Wednesday, June 08, 2005

EVO MORALES: EL PODER REAL DE BOLIVIA

Editorial:

GRAVE CRISIS CONSTITUCIONAL BOLIVIANA

El dilema es apenas una etapa más de la profunda crisis global que vive Bolivia y que la capacidad personal y las buenas intenciones del Presidente Mesa no pudieron encauzar hacia una solución, por su falta de apoyo político pero también por tratar de conciliar lo inconciliable

La Estrella de Arica, Chile (www.estrellaarica.cl)

Por segunda vez en menos de dos años, tras suceder al depuesto Gonzalo Sánchez de Lozada, el Presidente de Bolivia Carlos Mesa ha presentado su renuncia ante el Congreso, presionado por sectores sociales de diverso signo que llevaron al país a un evidente estado de ingobernabilidad. En marzo, el gesto presidencial buscó provocar el respaldo que necesitaba, lo obtuvo y la renuncia fue rechazada. Pero ese acuerdo logró sólo en apariencia el efecto de tranquilizar los ánimos, no satisfizo ninguna de las demandas pendientes y la crisis continuó agravándose. Un factor importante de ello es la diversidad y contradicción de lo que pretenden, por una parte, los grupos campesinos e indígenas, y las regiones más prósperas que desean mayor autonomía. En el tema central de la nacionalización de los hidrocarburos las posiciones son asimismo contrapuestas. La última gestión conciliatoria de la jerarquía eclesiástica tampoco llegó a resultados concretos y Carlos Mesa prefirió retirarse antes de verse envuelto, como su antecesor, en la previsible violencia de los acontecimientos que vendrán.
El reemplazo del Mandatario corresponde sucesivamente a los presidentes del Senado, la Cámara de Diputados y la Corte Suprema, pero los dos primeros son vetados por los movimientos que se han tomado la ciudad de La Paz. El Congreso ayer no logró reunirse para tratar la renuncia, que esta vez parece definitiva. La última de esas autoridades ha declarado que si asume el poder se limitará a llamar a elecciones, lo que sólo posterga la decisión acerca de los temas conflictivos, incluyendo el de una eventual Asamblea Constituyente.
Así, el dilema es apenas una etapa más de la profunda crisis global que vive Bolivia y que la capacidad personal y las buenas intenciones del Presidente Mesa no pudieron encauzar hacia una solución, por su falta de apoyo político, pero también por tratar de conciliar lo inconciliable.
Cualquiera sea la actitud que adopten las autoridades del país vecino, no cabe duda que esta crisis afecta no sólo a su propia institucionalidad democrática, sino también a la región en su conjunto y, para Chile y en especial esta zona de Arica, amenaza con graves perjuicios a las relaciones económicas bilaterales. Por elemental solidaridad y también en aras del interés nacional, Chile desea una salida pacífica de esta situación anómala y, aunque sea difícil, la total normalización de la vida interna boliviana.





Editorial:

PREOCUPACIÓN POR BOLIVIA

La República de Perú (www.larepublica.com.pe)

Asediado por cuatro semanas de marchas y manifestaciones en La Paz y por el bloqueo de las principales carreteras del país, pero más que nada por una situación política y social explosiva que parece no encontrar solución, el doctor Carlos Mesa presentó renuncia a la presidencia de Bolivia. La convocatoria a la elección de una Asamblea Constituyente para octubre, que el Mandatario realizó la semana pasada, no calmó las protestas.
De acuerdo a la línea de sucesión constitucional, una vez aceptada su renuncia por el Poder Legislativo, debería asumir como mandatario provisional el presidente del Congreso, Hormando Vaca Diez. Pero el problema es que el edificio en el que funcionan las Cámaras se encuentra sitiado por las protestas. Además, desacuerdos entre los bloques parlamentarios han hecho imposible que el Legislativo sesione.
Pero incluso si estas dificultades fueran resueltas, subsiste un problema de fondo: los grupos que protestan diariamente en las calles de La Paz han anunciado que no aceptan la presidencia interina de Vaca Diez, y que tanto él como el presidente de la Cámara de Diputados, Mario Cossio —segundo en la línea de sucesión constitucional— deben dimitir en favor del presidente de la Corte Suprema Eduardo Rodríguez, el único que podría convocar a elecciones presidenciales adelantadas.
Este es el laberinto constitucional que los poderes públicos deberán resolver en los próximos días, y no precisamente en un ambiente de calma, pues las protestas continuarán, así como los bloqueos de carreteras que ya han provocado desabastecimiento de alimentos y combustibles en La Paz. La mediación emprendida por la iglesia católica, que se encontraba en sus inicios, no parece contar con posibilidades de éxito.
De otro lado, tampoco los movimientos autonomistas, sumamente activos en departamentos como Santa Cruz y Tarija, han disminuido sus demandas. El primero insiste en realizar su referéndum de autonomía en agosto, sin esperar a que la Asamblea Constituyente defina una nueva estructura política y mayores poderes para las regiones bolivianas.
Hay que seguir con mucha atención cuanto ocurre en Bolivia, que sin duda afecta al Perú y está ligado a un fenómeno de inestabilidad que recorre a los países andinos y que se ha manifestado hace poco en Ecuador. Mientras tanto, solo cabe desear a las fuerzas políticas y sociales del país hermano que logren ponerse de acuerdo en encontrar una salida pacífica, concertada y viable a esta terrible crisis, la más grave en veinte años de recuperada democracia.




Editorial:

RENUNCIA DEL PRESIDENTE DE BOLIVIA

El escenario para Bolivia parece desolador. No existe, al menos por ahora, referente en su sociedad con la necesaria cuota de credibilidad para empezar un proyecto renovador.

La Tercera de Chile (www.latercera.com)

Bolivia vive en el peor de los mundos. Y no ya sólo por su debilitada institucionalidad y el resultado más esperable de esa condición, la crisis permanente de gobernabilidad, sino también por la ausencia de actores públicos de peso que garanticen, desde la máxima posición de poder a la que renunció el lunes el aún Presidente, condiciones de paz social y maniobrabilidad política para empezar a salir del túnel.
Esta ausencia de liderazgos viables, es decir, cuya eventual llegada al poder no signifique un nuevo retroceso, supone una diferencia de fondo con otras crisis en la región del último tiempo. Con la del Perú post Alberto Fujimori, por ejemplo. Allí, a pesar del contexto de descrédito general de las instituciones públicas, cooptadas desde el Ejecutivo para tejer la mayor red de corrupción que se haya conocido en ese país, pudo emerger un nombre de consenso para encabezar un período de transición y de cierta limpieza. Y surgió desde el mundo político.
En Argentina, en 2001, una rebelión popular contra el orden establecido tuvo en el grito "que se vayan todos" su principal bandera de lucha. Esa consigna se refería en gran medida a los exponentes de la llamada "clase política". Sin embargo, luego de la catarsis, fue otro exponente tradicional del juego político el encargado de aquietar las aguas e iniciar el camino de la recuperación.
En la Bolivia actual, en cambio, se ve muy difícil que algo así pueda ocurrir. Por un lado, porque las divisiones sociales y debilidades institucionales del país, sus asimetrías y fuerzas centrífugas, que tienen al Estado bajo amenaza de desintegración, no dejan espacio para que un liderazgo, por fuerte y hábil que éste sea, pueda manejar con perspectivas de éxito las riendas del país. Y, por otro, como se planteó antes, la falta de personalidades, al menos en el actual cuadro de actores políticos, sociales y económicos, que parezcan tener la capacidad y voluntad de encabezar un proyecto unificador y con posibilidades concretas de llegar a buen destino.
De esto último da cuenta el masivo rechazo de los grupos que han liderado las movilizaciones a que sea un político el sucesor del Presidente renunciado. Esto, aunque eso signifique saltarse el orden establecido en la Constitución, que primero considera a los presidentes del Senado y la Cámara de Diputados, en beneficio del titular de la Corte Suprema. Curiosamente, uno de los más activos de esos movimientos, como el que lidera Evo Morales, es un referente político (el más grande del país, sin ir más lejos), con representación legislativa y estructura nacional.
Así, la dimisión del Presidente parece destinada a actuar apenas como una medida transitoria para apaciguar los ánimos. Nada de fondo. Ante las presiones y amenazas, los titulares de las cámaras del Legislativo han dado señales de que estarían dispuestos a dar un paso al lado. El presidente del máximo tribunal ya se manifestó abierto a asumir la jefatura de Estado, pero, como dijo ayer, sólo para "garantizar las elecciones, una transición de orden electoral debe limitarse a eso. Como funcionario público no puedo entrar en una contienda política".
El escenario para ese país vecino parece, en suma, desolador. No existe, al menos por ahora, referente en la sociedad boliviana con la necesaria cuota de credibilidad para empezar proyecto alguno. ¿Qué administrará, entonces, quien resulte el nuevo Presidente de la República? De momento, todo apunta a que apenas un proceso eleccionario que puede concluir con éxito, pero que corre el grave riesgo de terminar administrando otro escenario de caos. Por eso, es positivo que el canciller de ese país pidiera ayer en la Asamblea General de la OEA que ese organismo apoye al próximo mandatario y vigile la mantención del orden democrático en Bolivia. Pero nada de eso parece ser una solución de fondo si antes la sociedad boliviana no cierra filas en torno a un gran pacto nacional que comprometa a todos y cada uno de sus sectores con una apuesta común de futuro.




