamentablemente, él traicionó. Decidió, como cualquier vulgar neoliberal, venderse a los patrones de siempre, entregarse a los políticos tradicionales. Se fue. Pero nosotros no lo necesitamos.
Él intentó dividir al Trópico de Cochabamba, incluso a su federación –de la cual era ejecutivo hasta hace poco–, pero no lo logró. Fue apartado, expulsado, excluido. Para nosotros, Andrónico es solo otro político más, un vendido más, como los que siempre hubo en la historia indígena de nuestro país. Desde que llegaron los españoles, hubo indígenas que se fueron con los opresores. Y él está en esa misma bolsa. Traicionó.
En mi anterior visita titulé mi crónica “Fortaleza Trópico”, en referencia a este bastión de defensa de Evo Morales. Han sido años difíciles, pero podrían venir años aún más duros con la derecha en el poder. ¿Cuál es la estrategia para seguir protegiendo este espacio y al expresidente?
-No solo el Trópico de Cochabamba –del que también es parte nuestro hermano Evo– está atento. Toda Bolivia está atenta a cómo cuidarlo, cómo protegerlo. Quizás la geografía y las distancias impongan obstáculos, pero el pueblo boliviano está pendiente de su vida, tanto personal como política.
Hace veinte o treinta años, en esta región mataron a varios de nuestros hermanos por defender la vida, el territorio y la hoja de coca. Durante los catorce años del gobierno del hermano Evo, no hubo asesinatos; construimos hospitales, escuelas, puentes, carreteras. Ampliamos la frontera productiva. Pero en estos últimos cinco años hemos vivido una guerra judicial y mediática.
Sabemos que cualquiera de nosotros puede ser asesinado, secuestrado o desaparecer en cualquier momento. La vida del hermano Evo corre peligro. Pero estamos organizados y preparados, no solo en el Trópico, sino en todo el país.
 
 
 
 
 
BOLIVIA: DÉFICIT FISCAL SUPERA EL 10% Y RESERVAS INTERNACIONALES SE REDUJERON EN 85%
 
El financiamiento del Banco Central de Bolivia al sector público llega al 33% del PBI. La inflación de alimentos de Bolivia cerraría en alrededor del 30%, afectando principalmente a los hogares más vulnerables. La deuda pública se aproxima al tamaño del PBI y el déficit fiscal supera el 10%. Las reservas internacionales en divisas se redujeron 85% desde 2015.
 
Revista Economía de Colombia (https://n9.cl/3vjzb)
 
