LULA PUEDE SALVAR A LA DEMOCRACIA BRASILEÑA
A dos días de las elecciones en Brasil, el escenario sigue siendo ampliamente favorable a Lula da Silva, al que todos los sondeos dan unánimemente por ganador, ya sea en primera o segunda vuelta. La más reciente encuesta de BTG Pactual - FSB Pesquisa no es la excepción, y proyecta que el expresidente cosecharía el 48% de los sufragios en primera vuelta, contra el 37% de Jair Bolsonaro. Este potencial escenario derivaría en un balotaje, en el cual Lula se impondría al actual presidente por 52% a 40%.Cuatro
años atrás, 13 ciudadanos compitieron por la presidencia de Brasil en una
elección marcada por la proscripción del candidato que lideraba las encuestas:
el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva. Muchas cosas podrían decirse de Jair
Bolsonaro, pero esta es la más importante: si cualquiera de los otros 12, y no
él, hubiese sido electo, cerca de medio millón de brasileños más continuarían
vivos.
Lo
explicaron el año pasado varios científicos a los que la comisión parlamentaria
de investigación sobre la pandemia de covid-19 llamó a declarar en el Senado.
Entre ellos, la microbióloga Natalia Pasternak, quien citó un trabajo de Pedro
Hallal, publicado en Lancet, que estimaba que dos tercios de las muertes
podrían haberse evitado. Después de tomar declaración bajo juramento a
funcionarios, exministros, científicos, médicos, directivos de empresas
fabricantes de vacunas y de otras compañías y otros testigos y especialistas,
analizar documentos, encargar pericias y otras diligencias, la comisión
parlamentaria acusó a Bolsonaro por gravísimos crímenes. Entre ellos,
exterminio, persecución y actos inhumanos para causar sufrimiento intencional,
por los que recomendó la intervención del Tribunal Penal Internacional de La
Haya.
La doctora
Pasternak, citada este mes por The Jerusalem Post como una de las 50
personalidades judías más influyentes del mundo, firmó junto a más de 200
intelectuales judíos de su país una carta abierta denunciando que “el Gobierno
de Jair Bolsonaro tiene fuertes inclinaciones nazis y fascistas”.
No es una
acusación banal. Bolsonaro, cuyo lema electoral es “Brasil por encima de todo”
––copiado del lema nazi Deutschland über alles––, tiene una larga historia de
asociación con el nazismo. Hizo campaña junto a un candidato a concejal que se
disfrazaba de Adolf Hitler. Defendió a alumnos del Colegio Militar de Porto
Alegre que habían expresado su admiración por el Führer. Su secretario de
Cultura plagió, en un discurso oficial, transmitido con una ópera de Wagner de
fondo, párrafos enteros de Joseph Goebbels. Su Gobierno hizo campaña contra la
cuarentena con la frase “El trabajo libera”, escrita en la entrada de
Auschwitz. Bolsonaro recibió con honores de Estado a la ultraderechista alemana
Beatrix von Storch, nieta del ministro de Finanzas de Hitler. ¿Y qué decir de
las banderas neonazis que flamearon en sus mítines, o los símbolos del
supremacismo blanco que usan graciosamente sus hijos, sus asesores y hasta él
mismo? ¿Y los desfiles en moto con los que imita a Mussolini, a quien también
ha citado en Twitter? No es casualidad que David Duke, exlíder del Ku Klux Klan,
haya dicho que Bolsonaro “suena como nosotros”.
Pero no
hablamos solo de símbolos; también de cadáveres. Si plagiar a Goebbels ––o
emplear sistemáticamente sus tácticas de propaganda–– es espantoso, mucho peor
es lo que hizo Eduardo Pazuello como ministro de Salud, plagiando a Eichmann.
El general asumió el cargo cuando sus dos antecesores, que eran médicos, se
negaron a participar de crímenes contra la humanidad. Dijo que su función sería
“obedecer” y eso hizo, ejecutando fríamente las órdenes del presidente que
causaron la muerte de cientos de miles de personas. Inclusive, retrasar la
compra de jeringas para la vacunación o el envío de bombonas de oxígeno a
Manaos mientras los enfermos morían asfixiados. Lo que mueve a Bolsonaro es una
pulsión enfermiza por la muerte y la convicción de que existen seres humanos
descartables, que “no sirven ni para procrear”, como dijo sobre los negros, o
“desvalorizan la propiedad”, como dijo sobre tener un vecino gay. La
deshumanización es crucial; nadie lo explicó mejor que Primo Levi.
Brasil
perdió casi 700.000 vidas, no por errores o ineficiencia, sino por decisiones
políticas conscientes cuyos resultados no podrían haber sido otros. Mientras
tantas familias veían morir a sus seres queridos, el presidente bromeaba sobre
las muertes y hasta imitó a un paciente sin oxígeno como si hiciera gracia.
Esa
pulsión de muerte lo define. “Mi especialidad es matar”, dijo Bolsonaro en 2017
cuando era precandidato. Ya presidente, flexibilizó las reglas para comprar
armas e hizo proliferar los clubes de tiro, eliminó normas de tránsito que
salvaban vidas en las carreteras, dio cobertura a los depredadores de la
Amazonia que asesinan a indígenas y ambientalistas, protegió a las milicias
ilegales y avaló el gatillo fácil de las policías que masacran a negros y
pobres, dejó sin presupuesto a los programas contra la violencia de género e
hizo del discurso de odio contra la población LGBT una política de Estado.
