Friday, November 25, 2022

BOLIVIA: EL CENSO, SANTA CRUZ Y LA VIOLENCIA

Desde el 22 de octubre se desarrollan en Santa Cruz, Bolivia, una serie de paros y bloqueos opositores. ¿Sabrá el bloque indígena y popular recrear la excepcionalidad que lo llevó al poder en 2005?

En cierta medida, la historia de Bolivia se pudiera narrar a partir de sus censos, no solo por el registro demográfico que representan sino por las disputas políticas que implicaron.
En lo que respecta a los poderes territoriales, el censo importa por las cuotas de representación parlamentaria en el Congreso y las partidas presupuestarias. La Constitución de 2009 y su impulso de descentralización territorial reforzaron estas cualidades autonómicas ligadas a los dineros de Estado.
El departamento de Santa Cruz es el de mayor crecimiento demográfico en lo que va de siglo XXI en Bolivia y en 2012 se proyectaba que sería el más poblado para 2022, cuando se pretendía realizar el duodécimo censo nacional. Esa planificación no se pudo cumplir por la crisis pandémica, en consecuencia, la disputa entre el gobierno de Santa Cruz y el nacional se dirime, en su superficie, en torno a la definición de la fecha final. De realizarse en 2023, como demanda Camacho, gobernador de Santa Cruz, los resultados — que se suponen favorables al departamento — se tendrían en cuenta para las elecciones de 2025. No sucedería así de realizarse el censo en 2024, como propone Arce. Para el gobierno nacional, por cuestiones técnicas y políticas, conviene el 2024. Pero los beneficios electorales y presupuestarios del censo no son tan relevantes. Se trata, ante todo, de una batalla política.
La disputa pone en disyuntiva una vez más la historia del proceso de cambio boliviano: ¿Quién vence? ¿Qué actor demuestra mayor capacidad política? y ¿Qué implicaciones tendrá el desenlace?
¿Por qué Santa Cruz?
Hasta la segunda mitad del siglo XX, Bolivia era el Altiplano y sus valles centrales adyacentes. Quechuas y aymaras, las poblaciones originarias mayoritarias, se establecieron en esta zona. La corona española impulsó la extracción minera en esta área, usando la mano de obra allí abundante. Las principales ciudades, en consecuencia, también se establecieron en los Andes. La república oligárquica no alteró esta disposición altiplano-céntrica de la demografía, la política y la economía bolivianas. Tanto es así que en un libro de 1925, El factor geográfico en la nacionalidad boliviana, Jaime Mendoza afirmaba que el núcleo de la nación era la meseta andina. El defecto geográfico era la falta de costas, perdidas en la Guerra del Pacífico contra Chile. Las tierras bajas del Este eran, para él, meras «prolongaciones» del macizo. Por ello la Guerra del Chaco (1932–1935) es recordada como un redescubrimiento del país, pues en la lucha contra Paraguay por territorios del Chaco se desplazaron grandes grupos humanos del Altiplano a las inhóspitas, agrestes y casi despobladas áreas del Oriente. La derrota final tuvo mucho que ver con el profundo desequilibrio entre las dos regiones.
El descubrimiento y explotación de hidrocarburos y la revolución de 1952 incorporaron al Oriente a la economía boliviana. En cuanto a revolución, mientras realizaba una reforma agraria en el Altiplano y los valles centrales, tendencias agraristas del MNR en alianza con intereses estadounidenses propiciaron inversiones dirigidas al desarrollo de la agricultura en el Este¹. Inicia así el capitalismo agrario en las tierras bajas, en particular las del Chaco, en torno a Santa Cruz, ciudad provinciana pero la más importante del Oriente. El ascenso del narcotráfico a partir de la década de 1970 será otra fuente de acumulación de capitales para estas tierras, donde se producían y comerciaban drogas hacia Brasil y Argentina. Este dinamismo económico ha sido ascendente: para el último cuarto del siglo XX Santa Cruz integraba la tríada de los departamentos más importantes de Bolivia, junto a La Paz y Cochabamba.
Como en otras realidades latinoamericanas, la amplitud geográfica del país suponía grandes distancias entre asentamientos humanos, lo cual funcionaba como base para los regionalismos y proyectos de Estado federado. Santa Cruz de la Sierra fue parte de esta tendencia nacida con la república. Sin embargo, el movimiento actual le debe mucho al dinamismo económico del departamento alcanzado en el siglo XX.
Su despertar político brota del vacío de autoridad estatal que provocó el ciclo insurreccional indígena-popular en Bolivia entre 2000 y 2005. Año clave fue el 2003, cuando Sánchez de Lozada es expulsado de la presidencia y la balanza se inclina en favor de los insurgentes. El anterior alineamiento entre los intereses de la oligarquía cruceña y el gobierno neoliberal central es uno de los puntos que el movimiento popular hará estallar.
Desde un escenario lejano a la insurrección altiplánica y de los valles, la oligarquía allí existente pronto hilvanó un proyecto político neoliberal-autonomista, por medio del Comité Cívico Pro Santa Cruz.
El triunfo electoral de los insurgentes, con Evo Morales a la cabeza, dio lugar a un nítido enfrentamiento entre el regionalismo oligárquico cruceño y el nacionalismo indígena y popular del nuevo bloque histórico. Desde 2006 varios procesos políticos han sido campo de batalla privilegiado de este conflicto, en particular el proceso constituyente, el golpe de 2019 y la actual pugna por el censo.
El proceso constituyente culminó en una gran victoria del bloque indígena popular. Pero otras crisis como la del TIPNIS² y el referéndum de 2016 que perdió Evo, terminaron en cierto empate de fuerzas no antagónico al dominio del MAS. El golpe de 2019, en cambio, fue una victoria de la oligarquía, para la cual el Comité Santa Cruz fue bastión de resistencia y base de operaciones. Es cierto que no supieron ni pudieron sostener su dominio ante las presiones del bloque indígena popular, que en 2020 restituyó la presidencia del MAS. Pero esto no borra de la memoria oligárquica el éxito del 2019, y ahora actualizan su capacidad política en contra del nuevo gobierno progresista y en torno a la disputa por el duodécimo censo nacional.
La violencia democrática
Si hay algo en común en la manera en que se proyectan acción y pensamiento en estos conflictos es que su horizonte es la democracia participativa y representativa. Su objeto de conquista es el aparato gubernativo en su heterogeneidad, es decir, desde sus dos conflictos fundamentales: el que ocurre entre federalismo y centralismo, y el que se dirime entre los partidos de clase y sus facciones.
Toda pugna está recubierta de un lenguaje legal, como si la legalidad fuese la fuente directa de la legitimidad.
En cuanto a los militares, la política real se mantiene en las sombras, en el reino de la conspiración. Es cierto que el MAS no logró crear un cuerpo militar nuevo, pero al menos ha logrado convertir al ejército y la policía en campos de batalla, divididos a lo interno entre lealtades jerárquicas, simbólicas o clientelares. En última instancia, no obstante, la memoria de este cuerpo represivo no dejaría de remitirlo a su historia sangrienta en contra del pueblo boliviano. Así lo confirma su toma de partido mayoritaria por la oligarquía durante el golpe de 2019. Pero entonces ambos bandos fueron débiles y a la larga el bloque indígena popular se impuso. Ahora los militares permanecen al margen, acaso a la espera de una evidencia irrefutable de los oligarcas, que el gobierno deberá evitar a toda costa. Entre tanto, el recurso a la violencia es respetuoso de la legalidad/legitimidad, opera con cautela y hasta discreción. Al parecer, su empleo asiduo no forma parte de la ética del gobierno.
Lo cierto es que aquí la coerción ha sido raquítica y la hegemonía ha sufrido de hipertrofia. En efecto, si en Bolivia hay un ejército permanente desplegado y en lucha es el de la sociedad civil. De este ejército civil forma parte no solo el poderoso Comité Pro Santa Cruz sino los potentes movimientos sociales que, en estrecha alianza con el gobierno, han sostenido el poder del bloque indígena popular. Y, como es de esperar, la relación Estado-movimientos sociales — que el MAS permite y sostiene — es asimétrica y hasta jerárquica, donde el gobierno tiene la primacía y la prioridad ante la urgencia de salvar lo conquistado. También en esta tupida trama de instituciones civiles la geopolítica opera en favor de la diferencia regional: la fuerza, extensión, pertenencia política y combatividad de los movimientos sociales del Altiplano y los valles centrales es incomparablemente superior a la que tienen en tierras bajas. Quiere esto decir que allí, en Santa Cruz, por tradición histórica y actualidad de las relaciones de fuerza, la oligarquía tiene las de vencer en la batalla civil. Pero hay una práctica política de los indígenas de tierras bajas que tiene una enseñanza geopolítica crucial: sus más relevantes victorias han implicado una marcha hacia La Paz, como si allí radicara el núcleo del Estado.
Las últimas noticias anuncian el dictamen de la mesa técnica de negociación interdepartamental, auspiciado por el gobierno. El censo será, según la mesa, en 2024. Antes del resultado se retiró la delegación de Santa Cruz, para escapar de la implicación vinculante del dictamen de la mesa, cuya composición prefiguraba un fallo en favor del MAS desde el principio. ¿Qué queda por hacer cuando se apuesta por el pacifismo de la democracia mientras otros explotan su lado violento?
Todo orden democrático se asienta sobre un momento originario de excepcionalidad, por lo cual el estado de excepción está en su fondo histórico.
Su forma no tiene por qué ser necesariamente militar o armada pero sí decididamente violenta o dictatorial. La oligarquía, por la tradición de dominación que ha acumulado en peligrosos sedimentos, ya ha sabido apelar a este lado oscuro de la democracia en otras ocasiones, con notable éxito en 2019. ¿Sabrá el bloque indígena popular repetir, cuando el momento lo exija, la excepcionalidad que lo llevó al poder en 2005? Mientras tanto, Camacho anuncia la continuidad del paro y el incremento de las presiones. La Tinta de Argentina (https://bit.ly/3Vnbn5a)
 