Bolivia enfrenta una creciente crisis económica, en el marco de las próximas elecciones generales del 17 de agosto. El país llega a esta cita electoral con inflación récord, déficit fiscal de dos dígitos y una aguda escasez de divisas, tras cerca de 20 años de políticas estatales intervencionistas y elevado gasto público.
La nacionalización del sector hidrocarburos en 2006 coincidió con un ciclo de altos precios internacionales que permitió un crecimiento promedio de 5.0% anual entre 2005 y 2014, acompañado de superávits fiscales. Sin embargo, desde 2015, la caída del precio del gas y la ausencia de inversión redujeron la producción en un promedio de 6.0% anual, llevando al país a importar hidrocarburos desde 2022. Como resultado, el crecimiento económico de la última década se redujo a la mitad.
En un clima de estatización poco favorable, la inversión privada ha mostrado una tendencia descendente desde hace casi dos décadas, representando apenas 42% de la inversión total entre 2007 y 2024, frente al 60% que registraba previamente. La inversión pública, impulsada por las rentas del gas natural en años previos, se viene ajustando a la baja desde 2017. Este escenario adverso ha llevado a Bolivia a acumular altos niveles de deuda y a sostener un déficit fiscal elevado.
Así, el deterioro fiscal es notorio: Bolivia acumula diez años consecutivos de déficit, que en 2024 alcanzó 10.3% del PBI. Además, la deuda pública se aproxima a igualar su PBI al alcanzar el 95% de este en 2024. Por ello, en un escenario de menores ingresos y mayores gastos, el Banco Central de Bolivia viene financiando crecientemente las operaciones de sector público no financiero, que al 2024 alcanzan el 33.8% del PBI boliviano.
En el frente externo, la situación de reservas internacionales es crítica. Desde 2015, estas se redujeron en 85%, como consecuencia de la estrategia de sostener un tipo de cambio fijo en un contexto de menores ingresos por hidrocarburos. Al primer trimestre del 2025, 95% del saldo en reservas corresponde a oro, lo que limita la capacidad de intervención cambiaria. Además, la escasez de divisas derivó en la aparición de un mercado paralelo en 2023, donde la cotización del dólar supera en más de 100% la tasa oficial.
Este escenario de reservas agotadas, subsidios insostenibles y presión cambiaria ha derivado en una inflación promedio de 17.5% en lo que va del 2025, con los precios de los alimentos creciendo en alrededor de 30%. El impacto recae con mayor fuerza sobre los hogares de menores ingresos, mientras el espacio fiscal para medidas de alivio es cada vez más limitado.
Hacia adelante, el FMI plantea que solo un programa integral de ajuste fiscal y liberalización monetaria permitiría a Bolivia recuperar gradualmente el crecimiento y moderar las presiones inflacionarias hacia 2030. Sin dichas reformas, el país enfrentará un prolongado periodo de bajo dinamismo económico, y vulnerabilidad macroeconómica y social.
Este análisis fue presentado por el Instituto Peruano de Economía (IPE) en el seminario virtual “Lecciones del modelo boliviano”, que contó con la participación de Diego Macera, director del IPE, y Luis Carlos Jemio, exministro de Hacienda de Bolivia. Durante su intervención, Jemio advirtió que Bolivia enfrenta hoy un escenario marcado por la escasez, tras el fin del periodo de bonanza de los hidrocarburos. La falta de divisas ha limitado la capacidad de importar productos esenciales como combustibles y medicamentos, lo que presiona al alza los precios y alimenta la preocupación por el costo de vida. A este panorama se suma la persistente informalidad: más del 80% de los trabajadores se desempeña en condiciones informales, en un contexto de continua caída de la inversión privada. El gran reto, señaló, es generar más empleo formal.
En el plano electoral, Jemio destacó que las encuestas sitúan a las dos fuerzas políticas con mayor intención de voto (Doria Medina y Quiroga) en una línea favorable a la economía de mercado. Esto anticipa que las próximas autoridades podrían impulsar un cambio profundo en la política económica, con un ajuste inevitable para estabilizar el país en los próximos años y enrumbarlo a un mayor desarrollo. No obstante, advirtió que, tras el ajuste, se requerirán medidas compensatorias para mitigar su impacto social. Si bien alcanzar la estabilidad económica es posible, el desafío de largo plazo seguirá siendo recuperar un crecimiento alto y sostenido.
Jemio concluyó su intervención indicando que el país de referencia para Bolivia debiera ser el Perú en términos de un manejo macroeconómico impecable y una apertura comercial importante. Además, recomendó al Perú a mantener ese modelo de desarrollo y evitar creer que el modelo boliviano es una referencia porque claramente no lo es.
 
 
 
 
 
CRISIS ECONÓMICA EN BOLIVIA, CONTRABANDO DE COMBUSTIBLES Y ALIMENTOS AFECTA A PERUANOS EN DESAGUADERO: “VIVIMOS CON MIEDO”
 
La devaluación de la moneda boliviana facilita que combustibles y alimentos subsidiados crucen ilegalmente la frontera hacia Perú
 
Infobae de Argentina (https://n9.cl/qxcv1c)
 