La
tragedia social, sanitaria, educativa, ambiental y civilizatoria de estos
cuatro años es inmensa. Bolsonaro aumentó el hambre, la desigualdad, la
deforestación y la corrupción mientras reducía la cantidad de estudiantes
universitarios, la protección del medio ambiente, los fondos para la ciencia y
los derechos de los trabajadores. Destruyó la imagen internacional de Brasil.
Puso en los ministerios a conspiracionistas, militares, pastores
fundamentalistas, ladrones y desequilibrados que no aprobarían la Selectividad
ni una entrevista para un empleo privado. Trajo de vuelta la persecución
política, el exilio de opositores, la censura, el asedio a la prensa libre y a
los artistas, el odio y la deshumanización de las minorías como chivos
expiatorios. Pero nada se compara a la cantidad de vidas perdidas y al culto a
la muerte y las armas que han sido el hilo conductor de su Gobierno. Sus
seguidores se identifican imitando una pistola con su mano derecha y, en los
últimos meses, ya mataron a dos militantes del Partido de los Trabajadores.
Cuatro
años atrás, muchos que ya denunciábamos a Bolsonaro cuando era solo “ese
diputado que odia a los gais” advertimos que aquella no era una elección
normal. Después del golpe parlamentario contra Dilma Rousseff y la prisión
política de Lula, no tendría cómo serlo, pero la candidatura de un fascista
obsesionado por la muerte, apologista de la dictadura militar, admirador de un
conocido torturador y autor de sentencias como “no te violo porque eres fea, no
lo mereces” o “prefiero que un hijo mío muera en un accidente” a saber que es
gay ––su mayor obsesión–– debería haber encendido las alarmas del mundo. Ahora
está claro, también en Europa: el fascismo nos acecha otra vez. Hay que
detenerlo.
Este
domingo, los brasileños vuelven a las urnas después de una larga pesadilla.
Lula está libre y, de aquellos 13 candidatos de 2018, seis lo apoyan, en
defensa de la democracia. Uno de ellos, Geraldo Alckmin, que había liderado la
oposición a su Gobierno y fue su adversario en las elecciones de 2006, ahora es
su candidato a vicepresidente. Los demócratas formaron un histórico frente
antifascista.
Acorralado
por las encuestas, el actual presidente desacredita con mentiras el sistema de
votación, insulta a los jueces del Supremo y prepara su propio asalto al
Capitolio. El domingo por la noche será imprescindible que todos los gobiernos
democráticos del mundo estén preparados para respaldar lo que digan las urnas y
advertir al aspirante a dictador que no tolerarán un golpe de Estado. Si Lula
logra salvar de Bolsonaro y sus matones a la democracia brasileña, enfrentará
luego un desafío aún mayor: reconstruir un país devastado como después de una
guerra que aún no terminó de llorar a sus muertos. El País de España
(https://bit.ly/3SMVROy)
¿LA
POLICÍA DE BRASIL APOYARÍA UN GOLPE DE ESTADO A FAVOR DE BOLSONARO?
Las
elecciones brasileñas han generado preocupaciones sobre si el presidente
intentará hacer un golpe de Estado en caso de perder. Los especialistas
consideran que el ejército, como institución, no lo respaldaría. Pero las
inquietudes han aumentado por la policía.
The News
York Times de EEUU (https://nyti.ms/3LRNShb)
El
domingo, los brasileños acuden a las urnas para elegir a su próximo presidente.
Pero desde hace meses, la cuestión que se plantea en el país no es quién
ganará, sino si Jair Bolsonaro, el actual líder del país, intentará dar un
golpe de Estado si pierde.
Bolsonaro,
quien va a rezagado en las encuestas, ha hecho todo lo posible por sembrar
dudas sobre la validez de las elecciones brasileñas, al afirmar, por ejemplo,
que las máquinas de votación electrónica del país serán manipuladas para
inclinar el voto a favor de su oponente de izquierda, el expresidente Luiz
Inácio Lula da Silva.
A pesar de
las relaciones amistosas de Bolsonaro con los militares, parece carecer del
apoyo institucional que necesitaría para dar un golpe de Estado exitoso. Y si
pierde por un amplio margen, puede llegar a la conclusión de que es más
prudente aceptar el resultado que intentar anularlo.
Pero a
muchos les sigue preocupando la posibilidad de un levantamiento violento por
parte de sus partidarios, similar al que experimentó Estados Unidos el 6 de
enero de 2021, pero potencialmente a mayor escala.
Y eso ha
llamado la atención sobre el papel potencialmente importante de la fuerza
policial de Brasil en cualquier levantamiento postelectoral. Si se producen
disturbios masivos, la llamada policía militar del país, una fuerza de
aproximadamente medio millón de oficiales, sería llamada a restaurar el orden.
La policía militar está separada de la policía federal, una fuerza más pequeña
bajo el mando del Ministerio de Justicia. A pesar de su nombre, las fuerzas de
la policía militar están bajo el mando de los gobernadores estatales y no de
las fuerzas armadas.