 
 
 
 
BOLIVIA, DIVIDIDA POR UN CENSO
 
Connectas Org. (https://bit.ly/3tY8qwh)
 
Santa Cruz se levantó por el aplazamiento del censo que le reconocería más escaños de cara a las elecciones de 2025. En respuesta, grupos oficialistas bloquearon ante la indiferencia de la Policía la segunda ciudad más importante del país. Detrás de todo, el Estado Plurinacional de Evo Morales está en entredicho. Análisis de una crisis existencial.
Pocas veces un país se ve gravemente afectado por la exigencia ciudadana de un empadronamiento poblacional, un trámite administrativo casi siempre rutinario. Pero en Bolivia, la situación política ha llegado a tal crispación, que esa es la causa que esgrimió un cabildo popular para decretar un paro indefinido en Santa Cruz, la región más próspera del país. Los participantes exigían al gobierno nacional realizar por tarde en 2023 el censo previsto para noviembre de este año, pero aplazado para 2024 debido supuestamente a las dificultades resultantes de la pandemia.
Ese asunto, en otras circunstancias anodino, resulta crucial pues de sus resultados depende garantizar la distribución de recursos y escaños antes de los comicios generales de 2025.
El paro indefinido, que se inició el 22 de octubre, recuerda a las autoridades nacionales el fantasma de la crisis política que terminó con la renuncia y salida del país del entonces presidente Evo Morales, quien se había reelegido en un certamen fuertemente cuestionado por denuncias de fraude electoral.
El gobierno de Luis Arce, miembro del partido de Morales, el Movimiento al Socialismo (MAS), acusa al comité cívico cruceño de usar el censo como un pretexto para movilizar a sus bases con el objetivo de desestabilizar al Gobierno mediante discursos regionalistas. El presidente en el discurso por el segundo aniversario de su llegada al poder, calificó la movilización como una “aventura golpista”.
Días después refirió que “un acto técnico como es un censo en ningún otro país se ha convertido en un pretexto político para desestabilizar a un gobierno y confrontar a la población”. Sus afines cerraron filas y señalaron que “los que promovieron el golpe de 2019 son los mismos que hoy se escudan en un censo para desestabilizar nuestra democracia”.
Si bien no es habitual que un país pare para exigir un empadronamiento, Santa Cruz argumenta la importancia de su reclamo. El censo en 2023 permitirá garantizar una nueva redistribución tributaria y de escaños antes de los comicios generales de 2025, pues si se hace en el segundo semestre de 2024, como dice el Gobierno, permanecerá vigente la distribución en base al censo nacional de 2012. De acuerdo con las proyecciones, Santa Cruz es la zona que más ha crecido en población en la última década, por lo que tendría tres diputados más. En ella se asienta la gran agroindustria exportadora nacional y las oficinas de las principales empresas privadas del país.
Sin embargo, el Gobierno relativiza la demanda cruceña y afirma que se trata de extranjeros, ‘croatas’ que se aprovechan de las tierras bolivianas. Ese apelativo generalizante se refiere a la importante cantidad de descendientes de inmigrantes de esa nacionalidad que hacen empresa en la región. En respuesta, mediante sus grupos afines este organizó un contrabloqueo en las principales rutas de acceso a la ciudad de Santa Cruz, lo que agravó más el desorden en una economía que apenas se venía recuperando de la pandemia. El máximo dirigente de los trabajadores, afín al Gobierno, dio un plazo de 72 horas para que los supuestos ‘croatas’ abandonen el país.
Pocas veces un país se ve gravemente afectado por la exigencia ciudadana de un empadronamiento poblacional, un trámite administrativo casi siempre rutinario. Pero en Bolivia, la situación política ha llegado a tal crispación, que esa es la causa que esgrimió un cabildo popular para decretar un paro indefinido en Santa Cruz, la región más próspera del país. Los participantes exigían al gobierno nacional realizar por tarde en 2023 el censo previsto para noviembre de este año, pero aplazado para 2024 debido supuestamente a las dificultades resultantes de la pandemia.
Ese asunto, en otras circunstancias anodino, resulta crucial pues de sus resultados depende garantizar la distribución de recursos y escaños antes de los comicios generales de 2025.
El paro indefinido, que se inició el 22 de octubre, recuerda a las autoridades nacionales el fantasma de la crisis política que terminó con la renuncia y salida del país del entonces presidente Evo Morales, quien se había reelegido en un certamen fuertemente cuestionado por denuncias de fraude electoral.
El gobierno de Luis Arce, miembro del partido de Morales, el Movimiento al Socialismo (MAS), acusa al comité cívico cruceño de usar el censo como un pretexto para movilizar a sus bases con el objetivo de desestabilizar al Gobierno mediante discursos regionalistas. El presidente en el discurso por el segundo aniversario de su llegada al poder, calificó la movilización como una “aventura golpista”.
Días después refirió que “un acto técnico como es un censo en ningún otro país se ha convertido en un pretexto político para desestabilizar a un gobierno y confrontar a la población”. Sus afines cerraron filas y señalaron que “los que promovieron el golpe de 2019 son los mismos que hoy se escudan en un censo para desestabilizar nuestra democracia”.
Si bien no es habitual que un país pare para exigir un empadronamiento, Santa Cruz argumenta la importancia de su reclamo. El censo en 2023 permitirá garantizar una nueva redistribución tributaria y de escaños antes de los comicios generales de 2025, pues si se hace en el segundo semestre de 2024, como dice el Gobierno, permanecerá vigente la distribución en base al censo nacional de 2012. De acuerdo con las proyecciones, Santa Cruz es la zona que más ha crecido en población en la última década, por lo que tendría tres diputados más. En ella se asienta la gran agroindustria exportadora nacional y las oficinas de las principales empresas privadas del país.
Sin embargo, el Gobierno relativiza la demanda cruceña y afirma que se trata de extranjeros, ‘croatas’ que se aprovechan de las tierras bolivianas. Ese apelativo generalizante se refiere a la importante cantidad de descendientes de inmigrantes de esa nacionalidad que hacen empresa en la región. En respuesta, mediante sus grupos afines este organizó un contrabloqueo en las principales rutas de acceso a la ciudad de Santa Cruz, lo que agravó más el desorden en una economía que apenas se venía recuperando de la pandemia. El máximo dirigente de los trabajadores, afín al Gobierno, dio un plazo de 72 horas para que los supuestos ‘croatas’ abandonen el país.
La mayoría de los cruceños no se sienten escuchados. Los cívicos ya aceptaron la fecha del censo para 2024, siempre que sea en el primer semestre, lo que daría tiempo para la redistribución de escaños. Pero también, en una movida preocupante, plantearon revisar la relación de Santa Cruz con el Gobierno central.