La profunda crisis económica de Bolivia está teniendo un impacto directo en la ciudad fronteriza de Desaguadero, donde peruanos y bolivianos conviven a ambos lados del puente internacional que separa a las dos localidades homónimas. Según informó la BBC, la inflación interanual en Bolivia alcanzó el 25 %, un alza que ha encarecido alimentos básicos como el aceite, el arroz, los huevos y el pollo, y que ha derivado en escasez en supermercados y mercados.
En el lado boliviano, los estantes vacíos y la sustitución de productos nacionales por importados más costosos se han vuelto una imagen frecuente. En La Paz, por ejemplo, hay supermercados donde los aceites europeos ocupan el espacio que antes tenía el producto local. Consumidores denuncian que en apenas una semana el precio de una botella de aceite pasó de 30 a 50 bolivianos. “Ya no se puede comprar nada, los precios están por las nubes”, lamenta una las compradoras para el citado medio.
Devaluación de la moneda boliviana
La falta de dólares es otro factor que agudiza la crisis. Según informó la BBC, en Desaguadero, Bolivia, se necesitan 14 bolivianos para comprar un dólar en el mercado paralelo, el doble del tipo de cambio oficial de 6,9 bolivianos fijado por el Banco Central de Bolivia. Este diferencial ha creado un incentivo para que muchos crucen hacia el lado peruano en busca de divisas, lo que alimenta un intenso comercio cambiario informal.
Basta con cruzar el puente internacional para encontrar en el lado peruano una fila de casas de cambio que aceptan bolivianos, soles, dólares e incluso euros. Frente a estos locales, cambistas ambulantes que atienden a clientes bajo el sol del mediodía.
En medio de la devaluación, esta actividad beneficia principalmente a intermediarios. “En general favorece a los comercializadores que aprovechan el diferencial de precios a través del arbitraje”, explicó a la BBC el economista peruano Gonzalo Tamayo. “El consumidor peruano posiblemente no obtenga una ventaja significativa”.
Escasez y contrabando
El combustible se ha convertido en otro foco de tensión. El precio de la gasolina en Bolivia es fijado por el gobierno en 3.74 bolivianos por litro, US$0,54 al tipo de cambio oficial, lo que equivale a apenas un cuarto de dólar al paralelo. En Perú, en cambio, el litro supera los US$1,05, lo que crea un fuerte incentivo para el contrabando a la inversa, como lo llama el presidente boliviano Luis Arce: productos subsidiados que son vendidos en el exterior a precios de mercado. El propio gobierno estima que casi el 30 % del combustible termina fuera de Bolivia por esta vía.
La escasez ha generado escenas de tensión, como la registrada en octubre pasado en una estación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) en Desaguadero. Olga Quispe, empleada del establecimiento, contó que, tras horas de fila, decenas de personas enfurecieron cuando se anunció el cierre. “Empezó a tirarme piedras… tuve que encerrarme en la oficina. Tuve miedo, mucho miedo a que prendieran fuego todo”, relató.
Transporte y comercio afectados
El transporte transfronterizo también ha sido golpeado. Transportistas como Policarpio Boya, que antes llevaban cargamentos de soya desde Santa Cruz hasta Lima, han dejado de cruzar porque “trabajar desde Bolivia para el exterior ya no es rentable”. Ahora limitan su ruta hasta la frontera, evitando pérdidas.
Por su parte, empresarios bolivianos sufren retrasos y sobrecostos por la falta de diésel y las trabas en el cruce. Esteban Eid, gerente de una empresa de materiales de construcción, afirma que no puede transportar todos sus pedidos desde Desaguadero debido a la escasez de combustible. “Si estuviera en mis manos vender la empresa e irme del país, lo haría. Los costos suben, no tenemos materia prima y cada vez son más las complicaciones en la frontera. Estamos, como empresarios, totalmente huérfanos”, declaró para el citado medio.
A la par, comerciantes peruanos aprovechan para vender en su territorio productos bolivianos que son escasos o más caros al otro lado del puente, como aceite de soya de Santa Cruz, que se ofrece en el sur de Perú al doble del precio que en La Paz.
Control militar y perspectivas
Para frenar el contrabando, el presidente Arce ordenó el despliegue de militares en Desaguadero. Sin embargo, la población local percibe que las medidas no han logrado controlar la situación. “Vivimos con miedo. Los militares no controlan la zona, la ciudad está dominada por los contrabandistas”, aseguró una comerciante boliviana.
De cara a las elecciones generales, economistas como Gonzalo Tamayo sostienen que una salida a la crisis de combustibles pasa por “eliminar los subsidios y liberalizar los precios”. Sin embargo, advierten que esta medida dependerá de la capacidad política del próximo presidente para manejar el ajuste. Mientras tanto, residentes como Quispe solo esperan que el panorama cambie: “Queremos que todo se normalice de una vez”.
 
