LA SEQUÍA DEL LAGO POOPÓ EN BOLIVIA AMENAZA A UN MILENARIO PUEBLO INDÍGENA
La desaparición del segundo lago más grande
de Bolivia cambió el ecosistema, también la economía y los modos de vida de
cientos de indígenas del pueblo Uru, que vivió junto al Poopó incluso desde
antes del Imperio inca. ¿Cómo perciben su futuro?
"Cuando se fue el lago, me volvía
a mi casa arrastrando mi bote. Pero la comunidad estaba muy lejos. Así que lo
dejé ahí, le dije: 'Botecito: cuando vuelva el agua te voy a reparar y otra vez
vamos a pescar karachis y cazar pariguanas'. Y ya nunca más lo vi", se
lamentó Abdón Choque Flores, un joven del pueblo Uru, que ancestralmente vivió
junto al lago Poopó, en el departamento de Oruro. Era el segundo más grande de
Bolivia, pero acaba de secarse.
Para contar la historia del lago Poopó
es necesario empezar por la del Tauca: el paleolago que ocupó lo que hoy son
los departamentos de Oruro y Potosí. Tuvo su máxima extensión hace 16.000 años,
pero 2.000 más tarde se había secado. De su paso por el Altiplano hoy quedan el
lago Uru Uru, junto a la ciudad de Oruro —233 kilómetros al sur de La Paz—, los
salares de Coipasa, de Uyuni. Y el desaparecido Poopó.
La actividad humana también puso su
parte para eliminar el lago. Varios de los ríos que lo alimentaban fueron
desviados para llenar campos de cultivo o para que beba el ganado. En paralelo,
la actividad minera en la región andina contamina todos los recorridos
fluviales.
Por si fuera poco, está el cambio
climático. La humedad que generan los árboles de la Amazonía chocaba con las
montañas frías de los Andes y generaban lluvia. Pero la deforestación provoca
que no haya humedad, entonces no hay precipitaciones y los lagos se secan.
Los urus
El pueblo Uru es uno de los más
antiguos de Sudamérica. Aunque no está determinada su fecha de llegada, se sabe
que son anteriores a los pueblos Quechua, Aymara, incluso a los incas. Hay
varias versiones: que vienen de la Polinesia, que son una fracción del pueblo
Huarpe, de la actual Argentina, o —quizás la más razonable— que llegaron de la
Amazonía.
Durante cientos de años vivieron en el
lago, en una relación armónica y equilibrada. Los urus son pescadores y
cazadores. Cuando había agua, crecían las totoras, una planta acuática con la
cual construían balsas, sombreros y varios elementos de uso diario.
Cuando había agua la zona estaba
repleta de aves, que ponían huevos esenciales para la dieta de este pueblo, que
también tiene comunidades en Perú y en Chile. En Bolivia, quedan tres
poblaciones. Una de ellas es Puñaka, donde fue recibido Sputnik.
"Para cazar hay que ser un
atleta", contó Choque Flores. Atrapar las pesadas aves del lago exigía
meterse en el agua hasta la cintura y correr tras ellas durante dos kilómetros.
Hasta que se cansaban y se dejaban agarrar.
El joven, de 23 años, estaba sin
dormir. Fiel al estilo uru, se pasó toda la noche junto al río Desaguadero,
distante a una hora en moto de su comunidad. Volvió con una mochila repleta de
karachis y con una pariguana, que es como se llama al flamenco andino.
Choque contó que atraparlas es fácil.
Solamente hay que alumbrarles con la linterna a la cara y se quedan inmóviles.
Tata Rufino, padre de Abdón y alcalde comunal de Puñaka, comentó a Sputnik que
la carne de esa ave es similar a la de pollo. Además, extraen su grasa para
usarlas en tratamientos contra el reumatismo. Y utilizan sus plumas rosáceas
para tramar vestimentas.
En Puñaka, los Choque cuentan con un
museo de aves del lago, que tienen disecadas. Durante el recorrido, Abdón contó
que muchas de ellas ya no están. Se mudaron a un sitio con agua, la mayoría al
lago Titicaca, en La Paz.
Cementerio de botes
"He crecido aquí desde pequeño,
desde mis seis años. El lago era nuestra fuente de trabajo. Era muy lindo venir
con mis tíos, mis primos, a pescar por este lugar", contó Abdón a Sputnik.
El sitio, que puede ser cualquier otro en medio del otrora lago, es perfectamente
reconocible para él. Hasta este punto condujo su moto durante una hora desde
Puñaka, para mostrar el blanco cementerio de botes.
"Ver que año tras año se iba
secando... Lamentablemente duele", dijo el joven. Ancestralmente, los urus
vivieron de la caza y de la pesca. Sin el lago, su cultura peligra. "Era
nuestra fuente de trabajo. Pero viendo esta situación nos da tristeza. No
tenemos trabajo ni adónde ir", agregó.
