Thursday, March 17, 2022

EL RÍO BENI ENFERMA CON MERCURIO A INDÍGENAS DE BOLIVIA, INERMES ANTE LA MINERÍA

La intensidad del sol y la tranquilidad en esta comunidad amazónica, Eyiyo Quibo, del norte de Bolivia hacen que el tiempo se detenga. El sitio está lleno, aunque a ratos parece vacío, pues muchos se refugian en sus casas mientras hablamos con el representante de la comunidad bajo la sombra de unos árboles, entre perros cansados y niños desnudos.
La autoridad comunitaria habla del peligro que acecha a la población y que baja por el río desde el sur. A más de 100 kilómetros del lugar, se extrae oro con el uso de uno de los metales más tóxicos para el ser humano: el mercurio.
“Mi esposa me dice: ‘Si estoy enferma, estoy enferma, igual me tengo que morir de cualquier enfermedad. No puedo dejar de comer’. Cuando comenzó esto de la minería, ella tuvo más dolores. Tal vez es esto del consumo de pescado, antes no había eso”, dice Óscar Lurici, capitán grande de Eyiyo Quibo, una comunidad esse ejja en el norte del departamento de La Paz, en el límite con el de Beni y el ingreso del Parque Nacional Madidi.
Los indígenas esse ejja, antiguamente de cultura nómada, fueron conocidos desde siempre como gente del río. Ese era su territorio, las extensas riberas en el norte boliviano y el sur del Perú, para ir y venir como les diera la gana. Pero, eso cambió hace casi 30 años.
Forzados por la cultura sedentaria, algunos se asentaron en un área de ocho hectáreas al borde del río Beni, en el municipio paceño de San Buenaventura. Esto es Eyiyo Quibo.
Límite saludable
A principios de 2021, llegó a la comunidad un grupo de investigadores para conocer si el uso de mercurio en la extracción de oro río arriba tenía algún impacto en la población.
Los especialistas tomaron muestras de cabello a las mujeres en edad reproductiva y se sorprendieron al encontrar el elevado nivel en sus cuerpos de metilmercurio, un compuesto neurotóxico derivado del mercurio, el cual puede concentrarse en el organismo humano y adquirirse por el consumo de pescado contaminado, entre otros.
El límite “saludable” para metilmercurio en el cuerpo humano es de una parte por millón (1 ppm), pero 94 % de estas indígenas tenía niveles de metilmercurio por encima de ese límite; un caso incluso llegó a las 32 ppm.
Este estudio, de la Red Internacional de Eliminación de Contaminantes (Ipen, en inglés), se hizo en Brasil, Venezuela y Colombia, pero el caso de Bolivia fue el más preocupante. “Los niveles de la carga corporal del mercurio entre las mujeres en la comunidad son los más elevados que se hayan hallado en este estudio”, concluyó, en junio pasado.
Contaminados
El mercurio se usa para extraer oro del río. Pero, como los esse ejja no son mineros, se concluyó que fueron contaminados por consumir pescado, el cual a su vez se contamina por los desechos que la minería aurífera expulsa en los ríos.
Con ese nivel de contaminación, existe un riesgo alto de desarrollar problemas neurológicos, renales, disfunción cognitiva y motriz, ceguera, discapacidad del habla y daño cerebral, entre otras enfermedades. Pero, la principal preocupación es el daño que el mercurio en una mujer en etapa de gestación puede ocasionar en el feto.
“Mi sobrino me dijo que me voy a enfermar si sigo comiendo pescado contaminado. No sé como será, yo sigo comiendo nomás”, dice una mujer, mientras asa plátanos (bananos para cocinar) a la leña.
Ella prefiere el anonimato. Le detectaron 9,1 ppm de mercurio en su cuerpo. Al igual que el resto de los entrevistados en Eyiyo Quibo, recibió con resignación los resultados. ¿Qué pueden hacer al respecto? Están conscientes de que la minería aurífera río arriba no se detendrá porque está en manos de aliados del gobierno boliviano y no pueden dejar de consumir pescado, pues es la base de su alimentación.
En las poblaciones de Mapiri, Teoponte, Guanay, Tipuani y otras que están hacia el sur, y cuyos ríos desembocan en el río Beni, los cooperativistas mineros operan con poco o nulo control gubernamental, y lo hacen de la mano de capitales chinos.
Entre estas reflexiones de resignación, esta mujer de 58 años recuerda el pasado como mejor. “Nuestros padres iban de un lado a otro a lo largo del río. Un año en un lugar y, cuando se cansaban, subían a la canoa para irse a otro sitio. Yo iba con ellos”, cuenta.
Entonces, el pescado abundaba. Ahora, hay pocos peces en un río cada vez más enfermo.
Nadie sabe nada
Parado al lado del río Beni, en la orilla de Rurrenabaque, Osmilder Bedregal —pescador y dirigente de su gremio, además de heredero y empresario de un famoso restaurante— asegura que la pesca se redujo hasta en 60 % desde que él entró al rubro, hace casi 20 años. Ahora tiene 45 y le echa la culpa de esta carencia a la minería río arriba, donde se usa mercurio sin ningún control para facilitar la recolección de oro.
De visita en la Alcaldía de Rurrenabaque, un funcionario que está cerca a la puerta de ingreso expresa: “¡Uuuu, aquí estamos jodidos con eso!, no sé si sabes del estudio que ha salido recién y que los indígenas de aquí al frente están contaminados por mercurio. Yo no dejo que mi familia coma pescado. En unos años, toda esa gente tendrá cáncer, y nadie dice nada ni sabe nada. Pero, dejá que te lleve donde la persona a cargo”.
No obstante, en la Unidad de Medioambiente y Áridos no escucharon del estudio. Los alcaldes de Rurrenabaque y San Buenaventura, Elías Moreno y Luis Alberto Alipaz, respectivamente, tampoco se enteraron del informe del Ipen, que alerta sobre la posibilidad de que la contaminación por mercurio en otras poblaciones aledañas al río Beni sea similar.
La mala noticia tampoco llegó a los hospitales de ambos municipios, donde los médicos reportan que los casos más frecuentes que atienden son infecciones estomacales. Sin bien trataron pacientes con síntomas que pueden ser a causa de la alta exposición al mercurio, no hay certeza de ello.
“La gente sabe de esta contaminación, pero mientras no los mate al rato o no les haga daño al momento creen que es mentira”, explica el alcalde Alipaz, y reconoce que es hora de tomar acciones, porque el problema va en aumento.
Gobierno con pocas respuestas
El representante de la Coordinadora Nacional de Defensa de Territorios Indígenas Originarios Campesinos y Áreas Protegidas (Contiacap), Álex Villca —quien acompaña este recorrido—, lleva una lucha constante contra la contaminación por la minería en el norte boliviano.
Recuerda que desde 2016 comenzó a escuchar las consecuencias que traería para el norte de Bolivia la explotación de oro.
En 2019, en una travesía por el río Kaka, afluente que desemboca en el río Beni, encontró 12 dragas chinas y colombianas. Para 2021, el número subió a 60, afirma Villca.
Y alerta: “Si bien este problema se visibiliza, no hay una respuesta de las autoridades competentes. Las instituciones llamadas por ley para hacer algo brillan por su ausencia”.
El responsable del Programa Nacional de Gestión Ambiental del Ministerio de Salud, Alfredo Laime, dice estar consciente de la situación y que se trabaja al respecto. Cree que a partir de este diagnóstico general ahora se debe intervenir, aunque esto no sea tarea sencilla.
“Nuestra lucha al final es que se rechace el uso de mercurio en la minería”, afirma, consciente de que en esta decisión intervienen otros actores. Entre los principales están los cooperativistas mineros del norte paceño, aliados del gobierno, que, en marzo de este año, se opusieron a intentos legislativos para controlar y reducir el uso de mercurio en la minería aurífera.
El secretario general de la Federación Regional de Cooperativas Mineras Auríferas del Norte de La Paz, Rolando Zambrana, asegura que su sector está abierto a reemplazar el metal pesado por otras sustancias o técnicas para extraer oro que sean menos dañinas para el medioambiente y la salud. Sin embargo, admite que este reemplazo no será a corto plazo.
En 2013, Bolivia suscribió el Convenio de Minamata, que insta a los Estados firmantes a aplicar un Plan Nacional de Acción para reducir el uso de mercurio en sus territorios. Bolivia aún no concluyó su plan, porque el Gobierno no destinó recursos para este propósito.
Miroslava Castellón, responsable del Programa Nacional de Contaminantes Orgánicos Persistentes, dependiente del Ministerio de Medioambiente, explica que están en proceso de conseguir financiamiento externo para cumplir con esta obligación. Si todo sale según lo esperado, el plan para reducir el uso de mercurio debería implementarse en 2025.
Impotencia ante la fiebre del oro
“¿Acaso nosotros nomás consumimos pescado? Son cientos de comunidades a la orilla del río. Hace un tiempo, una madre quiso matar a su bebé porque se asustó al ver como nació, con una malformación en la cabeza. Más allá, hay una niña que no puede mantenerse de pie. Antes no habían estas cosas”, cuenta Óscar Lurici, el líder de Eyiyo Quibo, antes de llevarnos donde un anciano tendido en el suelo.
Ramuel Apolice, de 70 años, estaba rodeado de sus hijas y nietos, quienes desaparecieron ni bien nos vieron, dejándolo solo al lado de su silla de ruedas. Lo visible en él son dos protuberancias debajo de las rodillas y su incapacidad de mover las piernas, pero no se sabe qué tiene.
Y ni en este ni en ninguno de los otros casos mencionados por  Lurici se puede asegurar que las enfermedades sean por contaminación con mercurio. Lo único seguro es que el riesgo está presente.
Frente a Eyiyo Quibo está la isla donde hace tiempo solían vivir los esse ejja en sus constantes viajes nómadas por el río Beni. Eso fue hace 30 años, antes que un extranjero les comprara el terreno que ahora ocupan, donde el Gobierno les construyó casas de ladrillo y cemento pintado de azul en lugar de las de palo y hojas de plátano.
En una de estas casas vive Elva Roca, de 34 años, con 10 ppm de mercurio en su cuerpo. Sentada en el patio de arena, observa a sus hijos desnudos bañarse en la pileta de agua. Resignada, dice: “Sabemos que, por los mineros, los pescados se infectan más y con el tiempo será peor, pero sólo Dios sabe qué pasará, pues”. IPS Noticias de México (https://bit.ly/3icKH5J)
 