 
 
 
 
LUIS ARCE ENTREGA EL LITIO BOLIVIANO A LOS RUSOS ANTES DE DEJAR EL PODER
 
El proceso para dejar con luz verde el acuerdo de casi 1000 millones de dólares con la empresa rusa Uranium One Group para la explotación del litio boliviano avanza en la Cámara de Diputados
 
Panam Post de Panamá (https://n9.cl/jwten)
 
Faltando apenas una semana para las elecciones presidenciales en Bolivia que definirán al sucesor de Luis Arce y tres meses para entregar oficialmente el cargo, el mandatario izquierdista intenta no dejar cuentas pendientes con sus aliados extranjeros. Antes de su salida, agiliza la aprobación del contrato que firmó en octubre del año pasado con la empresa rusa Uranium One Group para la explotación de litio durante al menos 22 años prorrogables.
El proceso para dejar con luz verde el acuerdo ya comenzó. La Comisión de Economía Plural de la Cámara de Diputados, compuesta por 15 parlamentarios afectos al gobierno, aprobó el documento que le permitirá a la compañía adscrita a la Corporación Estatal Rusa de Energía Atómica (Rosatom) producir 14000 toneladas de carbonato de litio anuales en el salar de Uyuni, en el departamento de Potosí, mediante la utilización de la tecnología EDL (Extracción Directa del Litio).
El acuerdo de Arce con la empresa rusa contempla una inversión de 970 millones de dólares para la implementación de una planta cerca del complejo de Llipi, que Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) tiene en la zona. Mientras, la compañía recuperará su inversión con contratos adicionales de operación, mantenimiento y comercialización.
¿Un contrato «a puerta cerrada»?
Las condiciones establecidas generan protestas. Las comunidades reclaman la aprobación «a puerta cerrada» e incluso una presunta compra de votos. Para el presidente del Comité Cívico Potosinista (Comcipo), Alberto Pérez, las decisiones sobre la explotación del litio boliviano debe tomarlas el nuevo parlamento.
Sin embargo, el presidente de la comisión de Economía Plural, el oficialista Hernán Hinojosa, ya anunció que el contrato que permitirá a la empresa rusa producir carbonato de litio en Bolivia pasará al pleno para su análisis y si es aprobado en esta instancia se remitirá luego al Senado.
Con esta negociación, Luis Arce sostiene que Bolivia elevará las exportaciones de litio a 5000 millones de dólares anuales, por encima de las ventas de gas, su principal recurso caído en crisis tras el cese de las inversiones para exploración de la industria. Con ese discurso matiza que Bolivia fue el país que menos exportó en el triángulo del litio que conforman también Chile y Argentina: solo 9,75 millones de dólares.
China en el negocio