Años atrás, en ese mismo sitio había
cuatro metros de agua. "En este lugar donde estamos sabíamos pescar
pejerreyes, karachi. Pero ahora no se puede, solo es tierra donde podemos
pisar. Es doloroso", aseguró.
"Abuelo tras abuelo, hijos,
nietos: todos hemos sido cazador-pescador. Pero ahora que no hay lago, buscamos
otras alternativas para poder trabajar. Eso sí: sin dejar de lado nuestra
historia, que está aquí", dijo sobre el recién inaugurado desierto salitroso.
Invariablemente, si se conversa con
cualquier uru no pasará mucho tiempo hasta que comience a quejarse de sus
vecinos, los aymaras. Se sienten invadidos por las comunidades cercanas de este
pueblo, mayoritario en el Altiplano.
"Los urus hemos venido del lago y
este lago es también nuestro territorio. Pero ahicito están los aymaras, los
quechuas, que se quieren adueñar del lago aunque esté seco, porque es tierra
también", evidenció Abdón. Y comentó que entre los urus existe el plan de
hacer ladrillos con la greda disponible en ciertos sectores de donde estaba el
agua.
También participa de un emprendimiento
de turismo comunitario en esta zona. Pero la pandemia de COVID-19 y el cierre
de las fronteras afectaron a este sector en todo el mundo.
Ríos cortados, lago seco
"Este era el segundo lago de
Bolivia. Pero las autoridades departamentales y municipales no hacen nada.
También está el efecto de los riegos: se cortan los ríos para dar a los
cultivos y al ganado. Entonces el lago Poopó ¿en qué queda?", dijo el
joven del pueblo Uru.
En la zona del lago persisten tres
comunidades uru: Puñaka en el municipio Poopó, Villa Ñeque en el municipio de
Challapata y Llapallapani, en Huari. La falta de agua, por consiguiente de
futuro, obligó a cientos de jóvenes de estas poblaciones a emigrar a las
ciudades o a centros mineros.
"Por trabajar vamos a donde sea.
Vamos a otros departamentos, así la cultura se va dejando. De tanta población
que éramos los urus, la gente se ha ido y ya no vuelve", dijo Choque
Flores.
Pero él no quiere irse: "Siempre
he sido de aquí y no quiero dejar. Mi meta es dar trabajo aquí en la comunidad
para los urus. Tener un circuito turístico, que los urus vendan sus productos
de aquí", se esperanzó el joven.
Aunque la realidad es bastante más dura
y muchos de estos formidables cazadores-pescadores terminan trabajando en las
minas, que abundan en esta zona.
"De los campos se han ido a los
centros mineros, tanto urus como aymaras. Ven que en la minería ganan más
rápido, pero es un trabajo explotador", consideró Abdón.
Además, "la minería dura un
tiempo. Se acaba el metal y ahí la dejan, también contaminan al lago
Poopó", fundamentalmente al Desaguadero, que fuera su principal afluente.
De este mismo río Abdón había traído los peces y la pariguana de la mañana. Por
consiguiente, los karachi estaban también contaminados. Pero sea como sea, hay
que alimentarse. Sputnik News de Rusia (https://bit.ly/3jNrg51)
NORTE SALTEÑO: ABRIERON UN PASO ILEGAL
DE VEHÍCULOS EN LA FRONTERA CON BOLIVIA
Medios del norte provincial señalan que
hay maquinaria de origen argentino «abriendo brecha para salir a Bolivia».
El Cuarto, Salto Diario de Argentina (https://bit.ly/2WZsjWF)
La denuncia realizada el jueves pasado
surgió por parte de los vecinos de «barrios colindantes a las quebradas
internacionales de Argentina y Bolivia», señala FM Alba, aunque no especifican
puntualmente de qué barrio se trata. Sí indicaron que desde ahí «maquinaria
argentina trabajaba sobre la Quebrada Internacional abriendo brecha para salir
a Bolivia». La finalidad sería allanar el camino para el paso de vehículos,
pues el cruce de la quebrada que separa un país del otro, ya se realiza
constantemente a pie y sin mayores inconvenientes.
La frontera a la que hacen referencia
es la que separa las ciudades de Salvador Mazza y San José de Pocitos, antesala
de Yacuiba, en Bolivia. Esta zona es conocida por el constante tráfico de todo
tipo de mercaderías y personas. Lugar donde ya pidieron mayores controles de la
gendarmería, pero eso no detuvo el movimiento entre las jurisdicciones vecinas.
Recordemos que el año pasado incluso
desmantelaron un sistema de mangueras y tubos mediante el cual traficaban
aceite a través de la quebrada. También estuvo el caso del camino clandestino
detrás del estadio deportivo en Pocitos y que unía el sector de barrio San José
Obrero (Bolivia) y paraje El Chorro (Argentina). «El sector se convirtió así en
un punto clandestino para el contrabando en frontera, incluyendo una aduana
paralela», indica la prensa del norte provincial.