Bolsonaro
ha pasado años cultivando su apoyo.
¿Controlar
la crisis, o no?
Puede ser
fácil olvidar que la policía es un actor político. Los militares y los altos
tribunales tienden a recibir mucha atención en las especulaciones sobre si los
golpes de Estado podrían o no ser inminentes. La policía, por el contrario,
suele ser vista como funcionarios municipales de bajo nivel, importantes cuando
se trata de cuestiones de orden público cotidiano, pero no decisivos en
cuestiones de supervivencia democrática.
Esto puede
ser razonable cuando se trata de golpes de Estado tradicionales, que casi
siempre requieren el control de los militares para tener éxito, y a menudo
también recurren a los altos tribunales para reforzar su legitimidad. (Hay una
razón por la que se oye hablar mucho de “golpes militares” y poco de “golpes
policiales”).
Pero las
revueltas, los levantamientos populares y otras formas de disturbios masivos
son diferentes de los golpes tradicionales. La policía suele ser la primera
línea de respuesta a estas acciones masivas. Y eso les da un enorme poder para
influir en los resultados, por una razón sencilla: pueden decidir si aparecen o
no.
En la
Revolución naranja de Ucrania de 2014, por ejemplo, se produjo un momento
decisivo cuando la policía antidisturbios del país, que había perdido la fe en
la capacidad del gobierno para aislarlos de la persecución u otras
consecuencias, se negó a desalojar a los manifestantes de la plaza que habían
ocupado en la capital. Su abandono del gobierno resultó ser un punto de
inflexión, y este se derrumbó poco después.
En cambio,
durante los disturbios del 6 de enero en el Capitolio de Estados Unidos, la
actuación decisiva de la Policía del Capitolio protegió a los integrantes del
Congreso y a su personal, y acabó por controlar los disturbios.
Por
supuesto, la policía también puede desempeñar un papel más directo en las
crisis electorales. En Kenia, en 2007, por ejemplo, el país estalló en
violencia tras acusaciones creíbles de manipulación de votos contra el
presidente en funciones. Más tarde, una investigación oficial encontró pruebas
de que el gobierno había desplegado 1600 agentes de policía vestidos de civil
“para actuar como agentes del gobierno en la interrupción de los procesos
electorales o su participación en ellos”, y que los agentes de policía habían
matado posteriormente a más de 400 personas y participado en violaciones,
saqueos y otros delitos durante la violencia postelectoral.
‘Activaron
un sistema de frenos’
En Brasil,
Bolsonaro ha pasado años cortejando el apoyo de los oficiales de la policía
militar del país, unidades fuertemente armadas que alguna vez fueron parte del
ejército durante los años de dictadura del país, pero que ahora dependen de los
gobernadores civiles, dijo Yanilda María González, una politóloga de la
Universidad de Harvard que estudia la policía en el continente americano. Esto
ha suscitado la preocupación de que la policía pueda respaldar a Bolsonaro en
un intento de golpe de Estado, negarse a actuar contra un levantamiento de sus
partidarios o ir a la huelga si su oponente es declarado ganador.
Adilson
Paes de Souza, un teniente coronel retirado de la policía militar que ahora es
investigador de psicología policial, dijo que cree que la policía militar es,
como individuos, en su mayoría pro-Bolsonaro. Pero el apoyo personal no
significa necesariamente que la policía como institución participaría, o se
negaría a intervenir, en un levantamiento o golpe de Estado después de las
elecciones.
En el
último año, las autoridades estatales han tomado medidas para reprimir la
actividad política de la policía, que tiene prohibido hacer declaraciones
políticas públicas. En agosto de 2021, por ejemplo, el gobernador de São Paulo
despidió a un comandante de la policía que había publicado un llamamiento
público en Facebook para que la gente asistiera a un mitin de Bolsonaro el 7 de
septiembre, día de la independencia de Brasil. Esa misma semana, los
gobernadores de los estados del país plantearon la cuestión del apoyo de la
policía a Bolsonaro en una reunión, y reiteraron la importancia de garantizar
que se mantuvieran dentro de los límites legales y constitucionales.
LAS
ELECCIONES DE BRASIL, A LA SOMBRA DEL FANTASMA DE UN GOLPE DE ESTADO
Agencia
EFE (https://bit.ly/3dXB78b)
Los
brasileños acuden el próximo domingo a las urnas en unas elecciones envueltas
en un inédito clima de tensión, alimentado por las dudas que ha sembrado el
presidente Jair Bolsonaro, que se presenta a la reelección, sobre si reconocerá
la eventual derrota que le vaticinan todas las encuestas.
Los
ataques del líder de la ultraderecha contra el sistema electoral han sido
crecientes desde que asumió el poder en 2018 y el propio Bolsonaro, con
declaraciones ambiguas, ha azuzado el fantasma de un golpe de Estado.
«La
historia se puede repetir», advirtió Bolsonaro el pasado 7 de septiembre,
durante un discurso con motivo del Día de la Independencia, después de enumerar
varias fechas históricas, algunas de ellas alusivas a levantamientos militares
y al golpe de Estado de 1964.