Opinión:

BOLIVIA, SE ANCHA LA GRIETA

La República de Perú (www.larepublica.com.pe)

Con la segunda y definitiva renuncia del presidente Carlos Mesa la crisis boliviana se termina de instalar para más allá del corto plazo. El desenlace inmediato más probable –un adelanto de elecciones con triunfo de Evo Morales, del MAS– tranquilizará por un tiempo a la parte andina del país, pero reforzará el autonomismo del próspero oriente, donde están los hidrocarburos en disputa.
Los factores económicos y de coyuntura política que lanzaron la crisis en primer lugar van camino de volverse estructurales, es decir irreductibles dentro del actual ordenamiento estructural. Lo menos que se puede imaginar para el resto del decenio es el surgimiento de dos regiones bolivianas fuertes con proyectos sociales propios y orientaciones internacionales diferenciadas.
Pero incluso para que ese complicadísimo desenlace se materialice, Bolivia tendría que resolver el rompecabezas de los hidrocarburos: quienes quieren nacionalizarlos no son los mismos que los tienen en su territorio. Cualquier autonomía efectiva de la media luna boliviana (Santa Cruz, Tarija, El Beni y Pando) dejará a los altiplánicos derrocadores de presidentes sin gas y sin petróleo.
Para los países que rodean a Bolivia el panorama es preocupante. El pasado domingo en La Nación de Santiago José Rodríguez Elizondo elabora sobre la hipótesis de la implosión y hace notar que a Brasil y Argentina les tocará, por contigüidad, las mejores oportunidades, mientras que Chile y Perú parecen llamados a padecer sobre todo los efectos negativos del fenómeno.
En el último momento el gobierno de Mesa terminó aceptando, algo tarde, una ayuda del sistema interamericano, que había venido rechazando. La presencia de la Comunidad Andina es indispensable en este momento, sobre todo porque una OEA con flamante secretario general chileno al mando no va a ser muy bien vista por las iracundas movilizaciones. La CAN tiene hoy mejores palancas.
La hipótesis de la implosión es en cierto modo contradictoria con la de un golpe militar, o por lo menos con la eficacia de este método, pues resulta algo difícil imaginar cómo lograría ubicarse por encima de ambas partes. La declaración unitarista de las FFAA bolivianas de hace unas semanas fue una toma de partido por la unidad de las provincias en torno del régimen de La Paz.
Una nota sobre FFAA: es inevitable que los generales bolivianos comparen la prosperidad de las FFAA chilenas en base a la regalía del cobre que se mantuvo estatal, o el buen pasar de la defensa ecuatoriana en base al petróleo, con la insolvencia de las FFAA peruanas que apoyaron de todo corazón la privatización de todo lo que estaba al alcance de manos extranjeras.




Opinión:

UN PAÍS DESGARRADO

La Nación de Argentina (www.lanacion.com.ar)