Para ello, el mandatario boliviano también autorizó a YLB para firmar el pasado 26 de noviembre de 2024 un contrato con el consorcio chino Hong Kong CBC Investment Limited para instalar en el salar de Uyuni dos plantas más. Una de ellas será una salmuera residual, que en su primera fase producirá 10000 toneladas anuales con una tasa de recuperación mínima de 80 %. En la segunda fase, la producción debería subir a 15000 toneladas anuales adicionales.
La segunda planta será de EDL. En su primera fase deberá producir 25000 toneladas anuales de carbonato de litio grado batería, con una tasa mínima de recuperación de 80 %. Para la segunda fase, esta capacidad se mantiene. El plazo de vigencia del contrato, de aplicarse solo la primera fase, es de 36 años. Si se abarca la segunda fase rondará los 42 años.
Sobre la negociación hay cuestionamientos, considerando que en todos los escenarios de precios del litio, Hong Kong CBC Investment Limited siempre tendrá un mayor beneficio que YLB debido a que además de recuperar su inversión y sus costos de operación y mantenimiento recibirá; primero, 12 % de interés por su inversión inicial; segundo, 1700 dólares por tonelada de carbonato de litio; y tercero, 49 % de las utilidades, asegura un reporte reciente de Mongabay.
«Esta es la crónica de una tragedia anunciada. Un relato de errores y concesiones que parecen superar cualquier expectativa de entreguismo en la administración de los recursos naturales del país», dijo José Carlos Solón, sociólogo y director de la Fundación Solón, organización experta en derechos ambientales.
Con la entrega del litio boliviano que gestiona Arce para favorecer a Rusia, que ya benefició a China con la aprobación de su contrato en febrero en medio de acusaciones de sobornos, el país camina a su sexto intento de industrialización del «oro blanco». Ya lo intentó antes en cinco oportunidades desde 1975, pero todos esos ensayos fallaron por diversos motivos.
En esta oportunidad, los aliados escogidos generan preocupación. También está el riesgo ambiental que implica el negocio para el acceso al agua de las comunidades aledañas, un aspecto sobre el que aún no hay ningún estudio de factibilidad.
Pese a ello, el gobierno boliviano empezó con la perforación de 178 pozos de agua en zonas cercanas al salar de Uyuni para que funcione la planta piloto de producción de carbonato de litio en la comunidad de Llipi, pero dejó de operar ante los reclamos.
Una de las comunidades afectadas es Río Grande. Sus residentes están en contra del proyecto de litio porque temen quedarse sin agua, lo que afectaría a las actividades económicas de estas zonas, como la ganadería camélida, la producción de quinua y el propio turismo.
“Quieren llevar agua no solo a la planta de Llipi, sino también a las plantas que piensan construir con estos nuevos contratos. Una sobreexplotación nos dejaría prácticamente sin agua porque explotan las mismas que son para el consumo humano de Río Grande», asegura Donny Alí, dirigente comunal.
 