Ese día,
numerosos seguidores y corifeos le pidieron en un multitudinario mitin impulsar
una intervención militar, clausurar el Parlamento y destituir a los jueces del
Supremo.
Él, lejos
de desautorizar estos exabruptos, los ha amparado en el marco de la libertad de
expresión.
Unas
instituciones fuertes
Según
analistas consultados por Efe, la posibilidad de que Bolsonaro no reconozca el
resultado de las elecciones no se puede descartar, ni tampoco el riesgo de que
se trate de emular el asalto al Capitolio de Estados Unidos, que protagonizaron
los seguidores del entonces presidente Donald Trump en enero de 2021 para
evitar que se reconociera la victoria de su rival, Joe Biden.
«Las
democracias comienzan a morir cuando los políticos cuestionan el sistema
electoral y cuando se atacan las instituciones democráticas. Trump lo hizo y
Bolsonaro no está distante. Sus ideólogos son los mismos», comenta Paulo
Ramírez, profesor de la Escuela de Sociología y Política de Sao Paulo.
Hasta el
momento, según este analista, las instituciones brasileñas han conseguido
«neutralizar» todos los ataques al sistema electoral que han partido del
bolsonarismo.
El
Parlamento rechazó recuperar el voto impreso, como pedía Bolsonaro en el marco
de una campaña de descrédito de la seguridad de las urnas electrónicas, a pesar
de que nunca se detectó un fraude desde que se introdujeron en el país, en
1996.
El
Tribunal Electoral, asimismo, ha introducido cambios en el sistema de recuento
de votos en aras de la transparencia, para evitar la posibilidad de cualquier
cuestionamiento por parte de los militares, que por primera vez se han inscrito
como observadores del proceso electoral.
La
oposición de la sociedad civil a los ataques de Bolsonaro también ha sido firme
y se ha plasmado en manifiestos a favor de la democracia, que han sido
respaldados por asociaciones empresariales, universidades, grupos sociales e
incontables personalidades.
¿Es
posible un golpe?
Esta
resistencia civil muestra el «fracaso» del bolsonarismo en su apuesta por
ampliar el respaldo social a su campaña contra el sistema electoral, apunta
Carlos Machado, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Brasilia.
Y para que
prospere un golpe, «es necesario el apoyo de la sociedad, no solo de los
militares».
No
obstante, según este analista, «el único miedo» reside en que esas ideas sí han
calado en el núcleo duro del bolsonarismo, en especial en grupos organizados
del sector de seguridad, tales como militares, cuerpos policiales y grupos
armados ilegales que controlan numerosas favelas de Río de Janeiro.
Los
militares podrían tratar de apoyar a Bolsonaro para defender los privilegios y
los cargos públicos que han obtenido en los últimos cuatro años.
Pero
también les podría interesar «abandonar el barco» del líder de la ultraderecha
para evitar un mayor desgaste en la imagen de la institución.
Una
campaña manchada por la violencia
El riesgo
más palpable para los analistas es que el alto nivel de crispación derive en
nuevos episodios violentos, tales como los dos asesinatos políticos que se han
conocido en el país en los dos últimos meses, una situación inédita en
elecciones pasadas.
En ambos
casos, los crímenes fueron perpetrados por seguidores de Bolsonaro, que mataron
a votantes del principal candidato opositor, el expresidente Luiz Inácio Lula
da Silva.
Y a pesar
de que todas las encuestas favorecen a Lula, Bolsonaro no duda en seguir
tensando el ambiente al extender un manto de sospecha en relación a cualquier
resultado que no le sea favorable en las urnas el próximo domingo.
DE LULA A
BOLSONARO: "LA GENTE TE ENVIARÁ A CASA EL 2 DE OCTUBRE"
Corrientes
Hoy de Argentina (https://bit.ly/3CmWwRA)
Brasil
asistió este jueves a uno de los debates más tensos y violentos de la historia
democrática reciente, con el presidente Jair Bolsonaro lanzando su arsenal de
acusaciones, incluidas noticias falsas, contra el exmandatario Luiz Inácio Lula
da Silva, en busca de escalar en las encuestas para evitar ser derrotado el
domingo y forzar una segunda vuelta.
Con
Bolsonaro como una ametralladora contra Lula, el resto de los candidatos
también contribuyó con el presidente sumándose a criticar al líder del Partido
de los Trabajadores (PT), que tiene 50% de la intención de voto y tiene chances
matemáticas de ganar la prresidencia el domingo, según Datafolha.
En cambio,
el jefe del Estado se negó a responder dos preguntas claves que le formuló la
candidata Soraya Trhonicke, paradójicamente una ex aliada: si va a aceptar el
resultado de las elecciones del domingo y si se vacunó contra el coronavirus.
"Mentiroso,
expresidiario, traidor a la patria, tus hijos robaron millones de
empresas", disparó Bolsonaro en un debate en la TV Globo, el mayor
acontecimiento del final de la campaña en Brasil, que se transformó en un
clásico personal entre el jefe del Planalto y el exsindicalista metalúrgico.