VUELVEN INCENDIOS A AMENAZAR AL MAYOR
HUMEDAL ENTRE BRASIL, PARAGUAY Y BOLIVIA
La Vanguardia de México (https://bit.ly/38SVGMJ)
Un año después de haber devastado gran
parte del ecosistema, los incendios forestales vuelven a amenazar al Pantanal,
el mayor humedal del mundo que Brasil comparte con Paraguay y Bolivia, donde se
repiten nuevamente las escenas de animales rescatados o huyendo del fuego,
entre ellos el jaguar.
La maratónica faena de socorristas y
voluntarios, que desafían la toxicidad del humo, el intenso calor y el peligro
inminente de las llamas para retirar del peligro a especies animales cansadas
de huir, vuelve a preocupar a los ambientalistas y habitantes del estado de
Mato Grosso, una agrícola pero también selvática región del centro-occidente
brasileño, fronterizo con Bolivia y Paraguay.
La Carretera Parque Transpantaneira,
que, a pesar de rústica y dificultosa en varios de sus trechos, es una de las
rutas turísticas más visitadas por nacionales y extranjeros ansiosos de
registrar imágenes de aves exóticas, yacarés y hasta jaguares, volvió a quedar
desolada en el comienzo del mes.
Los datos del estatal Instituto Nacional
de Pesquisas Espaciales (INPE) indican que entre enero y agosto se registraron
en el Pantanal 2 mil 384 focos de incendio, un 76.5 % menos que en el mismo
período de 2020. También en el octavo mes, con mil 505 focos, se presentó una
disminución del 74.6% frente a agosto de 2020.
A pesar de la considerable reducción en
la comparación con 2020, las autoridades no vislumbran un panorama favorable al
comienzo del noveno mes, cuando la sequía es más intensa. Septiembre de 2020,
con 8 mil 106 focos de incendio, fue el peor mes en general y récord en la
medición estadística del INPE iniciada en 1998.
Las nubes de humo se esparcen por los
147 kilómetros de la carretera-parque que une la cabecera municipal de Poconé
con el distrito de Porto Jofre, donde está localizado el Parque Estadual
Encontro das Aguas, el mayor santuario de jaguares de Brasil.
Un portavoz del Cuerpo de Bomberos
indicó a Efe que el fuego en el refugio de los jaguares comenzó con una
tormenta eléctrica y un rayo que destruyó una torre de telefonía móvil,
provocando las llamas.
La Fuerza Nacional de Seguridad, un
grupo especializado de las Policías de elite de todo el país, fue desplazado
por el Ministerio de Justicia hasta Mato Grosso para ayudar en el combate de
los incendios y sumar así 4 mil efectivos de diferentes organismos de seguridad
y socorro, que cuentan con el apoyo de aeronaves cisterna.
ENCONTRARON A LA JOVEN ARGENTINA
DESAPARECIDA EN BOLIVIA: SU FAMILIA VIAJÓ A LA PAZ
Naiara Durán, de 23 años, estaba desaparecida desde la semana pasada,
cuando dejó a su hijo de 2 años en un hostel y no volvió. Estaba antes de que
desapareciera con un joven de Rosario a quien apunta la familia por el
episodio. Ambos tienen problemas de adicciones.
La Noticia 1 de Argentina (https://bit.ly/2X0xV3a)
La joven de 23 años desaparecida en La
Paz, Bolivia, fue hallada este lunes por la tarde, informaron sus familiares,
tras una jornada de búsqueda que incluyó una gran cantidad de sitios en la
capital del vecino país.
Naiara Durán, oriunda del partido
bonaerense de San Pedro, viajaba como mochilera desde octubre pasado junto a su
hijo, que el 21 de julio pasado cumplió 2 años. Su familia recibió un aviso
desde Bolivia porque la joven había dejado al niño en un hostel y desapareció
junto a un muchacho de Rosario, compañero de viaje a quien acusan de ser
responsable de su desaparición.
Desde que emprendió el viaje, Durán se
comunicaba habitualmente vía Facebook con su familia, especialmente con su
abuela Elsa, quien le había pedido que no dejara de conectarse y enviar
noticias sobre su paradero.
Sin embargo, desde que una mujer de
nombre Gladys se comunicó para informarle que el niño había quedado solo en un
hostel y que lo llevaron ante las autoridades bolivianas, que lo mantenían en
resguardo en una guardería, la situación se tornó complicada, por eso viajaron
la madre, un tío y el marido de la abuela.
Pasado el mediodía de este lunes, la
familia de Naiara Durán ya se había reencontrado con el niño y según informaron
a LaNoticia1.com estaban cerca de hacerlo con ella.
Ahora, la familia debe tramitar la
recuperación formal del niño de 2 años para regresar con ambos a la Argentina,
donde la joven deberá volver a someterse a algún tipo de tratamiento contra las
adicciones, puesto que la situación que derivó en su búsqueda está relacionada
con esa problemática.