En efecto, el conflicto por el censo evidencia problemas de fondo no resueltos por el gobierno del MAS, que se han ido agudizando con el paso del tiempo. Para el abogado y político Germán Gutiérrez Gantier, el tema ha destapado los problemas pendientes de resolver en Bolivia, y así se defina la fecha para el censo en 2023 o en 2024 “otra suerte de conflictos va a aparecer en el escenario público y en la disputa política”. Uno de ellos es, y considerado el más importante, “revisar la relación de Santa Cruz con el Estado Plurinacional (creado por Morales) que no ha respondido a las grandes inquietudes ciudadanas y solo se ha convertido en un mecanismo de represión”.
Uno de los puntos de inflexión más importantes en esta crisis surgió cuando el régimen de Morales desconoció la voluntad popular de no permitir más postulaciones a su presidente. En febrero de 2016, Morales convocó a una consulta popular sobre una reforma a la Constitución que le permitiera ser candidato en 2019, y como resultado, más del 50 por ciento de la población rechazó esta posibilidad. Sin embargo, pese a que la Carta Política establece que una persona no puede gobernar por más de dos períodos consecutivos, el Tribunal Constitucional Plurinacional (dominado por el Ejecutivo) emitió un controversial fallo a favor del mandatario con el curioso argumento de que impedirle postularse vulneraría los derechos humanos de Morales, y lo habilitó por siempre.
Ante ese irrespeto de la voluntad popular, la frágil institucionalidad del país terminó resquebrajada por los tribunos. Desde entonces la crisis política fue en franco ascenso con manifestaciones callejeras año tras año hasta su máxima crispación en las elecciones de 2019. El entonces presidente Morales ganó supuestamente en esos comicios la que habría sido su tercera reelección. Pero en medio de fuertes protestas por fraude y de un paro cívico en Santa Cruz que duró 21 días, Morales renunció y dio paso al gobierno de Jeanine Añez, quien asumió por su posición en el orden sucesoral establecido en la Constitución.
A la larga, la Organización de Estados Americanos (OEA), sin declarar abiertamente el fraude, señaló las numerosas irregularidades del conteo. Tras 11 meses en el cargo, Añez convocó las elecciones a las que se había comprometido, en las que ganó Arce.
El politólogo Wim Kamerbeek consideró que lo que se ve en Bolivia es una acumulación de problemas irresueltos que están llevando a repensar el modelo de Estado, y que el del Estado Plurinacional, creado por Morales, “está en un proceso de agotamiento”.
Indicó que en la historia boliviana cada cierto tiempo hay cambios radicales de orden como el ocurrido en 1952 con la llegada del Movimiento Nacionalista Revolucionario al poder y luego con su caída en 1964; en 1982 con el retorno de la Democracia; en 2005 con el Movimiento Al Socialismo (MAS); es decir, “cada vez que hay ese tipo de cambios de orden es porque existe una acumulación de problemas que los gobiernos y los Estados no pueden solucionar”.
En el caso concreto del gobierno de Arce, también del MAS, Kamerbeek da cuenta de que esta administración no pudo resolver la crisis de 2019, que se mantiene vigente. El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), convocado por la OEA en acuerdo con el Gobierno, evaluó las causas y consecuencias del conflicto, pero sus recomendaciones no fueron aplicadas: combatir el racismo y la presencia de grupos parapoliciales, reformar  la Justicia y someter a un juicio y no a una venganza a los responsables de las muertes en la crisis política.
Arce en su discurso inaugural de noviembre de 2020 ofreció “poner fin al miedo en Bolivia” y dijo creer en la justicia y “no en fomentar un ambiente de resentimiento y de venganza que no respeta la diversidad de pensamiento, en donde ser de otro partido o color político te hace ser objeto de odio”. Sin embargo, el Gobierno sigue utilizando a la Policía, al Ministerio Público y a la Justicia para perseguir y encarcelar a los opositores, sobre todo a quienes participaron del gobierno de Transición de Áñez, presa desde hace más de un año.
Muestra de este desgaste del modelo del MAS es la división del propio partido que se ha cansado de la forma de liderazgo de Evo Morales, su actual presidente, señaló Gutiérrez. “Eso que aparecía como un modelo pétreo, como una conducción imposible de ser dividida, el día de hoy el MAS también empieza a tener estos efectos”.
En vísperas del paro, Arce y el jefe del MAS, Evo Morales, hicieron una tregua en su lucha intestina por sus posibles candidaturas a las elecciones de 2025. “Coincidimos en que defender nuestra revolución democrática cultural es defender nuestro instrumento político que es del pueblo”, tuiteó Morales luego de la reunión. Pero tras cada reunión entre ambos para “cohesionarse más”, el vínculo parece más resquebrajado.
“Obviamente este fraccionamiento también destruye un sistema político inaugurado por el Movimiento Al Socialismo con la Constitución de 2009, donde los partidos son reemplazados por los movimientos sociales haciendo que la conducción política de Bolivia sea casi sobre la base de un partido único y sin expresiones políticas diferentes”, apuntó Gutiérrez.
Cuestionó que el gobierno del MAS haya aplicado la diada “amigo-enemigo” donde quien no es de su ideología debe ser destruido. Recordó que en Bolivia este tipo de confrontación viene desde finales del primer gobierno de Morales, con un “modelo autoritario, con autoritarismo electoralizado” de democracia, que se ve disminuida en una permanente lucha de subsistencia, en la disputa democracia versus autoritarismo.
“Si la gente se movilizó en 2019 fue justamente en defensa de la democracia y en contra de este comportamiento fraudulento, autoritario del Movimiento Al Socialismo, ese es un tema de fondo”, afirmó.
Dijo que esta situación “nunca permitió construir una institucionalidad que le diera al país cierto orden” debido a que el MAS “no entiende lo que es construir institucionalidad por una razón básica: ellos no creen en los consensos, no creen en los acuerdos propios de la democracia, ellos creen en sistemas de imposición, donde no vale la Constitución ni las leyes porque la ley que vale es aquella que se impone en la lucha callejera”.
Coincidió con Kamerbeek en que el Estado Plurinacional está en crisis y que debe de afrontar un proceso en busca de un modelo sustitutivo alternativo. “Vamos a vivir, yo creo, y espero estar equivocado, una etapa todavía de caos, y una vez que se supera se aclararán las ideas; va a venir la probabilidad de un nuevo rearmado de estado de sociedad y del poder político”, dijo Gutiérrez.
Mientras tanto, para Kamerbeek el panorama es mucho más incierto. Dice que lo que ve “es casi un vacío porque hay una fragmentación del oficialismo y una oposición sumamente débil en el Legislativo”, que “más bien se concentra en comités cívicos, y tenemos una ciudadanía cada vez más agotada de sus políticas”.
Bolivia atraviesa, tal vez, sus horas más oscuras desde la dictadura militar. De cómo supere estas constantes crisis políticas dependerá el futuro de un país que, a pesar de todo, muestra una de las economías más estables de la región, con fuertes proyecciones al futuro.
 