"En
mi gobierno no hubo corrupción", dijo Bolsonaro, quien llamó
"mentiroso" y "expresidiario" a Lula, al recordar los
procesos de que el exmandatario fue objeto por el desvío de fondos a través de
contratistas de la petrolera estatal Petrobras, y vinculó al líder del Partido
de los Trabajadores (PT) con asociaciones ilícitas.
"¿Él
habla de asociación ilícita?", replicó Lula, y agregó: "Necesita
mirarse al espejo y ver qué está pasando en su gobierno. Respetá a quién está
mirando, te está mirando tu hija de 10 años, no mientas. La gente te enviará a
tu casa el 2 de octubre".
Las
acusaciones de Bolsonaro y las respuestas de Lula generaron que el debate se
transformara en gran parte en el duelo de la polarización de las elecciones del
domingo.
En el
debate participaron también Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista,
tercero en las encuestas, Simone Tebet, del Movimiento de la Democracia
Brasileña (MDB), Soraya Thrnokie, del derechista Unión Brasil, Felipe Dávila,
del Partido Novo, y Padre Kelmon, del Partido Trabalhista Brasileño (PTB).
Bolsonaro
encontró como aliado a Ciro Gomes, quien fue tres años ministro de Lula entre
2003 y 2010 pero dedicó su campaña a una cruzada personal contra su exaliado.
Pero sobre
todo Bolsonaro fue ayudado por el gran desconocido de la de la noche, Kelmon
Souza, quien se presenta como Padre Kelmon por pertenecer a un grupo llamado
Iglesia Ortodoxa del Perú, del ultraderechista Partido Trabalhista Brasileño
(PTB), una suerte de Qanon tropical que emula al grupo segregacionista y
conspirativo que apoya a Donald Trump en Estados Unidos.
Arce
podría usarlo para enjuiciarlo
UN INFORME
DE LA CIDH IMPLICA A MORALES EN GRAVES VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS
La Gaceta
de España (https://bit.ly/3yrKJzh)
En un
momento en el que el Movimiento al Socialismo (MAS) no encuentra manera de
lograr la unidad alrededor de Evo Morales o Luis Arce Catacora, y en el que
desde uno y otro bando se lanzan adjetivos como “bufones”, “infiltrados”,
“lamebotas” y “ministrillos”, alguien filtró un informe de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sobre una serie de graves violaciones
de Derechos Humanos en Bolivia durante el Gobierno de Evo Morales.
Este
informe habla concretamente sobre los hechos del operativo del Hotel Las
Américas en el año 2009, donde cinco mercenarios (tres extranjeros y dos
bolivianos) fueron sorprendidos mientras dormían en horas de la madrugada,
detenidos, torturados y ejecutados extrajudicialmente por fuerzas del Estado y
bajo órdenes del propio Morales, jefe de “la cultura de la paz”.
El
denominado “caso terrorismo” apuntaba que existía un grupo irregular armado que
supuestamente pretendía llevar al departamento de Santa Cruz a la secesión y atentar
contra el entonces presidente Evo Morales por encargo de líderes políticos
opositores, que más tarde también fueron detenidos y procesados ilegalmente, y
extorsionados con tal motivo.
Sin
embargo, a raíz de la petición presentada en septiembre de 2009 por la madre
del irlandés Michael Dwyer, uno de los extranjeros muertos en el operativo
policial de abril de 2009, y el abogado Gerardo Prado Herrera, y que fue
admitida recién en 2018, la CIDH concluye que “El Estado boliviano es
responsable por la violación de los derechos a la vida, integridad personal,
libertad personal, garantías judiciales, protección de la honra y de la
dignidad, y protección judicial de la Convención Americana de Derechos
Humanos”.
Además, la
CIDH realiza recomendaciones en su informe, entre las que se destaca:
-Reparaciones
para las víctimas: disponer las medidas de salud física y mental que
correspondan para su rehabilitación.
-Adoptar
las medidas necesarias para que estos sucesos no vuelvan a ocurrir.
-Iniciar
una investigación penal para esclarecer los hechos en forma completa,
identificar todas las posibles responsabilidades e imponer las sanciones que
correspondan.
-Al
tratarse de graves violaciones de derechos humanos, el Estado no podrá oponer
prescripción u otras eximentes de responsabilidad penal para incumplir esta
recomendación.
Arce
Catacora, en una encrucijada
Entre
otros aspectos importantes a destacar en el informe de la CIDH está el hecho de
que el informe fue emitido en diciembre de 2021, pero Wilfredo Chávez, exabogado
personal de Morales y actual Procurador General del Estado, lo mantuvo oculto
durante al menos 9 meses, hasta que fue filtrado a la prensa local en días
recientes probablemente por algún partidario de Arce, presuntamente con la
intención de deteriorar todavía más la figura de Morales.
Igualmente,
Luis Arce Catacora tendría en sus manos un juicio contra Evo Morales que
implicaría el fin definitivo de su carrera política, y de su libertad. Pero en
caso de no acceder a su responsabilidad, daría lugar a que la comisión acuse al
Estado boliviano elevando el caso ante la Corte Interamericana de Derechos
Humanos.
Sin
embargo, en el montaje del caso no sólo estarían implicados Morales, García
Linera y los miembros de su gabinete, además de más de 20 miembros de la
policía, sino también la Unidad de Contingencia de la Embajada de Venezuela en
Bolivia, que, entre otros aspectos, habría pagado pasajes de los mercenarios y
cuyos militares habrían estado alojados en el Hotel Las Américas horas antes
del operativo de ejecución.