Familiares de Naiara destacaron la
necesidad de que en el país haya espacios de contención y abordaje integral
para jóvenes con problemas serios de adicción como los que atraviesa ella, que
a pesar de haber pasado por centros de recuperación en su viaje volvió a recaer
en el consumo problemático de sustancias.
Naiara viajó desde Rosario con un joven
identificado como Mario Damian Gil. Fueron a Córdoba a Salta, de pueblo en
pueblo, como viajeros, y desde La Quiaca, Jujuy, cruzaron a Villazón, Bolivia,
desde donde arribaron a La Paz.
Ambos con problemas de adicciones,
tuvieron algunos episodios complicados. Él llegó a venderle el celular a ella
para comprar drogas. “No hay una persona con la que haya hablado que no me haya
dicho que es una porquería de tipo, que usa a las mujeres”, contaron familiares
de Naiara.
Ya habían tenido desconexión. Hace
alrededor de un mes, ella estuvo dos semanas sin conectarse. En julio, cuando
el niño cumplió dos años, la familia le había enviado dinero para la torta, que
el compañero de viaje también le habría robado para drogas.
En ese momento ella les pidió a sus
familiares que se queden tranquilos, que estaba bien. Pero hace poco más de una
semana le contó a su tía que se quería volver a San Pedro, que se había peleado
con su compañero de viaje y que querían que la fueran a buscar a La Quiaca.
Luego no volvió a comunicarse y en la familia creció la preocupación.
“Una mujer se conectó conmigo y me dijo
que estaba fumando pasta base y que estaba pesando 30 kilos, que la vayamos a
buscar”, contó la abuela de Naiara. La habían visto con el nene en brazos
revolviendo la basura para comer.
Naiara Durán tiene problemas de
adicciones desde adolescente. En los últimos años, la familia la ayudó a luchar
contra ese padecimiento. Estuvo internada en diversos centros de recuperación,
dentro y fuera de San Pedro.
En octubre del año pasado, cuando
decidió emprender el viaje, su plan era “cambiar de aire”, dejar el entorno que
la mantenía en el camino de las adicciones en la zona, y tratar de encauzar su
vida desde otro lugar.
Por eso viajaba con otros mochileros,
con malabaristas, trabajando de pueblo en pueblo en la calle, viviendo en
hostels, compartiendo la vida nómade de los artistas callejeros. Sin embargo,
la situación se complicó cuando las drogas volvieron a aparecer en el
recorrido.
“Hay que entender que estamos hablando
de una chica que tiene un problema de adicciones, que hay que ayudarla, tiene
que haber un centro donde se puedan tratar estos problemas porque Naiara es una
de las miles de chicas que están así”, señalaron desde la familia.
EL RESCATE A EVO MORALES
A las seis y media de la tarde del 10 de noviembre, la Fuerza Aérea
mexicana tenía ya lista una aeronave para volar a Bolivia.
Sin Embargo de México (https://bit.ly/3hadqbc)
A la mitad del camino (Planeta, 2021),
el nuevo libro del presidente de México, no es bueno ni malo. Es regular en su
fondo y en su forma. Es un conjunto de historias, en ocasiones pobremente
conectadas, de lo hecho por este gobierno, de lo que se trató de hacer y de lo
que no se hizo pero igual se presume. Se subrayan éxitos, se matizan errores y
se minimizan fracasos. No es un libro objetivo; tampoco tiene que serlo. Su
valor —su verdadero valor— lo definirán
los historiadores que, con mayor perspectiva que nosotros —pobres
contemporáneos— revisen el significado
real de lo que han sido estos tres primeros años de gobierno que, según mi
interpretación, todavía entendemos mal y poco.
En el libro uno reconoce los lugares
comunes a los que acude el presidente en sus discursos. Algunas narraciones son
previsibles. A veces no es necesario voltear la página para adivinar el
adjetivo que sigue o el sustantivo que falta. Hay párrafos que es mejor
saltarse porque parecen actualizaciones o simples refritos de Hacia una
economía moral (Planeta, 2019) o 2018 La Salida, decadencia y renacimiento de
México (Planeta, 2017), por nombrar solo dos de los últimos libros del actual
presidente López Obrador.
Dicho eso, A la mitad del camino ofrece algunas
sorpresas cuya lectura vale la pena. Está, por ejemplo, el testimonio desde
Palacio Nacional sobre lo acontecido durante el affaire Cienfuegos (se
reproduce la carta enviada por el ahora general retirado, escrita con su propia
mano y letra, al presidente de México); está, también, la narración sobre el
papel del “tema petrolero” en la la negociación del T-MEC, así como el relato
sobre la tensión generada por la amenaza del presidente Trump, en mayo de 2019,
de aplicar aranceles a las exportaciones mexicanas. Quienes lean A la mitad del
camino encontrarán algunos detalles, hasta ahora desconocidos, que quizás
ayuden a comprender las virtudes y errores del gobierno de la Cuarta
Transformación.