La información cotidiana presenta a la República de Bolivia desgarrada por fuerzas opuestas. ¿Qué se disputan? ¿Un gobierno o una nación? Cada grupo habla en su nombre y en su lengua desde posturas inconciliables: jefaturas étnicas contra jefaturas institucionales, tierras altas contra tierras bajas. En suma: cuestiones concretas y problemas candentes que atentan contra la idea racional de una ciudadanía y de una nación en busca de soluciones y de consensos.
El no improbable desmembramiento de la nación andina remite a la imagen histórica del suplicio de Andrés Apasa Túpac Catari, el jefe de la rebelión indígena del altiplano que asedió durante 109 días a la ciudad de La Paz con cuarenta mil hombres. Tropas venidas del virreinato de Buenos Aires derrotaron a Catari. Este fue condenado a ser descuartizado por cuatro caballos. Seis mil muertos, muchos de ellos vecinos del Tucumán, fue el doloroso saldo del levantamiento ocurrido en 1781.
En los tiempos en que el Alto Perú era una de las regiones más ricas y pobladas del imperio español, gracias a los yacimientos de plata, hubo otras sublevaciones. Hacia 1650, se enfrentaron en guerras civiles los europeos del Potosí, divididos en “naciones”: vascos contra andaluces, extremeños y criollos.
Más atrás en la historia, pueden rastrearse las luchas entre los pueblos indígenas que explican el mosaico de lenguas aborígenes que se hablan en la actualidad. El altiplano, un territorio con desarrollos culturales propios, fue conquistado por el ejército del inca Huayna Cápac, que ocupó las regiones de La Paz, Cochabamba y Oruro. Los incas sometieron a las naciones de lengua aymara y aplicaron su política de trasladar al territorio dominado a los pueblos quechuas pacificados y a los rebeldes guaraníes de las zonas tropicales. Tales antecedentes demoraron la construcción de la Bolivia moderna. La emancipación de España se concretó sólo en 1825, pese a que en la Universidad de San Francisco Javier (Charcas) se difundieron las ideas de la Independencia y a que hubo un 25 de mayo de 1809 de carácter revolucionario en la ciudad de La Plata (Sucre).
Asimismo, resultó difícil implantar las nuevas doctrinas liberales que exaltaban al individuo. Este es el caso de la supresión del tributo, un impuesto particular que afectaba a los indígenas y que fue abolido por el delegado de la Junta de Buenos Aires, Juan José Castelli ( 1811), y por el libertador Bolívar (1825). Pero el tributo se reimplantó y duró sesenta años más, porque el Estado no encontraba mejor solución para sus maltrechas finanzas que la de hacer pagar más a los más pobres.
En las comunidades indígenas de campesinos, descendientes de los ayllus prehispánicos, se procedía de acuerdo con pautas ancestrales. Sobrevivía la autoridad del curaca, jefe étnico reconocido por los conquistadores incas tanto como por los españoles y, después, por la República. Todavía en 1950, el censo agrícola señaló la existencia de 3779 comunidades que trabajaban el 26% de las tierras cultivadas.
Entre tanto, el poder pasaba de un caudillo a otro caudillo, en un proceso similar al que atravesaban las otras repúblicas sudamericanas, pero con mayores inconvenientes para encontrar consensos mínimos que permitieran construir la nación. En ese sentido, la derrota sufrida por Bolivia a manos de Chile en la Guerra del Pacífico (1879), que le significó la pérdida de su litoral marítimo, y otra pérdida significativa que benefició a Brasil (la campaña del Acre, 1902), llevarían a la formación de partidos liberales y conservadores que expresaron los intereses de los grandes hacendados y de los nuevos empresarios mineros. Por esa época, los problemas crónicos de la sociedad fueron atribuidos a la escasez de descendientes de europeos. Ese es el argumento de Pueblo enfermo (1909), obra en la que Alcides Arguedas expresó el prejuicio racial del blanco contra el mestizo.
Cuando la plata dejó de ser rentable, comenzó el ciclo del estaño, “el metal del diablo”, como lo denominó Augusto Céspedes en una novela en la que denunció una masacre ocurrida en las minas de Simón Patiño. Por entonces, los millonarios exportadores de dicho metal, Aramayo, Patiño y Hochschild, eran también los referentes de la clase política.
Esa etapa concluyó cuando la derrota de Bolivia en la Guerra del Chaco (1932-1935) conmovió al país. La reacción no se hizo esperar. Hubo un resurgimiento del sentimiento nacionalista, mezclado con ideologías internacionales, el fascismo en el Movimiento Nacionalista Revolucionario –fundado, entre otros, por Víctor Paz Estenssoro– y el marxismo en otras corrientes. Se nacionalizó el petróleo y la nueva consigna fue “Tierra al indio, minas al Estado”.
En la posguerra mundial, en Bolivia se sucedieron las luchas cada vez más dramáticas, en las que el factor militar inclinaba la balanza. Pero ya existía un nuevo factor, los sindicatos mineros, entre ellos los muy combativos de Catavi y Siglo XX. El legendario líder de la Central Obrera Boliviana, Juan Lechín Oquendo, comenzó a practicar acciones de movilización directa de las masas.
En 1946, una pueblada sin precedentes terminó con la vida del presidente militar Gualberto Villarroel, asesinado y colgado en la plaza Murillo (en el mismo escenario de las actuales protestas). Seis años más tarde, el ejército profesional fue derrotado por las milicias de mineros armados y el presidente Paz Estenssoro pudo sancionar una serie de innovaciones revolucionarias: el voto universal, que reemplazó al voto calificado, vigente hasta entonces; la estatización del estaño (no la del petróleo, que volvió ser explotado por compañías privadas) y la reforma agraria, impulsada desde las mismas comunidades indígenas. Por fin desaparecía la arcaica institución del pongo, que obligaba al campesino a servir periódicamente en la casa del dueño de la hacienda.
¿Había ocurrido en Bolivia la primera revolución proletaria de América? Sin embargo, dicha revolución perdió combatividad y los gobiernos terminaron recibiendo el apoyo financiero y técnico de Estados Unidos. Asimismo, las fuerzas armadas más conservadoras recuperaron espacio y poder. El relato de este proceso lo hizo Liborio Justo (Quebracho) en su obra Bolivia, la revolución derrotada (1971). En este país, el más politizado del continente, se dan más violentamente también las contradicciones que agitan a todos los demás, observó Justo.
De hecho, más de un centenar de golpes de Estado y varias revoluciones no han logrado todavía asegurar la estabilidad y el bienestar en Bolivia. Ni las privatizaciones ni la apertura al capital extranjero de las empresas estatales en la década de 1990, cuando el MNR volvió al poder, impidieron que los reclamos fueran cada vez más violentos. Sin duda que hay muchas, demasiadas cuestiones urgentes para resolver.
Principalmente, problemas sociales, como el analfabetismo y la extrema pobreza. A esto se suman las presiones de Estados Unidos para suprimir los cultivos de coca y la dificultad de aplicar una política económica y de distribución en torno de la explotación de los hidrocarburos. Por otra parte, la desaparición de dirigentes históricos, como Paz Estenssoro, Lechín y Hugo Banzer, fallecidos hacia 2001, ha dado lugar a nuevos liderazgos. Por todo eso, lo que está ocurriendo en ese corazón áspero del continente preocupa, angustia, conmueve. Un país cada vez más aislado y desgarrado, enfrentado todavía en términos pacíficos, y en el que probablemente, si no se logran soluciones mínimas en el corto plazo, la violencia ocupe finalmente todo el escenario. María Sáenz Quesada es historiadora. Su último libro se titula Isabel Perón. La Argentina en los años de María Estela Martínez.





Opinión:

LA DESDICHA DE BOLIVIA

La Nación de Argentina (www.lanacion.com.ar)