 
 
 
 
UN MES DE PROTESTAS EN SANTA CRUZ: ¿POR QUÉ ARDE LA PRINCIPAL REGIÓN ECONÓMICA DE BOLIVIA?
 
France 24 (https://bit.ly/3U6z94j)
 
Desde el pasado 22 de octubre, diferentes sectores sociales, políticos y económicos del departamento de Santa Cruz, considerado como la "locomotora económica de Bolivia", iniciaron una huelga que evidenció la polarización y la división que vive el país, escenario de una serie de manifestaciones para exigir al presidente Luis Arce adelantar la realización del censo de población para el 2023, el cual estaba previsto para marzo del 2024. ¿Qué ocurre en Bolivia? Lo analizamos en este programa.
El censo que provocó la polémica busca hacer una actualización sobre la cantidad de habitantes del departamento de Santa Cruz, de esta manera, pueden ampliar los recursos económicos que reciben del Gobierno central, así como la representación en el Parlamento boliviano.
De acuerdo con la ley boliviana, cada 10 años debe ser realizado un censo de población y vivienda, el último fue hecho en el 2012, por lo cual los manifestantes criticaron la decisión del presidente Arce de realizar el censo hasta el 2024.
Considerado como el centro comercial de Bolivia, el departamento de Santa Cruz se destaca por su industria agropecuaria, forestal, minera y de hidrocarburos, además de ser el que más aporta al PIB del país.
Estas jornadas de protesta se han caracterizado por el bloqueo de las principales vías de Santa Cruz de la Sierra, la capital del departamento y el principal núcleo urbano del país, con una población de 2.3 millones de habitantes. 
¿Cuál es el trasfondo de estas manifestaciones? ¿Por qué el Gobierno insiste en hacer el censo en 2024? ¿Cuáles son sus argumentos? ¿Qué hay de los reclamos para volver a Bolivia un país federal? ¿Por qué esta región oriental del país ha mostrado su descontento con el centralismo?
En esta edición de El Debate discutimos sobre el panorama general de Bolivia tras un mes de protestas junto a nuestros invitados: 
- José Carlos Gutierrez, diputado de la coalición de oposición Creemos.
- Deisy Choque, diputada del Movimiento al Socialismo (MAS).
 
 
 
 
 
"NINGUNA MUJER EN BOLIVIA VA A DECIR QUE NO HA VIVIDO VIOLENCIA": EL MAPA DEL MACHISMO EN LATINOAMÉRICA
 
Bolivia es uno de los países con más violencia contra las mujeres. En muchos lugares, esta cuesta hasta el 3,7% del PIB nacional.
 
El Español de España (https://bit.ly/3U7p3jR)
 