Hay, sin embargo, en el libro, una
cumbre: la narración de la operación fraguada por la Cancillería mexicana para
rescatar al presidente Evo Morales de Bolivia.
Un poco de contexto: el 20 de octubre
de 2019 se celebraron elecciones presidenciales en Bolivia. Evo Morales resultó
ganador por más de diez puntos porcentuales garantizando así su cuarto mandato
consecutivo. Sin pruebas en la mano, la oposición boliviana desconoció el
triunfo de Morales y sostuvo que las (pocas) irregularidades acontecidas
durante el proceso electoral constituían un fraude sistémico. Ello dio pie a
que algunos grupos opositores realizaran motines —en algunos casos apoyados o
directamente organizados por fuerzas policiales— para exigir la renuncia
inmediata de Morales. De forma irresponsable, la Organización de los Estados
Americanos (OEA), a través de su inefable secretario general, Luis Almagro,
avaló las denuncias de fraude y reclamó la repetición de las elecciones. La
situación terminó por desbordarse cuando el entonces comandante general de las
Fuerzas Armas de Bolivia “sugirió” al presidente Morales renunciar a la
presidencia y salir del país de forma inmediata. En cuestión de horas
comenzaron a difundirse rumores de que sus opositores buscaban, antes de que
fuese demasiado tarde, asesinar al ya ex presidente antes de que pudiese
escapar. En juego ya no solo estaba la presidencia de Evo Morales, sino su vida.
Ahí inicia el papel de México. López
Obrador se enteró de la renuncia de Evo Morales durante una gira por Bacalar,
Quintana Roo. Era la tarde del domingo 10 de noviembre de 2019. Antes de volar
a la Ciudad de México, pidió a Marcelo Ebrard realizar las gestiones
necesarias, en tándem con la Secretaría de la Defensa Nacional, para traer con
vida al depuesto presidente de Bolivia. Así inició una compleja negociación
internacional en la que, bajo el liderazgo de México, colaboraron los gobiernos
de Argentina, Paraguay y Perú para salvar a Evo Morales de una muerte
inminente.
La relatoría sobre la misión en
Bolivia, por parte de la Secretaría de la Defensa, es reproducida tal cual en A
mitad del camino y da cuenta del riesgo que corrieron los militares mexicanos,
así como el presidente Morales durante la operación. Aquí un breve resumen.
A las seis y media de la tarde del 10
de noviembre, apenas minutos después de que López Obrador hablara con el
Canciller, la Fuerza Aérea mexicana tenía ya lista una aeronave para volar a
Bolivia. A la tripulación se le informó en una frase el carácter de su misión:
“traer a salvo a México al señor Evo Morales”. Unas horas después, el avión
volaba.
Fueron muchos los escollos que tuvieron
que tuvieron que atravesar los tres militares y un civil que constituían la
tripulación del avión antes de llegar a Bolivia: complejos trámites para
utilizar el espacio aéreo de otros países, falta de gasolina y negativas del
Ejército boliviano para dejar entrar la nave a su país. El mayor problema, sin
embargo, llegó en el aeropuerto de Cochabamba, Bolivia, donde esperaban a la
aeronave mexicana, Evo Morales, el vicepresidente Álvaro García Linera y la
ministra de Salud Gabriel Montaño.
El ambiente en el aeropuerto de
Cochabamba era complejo. Ahí esperaban a los mexicanos personal armado y
vehículos artillados que se colocaron a ambos lados de la pista de despegue. A
pesar de que Evo Morales y sus acompañantes pudieron ingresar al avión tras
varias gestiones, los militares bolivianos hicieron todo lo posible para que no
despegara. El momento más crítico vino cuando, en las escalerillas del avión,
tres militares del ejército boliviano amenazaron y golpearon en el abdomen al
piloto para exigir que bajaran al presidente de forma inmediata. Al mismo tiempo, otro soldado más apuntaba al
avión con un arma larga.
Como si de una película de ficción se
tratara, el piloto mexicano —según la narración de la Secretaría de la Defensa
Nacional— se colocó “al pie de la escalera de acceso y le expresó que, conforme
a derecho internacional, toda aeronave, incluyendo la cabina de pasajeros, al
ostentar una identidad reconocible mediante los distintivos consistentes en la
leyenda Fuerza Aérea Mexicana a ambos lados del fuselaje junto con los
triángulos concéntricos con los colores de la bandera mexicana en las alas,
debería ser considerada como territorio mexicano, razón por la cual,
lamentablemente, no le sería posible consentir que pasaran a su interior…”.
Así, la débil, pero digna resistencia de
una persona desarmada, fue suficiente para impedir que a Evo Morales y a sus
acompañantes se les retirara del avión. Horas después, tras varias
conversaciones más, un general boliviano accedió a otorgar treinta minutos a la
delegación mexicana para abandonar el espacio aéreo boliviano “indicándole con
énfasis que él no respondería por la seguridad de los ocupantes ni por la
integridad de la aeronave”.