 
 
 
 
CONSTRUCCIONES ILEGALES DE COLONIA MENONITA AFECTAN ÁREA PROTEGIDA Y HUMEDAL RAMSAR EN BOLIVIA
 
Los menonitas deforestaron cerca de 3000 hectáreas para abrir una vía y luego construyeron un puente de 150 metros de largo sobre el río Parapetí, afectando a los Bañados del Izozop y al parque nacional Kaa Iyay. Ninguna de estas obras, que iniciaron en 2020, tiene permisos ambientales. Nadie las frenó pero las autoridades nacional, regional y local se lavan las manos.
 
https://bit.ly/3InEpuy
 
Todo empezó en octubre de 2020. Una colonia menonita en Bolivia inició una gran depredación de bosque en suelo boliviano. Varios tractores iban derribando árboles para lograr un camino recto con la meta de llegar a las orillas del río Parapetí, en plena tierra chaqueña del departamento de Santa Cruz. El objetivo de la vía era llegar a un puente de acero que se construyó silenciosamente durante un año, sin permiso de ninguna autoridad y sin el obligatorio estudio de impacto ambiental. Esta obra, realizada por una colonia menonita, tiene el apoyo de pocos indígenas guaraníes pero ha sumados nuevas preocupaciones a los ambientalistas: aumento de la deforestación, la caza de animales silvestres, el cambio de uso de suelos y la afectación de 7000 hectáreas al interior de los Bañados de Izozog, que junto al río Parapetí, es un humedal catalogado como sitio RAMSAR.
La revista Nómadas de Bolivia llegó en enero de este año a la comunidad Cuarirenda y descubrió que el puente ya se había levantado encima del río Parapetí. El medio boliviano comprobó que la inversión fue hecha por los menonitas.
Mongabay Latam llegó a la zona después de la revelación. Allí habita una comunidad indígena guaraní y es en ese lugar donde los menonitas construyeron, con sus propias manos, el puente de 150 metros de largo y 150 toneladas de peso con el objetivo de sacar sus productos agrícolas hacia el área urbana. Este pueblo, que alberga a 2000 habitantes de la comunidad indígena y está a 290 kilómetros de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, sufre por el olvido y la desatención estatal. En este lugar la colonia menonita compró 14 400 hectáreas de tierra en 2018 a un empresario boliviano, en un área privada cerca del Parque Nacional Kaa Iya.
Cuarirenda es parte de un Territorio Comunitario de Origen (TCO), que en Bolivia son los espacios en los cuales los pueblos y comunidades indígenas han tenido tradicionalmente acceso con su organización económica, social y cultural; sin embargo, este reconocimiento no significa que tengan una gestión autónoma ni propia de los recursos naturales, ya que están sujetos a leyes nacionales.
Jhonny García Melgar es el capitán comunal de esa población indígena. Está en su sexto año consecutivo como autoridad en su comunidad. Camina pausado y habla en guaraní con sus vecinos. La construcción del puente lo tiene preocupado, ya que fue la propia comunidad de Cuarirenda —en una asamblea— la que decidió autorizar la obra. Pero no hay nada escrito, menos documentado. “Ese fue un error”, reconoce al admitir que no se cumplieron las normas básicas ambientales de Bolivia.
Sin embargo, García trata de explicar los beneficios que otorga el puente a Cuarirenda. Habla sobre todo del acceso a la salud. “Al frente de la banda (al otro lado del río Parapetí) hay una posta de salud y muchas veces no podemos llevar a nuestros enfermos por el río, sobre todo en época de lluvias”, dice. El capitán del pueblo asegura que fue toda la comunidad la que aprobó la construcción; pero, al consultarle sobre los impactos ambientales, esquiva el diálogo.
Bajo el puente, que está a 15 kilómetros en un camino recto desde Cuarirenda, el capitán guaraní insiste en que la obra “es una necesidad” para el pueblo y que los menonitas pidieron permiso para iniciar la edificación. “No es solo un beneficio para los menonitas, sino también para la comunidad (de Cuarirenda). La gente de acá trabaja y sin el puente no se puede transitar. Este puente lo necesitamos más que nunca y pedimos que las autoridades se sienten para poder legalizarlo”, relata García a Mongabay Latam.
Riesgos para un sitio Ramsar y un área protegida
Para los expertos, uno de los problemas del puente es que une las dos orillas del río Parapetí, que era el límite natural que defendía al Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado (AMNI) Kaa Iya Gran Chaco de invasiones de agricultores o ganaderos. En época de lluvias el río muestra sus aguas caudalosas y en sequías sus arenas deleznables que hacían difícil el tránsito.
Pero no solo se trata del puente. De las 14 400 hectáreas que compraron los menonitas en Cuarirenda, 7000 son parte de los Bañados de Izozog, un sitio RAMSAR. Estos humedales son de prioridad internacional y son de alta importancia en Bolivia, ya que alimentan a otros cuerpos de agua como la laguna Concepción —en la Chiquitania de Santa Cruz—, que paradójicamente, también se ha visto afectada por la incursión de menonitas en suelos aledaños.
La Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano (FCBC) ya había alertado en 2020 de algunos desvíos en el río Parapetí para el beneficio de zonas agrícolas. Según han dicho, esas acciones podrían llevar a la desaparición de los bañados y se verían afectadas las aves migratorias que utilizan la laguna de Concepción como un paradero de descanso. Además, este espejo de agua es la principal fuente de abastecimiento de la fauna silvestre, especialmente durante los periodos de sequía.
Rosa Leny Cuéllar, directora técnica de la FCBC y coordinadora del consorcio de Ecorregiones Conectadas Conservadas Sostenibles (ECCOS), explica que la construcción del puente en Cuarirenda y las afectaciones en la laguna Concepción tienen en común el daño a los humedales de la región por la incursión de las colonias menonitas con fines de expansión agrícola.
“La situación empeora con la construcción del puente en Cuarirenda en la región de los Bañados del Izozog y el río Parapetí. Este humedal (los Bañados del Izozog y el río Parapetí) sufre el avance de la agricultura de los menonitas y su importancia también radica en que enlaza con el río Quimome, que es el principal alimentador de la laguna Concepción, la más grande de Santa Cruz”, relata Cuéllar.
Oswaldo Maillard, responsable del Observatorio del Bosque Seco Chiquitano, de la FCBC, confirmó que entre el 30 % y el 40 % de la propiedad menonita en Cuarirenda está dentro del área de los bañados y que un 5 % se encuentra en el interior del ANMI Kaa Iya Gran Chaco.
“El Parapetí y los Bañados del Izozog son muy importantes. Si aquí se reduce el nivel del agua, es seguro que afectará a otros lugares. Además, con la deforestación, el bosque va a quedar fragmentado, como una isla desconectada de los otros ecosistemas y eso es algo que se tiene que evitar”, advierte Maillard.
Un puente con sello menonita
La tierra todavía tiene olor a humedad. El camino que se abrió desde la comunidad de Cuarirenda para llegar al puente de metal sobre el río Parapetí devoró miles de árboles. Fueron 15 kilómetros lineales y cerca de 3000 hectáreas deforestadas, según cifras de la Gobernación de Santa Cruz. La vía tiene 25 metros de ancho y a los costados se observan algunos menonitas que trabajan en sus terrenos.
Según el Observatorio del Bosque Seco Chiquitano, entre el 14 y 24 de octubre de 2020, los menonitas iniciaron la apertura del camino al interior de la TCO de Cuarirenda. Toda la operación terminó en octubre de 2021 y culminó la construcción del puente, hecha por los propios menonitas. La FCBC asegura que no se respetaron las normas ambientales para abrir la vía hacia el puente.
En la comunidad de Cuarirenda se ven pocos miembros de la comunidad menonita, pero algunos llegan a las dos tiendas que hay en la zona para abastecerse de algunos alimentos e insumos. Peter Martins es el “ministro” de la colonia menonita Cuarirenda. Baja de un automóvil antiguo sin placas de control para dialogar con Mongabay Latam. No deja de sonreír. Dialoga primero con algunos comuneros y pregunta: “¿Qué saben del puente?”. Alicia Molina, la dueña de uno de los pequeños negocios, le cuenta que días antes había llegado el gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, a verificar su construcción. Martins le vuelve a preguntar: “¿Y qué dijo?”. La comunera le relata que la autoridad llegó, vio el puente y se fue rápido. El menonita baja la cabeza y no pierde su sonrisa.
El “ministro” tiene 52 años y garantiza que el puente es seguro, pero no sabe si su construcción vulnera normas ambientales.
—¿Cuánto costó el puente?”—, le pregunto.
—500 mil dólares—, responde el líder de la colonia menonita.
—¿De dónde salió el dinero?
—De acá—, dice Martins agarrando sus bolsillos.
—Hemos preguntado a unos abogados si era necesario un permiso de construcción. Ellos dijeron que si se llega a un acuerdo con el pueblo indígena es suficiente. Eso hicimos. Hemos hecho un convenio con el pueblo, hemos hecho reuniones—, comenta Martins al asegurar que el puente “es necesario para traer víveres”.
El “ministro” alaba su trabajo. Relata que todo el puente fue construido por los menonitas y que, en la colonia, que está alejada de la comunidad indígena de Cuarirenda, se hizo parte del trabajo. También comenta que lo duro se hizo en el municipio de Charagua, a seis horas de Cuarirenda y, luego, con una grúa diseñada por ellos mismos, terminaron de montar la infraestructura.
Le vuelvo a preguntar por qué no se hizo un estudio de impacto ambiental y ahora responde: “Era respetar eso (el estudio de impacto ambiental), pero como no teníamos conocimiento, no lo hicimos. Además, nos dijeron que era suficiente consultar al pueblo. Nuestra intención no era saltar la ley, pero la hemos pasado sin querer”, lamenta.
Cornelio Eins es la mente detrás del diseño del puente. El menonita hizo los planos, pero admite que fueron otros los que lo construyeron. Mira la estructura y también asegura que será “de una gran utilidad”, no solo para las colonias menonitas, sino para las comunidades cercanas a Cuarirenda: Aguarati, Coropo, Iyobi, Aguaraigua, Rancho Viejo o Cerro Colorado, los poblados vecinos al puente donde viven indígenas guaraníes. Eins es de pocas palabras y solo insiste en que la obra es segura y que no habrá perjuicios ambientales.
Peter Martins me invita a visitar el puente mientras sigue preguntando a los comuneros sobre las repercusiones de la obra. Está sorprendido por la polémica que se armó en Bolivia por la construcción del puente, que es una mole de acero que cruza el río Parapetí.
Las aguas del Parapetí ahora están calmadas. Martins explica que los cinco pares de columnas de la edificación tienen una profundidad de siete metros y que en cada una de ellas ingresaron por lo menos 150 bolsas de cemento. “El puente es muy seguro”, insiste sonriendo.