Hace doscientos años era más importante ser intendente de Potosí que de Buenos Aires. Lo enseña la preferencia de un hombre de los quilates de Francisco de Paula Sanz, que dejó su residencia porteña por la altoperuana. Aquel aristócrata, presunto hijo bastardo del rey Carlos III, hizo valer sus grandes influencias para cambiar su cargo de Buenos Aires por el de Potosí, donde lo sorprenderían la revolución, el ejército argentino comandado por González Balcarce y la orden de fusilamiento emitida por Castelli en diciembre de 1810.
Potosí y su enorme zona de influencia, que incluía nuestro actual Noroeste, era la región más rica, más educada, más próspera y políticamente más influyente del joven reino del Río de la Plata. La preferencia de De Paula Sanz tendría luego su contraparte en el empeño de Buenos Aires por enviar a esas provincias “arribeñas” el mayor ejército, al mando de los mejores hombres, culminando en el comando de Manuel Belgrano. Pero esa misma codiciada prosperidad sería el fundamento de la sociedad altoperuana para resistir el cambio político y continuar siendo “realista”, incluso después de la gran victoria patriota de Ayacucho (9 de diciembre de 1824).
Con el cambio de estrategia impulsado por San Martín y la continua amenaza luso-brasileña en la Banda Oriental, Buenos Aires debió resignarse a una posición defensiva en el Norte y el consecuente abandono de las provincias ricas y modernas, que finalmente liberaría el mariscal Sucre siguiendo la onda expansiva de Bolívar. Esas provincias, protagonistas entrañables del Congreso de Tucumán, terminarían agrupándose en un nuevo Estado: Bolivia. Estaba naciendo una nación promisoria, próspera por sus riquezas materiales, protegida por el vigor de los ejércitos de la Independencia y recostada en su abolengo y el brillo de sus universidades y centros de excelencia. Era más poblada, más próspera y más poderosa que cualquiera de sus vecinos. Bolivia perdió aquel destino. Tal vez en su caso como en ningún otro se dio la paradoja de la bicefalia colonial que he señalado en La Argentina renegada, consistente en que las cabezas políticas las elegía Madrid y las dirigencias administrativas y económicas eran locales. Lo cierto es que la clase dirigente criolla que se hizo cargo del gobierno boliviano a partir de la Independencia arrastró a esa sociedad brillante a una declinación sin parangón. La riqueza fácilmente disponible enardeció las revueltas, ocultó la declinación económica, justificó las continuas guerras exteriores y permitió el encumbramiento de aventuras políticas penosas, cuando no crueles. A la debilidad interior siguió paso a paso una fragilidad de las fronteras que hizo perder al país la mitad de su territorio original, incluyendo la tan necesaria y conflictiva costa sobre el océano Pacífico.
Cuando un visitante llega hoy a la hermosa capital de los cuatro nombres –Sucre, La Plata, Charcas, Chuquisaca–, joya de la herencia indiana donde tiene su asiento formal el gobierno boliviano, aunque sólo está representado por el Poder Judicial, se sorprende por la belleza y opulencia de las iglesias, los edificios públicos, los conventos. Y si aguza la mirada constatará que todos ellos han sido construidos antes de la Independencia, entre fines del siglo XVIII y los primeros años del XIX. Pero si le pregunta a su eventual guía turístico sobre la causa de la declinación boliviana recibirá invariablemente una respuesta contradictoria: la culpa de todo la tienen los españoles que explotaron la riqueza minera y se llevaron los frutos.
Aquí, en este mismo lugar que es un monumento al esplendor colonial, uno puede escuchar los primeros balbuceos de la doctrina de que todo el mal es culpa de los de afuera que vinieron a subyugar y explotar a los pobladores locales. Por cierto que le pregunté a mi guía por qué la prosperidad que demuestra esta arquitectura se desplomó en sólo diez años cuando las oligarquías criollas reemplazaron en el gobierno a las peninsulares. Pero no tuve respuesta.
Esta confusión de la memoria es de una importancia crucial. El Alto Perú ubérrimo de los años coloniales fue construido con las técnicas, los inmigrantes, las instituciones y el gobierno de los europeos que se adaptó y se acriolló según las necesidades locales y se nutrió del esfuerzo de los indígenas, los mestizos, los esclavos y los mismos criollos descendientes de españoles. Todo lo “nuevo” vino de afuera y fecundó a lo aborigen. El rechazo de esa secuencia o su demonización es el rechazo de lo nuevo, de lo importado y, en última instancia, de la modernidad.
Esta manipulación de la memoria debía llevar a un presente xenófobo y antimoderno: eso pensé cuando visité Bolivia con detalle, en 1991, preparando la elaboración de mi libro.
Lo pensé con aflicción y me pregunté quién podía estar interesado en esa alteración del pasado. Enseguida comprendí que culpar a los españoles ya idos, lejanos e inofensivos era una manera de exculpar muy eficazmente a las clases dirigentes criollas que tomaron la posta luego de la Independencia. Pero es una maniobra fatal, pues cierra las puertas hacia el progreso al estimular la desconfianza y hasta el odio a lo nuevo, lo extranjero, lo ajeno.
Las contradicciones no terminan ahí, por cierto, porque no se puede ignorar que millones de bolivianos viven en condiciones miserables y que la “modernidad” no llega a las grandes mayorías debido, justamente, al sistema social, cultural y político que se ha construido a favor de las minorías.
Ahora, el debate boliviano derrapa entre la posibilidad de entrar en una etapa de progreso y modernización gracias a los recursos energéticos o cerrar todas las puertas y proclamar un nacionalismo ultrista. Pero como el sistema social, económico y cultural no es equitativo, el debate está deformado. Plantear a las grandes masas populares que la oposición a la tecnología o al capital extranjero es cerrar las puertas a la modernidad es ocioso. Ya tuvieron grandes explotaciones extranjeras y locales del estaño, el cobre, la plata, el petróleo y la situación de las mayorías no mejoró ni un ápice. Fueron la fuerza motriz de esas explotaciones y quedaron en la misma miseria. No tuvieron acceso a los frutos de la modernización. ¿Por qué deberían estar interesados en la que ahora se les propone?
La desdicha de Bolivia es muy larga. No tiene que ver con sus magníficos recursos naturales ni con la notable laboriosidad de su pueblo, tal como sabemos los argentinos que los recibimos como inmigrantes. Es una desdicha política; antigua, alargada en el tiempo, inclemente. Pero no es una desdicha irredimible.
Con los elementos enumerados se pueden comprender las tribulaciones del presidente Carlos Mesa, un hombre de formación moderna, seguramente bien inspirado y que ve en los recursos energéticos una gran puerta para sacar a su patria hacia el progreso. También es válido suponer que Mesa cree en la necesidad de que el progreso se reparta de una manera equitativa y trata de poner esa garantía en las normas que firma. Pero el pueblo boliviano tiene una tan larga experiencia de frustraciones y está tan manoseado en su construcción de la memoria, como hemos dicho, que le cuesta aceptar garantías formales. El camino sólo parece expedito a través de un cambio político que cumpla una norma elemental del buen gobierno: no hay modernización técnica o material sin modernización social y política. Cuando se quiere movilizar a toda una sociedad en procura de nuevas metas mediando nuevos esfuerzos hay que poder garantizarle que los beneficios serán igualmente colectivos. Lo demás es accesorio.
La Argentina tiene un interés particular en la prosperidad de Bolivia. Herederos de un pasado mucho más cercano de lo que recordamos, testimoniado por los nombres de los muchos diputados altoperuanos al Congreso de Tucumán que llevan las calles de Buenos Aires y el protagonismo de ese gran potosino que fue Cornelio Saavedra, nuestros dos países se necesitan en el equilibrio continental y en la complementación. Ya estamos viendo que no podemos apoyar nuestro progreso material en los recursos energéticos bolivianos debido a la crisis política de ese país. Pero tampoco se puede consolidar el equilibrio regional sin una gran nación boliviana, que es gozne natural del subcontinente.
Es posible que los dirigentes bolivianos de fuerte arraigo popular tengan en sus manos la llave del cofre. Evo Morales se ha declarado seguidor de la línea de Castro y de Chávez. Si ésa es una metáfora de la voluntad de impulsar los cambios sociales necesarios, sería una buena noticia. Si, en cambio, es otro capítulo de la mala memoria, culpando a los de afuera de los males propios, sería una desgracia.
¿Podemos los argentinos acompañar a los bolivianos en la búsqueda del camino? Con todos nuestros errores y deficiencias, es evidente que en los últimos doscientos años hemos encontrado mejores soluciones y construido el país más exitoso del continente. Nuestro mejor secreto es, justamente, lo que hoy tratamos de recuperar: una sociedad abierta, con alta movilidad social e igualdad de oportunidades. Esas son las condiciones mínimas para el esfuerzo de modernización. En la Argentina, y en Bolivia. El autor escribió La Argentina renegada y La Argentina imperial , reeditados por editorial Sudamericana.





Análisis:

BOLIVIA Y ECUADOR

El Comercio de Ecuador (www.elcomercio.com)

Nuestros países se parecen tanto, por lo hermoso y por lo trágico. Hoy Bolivia sufre el asedio de fuerzas centrípetas que ponen en riesgo su propia unidad. El Estado y el liderazgo nacional bolivianos se muestran incapaces de mediar ante una polarización no solo regional sino también étnica y política. Visiones diametralmente opuestas sobre el presente y el futuro no solo han generado un ciclo perverso de inestabilidad, la renuncia de dos presidentes al hilo, sino que plantean la evidente inviabilidad de un esquema unitario. Bolivia vive su encrucijada entre la propuesta autonómica de una región y la consigna de refundación nacional que el movimiento cocalero cifra en una Asamblea Constituyente.
En el medio, hay mucho y mucha Bolivia, pero la polarización poco a poco ha dejado sin aire a la posibilidad de un escenario conciliatorio nacional. Lo claro es que la superación de esta crisis pasará por una transformación radical de la Bolivia del presente. Los grupos gobernantes actuales se quedaron sin gas, literalmente hablando, para darle rumbo, estabilidad y cohesión a la sociedad boliviana y han aparecido nuevos actores regionales y étnicos que reclaman el protagonismo de ser los constructores de un presente que aún no encuentra un sendero previsible en que todos tengan un espacio y se puedan resolver los problemas más acuciantes del país: la pobreza extrema, las demandas del movimiento indígena, las expectativas de desarrollo de los sectores más prósperos.
El Ecuador comparte casi idénticamente esos problemas y no está del todo lejano de los escenarios que hoy transita Bolivia. Acá también, profundas fracturas regionales, étnicas y socio económicas hacen difícil imaginar que las cosas pueden continuar como están por un tiempo indefinido. La última década de inestabilidad, el aparecimiento de nuevos actores y la profundización de las hondas fracturas históricas que nos parten hacen prever que el Ecuador no superará el escenario actual de crisis si es que no se da salida a esos desafíos. En las actuales circunstancias, el Estado nacional se debilita en un proceso irreversible; sectores de interés y grupos de presión fragmentan las instituciones en todas partes e impiden que éstas puedan proponer referentes compartidos al conjunto de la sociedad. Al igual que en Bolivia, en el Ecuador no existe el liderazgo nacional con la visión de superar la fragmentación; con la voluntad de forjar alguna noción de bien colectivo. Al igual que en Bolivia, lo nacional se ahoga en el Ecuador desbordado por proyectos que caminan por sendas diferentes. Lo regional, lo étnico, lo social no calzan en la dinámica de un Estado y liderazgo nacional anacrónicos.
Sin exagerar Ecuador y Bolivia son estados que corren el peligro de colapsar. Existe una razón clara para que ello haya llegado tan lejos, al punto de que la que la viabilidad inmediata de ambos países andinos está en riesgo: Bolivia y el Ecuador son sociedades marcadas por una iniquidad insultante en todos los campos, en lo regional, en lo étnico y en lo social. Por ello, nuestra fortaleza y unidad radicará en que construyamos sociedades equitativas en todos los sentidos. Mientras no se vislumbre un camino compartido entre las fuerzas en disputa, mientras no se produzca el encuentro, en condiciones de equidad, entre los diferentes que hoy reclaman proyectos distintos, mientras no surja un liderazgo político que lo comprenda será imposible contener las fuerzas que anuncian senderos irreconciliables. Lo que nos pasa ahora debemos verlo como el fracaso de sociedades excluyentes que deben cambiar si desean seguir siendo.