A las nueve de la noche con un minuto
del 11 de noviembre el avión mexicano despegó del aeropuerto de Cochabamba
rumbo a Asunción, Paraguay. Según su relato, el piloto logró observar una
estela luminosa similar a la característica de un cohete “cuando casi
alcanzaban 1500 pies sobre el terreno”. Según su hipótesis, podría haberse
tratado de un proyectil lanzado por la fuerza aérea boliviana.
El avión de la Fuerza Aérea Mexicana
aterrizó de vuelta en el Aeropuerto de la Ciudad de México unas treinta horas
después de comenzada la misión. Sus tripulantes no habían dormido. La misión,
sin embargo, se había cumplido: el presidente Evo Morales estaba a salvo. Lo
abrazaba una bandera mexicana de la que no despegó hasta horas después de
llegar a México.
Una cosa más llama la atención de este
capítulo de A la mitad del camino. En su relato, López Obrador no es indulgente
con Evo Morales y señala, con todas sus letras, que el ex presidente de Bolivia
no debió “insistir tantas veces en la reelección”. Lanza, además, una sentencia
categórica: “un dirigente no debe, en ninguna circunstancia, profesar demasiado
apego al poder”. Además, un par de comentarios dejan entrever que antes del
golpe de Estado de 2019 no había entre Morales y López Obrador una relación
cercana; menciona, por ejemplo, que cuando Evo Morales visitaba México “ni
siquiera dedicaba una llamada telefónica …”. Ello no borra, dice López Obrador,
ni lo mucho que hizo el dirigente del Movimiento al Socialismo (MAS) por su
pueblo ni justifica el golpe de Estado “llevado a cabo no por demócratas, sino
por ambiciosos y corruptos, defensores de intereses de grupo o de corporaciones
del extranjero”.
El rescate de Evo Morales y su
posterior asilo por razones humanitarias podrá parecer una anécdota. Sin
embargo, el relato cobra relevancia —o al menos otra dimensión— a la luz de la
decisión del gobierno mexicano por acoger, tan solo durante la última semana, a
más de 390 refugiados afganos —incluyendo 75 menores de edad. En ambos casos el
presidente y el Canciller de México mostraron liderazgo, intuición e
inteligencia; en ambos casos se hizo honor a la tradición en materia de
protección a asilados políticos de la que el Estado mexicano ha presumido con
justicia.
Ambos casos contrastan —también hay que
decirlo— con la falta de humanidad con la que nuestras instituciones tratan a
los migrantes centroamericanos que
intentan cruzar nuestra frontera sur para llegar a los Estados Unidos. Para
ellos —refugiados más pobres, menos mediáticos—
no hubo apenas espacio en A la mitad del Camino; ojalá si lo encuentren
en el siguiente libro del hoy presidente. Sería un éxito diplomático. Y
editorial.
AÚN CON DIFICULTADES DE EXTRACCIÓN,
CHINA APUESTA POR EL LITIO MEXICANO
El depósito de “oro blanco” más grande del país pasó a manos de la
minera china Ganfeng desde la inglesa Bacanora, luego de aumentar
sustancialmente su oferta inicial.
Arena Pública de México (https://bit.ly/3zUIZwQ)
Las minera Ganfeng Lithium adquirió el
yacimiento más grande de litio en México en un nuevo paso para controlar el
mercado energético del futuro.
Luego de aumentar su oferta de compra
inicial de 67 peniques por acción, un valor total de 365 millones de dólares,
hasta los 73.6 peniques por acción, total de 392 millones de dólares, Ganfeng
compró de manos de la inglesa Bacanora Lithium el yacimiento Sonora, el más
grande de México y uno de los mayores a nivel mundial.
Las negociaciones entre Ganfeng y
Bacanora se extendieron más de lo previsto. La oferta inicial fue emitida en
mayo, sin embargo, será hasta octubre que el yacimiento acabe de pasar a manos
de los chinos y hasta 2023 cuando comience la producción del sitio.
La insistencia de los empresarios
asiáticos se da debido a la importancia estratégica del bien. El litio es un
mineral no ferroso con un extenso uso en la industria de las baterías, desde celulares hasta autos
eléctricos por lo cual es considerado como uno de los mercados energéticos claves
del futuro y que las mineras no quieren desaprovechar.
En 2020 la entonces titular de
Economía, Graciela Márquez, advirtió que las proyecciones de inversionistas
mineros no consideraban que la mayoría del mineral está en tierras arcillosas,
para las cuales no existe en la actualidad un método industrial que permita
separar al litio de la arcilla, haciéndolo inútil comercialmente.
La respuesta temprana de la SE se debió
a la especulación en torno al tema. En
diciembre de 2019, un reporte de la firma Mining Technology señaló a México como la nación con los mayores
yacimientos de litio del mundo, cuyas
reservas probadas y probables sumaban 243.8 millones de toneladas.