De esta
manera, el haber puesto a la Policía Boliviana bajo el mando de una fuerza
extranjera, en este caso la venezolana, puede ser parte de una nueva causa de
entre otras muchas otras contra Morales, en este caso por haber cometido un
acto de traición a la patria.
A Evo
Morales le espera una celda
Las
reacciones tanto de Morales como de algunos de sus partidarios –48 exministros
suyos entre ellos– ha sido la de exigir “su corrección” cuando no la de su
rechazo contundente. Por ejemplo, el presidente de la Cámara de Senadores,
Andrónico Rodríguez, dijo: “El hermano Evo Morales, en su momento, como
cualquier presidente patriota hizo lo correcto de defender la integridad, la
soberanía y la unidad territorial del país”.
En la
misma línea, Evo Morales afirmó desde sus redes sociales: “Es necesario
reanudar ese juicio para que nunca más nadie se aventure a intentar dividir
nuestra Patria. No hacerlo, sería ser cómplice de los golpistas que buscaron
impunidad para los separatistas”. Y además agregó: «En su momento revelaremos a
nuestro pueblo cómo y quiénes promovieron la utilización de este caso para
tratar de defenestrarnos políticamente».
Lo cierto
es que Evo Morales ahora se encuentra tan solo y desesperado ante la situación,
que ya no sabe contra quién más estrellarse, y lanza frases al aire y en toda
dirección, como “de frente me besan, atrás te patean”, o “unos somos de
convicción, otros son de ocasión o de ambición”.
El caso se
cerró en 2020 con la absolución de todos los acusados que seguían procesados,
luego de que Arturo Murillo, entonces ministro de Gobierno de Jeanine Áñez, y
la Fiscalía de Bolivia retiraron sus acusaciones.
Esto
quiere decir que, aunque siempre se supo que este fue un caso armado por Evo
Morales y su gobierno, y de que realizó el mayor esfuerzo por construir una
narrativa mentirosa, de realizar persecuciones políticas permanentes y de
invadir el Poder Judicial, la verdad ha terminado saliendo a la luz de la mejor
manera y en el mejor momento posibles, y lo único que le queda a Morales y sus
cómplices, tarde o temprano, es una celda por delitos gravísimos cometidos a lo
largo de todo su gobierno.
Un nuevo
cabildo en Santa Cruz
En el
entretanto, a medida que el gobierno de Arce se debilita ante tantos problemas
urgentes por atender, el propósito de libertad y democracia por medio de un
régimen de administración pública autonómica en Santa Cruz, que justamente el
gobierno de Morales trató de acallar en 2009, hoy cobra fuerza con la
celebración de un nuevo cabildo de protesta pacífica e histórica este viernes
30 de septiembre.
Este
viernes los cruceños se reúnen con gran expectativa nacional para exigir la
realización de un censo de población y vivienda con más de diez años de
retraso, que permita reordenar la asignación de recursos públicos para un
departamento que ha crecido con notable diferencia respecto del resto del país,
por el flujo migratorio y el clima propicio de su gente para generar riqueza, y
más aún en un entorno de crisis económica creciente.
EL TRAMO
DE CARRETERA QUE UNE BRASIL Y BOLIVIA TIENE 11 KILÓMETROS RECUPERADOS
Construcción
Latinoamericana (https://bit.ly/3rm9jO2)
Los
automovilistas que circulen por la BR-429 en Rondônia tendrán más comodidad y
seguridad en un tramo de 11 kilómetros de carretera que fue revitalizado y
entregado por el Ministerio de Infraestructura. A través del Departamento
Nacional de Infraestructuras de Transporte (DNIT), se aplicó el microasfaltado
y la señalización de la carretera entre los kilómetros 261 y 285 de la misma.
El tramo
abarca las ciudades de Seringueiras, São Francisco do Guaporé y Costa Marques,
ciudad fronteriza con Bolivia. Los equipos del DNIT seguirán trabajando en los
tramos comprendidos entre el km 198,30 y el km 380,20, retirando la hierba de
la servidumbre de paso, eliminando baches, bacheando en profundidad, limpiando
los dispositivos de drenaje e instalando señales de tráfico.
Importancia
Considerada
una vía socioeconómica de gran importancia para el estado, la BR-429/RO tiene
339 kilómetros y atraviesa los municipios de presidente Médici, Alvorada do
Oeste, São Miguel do Guaporé, Seringueiras, São Francisco do Guaporé y Costa
Marques, además de contribuir directamente al crecimiento de la ganadería en la
región norte del país.
BOLIVIA SE
CONECTARÁ AL TREN BIOCEÁNICO EN 2025
Logy News
de Chile (https://bit.ly/3RqmcRq)
Para 2025
Bolivia planea integrarse a la red ferroviaria que los países de la región han
bautizado como “corredor bioceánico”, con el puerto de Ilo, en Perú, como
puerta de acceso al Pacífico.
El país
reveló su plan de conectar con la operatividad del megaproyecto de integración,
que empezará en Brasil, pasará por suelo boliviano y desembocará en el puerto
peruano de Ilo.