La hija de Altagracia Pérez es superviviente de violencia sexual en el departamento de Madriz, en Nicaragua. Su tío político abusó de ella de pequeña, pero hasta hace poco no había sido capaz de contárselo a nadie. Durante años, vivió un verdadero infierno en la tierra sola; un dolor que había vivido en completo silencio.
Y cuando una llega a tal extremo, “no duerme, no le dan ganas de bañarse, ni de comer”, relata Pérez. Incluso piensa en suicidarse, en “dejar de existir para no sufrir”.
Cuando su hija confesó lo que le había ocurrido fue "desgarrador". El agresor, sin embargo, lo negó todo. Pero Pérez creía sin miramientos a su hija. “Era una persona que parecía confiable, era muy comunicativo. Por eso, ahora ya no acepto regalos de nadie, porque él siempre venía y me regalaba cosas”, cuenta.
Su historia es sólo una entre las de millones de personas que sufren violencia física o psicológica por el simple hecho de ser mujeres. Las estimaciones de mujeres que sufren violencia machista en el mundo son estremecedoras. Según calcula la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 3 mujeres de 15 años o más han experimentado violencia física, sexual o ambas al menos una vez en su vida.
La lista de datos resulta escalofriante e interminable: el 7% de las mujeres a nivel mundial han sido agredidas sexualmente por alguien que no sea su pareja; el 38% de los asesinatos de mujeres son perpetrados por una pareja íntima; 200 millones de mujeres han sufrido mutilación genial femenina…
Esta violencia de género sistemática no sólo resulta devastadora para las supervivientes y sus familias: el coste social y económico supone también un varapalo para las arcas públicas. En algunos países, según calcula el Banco Mundial, la violencia contra las mujeres cuesta hasta el 3,7% de su PIB nacional, más del doble del presupuesto que destina la mayoría de los gobiernos a educación.
Las leyes, el primer escudo
La legislación nacional suele ser el primer escudo para las víctimas de violencia de género y, en este aspecto, hay una luz al final del túnel en la mayor parte del mundo. Según un informe del Banco Mundial de 2020, al menos 155 países han aprobado leyes sobre violencia doméstica.
Sin embargo, otro gallo canta cuando vamos a la aplicación. Muchas mujeres y niñas aún ven limitado su acceso a la justicia y, en muchas ocasiones, cuesta horrores hacer cumplir estas leyes. Perú es ejemplo de ello, donde existen normativas para proteger a las mujeres, pero el sistema no funciona con la rapidez suficiente.
“En general, a nivel mundial, no es fácil denunciar, pero en el caso de países como Perú hay mucha burocracia, el sistema es muy lento”, explica Marisu Palacios Trigo, psicóloga comunitaria peruana especialista en Estudios de género y asesora nacional de género de la Fundación Ayuda en Acción.
El país andino tiene una de las tasas más altas de violencia de género del mundo. Según los datos oficiales nacionales, 7 de cada 10 mujeres adultas han sido víctima de violencia psicológica, física o sexual en algún momento de su vida.
Y cuando tienen que echar mano del sistema, en muchas ocasiones, arguye Palacios, “los funcionarios o las autoridades, que son quienes recogen las denuncias, no están bien preparados y suelen revictimizar, minimizar la denuncia o directamente culpar a las mujeres”. En octubre de 2022 ya se habían registrado 131 feminicidios en todo el país.
Otro problema adicional que se encuentran las mujeres peruanas es que muchas comunidades se encuentran muy lejos de los centros de denuncias. Y si encima "sienten que no van a recibir ayuda", que no las van a tratar bien o no van a aceptar su denuncia. “No sabemos bien si estas cifras realmente evidencian o visibilizan la magnitud de violencia que sufren las mujeres”, expresa la psicóloga.
Algo similar ocurre en Bolivia, uno de los países más desiguales, en los que la violencia machista parece, vistos los datos, campar casi a sus anchas: según UNICEF, 7,5 de cada 10 mujeres bolivianas han sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida. Además, alrededor de 100 mujeres sufren feminicidio en el país sudamericano.
"Ninguna mujer en Bolivia va a decir que no ha vivido violencia", sentencia Gladys Bolívar Baltazar, promotora comunitaria boliviana y fundadora del Club de Madres Barrial, un grupo local que ayuda a otras mujeres a formarse y conocer sus derechos. Ella es uno de los ejemplos de mujeres líderes en su país natal, que lucha, por su cuenta y riesgo, contra la violencia machista.
Bolívar explica que en Bolivia las promotoras comunitarias son, como ella, mujeres supervivientes que acompañan a sus "hermanas" víctimas de violencia machista en todo el proceso de denuncia y recuperación. Lo hacen, cuenta, sin recursos oficiales, a pesar de que su labor consiste en que la ley para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia (Ley 348) se implemente a efectos reales.  
Tanto Bolívar como su compañera Toribia Flores Willca, también promotora comunitaria en Bolivia y líder indígena aymara, denuncian que la ley existe, pero que no se implementa. Y es que, arguyen, a las autoridades gubernamentales "no les interesa".
Violencia machista en la política
Sobre esto, Flores sabe de lo que habla. Ella fue subalcaldesa del distrito indígena originario Camata Tipuhuaya del Municipio de Ayata y concejala del municipio de Ayata, provincia Muñecas, en Bolivia. En su puesto de representación pública, cuenta, sufrió violencia verbal y psicológica.
La violencia política, explica, está a la orden del día para las mujeres que intentan "ocupar espacios tradicionalmente reservados a los varones". La suya es una historia de acoso que le causó secuelas en su salud mental. Pero también es un relato de supervivencia, constancia y tenacidad.
Flores no desistió y demostró que el lugar de las mujeres –especialmente las indígenas originarias– también está en la vida pública y política. Para las dos activistas bolivianas, no hay mayor lucha contra el patriarcado que los actos de rebeldía. Y no hay mayor acto de rebeldía para una mujer en su país que ocupar un espacio visibile en la vida política.
A algunas, incluso, les ha costado su integridad física. Flores recuerda la agresión sufrida por su compañera política, Patricia Arce, alcaldesa de Vinto, en el departamento de Cochabamba, miembro del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido liderado por Evo Morales.
En 2019, tras las elecciones, una turba de manifestantes antigubernamentales sacó a la edil a la calle, la arrastró por el asfalto, la golpó con saña, la embadurnó con pintura roja y le cortó el pelo. Cuatro horas estuvo retenida Arce hasta que la policía la rescató.
Bolívar es rotunda y tiene claro el problema: "Los varones no aceptan que una mujer pueda tomar sus decisiones". Y mucho menos, añade Flores, que tome decisiones por su comunidad.
Sin embargo, una vez más, la batalla judicial y política para acabar contra las violencias machistas no es lo suficientemente rápida.
Por eso, Massiel Serrano sufrió el peor de los destinos por la falta de rapidez por parte de las autoridades. Su pareja la pegaba con frecuencia y un día su hermana Daykel la convenció para denunciar. Tras poner la denuncia, se dirigieron a medicina legal y un forense valoró los golpes.
Después tuvo que regresar a la comisaría para la valoración. “Lamentablemente, cayó en Semana Santa y la psicóloga no nos pudo atender porque había sufrido un asalto y andaba con los nervios a flor de piel. Entonces nos dijeron que nos esperásemos al lunes de pascua”, cuenta Daykel.
Fue demasiado tarde, su pareja y la madre de este terminaron por convencerla para volver a la casa de los horrores. El 19 de julio de ese mismo año, 2013, Massiel Serrano fue asesinada por Luis Andis Rivas, en Batahola Norte (Nicaragua) de un disparo en la cabeza.
Dar voz al silencio
En países como Perú, explica Palacios, la problemática de la violencia sigue viéndose como del ámbito privado y no como algo social. “Está normalizada y esto tiende a invisibilizar. Además, la crianza es muy estereotipada y eso se va reforzando a través de otros niveles como los educativos o los sociales”, añade.
La desigual distribución de las tareas del hogar puede, además, legitimar esta tendencia. En el caso de Perú, en el 82% de los hogares son las mujeres las que asumen la mayor cantidad de las tareas.
“Esto hace que las mujeres tengan menor autonomía económica y menos tiempo para profesionalizarse y desarrollarse integralmente. Es un círculo que termina redundando en violencia y no permite que las cosas cambien”, explica la psicóloga.
Flores cuenta que algo similar sucede en Bolivia. Es una batalla constante, explica, contra las tradiciones que, matice, crearon hace siglos hombre. Para hacer frente a la violencia, dice, lo mejor es seguir una máxima: "Agarremos la escoba y pongámonos a barrer la violencia". Así, sólo así, asegura, se podrán reclamar espacios como propios y conseguir independencia.
Precisamente para ello, Altagracia Pérez, ahora convertida en una líder de su comunidad de San Lucas (Nicaragua) en la lucha contra la violencia de género, ha decidido enseñar la importancia de denunciar. Para ella, muchas mujeres “no pueden abrir la boca, ni siquiera decir ‘me está pasando esto’”.
Abrir sus sentimientos y sus experiencias, sobre todo a la familia, puede ser una salida del laberinto. “Esas mujeres [víctimas de violencia] deben buscar ayuda de la familia. Muchas veces no se lo cuentan a la familia y tienen que contárselo para que las ayuden y las apoyen”, defiende Eva María Benavides, madre de Massiel Serrano.
Salir del círculo de violencia, no obstante, no siempre es un trabajo sencillo. “Llega un momento en el que el agresor te tiene tan amenazada que te estás creyendo todo. Te golpean y al momento te dicen te quiero”, señala Daykel, hermana de Massiel.
Pero dar voz al silencio y poner en manos de las víctimas las herramientas correctas para huir de su infierno, puede evitar casos tan trágicos como el de su hermana. Porque tal y como cuenta: “El que te ama no te va a dar un golpe, no te va a humillar. Y mucho menos te va a quitar tu vida”.
 