Análisis:

EL PODER REAL DE BOLIVIA

Las reivindicaciones radicales paralizarán las inversiones y beneficiarán de facto a Venezuela

La Vanguardia de España (www.lavanguardia.es)

Frente al poder virtual de Carlos Mesa, Evo Morales ha demostrado poseer el poder real. A 20 meses de haber asumido la presidencia, Mesa estaba solo, entre la espada y la pared. Por un lado, las protestas de los indígenas y del Movimiento al Socialismo (MAS), que encabeza Evo Morales, y por otro, sectores patronales de Santa Cruz de la Sierra, que han lanzado un movimiento autonomista.
De hecho, Evo Morales era el último sostén de Mesa. Cuando el lunes le pidió la renuncia, el presidente empezó a recoger los papeles de su despacho y a redactar su discurso de despedida. La caída de Mesa la provocó su propia impericia política, pero también el acoso implacable de una izquierda radical, los grupos sociales que exigen lo imposible, la cáfila de políticos que apuestan a que todo se incendie y los líderes cívicos de Santa Cruz, que presentan sus afanes autonomistas como un primer paso hacia la secesión.
En medio del caos, las reivindicaciones sociales, la exigencia de nacionalizar el gas y los afanes secesionistas de Santa Cruz rociaron con gasolina el incendio. Y Bolivia, con su atribulado pasado, su conflictivo presente y su incierto futuro, terminó convirtiéndose en el ámbito propicio para un líder de rebeliones como Evo Morales. En el léxico de Morales, la nacionalización de multinacionales ha dejado de ser una medida extrema. De Lula y Kirchner imitó el pragmatismo, pero, a diferencia de los dos presidentes sudamericanos, no cedió en su carta más fuerte: el antagonismo con Washington por la sustitución de los cultivos de coca. Sin esa bandera, no hubiera tenido tanto peso en los comicios del 2002, que ganó Sánchez de Lozada.
Principal líder de los movimientos sociales que tienen sitiada a la ciudad de La Paz, Morales pretende "refundar Bolivia". La fórmula: una nueva Constitución que cambie radicalmente la estructura del poder político y económico. E insiste en su lema de que "la revolución es posible".
Con el caos que ha provocado en Bolivia, Evo Morales beneficia a los intereses de Hugo Chávez. En primer lugar, aumenta la inf luencia de la llamada "revolución bolivariana" en América Latina. Y más si en las próximas elecciones llega a la presidencia. La exigencia de nacionalizar el petróleo y el gas paralizará las inversiones en Bolivia e impedirá la explotación de sus inmensas riquezas energéticas, con lo que aumenta el valor estratégico y económico de los yacimientos de Venezuela. Brasil y Argentina, que importaban gas de Bolivia, dependerán de los envíos de Hugo Chávez.
A los problemas políticos, sociales y económicos que sufre Bolivia se suma el peligro de la secesión territorial. Santa Cruz, corazón económico del país, se proclamó región autónoma y se dispone a conformar un gobierno provisional que le permita administrar sus recursos y dictar sus propias normas. El líder indígena aymará, Felipe Quispe, advirtió que si Santa Cruz se independiza, su gente formará su propia nación. Rubén Costas, presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, que agrupa a sindicatos, empresarios y grupos civiles, encabeza el movimiento autonómico que, al estilo Ibarretxe, convocó un referéndum en agosto para terminar con el detestado sistema centralista que rige el país.
Rubén Costas destaca que Santa Cruz representa "más del 25% de la población" de Bolivia, pero aporta "más de la mitad de los impuestos que se recuadan en el país y genera un tercio del producto interior bruto nacional a través de la agricultura, la ganadería, el petróleo y el gas natural. Por todo ello, la mayor provincia de Bolivia (370.621 kilómetros cuadrados) es el puntal de la economía nacional.






EVO MORALES, HIJO DE CHÁVEZ

La Vanguardia de España (www.lavanguardia.es)

Para los analistas de la situación latinoamericana, el caos boliviano era previsible. Hace medio año, Hugo Chávez estigmatizó a Mesa y al entonces presidente de Ecuador, Lucio Gutiérrez, por considerar que no eran "verdaderos bolivarianos". Por el contrario, el presidente venezolano no escatima elogios hacia quien, hoy por hoy, es el hombre fuerte de Bolivia, un líder cocalero que en menos de 20 meses ha derrocado a dos jefes de Estado. En los planes "bolivarianos" de Chávez, Evo Morales es la pieza clave para la zona andina. Si el líder del MAS acepta ahora adelantar las elecciones es porque, además de marcar la agenda política, temdrá recursos financieros facilitados por Chávez y de expertos asesores cubanos. Morales, que visita con frecuencia La Habana y Caracas, expresó su interés en conocer a fondo "la exitosa experiencia de la Asamblea Constituyente venezolana", para aplicarla en Bolivia. Otros dos factores ayudan a Morales a proyectarse como figura de la oposición: su inscripción en el circuito de la llamada nueva izquierda, dirigido desde La Habana y orientado en un discurso común contra la globalización, Estados Unidos, los partidos tradicionales, el FMI y el modelo neoliberal; ello le reporta asesoría política, relieve internacional y financiación exterior. En segundo lugar, Morales sabe atraer la atención de los medios, ya sea fotografiándose con Lula o cortando carreteras.




Opinión:

LAS TENTACIONES DE MESA

Diario Rebelión de Uruguay www.rebelion.org)