Cerca de 3,5 kilómetros más allá de la infraestructura está su colonia y es necesario pasar el puente para llegar. En su propiedad construye, junto a toda su familia, una segunda casa de dos pisos en medio del bosque. La primera quedó pequeña, relata. Al lado de sus viviendas está su parcela, donde se observa una línea larga que se pierde en el horizonte y que muestra los efectos de un tractor que devastó los árboles que estaban en su camino.
Sin ficha ambiental
El gran problema del puente de metal es que no cuenta con una ficha ambiental, la cual es otorgada por el Ministerio de Medio Ambiente y Agua de Bolivia. Según Jhonny Rojas, secretario de Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente de la Gobernación de Santa Cruz, los pilares de esta obra actúan como diques que atajarán palos arrastrados por las aguas poderosas del Parapetí, lo que perjudicaría el tránsito regular del río. Pero según los pobladores indígenas guaraníes y los menonitas, desde noviembre del año pasado hasta ahora, el agua ha seguido su curso con normalidad.
En la zona parecen no estar conscientes del daño mayor. De acuerdo con Rosa Leny Cuéllar, de la FCBC, en un futuro la deforestación por la construcción del puente y la apertura del camino pueden afectar al parque nacional Kaa Iya del Gran Chaco, el área natural más grande de Bolivia que se encuentra en una zona de transición de la región del Chaco con la Chiquitania y cuenta con grandes recursos hídricos.
Es por eso que Martins no se preocupa por el agua. En su parcela tiene un pozo de 93 metros de profundidad. Sigue sonriendo y asegura que el agua no es un problema en las colonias menonitas de la zona. La meta es llegar a 110 pozos en la colonia, dice Martins, y agrega que ya van en la mitad del objetivo.
Según el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap), la cuenca del río Parapetí es de “extrema importancia” porque contribuye con “flujos a los Bañados de Izozog de la parte alta de la cuenca. Siendo esta cuenca responsable de la recarga de acuíferos importantes en la región y provee agua para la vida silvestre y para la gente”. Además, el parque Kaa Iya Gran Chaco alberga una gran variedad de especies de fauna vertebrados: entre ellos 108 de mamíferos, 226 de aves, 72 de reptiles, 43 de anfibios y 105 especies de peces. Es el hogar de especies amenazadas o en peligro de extinción como lo son el guanaco (Lama guanicoe), el chancho solitario (Parachoerus wagneri), el tropero (Tayassu pecari), el pejichi (Priodontes maximus), el corechi (Tolypeutes matacus), el jaguar (Panthera onca) y el anta (Tapirus terrestris).
Los expertos también consideran que la construcción del puente pone en riesgo a la fauna silvestre debido al incremento en la caza de animales para el consumo de las colonias y comunidades. Además, Oswaldo Maillard afirma que la deforestación que causó la apertura del camino para llegar a la gran obra sobre el río hizo que varias especies busquen otro hábitat, como también estaría pasando con los pueblos indígenas aislados voluntariamente que viven allí.
Juan Carlos Catari es el presidente del Colegio de Biólogos de Santa Cruz y, como muchos, quedó asombrado por la construcción del puente en el río Parapetí. El biólogo no entiende cómo se hizo esta obra ante la mirada esquiva de algunas autoridades departamentales y nacionales y se une a la opinión de los ingenieros de la gobernación de Santa Cruz acerca de que sus columnas no están diseñadas para un río y pueden funcionar como diques donde se acumularían palos y demás objetos que obstruyen el paso del agua.
Catari añade que el puente es el inicio de una carrera que busca expandir la frontera agrícola, la toma de tierras de propiedad del Estado boliviano y un parque Kaa Iya que se verá afectado por la deforestación. “Además, esta brutal deforestación, que no tiene permiso de nadie, obliga a que la fauna del área natural se traslade a otras zonas. Incluso las comunidades indígenas no contactadas se ven afectadas por esta obra”, destaca, compartiendo la opinión de Oswaldo Maillard.
Jhannise Vaca Daza es activista ambiental y cofundadora del colectivo Ríos de Pie, grupo que lucha en Bolivia por la defensa del medio ambiente y los pueblos indígenas. Ella califica como un “monumento a la inutilidad gubernamental” la construcción del puente en el río Parapetí. Vaca Daza es radical, pide que el puente sea derribado y lanza duras críticas al Gobierno boliviano y a los gobiernos subnacionales.
“El puente de Cuarirenda debe derrumbarse. El puente y la deforestación están asesinando lentamente a los Bañados del Izozog y las miles de especies que ahí coexisten desde mucho antes que nosotros les pongamos nombre. Estos humedales son los más grandes de la región del Chaco, la cual es internacional. Cada día que ese puente sigue erguido es un día más que se comprueba la irresponsabilidad y corrupción estatal”, reprocha Vaca Daza.
El Gobierno Autónomo Indígena Originario Campesino de Charagua, al que pertenece la comunidad de Cuarirenda, también rechazó la construcción del puente y le pidió al Ministerio de Medio Ambiente y Agua de Bolivia que realice una auditoría ambiental para verificar los daños que la obra pudo ocasionar al parque Kaa Iya debido a la deforestación para la construcción del puente y de la vía que lleva a la obra. Hubert Rivero, representante de esta entidad, dice que los menonitas buscan devastar el bosque del Chaco para sus propios intereses.
Leonardo Tamburini es director de la Organización Oré, entidad que asesora jurídicamente a pueblos indígenas de Bolivia, y explicó que esta obra traerá deforestación, caza de animales silvestres y afectación a los humedales catalogados como sitio RAMSAR. Asegura que, además, hay una violación a la vida de los indígenas aislados voluntariamente.
“Nosotros hicimos un estudio sobre avistamiento de familias ayoreas en aislamiento voluntario, en coordinación con instituciones del Chaco paraguayo. Toda esa región, como el Kaa Iya, el Ñembi Guasu y el Otuquis, son zonas de avistamiento. Además, la Ley 450 de Protección de pueblos de alta vulnerabilidad recomienda generar una política de sensibilización y comunicación social para evitar que se acerquen a la zona donde fueron avistados, porque tienen el derecho constitucional a no ser contactados”, explica Tamburini.
Una obra que causó una pelea política
La construcción del puente en el río Parapetí se ha convertido en un asunto caliente para las autoridades nacionales y locales. Mongabay Latam habló con Omar Quiroga, director de la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT), quien aseguró que pidió información a la regional de Santa Cruz y que en los próximos días se elevará un informe sobre esta construcción, luego de que se realice una inspección a la zona.
“Vamos a tomar algunas acciones. Una de ellas es hacer una inspección en el lugar para verificar el cumplimiento de los instrumentos de planificación que hayan sido aprobados, si es que hubo aprobación. Una vez que se haya verificado en campo lo que está aconteciendo vamos a tomar las medidas administrativas que el caso amerite y que puede consistir en anulación de instrumentos, si es que están mal aprobados, paralización temporal de actividades y realizar lo que enmarca la ley”, afirmó Quiroga.
Sin embargo, Tamburini está seguro de que en 2021 llegó personal de la ABT para verificar la construcción del puente y que a nivel estatal se conocía que la obra empezaba a despegar. Para él, ahora las autoridades callan y se culpan entre ellas. “La obra se construyó con la mirada de entidades nacionales y departamentales, pero ahora se lavan las manos porque no existe una denuncia que haya podido paralizar la construcción”, asegura.
El gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, quien es opositor al gobierno nacional, llegó a la zona a principios de febrero y luego de la visita anunció una acción penal —que hasta la fecha no se ha ejecutado— contra quienes construyeron el puente de metal. “Santa Cruz y sus autonomías indígenas no son suficientes para autorizar este tipo de construcciones y obras viales, la única autoridad competente para autorizar este tipo de obras es el Gobierno Departamental”, resaltó Camacho.
Mientras que el departamento culpa a las autoridades locales, el gobierno nacional culpa al departamento. Al frente de la batalla política está el ministro de Obras Públicas, Edgar Montaño, quien es militante del gobernante Movimiento Al Socialismo (MAS), y deslindó su responsabilidad en la construcción del puente sobre el río Parapetí, acusando a la Gobernación de Santa Cruz de ser la única responsable del proyecto. “Con mucha claridad lo tengo que decir, se enoje quien se enoje, aquí la responsabilidad es de la Gobernación cruceña, porque si no hubiera habido la denuncia (de medios bolivianos en enero de 2021), nadie se iba a enterar, y el señor Camacho iba estar de viaje en viaje, de departamento en departamento, buscando el federalismo”, dijo Montaño.
El ministro también visitó Cuarirenda a mediados de febrero y en su estadía prometió obras a los comuneros y alentó a que se legalice el puente. “Como no hay licencia ambiental, lo que se debe realizar es un manifiesto ambiental (instrumento legal en Bolivia que permite reparar la vulneración de la norma ambiental si la obra cumple con las medidas establecidas por ley)”, dijo el ministro ante los pobladores guaraníes.
A pesar de todo, el trabajo de los menonitas ya está ejecutado. Hay extensas franjas deforestadas, casas construidas en ambos lados del camino y más de 50 pozos ya perforan la tierra en una zona llena de humedales.
Según estudios realizados por la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN), una organización dedicada a la defensa del medio ambiente en Bolivia, el 31 % del territorio boliviano está conformado por ecosistemas acuáticos, abarcando más de 34 millones de hectáreas. “Sin agua no hay posibilidades de vida, los humedales son fundamentales para la reproducción de la flora y fauna. Las funciones ecológicas de los humedales son vitales al ser reguladores de los regímenes hidrológicos por ser un recurso de gran valor económico, cultural, científico y recreativo, cuya pérdida sería irreparable. Esa desgracia está latente en el Chaco boliviano y sin respuestas políticas”.
El futuro de Cuarirenda es incierto. En un inicio el puente les llevó un suspiro de desarrollo, pero ahora, cuando se mostraron los riesgos ambientales, recién asimilan los devastadores perjuicios que pueden llegar a su territorio. Por ahora son más de 3000 hectáreas desmontadas, un puente ilegalmente construido sobre el río Parapetí, y las afectaciones del desarrollo agrícola menonita en más de 14 000 hectáreas cercanas al Parque Nacional Kaa Iya.
 