 
 
 
 
Apoyo al golpe contra Evo Morales
 
ARMAS A BOLIVIA: UNA CAUSA JUDICIAL EN LA QUE NADIE ES LLAMADO A DAR EXPLICACIONES
 
Hasta el 27 de diciembre continuarán con los testimonios. El ministro de Justicia Martín Soria denuncia que es un mecanismo para evitar citar a Mauricio Macri, Patricia Bullrich o el resto de los exfuncionarios imputados por contrabando agravado.
 
Página 12 de Argentina (https://bit.ly/3tYovSB)
 
Días atrás se cumplieron tres años desde que un contingente de gendarmes salió del país con la excusa de ir a custodiar la embajada argentina en La Paz después de que un golpe de Estado sacara del gobierno a Evo Morales. Dieciséis meses atrás, la administración de Alberto Fernández denunció que, en realidad, el traslado del Grupo Alacrán obedeció a la necesidad de poner balas en manos de las fuerzas que sofocaban cualquier resistencia al golpe en Bolivia. En la causa están imputados Mauricio Macri y la exministra de Seguridad Patricia Bullrich, entre muchos otros que integraron el gabinete cambiemita y los altos mandos de Gendarmería, pero, por el momento, nada apunta a que vayan a ser llamados a dar explicaciones ante los estrados judiciales. El juez a cargo del expediente, Alejandro Catania, tiene previsto continuar tomando declaraciones testimoniales hasta el 27 de diciembre próximo y ahora se centrará en los funcionarios de Aduana que intervinieron, de algún modo, en la salida del material bélico.
En las últimas semanas, Catania estuvo tomando declaraciones a los integrantes de la Fuerza Aérea Argentina (FAA) que estuvieron a bordo del Hércules C-130 que en la noche del 12 de noviembre de 2019 despegó desde la base aérea del Palomar con el primer contingente de gendarmes. Hay integrantes de la tripulación que no fueron llamados como testigos porque podrían resultar imputados en algún momento.
En el gobierno miran con atención esta causa, que se originó por una denuncia de tres funcionarios de primera línea y en la que están imputados Macri y varios de sus colaboradores más cercanos por contrabando agravado: Bullrich, Aguad, Peña, Faurie, el exembajador Normando Álvarez García, el exsecretario de Asuntos Estratégicos Fulvio Pompeo o el entonces jefe de la Gendarmería Gerardo Otero. Quienes siguen la causa sostienen que todo apunta hacia arriba, pero que nadie es llamado a dar explicaciones.
“Es el Partido Judicial en su máxima expresión”, protesta el ministro de Justicia Martín Soria. “En la causa por el contrabando de armas para apoyar el golpe en Bolivia, llevan un año y medio dando vueltas, inventando testimoniales para evitar avanzar sobre los funcionarios macristas que colaboraron con ese derrocamiento. Mientras que la causa por el atentado contra la vicepresidenta en dos meses la quieren elevar a juicio, pretenden cerrarla ya mismo para evitar avanzar sobre los vínculos cada vez más evidentes con lo peor del macrismo”, dice el funcionario. “Una causa que recién comienza quieren cerrarla rápidamente; la otra, a pesar de que sobran las pruebas, la estiran como un chicle. Es evidente que el objetivo del Partido Judicial, además de perseguir al peronismo, siempre será garantizar la impunidad de Macri y sus secuaces”, denuncia.
En la madrugada del 13 de noviembre de 2019, el avión llegó al hangar de los Diablos Negros. Allí, bajaron los gendarmes y la carga y subieron los parientes de los diplomáticos que buscaban regresar al país en medio de la violencia que se había desatado en Bolivia. Ese mismo día, según surge de la documentación aportada o encontrada en Bolivia, se repartieron las 70.000 balas 12/70 entre la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) y la policía local. La FAB se quedó con 40.000 cartuchos, como reveló este diario tras el hallazgo de una nota de agradecimiento por parte del comandante de ese cuerpo. Casi la totalidad del resto de las balas terminó en un almacén de la Policía Boliviana.
Originalmente, la Gendarmería no iba a llevar esas 70.000 balas a Bolivia. Un jefe pidió autorización a la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMaC) para llevarlas como “complemento”. La solicitud se hizo mientras en la Casa Rosada tenía lugar una reunión en el despacho de Marcos Peña en la que participaron tanto Bullrich como los jefes de las cuatro fuerzas de seguridad. Una vez concluido el encuentro, el jefe del Grupo Alacrán, Fabián Salas, avisó a la FAA que también llevarían ese material.
Uno de los testigos que dio un panorama general fue Oscar Alejandro Bassini, quien actualmente está retirado de la FAA. Bassini había sido agregado de la fuerza en La Paz entre 2017 y 2018. Por eso, fue elegido como tripulante especial para el vuelo. Según declaró, le avisaron en la tarde del 11 de noviembre que viajarían. El dato es relevante porque apunta hacia una irregularidad que tiene al excanciller Jorge Faurie como protagonista: el 12 de noviembre mandó una nota a Bullrich y al entonces ministro de Defensa Oscar Aguad pidiéndoles que enviaran una comitiva a Bolivia. La pregunta es cómo podía saber un tripulante que iba a viajar si el pedido se cursó después. La respuesta probablemente apunte a que se tomó la decisión política de enviar los gendarmes y las balas y después se armó el papelerío.
Bassini relató que en la tarde del 11 de noviembre se comunicaron con el agregado naval, Miguel Alonso, para avisarle que viajarían. Una teoría es que Alonso haya sido el enlace que pactó con la FAB la entrega de las balas mientras que el agregado de la Gendarmería, Adolfo Caliba, lo haya coordinado con la Policía Boliviana. Un empleado de la embajada argentina en La Paz incluso declaró que Alonso y Caliba mantuvieron un altercado cerca del hangar.
El descenso en Bolivia fue rápido. “Sin detención de motores”, precisó Bassini, según la declaración a la que accedió Página/12. Todo sucedió casi en penumbras.
Diego Abel Bortoli actuó como el primer operador de carga de vuelo. En el juzgado, Bortoli dijo que se hicieron trámites con la carga que bajaron del avión pero que no se hicieron ante la Aduana boliviana sino con la propia FAB. Cuando le preguntaron quién había dado la orden para hacerle entrega de la carga a la FAB, Bortoli respondió que la directiva provino del comandante de la aeronave.
El cabo Andrés Ignacio Bodes Solans es mecánico de mantenimiento del Hércules y viajó como apoyo técnico en el vuelo. Él fue el primero en bajar en Bolivia. Según el cabo, toda la carga se subió a un camión tipo Iveco chico, que estaba estacionado de culata. Hasta ahora, principalmente por documentación de las fuerzas bolivianas, se sabe que la FAB retiró su parte del cargamento del hangar.
 