 
 
 
 
EL LITIO, LA PROMESA INCUMPLIDA QUE SE CONVIRTIÓ EN MONEDA DE CAMBIO ELECTORAL EN BOLIVIA
 
Al Navío de Venezuela (https://n9.cl/sqpqr)
 
El litio se ha convertido en moneda de cambio en las campañas electorales hacia los comicios generales en Bolivia, aunque es una industria que no logra despegar y están en la mira los polémicos contratos con empresas de China y Rusia por unos 2.000 millones de dólares que expertos advierten que no benefician al país.
Como en 2020, el litio boliviano estuvo nuevamente en el foco de las campañas para los comicios del 17 de agosto, entre ofertas consideradas superficiales por expertos y acusaciones de supuestos pactos con empresas extranjeras para entregarles el recurso a cambio de apoyo electoral.
A la par, en los últimos meses fueron constantes las peleas en el Legislativo por la aprobación de dos contratos para la explotación de litio cuestionados por la oposición y por el sector oficialista leal al expresidente Evo Morales (2006-2019), quien está distanciado del Gobierno de Luis Arce.
Según el Ejecutivo, Bolivia posee unas reservas de 23 millones de toneladas de litio, la mayoría en el salar de Uyuni en la región andina de Potosí, donde en 2023 se inauguró un complejo industrial estatal con una capacidad de producción de 15.000 toneladas anuales de carbonato de litio que funciona con un sistema de piscinas de evaporación.
José Carlos Solón, investigador de la privada Fundación Solón, explicó a EFE que el problema principal de la factibilidad del litio en el país es que tanto sus reservas como la técnica elegida inicialmente para su explotación «no son las mejores».
Puso como ejemplo el salar chileno de Atacama, donde extraer litio «es más sencillo» por las condiciones climáticas, lo que no ocurre en Uyuni que, además, «tiene una alta cantidad de magnesio» y separar ambos elementos supone «un desafío» científico e «ingenieril».
«Mala distribución»
A esto se suman los «defectos de diseño» hallados en algunas piscinas de la planta industrial, lo que impide su funcionamiento al 100 %.
El experto indicó que, si bien es normal que una industria tenga un periodo de adecuación para pasar «de cero a cien», en el caso boliviano la cifra para esta estabilización «no es tan favorable» y actualmente la producción es de 3.000 toneladas, «por debajo del 20 %» de su capacidad total.
La planta industrial fue un proyecto iniciado durante el Gobierno de Morales, mientras que Arce optó por la extracción directa del litio (EDL) para agilizar la anhelada industrialización.
Para esto, firmó contratos con la compañía china CBC y la rusa Uranium One Group, que hoy son motivo de discordia en el Legislativo y que, además, son rechazados por comunidades indígenas de Potosí porque no se les consultó previamente sobre estos proyectos, como mandan las normas.
Según Solón, lo establecido en estos contratos supone que Bolivia deberá pagar a las empresas «la inversión, los intereses», el costo operativo, la licencia de servicio, pero además tienen una mala distribución de las utilidades y carecen de estudios de impacto ambiental, entre otros.
Propuestas y análisis
Los candidatos que encabezan las encuestas, el empresario de centroderecha Samuel Doria Medina y el expresidente Jorge Tuto Quiroga (2001-2002), de derecha, coinciden en que primero deben conocer el estado real del proyecto de industrialización impulsado por Morales y Arce, para luego atraer inversión extranjera, una propuesta que se repite en otros programas de gobierno.
El candidato de centroderecha Manfred Reyes Villa propone la «venta anticipada» de la producción para conseguir 10.000 millones de dólares, y el de centro Rodrigo Paz Pereira plantea reestructurar la estatal Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) y el exoficialista Andrónico Rodríguez buscará alianzas con otros productores como Argentina y Chile.
Solón consideró que los candidatos «están muy lejos de comprender el desafío detrás del litio» y están «repitiendo esa intención generalizada de industrialización», pese a las experiencias de los últimos años «que muestran que esto es una tarea mucho más compleja».
«El litio se parece a una industria farmacéutica muy compleja, con muchos elementos que en el fondo plantean desafíos tecnológicos muy grandes, desafíos de inversión y de tiempos de implementación», indicó.
Dólares gracias al litio
Ante las ofertas de traer dólares al país gracias al litio, Solón mencionó que las perspectivas más moderadas hacia 2030 hablan de un precio de 15.000 a 17.000 dólares por tonelada.
Si se multiplica esa cifra por las 59.000 toneladas que sumarían la planta estatal y lo comprometido por las firmas extranjeras no se llega «para nada a una cifra similar a la del gas» natural, que hasta hace unos años fue el sustento de la economía boliviana, pero que entró en declive, apuntó.
«Es importante tener en perspectiva que el litio no es el gas, no nos va a salvar, nos puede quizás permitir diversificar, pero hay otros elementos que hay que observar para lograr pensar en qué es lo que se podría hacer si es que no hacemos más extractivismo», agregó.
 