 
 
 
 
DE SALMUERA A BATERÍAS: TECNOLOGÍA DE EXTRACCIÓN DE LITIO SOSTENIBLE Y EFICIENTE
 
The Chemical Engineer de Londres (https://bit.ly/3igdTZw)
 
LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA va a requerir más baterías para almacenamiento de energía y vehículos eléctricos, pero esto a su vez requiere más litio. Actualmente, el litio se extrae, lo que tiene graves consecuencias ambientales, o se produce a partir de piscinas de evaporación de salmuera, que requiere mucha agua y no tiene una alta tasa de recuperación. La empresa de tecnología limpia EnergyX ha desarrollado una nueva tecnología de membrana que puede extraer litio de las piscinas de salmuera sin usar agua dulce, tiene una recuperación de litio de hasta el 90 % y un proceso continuo lleva días en lugar de meses. Hablé con el fundador y director ejecutivo de EnergyX, Teague Egan, y con el vicepresidente ejecutivo de tecnología, Amit Patwardhan, sobre el paso de la empresa a operaciones piloto y sus planes para el futuro.
La tecnología de membrana se desarrolló originalmente como un sistema de estructura metalorgánica (MOF) en la Universidad de Texas, y EnergyX adquirió la licencia de tecnología en 2019 para comercializarla. Desde entonces, la tecnología ha pasado de MOF a otros tipos de membranas.
“Realmente tuvimos algunos avances en nuestras membranas y en el desarrollo y desempeño de membranas durante el último año más o menos”, dijo Patwardhan. “Antes de eso, lidiamos con muchos MOF y membranas de matriz mixta. Nos hemos alejado de eso, no porque no funcionen, en realidad los hicimos funcionar, pero en realidad es una cuestión de compensación”.
Explicó que si bien los MOF son extremadamente selectivos, el rendimiento es mucho menor y la alta selectividad es más de lo que se necesita en el campo. Las membranas que no son MOF brindan una selectividad que es suficiente y tienen un rendimiento que es dos órdenes de magnitud mayor que las membranas MOF.
Pasando de MOF
Las baterías de litio recargables utilizan carbonato de litio o hidróxido de litio según el tipo de batería. El cloruro de litio que se ha extraído de las piscinas de salmuera se puede convertir en carbonato de litio y luego en hidróxido de litio.
El primer paso en el proceso de EnergyX utiliza su tecnología de electrodiálisis de separación y transporte de iones de litio (LiTAS). LiTAS utiliza una membrana de intercambio iónico patentada para separar los iones de litio disueltos de la solución de salmuera, lo que hace que el litio se separe de especies no deseadas como el magnesio en la solución.
Luego, el segundo paso implica la electrodiálisis bipolar que divide una sal en sus componentes ácido y base. En el caso del cloruro de litio, se desdobla en hidróxido de litio y ácido clorhídrico.
“La electrodiálisis regular mejora la recuperación y la pureza de esta salmuera, mientras que la electrodiálisis bipolar es nuestro enfoque de próxima generación”, dijo Patwardhan. "Después de separar y limpiar el cloruro de litio, podemos tomarlo directamente para producir hidróxido de litio al dividir la sal de cloruro de litio". El proceso puede ejecutarse continuamente con una corriente de salmuera de cloruro de litio limpia que ingresa a la unidad de electrodiálisis bipolar.
Explicó que el método tradicional para producir hidróxido de litio tiene múltiples pasos y es costoso. “Requiere insumos de materia prima y tomas el cloruro de litio y luego vuelves a trabajar con carbonato de litio. Luego, vuelve a disolver ese carbonato de litio y lo convierte en hidróxido de litio y luego limpia ese hidróxido de litio y cristaliza el hidróxido de litio.
“Entonces, nuestro segundo paso de electrodiálisis bipolar nos permite reducir drásticamente los costos de producción de hidróxido de litio al eliminar todos los pasos intermedios”.
Despliegue de la primera planta piloto
La primera planta piloto que utiliza la tecnología LiTAS ya se ha implementado en el salar de Uyuni en Bolivia, que contiene piscinas de salmuera permanentes en la superficie y el subsuelo. Por lo general, esta salmuera se bombea a estanques de evaporación donde las impurezas se precipitan naturalmente y el litio se concentra. Sin embargo, llega a un punto en el que el litio también comienza a precipitar, lo que resulta en una pérdida de litio. En el caso de las salmueras en Bolivia, la tasa de recuperación de litio ronda el 20%.
EnergyX está aplicando su tecnología junto con los estanques de evaporación existentes en el sitio en Bolivia. La unidad LiTAS se aplica justo antes de que comience la precipitación de litio en las piscinas de salmuera.
“Al introducir nuestro sistema de separación justo antes de que eso suceda, puede evitar en su totalidad la pérdida de litio que de otro modo encontrarían”, dijo Patwardhan. “Y al hacerlo, podría duplicar, triplicar, y en el caso del Salar de Uyuni cuadruplicar, la recuperación de litio que ahora está disponible a partir de la misma cantidad de salmuera que se bombeó y las mismas lagunas de evaporación que ya existen”.
El piloto tiene una capacidad de producción de 3 t/a de carbonato de litio y no incluye la etapa de electrodiálisis bipolar. También se están construyendo otras dos plantas piloto en las instalaciones de EnergyX en Austin, que se destinarán a clientes en Chile y Argentina.
Ampliar
La planta piloto consta de un contenedor que tiene dos pilas con 30 membranas cada una, junto con todas las bombas, tuberías, instrumentación y controles. El siguiente paso será una planta de demostración que utilice dos pilas a gran escala, cada una de las cuales tendrá entre 400 y 600 membranas. Cada pila a gran escala es capaz de producir alrededor de 300 t/año de equivalente de carbonato de litio. La ingeniería y las adquisiciones ya han comenzado para la fase de demostración. “Para pasar de la escala comercial a la de demostración, básicamente no hay riesgo porque es solo la multiplicación de estas pilas”, dijo Egan. “Simplemente llena un contenedor completo con pilas, y luego tiene un contenedor con bombas y tuberías que dan servicio a múltiples contenedores”.
A escala comercial, cada pila seguirá procesando 300 t/año, y si un cliente quisiera procesar 30.000 t/año, solo tendría que aumentar el número de pilas a 100.
Tecnología de última generación
EnergyX también está explorando la idea de combinar sus membranas con otros métodos de extracción de litio para maximizar la recuperación de litio. “Descubrimos que diferentes métodos son más adecuados en diferentes puntos del sistema de evaporación de salmuera, o según la concentración de la salmuera”, dijo Egan. “Estamos emparejando nuestras membranas con extracción por solvente para hacer un proceso cohesivo más eficiente. Básicamente, estamos agregando este nuevo enfoque tecnológico para complementar nuestra membrana y hacerla aún mejor”.
Patwardhan explicó que el producto de la extracción por solvente pasa a través de las membranas, por lo que la limpieza y concentración de la salmuera se realiza en un solo paso. “Hay otros proveedores de tecnología que están tratando de hacer lo mismo y se ejecuta a través de una gama de operaciones unitarias, como la nanofiltración y la evaporación mecánica y térmica para llegar a la pureza y concentración que se requiere. Podemos hacer todo eso en un solo paso con membranas que están unidas al extremo posterior de la extracción por solvente, el intercambio de iones o la adsorción de iones. Así que esa es nuestra tecnología de próxima generación en la que estamos trabajando”.
La tecnología no solo se limitará a las piscinas de salmuera, sino que se puede utilizar en cualquier fuente de cloruro de litio.
Además de los solventes, EnergyX también se encuentra en las primeras etapas de desarrollo de baterías de próxima generación, como nuevos electrolitos líquidos y de estado sólido, y mejora de las baterías de estado sólido. También está desarrollando un proceso para producir directamente litio metálico a partir de la extracción con solvente directamente de la salmuera, que podría usarse para ánodos de litio metálico, lo que realmente permitiría a la empresa pasar de la salmuera a la batería.
 