En teoría, al menos, la principal obligación del Presidente es obedecer, cumplir y ejecutar la voluntad soberana(en teoría, al menos)del pueblo que le gobierna. Tal es también la principal obligación del Congreso (sea el Congreso que sea), encargado de traducir en sabias leyes la voluntad soberana del pueblo.
Se da el accidente esta vez, o así aparece desde lejos, de que el pueblo boliviano ha decidido cerrar un episodio de hambrunas, matanzas, miseria, ignorancia y explotación que dura ya dos siglos.
Quiere, en su voluntad soberana, negociar esta vez su gas y su petróleo con ventaja o, de no entenderlo así el mundo exterior, quiere guardarse ese gas y ese petróleo hasta que al mundo le venga en gana un ambiente negociador más apropiado.
Entiéndase esto bien: el pueblo boliviano no quiere vivir sin trabajar (como lo hizo el pueblo árabe saudita durante décadas) gracias a su gas y su petróleo: sólo quiere que ese gas y ese petróleo le den una oportunidad de comer tres veces al día, educar mas o menos bien a sus hijos y dejar de vestir harapos y de comer el amargo pan de los despojados.
(Los árabes sauditas han minado sus campos petroleros con explosivos y Semtex, un material nuclear que enviará esos campos a la luna y a sus invasores al carajo si alguien intenta invadirlos, pero nadie les critica esas cosas porque son amigos del Rey Jorge.)
Si el pueblo boliviano grita y protesta hoy decidido a cambiar su historia dejando de lado a todos sus dirigentes porque todos son unos vendidos, es porque tiene memoria: le robaron la plata, el estaño, buena parte de su petróleo, gran parte de su territorio porque siempre fue humilde, silencioso y paciente, y siempre esperó la buena voluntad de sus enemigos. Esperó 200 años, y hoy vemos lo que sacó con esa sufrida espera.
No que usara mal ese esperar angustiado: hoy es un pueblo “subdesarrollado” que demuestra al mundo la calidad despreciable de sus “dirigentes” y “gobernantes” vendidos al oro foráneo y la evidencia indiscutible de su propia madurez política: se ha lanzado a las calles para reclamar lo suyo sin más camisa que la del hombre feliz original.
Desde su punto de vista, la coyuntura es clara como el agua de lluvia: si muere lentamente de hambre, no tiene techo, no tiene pan desde hace dos siglos y la esperanza se le ha muerto… ¿qué más puede perder?
Muchos le acusan de ignorante: confunden la habilidad de hablar inglés con cierta “educación”. No quieren ver la educación política que ese mismo pueblo se ha dado mientras sufría y que le hace ejemplo de sus hermanos en Latinoamérica. Sólo ayer celebraba elecciones municipales que fueron ejemplo de civismo para el mundo. Hay 50 años ya desde su Revolución Nacional traicionada. Ya vemos todos los frutos de la fe desperdiciada en traidores y vendedores de la Patria.
Ahora, después de intentar todo tipo de milagros y de maniobras, el Presidente Mesa (representante no sólo de las “elites” del país, sino de su burguesía (si es que existe) y de su cultura, que es algo más que su folklore) se ha quedado sin patas en que apoyarse, a no ser los cuchillos largos, que le ayudarían a violar su más solemne promesa, la de no mancharse las manos con sangre boliviana.
Es una promesa que se le hace más difícil de cumplir con cada segundo que pasa. Un milagro le ayuda hasta ahora a cumplirla: los militares, portento de siglos es este, se niegan a matar civiles esta vez. Es decir, algunos militares; no debe de faltar uno decidido ya a “liberar” a los bolivianos y hacerse de una fortuna en siete meses.
Pero, aún si los militares hubieran cambiado su sempiterna vocación genocida (¡esa sí que seria la noticia del siglo!) las presiones que sufre Mesa, ya sin patas, son enormes.
Vienen de Washington, de Madrid, de Brasilia, de Santiago, de Buenos Aires…. Y todas vienen envueltas en papel moneda fuerte como anuncio de que obedecer la voluntad soberana de los bolivianos involucra la intervención armada de la OEA, la ONU y otros instrumentos similares del Rey Jorge. Ese será el día en que se haga literal realidad el “morir antes que esclavos vivir” con que recibirían los bolivianos a cualquier invasor.
Son presiones que ponen a Mesa, un intelectual, no un hombre de acción, en una irónica disyuntiva harto boliviana: o es Busch el Mártir, o es Banzer, el tirano asesino. O acaba muerto por intentar cumplir la voluntad soberana de su pueblo, o acaba ametrallando al pueblo.
Mesa es un burgués educado de buen pasar y muchos privilegios; es en verdad estudioso de la historia y no es como el gobernante anterior, que era buen cineasta como filosofo y mal filosofo como cineasta, lo cual no le impedirá llevarse mil muerte bolivianas en la conciencia y más de cien millones de dólares en la chequera.
Aún así, Mesa tiene plata y es “elite”. Si tales no son los argumentos para negar al pueblo lo que la voluntad soberana del pueblo le exige, ¿cuál otra razón tendría el Presidente Mesa para continuar burlando esa voluntad?
El Congreso es una casa de putas, es cierto, pero… ¿hubo algún congreso, alguna vez y en alguna parte, que fuera otra cosa? El Congreso no puede ser disculpa que impida que al Presidente el ponerse del lado del pueblo que le gobierna.
Verdad es que el gobernante anterior se ríe de los bolivianos: no le han tocado un pelo y nadie sueña con recuperar la fortuna que asegura un pasar millonario a diez de sus generaciones… Puede vivir como un rey en Miami entre otros empresarios del mismo calibre antes de estirar la pata mañana o pasado.
La raza de Mesa, evidente en su rostro y en sus manos, le hacen más difícil ese papel de apátrida. No puede disfrazarse de gringo aunque robe cien fortunas para vivir “feliz” en USA. Todos lo verían foráneo, aún en Miami.
Pero la tentación es grande: diez generaciones de Mesas viviendo como reyes, así sea en el exterior: si se mira a los Banzer, millonarios hoy en diez capitales del mundo, se ve las ventajas de seguir esa senda.
Por esos motivos es tal vez prudente sugerir al Presidente que adopte la más saludable de sus alternativas: sonría una vez más para consumo popular, tan simpático él, con esos dientes tan sanos, y vuelva al estudio de televisión del que jamás debió salir.
Es posible que encuentre una vocación para hacer cine del bueno (sabemos que eso, puede) y filosofía del poder (ahora, la conoce mejor que muchos). Pero, y es lo más importante: se llevará la conciencia limpia y la bendición de sus compatriotas. Lo cual sería, en su cargo, otro milagro: ¿a cuántos Presidentes del pasado bendicen hoy los bolivianos?





REPSOL EN BOLIVIA

"LA LEY DE HIDROCARBUROS NO IMPORTA, ESTÁ EN JUEGO LA VIABILIDAD DEL PAÍS"

El Mundo de España (www.elmundo.es)