 
 
 
 
¿GOBERNADOR AQUÍ, CACIQUE ALLÁ?
 
 “Quizás Morales tiene las cosas más claras, y podría estar viendo a un Puno bolivianizado, en cuanto runasurizado, como un aliado ideal en la marcha de La Paz hacia el océano Pacífico por territorio peruano, o que alguna vez lo fue”.
 
La República de Perú (https://bit.ly/3EAApa7)
 
El gobernador de Puno quiere sumar a esa región al Runasur de Evo Morales. Su argumento es que la zona, al ser originaria, tiene derecho a la autodeterminación, y por tanto a adherir políticamente al esquema del dirigente boliviano. El funcionario ha sido citado al Congreso para que explique ese planteamiento.
Runasur es un intento de relanzar el fracasado Unasur, esta vez no solo como una alianza de países sino además como un conglomerado de movimientos sociales. Con semejante proyecto, que desembocaría en una “América plurinacional”, Morales busca recuperar el brillo perdido en la escena continental.
Cuando el político boliviano llegó a Lima para vender su proyecto, el gobierno no hizo mucho caso. Pero el gobernador de Puno vio allí la posibilidad de unir su carreta a la del expresidente del vecino país. Más allá del vacilón ideológico, nunca ha podido explicar qué beneficios le traería a su región asociarse con el proyecto Morales.
Quizás Morales tiene las cosas más claras, y podría estar viendo a un Puno bolivianizado, en cuanto runasurizado, como un aliado ideal en la marcha de La Paz hacia el océano Pacífico por territorio peruano, o que alguna vez lo fue. Que sepamos, Germán Alejo no toca este tema en sus argumentaciones autodeterministas.
A pesar de una común pertenencia a la etnia aimara, a lo largo de la historia los altiplanos de Bolivia y Perú se han mantenido independientes de la política del país vecino, y constantes en su pertenencia a un Estado nacional. Solo fueron excepción los turbulentos 15 años de la Confederación Perú-Boliviana.
Al gobernador Alejo quizás no se le ocurre que uno de los efectos de dejar entrar a Bolivia en los asuntos políticos del Perú, del cual Puno es parte, sería propiciar que Chile haga lo mismo. Ahora que el Tribunal Constitucional le ha lavado la cara al evomoralismo de Pedro Castillo, tal vez el gobernador se siente tranquilo en su aventura.
Extraña situación en que un político cuestiona con argumentos antropológicos la ciudadanía peruana de los puneños, para llevarlos a asumir la membresía en el club político con que Morales buscará su regreso a la presidencia de su país. Con tales ideas, ¿qué hace Alejo ejerciendo un cargo tan occidental y republicano como el suyo?
 
 
 
 
 
600 CAMIONEROS BOLIVIANOS SE ENCUENTRAN SE ENCUENTRAN VARADOS EN ARICA PRODUCTO DEL PARO DE TRANSPORTISTAS EN CHILE
 
Mundo Marítimo de Chile (https://bit.ly/3EFcnL4)
 
Alrededor de 600 camioneros bolivianos, al menos un tercio de éstos transportando carga peligrosa de combustibles, se encuentran varados en tres distintos puntos de Arica, norte de Chile, como consecuencia del paro de los transportistas que comenzó el lunes 21 de noviembre. El bloqueo parcial se encuentra a la altura de la rotonda “Los Libertadores”, que conecta la Ruta 5 Norte con la internacional 11-Ch hacia Bolivia, informó La Estrella de Arica.
En detalle, los camiones están estacionados en: 1) El sector de la Plaza de Pasajes Chacalluta, ubicada en la ruta 5 Norte, en la salida norte de Arica, entre las rotondas Juan Guillen Canales y Los Libertadores. 2) La ruta 11-Ch, sector cercano al Cementerio Parque del Sendero de Arica. 3) El poblado de Poconchile, en el valle de Lluta.
El gobernador regional, Jorge Díaz, señaló que “hay muchos transportistas bolivianos que no tienen las condiciones de higiene ni las conexiones sanitarias y en la medida que van pasando las horas va aumentando la cantidad de camiones en este lugar. Eso implica que durante el día de ayer y hoy han pasado el paso Chungará más de 500 camiones que se encuentran en esta situación, pero además a eso hay que sumar los más de 130 camiones que han sido cargados desde el puerto de Arica y que no pueden salir desde la zona urbana de Arica en dirección hacia Bolivia”.
La cónsul de Bolivia en Arica, Geovanna Rodríguez, manifestó que “ahora vemos a nuestros compatriotas camiones que, ante las inclemencias, están a la intemperie, están sufriendo por [falta de] baños, por el aseo, es más, la comida. Nos decían que no pueden encontrar donde alimentarse. Para nosotros es una gran preocupación. Y también ver a los camioneros a la entrada de Lluta, que vienen ya cargados de combustible. Entonces esa es una gran peligrosidad también para la ciudadanía de Arica.
 
 
 
 
 
EN LOS ANDES BOLIVIANOS, LOS AGRICULTORES REZAN PARA QUE LLUEVA EN MEDIO DE LA SEQUÍA
 
Infobae de Argentina (https://bit.ly/3Ubtzxv)
 
En lo alto de las montañas de los Andes bolivianos, el agricultor Alberto Quispe tiene una cosa en su mente: la lluvia.
En la zona rural de Tihuanacu, 100 kilómetros al suroeste de la ciudad de La Paz, los lugareños dicen que esta temporada ha llovido poco, en medio de una sequía más amplia en las regiones andinas debido a un tercer fenómeno meteorológico consecutivo La Niña.
"Cuando levantamos las manos, pedimos que ya nos perdone Dios de nuestros pecados y para pedir que llueva para nuestros sembrados, porque en el campo no tenemos agua ni para el ganado", dijo Quispe, quien subió a las colinas con otros de su comunidad para orar por la lluvia.
Alrededor de Bolivia, muchas áreas han declarado una emergencia debido a la sequía, que el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología local espera dure hasta 2023, cuando la intensidad de La Niña comenzará a disminuir. Esto ha perjudicado a los agricultores y cultivos en Bolivia, pero también en los vecinos Argentina, Paraguay y Perú.
Quispe y otros subieron al cerro Lloco Iloco con su pastor evangélico para pedir lluvia tanto a Dios como a las deidades de la montaña, o Achachilas, dioses indígenas aymaras locales, arrodillados y levantando las manos al cielo.
Justo al otro lado de la frontera boliviana con Perú, la situación es similar.
"El sol está quemando, está muy fuerte. Uno ya ni puede caminar, el calor en el campo está peor todavía. Ni tampoco tenemos agua", dijo Rosa Sarmiento de Desaguadero en Perú, cerca de las orillas del lago Titicaca.
"Toda la gente está muy preocupada".
En las regiones andinas la sequía de los últimos años ha hecho que los niveles de los reservorios de agua disminuyan en lugares como Chile y que los glaciares importantes retrocedan. Cultivos como el trigo y la soja se han visto afectados, incluso en uno de los mayores exportadores globales de estos granos, Argentina.
En la comunidad Zapana Jayuma, en Bolivia, los campos áridos muestran signos de daño por el calor.
"La tierra está muy seca, ya no hemos podido sembrar papa, haba ni ocas", dijo Cecilia Aruquipa, de la comunidad gerente de la zona.
"El calor está muy fuerte y quemante, ya no se puede soportar. Es por eso que todos nos vamos a donde hay sombra". (Reporte de Mónica Machicao, escrito por Adam Jourdan y traducido por Daniel Ramos Editado por Nicolás Misculin)
 
 
 
 
 
¿QUÉ DIJO JESSICA NEWTON SOBRE LAS SUPUESTAS CRÍTICAS DE MISS BOLIVIA A ALESSIA ROVEGNO?
 