 
 
 
 
LITIO, FLAMENCOS Y CAMBIO CLIMÁTICO
 
La minería de litio en las marismas andinas afecta negativamente a los flamencos y al ecoturismo
 
Green Report de Italia (https://bit.ly/3tikYir)
 
El litio está impulsando los vehículos eléctricos del mundo, lo que lo convierte en una parte clave de la búsqueda para reducir las emisiones de carbono. Pero, según el estudio "Cambio climático y minería de litio influyen en la abundancia de flamencos en el Triángulo de litio", publicado en Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences por un equipo de investigadores españoles, estadounidenses y chilenos dirigido por Jorge Gutiérrez de la Universidad de Extremadura, 'La combinación de extracción de litio y cambio climático en los Andes podría afectar negativamente a las poblaciones de flamencos'.
El estudio se centró en los efectos que la minería de litio y el cambio climático están teniendo en los salares, lagos poco profundos y salados de los Andes chilenos, donde los flamencos se reúnen para alimentarse y reproducirse, y los resultados muestran que "Dos especies de flamencos se reproducen solo en estas montañas". ya han perdido del 10 al 12% de su población en apenas 11 años, pero solo en el lago afectado por la actividad minera».
Uno de los autores del estudio, el biólogo Nathan Senner de la Universidad de Carolina del Sur, señala que 'Dado el rápido crecimiento de nuestra demanda de litio, existe una gran necesidad de comprender qué efectos negativos podría tener su producción sobre la biodiversidad y en particularmente en aquellas especies, como los flamencos, que son importantes para las economías locales».
La mayor parte del litio del mundo se extrae en el "Triángulo de litio" que se extiende entre Chile, Bolivia y Argentina, una región que alberga tres especies de flamencos: andino, jamaiquino y chileno, dos de los cuales no se reproducen en ningún otro lugar. mundo y que forman la base de la industria del ecoturismo de esta parte de los Andes.
La extracción de litio requiere un gran volumen de agua: alrededor de 1,5 millones de litros por tonelada de litio, según el estudio. Si excluimos las zonas polares, el Desierto de Atacama chileno es el más seco del mundo, lo que significa que el agua para las minas debe ser extraída de los acuíferos subterráneos, cuando se agota el agua subterránea, los lagos en los que viven los flamencos se vuelven inhabitables para los organismos que comen los flamencos hacen que las aves se vayan o mueran de hambre. Los flamencos son especies clave en los ecosistemas salares porque ayudan a regular los procesos tropicales.
El estudio se centró en 5 salares en los Andes chilenos, incluido el Salar de Atacama, donde se concentra la minería de litio de Chile.Los científicos confirmaron que 'el cambio climático está causando que los lagos en toda la región se reduzcan. Cuando los niveles de agua de un lago son bajos, los niveles de alimentos descienden, al igual que la cantidad de flamencos reproductores". Pero los investigadores encontraron que 'el número de flamencos aún no ha comenzado a disminuir ampliamente. En cambio, que la cantidad de flamencos ha disminuido solo en el Salar de Atacama».
Senner dice: "Por ahora, el impacto de la minería en la región es limitado y la población general de flamencos no ha disminuido, posiblemente porque las aves pueden trasladarse a diferentes lagos para encontrar mejores condiciones", dice. Pero esto puede no durar, ya que la minería de litio se expande para satisfacer la demanda internacional del metal".
Gutiérrez señala que “El problema es que, en el Salar de Atacama, además de los cambios provocados por el cambio climático en toda la región, la minería de litio está reduciendo los niveles de agua y aumentando las molestias para los flamencos. Esto significa que los años con suficiente agua para que los flamencos se reproduzcan ocurren con menos frecuencia y ahora hay menos flamencos, incluso cuando hay suficiente agua”.
Los autores del estudio se basaron en 30 años de censos de flamencos realizados por científicos ciudadanos y biólogos del gobierno chileno en 5 salares y también utilizaron datos de sensores remotos para identificar cambios en los niveles de agua y disponibilidad de alimentos en el interior de cada salar a lo largo del tiempo. Esto les dio la oportunidad de "Investigar qué factores climáticos afectaron la disponibilidad de agua y alimentos de los flamencos, y cómo el agua y los alimentos, a su vez, afectaron la abundancia de los flamencos".
El equipo de investigadores recuerda que “la demanda mundial de litio se ha disparado en las últimas décadas para su uso en vehículos eléctricos, teléfonos móviles y dispositivos de almacenamiento electrónico. Por lo tanto, se espera que la producción en Chile se triplique para 2026 con respecto a los niveles de 2018 y se amplíe a otros lagos salinos más allá del Salar de Atacama».
El estudio ilustra el dilema de tener que aumentar las tecnologías verdes para frenar los efectos del cambio climático y los impactos ambientales de estas mismas tecnologías. Como dijo Senner a Science News , "Es un verdadero enigma porque obviamente nadie argumentará que el cambio climático no es el monstruo con el que tenemos que lidiar".
"Las pautas de gestión de la conservación basadas en la ciencia aún pueden permitir la conservación futura de algunos sistemas hipersalinos clave en la región", dijo  Mattia Saccò, ecologista de la Universidad de Curtin en Perth, Australia, a quien no se le ha dicho a Science News Pero
La minería de litio está creciendo rápidamente y Chile ha anunciado que "abrirá una licitación para la exploración y producción adicional de 400.000 toneladas de metal de litio fuera del Salar de Atacama". El Salar de Uyuni, un área de reproducción de flamencos en Bolivia, también está experimentando un aumento en la minería, según el estudio.
Otra autora del estudio, la chilena Cristina Dorador Ortiz, profesora de la Universidad de Antofagasta, concluye: “La disminución de flamencos que hemos documentado en el Salar de Atacama pronto podría extenderse al resto de la región. Dado que dos de estas especies de flamencos no se reproducen en ningún otro lugar del mundo, esto podría provocar una disminución drástica de su área de distribución y dañar gravemente la industria local del ecoturismo que depende de los flamencos. Es imposible dejar de minar. Pero tenemos que hacerlo mejor» .
 