El presidente de Repsol YPF en Bolivia, Julio Gavito, aseguraba desde la capital que la situación es "muy mala". Su empresa, como otras grandes españolas, tiene importantes inversiones en el país que tratan de defender. No obstante, la petrolera está en el ojo del huracán, ya que gran parte de la sociedad exige la nacionalización de los hidrocarburos.
"La Paz está aislada y tiene problemas de abastecimiento, falta desde la gasolina o el gas licuado hasta el pan". Julio Gavito, presidente de la petrolera hispano argentina en Bolivia describía así cómo se viven las últimas horas en un país que acaba de asistir a la dimisión de su presidente, Carlos Mesa.
La empresa tiene importantes intereses en la zona -donde trabaja desde 1995- que trata de defender pese a la polémica ley de hidrocarburos, que creen que no es mas que un modo de encubrir un pago fijo sobre la producción, impuesto en el contrato a cambio de la explotación de recursos naturales, y frente a las exigencias populares de nacionalización del sector.
"Lo de la ley ahora es secundario"
Sin embargo, preguntado al respecto de la importancia de la crisis abierta, el presidente aseguraba que "la ley (de hidrocarburos) es algo secundario. Hablamos de la viabilidad del país en general, que arrastra graves problemas desde mucho antes de que entraran en juego las petroleras".
Como medida de salvaguarda, a principios de junio la empresa advirtió de que el nuevo marco legal hacía inviables los proyectos de inversión más significativos que tenía previsto acometer en el país y que ascendían a 693 millones de euros hasta 2009.
"Se está reevaluando el plan de inversiones" dijo Gavito, quien es además vicepresidente de la Cámara Oficial Española de Industria y Comercio en Bolivia (edificio que han tenido que abandonar sus trabajadores ante la situación de caos que se vive en la capital).
El presidente explicó que son conscientes de ser parte del caso. En la actualidad, la empresa da empleo a 3.000 personas de forma directa e indirecta, con una actividad que ha generado ingresos para el Estado boliviano y para la sociedad en su conjunto de más de 508 millones de euros. "Una de las reivindicaciones sociales es la nacionalización, pero el tema es más grande que eso y ahora está explotando".
Importancia de la presencia extranjera
El hasta ahora presidente del país no ha sido capaz de contener las intensas protestas callejeras en las que diversos sectores sociales exigían la nacionalización de los hidrocarburos. La movilización del partido Movimiento Al Socialismo, dirigido por el líder cocalero Evo Morales, ha sido especialmente dura. Acusaban al hasta ahora presidente de estar sometido a los intereses de las multinacionales y de ser un "cobarde" por no querer nacionalizar los hidrocarburos (los campos de petróleo y gas están gestionados por una veintena de compañías extranjeras).
Gavito explicaba que están bloqueados los accesos a La Paz, cerrado el aeropuerto y el 75% de las carreteras, además de que algunos campesinos han tomado campos de petróleo. Sin embargo, declinó dar un cifra del coste económico que la crisis ha podido suponer hasta ahora.
Sea como fuere, el comercio con el exterior es una de las fuentes de ingresos más importantes del país. La inversión extranjera se ha convertido en el principal componente de la inversión privada y es la variable con mayor incidencia en su crecimiento. A este respecto, ya advertían desde el ministerio de Industria, Comercio y Exportaciones que en 2004 se daría un descenso de los ingresos debido a la mayor incertidumbre, las amenzas de bloqueos y la crisis social.
Mensajes de calma desde España
Mientras, desde España se mantenía la prudencia y explicaban que todavía es pronto para sacar conclusiones.
Para Red Eléctrica Española (REE), que opera a través de Transportadora de Electricidad (TDE), Bolivia es junto a Perú la base de su expansión internacional y en 2004 invirtieron 7,3 millones de euros en este negocio.
En el primer trimestre de 2005, TDE aportó 4,2 millones de euros en la cifra de negocio, 2,9 millones de euros en el EBITDA y 1,2 millones en el resultado después de impuestos. En 2004 reportó a los beneficios consolidados antes de impuestos 4,6 millones de euros.
Fuentes de la empresa declinaron hacer ningún tipo de comentario sobre la salida de Mesa, ya que estimaron que era demasiado pronto para sacar conclusiones.
Importante presencia de bancos españoles
El bancario es otro de los negocios de los españoles en Bolivia. BBVA está entre los líderes en la administración de fondos de pensiones en América Latina, con más de 12 millones de afiliados, seguido de Citibank y SCH.
No obstante, el peso del negocio en el conjunto de la entidad es modesto. BBVA Previsión AFP, donde la entidad española tiene un 80% del capital, generó unos beneficios de 2,5 millones de euros.
En cuanto a la inestabilidad política, desde el banco se abstuvieron de hacer declaraciones, lo mismo que en el grupo Santander Central Hispano, que trabaja a través de Banco de Santa Cruz y que explicó que para los próximos años no hay previstas inversiones nuevas en el país.





EMPRESARIOS CHILENOS PIERDEN MILLONES POR CRISIS BOLIVIANA

Aunque la inestabilidad política y social de Bolivia lleva varios meses, representantes de diversos gremios empresariales chilenos continúan preocupados por las consecuencias que pueda tener en el comercio bilateral esta nueva crisis.

La Nación de Chile (wwwlanacion.com.cl)

Pérdidas económicas e incertidumbre respecto al futuro del intercambio bilateral entre Chile y Bolivia, son las primeras consecuencias de la crisis social y política por la que atraviesa el vecino país desde hace algunas semanas. Una de las zonas chilenas que se ha visto más afectada por lo que sucede al otro lado de la frontera es Arica, tomando en cuenta el gran intercambio comercial que la I Región realiza con ese país. Según el director de Relaciones Internacionales de la Cámara de Comercio de esa ciudad, Jorge Correa, el sábado 28 de mayo viajó el último camión con mercadería local hacia esa nación, por lo que desde esa fecha prácticamente no se han realizado ventas de productos chilenos al país altiplánico.
El dirigente gremial señaló que los empresarios ariqueños han perdido cerca de un millón de dólares en estos 10 días de paralización del comercio. Además, calculó en otros 5 millones de dólares el valor de los productos que no se han podido exportar por las manifestaciones y cortes de carreteras.
A pesar de las considerables pérdidas y el serio daño que han producido estas dificultades en la economía de la zona, Correa sostuvo que los empresarios de Arica están acostumbrados a enfrentar estas situaciones. “Estos problemas en el comercio bilateral se repiten desde hace tres años, por lo que no nos resultan anormales ni nos quitan el sueño”, recalcó.
Por su experiencia, el dirigente indicó que en los próximos días el comercio con Bolivia debería normalizarse, ya que las regiones limítrofes con Chile son dependientes de muchos productos nacionales, como lácteos, confites o pañales para bebés. Sin embargo, dijo que las ventas todavía no se realizarán de manera directa, sino que muchos ciudadanos bolivianos “bajarán” a Arica a adquirir mercaderías.
Otro rubro que se ha visto seriamente afectado por la crisis política en el país limítrofe es el de los camioneros. Según el presidente de la Asociación Gremial de Transportistas Internacionales, Dusan Simunovic, el transporte de mercadería por vía terrestre hacia Bolivia se ha suspendido por completo en los últimos días. No obstante, recalcó que todavía hay 15 vehículos chilenos que se encuentran al interior de Bolivia y que no han podido moverse debido al bloqueo de las rutas.
Asimismo, dijo que existen cerca de 60 maquinas nacionales detenidas a 100 kilómetros de la frontera. “No pueden avanzar porque los caminos están cortados, pero Aduanas tampoco les permite regresar pues llevan exportaciones que ya fueron declaradas”, expresó.
De acuerdo al cálculo realizado por el dirigente, las perdidas del sector causadas por la paralización del transporte en las últimas dos semanas alcanzan los 500 mil dólares.
IMAGEN REGIONAL
Más preocupado por los efectos políticos que por las eventuales pérdidas económicas se mostró el presidente de Asexma, Roberto Fantuzzi. Para el empresario, los problemas que ocurren en América Latina pueden afectar la imagen de Chile, por lo que puso énfasis en la necesidad de apoyar a Bolivia para que logre salir de la crisis institucional. Agregó que las autoridades nacionales no han actuado con la premura necesaria para buscar una solución a la crisis política que vive la nación altiplánica, y de esa forma evitar que nuestro país quede en un escenario regional vulnerable. “Al vecino se le está incendiando la casa y nosotros no hemos hecho nada por ayudarlo”, enfatizó Fantuzzi.
PIDEN ADMINISTRACIÓN CONJUNTA DE INFRAESTRUCTURA MARÍTIMA
Una “administración conjunta’’ del puerto de Arica y del aeropuerto de Chacalluta planteó a Chile el canciller boliviano, Juan Ignacio Siles. Según el ministro altiplánico, esta propuesta es parte de una “reparación histórica” que debe realizar nuestro país por la pérdida de su acceso al Océano Pacífico, a causa de la guerra del mismo nombre. Ambas instalaciones se encuentran en lo que fue el departamento de Arica, que Chile anexo en el conflicto vecinal.
Según Siles, su país perdió en esta conflagración cerca de 400 kilómetros de litoral, empero, recalcó que el país no estaba pidiendo ahora la devolución de esos territorios, sino “que se realice una reparación histórica de nuestra calidad marítima’’, enfatizó. El secretario de Estado señaló que en muchas ocasiones La Paz ha planteando a Chile su problema de mediterraneidad, pero no siempre ha encontrado respuesta. Por este motivo, agregó que ambos países deberían pensar en la administración conjunta del puerto ariqueño y del aeropuerto de Chacalluta.
ATURAL SALDRÁ POR PERÚ
El embajador de Bolivia en Perú, Eloy Avila señaló que un nuevo Mandatario de su país mantendrá la postura de exportar el gas del yacimiento de Tarija sólo por un puerto peruano. Según el diplomático, el próximo gobierno reafirmará la opción boliviana de no sacar el hidrocarburo por Chile, a pesar del menor costo que significa elegir esta alternativa. De acuerdo a las estimaciones de expertos, mandar el gas por la localidad peruana de Ilo encarece el proyecto hasta en 600 millones de dólares.
A pesar de estas diferencias económicas, Bolivia decidió que los envíos llegarían a un terminal en territorio peruano, debido a las diferencias que La Paz mantiene con Chile por su petición de una salida al mar.
En nuestro país, la primera posibilidad como puerto para la salida del gas la tenía la localidad de Patillos, cerca de Iquique, mientras que la segunda era Mejillones.
COMERCIO BILATERAL
Las sucesivas crisis político-económicas en el vecino país han deteriorado los intercambios comerciales en los últimos cinco años. Mientras en 1998 los envíos chilenos a Bolivia totalizaron 247 millones de dólares, en el ejercicio pasado bajaron hasta 139 millones de la divisa estadounidense. En tanto, hasta marzo pasado las exportaciones sumaron 53,4 millones de dólares. Los principales bienes que Chile vende al país vecino son productos industriales, neumáticos, pañales de bebé y lácteos.
Por su parte, las importaciones bolivianas llegaron el 2004 hasta los 53,3 millones de dólares, con el aceite de soya como el producto más demandado.