 
 
 
 
BOLIVIA: EXPLOTACIÓN DE LITIO EN PAÍSES ALTOANDINOS TENDRÍA IMPACTOS DIRECTOS A LOS RECURSOS HÍDRICOS DE LA ZONA, AFIRMAN ONGS
 
Business-Human Rights.org (https://n9.cl/hhrk2)
 
En el lanzamiento del libro “Litio y derechos humanos en los salares altoandinos de Argentina, Bolivia y Chile”, observan que la explotación tiene un impacto fuertemente en el agua, lo que reduce la oferta, ya que la explotación de la materia prima implica muchos volúmenes de agua. La presentación se realizó ayer en Santiago de Chile, donde participaron representantes indígenas, así como delegados de entidades internacionales.
Ayer presentaron la publicación en Santiago de Chile, el Observatorio Ciudadano del vecino país, Federación Internacional por los Derechos Humanos (FIDH), Ciencias del Desarrollo (Cides) de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).
El representante del Observatorio Ciudadano, José Aylwin, en la presentación del documento, dijo que fueron motivados por una preocupación creciente de los impactos en los derechos humanos, la industria del litio en los salares de Argentina, Bolivia y Chile.
En cada país, una entidad desarrolló un trabajo, “en el caso del Celsi de Chile se dedicó a estudiar la reforma constitucional para incentivar la explotación del litio y el Cides de Bolivia sobre la gobernanza de la industria del litio”, explicó.
Sostuvo que hay clima creciente de inversiones público privadas en los salares altoandinos, que concentran casi la mitad de los recursos del litio en el mundo y un tercio de la producción.
Indicó que la crisis climática, más el acelerado proceso de inversiones, pueden tener un posible impacto en los derechos humanos y por ello hacen el seguimiento correspondiente de diversas materias.
Como es conocido, el litio es energía alternativa ante los fósiles. Expresó que hay 250 salares altoandinos en una región con una altura que oscila entre 2.000 a 4.000 metros sobre el nivel del mar, pero se debe tomar en cuenta la geografía humana anterior al descubrimiento de esta materia prima, pues 200 pueblos descendientes de culturas milenarias se acentaron.
Describió que el desarrollo de la industria del litio en Chile empezó en la década del 80 en Atacama, más tarde las inversiones extranjeras ingresaron a la región del Hombre Muerto en Jujuy, Argentina y más tarde se empezó en el Salar de Uyuni (Potosí), Bolivia.
“Identificados siete salares en producción y un centenar en exploración, así como capitales nacionales e internacionales en el proceso de explotación, pero también la intervención estatal en los países”, reflexionó…
 
 
 
PERCEPCIÓN DEMOCRÁTICA EN JÓVENES
 
Este insumo es una contribución que hacemos ambas instituciones, no sólo para fomentar el debate respecto a esta temática tan importante, sino también buscamos llamar la atención de diferentes sectores como partidos políticos u organizaciones de la sociedad civil, al peso democrático que tiene la generación joven boliviana.
 
Konrad-Adenauer-Stiftung e.V. (https://n9.cl/552e4)
 
Este año será de una crucial importancia para los bolivianos, pues celebramos no sólo el Bicentenario de la fundación de este país, pero también las elecciones generales, donde se elegirá el nuevo presidente, vicepresidente y las y los nuevos asambleístas plurinacionales que gobernaran el país por los futuros cinco años.
En estas elecciones, alrededor del 75% de los votantes tendrán entre 18 y 39 años. Esto signifi ca que los votantes jóvenes tienen un peso significativo en el proceso democrático. Teniendo esto en cuenta, como Fundación nos cuestionamos: ¿Cómo ven los jóvenes bolivianos su democracia? ¿Cuán políticos son? ¿Cuál es su grado de compromiso con la democracia?
Sobre los resultados que presenta este nuevo estudio, podemos observar que los resultados globales son parecidos a la tendencia que obtuvimos el año pasado, donde la encuesta se hizo sólo en dos municipios; sin embargo, encontramos ciertas particularidades por cada ciudad encuestada lo que en muchos casos hasta contradicciones con los resultados globales.
En conjunto, los datos recogidos nos muestran una imagen ambivalente de la generación joven y su visión de la democracia. La decepción generalizada se mezcla con la esperanza y la confi anza en que los jóvenes pueden marcar la diferencia mediante su participación en las elecciones. Es por esto que entendemos el rol predominante de la juventud en Bolivia y su relación con las distintas instituciones democráticas. 

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