 
 
 
 
SENADOR CHAHUÁN SE MOSTRÓ DISPUESTO A RETOMAR RELACIONES DIPLOMÁTICAS CON BOLIVIA PERO SIN QUE ESTÉ SUPEDITADA A LA DEMANDA MARÍTIMA
 
El Presidente de RN e integrante de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara Alta recalcó que el tema de la salida al mar ya está zanjado por la Corte Internacional de la Haya y no debe ser tema a la hora de generar un acercamiento entre ambos países.
 
El Periodista de Chile (https://bit.ly/3JwDFVa)
 
El Senador Francisco Chahuán valoró las intenciones del Presidente Gabriel Boric de retomar las relaciones diplomáticas con Bolivia, pese a la diferencias que puedan existir entre ambos países en materias específicas.
Eso sí, el Presidente de Renovación Nacional, recalcó que dicho acercamiento no debe estar supeditado ni condicionado por las aspiraciones marítimas del país altiplánico, tema que ya está cerrado para Chile.
“Somos partidarios de restablecer las relaciones diplomáticas con Bolivia. Tal como planteamos en la administración del Gobierno del Presidente Piñera y el Canciller Allamand, se estableció una hoja de ruta. Sin embargo, eso no significa que esté supeditado a una salida soberana al mar a Bolivia, porque este tema ya está resuelto por la Corte internacional de la Haya”, explicó Chahuán. 
No obstante, reconoció que aún quedan temas pendientes, como por ejemplo la controversia por la soberanía del río Silala, por el que se verán nuevamente en los tribunales internacionales en abril después de la demanda que Chile presentó en 2016 ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ) contra Bolivia.
 
 
 
 
 
CHILE EXTIENDE LA MILITARIZACIÓN DE SU FRONTERA NORTE POR EL ALTO FLUJO MIGRATORIO
 
Con esta extensión, continuará rigiendo la medida en las zonas fronterizas de tres regiones del país: las provincias de Arica y Parinacota, la provincia de Tamarugal y la provincia de El Loa
 
El Comercio de Perú (https://bit.ly/3id2lWL)
 
El Congreso de Chile aprobó este miércoles una segunda prórroga del estado de excepción en la frontera norte del país, medida que busca contener la masiva llegada de inmigrantes irregulares desde Bolivia, en su mayoría venezolanos, que ha generado una crisis humanitaria sin precedentes en la región.
La iniciativa, impulsada originalmente por el Gobierno anterior, fue extendida con 142 votos a favor, tres en contra y una abstención en la Cámara Baja y con 39 votos a favor, uno en contra y dos abstenciones en el Senado.
Con esta extensión, continuará rigiendo la medida en las zonas fronterizas de tres regiones del país: las provincias de Arica y Parinacota (región de Arica y Parinacota); la provincia de Tamarugal (región de Tarapacá), y la provincia de El Loa (Antofagasta).
“Como Gobierno estamos muy agradecidos de parlamentarios y parlamentarias que han aprobado esta extensión”, señaló la ministra del Interior y Seguridad Pública, Izkia Siches, que asistió al debate del oficio en el Congreso Nacional junto a otros ministros.
“Evidentemente requerimos junto a las policías y las Fuerzas Armadas, organizar un estado que supere lo excepcional, medidas que son complejas para enfrentar lo que ocurre”, agregó la secretaria de Estado, quien ya ha desplegado equipos en encuentros con autoridades locales para diseñar estrategias de largo plazo que afronten la crisis.
Hace poco más de un año que la frontera chileno-boliviana, específicamente a la altura del poblado de Colchane, ubicado a 3.700 metros sobre el nivel del mar, es escenario de un flujo migratorio sin precedentes para el país, detectándose durante la pandemia el ingreso irregular por pasos clandestinos de más de 50.000 personas según cifras de la policía.
La llegada de entre 200 y 400 inmigrantes diarios a Colchane ha puesto al borde del colapso la infraestructura del pueblo, que no cuenta con supermercados, ni bancos, ni alcantarillado, además de un limitado sistema de atención de salud primaria con límite de 10 casos por jornada.
El descontento local, acentuado en los últimos meses en la ciudad de Iquique en la costa del norte de Chile, ha tomado en algunos episodios la forma de ataques xenófobos contra población extranjera que pernocta en lugares públicos.
Pese a la pandemia y la crisis social de 2019, Chile sigue siendo uno de los países más atractivos para migrar dentro de América Latina por su estabilidad política y económica.
En total hay 1,4 millones de migrantes en el país latinoamericano, lo que equivale a más del 7 % de la población, y los venezolanos son los más numerosos, seguidos de peruanos, haitianos y colombianos.
 
 
 
 
 
GUILLERMO RUIZ PLAZA: “SER INMIGRANTE SIEMPRE CONLLEVA EXPERIENCIAS PELIAGUDAS, INCLUSO KAFKIANAS”
 
Li Brújula de España (https://bit.ly/366BY2v)
 