PELIGRA EL ABASTECIMIENTO DE GAS DE CAMISEA PARA PRIORIZAR EXPORTACIÓN

EN DETRIMENTO DEL MERCADO LOCAL

Expertos afirman que dictamen aprobado en el Pleno le da carta blanca a venta al exterior del combustible natural. Ex ministro dice que compradores extranjeros recibirían precio preferencial a diferencia de consumidores peruanos.

La República de Perú (www.larepublica.com.pe)

El 26 de mayo el Pleno del Congreso aprobó un dictamen de ley que modifica la Ley Nº 27133 de Promoción del Desarrollo de la Industria del Gas Natural, “estableciendo condiciones operativas para un mayor aprovechamiento del gas producido a nivel nacional”.
Sin embargo, con esta iniciativa se pretende eliminar la obligación de garantizar el abastecimiento al mercado nacional de gas natural por 20 años, según lo advierten expertos consultados por La República.
El artículo 3 de la ahora autógrafa de ley modifica el inciso a) del artículo 4 de la Ley Nº 27133. En dicho inciso queda la frase: “Garantizar el abastecimiento al mercado nacional de gas natural” y se borra la frase: “por un período mínimo definido en el contrato”.
Ese período mínimo está precisado en el artículo 2 del reglamento de la Ley 27133 y señala que se considera garantizado el abastecimiento de gas natural en el mercado local cuando las reservas probadas del productor alcancen para abastecer la demanda futura, que no podrá ser menor a un horizonte permanente de 20 años.
Aurelio Ochoa, experto en temas energéticos, sostiene que de aprobarse así como está la autógrafa se daría carta libre al operador para priorizar la exportación, porque se eliminaría la exigencia de garantizar por un horizonte de 20 años el abastecimiento al mercado interno, lo que obligaría a que permanentemente se busquen reservas.
Carlos Herrera, ex ministro de Energía y Minas, alertó que los peruanos podríamos llegar a subsidiar la exportación. “Para venderle el gas a Argentina, éste saldría de Camisea, y cruzaría los Andes, lo cual costaría mucho. Por ello se le tendría que dar precios preferenciales en boca de pozo y en transporte, lo cual no les van a dar a los consumidores locales”, refiere.
Pluspetrol afirma que en los 40 años de concesión, el mercado local requiere de 11 trillones de pies cúbicos. Sin embargo, las reservas probadas son solo 6.8 trillones de pies cúbicos. Ello evidencia posibles problemas, agrega Herrera.
José Carrasco, autor del proyecto original, que fue modificado, dice que la propuesta busca promover el abastecimiento del mercado local.
Chile ratifica intención de compra de gas
El diario El Mercurio de Chile anunció ayer en su página web la alianza energética del cono sur de Chile con Argentina, Brasil y Uruguay para traer gas de los yacimientos de Camisea y así abastecer a toda la región.
El ministro de Economía y Energía de Chile, Jorge Rodríguez, dijo que desde la semana pasada se logró al integración a este proyecto de Argentina, Brasil y Uruguay, que firmarán un acuerdo de compromiso con el cual llegarán a nuestro país la próxima semana. El presidente chileno Ricardo Lagos ratificó las negociaciones con dichos países para traer gas desde Perú.
La jefa del gabinete de asesores del MEF, Cecilia Blume, confirmó esta versión. Indicó que cuatro ministros de Estado visitarán Lima el lunes para ver la posibilidad de que nuestro país venda gas a cuatro países de Sudamérica. No obstante, tanto en el Ministerio de Energía y Minas como en la Cancillería negaron tener conocimiento oficial sobre este proyecto y desmintieron cualquier negociación de venta de gas entre Perú y el resto de países de la región involucrados.





EL GOBIERNO ESTUDIARÁ LA IMPOSICIÓN DEL VISADO DE TURISTA A LOS CIUDADANOS DE BOLIVIA

La Vanguardia de España (www.lavanguardia.es)

El ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús Caldera, se comprometió ayer en el Congreso a estudiar, a propuesta de CiU, la imposición de visado de turista a ciudadanos bolivianos para entrar en España cuando su estancia sea inferior a tres meses. El parlamentario de CiU Carles Campuzano recordó que los bolivianos han entregado 47.202 peticiones en el proceso de normalización y son el quinto país en presentación de solicitudes. También la diputada de PP Ángeles Muñoz afirmó que la policía ya ha alertado del incremento de ciudadanos que llegan a España desde Europa procedentes de Bolivia, Brasil y Venezuela.
Los datos del padrón de inicios del 2005 indican que el pasado año el número de ciudadanos de Bolivia registró un aumento del 84% y pasó de 53.345 a 96.800.
De las cuatro primeras nacionalidades solicitantes de la normalización, Ecuador, Marruecos y Colombia ya tienen obligación de solicitar visado de turista para evitar que los ciudadanos de estos países se conviertan en irregulares sobrevenidos que no abandonan España una vez expira el periodo en el que pueden estar sin visado. A los rumanos (segunda nacionalidad solicitante), por decisión europea, se les retiró la imposición de este visado ante su futura entrada en la UE.
"Nos vamos a encontrar con nuevos ciudadanos irregulares procedentes de Bolivia, que pueden venir a España sin visado y quedarse posteriormente, y, además, corremos el riesgo de que bajo el paraguas de Bolivia vengan también de forma irregular nacionales de Ecuador y Colombia", explicó Campuzano. "No sería prudente que adelantara ahora las posibles estrategias que se pudieran tomar o no en el futuro -respondió el ministro-. Además, usted sabe que estas decisiones no las puede tomar España sino que es una decisión conjunta de la UE. Pero recojo su planteamiento y el tema se estudiará".
El ministro de Trabajo explicó ayer que, del total de altas en la Seguridad Social procedentes del proceso de regularización, sólo hay un 2,71% que corresponde a contratos indefinidos. Además, el 31,7% del total de expedientes presentados tiene cabida dentro del régimen del hogar, lo que da una idea también de la precariedad de los empleos que se han generado.
Según Caldera, la Seguridad Social recaudará este año gracias a este proceso 750 millones de euros adicionales. Y para el 2006 calcula que se superará los 1.500 millones. También precisó que no habrá expulsiones para los menores sin papeles y podrán obtener un permiso de residencia a través de una nueva fórmula jurídica. Se trata del "arraigo de menores", al que podrán acogerse si demuestran dos años de residencia continuada en España y sus padres o tutores tienen los medios de vida y alojamiento exigidos para la reagrupación familiar.
El 60,28% de los nuevos cotizantes extranjeros tiene entre 25 y 39 años; el 20,5%, entre 41 y 65 años, y el 19,21%, entre 16 y 24 años.

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