Precisamente
este puerto, que se ha convertido en referencia para Bolivia, será el eje del
movimiento de carga regional y una consolidada alternativa de exportación
boliviana.
Los
gobiernos de los presidentes Luis Arce y Pedro Castillo decidieron darle un
impulso para su consolidación, sobre la base de un estudio que desarrollará en
los siguientes seis meses la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi).
El
viceministro de Integración, Benjamín Blanco, informó que de forma paralela
Perú hará inversiones, entre ellas de US$63 millones para la ampliación del
muelle, para el atraque de buques de mayor calado, y otras obras para el
movimiento y almacenamiento de carga en este puerto donde Bolivia tiene
ventajas como la reducción de costos de un 30% y almacenamiento gratuito por
120 días.
QUÉ COMER
Y BEBER EN BOLIVIA
Revista
Lonely Planeta (https://bit.ly/3dS2ws6)
¿Alguna
vez comiste un lomo de llama? Esta es tu oportunidad, tal vez con una copa de
vino de Tarija. La comida de Bolivia es tan diversa como su población y
encontrarás nuevas delicias para probar en cada ciudad.
Los
mercados son un buen lugar para comenzar, aunque las ollas humeantes de
brebajes desconocidos pueden poner a prueba papilas gustativas vírgenes. Los
jugos de frutas recién licuados sin duda se convertirán en un hábito diario,
mientras que el café de las Yungas de gran altitud ahora está disponible en
varios cafés nuevos que están surgiendo en Bolivia.
La escena
de los restaurantes es próspera en Santa Cruz , Cochabamba y, más que en ningún
otro lugar, La Paz , donde puede probar versiones contemporáneas de bebidas y
platos tradicionales. No importa dónde se encuentre, ya sea en los trópicos o
en los Andes altos, seguramente encontrará bocadillos coloridos en la calle y
comidas elaboradas que aprovechan la gran despensa de Bolivia. Aquí hay una
guía de algunas de las mejores experiencias gastronómicas de Bolivia.
Merienda
Salteñas
Estas
omnipresentes empanadas de color amarillo anaranjado son un refrigerio básico a
media mañana que se encuentra en Bolivia. Más pequeñas, más robustas y más
dulces que las empanadas tradicionales, a menudo acompañan una proteína (carne
de res, cerdo o pollo) con aceitunas, pasas y papas. La jugosidad del relleno
proviene de la gelatina agregada, y muchos conocedores agregan la salsa llajua
boliviana para darle un toque adicional. Espere una película sabrosa en sus dedos
y un brillo cálido en su vientre.
Dónde
probarlo: Salteñeria El Hornito en Potosí.
Dale sabor
a la hora del té con un cuñapé o un sonso de yuca
Lleve la
hora del té al siguiente nivel con delicias de la tarde como cuñapés . Estos
panecillos de yuca con queso se pueden encontrar en muchas ciudades bolivianas,
pero son más comunes en el este, donde a veces se les conoce como chipá
(típicamente cerca de la frontera con Paraguay ).
Los
cuñapés pueden volverse bastante adictivos, así que si te gustan, también
querrás probar un sonso de yuca , que es un pan de mandioca con queso que a
menudo se asa a la parrilla en un gran pincho de bambú sobre carbón humeante.
Dónde
probarlo: El Secreto de Mama en Riberalta.
Prueba el
arcoíris de los jugos de frutas bolivianos
Bolivia
incluye la topografía de un continente en un paquete relativamente pequeño, lo
que significa que puede encontrar una gran variedad de frutas que quizás nunca
antes haya probado. Los jugos frescos son una de las mejores formas de
probarlos, con opciones comunes que incluyen chirimoya (una chirimoya), tumbo
(la fruta de la pasión del plátano) y atún (que proviene del nopal).
En la
cuenca del Amazonas , también puedes encontrar mucho asaí (la baya de palma
rica en antioxidantes más conocida en el extranjero como acai), que se usa para
hacer batidos o tazones cubiertos con frutas y granos.
Dónde
probarlo: En mercados regionales como el Mercado Abasto de Santa Cruz.
Prueba
K'alaphurka , la sopa calentada con piedra
¿Dónde más
puede sentarse y ver cómo un servidor deja caer una roca volcánica caliente en
medio de su sopa? Tales son los placeres de comer k'alaphurka , uno de los
platos más famosos de la sureña ciudad de Potosí . Hecha a base de harina de
maíz, esta sopa calentada a la piedra también incluye papas, charque seco , ají
molido y hojas de chachacoma , todo servido en un tazón grande de barro (¡por
razones obvias!).
Dónde
probarlo: Kalaphurka Doña Mecha en Potosí.
Agitar el
vino o beber el brandy en Tarija
Algunos de
los viñedos de mayor altitud del mundo se encuentran cerca de la ciudad de
Tarija , que ha experimentado importantes inversiones durante la última década
tanto en bodegas como en vinos más sofisticados y texturizados. El tannat es
aquí la uva estrella, y productores como Campos de Solana o Aranjuez se han
enfrentado a enólogos de la tierra natal de este varietal tinto, Francia, en
concursos internacionales.