Guillermo Ruiz Plaza es un escritor boliviano afincado en París que mantiene viva esa herencia de los autores latinoamericanos que han enriquecido Europa con su mochila de historias. La publicación de Días detenidos nos zambulle en su literatura concéntrica donde la realidad no es una línea recta sino una curva en la que los sueños de la protagonista, las historias relatadas e incluso las nunca explicadas, van revelando una foto borrosa que se va haciendo cada vez más nítida. La protagonista, Lea, ha vuelto a La Paz para estar junto a su madre en sus últimos días, pero sobre todo para huir de París y de la sombra de su marido, ese hombre perfecto que de repente se ha convertido en el enemigo. El lector no sabe qué sucedió exactamente para que ese matrimonio se rompiera bruscamente porque ella misma, en un estado de confusión, tampoco lo sabe, o no del todo, o no quiere abrir ciertas puertas cerradas para saberlo. Esta es una novela de pasillos interiores y puertas candadas que se van abriendo poco a poco, no apta para lectores apresurados.
Me encuentro con Guillermo Ruiz Plaza en un cruce de internet a través de una videollamada entre París y Barcelona. Habla pausado, a la boliviana, con esa amabilidad suave que tanto nos cuesta en la Europa vehemente y grosera del sur. Empezamos hablando de la protagonista de la novela, Lea, una profesora de universidad boliviana casada con un abogado francés a la que todo le va bien hasta que se le abre el suelo bajo los pies y despierta en una clínica tras varios días convaleciente. No entiende por qué su marido la echa de casa y le intenta arrebatar a su hijo de una manera perversa.
Ella tiene la terquedad y el orgullo de pensar que los papeles no importan, pero en verdad sí importan.
Aunque se sea un profesor universitario y se crea a salvo, ¿un inmigrante siempre lleva encima el estigma de inmigrante?
Ser boliviano es una experiencia que tú sientes desde el momento en que llegas a Europa, al aeropuerto, y te miran con cierta desconfianza al pedirte el pasaporte. Te preguntan diez veces el motivo de tu visita a Francia y tratas de explicar que es para tus estudios pero no te creen. Te abren y te revisan las maletas porque lo que se conoce de Bolivia es su vinculación al narcotráfico. Escribí un cuento sobre esa experiencia de terror en los aeropuertos.
¿Lo que le sucede a Lea proviene de tu propia experiencia?
Sí, claro. Ser inmigrante siempre conlleva experiencias peliagudas, incluso kafkianas. Yo recuerdo las horas pasadas en las colas en la calle por los papeles, a veces bajo la lluvia, como le pasa a mi personaje Lea en Toulouse. Una vez fui con mi esposa, que es española, aunque yo traté de disuadirla diciéndole que no era bonito, pero insistió. Tras las tres o cuatro horas de cola llegamos a la ventanilla y nos dijeron “vuelvan ustedes mañana” y ella se puso a llorar. Yo le dije que no importaba, que estábamos acostumbrados. Lo lindo era que en la cola estábamos todos hermanados: senegaleses, rumanos, búlgaros, tunecinos, argentinos, ecuatorianos… de eso también va un poco la novela: cuando los migrantes van afuera y se reconocen entre sí y perciben que hay un lazo invisible entre ellos.
En Europa estamos muy contentos de habernos conocido, ¿pero somos menos acogedores con los de fuera de lo que pensamos?
Hay las dos facetas. He encontrado esa bienvenida y esa apertura mental en la gran mayoría de gente, como uno esperaba de Europa. Por otro lado, está la maquinaria ciega de la burocracia, que es kafkiana. Para esa burocracia sin rostro que tritura lo humano solo eres una cifra. Pero eso no quita para que haya gente muy abierta.
Kafka también parece filtrarse en tu novela, con esas fronteras desdibujadas entre el sueño y la realidad, con esa escritura de Lea “al dictado del insomnio”.
Kafka ha sido muy importante para mí, es uno de los grandes autores del siglo XX y es una referencia fundamental. Cada cierto tiempo vuelvo a él, aunque sea un pequeño cuento, y me parece extraordinario. Creo que es indispensable para cualquier escritor moderno.
Esa confusión de voces en la cabeza de Lea nos lleva a preguntarnos sobre los límites de lo vivido y de lo imaginado…
Esos elementos vienen de una larga práctica mía en el cuento fantástico. Ahí están Borges, Cortázar o Bioy, que creo que es la literatura latinoamericana más importante del siglo XX. Cuando hablo de registro fantástico no me refiero al realismo mágico de García Márquez, que me gusta mucho pero no es lo que más me influyó, sino este juego entre la vigilia y el sueño. Eso es algo muy europeo porque viene de escritores como el alemán E.T.A. Hoffmann. Me interesa ese realismo ambiguo que trata de extenderse hacia esos territorios que solemos considerar fuera de lo real. Y ahí está Kafka, que introdujo el sueño en la vigilia para romper fronteras mentales y mostrarnos mejor los mecanismos de lo humano. Yo me propuse escribir una novela realista pero con una idea del realismo que incluye los sueños, las alucinaciones o lo que ella cree alucinaciones. Se trata de empujar los límites de lo que consideramos realismo, que no es más que una pura convención.
Pese a que los grandes maestros del género lo desmientan, a veces se achaca a la novela fantasiosa un cierto escapismo. ¿La literatura ha de tener compromiso social o volar libre?
La creación literaria ha de ser totalmente libre. Pero sí creo que en Días detenidos hay elementos sociales y políticos que no necesariamente están dichos con todas las letras. Por ejemplo, el gran drama en la vida de Lea es la pérdida de una casa en uno de los barrios ricos de la ciudad que ha pasado a manos de una clase social que antes era la clase baja, lo que se conocía como los cholos, que ahora para expresarlo políticamente correcto decimos “señoras de pollera”.
¿Bolivia ha cambiado mucho en pocos años?
El país se ha transformado hasta dar una vuelta de 180 grados. La clase que antes era dominada ahora es la clase dominante y la clase dominante blanca, porque Bolivia es un país muy racista, ahora está en la parte baja de la sociedad. No es el caso de todos, pero sí el caso de la familia de Lea, que pierde su estatus. La madre está muriendo y no tienen dinero para tratarla, como habían hecho siempre las familias ricas: ir a ser atendidas a Chile o Estados Unidos, porque Bolivia ha tenido siempre un sistema de salud desastroso. Para un boliviano resultará muy emblemática la escena en que la antigua criada les dice que tenían que haber acudido a ella, que ha prosperado, para que los ayudase. Pero eso para ellos es humillante. Es muy simbólico que ella pague el entierro de la madre. La antigua clase media-alta es un mundo que agoniza. Y dice mucho de lo sucedido en Bolivia en los últimos 20 años.
Unos años con Bolivia a la cabeza del crecimiento económico en América latina, crecimiento de renta per cápita y muchas mejoras en infraestructuras…
El MAS, que lleva quince años en el poder, salvo el paréntesis de un gobierno de transición desastroso, ha incluido mucha gente en la clase media a través del reparto económico de las ganancias del gas pero también ha fomentado la polarización lanzando el mensaje de que los blancos tienen la culpa de todo y hay que aplastarlos. Yo creo que un país como el nuestro debería construir sobre la base de que todos somos mestizos y todos hemos de trabajar codo con codo.
Un tema importante en la novela es el deterioro de los padres al envejecer y la complicación del cuidado de los mayores, que condiciona también la relación de Lea con su hermano, que es quien cuida a la madre.
Siempre me impresionó la enfermedad del alzhéimer y la demencia senil porque nos habla de nuestro destino, no solo como seres humanos individuales sino como sociedades. En Francia ahora ha estallado el escándalo sobre el maltrato en las casas de retiro y parece que va a salir un informe demoledor al respecto: el maltrato se ha generalizado debido a la falta de personal. Nosotros también vamos a ser viejitos mañana y eso levanta preguntas sobre la responsabilidad, pero sobre todo sobre qué sociedad queremos tener.
La novela no opta por desplegarse de manera directa sino que los acontecimientos se van desenvolviendo poco a poco y la acción más urgente se pospone en un merodeo a través de la rememoración de historias familiares. ¿No te preocupó lastrar el ritmo con estas historias entremetidas?
Somos las historias que contamos y que escuchamos y los personajes tenían que estar construidos a través de esos relatos. La novela funciona como un árbol de historias y en cada rama está un personaje con sus propias historias. Hay quienes optan por la polifonía, pero yo opté por el punto de vista de la protagonista porque quería poner mucha tensión en su percepción de las cosas. Al cruzar voces diferentes se habría perdido esa ambigüedad. Si la mirábamos desde afuera se hubiera podido juzgar: está loca o no está loca, pero al verlo todo desde su cámara al hombro la ambigüedad se refuerza.
También tienen mucho peso las cosas que no se dicen, que se han callado durante años. ¿Hablamos mucho pero no acabamos de decir a los que tenemos más cerca las cosas importantes?
A veces no logramos poner en palabras nuestra indignación, o nuestra culpa como le pasa a Lea con su madre, o la envidia, como le pasa con su hermano. Igual que esa dificultad para comunicarse con su hijo de seis años. Pensamos que conocemos a la gente que nos rodea y no es así.
Has escrito mucho cuento corto. ¿Cambias la voz a la hora de narrar una novela?
En los cuentos utilizo un estilo más seco y económico, pero aquí quería que tuviera un vuelo poético porque ella es una poeta frustrada pero al contar todo lo que le ha pasado, por fin se suelta.
Has explicado que consideras la novela el único género donde es posible mezclar a todos. ¿Es el caso de Días detenidos?
Llego a la novela como una desembocadura de todas mis búsquedas como poeta, cuentista y ensayista. Dentro de la novela hay breves ensayos, aforismos, destellos poéticos o mini-cuentos que conforman el rompecabezas.
Es difícil vivir de esos rompecabezas literarios. Tú compaginas la escritura con las clases de Lengua y Literatura en la universidad.
Sí, las clases son mi “gana-pan”. Tener ese trabajo gana-pan me permite ser totalmente libre para escribir lo que quiera. Y si llega un euro, pues bienvenido para mi chocolatina.  Pero no me paso la vida quejándome por tener un trabajo como algunos que se quejan de no tener todo el tiempo del mundo para escribir porque pienso que debe ser anquilosante y paralizador tener todos los días del año para escribir. A mí me gusta permanecer en contacto con la realidad. Creo que el narrador ha de tener el oído muy ahusado para escuchar los que se cuenta en la panadería, en las clases. Saber escuchar a los demás es fundamental para un narrador
Con todos los libros que hay ya publicados y los que se siguen publicando en una maquinaria editorial que podría tener también algo de kafkiano… ¿sigue valiendo la pena escribir?
¿Qué clase de oficio es este tan extraño y absurdo en el que una persona se sienta durante horas y horas, días y días, meses y años en un escritorio para llenar papel? Tiene que haber algo de locura en el fondo. El ensayista rumano Emil Cioran decía que a los locos en los manicomios había que darles una buena cantidad de papel que llenaran porque les haría mucho bien para descargar muchas cosas. Lo cierto es que escribir no es una pose: yo he tratado de dejar de escribir y el resultado ha sido una gran depresión. Yo necesito escribir: no por lo que la escritura genera -premios, entrevistas, reconocimiento social- sino porque es una necesidad vital.
¿Pero también es una necesidad publicar?
Pienso que es como le pasa a un músico. No va a ir a una duna del desierto a tocarle al viento, necesita que alguien escuche esa música para que se consume la comunión. La literatura es literatura cuando encuentra a su lector.  Pero la razón por la que escribo ya no sé cuál es. Es algo misterioso.
Como escritor, ¿a dónde querrías llegar?
Yo me lo paso muy bien escribiendo. A veces sufro, claro, eso es normal. Pero es cierto que hay momentos de gran euforia. No temo a la palabra inspiración, que no se por qué hoy en día ha caído en desuso. Cuando lo has hecho bien sientes que no es que lo hayas hecho bien, sino que es algo que ha pasado a través tuyo. En cambio, los errores siempre son nuestros.
 