Sin embargo, si bien las reservas son
mucho menores a las estimadas por Mining Technology, según un reporte del
Servicio Geológico de Estados Unidos, el yacimiento mexicano contaría con 1.7
millones de toneladas de reservas mineras de litio, lo que las convierte en las
décimas más grandes del mundo aunque muy por debajo de los 21 millones y 19.3
millones de toneladas existentes en Bolivia y Chile respectivamente.
De lado de Bacanora Lithium, la
decisión de vender la mina fue explicada en un documento interno, donde señaló
que la junta directiva “es consciente de los riesgos inherentes a empresas con
un solo activo y mayores en proyectos de desarrollo minero”.
El proyecto Sonora necesita una
inversión de más de 400 millones de dólares y de alta tecnología para extraer
litio de las rocas arcillosas, condiciones que solo Ganfeng, la productora de
litios más grande de China, puede cumplir.
Litio, entre explotación privada y
control gubernamental
A finales del año 2020, desde el Senado
de la República comenzó a fraguarse una iniciativa de nacionalización del “oro
blanco”.
El senador Alejandro Armenta Mier buscó
reformar el artículo 27 de la Constitución Política, para que al litio se le
considerará como propiedad exclusiva de la nación y una fuente de energía
estratégica para el desarrollo de nuestro país.
No obstante, luego de mantener una
serie de reuniones con la nueva titular de la SE, Tatiana Clouthier, el senador
Armenta declinó su intención a favor de una Ley regulatoria de la extracción e
incluso la creación de un Instituto Nacional del Litio, de manera similar a
como ocurre con el petróleo, en búsqueda de mayor participación privada en el
proceso de extracción.
Durante su visita de Estado, el
presidente de Bolivia, Luis Arce, el líder mundial del litio, declaró que
asesorará al gobierno mexicano en su intención por regular el mercado del
energético.
La importancia del litio es estratégica
para Latinoamérica, pues entre Bolivia, Chile, Perú y México controlan el 67%
de todas las reservas a nivel mundial (86 millones de toneladas), mientras que
China y Estados Unidos solo tienen 6% y 9.2% respectivamente.
Sin embargo, la mayoría de los estados
de la región no tienen capacidad técnica para explotar sus yacimientos, ni por
parte del gobierno ni por parte de las mineras nacionales por lo cual han
permitido la explotación extranjera, especialmente la china cuyo control sobre
la producción alcanza más de la mitad mundial.
En una nota de análisis de coyuntura,
el Centro Estratégico Latinoamericano de Análisis Geopolítico (CELAG) señaló
que existe preocupación por el incremento de capital chino en minería de litio
y su carácter estratégico a futuro lo que podría formar una disputa entre
potencias, como Estados Unidos.
El presidente de la Unión Americana,
Joe Biden incluso ha reconocido que China actualmente lidera la batalla por el
control del litio, por lo cual ha lanzado un programa de aseguramiento de
“minerales y materiales críticos” con el fin de reducir, como en el caso de los
semiconductores, su dependencia a los bienes chinos.
LA DICTADURA BOLIVIANA DEL SIGLO XXI
¿Cómo Bolivia –que en los 90s había alcanzado una madurez política y
democrática– acabó presa de una narcodictadura?
Panam Post de Panamá (https://bit.ly/3l6XCau)
Sábado 03 de septiembre, mientras la
prensa celebraba la llegada del mes aniversario de Cochabamba, el Gobierno
boliviano empezó una segunda ola de detenciones contra los miembros de la Resistencia
Juvenil Cochala –la agrupación que defendió la ciudad de los ataques masistas
en 2019–.
Lo llamativo de las detenciones fue la
forma. Ya que tumbaron puertas de ingreso, ni respetaron a los habitantes de la
casa, dos niños entre ellos. Ese método de represión sólo tiene un nombre:
dictadura.
Primero, porque sufrió el ataque de la
izquierda internacional reorganizada en el Foro de Sao Paulo. Segundo, porque
varios políticos oportunistas decidieron negociar con el diablo, Carlos Mesa y
Jorge Quiroga, por ejemplo. Sin embargo, mejor analicemos los detalles.
A finales de 1989 comenzó el derrumbe
del comunismo en Europa Oriental y en la Unión Soviética. Parecía que el
socialismo real –como se le llamó– era sólo un mal recuerdo. Fue entonces
cuando Francis Fukuyama se atrevió a lanzar su tesis sobre el «Fin de la
historia». Alegando que la lucha de las ideologías había finalizado, dando
lugar a que la democracia y el libre mercado se declaren triunfadores
definitivos. Por ende, se quedarían entre nosotros por los siglos de los
siglos.
Pero las izquierdas latinoamericanas no
pensaban como el profesor Fukuyama. Puesto que Fidel Castro decidió, junto con
el sindicalista brasileño Lula da Silva, lanzar una plataforma política para
reorganizar el socialismo en la región y, de esa manera, sustituir el subsidio
soviético.