Mientras
tanto, la uva moscatel de Alejandría, que domina los viñedos bolivianos, se
convierte en el espíritu pisco singani, un aguardiente que se mezcla con ginger
ale o gaseosa de limón para el popular cóctel chuflay .
Dónde
probarlo: Más allá de Tarija, el mejor lugar para singani o vino es Gustu en La
Paz.
Prueba la
comida que alimentó a los incas
El
abundante plato aymara de charquekan , común en el suroeste de Bolivia, se
prepara rehidratando carne de llama seca. Esto crea una proteína salada y
fibrosa que luego se cubre con coloridas papas nativas (o grandes granos de
maíz) y se sirve con queso y huevos cocidos.
Dónde
probarlo: Charquekan Orureño 'El Puente' en Oruro.
Prueba el
sabor amargo de las hojas de coca
Las hojas
de coca son sagradas para muchos grupos indígenas en los Andes de América del
Sur, donde se utilizan para diversos fines ceremoniales y medicinales. A pesar
de su infamia en el extranjero como ingrediente base de la cocaína, así como de
la Coca-Cola original, son un alimento básico en Bolivia, dando sabor a todo,
desde licores ligeramente estimulantes hasta amargas IPA.
Los
hoteles en destinos como el Salar de Uyuni o el lago Titicaca suelen servir a
los huéspedes una infusión de hojas secas de coca, llamada mate de coca , que
es la forma más natural de combatir los efectos de la altura.
Dónde
probarlo: Hoteles en el suroeste de Bolivia o en excursiones de trekking en los
Andes.
Llénate un
pique a lo macho
Este
asesino de la resaca es un montón de carne de res, salchichas, huevos duros,
salsa, pimientos y cebollas, todo servido con papas fritas. La mayoría de los
bolivianos no pediría un pique a lo macho por uno. Es, al igual que el
silpancho (carne estilo escalope sobre un huevo frito, arroz y papas) un plato
igualmente pesado en carbohidratos, que normalmente se comparte entre grupos de
amigos.
Dónde
probarlo: Restaurante Miraflores en Cochabamba.
Entra en
calor en una mañana fría del altiplano con api de maíz morado
Esta
bebida caliente hecha con maíz morado molido, canela, azúcar y clavo es un
desayuno popular en el altiplano. Espeso y abundante, a menudo se acompaña de
pasteles fritos en forma de rosquilla llamados buñuelos . Consuma los dos
juntos, y probablemente podría saltarse el almuerzo.
Dónde
probarlo: Los mercados de La Paz, Oruro, Potosí y Cochabamba.
vegetarianos
y veganos
Las
opciones vegetarianas van en aumento en Bolivia, pero la carne aún domina la
mayoría de los menús, particularmente en el campo, donde algunos chefs no
estarán familiarizados con las dietas vegetarianas o veganas. Muchos platos
bolivianos son naturalmente veganos, incluida la versión sin carne de la sopa
de maní (una sopa repleta de proteínas hecha de maní molido y fideos) o humitas
(maíz molido cocido al vapor dentro de las hojas de maíz, similar a un tamal
mexicano ).
También es
habitual encontrar platos vegetarianos a base de yuca, patatas o el supergrano
quinua. Tanto los veganos como los vegetarianos encontrarán la mayoría de las
opciones en La Paz, donde el restaurante de alta cocina a base de plantas Ali
Pacha ha sido fundamental en la creación de versiones innovadoras sin carne de
muchos platos tradicionales.
Alimentos
que vale la pena probar
Sopa la
Poderosa Una "sopa poderosa" de Tarija hecha con vegetales, arroz...
y pene de toro.
Anticuchos
Corazón de vaca asado en brochetas, servido en mercados o puestos callejeros –
búscalos en las calles de La Paz.
Chuño Este
alimento básico tradicional del altiplano se prepara colocando papas durante la
noche para que se congelen, dejándolas descongelar al día siguiente y
repitiendo el proceso durante varios días. A continuación, las patatas se
trituran con los pies para quitarles la piel y el líquido. La técnica fue
desarrollada por los Incas hace unos 800 años; las papas liofilizadas podrían
luego ser transportadas por caravanas de llamas como los paquetes de papas
fritas de hoy en día en un autobús. Si se encuentra en las tierras altas en
junio, es posible que vea papas congeladas; la técnica sigue siendo común en
las zonas rurales cercanas a Oruro.
Un año en
la comida
Semana
Santa (marzo/abril)
Durante la
Semana Santa, los bolivianos comen sopa de te'qo (sopa de verduras) y biscocho
de Semana Santa (galletas redondas y planas).
Agosto
En la
primera semana de agosto, Villa Tunari en la región del Chapare de la cuenca
del Amazonas celebra platos de pescado amazónico en la Feria Regional del
Pescado.
Diciembre
Los
bolivianos celebran la Noche Buena (Nochebuena) con una fiesta familiar.
Tradicionalmente, la comida incluye picana , un guiso hecho con pollo, ternera,
cordero, verduras y papas, y lechón al horno (cerdo asado). En la mañana de
Navidad, un desayuno popular son los buñuelos con chocolate (una rosquilla
dulce y suave con salsa de chocolate).
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