Jessica Newton, responsable del Miss Universo en Perú, se pronunció sobre la reciente polémica que involucró a Alessia Rovegno y a la reina de belleza de Bolivia Fernanda Pavisic.
 
La República de Perú (https://bit.ly/3U12yNf)
 
Alessia Rovegno volvió a ser protagonista de los principales portales de la farándula nacional luego de una polémica que también envolvía a la Miss Bolivia. Resulta que Fernanda Pavisic publicó en sus redes sociales un video en el que, supuestamente, se burla de la apariencia de otras competidoras del Miss Universo, por lo cual cientos usuarios la criticaron duramente.
Según estos comentarios, la reina de belleza también había dirigido sus burlas hacia la hija de Bárbara Cayo y hasta la llamó “transexual”. De momento, la representante peruana no se ha manifestado sobre el hecho, pero sí lo hizo su novio, Hugo García, y se sumó la organizadora de este tipo de eventos en nuestro país Jessica Newton.
Jessica Newton se pronuncia sobre caso de supuestas expresiones de Miss Bolivia
Mediante su cuenta de Instagram, la madre de Cassandra Sánchez aseguró que los supuestos insultos de Fernanda Pavisic contra la Miss Perú 2022 no fueron ciertos, ya que en el video nunca la menciona. Asimismo, lamentó que se difundan este tipo de noticias sin confirmarse con el fin de generar polémica.
“Buenos días, con relación a esto que acabo de colocar, sí, al generar noticias falsas… Quiero comentarles que la Miss Bolivia nunca hizo un comentario sobre Alessia Rovegno. He visto en varias noticias, en varios diarios, en la televisión, como si la Miss Bolivia hubiese hecho un comentario de Alessia”, inició.
“Esta chica (Miss Bolivia) fue parte de un video desafortunado, sí, pero en ningún momento en ese video —lo he visto completo— se menciona a Alessia Rovegno. Alguien que quería hacerle daño a Alessia utilizó a la Miss Bolivia y puso en su boca palabras que ella nunca, nunca mencionó, así que seamos responsables de no colocar cosas falsas en las redes, porque la sal y el azúcar se parecen mucho y son totalmente distintas”, agregó.
¿Qué dijo Hugo García sobre las críticas a Alessia Rovegno?
El chico reality fue consultado sobre estos comentarios y señaló que Alessia Rovegno está totalmente enfocada en el Miss Universo y que no toma en cuenta este tipo de hechos.
“No tengo nada que decir. Alessia está enfocada en ella, se está preparando bien (…). Más bien, que se prepare porque dará una buena pelea, nada más”, expresó para América TV.
 
 
 
 
 
ACTIVISMO DESDE LA COCINA CON EMILIANA QUISPE
 
La Voz de Galicia, España (https://bit.ly/3EAdYSI)
 
Las aulas del centro integrado de formación profesional (CIFP) Carlos Oroza de Pontevedra recibieron este jueves una visita especial. Fue la de la cocinera boliviana Emiliana Quispe, jefa de cocina del restaurante de Mujeres Creando. Desde el centro educativo ubicado en Montecelo apuntan que se trata de uno de los movimientos «más relevantes» en América Latina, tanto por su trabajo directo con mujeres víctimas de diversas violencias (sexual, económica o laboral, entre otras) como por su acción política y social en este campo.
Emiliana Quispe estuvo este jueves por la tarde en el Carlos Oroza, adonde regresará hoy. Responderá a las inquietudes del alumnado con respecto a su cocina, pero también sobre su activismo por las mujeres en Bolivia. La profesora María José Lores está detrás de esta actividad, que se programó coincidiendo con el 25N.
Desde el Carlos Oroza detallan que Emiliana Quispe fue la primera mujer graduada como chef por la escuela hostelera de La Paz. También es locutora de radio, donde presenta el programa Cocinera que da sabor a la vida en Radio Deseo. Desde las ondas comenta la historia de la gastronomía nacional, junto con recetas nutritivas que enseña a preparar con productos locales. Una de esas recetas bolivianas es la que envió a los estudiantes de cocina y pastelería del Oroza para su experimentación en los talleres del centro. Emiliana Quispe visitó Pontevedra de la mano de la oenegé Solidariedade Internacional y estuvo acompañada por dos representantes del colectivo feminista Mujeres Creando, Raiza Ceballos y Mayra Rojas.
 
 
 
 
 
VALLE DE LA LUNA, UN PAISAJE DE OTRO PLANETA EN BOLIVIA
 
Un extraño lugar semidesértico salpicado de picos rocosos, chimeneas y cactus que fue nombrado como Valle de la Luna por el propio Neil Armstrong.
 
Revista Voy de Viaje de Argentina (https://bit.ly/3i9hLP9)
 
Muy cerca de la ciudad de La Paz, en Bolivia, se encuentra el Valle de la Luna, un particular y poco conocido paisaje semidesértico salpicado de picos rocosos, chimeneas y cactus llamado así por Neil Armstrong.
A sólo 10 kilómetros de La Paz se encuentra el acceso al lugar, que parece salido de otro planeta. Se trata de una interesante formación geológica en un cerro que fue sufriendo efectos erosivos con el tiempo, generando como resultado texturas extrañas de conos y cráteres.
POR QUÉ SE LLAMA VALLE DE LA LUNA
Este atractivo natural fue bautizado como “Valle de la Luna” en el año 1969, cuando el propio astronauta Neil Armstrong –la primera persona en pisar la Luna– lo conoció durante su visita por el país y dijo que le recordaba a un valle lunar.
En concreto, el cerro es de arcilla, un material que contiene diferentes minerales que les dan a estos picos colores variados, pasando del blanquecino al violeta, con los más habituales marrones y rojizos.
QUÉ HACER EN EL VALLE DE LA LUNA
El Valle de la Luna se puede recorrer entero en unas dos horas. Existen una variedad de senderos para hacer a pie que llevan al corazón del valle, desde los cuales se pueden apreciar hermosas vistas del sitio y los alrededores.
Durante la estadía es posible observar cactus y vizcachas, entre otras especies típicas de la fauna y la flora andinas. Por otra parte, en el ingreso generalmente se encuentran personas con vestimentas típicas tocando instrumentos o haciendo rituales de ofrendas y agradecimiento a la tierra.
Al ser poco conocido por el turismo masivo, el Valle de la Luna es un lugar tranquilo que invita a la reflexión y a la conexión con la naturaleza. Además, es muy fácil llegar en colectivo desde La Paz, y es una buena manera de escaparse del ritmo de esa vibrante ciudad para conocer un paisaje surrealista.

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