Los marxistas tuvieron que dejar su
clásico discurso de la lucha de clases, para reemplazarlo por indigenismo,
feminismo, ambientalismo y una idealización romántica de la lucha por la hoja
de coca. Es este último elemento el que tomó Pablo Stefanoni para convertir a
un iletrado Evo Morales en el paladín de la defensa de la coca y la lucha por
la «liberación» de los pueblos indígenas –vericuetos semánticos para dotar un
aire revolucionario al tráfico de cocaína–.
Justamente, fue Evo Morales, en
compañía de otros revoltosos, quien a finales de los años 90 le declaró la
guerra al Estado boliviano. Contienda que tuvo en la caída de Gonzalo Sánchez
de Lozada su triunfo final, aunque ya antes había causado muertes en Cochabamba
con la denominada Guerra del agua de año 2000 y la Guerra de la coca de 2002.
Pero la caída de Sánchez de Lozada no
hubiera sido posible sin un actor importante: Carlos Mesa, que en ese momento
fungía como vicepresidente de la República.
Consta en los archivos de la prensa
boliviana que el 10 de octubre de 2003 Evo Morales difundía una carta que
decía: «Sucesión Constitucional ya ¡Carlos Mesa presidente!». Según el líder
cocalero esto debía hacerse para evitar el «entierro de la democracia», aunque
él y sus aliados eran los verdaderos enemigos de la institucionalidad
democrática.
La propuesto funcionó. Puesto que se
activo la fase intensiva de la insurrección. Y si algo dio impulso al plan para
tumbar al gringo, término despectivo usado por Morales y otros insurrectos, fue
la actitud de Carlos Mesa de desmarcarse del gobierno y posicionarse como
figura del recambio –una vil mentira para debilitar a Sánchez de Lozada–.
Con un ejecutivo debilitado, una ciudad
de La Paz totalmente asediada, y unas Fuerzas Armadas incapaces de garantizar
su seguridad, Sánchez de Lozada presentó su renuncia el 17 de octubre de 2003.
El Foro de Sao Paulo había tomado Bolivia, su segunda conquista después de
Venezuela.
Desde el inicio de su gestión, Carlos
Mesa proclamó que el suyo sería un «gobierno de ciudadanos». No obstante, sólo
fue el títere que necesitaba Evo Morales para llevar a cabo la agenda de
octubre. Y es que los nuevos detentadores del poder establecieron como
objetivos de la triunfante conspiración: la convocatoria a asamblea
constituyente, la nacionalización de hidrocarburos, la persecución al gobierno
derrocado, borrar a los partidos políticos y el antiimperialismo –aunque ellos
mismos se sometían al imperio del castrochavismo–.
Pero quien juega con fuego siempre se
quema. Por eso, una vez promulgada la ley 2631 de Reforma de la Constitución
Política del Estado el 20 de febrero de 2004, Evo Morales se preparó para
derrocar a Mesa y adelantar elecciones presidenciales. El plan resultó un
éxito, pues en diciembre de 2005 Evo ganaba las elecciones generales.
Evo Morales, como primer acto de su
gobierno, promulgó la ley 3464, de 6 de marzo de 2006, convocando a la Asamblea
Constituyente. Esta ley de convocatoria contiene disposiciones que también
fueron violadas. Por ejemplo: El Art. 6 estableció su sede en Sucre la capital
de la República, pero trasladaron su sala de sesiones a un cuartel y –luego de
la masacre de La Calancha ejecutada en Sucre por Evo Morales– la Asamblea
terminó en la ciudad de Oruro. El Art. 24 estableció la duración de la
Constituyente en «un periodo de sesiones continuo e ininterrumpido no menor a
seis meses ni mayor a un año calendario a partir de su instalación», y pasado
el año no había aprobado nada. Por lo tanto, había cesado en su competencia. El
Art. 25 establecía que «la Constituyente aprobará el texto de la Nueva
Constitución con dos tercios de votos». Empero el nuevo texto terminó siendo
redactado clandestinamente y aprobado por el Congreso Nacional, ignorando el de
la Constituyente.
Sin embargo, todas esas violaciones
fueron posibles gracias a dos aliados de la «oposición»: Jorge Quiroga y Samuel
Doria Medina ¿Razones para ese actuar? Puede que jamás las sepamos.
Con todos esos antecedentes, era más
que obvio que el cocalero no iba a aceptar los resultados del referéndum del 21
de febrero de 2016, y que iba a manipular la justicia para su reelección en
2019 –aunque posteriormente, producto de un inmenso fraude, tuvo que
renunciar–.
Tristemente, el gobierno de Jeanine
Añez se encontró con la pandemia del COVID y la corrupción de varios de sus
ministros. Debilidades que fueron usadas por el MAS para el retorno al poder.
Como vemos, Evo Morales no necesita
estar cerca de David Choquehuanca (actual vicepresidente de Bolivia y uno de
los rivales internos del jefazo cocalero). Puesto que Jorge Quiroga, Samuel
Doria Medina y Carlos Mesa son sus mejores aliados.
¡Bolivia, cómo dueles!
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