 
 
 
 
OPOSITORES BOLIVIANOS OFRECEN SU COLABORACIÓN A EEUU EN LAS INVESTIGACIONES SOBRE LAS ELECCIONES ANULADAS EN 2019
 
Una carta a la embajada estadounidense en La Paz señaló que “la sociedad civil boliviana” posee documentos para el Departamento de Estado con pruebas sobre “un fraude electoral estructural que se produjo en Bolivia”
 
Infobae de Argentina (https://bit.ly/3ik9THe)
 
Luego de que el Congreso de Estados Unidos solicitara recientemente un informe con expertos independientes sobre la legitimidad de las elecciones anuladas en Bolivia en 2019 y las consecuentes “violaciones a los derechos humanos” durante la represión a las manifestaciones que dejó decenas de muertos, este miércoles se presentó en la embajada de EEUU en La Paz una solicitud formal de opositores bolivianos para ofrecer su cooperación a través de la presentación de documentos que perjudicarían a miembros del partido político gobernante MAS.
“La sociedad civil boliviana ofrece al Departamento de Estado y a los expertos que evaluarán la elección boliviana, documentos de apoyo probatorio que vienen investigando y recopilando en estos años sobre las distintas etapas de un fraude electoral estructural que se produjo en Bolivia antes, durante y después de las elecciones del año 2019″, detalla la carta entregada ante la embajada estadounidense y firmada por el ex candidato presidencial Virginio Lema Trigo y el abogado Agustín Zambrana Arze, miembros del colectivo opositor Bunker de Bolivia.
En su misiva dirigida a Clarisse Phillips, la encargada de negocios de la embajada estadounidense en La Paz, Lema Trigo y Zambrana Arce le solicitaron “una audiencia personal para entregar personalmente los documentos sobre los antecedentes y pruebas documentales de todas las violaciones a la integridad y transparencia de las elecciones presidenciales del año 2019 en Bolivia”.
En octubre de 2019, el entonces presidente Evo Morales se postuló a un cuarto mandato pese a perder un referéndum para habilitarlo a una nueva reelección. En medio de una fuerte convulsión social y acusaciones de fraude, finalmente perdió el respaldo de mandos militares y policiales y salió del país.
Quienes debían remplazarlo renunciaron uno tras otro: el vicepresidente, la titular de la cámara alta y el presidente de la cámara de diputados. En medio de un vacío de poder asumió la senadora Jeanine Áñez, la siguiente en la línea de sucesión en el Senado.
El parlamento, que estaba controlado por el Movimiento al Socialismo (MAS) de Morales, reconoció la legalidad de la gestión de Áñez, cuyo principal cometido era organizar nuevas elecciones. Estos comicios presidenciales se celebraron en octubre de 2020 tras dos aplazamientos debido a la pandemia, y tuvieron como ganador a Luis Arce, delfín de Morales. Áñez dejó el poder en noviembre de 2020 y en marzo de 2021 fue detenida acusada de participar en un golpe de Estado.
 
 
 
 
 
 
¿NUEVO CICLO PROGRESISTA EN LATINOAMÉRICA?
 
Pulso de México (https://bit.ly/3tiUmy0)
 
Indudablemente, América Latina está girando a la izquierda, la pregunta que nos hacemos es si se convertirá en un nuevo ciclo progresista, o, solamente, responde a cambios pendulares en la región.
El primer ciclo progresista latinoamericano, comenzó en 1998 con la victoria de Hugo Chávez en Venezuela y se extendió hasta 2015 con la destitución de Dilma Rousseff en Brasil, lo que se conoce como la marea rosa, con aciertos y errores que fueron analizados en el libro ¿Fin del giro a la izquierda en América Latina?, coordinado por el investigador, Mario Torrico.
Finiquitados los gobiernos de la marea rosa, la derecha latinoamericana sumó triunfos en Argentina, Ecuador, Chile, Colombia, Brasil y Uruguay, por lo tanto, se identifica un giro conservador que no logró concretar un nuevo ciclo. El agotamiento del modelo neoliberal explica en parte el fracaso de Mauricio Macri, Lenin Moreno, Sebastián Piñera, Iván Duque y Jair Bolsonaro, quienes pretendieron implementar políticas neoliberales en sus gestiones.
Para el 2018, la victoria de Andrés Manuel López Obrador rompió con la tendencia de triunfos conservadores, posteriormente, se le uniría Alberto Fernández en Argentina, Luis Arce Catacora en Bolivia y Pedro Castillo en Perú, evidentemente, la correlación de fuerzas ideológicas se niveló con estas conquistas del progresismo latinoamericano.
Cerrando el 2021, Xiomara Castro arribó a la presidencia de Honduras y Gabriel Boric venció a José Antonio Kast en Chile, dándole mayor impulso a la izquierda latinoamericana. A esto se suma, que el pasado 13 de marzo, Gustavo Petro fue el candidato más votado en las primarias y el Pacto Histórico es la primera fuerza en Colombia. Por último, en esta breve radiografía, es oportuno mencionar que Lula da Silva encabeza todas las encuestas en Brasil.
Identifico que actualmente el progresismo latinoamericano, por el momento, ha superado a la derecha regional. Igualmente, encuentro diferencias con la marea rosa; por ejemplo, no tienen cercanía con Nicaragua, Venezuela y Cuba, e, incluso, condenan las derivas autoritarias.
El principal reto de los nuevos gobiernos es darle una respuesta a las crisis derivadas de la pandemia, atender las demandas del movimiento feminista, respetar las reglas democráticas, erradicar la corrupción y combatir la desigualdad. Es muy temprano para saber si el nuevo giro a la izquierda se consolida como el segundo ciclo progresista latinoamericano del siglo XXI, pero sus líderes deben aprender de los errores del pasado.
 
 
 
 
 
UNA IZQUIERDA JURÁSICA
 
El Tiempo de Colombia (https://bit.ly/3KSpQAK)
 
Así como desde lejos es imposible apreciar los relieves de un paisaje, hay que adentrarse en los meandros de la izquierda latinoamericana para darse cuenta de que está lejos de representar un todo homogéneo. Una izquierda que tomó en algún momento las armas y creyó en la revolución; una izquierda que nunca se desapegó del credo de la tercera internacional; la izquierda populista, que llegó al poder para quedarse. La nueva izquierda.
Pero lo que un examen cercano mejor nos deja ver es la división entre izquierda autoritaria e izquierda democrática. Entre la que considera anatema todo lo que se oponga a la hegemonía de un solo partido o de un solo líder y la que busca rescatarse a sí misma afirmando su fidelidad a la democracia sin apellidos. Ni democracia proletaria ni democracia burguesa. La democracia.
“Izquierda cobarde”, llama Nicolás Maduro a esta izquierda que se atreve a desembarazarse de los ropajes del pasado que huelen a naftalina. Y la invasión de las tropas rusas a Ucrania ha servido para dejar patente esta diferencia fundamental, que desde las concepciones ideológicas del poder se extiende a los alineamientos geopolíticos. Lo vemos mejor al comparar las declaraciones de Evo Morales con las de Gabriel Boric.
“Rusia ha optado por la guerra para resolver conflictos. Desde Chile condenamos la invasión a Ucrania, la violación de su soberanía y el uso ilegítimo de la fuerza. Nuestra solidaridad estará con las víctimas y nuestros humildes esfuerzos con la paz”, escribe Boric en un tuit. En otro tuit, Morales escribe: “Hacemos un llamado a una movilización internacional para frenar el expansionismo intervencionista de la OTAN y EE. UU. La humanidad clama por pacificación, la conflagración no es la solución. La hegemonía armamentista e imperialista pone en riesgo la paz mundial”.
El lenguaje de Evo Morales es una herencia de la Guerra Fría, cuando la izquierda latinoamericana creía su deber militante no apartarse del evangelio del Kremlin. Cuando en 1968 las tropas del Pacto de Varsovia invadieron Checoslovaquia, Fidel Castro, que entonces representaba a toda la feligresía revolucionaria, respaldó la intervención apelando a los intereses supremos del socialismo mundial. Solo había un imperialismo, el de los Estados Unidos; la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia defendían la paz mundial. Evo Morales, medio siglo después, no se aparta de ese guion.
Por una suerte de artilugio ideológico, Putin encarna a ese mundo soviético anterior a Gorbachov, el de los desfiles militares que cerraban los cohetes cargados con ojivas nucleares, las mismas con las que Putin amenaza hoy al mundo si no le dejan consumar su conquista de Ucrania.
Putin, cuyo apoyo político se teje en una red de organizaciones ultranacionalistas y antisemitas, padrino de una mafia de oligarcas multimillonarios que se apropiaron de los despojos de la era soviética, y decidido a reconstituir la vieja Rusia de los zares, es para los nostálgicos de la vieja izquierda uno de los suyos.
Lula da Silva, sin señalar quién invadió a quién, declara: “Gobernantes, bajen las armas, siéntense en la mesa de negociaciones y encuentren la salida del problema que los llevó a la guerra”. Y nada más. Muy cerca, quién lo diría, de Bolsonaro: “No tomaremos partido, seguiremos siendo neutrales”.
Boric, al contrario, recuerda que las guerras de agresión son un crimen. Quien no puede quitarse las telarañas ideológicas de los ojos para ver los bombardeos sobre la población civil, los ataques aéreos contra hospitales, el éxodo de millones de seres humanos obligados a buscar refugio en los países vecinos huyendo de la destrucción y la muerte demuestra su fidelidad a la izquierda jurásica, o se ha quedado perdido en los vericuetos del cinismo y la dualidad.
Un científico social argentino de izquierda opina en un diario de Buenos Aires: “Las apariencias no siempre revelan la esencia de las cosas, y lo que a primera vista parece ser una cosa –una invasión–, mirada desde otra perspectiva y teniendo en cuenta los datos del contexto puede ser algo completamente distinto”. Igual que Mario Moreno, Cantinflas: “Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario”.

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